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    La identidad personal

    A l f r e d o F i e r r o *

    Un perfil idneo para resumir el perfil o patrn de comportamiento de una persona

    es el de identidad; y una forma de concebir lo que psicolgica o comportamentalmente

    sucede en la adolescencia es mostrando el desarrollo de tal identidad en esa etapa. Los

    modelos evolutivos generales de estadios de la identidad destacan en particular cmo se

    configura y cambia a lo largo de la vida la imagen o concepto de uno mismo y suelen

    contener descripciones del desarrollo biogrfico de ese autoconcepto. En l, LEcuyer

    (1985) seala seis etapas, caracterizadas mediante descriptores muy generales y forma-

    les, que aluden a jalones del desarrollo real del autoconcepto: emergencia, asercin, ex-pansin, diferenciacin, madurez y longevidad.

    Hay otros modelos de desarrollo. El ms conocido y popular se debe a Erikson

    (1968/1980), quien por otra parte hizo los primeros anlisis y descripciones de la identi-

    dad personal a lo largo del ciclo vital y, en particular, en el momento de la adolescencia.

    sta, para Erikson, constituye el estadio clave y tambin crtico de formacin de la iden-

    tidad. Es verdad que tanto antes como despus de la adolescencia hay etapas evolutivas

    diferenciadoras, cada una a su modo, de la identidad personal. Pero, aunque no empieza

    ni culmina en la adolescencia, es en ella donde el proceso, segn Erikson, alcanza ese

    punto de sazn que permite vivir en sociedad como mujer o varn psicosocialmente sa-

    no o maduro.

    Componentes y estadios de la identidad

    Identidad es, en Erikson, diferenciacin personal inconfundible; es definicin o,

    mejor, autodefinicin de la persona ante otras personas, ante la sociedad, la realidad y

    los valores; y es, en fin, autenticidad, correspondencia de lo efectivamente desarrollado

    con lo germinalmente presagiado en el plan epigentico constitutivo del individuo. Cuatro

    elementos o niveles distingue Erikson en la identidad: a) sentimiento consciente de laidentidad individual; b) el esfuerzo inconsciente por la continuidad del carcter personal;

    c) la sntesis del yo y sus correspondientes actos; d) la interior solidaridad con la identi-

    dad e ideales del grupo.

    Aunque la identidad personal engloba todos esos componentes, seguramente el

    * En Eduardo Mart y Javier Onrubia (coords.), Psicologa del desarrollo: el mundo del adolescente, Barcelona,

    ICE/Horsori (Cuadernos de formacin del profesorado. Educacin secundaria, 8), pp. 88-94.

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    elemento nuclear es la imagen psicolgica que el individuo tiene de s mismo: la auto-

    conciencia de la propia identidad, la cual es de naturaleza psicosocial e incluye elementos

    cognitivos. El individuo se juzga a s mismo a la luz de cmo advierte que le juzgan los

    dems, en comparacin con otras personas y en el marco de los modelos culturales y ba-

    remos valorativos dominantes. Ese juicio, en su mayor parte, permanece implcito, y no

    forzosamente es de naturaleza consciente y, en todo caso, da lugar a una conciencia o al

    menos un sentimiento de identidad caracterstico en el adolescente, con intensa colora-

    cin afectiva, nunca neutral, sino de signo positivo o negativo, en la tristeza o bien la

    exaltacin.

    La adolescencia es el momento evolutivo de la bsqueda y la consecucin si va

    bien todo de la identidad del individuo. El lugar que en la vida ocupa ese momento

    puede verse en el recuadro adjunto que recoge los grandes estadios, segn Erikson, del

    desarrollo de la identidad, un desarrollo en el que la edad adolescente constituye un pun-

    to crucial de inflexin. En el cuadro 3, se recogen estos estadios.

    Cuadro 3. Estadios de identidad segn Erikson.

    1. Lactancia: confianza (y reconocimiento frente a desconfianza. Yo soy lo que es-

    pero recibir y dar.

    2. Infancia temprana: autonoma frente a vergenza (y duda). Yo soy lo que puedo

    querer.

    3. De 3 a 6 aos: iniciativa (y anticipacin de roles) frente a sentimiento de culpa.

    Yo soy lo que me puedo imaginar que ser.

