HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La...

70
Castillero Calvo, Alfredo. Ciclos y coyunturas en la economía panameña: 1654-1869. Interpretación sumaria (primera parte). En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 5- 30. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/casti.rtf www.clacso.org RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected] HISTORIA Y SOCIEDAD CICLOS Y COYUNTURAS EN LA ECONOMÍA PANAMEÑA: 1654-1869 * Interpretación sumaria (primera parte) Alfredo Castillero Calvo** * Primera parte. **Profesor investigador del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá. Crisis y reajustes en la economía de los siglos XVII y XVIII En 1739 se realizaban preparativos para la última feria del sistema galeonista que tendría lugar en Portobelo. El régimen de las ferias, que se remontaba a mediados del siglo XVI, ya agonizaba. Sin embargo, se había vuelto a revivir hacía poco tiempo, al ceder la Corona española a las presiones de los mercaderes sevillanos y por el compromiso que había adquirido con Inglaterra de continuarlas realizando al firmar el Tratado de Utrecht, el cual ponía fin a la Guerra de Sucesión (1702-1713), y autorizaba a su rival a introducir en cada feria un navío de permiso con 600 toneladas de mercancías. En este tratado España le entregaba a Inglaterra, además, el monopolio de la trata de esclavos en América. Pero el negocio esclavista en manos británicas fue un fiasco, y la presencia del navío de permiso se convirtió en una fuente permanente de conflicto debido al contrabando sin control que se realizaba con la carga que llevaba en sus bodegas, que se vaciaban de día y volvían a llenarse de noche, como un tonel de las Danaides. Las protestas de España y las tensiones entre los dos países fueron agravándose y en 1739 Inglaterra rompió hostilidades, enviando al vicealmirante Vernon para que atacara Portobelo. La plaza se rindió sin dificultad y sus fortalezas fueron desmanteladas, dejando a Portobelo sin defensas mientras duró la guerra, que no concluye hasta 1748. Durante ese período, como era de esperar, no volvieron a celebrarse ferias, y la crisis puso en evidencia la necesidad de revisar de arriba abajo el proyecto galeonista, hasta que finalmente se optó por cancelarlo definitivamente. En realidad, las ferias estuvieron en crisis desde el siglo XVII y algunos contemporáneos señalaron el año 1654 como la fecha en que inició su declive definitivo. Eran cada vez más erráticas, pasaban años entre una y otra, y hubo un lapso de hasta once años sin feria. Para la segunda mitad del siglo XVII era evidente que el sistema terciario panameño había dejado de depender de las ferias, como hasta entonces. De hecho, su principal fuente de ingreso fiscal, el almojarifazgo, se fue a pi- que y por primera vez Panamá carecía de recursos internos para sufragar los gastos de su administración y defensa. Estos últimos eran cada vez mayores a medida que fue aumentando la amenaza pirática en el Caribe y posesiones estratégicas como Jamaica

Transcript of HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La...

Page 1: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Castillero Calvo, Alfredo. Ciclos y coyunturas en la economía panameña: 1654-1869. Interpretación sumaria (primera parte). En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 5-30. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/casti.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

HISTORIA Y SOCIEDAD

CICLOS Y COYUNTURAS

EN LA ECONOMÍA PANAMEÑA: 1654-1869 *

Interpretación sumaria (primera parte)

Alfredo Castillero Calvo**

* Primera parte.

**Profesor investigador del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá.

Crisis y reajustes en la economía

de los siglos XVII y XVIII

En 1739 se realizaban preparativos para la última feria del sistema galeonista que

tendría lugar en Portobelo. El régimen de las ferias, que se remontaba a mediados del siglo XVI, ya agonizaba. Sin embargo, se había vuelto a revivir hacía poco tiempo, al

ceder la Corona española a las presiones de los mercaderes sevillanos y por el

compromiso que había adquirido con Inglaterra de continuarlas realizando al firmar

el Tratado de Utrecht, el cual ponía fin a la Guerra de Sucesión (1702-1713), y

autorizaba a su rival a introducir en cada feria un navío de permiso con 600 toneladas

de mercancías. En este tratado España le entregaba a Inglaterra, además, el monopolio de la trata

de esclavos en América. Pero el negocio esclavista en manos británicas fue un fiasco, y

la presencia del navío de permiso se convirtió en una fuente permanente de conflicto

debido al contrabando sin control que se realizaba con la carga que llevaba en sus

bodegas, que se vaciaban de día y volvían a llenarse de noche, como un tonel de las Danaides. Las protestas de España y las tensiones entre los dos países fueron

agravándose y en 1739 Inglaterra rompió hostilidades, enviando al vicealmirante

Vernon para que atacara Portobelo. La plaza se rindió sin dificultad y sus fortalezas

fueron desmanteladas, dejando a Portobelo sin defensas mientras duró la guerra, que

no concluye hasta 1748.

Durante ese período, como era de esperar, no volvieron a celebrarse ferias, y la crisis puso en evidencia la necesidad de revisar de arriba abajo el proyecto galeonista,

hasta que finalmente se optó por cancelarlo definitivamente.

En realidad, las ferias estuvieron en crisis desde el siglo XVII y algunos

contemporáneos señalaron el año 1654 como la fecha en que inició su declive

definitivo. Eran cada vez más erráticas, pasaban años entre una y otra, y hubo un lapso de hasta once años sin feria. Para la segunda mitad del siglo XVII era evidente

que el sistema terciario panameño había dejado de depender de las ferias, como hasta

entonces. De hecho, su principal fuente de ingreso fiscal, el almojarifazgo, se fue a pi-

que y por primera vez Panamá carecía de recursos internos para sufragar los gastos de

su administración y defensa. Estos últimos eran cada vez mayores a medida que fue

aumentando la amenaza pirática en el Caribe y posesiones estratégicas como Jamaica

Page 2: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

y Haití cayeron en manos de potencias rivales. Pero el problema se agravó aún más

tras los ataques de Morgan a Portobelo en 1668 y a Panamá en 1671. Las dotaciones

militares fueron aumentadas de manera considerable y los gastos en fortificaciones y

en las murallas y mudanza de la nueva Panamá consumieron sumas colosales que el

país no tenía.

A partir de 1663, estas urgencias se resolvieron con la creación del “Situado”, un subsidio en metálico que por órdenes de la Corona, la Caja de Lima debía transferir

cada año a Panamá para cubrir sus gastos militares. Pero como estos aumentaron y la

crisis comercial no cesaba, la suma original tuvo que aumentarse varias veces para

poder cubrir también la totalidad de los gastos de la administración y hasta los

sínodos de los curas doctrineros. De hecho, el Situado asignado ascendió a cifras que nunca hubiera podido enviar Lima, y desde principios del siglo XVIII, coincidiendo con

un declive de la producción argentífera del Perú, los envíos fueron cada vez más

erráticos, incluso muy inferiores a lo establecido. Pero el Situado continuó enviándose

a Panamá y a partir de mediados del siglo XVIII empezó a llegar de manera más

regular y en las cantidades fijadas, hasta que el último envío se realizó en 1810. Así

pues, desde su creación a fines del XVII, y desde la segunda mitad del siglo XVIII, el Situado se convirtió en un verdadero sostén de la economía panameña, gracias a que

era dinero fresco distribuido por todo el país y que tenía un poderoso efecto

multiplicador.1

Coincidiendo con la creación del Situado, la Corona firmó ese mismo año un

contrato con la empresa genovesa Grillo y Lomelin para que introdujera esclavos de Africa en régimen de monopolio.2 Esta compañía estableció en Panamá la sede de su

principal centro de operaciones, y durante su administración, que duró hasta 1674, el

60 por ciento de todos los esclavos que introdujo en América ingresaron por Panamá.3

No se ha encontrado todavía una explicación a la simultaneidad entre la creación

del Situado para Panamá y la trata esclavista, aunque no deja de llamar la atención.

El hecho es que la trata fue exitosa, contribuyó al desarrollo del comercio interregional vía Panamá —sobre todo a base del cacao de Guayaquil, la cascarilla o quinina de

Loja, y la lana de vicuña de los Andes—, lo que a la vez estimuló el contrabando, todo

lo cual contribuyó a reanimar la economía local.

De esa manera, desde mediados de la década de 1660, la economía transitista

panameña, que ya había dejado de depender de las ferias, empezó a descansar sobre todo en el Situado, la trata de esclavos, el comercio interregional y el contrabando, que

se convierten en los nuevos pilares de su economía terciaria.

Esta situación continuó hasta bien entrado el siglo XVIII. Hasta la década de 1730,

las ferias que se celebraron se cuentan con los dedos de una mano, y salvo cuando

estas tenían lugar podía decirse que lo terciario se apoyaba en ellas. Sin embargo,

como dije, el Situado entró en crisis desde principios del siglo y no empezó a llegar de manera regular y en las cantidades que se esperaban hasta comienzos de la segunda

mitad del siglo, cuando nuevamente se convierte en un puntal formidable de la

economía panameña y, de hecho, sobre todo en las últimas décadas, en su soporte

fundamental.

El contrabando -a su vez- llegó a niveles escandalosos, ya que, al ser tan erráticas las ferias, los mercados estaban muy mal abastecidos de manufacturas europeas y,

desde principios del siglo XVIII, se abrió una ruta contrabandista paralela a la que ya

existía en la ruta del Istmo central. Empezaba en el Caribe por el río Coclé del Norte,

cruzaba el Istmo por la cordillera central, donde sus agentes mantenían verdaderos

fortines, y salían al Pacífico por Penonomé, Natá o Los Santos, desde donde

embarcaban sus mercancías a Panamá, o a las costas sudamericanas. Esta ruta se mantuvo abierta hasta 1747, cuando tras una violenta represión armada, y luego de

que varios intentos militares fallaran, se apresaron a los cabecillas, se les encarceló,

desterró o ajustició. Las compañías de contrabandistas de Coclé quedaron desmante-

ladas para siempre.

Pero no por ello el contrabando desapareció, ya que continuó sin desmayo, aunque cada vez con menor intensidad. Como era una actividad que se relacionaba

directamente con el atractivo comercial de la ruta transístmica y esta deja de ser un

imán al cancelarse el sistema galeonista, también se debilita el contrabando, y desde

mediados del siglo XVIII ya ha perdido importancia.

Page 3: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante hasta la década de 1770, cuando

este negocio deja de ser rentable debido al creciente número de mano de obra libre en América, y finalmente colapsa.

De esa manera, desde la segunda mitad del siglo XVIII, habiendo disminuido

sensiblemente el contrabando, y luego de virtualmente desaparecer la trata esclavista,

el Situado se convierte en el gran soporte de la economía. Como se distribuía en

muchos frentes, irrigaba la economía de virtualmente todo el país y servía como instrumento de pago para los productos importados, contribuyendo a que la balanza

de pagos no fuera deficitaria y a que el sector terciario continuara dominando la

economía del Istmo. Fue, entonces, un instrumento salvador.

Al cancelarse el sistema de ferias, Panamá perdió para siempre su carácter de ruta

forzosa, y su economía se estancó. En la segunda mitad del siglo XVIII, el panorama comercial de Panamá era desolador. Apenas llegaban barcos por el Pacífico o el Caribe.

El país no tenía nada valioso que exportar, salvo la plata que le entraba con el Situado

y esclavos. De hecho son esclavos la única mercancía de salida en numerosos embar-

ques, y es probable que los barcos que llegaban de Perú, del Ecuador, o de las costas

del Pacífico neogranadino, lo hacían para comprar solo esclavos, llevando como carga

a Panamá, productos alimenticios o bien productos como el cacao (aunque cada vez menos), quinina, y lana de vicuña, siempre en pequeñas cantidades y casi todo para

reexportar.

El cuadro era aún más deprimente en Portobelo, que permanecía casi vacío y al que

llegaban barcos sólo para llevar alimentos de Cartagena, Tolú, las islas caribeñas, y

ocasionalmente de Baltimore o Boston que llevaban cargas de harina. Desde que se establecieron los estancos a partir de la década de 1770, a este intercambio se sumó el

tabaco de Cuba, que se importaba como insumo para la fábrica de cigarros de Panamá

o para reexportar a Perú. El comercio exterior era tan escuálido que hubo ocasiones

en que los barcos que salían de Panamá sólo llevaban escobas como flete.

Para fines del siglo, se produjo una leve reactivación comercial, pero las guerras

napoleónicas y la concomitante interrupción de los circuitos comerciales, arrastraron nuevamente al país a la postración económica. Durante este período y desesperados

por encontrar nuevas oportunidades de negocios, los criollos panameños y sus pares

peninsulares recién llegados, se plantearon nuevas alternativas, sobre todo para

promover la agricultura, una opción que habían puesto de moda los fisiócratas. Pero

todo fue inútil, ya que incluso el cultivo del tabaco, que había logrado algunos progresos sobre todo en Chiriquí, fue finalmente prohibido por la Corona para que la

fábrica de cigarros sólo utilizara tabaco cubano. Además, no había brazos, y mucho

menos capitales para inversiones importantes.

La epifanía comercial pre-independentista: 1808-1818

Finalmente, en 1808 en plena crisis política y debido a la interrupción total del comercio con la Península, ocupada entonces por las tropas napoleónicas, el gobernador Juan Antonio Mata decidió abrir el comercio del Istmo a países no españoles, siempre

que fueran amigos o neutrales. En este caso, las ex-colonias británicas de Norte América e Inglaterra,

ahora aliada de España, y que había convertido a Jamaica en un gran almacén para sus manufacturas. El

Situado que recibía Panamá de Lima y de Cartagena se había suspendido y no había con qué pagar a la

tropa ni a los empleados civiles, de manera que fue una decisión tan oportuna como aplaudida por los

vecinos. Aunque esta medida fue también aplicada por otras colonias españolas, fue Panamá la que

obtuvo mayores ventajas de la coyuntura.

Al abrirse los puertos americanos al comercio libre, varias empresas inglesas establecidas en Jamaica

se desplazaron a Panamá para redistribuir los tejidos de algodón asiáticos en los mercados del Pacífico

americano, tanto del Sur como de la Nueva España (hoy México). Desde entonces, y sobre todo al estallar

las guerras de independencia en América, los ingleses utilizaron a Panamá como un gran depósito para sus mercancías, entrando

en frontal competencia con los talleres sudamericanos donde se producían textiles bastos y ocasionando su ruina. De hecho, los

británicos querían provocar la ruina de los telares españoles y penetrar el mercado americano, y para ello fraguaron una

conspiración en Jamaica en la que se propuso invadir la Nueva España para separarla de la Península.4

Además de Panamá, los ingleses pusieron su mira en Guatemala, Perú y Guadalajara. Su llegada a esta

última ciudad, situada en el lado Pacífico de Nueva España, coincidió con el bloqueo del puerto de

Acapulco, en el Pacífico, por las fuerzas insurgentes del cura Morelos, circunstancia que aprovecharon

para empezar a introducir mercancías de contrabando por el puerto tapatío de San Blas, donde estas se

pagaban con la plata de las minas mexicanas del Nordeste.

Page 4: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Durante la guerra de independencia, Guadalajara se mantuvo bajo control del ejército realista, de

modo que San Blas pudo permanecer abierto al contrabando de mercancías británicas que serían

conducidas desde Jamaica por la vía de Panamá. Entre 1812 y 1821 ya se encontraban varias firmas con

sede en Jamaica establecidas en Guadalajara, y su prosperidad fue tan llamativa, que en 1815 el gremio de

comerciantes, o Consulado, de México elevó una airada protesta. Argumentaban que, mediante este

comercio ilícito, se extraían grandes cantidades de plata mexicana en perjuicio del erario y de la economía

virreinal, calculando que en cinco años se habían extraído por San Blas más de 10 millones de pesos de

plata.5 El virrey Calleja alarmado por la situación, proclamó un bando el 12 de julio de 1816, prohibiendo

este tráfico en consideración a que “un torrente de buques” había salido de Panamá “a inundar de

mercancías extranjeras las costas del Mar del Sur”. El comercio entre el puerto de San Blas y Panamá y

varios puertos peruanos ya venía realizándose desde antes, pero se había intensificado notablemente a

partir de 1804. Como el comandante militar de la plaza, José de la Cruz, consideraba que este comercio

era ventajoso para Guadalajara, desatendió el bando del virrey 6.

Antes de que se produjera esta situación, la ruta tradicional de la plata de las minas mexicanas

(Guanajuato, San Luis Potosí, Sombrerete o Zacatecas) bajaba hasta la capital y salía por Veracruz con

rumbo a Europa. Pero debido a la insurgencia, se abandonó esta ruta para usar la de San Blas, creando

nuevos y muy distintos circuitos comerciales que obviamente perjudicaban a los que tenían intereses en

los circuitos anteriores.

En la documentación tapatía de la época, cada vez más se empieza a hablar de los comerciantes

“panameños” que frecuentaban el puerto con mercancías inglesas procedentes de Jamaica y que,

aparentemente, eran los que mayores ganancias obtenían, de hecho haciendo grandes fortunas en este

negocio. Se mencionan más de 30, entre los que destacan Manuel Jesús y Pedro Juan de Olazagarre,

Manuel Luna (sobrino de Pedro Juan de Olazagarre), Sotero Prieto, Salvador Batres, José Manuel

Berguido, José Vicente Landázuri, José María Lasso de la Vega, Ventura Martínez, entre otros, algunos

de los cuales llegaron a contraer matrimonio en Guadalajara y se establecieron allí. Varios de estos

“panameños” adquirieron grandes propiedades agrícolas como el gran fundo triguero que compró Pedro

Juan de Olazagarre pagando cerca de 25.000 pesos al contado. Olazagarre hacía el giro entre Panamá y

San Blas con dos fragatas de su propiedad.7

A la vez que esto ocurría, también la plata del Alto y Bajo Perú (Oruro, Pasco, Potosí, y otras minas),

que antes tenía su salida por Buenos Aires o por el Cabo de Hornos, empezó a tomar el rumbo de Panamá

al estallar la insurgencia en Argentina y Chile, lo que hacía muy inseguro el transporte por estos

territorios o frente a sus costas. De modo que a un mismo tiempo, durante este período, que se extendió

hasta 1818, virtualmente toda la plata de los principales centros argentíferos del continente, se envió hacia

la ruta panameña. Jamás había ocurrido nada semejante en la historia del comercio panameño. Era una

verdadera epifanía que hacía recordar los tiempos dorados de las ferias opulentas.

Se desconocen detalles sobre los beneficios directos que produjo este comercio en Panamá, pero no

hay duda de que fueron enormes, pues hacia 1823 un millón de pesos se le adeudaba a los comerciantes

panameños en el puerto de San Blas, suma que según un cónsul británico, una vez pagada sería

reinvertida varias veces en productos traídos de Jamaica. Según otra fuente, desde 1812 por lo menos 3

millones de pesos anuales eran desviados de la ruta de Veracruz a la de Panamá, aunque algunos

calculaban mucho más: 45 millones entre 1812 y 1818, es decir 7.5 millones anuales.8

En cuanto al comercio con Perú, hasta ahora mucho menos estudiado o documentado, se sabe eso sí

que la fortuna de los hermanos Mariano, Blas y Juan Arosemena se originó en esta etapa de auge

comercial, gracias a sus negocios con Lima. Con el dinero que acumularon, pudieron sufragar gran parte

del soborno que se pagó a los soldados realistas para que entregaran sus armas en 1821 y de esa manera

facilitar la independencia de Panamá.

Los años de prosperidad impactaron de manera visible el ambiente urbano en la capital. Según Andrés

Baleato, el censo de 1802 arrojaba “poco más de 8.000 habitantes”, contando los barrios de San Felipe y

Santa Ana.9 El censo de 1822 daba ya una población de 10.730 habitantes.10 El crecimiento había sido

sensible, sobre todo si consideramos que, a lo largo del siglo XVIII, la población capitalina se mantuvo

con muy pocos cambios en torno a los 7 a 8.000 pobladores. A la vez, el auge del comercio y el

incremento del transporte hizo necesario introducir gran cantidad de esclavos. Esto último lo evidencia el

escocés Basil Hall, que pasó por Panamá en 1822, quien al desembarcar escuchó asombrado a “todos los

negros y negras que pululaban en el muelle hablar inglés con fuerte acento que reconocimos ser de las

islas occidentales, peculiaridad, según deducíamos, adquirida por el continuo trato con Jamaica

mantenido a través del Istmo”.11

Testigos contemporáneos como el francés Gaspar Mollien se admiraban también de la atmósfera

cosmopolita que se respiraba en el ambiente urbano de la capital, donde las modas europeas habían

desplazado totalmente a las tradicionales, que habían quedado relegadas a lo sectores populares.

Page 5: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Pero la bonanza se detuvo tan repentinamente como apareció, al ir avanzando la revolución de

Independencia, y en 1819 ya era cosa del pasado. Una vez se consolidó la Independencia, Inglaterra pudo

realizar directamente el comercio con las nuevas naciones hispanoamericanas sin depender de su colonia

de Jamaica, y sin necesidad de utilizar la ruta panameña. Surgieron entonces nuevos circuitos comerciales

y se establecieron vínculos directos entre las antiguas colonias españolas y la potencia naval y

manufacturera más poderosa del mundo. Panamá quedó totalmente al margen de los nuevos circuitos

comerciales y su economía entró en crisis.

De esa manera, cuando los panameños se independizan de España en 1821, su economía se

encontraba virtualmente estancada, y luego de los pagos que se hicieron para sobornar a la tropa a fin de

evitar el derramamiento de sangre, sus bolsillos quedaron vacíos. Cuando pocas semanas más tarde,

asomaron frente a los muros de la capital, los buques de guerra españoles Prueba y Venganza y su

tripulación se ofreció a entregarse pacíficamente a cambio de que se le pagaran sus sueldos vencidos,

entregar los barcos y abandonar el Istmo para encaminarse a Cuba, ya no había recursos de capital para

aceptar tan espléndida oferta.

Estancamiento económico después de la Independencia

Tras la independencia de 1821, la economía revivió transitoriamente gracias a la movilización de tropas bolivarianas que desde Colombia y Venezuela eran enviadas a

millares por la vía de Panamá para la campaña del Sur, aunque sobre esto se sabe

muy poco y faltan evidencias cuantitativas. Luego sobrevino la parálisis. La

consolidación de la independencia en México hizo innecesaria la ruta panameña al

restablecerse lasactividades del puerto caribeño de Veracruz , y entre 1822 y 1823

sólo se registró un embarque cada año desde el puerto tapatío de San Blas a Panamá. Fueron los últimos del período. Asimismo, la producción de la plata peruana mermó,

también a consecuencia de los trastornos de la guerra, de modo que también las

remisiones de este metal se fueron reduciendo hasta detenerse del todo a partir de

1819, cuando la escuadra chilena de Cochrane empezó a amenazar las costas

peruanas. En 1824, con el triunfo final de las armas bolivarianas en Ayacucho, quedó consolidada la independencia de Sudamérica, y desde entonces la economía del Istmo

volvió a sumirse en el estancamiento.

El retorno de los soldados, otra vez por la vía panameña, retrasó hasta 1825 o 1826

la clausura del ciclo que se había iniciado en 1822. El cónsul británico Malcolm

MacGregor, afirmaba en diciembre de 1826, que 2.000 tropas cruzaban el Istmo “a

principios del mes pasado”.12 El movimiento marítimo parece confirmar este movimiento. Entre octubre de 1823 y junio de 1824, todavía entraban a los puertos

del Istmo 119 embarcaciones y una vez cubierto el año fiscal, el número se elevaría a

154, según se infiere de varias referencias. Durante los primeros diez meses, sólo a los

puertos Atlánticos de Chagres y Portobelo entraron 66 embarcaciones y 30 al puerto

de Panamá. En 1825 el total se reducía a 55, casi tres veces menos, limitándose las entradas Atlánticas a 38 y a 17 las del Pacífico. Todavía ese año, según manifestaba el

cónsul británico en el Callao, se mantenía un comercio relativamente activo entre

Panamá, Paita y Guayaquil con mercancía seca proveniente tanto de Jamaica como de

Estados Unidos. Pero últimamente ya habían dejado de llegar a Callao barcos con

carga procedentes de Panamá.13 Así pues, luego de una breve fase de estancamiento

entre 1819 y 1821, el movimiento de tropas durante las fases finales de la guerra de independencia contribuyó a excitar nuevamente la economía.

Al concluir la guerra los negocios quedaron virtualmente paralizados. En efecto,

hacia mediados del año 1825, cuando se celebraba en Panamá el Congreso

Anfictiónico, un conspicuo observador, el delegado peruano Manuel Lorenzo de

Vidaurre, escribía a un amigo que en la bahía de Panamá, “se pasan meses sin ver un buque”.14 Los ingresos de Aduana reflejan con claridad el derrumbe: en 1826 y 1827

sólo alcanzaron algo más de 70.000 pesos en cada año, cantidad apenas superior a la

recaudada en los años anteriores a la coyuntura alta que se inició en 1808 que ya

hemos discutido.

Las causas de este rápido viraje parecen ser varias. Al concluir la guerra

independentista, volvió a abrirse la ruta del Cabo de Hornos, interrumpida a lo largo de las guerras napoleónicas, primero durante varios años a partir de 1799 y luego por

las escuadras navales de las revolucionarias Argentina y Chile. Un contemporáneo

Page 6: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

aseveraba que la ruta sureña resultaba más barata que la ruta del Istmo en

proporción de 2.2 a 1. La travesía transístmica resultaba muy cara, pues se pagaba a

razón de 6 pesos la carga de mula de 150 libras y un impuesto de exportación de tres

centésimos, costando el flete de un fardo de 300 pesos, entre 30 y 35 pesos. Era

preciso pagar además los fletes de transporte desde Panamá a otros puertos y luego

desde esos puertos al interior de las antiguas colonias. La ruta del Istmo estaba por otra parte llena de riesgos para las mercancías, por los malos caminos y el clima,

riesgos que, según el informante, no existían en la ruta del Cabo de Hornos.

Los altos fletes, las demoras y los riesgos habían sido aceptados por los

comerciantes ingleses, como decía en 1824 el cónsul británico en Guayaquil, por

tratarse de un camino forzado, pues al menos durante los años de guerra no disponían de otra vía. Algunos tenían además el propósito de radicarse en el país,

afirmaba el mismo cónsul. Pero esas esperanzas quedaron disipadas cuando se

expidió la ley del 28 de febrero de 1822, cuyo artículo 5 disponía que ningún

extranjero podía personalmente realizar transacciones por sí mismo, quedando

obligado a nombrar en el país un consignatario que fuese ciudadano de Colombia con

casa de comercio abierta en alguna de las ciudades de la República. La ley fue posteriormente derogada, pero el daño ya se había hecho.15

El Istmo tenía otra desventaja, a saber, su escasa demanda de bienes y su

incapacidad de retorno en dinero —desaparecida ya la inyección metálica del

Situado— así como la irregularidad en las llegadas de las embarcaciones por el lado

Pacífico, lo que generaba demoras innecesarias que se obviaban en la ruta más directa y menos dependiente del Cabo de Hornos. Finalmente, la decisión republicana de

subir los aranceles para reforzar un fisco empobrecido por la guerra, acabaría por dar

el golpe de gracia a la ruta.

A todo ello habría que agregar otro factor de alcances más amplios: el general

estancamiento económico en que quedó sumida gran parte de Hispanoamérica en la

postguerra. Una excepción fue Chile que, por el contrario, se vio muy favorecido con la reapertura de la vía del Cabo de Hornos literalmente bajo sus mismos dominios. Pero

sí perjudicó gravemente a las regiones con las que tradicionalmente Panamá había

mantenido más intensas relaciones. Tal es el caso, por el lado del Pacífico, del Perú,

que desde los tiempos de las flotas opulentas y aún durante la larga recesión de la segunda

mitad del siglo XVIII, constituía el polo dominante del comercio del Istmo. En cuanto a México, por una parte, la plata de sus minas dejó de salir por el puerto

tapatío de San Blas para seguir la ruta de Panamá rumbo a Jamaica (como lo había

hecho entre 1810 y 1818, según ya hemos visto) por otra, la actividad minera decayó

abruptamente como consecuencia de la guerra; finalmente, al terminar ésta los

rendimientos no mejoraron con la llegada de los inexpertos concesionarios ingleses,

que dominaban las técnicas de extracción de las minas de carbón, pero que tenían poca o ninguna experiencia en la minería de la plata. En cuanto a Jamaica, su

comercio se desplomó al mismo tiempo que el de Panamá, al perder el monopolio que

hasta entonces había usufructuado en el Caribe tras haber reconocido Gran Bretaña a

las nuevas repúblicas y abrirle éstas sus puertos mediante generosos e irreflexivos

tratados de amistad, navegación y comercio. Los buques británicos pudieron en lo sucesivo visitar sin cortapisas los puertos atlánticos del continente hispano-lusitano y

penetrar al Pacífico por la vía del Cabo de Hornos, ignorando, ya para siempre, la

servidumbre antaño tributada a Jamaica y, por ende, la ruta al Istmo.

La apertura de los puertos a las potencias marítimas —sobre todo a Inglaterra—el

carácter autónomo de las nuevas repúblicas y la agresividad del comercio externo,

particularmente de Estados Unidos por lo que se refiere a su Caribe próximo, y de Gran Bretaña respecto de ciertas áreas americanas —Venezuela, Brasil, Argentina,

México, Chile—, desarticularon los circuitos tradicionales de intercambio. Redes de in-

tercambio relativamente densas existentes en el Caribe, como el comercio entre México

y Venezuela, y los circuitos comerciales del Pacífico Sur, entre Panamá y la región

peruana, y entre Perú y Chile, quedaron dislocados. Los viejos lazos interregionales fueron sustituidos por rutas de una sola vía con las nuevas metrópolis: Chile rompería

su tradicional subordinación al Perú para vincularse a Inglaterra; los puertos

caribeños de México se enlazarían directamente con Nueva Orleans, Nueva York y

Page 7: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Boston; el Río de la Plata ya no dependerá más de sus vínculos con el Alto Perú, ya

que desviará la producción excedentaria de sus pampas hacia Gran Bretaña.16

El istmo de Panamá no entraría a formar parte de los nuevos circuitos y otra vez

quedó marginalizado. Al mismo tiempo —esto ocurre hacia 1825— las excesivas

esperanzas que había inspirado Hispanoamérica entre los hombres de negocio

británicos sufrieron un vuelco brutal. Las inversiones desbocadas de los primeros años de vida independiente, los grandes préstamos a las nacientes repúblicas, lejos de

dar los resultados apetecidos, constituyeron un aparatoso fracaso, lo que empezó a

despertar una creciente desconfianza en las inversiones: no había dinero para hacer

los pagos de las mercancías enviadas al continente, y los gobiernos fueron incapaces

de redimir las deudas contraídas con las grandes casas prestamistas británicas. Luego vino el derrumbe: en 1825 se desató en Londres el pánico financiero.

La acumulación de estos factores adversos repercutiría duramente en la actividad

comercial de Panamá, que quedó virtualmente detenida. Ya me he referido al

derrumbe de los impuestos de Aduana en 1826. Precisamente ese año se produjo —

tal vez no por casualidad— la primera tentativa autonomista de la elite panameña

respecto de Colombia. Aparentemente, los dirigentes del movimiento —comerciantes venidos a menos que recordaban con nostalgia los pasados años de bonanza—

tuvieron un móvil político: resistirse a las pretensiones combinadas de Antonio

Leocadio Guzmán y del general Carreño de imponer la Constitución boliviana.17

La elite panameña imputaba su ruina a la política fiscal de Colombia, ya que ésta

gravaba onerosamente el comercio, no a la crisis mundial de la economía que acabo de mencionar.

En frontal contraste con la política de control fiscal impuesta por Bogotá, la elite

abogaba por el comercio libre, es decir por un régimen de franquicias mercantiles.

Motivado por sus vínculos con Jamaica, el grupo autonomista apeló a la Gran Bretaña

para proponerle una confusa alianza “hanseática” mediante la cual el Istmo quedaría

bajo su protección, gracias a lo cual podría explotar más ventajosamente su posición geográfica.

En realidad, la solución “hanseática” o anseática no era nueva y de hecho estuvo de

moda durante aquellos años. En el propio Panamá ya se había planteado, por primera

vez, durante los debates del 28 de noviembre de 1821, y tanto Ecuador como los

países Centroamericanos también le propusieron a Gran Bretaña una alianza similar, de modo que no se trataba de algo inusitado u original. En un mismo correo, el cónsul

británico en Panamá Malcolm MacGregor, le envió a su superior Joseph Planta, el 17

de septiembre de 1826, las “actas” de Panamá y de la Intendencia de Guayaquil,

observando que la “declaración de este Departamento parece estar dictada por un

espíritu de mucho mayor decoro y discreción que aquella de sus vecinos de

Guayaquil”.18 Sin haber recibido respuesta a esta peregrina proposición, en 1830 la elite

panameña volvió a repetirle a Gran Bretaña la misma propuesta cuando trataba

nuevamente de separarse de Colombia.19 Pero Albión tampoco mostró ningún interés,

alarmada como se encontraba por el pánico financiero de 1825 y los descalabros que

habían provocado las infundadas expectativas americanas. La elite local empezó entonces a elaborar una política coherente, al principio

tímidamente, luego mediante una campaña sistemática a través de asociaciones,

periódicos y folletos, e incluso himnos y poesías, encaminada a perseguir lo que habría de convertirse en la gran idea fuerza del grupo dirigente: la libertad de

comercio. Sus diferencias con el régimen central no tuvieron consecuencias

inmediatas, pero sentaron un precedente en las luchas de reivindicación económica de la elite panameña, cuyos intereses desde fechas tan tempranas demostraron ser

opuestos a los intereses colombianos.

No muy distinta sería la causa del movimiento frustráneo de 1830, abortado y

desviado de sus propósitos iniciales por la intervención del general José Domingo

Espinar. Y los mismos motivos inspiraron el movimiento separatista de 1840

acaudillado por el general Tomás Herrera.20 A la ciega confianza en las franquicias se sumaría el clamor del grupo comerciante

por la apertura de la ruta transístmica, sea por un camino de macadam, un ferrocarril

o un canal; o por la combinación de todos ellos. Este doble objetivo aparece de manera

Page 8: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

casi obsesiva planteado en los distintos órganos de expresión del grupo hasta

promediar el siglo, cuando pierde su razón de ser al cambiar la coyuntura económica tras la construcción del ferrocarril y hacer eclosión el Gold Rush. Sin embargo, la

política fiscal bogotana se mostró inflexible en materia de franquicias, al menos hasta

1835, y la República carecía de recursos para abocarse a una empresa tan costosa co-

mo abrir la ruta transístmica por medio de transportes modernos. Como es sabido, tanto el carácter como la propia nomenclatura de la mayoría de los

cien rubros de la contabilidad fiscal colombiana continuaron siendo prácticamente los

mismos que los de período colonial. Se siguieron cobrando alcabalas, diezmos, censos

y los impopulares monopolios o estancos estatales del tabaco y el aguardiente, y en

materia comercial se exhibió una política férreamente proteccionista. Desde el punto

de vista fiscal y administrativo, la impronta colonial continuaba vigente y virtualmente intacta.

Un primer cambio a favor de las demandas de la dirigencia panameña no se viene a

sentir hasta la presidencia de Santander a partir de 1835. El 25 de mayo de ese año

se expide una ley que declaraba libres de impuestos de introducción los puertos de

Portobelo y Panamá; pero esa misma ley quedaría subordinada a la condición de que sólo entraría en vigencia cuando se abriera un canal o un camino de rieles que

conectase ambos puertos. De esa manera, esta ley no pudo entrar en vigencia hasta

1855, cuando se concluyó el ferrocarril transístmico y quedaron conectados los

puertos terminales de Panamá y Colón. También de mediados de la década de 1830

datan las gestiones del aventurero barón de Thierry y del enviado del gobierno de

EEUU Charles Biddle, con propuestas para la apertura de un canal por el Istmo y que, como muchos otros proyectos del mismo tenor, fracasaron.

La postración económica del país durante el período comprendido entre 1830 y

1842, fecha esta última que anuncia (aunque tímidamente) el comienzo de una nueva

Era, se evidencia en la composición y los órdenes de magnitud que reflejan las

recaudaciones fiscales. Entre los siete ingresos fiscales más importantes después del de Aduana, figuraban los impuestos del tabaco, del aguardiente, de la alcabala, del

papel sellado, de los novenos del Estado y de los novenos de consolidación. El segundo

de mayor recaudación durante todo el período es el que se aplicaba al consumo del

tabaco, aunque Panamá no lo producía, pues el que se consumía era el de Ambalema,

en el distante interior de Colombia. No se trataba, entonces, de un impuesto a la

producción, sino al consumo. Durante los mejores años, el derecho de Aduana no recaudó arriba de 68.000 pesos y el promedio anual recaudado fue de 56.746, es decir

casi lo mismo que a comienzos del siglo, durante la coyuntura baja. El total recaudado

por la Aduana entre 1830 y 1842, es decir, durante 12 años, fue de 851.119 pesos,

suma muy inferior a lo que ingresó en sólo dos años, entre 1814 y 1815, años de gran

actividad comercial, cuando se recaudaron 911.574 pesos. De acuerdo con un folleto publicado por los Amigos del País, algunas gacetas

oficiales, diversas memorias de Estado colombianas, varios informes consulares

británicos y norteamericanos, y en los relatos de viajeros contemporáneos, entre 1830

y 1840 las importaciones del puerto de Panamá tuvieron un promedio anual de

231.203 pesos y de 245.245 pesos las exportaciones. Esta diferencia de 14.042 pesos

a favor de las exportaciones parece indicar una balanza favorable al comercio panameño; sin embargo, la mayor parte de esas exportaciones eran en realidad

reexportaciones de productos del comercio de cabotaje latinoamericano que

encontraban su salida por la ruta panameña, representando las exportaciones reales

de productos nativos tan sólo un 25 por ciento del total de las exportaciones. Los

productos locales de exportación eran perlas, zarzaparrilla, concha nácar, oro en polvo

y en alhajas, tablones, cueros, etc. y los que se reexportaban, oro y plata sellados, sombreros jipijapa, plata labrada, etc. Este panorama evoca claramente la estructura

y escalas del comercio existente a fines del siglo XVIII. Según el cónsul británico

Joseph Cade, en su informe del 1 de junio de 1838, las exportaciones ascendieron a

363.869 dólares en 1835; a 267.466 en 1836 y a 378.510 dólares en 1837. Sin

embargo, según él las exportaciones de productos propiamente panameños “no ascienden a 100.000 dólares por año”. De hecho, en 1835 fueron solo 60.450 dólares

las exportaciones de los productos locales, frente a 303.419 dólares de

Page 9: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

reexportaciones, y en 1837 fueron sólo 63.671 dólares las primeras, frente a 314.839

dólares las segundas.21

Como se observa en el cuadro siguiente, las perlas ocupaban el renglón de

exportación más importante de Panamá, con alrededor del 50 por ciento del total. De

hecho, según el cuadro, perlas y nácar representaban el 59,1 por ciento del total de

exportaciones y sólo las perlas el 48,5 por ciento. En 1835, el valor de las perlas exportadas fue de 34.073 dólares, correspondiéndole el 56,4 por ciento del valor de las

exportaciones. Sin embargo, el mismo cónsul Cade reconocía que la exportación del

nácar era muy escasa debido a “que su calidad es tan inferior a las que se encuentran

en Oriente”, no pudiendo competir con éstas en el mercado europeo.

