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Número 4Año 3 Enero, Febrero y Marzo2011

Dirección de Redacción: PH, Residencias Anauco Suites, final Av. Bolívar, ParqueCentral, Caracas. Apartado postal 17.358

Correo electrónico: [email protected]

ISNN: 2244-8349Depósito legal: pp200902DC3268Impreso en CaracasRepública Bolivariana de Venezuela

* Éste número ha sido publicado gracias al apoyo de la Fundación Centro Internacional Miranda y la Fundación Rosa Luxemburgo.

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¿ Por Qué Comuna?

Comuna: Pensamiento crítico en la revolución es una publicación inde-pendiente, comprometida con la profundización socialista del proceso Boli-variano. Es un espacio de debate en construcción que privilegia la pluralidad de enfoques sobre las temáticas que aborda. En ese sentido, su contenido no expresa de ninguna forma un pensamiento único y reivindica el carác-ter diverso y democrático de los cambios iniciados en Venezuela a partir del proceso constituyente, y bajo el liderazgo de Hugo Chávez. Como su nombre lo indica, esta publicación procura contribuir al avance de la construcción del poder popular revolucionario en Venezuela y el continente, desde una perspectiva crítica, sistematizando y analizando logros y nudos problemáticos. Cada número tendrá un coordinador temático desig-nado por el Consejo Editorial. Comuna: Pensamiento crítico en la revolución es una publicación que defiende y promueve la integración de los pueblos que luchan contra el capita-lismo. En este sentido algunos de sus números estarán dedicados a esta diná-mica revolucionaria. Su publicación tiene una regularidad trimestral y cada número será monográfico. Los textos a publicar serán solicitados a los autores y se podrán publicar colaboraciones previa aprobación del Consejo Editorial, siempre y cuando los artículos se refieran al plan de la obra. Los artículos publicados en Comuna: Pensamiento crítico en la revo-lución se ordenarán en estricto orden alfabético por número y la distribución nacional e internacional estará a cargo del Consejo de Redacción.

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Director:Luis Bonilla Molina

Consejo Editorial:Alberto Müller Rojas (†), Vladimir Acosta, Aram Aharonian, Rubén

Alayón Monserat (†), Víctor Álvarez R., Santiago Arconada, Javier Biar-deau, Carmen Bohórquez, Luis Britto García, Miguel A. Contreras, Luis Damiani, Filinto Durán, Fausto Fernández, Eva Golinger, Gonzalo Gómez, Marta Harnecker, Edgardo Lander, Rigoberto Lanz, Vladimir Lazo, Roberto López, Michael Lebowitz, Juan Carlos Monedero, José Luís Pacheco, Miguel Ángel Pérez Pirela, Rubén Reinoso, Mario Sanoja O., Nieves Tamaroni, Iraida Vargas, Ernesto Villegas, José Carlos Carcione.

Consejo de Redacción:Islen Martin, José Carlos Carcione

Colaboradores Internacionales:Emir Sader, Theotonio Dos Santos, Claudio Katz, Orlando Caputo, Al

Campbell, William «Bill» Ayers, Jorge Gantiva Silva, Diana Raby, David Barkin, Eric Toussaint, Jorge Marchini, Peter McLaren, Modesto Emilio Guerrero, Chesa Boudin, Jurjo Torres Santomé.

Coordinador de este número:Luis Bonilla-Molina.

Comuna es un espacio plural. El contenido de esta publicación puede ser reproducido total o parcialmente citando debidamente la fuente.

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Presentación

En la era de las comunicaciones, la política se ha reconfigurado y ello tiene profundas implicaciones para el Estado. La Burguesía entiende al Estado como garantía de su poder de dominación (económica, política, social, insti-tucional) pero la forma de relacionarse este Estado con los ciudadanos es cada vez más virtual. Para la gente común y corriente el Estado se expresa no en la superestructura, sino en la cotidianidad entre instituciones (gobierno) y comu-nidades. Pero estas instituciones suelen estar ausentes en el diario transcurrir de la vida de la gente.

Ideología, propaganda y mediación política se desplazan de las calles a los grandes medios de información y comunicación. Para la burguesía, la polí-tica es una mercancía en un mercado de electores que deben ser convencidos, creándoles la falsa ilusión de pertenencia y satisfacción, para lo cual la publici-dad y la propaganda, acompañadas de presencia mediática, resultan suficientes. Así se construye una forma de hacer política con apariencia de efectividad, pero profundamente alejada de la ciudadanía.

