Identidad nacional

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Revista de la Facultad 14, 2008 77 Revista de la Facultad 14, 2008 77-94 Identidad e identidad nacional Ángel Cerutti Cecilia González* [email protected] Resumen En el marco del proyecto de investigación "Persistencia de la identidad cultural chilena en el territo- rio del Neuquén 1884-1930" los autores realizan un abor- daje del concepto de identidad y una tipología de identi- dades, poniendo énfasis en las discusiones teóricas acer- ca de la identidad nacional. territorio – identidad – tipologia * Ángel Cerruti es doctor en Comunicación y Cultura. Profesor titular de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Comahue. Director del Proyecto de investigación "Persistencia de la identidad cultural chilena en el Territorio del Neuquén, 1884 - 1930" D-053. Cecilia González es profesora en Historia. Investigadora externa del proyecto de investigación "Persistencia de la identidad cul- tural chilena en el Territorio del Neuquén, 1884 -1930" D-053; Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

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Revista de la Facultad 14, 2008 77-94

IIddeennttiiddaadd ee iiddeennttiiddaadd nnaacciioonnaall

Ángel CeruttiCecilia González*[email protected]

Resumen

En el marco del proyecto de investigación"Persistencia de la identidad cultural chilena en el territo-rio del Neuquén 1884-1930" los autores realizan un abor-daje del concepto de identidad y una tipología de identi-dades, poniendo énfasis en las discusiones teóricas acer-ca de la identidad nacional.

territorio – identidad – tipologia

* Ángel Cerruti es doctor en

Comunicación y Cultura.

Profesor titular de la Facultad de

Derecho y Ciencias Sociales,

Universidad Nacional del

Comahue. Director del Proyecto

de investigación "Persistencia de

la identidad cultural chilena en el

Territorio del Neuquén, 1884 -

1930" D-053.

Cecilia González es profesora en

Historia. Investigadora externa

del proyecto de investigación

"Persistencia de la identidad cul-

tural chilena en el Territorio del

Neuquén, 1884 -1930" D-053;

Facultad de Derecho y Ciencias

Sociales.

Identity and national identity

Within the framework of the investigation project

“Persistence of the Chilean cultural identity in the territory

of Neuquén 1884-1930” the authors realise a boarding of

the identity concept and a typology of identities, putting

emphasis in the theoretical discussions about the national

identity.

territory – identity – typology

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Identidad e identidad nacional

Repaso al concepto de identidad

Anthony Smith en su libro La identidad nacional,cita la tragedia de Sófocles Edipo rey, y respecto a lasucesión de acontecimientos plantea: "la historia deEdipo subraya claramente el problema de la identidad, yaque desvela cómo el yo está constituido por múltiplesidentidades y roles: familiares, territoriales, de clase, reli-giosos, étnicos y sexuales. También pone de manifiestocómo estas identidades se basan en clasificaciones socia-les que pueden ser modificadas o incluso abolidas".(Smith, 1997: 3)

Es importante y esclarecedora esta referencia, entanto el concepto mismo de identidad es un problema yaque abarca una gama muy extensa de construcciones queno se agota en la diferenciación individual /colectivo, yaque el espectro se amplía cuando se puede hablar deidentidad de género, etaria, política, étnica, de clase... Eltérmino identidad se traslada al uso de las ciencias socia-les en épocas recientes. La problemática identitaria en lasciencias sociales se da a partir de la influencia del psicoa-nálisis, fundamentalmente desde la década del sesenta.