Sobre la actividad perlífera, el médico norteamericano J. H. Gibbon, que estuvo en Panamá en 1836, aseguraba que en las Islas de las Perlas había 2.000 personas

dedicadas a las pesquerías22. El mismo año, Mariano Arosemena presentaba un

cuadro estadístico sobre la producción de las “diferentes industrias” del cantón de

Panamá (en cuyo circuito se encontraban las islas perlíferas), según el cual su valor

anual era de 60.000 pesos, mientras que las conchas de madreperlas valían 3.000

pesos. Muy por debajo quedaban las demás producciones: 24 quintales de café con un valor de 576 pesos; 2.311 quintales de miel, evaluados en 9.244 pesos; 2.116 cueros

a peso cada uno; 413 sombreros de paja también a peso la unidad; 4.232 astas de res,

con un valor de 66,1 pesos; 1.500 quintales de palo de tinte con un valor de 563,4

pesos, y tucas y tablones de madera por valor de 3.000 pesos. Total: 78.977,5 pesos,

correspondiéndole a las perlas el 79,8 por ciento. El ganado vacuno, siempre un activo de mucha importancia en el país, contaba en el cantón con 23.783 cabezas y un valor

agregado de 285.396 pesos.23 Pero el ganado no contaba en el comercio de

exportación, salvo por el cuero, o las astas, ya que la carne se consumía localmente.

Tampoco se exportaba el escaso café que se producía, o las mieles.

La preeminencia de la industria perlífera continuaba en 1853, cuando el brasileño

Miguel María Lisboa, barón de Japura, quien llegó a ver personalmente una “perla pendiente que tenía una pulgada de diámetro y estaba valorada en cinco contos de

reis”, afirmaba que “el único artículo de exportación de Panamá es el nácar o conchas

de madre perla, que producen las islas del Rey, que es grande y gruesa, y vale de

ciento veinte a ciento sesenta mil reis la tonelada”. Agregaba que “la única industria

por la que es famosa esta ciudad es la de la fabricación de cordones de oro”, una reminiscencia de la actividad de los plateros que se remontaba al período colonial.24

En la década de 1830, el segundo renglón de exportación era el oro en polvo y en

alhajas, al que seguían los cueros y la zarzaparrilla. En 1837, como se observa en el

cuadro anterior, el oro en polvo, las joyas y la plata labrada (es decir, la plata

trabajada por plateros), tenían un valor agregado de exportación de 15.157 dólares y el

23,8 por ciento del total exportado. Entre las reexportaciones, ocupaba el primer lugar el dinero en monedas, que representaba en 1835, el 92,4 por ciento del total, y en

1837, el 71 por ciento. Luego seguían por orden de importancia, la plata labrada con

un 17 por ciento, el cacao de Guayaquil, la cochinilla, pólvora, sombreros de paja y

así otros de escaso valor.

Este panorama se mantenía entre 1840 y 1841. Se exportaban perlas por un valor de 40 a 45.000 dólares que representaban el 41,9 por ciento de las exportaciones; el

oro en polvo y las joyas tenían un valor agregado de 50 a 60.000 dólares con el 31,9

por ciento del total. Las reexportaciones consistían en cacao y cochinilla de Ecuador,

sombreros de paja de Guayaquil, y lingotes y monedas. Estos dos últimos con un valor

de 400.000 pesos y el 88,4 por ciento del total. El total de las exportaciones, según el

cónsul William Perry, estaba entre 154.150 y 190.950 dólares, mientras que las reexportaciones, entre 452.600 y 472.600 dólares.25

Por su parte, los servicios para el transporte seguían siendo tan primitivos como en

la colonia: según un informe de Mariano Arosemena de 1836, había en la zona de

tránsito 170 mulas con un valor individual de 25 pesos (es decir, mucho más baratas

que en el siglo XVII, cuando costaban 40 pesos o más); 79 “buques de río”, con un valor unitario de 16 pesos, lo que sugiere que eran simples canoas (y ya ni siquiera

piraguas y bongos, como en el período colonial), 13 “buques de mar” de 2.000 pesos

cada uno, es decir muy modestos; y otros “menores” en número de 237 y un valor

unitario de 50 pesos.26 Además de esto, una mano de obra libre sin calificación y un

Page 10: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

puñado de esclavos. Es decir, una tecnología primaria, cuyos órdenes de magnitud, en

el mejor de los casos, en nada diferían de los años coloniales, si es que no

eran inferiores.

Así y todo, la ruta panameña, aún en sus coyunturas bajas, mantuvo

esencialmente su carácter de ruta de paso y su economía continuó apoyándose en los

servicios. Al igual que en la colonia, el Istmo careció de productos agrícolas que exportar y continuó siendo sobre todo exportador de oro y perlas, mientras que su

mundo rural siguió dominado por el ganado vacuno.

Otros dos fenómenos fueron igualmente característicos del período: por un lado, la

falta de circulante, sobre todo de moneda fraccionaria y, por otro, el contrabando,

repitiéndose también de esa manera otra situación crónica de los llamados tiempos muertos de la Colonia. Dado que el país no exportaba prácticamente nada de valor, se

producía una fuga constante de divisas, sin que ingresase suficiente dinero del

exterior. El cónsul británico, Malcolm MacGregor, escribía en su informe anual que

“estando el medio de circulación disminuyendo y deteriorándose a diario, tiene como

consecuencia que cuando el agricultor trae el poco producto que cosecha al mercado

de Panamá, las clases más necesitadas no poseen dinero para comprarlo.”27 La

carencia de circulante obligó importar a menudo monedas de diversas procedencias,

como las que introdujo en 1832, el comerciante y cónsul americano Juan Bautista

Feraud, que eran falsas. En cuanto al contrabando, al que facilitaba la extensión de las costas y la

imposibilidad de una vigilancia efectiva, no pudo tener una importancia muy grande

debido a la escasez de circulante, si bien las perlas y el oro en polvo pudieron cubrir

parte de esa falta. Diversos documentos evidencian, sin embargo, la importancia

relativa del comercio ilegal. Repetidas veces miembros de la Sociedad de Amigos del País, envueltos también en esta actividad, denunciaron las prácticas ilegales, si bien

que con el propósito de insistir sobre las ventajas de suprimir las trabas fiscales.

Manuel Morales, Ramón Arias y Mariano Arosemena, miembros conspicuos de la agrupación, estuvieron complicados en el escándalo del barco americano By-Chance,

que transportaba 2.780 libras de tabaco, violando la ley que al respecto se había

expedido en 1827. Augusto Le Moyne, que pasó por Panamá en 1841, cuando el Istmo se hallaba

separado de Colombia bajo el liderazgo de Tomás Herrera, observó que “algunas

familias no contaban con más recursos que los que obtenían vendiendo pieza a pieza

sus vajillas de plata y sus joyas”,28 es decir, una situación que recuerda claramente al

período colonial, cuando para adquirir artículos de contrabando introducidos por los

ingleses en las costas de Portobelo, los vecinos hacían fundir sus artículos de plata para convertirlos en “roelas”, que se aceptaban como moneda según su peso calculado

en marcos de plata. A la sazón, todavía algunos lograban mantenerse prósperos, como

el judío jamaicano Louis Lewis, casado con una hermana de Tomás Herrera, y quien

seguía haciendo negocios en Jamaica, o Manuel José Hurtado, que estaba ausente

durante la visita de Le Moyne, realizando operaciones mercantiles en Europa. Pero otros, como Mariano y Blas Arosemena, se encontraban en la ruina. Según el cónsul

MacGregor, en su informe del 1 de junio de 1838, “muchas de las residencias y

bodegas de los antiguos comerciantes están en ruinas, otras están divididas en

pequeños apartamentos y han sido dejadas a las clases más necesitadas, las cuales

existen en un estado de desocupación y abandono”.29 Las señales de tugurización del

viejo casco urbano no pueden ser más claras. La imagen de decadencia y abandono lo invadía todo: “Las ruinas de las iglesias y otros grandes establecimientos públicos,

cubiertos de monte y las calles llenas de hierba crecida, dan al pueblo la apariencia de

haber sido expuesto a los estragos de la guerra”.30

Otra evidente señal de decadencia era la disminución de la población capitalina.

Tras haber alcanzado la capital 10.730 habitantes, según el censo de 182231, es decir, al final del auge comercial anterior a la Independencia, en 1835 la población se había

contraído a 6.49632, descendiendo a unos escasos 4.897 habitantes en 184333. Es

decir, una cantidad inferior a la que tenía Panamá la Vieja a principios del siglo XVII. Según el

censo de 1843, Santa Ana tenía 4.030 pobladores y San Felipe, donde debía residir la elite, solo 2.466

pobladores.34

Page 11: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

En este clima de postración y malos negocios —que los miembros del grupo

mercantil típicamente achacaban a las “opresivas regulaciones fiscales”—, se comprende mejor la resolución del comercio panameño de separarse otra vez de Colombia en 1840,

aprovechando el estado de confusión que en el Centro había provocado una guerra intestina.

En vísperas del movimiento separatista del 18 de noviembre de 1840, había hecho crisis la reiterada

resistencia de las dos últimas administraciones del Istmo, la de Obarrio primero, y luego la de Icaza, a la

exigencia bogotana de transferir fondos de las escuálidas arcas panameñas a las de Cartagena, lo que

amenazaba con dejar seca la Hacienda local y sin pago a los funcionarios. Cuando Tomás Herrera trató de

justificarse en 1842 ante el secretario del Tesoro colombiano tras el fallido golpe separatista, declaró que

hasta el día anterior del movimiento, el Tesoro Nacional debía a los empleados públicos de Panamá

50.074 pesos, lo que habría sido suficiente para justificar la revuelta si consideramos que muchos

miembros del gremio mercantil eran funcionarios. Baste recordar al respecto la observación del capitán

Liot en 1845,35 que los panameños preferían un empleo del gobierno a cualquier otro trabajo, así como los

enconados esfuerzos de los distintos miembros del grupo por ocupar las vacantes y disputarse

recomendaciones, según se observa a menudo en la documentación epistolar de Tomás Herrera.36 Nada de

esto era sorprendente, ya que se trataba de un comportamiento que formaba parte de las tradiciones

heredadas de la colonia, y que, después de todo, un cargo público siempre otorgaba prestigio, influencia y

poder.

Sin embargo, la coyuntura baja estaba próxima a concluir. 1842 es el año clave que anuncia, aunque

todavía tímidamente, el advenimiento de una nueva era. Ese año, dos líneas de vapor británicas, la Royal

Mail Packet Company, y la Pacific Steam Navigation Company, la primera en el Atlántico, la segunda en

el Pacífico, incorporan los puertos de Chagres y Panamá a sus itinerarios regulares. Como comentaba el

cónsul William Perry en su informe del 25 de junio de ese año, “desde el comienzo de este año es grato

observar que el Comercio de tránsito está mejorando gradualmente”.

Más adelante agregaba que “El Istmo de Panamá es de mucho interés en los actuales momentos

porque ofrece la más fácil, corta y económica ruta del Atlántico al Pacífico, ya sea por un canal para

barcos o por un ferrocarril”. Y a continuación recapitulaba los estudios que se habían hecho (y continua-

ban haciendo), y las soluciones propuestas que evidenciaban las ventajas de la ruta panameña.37 En

efecto, el interés mundial por Panamá iba en aumento, y en los años siguientes, la ruta del Istmo se

convirtió en uno de los pasajes donde la revolución de los transportes de la moderna era industrial se

pondría a prueba, potenciando los intercambios comerciales.

De hecho, para el año fiscal que terminaba en junio de 1842 ya empezaba a advertirse una ligera

mejoría en el movimiento comercial. Se exportaron entre 60.000 y 80.000 dólares en perlas; 600

toneladas de madreperlas con un valor de 10.000 dólares; entre 40 y 45.000 dólares en oro en polvo;

joyas por 10 a 15.000 dólares, tablones, zarzaparrilla, y otros productos de poca consideración para hacer

un total de entre 165.550 y 196.650 dólares. Las reexportaciones consistían en sombreros jipijapa de

Ecuador por un valor de 40 a 60.000 dólares y 400.000 dólares en lingotes y monedas.38 Sin embargo, la

composición de los productos era básicamente igual a la década anterior, y la mejoría era apenas

perceptible. El cambio efectivo llegaría poco después.

Notas

1. Para un examen más amplio del Situado, Alfredo Castillero Calvo, “El financiamiento de las defensas”, vol. I, t. II, cap. XIX de la Historia general de Panamá, Bogotá, 2004.

2. Para un examen más detenido de la trata esclavista, Alfredo Castillero Calvo, “La trata de esclavos”, vol. I, t. I, cap. XVI, de la

Historia general de Panamá, Bogotá, 2004. 3. Cf. Vega Franco, Marisa, El tráfico de esclavos con América (Asientos de Grillo y Lomelín, 1663-1674), Escuela de Estudios

Hispanoamericanos, Sevilla, 1984.

4. Johanna von Grafenstein Gareis, “Nueva España en el circuncaribe, 1779-1808”, en Revolución, competencia imperial y vínculos intercoloniales, México, UNAM, 1997, p. 216.

5. Vera Valdés Lakowsky, De las minas al mar. Historia de la plata mexicana en Asia: 1565-1834, México, FCE, 1987, p. 243.

6. Ibídem, pp. 244-245 y 253. 7. Sobre Olazagarre, ver Juan Olveda “Relación comercial con Manila y Panamá”, en Guadalajara, abasto, religión y empresarios,

México, 2000, p. 137. Aunque Olveda sostiene que Olazagarre era español, tengo pruebas de que era panameño de nacimiento,

de padre peninsular y madre nativa.

8. Carta al Exmo. Señor Duque de Frias, sobre el comercio de Nueva España, Londres, 1821, p. 10.

9. “Ciudad de Panamá, capital de su distrito y estaciones del año”, en Antonio B. Cuervo, Colección de Documentos sobre la

geografía y la historia de Colombia, Bogotá, 1891, p. 363. 10. Lo cita el científico británico Berthold Seeman, quien visitó y estudió Panamá en 1846, donde pudo consultar las fuentes

censales. Cf. Narrative of the Voyage of H. M. S. Herald during the years 1845-51 under the command of captain Henry

Page 12: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Kellett, R. N., C. B.; being a circumnavigation of the Globe, and three cruizes to the arctic regions in search of sir John

Franklin, by Berthold Seeman, F. L. S., member of the Imperial L. C. Academy Nature Curiosorum, naturalist of the expedition,

etc. en dos volúmenes, vol. I, Londres, 1853, p. 297. 11. “La ciudad de Panamá en 1822”, Revista Lotería (Primera época) Nº 44, año 1945 pp. 11 ss. Fragmento tomado de la

traducción de Carlos A. Aldao en 1920, de su libro El general San Martín en el Perú.

12. Carta a Joseph Planta, Panamá, 17. XII. 1826, Public Record Office, Foreign Office (En lo sucesivo, P.R.O, F.O.) 18 vol. 37, fol. 25-27,

13. Para el comercio del Callao, ver British Consular Reports on the Trade and Politics of Latin American, 1824-1826, ed. R. A.

Humphreys, Camden Third Series, vol. LXIII, Royal Historical Society London, 1940. 14. Carta a Pepe (José Cavero y Salazar, vocal de la Corte Suprema del Perú), Panamá, 11. VII. 1825. Archivo Diplomático

Peruano, T. I. El Congreso de Panamá. Recopilación y prólogo de Raúl Porras Barrenechea, Lima, 1930, p. 450.

15. Cf. R. A. Humphreys, op. cit., informes consulares referentes al puerto de Guayaquil. 16 Para un panorama del comercio en Hispanoamérica después de la independencia, Roberto Cortes Conde, Hispanoamérica: La

apertura al comercio mundial, 1850-1930, Paidos, Buenos Aires, 1974.

17 Cf. Alfredo Castillero Calvo, “El Movimiento Anseatista de 1826, Primera tentativa autonomista de los istmeños después de la anexión a Colombia”, revista Tareas Nº 4, Panamá, 1961.

18. P.R.O., F. O. 18, vol. 37, fols. 25-27,

19. Alfredo Castillero Calvo, “El movimiento de 1830”, revista Tareas, Nº 5, Panamá, 1961.

20. Ibídem. Para el movimiento de 1840, la obra clásica es Alfaro, Ricardo J., Vida del general Tomás Herrera, Barcelona, Imprenta

de Heinrich y Compañía, 1909. Hay otras ediciones. Una discusión detallada de los movimientos separatistas hasta el de 1840,

en el capítulo “La crisis política post-independentista: 1821-1841”, en este mismo volumen. 21. P. R. O., F.O. 55, Vol. 15, fols. 222-238.

22. “Notas relativas al istmo de Panamá, con observaciones sobre otros puntos propuestos para la intercomunicación entre los

océanos Atlántico y Pacífico, por [...]”, 17. XII. 1826, en Relaciones de viajes al istmo de Panamá en 1835, Juan Antonio Susto, ed., folleto publicado por la Revista Lotería, Panamá, 1961, p. 13.

23. “Cuadro estadístico [Nº 3] de la riqueza territorial del Cantón de Panamá ...., Panamá, 20. X. 1836”, por Mariano Arosemena,

en Cuadro que el jefe político del cantón de Panamá presentó al ilustre Concejo Municipal en su sesión ordinaria del 20 de octubre de 1836, Panamá, impreso por José Anjel Santos.

24 “El Istmo de Panamá en 1853”, transcripción, introducción y notas de J. A. Susto, Panamá, 1962, p. 27. La parte correspondiente

al Istmo pertenece a su obra Relación del viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, cuya primera edición en portugués se hizo en Bruselas en 1866. La cita anterior es de la p. 307 en la edición de Bruselas.

25. Informe del cónsul británico William Perry, Panamá 25. VI. 1842 P. R. O., F.O. 55, Vol. 37, fols. 147-158.

26. “Cuadro estadístico [Nº3] de la riqueza territorial del cantón de Panamá ...., Panamá, 20. X. 1836», de Mariano Arosemena, ... ya citado.

27. Informe del 31. XII. 1827, P.R.O., F.O. Vol. 61 fol. 151.

28. Augusto Le Moyne, Viajes y Estancias en América del Sur, la Nueva Granada, Santiago de Cuba, Jamaica y el Istmo de Panamá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Editorial Centro Instituto Gráfico, Bogotá, 1945.

29. F.O. 55, vol. 15, fol. 222-238.

30. Ibidem. 31. Lo cita Berthold Seeman en Narrative of the Voyage of H. M. S. Herald during the years 1845-51 under the command of captain

Henry Kellett, R. N., C. B.; being a circumnavigation of the Globe, and three cruizes to the arctic regions in search of sir John Franklin, by Berthold Seeman, F. L. S., member of the Imperial L. C. Academy Nature Curiosorum, naturalist of the expedition,

etc. en dos volúmenes, Vol. I, London, 1853, p. 297.

32. “Cuadro estadístico [Nº3] de la riqueza territorial del cantón de Panamá ...., Panamá, 20. X. 1836», por Mariano Arosemena, ... ya citado. Ver también Censo de Panamá en 1835, en la Sala de Investigación del Archivo General de la Nación, Bogotá (en lo

sucesivo AGNB).

33. Ver censo de Panamá para 184, en Sala de Investigación del AGNB. También lo cita Berthold Seeman, op. cit., p. 297. 34. Ibidem.

35. W. B. Liot, Panama, Nicaragua, and Tehuantepec; or, considerations upon the question of communication between the Atlantic

and Pacific Oceans, London, 1849. Era superintendente colonial de Gran Bretaña y había sido enviado a Panamá en 1845 por la Royal Mail Steam Packet Company junto con el investigador británico estacionado en Jamaica para conocer la viabilidad del

comercio y del transporte transístmico. Liot dice haber cruzado el istmo “six times”.

36. Cf. Horacio Clare Lewis (comp.), Correspondencia y otros documentos del Gral. Tomás Herrera, 3 tomos, Panamá, 1971. 37. Informe comercial fechado en Panamá, 25. VI. 1842, P.R.O., F.O. 55, Vol. 37, fols. 147-158.

38. Ibídem.

Page 13: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Quijano, Aníbal. El “movimiento indígena” y las cuestiones pendientes en América Latina. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 31-62. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/quijano.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

NUESTRA AMERICA

EL 'MOVIMIENTO INDÍGENA' Y LAS

CUESTIONES PENDIENTES EN AMERICA

LATINA

Aníbal Quijano*

*Sociólogo peruano, director del Centro de Investigaciones Sociales, Lima.

La economía mundial y América Latina: Tendencias, problemas y desafíos, Jaime Estay Reyno (compilador), 2005, colección Grupos de Trabajo, CLACSO, Buenos Aires.

No es poca la letra gastada, dentro y fuera de América Latina, sobre el así llamado ‘movimiento

indígena’, en especial después de la insurgencia de Chiapas en enero de 1994 y, recientemente, en

atención a los sucesos políticos de Bolivia y de Ecuador. Eso probablemente expresa, ante todo, un

preocupado reconocimiento del impacto político inmediato de las acciones de los ‘indígenas’, de los

conflictos que tales acciones desencadenan y que amenazan desencadenar en el resto de la población,

poniendo en riesgo, en cada vez mayor número de países, la estabilidad de los actuales regímenes

autodefinidos como democráticos y la ‘gobernabilidad’ de una población cada vez más descontenta

porque sus necesidades son cada vez menos satisfechas, y que está aprendiendo a organizarse con modos

nuevos y a plantear demandas inesperadas, obviamente, para sus dominadores. Sin embargo, quizá la

mayor parte de la literatura se refiere al tema de la identidad, aunque más bien como una demostración de

la infinitud del discurso sobre la cultura, la multiculturalidad, la hibridez cultural, etc., en fin, de la

siempre creciente familia de términos que envuelven la cuestión de la identidad para mantenerla lejos de

la cuestión del poder. En cambio, son aún delgadas e incipientes otras líneas de reflexión sobre

implicaciones más complejas y de más largo plazo de las acciones de los actuales ‘indígenas’

latinoamericanos, en particular respecto de las condiciones de otras formas de control del trabajo y de la

autoridad colectiva, en la trayectoria de, hacia, otras formas de existencia social.

Aquí lo que me propongo, principalmente, es abrir dos de las cuestiones que con

respecto al „movimiento indígena‟ no son aún suficientemente discutidas pero, que a

mi juicio son, podrían ser, las de más decisiva reverberación sobre la próxima historia

latinoamericana: su relación con el Estado-Nación y con la democracia dentro del

actual patrón de poder.

Nota sobre lo „indígena‟ y la colonialidad del poder

Para ese propósito es indispensable abrir de nuevo la cuestión de lo ‘indígena’ en América Latina.

Pero, en esta ocasión en un espacio limitado, me restringiré a plantear las propuestas más significativas

para su indagación y debate.

En primer término, es necesario reconocer que tanto los que hoy se autoidentifican como ‘indígenas’

en vez de ‘indios’, como aquellos otros que admiten ahora identificarlos como ‘indígenas’, ¨nativos¨,

‘aborígenes’ u ‘originarios’, son exactamente lo mismo, si se trata del lugar de su nacimiento o, incluso

Page 14: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

para una inmensa mayoría, si se trata de la ‘antigüedad’ - de lo ‘aborigen’, pues - parcial o total, de su

linaje familiar. Esto es, desde esa perspectiva todos y cada uno de cualquiera de ambos lados caben,

exactamente, bajo los mismos calificativos identificatorios. En cambio, los unos y los otros no son lo

mismo, de ninguna manera, si se trata de su relación con los ‘blancos’ y con lo ‘europeo’.1

Y esa es, precisamente, la cuestión: cualquiera de tales ‘categorías’, en América, en especial en

América Latina, sólo tienen sentido en referencia al patrón de poder que se origina en la experiencia

colonial y que desde entonces no ha dejado de reproducirse y desarrollarse manteniendo sus mismos

fundamentos de origen y de carácter colonial. En otros términos, se trata de un patrón de poder que no

deja, no puede dejar, su colonialidad.

La colonialidad del actual patrón de poder

Para lo que aquí específicamente interesa, los principales productos de la experiencia colonial

son:

1) La ‘racialización’ de las relaciones entre colonizadores y colonizados. En adelante, ‘raza’, un

constructo mental moderno, sin nada que ver con nada en la previa realidad, generado para naturalizar las

relaciones sociales de dominación producidas por la conquista, se constituye en la piedra basal del nuevo

sistema de dominación, ya que las formas de dominación precedentes, como entre sexos y edades, son

redefinidos en torno de la hegemonía de ‘raza’.2 Los originarios términos extremos de ese nuevo sistema

de dominación son, de un lado, los ‘indios’, término colonial en el cual son embutidas las numerosas

identidades históricas que habitaban este continente antes de la conquista ibérica y, del otro, los

colonizadores, que desde el siglo XVIII se autoidentificarán, respecto de los ‘indios’, ‘negros’ y

‘mestizos’, como ‘blancos’ y ‘europeos’.

2) La configuración de un nuevo sistema de explotación que articula en una única estructura conjunta

a todas las formas históricas de control del trabajo o explotación (esclavitud, servidumbre, pequeña

producción mercantil simple, reciprocidad, capital), para la producción de mercaderías para el mercado

mundial, en torno de la hegemonía del capital, lo que otorga al conjunto del nuevo sistema de

explotación, su carácter capitalista.

3) El eurocentrismo como el nuevo modo de producción y de control de subjetividad - imaginario,

conocimiento, memoria - y ante todo del conocimiento. Expresa la nueva subjetividad, las relaciones

intersubjetivas, que se procesan en el nuevo patrón de poder. Es decir, los nuevos intereses sociales y las

nuevas necesidades sociales que se generan y se desarrollan dentro de la experiencia de la colonialidad

del poder, en especial de las relaciones entre el nuevo sistema de dominación social ordenado en torno de

la idea de ‘raza’ y el nuevo sistema de explotación capitalista. Ese es el contexto que modula la

novedad de la experiencia del tiempo nuevo, de radicales cambios histórico-sociales, de nuevas relaciones con el tiempo y con el espacio, el desplazamiento del pasado por

el futuro como la nueva edad dorada de realización de los anhelos de la especie. En

suma, el proceso que será nombrado pronto como modernidad. El eurocentramiento

del control del nuevo patrón de poder implicó que la elaboración intelectual

sistemática del modo de producción y de control del conocimiento tuviera lugar,

precisamente, en la Europa Occidental que se va constituyendo en el mismo tiempo y en el mismo movimiento histórico. Y la expansión mundial del colonialismo europeo

lleva también a la hegemonía mundial del eurocentrismo.

4) Finalmente, el establecimiento de un sistema nuevo de control de la autoridad

colectiva, en torno de la hegemonía del Estado - Estado-Nación después del siglo XVIII

- y de un sistema de Estados, de cuya generación y control son excluidas las poblaciones „racialmente‟ clasificadas como „inferiores‟. En otros términos, se trata de un sistema privado de control de la autoridad colectiva, en tanto que exclusivo

atributo de los colonizadores, ergo „europeos‟ o „blancos‟.3

Ese patrón de poder, que comenzó a ser constituido hace cinco siglos, es

mundialmente hegemónico desde el siglo XVIII. Si bien las luchas anticolonialistas

han logrado desconcentrar relativamente el control del poder, arrebatando a los colonizadores el control local de la autoridad colectiva y en gran parte del mundo, ésta

incluso se ha hecho formalmente pública, admitiendo la participación, en general pro-

forma, de los miembros de las „razas inferiores‟, el control central y mundial no ha

dejado de ser eurocentrado. Más aún, está en curso un proceso de reconcentración del

control mundial o global de dicha autoridad, en beneficio de los europeos.4 Y en una

buena parte del mundo actual excolonial, principalmente en América y Oceanía, los „blancos‟ y lo „europeo‟ han logrado mantener el control local del poder en cada una de

Page 15: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

sus dimensiones básicas. En América, por eso, las cuestiones referidas al debate de lo

„indígena‟ no pueden ser indagadas, ni debatidas, sino en relación a la colonialidad del

patrón de poder que nos habita, y desde esa perspectiva, pues fuera de ella no

tendrían sentido. Es decir, la cuestión de lo „indígena‟ en América y en particular en

América Latina, es una cuestión de la colonialidad del patrón de poder vigente, al

mismo título que las categorías „indio‟, „negro‟, „mestizo, „blanco‟. En consecuencia, no es complicado entender que, en todos los contextos donde

el control inmediato del poder local no lo tienen los „blancos‟ ni lo „europeo‟, el término

„indígena‟ no tiene la misma significación, ergo tampoco las mismas implicaciones. Así,

en el sudeste de Asia, en India, Indonesia, Filipinas, en los países situados en la

antigua Indochina, quienes son identificados como „indígenas‟ y han terminado aceptando tal identificación, así como quienes los identifican de ese modo, no mientan

para nada ninguna referencia con lo „europeo‟, con lo „blanco‟, en suma con el

colonialismo europeo. Allá los grupos o poblaciones ¨indígenas¨ son aquellos que

habitan las zonas más aisladas, más pobres, por lo general en la floresta o en la

tundra, cuyos principales recursos de vida, a veces los únicos, son el bosque, la tierra,

los ríos, y sus respectivos habitantes, vegetales o animales. Tales poblaciones son oprimidas, discriminadas, despojadas de sus recursos, sobre todo ahora en tiempos de

la „globalización‟, por los otros grupos no „blancos‟, ni „europeos‟ (por lo mismo, tan

„nativos‟, „aborígenes‟ u „originarios‟ como los otros) que en esos países tienen hoy el

control inmediato del poder, aunque sin duda asociados a la burguesía „global‟ cuya

hegemonía corresponde a los „europeos‟ y „blancos‟. En países como India, la clasificación de la población en términos de castas, agrava esa situación de los adivasi („indígenas‟), los vincula y equipara a los dalit („intocables‟), al imponerles un secular

sistema institucionalizado de discriminación y de opresión.5 Y bajo el renovado

dominio de los brahmines y su fundamentalismo „comunalista‟, esa situación es hoy

aún peor y más violenta. Las demandas de los „indígenas‟ del sudeste asiático son,

pues, en todo lo fundamental, diferentes que los de sus homónimos latinoamericanos.

Sus movimientos de resistencia son cada vez más amplios y organizados y los conflictos regionales que ya producen irán en la misma dirección. La actual virulencia

del chauvinismo fundamentalista del „comunalismo‟ es una de sus claras señales.6

La colonialidad del poder y la cuestión

nacional en América

Con la derrota del colonialismo británico primero, e ibérico después, en América se instala una paradoja histórica específica: estados independientes articulados a sociedades coloniales.

Ciertamente en el caso de Estados Unidos, la nacionalidad del nuevo estado correspondió a la de la mayoría de la población del nuevo país, que no obstante su

origen y filiación ¨europea¨ y ¨blanca¨, con su victoria anticolonial se otorga una nueva

nacionalidad. La población ¨negra¨, inicialmente la única sometida a la colonialidad

del nuevo poder dentro de las sociedades coloniales britano-americanas, e impedida

de tener parte alguna en la generación y control del nuevo estado, era minoritaria a

pesar de su importancia económica, como lo será pronto la población „india‟ que sobrevivió a su cuasi exterminio, a la conquista de sus tierras y a su colonización con

posterioridad a la constitución del nuevo país, de la nueva nación y de su nuevo

estado.

En el caso de los países que se constituyen en la América que se desprende del

colonialismo ibérico, sea en el área española o más tarde en la portuguesa, el proceso es radicalmente diferente: los que logran asumir finalmente el control del proceso

estatal forman, de un lado, una reducida minoría de origen „europeo‟ o „blanco‟, frente

a la abrumadora mayoría de „indios‟, de „negros‟ y de sus correspondientes „mestizos‟.

De otro lado, los „indios‟ eran siervos en su mayoría y los „negros‟, salvo en el Haití

resultante de la primera gran revolución social y nacional americana del período de la

modernidad, eran esclavos. Esto es, esas poblaciones no sólo estaban legal y socialmente impedidas de tomar alguna participación en la generación y en la gestión

del proceso estatal, en su condición de siervos y de esclavos, sino que además, no

Page 16: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

habían dejado de ser poblaciones colonizadas en tanto „indios‟, „negros‟ y „mestizos‟ y,

en consecuencia, tampoco tenían opción alguna de participar en el proceso estatal. La

sociedad continuó organizada, largamente, según el patrón de poder producido bajo el

colonialismo. Era, entonces, y seguía siendo, una sociedad colonial, en los mismos

tiempos y movimiento histórico en que se independizaba, se formaba y se definía el

nuevo estado. Ese nuevo Estado era independiente del poder colonial, pero, simultáneamente, en su carácter de centro de control del poder, era una ceñida

expresión de la colonialidad del poder en la sociedad.

¿De cuál „nación‟ eran los nuevos estados que se constituían? ¿De los „europeos‟

o „blancos‟ que se llamaban ahora „mexicanos‟, „peruanos‟ o „brasileños‟, esto es que

también se otorgaban una nueva identidad nacional? Pero estos eran una minoría realmente muy pequeña en todas partes, aunque relativamente no tanto en Chile,

donde la mayoría de la población „india‟ no había sido colonizada y ocupaba todo el

territorio al sur del Bío-Bío y resistió aún por otro siglo antes de ser cuasi exterminada

y colonizada, como lo había sido más temprano en Argentina y en Uruguay, bajo otras

condiciones y con otros resultados. Por el contrario, la nacionalidad de dichos estados

no tenía nada que ver con las poblaciones colonizadas de „indios‟, „negros‟ y „mestizos‟. No obstante, éstas eran la abrumadora mayoría de quienes quedaban encuadradas

dentro de las fronteras de los nuevos estados. La nacionalidad de los nuevos estados

no representaba a las identidades de la abrumadora mayoría de la población sometida

a los nuevos estados. En rigor, originalmente les era contraria.

En ambas dimensiones fundamentales, el nuevo estado independiente en esta América (Latina), no emergía como un moderno Estado-Nación: no era nacional

respecto de la inmensa mayoría de la población y no era democrático, no estaba

fundado en, ni representaba, ninguna efectiva ciudadanía mayoritaria. Era una

ceñida expresión de la colonialidad del poder.

La cuestión de la democracia y el 'problema indígena' Esa peculiar situación de la nueva sociedad ex – colonial no quedó del todo oculta

para una parte de los nuevos dueños del poder. Inmediatamente después de la

consolidación de la victoria anticolonial, al promediar la segunda década del siglo XIX,

en el área hispana ya está en debate la cuestión del carácter del Estado y los

problemas de ciudadanía. Para los liberales, en particular, eran demasiado visibles,

por inmensas, las distancias entre sus modelos políticos. Entonces procedentes sobre

todo del discurso de la revolución liberal en Europa Occidental, y las condiciones

concretas de su implantación en esta América. Y la población „india‟ será percibida pronto como un problema para la implantación del moderno Estado-Nación, para la

modernización de la sociedad, de la cultura. Así, en el debate político latinoamericano

se instala, desde la partida, lo que se denominó por casi dos siglos, el „problema

indígena‟. Se podría decir, en verdad, que tal „problema indígena‟ es coetáneo con la

fundación de las repúblicas ibero-americanas.

¿Porqué eran los ¨indios¨ un problema en el debate sobre la implantación del moderno Estado-Nación en esas nuevas repúblicas? Fuera de la colonialidad del

poder en las nuevas repúblicas, semejante problema no tendría sentido. En cambio,

desde esa perspectiva, los „indios‟ no eran solamente siervos, como eran esclavos los

„negros‟. Eran, primero que nada, „razas inferiores‟. Y la idea de „raza‟ había sido

impuesta no solamente como parte de la materialidad de las relaciones sociales – como era el caso de la esclavitud o de la servidumbre, lo que, en consecuencia, puede

cambiar – sino como parte de la materialidad de las propias gentes, como era,

precisamente, el caso con los „indios‟, con los „negros‟, con los „blancos‟. Y en este

nivel, por lo tanto, no habían cambios posibles. Y éste era, exactamente, el „problema

indígena‟ : no era suficiente quitar a los „indios‟ el peso de las formas no salariales de

división del trabajo, como la servidumbre, para hacerlos iguales a los demás, como había sido posible en Europa en el curso de las revoluciones liberales. O las marcas

del colonialismo tradicional, como el „tributo indígena‟, para descolonizar las

relaciones de dominación, como había ocurrido al ser derrotadas o desintegrados los

colonialismos anteriores. Y, encima, los sectores hegemónicos dentro de la fauna

dominante se oponían con todas sus fuerzas a la eliminación del tributo, pero sobre todo de la servidumbre. ¿ Quién trabajaría entonces para los dueños del poder? Y era,

Page 17: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

precisamente, el argumento „racial‟ el instrumento, explícito o sobrentendido, para la

defensa de los intereses sociales de los dominadores.