A los políticos de este cuño no se les ve ni en los mercados, ni en los cines o teatros, ni en las reuniones de padres y representantes de las escuelas públicas, ni en los servicios hospitalarios, mucho menos en el metro. Pareciera que estos políticos no comen, no se recrean ni se desplazan (…) claro como el ciudadano común. Este distanciamiento entre ciudadanos y políticos está en la génesis de la crisis de los sistemas políticos. La gente común, los trabajadores y el pueblo cada vez toman más conciencia de que sus problemas y necesidades no son los de los políticos en el poder. No se trata de una negación de la política, sino de una perversa y desviada forma de practicarla en las naciones con un desarrollo capitalista tardío.

Esa fue una de las causas por las cuales emerge el concepto-praxis consti-tucional de la democracia participativa y protagónica, devolviendo a la relación directa con los ciudadanos el lugar de enunciación de lo político. La Revolu-ción Bolivariana plantea una forma de “mandar obedeciendo”, que obliga a una permanente relación y contacto entre liderazgo y comunidades.

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Sin embargo, es inocultable que algunos cuadros políticos del “campo revo-lucionario” asumen las prácticas criticadas, con novedosos discursos. Claro, es mucho más fácil hacer política con mando a distancia, en una especie de polí-tica a control remoto. Las causas son diversas, pero son herederas del desprecio por el hombre común. Ser político en tiempos de revolución no es una tarea fácil. Prácticas tan nefastas como éstas generan un vaciamiento de la ética polí-tica revolucionaria y del propio modelo político emergente.

Ya lo vimos en la URSS; cuando se inició el divorcio entre poder consti-tuido y poder constituyente surgieron temores a la crítica que fueron silencia-das con métodos cada vez menos discretos y que devinieron en esa tragedia para la humanidad que fue el stalinismo.

Para la comprensión de la realidad política venezolana esto es esencial. Los partidos “modernos” venezolanos desde AD, COPEI, URD, el PCV y todo el archipiélago de agrupaciones partidarias, a diferencia de lo que ocurrió en otras latitudes del continente, surgen en pleno apogeo del stalinismo soviético y, paradójicamente, éste constituye un referente de libertad. Aquí en Venezuela, el anarquismo, es decir, los debates de los libertarios llegan recién en la década de los setenta del siglo XX, en pleno desarrollo de la democracia burguesa y las discusiones de la Oposición de Izquierda y el Trotskismo se mostraron a finales de los sesenta de ese mismo siglo. Es decir, el debate, la crítica y la confronta-ción de ideas no está en el ADN de la nomenclatura política venezolana, sino por el contrario una cultura autoritaria. Por ello, en Venezuela ante cualquier crítica es común escuchar las acusaciones de contrarrevolucionarios, agentes imperialistas, etc., en sustitución de respuestas cargadas de ideas. Esto no es un asunto menor. La cultura soviética – stalinista nos impide muchas veces deba-tir para no tener el mismo destino de la revolución bolchevique.

Desde COMUNA: pensamiento crítico en la revolución hemos insistido en ese riesgo y militado en la vacuna para ello. Este número aspira a prestar una nueva contribución revolucionaria desde el pensamiento divergente, desde la crítica leal y el amor por el pueblo, el socialismo y la revolución bolivariana

Luis Bonilla-Molina

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Allende y la Unidad Popular

Jorge ArrateEconomista académico, investigador, escritor y político.

Chile

En 450 años de historia desde que Chile es reconocido como tal por Europa y por el resto del mundo, sólo en una ocasión el pueblo chileno sintió que mandaba, o por lo menos, para ser más preciso, creyó que mandaba, pensó que su opinión valía, importaba, y en 450 años ese proyecto que representó como decimos en Chile: una tortilla que se da vuelta, hijos de una vieja canción de la guerra civil española que a lo mejor algunos conocen, que tenía un verso que decía: cuando querrá Dios del cielo que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan, que los pobres coman pan y los ricos mierda, mierda.

Leo y releo las cosas que yo mismo he escrito en estos 40 años, he ido modi-ficando, matizando, el punto de vista, yo creo que me ha sido muy útil hacer este ejercicio porque en Chile el tema de Allende y la Unidad Popular es un tema que ha tenido los últimos 37 años un tono menor, definitivamente no tuvo tono durante el tiempo de la dictadura, que durante 17 años la sola palabra Allende estaba expurgada del lenguaje, o el término izquierda o la expresión compañero que hasta hoy ha sido difícil reponer.

Yo estuve exiliado, estaba fuera de Chile al momento del golpe militar por un viaje del gobierno y no pude volver en 14 años, cuando regrese me pude dar cuenta que la palabra compañero había desaparecido del léxico, simplemente no se utilizaba porque Allende y la Unidad Popular habían sido apagados tras una consigna de que Allende significaba el desorden, el caos, enfrentamiento entre chilenos y luego vino el tiempo de la concertación de la que yo forme parte los últimos 20 años en el que tampoco el tono subió demasiado.

