Huit Zilo Pox Tli

8

Click here to load reader

description

Rubén Darío, poeta nicara

Transcript of Huit Zilo Pox Tli

  • IMPRIMIR

    HUITZILOPOXTLILEYENDA MEXICANA

    RUBN DARO

  • 2Editado por

    elaleph.com

    1999 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

  • www.elaleph.comHuitzilopoxtli donde los libros son gratis

    3

    Tuve que ir, hace poco tiempo, en una comisin periodstica, deuna ciudad frontera de los Estados Unidos, a un punto mexicano en quehaba un destacamento de Carranza. All se me dio una recomendaciny un salvoconducto para penetrar en la parte de territorio dependientede Pancho Villa, el guerrillero y caudillo militar formidable. Yo tenaque ver un amigo, teniente en las milicias revolucionarias, el cual mehaba ofrecido datos para mis informaciones, asegurndome que nadatendra que temer durante mi permanencia en su campo.

    Hice el viaje, en automvil, hasta un poco ms all de la lneafronteriza en compaa de mster John Perhaps, mdico, y tambinhombre de periodismo, al servicio de diarios yanquis, y del CoronelReguera, o mejor dicho, el Padre Reguera, uno de los hombres msraros y terribles que haya conocido en mi vida. El Padre Reguera es unantiguo fraile que, joven en tiempo de Maximiliano, imperialista, natu-ralmente, cambi en el tiempo de Porfirio Daz de Emperador sin cam-biar en nada de lo dems. Es un viejo fraile vasco que cree en que todoest dispuesto por la resolucin divina. Sobre todo, el derecho divinodel mando es para l indiscutible.

    -Porfirio domin -deca- porque Dios lo quiso porque as debaser.

    -No diga macanas! -contestaba mster Perhaps, que haba estadoen la Argentina.

    -Pero a Porfirio le falt la comunicacin con la Divinidad... Alque no respeta el misterio se lo lleva el diablo! Y Porfirio nos hizoandar sin sotana por las calles. n cambio Madero...

    Aqu en Mxico, sobre todo, se vive en un suelo que est repletode misterio. Todos esos indios que hay no respiran otra cosa. Y eldestino de la nacin mexicana est todava en poder de las primitivasdivinidades de los orgenes. En otras partes se dice: Rascad... y apare-cer el ... . Aqu no hay que rascar nada. El misterio azteca, maya,vive en todo mexicano por mucha mezcla social que haya en su sangre,y esto en pocos.

  • www.elaleph.comRubn Daro donde los libros son gratis

    4

    -Coronel, tome un whisky! -dijo mster Perhaps, tendindole sufrasco de ruolz.

    -Prefiero el comiteco -respondi el Padre Reguera, me tendi unpapel con sal, que sac de un bolsn, y una cantimplora llena de licormexicano.

    Andando, andando, llegamos al extremo de un bosque, en dondeomos un grito: Alto!. Nos detuvimos. o se poda pasar por ah.Unos cuantos soldados indios, descalzos, con sus grandes sombreronesy sus rifles listos, os detuvieron.

    El Viejo Reguera parlament con el principal, quien coca tam-bin al yanqui. Todo acab bien. Tuvimos dos mulas y un caballejopara llegar al punto de nuestro destino. Haca luna cuando seguimos lamarcha. Fuimos paso a paso. De pronto exclam dirigindome al viejoReguera:

    -Reguera, cmo quiere que le llame, Coronel o Padre?-Como la que lo pari! -buf el apergaminado personaje.-Lo digo -repuse- porque tengo que preguntarle sobre cosas que a

    m me preocupan bastante.Las dos mulas iban a un trotecito regular, y solamente mster

    Perhaps se detena de cuando en cuando a arreglar la cincha de sucaballo, aunque lo principal era el engullimiento de su whisky.

    Dej que pasara el yanqui adelante, y luego, acercando mi caba-llera a la del Padre Reguera, le dije:

    -Usted es un hombre valiente, prctico y antiguo. A usted le res-petan y lo quieren mucho todas estas indiadas. Dgame en confianza:es cierto que todava se suelen ver aqu cosas extraordinarias, comoen tiempos de la conquista?

    -Buen diablo se lo lleve a usted! Tiene tabaco?Le di un cigarro.-Pues le dir a usted. Desde hace muchos aos conozco a estos

    indios como a m mismo, y vivo entre ellos como si fuese uno de ellos.Me vine aqu muy muchacho, desde en tiempo de Maximiliano. Ya eracura y sigo siendo cura, y morir cura.

    -Y ... ?

  • www.elaleph.comHuitzilopoxtli donde los libros son gratis

    5

    -No se meta en eso.-Tiene usted razn, Padre; pero s me permitir que me interese

    en su extraa vida. Cmo usted ha podido ser durante tantos aossacerdote, militar, hombre que tiene una leyenda, metido por tantotiempo entre los indios, y por ltimo aparecer en la Revolucin conMadero? No se haba dicho que Porfirio le haba ganado a usted?

