Identidad 45 - NOV 2015

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AÑO 5 N O 045 Identidad + COMUNA O1 + MEDELLÍN + ANTIOQUIA + COLOMBI A + CELAC + Recomendando LOS IMPOSTORES de Santiago Gamboa 3 El poder disciplinario 4 A blanco y negro 8 C ONTRIBUCIONE $ V OLUNTARIA$ N OVIEMBRE D E 2015 Una publicación de ASOHUELLAS ISSN 2256-2206 La noche la había atrapado en el sereno obscuro y gélido de un jueves cualquiera después de haber salido de trabajar. Su tez mestiza, sus ojos color miel intenso, sus manos largas y bien cuidadas temblaban indómi- tas y sus labios gruesos cambia- ron su color natural por otro na- tural más obscuro. Caminaba sin prisa, pues ya era tarde, ca- si al alba, y tendría que esperar por el autobús que la lleva- ría hasta su casa, que se encuentra a orillas de la ciudad, como dice la canción de Pasión Vega. A lo lejos la neblina obnu- bilaba el paisaje y ella, ya lista en la hilera del paradero de buses, se ve más tem- blorosa y va mecién- dose hacia adelante y hacia atrás como en un columpio, señal inequívoca de ansie- dad. Al parecer tiene frío y quizá por tener Maryory Quintero Menitofe & Y Griega Winikott [email protected] ese buso color vino tinto cuya capucha cubre su cabellera, que me figuro, por su tez y el color de sus ojos, es castaño y largo más allá de los hombros no fuma, ni pide un tinto o aromáti- ca a la señora que va viene con su cochecillo, se limita a mirar a todos lados, pero con mayor intensidad hacia la neblina que obnubila el paisaje . Se la ve tiritando de frío y cansada . (Continúa en la página 2) La chica que esperaba el bus … Las disciplinas funcionan como técnicas que fabrican individuos útiles. Un hombre disciplinado es un cuerpo útil y dócil, en términos económi- cos, pero en términos políti- cos, es un hombre que ha ce- dido su capacidad de poder a la voluntad de otros... Ver páginas 4-7. PUNTOS DE INTERÉS ESPECIAL : CONTENIDO: Dibujo realizado por Juan Fernando Payán

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La chica que esperaba el busLa noche la había atrapado en el sereno obscuro y gélido de un jueves cualquiera después de haber salido de trabajar.Su tez mestiza, sus ojos color miel intenso, sus manos largas y bien cuidadas temblaban indómi-tas y sus labios gruesos cambia-ron su color natural por otro na-tural más obscuro.

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AÑO 5 — NO 045 Identidad

+ COMUNA O1 + MEDELLÍN + ANTIOQUIA + COLOMBI A + CELAC +

R e c o m e n d a n d o L O S I M P O S T O R E S d e

S a n t i a g o G a m b o a 3

E l p o d e r d i s c i p l i n a r i o 4

A b l a n c o y n e g r o 8

CONTRIBUCIONE$ VOLUNTARIA$

NOVIEMBRE DE 2015 Una p ub l icac ió n de ASOHUELLAS

ISSN 2256-2206

La noche la había atrapado en

el sereno obscuro y gélido de un

jueves cualquiera después de

haber salido de trabajar.

Su tez mestiza, sus ojos color

miel intenso, sus manos largas y

bien cuidadas temblaban indómi-

tas y sus labios gruesos cambia-

ron su color natural por otro na-

tural más obscuro.

Caminaba sin prisa,

pues ya era tarde, ca-

si al alba, y tendría

que esperar por el

autobús que la lleva-

ría hasta su casa, que

se encuentra a orillas

de la ciudad, como

dice la canción de

Pasión Vega. A lo

lejos la neblina obnu-

bilaba el paisaje y

ella, ya lista en la

hilera del paradero de

buses, se ve más tem-

blorosa y va mecién-

dose hacia adelante y

hacia atrás como en

un columpio, señal

inequívoca de ansie-

dad. Al parecer tiene

frío y quizá por tener

Maryory Quintero Menitofe &

Y Griega Winikott [email protected]

ese buso color vino tinto – cuya

capucha cubre su cabellera, que

me figuro, por su tez y el color

de sus ojos, es castaño y largo

más allá de los hombros – no

fuma, ni pide un tinto o aromáti-

ca a la señora que va viene con

su cochecillo, se limita a mirar a

todos lados, pero con mayor

intensidad hacia la neblina que

obnubila el paisaje . Se la ve

t ir itando de fr ío y cansada .

