Hoja Dominical n. 3633 · 2019. 10. 25. · exequial. Misa vespertina del domingo XXXI del tiempo...

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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.633 Carta Dominical M uy esmados, orar es ponernos en manos de Dios. Es pensar en Dios amándolo. Y, al mismo empo, senrnos amados por el Padre del cielo. Cuando rezamos no se trata de recordar a Dios lo que e- ne que hacer. Ni está lejos de nosotros, ni está distraído. La oración es más bien un diálogo con Dios: escucharlo y hablar con él. Cuando hablamos con una persona lo hacemos según quien es o como la consideramos: con respeto si es una auto- ridad, con afecto si es el padre o la madre, con confianza si es la esposa, el marido o los hijos, o un buen amigo. Dios es padre y amigo como no hay otro. No falla nunca. Esto nos hace ver cómo debe ser la oración: llena de esmación, de confianza, de esperanza, de obediencia. ¿Qué ganamos? La garana de la oración es el amor que Dios nos ene y la certeza de cotejar nuestra vida a la luz de su palabra. En el camino de la vida hemos encontrado muchas personas de las que somos deudores. Algunos ya han muerto, otros vi- ven todavía. Nosotros, los crisanos, oramos por los vivos y por los difuntos. ¿Por los difuntos? ¿Qué favor les hace? Por la fe, sabemos que la vida connúa después de la muerte. «La muerte no destruye la vida de los que creen, tan sólo la trans- forma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, encuentran otra de eterna en el cielo», rezamos en uno de los prefacios de la misa. No viviremos siempre en esta erra, pero viviremos con Dios. «No es la casa permanente» se encuentra grabado en lan en el dintel de piedra de la puerta de una casa de uno de los pueblos ampurdaneses donde ejercí de sacerdote. Cada día rezo más por «mis» difuntos. Me siento ligado, unido y agradecido. Los padres que me iniciaron en la fe, los abuelos que nos amaron y cuidaron cuando éramos pequeños. Miem- bros de la amada familia, o la vecina de casa que siempre nos compraba juguetes y el domingo esperábamos sus golosinas. El maestro del pueblo, que me apoyó en los primeros años de aprendizaje. Los sacerdotes que fueron decisivos en un momento de la vida, algún buen amigo con quien lloramos y reímos... Los muertos en plena juventud, y que intenté que murieran confiando en Dios. Está claro que cada uno ene sus difuntos, como también ene sus santos, porque los crisa- nos no somos una familia hecha en serie y las relaciones y las dependencias siempre son diferentes. «¡Los santos nos año- ran!», decía San Bernardo. Pero no podemos cerrar este círculo con la gente que hemos querido y que se nos han adelantado en el camino de esta vida. La «comunión de los santos» es una fraternidad y una oración universal que incluye los difuntos desconocidos y también los vivos mismos. De ahí que debemos orar por los enfermos graves o que están solos, por los muertos de acci- dente, de violencia o vícmas inocentes de terrorismo y de guerras. Debemos orar no sólo por los de casa y los amigos, sino también por los pobres y los que sufren, por una Iglesia misionera y por su unidad, por las vocaciones, por la paz, por una Iglesia que proclame Jesús. Para que la gente sea menos fría y más abierta al Evangelio. Oremos por todos los que nos acompañan en el viaje de esta vida, hasta que lleguemos «al cielo nuevo y la erra nueva» que Dios nos ha preparado. 27 de octubre de 2019 XXX Domingo del empo ordinario Oremos por todos los que nos acompañan en el viaje de esta vida hasta que lleguemos «al cielo nuevo y la erra nueva» Rezar por los vivos y por los difuntos † Joan Planellas i Barnosell Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado Enfoca el código QR y accede al video de la Carta dominical www.omp.es

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Carta Dominical

Muy estimados, orar es ponernos en manos de Dios. Es pensar en Dios amándolo. Y, al mismo tiempo, sentirnos

amados por el Padre del cielo.

Cuando rezamos no se trata de recordar a Dios lo que tie-ne que hacer. Ni está lejos de nosotros, ni está distraído. La oración es más bien un diálogo con Dios: escucharlo y hablar con él. Cuando hablamos con una persona lo hacemos según quien es o como la consideramos: con respeto si es una auto-ridad, con afecto si es el padre o la madre, con confianza si es la esposa, el marido o los hijos, o un buen amigo. Dios es padre y amigo como no hay otro. No falla nunca. Esto nos hace ver cómo debe ser la oración: llena de estimación, de confianza, de esperanza, de obediencia. ¿Qué ganamos? La garantía de la oración es el amor que Dios nos tiene y la certeza de cotejar nuestra vida a la luz de su palabra.

En el camino de la vida hemos encontrado muchas personas de las que somos deudores. Algunos ya han muerto, otros vi-ven todavía. Nosotros, los cristianos, oramos por los vivos y por los difuntos. ¿Por los difuntos? ¿Qué favor les hace? Por la fe, sabemos que la vida continúa después de la muerte. «La muerte no destruye la vida de los que creen, tan sólo la trans-forma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, encuentran otra de eterna en el cielo», rezamos en uno de los prefacios de la misa. No viviremos siempre en esta tierra, pero viviremos con Dios. «No es la casa permanente» se encuentra grabado en latín en el dintel de piedra de la puerta de una casa de uno de los pueblos ampurdaneses donde ejercí de sacerdote.