El „problema indígena‟ se convirtió, pues, en un auténtico incordio político y

teórico en América Latina. Para ser resuelto requería, simultáneamente, ya que por su

naturaleza el cambio en una de las dimensiones implicaba el de cada una de las otras:

1) la descolonización de las relaciones políticas dentro del Estado; 2) la subversión radical de las condiciones de explotación y el término de la servidumbre; 3) y como

condición y punto de partida, la descolonización de las relaciones de dominación

social, la expurgación de „ raza‟ como la forma universal y básica de clasificación

social.

En otros términos, la solución efectiva del „problema indígena‟ implicaba, no podía dejar de implicar, la subversión y desintegración del entero patrón de poder. Y

dadas las relaciones de fuerzas sociales y políticas del período, no era en consecuencia

factible la solución real y definitiva del problema, ni siquiera parcialmente. Por eso,

con el „problema indígena‟ se constituyó el nudo histórico específico, no desatado

hasta hoy, que maniata el movimiento histórico de América Latina: el des-encuentro

entre nación, identidad y democracia. De otro lado, la independencia política frente a España o Portugal, bajo la

dirección y el control de los „blancos‟ o „europeos‟, no significó la independencia de

estas sociedades de la hegemonía del eurocentrismo. En muchos sentidos, por el

contrario, llevó a la profundización de dicha hegemonía, precisamente porque el

eurocentramiento del patrón de poder implicó que mientras en Europa Occidental la modernidad fuera impregnando no sólo el pensamiento, sino las prácticas sociales, en

esta América la modernidad fuera arrinconada en los ámbitos ideológicos de la

subjetividad, sobre todo en la ideología del „progreso‟, y ésta, por supuesto, más bien

entre grupos minoritarios entre los sectores dominantes y entre los primeros y

reducidos grupos de capas medias intelectuales.7

¿Democracia y modernidad sin revolución?

Ese es el contexto que permite explicar y dar sentido a un fenómeno político

peculiar, quizá, de la América Latina: la idea de que es posible alcanzar o establecer la

modernidad y la democracia en estos países, sin tener que pasar por ninguna

revolución del poder, o por lo menos de cambios radicales en los principales ámbitos del poder. De ese modo, la modernidad y la democracia, aquí tuvieron, tienen aún, el

lugar y el papel de un espejismo político: puesto que existen en otros espacios, la

retina liberal puede copiar sus imágenes en el horizonte ideológico del desierto

territorio político y social latinoamericano. Tal espejismo político aún fascina a una

parte principal del espectro político latinoamericano. Y de aquel espejismo tampoco

están libres los que imaginan la revolución latinoamericana como reproducción de la experiencia eurocéntrica. El eurocentrismo cobra aquí todas sus consecuencias.

En el debate político latinoamericano de los casi dos siglos corridos después de la

derrota del colonialismo español, esa ideología ha implicado la adopción del paradigma

de la democracia liberal acerca del Estado y de las relaciones entre Estado y sociedad,

pero separado, incluso opuesto en verdad, del paradigma de la sociedad burguesa. En ésta, que produjo la democracia liberal, las relaciones de poder social se han

constituido no solamente como expresión del capital y de la centralidad de Europa en

el heterogéneo universo capitalista, sino también – y para las necesidades de la

democracia liberal, sobre todo – como expresión de una relativamente amplia, si no

exactamente democrática, distribución de recursos de producción, de ingresos, de

mercado interno, de instituciones de organización y de representación. En los países ¨centrales¨ regidos por la democracia liberal, eso es el resultado de una centuria de

revoluciones liberal-burguesas, o de procesos equivalentes. Pero tales procesos no sólo

no tuvieron lugar, sino que no podían tener lugar en América Latina. Pues no se trata,

obviamente, sólo de la persistencia aquí de la esclavitud, de la servidumbre, de la

limitada producción industrial, etc., producida por la distribución de poder en el universo capitalista y el proceso de eurocentramiento de su control. Se trata ante todo

de que la ciudadanía liberal fue, aún es en rigor, una aspiración imposible para la

inmensa mayoría de la población, formada por „razas inferiores‟, esto es por no-iguales

a los demás

Page 18: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

En ese sentido, el liberalismo en América Latina no ha dejado de proponer la

imagen de un „Estado de Derecho‟ constituido por un universo de instituciones

políticas y administrativas, diseñadas casi siempre con exquisito apego a las mejores

esperanzas del liberalismo, pero sustentadas casi exclusivamente en el discurso

constitucional, que no por acaso tiene en nuestros países una historia tan copiosa,

pero sin correlativos o previos cambios en las relaciones de poder social. Fraseando el propio discurso liberal, bien podría decirse que esa propuesta ha implicado en la

práctica, casi siempre, un „Estado de Derecho‟ articulado con una „sociedad de

derecha‟. Por lo cual cuando funciona no puede durar, nunca ha podido durar, o

simplemente no ha logrado funcionar.8

Respecto del lugar de la población „india‟ en el posible futuro democrático, el único cambio importante que pudo ser admitido ya tarde en el siglo XIX y que ha sido,

entrecortadamente, puesto en práctica en el siglo XX, es la „europeización‟ de la

subjetividad de los „indios‟, como un modo de su „modernización‟. El movimiento

intelectual llamado „indigenista‟ en América Latina, con ramificaciones en las artes

visuales y en la escritura literaria, fue, sin duda, la más acabada encarnación de esa

propuesta.9 La colonialidad de semejante idea es, sin embargo, patente, pues se funda en la imposibilidad de admitir, de imaginar siquiera, la posibilidad de una

descolonización de las relaciones entre lo 'indio' y lo 'europeo', ya que, por definición,

lo 'indio' no es solamente 'inferior', sino también 'primitivo' (arcaico, dicen ahora), es

decir, por partida doble, 'inferior¨ ya que 'anterior' a lo 'europeo' en una supuesta línea

de evolución histórica de la especie, concebida según el desplazamiento del tiempo que se hizo inherente a la perspectiva eurocéntrica de conocimiento. Ya que no era posible

'ablancarlos' a todos en términos 'raciales', a pesar de la intensa práctica de 'mestizaje'

que cubre la historia de las 'razas' en América Latina, se concluyó que, en todo caso,

era viable y tenía sentido 'europeizarlos' subjetivamente, o culturalmente, si se

quiere.10

No será necesario detenerse mucho aquí en lo muy sabido. Las políticas de los dominantes para enfrentar ese problema fueron principalmente dos en América,

aunque practicadas con muy diversas variantes entre países y entre momentos

históricos. De una parte, el virtual exterminio de los 'indios' y la conquista de sus

territorios, en todos los países en lo cuales los dominadores, liberales y conservadores

por igual, concluyeron pronto que ninguna des-indianización, como 'europeización', era viable. Así ocurrió en Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Chile. De otra parte, el

asimilacionismo cultural y político en México-Centro América y en los Andes.11

¿Por qué la diferencia? Principalmente, sin duda, porque en esos últimos países la

población 'india' era, es, no solamente mayoritaria, sino, sobre todo, a diferencia de la

de los otros países, socialmente disciplinada en el trabajo organizado dentro de un

sistema de dominación y de explotación. Estos países, como México y Perú, fueron precisamente las sedes centrales del imperio colonial español, mientras Argentina,

Chile, Uruguay fueron marginales antes de mediados del siglo XVIII. Dadas esas

condiciones, la política de los 'blancos' respecto de los 'indios' prolongó, con

modificaciones y adaptaciones, la política del período colonial, de asimilación y de

discriminación cultural, al mismo tiempo. Con la formación republicana, el

asimilacionismo comenzó a ser, sobre todo desde fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, la dimensión enfatizada en el discurso político, aunque mucho menos en la

práctica.

El asimilacionismo cultural es la política que se ha procurado sostener desde el Estado, a través del sistema institucionalizado de educación pública. La estrategia, por lo

tanto, ha consistido y consiste en una 'asimilación' de los 'indios' en la cultura de los

dominadores, que suele ser también mentada como la 'cultura nacional', a través de la

educación escolar formal, sobre todo, pero también por el trabajo de instituciones

religiosas y militares. Por eso, en todos estos países, el sistema educacional pasó a

ocupar un lugar central en las relaciones entre 'indio' y no 'indio'. La educación

escolar fue inclusive mistificada y mitificada en ambas partes, y no hay duda de que

en países como México o Perú, más en el primero después de la 'revolución mexicana', de todos modos en ambos más que en los demás países, fue un mecanismo de des-

indianización subjetiva, cultural si se quiere, de una parte no desdeñable de la

población 'india'. Un elemento importante en dicha estrategia ha sido también la

Page 19: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

apropiación de las conquistas culturales de las sociedades que fueron conquistadas,

destruidas y sus poblaciones colonizadas, trasmitido como orgullo de lo 'inca', de lo

'azteca', 'maya', etc., en una palabra, de lo 'indio' anterior a la colonización.

Sin embargo, dicha estrategia nunca ha dejado de alternarse y de combinarse con la

política de discriminación de los 'indios' y de enajenación de lo 'indio'. De ese modo, la

des-indianización no pudo abarcar a la mayoría de la población 'india' y ésta no pudo incorporarse, ser incorporada, sino de manera parcial, precaria y formal, en el proceso

de nacionalización de la sociedad, de la cultura, del estado. La colonialidad del poder

sigue implicando que toda o parte de las poblaciones no 'blancas' no puede

consolidarse en su ciudadanía sin originar profundos y graves conflictos sociales. En

ciertos países como Brasil, Ecuador o Guatemala, o en ciertas zonas de Bolivia, México o Perú, esa es, exactamente, la raíz de lo que para la fauna dominante quizá

aparece todavía apenas como un nuevo 'problema indígena', pero que en verdad, como

se verá inmediatamente, ha inaugurado un período histórico nuevo y en primer

término para el patrón de poder en el cual está implicado.

Trayectoria del actual 'movimiento indígena' En la partida es pertinente hacer notar que el actual ¨movimiento indígena¨ es

la más definida señal de que la colonialidad del poder está en la más grave de sus

crisis desde su constitución hace 500 años.12

Por supuesto, las poblaciones sobrevivientes de las derrotadas sociedades e

identidades históricas13 anteriores, no aceptaron inmediatamente nombrarse 'indias'. Algunas de ellas resistieron admitir la derrota y la desintegración de sus sociedades y

de sus identidades históricas durante todo un medio siglo, como una parte de los

incas del Cusco. Todavía hoy muchos grupos reivindican o vuelven a reivindicar los

nombres particulares de sus antiguas identidades históricas (hoy colonialistamente

admitidas apenas como 'etnicidades'). Y es probable que en adelante varios otros

nombres regresen a la nomenclatura de esas poblaciones e inclusive que la hoy tan extendida 'tentación identitaria' lleve a que sean reinventadas algunas identidades

para ser recubiertas por esos nombres. Empero, la consolidación, el desarrollo y la expansión mundial de la Colonialidad

del Poder probaron ser procesos de excepcional vitalidad histórica. Pudieron sobrevivir

algunos de sus nombres y jirones de sus memorias históricas, pero todas aquellas sociedades e identidades, o peoplehoods, terminaron desintegradas y sus poblaciones

sobrevivientes y sus descendientes terminaron también admitiendo esa derrota y la nueva común identidad colonial, la cual, obviamente, ya no implicaba ningún

peoplehood. Trescientos años después de la Conquista, al comenzar el período

republicano, todas ellas eran 'indias'. Y durante los dos siglos siguientes, esa

identidad colonial se mantuvo. Podría decirse, sin arriesgar mucho, que para una

parte mayoritaria de esas poblaciones, esa identidad había terminado siendo admitida como 'natural'.

¿Porqué, en consecuencia, el rechazo ahora de esa denominación y la

reivindicación del nombre de 'indígena', se han extendido e impuesto virtualmente

entre esas poblaciones en toda América Latina, en el plazo relativamente corto de dos

a tres décadas? Y, más aún, ¿Por qué los ¨no-indios¨, ¨mestizos¨ en primer lugar,

pero también los ¨blancos¨ y ¨europeos¨ han terminado admitiendo esa reivindicación?

Entre dos crisis

Sugiero, en primer término, que el actual ¨movimiento indígena¨ fue incubándose

en el mismo cauce del agotamiento de lo que la investigación social latinoamericana

llamó la „crisis del Estado oligárquico‟, y que se constituyó y emergió en el mismo proceso de la neoliberalización-globalización de la sociedad latinoamericana.14

Es necesario tener en cuenta, a este respecto, que bajo el Estado oligárquico la

abrumadora mayoría de la población llamada 'india' en América Latina era rural,

aunque en la ciudad, no sólo en el campo, el régimen de dominación del cual eran

víctimas era igualmente señorial. Esto es, la condición social de la mayoría de los

„indios‟ era la servidumbre. Doméstica en las ciudades y agrario-doméstica en el campo.

Page 20: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

La cuasi universal servidumbre de los „indios‟ fue consecuencia del despojo

continuo de sus tierras en favor de los no-indios, desde el comienzo mismo de la era

republicana. Durante el coloniaje, junto con la eliminación formal del sistema de

encomienda, y como un modo de control de las poblaciones „indias‟, la Corona dispuso

que se les otorgase tierras para sembrar y para residir, como zonas de exclusiva

propiedad y residencia 'indias'. La extensión de esas tierras fue diversa según las zonas. Pero no fue poca en ningún caso. En el Perú fueron muy extensas y en Bolivia

aún mucho más. Tras la derrota de los españoles, Bolívar decretó para todo el ex –

Virreinato del Perú, que las tierras de las comunidades indígenas fueran privatizadas y

mercantizadas. Sin embargo, durante la mayor parte del siglo XIX, las comunidades

indígenas de las repúblicas andinas, mantuvieron el control de la mayor parte de las tierras que les fueron adjudicadas durante el Virreinato. El despojo recomenzó a fines

de ese siglo, como una de las consecuencias de la apropiación de minas, plantaciones

y haciendas por parte del capital norteamericano. Y se acentuó y expandió en las tres

primeras décadas del siglo XX, reprimida y derrotada sangrientamente la resistencia

del campesinado indígena, forzando a la mayoría de las poblaciones 'indias' someterse

a la servidumbre. Lo que se ha denominado el Estado oligárquico, basado en las relaciones de dominación inherentes a la colonialidad del poder, fue fortalecido en

esos procesos. En México la resistencia del campesinado indígena convergió con la

disputa por el control del poder en el seno de la propia burguesía y de las capas

medias, dando lugar a la llamada „revolución mexicana‟.

Ese es el contexto histórico que ayuda a entender por qué la crisis y retirada del Estado oligárquico, en los países de mayoritaria población 'india' tuvo implicaciones

decisivas en la situación social y política de dicha población y estuviera en el origen de

la crisis y del cambio de su identidad.

En efecto, la crisis del Estado oligárquico terminó junto con el fin de la

predominancia de las relaciones serviles y semi-serviles y la desintegración de las

estructuras de autoridad local y estatal ligadas al poder de la burguesía señorial y de los terratenientes señoriales, ya sea por revoluciones sociales como en México (1910-

1927) o en Bolivia (1952) en las cuales la participación organizada del campesinado,

'indio' en su mayoría, fue decisiva; sea porque, por ejemplo en Perú, por la masiva

presión organizada de los campesinos, mayoritariamente 'indios'. Entre 1957 y 1969,

fueron adoptadas medidas de redistribución de tierras para sembrar, llamadas reformas agrarias; sea porque los propios terratenientes señoriales fueron forzados,

como en Ecuador (1969-70), a cambiar el régimen de trabajo servil por el trabajo

asalariado. El resultado fue, en todas partes, la expansión del trabajo asalariado y de

las actividades de carácter mercantil.

Tales procesos estuvieron asociados, como es conocido, con la abrupta

urbanización de la sociedad latinoamericanaen su conjunto, la relativa expansión de la producción industrial y de su mercado interno, el cambio de la estructura social

urbana con la formación de nuevos grupos de burguesía industrial-urbana, de nuevas

capas medias de profesionales e intelectuales y de una nueva población asalariada,

industrial y comercial. Y, por supuesto, parte de esos cambios fue la masiva migración

desde el campo a la ciudad. Todo eso se expresó pronto en la relativa modernización del Estado, que vio no

sólo ampliadas sus bases sociales, sino sobre todo cambiadas profundamente con la

parcial y precaria, pero no menos real y decisiva, incorporación de nuevos

contingentes, de origen campesino e „indio‟, al ámbito de la ciudadanía, aunque

enredados aún en mallas de clientelaje y de formas de intermediación política, más

que de representación directa. Esos procesos fueron más amplios, masivos, globales en una palabra, más en

unos países que en otros. Para los de población indígena mayoritaria, esas diferencias

han probado ser decisivas. En el Perú fue donde, sin duda, el proceso fue más

temprano, más rápido y más abarcador. Eso implicó la des-indianización de la

identidad y de la autoidentificación de una parte mayor de la población ¨india¨, su traslado a las ciudades, a actividades vinculadas al salario y al mercado, e inclusive

en el mundo rural, mucho más que a las campesinas del período precedente. Ese

específico proceso de des-indianización fue denominado de 'cholificación‟.15

Page 21: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

La nueva población „chola‟ fue, sin duda, la principal protagonista y agente del

proceso de cambios en el Perú posterior a la segunda guerra mundial. Fue ella, en

primer término, la que formó el que hasta fines de la década de 1960 fue el más

amplio y poderoso movimiento campesino de América Latina16 y llevó finalmente a la

desintegración del poder señorial en el campo, cuya culminación fue la reforma

agraria de la dictadura militar de Velasco Alvarado en 1969 hecha, en rigor, para bloquear el desarrollo del movimiento campesino de los „cholos‟, con todas las

consecuencias negativas para la sociedad rural y para la producción agropecuaria.

Fueron ellos los que formaron el nuevo contingente de asalariados industriales y

comerciales urbanos, levantaron un nuevo movimiento sindical, cuya gravitación en el

debate político nacional fue muy importante hasta la crisis de mediados de la década de 1970, y conquistaron decisiones legislativas que les permitían negociar con algunas

ventajas la venta de su fuerza de trabajo. Fueron ellos los que poblaron el aparato

estatal de educación en todos los niveles, obligando al Estado a su rápida ampliación.

Ellos poblaron las universidades estatales formando un nuevo y más amplio

movimiento de estudiantes universitarios, con consecuencias profundas para el país,

comenzando por la ampliación brusca de nuevas capas medias, que se reclutaban precisamente en esa población. Ellos, más que nadie, poblaron las ¨barriadas¨

peruanas, que han llegado a albergar más del 70 por ciento de la población urbana del

Perú y que han llegado a significar la experiencia social, cultural y simbólica central

del último medio siglo XX peruano.

La militarización del Estado después de las experiencias guerrilleras de 1965-1967 y su enfrentamiento con las capas más jóvenes de esa nueva población ¨chola¨,

en especial en las universidades y entre los intelectuales jóvenes, bloqueó y

distorsionó el desarrollo social, cultural y político de esas poblaciones, sobre todo en la

¨segunda fase¨ de la dictadura militar (1968-1980), ayudó a exacerbar las graves

distorsiones que las versiones stalinianas y maoistas del ya eurocentrificado

'materialismo histórico' introducían en las universidades y entre la joven inteligencia 'chola', en el debate sobre el conocimiento del proceso peruano (según ellas el Perú era

una sociedad feudal o semi-feudal, como la China de comienzos de los años 30 del

siglo XX, por lo cual la guerra revolucionaria del campo a la ciudad, etc., y finalmente

se combinaron con ellas, hasta llevar, desafortunadamente para todos, al turbio y

sangriento intercambio terrorista entre el Estado y la agrupación maoista, Sendero Luminoso, entre 1980 y 2000, y cuyas principales víctimas fueron las propias

poblaciones campesinas „indígenas‟ o no del todo 'cholificadas' (según la Comisión de

la Verdad y Reconciliación. Informe Final, Lima 2003, más de 60 mil).

Durante medio siglo, la población que se des-indianizó, se apropió de e hizo

positiva la derogatoria identificación como 'chola' y/o como 'mestiza', no ha hecho sino

aumentar en proporciones y en presencia e influencia en todos los ámbitos de la sociedad peruana, incluido por cierto el mundo rural donde habitan,

minoritariamente, los que son aún identificados como 'indios', aunque no es seguro

que ellos acepten ya esa identificación. Y es improbable que la población 'chola'

regrese a la identificación como 'india'.

Esa es, seguramente, la respuesta a la interrogante que ahora pena en el debate peruano y latinoamericano sobre el actual 'movimiento indígena': ¿Por qué siendo Perú

el país donde la población 'india' era mayor que en los demás países andinos, no hay

ahora ningún 'movimiento indígena' importante, mientras si lo hay y tan presente e

influyente en Ecuador, sobre todo, y en Bolivia?

La neoliberalización-globalización y sus implicaciones en el ‘movimiento indígena’

Por comodidad, pero sin arbitrariedad, enlazo aquí neoliberalización-globalización

para denominar el proceso que ha sufrido América Latina, como el resto del mundo,

entre la crisis de mediados de la década de 1970 y ahora. Hay relativo consenso en el

debate actual, aparte de un océano de escritura, acerca del debilitamiento y de la des-nacionalización del Estado, de la polarización social y de la des-democratización de la

sociedad. No tengo que insistir en esas cuestiones.17 Pero lo que tales procesos

implican o han implicado para la cuestión del „movimiento indígena‟, apenas

Page 22: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

comienza a ingresar en el debate latinoamericano. En consecuencia, aquí es más bien

pertinente abrir algunas de las cuestiones más significativas.

Sugiero, en primer lugar, que la rápida, más bien brusca, desintegración de la

estructura productiva que estaba en curso de desarrollo en estos países, produjo no

solamente el desempleo, aumento del subempleo y rápida polarización social, sino

también un proceso que puede ser reconocido como un proceso de re-clasificación social que afecta a todos los sectores sociales y, obviamente, sobre todo a los

trabajadores. Y ese proceso está asociado a una crisis de identidad social en todos los

sectores. En primer término, en aquellos cuya identidad era ambigua o vacilante,

empujándolos a la búsqueda urgente de otras nuevas identidades. Eso es lo que

explica, a mi juicio, por ejemplo, que las identidades sociales expresadas en términos de „clases sociales‟ hayan cedido en todos estos países, su lugar a identidades

llamadas „étnicas‟, regionales, residenciales, o „informales‟ y „pobres‟.

Esa crisis y cambio de identidades ha tenido lugar, explícitamente, entre los

trabajadores rurales „indios‟ de los países andinos y mesoamericanos menos

urbanizados, que habían sido identificados y habían admitido serlo en términos de

„clase‟, como „campesinos‟ y que ahora han terminado re-identificándose como „indígenas‟. Mientras que en el Perú, en cambio, la retirada de la identidad de

„campesinos‟ o no está en juego, o es más bien indecisa y lenta. Inclusive hoy, la más

importante organización comunal enfrentada a las empresas mineras se llama

Coordinadora Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería (CONACAMI), y no

apela a la idea de „comunidad indígena‟ en el propio país donde ella se originó. Junto con esos problemas, en segundo lugar, la llamada globalización ha

instaurado también un nuevo universo de comunicación, con un creciente espectro de

recursos, de medios tecnológicos, que van desde el clásico radio transistor, que fue el

primer elemento en romper la localización aislada de „campesinos‟ e „indios‟, hasta el

correo electrónico, extendido en lugares no inmediatamente sospechados, o el teléfono

portátil, el famoso „celular‟, ubicuo ahora inclusive en localidades, de otro modo, aisladas. En ese sentido, las poblaciones rurales o rural/urbanas en proceso de crisis

de identidades sociales y de re-identificación étnica, sobre todo, han encontrado, en la

red virtual un modo de re-conocerse y de identificarse con todos sus próximos en

lugar y nombre en el sistema „racial‟ de discriminación y de dominación, como en el

período inmediatamente anterior era pertinente identificarse con todos aquellos afectados por un mismo aparato de explotación, el capital.

Sin embargo, las propuestas de reconocer como „desterritorialización‟ o

„deslocalización‟, las nuevas realidades virtuales que producen esas nuevas redes de

comunicación, en el caso específico de los „indígenas‟, deben tomarse con muchas

cautelas, porque la geografía, lo local y lo comunal, el vecindario y la vivienda, tienen

sin duda una gravitación muy diferente que en el caso de las dispersas, a veces itinerantes o trashumantes, poblaciones urbanas de las sociedades industriales.

En tercer lugar, el debilitamiento del estado, su visible des-nacionalización e

inclusive su re-privatización en muchos países de la región, procesos todos que

cortan, precisamente, las conquistas de las poblaciones de origen o de identidad „india‟

educación y salubridad públicas, servicios urbanos, producción y protección de

empleo asalariado, no solamente han dejado a sectores amplios de los dominados y explotados de América Latina sin referencia de apelación para sus demandas y

necesidades, ahora mayores y más premiosas que nunca antes en los últimos

doscientos años. En varios de estos países, el Estado ha venido actuando, sobre todo

en la década de 1990, en contra de la mayoría de la población, de un modo análogo a

como lo hacía inmediatamente después de la derrota de los imperios coloniales ibéricos. Por eso, después de más de tres décadas de esos procesos, sectores

crecientes de la población popular de América Latina y dentro de ellos los „indios‟, han

aprendido o están rápidamente aprendiendo que tienen que encontrar maneras no

sólo de no vivir del Estado, sino de vivir sin o contra el Estado.

Y es allí, en ese específico ámbito, donde probablemente se encuentre el núcleo

principal de determinaciones de la re-identificación en curso: de „campesinos‟ y de 'indios' a 'indígenas'. Me refiero, ante todo, a las direcciones que ha ido tomando,

desde comienzos de la década de 1980, el manejo de las cuestiones de la autoridad

colectiva o pública por las poblaciones 'indias' que iniciaron acciones de organización

Page 23: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

y de movilización en los países andino-amazónicos y que han ganado celebridad

mundial después de Chiapas.

Primero en el curso de organización de la Coordinadora de Organizaciones

Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), que se estableció en 1984, integrada por

las organizaciones de las más importantes poblaciones de la cuenca amazónica, de

Perú, de Bolivia, de Brasil, de Ecuador, de Colombia y de Venezuela, y poco después en la organización de la Unión Nacional de Comunidades Aymaras (UNCA) en Puno, en

el altiplano peruano que bordea el lago Titicaca; en esa misma década, emergió como

uno de los aspectos de mayor significación la reorganización y revitalización de la

comunidad, como la específica estructura de autoridad colectiva y pública de esas

poblaciones. En los congresos que decidieron la formación de la COICA y de la UNCA, el problema de la ausencia y de la hostilidad del Estado fue explícitamente debatido y

fue decidido, por eso, la necesidad y la urgencia de la autoridad comunal.18 La

cuestión de la autonomía territorial y política, que había sido el vacío slogan de los

seguidores de la Internacional staliniana a fines de la década de 1920 y comienzos de

la década de 1930, reaparecía ahora, autónomamente colocada en la mesa del debate

de las „comunidades indígenas‟. Comenzó, entonces, el período de tensiones y de presiones entre esas poblaciones

y el Estado, que no ha hecho sino ampliarse e intensificarse hasta hoy. Probablemente

fue también el momento del desplazamiento de identidad de lo „indio‟ hacia lo

„indígena‟. Es dudoso, incierto en todo caso, que se haya producido entre los „indios‟

un debate colectivo y sistemático sobre la colonialidad de los términos 'indio', 'negro', 'blanco', „mestizo‟, aunque algunos científicos sociales, en México y en el Perú, ya

estaban discutiendo esas cuestiones.19 Lo más probable es que fue a partir de las

decisiones de reorganización y de revitalización de la 'comunidad indígena' frente al

Estado, que se va produciendo el abandono de la identificación de 'indio' en favor de

„indígena‟.

La 'comunidad indígena' fue una creación de las autoridades coloniales en el siglo XVI. Durante el coloniaje fue sede y refugio de las poblaciones 'indias' no

inmediatamente servilizadas. Por eso, cuando comienza el despojo republicano de sus

tierras y el sometimiento de los 'indios' a la nueva servidumbre, la 'comunidad

indígena' es reclamada y proclamada como la institución emblemática de la lucha

contra la servidumbre y el abuso de la hacienda, de la mina y del Estado. Y, además, por muchos años, para la población campesina 'india', se convierte en la sede

virtualmente exclusiva de democracia política bajo el Estado oligárquico, porque todos

los miembros adultos de las 'comunidades indígenas', varones y mujeres, desde los 14

años, tienen derecho a participar en el debate y en las decisiones colectivas que

afectan a sus miembros. Sin duda por eso, ante todo, a despecho de su origen

colonial, la 'comunidad indígena' provee ahora a las poblaciones de campesinos y de desocupados, informales, de origen „indio‟ y luego a profesionales e intelectuales del

mismo origen, de las banderas ideológicas anticoloniales tanto respecto del problema

nacional, como de la democracia.

Hay ya visible, reconocida y activa, una capa de intelectuales ¨indígenas¨ en

Ecuador, en Bolivia, en México, en Guatemala. También en Perú, pero los que se identifican como tales están sobre todo entre los aymaras y entre los pobladores de la

cuenca andino-amazónica. En el debate reciente acerca de todas aquellas cuestiones,

sin duda han pasado a tener una participación activa y decisiva. La creación de la

Universidad Indígena Intercultural y del Instituto de Investigaciones Indígenas, en

Quito, bajo la conducción de Luis Macas, uno de los fundadores de la CONAIE

(Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y recientemente Ministro de Asuntos Indígenas en el gobierno de Lucio Gutiérrez, con quien finalmente ha roto, es

una de las más eficaces demostraciones de ese fenómeno.

El actual 'movimiento indígena' se desarrolla inicialmente entre los grupos

principales de la Cuenca Amazónica, cuya expresión mayor antes de la COICA fue

ECUARUNARI (Pueblos del Ecuador), en 1972. Aunque en Ecuador estuvieron activas organizaciones de 'indios' que, con la influencia y el respaldo del Partido Comunista

Ecuatoriano, buscaban autonomía política respecto del Estado de Ecuador, no es

probable que esos antecedentes hayan tenido gravitación en la formación del actual

movimiento indígena de ese país. Por el contrario, algunas organizaciones religiosas,

Page 24: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

salesianos y jesuitas, habrían tenido influencia importante. En 1980 se formó la

CONFENAIE (Confederación de Nacionalidades Indias Ecuatorianas) y, finalmente, de

CONAIE (Confederación Nacional de Indígenas Ecuatorianos) en 1989, como

organización central de todos los grupos organizados de indígenas ecuatorianos. Su

legitimidad política fue conquistada en la famosa Marcha sobre Quito en 1992. Y ganó

presencia internacional con su participación en la caída del gobierno de Abdala Bucaram en 1997 y con su liderazgo en la caída del gobierno de Miguel Mahuad, en

enero del 2000, en cuya ocasión el líder principal de la CONAIE, Antonio Vargas,

ocupó, brevemente, el sillón presidencial, con el respaldo del entonces Coronel Lucio

Gutiérrez, que después sería elegido Presidente de Ecuador, gracias, principalmente,

al apoyo del movimiento indígena.20 El caso de Bolivia es mucho más complejo. Los campesinos bolivianos se fueron

organizando siguiendo patrones sindicales desde la década de 1940, lado a lado con el

movimiento minero. Juntos participaron en la revolución boliviana de abril de 1952 y

mientras los mineros tomaban las minas y las expropiaban, ellos se tomaron las

tierras y expulsaron a los terratenientes señoriales.21 Formaron juntos las famosas

milicias obrero-campesinas que consolidaron la revolución y aliados a la Confederación Obrera Boliviana (COB), obligaron al gobierno de Paz Estensoro a

legalizar y a extender la redistribución de tierras. Estuvieron en todos los avatares de

la política boliviana desde entonces, aunque no siempre en la misma línea. Inclusive

fueron utilizados por el general Barrientos que, con el golpe militar de 1964, bloqueó

el proceso revolucionario y produjo la feroz masacre de obreros mineros en junio de ese mismo año.

Al derrumbarse la minería del estaño y clausurarse las minas estatales, muchos

de los obreros mineros, incluidos algunos de sus más respetados líderes, decidieron ir

a trabajar junto con los cultivadores de coca en el Chapare. Además, les ayudaron a

organizarse según la experiencia sindical minera. Eso permitió a esos campesinos,

„indios‟ si se les aplica el criterio de „raza‟, no ser víctimas, ni instrumentos de las redes mafiosas del tráfico de coca y de cocaína. Pero también les ha permitido resistir

al Estado boliviano y al de Estados Unidos, empeñados simplemente en la

erradicación del cultivo de coca, sin alternativas provechosas para los campesinos. En

esa lucha se han fortalecido como movimiento de trabajadores y de campesinos, han

ganado el apoyo de otras fuerzas sociales, a las cuales han apoyado en sus propias luchas, han emergido después como un movimiento político de filiación socialista, el

Movimiento al Socialismo (MAS) y producido líderes políticos de talla nacional, como

Evo Morales, candidato a la Presidencia de la República en las elecciones y segundo

en el resultado final, contra los pronósticos de la prensa urbana. De otro lado, sin perder continuidad con las experiencias del movimiento katarista

(nombre en homenaje a Tupac Katari, caudillo aymara en la revolución de Tupac Amaru en l780), activo en las luchas campesinas y guerrilleras de la década de 1970, se han ido formando y cambiando otros movimientos de los aymaras, que pueblan el altiplano que rodea el lago Titicaca. El más importante actualmente es la Confederación Sindical

Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), cuyo líder es Felipe Quispe,

apodado el Mallku, que ha conquistado una notable autoridad sobre el campesinado y

notable presencia nacional. El MAS y la CSTUCB han participado no solamente en las elecciones, sino sobre

todo en amplios movimientos sociales y políticos en defensa del control nacional de los

recursos de producción del país, como en la Marcha por el Territorio y la Dignidad de

1991, y recientemente en los conocidos sucesos que llevaron a la renuncia de Gonzalo

Sánchez de Losada a la Presidencia de Bolivia, después de sangrientos conflictos con el movimiento popular.

No se trata, pues, en el caso boliviano, estrictamente de „movimientos indígenas‟

en todos los casos, como en Ecuador, en la COICA amazónica, o en Chiapas,

Guatemala, y más recientemente en los casos de los „mapuches‟ de Chile y otros

grupos menores en Argentina.

Respecto de Chiapas y de Guatemala, la prensa internacional ha hecho mundialmente famoso el movimiento de los 'indígenas' de Chiapas y a su mediático

vocero el subcomandante Marcos y en gran medida gracias a él, lo mismo que sobre

Page 25: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Guatemala, por la prolongada y sangrienta guerra civil y la presencia de la premio

Nobel Rigoberta Menchú.22

Sentido y perspectivas del actual ‘movimiento indígena’

No existe, en realidad, un „movimiento indígena‟, salvo en sentido abstracto

nominal. Y sería malconducente pensar que el término 'indígena' nombra algo homogéneo, continuo y consistente. Así como la palabra 'indio' sirvió en el coloniaje

como un identificador común de muchas, diversas y heterogéneas identidades

históricas, para imponer la idea de „raza‟ y como mecanismo de control y de

dominación que facilitara la división del trabajo explotado, la palabra 'indígena', no

obstante ser testimonio del rechazo de la clasificación colonial y de reivindicación de identidad autónoma, no sólo no es una liberación de la colonialidad, sino que tampoco

indica ningún proceso de homogenización, a pesar de que, sin duda, disueltas las

antiguas identidades, la homogeneidad es ahora mayor que ayer. No hay duda de que

el término cubre una heterogénea y diversa realidad y tampoco debe dudarse de que

varias de las identidades específicas reaparecerán, ya están reapareciendo, aparte de

que varias nunca se disolvieron, como en el caso de los aymaras, entre los amazónicos, o entre los diversos grupos de Chiapas o del Altiplano guatemalteco.23

Nada asegura, en consecuencia, que todos los actuales grupos de 'indígenas' o los

que emergerán después, se orientarán en las mismas perspectivas y se dirigirán hacia

el mismo horizonte.

Con todo, su actual presencia en el escenario latinoamericano tiene algunas implicaciones comunes. Primero que todo, es verdad, hay un reclamo común de

identidad, pero más bien como contrapartida de la discriminación que impide

asimilarse plenamente a la identidad nacional o cultural dominante. Pero esa es una

reivindicación casi tradicional, en la cual han estado comprometidos los indios y los

indigenistas, y por cierto los antropólogos que quisieran que lo que ellos llaman 'culturas' fueran

preservadas en una suerte de museos, independientemente de si así les gustaría o beneficiaría a las propias gentes.