    4. Edad escolar: laboriosidad (e identificacin con la tarea) frente a inferioridad. Yo

    soy lo que puedo aprender para realizar.5. Adolescencia: identidad propiamente tal frente a confusin de identidad. Yo soy

    lo que decido y me propongo ser.

    6. Primer periodo adulto: relacin ntima frente a aislamiento. Yo soy lo (los) que

    amo.

    7. Segundo periodo adulto: generatividad frente a estancamiento. Yo soy lo que he

    sido capaz de engendrar, de crear.

    8. Madurez plena y vejez: integridad (y sentido) frente a desesperanza. Yo soy

    aquello que sobrevive en mi.

    Considera este autor que cada estadio resulta de la resolucin de una crisis de

    identidad y formula el logro tpico de los estadios bajo la forma de anttesis que contras-

    tan con los posibles fracasos correspondientes. El cuadro presenta los distintos estadios

    de la identidad segn con los temas propios de cada uno de ellos y sus respectivas crisis,

    las consiguientes salidas ya en logro ya en fracaso, y las autodefiniciones yo soy

    propias de una progresin vital de madurez lograda en cada estadio.

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    En la adolescencia, segn este modelo, convergen los resultados de todas las iden-

    tificaciones en el sentido psicoanaltico del trmino producidas en la pasada historia

    del individuo. Pero estas identificaciones son, a juicio de Erikson, de muy limitada utilidad

    funcional. La identidad es algo ms que la mera suma de ellas o la consecuencia mecni-

    ca de su acumulacin. Es propiamente su integracin, su organizacin en una unidad

    personal capaz de funcionar en sociedad.

    Tal integracin no es fcil, igual que no lo es la adaptacin a su nuevo rol; y en-

    tiende Erikson, por eso, que el adolescente necesita tomarse tiempo: necesita lo que l

    llama una moratoria, un aplazamiento para poder llegar a integrar los elementos de

    identificacin y de identidad atribuidos por otros y adquiridos por l mismo en fases ante-

    riores de su desarrollo y experiencia. El hecho, de naturaleza sociocultural, del aplaza-

    miento de la entrada en el rol de adulto, trae consigo la consecuencia, esa otra de natu-

    raleza conductual y psicolgica, de un retraso en la maduracin del yo adolescente, y

    tambin puede contribuir a determinar desajustes, inadaptaciones y conductas asociales.

    Crisis de identidad

    Todas las etapas de la vida pueden conocer crisis de identidad. Las crisis, a su vez,

    se entienden en el marco ms general de circunstancias de estrs. Situaciones estresan-

    tes son las que llaman al afrontamiento, a algn gnero de accin bajo circunstancias en

    las cuales el sujeto carece de medios suficientes habilidades, hbitos, recursos para

    atenderlas. Las crisis de la vida constituyen una variedad vital y existencial del estrs

    durante un tiempo relativamente largo. Corresponden a acontecimientos, sea de ciclo vi-

    tal o estrictamente biogrficos, por que su naturaleza misma generan una situacin per-

    manente, irreversible o apenas reversible; que cambian drsticamente el entorno de una

    persona y, con ello, su existencia de la vida; que constituyen o pueden constituir ruptu-

    ras en el crecimiento biosocial o bien en el ajuste a condiciones nuevas. Es el caso, desde

    luego, de la pubertad, en cuanto estresor vital de cierta duracin, que suele conllevar

    una crisis de ese gnero.

    Las caractersticas especficas de la crisis adolescente se asocian a factores varios:

    a) al inicio abrupto de los cambios puberales; b) a la prolongacin de la duracin de la

    adolescencia; c) a la falta de sincronizacin en los varios procesos de desarrollo, unos

    ms precoces, otros rezagados, unos ms constantes (los fisiolgicos), otros ms varia-bles (intelectuales, morales, afectivos, sociales); d) a las presiones de la sociedad para

    que el adolescente se esfuerce por adquirir la madurez, la posicin y la responsabilidad

    de adulto, mientras, por otro lado, a esos esfuerzos no les proporciona medios de efecti-

    vo logro; e) a la naturaleza poco realista de las expectativas forjadas en la fase preado-

    lescente. Todo ello contribuye a favorecer la intensificacin de un estrs transicional tpi-

    co de la adolescencia, sobre todo en sus primeros aos y as mismo a un fuerte desplie-

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    gue de inestabilidad o reactividad emocional, irritabilidad y frecuentes cambios del

    humor.

