Hotel7
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n 1966, la banda inglesa The
Beatles fue acusada de que la
canción “Day tripper” trataba
sobre una prostituta, y
“Norwegian Wood”, sobre una
lesbiana. Paul respondió: “Sólo
tratábamos de escribir canciones
sobre prostitutas y lesbianas, eso
es todo.” Todos los presentes
rieron, nadie se escandalizó ni un
poco.
Las normas morales no
siempre avanzan con el tiempo:
cuando la sociedad lésbico-gay
ya había alcanzado varios
triunfos en el respeto a sus
derechos, el mal hacer de un solo
hombre logró que hasta las
mentes más liberales se grabaran
a hierro la idea de que si un cura
es homosexual, entonces también
es pederasta y violador.
Llegamos al cabalístico
número siete de la revista Hotel
en medio de dudas. Publicamos
una entrevista con una
sexoservidora, y tenemos otra
(entrevista) cocinándose, y que
sólo verá la luz si la presente es
bien acogida. Dos de nuestros
colaboradores han preferido que
omitamos sus nombres debido a
sus preferencias sexuales.
Además, no sabemos si podrá
haber un siguiente número. Con
todo, el talento que reúne estas
páginas, nos da esperanza.
En 1966, la banda inglesa The Beatles fue acusada de que la canción “Day tripper” trataba sobre
una prostituta, y “Norwegian Wood”, sobre una lesbiana. Paul respondió: “Sólo tratábamos de
escribir canciones sobre prostitutas y lesbianas, eso es todo.” Todos los presentes rieron, nadie se
escandalizó ni un poco.
Las normas morales no siempre avanzan con el tiempo: cuando la sociedad lésbico-gay ya
había alcanzado varios triunfos en el respeto a sus derechos, el mal hacer de un solo hombre
logró que hasta las mentes más liberales se grabaran a hierro la idea de que si un cura es
homosexual, entonces también es pederasta y violador.
Llegamos al cabalístico número siete de la revista Hotel en medio de dudas. Publicamos
una entrevista con una sexoservidora, y tenemos otra (entrevista) cocinándose, y que sólo verá la
luz si la presente es bien acogida. Dos de nuestros colaboradores han preferido que omitamos
sus nombres debido a sus preferencias sexuales. Además, no sabemos si podrá haber un siguiente
número. Con todo, el talento que reúne estas páginas, nos da esperanza.
Bienvenidos sean a este su hotel de confianza (sin cámaras detrás de los espejos: ¡No
tenemos presupuesto!)
Contenido Elevador ..................................................................................................................................................................... 3
“Bancarrota” ......................................................................................................................................................... 3
Hotel Oxford ........................................................................................................................................................ 4
Como por luz morir ............................................................................................................................................ 5
Habitación zombi ..................................................................................................................................................... 6
En la esquina de la habitación ............................................................................................................................ 6
Ensueño. ................................................................................................................................................................ 9
Habitaciones .............................................................................................................................................................. 9
Gatusalen ............................................................................................................................................................... 9
Xanim .................................................................................................................................................................. 11
Jabón chiquito ......................................................................................................................................................... 12
Nada indebido .................................................................................................................................................... 12
Al borde de una taza de café. ........................................................................................................................... 12
Sombras ............................................................................................................................................................... 12
Lobby........................................................................................................................................................................ 12
Entrevista a Lupita Haas ................................................................................................................................... 12
Elevador
“Bancarrota”
David Anuar
En la bancarrota de mis huesos
levanto señales de auxilio
una paloma
un garfio
un cigarro encendido
Hotel Oxford
Sergio González
302
Noche de tres estrellas deslucidas
sobre un cielo plomizo de aluminio.
Última noche
en que caminas sobre esta alfombra,
jardín del paraíso descuidado.
Noche estéril de trescientos pesos,
de cerveza tibia
y de mujer intacta.
202
No puedo dormir en este hotel
¿Será ese televisor aparatoso,
hijo loco que tienen enjaulado?
¿Qué hay del espejo de pupilas ciegas,
horror de cataratas?
¿Serán esos cipreses de Van Gogh,
desquiciados por colgar en estos muros?
¿O es el crujir del techo
porque alguien camina incesantemente
Con su orgullo derribado?
303
Algo anda mal en ti,
amiga siempre generosa,
tu sexo está seco
y tus ojos inundados.
Como por luz morir
Óscar Guzmán
Como por luz morir
en el abierto abismo de tu cuerpo;
ciego y desnudo y frío,
a morir casi; palpo tu húmedo amor
donde ríe la muerte.
como herido de luz,
ciego ardo de ausencia tuya
y no más queda que morder
palabras, sangrarlas hasta
hacerlas decir tu silencio.