Los más organizados, sin embargo, como en Ecuador primero y luego en Chiapas,

han avanzado a plantear la necesidad de un estado plurinacional. Y no se trata

solamente de hacer admitir en los textos constitucionales las frases rituales, ahora

comunes a casi todos esos textos, sobre la plurietnicidad, la pluriculturalidad, la pluri, etc. Se trata de que la estructura institucional del Estado sea modificada en sus fun-

damentos, de modo que pueda representar efectivamente a más de una nación. Es

decir, se trata de una múltiple ciudadanía, ya que en la existente los 'indígenas' no

tienen, no pueden tener, plena cabida.24

Es también cierto, sin embargo, que ese no es aún el horizonte de la mayoría de

las poblaciones que se re-identifican como 'indígenas' en América Latina. Pero esa demanda implica, de todos modos, el final del asimilacionismo político y cultural en

América, ya que, después de todo, nunca fue plena y consistentemente practicada por

los dominantes no- indios o 'blancos'. Y si eso logra abrirse realmente paso, si no es

simplemente reprimida y derrotada, ese es también el fin del espejismo eurocéntrico

de un Estado-Nación donde unas nacionalidades no han dejado de dominar y de colonizar a otras, además, mayoritarias.

Una variante de esa demanda es la autonomía política y territorial. Y en algunos

casos, en Venezuela y Canadá, los grupos dominantes han preferido no arriesgar sus

Estados-Nación y ceder territorios relativamente extensos, políticamente autónomos,

para determinados grupos indígenas. Pero en esos países, como en Argentina, Chile y

Uruguay, o en Brasil, las poblaciones 'indígenas' son minoritarias y bien pueden alguna vez acceder a espacios relativamente autónomos. Otro muy distinto es el caso

de países con grandes poblaciones 'indígenas', México, Guatemala, Ecuador, Bolivia,

inclusive Perú si los procesos identitarios se movieran en otras direcciones. Los

aymaras han ya imaginado, explícitamente, la posibilidad de territorio autónomo. Pero

ellos habitan en cinco países, y su situación podría parecerse alguna vez a la de los kurdos en el Medio Oriente. En estos países, el conflicto entre el Estado-Nación y el

Estado Plurinacional está planteado en serio.

Empero, a la hora de la globalización, con sus procesos de debilitamiento y de des-

nacionalización de los Estados, la demanda de Estados y de ciudadanías

Page 26: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

plurinacionales aparece mucho más confusa y complicada. Porque eso plantea a los

pueblos sometidos a Estados producidos dentro de la colonialidad del poder, ante

todo, pero no menos a los demás pueblos, inclusive a los identificados con su propio

Estado-Nación, un serio problema sobre el control democrático de la autoridad

colectiva o pública. Y aquí, de nuevo, los movimientos de los indígenas

latinoamericanos más fuertes y más organizados, ya han levantado la reivindicación de la autoridad comunal, o mejor, de la comunidad como estructura de autoridad apta

para ser democráticamente controlada, desde sus bases y de modo continuo, frente a

Estados de naciones ajenas o, peor, bajo control global, lejano, imperial, represivo, burocrático, corporativo y vertical, como el que parece emerger con el Bloque Imperial Global, bajo hegemonía de Estados Unidos.25

En este plano, la iniciativa de la Unión Nacional de Comunidades Aymaras (UNCA), del lado peruano, intentó un proyecto notable. Las comunidades de cada

jurisdicción básica (el distrito, en el caso peruano) local, se asocian entre si en una

Multicomunal Distrital. Las varias de ese nivel se asocian en una Multicomunal

Provincial. Y ellas dan lugar a la UNCA. Cada dirigente, de cualquier nivel es electo en

su comunidad de base y puede ser removido allí. El diseño es algo muy parecido a la

conocida idea del Estado que ya no es Estado, porque tiene la consistencia y la cobertura de un Estado, pero sus bases son diferentes y el modo de su generación y

de su control, mucho más. Se trata de un modo de autogobierno directo de las gentes

asociadas en una red de comunidades, pero con la fuerza y la autoridad de todo un

Estado.

Estas últimas demandas y ejercicios no nacen del aire, ni están en él. Son el desarrollo y la redefinición de la secular experiencia de la democracia local de las

comunidades indígenas. Si las poblaciones indígenas mayoritarias en determinados

países deciden poner en práctica esas formas de autoridad política, podrían confluir

con las tendencias más recientes y también más incipientes de otros sectores sociales,

como los que emergieron en el reciente estallido social de Argentina. De cierta manera,

pues, estos movimientos emergen en el mismo nuevo horizonte común de los nuevos imaginarios de cambio social y político, la producción democrática de una sociedad

democrática.

En todo caso, la redefinición de la cuestión nacional y de la democracia política,

aparecen ahora como las implicaciones más profundas, las de mayor alcance y de mayor potencial conflictivo en esta parte de América Latina. En ese sentido, se trata del desafío más importante que le haya surgido al patrón de poder marcado por su colonialidad. Este se originó aquí en América y también aquí está entrando en su más peligrosa crisis.

Notas 1. Toda estadística sobre los „indios‟ o „indígenas‟ en América Latina es azarosa e incierta. Depende

obviamente de los criterios de identificación, de quien identifica a quién y quién se identifica cómo. En

México las cifras van de 25 a 50 millones y en los países andinos de 10 a más de 20 millones. Las cifras solo pueden tener utilidad de referencia, pero no, exactamente, de estadística.

2. Véase de Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein: “The Americanity as a concept. Or the Americas in the Modern World-System”. En International Journal of Social Sciences, N°134, Nov. 1992, UNESCO, París.

También, de Aníbal Quijano: “Qué tal raza”, originalmente en Familia y cambio social. CECOSAM, 1999, pp. 186-204. Lima, Perú y reproducido en varias otras publicaciones. Además, “Raza, etnia, nación en Mariátegui. Cuestiones abiertas”, en Roland Forgues, ed. José Carlos Mariátegui y Europa, AMAUTA,

1993, pp. 167-188. Lima. 3. He comenzado a discutir las cuestiones referidas a ese nuevo patrón de poder, sus fundamentos y sus implicaciones,

principalmente en “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en Edgardo Lander, comp. Colonialidad del saber, eurocentrismo y ciencias sociales. UNESCO-CLACSO, 2000, Buenos Aires. “Colonialidad del poder y clasificación social”, en

Festschrift for Immanuel Wallerstein. Journal of World-Systems Research, vol. VI, N°2, Fall/Winter 2002, pp. 342-348. Special Issue.

Giovanni Arrighi and Walter L. Goldfrank, eds. Colorado; y en “Colonialidad, globalización y democracia”, originalmente en Tendencias básicas de nuestra época. Globalización y democracia, Instituto de Altos Estudios Diplomático Pedro Gual, pp. 25-61,

2001, Caracas, reproducido en otras publicaciones latinoamericanas. Traducción al portugués como “Colonialidade, poder, globalizaçao e democracia”, en Novos Rumos, Ano 17, N°37, pp. 04-29, 2002, Sao Paulo.

4. El término „europeo‟ es usado aquí no en su sentido físico-geográfico, sino en relación con la colonialidad del patrón de poder vigente. Esto es, como referencia a los grupos sociales „blancos‟ o „europeos‟ que

tienen el control del poder mundial donde quiera que sus respectivos países están ahora ubicados, pues esa geografía del poder sigue siendo un producto de la colonialidad del poder.

5. Hay una extensa literatura de ese debate. Véase el reciente libro de Agapit Tirkey: Jharkhand Movement. A Study of its Dynamices. All India Coordinating Forum Of The Adivasi/Indigenous Peoples (AICFAIP),

2002, New Delhi. La „castificación‟ de las relaciones de poder en India hace más compleja aún la „indigenización‟ de parte de la población. Véase, entre otros, de Oliver Mendelsohn y Marika Vicziany: The

Page 27: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Untouchables. Subordination, Poverty and the State in Modern India. Foundations Books, Cambridge

University Press, 2000, New Delhi. 6. En el IV Foro Social Mundial, cuya cuarta edición acaba de realizarse (enero 15-21, 2004) en Mumbai

(Bombay), India, fue, sin duda, más amplio y popular que los anteriores, precisamente por la masiva presencia de los adivasi/ indígenas de todo el Sureste Asiático y sobre todo de todas las regiones de la India, ocupando junto con los dalit/intocables todos los espacios del Foro con sus marchas, sus

consignas, sus demandas, su protesta contra la opresión, la discriminación, el despojo, contra la violencia del fundamentalismo „comunalista‟. El Foro fue para todos ellos también la ocasión de un común

encuentro, sin precedentes. No hay como minimizar la importancia de esos hechos cuyas implicaciones no tardarán en hacerse perceptibles.

7. He propuesto algunas cuestiones para ese debate en Modernidad, identidad y utopía en América Latina,

Sociedad y Política Ediciones, 1988, Lima.

8. Para una debate más detenido sobre las implicaciones de la „raza‟ para la ciudadanía, la representación y la participación en el Estado liberal, se puede ver mi “Colonialité du Pouvoir et Democratie en Amerique Latine”, en Future Anterieur. Amerique Latine, Democratie et Exclusion, L´Harmattan, 1994, París. También

“Ciudadanía y democracia: Cuestiones abiertas”, en Heidulf Schmidt y Helena González, eds., “Democracia para una nueva sociedad”, Nueva Sociedad, 1997, Caracas.

9. En el Perú el debate más importante se dio entre José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez. Véase: de J.C. Mariátegui, 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Originalmente publicado

en 1928; de Luis Alberto Sánchez, Apuntes para una biografía del APRA. Los primeros pasos, 1923-1931, Mosca Azul, eds., 1978, Lima. De José Deustua y José Luis Renique, Intelectuales, indigenismo y descentralismo en el Perú, 1897/1931, Centro Bartolomé de las Casas, 1984, Cusco. De Hernán Ibarra,

“Intelectuales indígenas, neoindigenismo e indianismo en el Ecuador”, en Ecuador Debate, 48,

diciembre de 1999, pp. 71-94. 10. Véase Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, op. cit.

11. Hay en ese debate un fenómeno aún no realmente estudiado. No cabe duda de que la población „india‟ era demográficamente mayoritaria en las repúblicas más importantes, en todo caso más extensas, del área hispana y era culturalmente predominante entre los colonizados, en México, Centro América y los Andes. No obstante, la población „negra‟, aunque obviamente menor, era importante en la costa norte

del Pacifico y sin duda, sobre todo, en el Caribe, para no mencionar el área portuguesa donde era abrumadoramente mayoritaria. Y curiosamente, la población „blanca‟ era la menos numerosa en todas estas repúblicas. Por lo mismo, la demografía no es, seguramente, la instancia a la que hay que recurrir para explicarse porqué la población „negra‟ no aparece en el debate político sobre el Estado, más allá

del problema de abolir o mantener la esclavitud. Sugiero que después de la revolución haitiana, los dominantes de todas las Américas, pero no menos las de Europa – éstos estaban en pleno curso de colonización de los „negros‟ del Africa - procuraron y lograron hacer sociológica y políticamente invisibles a los „negros‟ y los incluyeron solamente en el debate sobre la esclavitud. El hecho es, de

todos modos, que en el debate sobre qué hacer políticamente con las poblaciones no „blancas‟ o no „europeas‟, en el área hispana los „negros‟ son durante todo el siglo XIX virtualmente invisibles. Por eso no se instala el „problema negro‟ al mismo título que el „problema indígena‟.

12. Sus dos primeros grandes momentos de crisis fueron, primero, la revolución de Tupac Amaru en el

Virreinato del Perú, en 1780, que fue derrotada, pero dejó profundas secuelas para el destino del poder colonial. El segundo fue la revolución en Haití, en 1804, bajo la conducción de Toussaint Louverture, sin duda la primera gran revolución moderna, que en el mismo movimiento histórico produjo una victoriosa subversión social (esclavos contra amos), otra anticolonial y nacional (la derrota del

colonialismo francés y la formación de la nacionalidad haitiana), y una de porte global, el primer momento de la desintegración de la colonialidad del poder („negros‟ contra „blancos‟). Los posteriores avatares del proceso haitiano, de sobra conocidos, mellaron las potencialidades de la revolución, pero no disminuyen el significado histórico de aquella gesta excepcional.

13. No tengo una traducción satisfactoria del término peoplehood, neologismo acuñado en inglés por

Gonzalo Santos, ahora profesor de Bakersfield College, California, mientras era estudiante del doctorado en State University of New York at Binghamton, para mentar el modo propio, sui géneris, de

ser un pueblo ( en el sentido que la palabra implica en inglés) con sus propios patrones de poder, su propia historia, sus conquistas culturales, sus imaginario, conocimiento, lenguaje, memoria, su lugar en el mundo, pues, y que dice de manera más ceñida aquello que trato de decir, sin quedar satisfecho, con los términos de identidad histórica. Quizá sea mejor simplemente usar el neologismo en inglés.

14. Obviamente, de esa hipótesis de trabajo no se desprende que los „indios‟, como tales, hayan comenzado a movilizarse recién en los últimos treinta años. La lista de sus rebeliones e intentos de organización más permanente, por ejemplo en los países andinos, no es corta y hay abundante documentación al respecto. Pero mi propósito aquí no es historiar las rebeliones de „indios‟ después de la Colonia, sino

indagar por las especificidades y por el sentido del actual „movimiento indígena‟. Acerca de las luchas de los „indios‟ antes de ahora, puede consultarse, entre otros, Guillermo Bonfil Batalla, Utopía y revolución. El pensamiento político contemporáneo de los indios en América Latina. Nueva Imagen, 1981.

México. Varios: Democracia, etnicidad y violencia política en los países andinos. IEP/IFEA, 1998. Lima, Perú. Varios: Sismo étnico en el Ecuador, Abya Yala/Cedime, 1993. Quito. Rodrigo Montoya: Al borde del naufragio. Democracia, violencia y problema étnico en el Perú, Talasa Ediciones, 1992. Madrid. Debe tenerse en cuenta, además, que la mayor parte de las luchas indígenas fueron subsumidas como luchas campesinas entre 1930 y 1980. Sobre las luchas agrarias y campesinas, de Aníbal Quijano, “Movimientos campesinos contemporáneos de América Latina”, en S.M Lipset y A. E. Solari: Elites y desarrollo en América Latina. Paidos, 1967, Buenos Aires.

15. El debate respectivo, durante las décadas de 1950 y 1960, tomaron parte varios de los investigadores sociales peruanos y extranjeros. Véase, sobre todo, de François Bourricaud: “Algunas características originales de la cultura mestiza del Perú Contemporáneo”. En Revista del Museo Nacional, vol. XXIII,

1954, Lima. De José María Arguedas, “Evolución de las comunidades indígenas del Valle del Mataro y

Page 28: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

de la ciudad de Huancayo¨, en Revista del Museo Nacional, vol. XXVI, 78-151. Y de Aníbal Quijano La emergencia del grupo cholo y sus implicaciones en la sociedad peruana, originalmente publicado en

Memorias del Congreso Latinoamericano de Sociología, Bogotá 1964, Colombia. Reproducido como “El cholo y el conflicto cultural en el Perú”, en Dominación y Cultura. Mosca Azul, 1980, 47-117. Lima,

Perú. 16. Un estudio sistemático de esos movimientos sociales, de Aníbal Quijano “Los movimientos campesinos

contemporáneos en América Latina”, originalmente, en Seymour Martin Lipset y Aldo Solari, comps. Elites y desarrollo en América Latina, Paidos, 1967, pp. 254-308. Buenos Aires.

17. Sobre mis propias perspectivas, puede verse Colonialidad del poder, globalización y democracia, op. cit. Y

sobre las consecuencias de la neoliberalización-globalización en la sociedad latinoamericana, en especial en la estructura social y en la estructura de poder, mis propuestas de debate en “El laberinto de América Latina: ¿Hay otras salidas?” en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 10,

N°1, enero-abril 2004, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas. También en Tareas N°116, enero-abril 2004, pp. 39-77, CELA, Panamá.

18. Invitado al congreso de formación de la UNCA, me fue permitido asistir a esos debates. 19. Guillermo Bonfil Batalla, México Profundo. ERA, 1988, México, Aníbal Quijano, “Raza, etnia y nación”,

en J.C. Mariátegui: Cuestiones abiertas, op. cit.

20. Véase de Felipe Burbano de Lara, “Ecuador, cuando los equilibrios crujen”. En Anuario Social y Político de América Latina, N°3, 2000, pp. 65/79. FLACSO/Nueva Sociedad, Caracas. De Fernando Bustamante, “Y después de la insurrección qué.....” en Ecuador Debate, N°49, abril 2000, pp. 43/56.

Quito. 21. Las referencias respectivas en Los movimientos campesinos contemporáneos en América Latina, op. cit. 22. Entre los de mayor interés, por ejemplo, de George A. Collier y Elizabeth Lowery Quaratiello, Land and

the Zapatistas. Rebellion in Chiapas, Food First Books, 1994. Oakland, Ca. Y varios, Auroras of the Zapatistas. Local and Global Struggles of the Fourth World War. Midnight Notes. 2001, Jamaica Plain,

Ma. Sobre Guatemala, de Kay Warren, “Indigenous Movements as a Challenge to the Unified Social Movements Paradigm for Guatemala”, en Sonia E. Alvarez, Evelina Dagnino and Arturo Escobar, eds. Cultures of Politics, Politics of Culture, Westview, 1998, pp. 165-196. Boulder, Co.

23. Poco tiempo atrás un dirigente aymara del lado peruano, en una entrevista, enfrentó agriamente a una periodista que insistía en llamarlo indígena: señorita, yo no soy indio, ni indígena, soy aymara.

24. Sobre Ecuador, véase sobre todo de CONAIE. Proyecto político, documento N°4, Quito, 2002. Sobre Chiapas, Auroras of the Zapatistas, op. cit. Sobre Perú, han sido difundidos varios documentos.

Principalmente, “Propuesta concertada para incorporar los derechos de los pueblos indígenas y comunidades en la constitución política del Perú”, presentada por Miguel Palacin (CONACAMI), Antonio Iviche Quisque (AIDESEP), Hildebrando Ruffner Sebastian (CCOICAP) y César Sarasara (CONAP), EL 14 de abril de 2003, después de la Gran Consulta Indígena sobre Reforma Constitucional, del 12-14 de

ese mismo mes. 25. Sobre el concepto de „bloque imperial global‟, Colonialidad del pder, gobalización y democracia, op. cit.

Page 29: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Noel M., Enrique. La política social en la reforma económica cubana. Lo social como eje de desarrollo. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 63-80. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/noel.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

LA POLÍTICA SOCIAL EN LA REFORMA

ECONÓMICA CUBANA

Lo social como eje de desarrollo

Enrique Noel M.*

Dirán que pasó de moda la locura,

dirán que la gente es mala y no merece, mas yo partiré soñando travesuras

(acaso multiplicar panes y peces) Silvio Rodríguez

Latin American Perspectives, N°140, vol.32, enero 2005. Revista teórica y académica para el debate en torno al capitalismo y al socialismo, Riverside, Ca., EEUU. * Profesor de Ciencias Políticas y Derecho Internacional Público, Universidad Santa María La Antigua.

A partir de la década de 1990, como consecuencia de la desarticulación del mundo

socialista, Cuba pierde una importante relación de cooperación internacional la cual, aunque con limitaciones y contradicciones, permitía gozar de cierta estabilidad y

seguridad en la planificación de la economía y en los resultados previstos, traducida

en vínculos preferenciales, precios de intercambio estables y justos, asistencia técnica

e intercambios académicos. Esta situación, sumada al recrudecimiento del bloqueo

norteamericano, a la marginación financiera del país y al agotamiento del modelo de

desarrollo nacional, produjo la mayor crisis económica en la historia reciente de la isla.

Los datos económicos dan cuenta de una situación alarmante: entre 1989 y 1993

la capacidad de importación se redujo en un 70 por ciento, la capacidad industrial

estaba paralizada en un 80 por ciento, el producto interno se contrajo en más del 30

por ciento y se presentó una situación generalizada de escasez de bienes de consumo. Estos fenómenos exigieron la redefinición del sistema económico cubano para

lograr su reinserción en la economía mundial. En este contexto, se promueve una

reforma económica centrada en la apertura externa, planteándose la descentralización

del comercio exterior, la reducción de aranceles y tarifas, la creación de un mercado

interno en divisas donde compitieran los productos nacionales con la oferta

internacional, la creación de empresas con capital extranjero y la promoción de nuevas modalidades de inserción laboral.

No obstante que el programa de ajuste cubano implica la introducción de

mecanismos de mercado en distintas áreas de una economía anteriormente estatizada,

no debe ser asimilado con los procesos de ajuste y privatización que vienen ejecutando

desde hace dos décadas los demás países de la región. Precisamente, en el caso cubano, la continuidad de la política social en la época de crisis

demuestra que la preeminencia de los criterios sociales –justicia, equidad, bienestar- sobre la

racionalidad económica y los objetivos macroeconómicos ortodoxos garantiza la reproducción de un acumulado

social que pueda constituirse en el motor principal de la recuperación económica.

El papel del Estado como conductor de una política social universalista y la

participación de la sociedad en la ejecución de los programas, demuestran la posibilidad de plantearse en la actualidad modelos de desarrollo alternativos al

Page 30: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

postulado por el discurso dominante. Sin dudas, la experiencia cubana debe ser

comparada con la aplicación -y los resultados- de las políticas sociales vigentes en el

resto de América Latina.

La política social y el estilo de desarrollo

La política social, al igual que las políticas económica, ambiental o tecnológica, constituye un componente de la política pública. En ese sentido, como políticas

públicas, todas ellas expresan formas particulares de mediación institucional que

implican tanto una modalidad de relación entre el Estado y la sociedad como una

determinada articulación entre el Estado y el modelo de desarrollo escogido.

El primer nivel de relaciones refiere al tipo de relación que establece el aparato institucional del estado con las clases sociales –dominantes y dominadas-,

constituyéndose, según Juan Carlos Portantiero, un específico modelo de hegemonía;

mientras que en el segundo nivel, el diseño y la ejecución de un modelo de desarrollo

específico supone una particular relación entre lo político-estatal y la economía,1

relación actualizada en la discusión, excesivamente ideologizada, sobre la oposición

entre el Estado y el mercado. Las políticas públicas configuran un conjunto estratégico de instrumentos

mediante los cuales el estado define, interfiere o modifica tanto las relaciones entre

instituciones como las relaciones entre instituciones y actores sociales, así como las

relaciones entre actores sociales. Dentro de esta configuración, la política social

constituye un factor decisivo en la reorganización social que supone todo estilo de desarrollo; sin embargo, la naturaleza de su incidencia se encuentra ineludiblemente

vinculada a la concepción de lo social que sostengan y promuevan los actores sociales

que hegemonicen el discurso del desarrollo dominante.

La comprensión del papel que juega la política social en la conformación del

modelo de hegemonía y en el modelo de desarrollo exige previamente la determinación

de lo que se entiende por política social, la naturaleza de su contenido, valga decir, ¿qué se entiende por lo social? y el carácter del cambio social que ella propone.

Irma Arriagada explica que, respecto a las políticas sociales, existe una amplia

gama de enfoques derivados de distintas orientaciones de carácter ético, político e

ideológico. Las estrategias tecnocráticas equiparan política social con el combate de la

pobreza extrema, de manera que lo social está temáticamente vinculado a los mundos

de los pobres, del trabajo y de la seguridad social –mundos precarios en la sociedad neoliberal-, cuyos problemas específicos deben ser resueltos mediante un conjunto de

medidas e instrumentos que tienen como objetivo de corto plazo garantizar la

sobrevivencia de los grupos afectados o “vulnerables”. Esta acepción de lo social y de

la política social en particular cobra vigencia a partir de la década de 1990 como parte

de aquella reorientación que Manuel Antonio Garretón ha denominado como una transformación de la matriz de constitución de la sociedad, la cual ha supuesto la

transformación del Estado latinoamericano en cuanto al traspaso de gran parte de sus

responsabilidades sociales al mercado y a la –término sometido a una profunda

ambigüedad conceptual- sociedad civil. Esto ha significado, además, la

desorganización de actores sociales clásicos y la exclusión de la política de sus

demandas históricas, pero también el reconocimiento, aunque incipiente y formalmente, de algunas demandas de nuevos actores sociales como el ambientalista

y el feminista. Desde la perspectiva neoliberal, que ha hegemonizado la crítica al

antiguo modelo desarrollista, la satisfacción de las necesidades sociales se produce en

el ámbito privado –familia, sociedad y mercado- y como resultado del esfuerzo

personal, de manera que el Estado sólo habrá de intervenir subsidiariamente para atender los déficit sociales o las urgencias de determinados grupos, convertidos ahora

en poblaciones “meta”, sectores que al circular constantemente en los linderos de la

mera subsistencia, no pueden constituirse en verdaderos actores sociales.

Ahora bien, si partimos del consenso aparente en los documentos y proclamas

públicas en el sentido de que las políticas sociales deben tener como objetivo el logro

del desarrollo social, se puede formular una comprensión alternativa de lo social. Según Arriagada, por desarrollo social se entiende “un proceso de avance articulado

en las dimensiones del bienestar, la equidad y la democracia”. El bienestar supone a

su vez la disponibilidad y accesibilidad de los bienes sociales y económicos para los

Page 31: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

miembros de la sociedad. La equidad alude a la distribución igualitaria de esos bienes,

mientras que el contexto democrático implica la participación ciudadana en la toma

de decisiones sobre la modalidad de dicha distribución.2 En esta perspectiva, lo social

cumple un papel fuerte y central en el modelo de desarrollo en la medida en que se

convierte en eje del cambio en la sociedad y de la reproducción de nuevas formas de

humanidad. Para abordar adecuadamente el estudio de las políticas sociales, se recomienda un

enfoque sistémico e integral: sistémico en la medida que se reconozca la necesidad de

avanzar en soluciones macro y sectoriales simultáneamente, aplicándose políticas

tanto de corto como de largo plazo y con miras a redefinir las relaciones vigentes entre

el Estado y la sociedad. Integral, comprendiendo que en conjunto con la política económica y el crecimiento económico se promueva la equidad social,3 generándose lo

que se llamó en algún momento “el círculo virtuoso del desarrollo”. En cuanto a este

último punto, se ha sostenido que una hipótesis de discusión sobre la política social

particular escogida debe aclarar la relación existente entre política social y política

económica, de la cual derivará una determinada concepción de lo social.

Las políticas sociales contribuyen a encuadrar lo social de una manera particular y en consecuencia, constituyen los instrumentos y estrategias centrales para

reorganizar la sociedad en términos de la satisfacción de las necesidades humanas, la

inclusión en la comunidad social y la constitución de una ciudadanía efectiva. Para

ello, las políticas sociales deben responder a ciertos dilemas principales: En primer término, el problema centralización/descentralización, promoviendo la

distribución del poder de decisión entre diversas instancias de poder, pero sin dejar de reconocer la importancia del control central en la regulación de políticas de rango general y en la

fiscalización de las ejecuciones locales. El complemento universalidad/selectividad exige atender las necesidades globales

de la población sabiendo identificar a aquellos grupos que necesiten atención especial

por encontrarse en condiciones de vulnerabilidad. Un aspecto esencial en este tema se refiere a la relación eficiencia/participación,

que permita superar las desviaciones burocráticas del estatalismo y el neoliberalismo

incorporando a los actores sociales beneficiarios en la ejecución de los programas y en

su fiscalización. El debate requiere replantearse el sentido de la noción de eficiencia,

la cual ha sido tradicionalmente entendida como una característica exclusiva del

mercado, aún cuando los constantes escándalos corporativos en los países

industriales demuestren lo contrario. El dilema cobertura/calidad ha sido quizá el de mayor dificultad de resolución,

oscilando entre un servicio universal de baja calidad y una mejora cualitativa basada

en la reducción de los beneficiarios. Así mismo, debe lograrse la articulación sectorial/integral de las políticas sociales,

de manera que los beneficios por sectores se traduzcan en una sociedad de beneficios

compartidos por todos. Por último, también se necesita la articulación de políticas y objetivos de corto y

largo plazo.

Crisis económica y apertura externa

A partir de 1989, Cuba enfrenta una terrible crisis económica, la cual ocasiona

que los principales resultados macroeconómicos resulten seriamente comprometidos y que la sociedad vea drásticamente reducido su nivel de consumo, incluyendo

alimentos y medicamentos.

Según el sociólogo José Bell Lara, tres factores confluyen en esta coyuntura

crítica: la causa inmediata y de efectos devastadores en la definición de la crisis

proviene de la disolución del llamado socialismo real en la Unión Soviética y Europa oriental. Esto significó un verdadero trastorno para el comercio exterior cubano, al

desaparecer completamente el sistema de relaciones económicas en las que estaba

insertado el país. El Consejo de Ayuda Económica Mutua (CAME) constituía “un

mecanismo de integración que contemplaba un sistema de precios, créditos, algunas

producciones complementarias y determinados compromisos con un alto grado de

seguridad, que permitían a partir de estos una proyección estable de la economía”.4 Según Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado, “la inmensa mayoría de los

Page 32: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

planes de desarrollo económico del país y los más importantes y estratégicos se

desarrollaron con la cooperación y con la colaboración de esos países; la tecnología y

la industria que el país importó e instaló durante todos esos años, derivados de esas

relaciones eran esencialmente de los países de Europa oriental y la URSS; la

formación de profesionales cubanos en el exterior y la asimilación de tecnologías

estuvieron, en buena parte, asociadas a estas relaciones con la URSS y los países de Europa oriental”.5 Sin embargo, el intercambio con el CAME, a pesar de establecer

precios de intercambio justos, mantuvo la vulnerabilidad externa de la economía

cubana, ya que se basó principalmente en la exportación de productos primarios como

el azúcar, cítricos y níquel.

Lo cierto es que al producirse la debacle centroeuropea, el país perdió mercado y precios por sus productos. De manera inmediata, Cuba pierde aproximadamente el

86 por ciento de su comercio exterior; la capacidad importadora se redujo en 75 por

ciento en el período 1989-1993, afectando la disponibilidad de insumos y suministros

para la industria, la agricultura y el transporte, así como de bienes de uso y consumo

para la población; la zafra de 1992 a 1993, alcanzó su nivel más bajo en 30 años; para

el mismo período la producción decayó en 11.7 por ciento; entre 1989 y 1993, la producción ganadera se redujo en un 50 por ciento;6 la caída del producto interno

bruto fue de 34.8 por ciento. Uno de los sectores más afectados, fue el energético por

su dependencia casi absoluta de la importación del petróleo soviético (para 1993 se

funcionó con menos de la mitad de las importaciones de 1989).7

A esta situación se añade, como segundo factor relevante, el endurecimiento del bloqueo económico norteamericano contra la isla. Como anota Bell Lara que este

constituye “un sistema de agresión que contempla no solo el bloqueo económico, sino

también la restricción de viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba, una campaña

sistemática de desinformación de la realidad cubana y sobre empresarios que quieran

negociar con Cuba. Incluso con medidas punitivas en algunos casos y una

articulación legal con terceros países, que establece medidas, o condiciona determinadas relaciones con Estados Unidos de América a las relaciones con Cuba,

por ejemplo, la suspensión de ayuda estadounidense a los países que brinden ayuda a

Cuba”.8 En ese camino, la ley Helms-Burton encuentra un lugar destacado en el

intento de impedir la recuperación económica mediante la amenaza de sancionar la

inversión extranjera y el comercio con la isla, incluyendo a terceros países que incumplan los términos de esta ley.9

Por último, auque no menos importante, debe reconocerse que la coyuntura

de la década de 1990 no obedeció exclusivamente a factores externos. El

agotamiento del modelo de crecimiento extensivo seguido hasta 1986 contribuyó

a ella debido al estancamiento de las exportaciones tradicionales y la

incapacidad de la industria para generar y estabilizar nuevos fondos exportables, así como al bajo aprovechamiento de los recursos productivos, la poca

efectividad del proceso de inversiones y el mal funcionamiento de sectores

claves para la economía, como el agropecuario y las construcciones.10 Estos

datos y los evidentes problemas de eficiencia y burocratización del sistema motivaron a partir de 1986 el llamado proceso de rectificación de errores y tendencias negativas,

con el objetivo de corregir las deformaciones del proyecto socialista. Cuba tuvo que hacer frente a todos estos problemas sin la posibilidad de tener

acceso a créditos o a financiamiento internacional.

Como estrategia de sobrevivencia inmediata y con miras a mantener el desarrollo social se establece el período especial en tiempos de paz, que se traduce en un ajuste

de la economía ante las nuevas condiciones de la economía internacional, proceso al

cual se dirigían el resto de las economías latinoamericanas. Empero, aunque la modalidad de esta transformación se oriente hacia la apertura externa, se diferencia

de los demás países latinoamericanos en sus esfuerzos por preservar la equidad social

y la vigencia de los principios socialistas, generándose tensiones entre la necesidad de

reinserción en el mercado mundial y las consideraciones de índole social. En una

primera etapa, el Estado asumió el costo de la crisis, manteniendo la cobertura de los servicios sociales y generalizando el racionamiento de todos los bienes de consumo

para garantizar su reparto equitativo.

Page 33: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Posteriormente, en 1993, superada esta etapa, el gobierno adopta medidas

activas para superar la crisis. Entonces se producen cambios significativos en el

modelo económico, entre los que destacan la descentralización del comercio exterior,

el establecimiento de un programa de saneamiento financiero que supuso la elevación

de los precios de artículos no esenciales (cigarros y bebidas alcohólicas), un nuevo

sistema tributario, la reducción o eliminación de subsidios a empresas no rentables, la creación de un mercado interno de divisas donde los productores nacionales

compitieran con productos extranjeros, la cooperativización de la producción agraria

(lo que se ha denominado como la tercera reforma agraria) y una creciente

desestatalización del trabajo (trabajo en empresas mixtas, trabajo cooperativo y por

cuenta propia). Para 1996 se puede afirmar que la economía cubana había superado la crisis y

empieza a dar muestras de una incipiente recuperación económica. Entre los

principales resultados macroeconómicos, Ferriol Muruaga destaca la reversión de la

contracción del PIB (en 1995 creció 2.5 por ciento y en 1996 7.2 por ciento), el control

del déficit comercial debido al comportamiento dinámico de las exportaciones (3.3 por

ciento en 1996) y el incremento en ella de los servicios, la mejora en el saldo de renta (divisas) y el aumento de la productividad, principalmente vinculadas a industrias

relacionadas con el turismo).11

Sin embargo, estas medidas de reforma económica también han tenido efectos

contradictorios en la redefinición del mundo social cubano. La repercusión social de

la política económica se expresa principalmente en el mercado de trabajo y la retribución laboral: el crecimiento de la desigualdad de distintos niveles y entre

distintos sectores laborales. El crecimiento del trabajo por cuenta propia y la

informalización del trabajo han generado diferencias entre los sectores formal e

informal, aunque con la peculiaridad – diferente al caso latinoamericano- de que tal

desigualdad se presenta en beneficio del sector informal. Así mismo, se generan

diferencias entre quienes están incorporados a la economía de divisas y los que no están vinculados al sector externo y entre aquellos que reciben mayores ingresos por

las remesas enviadas por parientes desde Estados Unidos y quienes reciben menos o

no reciben envíos de dinero.

Un cuadro comparativo entre la población de mayor y la de menor ingreso arroja

el siguiente perfil:

Fuente:Angela Ferriol Muruaga, 2001, Apertura externa, mercado laboral y política social" en Cuba Siglo XXI, sept.

La política social en la década de 1990 En la concepción neoliberal, la política social es considerada como una

externalidad a la política económica –el núcleo duro de la política pública. Así, el

gasto social aparece como una variable manipulable, subordinada al logro de las

metas establecidas en los programas de estabilización financiera y de ajuste

estructural, mientras que los principios de racionalización del gasto, focalización y selectividad se constituyen en los ejes conceptuales de la política social, concentrada

en programas destinados a enfrentar las tensiones derivadas del costo social de la

crisis y no como constituyente de una estrategia global de desarrollo humano.12

Como contrapunto a estas experiencias, en Cuba la política social durante todo el

período crítico ha tenido como objetivo preservar las conquistas sociales obtenidas

durante el desarrollo y consolidación de la revolución. De esta manera lo social en sentido fuerte –es decir, como reproducción humana de la propia sociedad- constituye

el núcleo de la racionalidad que orienta esta política, frente a las experiencias

Page 34: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

generales de la región donde la política social es instrumentalizada en función de la

acumulación del capital y la estabilidad económica. De hecho, podemos sostener que

como estrategia general de reinserción, el gobierno ha seguido una política de

conexión selectiva con el sistema mundial del capital porque en los sectores

directamente vinculados a la economía externa, los cuales generan las divisas

necesarias para la acumulación económica, se opera de acuerdo con la ley del valor capitalista, a diferencia del área de producción y distribución de los servicios sociales

básicos, donde la asignación sigue operando con la lógica socialista, esto es según las

necesidades –aunque, es preciso señalarlo, este principio opera de manera imperfecta.

Esta situación podría hacer suponer la coexistencia de dos racionalidades diferentes,

incluso contradictorias: un área de funcionamiento y con objetivos capitalistas y otra de carácter socialista; sin embargo, la distinción entre finalidad y operación permite

comprender que en la política cubana lo social asume el carácter de eje transversal de

las demás políticas públicas y del estilo de desarrollo. El hecho de que la generación

de divisas imponga la necesidad de jugar según las reglas del mercado no impide que

el objetivo del proceso global sea el desarrollo social en un sentido amplio, donde se

articulen crecimiento económico, acceso a bienes sociales básicos y participación ciudadana.13

La prioridad que se otorga a lo social como eje del desarrollo puede ser constatado

examinando la composición del gasto público. Se observa que el gasto social ha

ocupado un puesto de prioridad dentro del presupuesto público tanto en los años de

ajuste como durante el proceso de recuperación económica. Durante los momentos

más críticos de la crisis, se mantuvo la estabilidad en el porcentaje del gasto social (65 por ciento) y a partir de 1993 crece a un 70 por ciento, hasta representar en 1989 el

86 por ciento del gasto estatal.14

Dentro del presupuesto, la educación constituye el principal destino del gasto

social, representando el 28.7 por ciento para 1999. Alrededor del 84 por ciento de

este gasto se ejecutó en la enseñanza preescolar, primaria y media. A pesar de las

dificultades, se han hecho esfuerzos por extender los servicios educativos, además de mantener su gratuidad. Aunque en este sector se han enfrentado serias dificultades

para poder mantener la calidad de la cobertura del servicio, particularmente la escasez

de divisas y los bajos niveles de energía disponibles produjeron un déficit en la

dotación de libros de texto, materiales y demás recursos de apoyo educativo.15

Igualmente, se presentan problemas de mantenimiento de la infraestructura. Dentro de esta difícil situación, resulta importante llamar la atención sobre el hecho de que el

gasto en educación en Cuba abarca –situación inverosímil para cualquier política

social de la región- el transporte escolar donde este sea necesario, los alimentos, el vestuario

y los materiales de estudio. Otro problema manifestado durante la crisis ha sido el traslado del

personal docente hacia empleos mejor remunerados, aunque, según el ministro de Educación, Luis

Gómez Gutiérrez, este éxodo no representa el 10 por ciento de la población docente.16 Esta dificultad se enfrentó incorporando a los estudiantes graduandos de institutos pedagógicos en las Brigadas

Pedagógicas quienes garantizaron la educación primaria.