(Continúa en la página 2)

La chica que esperaba el bus

… L a s d i s c i p l i n a s f u n c i o n a n

c o m o t é c n i c a s q u e f a b r i c a n

i n d i v i d u o s ú t i l e s . U n h o m b r e

d i s c i p l i n a d o e s u n c u e r p o ú t i l

y d ó c i l , e n t é r m i n o s e c o n ó m i -

c o s , p e r o e n t é r m i n o s p o l í t i -

c o s , e s u n h o m b r e q u e h a c e -

d i d o s u c a p a c i d a d d e p o d e r a

l a v o l u n t a d d e o t r o s . . .

Ver páginas 4-7.

PUNTOS DE INTERÉS ESPECIAL:

CONTENIDO:

Dibujo realizado por Juan Fernando Payán

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Dirección, diseño y diagramación

Humberto Londoño

[email protected]

Edición

Humberto Londoño

Participan en este número

Maryory Quintero Menitofe

Y Griega Winikott

Jairo Londoño

Juan David Patiño

Fabián Correa

Fotografías e ilustraciones

Juan Fernando Payán

Imágenes de internet

Me imagino que estará elucu-

brando el viaje hasta su casa pa-

so a paso: “Abordo el bus 057 de

Bello Oriente, por la puerta tras-

era que me cobra mil pesos. Es-

toy arropada con este buso vino

tinto, todo el tiempo con la ca-

pucha puesta, tratando de evitar

enfriarme la cabeza. Ya estoy a

punto de llegar a

mi casa, el tra-

yecto es corto

después de todo.

El conductor es

amable. Respon-

dió a mi saludo,

pues no todos lo

hacen.

Por fin, el bus

me deja a una

cuadra de mi ca-

sa. Voy caminan-

do hacia Carpine-

lo. Las aves em-

piezan a cantar.

Su canto me

acompaña y me

da seguridad y

protección, mayor

confianza en estas

calles frías y

desérticas. Ya es-

toy en mi casa,

abro la puerta y

siento el calor de

hogar…”

Un autobús por

fin arriba al para-

dero. La chica

que espera su

transporte sale de

(Viene de la página 1) su letargo, se anima a recorrer la

hilera para subirse a él, se la ve

ya más animada y dibuja una

so nr isa l ímp ida y par e ja ,

hermosa.

Y yo he tenido, en ese instante

de espera, una grata compañía,

he tenido la presencia de la chica

del buso color vino tinto. I.

A S O H U E L L A S

A s o c i a c i ó n C o m u n i t a r i a

D e j a n d o H u e l l a s

N I T : 8 1 1 0 1 3 5 1 1 - 0

POR UNA NIÑEZ SANA, CREATIVA,

SOLIDARIA Y ALEGRE

Calle 104 No. 36BB - 22

Barrio Granizal - Medellín, Colombia

[email protected]

Identidad

Ediciones Artesanales La Caverna

[email protected]

ISSN 2256-2206

B ib l i ot eca N ac i on al d e C ol ombi a

Min is ter i o d e Cul tur a

Repú bl ica d e C ol ombi a

31-01-2012

“... el sentido de las palabras solo pertenece a la representación de cada uno y por mucho que sea aceptado por todos, no tiene otra existencia que la que tiene en el pensamiento de los individuos

tomados uno por uno... ”

Michel Foucault.

Textos Cotidianos de Realidades Invisibles Imagen tomada de: http://ctrlgarquitectos.com/155575/1418712/institutionalinstitutional/jardin-

infantil-carpinelo

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Los tres personajes centrales de

la novela, además de divertidos y

muy humanos, con sus estilos pro-

pios nos sumergen en una entrete-

nida trama detectivesca. En sus

registros se evidencian importan-

tes reflexiones de vida en algunos

casos, en otros, anécdotas que

podrían ser útiles para aquellos

que se inician en la escritura,

animándolos quizá a participar de

la escena literaria y, tal vez, suge-

rir pequeños ejercicios para hacer-

lo.