Habitación zombi
En la esquina de la habitación
Escuchas. Crees que estás imaginando cosas, piensas ya deberías dormir un poco, pero el
ruido vuelve a exigir tu atención, te obligas a creer que es tu mente jugándote una mala
broma. Solo hasta que sientes una cálida brisa soplando tu nuca, es que por fin crees, y solo
hasta ese momento, sabes que es demasiado tarde para salir corriendo de tu cuarto.
Primero te encoges dentro de las sabanas, procurando pensar en cualquier cosa que no sea
aquel ruido que atormenta tus oídos; intentas recordar la melodía de aquella pegajosa
canción que cantabas con tus amigos, cerrando los ojos con suficiente fuerza, como para
ver un par de brillos a través de ellos. Es la luz de la calle filtrándose por la ventana, o por
lo menos esa es la mentira que te dices para relajarte y olvidar las extrañas cosas que
comienzan a darse a tu alrededor.
Un fuerte chirrido provoca que saltes, levantándote de la cama y mirando toda la
habitación, lo suficiente como para notar que algo no está bien dentro de ella. Dos de tus
libros, antes ordenados en el librero del fondo, se encuentran tirados en el piso, a escasos
metros de tu cama. Uno se halla abierto en la página 62, el otro, está cerrado, pero parece
señalar un párrafo de la página con uno de sus bordes.
Sabes que no debes tocarlo, estas consiente de que si lo haces podría ocurrir otra cosa,
cualquiera, y esta vez no te salvarían las sabanas de ver. Claro, tu curiosidad y tu terquedad
son más fuertes que el miedo y alzas ambos libros, sosteniéndolos en alto mientras lees una
y otra vez, la sencilla frase frente a ti.
“Una barrera muy fina de romper”
Continúas la lectura de la frase, consciente de que tu respiración comienza a volverse
acelerada, tus manos tiemblan incontrolablemente e intentas por todos los medios no
apartar la vista del papel. Se hace evidente cuando traspasas la delgada línea entre la calma
y la histeria, lanzando ambos libros hacia enfrente y mirando con ojos vidriosos tú
alrededor. Tu pecho sube y baja de manera incontrolable y tus pupilas se mueven alocadas
dentro de tus cuencas oculares.
Pasa el tiempo y no ocurre nada más, tus facciones se relajan y poco a poco vuelves a
recobrar la calma, acompasando tu respiración y tomando la sabana que se corrió a un
costado de la cama con tu anterior perdida de razón, cubres tu cuerpo y tu rostro con ella,
listo para conciliar una vez más el sueño.
Lástima que no sepas que me gusta jugar con mi comida antes de comérmela.
Ensueño. Dante Vazquez
Despertó. Sólo sombras y luz de luna le acompañaban. No recordaba nada. Buscó las
llaves del auto. Las encontró en la guantera. Encendió el vehículo. Un grito se escuchó a
lo lejos. Miró al frente y pisó el acelerador. Quería llegar lo más pronto posible a su
departamento. Por momentos se le nublaba la vista y un ligero escalofrío recorría su
cuerpo.
Bajó temblando del coche. Alguien le esperaba.
Habitaciones
Gatusalen
Nadie sabe de dónde vino, cuándo llegó ni cuántas vidas tiene gastadas, él siempre ha estado aquí, con su típica mirada triste e hipnótica que te hace perder el tiempo en descifrarla.
Dicen que estuvo cuando construyeron este edificio que se empieza a caer, que ha sido la mascota inevitable de todos los inquilinos y que seguirá siéndolo, porque no es capaz de morir.
Algunos piensan que Gatusalén es un ente acumulador de espíritus, que existe por la gracia de vidas pasadas o por una travesura demoníaca. A pesar de estas ideas, hay quien no le tiene miedo; otros aunque lo tengan, se han acostumbrado a su presencia, a sus maullidos que suenan como puertas sin aceitar, a sus pelos finos flotando en el ambiente y a sus ojos, que por las noches, se vuelven humanos.
Gatusalén ha marcado con sus rutinas, el reloj biológico de quienes habitamos aquí. A las 4 de la mañana, empieza a rascar las puertas, una por una, hasta lograr la interrupción de nuestros sueños. Justo a las 5, se acerca a las ventanas, restriega su cuerpo contra ellas y después afila sus garras con el cristal, haciendo un ruido que quebranta los nervios, hasta que decides ofrecerle agua fresca o comida, que olfatea, pero jamás prueba.
