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«HOMBRE BESADOR, POCO EMPEÑADOR» "Este refrán —dice Correas— inventaron muxeres" 1 . L a afirma- ción, en la que no falta socarronería, viene a solucionar —por lo menos para un ejemplar del vasto acervo paremiológico español— el problema de su origen (o razón), sobre el que se ha dicho bas- tante y se ha conseguido poco 2 . Correas, más que otro de los grandes compiladores, supo ex- traer el jugo humorístico del refranero, quizá por su incompro- metida y objetiva actitud ante el material que exponía. Como sa- bemos, pesa sobre los refranes, a manera de incómoda herencia, atributos de verdad inapelables, juicio sentencioso, didáctica su- perior y gracia literaria. Pedro Valles, uno de los que en este campo compite por la fama, define el refrán como "dicho célebre y in- signe por alguna novedad deleitosa y sotil, o por más declarar. . ., un dicho antiguo, usado, breve, sotil y gracioso, oscuro por algu- na manera de hablar figurado, sacado de aquellas cosas que más tratamos... La antigüedad les da autoridad y gravedad para sua- 1 Vocabulario de refranes, ed. Louis Combet, Instituí d'Etudes Ibériques et Ibero-Américaines, Bordeaux, 1967, p. 169; en adelante Vocabulario. He co- rregido en el título la ortografía característica de Correas, pero la respeto en los demás textos que cito de ésta y otras fuentes. 2 Véanse las líneas que sobre el asunto tiene F. LÁZARO CARRETER en su artículo "Literatura y folklore: los refranes", en su libro Estudios lingüísticos, Crítica, Madrid, 1980, pp. 207-217. Si tuviera algún objeto, sería cosa de es- pecular por qué un distinguido conocedor de la materia, como Correas, atri- buye autoría de manera tan contundente, ya que el refrán tiene (como tienen muchos) una variante poco inspirada, que probablemente inventaron muje- res, pero no las mismas ni con el mismo propósito: «Hombre besador, poco engendrador» (recogido por F. R O D R Í G U E Z M A R Í N , 12 000 refranes no contenidos en la colección del maestro Gonzalo Correas, Revista de Archivos, Bibliotecas y M u - seos, Madrid, 1930). NRFH, XXXVI (1988), núm. 2, 1115-1130

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«HOMBRE BESADOR, POCO EMPEÑADOR»

" E s t e refrán —dice Correas— inventaron m u x e r e s " 1 . L a a f i r m a ­c ión , en la que no falta socarronería, viene a solucionar — p o r lo menos para u n e jemplar del vasto acervo paremiológico español— el p r o b l e m a de su or igen (o razón) , sobre el que se ha dicho bas­tante y se h a conseguido poco 2 .

Correas , más que o t ro de los grandes compi ladores , supo ex­t raer el j u g o humorístico del re franero , quizá por su i n c o m p r o -m e t i d a y ob je t iva a c t i t u d ante el m a t e r i a l que exponía. C o m o sa­bemos, pesa sobre los refranes, a m a n e r a de incómoda herencia , a t r ibutos de verdad inapelables, j u i c i o sentencioso, didáctica su­per ior y gracia l i terar ia . Pedro Valles, uno de los que en este campo compi te por la f ama , define el refrán como " d i c h o célebre y i n ­signe por a lguna novedad deleitosa y sot i l , o por más dec larar . . . , u n d i cho ant iguo , usado, breve , soti l y gracioso, oscuro por a l g u ­n a m a n e r a de hab lar figurado, sacado de aquellas cosas que más t r a t a m o s . . . L a antigüedad les da a u t o r i d a d y gravedad para sua-

1 Vocabulario de refranes, ed . L o u i s C o m b e t , Instituí d ' E t u d e s Ibériques et Ibero-Américaines, B o r d e a u x , 1967, p. 169; en adelante Vocabulario. H e co­rregido e n el título l a ortografía característica de C o r r e a s , pero l a respeto en los demás textos que cito de ésta y otras fuentes.

2 Véanse las líneas que sobre el asunto tiene F . L Á Z A R O C A R R E T E R en su artículo " L i t e r a t u r a y folklore: los r e f r a n e s " , e n su l ibro Estudios lingüísticos, Crítica, M a d r i d , 1980, p p . 207-217 . S i t u v i e r a algún objeto, sería cosa de es­p e c u l a r p o r qué u n dist inguido conocedor de l a m a t e r i a , como C o r r e a s , a t r i ­b u y e autoría de m a n e r a tan contundente , y a que el refrán tiene (como t ienen m u c h o s ) u n a v a r i a n t e poco i n s p i r a d a , que probablemente i n v e n t a r o n m u j e ­res , pero no las m i s m a s n i con el m i s m o propósito: «Hombre besador , poco engendrador» (recogido por F . R O D R Í G U E Z M A R Í N , 12 000 refranes no contenidos en la colección del maestro Gonzalo Correas, R e v i s t a de A r c h i v o s , Bibl iotecas y M u ­seos, M a d r i d , 1930) .

NRFH, XXXVI (1988), núm. 2, 1115-1130

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d i r f á c i lmente " 3 . Quienes se interesan en el t ema saben que a l ­go de esto es v e r d a d , sobre todo la oscur idad que hace a los re fra ­nes necesitados de glosa con frecuencia, y sabe también que con la m i s m a frecuencia u n refrán contradice o t ro , de m o d o que su capacidad suasoria se debe más a la o p o r t u n i d a d con que se a p l i ­can que a su contenido intrínseco.

D e su verdad inapelable , de que son "evangel ios chicos" (que vale como definición a u n para los escasos usuarios de nuestros días) , descree Fei joo , q u i e n discute esa opinión —pasado el f u r o r paremiológico de los siglos x v i y x v n — en su Falibilidad de los ada­gios: " T o d a la impugnación de vuestra merced se reduce a que la proposición de que la voz del pueblo es voz de Dios, es adagio ; por consiguiente debo a d m i t i r l a como verdadera , porque los adagios son evangelios breves. . . ; pero el que los adagios son evangelios breves es o t ro adagio , y q u i e n niega la ve rdad del p r i m e r o , d icho está que niega la verdad del segundo. C o n que, es menester que vuestra merced pruebe ésta; y si sólo la p r u e b a con o tro adagio , y aunque sea con m i l adagios, nada tenemos; poque si a mí la c u a l i d a d de adagio en u n a proposición no me hace fuerza para a d m i t i r l a como verdadera , lo m i s m o será de o t r a cua lquiera que se me quiera hacer tragar con ese t í tulo" 4 . Y procede luego a des­b a r a t a r medio centenar de estos evangelios.

