Hyperbóreos Carlos Disandro

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CARLOS A. DISANDRO REASUNCIÓN DEL PRINCIPIO HYPERBÓREO 1 1 Se debate, por la proximidad del quinto centenario de América, un campo histórico confundido, o por el re- duccionismo de un pretérito cancelado, aunque reasumido como fuente indígena prehispánica; o por el re- duccionismo de una cristiandad ya obsoleta por causas más complejas y difíciles de resumir en este breve ensayo. Deslindar campos precisamente neblinosos por una confusión inextricable, por la impericia y la insipien- cia americanas, trajinadas en corrientes contradictorias, no es tarea fácil desde luego. De todas maneras el camino de América es otro, respecto de la Europa post-moderna (1950-1990) o que insinúa en este lapso una supuesta postmodernidad liberadora y galáctica, planetaria, mundialista y ecuménica, más allá de toda fuente y de toda raíz, atenta sólo a los signos de un poder; éste manipula, niega y/o concede, como la única arkhé, que sin agotar el tiempo, lo proyecta en una multívoca concentración de fuerza y destino. Pero ésta sería otra cuestión aunque implícita en los trasfondos de la real o supuesta postmodernidad. De cualquier modo, la Europa que le precede, siglos XV-XX, nacida del humanismo erasmista y carde- nalicio (Cisneros) y de Roma, y la Europa Oriental, en todo caso afectada por Bizancio, parece naturalmente insertada en la Tradición Clásica; mientras que la extrema modernidad y postmodernidad a su vez dan por canceladas y perimidas las instancias, otrora orientadoras, de aquella Tradición. Así pues para Europa Occidental románico-germánica es menester, como decía Uvo Hölscher, reconocer una chancede regeneración clásica, con toda la carga de la Filología desde el siglo XVII; para Europa Oriental bizantino-eslava es menester la relectura de Fiodor Dostoievsky, Wladimir Soloview, Sergei Boul- gakof, etc., por dar nombres indicativos, pero que reasumen un saber diferente (más allá de la filología eras- mista), bebido en la experiencia de la espiritualidad patrística greco-bizantino-rusa. Otros parámetros pues, otra semántica, otra inhabitación del mundo del espíritu en el ámbito de la cultura y de la paideia filosófico- teológica. Pero para América, sobre todo América Románica, ¿qué? Aclaro que esta denominación pretende cancelar una disputa nominalista, verdadero laberinto de interpretaciones que aquí no discuto, tornada en un piélago de fantasmagorías inútiles sin embargo. La presencia de la Antigüedad es decisiva en la lyrica con- temporánea (1900-1950), pero no sólo por estímulo de la filología reconstructiva de la cultura antigua, sino sobre todo por una experiencia que contacta con las raíces del mundo hyperbóreo. Lo que Rilke llamara das Offene (lo Abierto). 2 Según este breve prólogo, interpongo mi tesis de rinascita de lo principial. Uso un vocabulario italiano, que propone una semántica compleja: Rinascimento-rinascita. Convengamos en mantenernos dentro de tales parámetros. Por otra parte, la crisis de la Filología Latina en Europa, y la crisis de la Filología Griega, menos ostensi- ble, nada tiene que ver con nuestra situación desértica, infecunda, in-viable, pre-cuaternaria y en dimensio- nes cosmogónicas, cuando no ha advenido digoel reino de las Musas, para hablar en lenguaje simbó- lico. En suma, pretender un rinascimento” en América Románica, haciendo del siglo XXI un siglo XV, es un disparate, una ruta inviable. Al primer giro que despeja los lindes inexcusables, sigue un segundo giro: el latín en América y la crisis de la Iglesia Romana, cuestión que no se plantea del mismo modo para Europa Oeste y mucho menos por lo que acontece en esta década, para Europa Oriental. Pues la historia del latín en América es absolutamente in- 1 Esta es la reseña del primer capítulo de un ensayo más amplio que lleva por título en latín Brevis Tractatus de Regenerante Principio Hyperbo- reoquoad Americam, o sea Breve Tratado sobre la Regeneración del Principio Hyperbóreo” en cuanto a América. Constará de tres (3), capítulos, el 1º: Ahora reseñado y resumido para esta nota de la Revista Ciudad de los Césares (Santiago de Chile); el 2º: El mito griego de los hyperbóreos: la escala óntica de Bellerophonte, Perseo y Herakles; el 3º: América, reino de los hyperbóreos, o reino ti - fónico y aqueróntico. Su título latino obedece a una precisión semántica en cuanto a los fundamentos teológicos y filosóficos, y a la cir- cunstancia de haber iniciado y completado parte de su redacción en latín precisamente. Pero en definitiva me pareció más llano usar la lengua romance de América.

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Conferncia del Dr. Carlos Disandro sobre los antiquísimos habitamtes del norte de Europa.

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  • CARLOS A. DISANDRO

    REASUNCIN DEL PRINCIPIO HYPERBREO 1

    1

    Se debate, por la proximidad del quinto centenario de Amrica, un campo histrico confundido, o por el re-

    duccionismo de un pretrito cancelado, aunque reasumido como fuente indgena prehispnica; o por el re-

    duccionismo de una cristiandad ya obsoleta por causas ms complejas y difciles de resumir en este breve

    ensayo.

    Deslindar campos precisamente neblinosos por una confusin inextricable, por la impericia y la insipien-

    cia americanas, trajinadas en corrientes contradictorias, no es tarea fcil desde luego. De todas maneras el

    camino de Amrica es otro, respecto de la Europa post-moderna (1950-1990) o que insina en este lapso una

    supuesta postmodernidad liberadora y galctica, planetaria, mundialista y ecumnica, ms all de toda fuente

    y de toda raz, atenta slo a los signos de un poder; ste manipula, niega y/o concede, como la nica arkh,

    que sin agotar el tiempo, lo proyecta en una multvoca concentracin de fuerza y destino. Pero sta sera otra

    cuestin aunque implcita en los trasfondos de la real o supuesta postmodernidad.

    De cualquier modo, la Europa que le precede, siglos XV-XX, nacida del humanismo erasmista y carde-

    nalicio (Cisneros) y de Roma, y la Europa Oriental, en todo caso afectada por Bizancio, parece naturalmente

    insertada en la Tradicin Clsica; mientras que la extrema modernidad y postmodernidad a su vez dan por

    canceladas y perimidas las instancias, otrora orientadoras, de aquella Tradicin.

    As pues para Europa Occidental romnico-germnica es menester, como deca Uvo Hlscher, reconocer

    una chance de regeneracin clsica, con toda la carga de la Filologa desde el siglo XVII; para Europa

    Oriental bizantino-eslava es menester la relectura de Fiodor Dostoievsky, Wladimir Soloview, Sergei Boul-

    gakof, etc., por dar nombres indicativos, pero que reasumen un saber diferente (ms all de la filologa eras-

    mista), bebido en la experiencia de la espiritualidad patrstica greco-bizantino-rusa. Otros parmetros pues,

    otra semntica, otra inhabitacin del mundo del espritu en el mbito de la cultura y de la paideia filosfico-

    teolgica. Pero para Amrica, sobre todo Amrica Romnica, qu? Aclaro que esta denominacin pretende

    cancelar una disputa nominalista, verdadero laberinto de interpretaciones que aqu no discuto, tornada en un

    pilago de fantasmagoras intiles sin embargo. La presencia de la Antigedad es decisiva en la lyrica con-

    tempornea (1900-1950), pero no slo por estmulo de la filologa reconstructiva de la cultura antigua, sino

    sobre todo por una experiencia que contacta con las races del mundo hyperbreo. Lo que Rilke llamara das

    Offene (lo Abierto).

    2

    Segn este breve prlogo, interpongo mi tesis de rinascita de lo principial. Uso un vocabulario italiano,

    que propone una semntica compleja: Rinascimento-rinascita. Convengamos en mantenernos dentro de tales

    parmetros.

    Por otra parte, la crisis de la Filologa Latina en Europa, y la crisis de la Filologa Griega, menos ostensi-

    ble, nada tiene que ver con nuestra situacin desrtica, infecunda, in-viable, pre-cuaternaria y en dimensio-

    nes cosmognicas, cuando no ha advenido digo el reino de las Musas, para hablar en lenguaje simb-

    lico. En suma, pretender un rinascimento en Amrica Romnica, haciendo del siglo XXI un siglo XV, es

    un disparate, una ruta inviable.

    Al primer giro que despeja los lindes inexcusables, sigue un segundo giro: el latn en Amrica y la crisis

    de la Iglesia Romana, cuestin que no se plantea del mismo modo para Europa Oeste y mucho menos por lo

    que acontece en esta dcada, para Europa Oriental. Pues la historia del latn en Amrica es absolutamente in-

    1 Esta es la resea del primer captulo de un ensayo ms amplio que lleva por ttulo en latn Brevis Tractatus de Regenerante Principio Hyperbo-

    reo quoad Americam, o sea Breve Tratado sobre la Regeneracin del Principio Hyperbreo en cuanto a Amrica. Constar de tres (3), captulos, el 1: Ahora reseado y resumido para esta nota de la Revista Ciudad de los Csares (Santiago de Chile); el 2: El mito griego de los hyperbreos: la escala ntica de Bellerophonte, Perseo y Herakles; el 3: Amrica, reino de los hyperbreos, o reino ti- fnico y aquerntico. Su ttulo latino obedece a una precisin semntica en cuanto a los fundamentos teolgicos y filosficos, y a la cir- cunstancia de haber iniciado y completado parte de su redaccin en latn precisamente. Pero en definitiva me pareci ms llano usar la lengua romance de Amrica.

  • compatible con una arkh, sobre todo entre los latinistas, paralizados frecuentemente por la Gorgona en

    la concepcin escolstica. De manera ms clara, arrastramos una sobrecarga funesta, a causa de la ratio stu-

    diorum, que esteriliz a Amrica hispnica en muchos sentidos incompatibles con la vida del espritu.

    Todo esto es, desde luego, un deslinde provisorio para mi concepcin de rinascita de lo principial, antes

    de ser sumergidos en las convulsiones que se preparan, inevitablemente adscriptas a nuevas utopas, pero

    que de todos modos comportan la revolucin semntica totalitaria. Qu es pues la rinascita de lo princi-

    pial?

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    Explico primero como siempre la semntica de la frase, la suppositio analtica y compuesta. Rinascita en

    su sentido fuerte romnico-itlico, diverso de rinascimento, rinascimentale. Principial (neologismo

    castizo); no confundir desde luego con principal. Lamentablemente el castellano tiende a mezclar e igua-

    lar, sobre todo en el castellano hablado en Amrica, los dos eptetos, que nacen, es verdad, de la misma raz

    latina, pero no significan lo mismo. Principial es esencia del Principium, metafsicamente considerado.