Nos deja descansar unas horas, no lo volvemos a ver ni escuchar, hasta las 4 de la tarde, cuando elige con las leyes de su azar, un departamento
para pasar el resto del día. Se cuela por las ventanas aunque estén selladas y se echa inmutable en una esquina, porque tiene la certeza de que te has convencido de la imposibilidad de ahuyentarlo.
Una vez en el rincón elegido, no te quita la mirada, aunque estés en otro cuarto, sientes que te ve y que controla tu voluntad para no salir de casa. Dormir para evitarlo no es una opción válida, si lo haces, sueñas con un gato que te observa.
Muchos luchan para acostumbrarse a su compañía, otros ya no. Este es un edificio lleno de apartamentos individuales con renta congelada ¿dónde encontrar otro lugar así?
La resignación y la soledad han logrado que muchos lleguemos incluso a quererlo, acariciarlo y hacerlo un confidente; a pesar de que al tocarlo se sienta su cuerpo helado o se queden entre los dedos, sus pelos que caen en cascada, dejando ver una piel negra que se vuelve a cubrir de pelaje amarillo inmediatamente.
A pesar de los escalofríos, todos acabamos por aceptar su presencia, a reírnos cuando es gracioso involuntariamente por esos errores de cálculo que tiene al saltar; aunque es un ser sobrenatural, ese cuerpo delgaducho que tiene, ya está muy gastado.
Hablo del gato en presente, porque quiero pensar que hoy simplemente se cansó de la rutina. A las 4 no se escucharon los arañazos en las puertas, ni el ruido en las ventanas. Nos despertó una luz de amanecer más radiante que de costumbre, porque venía con una lluvia de pelos amarillos ¿Dios acarició a Gatusalén?
Xanim
Por Omar Rojas
La habitación denotaba soledad y entre todos no encontraban explicación alguna de que hacían ahí
o cuánto tiempo habrían pasado encerrados en ese lugar, sin recuerdos de alguna peripecia
anterior se perdían entre imágenes que ellos pensaban propias. Xanim estaba ahí, mirándose y
desconociéndose, sin algo concreto que pensar. La puerta fue abierta por un hombre de aspecto
cansado; poco a poco salían todos y buscaban su propio rumbo en busca de respuestas. Al verse en
el exterior, los otros personajes miraban a los “nuevos”, como si ya esperaran su llegada y por
curiosidad fueran a ver como lucirían. Xanim ignoró las risas de las personas que lo señalaban; aun
preguntándose donde se encontraba y con esa amnesia que poco favorecía a la situación, exploraba
con los ojos ese nuevo y desconocido mundo, hasta que observó a un personaje singular a orillas
de la calle, contemplando el horizonte con mirada nostálgica; en cuanto se le acercó, preguntó
¿Dónde estoy?... era el purgatorio de los cuentos jamás escritos, que no encontraban la
inmortalidad del papel o de otro medio que expresara su existencia. Podían ser olvidados de
cualquier manera: el señor que inventa un cuento a un niño antes de dormir o un joven escritor que
pensó alguna historia mientras hacía otras cosas y que después, sin tiempo, no buscaba recordar.
Eso fue lo que le explicó aquel desconocido que llevaba habitando en ese lugar casi treinta años; sin
embargo, continuó, a veces queda la sombra del recuerdo y se puede salir, es cuestión de llegar a la
orilla de la memoria y posiblemente puedes resurgir en la mente de quien te imaginó; Xanim, al no
querer resignarse a ser un ente olvidado, decidió intentar algo al respecto, ten, este es Chibón, un
animal creado de otro cuento, lo adopté después de que llegara aquí; Xanim vio a ese extraño
animal, y subió, comenzando así una carrera a contrarreloj, mientras se alejaba escuchó las últimas
palabras de quien le otorgaba ayuda: corre sé un cuento, un libro, una novela, alcanza la
inmortalidad de la tinta. Xanim corrió días enteros en ese mundo hasta que alcanzó el final de la
memoria, se veían puertas de salida que quiso pasar rápidamente, sin embargo golpeó con ellas,
impenetrables en su totalidad. Chibón yacía en el suelo, parecía que también había entendido lo
que ocurría y trató, en vano, de abrir aquella puerta con todas sus fuerzas, pero el golpe lo hizo caer
inconsciente. Xanim se levantó, debilitado por la caída; acercándose a cada puerta intentaba
abrirlas... no pudo; la sensación de impotencia sacó lágrimas de sus ojos, hasta convertirlas en un
llanto de dolor por el hecho de pensarse encerrado por siempre ahí, y sobretodo, que jamás
conocería su propia historia. Se dirigió a Chibón que ya empezaba a reaccionar, acarició su plumaje
y notó que también lloraba, lo comprendieron, eran parte del olvido; Xanim lo entendió, era
demasiado tarde, su creador ya la había olvidado completamente.