Todos los sujetos tienen identidad, en tanto se dife-rencian de otros individuos; la identidad hace referencia ados caras de una moneda implica inclusión y exclusión; esinclusión en tanto permite definir un "yo" respecto aotros, pero esta operación no es posible sin exclusión: "yosoy, el mismo que mis congéneres y progenitores, siendoal mismo tiempo otro que ellos, porque tengo mi origina-lidad particular y soy irreemplazablemente yo mismo".(Morín, 1980: 271)

Si bien la identidad se estudia encarnada en indivi-duos concretos, no es posible la construcción de unaidentidad individual fuera de una identidad social, cual-quiera sea el carácter que ésta revista –de clase, étnica,nacional, de género, etc.–, ya que los individuos se inser-tan en un entramado social ya construido; se puede afir-mar que lo individual y social son parte de un mismo

fenómeno "situado en diferentes niveles de realización: elnivel individual en el cual la identidad personal es objetode investigación de los psicólogos, y el nivel colectivo,plano en el que la identidad social se identifica y realiza".(Cardoso de Oliveira: 1992, 21-22)

La identidad se construye en contacto con otros, entanto la diferenciación respecto a esos otros es su esen-cia: "En la medida en que el individuo no puede concebir-se sin el medio, requiere de los otros para conformar suidentidad. Por tanto, podemos proponer que la identidadsólo cobra existencia y se verifica a través de la interac-ción: es el ámbito relacional, en el inter-reconocimientodonde las distintas identidades personales que vienendelineadas por una determinada estructura social se 'con-sensúan'". (Piqueras, 1997: 271)

En términos generales se puede definir la identidadcolectiva como un estado de conciencia, el sentimientomás o menos explícito de pertenecer a un grupo o cate-goría de personas, o formar parte de una comunidad. Talsentimiento de pertenencia o comunión emerge de unacierta unidad de intereses o condiciones y se afianza enun movimiento reflexivo del yo al otro, al contraponerseun nosotros frente a un ellos. La identidad es una realidadactiva en continua transformación. Sus formas y conteni-dos culturales son variables a lo largo del tiempo e inter-cambiables.

Al estudiar la identidad se han dado abordajesdesde lo objetivo, esto es, la enumeración de rasgos quediferencian a un grupo de otros como el lenguaje, la reli-gión, etc., o abordajes puramente subjetivos, o sea, elénfasis en el sentimiento de pertenencia que liga a estegrupo y lo diferencia de otros. Al proponer un enfoquedesde un nivel relacional se intenta superar esta dicoto-mía entre lo subjetivo y lo objetivo, ya que la identidad noimplica solamente los rasgos objetivos, sino una seleccióny particular combinación de elementos que los miembrosde un grupo consideran determinante, sumada a la iden-tidad adjudicada por los otros conjuntos sociales, en pala-bras de un destacado especialista en sociología de la cul-tura: "la identidad es siempre un compromiso, una nego-

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ciación –podría decirse– entre una autoidentidad definidapor sí misma y una heteroidentidad o una exoidentidaddefinida por los otros". (Cuché, 1999: 112)

Otro aspecto importante a tener en cuenta, defi-niendo la identidad en términos de relaciones sociales esla permanencia o no de los rasgos identitarios.Evidentemente para que un grupo siga considerándoseparticular y sea considerado de la misma manera porotros, hay rasgos que permanecen, pero las identidades serecrean permanentemente y, en un determinado contextohistórico, algunos aspectos tendrán más importancia queotros al mismo tiempo que pueden recrearse como aspec-tos determinantes de una identidad, valores que hasta esemomento no habían sido tenidos en cuenta.

Evidentemente todo grupo social que aspira a serconsiderado como tal presume de la antigüedad y per-manencia de sus rasgos identitarios; pero esto no impideque puedan llevar a cabo un juego de identidades, queobviamente hace referencia a un cierto grado de flexibili-dad identitaria. Este grado de flexibilidad puede versereflejado cuando se niega una determinada identidadpara evitar el prejuicio y la discriminación, cuando ungrupo expresa una demanda, o cuando los individuosnecesitan sentirse incluidos dentro de una sociedadmayoritaria. Por ejemplo, en el caso de la Norpatagoniaargentina, donde existe una importante migración chile-na, los contactos interétnicos entre éstos y la sociedadnacional hacen que el migrante trasandino, especialmen-te aquellos que están radicados desde hace varios años,en determinados contextos nieguen su identidad chilena:"El prejuicio es internalizado por los grupos objeto deestigmatización, entonces las personas que se encuentranvinculadas a este grupo, buscan separarse –"yo nací enChile, pero me siento argentina"; "mi papá es chileno,pero hace mucho que vive acá y, ya somos argentinos";"nosotros no participamos de las fiestas (patrias chilenas)porque somos argentinos" (Cerutti, González, 2006: 37)–,y este mismo conjunto social cuando cruza la cordilleraretoma su identidad originaria, vuelve a sentirse chileno ya comportarse como tal.