    Principal torna a convertir en cabeza de la serie histrica aquella esencia semntica absoluta, o bien des-

    taca como epteto una identidad sobresaliente de la serie. Finalmente se torna casi un expletivo de comodi-

    dad descriptiva: refuerza una frase o un giro nominal complejo. Insisto: principial recupera como epteto la

    onticidad absoluta, incambiable, articulada tambin en la manifestacin. Principal resulta un giro con-

    gruente en una referencia semntica mayor.

    La rinascita de lo principial es pues dimensin del principium, que es vida y luz, deidad inconcusa

    y plena. Es preciso entonces releer el Prlogo de nuestro maestro San Juan Evangelista, verdadero tracta-

    tus theolgico acerca de la arkh. Rinascita de lo principial es pues ntico-thendrica, segn mi vocabu-

    lario theolgico, cuya historia se desenvuelve en la patrstica griega con bastante claridad designativa y se-

    mntica. Amrica no comport ni comporta tal injerto hyperbreo, como no lo comportaba el sur itlico

    antes de Pitgoras, Jenfanes, Parmnides u otros; o en forma ms general antes de la presencia espiritual,

    lingstica del noein drico-jnico, o sea seguramente antes del siglo VIII a. C. Ese noein resulta connatural

    a la estirpe y lengua indoeuropea, y encuntrase excluido de la estirpe mediterrnea, con anterioridad al ao

    2000 a. C. El conflicto entre principio hyperbreo y su noein connatural y divino, o mejor thendrico, re-

    monta pues a los orgenes de la cultura profunda, y a la conciencia de una escisin con las fuerzas aquern-

    ticas, tan ostensibles por ejemplo en la historia de cartagineses y pnicos o tyrios, sus tensiones oscuras,

    semejantes a las que encontraremos en Amrica precolombina.

    Rinascita de lo principial tiene dos laderas: 1) la emersin del principium; ste es objetivo, ntico, pero

    no necesariamente histrico; 2) la inteligibilidad del principium; y ste es el lado nuestro, de la humanitas

    que se hace principial por el noein, el injerto hyperbreo que regenera en un espacio y en un dialecto la

    virtud desembozante de la arkh. De all los orgenes de toda lengua potica, que en el espacio indoeuropeo,

    es siempre hyperbrea. Por eso aludo al lado nuestro, quoad Americam, segn giro epocal, que podra ser

    ahora apokatastsico y regenerativo respecto del noein mentado y entrevisto, en cuanto noein absoluto.

    Aclaro sin embargo para no confundir la perpectiva semntica verdadera que el principium a que me

    refiero no es precisamente una suerte de arkh presocrtica, preparmendea, o incluso preanaxagrica, como

    si Amrica hiciera el descubrimiento de Scrates, cuando desentra el peri physeos de Anaxgoras. Tam-

    poco es el einai parmendeo, tomista, heideggeriano, por donde caminan otros peregrinos del noein irres-

    tricto. Aqu debemos interponer y reinterpretar la doctrina de Dionysio Areopagita: ella es en theologa la

    expresin del principium hyperbreo, como lo fue en Parmnides, Empdocles y Anaxgoras. Es Dionysio

    quien forja la semntica de la theandrik enrgeia, con la que nosotros definimos ahora de modo absoluto

    la esencia hyperbrea y su radicacin en la existencia hyperbrea, mtica, lyrica, cultual, theolgica, heroica,

    festiva, celebrante y operativa en los signos promotores, Gestalt protohistrica de todos los gestos histricos.

    Nada evolutivo comporta esta visin. Por el contrario afronta la curva involutiva, en la bsqueda de una re-

    generatio. Pues debemos reactualizar una asercin sin fronteras de divisiones dialcticas, a saber: la thean-

    drik enrgeia del Areopagita es realsima en la deidad Trinitaria y en el Kosmos, incluida la Tierra, donde

    nos movemos, vivimos y somos. As pues de este principium o arkh se trata, la cual invisti quince siglos

    de pensar trinitario cristiano greco-romano-germnico, con consecuencias histricas, espirituales, culturales,

    lingsticas, semnticas, estticas, cuyas tardas olas llegan a Amrica, en un ricorso ya extinguido. Ese

    ricorso apagado, a su vez se extingui en el siglo XVII, o tal vez antes. Resulta indiferente precisar un

    linde ntido, pues de cualquier modo padecemos nosotros la extincin, y la carencia, o el vaco. Es una Am-

  • rica de cinco siglos depopulata del principio hyperbreo. El principio thendrico se ha replegado objetiva-

    mente, realiter; y los remanentes, secos por el desglose consecuente, caern. Pero tambin alienta lo que

    llamo regeneratio o rinascita, desde la ladera entitativa, no slo desde la ladera del noein historificado, o

    patente en el tiempo. La primera es enrgeia independiente y libre, raz de cada en, con sus incognoscibles

    despliegues. La segunda es enrgeia del pensar, como dimensin absoluta, trocada en camino regenerativo,

    injerto apokatastsico, experiencia comunicativa del ente.

    Ahora bien, el kairos denotado aqu representa una coyuntura de desembozo reinserto por manifestacin

    del principium como si fuera otro en, propio de Amrica y por reasuncin del manifestante en un pen-

    sar (noein) histrico, que debe disponerse, prepararse, cobijarse para Amrica refugio, para Amrica

    madurez de otra va cosmognica, intentando erigir precisamente la Amrica thendrica. Esperara ella en la

    manifestacin del pensar, la rinascita de lo principial, aducido aqu, como trmino del hods y cruce del

    prtico (segn la imagen eletica).

    Es como un itinerario mystico: la va katrtica, la va iluminativa y la va consumativa y unitiva. Estamos

    quoad Americam discernitur (en cuanto se puede vislumbrar para Amrica) en la posibilidad de la primera.

    Caveant Helladis filii, ne quid detrimenti res publica philologica americana capiat (Procuren los hijos de

    Grecia que la comunidad de la philologa americana no sufra ningn menoscabo). Tal sera la divisa para

    transcurrir de la primera a la segunda, y producir un cierto desembozo del acto de pensar, sin reduccio-

    nismo. Por el contrario, la va katrtica implica la construccin (Aufbau) de una nueva philologa en el noein:

    la aduzco pues pese a todo como ladera subsistente en la condicin precaria del desglose y en el repliegue

    del Principium. Philologa es aqu, en el contexto de mi meditacin, la reasuncin originaria semntica que

    hace de la lectio rerum litterarumque (lectura de las cosas y de los textos) una experiencia lyrica hyperbrea,

    como fue la de Pndaro en su momento, la de Virgilio en el suyo, la de Petrarca, Daro, Rilke, en cada perfil

    lingstico y en cada ostensin del anima mundi. Lo que Rilke llama das Offene, Pndaro to thaumastn. Por

    lo abierto y maravilloso esplenden precisamente los hyperbreos, para los hombres ureos,

    subsistentes en medio de las edades decadas, como la que transcurrimos. Hasta qu punto ignor Amrica el

    fulgor hyperbreo, sera difcil precisarlo. Quiz pugna por desocultarse en la emersin de la utopa. Pero

    no resulta claro si la utopa no es en realidad una regresin cosmognica, y por tanto aquende todas las

    edades hesidicas o mezclada con la sangre impura de sacrificios mgicos. Pues los hyperbreos son divinos,

    pero no mgicos. La diferencia comporta sin duda una distincin importante entre Europa hyperbrea y

    Amrica atlantdea. Sera ste otro tema digno de revisarse con mayor cautela. Europa es mythico-

    thendrica. Amrica es utpico-atlantdea, es decir, sede de un oscuro poder aquerntico, vigente tambin

    hoy por misteriosos trmites geo-histricos.

    He ah pues nuestra situacin ambivalente, o como se dice ahora de alternativa (frente a Europa, Oeste

    y Este). He aqu un destino posible, que forja el principio de una voluntad heroica, y pone a Amrica en

    mbito mtico incoativo, pero regenerativamente principial.

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    Todo ello sin embargo implica la ascesis en el griego, en el griego helenstico, en el griego patrstico.

    Cuando digo griego no me refiero a la exange existencia que le damos a veces los profesores de griego,

    con la morfo-sintaxis reduccionista, sinptica, sino a su vida real, lingstico-histrico-textual, cultural,

    mystica, theolgica, en una palabra, thendrica. Pues el griego es per se una profericin thendrica, una

    enrgeia o soplo que inviste la divino-humanidad, no el logos separado, atencin, como lo ha concebido la

    filologa positivista de siglo y medio. No. El principio thendrico inviscerado en lenguaje histrico, eso es el

    griego, la theandrik enrgeia que dice Dionysio Areopagita y que despliega la teologa de San Juan Da-

    masceno segn un desarrollo sistemtico de trasfondos agapsticos, cultuales, litrgicos y mysticos.

    Pero hay un solo griego, del cual estoy hablando: de Homero a Symen Neos Thelogos por poner hitos

    contrastantes. Dionysio, Symen y muchos otros estn en Homero, y Homero regenrase en ellos. Son hitos,

    como digo: podemos elegir otros meramente indicativos o recapitulatorios, avizorar hombre y obras, tem-

    pestades y remansos, inhabitaciones y desocultamientos complejos. Ese itinerario concreto nunca afect a

    Amrica, ni Amrica transcurri para nada tales penetrales o tales obumbraciones y claridades semnticas,

    de cuyas races pudiera advenirle ein strkeres Dasein. De esto se trata en definitiva. Dicho ahora en trmi-

    nos nticos, nunca inhabit en ella el principio thendrico. Y la Ekklesa? Este es un tema, que debo

    desglosar, para consagrarle un breve Excursus en este Tractatus, o si se quiere para redactar un Tractatum

    americanum ad usum argentinorum.

  • Por eso llamemos a Homero en lugar de Ignacio de Loyola (1491-1991); a Parmnides en lugar de Des-

    cartes (cest la meme chose quIgnace, sea dicho esto en el V centenario de Amrica y en el V centenario

    del nacimiento del modernsimo Ignacio) 2; a Pndaro, en lugar de Neruda y Octavio Paz, a Plotino en lugar

    de Marx; a Soln en lugar de Lenin. Una generacin americana, criada y renacida en el noein por la libre dis-

    pensacin del griego har caer la costra que an subsiste y que, como secaduras de una herida profunda y

    una sangre impura, incuba otras catstrofes terribles.

    El principio thendrico obrar per se, si nosotros omos: parate vias domini, parate vias Spiritus Paracliti

    et Deihominis; parate per graecam linguam aut semanticam, intelligibilatem perfectam, id est, Musarum

    hymnein 3. Pues es el retorno cosmognico-histrico a la arkh, al logos thendrico, a la celebracin (hym-

    nein) pindrico de los hyperbreos en la vastedad americana.