Salvo en el año 2003 en que se cumplieron 30 años del golpe militar, que recién los canales de televisión exhibieron materiales que estuvieron guardados durante todo ese tiempo sobre el golpe y los acontecimientos de ese día y luego en el año 2008 en el que se cumplió el centenario del nacimiento de Salvador Allende, pero el tema de Allende y la Unidad Popular era un tema complejo,

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durante este periodo que en Chile denominamos “de transición” que duró 20 años y que terminó en una transición que le entregó el gobierno a la derecha. ¿Por qué?, porque el tema Unidad Popular era un tema conflictivo en el centro de la alianza que se constituyó en los 80 para desplazar la dictadura a través de pactos.

En una transición como la hubo en Uruguay, Argentina o Portugal en la década del 70 y la hubo en España y en Grecia, transiciones todas que quie-ren decir pactos, compromisos, acuerdos, algunos explícitos otros implícitos, pero concesiones en definitiva que siempre tienen ese sabor amargo, a nadie se le habría ocurrido colocar en el centro de la mesa para una discusión entre socialistas y democratacristianos, los dos partidos centrales de la coalición, el tema de Allende y de la Unidad Popular porque ambos estaban en banderas opuestas.

Hay cuatro aspectos que quisiera analizar: 1. Me parece indispensable poner un contexto, que es lo básico de la

experiencia de la Unidad Popular y de la experiencia allendista. 2. ¿Qué significó la izquierda a cargo del gobierno?3. Las formas de participación que se dieron en el proceso de la Unidad

Popular, no en una condición de especialista sino de un testimonio por lo demás parcial.

4. El instrumento político en el proceso de la Unidad Popular.

La experiencia de Allende fue, yo diría, original, ahora, cabe la pregunta ¿Qué experiencia no es original?, yo creo que todas son originales, en el sentido que cada una tiene su propia especificidad y que generalmente no es posible reducir una a la otra, aunque sí es posible de esa especificidad, de esa originalidad de cada una, extraer algunos elementos para poder configurar política a futuro.

Por eso en la época además, se llamó “vía chilena al socialismo”, fue la denominación que le dio Allende y es el nombre del folleto o libro de uno de sus principales textos, que es el primer mensaje que presenta al Congreso pleno en Chile hasta hoy, los días 21 de mayo, que es una efeméride nacional, el Presidente de la República va a una sesión del Congreso pleno, Senado y Cámara de Diputados y da la cuenta sobre el estado del país y qué es lo que

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proyecta hacia delante, esto ocurrió el 21 de mayo de 1971, en este “primer mensaje” que es conocido como la vía chilena al socialismo.

Quiero decir que esto no es una cuestión simplemente banal, en la época post Togliatti en Italia, en la post guerra, en los 50, en los 60, hubo grandes debates en el movimiento obrero internacional, en la izquierda de todo el mundo y uno de ellos fue de la existencia o no de las vías nacionales o más bien de la uniformidad de las vías que se seguían para acceder al poder.

En ese sentido Allende siempre reclamó para Chile una originalidad, una especificidad, podemos decir que a lo mejor se equivocó, ese es un tema a discu-tir, pero, él reclamó esa especificidad que la definió claramente como un país donde era posible avanzar hacia el socialismo mediante métodos democráti-cos, parlamentarios, electorales. Esa era la definición fundamental de la vía de Allende.

¿Cómo se produjo?, ¿Cómo emergió ésta idea?, así a pinceladas gruesas, primero hay que decir que hubo el gran momento de unidad de las fuerzas de izquierda en el siglo XX en Chile, fue en 1938 el Frente Popular. Sólo en Francia, España y Chile el Frente Popular logró conformarse de acuerdo a lo que había sido el cambio de línea de la Comintern, a comienzos de los años 30, sobre la base de la tesis Dimitroviana de constituir frentes anti fascistas muy amplios contra la amenaza que significaban Hitler y Mussolini.

El Frente Popular se constituyó en Chile en el año 35 ó 36, Allende fue parte del Frente Popular, el ya era parte del Partido Socialista fundado en 1933 en Chile, el Frente Popular obtuvo la primera gran victoria política de la izquierda en Chile, en octubre de 1938 por una ínfima cantidad de votos derrotó al candidato de derecha en una elección a dos candidatos. Sacó poco más 50% un profesor y abogado del Partido Radical, para hablar en un lenguaje común era del Partido Socialdemócrata, Pedro Aguirre Cerda.

Yo creo que el triunfo del Frente Popular marcó el inicio de un camino de la izquierda y sobre todo, marcó mucho a Allende, el hecho es que la idea del frente populista, de que podemos triunfar si somos capaces de construir grandes mayorías que aíslen, reduzcan, derroten a la derecha, es una idea que permanentemente estuvo presente en la izquierda chilena. Incluso en el tiempo en que la historia chilena estuvo muy dividida como en la década de los años 40, esa fue una década de fraccionamiento, de disputas en que el Partido Comu-nista apoyó a Gabriel González Videla, un candidato radical, o sea, social demócrata, en 1946, tuvo ministros en ese gobierno mientras los socialistas se

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le oponían, disputa que terminó en 1948 cuando el propio González Videla, por instrucciones recibidas naturalmente desde fuera, con una ley, puso fuera de la ley al Partido Comunista y que envió a los militantes del Partido Comu-nista a campos de concentración.