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En el caso de un grupo que se auto define con unaidentidad particular, y busca expresar una demanda a lasociedad global, se puede dar un juego de identidad ten-diente a homologarse en algunos aspectos con otros gru-pos, por ejemplo "los mexicanos norteamericanos –chica-nos–, cubanos norteamericanos y puertorriqueños pue-den movilizarse para la promoción de cuestiones hispanasde carácter general (por ejemplo en oposición a las leyes'sólo inglés'), pero actuar como tres grupos de interésseparado en otro contexto" (Kottak, 1996: 61). Este juegode identidades no es otra cosa que la negociación situa-cional de la identidad social.

Cultura e identidad

De acuerdo a lo planteado anteriormente la identi-dad y la cultura, son constitutivas de los sujetos y/ o gru-pos sociales; por otra parte, en tanto conceptos, brindanmarcos de referencia a grupos e individuos, ya sea en elcontexto de las ciencias sociales –para su estudio– o en elámbito cotidiano de las relaciones sociales.

Ambos conceptos presentan la misma paradoja, yaque plantean la tensión entre lo universal y lo particular:podría decirse que existe una cultura y una identidad conmayúscula, es decir que ambas son atributos del génerohumano, y también existen culturas e identidades conminúsculas, es decir aquellas que hacen referencia a cul-turas e identidades particulares. "Esta coincidencia decategorías que, comprendidas como universales, sólopueden ser aprehendidas bajo la forma de la particulari-dad, proviene del hecho de que la identidad es una formade expresión de la cultura". (Gorosito Kramer, 1997: 102)

En ese mismo texto, Gorosito Kramer destaca quela identidad es la cultura internalizada, y como tal es fun-damental en la reproducción cultural. Sin dejar de señalarla importancia de lo planteado anteriormente, es impor-tante destacar que la reproducción cultural no sólo se ali-menta de datos culturales asumidos concientemente,sino de aquellos otros que no lo son.

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Por tanto, si bien cultura e identidad se encuentranevidentemente vinculadas, ambos conceptos no puedenser confundidos ya que no todos los rasgos culturales sonasumidos concientemente y la identidad, para ser tal,necesita que un individuo/ grupo asuma de manera con-ciente, como distintivos, algunos rasgos culturales; o sealo que las diferencia es el grado de conciencia que unindividuo/ grupo tiene de su cultura, y su intención deque estos rasgos permanezcan como sus aspectos distin-tivos.

Múltiples dimensiones de la identidad

Tanto los individuos como los grupos sociales tie-nen posibilidades de asumir diferentes identidades, comose planteó con anterioridad al hacer referencia al juego deidentidades. Cada individuo o grupo prioriza una deter-minada dimensión de su identidad en determinados con-textos. Por ejemplo una persona puede definirse sinmayores conflictos por su género –soy hombre o mujer–,por una pertenencia étnica –soy del pueblo mapuche–,por una pertenencia nacional –soy argentina/o ochilena/o– , por su pertenencia de clase –pertenezco alsector trabajador o la clase propietaria– Y de hecho losindividuos no necesitan habitualmente estar refiriéndosea su identidad, a menos que la conflictividad social deter-mine enfrentamientos –de todo tipo– entre una identidaddominante y una identidad a la que se quiere reprimir, oque encontrándose reprimida intenta colocarse en unplano de igualdad con respecto a otras. Otra posibilidadde conflicto muy recurrente es cuando personas ponen enjuego la misma dimensión de la identidad con dos refe-rentes opuestos por ejemplo cuando se pretende asumiruna doble identidad nacional, ya que ésta es excluyentepor definición (no se puede ser argentino y paraguayo almismo tiempo) sin que esa contradicción sea socialmenteseñalada.; se tiene una u otra identidad.

