LECART Y LA MUERTE

Diana Camila Sepúlveda Romero

En la ciudad de Pismelia capital de Rumuxx se practica la religión monoteísta Cartrema cuya fe se basa en el libro sagrado Morquirium, que establece como ser superior a Pretlectus el Dios de la muerte. Los cartremistas esperan la muerte desde que nacen y ruegan a Pretlectus que llegue pronto a sus vidas para acabar con su miseria.

Lecart es un joven de 17 años hijo de Myrilén y Raidóly, dos de los miembros del consejo Cartremo y quienes desde siempre han orientado a su hijo hacia las creencias de su religión, hecho que no le agrada mucho a Lecart puesto que considera que la vida es hermosa y no hay razón para querer dejar de existir en el mundo. Próximo a cumplir su mayoría de edad, Lecart está dispuesto a demostrarles a los habitantes de Pismelia las maravillas de la vida, por lo que busca la ayuda de su amigo Locony, el único anciano de la ciudad.

Locony vive con su esposa Alcatraca en el castillo Champantage y pasa la mayor parte del tiempo sembrando flores Clamonosí, las flores de la vida. Un día Lecart visita a Locony en su castillo y le pregunta a cerca de las maravillosas flores que posee y que son únicas en la ciudad, Locony trata de evitar el tema pero es tanta la insistencia de Lecart que este accede a contarle su historia.

Hace muchos años esta ciudad era habitada en su mayoría por ancianos, cuenta Locony, y no existía la muerte, transcurría el tiempo muy lentamente. Todo era paz y armonía, hasta que llegó la oscuridad, y con ella Tiramiteo, un predicador que recorría ciudad por ciudad para corromperla. Con el tiempo fueron desapareciendo los ancianos y sólo quedaba gente joven que deseaba dejar de existir, mi esposa y yo aún estamos vivos gracias a estas flores, por eso las llamo las flores de la vida. Lecart sorprendido por el relato de Locony empezó a recolectar semillas para sembrar flores en toda la ciudad y así salvarla de la muerte, pero los habitantes molestos las destruían y no las dejaban florecer.

Lecart se sentía decepcionado, no podía creer lo que estaba pasando y por eso fue a pedirle consejo a Locony quien le mencionó una forma muy peligrosa de lograr su cometido. Lecart debía atravesar el sendero de Glateromina, una dimensión a la que sólo podía acceder en el castillo, allí debía encontrar a Alimutas, un espíritu de conocimiento y él de daría la sabiduría para destruir a Pretlectus. Lecart aceptó de inmediato y se aventuró hacia esa dimensión desconocida.

En medio del sendero de Glateromina, lecart se sentía desorientado porque no veía un final, parecía una caminata en círculos, así que descansó sobre una roca que tenía grabada la frase: “Gusumy o Caracua Mellon” que en Paránsinteo significa “la muerte es moribunda”, Lecart leyó la frase en voz alta y de repente apareció Alimutas, este le dijo dónde podía encontrar a Pretlectus y que para acabar con él debía mostrarle una flor clamonosí y decir la frase de la piedra. También le ofreció la ayuda de dos guardianes Bakame y Cloflejotemio quienes lo cuidarían en su largo trayecto.

Lecart se marchó decidido a enfrentar a Pretlectus, cruzó senderos que parecían infinitos hasta que por fin lo encontró. Pretlectus se mostró sorprendido y aplaudió su valentía pues había llegado muy lejos; en ese momento Lecart muestra la flor, dice la frase y Pretlectus descubre su verdadero rostro; Pretlectus era el mismo predicador Tiramiteo quien consumía la vida de las personas por miedo a morir, de esta manera pasaba de ciudad en ciudad recolectando creyentes para absorber sus vidas, cada vez necesitaba más y más personas que le permitieran vivir un poco más de tiempo. Poco a poco Tiramiteo se fue desvaneciendo y quedaron montañas de cenizas de todas las personas a las que les había robado la vida.

Lecart había liberado a su ciudad y a las demás ciudades del malvado Titamiteo, todo volvió a ser como antes y Locony agradeció infinitamente su ayuda y valentía, brindaron con un Chorisalpicón, bebida característica de la ciudad y finalmente Lecart regresó a su hogar a ver a sus amados padres. Al llegar, Lecart no encontró a sus padres, habían sido llevados por Tiramiteo.