    Amrica sanar y fructificar en la santidad, la mystica, el noein y el legein; la res publica regenerar la

    justicia, y habr hombres, pues estaremos, al fin, en el cuaternario o en el quinquenario. La gran instauratio

    pedaggica que entreveo es posible slo con el griego, el griego cuyo phylum biogentico realiza lo que dice

    nuestro maestro San Juan, benedictus sit! La comunicacin de la semntica griega alimenta el pensar, lo

    regenera en sus races parmendeas y pindricas, lo incorpora como tensin creadora y heroica para un de-

    cir originario, que repliegue la fantasmagora del barro gensico y los poderes aquernticos que la esgrimen

    para la emulsin del hombre en ese barro pre-notico.

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    Quedara la resonancia hyperbrea que coloco en el ltimo epteto de la frase designativa: de regenerante

    principio hyperbreo, en la que uso con toda intencin sintctica y metaphysica el participio presente. Se

    trata de una manifestacin creadora de la arkh, la cual histricamente es hyperbrea. El Principium o Ar-

    kh, mentados en el sello significante de mi expresin, convienen al carcter ntico incluyente; el participio

    presente latino evoca en un solo trmino la rinascita de lo principial en el sentido thendrico o histrico-

    mythico. Ahora bien, esas condiciones por as decir absolutas, pero concebidas como fundamento biogen-

    tico, en el sentido jonico del prlogo insigne, esas condiciones pues presentan, al contexto de nuestro saber

    y de nuestro actuar histrico, un sesgo mythico y mythico-histrico, que conviene con la expresin misma

    del Principio thendrico. Es esta resonancia hyperbrea la clave para la alternativa que planteo quoad

    Americam (o sea, en cuanto al destino pos-moderno de la Amrica Romnica y su nueva incidencia en la

    Amrica anglphona).

    La resonancia hyperbrea que aduzco comporta recuperar y renovar la va pindrica. Tres son sus cons-

    titutivos: el poder del canto, la existencia del Hroe, la convivencia de la fiesta thendrica. Estos tres consti-

    tutivos le fueron siempre negados a Amrica, o al menos sta no los comparti de modo regenerativo y apo-

    katastsico.

    En cuanto al canto, encuntrase reasumido en todos los poetas americanos de diversa densidad y signi-

    ficacin, pero vigentes segn el espritu de la lengua: en el Norte, anglogermano y francphono, y en el sur

    dentro de la expresin romnica de incalculables consecuencias.

    La existencia del hroe, no asumida todava en la promocin hyperbrea, acontece sin embargo en la gue-

    rra de la emancipacin americana, an abierta por los acontecimientos hodiernos, vigentes como regenera-

    cin azarosa de hroes imprevistos.

    En fin, la convivencia de la fiesta thendrica slo resultar operativa y cognitiva al mismo tiempo, si se

    instaura la contemplacin en el monacato americano. Este podr vencer el desierto, la Tebaida inhspita y

    hostil, y regenerar en la contemplacin, el arte de la construccin (Aufbau), como signo y diligencia de las

    manos operosas y articulantes; la vida del coro como instauracin de la diaksmesis purificativa, en fin la

    lectio de antiguos y modernos como retorno por el camino de la meditatio al impulso lyrico del anima mundi

    y al pneuma que se hace letra, smbolo, imagen y develacin sistemtica del ente.

    2 De todas maneras muy importante San Ignacio para entender la modernidad y post-modernidad, quiz ms importante que el mismo

    Lutero. Es el mejor homenaje que puedo rendirle en el V centenario de su nacimiento, y el mejor reclamo para entender a fondo su perfil y su obra histrico-religiosa y teolgica de cuatro siglos y medio.

    3 Preparad los caminos del Seor, preparad los caminos del Espritu Parclito y del Dios-Hombre, preparad por la lengua griega y su semntica la inteligibilidad perfecta, esto es, la celebracin de las Musas.

  • Los tres constitutivos o existieron incoativamente en Amrica, o fueron negados y replegados por la sub-

    cultura reduccionista de la ratio infecunda y el poder aquerntico, tornados en mbitos devorantes o petrifi-

    cadores, obstculo insalvable a veces, para el camino hyperbreo.

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    El itinerario humanstico griego que propongo no es un reduccionismo de fillogo, gramtico o hermeneuta,

    confiado en la mera cultura del libro, no negada por supuesto. Es la posibilidad de integrar a Amrica en el

    mito herclico, en las races thendricas de San Juan Evangelista, en la fiesta cultual hyperbrea, vigente

    segn el trasfondo de tales instancias. Simultneamente desglosamos a Amrica, con renuencia herclica, en

    cuanto a la corrupcin hbrida amenazante del judeo-cristianismo post-moderno; del reduccionismo teol-

    gico jesuita, expresin hodierna del arrianismo; del indigenismo marxista o paramarxista, que tienta un ca-

    mino falso, tras reasuncin fantasmagrica de la tierra por la razn leninista.

    El itinerario por el griego desde Homero a Simen el Neos Theologos, es decir, por dos milenios de len-

    gua y cultura griegas nos facilita el camino del noein irrestricto y nos prepara para la rinascita de lo princi-

    pial, en el sentido ntico que he propuesto.

    La conjuncin de Amrica y el griego es la gran fundacin de la Historia Universal, cuando parecen

    agotados ciclos, instancias, promociones y coronaciones semnticas; cuando se exhiben triunfantes las fuer-

    zas aquernticas en la ratio telrica, videocrtica y computarizada, cuando los mil millones de americanos

    entre los dos polos se abren al abismo dei neri cherubini, conductores de muerte, infracultura ithyflica,

    hambre, genocidio y desesperacin incendiaria.

    La ndole hyperbrea, mentada como dato regenerativo en esta meditacin, no es pues un aditamento

    erudito, sin asidero en la realidad profunda, embozada por sobrecargas histricas inevitables, pero tambin

    por desviacionismos conscientes, inscriptos en una gran apostasa de la Luz, contra el principio hyperbreo,

    apostasa concentrada en la dilapidacin cosmognica de Amrica, como si una energa emergente del heka-

    tonkheiros Briareos (el gigante mostruoso de cien brazos) que dicen los antiguos poetas griegos inten-

    tara someter el sistema planetario solar por la falencia absoluta musical, hmnica, de una Amrica prisionera

    en el contra-principio de la disolucin, la oscuridad, la insectificacin; energa esgrimida con pericia y so-

    berbia por esos mismos poderes tifnicos (descriptos por Hesodo y Pndaro, entre otros). La Amrica hy-

    perbrea, solar, del pensamiento y del canto en la fiesta hyperbrea es pues la gran novedad cosmognico-

    histrica, lingstica, esttica y religiosa. Es sin embargo el horizonte de una hazaa herclica, cuya resonan-

    cia podra emerger de la tercera guerra mundial que se avecina. Ella concita contra la theandrik enrgeia de

    Dionysio, la contrahumanitas, avizorada con claridad visionaria en espritus como Virgilio, Dante, Dos-

    toievsky, Merejovsky, Melville, etc. Define tambin el empeo humanstico perfilar aquellas oleadas de la

    contraluz, la contramsica, la contracultura en fin, que so pretexto de dominar la tierra viviente difunde y

    consolida la muerte, la corrupcin y la deformidad espiritual entre los hombres. De todas maneras el princi-

    pio hyperbreo, por naturaleza, vive inclume en la inclume edad de oro de aquella fiesta, que convivi

    Perseo, segn Pndaro. El camino maravilloso est abierto, pero oculto. Slo hroes podran reencon-

    trarlo y transitarlo. El humanismo de una paideia griega para Amrica, de una paideia hyperbrea, por su-

    puesto, es la ms profunda y densa operatio aesthetica para una estirpe americana que afirme de una vez por

    todas el rumbo de una raza ideal americana, como ltimo decoro de un hombre inspirado y creador.

    Alta Gracia, 2 de febrero de 1991, o sea,

    en la fiesta de la Luz, multiplicante y multiplicada.

    Es preciso transitar, como dice la antigua Liturgia Romana,

    hujus saeculi caliginosa discrimina

    (las tenebrosas confusiones de este en).

    Publicado en Ciudad de los Csares (Santiago, Chile) N 23, marzo-abril 1992, pp. 11-15

  • 1

    CARLOS A. DISANDRO

    LA BSQUEDA DE PERSEO Reasuncin y trasiego del Principio Hyperbreo

    1

    El mito griego comporta una visin del mundo, las implicancias de ste con el hombre, y las del hombre en

    el mundo. Un sistema de campos semnticos, que incorpora la plenitud del ser (ae entes) reordena la com-

    plexin orgnica en procura de un sentido para lo que nosotros llamamos historia, es decir, una compleja

    organicidad de sincronas y diacronas, cuya textura nos emboza en la misma visin que procuramos. La

    trama de los campos semnticos del mito griego comporta estratos considerables desde los orgenes lings-

    ticos, propiamente dichos, hasta la extincin de la energa rapsdica griega en los siglos III-II a.C. No nos

    interesan los hitos precisos, asunto oscuro por otra parte, sino ms bien las calas hermenuticas, que nos

    puedan clarificar secuencias mticas a veces incompresibles. El tema recupera su importancia si se trata de

    interponer las figuras o perfiles heroicos, porque en ellos se concentra de alguna manera un plexo signifi-

    cante, generalmente descuidado por el mtodo comparatista. Interesa la personalidad del hroe si cabe

    esa formulacin o su onticidad heroica, que por encima del symbolon especfico, abre el campo de una

    singularidad de la estirpe, segn el estricto lmite biolgico de este trmino. A la Theogona corresponde

    pues una Hierogona, y en sta el preciso signo ntico, en una escala configurable y congruente, define perfil

    y destino del hroe.

    A los campos semnticos que he delineado someramente, se suma en la Europa de los siglos XVII y

    XVIII, y sobre todo del siglo XIX, la reflexin acerca del hroe, la meditacin sobre su existencia y destino

    y, en fin, la traduccin esttica en Schiller, Carlyle, Wagner; y antes en el mismo Beethoven. La Lyrica y la

    Msica renuevan un deslinde ideal del hroe, y el repaso fecundo que evoco culmina en la lnea sinfnica de

    Richard Strauss, Ein Heldenleben (Vida de un Hroe), de densa tesitura mstica, op. 40, (1898). El Pindaros

    de Wilamowitz es de 1922, y con l reaparece en la Filologa clsica una relectura compleja del hroe anti-

    guo, pindrico, drico, hyperbreo. Nuestra recuperacin americana prolonga, despus de catstrofes sobre-

    cogedoras, tal esplendencia helnica, antigua; y exhibe un contrafuerte de experiencia en todos esos textos y

    sonoridades mentadas. Pero pretendo destacar un centro de energa notica, capaz de trascender los frag-

    mentos, dispersos por la fluencia histrica de edades abolidas. En qu medida ese centro perdura en una

    Amrica y para una Amrica finimilenar, es otro problema.