La expresión de algu-

nos de los anhelos más

profundos y sencillos

del sentir latinoamerica-

no y de las fantasías más

infantiles y quién sabe si

algo común, entre quie-

nes sueñan con la fama

y el reconocimiento por

sus trabajos literarios, se

vislumbra posible en el

desarrollo de esta entre-

tenida historia.

El humor surca todo el

contenido de la obra,

regalándonos risas, riso-

tadas y hasta carcajadas

si se quiere,

con las situaciones, no

tan únicas, no tan des-

cabelladas, de los per-

sonajes, que más que

sacados de la imagina-

ción, podría tratarse

perfectamente del re-

trato de algún conoci-

do, de quiénes a su

vez, como sucedió en

mi caso, podríamos

acaso robar o tomar

prestado su rostro para

imaginarnos los acto-

res en la primera lectu-

ra de la obra.

Imposible no sentirse

identificado con algún

rasgo, sino con toda la

personalidad de algu-

nos de sus personajes,

llegando a sentir por

ellos lo que llamaríamos, si no

fueran producto de la imagina-

ción, sino seres reales de carne y

hueso, simpatía, acaso cariño o

amor.

Leyendo a Santiago Gamboa,

una vez más, siento la compañía

de quién pudiese llamarse maes-

tro, en la paciente tarea del

aprendizaje y siento que me

muestra cómo el acto literario

puede ser divertido y liberador, y

que aquellos escritores destina-

dos a ser llamados de los buenos,

casi siempre coinciden con una

profunda búsqueda interior, más

que con el hecho de haberse fija-

do una meta éxito y trabajar por

ella, como tal vez le sucede a

nuestro cómico Nelson Chouchén

Otálora. I.

Recomendando LOS IMPOSTORES de Santiago Gamboa

Imagen tomada de: http://www.schavelzongraham.com/libro/los-impostores/

Imagen tomada de: http://www.schavelzongraham.com/libro/los-impostores/

Jairo Londoño

[email protected]

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la menor inversión posible. Con el

establecimiento del capitalismo,

sus procedimientos camaleónicos

devienen en el poder disciplinario

como nuevo tipo mecanismo de

control, más difuso y sutil al ser

ejercido desde diferentes institu-

ciones y agentes.

Con el nuevo modelo, la burgue-

sía, como clase dominante, crea su

propio marco jurídico, organiza-

ción parlamentaria y representati-

va, y así encubre sus orígenes, pro-

cesos e intensiones mediante los

cuales ha llegado a ser precisamen-

te esa clase políticamente domi-

nante; dejando expuesto a su vez

como reemplazo a las diferentes

manifestaciones de su control dis-

ciplinario; poder que no se puede

ubicar ni en instituciones ni en

“La disciplina "fabrica" indivi-

duos: es la técnica específica de un

poder que se da a los individuos a

la vez como objetos y como instru-

mentos de su ejercicio. No es un

poder triunfante que a partir de su

propio exceso pueda fiarse en su

superpotencia; es un poder modes-

to, suspicaz, que funciona según el

modelo de una economía calcula-

da pero permanente. Humildes

modalidades, procedimientos me-

nores, si se comparan con los ri-

tuales majestuosos de la soberanía

o con los grandes aparatos del Es-

tado. Y son ellos precisamente los

que van a invadir poco a poco esas

formas mayores, a modificar sus

mecanismos y a imponer sus pro-

cedimientos.” Michel Foucaulti

Comienzo a partir de este párrafo

de Foucault en el capítulo: Los me-

dios del buen encausamiento, del

libro: Vigilar y castigar; donde nos

habla de una mutación, de una in-

novación en el ejercicio calculado

del poder, que permite que desde

los siglos XVIII y XIX, surja lo

que denomina como un poder dis-

ciplinario en sustitución a las anti-

guas formas de manifestación del

poder absoluto, punitivo y visible

Juan David Patiño [email protected] del soberano.