Pero la idea del Frente Popular en Chile, el que hizo de abanderado, el guaripola de la idea del Frente Popular, fue el Partido Comunista, fueron los comunistas, los que siguiendo la línea de la Comintern, plantearon la noción del Frente Popular y lograron sacarla adelante en una alianza entre comunistas, socialistas, radicales, demócratas (que era un partido del siglo XIX de artesanos y clase media baja), el movimiento sindical y la Central de Trabajadores de Chile.

También contribuyó a esta idea de esta vía allendista el Partido Socialista, que tuvo en sus orígenes como tal en 1933, la confluencia de distintos secto-res desde marxistas, social demócratas, nacionalistas de izquierda y posterior-mente trotskistas que se incorporaron en su gran mayoría al partido socialista y todo lo que fue un poderoso movimiento sindical de sello anarco-sindicalista que contribuyó a la formación del partido socialista.

El Partido Socialista logró perfilar desde su inicio una vocación nacional, no en el sentido nacionalista sino en el sentido de singularidad, fue en sí mismo un partido extraordinariamente singular, latinoamericanista, que se definió a sí mismo como marxista en su acta de fundación pero agregó una frase que yo siempre he pensado que fue bastante afortunada, no creo que haya sido una epifanía intelectual sino que fue una pura coincidencia: “El marxismo enrique-cido y rectificado por el desarrollo revolucionario y el constante devenir social”, es una definición muy moderna, creo yo, de lo que era una visión teórica del Partido Socialista.

Este fue un partido que tuvo una fuerte influencia del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana de Perú) de aquella época, porque había apristas exilados en Chile, no estamos hablando del APRA de Alan García sino del APRA de fines de los años 20, comienzos de los 30 y una influencia de toda su postura indo-americanista.

De modo que la bandera del Partido Socialista, por ejemplo, lleva en el mapa latinoamericano un hacha Mapuche en el medio de la bandera, cuestión que es bastante única en la historia de la izquierda chilena y que ha sido más bien una historia de desencuentros con lo que son las fuertes reivindicaciones hoy día del pueblo Mapuche.

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Un tercer elemento en el origen es la coexistencia pacífica, estamos hablando del momento en que Nikita Jruchov y los presidentes norteameri-canos se plantean la idea de la coexistencia pacífica que admitía con mucha dificultad las vías armadas, y la vía pacífica o vía democrática estaba más en la línea, en la onda de lo que era esta coexistencia pacífica entre las dos grandes súper potencias que negociaban en su tablero, zonas de influencia, grados de influencia, formas de influencia en distintas partes del mundo.

Sin embargo, América Latina no hacía caso de la coexistencia pacífica porque movimientos no comunistas seguían el camino de la Revolución cubana, seguían el camino de la guerrilla, el camino del foco o de la guerrilla en las serranías en prácticamente todos los países (salvo en Chile) y Allende reclamó en este marco siempre la originalidad y la especificidad del proceso chileno, revela su grado de convicción y revela además al mismo tiempo la tremenda capacidad de comprensión de la variedad de la izquierda por parte del resto de los latinoamericanos.

Allende llegó a ser presidente de la OLAS (Organización Latinoame-ricana de Solidaridad), que agrupaba a todos los movimientos de izquierda de América latina y era aquel que dentro de la OLAS defendía, para el caso de Chile, lo que denominaba “la vía no armada”, quiero decir que, en reali-dad Allende no era un ingenuo y que la aplicación del término “vía pacífica” es quizás equivocada, porque Allende siempre lo dijo y lo repitió hasta el cansan-cio, tal es así que se convirtió casi una muletilla de muchas de sus intervencio-nes cuando era presidente, diciendo “responderemos a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria”.

Es decir, él nunca execró la violencia como un método que fuera valido en la lucha política lo que sostuvo es que en las condiciones especificas de Chile con las características institucionales, político-institucionales, que se habían generado en 160 años de vida independiente esa era la vía más adecuada.

Allende, era un hombre que provenía de la clase media, más bien clase media alta de provincia de Valparaíso, Viña del Mar, estudió medicina, cumplió con la obligación militar. Él tenía una frase muy bonita dicha en una entrevista con Régis Debray en la que dice que el primero que le enseñó los textos revo-lucionarios y las cosas de la vida fue un zapatero anarquista italiano. Juan De Marchi, tenía su taller a pocos metros de la casa de Allende, leyó a Marx, a Lenin, y muchos más, no era un teórico, estaba lejos pero tenía, como se usaba en aquella época, una formación teórica.