As í , sumidos en graves análisis, los compiladores antes y los exegetas ahora, o lv idan el h u m o r 5 , quizá porque o lv idar lo es sen­c i l l o , quizá porque , cuando está ahí, destacarlo es tautológico. E n ­tre esos refranes de h u m o r que — c o m o buena parte del acervo p r o v e r b i a l — se u b i c a n en el resbaladizo t e r r i t o r i o de las relacio­nes h u m a n a s , hay algunos que atañen a u n a de sus variantes m e ­nos sencillas, a propósito de la cual dice M a l L a r a : " E s la ve rdad que , considerando b i e n este negocio, no era para escrivirse, pero t en iendo entre manos la m a t e r i a y v iendo que ay de todo en el la, somos obligados a t ra tar cosas que hasta agora no h a n tratado m u ­chos, y dízense en nuestra lengua cosas que , p id i endo razón, no

3 Libros de refranes, Zaragoza, 1549; copio del exhaustivo estudio de L o u i s C O M B E T , Recherches sur le "Refranero" castillan, L e s Bel les L e t t r e s , París, 1971, p . 11 (en adelante , Recherches).

4 Obras escogidas del padre Feijoo, B.A.E., t. 56 , p. 552 . 5 L o destaca C o m b e t en pocas páginas del segundo capítulo (segunda par ­

te) de su estudio, c o n u n m a t i z crítico y socia l ; el h u m o r debe ser t e m a de escaso interés p a r a los especial istas , porque sólo m e n c i o n a u n artículo de A . A . P a r k e r (p . 126, nota 19), inaccesible p a r a mí.

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se sabe dar. Porque en castellano ay pocos l ibros curiosos que apro­vechen para saber. H e preguntado a muchos que por qué se l l a ­m a u n o cornudo . Y como el d icho es t a n odioso, me responden que si es p u l l a . Esto d izen los más alterados. O t r o s , que no h a n provocado t a l cosa. O t r o s , que les guarde Dios de t a l sobrenom­bre . O t r o s , que no es menester s a b e r l o " 6 .

N o es este estado la única manifestación de i n f i d e l i d a d que d o c u m e n t a el re f ranero , pero es la más no tada , quizá por el s i m ­ból ico ar t i f i c i o de los cuernos, cuyos orígenes, perdidos en los meandros del f o lk lore , h a n dado l u g a r a ciertos escritos, no por breves menos i lus t rat ivos , como, p o r e jemplo , el artículo que a este propósito tiene C o v a r r u b i a s , la inquisición que hace P a n u r -go en su largo peregr inar y exhaustiva encuesta, las glosas de M a l L a r a , ciertos tercetos de Diego H u r t a d o de M e n d o z a , algunas mis ­celáneas jocosas de Quevedo , ciertas comedias y varios sombríos dramas . H a y más, sin d u d a ; enumero aquí lo que tengo en las manos .

L É X I C O D E L I N F A M A D O

E n busca de la raíz del término, dice C o v a r r u b i a s 7 que " c o r n u ­do vale tanto como corde nudas" y que según Ale jo Venegas, q u i e n a su vez consigue la infirmación de o t r a fuente , " l o s mar idos de las adúlteras se l l a m a r o n cornudos por ser d ivulgados luego en los pueblos como si los propagasen en t r o m p e t a y los judíos usa­b a n en l u g a r de t r o m p e t a el c u e r n o " . A u n q u e aventura que su raíz puede estar en el árabe o en el hebreo, supone también que puede p r o v e n i r de u n c o r r u p t o curruca. A esta c u r r u c a alude la

6 Filosofía vulgar, ed . A . V i l a n o v a , Selecciones Bibliográficas, B a r c e l o n a , 1958, 4 t s . ; l a c i t a , C 4,1 ( la le tra y el número que le sigue corresponden a l a c e n t u r i a ; el último número, al refrán).

7 Tesoro de la lengua castellana o española, T u r n e r , M a d r i d , 1979, s.v. cornu­do ( e n adelante Tesoro).

8 A v e mister iosa a l a que se i m p u t a el hábito de empol lar los huevos que el cucl i l lo deposita e n su nido después de comerse los que en él e n c u e n t r a ; por transposición se mote ja de cucli l lo al c o r n u d o que cría hi jos ajenos. E n r e a l i ­d a d , curruca (o curuca, corruco) — t a n t o como n o m b r e de ave cuanto c o m o sinó­n i m o de c o r n u d o — parece u n curioso error lexicográfico. C o r o m i n a s (DCEC, s.v. acurrucarse), q u i e n reúne las definiciones registradas en diversos d i c c i o n a ­rios (Academia, Autoridades, Tesoro, e t c . ) , c o m p r u e b a que en n i n g u n o coincide l a descripción del ave . E l Nouveau dictionnaire latin-français de Benoist y G o e l z e r , s.v. curruca, dice " f a u v e t t e q u i couve les oeufs de c o u c o u . . . " , que coincide

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M o r í a , q u i e n a t r i b u y e a los buenos oficios de la estult ic ia que " l a esposa resulte agradable al m a r i d o y éste a su m u j e r , la casa per­manezca t r a n q u i l a y haya concordia. [ E l m a r i d o ] es objeto de risa, se le l l a m a co rnudo , curruca y qué sé yo cuántas cosas más . . . " 9

Estas cosas más — p a r a el área del castellano, por lo menos— están b i e n averiguadas y clasificadas en " L a s i n o n i m i a en el l e n ­guaje m a r g i n a l de los siglos x v i y x v n e s p a ñ o l e s " 1 0 , de J . L . A l o n s o Hernández , q u i e n las recoge del Vocabulario de Correas y de c ierta l i t e r a t u r a picaresca y satírica. A l g o de ese léxico es, sin d u d a , inspiración única (el cornicantano de Quevedo ) , o t ro es de uso m u y res t r ing ido , o ha salido de este campo semántico, como buey y cabrón, y casi todo es cur ios idad de d i cc ionar io .

Los términos más comunes parecen ser, según enumeración de Correas, " k o r n u a l l a , k u k l i l l o , zervantes. N o n b r e k o n ke se m o -texa de k o r n u d o , k o m o k o n ziervo y k a b r ó n " {Vocabulario, p . 707). Pero la explicación del mote varía — a u n q u e no es regla es tr i c ta— según la natura leza de la ofensa, según el conoc imiento o i gno ­ranc ia que de ella se tenga, según la aquiescencia o ret icencia a l a m i s m a . A más del término que es or igen e inspiración de los demás, y de los que se mencionan arr iba , se cuentan paciente, manso, sufrido, blando, cordero.