    Ahora bien, hay en el mito griego de los hroes, anteriores a los Argonautas y a la guerra troyana, un pe-

    rodo que llamaramos arkhaico, pues est cercano a la Arkh divina, que compromete un destino en el reino

    de Zeus y de las Musas. En esa franja arkhaica que completa a la Theogona, al incorporar la unin divino-

    humana, podemos asignar correspondencias semnticas en tres escalas, ostensibles en Bellerophonte, Perseo

    y Herakles, sin perjuicio de reexaminar y reordenar otros nombres caractersticos. Sin embargo, en el preciso

    lmite de nuestro horizonte, pretendo reubicar el nombre de Perseo tan importante en la lyrica de Pn-

    daro para desentraar en otro paso o comps lo que llamo la bsqueda de Perseo, y la reasuncin del

    Principio Hyperbreo, el trasiego fundante que deviene de su lumbre. Esa reasuncin lo retorna al contexto

    solar, apolneo, de donde emerge su figura y su hazaa, y nos permite recuperar una semntica pindrica,

    que emparenta este camino heroico con el de Parmnides. Mejor dicho, el camino eletico, en el preciso

    significado del Proemio insigne, no sera otra cosa que un redescubrimiento de aquella reasuncin originaria,

    y un relegamiento del mythos, pues el logos ha cumplido finalmente en la historia la bsqueda y el hallazgo

    definitivos, propuesto en el lenguaje parmendeo por una oposicin harmnica a la de su maestro Jenfanes,

    que se extravi en los nomina mythicos y en combate crtico contra la Medusa, sin yugular empero su ca-

    beza.

    Pero es menester reubicar a Perseo, en las escalas mticas aducidas, para desentraar otros antecedentes

    de bsqueda y hallazgo de la arkh hyperbrea. Pues de eso se trata, para un mundo insumido en la contra-

    diccin de los epiphaenomenoi, es decir, para hacer replegar el reino de la Medusa y erigir en Amrica la

    existencia y el destino del Hroe, frente a las homeomeras histricas cambiantes, como el abismo marino

    colmado de monstruos terrorficos. Mi interpretacin pues no es slo filolgica; es tambin ntica, histrica,

    en un mundo perverso en que el acontecer desva del Ser y no pueden tolerar en consecuencia la bsqueda

  • 2

    de Perseo. Pero de esto se trata en definitiva, supuesto que nuestra ciencia no sea epifenmeno de la Gor-

    gona, sino hods (camino, iter et via), patente en el peregrinar que retorna a la arkh hyperbrea.

    Distinguimos pues en este comentario sucinto, la figura de Bellerophonte, mencionado fugazmente por

    Homero en un pasaje de Ilada, VI. 196-295, que me permito releer, para gua de mis oyentes y/o lectores,

    que pueden ulteriormente reexaminar la quaestio filolgica, con mejor tino y mayor profundidad, o en todo

    caso reincorporarla a otros contextos ms amplios. Dice el texto homrico aludido, en sus lneas fundamen-

    tales 1:

    ' ,

    o ,

    ,

    Traduccin latina, Ed. Didot, p. 68:

    Sed quando etiam ille exosus erat omnibus diis,

    iam is per campum Aleium solus errabat

    suum animum exedens, vestigia hominum vitans ... (...).

    Bellerophonte es pues un hroe insigne, matador de fieras o bestias, y quiz con l se inicia la serie coro-

    nada por Hrcules. Pero por un abismo irreconocible, por una falencia y consecuente pena, queda y vive en

    soledad, sin contacto con los dioses de sus orgenes, ni con los hroes y congneres humanos (vestigia homi-

    num vitans). Segn Homero, a mi ver, permanece Bellerophonte en el noein absoluto, derelicto y ensimis-

    mado, y su existencia solitaria corresponde a una dimensin o coronacin requerida, paradigmtica del ser-

    heroico, pues ningn dios vive aislado, y ningn hombre podra serlo en soledad. El mito refleja aqu la ex-

    trema disyuncin del principio solar, que no podra corresponder a la esencia historiognica a que el hroe

    est llamado. Pues qu sera el mundo con Bellerophonte soledoso (per campum Aleium solus errabat) con

    la supremaca de las bestias (theron) y la fisura entre el genos then y el genos anthrpon (la raza de los

    dioses y la raza de los hombres), stos ltimos despojos de las energas katabticas y nocturnales de la Theo-

    gona cumplida? Tambin Herakles y Perseo sern matadores de bestias, aunque en la escala que trazo

    definirn otros rumbos hacia los hombres y con los hombres, y culminarn su existencia segn otros recau-

    dos y otras hazaas. Aqu incluyo precisamente la bsqueda de Perseo, su norma heroica de reasuncin y

    trasiego, con que se abre otra historia, profunda y decisiva para los griegos.

    2

    Completemos entonces nuestro esquema de las escalas mythicas arkhaicas para poder inteligir la potencia de

    Thaumas y su develacin solar maravillosa, diferente del deslinde bellerophntico. Perseo es un hroe apol-

    neo, que retorna al reino de su origen, y completa para los hombres la bsqueda de la convivencia laudante y

    la victoria sobre la multivocidad. Segn estas instancias del mito, Perseo reingresa en el banquete de los

    hyperbreos, y mata luego a la Gorgona, cuya mirada petrifica, es decir, reconduce a la physis inerte, al

    margen de la biologa divina, mbito para el corazn palpitante de la verdad. Viene pues la historia de Per-

    seo, y su herencia para los hombres; la bsqueda del reino hyperbreo, la convivencia laudante y lyrica que

    cumplen los poetas, hijos de las Musas homfonas.

    En fin, un tercer momento sera Herakles, en el acto fundante, thendrico, para la historia de la tierra y de

    los hombres. Si Pndaro nos descubre en la Ptica X el sentido victorioso del camino hyperbreo, en la

    Nemea III, entre otros textos, nos presenta la memoria de Herakles, modelo de hroes constructivos, para

    reordenar la geogona en la historiogona. Dicho en trminos simples, funda la civilizacin.

    Recapitulemos pues: 1) el hroe del pensar absoluto; 2) el hroe de la verdad manifestada, en el camino

    maravilloso, y la vigencia del hymnein hyperbreo; 3) el hroe de la accin thendrica, que separa y extin-

    gue los monstruos y las bestias, y completa el ciclo cosmognico con la estirpe herclica.

    Esta tesitura del mito heroico presupone la regencia drica inicial de la vida hyperbrea, que el griego

    sinti con particular entraamiento hasta el final del helenismo clsico. Explica asimismo la filosofa de

    1 Traduccin castellana del texto homrico (interpretacin personal): Empero aqul (o sea, Bellerophonte), precisamente porque era

    causa de rencor para todos los dioses, solitario, mantenase errante por el espacio de la dereliccin, torturando su propio corazn, y ale- jado de todo vestigio humano. El lector puede reexaminar traducciones francesas, inglesas, italianas, alemanas, espaolas, para deducir la compleja densidad de la fi- gura mystica. Cf. L. Preller-C. Robert, Griechische Mythologie, Berln, Weidmann 1894, 4. Aufl.. Paul Decharme, Mythologie de la Grece Anti- que, Paris 1879, pp. 578-602. Del mismo autor La Critique des traditions religieuses chez les Grecs, Paris, Picard 1904. Cf. Asimismo Pauly- Wissowa-Krol, RE., Meztler, Stuttgart 1893 y sgs.

  • 3

    Anaximandro y Jenfanes, el hods parmendeo, el cruce del prtico, la regencia del ente en el sentido ele-

    tico, on, o sea, la estricta presencialidad del participio presente, que acota el einai o emmenai a una exis-

    tencia liberada del tiempo, absoluta, enjuta de todo epiphaenomenon. En fin, explica la paideia del hroe,

    como el mximo acontecer del hombre (gnos andrn), que subyuga el tiempo al acontecer thendrico-her-

    clico, y que en el ltimo lapso teognico-cosmognico, con anterioridad a la historiogona de los argonautas,

    aqueos y troyanos presupone una patencia del ser-heroico, ein Heldenleben. Ella podra ser paradigma de las

    estirpes que emergen del triunfo de Apolo sobre la serpiente Pitn en los abismos de Delfos. Pues as lo re-

    interpreta la lyrica pindrica, y as cobra sentido generativo el nombre del lugar telrico.

    Las tres categoras de hroes reunidas en mis escalas descriptivas, proponen acotar y perfilar al hroe

    Perseo, su bsqueda de notables repercusiones en la historia y en el acontecer mtico de las estirpe griegas;

    el maravilloso camino que inevitablemente en la tesitura pindrica resulta generativo y apokatastsico del

    camino parmendeo.

    3

    Ahora bien, en este sentido Perseo es un hroe solitario, diferente de Bellerophonte, aunque parece compartir

    su energa luminosa, de total donacin de s, pues si la lumbre de hymnein fuera restrictiva para s y egosta,

    cmo habra estirpe? Diferente tambin de Herakles, aunque parece compartir con ste una referencia paci-

    ficadora, civilizadora, despus de decapitar la Medusa viperina, el poder visual de la Gorgona fatdica. No

    podemos sin embargo omitir la referencia a la organicidad heroica que replanteo segn escala desde el Belle-

    rophonte de Homero (siglo IX a.C.) hasta la interpretacin de Pndaro (siglo V a.C.). Sabemos que existi

    una tragedia de Eurpides, titulada Bellerophonte 2. Pero ni doxgrafos ni escoliastas aportan un remanente

    claro de su texto y su sentido. Para entender la bsqueda de Perseo debemos pues recuperar su perfil en

    estas instancias heroicas, que llamara por comodidad tiempos de la luz csmica y viviente, trocada en luz

    generativa y oikstica, segn ein Heldenleben. El ideal griego del hroe reconocera un perodo arcaico,

    empeado a veces en el opus luminis, cuyo descenso a los hombres supone una concentracin y expansin

    de la herencia heroica.

    De este modo pues perfilamos los rasgos de Perseo, segn estas connotaciones, que derivamos en parti-

    cular de Pndaro:

    1) su estirpe thendrica, apolnea lo ubica philogenticamente en el rayo triunfante sobre Pitn; lo hace un

    hroe dlfico, olmpico, ptico. Las consecuencias de cada epteto son numerosas, y confrontaran otra

    semntica congruente con el acontecer mtico drico.

    2) el camino de Perseo interioriza el asombro por la luz. Por esto es thaumastn. El epteto comporta lade-

    ras activas y pasivas, que las traducciones impiden registrar cabalmente.

    3) su entrada en la asamblea agonstica de los hyperbreos corresponde a la experiencia del hymnein, pues

    la luz se trasiega en palabra y canto.

    4) la espada de Perseo cumple, con la decapitacin de la Medusa o Gorgona, el relegamiento del mundo

    katabtico. Este acualiza siempre los poderes aquernticos, que pugnaron por dominar a los dricos, a

    los griegos herederos del triunfo apolneo.