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Allende dedicó su vida prácticamente a la política, desde 1936, fue electo por el Frente Popular Diputado por Valparaíso, jefe de campaña de Pedro Aguirre Cerda en la elección presidencial de 1938 y el único momento en que no fue parlamentario fue entre 1939 y 1941 cuando Aguirre Cerda lo nombró su Ministro de Salud, luego volvió al Parlamento y fue Senador hasta 1970 cuando asumió la Presidencia de la República, era un hombre que tenía una gran práctica parlamentaria y que se movía muy bien en el mundo de las instituciones.

Del 1952 al 1958 se transformó aquello del Frente del Pueblo en el Frente de Acción Popular para las elecciones del 58 y del 64 y nuevamente fue Allende candidato a presidente, pero ya su votación estuvo entre el 25 y el 30% y en 1964 alcanzó el máximo porcentaje que obtuvo en una elección presidencial que fue cerca del 40%, pero fue derrotado en esas tres elecciones en la que también, en cierto modo, se fue ampliando el Movimiento Popular, hasta el año 70 cuando el Movimiento Popular ya se amplió a sectores cristianos desgajados de la democracia cristiana, que se constituyeron como partido, en el Partido Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y se amplió a sectores, por lo menos la mitad si no más, del Partido Radical, el Partido Social Demócrata, que se registró firmemente en la coalición de izquierda.

Allende ganó la presidencia de la República con un 36%, es decir, fue electo presidente con una mayoría relativa, la primera, en Chile no había segunda vuelta en aquella época, lo que existía era una segunda vuelta parlamentaria, era el Parlamento el que tenía que votar, Diputados y Senadores, para decidir entre el primero o el segundo, en este caso el candidato de la derecha Jorge Alessan-dri, un empresario que ya había sido presidente de la República y Allende, ¿cuál de los dos era el presidente?

La tradición chilena era que el Congreso siempre había elegido al que sacara un voto más y Allende hizo previamente a las elecciones un pacto con el candidato democratacristiano Radomiro Tomić, un demócrata-cristiano muy avanzado, el acuerdo era que iban a reconocerse recíprocamente a aquel que sacara 1 voto más y Tomić cumplió el mismo día de la elección que Salvador Allende había sacado más, pero la democracia cristiana puso condiciones, se inició una negociación sobre las reformas constitucionales, porque la demo-cracia cristiana tenía sospechas sobre lo que iba a ser el comportamiento del gobierno de Allende y finalmente se firmó un acuerdo que fue aprobado por el Congreso y Allende fue nombrado presidente.

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Él fue un parlamentario, pero tremendamente vinculado al movimiento de masas, imagínense ustedes que fue candidato cuatro veces cuando no había televisión, la televisión llegó en el año 62, en blanco y negro. Allende recorrió el país cuatro veces como candidato presidencial, llegó hasta los pueblos más pequeños, a pie, en burro, a caballo, en carretela, hay fotos maravillosas de él haciendo estos recorridos y a mí, una de las cosas que siempre me ha impresio-nado hasta hoy cuando voy a las provincias, a las regiones en Chile, se acerca un señor ya de edad, y me dicen: yo le chofereaba al finado.

Allende nunca fue parlamentario por la misma parte, este es un hecho extraordinario, hoy día los Senadores en Chile, los Diputados se agarran con dientes y muelas al mismo Distrito o a la misma circunscripción senatorial donde están, hay algunos que llevan 24 años por la misma y están ahí firme-mente agarrados. Allende nunca repitió una circunscripción senatorial, enton-ces terminó siendo candidato por muchas partes de Chile.

Un hombre con una relación con la masa que fue extraordinaria y como él decía: un luchador social. Hay un discurso de él muy bonito en el Estadio Nacional durante la despedida de la visita de Fidel en diciembre del 71, donde él dice muy elocuentemente: “yo no soy un Mesías, yo no soy un salvador, yo soy un luchador social, eso es lo que soy, voy a dar mi vida,…”.

El Contexto Internacional

América latina, ya lo he dicho, lucha armada en la mayor parte de los países a través de focos guerrilleros, dictaduras en otros países, es decir, un cuadro muy negativo para el gobierno de Allende, nuestro vecino más importante, Argen-tina, con el que Chile tiene más de 3 mil kilómetros de frontera e histórica-mente tuvo una serie de diferencias de carácter limítrofe, estaba gobernada por un dictador militar, El Teniente General Alejandro Agustín Lanusse.