Ejemplos de los pr imeros se encuentran en dos glosas de Se­bastián de H o r o z c o 1 1 :

c o n l a descripción de C o v a r r u b i a s en el artículo citado y también bajo cuclillo. E l Trésor de la langue française no m e n c i o n a curruca en su definición de fauvette. L a única fuente de curruca es l a sátira 6, 276 de J u v e n a l {tu tibi tune, uruca [curru­ca], placesfletumque lebellis); no d u d a C o r o m i n a s de que ésta sea también l a úni­c a de C o v a r r u b i a s , como lo es de otros acervos , y de que , por encontrarse el término en los peores m a n u s c r i t o s , se trate de " u n a m a l a lección de eruca o uruca [ g u s a n o ] " , que se h a l l a n en los más confiables . " E n u n a p a l a b r a , c o n ­c l u y e , este artículo debe borrarse de los léxicos latinos y esta etimología se des­v a n e c e a l a n a l i z a r l a " . C o m e n t a r i o parecido se lee en el Léxico Totius Latinita-tis, s.v. curruca: quienes prefieren uruca, " c e r t u m esse v i d e t u r , ñeque currucam, ñeque urucam esse v o c e m L a t i n a m . R e c e n t i o r e s philologi eruca p r a e f e r u n t " ,

9 E R A S M O , Elogio de la locura, t r a d . P . Rodríguez Santillán, A l i a n z a , M a ­d r i d , 1984, c a p . 20.

1 0 Q u e tiene como subtítulo " L o s sinónimos de delator, c o r n u d o , o j o " , AO, 22 (1972) , pp . 305-349.

11 Teatro universal de proverbios, ed . J . L . A l o n s o Hernández, U n i v . de G r o n i n g e n - U n i v . de S a l a m a n c a , S a l a m a n c a , 1986 (en adelante , Teatro; cito p o r el número del refrán y añado puntuación y acentuación). E s t a es, dice el editor , p. 863 , l a única fuente de manso.

NRFH, X X X V I " H O M B R E BESADOR, POCO E M P E Ñ A D O R " 1119

Buen hombre debe ser el que lo suyo reparte; y para más merecer, quiere que aun en su mujer sus vecinos tengan parte.

Buen hombre, manso, inocente aunque son palabras tres, juntas y apartadamente significan un paciente y aquel que cornudo es.

Manso es su sobrenombre («Pato, ganso y ansarón, porque a nadie hace guerra; un ave son», 2300) y por diño de renombre a semejante buen hombre l laman cornudo en m i tierra.

(«A buen hombre l laman

B u e n número de sufridos presenta Q u e vedo , q u i e n , para que no haya confusión en el asunto , los clasifica y caracteriza: los su­fridos a secas; los sufridos vanos ( " q u e se encabezan con títulos y grandes; pero éste es más r u i d o que p r o v e c h o " ) ; los sufridos rate­ros ( "se l l a m a n amigos de amigos . . . y f o r m a n en su casa u n ga-r i t i l l o para que se d i v i e r t a n t o d o s . . . " ) ; los sufridos estadistas ( "aco­modados a lo ú t i l " ) 1 2 . A diferencia del manso o del paciente, que o torga porque calla, estos sufridos son los que hacen i n d u s t r i a de la situación. A ellos se ref ieren unos tercetos de D iego H u r t a d o de M e n d o z a —severamente crit icados por M a l L a r a 1 3 — que en parte d i cen :

Sólo él [el cuerno] basta a sanar de la pobreza Por él vemos que muchos abatidos Vin ieron a subir a gran alteza.

Por él vemos que a más de m i l maridos Les sobran amistades y dineros, Que vivieran, sin él, no conocidos 1 4.

Pocos son (por no decir escasos) los refranes que aluden al usu ­f r u c t o , y entre los dialogados, que presentan a m a r i d o y m u j e r

1 2 Vida de la corte y oficios entretenidos de ella, p p . 22-23 . E n las páginas que s iguen cito también El siglo del cuerno, El mundo por de dentro, todas por l a ed i ­ción de A s t r a n a Marín, Obras en prosa, A g u i l a r , M a d r i d , 1941.

1 3 " N o faltó q u i e n e n I t a l i a no provó su ingenio e n loar los c u e r n o s , de donde se s a c a r o n las coplas y r i m a s que ay en castel lano h e c h a s , poesía m a l e m p l e a d a , y assí no t u v i e r o n la v e n t u r a de dezir lo b i e n " ; alusión i n d u d a b l e , dice el editor , a esos tercetos (véase Filosofía, t. 2, p. 16, nota) .

1 4 Obra poética, ed . W i l l i a m K n a p p , I m p r e n t a de M i g u e l G i n e s t a , M a d r i d , 1877, p. 459.

cornudo», 166)

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sat i r i zando , d iscut iendo y a u n considerando la situación; éste pa ­rece único por su contenido : «Mar ido , c o rnudo sodes .—Mejor es que h i n c h a r odres»; sobre él dice M a l L a r a :

Aviendo casado u n holgazán con una muger de buen gesto, y teniendo por officio ser odrero, afrentávase tanto de tresquilar ca­brones, de hinchar los cueros y odres, que le bastó aquello para no trabajar. Y viendo la muger el poco recaudo que tenía en él, hízole una larga plática, como ella no ganava cosa en hilar y que por otra parte era menester mantenerse ambos en todos los adherentes de los casados. Y diziéndoselo muchas veces, dízele el marido que le da licencia a que lo buscase como lo pudiese. Ella comenzó a con­vertirlo en ciervo, y venía provecho entrambos. . . " (Filosofía, C 5,4)

H a y u n p a r más sobre el que no se puede arriesgar opinión. Correas no glosa éste, que parece v a r i a n t e , «Mar ido , buská o t r a r r e n t a , ke kuesta m u i k a r a la kornamenta» (Vocabulario, p . 526) ; o t ro es el oscuro refrán « H o m b r e que sufre cuernos sufrirá [los] dientes menos» , que cabría en el m i s m o g r u p o si nos dejáramos convencer p o r el c omentar io de M a l L a r a : " L o que no se sabe, poca passión da , pero sabido y no remediado arguye dos cosas: que al h o m b r e se le da poco en el lo , o que no puede más. A q u í nasce el s u f r i r , de donde le l l a m a n h o m b r e de b i e n y paciente , y p o r donde la ley lo viene a castigar del lenoc in io que usa. Y como es menester la c omida , assí más la h o n r a . . . " (C 4,45) .

E n El siglo del cuerno, acuña Q u e vedo u n a var iante — m e n c i o ­n a d a a r r i b a — del término común : " N o m e espanto de que ahora es vuesa merced cornicantano, como misacantano . . . " escribe u n veterano de estas lides a o tro al parecer apenas in i c iado ; alude con ello a que su corresponsal ha rec ib ido todas las órdenes, se­gún se lee en el Diccionario de Autoridades (s. v. missacantano). E n El sueño de la muerte presenta a Diego M o r e n o ( " u n muer to de buena disposición, b i e n vestido y de buena cara . . . " ) , que se ub i ca en l a clase de los pacientes-, se t r a t a , dice A lonso Hernández, del " c o r ­n u d o por exce lenc ia" y el suyo es n o m b r e folklórico, que, como otros de su categoría, representa acciones y situaciones de t i p o diverso ( a r t . c i t . , p . 3 3 1 ) 1 5 .

E n cuanto a cuclillo, que al parecer t iene razonable antigüe-

1 5 A este léxico debe añadirse el de cuerno, que A M É D É E M A S h a recogido de toda l a o b r a de Q u e v e d o en su l ibro La caricature de la femme, du mariage et de Vamour dans Voeuvre de Quevedo, E d i c i o n e s H i s p a n o - A m e r i c a n a s , París, 1957, p p . 104-112.