Jabón chiquito
Nada indebido
Agustín dijo adiós a su amiguito, se subió los pantalones rápidamente y después de mirar a todos lados, entró sigilosamente por la puerta trasera. Su madre, que llevaba horas espiándolo desde la ventana, salió horrorizada a su encuentro. -Mami, estaba jugando como me enseñó el padre Carlos. -reveló el niño, sonriendo-.
Andrès Augusto Klingberg Orozco
Al borde de una taza de café. Solo de mirarla a los ojos, sabía que estaba frente a la mujer de mi vida. Por trillada que pareciera la frase, era verdad. Era perfecta en más de un sentido y el humo del café al llevarse la taza a los labios la rodeaba de cierto misticismo y erotismo. -¿Crees en los sueños? – pregunté. Sus labios se abrieron justo un momento antes de que ella despertara. Armando Enríquez Vázquez
Sombras Él no temía a la inmensa sombra, pálida e informe, del puño del sistema. Sino a la pequeña, opaca y precisa, de la bota sobre su cabeza. Mariano F. Wlathe
Lobby
Entrevista a Lupita Haas
El trayecto a Guadalajara es largo. Compro un periódico para el camino y veo en los
anuncios de ocasión un mar de piernas, senos y corsetería que no solía estar cuando era más
joven. Las casas de citas ya no se ocultan bajo el sello de masajes.
Pero en esa marisma de carne, veo dos tortas de milanesa que parecen estar fuera de
lugar. No sólo eso: en vez del esperado número de teléfono, hay una dirección de internet
que me prometo visitar pronto. Pasa mucho tiempo antes de que un anuncio —esta vez con
dos huevos rojos— me condujera a www.lupitahass.mx (“Acepto vales, tarjetas y un cacho
de rosca”, decía).
Un momento, pensé, conozco el texto al inicio de la página: me ha llegado,
escaneado del periódico, unas doce veces a mi cuenta de correo desde hace tres años. El
anuncio completo es:
Lupita. Ni modelo ni edecán ni extranjera -¿para qué prometo algo que no va a
llegar? Soy humildemente provinciana, que por no estudiar me tengo que anunciar.
Voy de buenas, flojita y cooperando. 28 años, blanca, talla siete, de nalgas grandes,
duras y paradas (no caderona ni torneada), o sea nalgas. Buena pa’l petate, mala
pa’l metate. Todo con preservativo. Tócame todito. Relaciones ilimitadas. 700
pesos. Acepto vales, tarjetas y un cacho de rosca.
Tomé el teléfono y, antes de darme cuenta, tenía mi primera —lo juro— cita con
una prostituta. Nos encontramos en un restaurante de Tlalpan.
Lupita aceptó de buena gana la entrevista, pues sabe muy bien el valor de la
publicidad (“He llegado a gastar hasta treinta mil pesos al mes en publicidad”, me cuenta,
“y valieron cada centavo”). Tiene una licenciatura en administración de empresas en la
UNAM y está a punto de titularse como enfermera.
Me contó muchas cosas. Que su verdadero nombre es Miroslava; lo demostró con
una credencial de donadora de órganos que porta orgullosísima. (“Porque mi familia
emigró de Uruapan, donde cultivaban el aguacate —de eso y de su devoción por la virgen
adoptó el nombre artístico de Lupita Hass—, a la ciudad de México, buscando un donador
de hígado para mi padre. Pasamos cinco años sin encontrarlo. No bebo, no fumo ni estoy
tatuada, porque quiero donar enteritos mis órganos”). Que de día trabaja en Televisa. Que
se considera una mujer valiente.
RH: ¿Cuáles han sido tus anuncios más exitosos?
LH: El de Día de Reyes se volvió muy popular: lo ponían en correos y hasta
salió en la tele. Después de ése, el del Día del niño. “Vamos a saltar
la reata juntos”, decía. También mi lema se ha vuelto un poco de culto:
“Todo me huele a jabón”.
RH: ¿Qué es lo que más te piden los clientes?