Y uno de los grandes objetivos de la política exterior chilena de esa época fue precisamente evitar que Argentina aplicara una especie de frontera ideoló-gica y Allende lo logra, visita a Lanusse en Salta en Argentina, Lanusse se va a Chile y Lanusse tiene un comportamiento que hay que reconocerlo muy de Estado, porque obviamente a Argentina también le interesaba tener una rela-ción con Chile en un determinado nivel. Pero debemos agregar a este cuadro

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la presencia de Cuba, que es sin duda el gran catalizador de la izquierda en América latina a partir del primero de enero de 1959 año cuando se instala la revolución cubana.

Allende parte a la Habana inmediatamente, y cuenta él, que se encuentra en la calle caminando por la Habana con Carlos Rafael Rodríguez (político y economista cubano) y que éste le dice “¿Qué haces aquí?, yo no sabías que esta-bas aquí”, “vine a ver una revolución pero desde la ventana de mi dormitorio del hotel acabo de ver pasar un carro descapotable con el alcalde de la Habana y el alcalde de Miami juntos, así que me voy de vuelta porque no puede haber revolución ambos alcaldes cuando pasean juntos.

Lo llama varias horas después y le dice: “en La Cabaña (complejo mili-tar construido por españoles en la bahía de la Habana) te va a recibir Ernesto Guevara”. Entonces Allende parte a La Cabaña y entra a un lugar que era la oficina del Ché y lo encuentra tendido en una cama sin camisa usando el inha-lador porque estaba con asma, entonces se para y le dice: “yo lo conozco a usted, porque yo cuando estuve en Chile trate de hablar con usted, pero lo estuve esperando horas y no me recibió”. En descargo de Allende puedo decir que no era usual que un Senador recibiera a dos jóvenes argentinos que andaban en motocicleta y que habían llegado sin avisar, entonces Allende se complica, pero él le dice: “no se preocupe, le oí dos discursos, uno una mierda y el otro una maravilla” y ahí se construyó una relación muy estrecha que yo creo que marcó mucho a Allende.

De éste Allende del Frente Populista de 1938, al Allende de 1964 de la tercera elección ya era otra cosa, al igual que el movimiento popular chileno y era mirado de manera distinta desde fuera. Cuba, creo yo que fue una transfe-rencia que se produce sobre el proceso chileno que tiene que ver con el impacto que la revolución tuvo en el propio Allende y en la geopolítica del continente. El mundo no era un mundo unipolar como el de hoy día, era bipolar, dos súper potencias, y con una izquierda que estaba conflictuada entre los chinos, los soviéticos, los yugoslavos, en Europa occidental particularmente entre la línea socialdemócrata y la línea comunista, la Segunda y la Tercera Internacional.

Por ultimo vale la pena examinar cuál era la correlación de fuerzas cuando asume Allende y durante el período de Allende: en septiembre de 1970 el 36%, con eso asume la presidencia la Unidad Popular, hay elecciones en abril de 1971 y la izquierda, la Unidad Popular, más otros pequeñitos grupos supera el 50%, y, luego hay elecciones en julio del año 73, poco antes del golpe militar cuando

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la Unidad Popular obtiene el 44% de los votos y con eso asegura que la derecha y más la democracia cristiana, no logren dos tercios de los votos en el Senado como para acusar constitucionalmente a Allende y defenestrarlo.

Les llamo la atención sobre lo siguiente: el alza de 36% a 50% y algo de septiembre a abril es bastante razonable, creo yo, primero porque la candi-datura de Tomić, demócrata cristiana era una candidatura con un programa muy avanzado, por lo tanto capturó votos que podían haber ido también a Allende y en segundo lugar, porque siempre un nuevo gobierno en un período de pocos meses logra concitar las esperanzas de gente que no votó por ellos y sin embargo tiene la idea que tiene que apoyarlo para darle la oportunidad. Lo notable de estas cifras es el 44% de julio del 73, porque la derecha apostó todo a sacar los dos tercios y por eso fue el golpe, porque no pudo democráticamente, de acuerdo a las instituciones sacar los dos tercios, pero, yo creo, que hay pocos casos en América Latina donde un gobierno que asume con un 36%, luego de dos años y medio, la economía se ha convertido en una batalla campal, las Fuerzas Armadas son un campo de batalla e internacionalmente el país está cercado, con el cobre embargado en 6 ó 7 países del mundo, cuando hay desa-bastecimiento, escasez, ese gobierno sube de 36% a 44% , 8 puntos subió la Unidad Popular a pesar de todo este fenómeno, la derecha ha sido siempre históricamente fuerte en Chile.

Siempre fue un tercio fuerte, electoral sobre todo, es el gran nudo del poder económico con el poder mediático, de los poderes fácticos (Iglesia, Fuerzas Armadas), la derecha es un protagonista que siempre ha dominado la historia de Chile largamente en el siglo XIX y parte del XX y que en el siglo XX sola-mente una vez logró democráticamente llegar a la Presidencia de la República, lo ha logrado ahora al iniciarse el siglo XXI y con un detalle que no es menor: ganó un tercio, es ahora un 50%.