    5) el hroe denota pues tres instancias consumativas: a) la bsqueda del concentus hyperbreo, para cum-

    plir, respecto de los griegos y por stos respecto de los hombres, el trasiego o reasuncin del principio

    hyperbreo, que es una mysteriosopha del odo; b) el itinerario con que reasume el thauma originario,

    y permite regenerar en la virtud thendrica el noein hyperbreo; c) la victoria sobre la Medusa; ese

    triunfo significa la suprema eleuthera del espritu, no sujeta a las potencias gravitacionales de la kat-

    basis. Y finalmente tales reclamos no son meras peripecias asumidas en relatos tn protron (de la

    prisca gens mortalium). Son el trmite que religa la arkh hyperbrea, la bsqueda e itinerario de Per-

    seo, su trasiego a la sociedad esttica de los helenos, entraados en la experiencia heroica y en la cele-

    2 Al nombre del hrore mtico est ligado el destino de Napolen, un espritu colmado de reminiscencias clsicas, desde que alborea en la

    historia de Francia y Europa. En efecto, sabemos que despus de Waterloo se entrega prisionero al rey de Inglaterra, en conmovedora carta que recuerda a Temstocles, vencido. Los ingleses lo trasladan primero a un navo, llamado precisamente Bellerophon. All, a bordo de esta corbeta de nombre tan misterioso y evocador, Napolen, despus de haber firmado su segunda abdicacin el 22 de junio de 1815, se rinde definitivamente el 15 de julio del mismo ao. Los ingleses lo trasladan a bordo del Northumberland, y en ste a la isla Santa Elena (1816-1821). All muere en un exilio que no dudo en llamar bellerophntico, signo de este hroe, ligado a toda Europa del siglo XIX. Curiosas recurrencias semnticas entre el mito griego homrico, el nombre de un navo y el destino de un hroe! Cf. F. R. de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba, passim. A. Maurois, Napolen, Barcelona, Salvat 1995. CF. Adems la tragedia neoclsica de Philippe Quinault, Bellerophon. Tragdie (1671), Paris-Genve, Ed. Edmund J. Campion, Droz 1990.

  • 4

    bracin del canto. El relato tn protron es clave del desembozo o reasuncin de la arkh. Pero en sta

    se reasume el thauma originario y la vida heroica originante; en sta la decisin de la vida esttica y

    justa, pues no pueden devenir los griegos estmulo histrico universal sin la experiencia de Perseo.

    Al misterio del concentus hyperbreo, vivido por el hroe, smase el misterio celebrado por el hymnein co-

    ral, que es anterior al hods parmendeo y al cruce del prtico por el filsofo, que lo cumpli tambin des-

    pus de yugular la Medusa. Restituimos as una clara congruencia entre vida heroica tal como la induzco

    del mito ms arkhaico y vida filosfica, tal como la deduzco por otra parte de la trada heroico-thendrica

    fundamental: Bellerophonte, Perseo, Herakles. Pero Perseo sobresale por la experiencia de Thaumas, que

    sugiere a Platn sus conocidas meditaciones sobre la luz filosfica, la luz de la Aurora, tan entraada desde

    luego en el universo homrico-pindrico.

    4

    Hemos alcanzado un linde congruente con la arkh y el droulement heroico. Hemos reimpostado el Princi-

    pio Hyperbreo, que troc el relato de la prisca gens mortalium como dice Horacio en la constancia

    constitutiva de la vida griega y del pueblo griego. Nosotros, de Amrica Romnica, debemos entenderlo,

    para conjurar los riesgos del abismo que nos circunda. Pero en el riesgo crece tambin lo que salva

    como afirma Hlderlin.

    Fueron los estoicos, los que reasumieron la experiencia heroica y de ellos deriv sin embargo una nocin

    de pueblo histrico, regenerada a su vez por Ciceron en su tratado de re publica: Populus autem non omnis

    coetus hominum quoquo modo congregatus, sed coetus multitudinis iuris consensu et communionis utilitate

    sociatus. 3

    Herakles es la figura heroica capital del estoicismo griego, y por ende del helenstico-romano. No es Per-

    seo, y mucho menos Bellerophonte, cuyos rasgos se pierden en la antigedad post-homrica y post-pind-

    rica. Sin embargo, al reconstruir la vida mtica e histrica segn los perfiles del mito arkhaico, patente en

    estas extraas categoras consumativas el noein absoluto y solitario, la bsqueda de un reino comunicativo

    y fundante, y en fin la obra de la justicia y la virtud olmpica para los hombres descubrimos en Perseo la

    unin del thaumas filosfico y su hods anabtico y sublime, con el hymnein de la vida lyrica. Este rgimen

    thendrico debe ser otorgado a los hombres, al gnos andrn, luego de su retorno histrico, desde el mundo

    hyperbreo; pero no podra acontecer sin el relegamiento de los poderes aquernticos de la Medusa, vigentes

    como dije en ojos que petrifican. Pndaro ha celebrado a los tres hroes, como variable lectura coral, y segu-

    ramente con variable rgie de una fiesta sacra y apokatasttica, inequvoca y fundamental para entender la

    cultura drica de los orgenes. La mysteriosopha del odo se trueca, por obra de Perseo, en celebracin, en

    Rhmung, benedicta, ingravitacional que trasiega en los griegos y por los griegos la fiesta hyperbrea. Es el

    populus del concentus musicus, que prepara el coetus herclico del consensus iuris, otra dimensin sacral y

    religiosa, que ahora no explicaremos.

    La bsqueda de Perseo se cumple en la participacin heroica de la beatitud celebrante. Pero tambin en la

    develacin del rostro luminoso de altheia viviente, lo que Parmnides llamar, con el ms puro lenguaje

    mtico, el corazn inconmovible de la verdad y su belleza perfecta. Meditaba acaso el crculo eletico estos

    trasfondos del mito, o slo escuchaba el latido profundo de la vida apolnea? Un indicio importante para

    responder a esta pregunta podra desembozarse en el deslinde, entre Jenfanes y Parmnides, dentro del

    dilogo eletico. Pero nos alejaramos de nuestro tema preciso. Entiendo sugerir que la bsqueda parmendea

    es tambin una bsqueda hyperbrea, a mi ver lejana resonancia, cuya sonancia originante es el mito de Per-

    seo, trasegado desde antiguo por la prisca gens mortalium. Pero adems Perseo prepara la lumbre filosfica

    en sentido estricto, y no podramos concebir rectamente el itinerario parmendeo sin referencia a este mito

    solar. Con Herakles en cambio, como se desprende de mis breves acotaciones, nos preparamos para una edad

    justa en medio de la ferrea aetas, lo que implica avizorar, de alguna manera, la reversin de la katbasis. A

    nuestro signo hyperbreo de la bsqueda, se suma pues la instauracin de la justicia, o sea, la sacra virtud

    herclica entraada en nuestra conducta. Tocamos aqu una delicada cuerda del mito antiguo, que sera pre-

    ciso pulsar con mayor empeo y fino tacto hermenutico. Lo dejamos previsto para otras instancias real-

    3 Cf. Ciceronis de re republica, Lib. I. 25, Ed. K. Ziegher (3), Teubner 1955. Traducin del texto latino: Pueblo empero no es toda reunin de hombres, congregada de cualquier modo, sino reunin de una multitud, asociada por consenso de derecho y participacin comn de bienestar. Qu relacin hay entre la nocin estoico-romana de pueblo y ciudad y la vida hyperbrea? Esta es la cuestin que se nos plantea a nosotros.

  • 5

    mente profundas que allanan un horizonte luminoso en la escala heroica que he propuesto a fin de interpretar

    con cautela la bsqueda y el trasiego hyperbreo.

    5

    Pero el saber de la Tradicin Clsica no es un saber encapsulado y reduccionista, sino, por el contrario,

    abierto como el mbito vasto entre el cielo y la tierra, y generativo como la filiacin divino-humana de los

    hroes. No puedo desentenderme pues de otros pormenores, que nos ilustran o nos condenan, segn una

    virtud concipiente o una falencia fctica, un kairs histrico en que deponemos o confundimos esa fecundi-

    dad. Me refiero en particular a la fila agapstica del Evangelio que da por insumida la vida asctica y heroica

    en la martyra, sin lo cual no podra haber existido la civilizacin, de los orgenes y de las fundaciones fe-

    cundas en siglos tormentosos.

    He aqu pues otro ciclo epocal, de vastas consecuencias para los pueblos romnicos entre los cuales nos

    encontramos. Pero si la vida heroica de los antiguos declin, tambin declin la fila agapstica tendrica.

    Nos encontramos en pleno dominio aquerntico, sin el hroe y sin el mystico asceta y mrtir de la divino-

    humanidad. Por dnde vamos pues, qu thaumastn hodn podemos recorrer, qu transfiguracin mystica

    de la martyra podemos reanudar, qu presencia del noein podemos celebrar? Esta es nuestra bsqueda, que

    recupera en centuria tormentosa, sobrecargada adems de utopas funestas, la experiencia de Perseo y la

    torna pedaggicamente asumible. Tal es una consecuencia fundamental de la Tradicin Clsica, hoy, no en

    los libros y textos venerables, sino en la altheia viviente, sin la cual nada vale el reduccionismo abstracto de

    la verdad.

    Y as como he retrocedido y avanzado para disear justamente el saber generativo de la Filologa clsica,

    as redimensiono todo lo que dije acerca del mito heroico, en el contorno de una figura modernsima que

    desemboza plenamente, sin ambages, la ndole de nuestra edad oscura, sin traicionar ni edulcorar su saber

    emprico. Me refiero a Werner Sombart (1863-1941), de cuya muerte se han cumplido cincuenta aos, den-

    sos de las instancias que el mismo W. Sombart previ, por su reclamo a la vida heroica. Pues con su mtodo,

    Sombart traza tambin un giro desde la antigedad al siglo XIX, y extrae sus conclusiones, orientadas a dis-

    criminar la ndole de la centuria que habr de completar el desglose y perencin de una sociedad de valores

    herclicos. No se ha equivocado ni en la mirada retrospectiva, ni en el hlito de ilustracin premonitoria y

    analtica 4. Transcribo un prrafo significativo:

    Yo entiendo como espritu mercantil, aquella concepcin del mundo que enfrenta la vida con la pregunta:

    qu puedes tu darme? O sea, la que slo considera la existencia de cada uno en la tierra, como una suma

    de negocios mercantiles, cuya ventaja le concierne, ya sea por el destino, el buen Dios, o por trato de sus

    semejantes. Esto es lo que importa, resumido en la sentencia: La mayor felicidad del mayor nmero. []

    Por el contrario, el ideal heroico plantea la vida como una tarea. Tenemos una tarea que cumplir, mien-

    tras dura nuestra vida, una tarea que se resuelve en mltiples actos cotidianos. Tarea es la vida, en tanto

    nos ha sido otorgada por un orden ms alto. Las virtudes del Hroe son siempre positivas, son virtudes fe-

    cundas: sacrificio, fidelidad, disponibilidad, veneracin, coraje, piedad, bondad. Lo mercantil se mueve

    por un inters; lo heroico por una idea. En el centro del mercator se yergue el reclamo; en el centro del

    hroe la entrega 5.