Si bien el propósito del trabajo es analizar eso quese llama identidad nacional no podemos soslayar lasmúltiples identidades antes mencionadas, que requieren

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aunque más no sea un trato conciso. Y eso es lo que sepretende.

GéneroUna de las identidades que aparece como primaria

en la definición de una persona es la identidad de géne-ro; pero aún esta identidad no puede ser aprehendida sindificultades, ya que el género es una categoría construidasocialmente que no puede ser reducida a las diferenciasbiológicas o anatómicas entre los sexos, y se refiere a unaconstrucción vinculada a las expectativas que una socie-dad mantiene sobre los roles que deben ser desempeña-dos por hombres y mujeres, elaborada sobre la base de ladiferencia sexual. En este sentido el sexo haría referenciaa lo biológico específicamente y el género a la construc-ción cultural que cada sociedad elabora, en cada momen-to histórico, sobre lo que significa ser hombre o mujer: "la naturaleza biológica de hombres y mujeres –debería servista– no como un estrecho recinto limitador del organis-mo humano, sino, más bien, como una amplia base sobrela que puede construirse toda una variedad de estructu-ras". (Friedl, 1975: 6)

El género, como categoría social, ha sido construi-do por el feminismo, y desde la antropología existe unarama específica la antropología feminista, que surgió afines de los sesenta y principios de los setenta, y "empleacomo premisa principal la idea de que el estudio de lospapeles, creencias y prácticas de las mujeres en la socie-dad es esencial para comprender tanto los detalles comolas potencialidades de la vida social humana". (Povinelli,2000: 46)

Las diferencias de género, no provocan una ads-cripción que pueda considerarse absoluta, ya que debenser analizadas en el marco de otras relaciones sociales: deetnia, de clase, etc. Teniendo en cuenta que es una cons-trucción sociocultural, por supuesto no cosificada, laidentidad de género evidentemente constituye un aspec-to central en la conformación de la persona, tal como loaseveran distintos estudios de los últimos tiempos.

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EtniaEl concepto de etnia tradicionalmente se ha referi-

do al estudio de grupos llamados primitivos, incorporan-do en sus orígenes la idea de raza, lengua y cultura; esteconcepto se ha ido modificando en su uso, perdiendo ensu recorrido el componente racial, que le daba un carác-ter peyorativo. Incluso aún sin su referencia a la raza perohaciendo hincapié en elementos objetivos –como se acla-ró anteriormente al referir el concepto de identidad– pre-tender definir a la etnia por tales elementos no sirve,según Barth para "comprender el fenómeno de los gruposétnicos y su lugar en las sociedades y culturas huma-nas"(...) "ya que nos induce a imaginar a cada grupo étni-co desarrollando su forma social y cultural en relativo ais-lamiento" (Barth, 1976:12) Pero como la realidad nosmuestra que las distintas etnias se relacionan entre sí y, enestas relaciones interétnicas, los conjuntos sociales que laconforman establecen diálogos comunicacionales parallegar a ciertos acuerdos que permitan la convivencia, yque pueden de alguna manera hacen disminuir sus dife-rencias, "éstas persisten como identificación étnica"(Barth, 1976: 18). Estos son los límites que configuran lasdistintas etnicidades de los grupos que en definitiva esta-blecen la vieja relación nosotros y los otros.