Entre estas dos fuerzas hay una fuerza central, es la Democracia Cris-tiana que es un partido pluriclasista con un fuerte componente popular pero también con un fuerte componente de la burguesía empresaria y con gran-des vinculaciones simbólicas con los poderes económicos y familiares, con las familias clásicas de la derecha, la Democracia Cristiana gobierna Chile en el gobierno anterior a Allende, Eduardo Frei Montalva, el padre, entre 1964 y 1970 realiza cambios impresionantes, yo en aquella época decía que era la otra cara del imperialismo, pero han pasado desde entonces bastantes años y este es uno de los matices que tengo que corregir en relación con aquella época.

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En su gobierno Eduardo Frei chileniza el cobre, lo que quiere decir que adquieren el 50% de las cuatro grandes compañías, le pone acelerador a la reforma agraria con una Ley de reforma agraria y genera un programa que se llamó Promoción Popular, que era un programa de financiamiento público, estatal a la creación de centros de madres y de juntas de vecinos.

Algunos de sus adversarios de derecha expresaron que Frei es el Kerenski chileno porque ese programa abrió el camino al programa de la Unidad Popu-lar, el hecho es que la Democracia Cristiana y nosotros la Unidad Popular éramos muy confrontacionales, alternativas muy tercas, muy apartadas, muy frontales, buscábamos diferenciarnos fuertemente.

La izquierda estaba compuesta por los partidos, básicamente los dos gran-des partidos de origen obrero, partidos de trabajadores, el Partido Comunista y el Partido Socialista, los dos provenientes del mismo tronco histórico que es el Partido Obrero Socialista, que se funda en 1912 por un obrero tipógrafo Luis Emilio Recabarren, que en 1921 cambia su nombre por Partido Comunista de Chile para cumplir con las 21 condiciones de la Comintern, sufre una escisión muy significativa de todo el sector trotskista, que se llama en Chile “el Hidal-guismo” por Manuel Hidalgo que era su líder y que posteriormente se expresa en el mismo Partido Obrero Socialista, en el Partido Socialista de Chile en el año 33.

Como un dato histórico, les puedo decir que la mayoría de la primera comisión política del Partido Obrero Socialista murió en las filas del Partido Socialista de Chile y esto lo digo para hacerles una pequeña burla a mis herma-nos comunistas, aunque yo fui socialista, sigo siendo socialista pero ya desde hace un año no pertenezco al partido. Es interesante destacar que el movi-miento popular chileno esta cementado en la base del entendimiento partido y movimiento sindical el cual es muy importante en Chile.

Recabarren lo que hace cuando recorre las oficinas salitreras en el Norte de Chile es fundar un sindicato, una célula del Partido Obrero Socialista, un diario y una filarmónica, que era como se denominaban en aquella época los centros culturales, para que los trabajadores tuvieran sana entretención, dicho de paso, Recabarren tenía el defecto de ser abstemio.

Aparte de los movimientos sociales, yo destacaría además del sindicalismo como movimiento social clásico a los pobladores y los estudiantes que tenían una importante significación en la izquierda, tenemos una Iglesia que es más

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centrista, más Demócrata Cristiana, una prensa donde el fuerte lo tiene la dere-cha pero la izquierda tiene sus propios medios de comunicación, también en la cultura la izquierda es muy fuerte, en las universidades, en el mundo artístico e intelectual y las Fuerzas Armadas son desde el comienzo un campo de batalla, uno de los dos grandes campos de batalla de los mil días de Allende, las Fuerzas Armadas y la economía.

Las Fuerzas Armadas chilenas vivieron hasta ese momento de un mito, y todos vivimos de un mito, que en parte, formaba parte de esta especificidad chilena, de esta originalidad: que las Fuerzas Armadas eran profesionales, ¿de dónde viene el mito?, yo creo que viene desde antes de la primera mitad del siglo XX, a pesar de que las Fuerzas Armadas intervinieron mucho, el fundador del Partido Socialista fue un militar, Marmaduque Grove, que dio un golpe de Estado un día e instalo un gobierno que se llamó la República Socialista, el primer gobierno que se proclama socialista en América Latina y le duró 12 días.

Marmaduque Grove Vallejo, comodoro del aire, sus coparticipes lo toma-ron presos, lo mandaron a la Isla de Pascua, se instalaron ellos y duraron cien días, pero Marmaduque estuvo 12 días, esas Fuerzas Armadas, las mismas que habían ido el año 25 al Congreso y habían hecho el famoso movimiento de los sables, lleno de oficiales montados arriba en las gradería golpeando sables, que aún se usa en Chile como una expresión: “el ruido de sables”, que quiere decir que hay inquietud en las Fuerzas Armadas, pero la inquietud era para que hubiera legislación social, para que se aprobara la legislación social, para que le aumentaran las remuneraciones a los militares.