    Werner Sombart y su nocin histrica de la sociedad moderna, industrial, competitiva en el negocio, redes-

    cubri por contraparte el perfil del hroe pindrico para comprender asimismo los conflictos y catstrofes de

    esa misma sociedad del luxus, la ganancia, la usura y el desprecio por la virtud asctica del silencioso trabajo

    cotidiano. No es precisamente un simbolista del mito griego a quien recurro, para recordarlo adems en el

    cincuentenario de su muerte. En su physica empirista de la sociedad, tal como se desenvuelve desde el siglo

    XIX al siglo XX, reacomoda las cargas del hegelianismo-marxismo y del evolucionismo soi-disant chrtien,

    4 Cf. Walter Thoms, Warum Werner Sombart modernist ist. En Nation und Europa, Heft 7/8, Juli-August, 1991, pgs.. 63-66. Las curvas de la

    decadencia y de los conflictos, trazadas por W. S. resultan actualsimas. 5 Wir leben eine Aufgabe zu erfllen, in dem wir leben, eine Aufgabe, die sich in tausend Aufgaben des Tages auflst. En Hndler und Helden (1915). Cf. el

    bello ensayo de Rudiger Weckherlin, Werner Sombart zum Gedchtnis, en Nation und Europa, Heft 5. Mai 1991, pg., 65-67. La reconsidera- cin del pensamiento, muy elaborado, de W. S. es una tarea prioritaria de las nuevas generaciones europeas, despus de las catstrofes provocadas por la Gorgona en ms de medio siglo. Y nuestra Amrica por dnde har su iter o elegir su via? He aqu la alternativa de las nuevas generaciones romnicas en la vasta dimensin de nuestro continente. El mito de Perseo reasume una vigencia inesperada de mi interpretacin, por discutible que sea.

  • 6

    para demostrar ya en la dcada de 1930 que el mundo, por falencia del hroe, se encamina a tensiones indes-

    criptibles, que vemos hoy desarrollarse planetariamente.

    El pensador humanista, sin embargo, no se deja abatir por el infractus orbis que dice Horacio, sino que

    levanta la cima del noein, en cuyo gesto es ya un hroe hyperbreo. As pues en mi meditacin sobre la bs-

    queda de Perseo y la reasuncin del Principio Hyperbreo no distiendo una fantasmagora ni configuro tam-

    poco una utopa escapista. Ambas tesituras son posibles; y se han dado y se dan. Pero no es la ma. Lo sub-

    rayo para evitar malentendidos. La ma es el tercer hods, el del hacer herclico, que requerira una elucida-

    cin congruente. Ella desborda empero el marco de esta breve ponencia acerca del mito griego, anterior a la

    culminacin lyrica de la estirpe drica.

    6

    Anulado el hroe hyperbreo, como explican Hans Gnther, Werner Sombart, Erwin Kohlbenhayer, Walter

    Otto, Paul Decharme, y tantos ingenios importantes; y desfondado el mrtir de la fila agapstica, nos queda

    el camino de los trabajos herclicos. Ellos son para nuestra Amrica quiero decir Amrica Romnica el

    principio de la reasuncin de la comunidad agonstica hyperbrea. Pero debemos preparar el fuego de la

    purificacin regenerativa. Todo lo que dems es poder de la Medusa rediviva, que har su obra funesta: pe-

    trificar y esterilizar.

    Aparece el significado hodierno del viaje de Perseo, smbolo superior de la eleuthera humanstica que

    procuro y proclamo. Pues la existencia espiritual nos fue dada para hacer ms justos y limpios a los hombres;

    para exaltar la lumbre indeficiente en que compiten, segn Pndaro, los hyperbreos, coronados de laureles

    de oro. Pero tambin en la figura de Perseo se dimensiona la virtud del logos aletheico, o sea, que rescata, de

    una penumbra transida en el olvido y la ignorancia de la arkh, la lumbre superior del sentido y la palabra. Si

    en Bellerophonte y la historia de su estirpe parece prefigurarse una ruta incompleta del noein, semejante a la

    de Jenfanes, por ejemplo, en Perseo en cambio esplende la vivencia operativa de la lumbre, que es vida y

    obra viviente. Y Pndaro precisamente, que medita con tanta hondura segn su lyrica de los Hroes, nos pro-

    pone ya el abismo del Logos holstico como el entero cosmos de Hesodo, y abre, en consecuencia, la dis-

    yuntiva posible de una regeneratio operativa, en el hymnein y en el noein. Es esto lo que proclamo para

    Amrica, que slo tiene dos caminos: o inclinarse al mysterium iniquitatis como advierte tan ntidamente

    el espritu insigne del gran novelista norteamericano Herman Melville (1819-1891); o reasumir y reincardi-

    nar el principio hyperbreo, patente por Perseo, su asombro y su flgida espada de hroe fundante. Pode-

    mos decidir en esa disyuncin dramtica: o la historia se nos impondr como a resto marginado; o la hare-

    mos, por el contrario, como estirpe de la luz y la justicia. He aqu lo que entiendo ser ereccin de un Centro

    Hyperbreo, para forjar un destino de Hroes, que al comenzar en la virtud del noein absoluto progrese hacia

    el acto herclico de la civilizacin justa.

    Alta Gracia, 12 de marzo de 1992,

    en la fiesta de San Gregorio Magno,

    hijo del Espritu hyperbreo.

    Publicado en Noein, Revista de la Fundacin Decus N 1, La Plata 1996, pp. 7-17.

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    CARLOS A. DISANDRO

    HYPERBOREOS Y MYSTICOS La Existencia Thendrica

    1

    Como siempre parece prudente acotar la semntica. Pues en muchas ocasiones trabajos, artculos, confe- rencias, libros, seminarios he hablado de estos trminos, de estos limina activos y promotores del sensus lingstico; en el caso de las palabras o sonancias significantes, elegidas por ttulo, son griegas con ex- cepcin de existencia, un latinismo tardo que de todos modos traduce la perspectiva parmendea (quiero decir tambin griega). Por tanto conviene clarificar primero la semntica que como una enrgeia diacrnica, sincrnica menta, alude, elude, restringe o abre y expande.

    Cuando hablo de hyperbreos me refiero al mythos griego, en su total e inclume significacin, que tiene entre otras expresiones histrico-religiosas la lyrica de Pndaro. Personalmente no considero caduco tal

    mythos, que en mi semntica no es, por tanto, un substituto o Ersatz cmodo. Simplemente retorna o menta lo que quiere Pndaro, para elegir un hito y un texto o partitura concreta.

    Luego mystico, palabra griega de fundamental importancia. En este caso, la acoto dentro de la mystica agapstica cristiana no juda, ni helnica arcaica o clsica aunque desde luego por la complejidad del campo semntico, podemos hablar tambin de mystica hebraico-juda, o mystica helnica (un Plotino, por ejemplo) o mystica vedanta, o suf, o cltica, etc. Simplemente uso el sensus de un segmento del campo se-

    mntico, fundamental para nosotros, romnicos, insertados en el cristianismo agapstico, pienso. Aunque

    aqu comienzan los problemas de Amrica. Puedo aducir esa insercin real, segn sonancia realiter asu- mida? Pero, en fin, ste es otro asunto.

    En resumen, hyperbreos connotados por el mito griego arcaico; mystico connotado por el sensus agapstico, no judaico, ni cornico, ni talmdico, etc.

    Thendrico, a su vez, aduce el dignificado inequvoco del compuesto: divino-humano, o como algn traductor latinizante sugiere: dei vir, dei virilitas, dei humanitas. Prefiero la inteligencia griega del sensus griego, porque unifica el campo significante de la sonancia vocal.

    En cuanto a existencia, no necesita mayores comentarios. Baste recordar los clsicos filsofos que tra- tan el problema: de ente et essentia. Slo anoto que para quien esto escribe existencia thendrica es se- mntica realiter significata en la compleja suppositio de los trminos vocales.

    Y aqu pongo lmite a la cota de este breve prlogo. Resumo, pues, hyperbreos existen; mysticos exis-

    ten; ambos en cuanto res histrica, cumplen los constitutivos de la existencia thendrica. Con haber for- mulado esta ltima sentencia, hubiese sido suficiente la impostacin temtica. Pero el espritu canonista- talmdico de una Amrica Romnica irredenta no lo permite tan llanamente. Requiere los prlogos de aco-

    modamiento y ubicacin.

    Progresemos en la descripcin de cada perfil, mentado en las palabras. Rescatemos la virtud operativa de cada existencia, el entraamiento profundo de cada ousa en cada configuracin histrico-semntica. Des-

    plegamos as el sensus, pero concentramos al mismo tiempo la comprensin. Esta aproximacin intuitiva y lingstica, trueca la palabra en natura, la sonancia en physis, sin ceirnos al fenmeno, sino por el contrario entreabrindolo segn su diacrona implcita. Pues la existencia thendrica alude a una enrgeia perikhor- tica. La expresin del epteto que uso aqu no encuadra en la lgica del ente parmendeo, pero tampoco lo

    niega. El cosmos es perikhortico, el hombre lo acompasa tambin, por dnde intuimos una secreta multipli- cacin de relaciones veladas para el conocimiento esttico, geomtrico.

    Dentro de nuestro tema, y segn las acotaciones ya formuladas, el mito griego posee una perennidad in-

    dependiente de los cambios histricos, mentales; de las imgenes del mundo que circulan ahora como los

    edola epicreo-lucrecianos, en el infinito oleaje histrico. El mystico agapstico, perikhortico goza de una pistis, que es dynamis de koinona (como dice el griego del Nuevo Testamento) capaz de transcender

    tambin el cambio histrico. Por donde, el lenguaje del mystico un poeta, San Juan de la Cruz, por ejem- plo goza igualmente de perennidad semntica y de pensamiento inclume, lo que suelo evocar con la frase lyrica de pensamiento.

    Ahora bien, en el caso de los hyperbreos, el helenismo crtico alejandrino-positivista no acepta el mensaje de Pndaro, a quien se toma como resto insepulto de una pardosis extinguida y/o emulsionada. En

    cambio mi tesis comporta una visin realiter naturata, es decir, trocada en physis inabolible. Hyperbreos

    valen pues como constelacin estelar en un cielo incambiable.

    En cambio, en el caso de los mysticos aqu mentados, consideramos la experiencia rerum divinarum humanarumque, como cala profunda en el acontecer de las homeomeras histricas, ahora. Este ahora

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    punctiforme define por ende una diacrona, que la semntica investir y alumbrar en el decurso temporal. Pero qu cambia de la existencia thendrica, de su ousa perikhortica, de lo que la deidad interpone en la

    humanitas, de lo que el homo interpone en la deidad? He aqu el problema. Dicho de otro modo: en qu

    sentido la existencia thendrica no es una mera combinatoria conceptual, o sea, el epteto thendrica no afecta al supposito existencia, como los eptetos divina y/o humana separadamente? Puedo inscribir la expresin segn entidad realiter asumida, y no meramente orientada por el decurso lingstico? Es configu-

    racin real, es physis (res thendrica), y no verba adaequata rei?