    La crisis de identidad en jvenes y adolescentes es como otras crisis evoluti-

    vamente necesaria, pero no siempre o necesariamente dramtica. El problema y el con-

    flicto intergeneracional (jvenes frente a adultos) forma parte integrante del proceso de

    gnesis de identidad en cada nueva generacin de adolescentes. Pero la crisis adolescen-

    te suele estar hoy en da ahondada y transida por la crisis de identidad en la sociedad, en

    la cultura: por la fragmentacin en los valores y por el veloz ritmo del cambio social.

    Para cada estadio, para cada logro en un determinado periodo evolutivo, seala

    Erikson el correspondiente malogro o fracaso. El malogro, extraamiento o alienacin de

    la identidad en la adolescencia, se hace presente en la confusin o, menos grave, en la

    difusin de la identidad. El estado de confusin consistira en una paralizacin regresiva

    producida cuando el adolescente se halla expuesto a un conjunto de demandas y exigen-

    cias que no se siente capaz de atender a la vez: de intimidad sexual y fsica, de eleccin

    profesional, de hacerse un lugar en la sociedad, de autodefinicin personal y social. En elcaso ms extremo, el adolescente puede llegar a elegir una identidad negativa, basada

    en todas aquellas identificaciones que en previos estadios crticos del desarrollo se le

    presentaron como ms peligrosas e indeseables y, sin embargo, posibles. Por su parte, la

    difusin de la identidad pertenece a la psicopatologa de la vida cotidiana del adolescente

    comn. Se manifiesta en una merma de la laboriosidad, de la capacidad de trabajo y

    concentracin, a veces en forma de dedicacin exclusiva a una sola actividad, como un

    deporte, la lectura o la msica, y en el sentimiento de una gran urgencia unida a cierta

    prdida de la nocin del tiempo como dimensin de la vida.

    En la misma lnea de Erikson, otros autores han profundizado y pormenorizado en

    sus anlisis. As, Loevinger (1976) ha elaborado e investigado el concepto de los esta-

    tus de identidad, concepto en el que rene tanto el logro de la identidad cuanto sus di-

    versas formas de fracaso o aplazamiento. Cuatro seran los estatus de identidad carac-

    tersticos de la adolescencia; a los de moratorio, difusin y logro de la identidad, seala-

    dos por Erikson, aade Loevinger el de hipoteca en los trminos resumidos en el Cua-

    dro 4.

    Cuadro 4. Estatus de identidad en la adolescencia

    El adolescente puede hallarse, segn Loevinger, en alguna de estas situaciones.

    1. El logro y realizacin: estatus de quienes, tras un periodo de crisis y de opcin,

    se han encaminado a metas vocacionales e ideolgicas bien definidas;

    2. de moratoria, estado propio de los que se hallan atrapados en plena crisis de

    identidad, en debate con cuestiones ideolgicas y/o de qu hacer en la vida, con

    un vago compromiso personal;

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    3. de difusin de personalidad, tpica de los adolescentes y jvenes que, habiendo o

    no pasado por una experiencia o periodo de toma de decisiones, siguen indecisos

    sin situarse en una direccin vocacional e ideolgica;

    4. de hipoteca (foreclosure), estatus de identidad de aquellos individuos ya com-

    prometidos en posiciones ideolgicas y profesionales, pero impuestas o elegidas

    por los padres, ms bien que adoptadas por propia decisin.

    El caso es que, de hecho, la edad adolescente no siempre culmina en la adquisi-

    cin de la identidad personal y de la independencia social. Circunstancias externas, como

    el aplazamiento cada vez ms dilatado del acceso a la posicin de adulto en forma de un

    puesto estable de trabajo, y circunstancias personales en la historia de la propia identi-

    dad (moratoria, difusin de identidad) pueden alargar considerablemente, mucho ms

    all de los aos de maduracin fisiolgica, la ambivalente situacin de independen-

    cia/dependencia que caracteriza a la adolescencia psicosocial. Hay adultos que, psicoso-

    cialmente, siguen siendo perpetuos adolescentes.