    El viejo Reguera solt una gran carcajada.-Mientras Porfirio tuvo a Dios, todo anduvo muy bien; y eso por

    doa Carmen...-Cmo, padre?-Pues as... Lo que hay es que los otros dioses...-Cules, Padre?-Los de la tierra...-Pero usted cree en ellos?-Calla, muchacho, y tmate otro comiteco.-Invitemos -le dije- a mster Perhaps, que se ha ido ya muy de-

    lantero.-Eh, Perhaps! Perhaps!No nos contest el yanqui.-Espere -le dije-, Padre Reguera; voy a ver si lo alcanzo.-No vaya -me contest mirando al fondo de la selva-. Tome su

    comiteco.El alcohol azteca haba puesto en mi sangre una actividad singu-

    lar. A poco andar en silencio, me dijo el Padre:-Si Madero no se hubiera dejado engaar...-De los polticos?-No, hijo; de los diablos...-Cmo es eso?-Usted sabe.-Lo del espiritismo...-Nada de eso. Lo que hay es que l logr ponerse en comunica-

    cin con los dioses viejos...-Pero, padre ... !

  • www.elaleph.comRubn Daro donde los libros son gratis

    6

    -S, muchacho, s, y te lo digo porque, aunque yo diga misa, esono me quita lo aprendido por todas esas regiones en tantos aos... Y teadvierto una cosa: con la cruz hemos hecho aqu muy poco, y por den-tro y por fuera el alma y las formas de los primitivos dolos nos ven-cen.. . Aqu no hubo suficientes cadenas cristianas para esclavizar a lasdivinidades de antes; y cada vez que han podido, y ahora sobre todo,esos diablos se muestran.

    Mi mula dio un salto atrs, toda agitada y temblorosa, quise ha-cerla pasar y fue imposible.

    -Quieto, quieto -me dijo Reguera.Sac su largo cuchillo y cort de un rbol un varejn, y luego con

    l dio unos cuantos golpes en el suelo.-No se asuste -me dijo-; es una cascabel.Y vi entonces una gran vbora que quedaba muerta a lo largo del

    camino. Y cuando seguimos el viaje, o una sorda risita del cura...-No hemos vuelto a ver al yanqui -le dije.-No se preocupe; ya le encontraremos alguna vez.Seguimos adelante. Hubo que pasar a travs de una gran arboleda

    tras la cual oase el ruido del agua en una quebrada. A poco: Alto!-Otra vez? -le dije a Reguera.-S -me contest-. Estamos en el sitio ms delicado que ocupan

    las fuerzas revolucionarias. Paciencia!Un oficial con varios soldados se adelantaron. Reguera les habl

    y o contestar al oficial:-Imposible pasar ms adelante. Habr que quedar ah hasta el

    amanecer.Escogimos para reposar un escampado bajo un gran ahuehuete.De ms decir que yo no poda dormir. Yo haba terminado mi ta-

    baco y ped a Reguera.-Tengo -me dijo-, pero con mariguana.Acept, pero con miedo, pues conozco los efectos de esa yerba

    embrujadora, y me puse a fumar. En seguida el cura roncaba y yo nopoda dormir.

  • www.elaleph.comHuitzilopoxtli donde los libros son gratis

    7

    Todo era silencio en la selva, pero silencio temeroso, bajo la luzplida de la luna. De pronto escuch a lo lejos como un quejido largo yaullante, que luego fue un coro de aullidos. Yo ya conoca esa siniestramsica de las selvas salvajes: era el aullido de los coyotes.

    Me incorpor cuando sent que los clamores se iban acercando.No me senta bien y me acord de la mariguana del cura. Si sera eso...

    Los aullidos aumentaban. Sin despertar al viejo Reguera, tom mirevlver y me fui hacia el lado en donde estaba el peligro.

    Camin y me intern un tanto en la floresta, hasta que una especiede claridad que no era la de la luna, puesto que la claridad lunar, fueradel bosque, era blanca, y sta, dentro, era dorada. Continu internn-dome hasta donde escuchaba como un vago rumor de voces humanasalternando de cuando en cuando con los aullidos de los coyotes.

    Avance hasta donde me fue posible. He aqu lo que vi: un enormedolo de piedra, que era dolo y altar al mismo tiempo, se alzaba en esaclaridad que apenas he indicado. Imposible detallar nada. Dos cabezasde serpiente, que eran como brazos o tentculos del bloque, se juntabanen la parte superior, sobre una especie de inmensa testa descarnada,que tena a su alrededor una ristra de manos cortadas, sobre un collarde perlas, y debajo de eso, vi, envidia de vida, un movimiento mons-truoso. Pero ante todo observ unos cuantos indios, de los mismos quenos haban servido para el acarreo de nuestros equipajes, y que silen-ciosos y hierticamente daban vueltas alrededor de aquel altar viviente.

    Viviente, porque fijndome bien, y recordando mis lecturas espe-ciales, me convenc de que aquello era un altar de Teoyaomiqui, ladiosa mexicana de la muerte. En aquella piedra se agitaban serpientesvivas, y adquira el espectculo una actualidad espantable.

    Me adelant. Sin aullar, en un silencio fatal, lleg una tropa decoyotes y rode el altar misterioso. Not que las serpientes, aglomera-das, se agitaban; y al pie del bloque ofdico, un cuerpo se mova, elcuerpo de un hombre. Mster Perhaps estaba all.

    Tras un tronco de rbol yo estaba en mi pavoroso silencio. Crepadecer una alucinacin; pero lo que en realidad haba era aquel gran

  • www.elaleph.comRubn Daro donde los libros son gratis

    8

    crculo que formaban esos lobos de Amrica, esos aullantes coyotesms fatdicos que los lobos de Europa.

    Al da siguiente, cuando llegamos al campamento, hubo que lla-mar al mdico para m.

    Pregunt por el Padre Reguera.-El Coronel Reguera -me dijo la persona que estaba cerca de m-

    est en este momento ocupado. Le faltan tres por fusilar.

    FIN