    El mito griego da una respuesta inequvoca segn la dimensin del relato ton protron, transmitido por la

    poesa rapsdica y vigente luego en la compleja articulacin de los fraseos mticos hasta el perodo trgico. Pues lo que debemos profundizar en esta cuerda semntica es la condicin misma del mythos segn transfe- rencia de res o physis a semntica o logos prophoriks. En este sentido el mythos resulta paradjicamente una franja inabolible del decurso histrico-cultural. No es un mero alfabeto carente de existencia profunda, no es una memoria erudita que indaga luego una hermenutica congruente. El mythos subsiste hoy como en

    el siglo XV a.C., como en los siglos homricos, como en el perodo de su trocamiento dramtico-trgico. Esta es la cuestin de fondo.

    2

    Conviene pues ahondar la cuestin del mythos para comprender la existencia hyperbrea, as como conviene profundizar la perspectiva agapstica del Evangelio para inteligir la existencia del mystico thendrico, que por lo ya expresado constituye un perfil ms compresible para nuestra dimensin emprica.

    No interesa aqu la cuestin lingstico-semntica y/o espacial-histrica tal como se plantea en mi obra Trnsito de Mythos al Logos (en especial, captulos I y II), y por supuesto tampoco la problemtica diacr-

    nica aludida en el ttulo comprensivo del libro.

    Despejados ambos horizontes, pretendo aqu ceir los constitutivos y perfil del mito griego per se, des- pus de haber postulado su existencia inabolible.

    Digamos primero lo que el mito no es. No aduce ninguna teleologa del hombre y de la historia. No aduce

    tampoco un reclamo a la estructura del hombre, aunque el hombre ocupa un centro referencial de otra natu- raleza. No es ninguna apocalipsis, en ninguno de los sentidos que este trmino inviste en la lectura y relec-

    tura del hoy emulsionado. No es tampoco propaganda de ninguna Fe, de ninguna secta; y el uso que del mito hicieron hacia el fin de la Antigedad y principio de nuestra era las tendencias y especulaciones gnsti- cas, ese uso y hermenutica no entraan valores que puedan considerarse asertivos, o descriptivos, o mani-

    festantes e iluminantes. Es eso precisamente lo que ha caducado, y no el mito per se.

    En el caso del mito de los hyperbreos, no se empea en ninguna forma un esoterismo de la experiencia griega que reasume un pasado prehelnico, ni tampoco una relectura epocal de perfiles inciertos en las con- figuraciones mticas, en la mitologa, por decirlo de un vocablo comprensivo.

    En cambio, el mito es ante todo existencia semntica que se expande por tres canales lingsticos-temti- cos, desde los orgenes dricos (ao 2000 a. C. en forma muy vaga) hasta la extincin de la experiencia m-

    tica con el reflujo cristiano. Esos tres canales son:

    1) el rapsodein heroico, y aqu ubico a los hyperbreos;

    2) el despertar de una inteligencia del totum (hombre + physis + cosmos);

    3) el hymnein pindrico y su prehistoria bastante oscura.

    Mito es existencia del logos prophoriks en alguno de estos canales, que en cuanto a los textos suprstites de Homero y Hesiodo en adelante conocemos de modo fragmentario, muy fragmentario.

    Ahora bien, la existencia hyperbrea reclama una instalacin en la figura del hombre. El perfil del hroe prehomrico, argonutico, posthomrico, pindrico se resume en el dato de la forma hyperbrea que es, segn Demcrito lo que vemos. La existencia hyperbrea es naturaliter thendrica, y la constancia del mito respecto de Bellerophonte, Perseo, Herakles, nos reserva un acontecer heroico-thendrico que implica el combate contra los monstruos cosmognicos, para que la tierra alcance su categora thendrica como resi-

    dencia de los dioses. As completamos el ciclo teognico, cosmognico, historiognico, asilo de este myste- rio thendrico. Es Pndaro el que forja la continuidad perikhortica entre theoxena husped divino y la theandra, el dios comunicante con la humanidad receptiva y comunicante. La existencia hyperbrea con- fluye pues a la existencia thendrica, esencia del acontecer griego, esencia adems de la existencia agaps-

    tica; por donde hyperbreo coincide con experiencia mystica, sobre la cual diremos otras connotaciones.

    3

    Recapitulemos sin embargo las lneas temticas generales y sus inferencias determinantes en perfiles que importan.

  • 3

    En primer lugar, apartamos todo lo negativo que comporta la emulsin juda, responsable de grandes equvocos. No negamos la importancia del captulo hebrasmo-judasmo. Pero debe ser considerado en su

    propio cuadro semntico. Y en su propio cuadro debe ser considerada la existencia hyperbrea, mtica, y la existencia thendrica realiter asumida por sta. A continuacin la nota perikhortica es referida de modo esencial y categrico al existir hyperbreo thendrico y trasladada a la esencia agapstica (San Juan). Estas seran las grandes lneas de una teologa hyperbrea como ciencia perikhortica, que cumple de otra manera,

    claro est, la funcin del mito antiguo, ton protron. Desde aqu debemos avanzar en la inteleccin del theandrismo jonico-cristiano y postular las premisas de una teologa thendrica que redimensione la teolo- ga mystica.

    Ahora bien, la existencia thendrica es no slo una semntica (del mito o no). Comporta tambin una

    theurgia, una liturgia, una concreta operatio aesthetica en el droulement de los tiempos postcosmognicos.

    Es Pndaro sin embargo el que en su vocabulario, imgenes e interpretaciones del antiguo mito hyperbreo forja la semntica del theandrismo, retomada por los grandes thelogos greco-cristianos de los siglos IV-VII.

    Esta es, por supuesto, una historia, no conjeturable como la de Pndaro y los siglos V-IV a.C., en las estirpes

    y dialectos griegos; es una historia lingstica, teolgica, prosstica, con sus temas y sus particiones, que encuentra su culminacin y su fuente en la obra de Dionisio Areopagita. Sobre l hay muchas discusiones,

    que en este caso no interesan. Pndaro forja en la serie lingstica de su vocabulario e imagen lyrica la theo- xena y la theandra, es decir, el dios-husped y el dios-hombre. El primero acontece en el peregrinar de los

    dioses entre los humanos; el segundo por un connubio del que se engendran hijos de un dios y de una

    humana (Apolo o Zeus, Dafne, Coronis) y lo que la historia mtica relata de sus connubios, trgicos a veces.

    En la franja de los hroes hijos de los dioses Pndaro encuentra precisamente la franja de los hyperbreos,

    como una existencia realiter significata, acontecida y subsistente entre los dioses ae entes y los humanos

    pasajeros como sombra de un sueo. Es decir, el hyperbreo redimensiona el existir humano dotndolo de perennidad.

    Ahora bien, la existencia thendrica no es fulguracin pasajera en la visin o la mente. Es una subsisten-

    cia ntica de que depende la historia protomrfica, inmune a las metamorfosis cosmognicas. Es adems perikhortica y vicarial. La primera nota, como ya dijimos, alude a la insercin de dos energas, la divina y la humana, de cuya confluencia surge una enrgeia thendrica; la segunda nota, importante, alude al detalle que para Pndaro los hroes hyperbreos son modelos e ideas protoplsticas para todos los hombres, aunque

    stos sean simplemente humanos. Pero Pndaro, aunque claramente distingue cada gnos (then y anthr- pon), tambin concibe una misteriosa comunidad en el ser. Y este es el punto ms discutido en la filologa clsica griega sobre el que aqu hacemos esta breve referencia.

    Retornando empero a los hyperbreos, estos perikhorticos y thendricos participan adems de la exis-

    tencia laudante y agapstica en el banquete del agn divino, que comunica por el canto la coronacin de la existencia. La existencia thendrica es el mysterio del hymnein, el mismo que cumple el poeta en el contexto de la comunidad histrica, cuando dispone la rgie coral al borde del mar, la fuente, la montaa y el ro, celebracin (hymnein, Ruhmung) diurna, matutina-auroral-vespertina, nocturna. Este hymnein pndarico es theoxena, pero msticamente es theandra. Retornan los hyperbreos mticos, congregados en la comunidad festiva y agonstica.

    4

    Esto es suficientemente claro para comprender la existencia hyperbrea y la dimensin semntica apoka- tastsica de la celebracin coral. Pero no es idntica a la experiencia mystica, que contacta de otro modo o

    realiza en otros parmetros la existencia thendrica. Podemos recurrir a muchos ejemplos antiguos o ms recientes (griegos, latinos, romnicos, germnicos). Prefiero aducir tres ejemplos romnicos para facili- tar la hermenutica congruente. Me refiero a San Francisco (umbro-itlico), San Juan de la Cruz (romance- castellano) y Fray Juan de los Angeles (prosista lyrico del siglo XVII castellano, modelo de una prosa mys- tica inconfundible). Pues en trance de sistematizar toda esta compleja temtica, hablaramos de experiencia mtica, experiencia mystica y experiencia lyrica. Para toda esta constelacin conceptual cf. mis traba- jos: San Bernardo. El latn mystico (1990); San Juan de la Cruz. Comentario de su prlogo mystico, el poema Qu bien s yo la fonte que mana y corre (1992) y San Francisco. El Cntico (1993). Trptico fundamental en mi hermenutica filolgico-semntica.

    El mystico comporta un absoluto presente en el droulement complejo de las homeomeras histricas, y por esto mismo no podramos hablar de una exclusiva y excluyente modalidad, de una nica reasuncin ab-

    soluta, aunque cada una de ellas comporta un estado de trascendencia en el tiempo. La cala profunda de la

    experiencia mystica en el sujeto concreto lo incorpora a la existencia hyperbrea mtica, a la comunidad de la refulgencia intuitiva del ente atleston (in-finito, un-endlich und un-bestimmt). Alguien ha definido la experiencia mystica como un estado theoptico, aunque este epteto comporta una restriccin. Prefiero hablar de experiencia thendrica, con su retorno a una arkh y su despliegue a una escatologa de transfi-

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    guracin. Este movimiento est descripto en la famosa Carta VII de Platn, y quiz integra la compleja ima- gen del Fuego en Herclito (pr aezon). No puede afirmarse con certeza, pero tampoco excluirse absoluta-

    mente. El epteto de Herclito denota una intrnseca condicin del Fuego, diferente pues de los restantes

    stoikhea physicos. En fin, la existencia thendrica reactualiza la ousa, tal como la describe Platn en la citada carta.