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d a d y difusión, dice Correas , q u i e n descree de la explicación or ­nitológica (cf. supra, no ta 6) : " l o ke en esto a i semexante es: k o -m e n z a r el n o n b r e de k u k o o k u k l i l l o por k u , k o m o k u e r n o . A l ke k o n d e n a v a n p o r t a l le e m p l u m a v a n i le ponían en la kabeza unas p lumas l a r g a s " 1 6 . M a l L a r a , en su comentar io extenso y b ien do­cumentado al refrán « C u , cu . G u a r d a , no seas tú» (C 4,10) , se at iene, en p r i m e r lugar , a la tradición que asocia ciertos hábitos del h o r t i c u l t o r con el p r i m e r canto del pájaro " . . . que los h o m ­bres que fueron hallados en adul ter io por a frenta v u l g a r eran l l a ­mados cucl i l los . Nació esto de los viñeros que començaron a po ­d a r las viñas tarde , y que no acabaron de podallas antes de que fuese oyda esta ave, que viene a reprehender a los labradores de tardones . I m i t a n d o la boz desta ave, los caminantes b u r l a v a n a los que en aquel t i e m p o p o d a v a n " . L o m i s m o se lee en el emble ­m a 60 de A l c i a t o — a q u i e n señala la glosa de M a l L a r a — , que en la traducción l i b r e de B e r n a r d i n o D a z a 1 7 dice así:

¿Qué causa tiene (dime) el caminante Para dezir C u C u a los labradores? Porque canta el cuclillo u n poco antes Que entre el verano, y deven las labores De la v id acabarse antes que cante Esta ave, que con otros más primores Sus huevos en ageno nido asienta, Como el que a la muger agena afrenta.

N o tengo manera de saber si el término, con el significado que aquí interesa, era común en E u r o p a occidental en los siglos x v i y x v i i , n i es impresc ind ib le . U n par de fuentes 1 8 lo r e m o n t a n a

1 6 Vocabulario, p. 708, y el refrán «Por mí kantó el k u k l i l l o . P o r el x u e z kantó el kuklillo»: " I v a n dos k a m i n a n d o , i k a d a u n o tenía al otro por k o r n u -do. O i e r o n k a n t a r el kukú i d i x e r o n u n o a otro: 4 P o r vos kantó'. — ' N o , sino por vos ' . Agraviados anbos fueron a kerellarse, i el xuez , vista su lokura y porfía, dexólos gastar, i al kabo sentezió ke por él kantó. . . " (p. 479) . L a m i s m a anéc­dota e n T I M O N E D A , Sobremesa y alivio de caminantes, M a d r i d , 1928, (facs. de I A

e d . de V a l e n c i a , 1569) , I a parte , cuento 70. 1 7 L y o n , 1548-1549, reproducido por E d i t o r a N a c i o n a l , M a d r i d , 1975,

p. 205 . E n su l ibro La bourle et son interprétation. {Espagne, xvie-xviie siècles), U n i ­versité L i l l e I I I , 1982, p p . 248-249 , presenta M O N I Q U E J O L Y , entre otros, este texto de A l c i a t o y unos versos de l a sátira séptima de H o r a c i o , como testimo­nio del hábito, a l parecer común, de echarse pul las escandalosas entre l a b r a ­dores y c a m i n a n t e s .

1 8 Léxico Totius Latinitatis, s.v. cuculus; Dictionary of phrase and fable, de E . C o b h a m B r e w e r , P h i l a d e l p h i a , ca. 1890, s.v. cuckoo.

1122 M A R T H A E L E N A V E N I E R NRFH, X X X V I

l a Asinaria d e P l a u t o , e n c u y o a c t o 5 ( y final) s e l e e Cano capite te cuculum uxor ex lustris rapit ( t u m u j e r t e s a c a d e e s t e a n t r o , c u c l i l l o d e c a b e z a c a n a ) . E n c u a n t o a l a é p o c a m o d e r n a , A l o n s o H e r n á n ­

d e z , e n e l m i s m o a r t í c u l o , o p i n a q u e p u d o i n s p i r a r l a r e l a c i ó n c o n

l o s c u e r n o s e l c o p e t e q u e t i e n e e l a v e , m á s l a f a m a d e a p r o v e c h a ­

d a q u e l a c a r a c t e r i z a , o p u e d e h a b e r a l g u n a " i n f l u e n c i a d e l f r a n ­

c é s cocu, q u e a p a r e c e e n l a a c e p c i ó n d e ' t r a i c i o n a d o d e m u j e r ' h a ­

c i a e l s i g l o x v i " . Q u i z á a n t e s ; e l Trésor u b i c a l a d i f u s i ó n d e cocu

c o m o v a r i a n t e d e coucou e n t r e l o s s i g l o s x i v y x v , f e c h a s a p r o x i ­

m a d a s q u e d a t a m b i é n p a r a cockold ( n u e s t r o t é r m i n o e n i n g l é s )

e l Oxford English Dictionary. E n t o d o c a s o , s o n t e s t i m o n i o d e s u v i ­g e n c i a v e r s o s d e u n a c a n c i ó n q u e se h a l l a e n l a c o m e d i a d e S h a k e s ­

p e a r e Love's labour's lost ( a c t o 5 , e s c . 2 ) 1 9 :

When daisies paid, and violets blue, A n d lady-smocks all silver white, A n d cuckoo-buds of yellow hue, Do paint the meadows w i t h delight, The cuckoo then, on every tree, Mocks married men; for thus sings he,

Cuckoo; Cuckoo, cuckoo. O word of fear, Unpleasing to a married ear.

L A S C L A S E S

H a y d o s — d i c e C o v a r r u b i a s — ; u n a d e l o s q u e i g n o r a n s u s i t u a ­

c i ó n y n o d a n m o t i v o p a r a e l l o : " p o r e s t e t a l s e d i x o q u e e l c o r n u ­

d o e s e l p o s t r e r o q u e l o s a b e , y c o m p á r a s e a l c i e r v o " ; o t r a d e l o s

q u e s o s p e c h a n o l o s a b e n , a q u i e n e s s e c o m p a r a c o n e l b u e y " q u e

s e d e x a l l e v a r d e l c u e r n o , y p o r e s s o l l a m a n a e s t e p a c i e n t e " . E n

e s t e g r u p o p o d r í a u b i c a r s e a l L a z a r i l l o , a m e n o s q u e c o n f i e m o s

e n l a s a f i r m a c i o n e s q u e e l a r c i p r e s t e h a c e e n c o n t r a r i o , y s i n d u ­

d a e s t á e n él D i e g o M o r e n o , q u i e n e n s u m a n s e d u m b r e j a m á s h a ­

b í a d i c h o " b u e n o o m a l o " : " Y o d i c e n q u e n o d i j e m a l o n i b u e ­

n o , y e s t a n a l r e v é s , q u e e n v i e n d o e n t r a r a m i c a s a p o e t a s d e c í a :

¡ M a l o ! Y e n v i e n d o s a l i r g i n o v e c e s , d e c í a : ¡ B u e n o ! S i v í a c o n m i

m u j e r g a l a n c e t e s , d e c í a : ¡ M a l o ! S i v í a m e r c a d e r e s , d e c í a : ¡ B u e -

1 9 The complete illustrated Shakespeare, e d . H . Stouton , P a r k Lañe, N e w Y o r k , 1979, t. 1, p. 98 ( r e i m p r . de l a ed. de 1859-1861) .