Cada día rezo más por «mis» difuntos. Me siento ligado, unido y agradecido. Los padres que me iniciaron en la fe, los abuelos que nos amaron y cuidaron cuando éramos pequeños. Miem-bros de la amada familia, o la vecina de casa que siempre nos compraba juguetes y el domingo esperábamos sus golosinas. El maestro del pueblo, que me apoyó en los primeros años de aprendizaje. Los sacerdotes que fueron decisivos en un

momento de la vida, algún buen amigo con quien lloramos y reímos... Los muertos en plena juventud, y que intenté que murieran confiando en Dios. Está claro que cada uno tiene sus difuntos, como también tiene sus santos, porque los cristia-nos no somos una familia hecha en serie y las relaciones y las dependencias siempre son diferentes. «¡Los santos nos año-ran!», decía San Bernardo.

Pero no podemos cerrar este círculo con la gente que hemos querido y que se nos han adelantado en el camino de esta vida. La «comunión de los santos» es una fraternidad y una oración universal que incluye los difuntos desconocidos y también los vivos mismos. De ahí que debemos orar por los enfermos graves o que están solos, por los muertos de acci-dente, de violencia o víctimas inocentes de terrorismo y de guerras. Debemos orar no sólo por los de casa y los amigos, sino también por los pobres y los que sufren, por una Iglesia misionera y por su unidad, por las vocaciones, por la paz, por una Iglesia que proclame Jesús. Para que la gente sea menos fría y más abierta al Evangelio. Oremos por todos los que nos acompañan en el viaje de esta vida, hasta que lleguemos «al cielo nuevo y la tierra nueva» que Dios nos ha preparado.

27 de octubre de 2019 XXX Domingo del tiempo ordinario

Oremos por todos los que nos acompañan en el viaje de esta vida hasta que lleguemos «al cielo nuevo y la tierra nueva»‘

Rezar por los vivos y por los difuntos

† Joan Planellas i BarnosellArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Enfoca el código QRy accede al video de la Carta dominical

www.omp.es

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Edita: Arzobispado de Tarragona · Redacción y administración: Pla de Palau, 2 - 43003 Tarragona Directora: Anna Robert · Consejo de redacción: Mn. Joaquim Fortuny, Mn. Francisco Giménez y Santi Grimau Secretaría: Roser Fornell · Teléfono: 977 233 412 · Web: www.arqtgn.cat · E-mail: [email protected] Imprime: Torrell S.A. · D.L.: T-519-01

Ciclo C / Liturgia H.: Semana II

Domingo, 27 de octubre: XXX Domingo del tiempo ordinario [Eclo 35,12-14.16-19a; Salmo 33,2-3.16 y 18.19 y 23; 2 Tim 4,6-8.16-18; Lc 18,9-14 (LE/LH propias)]

Lunes, 28: San Simón y San Judas, apóstoles (F) [Ef 2,19-22; Salmo 18,2-3.4-5; Lc 6,12-19]

Martes, 29: [Rom 8,18-25; Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6; Lc 13,18-21] San Narciso, obispo y mártir

Miércoles, 30: [Rom 8,26-30; Salmo 12,4-5.6; Lc 13,22-30]

Jueves, 31: [Rom 8,31b-39; Salmo 108,21-22.26-27.30-31; Lc 13,31-35] I Vísperas de la solemnidad de Todos los Santos.

Viernes, 1 de noviembre: Todos los Santos (Sol) [Ap 7,2-4.9-14; Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6; 1Jn 3,1-3; Mt 5,1-12a]

Sábado, 2: Conmemoración de todos los fieles difuntos (Lecturas a escoger entre las que se proponen para las misas de difuntos. Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial. Misa vespertina del domingo XXXI del tiempo ordinario).

Domingo, 3: XXXI Domingo del tiempo ordinario [Sab 11,22-12,2; Salmo 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14; 2Tes 1,11-2,2; Lc 19,1-10 (LE/LH propias)]

LecturasXXX Domingo del tiempo ordinario

agenda

Lectura del libro del Eclesiástico (35, 12-14.16-19a)

El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas. Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido. No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento. Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes. La ora-ción del humilde atraviesa las nubes, y no se detiene hasta que alcanza su des-tino. No desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia. El Señor no tardará.

Salmo responsorial [33, 2-3.17-18.19 y 23 (R.: 7ab)]

Bendigo al Señor en todo momento,su alabanza está siempre en mi boca;mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

El Señor se enfrentacon los malhechores,para borrar de la tierra su memoria.Cuando uno grita, el Señor lo escuchay lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.El Señor redime a sus siervos,no será castigado quien se acoge a él. R.

Liturgia de la semana

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8.16-18)

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combati-do el noble combate, he acabado la car-rera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justi-cia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándo-me a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18, 9-14)

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy graci-as porque no soy como los demás hom-bres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado,

Días 1 y 2 de noviembre

La liturgia de hoy nos ofrece elementos que nos orientan hacia la meditación en la vida eterna y el fin de los tiempos. En la oración colecta pedimos conseguir las promesas del Señor, amado sus preceptos. Así lo expresa también la 2a lectura con estas palabras de san Pablo: «Me está reservada la corona de la justicia». Y la celebración de la eucaristía es ya el comienzo y el anticipo de la vida eterna. Pero, siendo así, nadie puede presumir de tenerla segura, ya que es un don de Dios que debemos pedir con humildad, puesto que solo Dios es santo y nosotros somos unos pobres pecadores. Olvidarlo nos llevaría a la soberbia espiritual, actitud denunciada por Jesús en el Evangelio de hoy.

Acogida de las relíquias de Santa Bernadette en Tarragona (día 1) y Reus (día 2) en el 175 aniversario de su nacimiento y el 140 de su traspaso. Los horarios de las celebraciones se pueden consultar en la agenda de la página web del Arzobispado (www.arqtgn.cat).

y aquel no. Porque todo el que se enal-tece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».