Los resultados de los esfuerzos de la política educativa saltan a la vista. Los

indicadores que habían sufrido algún deterioro en los primeros años del período

especial se han recuperado a partir del período escolar 1997-1998: la retención escolar, la continuidad de estudios de los graduandos de sexto grado y la de los de

secundaria básica, todos superando el 98 por ciento. Así mismo, el país cuenta con

un maestro por cada 42 habitantes, cifra que coloca a Cuba en el primer lugar de

maestros per cápita en el mundo.

Un elemento de primordial relevancia permite analizar el vínculo de la política

educativa con el desarrollo tecnológico, ambas concebidas como factor de crecimiento y redistribución social. Se trata del papel asignado a la formación calificada en el

nuevo modelo de desarrollo: al finalizar 1997, en el país funcionan 222 centros de

investigación científica a los que están vinculados más de 42 mil profesionales y

técnicos. Cuba cuenta con 1.8 científicos e ingenieros por cada 1000 habitantes, cifra

superior a la media de los países en desarrollo.17 De aquí debe surgir el personal altamente calificado que habrá de vincularse a las áreas más dinámicas de la nueva

producción post-industrial, aquellas que basándose en las nuevas tecnologías, hacen

uso intensivo del conocimiento, convirtiéndose tanto en fuente de sustento del

crecimiento económico como en la garantía del bienestar social, directamente para los

Page 35: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

vinculados como personal y mano de obra calificados e indirectamente para el resto de

la sociedad al generar mayor excedente para distribuir.

El segundo destino de importancia presupuestaria es la salud, sector como el

anterior protegido de la especulación capitalista, garantizándose la gratuidad y

cobertura universal de estos servicios. En 1999, a este sector se destinó el 25.5 por

ciento del gasto social. Como el conjunto de los sectores sociales, la salud recibió fuertes impactos negativos durante la crisis económica. Este sector fue uno de los

que se vio mayormente afectado al desarticularse el campo socialista, especialmente

en cuanto a suministros médicos, agregándose a los efectos del bloqueo en cuanto a

los obstáculos para la obtención de créditos y en la negociación con otros países. Así,

en los primeros años de la crisis, aumentó el índice de bajo peso al nacer y de mortalidad materna; se produjo un ligero aumento de la tuberculosis y otras

enfermedades infecciosas y parasitarias; se produjo un deterioro en algunos

programas como el de control de vectores y de saneamiento ambiental debido a la falta

de equipos y combustible, lo que significó el aumento de las tasas de morbilidad por

enfermedades transmisibles asociadas a las condiciones ambientales; también se

presentaron dificultades en la adquisición de los reactivos necesarios para los diagnósticos médicos.18 No obstante esto, el cuadro de salud de la población cubana

siguió siendo satisfactorio y notablemente superior a los países del continente. Según

datos de UNICEF, en Cuba la esperanza de vida alcanza los 75 años de edad, la

mortalidad infantil se sitúa en 7.2 por mil nacidos vivos (compárese con la cifra mun-

dial de 60). Otros datos como el porcentaje de bajo peso al nacer (6.9 por ciento) y el indicador de mortalidad materna (2.2 por mil) ubican al país al lado de indicadores de

países desarrollados. Una figura peculiar, responsable en el desarrollo de la salud, ha

sido el médico de familia, dedicado a la atención primaria de un promedio de 125 núcleos familiares

en un territorio delimitado. Durante el período de crisis, este sistema se extendió abarcando a más de

un 97 por ciento de la población.

También se han implementado políticas de desarrollo científico que complementan el desarrollo del sector salud. En tal sentido, existen once institutos de investigación

que combinan la atención médica especializada con la investigación en áreas

específicas, además de otros centros de alto nivel científico, cuyos resultados se

aplican en el campo de la salud. Así, se han desarrollado vacunas y otros productos

de alta complejidad, instrumentos, reactivos, medicamentos y equipos de tecnología avanzada para el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades.19

En materia de seguridad social, diversos autores han señalado la tensión

provocada por la convergencia de una serie de factores. La cobertura universal del

sistema de seguridad social supone la atención creciente de más usuarios en una so-

ciedad con altos niveles de esperanza de vida. Como problema central se presenta el

déficit en el aporte de cuota de la seguridad social, el cual históricamente había sido cubierto por el Estado, empleador exclusivo hasta el ajuste económico, y no por el

trabajador. Además, al abrirse la economía al sector privado disminuyen cada vez

más estas contribuciones. Se plantea, entonces, la necesidad de rediseñar el sistema

de manera que, manteniéndose los principios de universalidad y solidaridad, se logre

mayor eficiencia económica. Aunque el gobierno ha discutido con los trabajadores la aprobación de la contribución laboral al seguro social, la misma no ha sido aplicada

aún.

En materia de empleo, sin duda la política económica ha tenido repercusiones

serias en una situación anterior de pleno empleo. A raíz de la brusca caída de los

niveles de producción y la paralización de gran cantidad de empresas, se inicia un

proceso de racionalización de la fuerza de trabajo. Desde 1990 hasta 1998, se habían “racionalizado” 1555 mil trabajadores en centros productivos y de servicios. En 1995

la tasa de desempleo alcanzó el 7.9 por ciento. A diferencia de las políticas de choque

neoliberales, el gobierno cubano asumió este costo estableciendo un subsidio por

desempleo equivalente al 60 por ciento del salario, incluyendo las prestaciones

sociales básicas. Continúa siendo un reto de la política de empleo ajustarse a las nuevas condiciones de funcionamiento de la economía, de manera que a la vez que se

mejora la eficiencia económica y se readecua el tamaño y la planilla de las entidades

productivas de acuerdo a sus necesidades reales –para no derrochar recursos-, se

promuevan actividades económicas que incorporen de manera estable a la fuerza de

Page 36: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

trabajo. En este aspecto, seguirá siendo importante la dirección y planificación

central de la economía, la asignación de recursos y el control público de las categorías

laborales básicas: salario, ocupación y productividad.

Debe señalarse, además, que la política social cubana prevé una asistencia social compuesta

por servicios gratuitos, prestaciones monetarias dirigidas a personas que no tienen aseguradas sus

necesidades esenciales: alimentación, reparación de viviendas, entrega de vestuarios, artículos de hogar e higiene, alimentación a ancianos pensionados sin familia a precios módicos, todas ellas

políticas de carácter focalizado.

Una vez observado el proceso de ejecución de algunas de las políticas sociales

durante el período especial, podemos hacer un balance general de la política social

cubana: 1) La política social y la política económica: a diferencia del modelo neoliberal y

sus variantes eclécticas, donde lo social está subordinado a lo que estas estrategias

consideran el centro duro de la política pública –es decir, la política económica-, en el

caso cubano es lo social el eje coordinador de la política pública y del desarrollo. De

ahí la prioridad que ha tenido durante el proceso de ajuste la protección estatal de la

población y la garantía de los servicios sociales básicos, no mercantilizados. La articulación de estos dos niveles de políticas supone que la acumulación económica es

necesaria, pero no suficiente para reproducir humanamente a la sociedad, de manera

que no es a su autorreproducción cerrada a la que responde sino a la racionalidad

socialista del sistema.

2) El Estado como ámbito de acción institucional privilegiado: en medio del debate histórico entre Estado y mercado, Cuba ha establecido una conexión selectiva con el

capital incorporándolo en áreas y sectores donde su participación es clave para el

desarrollo nacional. Sin embargo, en la medida que el compromiso central del

gobierno ha sido el de preservar la acumulación social lograda hasta el momento de la

crisis, se ha mantenido el principio de que los servicios sociales sean prestados por el

Estado, excluyendo a agentes económicos privados. Ahora bien, las propias autoridades cubanas han reconocido la necesidad de superar el viejo modelo centralis-

ta, redefiniendo administrativamente y desburocratizando al Estado. Aunque este

proceso ha seguido un camino sinuoso, no exento de retrocesos y tentativas

autoritarias, se han ensayado nuevas e incipientes formas de relación Estado-sociedad

a partir de la descentralización financiera y territorial y la incorporación de nuevas formas de participación social.

3) Participación y eficacia: aunque el Estado es el rector máximo en la asignación

de los beneficios sociales, durante el proceso de reforma económica se sometieron a

amplios procesos de discusión en las organizaciones de masa tanto las medidas que se

debían tomar así como sus efectos sociales. Ejemplo de ello, lo constituyen las

discusiones previas al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en 1990; las discusiones en los llamados parlamentos obreros a iniciativa de la Central de

Trabajadores de Cuba (CTC), que produjeron el documento base de discusión en la

Asamblea Nacional en 1994; el XVII Congreso de la CTC de 1996, donde se sometieron

a debate en todos los centros de trabajo del país temas relativos al salario, los

sistemas de estímulo laboral, los servicios sociales, el empleo y el reordenamiento laboral entre otros; o la discusión realizada en organizaciones barriales y centros de

trabajo del documento base del V Congreso del PCC celebrado en 1997. En cuanto a la

ejecución de las políticas, las dificultades para garantizar la cobertura o la calidad del servicio seenfrentó incorporando a la sociedad, no solamente a las clásicas organizaciones de masas

como la Federación de Mujeres Cubanas, que apoya las políticas sanitarias, sino que la nueva

participación se ha realizado desde los patrones de interacción social de la vida cotidiana, apelando a

solidaridades comunitarias, relaciones vecinales y vínculos familiares. Tenemos así el Programa educa a

tu hijo, modalidad de educación no escolarizada apoyada por la participación familiar y comunitaria para

hacerle frente a los déficits de construcción de círculos infantiles. También se presentan las figuras del

médico y la enfermera de familia, quienes residen en el sector que atienden, de hecho su consultorio está

anexado a su residencia.

Esta incorporación desde vínculos concretos facilita la ejecución eficaz de las políticas diseñadas.

Aún así, puede surgir la crítica de que las organizaciones responden políticamente al partido-gobierno.20

Lo que no puede ser negado, empero, es que existe una incorporación real y efectiva de amplios sectores

sociales.

Page 37: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

4) La universalidad como principio rector: el Estado mantiene su compromiso con la cobertura

universal de los servicios sociales como estrategia de largo plazo para garantizar el desarrollo social,

articulándose con medidas selectivas destinadas a atender de manera inmediata a sectores vulnerables o

afectados negativamente por la apertura económica.

5) Carácter integral y sistémico de la política social: las políticas sectoriales se diseñaron de tal

manera que su entrelazamiento les permite apoyarse mutuamente e incorporar a los actores característicos

de un sector en otros. Recordemos la relación entre las políticas alimentaria y educativa o el apoyo que

prestan en política de salud los ministerios de Trabajo y Seguridad Social y de Educación y las

organizaciones locales al Ministerio de Salud Pública.

Además, la política social como un todo se encuentra articulada al resto de las demás políticas

públicas, particularmente con las políticas económica y tecnológica. Replanteándose la clásica relación

política social-relaciones de producción, donde la atención de lo social se refiere exclusivamente a la

distribución de bienes sociales entre las distintas categorías sociales sin atender la eficacia y el desarrollo

tecno-científico –procesos propios de estatismos burocráticos socialistas y reformistas- la estrategia

cubana de desarrollo de la década de 1990, centrada en un esfuerzo por industrializar la producción de

bienes con alto componente tecnológico, establece un nuevo papel para la ciencia y la tecnología en el

logro del crecimiento y la equidad. La política social comienza a ser pensada a partir de lo que Enoch

Adames denomina el eje política social-fuerzas productivas, teniendo en el avance tecnológico el factor

impulsor del desarrollo.21 Sectores como la biotecnología, la industria médico-farmacéutica, los equipos

medico- computarizados deberán garantizar la competitividad del país y una reinserción privilegiada en el futuro, lo que además

constituirá la base de la acumulación de capital que ha de ser redistribuida mediante la aplicación de las políticas sociales, es decir,

a partir del eje política social-relaciones de producción).

Conclusión La política social no puede concebirse como el reducto de un modelo que articula dos

racionalidades distintas: una lucrativa, otra caritativa. Lo social, como demuestra el caso cubano, sólo

puede convivir con aspectos de una economía de mercado si esta contribuye en la acumulación social

expresada en la salud, la educación general de la sociedad y la calificación técnico-científica. Aún

cuando en la isla existe una economía de escasez y sacrificio compartido, la vigencia de los principios de

universalidad, gratuidad y solidaridad característicos del proyecto social de la revolución, han permitido

distribuir un bienestar relativo, superior a los países del continente.

No puede establecerse legítimamente una diferencia absoluta entre políticas, ya que lo social supone

una circularidad permanente en la cual la reproducción social promueve el avance científico, estimula el

crecimiento económico y fomenta la acumulación necesaria para poder distribuir el capital obtenido en

forma de servicios y derechos sociales.

Notas

1. Consúltese a Adames, Enoch, 1997, “Políticas sociales y estilos de desarrollo en tiempos de globalización”, en Desarrollo sin pobreza: lo social y lo económico en la política, Instituto de Estudios

Nacionales (IDEN), Universidad de Panamá, pp. 67-68. 2. Arriagada, Irma, 1996, “El debate actual de las políticas sociales en América Latina”, en Nueva Sociedad

N°144, julio-agosto 1996, p. 57. 3. Ibíd., p. 58. 4. Bell Lara, José, 1999, Cambios mundiales y perspectivas. Revolución cubana. Editorial de Ciencias

Sociales, La Habana, p. 34. 5. Lage Dávila, Carlos, 1995, “Resistir sin ajuste antihumano”, en El milagro económico cubano. Reportaje

después de la hecatombe. INDEPAZ, Colombia, p. 26.

6. Pérez Villanueva, Omar Everleny, 1995, “Los indicadores de la recesión”, en El milagro cubano...op.cit., p.

40. 7. Bell Lara, José, op. cit., p. 38. 8. Ibíd.., p. 33.

9. Véase por ejemplo a González Posso, Camilo, 1995, “La Ley Helms-Burton para la libertad de Estados Unidos en Cuba”, en El milagro cubano...op. cit., p. 246.

10. Bell Lara, José, op. cit. p. 369.

11. Estos y otros datos en Ferriol Muruaga, Angela, 2001, “Apertura externa, mercado laboral y política social”, en Cuba siglo XXI, septiembre, p. 8.

12. Sobre este aspecto de las políticas sociales ver Ayala, Roberto, 1999, “La política social en el nuevo contexto” en Tareas N°102, mayo-septiembre, p. 21.

13. A pesar de lo señalado, es importante anotar la preocupación manifestada por diversos autores sobre el impacto cultural que está causando la irrupción de principios mercantiles en la sociabilidad de la población cubana, elemento este que puede conspirar –como podemos constatarlo en nuestras propias poblaciones- en la cohesión social y el espíritu solidario de la población. Sin embargo, este tipo de

análisis excede el carácter de este trabajo.

Page 38: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

14. Ferriol Muruaga, Ángela, op. cit., p. 12

15. Tabares Neyra, Lourdes e Iglesias Morell, Antonio, 1999, “Cuba: el rol del Estado y la justicia social en los años 90”, FLACSO-Programa Cuba, Documento de Trabajo X, La Habana, p. 7. También consultar a Bell Lara, op. cit., p. 73.

16. Gonzáles Posso, Camilo, 1995, “La educación es el futuro del país. Entrevista con el Ministro de Educación Luis Gómez Gutiérrez”, en El milagro cubano, op. cit., p. 136.

17. Tabares e Iglesias, op. cit., p. 7. 18. Bell Lara, op. cit. p. 77.

19. Consúltese a Tabaré e Iglesias, op. cit., p. 6. 20. No puede negarse que el sistema político cubano presenta un carácter peculiar, merecedor de una

atención detallada que no podemos prestarle en este trabajo. Se trata de un asunto que remite a discusiones sobre la teoría democrática, la sociedad civil y la descentralización política, sin duda de

singular importancia. 21. Adames, Enoch, op.cit., p. 74-75

Page 39: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Mansilla, H.C. F.. Los procesos de globalización en el Area Andina. Los fenómenos de interculturalidad y la influencia normativa de la modernidad. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 81-100. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/man.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

LOS PROCESOS DE GLOBALIZACION EN

EL AREA ANDINA Los fenómenos de interculturalidad y

la influencia normativa

de la modernidad

H. C. F. Mansilla*

*Sociólogo boliviano.

I Preliminares

Se puede afirmar que en el área andina del Ecuador a Bolivia la situación contemporánea está signada -entre otros problemas- por la existencia de tres grandes

conflictos trabados inextricablemente entre sí: 1) la lucha por la preservación de lo

propio contra los avances de la globalización occidental,1 2) la contienda entre

diferentes comunidades étnico-culturales por recursos materiales cada vez más

escasos y 3) la pugna convencional por espacios de hegemonía política.2 Las

diferentes variantes de la teoría de la interculturalidad -término por demás ambiguo- se inscriben en la constelación formada por estos conflictos. Teóricamente la

interculturalidad se halla inmersa en el debate mayor entre valores particularistas y

coerciones universalistas3 y en la discusión sobre la identidad colectiva.4

Asimismo, la disputa entre comunitarismo y liberalismo afecta importantes

elementos de la interculturalidad. Además, los problemas específicos de interculturalidad están entremezclados con asuntos sociopolíticos del día. En los

casos boliviano y peruano, se puede constatar una controversia soterrada, pero aguda,

entre la conservación de la tradicionalidad aborigen y los intentos de alcanzar la

modernidad a la brevedad posible, controversia no explícita que tiene lugar en el seno

de cada comunidad indígena y, en realidad, en la conciencia de innumerables

individuos. Esta pugna es particularmente clara y de intensidad mayor en grupos indígenas de urbanización reciente y formación universitaria. Nada de esto es

sorprendente, pues se repite muy a menudo en el gran libro de la historia universal.

No hay duda de que casi todos los grupos poblacionales indígenas intentan adoptar, lenta pero

seguramente, numerosos rasgos básicos del mundo occidental, sobre todo en los campos de la

técnica y la economía. Este designio tiene lugar, paradójica y simultáneamente, con el redescubrimiento de sus valores ancestrales. Lo que finalmente emerge es una amalgama abigarrada

y contradictoria que tiene una relevancia decisiva para la configuración de las identidades colectivas

del presente. Dicho con otras palabras: en el área andina los fenómenos de interculturalidad han

alcanzado una considerable complejidad y una alta intensidad, lo que hace difícil su exposición en

pocas palabras y conlleva, además, una fuerte carga emocional y política.

Algunos de los aspectos más importantes de este proceso son las múltiples modificaciones acaecidas en la esfera de la cultura y la mentalidad colectivas. La

modernización ha desplazado la relevancia que anteriormente tenían los sistemas

religiosos y ha inducido una fuerte tendencia hacia la secularización: en toda América

Latina, y no sólo en la región andina, la vida social e individual está cada vez menos

Page 40: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

vinculada a los preceptos y los ritos de la Iglesia católica. Las normativas de origen

religioso se hallan en franco retroceso, mientras que paulatinamente los valores

profanos influyen sobre cada vez más terrenos del comportamiento humano. Se

pueden detectar serios intentos de recrear las religiones aborígenes prehispánicas,

pero estos esfuerzos se limitan al resurgimiento -arbitrario, por otra parte- de ciertos

ritos sociales y procesos adivinatorios, sin relevancia en la vida de las comunidades indígenas.

Por otra parte, en toda la zona andina se ha dado un proceso muy marcado de

diferenciación social. La pobreza compacta y la uniformidad dentro de las

comunidades indígenas, que eran las características predominantes de estos grupos

hasta la primera mitad del siglo XX, han sido desplazadas por una estructura social que abarca diferentes estratos sociales en sentido financiero-económico, educativo,

político y domiciliario. Las elites indígenas, que entre tanto han surgido con

extraordinario vigor, configuran los vehículos más rápidos y eficaces para la diseminación de los standards de la modernidad y de los valores universalistas que se

originaron en el seno de la civilización occidental. Así sea todavía bajo la forma de

modas efímeras, las clases altas de las etnias aborígenes son las primeras en abrazar las pautas de comportamiento y las ideas prevalecientes en las sociedades

metropolitanas del Norte, que poco a poco llegan a ser vistas como normativas más o

menos propias de toda la comunidad indígena correspondiente. La preservación de la

tradicionalidad queda restringida a los estratos sociales de menor acceso a la

educación formal contemporánea.

Uno de los elementos que más eficazmente contribuye a configurar una identidad moderna es la forma específica cómo la niñez y la juventud son socializadas. En el

caso boliviano, tenemos también una muestra de una evolución casi universal5:

Comparada con generaciones anteriores, la actual juventud, y precisamente aquella de

origen indígena, ha gozado de una instrucción primaria más extendida y de mejor

calidad, denota un porcentaje substancialmente más alto de absolventes universitarios, habla castellano -a menudo como único idioma- en una proporción

significativamente más amplia que sus progenitores, vive mayoritariamente en áreas

urbanas y se adhiere a los valores normativos modernos del individualismo y el

consumismo. Y está sometida al bombardeo de la “industria de la cultura”, es decir a

los contenidos uniformizadores y universalistas de los medios modernos de

comunicación, en una intensidad mucho más elevada que cualquier generación previa. Es por ello que las generaciones jóvenes de todas las etnias aborígenes en

territorio boliviano y peruano tienden paulatina pero seguramente a usar el castellano

(español) como idioma primario, tanto en el ámbito familiar como en las áreas del estudio, el trabajo, el esparcimiento y hasta la comunicación con peer groups de origen

indígena en detrimento de las lenguas nativas. Todos los estudios correspondientes

denotan un retroceso de las lenguas vernaculares y un aumento concomitante de la utilización del castellano, un retroceso que no conlleva, sin embargo, un

debilitamiento inmediato del sentimiento de pertenencia a una de las grandes etnias

aborígenes. A largo plazo, empero, esta tendencia terminará por socavar la noción de

diferencias étnico-culturales insalvables, pues el idioma constituye uno de sus pilares

irrenunciables.

II Los fenómenos de la alienación contemporánea y

el problema del reconocimiento por los otros

Toda esta constelación es el caldo de cultivo ideal para diversos fenómenos de

alienación: la conciencia colectiva indígena percibe y sufre la escisión entre la antigua

armonía social, cultural y económica de la época premoderna, que se desarrolló lenta y orgánicamente, por un lado, y la diversidad (renovada incesantemente) de acciones

colectivas y valores de orientación de la era moderna, por otro. La cosmovisión

compartida hasta hace pocos decenios por la mayoría de la población andina era

relativamente simple, unitaria y bien expandida. Entre sus valores fundamentales se

hallaban: a) una religiosidad practicada consuetudinariamente (rica en ritos cuasi-folklóricos y

pobre en contenido teológico);

Page 41: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

b) la familia extendida (que actuaba también como un sistema espontáneo de

seguridad social, no mediado burocráticamente);

c) la jerarquías sociales basadas en la tradición histórica y en el origen social-familiar

de sus miembros; y

d) las obligaciones mutuas sancionadas por una ética venerable y por un control

social bastante estricto. La incursión de la modernidad significa ahora la confrontación cotidiana y

cambiante con mensajes disímiles, normativas divergentes y paradigmas foráneos, lo

que genera los modernos fenómenos de enajenación, por un lado, y la introducción de

valores normativos como el principio de rendimiento, el enriquecimiento individual, la

familia nuclear y el consumismo masivo, por otro. De esta constelación emerge necesariamente un fuerte debate sobre

interculturalidad e identidad social. Ante todo hay que señalar que el concepto de

identidad sólo tiene sentido cuando se refiere y se incluye a lo no-idéntico.6 La autoconciencia lograda de sí mismo es aquélla que se “pierde” en el otro y por ello se

reconoce a sí misma en la alteridad. Lo propio recién puede ser conocido y llegar a ser

familiar si lo podemos reconocer en el seno de lo ajeno. El éxito del proceso identificatorio se produce superando la cualidad de la alteridad absoluta: lo ajeno es,

en el fondo, lo que aún no ha sido comprendido del todo. En la confrontación con el otro, el sujeto tiende a percibirlo primeramente como lo extraño, pero el

reconocimiento de lo propio en medio de lo ajeno es paradójicamente lo que permite

un conocimiento cabal de uno mismo.

En la actualidad, uno de los problemas centrales de la interculturalidad está vinculado con la temática del reconocimiento por el otro. Las sociedades andinas han

ingresado en el proceso globalizador con vínculos desiguales que las atan a otras

culturas: la constelación básica resultante es de una marcada asimetría. Y las

culturas dominantes del Norte no reconocen a las sociedades andinas -y menos a las

comunidades indígenas- como iguales. Una identidad estable y razonable requiere de

comunicaciones e intercambios de variado tipo con los otros, lo que, en el fondo, ejerce la función de consolidar la identidad mediante el reconocimiento por los otros.7 Si falta

este reconocimiento, puede surgir un complejo de inferioridad que busca

inmediatamente mecanismos (y bienes) de compensación, muchas veces de índole

agresiva. Esta estrategia puede ser complementada por un renacimiento

instrumentalista e interesado de ciertas porciones de la propia tradición, porciones que aparentemente no están contaminadas por lo otro y que, según los ideólogos de la

pureza cultural, podrían servir de cimiento para la renovación de la identidad colectiva

afectada. A partir de abril de 2000, se percibe algunos de estos elementos en el seno

de los movimientos sociales y los partidos políticos vinculados a las etnias aborígenes

en Bolivia.

El problema del reconocimiento está entrelazado íntimamente con el de los vínculos

asimétricos, o dicho de otra manera: en el ámbito andino la conciencia intelectual considera la temática de la identidad como envuelta en la trama de relaciones

desiguales entre las naciones altamente industrializadas del Norte y las sociedades subdesarrolladas del Sur, por una parte, y lareproducción de este fenómeno entre los diferentes

grupos étnico-culturales dentro del propio país (el colonialismo interno), por otro. Cuando la temática de

la identidad irrumpe en el campo de las ciencias sociales latinoamericanas, lo hace en cuanto conciencia

de una crisis: así sea como carencia de una identidad generalmente aceptada y sólida o como una

meramente dependiente, subordinada y subalterna, que se manifiesta bajo la forma de una máscara.8 En

este contexto la cuestión no es si esta visión es verdadera o siquiera pertinente; ya que probablemente la

mayoría de la población se percibe a sí misma como subdesarrollada y dependiente con respecto al

mundo metropolitano occidental, su identidad colectiva está traumáticamente ligada a la existencia o la

ausencia de un reconocimiento proveniente de las comunidades septentrionales reputadas como el

paradigma actual de desarrollo.9

III Lo otro, la compleja interculturalidad y las presuntas amenazas externas

Es una tarea ardua determinar que es lo otro para la sociedad andina. Para las etnias indígenas, desde

la época de la conquista española, lo otro estuvo encarnado en la civilización proveniente de Occidente,

en sus normativas y costumbres, sus instituciones y ideologías. No cabe duda de que se trataba de un otro

Page 42: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

en cuanto amenaza, que ha encarnado hasta nuestros días el peligro de la extinción material o degradación

espiritual de las distintas identidades aborígenes. Para el investigador mexicano Guillermo Bonfil Batalla,

lo otro está representado por la civilización de Europa Occidental, percibida como la suma de lo negativo;

la contradicción que marcaría a fuego el Nuevo Mundo sería aquella entre la cultura india y la presencia

de Occidente. Más aun: “La definición básica del pensamiento político indio está en su oposición a la

civilización occidental. [...] Se niega a Occidente de manera global”.10 Aunque en Bolivia existen pocos

testimonios empíricos para avalar esta tesis en su versión radical, se puede aseverar que en ciertos

movimientos indianistas11 la propia identidad grupal está definida ex negativo por la oposición a un

modelo civilizatorio materialmente exitoso y triunfador. Según esta doctrina no hubo coloniaje, sino

invasión, a la que hay que prestar resistencia de todas formas; el mestizaje, por consiguiente, no sería una

nueva y fructífera cultura por derecho propio, sino un producto detestable y degradado de Occidente, al

que hay de rechazar tajantemente. Las únicas manifestaciones culturales realmente valiosas en América

serían las que provienen del acervo indígena incontaminado, que perviven soterradas en la memoria

colectiva de los pueblos indios y en sus prácticas cotidianas. La lucha contra el imperialismo sería, ante

todo, una lucha anticolonialista, y por ello el marxismo y el socialismo resultarían insuficientes ya que,

por su origen y sus objetivos, no estarían en la facultad de comprender la indianidad.

Esta concepción es válida no sólo para pequeños grupos de intelectuales radicalizados, sino de manera

creciente para sectores de los partidos políticos que recibieron un fuerte respaldo de la población indígena

en las elecciones de junio de 2002. Pero esto es únicamente una cara de la problemática. En el presente,

las situación real es muy distinta de la imaginada por los intelectuales radicales. Por ejemplo: los

múltiples nexos existentes entre las comunidades indígenas y la civilización metropolitano-occidental se

han transformado en una nueva síntesis de carácter ambivalente, como ha sido la compleja evolución de

todo mestizaje a lo largo de la historia universal. Sobre todo en lo concerniente a las últimas metas

normativas que hoy en día definen lo que es “desarrollo”, las etnias aborígenes no han querido o no han

podido establecer modelos y valores genuinamente propios, originales y diferentes de aquellos surgidos

en las naciones del Norte. Las metas de desarrollo generadas por la civilización metropolitano-occidental

-la modernización exhaustiva, el alto nivel de consumo masivo, la tecnificación en un contexto

crecientemente urbano, acceso a una adecuada educación formal, participación en el mercado nacional,

configuración de la vida cotidiana según los parámetros occidentales y un Estado nacional más o menos

eficiente-, han sido entretanto acogidas por las comunidades indígenas en forma entusiasta y convertidas

en valores orientadores de primera importancia. En este aspecto, las comunidades indígenas en el área

andina siguen la pauta establecida por la elite blanca y los grupos mestizos del país respectivo, que

siempre se han sentido próximos a abrazar (de manera más o menos lograda o arbitraria) las normativas

metropolitanas occidentales. En esta época de presurosas adopciones de las más disímiles herencias

civilizatorias e intercambios culturales incesantes con las naciones más lejanas, la confrontación entre lo

propio y lo ajeno tiende a diluirse en un mar de ambigüedades, donde es muy arduo establecer categorías

científico-analíticas que puedan dar cuenta adecuadamente de una evolución sumamente compleja y hasta

contradictoria.

Ahora bien: a las corrientes nacionalistas, nativistas y particularistas de todo tipo -y en el caso andino

a las tendencias anti-occidentales de algunas etnias originarias- les asiste un cierto derecho. En una época

de fronteras permeables, de un sistema global de comunicaciones casi totalmente integrado y de pautas

normativas universales, nace la voluntad de oponerse a las corrientes de uniformamiento y

despersonalización. La legítima aspiración de afirmar la propia identidad sociocultural puede, sin

embargo, transformarse rápidamente en una tendencia xenófoba, racista, agresiva y claramente irracional,

que a la postre pretende la aniquilación del otro y de los otros.

Aparte de la propensión ya mencionada de imitar los decursos socio-culturales del mundo

metropolitano-occidental, en el mundo andino hay algunos movimientos indigenistas e indianistas que

propagan un etnocentrismo acendrado y hasta un racismo excluyente, acompañados por el designio de

revitalizar las antiguas religiones, lengua y costumbres. Después de largos siglos de amarga humillación y

explotación despiadada, es comprensible que surjan corrientes de estas características,12 que se consagran

a una apología ingenua del estado de cosas antes de la llegada de los conquistadores españoles. En lo

referente a la vida cotidiana del presente, las tendencias indianistas brindan, asimismo, una visión

unilateral y apologética de los valores de orientación indígenas: “la solidaridad, el respeto, la honradez, la

sobriedad y el amor” constituirían los “valores centrales, piedras fundadoras de la civilización india”,

mientras que las normativas de la civilización occidental son descritas como “egoísmo, engaño,

desengaño, apetito insaciable de bienes materiales, odio; todo lo cual prueba la historia y lo comprueba la

observación diaria de la vida urbana, reducto y fortaleza de la invasión occidental”.13 “La miseria, el

hambre, la enfermedad y las conductas antisociales no son herencia de la civilización india, sino

productos directos de la dominación. Forman parte de una circunstancia temporal (la invasión), pero no

cuentan como rasgos constitutivos de la civilización india”.14 Se trata claramente del rechazo del otro en

Page 43: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

nombre de un anticolonialismo ruralista que coloca al campesinado de origen indígena en el centro de la

historia como sujeto privilegiado de los “nuevos” decursos evolutivos. Por lo demás, se puede constatar

fácilmente que esta contraposición maniqueísta de valores enteramente positivos de un lado y

profundamente negativos del otro tuvo y tiene poco que ver con la realidad de cualquier sociedad; por ello

es innecesario detenerse aquí y poner las cosas en claro. Se proclama simultáneamente la superioridad

moral del indio y la inferioridad correspondiente del europeo, con lo cual, además, se relativizan los

logros de Occidente: éstos se hallarían exclusivamente en el terreno material, contaminados por los fines

profanos a los que están subordinados.

IV. Nativismo e interculturalidad

Los fenómenos contemporáneos del fundamentalismo, nacionalismo y nativismo surgen como una

respuesta creíble y ampliamente aceptada al dilema conformado por los procesos traumatizantes de

aculturación y por una identidad colectiva amenazada y, al mismo tiempo, atraída por la civilización del

Norte. El nativismo y el nacionalismo poseen, en el fondo, la función de una ideología anticolonialista de

modernización,15 doctrina creada y difundida por las capas medias y sus intelectuales, que anhelan la

superación de la tradicionalidad pre-industrial y, simultáneamente, la consecución de la modernidad

occidental. El componente ideológico nacionalista sirve evidentemente de cortina de humo, pero también

como un mecanismo proveniente de las capas profundas de la tradición que apuntala un sentimiento de

identidad colectiva que está en peligro.

Este tipo de argumentación es muy apropiado para las más curiosas falsificaciones historiográficas. El

indianismo radical presupone, por ejemplo, la existencia de una sola civilización india en el Nuevo

Mundo, de la cual los muchos pueblos y testimonios culturales serían sólo las expresiones regionalmente

particulares. Esta única y gran civilización aborigen habría sido fragmentada premeditadamente por las

potencias europeas, “estableciendo fronteras, ahondando diferencias y provocando rivalidades. Esta

estrategia persigue un objetivo principal, ladominación, para lo cual busca demostrar ideológicamente que

en América la civilización occidental se enfrenta a una multitud de pueblos atomizados diferentes unos de

otros ... “. “Así la identificación y la solidaridad entre los indios, la indianidad, no es un postulado táctico

sino la expresión necesaria de una unidad histórica basada en una civilización común, que el colonialismo

ha querido ocultar”.16 Aunque no hay duda de que las potencias colonizadoras se han servido del

antiquísimo principio divide et impera, no se puede negar, por otro lado, que las culturas aborígenes

prehispánicas han conocido diferencias, rivalidades, guerras y conflictos casi perennes entre sí; con toda

seguridad los imperios sudamericanos no sabían nada de los mesoamericanos antes de 1492. El concepto

de una „indianidad‟ solidaria y sin mácula que hubiese abarcado todo el continente y que ahora estuviera

intacta entre los comunarios campesinos de los ayllus altiplánicos es una creación ideológica

contemporánea, generada exclusivamente con fines político-ideológicos precisos y profanos por

intelectuales que normalmente no tienen mucho que ver ni con la vida rural ni con la sangre indígena.