    En fin, el mystico cumple en la va iluminativa el mismo ciclo de la llama viva o estado gneo. Valga este texto de Fray Juan de los Angeles, lamentablemente poco estudiado en las actuales corrientes de la filo- loga hispnica.

    Y al fin se llega a que el afecto preceda al pensamiento, porque aquello que se gusta con el afecto, como queda dicho, muy bien lo percibe el entendimiento. En el primer camino subimos de las criaturas al Criador y de

    las cosas inferiores a las superiores, y all pausamos por amor. Mas en este mstico sucede al contrario, porque

    aquel verdadero amor, que es el Espritu Santo, tercera persona de la beatsima Trinidad y ltima en orden a las

    dems, es a nosotros ms propincua y es la primera en esta consurreccin afectiva a Dios. De donde viene que

    este divino espritu, mediante el fuego de su amor, toca e inflama lo supremo y ms eminente de la parte afectiva,

    e inefablemente sin algn pensamiento ni meditacin la arrebata a s. En este estado todo es el nima como la

    piedra respecto de su centro, que no habiendo quien la impida derecha camina para l. Cosa maravillosa y de

    slo el poder y saber de Dios ver un alma arrebatarse y elevarse en Dios sin algn rodeo ni vuelta, esto es, sin

    que preceda obra ninguna del entendimiento, con el peso de su amor. Y as, sola aquella potencia que en nuestra

    nima se dice afectiva es unible al divino Espritu, mediante el engrudo y liga de la caridad; y esta potencia, en

    cuanto es lo supremo de nuestro espritu, casi de todos es ignorada, slo aquellos la conocen cuyo afecto

    inmediatamente con su fuego es tocado y movido del Espritu Santo. As afirma San Dionisio que esta parte

    afectiva se dice inmediatamente movida del Espritu Santo; y segn ella procede toda la mstica teologa.

    (Cf. Fray Juan de los Angeles. Lucha espiritual y amorosa entre Dios y el alma, vol. I, cap. XIII, Madrid, Ed. Razn y Fe.)

    De cualquier manera el mystico define tambin un ciclo hyperbreo, aunque no el agn agapstico que convoc el hroe Perseo, segn el mito. Define una ruptura de las condiciones katabticas del hombre y una reasuncin de su naturaleza trascendental, tan invocada por gnsticos y esoteristas modernos.

    Nos queda pues la patencia del Dasein thendrico en el lyrico, o en la experiencia lyrica, entendida como entrada semntica en el banquete hyperbreo ut sic. Pero naturalmente en esta existencia semntica descu- brimos un hods diferente que no comienza por ser realiter signatus; sino por patentizarse en un intrinsecum semanticum, que para el hombre acontece en el lenguaje, en el logos prophoriks. Una nueva realidad ad- viene por la existencia lyrica; en esta frase entendemos:

    1) la previa dimensin lingstica (como logos prophoriks absoluto); 2) la dimensin interior de la experiencia potica en el poeta concreto; 3) el lenguaje lyrico de cada poema, ciclo, composicin (simple o compleja) y el reino semntico que

    adviene por una operatio aesthtica, como la physis o natura con las flores, por ejemplo. Por lo comn se trasiegan o confunden unos parmetros en otros. Por ello nuestra distincin y deslinde

    tiende a subrayar, en el concreto acotamiento de nuestro tema, la experiencia potica, lyrica, diferente de la experiencia mtica, y tambin de la experiencia mystica. Pero el lyrico puede abrirse a una y otra por el lenguaje. En esta dimensin, los debates postromnticos y postsymbolistas han subrayado la condicin de poesa pura y/o poesa absoluta. El redescubrimiento de Hlderlin, a

    partir de la Primera Guerra Mundial, dinamiz el debate y remoz la temtica lyrica, propiamente dicha, quiero decir el parmetro del lenguaje, ms bien que el parmetro de la experiencia. Para no apartarnos del tema, mantengamos la cuestin de Hyperbreos y Mysticos acrecentada por los lyricos, que son naturaliter hyperbreos, pero no naturaliter mysticos. Y as tendramos los campos semnticos, que nos ilustran por diversas connotaciones sobre la existencia thendrica.

    Los tres caminos delineados se enfrentan de diferente modo con la historicidad, sobre todo despus de las

    corrientes estticas del surrealismo, verdadera subversin luciferina en la plstica, la msica y el lenguaje, hoy promocionada por arkhontes mitificados por una crtica reduccionista, impropia para intuir la vigencia del mysterio divino-humano en la Werkinmanenz del pasado, o en la operatio aesthetica del efmero pre- sente. De la primera, el surrealismo provoca una escisin entre la prisca gens mortalium un Pndaro, un Dante, un Leonardo, un Vivaldi y las nuevas olas generacionales sumidas en complejas contradicciones, que odian la existencia thendrica, el ritmo hyperbreo, la soledad del mystico, el principio permendeo de sacralidad ntica, y por ende, la realizacin, en el presente, del mysterium thendrico propiamente, ya sea como theoxena, ya sea como connubio de los hroes, es decir, en cuanto contexto realiter signatum.

    La filologa clsica positivista, con su racionalismo crtico y sus tendencias reconstructivas fixistas ha

    contribuido en parte a este bloqueo nefasto para la cultura animi. La filologa romnica afectada por una teora puramente evolucionista y empirista del lenguaje ha devastado la dimensin de los grandes poetas, y por influencia de la lingstica estructuralista y funcionalista ha cultivado la esterilidad del corazn y acentuado un reduccionismo de la ratio, fantasma remozado por la neo-escolstica. Y as llegamos a la con-

  • 5

    fusin y a la muerte del principio solar-hyperbreo, al desprecio del lyrico, a la repulsa del mysticum, como un hombre deshumanizado, cuando en realidad su experiencia thendrica es de la ms rica humanidad.

    Haramos una lista interminable de equvocos funestos, transmitidos a las generaciones jvenes, entre la potencia del ruido maquinista, hasta desembocar en la potencia de un hombre contra el cosmos y la physis, Seor del Ruido y la Tiniebla, que especula con un paraso de manos impas y crueles, estructuras erigidas contra los ae entes, contra la sabidura ntica del antiguo, contra la verdadera libertad interior de sacrali- dad y harmona thendrica. Largos captulos resumidos ya por el mito trgico, en Esquilo y Sfocles, pro- fundos sufrimientos, testimonios de la dereliccin humana en un mundo hostil que rechaza la androxena, porque el hombre repulsa y repliega la theoxena.

    5

    Alcanzamos as una cierta claridad hermenutica, primer paso hacia una claridad poitica, o sea, el hacer congruente y bello. Si resumimos la lnea aqu sugerida ubicaramos pues, hyperbreos, dricos, Pndaro, theandra, esencia de la cultura griega. Experiencia mystica, reasuncin de la existencia thendrica, partici- pacin en la sacralidad ntica. Y finalmente semntica del mito theoxnico, lenguaje de la prisca gens mor- talium, experiencia lyrica de la poesa absoluta, estirpe philogentica de los poetas antiguos, medievales y modernos, exaltacin de la combinatoria de la imagen lyrica como conocimiento y realizacin de la existen-

    cia thendrica. Para nosotros, americanos de un ayer apenas transcurrido; inmersos todava en colosales equvocos centenarios, alejados de hyperbreos y mysticos, nos resta el camino de la experiencia lyrica. Pero no es acaso zu spt? Y este demasiado tarde no transcurre en realidad el final irreversible de la katbasis milenaria?

    Tal es la cuestin profunda en la vida histrico-cultural de Amrica. Creo sin embargo que no es incon- gruente pensar en una reasuncin del principio hyperbreo (Cf. Ciudad de los Csares, N 23) tal como lo sugiero, de diferente manera, en muchos trabajos mos de mayor porte y en campos temticos complementa- rios. Sobre todo por la lengua castellana, lengua de mysticos y poetas insignes. En este sentido, el fatum de Amrica sigue abierto a la obra creadora (en griego poietik). Pero esta no puede acontecer en la esclavitud mundialista. La primera fase pues de una reasuncin instauradora es lo que llamo Segunda Guerra de la In-

    dependencia. Amrica ha retrocedido al perodo borbnico, con las consecuencias previsibles para el pueblo americano, y lo que subsiste aun de naciones latino-americanas (como se dice en el lenguaje periodstico), de soberana poltica en vista de una anfictiona continental.

    As pues nada metafsico, en el amplio significado del epteto, es ajeno a la obra poltica de instauracin

    justa. Quienes afirman lo contrario son exsanges productores de una pseudo-cultura libresca. Parejamente la ruina y decadencia de la iglesia catlico-romano-romnica es una verdadera catstrofe cultural que ha abierto el camino a una barbarie tecnopoltica y psicosocial, caracterizada por la acumulacin de detritus

    clericales, desde la Teologa de la Liberacin hasta la mystificacin restauradora, que acumula ritos y renco- res, ayunos del fuego agapstico de hyperbreos, mysticos y lyricos. Trescientos millones de desheredados energizan el ciclo final de la katbasis, el terror de los poderes informticos y videocrticos, desplegados con inusitada violencia sobre las generaciones jvenes; las fuerzas de las races erticas ms destructivas, aliadas a la potencia de la droga inmisericorde. Cmo pues otorgar a Amrica post-barroca y pordiosera el fulgor

    de una cultura solar, perikhortica y thendrica?

    Sin embargo, apartada de la ratio studiorum y sus consecuencias estriles, la cultura del libro recela toda- va energas promotoras, profundas y ricas. Es este el reino reservado a la relectura de los textos, en un noein

    semntico que tolga la corteza y prenda lo de dentro (Berceo) 1. Esta relectura es un peiron humanstico.

    (Sobre tales horizontes aqu evocados debe cf. el texto de mis precisiones en Limes I, Centro de Estudios Clsicos, Santiago de Chile, 1989, y la serie Teologa y Geopoltica en los nmeros 36 a 39 de La Hostera Volante, La Plata, 1992-1993).

    Amrica hyperbrea nacer del mar, cuando las jvenes generaciones lo conquisten como dimensin fun- dante de una psique, liberada de la inmunditia surrealista bolchevique. Amrica mystica emerger del hun- dimiento de la Atlntida jesuita y de sus templos vacos de toda Fe agapstica. Amrica lyrica en fin renacer de San Francisco, Berceo, Garcilaso, Daro, Lugones, etc. incorporada a un nuevo sentimiento csmico ori- ginante, physico-presocrtico, parmendeo, al margen del judeo-cristianismo nefasto y contradictorio en las

    tensiones profundas de su letra mortal. Hyperbrea, mystica y lyrica, renovar la existencia thendrica por un nuevo connubio con el Mysterio del Graal. Es posible este horizonte?

    Alta Gracia enero de 1994

    1 Milagros de Nuestra Seora, Introduccin, estrofa 16: Tolgamos la corteza, al meollo entremos, / Prendamos lo de dentro, lo de fuera

    dessemos.

    Publicado en La Hostera Volante N 43, abril de 1995