Lo que es innegable es que el estudio de los gruposétnicos ha tenido un carácter eurocéntrico, y esa conno-tación no siempre se ha dejado de lado; evidentemente separtió para el estudio de los grupos étnicos de la realidadde los estados nacionales occidentales, lo cual le imprimesu carácter de referencia a grupos que no han conforma-do estados, ya que si una etnia logra la materializacióncomo estado nacional, se la estudia específicamentecomo nación. No todos los grupos tienen la misma capa-cidad para identificarse y, de hecho, la identificaciónsupone una cierta capacidad de clasificación –pertenezcoa tal o cual grupo–; esta capacidad para clasificar se vin-cula específicamente con las situaciones de poder, lascuales llevan a la "etnización" de los grupos dominados;en este sentido el concepto de etnia se encuentra vincu-lado a grupos sociales que han sido clasificados por otros;

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la frontera de los grupos que se autodefinen y son defini-dos, se juega en un plano de representaciones sociales enuna estructura social de dominación. (Bordieu, 1982)

Actualmente este concepto "es utilizado enAntropología para denominar la mayor unidad tradicionalde conciencia de grupo, en sentido de encuentro entre lobiológico(en términos de reproducción y auto perpetua-ción del grupo), lo social y lo cultural: constituye así ungrupo sociocultural que se diferencia de otros por com-partir una determinada cosmogonía, un sistema de valo-res, una relativa unidad territorial, una tradición mítica ohistórica" (Di Tella, 2004: 253) Este concepto de etnia vin-cula la existencia de un grupo étnico a la conciencia de suidentidad, o sea a su identidad como tal. Para que elgrupo étnico se perpetúe es imprescindible esta concien-cia, que se construye por oposición a otros grupos étni-cos, y/o a un estado nacional; la identidad de la etnia seconstruye en el espacio relacional, ya que necesita el reco-nocimiento de los otros. Toda aseveración sobre el grupoétnico, positiva o negativa, aún existiendo políticas esta-tales tales como el genocidio o el etnocidio que no logrenasesinar a todos los miembros de un grupo (homicidiocolectivo) en el primer caso, o asimilar al conjunto en elsegundo, puede reforzar la conciencia étnica. La historiaha dado demasiados ejemplos de esta situación.

ClaseLa identidad de clase requiere para su análisis del

conocimiento de dos elementos teóricos fundamentales:clase social y conciencia de clase, ambos básicos dentrode la tradición marxista. La diferenciación habitual entreestos conceptos hace referencia a una definición objetivade la clase –el lugar que ocupa dentro de la estructuraproductiva– y a una subjetiva –el grado de concienciaalcanzado por una clase determinada y su organizaciónpara llevar adelante sus intereses objetivos frente a otraclase antagónica–.

Evidentemente la centralidad dentro del materia-lismo histórico del concepto de clase se encuentra vincu-lada a la importancia que ésta tiene para determinar las

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posibilidades de transformación social, y estas posibilida-des se vinculan con la conciencia de clase, ya que las con-diciones objetivas, si bien son determinantes, por sí solasno pueden generar un cambio revolucionario. Este hasido uno de los puntos centrales de discusión de la prác-tica política que se enmarca dentro del marxismo, ya quela conciencia de los individuos implica intencionalidad enlas acciones con el fin de luchar por determinados intere-ses; esto es muy diferente a la idea de cultura de clase, yaque ésta no reviste el carácter de conciente, porque sibien se encuentra enmarcado dentro de la estructura declase no siempre genera acciones políticas direccionadas.La conciencia de clase tiene entonces un carácter deintencionalidad, que como se apuntó con anterioridad,no tiene la cultura. En este sentido la conciencia de clasees tomada como identidad de clase. Sin embargo no todaconciencia de clase tiende a generar un cambio revolucio-nario, ya por ejemplo la lucha por mejores condicioneslaborales no implica la destrucción del sistema capitalista,pero es una acto conciente de los obreros, para mejorarlas condiciones de la clase.

La situación de clase, determina o debería hacerlo–para las versiones más dogmáticas del marxismo– o tieneun condicionamiento prioritario, –para posturas más rela-tivistas– en la conformación de la subjetividad del indivi-duo; este es otro de los aspectos que le otorgan centrali-dad a la clase dentro de esta corriente teórica. O sea quelos aspectos culturales, ideológicos, políticos, están subor-dinados en última instancia a la estructura económica.