Ésta nueva manifestación, se co-

rresponde con un hecho histórico

que tiene que ver con la multiplica-

ción de la población, con un im-

pulso demográfico en este periodo

y con el crecimiento del aparato

productivo, asociados ambos, con

el desarrollo de la revolución in-

dustrial, y de las ciencias en gene-

ral. Esto hizo que se perfilara y

perfeccionara los modos de pro-

ducción y explotación; y que el

feudalismo que resulta ya insufi-

ciente, sea superado por el capita-

lismo como modelo. De la misma

manera, el poder déspota y directo

del señor feudal, se hace inútil para

el control, dominio y uso de una

mayor cantidad de población, con

El poder disciplinario

Imagen tomada de: https://estructurasistemica.wordpress.com/2015/08/23/un-nuevo-feudalismo/

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agentes particulares, por eso habla-

mos de mecanismo, de micro-

física: “Poder que es en aparien-

cia tanto menos "corporal" cuanto

que es más sabiamente "físico".ii

El poder disciplinario se impone

como alternativa a la complejidad

de la sociedad y a la dificultad en

las tareas para su control: Los indi-

viduos van a ser sometidos enton-

ces a una nueva modalidad de inte-

gración a la vida social en las con-

diciones de la vida urbana, indus-

trial y moderna; esto tomará forma

sobre sus nuevos supuestos.

En nuestra cultura somos vigila-

dos y corregidos por nuestros pa-

dres o cónyuges; en la oficina por

los jefes, en el colegio por las di-

rectivas; en hospitales por médicos

o enfermeras, en la calle por la

fuerza pública y por cámaras de

video, en fin, estamos siendo obje-

to de una constante observación.

En las múltiples instituciones o

espacios públicos, somos observa-

dos por personas destinadas a tal

fin. El diseño arquitectónico de las

construcciones asume el sistema

panóptico para un mayor control

de los cuerpos. La distribución es-

pacial que existe en el interior del

salón de clase, también adopta el

sistema panóptico: El profesor se

encuentra situado en la parte de

adelante y frente a todos los estu-

diantes, garantizan-

do el control visual

de sus aprendices.

Así mismo en la

iglesia, en la empre-

sa, en la cárcel, etc.

Las instituciones

de encierro como: el

cuartel, la cárcel, el

hospital, la escuela,

el manicomio, se

instituyen a través

de una serie de pro-

cedimientos de indi-

vidualización que

tienen como blanco

el cuerpo de los su-

jetos, como principio organizador

la metódica mirada “panóptica” y

como finalidad la normalización.

El poder se invisibiliza y el indi-

viduo –detalladamente documen-

tado – adquiere una mayor visibi-

lidad. Es visto, pero no ve; objeto

de una información, nunca sujeto

en una comunicación. Ésta es la

garantía del orden. De ahí el efec-

to mayor del panóptico: inducir

en el detenido un estado perma-

nente de visibilidad que garantiza

el funcionamiento automático del

poder. Hacer que la vigilancia sea

permanente en sus efectos, inclu-

so si es discontinua en su acción.

Con este Dispositivo se automati-

za y desindividualiza el poder.

Los mecanismos disciplinarios

tienden a desinstitucionalizarse,

salir de las fortalezas cerradas y

circular en estado libre: las disci-

plinas masivas y compactas se

descomponen en procedimientos

flexibles de control, que se pue-

den transferir y adaptar:

“…En cuanto al poder discipli-

nario, se ejerce haciéndose invisi-

ble; en cambio, impone a aque-

llos a quienes somete un principio

de visibilidad obligatorio. En la

disciplina, son los sometidos los

que tienen que ser vistos. Su ilu-

minación garantiza el dominio

del poder que se ejerce sobre

ellos. El hecho de ser visto sin (Continúa en la página 6)

La

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individuos. Las disciplinas funcio-

nan como técnicas que fabrican

individuos útiles. Un hombre dis-

ciplinado es un cuerpo útil y dócil,

en términos económicos, pero en

términos políticos, es un hombre

que ha cedido su capacidad de po-

der a la voluntad de otros.

