Historia Sin Moraleja

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Historia sin moraleja Llueve y el transporte público es una total basura. Mal día para no llevar las botas ni traer una sudadera con la cual cubrirse. Ni siquiera te enojas, pues sabes que la rabia, sobre todo contra sí mismo, no resolverá nada. Aprietas los puños y la mandíbula. “Ha esto llaman madurar” piensas, mientras en tu rostro una sonrisa cínica contra ti se dibuja en tu rostro. Y de pronto, ella llega. Oyes que te preguntan, porque ella viene con su pareja, si esta es la fila para tomar el autobús. Respondes que sí sin verlos, pero algo te hace voltear disimuladamente. En un instante ella y tú se miran. Sus ojos te dirigen una mirada lujuriosa mientras habla con su novio. Te volteas, pero ves de reojo sobre tu hombro derecho. Pensabas que venías con poca ropa, hasta que la viste a ella usar unos shorts de mezclilla que hacían ver su ya enorme culo sumamente delicioso, llevaba además una playera sin mangas y un sostén fosforescente que además de ser muy mírame-a-huevo le quedaba perfecto. Notas que tiene un acento diferente cuando habla. Tal vez del Caribe. “Dios, piensas, ¿qué es lo que le dan de comer a esas mujeres?” VOLVER A ESTE PUNTO. Rapidamente miras para otro lado, pues no quieres que te vea la cara de imbécil que acabas de poner ante semejante mujer, ya que podría provocar una pelea entre el infeliz afortunado de su novio y tú. La fila empieza a moverse y logras subir al autobús sin alcanzar lugar sentado: vaya mierda de día. Mas en tu mente tienes la imagen de las nalgas de aquella belleza. La palabra “merezco” resuena en tu mente de la forma más vulgar. El autobús hace rugir el motor y empieza la marcha. La ciudad de noche esconde muchos misterios. En este momento, mientras tu viajas incómodamente en un autobús de tercera, allá fuera el hijo de algún abogado, que ha luchado por triunfar en la vida, está inhalando coca de las tetas de alguna mujer mientras ingiere el mejor whisky del país; quizás en este momento, alguien que se ha partido el lomo trabajando está siendo asaltado por algún cabrón; a lo mejor allá fuera, mientras cae la noche como una maldición, una mujer vende su cuerpo para darle de comer a sus hijos al día

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Cuento refinado de Bovs, novel escritor de Ciudad de México

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Historia sin moraleja

Llueve y el transporte público es una total basura. Mal día para no llevar las botas ni traer una sudadera con la cual cubrirse. Ni siquiera te enojas, pues sabes que la rabia, sobre todo contra sí mismo, no resolverá nada. Aprietas los puños y la mandíbula. “Ha esto llaman madurar” piensas, mientras en tu rostro una sonrisa cínica contra ti se dibuja en tu rostro. Y de pronto, ella llega.

Oyes que te preguntan, porque ella viene con su pareja, si esta es la fila para tomar el autobús. Respondes que sí sin verlos, pero algo te hace voltear disimuladamente. En un instante ella y tú se miran. Sus ojos te dirigen una mirada lujuriosa mientras habla con su novio. Te volteas, pero ves de reojo sobre tu hombro derecho. Pensabas que venías con poca ropa, hasta que la viste a ella usar unos shorts de mezclilla que hacían ver su ya enorme culo sumamente delicioso, llevaba además una playera sin mangas y un sostén fosforescente que además de ser muy mírame-a-huevo le quedaba perfecto. Notas que tiene un acento diferente cuando habla. Tal vez del Caribe. “Dios, piensas, ¿qué es lo que le dan de comer a esas mujeres?” VOLVER A ESTE PUNTO.

Rapidamente miras para otro lado, pues no quieres que te vea la cara de imbécil que acabas de poner ante semejante mujer, ya que podría provocar una pelea entre el infeliz afortunado de su novio y tú. La fila empieza a moverse y logras subir al autobús sin alcanzar lugar sentado: vaya mierda de día. Mas en tu mente tienes la imagen de las nalgas de aquella belleza. La palabra “merezco” resuena en tu mente de la forma más vulgar.

El autobús hace rugir el motor y empieza la marcha. La ciudad de noche esconde muchos misterios. En este momento, mientras tu viajas incómodamente en un autobús de tercera, allá fuera el hijo de algún abogado, que ha luchado por triunfar en la vida, está inhalando coca de las tetas de alguna mujer mientras ingiere el mejor whisky del país; quizás en este momento, alguien que se ha partido el lomo trabajando está siendo asaltado por algún cabrón; a lo mejor allá fuera, mientras cae la noche como una maldición, una mujer vende su cuerpo para darle de comer a sus hijos al día siguiente. “Las maravillas del progreso y la civilización” piensas cínicamente. A veces, admites, quisieras cambiarlo como cuando eras joven y vivías en la burbuja en que la escuela te acoje; otras te da todo igual, te hes indiferente, como la buena persona adulta que eres; y otras, cuando eres presa de la ira, piensas que si pasa toda esta mierda es porque lo merecemos. Pero esta noche simplemente estás indiferente. Poco tiempo pasa después de haber arrancado el autobús, cuando el que está detrás de ti te avienta el culo. Te encabronas en un segundo. Estás a punto de soltar un codazo al de atrás, pero tú experiencia te aconseja que voltees y veas contra quien te vas a agarrar a putazos. Eres presa de la ira pero no eres imbécil. Volteas dismulademente…

Y vaya sorpresa que te llevas.

Detrás de ti está ese ángel, que mientras platica con su novio, te menea el culo. Volteas una y otra vez para asegurarte que es ella. Definitivamente es ella y una sonrisa de oreja a oreja se forma en tu rostro. Ella sigue moviendo el culo y realmente no sabes cómo actuar. Miras de reojo una vez más y te encuentras con su mirada lujuriosa que te guiñe un ojo. Sí, esta es la tuya.

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Y de pronto una delicada pero firme mano te toca unas de tus nalgas. El permiso está dado. Tu mano a pesa de ser algo grande no logra abarcar totalmente una de sus exquisitas nalgas. Ella te toma tu mano y te ayuda a palpar toda su voluptuosidad. Un trasero grande y firme no es algo que se vea todos los días, mucho menos tener la oportunidad de gozarlo con el tacto de las manos. Te suelta para que sigas descubriendo su culo, mientras ella te sigue probando, te das cuenta de aquello y le reprendes con un juguetón aprieto a su nalga derecha. Te detiene con su mano, piensas que se ha acabado el juego y que llegaras a la casa con un bonito ojo morado. Como quien no quiere la cosa volteas lentamente y notas que se está dando un largo beso con su novio. Te das cuenta que eso no importa mucho pues posa tu mano sobre la flor del deseo. Tu dedo medio se mueve de atrás hacia adelante, de adelante hacia atrás, se mueve en círculos perfectos y de momentos trata de traspasar la mezclilla. Pareciera que tu dedo tiene vida propia. Pasan tres minutos y sientes en la punta de tu dedo humedad. Sí, tu dedo sabe cómo hay que moverse, pero todo acaba.

Te retira la mano y le dice a él que tienen que bajar en la siguiente esquina. Ese momento de quiebre te viene oportuno pues de haber seguido a más cosas no sabes cómo todo habría acabado, volteas por última vez y te parece observar que ella escribe algo en un papelito. Sientes esa mano delicada metiéndose donde tu cartera por última vez y te aprieta. Ellos bajan y tú mantienes una sonrisa de victoria