Huelga

4
Ante todo debo expresar un gran respeto por la huelga de hambre como herramienta que pudiera utilizar voluntariamente una persona si no consigue lo que demanda de manera legal y legítima. Y pudiera sobrevenirle a ella un deseo ulterior de morir, de no solventarse la situación que debe resultar manifiestamente injusta, por supuesto, y descartando también que pudiera tratarse de suicidas anoréxico-políticos buscando simultáneamente su minuto de notoriedad. De allí que haya habido famosísimas huelgas de hambre en el mundo donde incluso resultaran extintos por inanición sus ejecutantes. “Pero en esta vida todo tiende a putearse”, como afirmara un prestigioso filósofo macaracuayero, no acordándome de cuál siglo. Pero bueno, en todo caso sería lo de menos ante lo neurálgico de esa su tan cojonuda máxima. Y pareciera tener sobrada razón el filósofo de marras, al tan sólo pasearse uno por las huelgas de hambre venezolanas de hoy. Son ellas tan particulares, que los huelguistas salen mucho más repuestos que cuando las inician. Y fuentes dignas de todo crédito afirman que, inclusive, salen con real; con el real verdoso de lo pútrido… ¡Imagínenese hasta dónde ha llegado la vaina! Por lo que resulta muy sudoroso, por tanto, que pudieran considerarse de hambre tales huelgas por la sencilla razón de que los huelguistas ni siquiera le dan oportunidad al hambre de que les arribe al estómago… Son, por el contrario, voraces huelguistas [de hambre]… Cuando Ledezma, por ejemplo, inició su huelga de hambre a las puertas de Insulza, ciertamente llegó jipato y perfilao. Y cuando salió de ella, se notaba rosaíto y cachetón. ¡Misterios de la ciencia! como dice ese chispeante y peligroso prosista que es el camarada Eduardo Rothe. Además, estos chimbos huelguistas hacen sus holganzas demandando cosas manifiestamente cargantes por impertinentes, como eso de que liberen a delincuentes convictos y condenados por crímenes atroces y a otros por impudicias varias. Y sin embargo, con todo y eso, cuentan con el apoyo mimoso de Insulsa para que reine la impunidad en Venezuela. ¡Qué vaina con Insulza! ¿No? ¡Véase por dónde le está dando la chochera!

description

ensayo huelga

Transcript of Huelga

Ante todo debo expresar un gran respeto por la huelga de hambre como herramienta que pudiera utilizar voluntariamente una persona si no consigue lo que demanda de manera legal y legtima. Y pudiera sobrevenirle a ella un deseo ulterior de morir, de no solventarse la situacin que debe resultar manifiestamente injusta, por supuesto, y descartando tambin que pudiera tratarse de suicidas anorxico-polticos buscando simultneamente su minuto de notoriedad. De all que haya habido famossimas huelgas de hambre en el mundo donde incluso resultaran extintos por inanicin sus ejecutantes.

Pero en esta vida todo tiende a putearse, como afirmara un prestigioso filsofo macaracuayero, no acordndome de cul siglo. Pero bueno, en todo caso sera lo de menos ante lo neurlgico de esa su tan cojonuda mxima.

Y pareciera tener sobrada razn el filsofo de marras, al tan slo pasearse uno por las huelgas de hambre venezolanas de hoy. Son ellas tan particulares, que los huelguistas salen mucho ms repuestos que cuando las inician. Y fuentes dignas de todo crdito afirman que, inclusive, salen con real; con el real verdoso de lo ptrido Imagnenese hasta dnde ha llegado la vaina! Por lo que resulta muy sudoroso, por tanto, que pudieran considerarse de hambre tales huelgas por la sencilla razn de que los huelguistas ni siquiera le dan oportunidad al hambre de que les arribe al estmago Son, por el contrario, voraces huelguistas [de hambre]

Cuando Ledezma, por ejemplo, inici su huelga de hambre a las puertas de Insulza, ciertamente lleg jipato y perfilao. Y cuando sali de ella, se notaba rosato y cachetn. Misterios de la ciencia! como dice ese chispeante y peligroso prosista que es el camarada Eduardo Rothe.

Adems, estos chimbos huelguistas hacen sus holganzas demandando cosas manifiestamente cargantes por impertinentes, como eso de que liberen a delincuentes convictos y condenados por crmenes atroces y a otros por impudicias varias. Y sin embargo, con todo y eso, cuentan con el apoyo mimoso de Insulsa para que reine la impunidad en Venezuela. Qu vaina con Insulza! No? Vase por dnde le est dando la chochera!

Y por ah le tambin que una mujer mexicana tiene ms de diez das en huelga de hambre sin encadenamiento frente a la embajada britnica en Mxico, por el nico y encomiable objetivo de que la inviten formalmente a la boda del prncipe Guillermo con la esculida Kate Machado Middleton, donde exhibe carteloncitos que dicen: Me van a dejar morir por eso? Y no s si Insulza est al tanto de este dramtico caso huelgario de hambre, dado que los casos venezolanos, de casi igual bobada, pudieran mantenerle empty su capacidad de atencin.