Para acometer la tarea de norma-

lización social, las disciplinas es-

colares utilizaron el “examen” co-

mo principal dispositivo, enten-

diendo por normalización la impo-

sición de valores históricos, socia-

les y contingentes presentados por

la sociedad burguesa como natura-

les. En la noción de norma y en el

dispositivo escolar del examen se

unieron el ejercicio del poder y la

formación del saber, lo que entrañó

la domesticación de los individuos

con una sencilla ecuación: a más

sometimiento de exámenes y

supuesta acumulación de saber,

mayor disciplina del poder sobre el

individuo.

En la pedagogía del siglo XX se

hará abstracción del examen en las

teorías y propuestas metodológicas

de enseñanza; se lo trata apenas

como una interrupción periódica,

de una disciplina de nivelación en

los procesos de aprendizaje esco-

lar: “la evaluación”. Bajo las con-

diciones del olvido de su génesis,

los poderes presentes en el examen

escolar serán señalados por el nue-

vo foco conceptual inaugurado con

Vigilar y castigar. Dice Foucault:

“El examen combina las técnicas

de la jerarquía que vigila y las de

la sanción que normaliza. Es una

mi rada normal i zadora , una

vigilancia que permite calificar,

clasificar y castigar”iv

Imagen tomada de: http://www.fotolog.com/cruzdelsur_flog/68437921/

cesar, de poder ser visto

constantemente, es lo que man-

tiene en su sometimiento al indivi-

duo disciplinario.”iii

La disciplina es considerada co-

mo un tipo de poder, que se practi-

ca sobre los cuerpos formándolos

con técnicas rigurosas como la vi-

gilancia, la sanción, el examen, las

cuales son aplicadas desde distin-

tas instituciones, esto implica todo

un conjunto de discursos donde a

la persona se le enseña qué debe

pensar y cómo debe actuar, de esta

forma se está controlando y selec-

cionando individuos, con el objeti-

vo de conjurar poderes. Pero lo

que Foucault advierte es que la dis-

ciplina no es de exclusividad de

una institución, ni mucho menos

de ella misma, es una forma de

ejercer poder, por ese motivo la

disciplina la ubica dentro de una

"anatomía del poder".

El poder disciplinario tiene como

función principal la de “enderezar

conductas’’, para retirar mejor y

sacar más. Esto es lo que Foucault

ve como una inversión funcional

de las disciplinas: Al poder disci-

plinario se le pedía originalmente

que neutralizara los peligros; se le

pide ahora el desempeño de un

papel positivo, haciendo que au-

mente la utilidad posible de los

(Viene de la página 5)

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Foucault ve el éxito del poder

disciplinario en el uso de lo que él

denomina instrumentos simples: la

inspección jerárquica, la sanción

normalizadora y su combinación

en un procedimiento específico: el

examen. La superposición de las

relaciones de poder y saber adquie-

ren en el examen toda su notorie-

dad posible:

“El examen lleva consigo todo un

mecanismo que une a cierta forma

de ejercicio del poder cierto tipo

de formación del saber”v

En éste se invierte la economía

en la visibilidad del poder: el exa-

men objetiviza, documenta: se es

objeto para el conocimiento y pre-

sa para el poder. Los procedimien-

tos disciplinarios rebajan el umbral

de la individualidad y hacen a su

vez de la descripción un medio de

control y dominación. He ahí su

gran y nueva cualidad.

Asistimos al nacimiento de un

sujeto que está limitado en su mo-

vilidad, debido a que ha perdido la

libertad por estar vigilado constan-

temente, en consecuencia a ello su

expresión corporal y desarrollo

mental se ha visto coartado, en

cierto modo, la necesidad de sentir

y pensar libremente. Si manifiesta

sus ideales será etiquetado y enaje-

nado de sus derechos, el sujeto

será cercado o encerrado en una

prisión material o simbólica, es

decir, puede ir a una cárcel o a

un hospital siquiátrico, o sim-

plemente será aislado y censura-

do por una sociedad que cons-

tantemente lo está observando.

Pero es necesario aclarar que la

sociedad y el poder no se pue-

den seguir viendo desde afuera,

y en tal sentido, ese cuerpo que

es censurado sufre una especie

de autocensura, porque el cuerpo

no es totalmente ajeno a lo censu-

rado por la sociedad disciplinaria.