Por una parte, estos ejercicios de retórica fundamentalista no han podido establecer fehacientemente

en qué consiste la substancia imborrable, única e inconfundible de las identidades indígenas en territorio

boliviano: todos las características que se les pueden atribuir son comunes a sociedades de otras épocas y

latitudes, incluyendo el idioma. Por otra parte, el fundamentalismo indianista deja de lado

premeditadamente la profunda transformación que ha sufrido la población agraria e indígena del país,

especialmente en la esfera de los valores de orientación: estos sectores, cada vez más urbanizados y

sometidos a la influencia de la escuela, el mercado y los medios masivos de comunicación, quieren tener

un acceso pronto e irrestricto a la modernidad occidental y mantener sus antiguas normativas sólo en

terrenos secundarios, como la cultura (en sentido estricto) y la familia.17

En contraposición a las elucubraciones teóricas fundamentalistas la realidad cotidiana es, como

siempre, más compleja. En Bolivia el nativismo indianista -que posee fuertes elementos comunitaristas-

tiene una considerable presencia en ciertos segmentos de la Confederación Sindical Unica de

Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), en los partidos políticos de inspiración radical (el

Movimiento al Socialismo [MAS] y el Movimiento Indígena Pachakuti [MIP]) y en pequeños grupos

indígenas tanto urbanos como rurales. Sectores de esta tendencia tomaron parte en las elecciones

presidenciales y parlamentarias de 1997 conformando el llamado Eje Pachakuti; pese a que la adhesión

obtenida fue extremadamente baja, es conveniente referirse a algunos de sus planteamientos centrales,

pues se reproducen en la actualidad, con pocas variantes, en los grupos radicalizados cercanos al MIP y,

en grado mucho menor, al MAS. Esta posición rechaza tajantemente cualquier tipo de capitalismo (“hasta

con posibles reformas”), se proclama socialista y autogestionario y propugna un “nuevo Estado

democrático, plurinacional y socialista”, basado en una asamblea de nacionalidades originarias (es decir:

casi exclusivamente campesinas) y en un socialismo comunitario, que se reduce, en el fondo, a postular el

renacimiento de las comunidades agrarias (ayllus) prehispánicos y premodernos. El programa es

Page 44: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

completamente vago en cuanto a proposiciones concretas y reformas específicas, pero muy rico en

asociaciones emotivas: el rechazo del individualismo europeo, la lucha frontal contra el “sistema” y la

denigración de la organización estatal actual (“Bolivia es un Estado sin nación”) son los temas

recurrentes.18 Otros grupos afines, más intelectuales y menos políticos, exigen también la „dinamización‟

de los factores “lengua, historia y organización”.19 Se trata en ambos casos de una propuesta que

privilegia el mundo rural, los grupos étnicos allí predominantes y sus formas de vida y que, al mismo

tiempo, no considera adecuadamente la esfera urbana, los amplios sectores de mestizos y estratos medios

y los procesos de modernización que caracterizan Bolivia por lo menos desde 1952.

Factores adicionales dificultan este designio de recuperar y revitalizar las identidades aborígenes del

Nuevo Mundo. Es muy probable, por ejemplo, que las identidades colectivas premodernas -como lo son

hasta hoy las nacionalidades originarias en Bolivia y en toda el área andina- hayan tenido un carácter

cambiante según las circunstancias y los intereses de los involucrados. Puede ser, por ende, que conceptos

tales como identidad, etnia y nacionalidad posean una índole reduccionista, consagrada a clasificar

fenómenos variables, incoherentes y, en todo caso, muy complejos como si fueran fenómenos estables y

delimitables. Muchas veces son factores totalmente externos los que deciden si alguien pertenece o no a

una comunidad determinada: la mirada del otro determina a menudo la identidad de uno. En estos tiempos

modernos la autopercepción y el factor subjetivo se han transformado en mecanismos importantes para

precisar la pertenencia a una comunidad. Las fronteras étnico-culturales dependen también de las

circunstancias exteriores y de factores enteramente profano-materiales, como el acceso a recursos vitales.

Al debilitarse éste último, la definición étnica puede entrar en crisis.

No hay duda, por una parte, de que existen los llamados vínculos primarios (los aspectos “dados”) que

constituyen el fundamento de toda identidad socio-cultural: los nexos de la sangre y el parentesco, el

lenguaje cotidiano, la religión practicada, la vecindad inmediata, la comunidad de costumbres, usos y

cosmovisiones, nexos arrastrados por siglos y por ello convertidos en algo cercano a lo sagrado. Pero, por

otra parte, hay que considerar que estos vínculos primordiales mantienen su poder identificatorio y, por

ende, su relevancia cultural y política sólo si los involucrados los aceptan como tales. Es decir: las etnias

dejan de ser las unidades esenciales de la identificación social si sus miembros dejan de adherirse a ellas.

Si el control social de las comunidades primarias se relaja, si el prestigio de su religión y sus hábitos

decae y si su cosmovisión queda opacada por cualquier producto ideológico del mundo moderno,

entonces las etnias, las nacionalidades y toda comunidad premoderna pierden la capacidad de congregar y

guiar a sus individuos.20 Parece, por lo tanto, que la posición más sensata es una intermedia entre la

esencialista y la relativista: “nacionalidad”, “pueblo” y “etnia” no son, por supuesto, manifestaciones

totalmente objetivas de realidades empíricas, que permanecen en lo fundamental incólumes a través del

desenvolvimiento histórico y social, pero tampoco representan únicamente creaciones intelectuales,

imágenes populares y atractivas, o reconstrucciones fictivas del pasado, elaboradas ex professo por

pensadores y políticos con posterioridad a la prosaica realidad. En cuanto construcciones más o menos

artificiales son ciertamente importantes para reavivar sentimientos y movimientos nacionalistas, pero en

la mayoría de los casos los fenómenos étnico-culturales poseen un substrato real, conformado por una

lengua, un territorio, instituciones y tradiciones comunes.21

V Aspectos específicos en Bolivia

La historia de este territorio es desde antes de la colonización española una crónica de fragmentación,

disolución y reformulación de identidades colectivas; la mayoría de los indígenas aymaras no conoce, por

ejemplo, datos fundamentales del pasado de su pueblo y tiende a confundirlo con el de la etnia quechua

de origen incásico, aunque los incas oprimieron brutalmente a los aymaras después de conquistar su

territorio por las armas. La actual identidad aymara está asentada en elementos quechua-incásicos, mejor

dicho en una concepción idealizada y embellecida del pasado, de los logros histórico-políticos y de las

instituciones incásicas.

En el ámbito boliviano, donde el proceso de urbanización, aunque muy avanzado, no ha tomado aún las

dimensiones gigantescas de otras regiones, ha pervivido todavía un fuerte espíritu de búsqueda de una

identidad colectiva propia, apoyada en la cultura indígena y, por ende, rural, antimoderna y no occidental.

En Bolivia, las migraciones internas y los cambios sociales, vinculados hoy en día a la peculiar

modernización imitativa y apresurada del Tercer Mundo, no han conllevado hasta ahora una amplia

desarticulación del sector campesino y tampoco una desestructuración irremediable de las matrices

culturales premodernas. Es allí donde se da una amplia gama de corrientes contestatarias,22 y donde la

cuestión de una identidad social propia, diferente y opuesta a la encarnada por la modernidad occidental e

individualista, tiene una cierta raigambre en dilatados segmentos campesinos y en grupos políticos

populistas urbanos. Esta preocupación por “identidades cerradas”23 y pretendidamente autóctonas exhibe

en el campo institucional una inclinación por modelos de una democracia directa y participativa y un

Page 45: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

rechazo de la democracia representativa y pluralista. Pero al mismo tiempo es imprescindible señalar que

otras corrientes en el seno de los campesinos indígenas bolivianos (por ejemplo fuera del ámbito aymara)

no se adhieren a posturas racistas y están, por el contrario, abiertas a pactos con otras tendencias

ideológicas y otros grupos ético-culturales.24

VI Problemas del imaginario popular

No hay duda de que la larga era colonial española y luego la republicana, que continuó algunos

elementos centrales de la explotación y subordinación de los indígenas, han generado en las etnias

aborígenes una conciencia muy dilatada de nación oprimida, de una injusticia secular no resuelta y de

agravios materiales y simbólicos aun vivos en la memoria popular.25 Se ha producido así un imaginario

colectivo altamente emocional que, pese a su indudable razón de ser, simultáneamente se cierra al análisis

racional y al debate realista de su condición actual.26 La exacerbación de elementos comunitaristas y

particularistas debilita los aspectos razonables de la modernidad, como la democracia pluralista, la

institucionalidad del Estado de Derecho y la moral universalista. Este imaginario alimentado por factores

emotivos no es favorable a acuerdos y arreglos práctico-pragmáticos con culturas diferentes y con otros

grupos étnicos. En el choque con los factores muy exitosos de la modernidad, los valores particularistas y

comunitaristas pueden transformarse en situaciones de una extendida anomia, que no es de ninguna

manera proclive ni a una consolidación de las propias etnias aborígenes ni a una convivencia civilizada de

las diferentes culturas en territorio boliviano. No hay duda de la injusticia que representan enormes

sectores poblacionales de excluidos, discriminados y marginales, pero el retorno al irracionalismo

histórico-social y el fomento de posiciones comunitaristas extremas sólo conducirán al debilitamiento de

las etnias aborígenes y a su permanencia en situaciones de desventaja. Especialmente grave es el rechazo

de lo “occidental” que engloba creaciones civilizatorias de índole universalista como los derechos

humanos y ciudadanos, algunas pautas contemporáneas de comportamiento socio-político (como la

democracia representativa pluralista) y algunos valores actuales de orientación (por ejemplo el principio

de rendimiento, el individualismo y la tolerancia ideológica).27

Actualmente se puede aseverar que en Bolivia se dan dos fenómenos al mismo tiempo. Por un lado, el

proceso de modernización que, por más modesto que sea, ha socavado en forma lenta pero segura la

autoridad, el prestigio y las funciones que eran inherentes a las colectividades indígenas definidas según

criterios étnico-culturales. La mayor autoconsciencia individual, la construcción de la personalidad de

acuerdo a parámetros urbanos, racionales y universales y las imágenes omnipotentes de la “industria

cultural” moderna contribuyen a debilitar todo nexo identificatorio tradicional. Por otro lado, la misma

acción modernizadora provoca una fuerte reacción autodefensiva de las comunidades aborígenes, que

intentan preservar sus valores y normas y el control sobre sus miembros precisamente con más ahínco

cuando se saben amenazadas de muerte. La función divulgadora de los medios contemporáneos de

comunicación social y el carácter tolerante y pluralista de los regímenes políticos del presente, favorecen

también un cierto renacimiento de los mencionados vínculos primarios. Entre esta dialéctica se mueve

hoy en día el movimiento indigenista e indianista en Bolivia.

VII Consideraciones finales

Para aclarar la compleja temática de la interculturalidad, no es superfluo retornar a algunas reflexiones

del acervo clásico. Existirían culturas, etnias y sociedades distintas, pero no superiores ni inferiores. Esto

se aviene adecuadamente con un concepto procesual y no substancialista de etnia: en lugar de definir a las

comunidades aborígenes buscando una esencia identificatoria indeleble e impermeable al paso del tiempo,

se debería comprenderlas en cuanto fenómenos históricos y, por lo tanto, pasajeros, como lo sugirió

Guillermo Bonfil Batalla28 “Tolerarse y respetarse, aun sin entenderse”, es decir reconociendo la

diversidad de identidades y abandonando todo proyecto unificador y homogeneizador -tanto en la variante

indigenista como en la modernizante de estilo occidental- parecería ser el modo de alcanzar mejores

nexos humanos en un país con pluralidad de culturas.29

A pesar de su frágil contextura inicial, de su ineficiencia y corrupción, de las alteraciones sufridas en

las últimas décadas y de su mala imagen en la opinión pública esclarecida, el Estado boliviano ha

desplegado paulatinamente una cierta fortaleza y coherencia y, lo que es más importante en este contexto,

ha engendrado un sentimiento generalizado de pertenencia a una nación específica y a una identidad

colectiva más o menos aceptada por la población del país. Es posible — pero no seguro — que este

Estado acepte los siguientes puntos, que no conllevan ni la disolución ni el debilitamiento del Estado a

largo plazo, y aceptándolos, se logre una mejor convivencia intercultural: una creciente territorialidad

propia de la presencia indígena, el despliegue de una plataforma política común a todas las etnias del país,

una inserción más efectiva y más justa de las economías indígenas en el mercado nacional y el

Page 46: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

reconocimiento legal de las lenguas aborígenes como lenguas oficiales de uso normal en la escuela, los

tribunales y las dependencias de la administración pública.

A pesar de los dramáticos acontecimientos acaecidos desde abril de 2000, se puede aseverar que el

proceso boliviano de democratización a partir de 1982, el cosmopolitismo que permea ahora los medios

masivos de comunicación, los resultados lentos pero seguros de una mejor educación básica y también la

creciente autoconciencia de los pueblos aborígenes han reducido las actitudes de racismo abierto, que

durante siglos determinaron las relaciones intergrupales en Bolivia. Aunque este desenvolvimiento es aún

incipiente, no cabe duda de que hay una mayor apertura hacia la coexistencia más o menos civilizada de

etnias que hasta hace poco se observaban con desconfianza y temor, como si cada una fuera para la otra la

encarnación del adversario irreductible y amenazador: el otro por excelencia. A este desarrollo ha

coadyuvado eficazmente la obra perseverante de la Iglesia católica, que en Bolivia desde la década de

1960 denota una clara inclinación progresista, que alcanza, asimismo, al ámbito político. No sólo la

influencia de las teorías sociales contemporáneas de la Iglesia postconciliar, sino una tradición más

antigua de ayuda efectiva y silenciosa a las capas pobres de la población (compuestas mayormente por

indígenas), han motivado un acercamiento remarcable entre la Iglesia católica y la población india

boliviana y han engendrado una cosmovisión sin tantas discriminaciones socio-étnicas, a lo cual ha

contribuido el ascendiente aún poderoso de la Iglesia católica sobre los medios de comunicación, las

escuelas y universidades.

Pese a todos los retrocesos de las corrientes moderadas a partir de 2000, no hay que descartar la

siguiente posibilidad: mediante la educación pluricultural, el ensanchamiento de posibilidades reales de

participación de los estamentos campesinos y una política pragmática de alianzas con otros sectores de la

población, las tendencias moderadas podrían evitar el aislamiento sociocultural de las etnias indígenas y

su segmentación político-institucional. Apelando también a un elemento tradicional de la civilización

indígena (la complementaridad de los opuestos), estas corrientes parecían (por lo menos hasta 2000)

haber aceptado la democracia representativa dentro de la unidad estatal boliviana, insistiendo ante todo en

reforzar el carácter multicultural y plurilingüista del país. Enunciados sobre el presente y el futuro son

problemáticos a causa de la emergencia de fenómenos impredecibles a partir de abril de 2000.

Notas

1. Sobre esta temática cf. Fernando Mires, Teoría del nuevo capitalismo o el discurso de la globalización,

Caracas: Nueva Sociedad, 2000. 2. Sobre los nexos entre las luchas étnico-culturales y la pugna por recursos naturales (especialmente tierra

y territorio) a nivel mundial, cf. el número monográfico de Internationale Politik Und Gesellschaft (Bonn), Nº2, abril-junio de 2003.

3. Cf. el ensayo fundamental: Giacomo Marramao, “Paradojas del universalismo”, en: Sociedad (Buenos

Aires), Nº4, mayo de 1994, pp. 25-38 4. Cf. Nelly Arenas, “Globalización e identidad latinoamericana”, en: Nueva Sociedad (Caracas), Nº147,

enero-febrero de 1997, pp. 121-131; Jorge Larraín Ibáñez, Modernización, razón e identidad en América Latina, Santiago de Chile: Andrés Bello 1996; Daniel Innerarity, “¿Quiénes somos nosotros? Preliminares para una política de la identidad”, en: Revista de Estudios Políticos (Madrid), Nº113, julio-septiembre de

2001, pp. 225-236. 5. Salvador Romero Ballivián, “Los jóvenes ante el nuevo escenario”, en La Razón (La Paz), suplemento

Ventana, 22 de septiembre de 1996, p. 8 sq. 6. Theodor W. Adorno, Philosophische Terminologie (Terminología filosófica), Frankfurt: Suhrkamp 1974, t.

II, p. 135. 7. Sobre la problemática del reconocimiento cf. Jürgen Habermas, Die Einbeziehung des Anderen. Studien zur politischen Theorie (La

inclusión del otro. Estudios sobre teoría política), Frankfurt: Suhrkamp 1997, pássim; Habermas, Identidades nacionales y postnacionales, Madrid: Tecnos 1989, pássim; María Elósegui, La inclusión del otro. Habermas y Rawls ante las sociedades multiculturales, en: Revista de Estudios Políticos (Madrid), Nº98, octubre-diciembre de 1997, pp. 59-84.

8. Cf. José Joaquín Brunner, “Escenificaciones de la identidad latinoamericana”, en Política (Santiago de

Chile), Nº30, diciembre de 1992, p. 75 sq., 85. Sobre la constelación boliviana cf. Walter Navia, “Los otros en filosofía. Consecuencias para la investigación sobre otredades en Bolivia”, en Estudios Bolivianos

(La Paz), vol. 1995, Nº1, pp. 379-411. 9. Cf. la importante obra de carácter globalizante: Gilbert Rist, Le développement. Histoire d’une croyance

occidentale, París: Presses de Sciences Politiques, 1996; Anthony D. King, Culture, Globalization and the World System. Contemporary Conditions for the Representation of Identity, Basingstoke: Macmillan 1991

10. Guillermo Bonfil Batalla, “Aculturación e indigenismo: la respuesta india”, en: José Alcina Franch (comp.), Indianismo e indigenismo en América, Madrid: Alianza, 1990, p. 192 sq.; Bonfil Batalla, Utopía y revolución. El pensamiento político contemporáneo de los indios en América Latina, México: Nueva Imagen

1981, pássim. 11. Aunque la diferencia entre indianismo e indigenismo es poco clara y varía según los autores y los países, se puede decir con

reservas que el indianismo representa la tendencia existente entre los propios indios a la autonomía política y la independencia cultural; el indigenismo constituye un intento paternalista surgido fuera de las etnias aborígenes que propugna la mejora de las mismas mediante su aculturación e imitación de los modelos civilizatorios “más avanzados”. Cf. José Alcina Franch, “El indianismo de Fray Bartolomé de Las Casas”, en Alcina Franch (comp.), op. cit. (nota 10), p. 38.

Page 47: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

12. Cf. Silvia Rivera Cusicanqui, “La raíz: colonizadores y colonizados”, en Xavier Albó y Raúl Barrios Morón (comps.), Violencias encubiertas en Bolivia, La Paz: CIPCA/ARUWIYIRI 1993; Ricardo Calla Ortega, “Identificación étnica y procesos políticos en Bolivia”, en: Alberto Adriantzén et al., Democracia, etnicidad y violencia política en los países andinos, Lima: IFEA/IEP 1993.

13. Guillermo Bonfil Batalla, “Aculturación...”, op. cit. (nota 10), p. 197.

14. Ibíd., p. 199. 15. Para el caso islámico, que tiene interesantes paralelismos con el área andina, cf. el brillante estudio de Bassam Tibi, Vom Gottesreich zum Nationalstaat (Del imperio divino al Estado nacional),

Frankfurt: Suhrkamp 1987, p. 30 ss. 16. Guillermo Bonfil Batalla, “Aculturación...”, op. cit. (nota 10), p. 194.

17. Cf. la obra basada en materiales empíricos: Rolando Sánchez Serrano, Comunidades rurales ante el cambio y la modernización. Desarrollo interno y participación comunitaria frente a la evolución actual, La

Paz: CEBEM 1994, p. 41 sqq., 58 sqq., 93 sq.

18. “Juan de la Cruz Villca rechaza el sistema individualista” [entrevista al candidato vicepresidencial Juan de la Cruz Villca], en Presencia (La Paz), 10 de mayo de 1997, suplemento Campaña Electoral, p. 4 sq.; Jaime E. Buitrago, El Eje quiere un Estado comunitario, en ibíd. Sobre esta problemática en general cf. el

importante texto de Héctor Díaz-Polanco, Autonomía regional. La autodeterminación de los pueblos indios, México: Siglo XXI 1991, pássim.

19. Cf. los testimonios primigenios que no han perdido vigencia intelectual: la obra colectiva Por una Bolivia diferente. Aportes para un proyecto histórico popular, La Paz: CIPCA 1991, p. 20, 63 et pássim; II Congreso Indígena Interamericano de Recursos Naturales y Medio Ambiente, Documento de conclusiones, San Ignacio de Moxos, diciembre de 1991; Félix Cárdenas, Utopía andina. El proyecto comunero andino, Oruro: Serie 500 1990; Silvia Rivera Cusicanqui, Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y quechua de Bolivia 1900-1980, La Paz: HISBOL, 1984; Diego Cuadros (comp.), La revuelta de las nacionalidades, La Paz: UNITAS, 1991; Javier Hurtado, El katarismo, La Paz: HISBOL, 1986. Cf. la crítica de Javier Medina, “¿Por una Bolivia diferente?”, en Mario Miranda Pacheco (comp.), Bolivia en la hora de su modernización, México: UNAM 1993, pp. 303-308.

20. Cf. los estudios clásicos: Eric Hobsbawm y Terence Ranger, The Invention of Tradition, Cambridge: Cambridge U.P. 1987; Greg Urban y Joel Sherzer (comps.), Nation-States and Indians in Latin America,

Austin: Texas U.P. 1991; Clifford Geertz, The Interpretation of Cultures, New York: Basic Books 1973, p.

259 sqq. 21. Esta posición intermedia es la sustentada por Peter Waldmann, “Ethnoregionalismus, eine

Herausforderung für den Nationalstaat” (Etnorregionalismo: un reto para el Estado nacional), en Wolfgang Reinhard (comp.), Die fundamentalistische Revolution. Partikularistische Bewegungen der Gegenwart und ihr Umgang mit der Geschichte (La revolución fundamentalista. Movimientos

particularistas del presente y su tratamiento de la historia), Friburgo (B): Rombach 1995, p. 275.

22. Cf. Oscar Arze Quintanilla, “Del indigenismo a la indianidad: cincuenta años de indigenismo continental”, en: José Alcina Franch (comp.), op. cit. (nota 10), pp. 18-33; Fernando Cámara Barbachano, “Identidad y etnicidad indígena histórica”, en: ibíd., pp. 69-101; Claudio Esteva-Fabregat, “Indígenas, memorias étnicas y sociedades abiertas. Perspectivas comparadas”, en ibíd., pp. 102-131; cf.

también: Sergio Ricco, “Lo étnico / nacional boliviano. Breves reflexiones”, en Mario Miranda Pacheco (comp.), op. cit. (nota 19), pp. 179-191; Mario Arrieta Abdalla, “Del Estado-Nación al Estado multinacional. Diagnóstico y estrategias”, en ibíd. (Miranda Pacheco), pp. 193-199.

23. René Antonio Mayorga, Antipolítica y neopopulismo, La Paz: CEBEM 1995, p. 133.

24. Cf. entre otros: Xavier Albó, “El sinuoso camino de la historia y de la conciencia hacia la identidad nacional aymara”, en Segundo Moreno y Frank Salomón (comps.), Reproducción y transformación de las sociedades andinas, Quito: Abya Yala, 1991, pp. 137-171; Esteban Ticona, Gonzalo Rojas y Xavier Albó,

Votos y wiphalas. Campesinos y pueblos originarios en democracia, La Paz: Milenio/CIPCA, 1995.

25. Cf. el interesante artículo de Wilson García Mérida, “De la Guerra del Chaco a la defensa del gas. Las armas de Warisata”, en El juguete rabioso, (La Paz), vol. 3, Nº 89, 28 de septiembre de 2003, p. 10,

donde el autor traza un sugerente vínculo entre los agravios históricos y la actual posición de los campesinos aymaras ante los recursos naturales exportables.

26. Para una interpretación diferente cf. Isabel Bastos, “El indigenismo en la transición hacia el imaginario populista”, en Estudios Bolivianos (La Paz), Nº2, vol. 1996, pp. 19-47.

27. Por ello es improbable que la “indianización de Bolivia” sea la estrategia adecuada. Sus proponentes pasan generosamente por alto algunos factores fundamentales, como la cultura política del autoritarismo en el seno de las nacionalidades aborígenes, el peso del muy complejo mestizaje y los a-nhelos normativos modernizantes de los propios indígenas. Cf. Alvaro García Linera, “Las señales históricas de Sorata y Warisata: Rebelión aymara”, en: El juguete ranioso, vol. 3, Nº89, 28 de septiembre de 2003, pp. 8-9.

28. Guillermo Bonfil Batalla, Utopía y revolución. El pensamiento político contemporáneo de los indios en América Latina, México 1981, p. 24.

29. Jorge Vergara Estévez y Jorge I. Vergara del Solar, La identidad cultural latinoamericana. Un análisis crítico de las principales tesis y sus interpretaciones, en Persona y Sociedad (Santiago de Chile), vol. X (1996), Nº1, p. 93; cf. también Daniel Mato (comp.), Teoría y política de la construcción de identidades y diferencias en América Latina y el Caribe, Caracas: Nueva Sociedad/UNESCO, 1994.

Page 48: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Araica A., Hildebrando. Sobre la crisis de la seguridad social Panameña. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 101-112. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/araica.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

TAREAS SOBRE

LA MARCHA

SOBRE LA CRISIS DE LA

SEGURIDAD SOCIAL PANAMEÑA

Hildebrando Araica A.*

* Demógrafo, investigador asociado del CELA y funcionario de la Caja de Seguro Social entre 1982 y 1991.

Según expertos en la materia, existe una situación financiera crítica en la seguridad social de

cualquier país cuando en el presente, o en el futuro previsible, la factibilidad de cumplir compromisos,

depende esencialmente de escoger entre la elevación de contribuciones hasta un nivel que rebasa lo que

económicamente se ha pensado como razonable, una reducción de beneficios, o una combinación de tales

opciones. De acuerdo con los datos que se dan a conocer de las finanzas de la rama de pensiones de

Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS), las tendencias y prácticas que

convenía vigilar, evaluar y ajustar responsable y sistemáticamente, fueron ignoradas y ahora tal situación

crítica debe ser enfrentada insoslayablemente por los pilares de la seguridad social: trabajadores,

empleadores y gobierno, buscando compromisos y consenso y evitando posiciones

intransigentes. La solución a los problemas financieros de la rama de IVM no parece

pasar actualmente por reajustes dentro de las otras ramas y programas de la

seguridad social panameña. Había, y hay necesidad de corregir tendencias de gastos,

administrar y controlar escrupulosamente, ajustar a los egresos el cobro de ingresos

de cada rama y programa, según la naturaleza de su régimen financiero, y vigilar su

equilibrio, así como sopesar la ventaja o desventaja de recurrir a nuevas fuentes de ingresos o a mecanismos de ahorro intrínsecos en ciertas modificaciones a los

requisitos para ejercer derechos, a fin de resolver desequilibrios financieros.

Factores demográficos y económicos condicionantes

de la evolución de la seguridad social Cuando se instituyó la seguridad social, hace ya más de 60 años, la mortalidad

general y la fecundidad de la población eran elevadas y relativamente constantes. Los valores de esperanza de vida eran bajos y no implicaban, en el corto, ni mediano

plazos, amenazas a equilibrios financieros de una rama de pensiones prácticamente

sin compromisos, tanto por su fase inicial de vida, como por la limitada extensión de

su cobertura. Pero, en seis décadas transcurridas, han concurrido fenómenos que afectan la evolución de la seguridad social. Panamá ha pasado de una etapa incipiente

de su transición demográfica a una etapa plena, acompañada de un progresivo

envejecimiento de su población, producto de disminuciones de su mortalidad y,

especialmente, de su fecundidad. Por otra parte, al transcurrir el tiempo, se avanzó en el camino hacia la universalidad de la protección de la población trabajadora y hacia

la maduración del régimen, que se ha ido manifestando con tendencias a aumentos

relativos mayores de la población en edad de retiro, que de la población activa que

cotiza. Es cierto que inicialmente el proceso de envejecimiento demográfico produce

Page 49: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

una estructura de edades que en un ambiente económico favorable a la absorción de

mano de obra pudiera resultar beneficioso; pero si ese entorno no existe y en su lugar prevalecen políticas de flexibilización de la mano de obra, con su secuela de empleo

precario sin protección social y remuneración baja, el resultado es, además de la

frustración de jóvenes, elevados niveles de desocupación, que se traducen en débiles

incrementos de ingresos de la CSS. El asunto no es simple. Más bien, es complejo. Luego, la concurrencia de

fenómenos demográficos como la prolongación de la longevidad, disminución de la

fecundidad, envejecimiento de la población, nupcialidad precoz, concentración urba-

na, entre otros, constituyen factores que configuran problemas de la seguridad social.

Por otra parte, los ritmos de variación de la economía, el desempleo, los niveles de

salarios y de precios y la tasa de interés, junto a los factores que los determinan, son variables que influyen en los ingresos requeridos para ejecutar los programas de la

CSS. Así, resulta que la capacidad de atención de demandas de ciertos servicios

directos a población derechohabiente, puede ser afectada por los montos de ingresos y

la solvencia financiera necesarios para hacer frente a obligaciones. Naturalmente, los

elementos señalados han podido y pueden ser relacionados a través de modelos de simulación que podrían proveer juegos de resultados de utilidad en debates serios

sobre situaciones y perspectivas probables y para el análisis de decisiones.

Por lo tanto, es necesario e inaplazable que todos los trabajadores del país,

activos y pasivos, incluyendo a aquellos aún no incorporados al régimen del Seguro Social, conozcan cómo cumple la Caja de Seguro Social su tarea en la sociedad. Esto

es, cuáles son los servicios que presta la institución, los lugares y recursos disponibles, la naturaleza y características de los fondos que permiten financiar esos

servicios, así como sus fuentes y flujos determinados actuarialmente y ordenados

jurídicamente. Este conocimiento es fundamental porque la Caja es una organización

de servicios y como tal no existe para sí misma, sino para beneficio de sus

derechohabientes. También porque sus servicios tienen una naturaleza social, que

concierne a individuos, a seres humanos con necesidades y lógicamente interesados en su funcionamiento y fortalecimiento para procurarse seguridad ante ciertos riesgos.

Esto debiera significar a los asegurados sentirse estrechamente envueltos y comprometidos en sus relaciones con la institución, a través de derechos y obligaciones. Ellos todos: trabajadores y empleadores, tienen que saber el destino y

uso de sus cuotas. Desde luego, los funcionarios con responsabilidad política y

legislativa están obligados a conocer todo eso y mucho más. Hay que informarse sobre los programas de trabajo, los recursos financieros,

humanos y físicos asignados a los mismos y su justificación; sobre las ramas de la

seguridad social, sus problemas y perspectivas y su financiación. Solamente así se logrará comprender que toda legislación en materia de seguridad social requiere previamente el aval de análisis técnico-actuarial correspondiente que garantice la viabilidad financiera de cualesquier deseo o intención, interés o propósito. La maestra experiencia ha enseñado dolorosamente que sin conocimiento e información válida,

cualquier buen deseo o intención puede convertirse en improvisación de graves

consecuencias para la protección de las actuales y futuras generaciones. Las decisiones legislativas adoptadas en torno al destino de la segunda partida del décimo tercer mes, que se paga a los trabajadores, constituyen prueba de lo antedicho.

En efecto, al concebirse la Ley 15 de 31 de marzo de 1975, por la cual se

modificaría la Ley Orgánica de la Caja de Seguro Social, se introducían mejoras sustanciales a las prestaciones, que demandaban su correspondiente financiación. Se

consideró entonces una contribución directa igual de parte de empleadores y de

trabajadores para financiar los beneficios contemplados en la rama de Enfermedad y Maternidad, así como la posibilidad de utilizar, además, la segunda partida del décimo tercer mes como medio de financiamiento de las mejoras en las pensiones del seguro

de IVM.

Después de formularse las consultas correspondientes y haberse discutido y analizado con las organizaciones de trabajadores y de empleadores del país, se

introdujo en la Ley Orgánica, a través de la Ley precitada, el siguiente texto relativo a

los ingresos de la Caja:

Page 50: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Las cantidades correspondientes a la Segunda Partida del Décimo Tercer Mes, que

será pagada por los Empleadores particulares y por Estado, las cuales serán destinadas exclusivamente para el seguro de Vejez, Invalidez y Muerte [inciso (m) del

artículo 31]. A raíz de esta decisión se dieron las siguientes mejoras:

Prestaciones vigentes al 31 de Marzo de 1975

- Aumento de 30 balboas a las pensiones de vejez e invalidez

- Aumento de 30 por ciento a las pensiones de sobrevivientes (viudas, huérfanos,

padres)

- Aumento de 100 por ciento a las asignaciones familiares

Prestaciones que se concederían a partir del 1 de Abril de 1975

- Aumento del límite mínimo de la pensión de invalidez y de vejez, de 60 a 90 balboas.

- Aumento del límite máximo de la pensión de invalidez y de vejez de 500 a 1,000

balboas.

Nuevo método de cálculo de pensiones

- El monto básico de la pensión de vejez e invalidez varió de 50 a 60 por ciento del

salario promedio básico.

- El salario promedio básico sobre el que se calcula la pensión varió del promedio de

los 10 a los 5 mejores años dentro de los 15 últimos años de cuotas. [Cabe precisar que a raíz de aumentos de cuotas establecidos en la Ley 2 de 23 de

febrero de 1981 se produjeron nuevos beneficios, incluido el método de cálculo de las pensiones]

Obviamente, las reservas comprometidas por los beneficios acordados en la Ley 15 de 1975

tenían el respaldo del ingreso proveniente de la segunda partida del décimo tercer mes. Como ya queda dicho, todo beneficio en materia de seguridad social tiene costos

que deben estar respaldados por los ingresos correspondientes. Cuando ello no ocurre,

surgen situaciones deficitarias que plantean el dilema de afectar desfavorablemente

beneficios otorgados, o por adquirir, o decidir aumentos de ingresos (¿cuotas?) para

enjugar déficit. Esta verdad evidente fue soslayada cuando intereses políticos

prevalecieron sobre razonamientos técnicos al decretar el Consejo Nacional de Legislación en su Ley 17 de 22 de Agosto de 1983 que:

“La Segunda Partida del Décimo Tercer Mes que debe pagarse a los trabajadores

del Sector Público y Privado el 15 de agosto de cada año, será entregada por el

empleador directamente al trabajador a partir del año 1984” Esta decisión legislativa significó mutilar en por lo menos 20 por ciento el

financiamiento de la rama de pensiones de IVM. Desde entonces la Caja ha venido cumpliendo los pagos

de compromisos sin contar con el correspondiente respaldo financiero. Ello estuvo siendo posible sólo al

precio de debilitar la reserva para no arriesgar la adopción de decisiones de alto costo político y social.

Es inimaginable, por ejemplo, la reacción que produciría en los trabajadores cotizantes el eventual

anuncio que ¡desde ya! las pensiones de invalidez y vejez que se concedan serán reducidas en 30 balboas,

que la pensión máxima será reducida en 500 balboas, que el monto de la pensión de sobrevivientes será

reducida y que las asignaciones familiares sufrirán recortes de 10 balboas las esposas o compañeras, y de

5 balboas los hijos menores. Sin embargo, ¡este es el costo de no aportar lo comprometido para percibir

beneficios que no fueron abolidos! Y quizá algo más caro. Se pospuso por demasiado tiempo encarar el

problema financiero originado políticamente y que no tiene solución, ni divina, ni mágica. La disyuntiva

es: o se paga por el beneficio, o se pierde el mismo. Si se descarta lo último, hay que enfrentar lo primero.

¿Cómo hacerlo?

Esas costosísimas improvisaciones han contribuido, en gran medida, a la crítica situación financiera

por la cual atraviesa la seguridad social panameña. Otros factores también han participado. Cabe citar los

desgreños administrativos vinculados a inversiones de la reserva de IVM en planes de viviendas que

resultaron en escándalos y pérdidas cuantiosas. También han erosionado los ingresos de esa rama la

morosidad y evasión patronal en el pago de las cuotas. La precariedad en el empleo formal, ligada a la

política de flexibilización de la mano de obra, ha venido impidiendo, por otra parte, recaudaciones de

ingresos por pago de cuotas de empleadores y trabajadores. El aumento de la longevidad, tanto

masculina, como femenina, ha significado sistemáticamente crecientes obligaciones financieras, resultado

de brechas mayores entre la efectiva duración de la vida y las edades de retiro. Las finanzas de otros

Page 51: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

programas de la seguridad social se han visto afectadas también por el desmesurado crecimiento y costo

de la burocracia, este último no ajeno a conquistas y presiones laborales envueltas en escalafones;

aumentos de precios de insumos y de medicamentos, encarecimiento de la atención intra-hospitalaria de

larga estancia, vinculada a demandas crecientes generadas por el progresivo envejecimiento demográfico

y también incrementos de demandas de usuarios afectados por situaciones económicas que, en

circunstancias más favorables, se atendían en instalaciones privadas.

Ahora bien, el aumento de recursos reales para enjugar un déficit actuarial y garantizar el pago de

compromisos vigentes y por adquirir, según el régimen financiero aplicado actualmente, puede suponer la

adopción de decisiones dentro del esquema tradicional de financiación de la seguridad social, cuyo

consenso necesario no se vislumbra fácil alcanzarlo. Además de mayores contribuciones tripartitas

efectivas, a lograrse mediante compromisos insoslayables, habrá que explorar la factibilidad de opciones

de mejoramiento de rendimiento de inversiones. Por ejemplo, aumentos de la tasa de interés de valores

del Estado invertidos por la Caja, transformación del perfil de las inversiones financieras, aportes nuevos

del Estado originados en impuestos especiales o contribuciones, v.g., alguna proporción de los ingresos

generados por la operación del Canal interoceánico ( con lo cual se avanzaría realmente en la promesa de

dar a esa obra el “mayor uso social”, alguna proporción de los aranceles aplicables a la importación de

artículos suntuarios, o cierta proporción de algún nuevo impuesto, como a la exportación de capitales

(remesas al exterior de utilidades de empresas de inversión directa extranjera).