    Del autoconcepto al proyecto

    Un elemento vertebrador de la identidad personal es el autoconcepto o, mejor, el

    autoconocimiento, que inevitablemente conlleva connotaciones valorativas: de autoesti-

    ma. A autoconcepto y autoestima ha solido atribuirse un papel determinante en muchos

    otros aspectos de la vida del adolescente, incluido el rendimiento acadmico. No es segu-

    ro que realmente sean determinantes, pero s, desde luego, son concomitantes y estn

    entre los indicadores ms sensibles del modo en que los adolescentes van construyendo

    su identidad personal. Cmo se siente, cmo piensa acerca de s mismo, cmo se valora,son factores decisivos, al menos como ndices de una situacin que no se agota con el

    asunto del autoconcepto.

    En todo caso, el adolescente tiene gran necesidad de reconocimiento por parte de

    otros, necesita ver reconocida y aceptada su identidad por las personas adultos o com-

    paeros que son significativas para l. Sin tal reconocimiento y aceptacin (necesarios,

    aunque no suficientes) no puede alcanzar un buen concepto de s mismo, una positiva

    autoestima. Necesita adems, por otra parte, llegar a conocerse a s mismo y organizar

    su experiencia pasada y presente en un relato coherente de su propia vida. El desarrollo

    de la identidad personal se vincula de manera estrecha con la propia historia pasada. Es

    en la adolescencia cuando el ser humano comienza propiamente a tener historia, es de-

    cir, a trazarla para su propio uso personal en forma de memoria biogrfica, de interpre-

    tacin de las pasadas experiencias y aprovechamiento de ellas para encarar los desafos

    del presente y las perspectivas del futuro. El nio posee recuerdos, pero todava no or-

    ganizados en un relato personal, en memoria autobiogrfica, en una reconstruccin de su

    propia historia. Es en la adolescencia cuando se comienza a tejer el propio relato de su

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    vida y en que ese relato empieza a formar parte de la personal identidad de cada uno.

    Ahora bien, la identidad personal se define no slo y no tanto por lo que uno es y

    ha sido, o por lo que hace y ha hecho; no menos se define por lo que uno proyecta ser y

    hacer. La elaboracin de la memoria autobiogrfica ha de ir y suele ir acompaada del

    proyecto de un futuro satisfactorio. En la adolescencia, comienza a hacerse patente y

    consciente la multiplicidad de proyectos de vida que cabe emprender, una variedad que

    puede incluso analizarse como pluralidad de yoes dentro de la persona. El adolescente

    ha de aprender a manejar esa multiplicidad interna suya, a manejarse dentro de ella pa-

    ra fraguar una identidad, que slo ser adaptativa si permanece flexible y, hasta cierto

    punto, mltiple. En el laberinto de tal multiplicidad de lo posible, en la edad adolescente

    empieza a hacerse sentir la difcil exigencia: no se adquiere una identidad personal sin

    laborioso proceso de toma de decisiones, de un optar que es adoptar a la vez que excluir

    y descartar.

    El acto de optar por algo deriva y resulta de un preciso proceso de decisin en el

    que intervienen elementos de distinta naturaleza: cognitivos, afectivos, valorativos, demotivacin. Decisiones y opciones las hay, por otra parte, de muy diferente naturaleza e

    importancia. Las decisiones ms importantes y significativas, las opciones verdadera-

    mente decisivas, tal como empiezan a presentarse en la adolescencia, son aquellas que

    le competen al propio sujeto; son tambin las ms difciles, porque uno mismo est me-

    tido de lleno en los distintos extremos de la alternativa y, porque, por lo general, hay

    que decidirse en medio de la incertidumbre.