NRFH, X X X V I ' H O M B R E B E S A D O R , P O C O E M P E Ñ A D O R ' 1123

no! Si topaba en m i escalera con val ientes, decía: ¡Remalo ! Si t o ­paba con obligados y tratantes , decía: ¡ R e b u e n o ! " (El sueño de la muerte, p . 229) .

A esas clases, d igamos , pr inc ipales , pueden añadirse las sub­clases que el léxico deja entrever y que Govarrub ias describe al final de su entrada , en las cuales, con diverso grado de pervers i ­d a d , se acomodan los sufridos descritos p o r Quevedo y señalados por los tercetos de D . H u r t a d o de M e n d o z a . U n o s son los d i s i ­m u l a d o s , que saben y ca l lan , " p o r q u e h a l l a n en su casa lo que ellos no h a n comprado n i t raydo a ella de joyas , arreos, vest idos ' ' ; otros son los "bel lacos que más parecen ruf ianes como son de sus mugeres que m a r i d o s " . A éstos imponía pena u n a ant igua ley , a la que alude M a l L a r a : " e l que [sufre el adu l ter io ] es demasia­do su flema, y p o r esso lo castiga b i e n la j u s t i c i a , que lo agote su m i s m a m u g e r " (C 4 ,1 y 45) . C o v a r r u b i a s habla de u n a ley de p a r t i d a , que no se ejecutaba ya en su época, por la cual se casti­gaba al rufián de su m u j e r con la m u e r t e ; " p e r o c o m u n m e n t e — a ñ a d e — lo sacan con u n casquete de cuernos en la cabega y u n a sarta a l cuello de otros; y se usa a lguna vez i r le agotando la m u g e r con u n a r i s t ra de a j o s " 2 0 , castigo c u l i n a r i o para el que el lexicógrafo encuentra razones prácticas y simbólicas que vale la pena hacer constar: " l a p r i m e r a es, porque siendo la condición de la h e m b r a vengat iva y c rue l , si le d i e r a n la facul tad de ago­tar le con la penca del verdugo , le abr iera las espaldas. . . " ; la segunda, porque " l o s dientes de los ajos t i enen f o r m a de corne-guelos o porque la r i s t r a se d i v i d e en dos ramales en f o r m a de c u e r n o s " .

Fa l ta entre las enumeradas la clase del cornudo i m a g i n a r i o , que es t a l vez el más famoso, reconocido y ponderado de todos, p o r q u e h a insp irado buenos versos de complicados dramas satu­rados de insegur idad , sospecha y desconfianza. L e p e r t u r b a n los celos, como a Ó t e l o 2 1 , o el deshonor, como al G u t i e r r e de El mé­dico de su honra, de cuya a t r i b u l a d a i r r a c i o n a l i d a d —según tengo

2 0 E n el Diccionario de Autoridades (y en el Tesoro), s.v. cornudo, se m e n c i o n a o t r a ley q u e d a b a derecho al ofendido a presentar q u e j a ante l a j u s t i c i a si a l ­guien le m o t e j a b a de " g a t o , o doméstico, o c o r n u d o , o tra idor , o h e r e g e " (cf. el refrán cit . supra, nota 16).

2 1 A donde lo v a l levando l a p e r s u a s i v a argumentación de lago (acto ter­cero esc. 3 del d r a m a ) : " O , beware m y lord of J e a l o u s y ; It is a g r e e n - e y ' d m o n s t e r , w h i c h doth m o c k / T h e meat it ñds on ; that cockhold l ives in b l i s / W h o , certain of his fate, loves not his w r o n g e r ; / B u t , O , what d a m n e d m i n u ­tes tells he o ' e r , / W h o dotes, yet doubts ; suspects, yet soundly l o v e s ! "

1124 M A R T H A E L E N A V E N I E R NRFH, X X X V I

e n t e n d i d o — hizo b u r l a después M o l i e r e en su comedia Sganarelle (Le cocu imaginaire)22.

A u n q u e , en v e r d a d , los celos y la sospecha (o la nada científi­ca necesidad de exper imentar , que para su m a l pone en ejecución el A n s e l m o del " C u r i o s o i m p e r t i n e n t e " ) son c a m i n o para t e r m i ­n a r j u s t a m e n t e en aquel lo que se quiere ev i tar : «Onbre zeloso, el k u e r n o al oxo» , po rque , comenta Correas , " k o n zelos suelen dar okasión a las m u x e r e s " 2 3 . E n la glosa del m i s m o refrán, M a l L a r a trae a colación, como es su estilo, ejemplos clásicos y m o ­dernos de celos, t ema en el que al parecer tenía a lguna exper ien­cia — i n t e l e c t u a l por lo m e n o s — 2 4 , y cuenta u n a b o n i t a h i s t o r ia (suya, probab lemente , como otras de la Filosofía), que no sirve p a r a i l u s t r a r el refrán, pero sí p a r a que l legue a su conclusión so­bre el asunto: en lo que se refiere a l a m u j e r , conviene que los soporte con paciencia; en cuanto al h o m b r e , lo m e j o r es " p r o ­veer que no aya celos, n i se piense n i n g u n a cosa de su m u g e r s in porqué , n i se avergüencen en l lamarles tales nombres , que t ome p o r remedio ella de ponerlos por obra , que v e n i r a r emed iar a la postre , g r a n necedad es. C i e r t a m e n t e , que en la necedad de muchos está la m a l d a d de sus mugeres , y en el poco m i r a r por su h o n r a y echar a b u r l a las cosas que después h a n de ser g r a n d e s h o n r a " .

Esos consejos beatos no co inc iden en absoluto con la h i s t o r ia apócrifa que el médico R o u b i l i s — a q u i e n v is i ta Panurgo en u n a etapa de su encuesta— cuenta a propósito del dios C o r n a m e n t a . C u a n d o Júpiter puso en orden la administración del O l i m p o , o l ­v idó a este dios , razón p o r la cual se v i o obl igado a c o m p a r t i r ho ­nores con la diosa Celosia; d o m i n a b a sobre los hombres casados y pedía por sacrificios "sospecha, desconfianza, m a l h u m o r , acecho, recelo y esp iona je " de los mar idos sobre las mujeres , y si en esto no cumplían, C o r n a m e n t a no visitaría sus casas, con lo que se

2 2 C o m e d i a de enredo e n u n acto; en el largo monólogo de l a escena 17, S g a n a r e l l e c o n s i d e r a , con mani f ies ta cobardía, l a neces idad y desventaja de defender el h o n o r que supone m a l t r a t a d o ( " E t q u a n t à m o i , j e trouve , a y a n t tout compassé,/ Q u ' i l v a u t m i e u x être encor c o c u que trépassé") ; Oeuvres, e d . E . D e s p o i s , H a c h e t t e , P a r i s , 1875, t. 2, p p . 197-201.