Se podrá aducir que las necesidades financieras del Estado no dan cabida al optimismo para

concretar en breve algunas de las posibilidades mencionadas, pero alguna de esas opciones, o similares,

tendrán que ser examinadas en el proceso de enfrentamiento de la crisis financiera de la seguridad social

panameña. Por otra parte, dada la cerrada oposición de trabajadores a aumentos de sus cuotas, cabrá

precisarles que han venido recibiendo beneficios desde 1975 sin respaldo financiero, desde 1982, por

falta del ingreso de la segunda partida del décimo tercer mes al fondo de IVM. Sus actuales y posibles

beneficios futuros como pensionado dependen de ese ingreso. Si de tal examen emergiera el consenso de

que es preferible volver a contribuir al financiamiento de la rama de pensiones de IVM con la totalidad de

la segunda partida del décimo tercer mes, sería evidente que también los trabajadores del Estado tendrían

que aportar y, consecuentemente, cobrar esa bonificación. Por otra parte, si se considerara generar un

ingreso nuevo para IVM a partir de la deducción de la cuota obrero-patronal a todos los pagos del décimo

tercer mes, esta suma podría equivaler a 1.5 por ciento de los salarios en los casos de los trabajadores del

sector privado y a un poco menos en el caso de los servidores públicos. Esta posibilidad, que implicaría el

pago del décimo tercer mes a los servidores públicos, contribuiría a enjugar el déficit y haría menos

penosas otras decisiones complementarias que parecen inaplazables. Por otro lado, la eliminación de la

disposición fiscal que faculta a los empleadores a deducir del pago del impuesto sobre la renta las

cantidades aportadas al financiamiento de la seguridad social, además de hacer real su contribución a éste,

significaría al Estado ingresos de los cuales se priva, que podría dedicar, por ejemplo, a aumentar su

aporte a la seguridad social y a fortalecer al sector salud público. Esto parecería lo más justo porque el

modus operandi actual hace recaer sobre el conjunto de los consumidores (a través de impuestos al

consumo) parte de lo que el Estado asume en la realidad del financiamiento de la seguridad social y que

es dejado de percibir por la deducción antes aludida que hacen los empleadores en el pago del impuesto

sobre la renta. ¿A cuánto puede ascender esas cantidades? También cabe igualar las edades de retiro de hombres y mujeres,

gradualmente. Por ejemplo, en un período de 15 años podría lograrse, aumentando a 58 años la edad de retiro de la mujer en el

año 2008, 59 en 2011, 60 en 2014, 61 en 2017 y 62 en 2020.

Para encarar el presente difícil y el futuro menos halagüeño aún, será necesario que cada parte

reconozca el valor de su beneficio y el costo que trae aparejado recibirlo, evite confrontaciones estériles y

se proponga y comprometa a contribuir responsablemente a mantener y fortalecer el sistema de seguridad

social buscando el bien común en una sociedad libre, progresista, justa y solidaria. Es necesario descubrir,

entender y reconocer el principio de solidaridad inherente a la seguridad social (y que ésta es un derecho

humano básico): los aportes de la población activa financian beneficios de la población inactiva; los

trabajadores sanos aportan para financiar prestaciones a enfermos (coticen o no)...¡Hoy por ti, mañana por

mí! Se requerirá el mayor esfuerzo en tratar de responder a los siguientes lineamientos de política:

Solidaridad, equidad y universalidad Estos principios deberán guiar la ampliación de coberturas e igualación de tratos mediante la

aplicación de sistemas y leyes uniformes.

Seguridad, liquidez y rentabilidad social y económica de inversiones

Proteger y reproducir recursos a base de inversiones acordes con criterios de seguridad, rendimiento,

liquidez y de promoción del desarrollo nacional, ajustadas siempre a la ley.

Page 52: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Ajuste dinámico entre demandas y beneficios

conforme a la ley y a las finanzas

Conceder beneficios y extender alcance de los mismos, o modificarlos, solamente basándose en

previos y correctos estudios actuariales y técnicos, de conformidad con la capacidad financiera de la

institución, o sea, sin comprometer su liquidez, ni su solvencia.

Prestar directamente y en instalaciones propias los servicios, según la capacidad financiera de la

institución y la demanda efectiva de la población derechohabiente.

Coordinación y rendimiento de recursos

Usar eficaz y coordinadamente recursos dirigidos a proteger integralmente la salud de la población.

Comprometer a toda la sociedad en la lucha contra accidentes del trabajo y enfermedades

profesionales, así como contra daños que conducen a la invalidez, mediante acciones armónicas de

prevención, protección, rehabilitación y la promoción de ambientes favorables, tanto en los lugares de

trabajo, como de residencia.

Mejorar rendimiento de personal y de equipo por medio del uso correcto del tiempo, implantación de

sistemas eficientes de referencia de pacientes y adecuado mantenimiento.

Adecuar disponibilidad y formación de personal a la necesidades de la población y a los programas dirigidos a su atención.

Responsabilidad patrimonial

Vigilar y controlar el uso debido de bienes y haberes de la institución.

Asegurar la máxima calidad, al menor precio, en el plazo más corto, en la adquisición de

medicamentos, equipos e instrumental médico-quirúrgico y de otros insumos, de conformidad con la ley y

con normas técnico-administrativas de comprobada efectividad.

Asegurar el suministro oportuno, eficiente y adecuado de medicamentos, equipos e instrumental

médico-quirúrgico y de otros insumos, así como el correspondiente almacenamiento y mantenimiento.

Mantener una administración financiera de honestidad a toda prueba, ágil y creativa, que reduzca

morosidades, elimine posibles fugas y gastos superfluos y acreciente masa de recursos, mediante

cumplimiento estricto de la Ley Orgánica y de sus reglamentos.

Transparencia informativa

Mantener el flujo de información requerida por los programas y por los usuarios para reforzar la

conciencia sobre los derechos y deberes que gobiernan la relación con la seguridad social.

Dirección y orientación en los debates de la crisis En época reciente, muchas personas han expresado opiniones en relación con la situación y

perspectivas de la seguridad social, particularmente de su rama de IVM. Es bueno que así haya sido.

Ciertamente, no es necesario ser prelado para tener opiniones sobre religión, ni economista o historiador

para emitir juicios sobre situaciones o cursos de determinados fenómenos sociales, como cierto tipo de

deudas.... Y es que la construcción de conocimiento demanda la expresión libre, responsable y razonada

de ideas y opiniones. Se podrá decir que quizá no sea suficiente, pero poca duda cabría existir de que sí es

necesaria.

Pero también es necesario y deseable, a veces, que quienes no sepan, callen y que quienes sepan

comuniquen su saber para así depurar y enriquecer el debate y hacer éste tanto más eficiente como justas las

decisiones que emanaran de sus conclusiones o recomendaciones. Entre la lluvia de declaraciones, comentarios e interpretaciones

en torno a la crisis de la seguridad social se han producido planteamientos sensatos y hasta lúcidos que, aunque a veces teñidos por

ciertos prejuicios, revelan al menos que quienes los profieren saben de lo que hablan. Pero también ha soportado el país, en medio

de ese aguacero de comentarios , pronunciamientos y presagios, cada disparate y declaraciones sin fundamento que revelan sólo

audacia, afán de figuración, sin faltar caso de ignorancia supina.

Ante las complejidades inherentes, por ejemplo, al financiamiento y funcionamiento de un seguro de

invalidez, vejez y supervivencia, en un régimen nacional de seguridad social, las informaciones que

sustenten argumentos no pueden ser tendenciosas, ni erróneas, so riesgo de generar o agudizar

desconcierto, malestar y presiones anormales. Un asunto de tanta envergadura en el presente y futuro de

la sociedad panameña, reclama:

-Que se tenga conocimiento de la materia examinada.

Page 53: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

-Que la información básica que se maneja sea completa y correcta.

-Que la interpretación de la información sea objetiva.

-Que la metodología de análisis sea apropiada y los supuestos considerados sean

plausibles y apoyados en la experiencia y la razón.

Sin la observación estricta de esas cuatro consideraciones, existirá el peligro de hacer uso incorrecto

de información, o un abuso de ella. La información debe estar revestida siempre de validez y de seguridad

para que pueda expresar lo que se propone decir y para que sea coherente, lo mismo que el discurso

basado en ella. Algunas veces hay quienes sostienen que con la información estadística puede hacerse

cualquier cosa. Sin embargo, debe comprenderse que sólo podrá hacerse cualquier cosa con la

información, si la misma fuese objeto de abusos o incorrecciones nacidas de la ignorancia, negligencia o

picardía. Desde hace mucho tiempo se ha sentido la necesidad de llevar a cabo una labor docente en

diversos aspectos del campo de la producción, presentación, divulgación y uso de información en la

seguridad social, en general, y en la vinculada a equilibrios financieros de sus ramos, en particular.

Ningún profesional mejor capacitado, teóricamente, para llenar ese vacío que el actuario. Su debida

amplia visión general del contexto de la seguridad social basada en el necesario conocimiento de la ley,

estadística, contabilidad, finanzas, demografía, economía y de otras disciplinas y técnicas, le conferiría

un papel orientador insoslayable. Se espera de este profesional que entre sus tantas tareas complejas, vulgarice o difunda

sencillamente conceptos relativos a hechos cuyas dimensiones y variaciones observadas (o futuras probables) dan lugar a la

consideración de modificaciones en esquemas de prestaciones y de política en la seguridad social.

¿Qué es la seguridad social, por qué y para qué existe? ¿Cuál es la diferencia entre el seguro social y

el seguro privado? ¿Cómo se financia en Panamá la seguridad social? ¿Cuáles son sus ramas? ¿Cómo las

administra?¿Qué es un fideicomiso? ¿Cuáles, por qué y cómo los administra (o ha administrado) la Caja?

¿Qué es una reserva actuarial? ¿Cómo se constituyen, según la Ley Orgánica, la “reserva técnica general”

y la “reserva matemática” y cuáles son sus situaciones y perspectivas? ¿Qué son los “capitales

constitutivos”? ¿Qué es la esperanza de vida? y ¿Cómo influye su evolución en el costo de prestaciones?

¿Qué es la tasa de interés y cómo influye en estimaciones de capitales constitutivos? ¿Qué es un déficit

actuarial? ¿Cuáles pueden ser sus causas? ¿Cómo se enjuga un déficit actuarial? ¿Cuándo existe (o no)

iliquidez? ¿Qué indicadores pueden utilizarse para calificar esa situación? ... ¿Cuándo existe una crisis

financiera en la seguridad social?

Si todas estas interrogantes, más otras que estarían concatenadas, fuesen respondidas en forma sencilla y

correcta, asociándolas a la realidad existente, o probable en el futuro según supuestos admisibles, habría

un clima apropiado para un debate sereno, reflexivo y productivo en torno al futuro de la seguridad social

panameña. Sin desdén alguno hacia la competencia u opinión de actuarios foráneos, cuyos juicios

pudieran ser muy útiles, el sentimiento nacional clama porque el debate sea enriquecido también con el

pensamiento y la voz de panameños. ¡Que se manifiesten y cumplan su papel en el debate los actuarios

nacionales!

Page 54: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Austin, Herbert George Nelson. El acuerdo Arias Cerjack-Watt. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 113-122. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/nelson.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

EL ACUERDO ARIAS

CERJACK - WATT

Herbert George Nelson Austin*

*Escritor panameño residente en México.

Las concesiones proporcionadas al gobierno norteamericano que vulneran la

soberanía nacional y que eran consideradas ilegales no se detuvieron en los acuerdos

Becker. Aparte del estatus especial que se les otorgó a los elementos norteame-ricanos que participaran en territorio panameño en algún operativo de saneamiento ambiental del canal, tipo fuerzas visitantes, ahora Panamá renunciaba a entregar a la Corte Penal Internacional a ciudadanos norteamericanos que cometieran delitos de genocidio, lesa humanidad, agresión y de guerra en su territorio.

El tribunal internacional, conocido como Corte Penal Internacional, fue creado el

17 de julio de 1998 por 120 países dentro del marco de las Naciones Unidas, con el propósito de poner fin a la impunidad y permitir investigar y juzgar a criminales en

otros países sin el consentimiento de la nación en donde se cometió el delito. El

documento que sirvió de fundamento para la creación de esta corte internacional se

denominó Tratado de Roma.

Pocos días después de que el presidente de EEUU, William Clinton, firmó el Tratado de Roma, surgieron fuertes críticas de parte de algunos legisladores

norteamericanos. Consideraron, estos legisladores, que la Corte Penal Internacional

era un instrumento que vulneraba la política de seguridad nacional de EEUU y le restaba

autoridad al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y al veto de EEUU en el seno del Consejo.

Uno de los críticos más radicales en contra de la creación de la Corte Penal

Internacional, el influyente congresista Jesse Helms, argumentó que dicha corte no había definido claramente el concepto criminal de “agresión “. Agregó que si esta corte

hubiera estado operando durante la invasión a Panamá en 1989 habría podido sentar

a EEUU en el banquillo y acusarlo de “crimen de agresión” y “genocidio”.

Esta Corte pretende someter a juicio la política de seguridad nacional de EEUU. ¿Pueden ustedes imaginar lo que habría ocurrido si este tribunal hubiera estado ya en funcionamiento durante la invasión estadounidense a Panamá? ¿o la de Granada? ¿o el bombardeo de Trípoli? En ninguno de estos casos EEUU solicitó el permiso de las Naciones Unidas para defender nuestros intereses. Y mientras yo siga respirando, EEUU nunca permitirá – y repito, nunca – que sus decisiones sobre seguridad nacional sean juzgadas por una corte penal internacional.” (Este artículo se publicó en el Financial Times, de Londres, en su edición del 31 de julio de 1998. Jesse Helms, “Votar en contra de la Corte Penal Internacional no es suficiente”. Traducción y edición electrónica realizada por el Equipo Nizkor, en Madrid a 8 de agosto de 1998.).

Como conclusión a sus argumentos en contra de la participación de EEUU en la

Corte Penal Internacional, Helms calificó a éste organismo como un monstruo y

propuso “descuartizarlo antes de que crezca y acabe devorándonos”. Años después, EEUU retiró su firma del tratado que creó la Corte Penal

Internacional, bajo el argumento de que sus tropas podrían ser víctimas de juicios

arbitrarios en territorios ajenos y emprendió medidas concretas (acuerdos bilaterales

Page 55: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

con otros países) para ir limitando el poder de la Corte Penal Internacional. Esta

decisión fue transmitida al Secretario General de las Naciones Unidas el 6 de mayo del

año 2002:

Por la presente, le comunico, en relación con el Estatuto de Roma de la Corte Penal

Internacional adoptado el 17 de julio de 1998, que Estados Unidos no tiene la intención de ser parte en el tratado. Por consiguiente, Estados Unidos no tiene obligación legal alguna derivada de su firma el 31 de diciembre de 2000. Estados Unidos solicita que esta intención de no devenir parte [en el tratado], tal cual se expresa en la presente carta, sea reflejada en los listados de los depósitos relativos a este

tratado. (Texto de la carta, fechada el 6 de mayo de 2002, dirigida al secretario general

de las Naciones Unidas por el subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad Internacional, John R. Bolton. Bureau of Public Affairs, U.S. Department of State, May 6, 2002. Traducción al español de la versión original en inglés realizada por el Equipo Nizkor)

El 12 de junio de 2003, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había

renovado la resolución 1422, aprobada el 12 de junio de 2002, mediante la cual se

impedía a la Corte Penal Internacional iniciar o proseguir investigaciones en contra de

los nacionales de Estados que hasta entonces no habían ratificado su estatuto, que

fueran sospechosos de haber cometido crímenes de genocidio, lesa humanidad y guerra, cuando hubieren hecho en el contexto de una operación de mantenimiento de

paz, promovida o autorizada por el consejo de seguridad. Este mecanismo de

renovación ordenaba a la Corte Penal Internacional suspender por un plazo de 12

meses cualquier investigación o enjuiciamiento que se hubiese iniciado.

Doce días después de renovarse dicha resolución, EEUU dio otro importante paso

en su intento por limitar el poder de la Corte Penal Internacional. Firmó con varios países, incluyendo a Panamá, acuerdos bilaterales para sustraer del ámbito de la

Corte Penal Internacional a sus ciudadanos que pudieran ser acusados de ciertos

actos penados por la justicia penal internacional.

La noticia se divulgó durante la visita que hizo a EEUU la presidenta Mireya

Moscoso, del 24 al 27 de junio del 2003. La existencia del acuerdo fue revelada por

la Casa Blanca a través de un vocero que señaló, el 26 de junio del 2003, que en la reunión que sostuvieron ese día los dos mandatarios, el presidente George W. Bush

agradeció a la presidenta Mireya Moscoso el apoyo del Gobierno panameño a la

posición de EEUU con respecto a la Corte Penal Internacional

EEUU se valió del artículo 98 del reglamento que se refiere a una disposición que

permite que los países signatarios de la Corte Penal Internacional, celebren acuerdos bilaterales para negar la jurisdicción de ese tribunal en determinados casos. EEUU se

oponía a que sus funcionarios y soldados estuvieran sujetos a ser enjuiciados por la

Corte Penal Internacional y había logrado, hasta ese entonces, que cerca de 45 países

firmaran “acuerdos bilaterales de inmunidad” como el que acababa de firmar con Panamá. (Betty Brannan Jaén, “Gobierno defiende acuerdo con EU”, La Prensa,

domingo 29 de junio de 2003). A los periodistas panameños que cubrían la visita de la presidenta a Estados

Unidos, les causó extrañeza que dicho acuerdo no hubiese sido informado antes en

Panamá a través de algún vocero del Gobierno. Mayor extrañeza causó al pueblo

panameño al enterarse la del acuerdo. El catedrático de derecho Miguel Antonio

Bernal, se refirió al aspecto secreto del acuerdo señalando que: “sin haber informado a

la población, constituye una flagrante violación al estado de derecho y además atenta directamente contra la recién creada Corte Penal Internacional”. (Juan Manuel Díaz C, “En

„secreto‟ firman acuerdo con EU. Denuncia el catedrático Miguel Antonio Bernal.”, en El Panamá América, sábado 28 de junio de 2003.).

Llevar a efecto este tipo de convenio, de esta manera, confirmó que el gobierno de

Mireya Moscoso no conducía “los asuntos de la nación” con la transparencia que

ameritan los temas de esta naturaleza. Demostró, una vez más, el desprecio que sentía por la opinión del pueblo panameño. El negociar y firmar en secreto acuerdos

internacionales, para luego presentarlos a la ciudadanía como un hecho cumplido, se

constituyó en un estilo característico de este gobierno. En este sentido se refirió a dicho acuerdo el editorial del periódico El Panamá América:

Page 56: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Por un lado, la connotación de desprecio al principio de transparencia en el manejo de los asuntos de la Nación del que ya nos tiene colmados este gobierno y, por el otro, la vergonzosa participación de Panamá en la configuración de una situación de privilegio

inaceptable para la potencia del Norte en menoscabo de las más pequeñas. Este proceder muestra el menosprecio de que viene haciendo gala en temas que conciernen y comprometen a las presentes y futuras generaciones, frente a lo cual la ciudadanía debe ser informada y consultada previamente, en vez de negociar y acordar en secreto, para luego presentárnoslo como hecho cumplido….” (El Panamá América, “Acuerdo secreto sobre Corte Penal Internacional”, Panamá, domingo, 29 de junio del 2003)

Estilo muy similar utilizó el gobierno panameño con los acuerdos Becker, negándose en todo momento a someter dichos convenios internacionales a la

aprobación de la Asamblea Legislativa. La Constitución Política panameña estipula en

el artículo 53, que a la Asamblea Legislativa le compete aprobar o rechazar los

acuerdos o tratados que pacte el Ejecutivo, precepto que fue desoído -en esos

instantes- por la mandataria.

El embajador de Panamá ante la Casa Blanca, Roberto Alfaro Estripeaut, explicó el alcance del convenio declarando que Panamá lo había firmado a petición de EEUU.

Añadió que en dicho documento se dejaba establecido que Panamá no “entregará a la

Corte Penal Internacional a los funcionarios o soldados norteamericanos en territorio

panameño que puedan estar acusados de delitos de lesa humanidad.” (Betty Brannan Jaén, “Gobierno defiende acuerdo con EU”, en La Prensa, domingo 29 de junio del

2003) Ante la pregunta de si la firma del convenio fue una precondición que le puso el

Gobierno de Bush a la mandataria panameña para poderla recibir y tratar el asunto

de un tratado de libre comercio, afirmó que esta no fue la condición, que “lo que EEUU

sí puso como condición, es que todos los países que reciben cualquiera asistencia

militar de EEUU deberán firmar un acuerdo de este tipo antes del primero de julio

próximo. Según el embajador - esa fecha tope y no el viaje oficial de la presidenta a Washington – fue lo que motivó que el Gobierno de Moscoso firmara el pacto la

semana pasada”. Además, dijo que si Panamá no hubiera firmado el acuerdo habría

experimentado problemas para recibir asistencias dela Guardia Costera y de otros organismos

norteamericanos. En otras palabras, los diplomáticos panameños aceptaron que Panamá fue forzada

a firmar el pacto debido a la coacción de EEUU. El método compulsivo utilizado por EEUU para imponer a Panamá el acuerdo

Arias Cerjack-Watt atentó contra el principio de igualdad jurídica de los Estados.

Para la mayoría de la población resultó un contrasentido que la República de

Panamá hubiera apoyado la creación de la Corte Penal Internacional, para llevar ante

este organismo a cualquier ciudadano de cualquier país que cometiera crímenes de

lesa humanidad y que ahora, con el convenio bilateral, desconociera la jurisdicción de esta corte para abordar casos de esta naturaleza. Esto significa que los crímenes de

agresión y genocidio, como los perpetrados durante la invasión norteamericana a Panamá de

diciembre de 1989, no podrán ser ventilados en una corte internacional, sino que el caso se tendría

que ventilar exclusivamente entre los dos países.

Este contrasentido implica simple y llanamente que, por un lado, Panamá jura respetar el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y, por el otro, desconoce

dicho juramento al firmar el acuerdo bilateral con los norteamericanos. Para Julio

Yao, uno de los juristas críticos del convenio “los acuerdos que puedan pactar EEUU

con otros países estarían violando el Estatuto de Roma, que es un acuerdo

multinacional y que establece que los crímenes se deben perseguir en cualquier país

del mundo sin importar qué tipo de funcionario o ciudadano los cometa. Además, existe un principio siempre respetado que establece que ningún tratado de carácter

multinacional puede ser violado por un convenio que establezcan los países en forma

bilateral.” (Eduardo Martínez F., “Acuerdo con EEUU viola el Estatuto de Roma. Dice Dr. Julio Yao”, periódico El Panamá América, domingo 29 de junio de 2003).

En las actuales condiciones políticas del mundo, en el que EEUU ha emprendido

una carrera belicista usando todo su poderío militar para invadir y ocupar otras naciones para hacer cumplir sus ambiciones geopolíticas, el imperio busca crear

escudos legales para que sus ciudadanos no sean llevados a la Corte Penal

Page 57: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Internacional por los crímenes que cometen y están por cometer en los países en los

que intervienen. Sin embargo, la propuesta estadounidense es contraria al espíritu

del Estatuto de Roma y violatoria de varios instrumentos que el derecho

internacional ha consagrado con el elevado propósito de hacer respetar los derechos

humanos.

Si el estatuto que dio origen a la Corte Penal Internacional fue ratificado en Panamá por la Asamblea Legislativa, se deduce que el acuerdo bilateral con EEUU no

tiene ningún valor si no es ratificado por el órgano legislativo.

Ante estos señalamientos, el canciller panameño, Harmodio Arias Cerjack, aceptó

que el acuerdo que firmó con la embajadora de EEUU en Panamá, Linda E. Watt, sí

sería sometido al examen del poder legislativo y confesó que dicho “acuerdo se venía negociando desde hace dos años, que no es un acuerdo secreto, porque tiene que ir al

Gabinete y a la Asamblea Legislativa”. El 1 de julio del 2003, los periódicos El Panamá América y Crítica dieron a conocer

el contenido del acuerdo Arias Cerjack-Watt, que fue firmado el 23 de junio del 2003.

De los cinco artículos de que está compuesto el acuerdo, el primero extiende la

cobertura especificada en la Corte Penal Internacional más allá del personal militar. “1. A los efectos del presente Acuerdo, por "personas” se entiende los funcionarios

públicos, los empleados (incluidos los contratistas), el personal militar o los nacionales

de una Parte, actuales o antiguos.”

Abarca a todas las “personas estadounidenses, aunque no estuvieran cumpliendo

una misión oficial en el territorio de otro país. Sin embargo, el Estatuto de Roma y su

artículo 98 sólo aplica la exención al personal militar o a los civiles estrechamente ligados al ejército, que estén cumpliendo una misión oficial en el territorio de un

Estado

En otro párrafo del Acuerdo, se asienta que el personal militar o los nacionales de

una Parte que se encuentren en el territorio de la otra “no serán, salvo con el

consentimiento expreso de la primera parte a) entregadas ni trasladadas por ningún medio a la Corte Penal Internacional para ningún propósito, ni b) entregadas ni

trasladados por ningún medio a ninguna entidad a un tercer país, ni expulsadas a un

tercer país, con el propósito de entregarlas o trasladarlas a la Corte Penal

Internacional.”

En otro de los artículos se estipula que si se diera el caso de que Panamá tomara

la decisión de extraditar a un ciudadano norteamericano a un tercer país, Panamá no convendría en que dicho país hiciera entrega del ciudadano norteamericano a la Corte

Penal Internacional; que en estos casos, el tercer país requeriría del consentimiento

expreso del Gobierno de EEUU para poder depositarlo en poder de la Corte Penal In-

ternacional.

Al final se estipula que el tiempo de vigencia del convenio será hasta de un año después de la fecha en que una de las partes le hubiese notificado a la otra la

intención de derogarlo.

En relación con la fecha en que podía entrar en vigor el acuerdo, se especificó que

se haría “mediante un Canje de notas que confirmen que cada Parte ha cumplido con

los requisitos legales nacionales necesarios”.

Al conocerse el contenido del acuerdo Arias Cerjack – Watt arreciaron las críticas contra este pacto. En ese entonces, se dijo que dicho acuerdo era una violación del

Estatuto de Roma y que implicaba minimizar la eficacia y credibilidad de la Corte

Penal Internacional y restarle autoridad a la Corte Penal Internacional en su función

de vigilar que los crímenes de lesa humanidad no quedaran impunes. Algunos juristas

catalogaron al signatario del acuerdo, Harmodio Arias Cerjack y al resto del ejecutivo como cínicos “violadores del Derecho Internacional”. (Miguel Antonio Bernal, “Después de odio, la inmunidad”, en El Panamá América, viernes 4 de julio del 2003).

Otros ciudadanos se expresaron sobre el Acuerdo recriminando al gobierno por

haber firmado un tratado que defiende a los ciudadanos norteamericanos que violen

los derechos humanos de los panameños, y el haber cedido al chantaje de la oferta y

soborno del gobierno del presidente norteamericano George W. Bush. Otro aspecto central de la crítica hacía énfasis en la ocultación que el gobierno

había hecho de las negociaciones, siendo que ellos eran los representantes del pueblo

panameño y que deberían consultar y acatar las decisiones del pueblo.

Page 58: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Para la mayoría de la población panameña, el gobierno no tenía por qué concertar

dicho documento a cambio de unas migajas de ayuda militar; que el método utilizado

por EEUU para hacer que Panamá y otros países aceptaran sustraer del ámbito de la

Corte Penal Internacional los casos de ciudadanos norteamericanos que hubiesen

cometidos crímenes de lesa humanidad como el genocidio, la agresión y la tortura, era

una expresión de arrogancia imperial y de coacción. A pesar de la presión y chantaje desplegado por EEUU sobre otras naciones para

que concertaran también pactos de inmunidad, varias naciones de Europa y de

Suramérica se opusieron a las pretensiones norteamericanas. Además, expresaron su

determinación de mantener en alto la dignidad del país aunque esto implicara dejar de

percibir las migajas de ayuda militar que hasta ese entonces les proporcionaba el gobierno norteamericano.

El 2 de julio de 2003, EEUU procedió a congelar 48 millones de dólares en ayuda

militar a 35 países, por no suscribir acuerdos bilaterales como el que había

concertado con Panamá. La organización de derechos humanos Human Rights Watch

(HRW) protestó por esta medida, criticando a la administración Bush por usar

“tácticas de matón para conseguir que otros países se comprometan a no extraditar nunca a esta Corte a ciudadanos estadounidenses que estén en su territorio”. (Efe, “EU suspende ayuda militar a 35 países”, en El Panamá América, martes 2 de julio del

2003)

En Panamá, durante los meses de julio y agosto, poco se habló sobre el pacto Arias

Cerjack –Watt, pues había que esperar los resultados que arrojara la Asamblea

Legislativa que en septiembre, en sesión plenaria, tendría que determinar si ratificaba o no este acuerdo. Sin embargo, un sondeo realizado al presidente de la Comisión de

Relaciones Exteriores de la Asamblea Legislativa, reveló que algunos legisladores

podrían ser presionados para ratificar el acuerdo, bajo la justificación de que en un

futuro Panamá podría “necesitar de la ayuda militar de EEUU para enfrentar el

conflicto armado de los grupos guerrilleros que operan en la frontera con Colombia”. (Víctor D. Torres, “Justifican convenio Panamá-EU”, La Prensa, domingo 13 de julio del

2003).

Page 59: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Espinoza Suira, José Angel. Soler: una referencia Panameña ineludible en el estudio de las ideas en “Nuestra América”. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 123-140. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/suira.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

HOMENAJE

SOLER: UNA REFERENCIA PANAMEÑA

INELUDIBLE

EN EL ESTUDIO DE LAS IDEAS EN "NUESTRA

AMERICA"*

José Angel Espinoza Suira**

*Conferencia dictada en el Primer Encuentro Internacional de Cátedras Martianas, efectuado en Santiago de

Veraguas del 8 al 12 de septiembre del 2003. **Profesor de Filosofía del Centro Regional Universitario de Veraguas, Universidad de Panamá.

Secuencia N°61, enero-abril 2005, revista de historia y ciencias sociales, publicada por el Instituto de investigaciones Dr. José María Luis Mora, México.

A nueve años de la desaparición física del maestro Ricaurte Soler, considero

pertinente, en ocasión de este significativo evento martiano en nuestro país,

reflexionar en torno a la importancia de la obra de Soler en el desbrozamiento de un

pensamiento panameño e hispanoamericano pionero en el estudio de la idea de

“Nuestra América”, anhelo siempre presente en la evolución traumática de las sociedades latinoamericanas que va desde la independencia del colonialismo europeo hasta lo que comenzamos a conocer desde mediados y finales del XIX como la

emergencia del imperialismo norteamericano.

Este ensayo lo realizamos con el propósito de replantear los aportes más significativos del pensamiento soleriano, tanto en el terreno de la indagación teórico-

filosófica, como en el de la construcción de una historiografía genuinamente americana: Aportes para nosotros significativos si tomamos en cuenta que las

urgencias del presente se han tornado apremiantes y cunde por doquier el pesimismo, el fatalismo, el inmovilismo, las visiones apocalípticas o, en el mejor de los casos,

dogmatismos, sectarismos o relativismos enfermizos.

El pensamiento de Soler hasta su propia personalidad estuvieron profundamente marcados por la impronta martiana. El legado martiano se observa en cada actuación

del hombre, del intelectual y del investigador que fue Don Ricaurte, como le

llamábamos algunos. Esta herencia, aunque inconclusa en su materialización bolivariana, cobra hoy inusitado vigor ante el aumento de los conflictos y la agudización de los problemas sociales en una región que se atomiza cada vez más,

gracias a los efectos de la denominada globalización y los pactos sectoriales con el imperio que, como el ALCA, Plan Puebla y los tratados bilaterales de libre comercio, se

erigen como nuevos recursos ideológicos e instrumentales urdidos por las tecnocracias

capitalistas, destinados para convertir en cosa del pasado las aspiraciones de

liberación nacional, autodeterminación, soberanía y justicia social. Por todo esto,

Martí se encuentra más vigente que nunca y, en efecto, hablar de Martí en Panamá

Page 60: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

significa, sin duda alguna, hablar también de nuestro maestro para siempre, el Dr.

Ricaurte Soler.1

Los momentos actuales son de gran confusión e incertidumbre, en tanto que el gran capital viene propiciando a escala pla-

netaria cambios profundos en la base material y supraestructural de su sistema de dominación mundial, regional y nacional,

sobredimensionando el crecimiento científico-tecnológico y articulando los mercados para satisfacer la lógica ilógica de una racionalidad instrumental que, en lo ideológico, promueve la estandarización de gustos, el consumo desenfrenado, el egoísmo individualista, la vida disipada, sin nortes ni objetivos, y el culto a toda forma de placer. La llamada “globalización” promueve precisamente

estos anti-valores para mantenernos desarraigados, alienados y entretenidos y, sobre todo, hacernos creer que la lucha social y los

reclamos de patria y libertad constituyen “piezas de museo” o “periódicos de ayer”. Se plantea, entonces, el hacer altos epistemológicos y axiológicos en nuestra

percepción de la realidad para volver a beber de la fuente prístina de nuestro pasado glorioso, de jornadas, héroes y pensamientos que muchas veces adelantaron

advertencias, proyectos y tareas que ahora deben ser retomadas y actualizadas. Definitivamente, jamás entenderemos los eventos post-postmodernos (como ahora los

llaman) si antes no logramos encontrarnos de frente con nuestra angustia existencial, con nuestros logros, nuestros errores, nuestros héroes y continuar así la faena, muchas

veces interrumpida, de construcción de nuestra identidad y nuestro destino histórico. El pensamiento hispanoamericano del XIX y del XX continúa siendo válido en su

misión desalienadora y reconstructiva. Nos advierte precisamente de que los peligros

siguen siendo los mismos, pero, al ser estos mayormente complejos, nos propone la retoma crítica de todos estos aportes para recuperar lo mejor de su proyección visionaria, poder de diagnóstico, rigurosidad metodológica, optimismo imaginativo y prospección científica. Estos aportes sólo se quedarían en el pasado si las metas que

se trazaron y las tareas que se establecieron hubieran sido cumplidas o satisfechas.

Evidentemente, esto no ha sido así y hoy todavía acudimos a la sobrevivencia de un sistema oprobioso de dominación que pugna por mantenerse y expandirse a expensas

del atraso, subdesarrollo y explotación inmisericorde de nuestros pueblos. No

obstante, aunque esto constituye una realidad aplastante, también es cierto que los aportes de Martí y de Soler nos hablan del fortalecimiento de una ética política basada en la fe en el hombre, en el progreso material y espiritual de la humanidad, en el optimismo resultante de la lucha de los pueblos, en el acrecentamiento de un pensamiento hispanoamericano liberador y autóctono y en la confianza puesta en el ideal bolivariano de unidad de las ex -colonias españolas o “Nuestra América”, en algún

momento de todo este proceso. Diría Soler al respecto que la tarea del momento sería la de rehacer una

cosmovisión que haga justicia al requerimiento teórico y práctico que reclama la vertebración colectiva y multidisciplinaria del conocimiento, en franco compromiso con los problemas de la realidad americana. Examinar y reexaminar la realidad así como

nuestra percepción de ella es la empresa a continuar, y para ello el pensamiento pionero hispanoamericano

nos sigue ofreciendo las herramientas conceptuales, las premisas fundamentales, los recursos investigativos y las metodologías

adecuadas para llevar a feliz término este empeño vital.

Soler ya no está con nosotros, físicamente, pero sí lo está su producción y su obra, todo ello orientado

a llegar profundo en la indagación y a producir generalizaciones científicas a partir de la experiencia

concreta de la lucha de los pueblos indo-americanos. En este sentido, la cátedra martiana es oportuna

para la integración epistemológico-axiológica de todos estos aportes, porque están fuertemente

amarrados al tronco común de las gestas sociales reivindicadoras del clamor popular contra el

colonialismo de ayer y la opresión neoliberal del comercio de hoy.

Soler llevó un monitoreo permanente de cada cosa y cada evento que ocurrió en las revoluciones

nacionales y sociales de hispanoamérica y latinoamérica, en especial en la Cuba amada de Martí. Fue

un ferviente defensor de la revolución cubana y llamaba a aprender de sus enseñanzas. No fue casual,

entonces, que se propusiera asistir en el año 1995 a los actos conmemorativos del centenario de la muerte

en combate de José Martí y de la Guerra de Independencia cubana de 1895, a invitación de destacadas

personalidades del Centro de Estudios Martiano de Cuba.

Mayo de 1995 fue la fecha de este evento, importante para nosotros porque el maestro fallece

inesperadamente un 14 de agosto de 1994. Había planeado vender cierta cantidad de ejemplares de un

texto suyo sobre el canal, como apoyo económico al evento. Para este momento, ya era considerado, sin

duda alguna, uno de los intelectuales más lúcidos de “Nuestra América”. Había sido reelecto dos meses

antes de su muerte vicepresidente de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe

(ADHILAC), la cual sesionó en Querétaro, México. A la fecha ostentaba los títulos de licenciado en

Filosofía, de la Universidad de Panamá, un doctorado en Filosofía de la Universidad de París y había

Page 61: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

pasado por cursos de Historia de América en la UNAM de México. No por casualidad había sido

también incluido su nombre en el Diccionario de las Letras en América Latina (DELAL), como figura y

personalidad literaria descollante: este diccionario fue confeccionado en Venezuela con el patrocinio de la

Fundación Biblioteca Ayacucho. Su actuación en congresos internacionales como los de Estocolmo,

Caracas, México, Lima, Sao Paulo y otros también fue notoria.

Una visión de Soler Como persona:

Miguel de Unamuno sentenció en su Sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos

que las filosofías nos interesan, no tanto por lo que proponen, sino por el hombre o mujer de carne y

hueso que ocultan. Esto cuenta de sobre manera, en tanto que los seres humanos sin excepción responden

a circunstancias de vida que determinan e inciden grandemente en la conformación de su personalidad.

En el caso del maestro lo recuerdo como un docente y un investigador austero, sobrio, de refinadas

maneras y poseedor de un rigor conceptual y hábitos de trabajo y estudio admirables. Por otra parte,

quienes lo conocieron han dado fe de su entereza moral, de su apego a los principios y de su honestidad

intelectual a toda prueba. No obstante, esa aparente rigidez de su imagen personal desaparecía al

producirse familiaridad y confianza en las relaciones y surgía así el profesor Soler, humorista y

anecdótico que mostraba preocupación en todo momento por sus estudiantes y amigos. Otros lo recuerdan

como un hombre impecable, que vestía con mucha formalidad y poseía ciertos aires de la década de

1950.