    Entre las decisiones a las que el adolescente se enfrenta est la de elegir una ca-

    rrera, un lugar social, un camino en la vida, un rol relacionado con el tipo de profesin o

    de trabajo, algo que definir mucho su papel en la sociedad. En muchos casos es tam-

    bin el momento de elegir una pareja sentimental, no quiz para toda la vida, pero s al

    menos para la etapa juvenil. Hay otras decisiones de estilo de vida, de adhesiones a va-

    lores, que a menudo se adoptan en la adolescencia sin mucha reflexin, casi sin concien-

    cia de ello. Un elemento esencial de la educacin de adolescentes est en fomentar y

    orientar esa conciencia y, junto a eso, y sobre todo, favorecer la aparicin de lo que cabe

    llamar madurez decisional, capacidad de tomar decisiones maduras relativas a uno

    mismo, y hacerlo en las condiciones en que los humanos nos vemos confrontados a

    adoptarlas: en circunstancias de informacin incompleta, con mal calibrado de las proba-bilidad y de las consecuencia en juego, en condiciones, en suma, de riesgo e incertidum-

    bre. La orientacin profesional o vocacional que los adolescentes necesitan requiere en

    ellos esa madurez para el proceso de toma de decisiones. La misma madurez vocacional

    la capacidad de autodefinirse para un proyecto de vida en sociedad forma parte de la

    madurez personal, de la capacidad de autodeterminacin, a la que la educacin en estos

    aos ha de contribuir.

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    La vida humana se decide, en mayor o menor medida, en lo que la persona misma

    en algunos momentos decide. Verdad es, lo que al ser humano le sucede viene en mxi-

    ma medida dado, determinado, por factores extraos a l: por un conjunto de circuns-

    tancias histrico-sociales que son la sustancia real del destino. Pero, cualquiera que sea

    la extensin de lo que est en su mano, ser capaz de tomar decisiones acerca de uno

    mismo, de la propia vida, del propio futuro, es el reducto ms firme de lo que llamamos

    libertad o autonoma; y es por eso, sin duda, la ms necesaria de las capacidades.

    Haber aprendido a decidir es el mejor de los aprendizajes. Por eso, la madurez para de-

    cidir es uno de los elementos integrantes, quiz el central, de la madurez personal, que

    conviene alcanzar con la adolescencia.

    En la edad de la infancia no se toman propiamente decisiones. El nio elige a ve-

    ces, es verdad, pero su eleccin, por lo comn, es de muy escaso alcance y de poca rele-

    vancia para el propio futuro. La vida del nio est demasiado en manos de los padres y

    de los adultos como para que sus propias opciones y acciones contribuyan a orientar mu-

    cho su rumbo actual o futuro. Es muy distinto en la adolescencia. Aunque todava depen-diente de los adultos, el adolescente adopta decisiones, meditadas o irreflexivas, que

    contribuyen a marcar mucho el rumbo de su vida. Para estos procesos de decisin nece-

    sita el adolescente un conocimiento de s mismo y de la realidad, de las posibilidades y

    los lmites que el contexto le ofrece, de sus propios lmites y posibilidades, as como de

    sus intereses, preferencias y valores.

    Con la adolescencia se empieza a tener conocimiento de cmo es uno mismo, a in-

    tegrar los intereses, capacidades y valores propios, no slo en planes de accin a corto

    plazo, sino en un proyecto de vida de ms largo alcance. Un adolescente o joven est

    decisional y vocacionalmente maduro cuando sabe lo que quiere y lo que puede hacer en

    la vida, cuando se siente y est capacitado para desarrollar el proceso de decidirse a em-

    prender un determinado camino vocacional, sentimental y vital, que tampoco tiene por

    qu estar perfilado al mximo, pero s, al menos, esbozado, presagiado y buscado de

    manera flexible, en tanteo y ensayo, en disposicin a cambio y rectificaciones de la direc-

    cin.

    Bajo este punto de vista en la adolescencia la identidad personal aparece como

    tarea por delante, como proyecto de algo que est por construir y que hay que cons-

    truir. La construccin de la personalidad, de la identidad, que viene gestndose desde lainfancia, ha de adquirir ahora un perfil no definitivo, pero s maduro. Eso no se hace por

    magia, ni tampoco es tarea de una hora. Eso lleva tiempo y no slo tiempo; eso se lleva

    a cabo gracias a experiencias favorecedoras de la madurez, del proceso del hacerse, del

    devenir adulto. Y algunas de esas experiencias pueden y deben ser proporcionadas desde

    la educacin formal. En los aos adolescentes, la educacin no la mera instruccin, si-

    no la educacin integral de la persona, bajo un prisma ahora que es tutora y orientacin

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    educativa ha de consistir en gran medida en asistencia y apoyo a la laboriosa construc-

    cin de la identidad personal que los adolescentes tienen delante de s como tarea.