Esta es una diferenciación importante con la consi-deración de clase de Weber, quien utiliza una conceptua-lización puramente económica: "(...)Forman parte de unaclase todos los que están colocados en una misma situa-ción de mercado, es decir que tienen las mismas posibili-dades objetivas de acceso a los bienes limitados, disponi-bles en el mercado. Los factores que influyen en la situa-ción de mercado, y por lo tanto de clase, son de natura-leza muy variada: sin embargo, también Weber, comoMarx reconoce que la de los propietarios goza de venta-jas particulares en la competencia por el acceso a los bien-

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es. Pero la propiedad no es la base de la división de lasociedad en clases sino únicamente una fuente frecuentede privilegios y discriminaciones en el mercado. De esteplanteamiento se derivan dos consecuencias: (1) que nose puede hablar de clase más que en las sociedades enque se han desarrollado formas de economía de mercado;(2) que las clases en cuanto tales son puros y simplesagregados sociales que no necesariamente dan origen ala formación de grupos sociales efectivos" (Cavalli, 1987:267-268). Para la concepción weberiana es posible unaidentidad basada en estos intereses comunes determina-dos por idéntica situación de mercado; pero esto noimplica que estas acciones –acción de masas o accióncomunitaria– tengan su correlato en identidades políticas,ideológicas o culturales.

Huelga decir que a los autores de este trabajo lesinteresa particularmente la cuestión de la identidad, y laextensión en la conceptualización de clase se vincula a laestrecha relación entre ambos conceptos. La clase sociales una condición prioritaria en la conformación de la sub-jetividad del individuo, y si bien esto no implica necesaria-mente la conformación de una identidad de clase, per-mea toda la estructura social; los individuos pueden notener conciencia de clase en un sentido prescriptivo, perotal sentido no implica que no tengan una impronta declase en la manifestación de otras identidades; de hechoaún planteando –como es el eje del presente trabajo– quela identidad nacional, ha sido la que se ha manifestadocon mayor intensidad y que ha otorgado a los grupos uneje de movilización y pertenencia con mayor permanenciaen el tiempo, esta misma identidad nacional se ha consti-tuido en una estructura de clases y en función de deter-minados intereses.

El tratamiento de este ítem posibilita introducir unatesis que ha resultado ser una de las más desafiantes ysugestivas, con respecto a la articulación clase social ycuestión nacional: "en la vida de producción (las clasessociales) ocupan diferentes situaciones; su lugar en lasrelaciones de producción no es igual. Las condicionestampoco pueden tener para (ellas) el mismo significado;

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la relación es diferente hacia el patrimonio nacional(...)No existen intereses nacionales abstractos y comunes atodas las clases sociales, cada clase tiene sus propios inte-reses nacionales, que son diferentes a los de las demásclases. El problema nacional y los movimientos nacionalesno se elevan por encima de las clases sociales, sino queson propios de una o de alguna de ellas". (Borojov , 1905:67)

Identidad nacionalLa identidad nacional, a diferencia de las antes

analizadas, no es una identidad de vieja data sino, por elcontrario, es algo nuevo, pero que ha conseguido insta-larse como identidad prioritaria en grandes contingenteshumanos. No es posible analizarla fuera del contexto delos estados-nación surgidos en el siglo XIX. Los estados-nación se configuran como elementos fundamentales deldesarrollo del capitalismo y de hecho han sido los garan-tes de regular las relaciones sociales que permitieron alas burguesías la obtención de ganancias; en este senti-do, merced a la expansión de las relaciones capitalistas seconfiguró un mundo de estados nacionales. Los estadosse configuran como una materialización de relacionessociales, pero no toda estructura social hace posible elsurgimiento del estado moderno, evidentemente siem-pre se hace referencia a un estado capitalista, el cualdebe generar las condiciones propicias para la expansiónde estas relaciones: creación de un mercado interno,relaciones salariales, libre circulación de capitales, etc.;pero todo esto no puede ser generado y sostenido, sinoa partir de límites territoriales precisos, y un consensodentro de esos límites que involucre a toda la población;aquí es donde se convierte en un elemento imprescindi-ble la identidad nacional; "con la edificación de los esta-dos nacionales modernos, la identidad se volvió un asun-to de estado. El estado se convirtió en el gerente de laidentidad para lo cual se instauran reglamentos y contro-les. En la lógica del modelo del estado-nación está sermás o menos rígido en materia de identidad".(Cuché,1999: 115)