2 5 Y también «Hombre celoso de suyo es cornudo»; «Hombre celoso no e s c a p a de c o r n u d o y espantado» (Teatro, 922 y 1307; el p r i m e r o se h a l l a , ade ­más, en Vocabulario, p. 169 y e n Filosofía, C 4 ,46 ) .

2 4 4 4 . . . tengo escripto esto largamente en u n a c o m e d i a que se verá c o n el t i e m p o , l l a m a d a Celosos, y e n u n l ibro que trata de amores honestos l l a m a d o La Cytherea, a m b a s p e r d i d a s ; esta cita y l a que sigue e n el texto, C 4 ,46 .

NRFH, X X X V I " H O M B R E B E S A D O R , P O C O E M P E Ñ A D O R " 1125

perdería la sal del m a t r i m o n i o , y los mar idos se verían en pe l igro de "padecer y aburr i rse con sus mujeres sin c o r r i v a l a l g u n o " 2 5 .

PERSONAJES DE LA TRÍADA

Vastago de u n a larga tradición es este cuento recogido por T i m o -neda (Sobremesa, núm. 69) :

Tenía u n aldeano una muger hermosa, la cual se rebolvía con u n criado de casa. Y como el marido sospechasse, ella, para desha-zelle la sospecha, díxole u n día: ' ' Señor marido, havéys de saber que por haverme requerido de amores m i criado, y porque vos veáys si es assí, le he prometido esta noche de aguardarle junto a la puer­ta del corral; por tanto conviene que hos vistáys de mis vestidos pa­ra aguardalle en el mismo lugar ' ' . Dicho esto fuese al criado, y, con­tado su negocio, díxole: " T o m a un palo, y en venir que le veas ves­tido de mis vestidos, dale con él diziendo: «Tan ligeramente me havías de creer, perra traydora, que esto no hazía sino por provarte»". En fin venidos al puesto, haviendo rescebido los palos el cornudo, dixo a su criado: " D e no ser tú tan fiel como lo has mostrado, se pudiera dezir de mí «cornudo y apaleado»". Mas no dixo el criado sino «so­bre cuernos penitencia».

E l último es u n venerable refrán que se encuentra ya en San-t i l l a n a 2 6 ; el p r i m e r o es su v a r i a n t e , aunque no la única, y todos t i enen su explicación en el no menos venerable cuento copiado a q u í 2 7 . Todos destacan el engaño —sustancia de estos refranes— y l a astucia de la m u j e r , que se pondera siempre más como falta que como v i r t u d .

2 5 F . R A B E L A I S , l ibro tercero de Pantagruel, ed. y t r a d . E . B a r r i o b e r o y H e -rrán, A n a c o n d a , B u e n o s A i r e s , 1944, p. 261 .

2 6 E L E A N O R O ' K A N E lo recoge en su l ibro Refranes y frases proverbiales espa­ñolas de la Edad Media, R e a l A c a d e m i a Española, M a d r i d , 1959, p. 94.

2 7 «Tras [sobre] kornudo apaleado, i anbos satisfechos» (Vocabulario, p. 509); «Cornudo y apaleado , m a n d a l d e baylar», «Sobre cuernos , siete sueldos» {Filo­sofía, C 4, 11 y 92) . M a l L a r a d a c o m o m u e s t r a , en el p r i m e r o , los golpes que sufre P i r g o p o l i n i c e , el Miles gloriosus de P l a u t o , e jemplo que no tiene otra r a ­zón que los golpes, porque q u i e n recibe el castigo en l a c o m e d i a es el soldado seductor ; e n el segundo remite , con más razón, a u n cuento que se h a l l a en el l ibro n o v e n o del Asno de oro de A p u l e y o (véase también l a nota 42 de V I L A ­N O V A , Filosofía, t. 2, p. 188). M u j e r astuta y m a r i d o engañado se e n c u e n t r a n y a en el " e n x e n p l o del o m n e , e de l a m u g e r , e del papagayo , e de su m o g a " , Libro de los engaños (ed . J o h n E . K e l l e r , C a s t a l i a , V a l e n c i a , 1959, p p . 15-16) .

1126 M A R T H A E L E N A V E N I E R NRFH, X X X V I

E l engaño tiene su ocasión — y a u n su necesidad— como de­m u e s t r a n el cuentecito y los pocos refranes que i n d i v i d u a l i z a n al tercero en discordia . Este carece de mis ter i o ya que es parte de la c o m ú n v i d a de relación: vecino, amigo , cura y hasta el mozo , aunque este último apenas figure en la l e t ra del refrán y aparezca sólo en la glosa, en especial de la Filosofía28.

" N i abad por v e c i n o " , dice en parte u n refrán, y lo c o n f i r m a el n u t r i d o g r u p o de los que caen sobre las reprochables deb i l i da ­des de la c o m u n i d a d eclesiástica, u n a de las cuales es su escaso recato en la cuestión sexual: «El k u r a , k o m o no tiene en kasa quien le dé pena, k lava y espeta los oxos en la axena» (Vocabulario, p . 106); esta es explicación razonable , pero no única, para lo que parece abundanc ia de clérigos adúlteros. Según a f i r m a n los s u f r i ­dos estadistas, " l o me jo r es eclesiásticos", por el beneficio econó ­m i c o que a p o r t a n . Pero aunque la situación parezca ser la m i s m a en el estrato social que muestra Quevedo y el que presenta el re ­f ranero , el p u n t o que los di ferencia es, en este últ imo, la ganan­cia s in esfuerzo y t a l vez la necesidad: «Hixa Mar ía , ¿kon kién te kieres kasar? — K o n el k u r a , m a d r e , que no masa y tiene pan» (Vocabulario, p . 590). A b u n d a r en este aspecto del re franero a n t i ­c ler ical significaría repet i r — c o n menos destreza— el minuc ioso análisis que hace C o m b e t a base de u n artículo de R . J a m m e s , q u i e n dice a propósito del t ema : " les prêtres n'étaient certaine­m e n t pas les seuls responsables des mésaventures conjugales à cette époque , et leurs excès en ce d o m a i n ne suffisent pas à exp l iquer l 'animosité d u peuple à l eur égard. . . E n réalité, si le clergé sé­cu l ier représentait u n te l danger p o u r la pa ix des ménages, c'est essentiellement à cause de la supériorité de son p o u v o i r d 'achat , q u ' e n faisait u n r i v a l redoutable , auquel la misère vertueuse ne p o u v a i t guère résister. . . " (Recherches, p p . 197 ss.).