Nuestro primer contacto con él se produjo en el año 1973–74 cuando ingresábamos a los estudios

universitarios en la carrera de Filosofía e Historia. La asignatura cursada no podía ser otra que Historia

de la Ideas en América, la cual es recordada como un curso difícil donde “si entraban 20 o 25 sólo

quedaban 5 o 4 al final del semestre”. Al principio nos quejábamos de su metodología estricta, pero al

final terminábamos convencidos de que esta disciplina de estudio y trabajo era necesaria para la

interiorización de contenidos archi-complejos y lograr la capacidad de hilvanar datos históricos,

sociológicos, políticos y económicos cuyas relaciones no siempre aparecían a simple vista.

Nuestro último contacto académico con el maestro se produjo en la fase final de nuestros estudios de

licenciatura, cuando tuvimos que realizar el trabajo de graduación o tesis, la cual en nuestro caso giró en

torno al tema: “Bolívar y su concepción del Estado Nacional Hispanoamericano”. Precisamente, por los

conocimientos poseídos así como por su vasta experiencia en investigación, algunos de nosotros optamos

por elegirlo asesor del trabajo de graduación. Este fue precisamente mi caso, y nunca olvidaremos, por la

lección aprendida, que de los tres miembros del Jurado, Soler nos dio un puntaje de 98: dos puntos menos

por no haber citado la obra del Doctor Octavio Méndez Pereira, fundador de la Universidad de Panamá,

referente a Bolívar y el Panamericanismo. Había que ser exhaustivos.

En esta parte de la semblanza de su personalidad, deseo consignar un testimonio que logra captar la

opinión que el Dr. Ricaurte Soler tenía de sí mismo. En un homenaje prodigado a su persona, como

subdirector del Centro de Estudios Martianos, el historiador cubano Pedro Pablo Rodríguez nos habla de

su último contacto con el amigo Ricaurte. Fue un encuentro en México en ocasión del Congreso de la

Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC), en el cual tuvo la oportunidad

de intimar con el intelectual panameño, que había sido reelecto en el cargo de vice-presidente.

Cuenta Pedro Pablo que en esa oportunidad se atrevió a hacerle a su amigo la pregunta de si él sabía

que, en ocasiones, su personalidad era un obstáculo para sus relaciones humanas; a lo cual contestó:

Sí, sé que no me ayudan mi estiramiento y mis modales, tan poco panameños. Los cubanos me lo

dicen y los panameños también. Pero, ¿qué le voy a hacer?. Ese es mi carácter, aunque quizás muchos

no imaginen que en realidad me gusta ver bailar, que admiro la palabra fácil y la broma ligera que a mi

no me salen, y que a mi, también, se me van los ojos tras el bamboleo de ciertas mujeres. Pero hacer todo

eso con el desenfado usual de la gente del Caribe, eso sí que no puedo, no me sale. Te repito, en eso sé

que soy poco panameño. Pero que no quepan dudas sobre mí: soy panameño total, esa es mi primera y

primordial definición como persona. Y esa ha sido la esencia de mi obra toda. ¿Mi aspiración? Que mis

lectores de hoy y, sobre todo, los de mañana, me vean así como panameño.2

Concepción de su rol en la política

Para el momento que trabamos contacto con el Dr. Soler, la década de 1970, su obra escrita y su

pensamiento filosófico y político ya había encontrado un punto de sedimentación y maduración.

Terminados nuestros estudios, la visión mantenida del maestro fue la de un docente e investigador

extraordinario, pero también la de un intelectual grandemente comprometido con la tarea de

construcción de un pensamiento político independiente, crítico y científico.

Muchos le criticábamos el no tomar partido con una militancia orgánica o partidista, adscrita a alguna

de las expresiones de izquierda conocida, pero, luego, nos convencía con su ejemplo, que su misión

Page 62: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

estaba en el mundo de las ideas, de los conflictos conceptuales, para hacerlos expresar la acuciante y

compleja realidad de los pueblos y sus luchas libertarias.

Aunque Soler no fue político profesional se involucró en la política como un intelectual

comprometido con las causas nacionales y sociales. Su pensamiento, analítico, agudo y, a veces, irónico,

se dejaba escuchar en las aulas y pasillos universitarios, así como en los momentos de lucha estudiantil

por la democratización de la enseñanza universitaria, o por el co-gobierno universitario de profesores,

administrativos y estudiantes.

Todavía lo recordamos cuando, al toparnos en los pasillos de clases (como sabía que andábamos en

la militancia estudiantil universitaria, como dirigentes del Frente de Reforma Universitaria), se acercaba a

nosotros para darnos algún consejo, información o mostrarnos alguna bibliografía que resultara útil a

nuestro cotidiano quehacer.3

La filosofía como matriz germinal y estructural de su pensamiento

Constituye una riqueza inigualable la producción estrictamente filosófica que realizó el Dr. Soler.

Pudiéramos decir, sin exagerar, que toda su obra, sin excepción, es filosófica en el sentido amplio de la

comprensión de lo filosófico. Consignamos, a continuación, un listado de estas obras, tratando de

guardar el orden cronológico de su aparición:

- “Problemas de la Historia de la Filosofía”, Tareas N°7, junio-noviembre de 1962.

- “Sobre las direcciones filosóficas fundamentales”, Tareas N°15, abril - junio de

1965. - Modelo mecanicista y método dialéctico, Panamá, Ediciones de la Revista Tareas, 1966. Tareas N°17.

- El positivismo argentino. Pensamiento filosófico y sociológico, Biblioteca América

Latina, Buenos Aires, Editorial Paidos, S.A., 1968. - Estudios filosóficos sobre la dialéctica. (En colaboración con José de Jesús Martínez). Premio sección

ensayo, Concurso Literario Ricardo Miró, 1971, Ediciones de la Librería Cultural Panameña, 1973.

- “Causalidad en el mecanicismo y causalidad en la dialéctica”, Revista Lotería N°193, diciembre de

1971.

- “Dialéctica de universales e individuales (sobre el nominalismo)”, Revista Lotería N°194, enero de

1972.

- Materialismo e idealismo: Una alternativa. Ediciones de la Revista Tareas, 1974, tercera edición

aumentada, con apéndice analítico de Humberto Brugiati.

- “La especulación filosófica no puede apartarse de los problemas de la realidad americana”. Entrevista de

Dimas Lidio Pitty, aparecida en el diario El Día, de México, 10 de agosto de 1975. Tareas N°33,

septiembre - noviembre de 1975.

- “Consideraciones sobre la historia de la filosofía y de las sociedades latinoa-mericanas”, En Cueva, Agustín: La filosofía actual en América Latina, Grijalbo,

México, 1976. - “La Revolución francesa promovió valores humanos y democráticos que hoy tienen plena vigencia”.

(Entrevista). En Campus. Suplemento Bicentenario de la Revolución Francesa, Año 7, N°78,

Universidad de Panamá, julio de 1989.

- “Tradición, reflexión y enseñanza de la filosofía en Panamá”. Tareas N°79, septiembre – diciembre de

1991.

De todas estas obras filosóficas, Materialismo e idealismo: Una alternativa, es la más utilizada por la

mayoría de los profesores de filosofía a todo lo ancho y largo del país, indistintamente de su posición

ideológico-filosófica. Esto se debe a que los profesores han tenido que explicar las distintas escuelas

filosóficas que han existido desde el mundo antiguo hasta hoy, y esta obra, pequeña en su formato y

cantidad de páginas, constituye un trabajo de síntesis y orientación magistralmente escrita, además de

oportuna, en tiempos en que sobre esos temas predominaban los manuales propagandísticos sobre

filosofía marxista, provenientes de la hoy extinta URSS.

El profesor Soler se percató de la necesidad de un ensayo de este tipo, y más, cuando él era consciente

de que los estudios filosóficos en la Universidad de Panamá tenían una marcada tendencia europeizante,

además de ser bastante abstractos y referidos exclusivamente al estudio del “idealismo filosófico” en sus

diferentes vertientes.

Criticaba agudamente en Materialismo e idealismo... lo que observaba en las aulas de la Escuela de

Filosofía e Historia , en las cuales no se investigaba ni se trataba la realidad panameña o

hispanoamericana, sino, por el contrario, las disquisiciones giraban en torno a confrontaciones

conceptuales estériles huérfanas de contenido real.

Page 63: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Al respecto, sentenciaba en este trabajo: “De la confrontación de conceptos sólo surgen conceptos” y

que la búsqueda de la verdad, aislada de la práctica, ya sea individual o colectiva, deviene en un

problema puramente escolástico.4

Esta obrita, de exactamente 67 páginas, constituye la maduración de su pensamiento filosófico, el

cual venía gestándose desde los años 1962, 1964, 1965, 1966, a través de artículos aparecidos tanto en la

revista Tareas como Revista Lotería relacionados con los temas “Sobre las direcciones filosóficas

fundamentales”, “Problemas de la historia de la filosofía”, “Modelo mecanicista y método dialéctico”,

hasta finalmente lograr Materialismo e idealismo: Una alternativa. Para cuando estudiantes de mi

generación de 1973 llegábamos a la Universidad de Panamá a estudiar filosofía ya circulaba la tercera e-

dición aumentada de este trabajo, como Ediciones de la Revista Tareas, que contenía al final un apéndice

titulado “Materialismo e idealismo. Esquema analítico”, escrito por el profesor y amigo desaparecido

recientemente Humberto A. Brugiati.

Evidentemente, las ideas aquí expuestas representan una lenta sedimentación de criterios en torno a

la enseñanza de la filosofía tanto a nivel medio como universitario, la cual se encontraba imbuida hasta

los tuétanos de las diferentes variantes del idealismo filosófico. Insistirá, entonces, con mayor

vehemencia, que lo ideal, lo espiritual, lo cual no es negado, debe ser explicado a partir de la realidad

exterior al pensamiento. Hasta ese momento se propagaba en las aulas la creencia opuesta que, aunque

reconocía esta realidad exterior del mundo, la hacía derivar de un acto de creación del “espíritu divino”.

Concluía al respecto, para no dejar lugar a dudas, que estas dos direcciones filosóficas fundamentales,

“idealismo” y “materialismo”, habían sido históricamente irreconciliables y lo seguían siendo. Agregaba

que, aunque esta disputa filosófica no aparecía a simple vista en las diversas investigaciones históricas,

ésta se mantenía como supuestos a ser descubiertos y dilucidados críticamente.

Este tipo de razonamiento lo lleva a un enjuiciamiento radical del tipo de “lógica” que prevalecía en

los estudios históricos , sociológicos y culturales: Reconociendo que “la lógica formal” tendría su

derecho a existir y que pareciera como si las leyes de la conciencia cognoscente condicionan y

determinan el conocimiento del objeto, destaca, no obstante, que en la misma realidad reina “la

contradicción”, “el conflicto”, y ya con esto la “lógica formal” no puede arrogarse la pretensión de ser la

única expresión de la realidad. Importará, entonces, en Soler, no tanto la validez formal de un

conocimiento, sino la falsedad o verdad de conocimientos concretos, lo cual supone y exige otro criterio

de validación, que no puede ser otro que la actividad práctica de los hombres concretos, actuando en la

historia y haciendo la historia, de lo cual dependerá el grado de corrección o exactitud de los conceptos,

teorías o sistemas. La verdad no será, entonces, algo perenne, sino constituirá un desarrollo, una “verdad

histórica”. Con estas verdades del materialismo dialéctico e histórico a mano, finalmente tomará partido a

favor de un marxismo humanista y creador que, transformado en “guía para la teoría y la acción”

contribuya a despejar y orientar la lucha nacional y social en “Nuestra América”.

El marxismo soleriano y el problema

nacional hispanoamericano

Analistas de su pensamiento lo describen como un auténtico filósofo, en tanto que concebía la

reflexión filosófica como una empresa crítica de desalienación y profundamente vinculada con la

dilucidación de los problemas concretos de la realidad panameña e hispanoamericana. Ya lo

confirmaba en 1975, en ocasión de una entrevista que le hiciera Dimas Lidio Pittí: “la especulación

filosófica no puede apartarse de los problemas de la realidad americana”.5

Soler fue filósofo de principio a fin. Entendía que debía usar ciertos parámetros teóricos

fundamentales y su formación marxista amplia y crítica lo llevó a estructurar una cosmovisión

materialista dialéctica libre de ortodoxias y dogmatismos. Por otra parte, ya él se había percatado de que

el mismo marxismo adolecía de criterios orientadores en torno al problema nacional en la época de

emergencia del capitalismo imperialista. No por casualidad escudriñaba y volvía a hurgar en la obra de

Vladimir Lenin: “El Imperialismo fase superior del capitalismo”, la cual recomendaba grandemente a

amigos y estudiantes. Completaba esta formación la lectura, no sólo de los clásicos del marxismo y de

toda la filosofía universal, sino, sobre todo, del pensamiento hispanoamericano autóctono, el cual

siempre buscó, consultó y reinterpretó.

Llegado el momento, se percató de que inclusive este esfuerzo era limitado, en tanto que debía tomar

en cuenta la historiografía más vasta del continente entero: Por ello afirmaba ”el esfuerzo por registrar la

originalidad y las especificaciones de la historia de las ideas en América constituía una tarea insuficiente

en la medida que esas ideas no eran lo suficientemente integradas dentro del proceso total del desarrollo

histórico latinoamericano”.6

Page 64: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Este detalle nos parece de sobremanera importante en tanto que Soler descubre que su indagación de

las raíces de lo nacional en nuestro país durante el siglo XIX lo va conduciendo al examen de otras

especificidades en Latinoamérica. De allí que hienda también su escalpelo heurístico y hermenéutico en

los hechos relevantes de la revolución mexicana, en el proyecto de Unión Centroamericana, en el

bolivarismo venezolano, en el sandinismo nicaragüense y en otros experimentos socio-históricos que

arrojaban reveladoras luces sobre la dialéctica de la construcción del Estado Nacional

hispanoamericano. La Revolución cubana constituirá para él uno de los marcos referenciales más

importantes.

La tesis principal que orienta todo su faena reflexiva se sintetiza en la certidumbre de que en

“Nuestra América” la erección del Estado Nacional ha constituido un proceso “sui géneris” no siempre

lineal y que se aparta drásticamente del modelo europeo, que explicaba las cosas en términos de

burguesías, capitalismo y formación del Estado Nacional. Repetirá, entonces, una y otra vez que en

Hispanoamérica el Estado Nacional es burgués en su forma pero nacional por su contenido.

En otras palabras, constataba que en el caso latinoamericano, el Estado Nacional no ha sido

producto, consecuencia, sino comienzo, origen, posibilidad real de homogenización de la sociedad, desde

arriba, donde, en ausencia de burguesías industriales progresistas, el vacío de liderazgo es llenado por la

aparición de nuevos actores sociales, las clases sociales emergentes, las pequeñas burguesías

comerciales, las capas medias, los indígenas, los campesinos, etc., las cuales asumen conciencia

nacional en el seno de la lucha por el control del Estado para así propiciar la reforma social y satisfacer

las demandas concretas de las masas populares. En fin, en Soler, la conciencia nacional es construida a

partir de la conciencia social.

Esta aproximación teórica se fundamentaba también en otra certidumbre: la necesidad del examen de

los fenómenos concretos, en toda su especificidad, a partir de las clases sociales y sus luchas y

contradicciones. De toda la rica producción de textos y libros que Soler nos legara sobre estos temas, dos

de ellos recogen magníficamente la maduración de esta percepción, de manera exhaustiva y

documentada: estos son Formas ideológicas de la Nación panameña (1963) e Idea y cuestión nacional

hispanoamericana. De la independencia a la emergencia del imperialismo (1980). Este último influyó

poderosamente en el trabajo de graduación que realizamos en torno al complejo proceso de erección del

Estado Nacional Hispanoamericano a partir de la experiencia bolivariana.7

Una síntesis de las principales características de los estudios solerianos efectuados desde la perspectiva del materialismo

dialéctico e histórico nos conduce a los siguientes elementos:

- Esfuerzo sistemático de repensar el marxismo a partir de las especificidades de la realidad

hispanoamericana y panameña y no europea o norteamericana.

- Visión de la historia como una ciencia holística y estructural.

- Nominalismo social: la realidad del “Estado” no está alejada de los conflictos de clase. Existencia de

una dialéctica entre Nación-Individuo e Individuo-Nación.

- Investigación exhaustiva de los hechos sociales, políticos, económicos, culturales, etc., concretos con la

intención de arribar a premisas teóricas claras y comprensibles.

- Optimismo epistemológico y gnoseológico frente a la posibilidad real de concretar el proyecto de Idea y

cuestión nacional hispanoamericana. En esto es profundamente bolivariano y martiano, antes que

marxista.

- La teorización y acción sobre lo nacional y lo social es concebida como un “acto deliberado”,

“intencional”, donde la voluntad política individual y colectiva ayuda, da un empujón a la maduración

de las condiciones objetivas y subjetivas del cambio.

- Concepción del Estado Nacional como instancia o ente homogeneizador de la sociedad. Se manifiesta

en el caso hispanoamericano en la posibilidad real de que una instancia supraestructural, aunque vacía

de contenido y fortaleza socio-económica, pueda coadyuvar al empeño estatal-nacional y jugar un rol

reivindicador de lo social, sin que las condiciones infraestructurales estén maduras para ello.

- Creación de nuevas categorías en el análisis de los fenómenos políticos y sociales, como por ejemplo el

“bolivarismo” o el “torrijismo” de nuestra época. Manejo del concepto de “bonapartismo”, como

instancia estatal arbitral del conflicto “Nación”, “Estado”, “clases sociales”.

- Convicción de que sólo a nivel de las luchas por la erección del “Estado Nacional” se puede construir

una resistencia efectiva a los poderes imperiales del Norte Capitalista.

- Empeño dirigido hacia el usar las herramientas teóricas de un marxismo-leninismo renovado para la

construcción de una teoría de la nacionalidad panameña o una “teoría de la patria”.

Maduración de una teoría de la patria Formas ideológicas de la Nación panameña constituyó realmente la obra que recoge la maduración

de una primera fase de evolución del pensamiento soleriano. Todos los estudiosos de la obra de Soler

Page 65: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

coinciden en esto e inclusive señalan que estas ideas comenzaron su gestación a partir de su primer

trabajo Pensamiento panameño y concepción de la nacionalidad en el siglo XIX, trabajo de graduación de

1954 que fuera prologado por Rodrigo Miró. Miró fue su segundo asesor de tesis, luego que el profesor

Carlos Manuel Gasteazoro marchara a España en 1953 a realizar una investigación en los Archivos de

Indias de Sevilla.8

Desde Pensamiento panameño... hasta Formas ideológicas... Ricaurte mostró una inquietud intelectual

singular. Lo vemos también, en el mismo año 1954, haciendo comentarios bibliográficos al ensayo de

Don Diógenes de la Rosa: Don Guillermo (Andreve) y Don Justo (Arosemena), dos hombres ante una

misma preocupación y prologando la obra del historiador Alfredo Castillero Calvo: Las luchas sociales

en el Istmo. La temática de la “cuestión” nacional latinoamericana también es abordada en esta década

de trabajo fecundo, que es denominada por algunos estudiosos de las ideas en Soler como “los años de su

juventud”. Así tenemos: El positivimo argentino (1959) y Estudio sobre historia de las ideas en América

(1961).

De Pensamiento panameño... destaca un pasaje de crítica germinal al rol de los estudios

universitarios, el cual constata la importancia que ya Soler le otorgaba a la indagación sobre la cuestión

nacional, como la llamaba: “Nuestra más alta casa de estudios es fundamentalmente panameña e

hispanoamericana: como tal, está llamada a integrar los elementos de nuestra débil estructura nacional, y

a investigar los fundamentos de la no menos débil fraternidad hispanoamericana; en una palabra, a

incrementar el sentimiento nacional como pedía Eusebio A. Morales, y a robustecer el sentido hispanoa-

mericanista como pedía Bolívar”.9

A partir de estas tempranas ideas, el maestro irá construyendo una interpretación de la realidad

panameña fuertemente fundada en una concepción del “ser” y del “deber ser” de lo nacional panameño

con miras a la formulación de una “teoría de la patria” o una “teoría de la nacionalidad” que realmente

explicara los fenómenos políticos, sociales, económicos, culturales; precisara las principales tendencias,

y, sobre todo, trazara el camino a seguir. Hasta este momento no se había producido un tipo de

especulación que integrara los muchos y variados trabajos que sobre la temática nacional y el “ser del

panameño” ya se conocían. Estos esfuerzos anteriores fueron realmente importantes y significativos, pero

la mayoría de ellos fueron elaborados desde la perspectiva del “idealismo filosófico”. No obstante, todos

ellos, por supuesto, dejaron profunda huella en su percepción crítica.10

Soler conoció de importantes y valiosas contribuciones al pensamiento político panameño. De éstas

podemos mencionar: los trabajos de Justo Arosemena: El Estado Federal de Panamá, Teoría de la

nacionalidad y Estudio sobre una idea para una liga americana; de José Dolores Moscote: Vocación

filosófica del Dr. Justo Arosemena; de Octavio Méndez Pereira: Justo Arosemena y Panamá: País y

Nación de tránsito; de Eusebio A. Morales: Meditaciones sobre la fragilidad del sentimiento patrio de los

panameños; y, por supuesto, los significativos aportes de Diógenes de la Rosa: Eusebio A. Morales,

conciencia crítica de la República y Tres de Noviembre, así como los del poeta Rodrigo Miró: Teoría de

la Patria (1947). A este respecto también es importante consignar el influjo poderoso de las ideas de tres

destacados intelectuales universitarios que produjeron una rica intelección sobre el “ser y naturaleza de lo

panameño” como lo fueron Moisés Chong, El pensamiento panameño, su trabajo de graduación, Diego

Domínguez Caballero e Isaías García Aponte, con su Naturaleza y forma de lo panameño.

A manera de conclusión

Realmente compendiar y examinar toda la obra del maestro Soler en un trabajo como este resulta casi

imposible sin que esto no nos lleve una cantidad de páginas mayor. Nos falta todavía hablar de sus

últimas obras importantes como lo fue, por ejemplo, La invasión de Estados Unidos a Panamá y El

Imperialismo en la posguerra fría. En esta última, Ricaurte continúa fiel a su espíritu crítico

investigativo y a su compromiso de filosofar e historiar la realidad concreta cerca de nosotros como

latinoamericanos y como panameños.

Desde Formas ideológicas de la Nación panameña (1971, pero sedimentada desde 1963) hasta La

invasión de Estados Unidos a Panamá (1994) podemos observar la maduración de un pensamiento crítico

fuertemente comprometido con el dilucidamiento del problema de la racionalidad del proyecto estatal-

nacional hispanoamericano y, sobre todo, del Estado Nacional panameño. El eje temático central de

estos trabajos continúa siendo el examen del fenómeno nacional, de la construcción del Estado Nacional

para resistir al imperialismo norteamericano. Por supuesto, ante el dilema “Realidad o artificialidad

histórica de la Nación panameña”, él se inclinará por lo primero, sustentando de manera prolija y

documentada que el “proceso de liberación nacional panameño” se ha ganado su derecho a existir. No

somos un invento de ningún poder exógeno, aunque nuestra clase política así lo haya pretendido o lo siga

Page 66: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

pretendiendo. Y esta es la razón fundamental por la cual invadieron a Panamá, los Noriegas o los

militares sólo han brindado las excusas perfectas para ello. Todavía hoy no aprendemos de estas duras

lecciones que nos ofrece nuestra historia reciente. Todavía hoy seguimos creyendo en los “cantos de

sirena” del imperio y sus tentáculos financieros , militares y culturales.

Además de estos trabajos individuales, que significaron un tremendo aporte a la construcción de un

pensamiento político panameño fecundo y autóctono, quizá la mayor contribución del esfuerzo soleriano

estuvo en la fundación de la revista Tareas, de la cual fue su primer director, promotor y guía espiritual.

Arístides Martínez Ortega, precisamente, nos cuenta en su artículo “Ricaurte Soler y Tareas” las

vicisitudes enfrentadas durante la década de 1950 para la materialización de tan anhelado proyecto. Nos

habla, por ejemplo, de cómo Soler concebía la revista y del primer nombre ensayado para ella

“Quasimodo”, intentando rememorar y continuar aquella revista que dirigió el Dr. José Dolores Moscote.

El nombre Tareas quedó acordado posteriormente en una reunión donde participaron Franz García de

Paredes y César Young Núñez, quienes agregan una “s” a la propuesta original de “Tarea”.

Desde el principio hasta nuestros días, Tareas ha continuado fiel a sus objetivos fundacionales:

- Elaborar un pensamiento que dilucide e incida sobre lo concreto.

- Ver el pensamiento en su función social.

- Señalar las responsabilidades que se asumen cuando se es intelectual en Panamá,

en Hispanoamérica y en el mundo. - Servir de tribuna para la discusión de los problemas nacionales y regionales.

- Erigir un centro de documentación e información sobre el pensamiento científico-social

latinoamericano.

- Dilucidar la realidad panameña y latinoamericana en sus especificidades mediante un abordaje

epistemológico diferenciado.

- Originar y sistematizar estudios que permitan estructurar una concepción de la nacionalidad, sin

menoscabo de acoger trabajos no compatibles con la orientación general.

- Sentar las bases para la fundamentación de políticas coherentes en lo económico,

cultural, social, etc.. - Mantener viva la lucha por el perfeccionamiento de nuestra independencia.

Ahora nos toca proseguir las luchas y el ejemplo del maestro porque, como una vez dijera Martí: “De

pensamiento es la lucha mayor que se nos hace, enfrentémosla a pensamiento”.

Notas

1. La influencia y presencia del pensamiento martiano en Soler fue a todas luces palmaria. Varios trabajos recogen la continuación creativa de este legado: “José Martí: Bolivarismo y antiimperialismo”, Simposio Internacional sobre el Pensamiento Político Antiimperialista en José Martí, Memorias del Centro de Estudios Martianos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1989. Anterior a este trabajo, entramos en 1980: “De Nuestra América de Blaine a Nuestra América de Martí”, Casa de las Américas N°119, La Habana, 1980. Posteriormente, en 1992, publica en Tareas N°82, septiembre– diciembre, un

interesante artículo titulado: “Martí y el Canal de Panamá”, pp. 47-51. 2. De Pedro Pablo Rodríguez: “Mi último encuentro con Ricaurte”. En Tareas N°89, de enero-abril de 1995,

pp.95-97. 3. Sobre su vínculo temprano con las causas del movimiento estudiantil universitario, Víctor Avila, docente

universitario, historiador y político, nos narra en su artículo “Ricaurte Soler: Un intelectual comprometido con su tiempo”, que el Dr. Soler siempre simpatizó con las causas defendidas por la Federación de Estudiantes de Panamá y el FRU. Desde 1958, con las jornadas de mayo de 1958, lo cual

le acarreó la detención por varios días en la Cárcel Modelo, hasta la huelga universitaria de agosto-septiembre de 1962, cuando la Unión de Estudiantes de Panamá frustró el intento de la “rosca universitaria”, liderada por el rector Narciso Garay, de investir al ex -presidente Ernesto de la Guardia como miembro de la Academia Panameña de la Lengua, en el Paraninfo universitario, para cubrir la

vacante que dejara el Dr. Octavio Méndez Pereira. Este testimonio también nos sitúa a Soler en el año 1963, durante el Foro sobre Reforma Universitaria que trajo a distinguidas personalidades como Gabriel del Mazo, ex –Rector de la Universidad de La Plata, Argentina; Benjamín Carrión, de Ecuador; el jurista salvadoreño Reynaldo Galindo y el pedagogo y político venezolano Dr. Luis Beltrán Prieto. Por Panamá

participaron Federico Velásquez, Francisco Céspedes y, por supuesto, el Dr. Ricaurte Soler, con su magnífico escrito: “La reforma universitaria: Perfil americano y definición nacional”, el cual fue recogido por Tareas N°9.

4. Soler, Ricaurte: Materialismo e idealismo: Una alternativa. De introducción a la Filosofía, tercera edición

aumentada. Apéndice esquemático-analítico de Humberto Brugiati. Ediciones de la Revista Tareas,

Panamá, 1974. 5. Entrevista aparecida en El Día de México, el 10 de agosto de 1975, la cual fue retomada por la revista

Tareas N°33.

6. En entrevista ya mencionada.

Page 67: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

7. En el abordaje teórico del tema “las clases y sus luchas”, encontramos definitivamente la columna vertebral del pensar sociológico soleriano: Destacan, a nivel de la región: Clase y Nación en Hispanoamérica (Ediciones de la Revista Tareas, 1975) y a nivel de Panamá: Las clases sociales en Panamá (CELA, 1994). El título de nuestro trabajo de graduación fue: “Bolívar y su concepción del

Estado Nacional Hispanoamericano”. 8. Ver el interesante trabajo del profesor Rodrigo Miró: “Ricaurte Soler, Historiador de las Ideas”, Tareas

N°89, pp. 91-94. 9. Así se expresaba durante su discurso de graduación en la Universi dad de Panamá, el 27 de julio de

1954. Tomado de Miguel Candanedo: “Soler, Nación y Tareas”, en Tareas N°100, septiembre-diciembre

de 1998, p. 12. 10. Según el Dr. Miguel Angel Candanedo, en “Soler, Nación y Tareas”, la dirección filosófica idealista y la

metodología fenomenológica que el Dr. Diego Domínguez Caballero le imprimiera a los estudios sobre “el ser de lo panameño” en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Panamá, indujo a Soler a realizar una traducción de este empeño al lenguaje del materialismo histórico. Para este momento, en la misma perspectiva idealista, prevalecía también la visión de otro profesor de filosofía de renombre, Isaías

García Aponte, quien destacaba por su trabajo: “Naturaleza y formas de lo panameño”. Ver revista Tareas N°100, septiembre–diciembre de 1998, pp. 9-25.

Page 68: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

Sotelo, Adrián. Brasil: la certificación neoliberal del gobierno de Lula. En: Revista Tareas, Nro. 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 141-144. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar119/sotelo.rtf

www.clacso.org

RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected]

RESEÑA

BRASIL:

LA CERTIFICACION

NEOLIBERAL DEL GOBIERNO

DE LULA

Adrián Sotelo V. *Investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), de la Facultad de Ciencias Políticas y

Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Antunes, Ricardo, 2004, A desertificação neoliberal no Brasil (Collor FHC e Lula),

Autores Associados, Sao Paulo.

No pudo ser más atinado y oportuno el título del reciente libro del sociólogo brasileño Ricardo Antunes, A desertificação neoliberal no Brasil (Collor FHC e Lula).

Pero más atinado es su contenido compuesto por 38 ensayos escritos con un estilo á-

gil, breve, claro y concreto que abarcan la historia política y electoral del Brasil

contemporáneo desde la época del presidente Collor (1990-1992) y de Itamar Franco (1992-1994) pasando por los dos períodos presidenciales del sociólogo Fernando

Henrique Cardoso (1995-2002) hasta el reciente gobierno (neoliberal) de Lula (2002-

2006).

Si el autor no dice otra cosa, el eje temático que articula el libro se vertebra

alrededor de la dicotomía-contradicción: crisis del capitalismo-alternativa socialista,

atravesado por las dinámicas sociopolíticas que en Brasil van marcando los procesos y ritmos electorales post-dictadura militar (1964-1985) que marchan paralelos con la

profundización de la crisis estructural de la economía, del peligroso incremento de la

precarización del mundo laboral, del monumental ensanchamiento de la “clase que

vive del trabajo”, de la pobreza en todas sus modalidades y vertientes y de las

desventajas que, en el plano internacional, va acrecentando para Brasil la aplicación de las políticas neoliberales, con mucha fuerza, en el gobierno petista de Lula,

respecto a las flamantes naciones desarrolladas del capitalismo central en su actual

fase de globalización neo-imperialista.

El libro ofrece una visión panorámica que da cuenta certera del proceso de democratización del país hasta el arribo del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva

cuando obtuvo 53 millones de sufragios que en 2002 corresponden a poco más del 30 por ciento del total de la población que en ese año ascendía a 175 millones de

habitantes.

El libro quedaría inconcluso, como tantos otros que se han escrito sobre el tema, si no se propusiera revelar las profundas causas del desencanto de la población de un

gobierno que, después de dos años de haber arribado al poder, no ha hecho otra cosa

más que darle continuidad al proyecto neoliberal impuesto en el país desde la época de Collor de Melo.

Page 69: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

En efecto, son varias líneas las que explicarían ese carácter neoliberal y continuista

respecto a las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores. Destaco tres:

a) En primer lugar, se deben constatar las transformaciones experimentadas por el

Partido de los Trabajadores (PT) en el curso de la década de 1990 que, en palabras del

autor, refieren al hecho de que “El PT parece finalmente completar su ciclo y llegar a la madurez política: nacido en el seno de las luchas sociales, sindicales y de la izquierda

al final de los años setenta, el joven partido surgía, entonces, sobre el designio de

rechazo tanto al „socialismo real‟ como a la socialdemocracia, sin migrar para el

capitalismo. Su fuerza y vitalidad derivaban del fuerte vínculo con los movimientos y

las fuerzas sociales del trabajo. La década de los ochenta, que tantos consideran la „década perdida‟, para el mundo del trabajo fue un periodo de creación y avance.

Basta recordar que allí florecieron, además del PT, de la CUT y del MST, una plétora

de movimientos sociales y sindicales, del campo y la ciudad, que irrumpían por la base, cuestionando nuestra trayectoria cuasi pretoriana, autocrítica, cuyos estratos de

„arriba‟ expresaban un universo burgués, al mismo tiempo agresivo y medroso, elitista

e insensible…En los años noventa, la década de la desertificación neoliberal en nuestro país, se abatió una tormenta sobre nuestro mundo del trabajo y sus núcleos

orgánicos…El PT sufrió esa tempestad” (pp. 164-165).

Dicha tempestad se tradujo para el Partido de los Trabajadores, que

históricamente se fundó en octubre de 1979 y para el propio dirigente Lula, en una

transformación que partió de la moderación de sus planteamientos y políticas hasta la

conversión y configuración de la contienda electoral en eje supremo de su actividad política, de la misma manera que otros partidos de ex-izquierda lo han hecho en los

escenarios políticos latinoamericanos. En las palabras de Antunes, el resultado fue la conversión del PT de ser “un partido de izquierda contra el orden” en una partido -

supuestamente- de izquierda “dentro del orden” (p. 165).

b) Un segundo elemento, apenas esbozado en el libro que comento, pero que sería

necesario desarrollar y profundizar porque remata esa transformación del partido en partido del orden burgués neoliberal, es la gama de alianzas político-electorales que

instrumentó la dirección del PT y el propio Lula con la derecha y las fuerzas

conservadoras del empresariado y la oligarquía financiera y que fungieron como motores de presión para utilizar la legitimidad del gobierno conseguida en las e-

lecciones y expresada en millones de votos, a favor de una opción continuista neoliberal

que ha cristalizado en sendas reformas que atentan contra los intereses mayoritarios

de los trabajadores y, en general, de la sociedad brasileña. c) En tercer lugar, el autor apunta un elemento poco comentado por los

“especialistas” en procesos político-electorales en Brasil y que constituye un

componente esencial de la actual estrategia y práctica política de la burocracia del PT en el poder. Se trata de la reforma “previdenciaria” ? (o sea: según el Diccionario Aurelio: previdência social es el “conjunto de normas de protección y de defensa del

trabajador o del empleado, mediante jubilaciones, amparos para las enfermedades, montepíos…”, así como las instituciones que las aplica). Dicha reforma, como se sabe,

consistió en la privatización de los fondos de pensión en beneficio tanto de

empresarios privados como de la (nueva) burocracia sindical ligada orgánicamente al

PT y que hoy se beneficia de sus resultados: “Encantado con el mundo de Palacio,

actuando como paladín del neoliberalismo, entretenido con la música de Zeca

Pagodinho, el gobierno del PT mantiene una política económica que profundiza su sujeción, amplía el desempleo y la informalidad del trabajo, además de estancar la

producción en beneficio de los capitales financieros. Su postura en relación con los

transgénicos se inclinó y cedió a las transnacionales y su acción contra la previsión

pública fue la visceral y completa negación de todo su pasado, generando frenesí y

catarsis junto con los nuevos operadores y „analistas simbólicos‟ de los fondos de pensión que vislumbran, sobre la batuta del PT, la feliz confluencia del mundo financiero con el sindicalismo de negocios” (p. 166, cursivas mías).

Estos tres elementos articulados explican la conversión del Partido de los

Trabajadores (otrora partido obrero) en un nuevo partido de corte liberal, semejante, como afirma el autor, al inglés New Labour de Tony Blair, que en Brasil está llamado a

Page 70: HISTORIA Y SOCIEDAD - …memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/tareas119.pdf · La trata esclavista también tuvo sus altibajos, pero continuó siendo un factor muy importante

resolver los problemas del mundo del capital y del agrobusiness en absoluto

detrimento del mundo del trabajo y de la sociedad. Esta es la realidad en un país desertificado que corroe sus entrañas para

alimentar infinita e indiscriminadamente la codicia y la sed de ganancias de los

tiburones de la burguesía, de las oligarquías financieras y de los servicios y del capital

internacional que, en la actualidad, ha hecho presa fácil del conjunto Brasil, entre otras cosas gracias a los buenos oficios y beneficios del partido y del gobierno de Lula. La alternativa, ante este desastroso escenario para los trabajadores, es el socialismo,

según el autor de este importante libro y de quien escribe, que cada vez se opone al

social-liberalismo que hoy domina los escenarios políticos, económicos y sindicales de

prácticamente todos los países de Nuestra América.