Podríamos decir que ahora somos

nosotros mismos los que nos ob-

servamos en todo momento, hasta

en lo más íntimo. En nuestra so-

ciedad, muchas personas se cui-

dan de contratar en sus empresas

a personas que han sido condena-

das, sindicadas o simplemente se

ha tejido la sospecha de estar vin-

culado a la ejecución de un delito.

Entonces no es tanto que una so-

ciedad desde afuera coarte la li-

bertad, sino que nosotros mismos

estamos sirviendo de mecanismos

de vigilancia de la sociedad en la

que nos encontramos. Popular-

mente la gente dice: "dime con

quién andas y te diré quién

eres"…: nada más prejuicioso

de este dicho, es un juicio

aligerado y sin ningún acervo

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Referencias

i. Foucault M (1998) Vigilar y Castigar. Na-cimiento de la prisión. Editorial Siglo vein-

tiuno editores, México D.F. Pág. 175.

ii. Ibíd. Pág. 182.

iii. Ibíd. Pág. 192.

iv. Ibíd. Pág. 189.

v. Ibíd. Pág. 192.

probatorio. No me cabe en la ca-

beza que si yo comparto o sosten-

go conversación con un vicioso,

me encasillen como vicioso; o si

me relaciono con un guerrillero,

luego entonces soy guerrillero; o

si me encuentro con un policía,

entonces soy policía o soplón; o

con un gay, entonces también soy

¡gay¡… Imaginémonos entonces

hasta donde ha llegado la socie-

dad disciplinaria, hasta donde su

aceptación cristalizada con el de-

venir de los tiempos, bajo esa

concepción naturalizada de: "esto

fue así, siempre"… I.

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poderosamente la atención de la

pandilla: un aparato mágico en el

cual se observaban a blanco y ne-

gro los programas que por aquel

entonces causaban furor. Todos

emulábamos o pretendíamos

hacerlo, al hombre que había cos-

tado seis millones de dólares, la

visión prodigiosa del ojo telescópi-

co del “hombre nuclear”, su veloz

carrera, tan rápida que en la panta-

lla la pasaban en cámara lenta. La

velocidad y habilidad de la “Mujer

Maravilla” para desviar los proyec-

tiles con sus pulseras. Las risota-

das estereotipadas de un anime

japonés que se llamaba “Centella”,

u n f u l a n o e n m a s c a r a d o

que a bordo de una motocicleta de

alto cilindraje combatía el mal. Y

qué decir de “Ultramán”, otro pro-

grama de origen japonés, donde un

policía se convertía en un gigante

con un traje especial, como de

quince o veinte metros para luchar

contra monstruos que llegaban a

asolar la tierra.

Era de audiencia obligada ver a

Pacheco (un animador de origen

español) los días domingo en su

programa “Animalandia”, donde

lo más importante para nosotros

era la participación de los paya-

sos: “Bebé”, “Pernito” y

“Tuerquita”, quienes nos hacían

reír con sus pilatunas.

Eran años maravillosos, años de

pocas preocupaciones, pantalón

corto sin ropa interior, cauchera en

el bolsillo trasero y canicas de cris-

tal en los bolsillos delanteros. Poco

importaba el arreglo del cabello;

días en los cuales fabricabas tus

propios juguetes para departir ale-

gremente con los chicos del barrio:

escopetas de madera que con un

resorte y una puntilla arrojaban

tapas de gaseosa como proyectiles.

Tractores que se fabricaban con

carretes de hilo vacíos, un cabo de

vela sin pabilo,

un resorte y un

lastre. Carritos

que se confec-

cionaban con

cajas de fósfo-

ros o cajetillas

vacías de ciga-

rrillos entre

otros muchos

artilugios que

surgían vivaz-

mente de la

imaginación.

Mas, había

algo que atraía Imagen tomada de: http://apodaca.nexolocal.com.mx/p58239989-televisor-majestic-1960-blanco-y-negro-mmu

A blanco y negro

Fabián Correa Docente de Matemáticas [email protected]

Anécdota

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Pero había un pequeño problema:

no teníamos televisor. Mi familia

era muy humilde, con muchas ca-

rencias y los recursos no alcanza-

ban para ostentar dicho lujo. De

hecho, no había ningún televisor

en la vecindad.