2 8 «Tres e r a n , tres, u n m o z o i u n viexo i u n fraile después»; «Todo sabe a verenxenas» (Vocabulario, pp . 511 y 503) , a u n q u e en éste, el e jemplo es al revés: " U n señor pretendía el a m o r de l a m u x e r de u n k r i a d o . Sabiéndolo el k r i a d o , le konbidó a u n a m e r i e n d a , i diole diferentes kosas gisadas todas con v e r e n x e n a s . Sintió el señor en todo el sabor de v e r e n x e n a s i dixo que le sabía a el las ; rrespondió el k r i a d o : 4 Sí , señor, todo sabe a v e r e n x e n a s ' , dándole a entender ke todas las m u x e r e s son u n a s , t a n verenxena l a a x e n a komo l a de su k a s a " . Véase en la Filosofía el refrán «Vayase el diablo p a r a r u y n , y quédese e n c a s a Martín» ( C , 6 ,20) , y «Contigo d u e r m e , contigo c o m e , quien te los po­ne»: "Puédese dezir del moço, que tiene a lguno en su c a s a , y comiendo y es­tando todos en u n a c a s a , viene l a m u g e r a ser c o m o l a de P u t i p h a r y él no c o n l a b o n d a d del casto J o s e p h ; paresce el la a P h e d r a y el moço no a Hypólito, p o r nuestros p e c c a d o s " ( C , 4 ,4 ) .

NRFH, X X X V I " H O M B R E B E S A D O R , P O C O E M P E Ñ A D O R " 1127

Apenas cabe extrañarse de que los otros responsables "des mé -saventures con juga les " sean amigos y vecinos. Poco cuesta i m a ­g inar que el comadreo (goloso i r y ven i r y "darse buen d í a " , con­denado p o r f ray L u i s en el capítulo 3 de su Perfecta casada), y la v i d a de relación co t id iana eran campo más o menos l lano que po­día favorecer el c ontubern io : «Komadre i vez ina mía, démonos u n b u e n día. —Señor vezino i konpadre , k o n mañana y tarde» (Vocabulario, p. 430). Las quinti l las que glosan los refranes siguientes exageran probablemente la frecuencia del adul ter io y el número de los part i c ipantes , pero creo que no se y e r r a si los consideramos síntoma de situaciones, aunque no comprobadas , i n t u i d a s :

«Un vecino y dos cornudos»

U s a s e d e t a l m a n e r a t a n c o m ú n m e n t e e s t a fiesta, q u e y a , m i fe, d o n d e q u i e r a hallaréys h a r t a m a d e r a p a r a n u e c e s d e b a l l e s t a 2 9 .

(Teatro, 3 1 2 6 )

« C u r r ú c a t e acá c o m a d r e , m i e n t r a s v i e n e m i c o m p a d r e »

E n c a s o d e h u m a n i d a d a n d a t o d o t a n p u t e s c o , q u e n o se g u a r d a a m i s t a d , c o m p a d r a z g o , n i h e r m a n d a d , n i a l a s v e c e s p a r e n t e s c o .

(Ibid., 6 2 6 )

L a d ivers idad de personajes que e n u m e r a H o r o z c o no es t a l . Compadrazgo , h e r m a n d a d , amistad , son aquí sin d u d a sinónimos ( lo c o n f i r m a Autoridades, ss. vv.), y parentesco no es otro que el que se adquiría con el padr inazgo , el cual proscribía las relacio­nes sexuales entre quienes compartían ese compromiso (ibid., s. v. compadre) y de ahí el " n i a las veces" de la última línea. T o d o parece reducirse , pues, al círculo de los amigos. Pero el a m i g o , sobre todo el que da muestras de más fidelidad —observa Quevedo en El mundo por de dentro, ed. c i t . , p . 2 0 6 — es qu ien añade " e m b a -

2 9 L a nuez de bal lesta , dice A l o n s o Hernández en nota al refrán, a lude a los cuernos , porque "sol ía hacerse con el cuerneci l lo que nace en l a base de l a c o r n a m e n t a de los c i e r v o s " .

1128 M A R T H A E L E N A V E N I E R NRFH, X X X V I

razos en la cabeza y trompicones en el p e l o " del m a r i d o confiado, porque 6 ' le a d m i t e n y se fían del y le abren la puerta todas h o r a s " .

R E P E N T I S T A S D E B U E N H U M O R

Así cali f ica Al fonso Reyes 3 0 a quienes él i m a g i n a i m p r o v i s a r o n los refranes, y si lo m i s m o se puede decir de los que acuñaron éstos, el caso es aver iguar por qué.

Para Lázaro C a r r e t e r , refranes de este t i p o y otros parecidos son a l i v i o en todo lo que — p o r m e d i o del m i s m o refranero " d i ­l u i d o en la conciencia lingüística del h a b l a n t e " — prescribe, pre ­siona, contro la (a r t . c i t . supra, no ta 2) .

C o m b e t los ub ica entre los que d e n o m i n a " c r í t i c o s " , p o r q u e , a u n en su brevedad , son ju i c i os satíricos y humorísticos del me ­dio que presentan y de los hechos que describen. Los que aquí se leen lo son, porque , a di ferencia de los r o t u n d a m e n t e misógi­nos, en éstos " l a f emme apparaît en t a n t q u ' a u t e u r d'actes certes reprehensibles — d u p o i n t de vue de la mora le o f f i c ie l le— mais q u i suscitent parfois davantage le sourire amusé ou complice que l ' i n d i g n a t i o n vér i table" , y porque la m u j e r reacciona como i n d i ­v i d u o ante reglas impuestas por el h o m b r e (Recherches, p . 281) .

E n todo caso, no sólo el refrán es crítico. E l registro (no diré la acuñación) de éstos coincide, en época por lo menos , con los textos que he c itado a r r i b a , y de creer los sarcasmos de Q u e vedo, el adu l ter i o alcanzaba proporciones de ep idemia nac iona l :

H a de llegar el tiempo en que ha de ararse en España con mar i ­dos, y se ha de llamar yunta a los desposados y vacadas a los ba­rrios; aunque con la sobra de mujeres, se ha cogido tanto cornudo este año que valen a güevo. Y es gran borrón de la profesión; que antes, cuando en una provincia había dos cornudos, se hundía el mundo, y ahora, señor, no hay hombre bajo que no se meta a cor­nudo, que es vergüenza que lo sea ningún hombre de bien. Que es oficio que si anduviera el mundo como había de andar, se había de llevar por oposición como cátedra y darse al más suficiente. . . (El siglo del cuerno, pp. 46 ss.)

A h o r a b i e n , n i el que sean a l i v i o , n i el que sean críticos, n i el que sean a b u n d a n t e s 3 1 , son datos suficientes para creer que

3 0 " D e los proverbios y sentencias v u l g a r e s " , Obras completas, F . C . E . , M é ­x i c o , 1955, p. 165.