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Todos los estados procuran generar una identidadúnica, que se constituya en la referencia cultural dentrode un territorio delimitado, más allá de que puedan tole-rar ciertas especificaciones identitarias tales como lascomunales, regionales, o la de pueblos originarios, siem-pre y cuando no pongan en peligro la identidad principal,es decir la identidad nacional. Cuando esta identidad espuesta en entredicho el estado-nación tiene dos caminospara "resolver" el problema de las identidades díscolas: olas integra o las suprime.

Hasta tal punto el estado es garante de la identidadque cada individuo pertenece a algún estado, que entodos los casos documenta a sus pobladores cada vez conmás precisión –ya sean nativos y/o extranjeros– , contro-lando ingresos y egresos, y sometiendo a su dominio atodo individuo que esté dentro de su jurisdicción; en estesentido es "una organización compulsiva" (Parekh, 2000:95). Evidentemente esto no explica por qué las identida-des nacionales consiguen lazos tan sólidos y perennes; loque sí contribuye a explicar es por qué en un "mundo denaciones" la identidad nacional se configura como unsoporte esencial de la identidad individual y social.

Más allá del reconocimiento de que la identidadnacional es generada en base a determinados intereses declase, e impuesta mediante mecanismos a veces coerciti-vos, ha logrado constituirse en una identidad primordial,y constituye un impulso que motiva a muchas personas amorir por una nación. Es el momento de las pasionesnacionalistas. Independientemente de cómo se han for-mado –aspecto en el que es difícil una generalización,más allá de la ya realizada con el estado– las nacionesexisten, y su existencia supera la cuestión de su inven-ción; es evidente como plantea Anderson (1983), que noes un fenómeno que pueda ser analizado como político(exclusivamente), sino como un fenómeno cultural, comolo son el parentesco y la religión. En este mismo sentidoChabot expresa: "la nación se convierte en la patria y lapatria se convierte en la divinidad del mundo moderno"(...) "nueva divinidad y como tal, sagrada... esta es la grannovedad que surge de la Revolución Francesa" (...) "patria,

sagrada; sangre vertida por ella, santa. Y he aquí que apartir de entonces, efectivamente se oye hablar de márti-res de la independencia, la libertad, la unidad de lapatria". (Chabot, 1987: 80-82)

El por qué las personas sienten la identidad nacio-nal de manera tan apasionada, no tiene y es poco proba-ble que tenga, una respuesta acabada; es más, no existeuna coincidencia respecto al hecho de que la identidadnacional tenga mayor preponderancia que otras identi-dades sociales, a la hora de definir una identidad indivi-dual. Pero algunos autores nos acercan a esta problemá-tica de diferentes maneras, por ejemplo el ya citadoAnderson plantea que el sentimiento nacional surge, conel desarrollo de la sociedad industrial, al caer los grandesrelatos que ofrecían a los individuos una trascendencia,el pertenecer a una comunidad que es eterna: los reinosdinásticos y la comunidad religiosa. La consolidación delcapitalismo en Occidente ofreció la posibilidad de unifi-car a partir de la masificación de la imprenta; en este sen-tido se encuentra su definición de imaginaria, ya que"aun los miembros de la nación más pequeña no conoce-rán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los veránni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente decada uno vive la imagen de su comunión". (Anderson,1983: 23)