Recuerdo que la Junta de Acción

Comunal del barrio, con ayuda de

la Alcaldía del Municipio de aquel

entonces, construyó una caseta co-

munal con paredes de bahareque y

techo con tejas de barro, y la dotó

con un enorme y pesado televisor.

Hacia allí nos dirigíamos como

hipnotizados para ver esa caja

mágica y nos convertimos en faná-

ticos seguidores del “Pájaro Loco”,

“Félix el Gato”, “El Agente 005”,

“Meteoro” y otros que se me esca-

pan.

De un momento a otro, el televi-

sor se extravió; corrió el rumor de

que se lo habían robado y con él se

fue la ilusión de la chiquillada.

Afortunada-

mente –digo

yo– sucedió

esto, porque

las familias

que tenían

mejores re-

cursos, tími-

damente co-

menzaron a

adquirir estos

aparatos.

En mi “cuadra” sólo había un

televisor y sus propietarios cobra-

ban a diez y a veinte centavos la

entrada a su casa para ver los di-

ferentes programas. A diez los

programas cotidianos y a veinte

los seriados

de mayor

acept ac ió n

como los

que cité arri-

ba.

Eran como

las cinco de

la tarde de

un día miér-

coles y mis

v e c i n i t o s

a c u d i e r o n

como de

c o s t u m -

bre, a ver

“El Hombre

N u c l e a r ” .

En la puerta de la vivienda que

quedaba a dos casas de la mía, a

manera de portero estaba “El In-

dio”, hijo de la señora Teresa, que

diligentemente recibía las mone-

das de veinte centavos. En un

santiamén, la sala de la casa de

doña Teresa quedó llena de chi-

quillos dicharacheros, que ansio-

sos esperaban el inicio de la pelí-

cula, sentados en el piso.

La puerta se cerró suavemente y

en el exterior de la residencia,

sobre el andén, quedamos dos

niños con caritas tristes que lleva-

dos por el bullicio y la ansiedad

de los demás, olvidamos que no

teníamos los centavos para pagar. (Continúa en la página 10)

Imagen tomada de: http://www.taringa.net/posts /hazlo-tu-mismo/16798731/Juguetes-gratis- Claro-que-si.html

Imagen tomada de: http://mariano-ramirez.blogspot.com.co/

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fuertes y recias casi

nos izaron del piso

y la voz de nuestro

padre con un dejo

de tristeza y rabia

se dejó escuchar

“Entren a la casa,

¿no ven que casi les

arrancan la cabe-

za?”…

Compungidos en-

tramos a nuestra

casa y mi papá vol-

vió a sentenciar con

su estilo cuasi militar: “les queda

prohibido acercarse a la casa de

doña Teresa; si los vuelvo a ver

rondando esa puerta o esa ventana

los castigo” e hizo un ademán muy

elocuente tocando el cinturón de

sus pantalones. Mi papá, sin que

nosotros lo supiéramos, había ob-

servado toda la escena y se había

sentido más humillado que noso-

tros mismos.

Los días transcurrieron calurosos

y apacibles y al finalizar la quince-

na, un día martes por la tarde, es-

cuchamos como todos los días, el

silbido lejano con el cual nuestro

padre anunciaba su proximidad a

la casa; presurosos como de cos-

tumbre, salimos a recibirlo y nos

causó extrañeza el ver que venía

acompañado de un morocho empu-

jando una carreta de madera con

dos ruedas, la cual trastabillaba

entre las piedras de la vía destapa-

da; papá sostenía una caja grande

de cartón, de la cual por entre unos

Imagen tomada de: http://caracol.com.co/radio/2009/05/14/entretenimiento/1242299820_812029.html

Comenzó el programa y de las

gargantas de la pequeña audiencia

se escuchaban las exclamaciones

de satisfacción al observar las

proezas del héroe.