3 1 E s grande l a desproporción — o b s e r v a C o m b e t — en el número de r e -

NRFH, X X X V I ' H O M B R E B E S A D O R , P O C O E M P E Ñ A D O R " 1129

"estos refranes i n v e n t a r o n m u j e r e s " . Antes a la inversa. Si ob­servamos la letra del refrán (incluso los textos), aun cuando la m u ­j e r aparezca como " a u t o r a de actos r eprochab les " , no es p r o t a ­gonista ; lo que destaca es el m a r i d o , nada vengat ivo , despreocu­pado de su h o n r a o no demasiado alterado por su pérdida. Es probab le , pues, que estos "co frades del g ü e s o " (frase de Q u e v e -do) de jaran salir a l u z , con la b u r l a (del d r a m a se encargaban la crónica, la l i t e r a t u r a y algunos tratados sobre buenas y malas m u j e r e s 3 2 ) u n a situación —según quiere expl i car la Enge l s— no ajena a la m o n o g a m i a . C o n ésta, dice, " a p a r e c i e r o n dos figuras sociales constantes y características. . . , el permanente amante de la m u j e r y el m a r i d o cornudo . Los hombres habían logrado la v i c ­t o r i a sobre las mujeres , pero las vencidas se encargaron de coro­n a r generosamente a los vencedores. E l adul ter io , p roh ib ido y cas­t igado r igurosamente , pero indestruct ib le , llegó a ser u n a i n s t i t u ­ción social i rremediable , j u n t o a la monogamia y al h e t e r i s m o " 3 3 . Esta explicación coincide en parte con o t r a menos solemne pero no menos social.

M a l L a r a , que camina siempre por el canto de u n a hoja cuando e n t r a en vedado, a u n con todas sus reservas se arriesga a t r a t a r la mater ia del adulter io porque observa que " h a y de todo en e l l a " , frase algo mister iosa con la que quiere decir , quizá, que es b u e n campo para m o r a l i z a r , a lo que se dedica en sus comentarios a y u ­dándose con autorizados ejemplos clásicos. Por esa razón obser­v a C o m b e t que " á propos d u m a r i ' c o r n u d o ' , la glose de M a l L a r a a f fa ib l i t ce que le refrán a d ' a n t i c o n f o r m i s t dans une société de type pa t r ia r ca l —de d r o i t s inon de f a i t " (Recherches, p . 161 ,

franes sobre adúlteros y adúlteras (en l a compilación de C o r r e a s , ochenta p a r a éstas, seis p a r a los p r i m e r o s , a u n q u e esta c a n t i d a d podría a u m e n t a r s e , creo , c o n u n o que otro de M a l L a r a , H o r o z c o y del d icc ionar io de O ' K a n e ) ; ¿sería torpe d u d a r de que esa desproporción se debe a que el adulterio del h o m b r e e r a m e n o s condenable que el de l a m u j e r ? H a y , dato cur ioso , u n solo refrán que a lude a los cuernos de l a m u j e r : «Vaya m o c h a por cornuda» (Teatro, 3 0 2 7 ; Vocabulario, p. 5 1 5 ; Filosofía, C 6 , 2 1 ) ; sólo M a l L a r a insiste, y no mucho* en ello. C r e o que lo m e j o r es atenerse a l a explicación de C o r r e a s , que dice s i m ­p lemente " t a l por t a l " .

3 2 P a r a no sal ir del refranero , pienso en u n o de los textos recopilados por S b a r b i , Diálogo en laude de las mujeres, de J U A N D E E S P I N O S A ( 1 5 8 0 ) , c u r i o s a y pesada defensa, y b u e n a m u e s t r a de que p a r a el intelectual del siglo x v i " b u e ­nas m u j e r e s " e r a n las m i s m a s que e n el siglo p r i m e r o de l a e r a común elogia­b a P l u t a r c o , c u y a prole l i terar ia es m u y conocida como p a r a repetirse aquí.

3 3 El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, e n Obras escogidas de Marx y Engels, Progreso , Moscú, 1 9 7 1 , t. 2 , p. 2 2 4 .

1130 M A R T H A E L E N A V E N I E R NRFH, X X X V I

n o t a 7 7 ) 3 4 . D e acuerdo; i n c o n f o r m i d a d con códigos — c i v i l , r e l i ­gioso, c o n s u e t u d i n a r i o — que n o r m a n esa parte de la sociedad a la que va d i r i g i d a el refrán. A l parecer, allí donde esos códigos no r i g e n —o por lo menos desempeñan o t r a función— el adu l te ­r i o pierde el s ignif icado que t iene en el re f ranero , en la sátira, en la t ragedia . A lonso Hernández no lo encontró en el léxico de ger-manía, y concluye de ello que en el c on junto conocido como 6 ' ba ­j o m u n d o " — a l que n o r m a n otras leyes, y recurre al m a t r i m o n i o sólo p a r a salvar a u n condenado del pat íbulo—, no existe t a l n o ­c ión n i término que la i d e n t i f i q u e . D e allí puede extraerse la con­clusión, s imple pero riesgosa, que de no haber códigos no habría engañados o que su le tra es abono p a r a el engaño.

M A R T H A E L E N A V E N I E R

E l C o l e g i o de México

3 4 M a l L a r a no es santo de l a devoción de C o m b e t (véase Recherches, p p . 151-162) . C o n pruebas textuales, señala este crítico el d i s i m u l a d o m a l t r a ­to del sevi l lano h a c i a su maestro Hernán Núñez, y somete a t a n m i n u c i o s o escrut inio su alegado e r a s m i s m o y su temerosa p r u d e n c i a , que apenas s i r v e n de contrapeso los conocidos estudios de F . Sánchez y E s c r i b a n o , Américo C a s t r o y A n t o n i o V i l a n o v a . E n c u a n t o a las glosas, dice : " M a l L a r a reste trop sou-vent p r i s o n n i e r de l a tradi t ion médiévale d u recours constant a u x ' a u c t o r i d a -des ' — s i fastidieux a u goüt de notre é p o q u e " (p . 154). C o n esas " a u t o r i ­d a d e s " M a l L a r a p r o c u r a q u i t a r el peso a los refranes de adulterio (de ahí el affaiblit en la c i ta ) . C r e o — y esto no es polémica— que el lector al que se d i r i ­gía M a l L a r a (tendría, supongo, su m i s m o estrato social , educación y gustos) e n c o n t r a b a persuasivos esos ejercicios de retórica. E n lo que a gusto de nuestra época se refiere, es p a r a mí evidente, porque tengo mejor perspect iva , que el re ­frán escapa s iempre a l a c a r g a e r u d i t a (o m o r a l i z a n t e ) de l a glosa y que el e n o r m e esfuerzo por negarlo o contradecir lo a y u d a , c o n f recuencia , a l a r i s a ; véase, por e jemplo , l a extensa justificación científica del refrán « ¡Ay , qué t r a ­bajo v e z i n a ! el c iervo m u d a c a d a año el penacho y vuestro m a r i d o c a d a día»; o l a quizá no i n t e n c i o n a d a c o m i c i d a d del c o m e n t a r i o e n «Alexandre es c o r n u ­do , sépalo D i o s y todo el mundo» y «Por sí o por n o , m a r i d o señor, poneos l a capilla».