LH: ¡El traje de Mujer Maravilla! (Risas). De fetiche, es muy común que me
pidan que los masturbe con los pies. La lencería está en tercer lugar
(para llevársela con ellos) Muchos quieren sexo anal, pero no me gusta mucho porque me
deja la sensación de ganas de ir al baño ¿ves?, pero pues al cliente...
RH: ¿Hay algo a lo que te niegues?
LH: Sí. Por ejemplo, como dama de compañía, no voy nunca a peleas de gallos ni corridas
de toros. No es humano. A ver, que se pongan unos cuernos ellos y que los banderilleen...
Son chingaderas. También cuido mucho de que en las orgías no lleven menores. Me
encabrona mucho.
RH: ¿Es muy común?
LH: Sí, en Veracruz, por ejemplo, hay una red muy grande de tratantes de
menores. Bastaría con pedirle a un taxista que te lleve con algunas para detener a muchos,
pero el gobierno los protege.
RH: ¿Te dedicas a la lucha social?
LH: ¡Siempre! Justo me estoy preparando para apoyar a un candidato a la presidencia de
México. No te puedo decir quién, pero pronto lo sabrás.
RH: ¿Cuáles causas defiendes?
LH: Bueno, de entrada, para ser coherente, los derechos de las sexoservidoras, que, en
realidad, son derechos para cualquier mujer que trabaje. Ya tengo preparada mi petición a
la Cámara para instaurar guarderías nocturnas. El gobierno de la ciudad ha apoyado mucho
en estos años a la comunidad lésbico-gay, y se ha olvidado de nosotras. Tengo razones para
pensar que Ebrard es gay (risas) también estoy a favor de mejorar los
servicios médicos para niños quemados, y los servicios de la salud reproductiva en general.
Sin olvidar las campañas para el uso del condón.
RH: ¿Cuáles marcas recomiendas?
LH: Los Prudence, y los del Doctor Simi. También los Trojan dorados. No me gustan nada
ni los Thermax, porque se rompen, ni los Mforce, porque no son cómodos.
RH: Cambiando de tema, ¿cuáles hoteles recomiendas para tu oficio?
LH Me gustan mucho el Aranjuez, el Villas Patriotismo, el Harare. Los Villas Quetzal no
me gustan. A los clientes les agradan sus habitaciones porque tienen sillón para posiciones
y columpio, pero son muy frías casi todo el año. Mi preferido es el Gustavo
Baz, específicamente una habitación que tiene cama con cristal encima en el segundo piso.
RH: Dices que aceptas tarjeta de crédito ¿cómo apareces en los recibos?
LH: Nos ponemos de acuerdo desde antes. No tengo terminal, lo que hacemos es ir a un
Oxxo o a un Sanborns para que me paguen el recibo del teléfono, crédito para celular, el
gas. Me precio de ser muy discreta. Muchos clientes me dan sus números, pero yo jamás
los llamo, a menos que ellos me pidan específicamente a una hora.
RH: Me doy cuenta de que, efectivamente, hueles a jabón, ¿cuál usas?
LH: Jabón Zote rosa (risas), ¡es lo mejor para mi piel grasa! Para las partes íntimas,
Tepeyac amarillo.
RH: ¿Cómo te iniciaste en esto?
LH: El padre de mis hijas nos dejó un día así nomás: con deudas y yo en la carrera.
Me tenía que pagar los estudios y mantener a mis hijas… Y soy buena para esto.
RH: ¿En dónde te podemos encontrar?
LH: En todos los hoteles de la ciudad, de 8:00 am a 12:00 pm, de lunes de domingo. De
lunes a domingo coge Lupita porque de lunes a domingo come Lupita (risas).
Terminada la entrevista, tuve la oportunidad de subirme al Datsun de Hass, que conduce
con destreza por los rápidos de Tlalpan, para recoger a sus dos lindas gemelas en
la guardería. Nos despedimos después de que me pidiera que les recordara a los lectores
que este mes tiene por promoción 90 minutos por 900 pesos. Ella es toda una empresaria.
Yo me sentí un poco vendido.
David Anuar González Vázquez (Cancún, Quintana Roo, 1989): Estudiante de Literatura
Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán. Becario del PECDA. Entre otros,
ha ganado el Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada. Ha publicado los poemarios
Arañas de la memoria y Erogramas.
Oscar Guzmán Chávez (1978): Licenciado en filosofía. Corrector. Escribo poesías y algunas se
han publicado en revistas electrónicas. Fotógrafo aficionado (más aficionado que fotógrafo).
Hago collages. Quiero vivir en la playa.
Twitter: @OmarSelten Omar Rojas, amante del cine y de la literatura.