Por otra parte Smith plantea la importancia de laidentidad nacional sobre otras, a partir de que es la únicaque genera lazos permanentes y acción colectiva; en surazonamiento va descartando otras identidades ya que nocumplen con estos requisitos; así minimiza las posibilida-des identitarias de la clase, el género, lo regional, lo reli-gioso. Para este autor la identidad étnica es fundamentocultural de la identidad nacional, aunque aquélla no esprimordial y la mayor parte de sus componentes es decarácter subjetivo. El estado se forma alrededor de unaetnia dominante, y en este sentido es fundamento cultu-ral de la nación. Así mismo plantea que existen dos mode-los de conformación de la nacionalidad: el político quehace referencia a la voluntad popular de los ciudadanos–occidental– y el étnico que se caracteriza por la impor-

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tancia que se le otorga a la comunidad de nacimiento –nooccidental–.

El antropólogo argentino israelí José Luis Najenson(1979), en una admirable síntesis, analiza los aportes rea-lizados al despuntar el siglo XX por Ber Borojov, acercade la articulación entre nacionalismo y conciencia declase, que generaron una tipología acerca de los conjun-tos sociales que integran las clases sociales que habitanun país. Sostiene que existe un nacionalismo y por endeuna identidad nacional de los grandes terratenientes,cuyo nacionalismo es básicamente un nacionalismo telú-rico y su identidad nacional no va más allá de generarsemecanismos ideológicos que tienen que ver con la rentaagraria; también existe un nacionalismo en la alta bur-guesía, ya que para éstos el territorio y sus fronteras tie-nen el valor de un punto de apoyo para conquistar elmercado mundial; la identidad de la clase media y lapequeña burguesía, ocupan la posición intermedia entrelas dos principales clases de la sociedad, y tienen la incli-nación ingenua de creer que están por encima de todaslas controversias, disidencias y discrepancias de clase; enel fondo le tienen un miedo terrible a cualquier conmo-ción social, puesto que ello les significaría la amenaza deun quebranto y de tornarse pobretones; el trabajadornecesita comer; y, para eso, más que otros, necesita tra-bajar. La desocupación le significa algo desagradable. Sulucha por mejorar sus condiciones de trabajo sólo puedetener lugar allí donde el obrero trabaja. El lugar de tra-bajo y la lucha (la base estratégica) se da en un territorionacional delimitado.

Más allá de que Borojov escribió sobre esta temáti-ca hace ya cien años, es importante seguir rescatando larelación entre identidad nacional y clases sociales, ya quesegún este autor las distintas clases sociales existentes enun país determinado tienen distintas visiones acerca de loque es la nación para cada una de ellas, en otras palabrascada clase se forja y se apropia de una determinada con-cepción de identidad nacional acorde con sus intereses.Obviamente no todas las clases sociales tienen la mismaposibilidad de asumir e imponer a otros su concepción de

la nacionalidad, porque los sectores dominantes tienenlos instrumentos para cooptar y ejercer la coerción sobrelos sectores subalternos.

Siguiendo con este razonamiento Smith (1997: 12)señala los presupuestos comunes que permiten enumerarlas características de la identidad nacional " un territoriohistórico o patria, recuerdos históricos y mitos colectivos;una cultura de masas pública y común para todos; dere-chos y deberes legales iguales para todas las personas, yuna economía unificada que permite la movilidad territo-rial de los miembros"

Estos presupuestos son construidos por el Estado yéste es una materialización de relaciones sociales, cons-truidas en el marco del capitalismo. Por tanto la identidadnacional no es la misma para todas las clases sociales yaque éstas tienen intereses contradictorios. Sin embargo elsentimiento nacional trasciende desde lo identitario aotras identidades. Es en última instancia esa idea decomunidad que la transforma en algo común a todos losque mayoritariamente, por múltiples cuestiones habitanun territorio, generando reales ilusiones de pertenencia.

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Ángel Cerutti - Cecilia González