Bueno, por eso es que me he venido sintiendo bien tentado tambin a iniciar mi huelga de hambre personal. Y no slo personal, sino no endosable como los cheques de gerencia No que cuando me sienta ajilao (como hacen por all algunos jvenes impostores) llame a un pana para que me haga el quite mientras me parapeteo a punta de cachapa con queso y carato de acupe en algn bao. No seor, una huelga de hambre final, irreversible y seria, que me pudiera conducir a la extincin, si es que acaso Insulza no llegara a interceder por m y llamara a botn a la insensible esculida para que me aplaque un derecho tan humanamente inherente, lo que evitara mi muerte por esa siempre desagradable inanicin, no slo fsica, sino tambin espiritual.

Por tanto, como consecuencia inevitable de lo expuesto, a partir de hoy me voy a disponer pensar bien quin pudiera ser esa privilegiada esculida (ya que no son muchas por las muestras que se ven en sus marchitas) para, como todo un posedo Romeo, irme a su ventana a media noche a demandarle -qu a implorarle del cipote!- su amor, y, si es que acaso no obtuviera correspondencia en un tiempo prudencial dentro de esa misma madrugada, proceder ipso facto a romper el contacto con todo tipo de alimento y encadenarme a su verja hasta romper su cruel silencio administrativo, ayudado, como dije, por Insulza. Y hasta llegar a morir! si resultara acaso imperativamente tico en lo ertico-amoroso!

Es ms, yo propongo formalmente a mis camaradas que en cambote procedamos a huelguiarnos de hambre y luego encadenarnos, si es que acaso la esculida que hubimos de seleccionar por derecho humano inquebrantable nos resulte contumaz o cruelmente inconstitucional. A ver qu coo va a hacer Insulza con nosotros que somos que jode! Y perdnenme la falta de templanza.

Y es bueno que se sepa que mi legtima aspiracin tiene incluso irrefutable base constitucional que configuro simplemente aplicando el mtodo interpretativo ms genuino que manipulan los ms famosos constitucionalistas esculidos. Veamos: el tercer aparte del artculo 21 constitucional, reza: La ley garantizar las condiciones jurdicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptar medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados (en el amor, agrego yo), marginados o vulnerables; proteger especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionar los abusos o maltratos que contra ellas se cometan. Ms claro que esto, ni los ojos de mi amada.

Luego el artculo 22, ejusdem, reza: La enunciacin de los derechos y garantas contenidos en esta Constitucin y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no debe entenderse como negacin de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no menoscaba el ejercicio de los mismos.

Entonces, seores: Hay derecho ms inherente a la persona humana (poniendo a un lado el de la vida) que el de gozar del amor de sus compatriotas indiscriminadamente? Dganmelo con honestidad, panas. Lo hay?

Y de una vez llamo la siempre pronta atencin de Insulza sobre la apodctica previsin constitucional del derecho que me asiste, y que me propongo demandar de mi esculida favorita antes de iniciar mi eventual huelga de hambre y posterior encadenamiento mortfero.

Y no dejen de apreciar, por favor, mis dilectos lectores y lectoras, que esta misma hermenutica jurdica que aplico fue la que utiliz el eterno magistrado Arriechi, creo, para sentenciar -en nombre de la Repblica y por autoridad de la ley- que aquellos viles militares del 11 de abril que secuestraron a Chvez no haban actuado sino preados de buensimas intenciones, juzgamiento que tanto Insulza como los preclaros constitucionalistas esculidos, hallaron no slo burda de sublime, sino burda de justo tambin. Fjense entonces que mi posicin est muy bien enmarcada dentro de la ms excelsa y pacfica jurisprudencia que alguna vez vomitara el Tribunal Supremo de Justicia en toda su historia. Esto es vital. Adems, recordemos que los romanos definan la justicia como la constante y perpetua voluntad de darle a cada uno lo que le corresponde. Insulza por tanto no tendr pa` donde agarr en nuestro caso huelgustico de hambre y posterior encadenamiento, si procediere.

En fin, mis queridos lectores y lectoras, yo iniciara mi huelga de hambre completamente seguro pues de que contara con este oportuno y buen Insulza Si no, ni de vaina, porque a esas esculidas contumaces de aqu habra que sancionarlas conforme a la Carta Democrtica Interamericana del Amor y ese proceso demora demasiado. Fjense por ejemplo en el caso tan teatral de la joven centroamericana Honduras Zelaya Micheletti, hoy en manos del conspicuo rbitro Lobo Feroz y donde incluso, la huelga de hambre, se halla tan vedada que al proyectado huelguista lo mataran a tan slo advertrsele la intencin en su mirada. Y yo no veo a Insulza queriendo cabezudamente ir pa`ll, no me joda. Y como atroz irona es con la Venezuela ms democrtica, de toda su historia, la ladillita

[email protected]