Afuera, nuestra curiosidad iba en

aumento, mas ¡oh sorpresa!, la

ventana de la sala que daba a la

calle estaba abierta y con cierta

dificultad, después de forcejear

con mi hermano, logramos acomo-

darnos para ver el seriado. Sin em-

bargo, cuando la señora se percató

de nuestra presencia, se nos

aproximó y sin mediar palabra la

cerró bruscamente provocándonos

un sentimiento de humillación y

desencanto. Tratamos de seguir

mirando por entre los resquicios,

cuando de pronto unas manos

(Viene de la página 9)

Imagen tomada de: http://www.reocities.com/Area51/Meteor/4682/cauchera.htm

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orificios, salían cuatro patas de

madera rematadas con casquillos

de bronce. El morocho, sudoroso,

paró la carreta frente a la puerta de

nuestra casa y entramos con mu-

cho sigilo, entraron con el paquete

y lo depositaron en la sala, al lado

de una siempre verde “millonaria”.

Mi madre le pasó una toalla a mi

papá para que se secara la cara y

envió a mi hermano a comprar una

cubeta de hielo en la tienda de don

Gilberto, en la esquina de la cuadra

de al lado. Les ofreció sendos

vasos de agua

de panela con

limón y hielo,

mientras de

soslayo y cu-

riosidad obser-

vaba la caja,

esta vez ergui-

da sobre sus

cuatro patas.

Papá le pagó el

servicio de aca-

rreo al moro-

cho y cuando

éste salió, so-

l e m n e me n t e

pidió otro vaso

de refresco y

consciente de

nuestra cada

vez más cre-

ciente curiosi-

dad, se pavoneó alrededor de la

extraña caja.

Después de

haber escancia-

do el agua de

panela, co-

menzó a silbar

bajito, a la vez

que lentamente

desataba las

cabuyas; luego

empezó a reti-

rar los carto-

nes del gran

paquete y poco a poco, ante nues-

tros ojos se fue develando el obje-

to motivo del parsimonioso “rito”

iniciado por papá: una consola

grande de madera, de color caoba

claro y brillante y una pantalla

gris de grandes dimensiones con

sus respectivas perillas. Mi mamá

con lágrimas en los ojos frotaba

nerviosamente sus manos y noso-

tros con los ojos y la boca abier-

tos no atinábamos a salir de nues-

tra perplejidad, “no los quiero ver

mendigando nada a nadie, nadie

tiene por qué humillarlos”, sen-

tenció nuestro padre.

Papá conectó el aparato. Se

escuchó un pequeño chasquido

y acto seguido, poco a poco se

empezó a dibujar la imagen en

movimiento de “Hechizada”,

una brujita que hacía magia

con un movimiento de su nariz. (Continúa en la página 12)

Imagen tomada de: http://www.cosmoanime.net/pro.php?id=22755

Imagen tomada de: http://portal.canalrcn.com/especiales/yo-soy-pacheco/

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Ese fue el momento culminante.

Como accionados por un resorte

estallamos al unísono en una sola

exclamación de sorpresa y júbilo.

En ese momento, nuestro padre se

convirtió en un gigante para noso-

tros; corrimos hacia él y nos pren-

dimos de sus piernas y la única

forma de expresar nuestro agrade-

cimiento fue apretarlo fuertemente

y el nudo en nuestras gargantas se

tradujo en llanto, llanto infantil,

cortina acuosa a través de la cual

vimos como mamá se nos

aproximó y nos abrazó. Momento

en el cual tuve una noción fuerte e

inolvidable de unidad familiar.

Días después nos dimos

cuenta que el televisor de la

caseta comunal no se lo había n

(Viene de la página 11) llevado los ladrones, sino que se

encontraba en la sala de la casa

del Presidente de la Junta de

Acción Comunal.

También, el tiempo nos en-

señó la cuota de sacrificio que

hubo detrás de la compra de

nuestro primer televisor: papá,

adusto y cuasi militar, después

de haber llevado el televisor a

la casa comenzó a llegar más

tarde. Su jornada de trabajo se

alargó para poder pagar el

crédito de nuestra caja mágica.

Su esfuerzo se duplicó para

salvaguardar la dignidad de la

familia y para darnos una lec-

ción de vida.

Domingo 10 de noviembre de

2003. 12:00 de la noche. I.

Imágenes tomadas

de:http://piruja55.blogspot.com/2013_03_01_archive.html

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Imagen tomada de: http://lospoliticosveracruz.blogspot.com.co/2011_03_20_archive.html