La guerra mundial y el comienzo de la guerra fría transforma profunda-mente a las Fuerzas Armadas que pasan a formar parte después del 1948 de lo que es el “Tratado interamericano de asistencia recíproca” y por lo tanto parte de un aparato militar que trasciende por supuesto a Chile y a cualquier país de América latina, sin embargo, este germen, esta idea profesional subsiste y el comandante en jefe del ejercito cuando Allende es electo en septiembre de 1970, el General René Schneider, es un profesional y tal es así que su pensa-miento se conoce y se denomina como “la doctrina Schneider”, y es que las Fuerzas Armadas tienen que ser obedientes al gobierno de turno.

El General Schneider fue asesinado 10 días antes de que Allende asumiera, en un intento planificado por la CIA de impedir la votación en el Congreso que iba a elegir a Allende y lo sucede el General Carlos Prats González, que es

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comandante en Jefe del ejército hasta agosto de19 73, un mes antes del golpe que es también un profesional, que sigue la misma doctrina, que no es partida-rio del golpe militar y que es asesinado en septiembre de 1974 cuando estaba exiliado en Buenos Aires, Argentina.

La idea de que la Fuerza Armada es profesional es un mito, pero que tenía cierto fundamento porque era un mito que parte de las Fuerzas Armadas lo recogía y es a ese punto al que apuesta la política militar de Allende. Porque no es correcto decir que no tuvo una política militar, porque la tuvo, pero fue una política militar que lo que hacía era mantener bajo control a los militares y procurar que ese sector profesional se hiciera cargo de las Fuerzas Armadas. Prat fue vicepresidente de la República cuando Allende viajó, no recuerdo si a las Naciones Unidas o a la Unión Soviética y él era ministro del interior, era el Comandante en Jefe del ejército, fue una jugada muy complicada, lo que quiero decir es que no fue una ingenuidad, puede que haya sido un error, pero no una ingenuidad.

Paso al punto de la izquierda en el gobierno, no voy a entrar al rico debate teórico sobre del tema “el viejo Estado, el nuevo Estado”, primero porque me recuerda mucho el año 70 y el año 73 y segundo porque no he seguido mucho en esa línea pero hay textos muy interesantes, como por ejemplo el discurso de Allende al pleno del Partido Socialista en Coya, en Rancagua, cerca de Santiago.

El Partido Socialista tiene un pleno de su Comité Central, Allende hace un discurso teórico de toma de posición y luego defiende la viabilidad de que el Estado burgués pueda ser efectivamente utilizado para transitar el camino al socialismo y hay otros textos que son también muy interesantes, recuerdo por ejemplo a otro gran luxemburguista, que fue un querido italiano, socialista, independiente, Lelio Basso, que estuvo en Chile en el año 71 en un seminario y allí presentó un texto sobre este mismo tema, el debate circuló durante los tres años fuertemente.

La expresión más importante, creo yo, para los efectos políticos fue la emergencia de la idea de un poder popular alternativo, porque era parte de la Unidad Popular, todo el primer capítulo del programa se llama “el poder popu-lar”, y allí están planteadas una serie de ideas sobre el tema. Pero el debate sobre el viejo y el nuevo Estado lleva a un punto donde hay quienes empiezan a decir, no, es que no se puede tener una parte del Estado burgués y parte del Estado

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proletario, hay un solo Estado y ese es un aparato especial de represión como lo definió Vladimir Illich, la verdad es que la idea gramsciana del Estado alar-gado, ampliado nunca se manejó en Chile. En aquella época el pensamiento de Gramsci no tenía difusión, cuando hablábamos del Estado nos referíamos al aparato especial de represión, las Fuerzas Armadas, la policía, la justicia.

Ahora bien, de este poder popular alternativo, que sincronizaba con el Estado surgió la idea de un poder popular que fue impulsada básicamente por sectores más a la izquierda dentro del Partido Socialista, sectores del Mapu este partido de matriz cristiana que se hizo marxista, sectores de MIR que era un movimiento de izquierda revolucionaria que no estaba en la Unidad Popular. Era el equivalente a lo que hubieran sido en el resto de los países de América Latina los movimientos guerrilleros foquistas, que sin embargo no realizó acciones de carácter armado durante el gobierno de Allende, no tuvo un comportamiento confrontacional con el gobierno de Allende. Pero este poder popular por ejemplo, en Concepción, convocó a una especie de congreso alternativo al que había en Santiago y se inició todo este debate sobre el poder popular que tenía que destruir, hacer trizas al Estado burgués, pero mientras tanto ese Estado burgués lo estaba utilizando Allende y todos sus partidos para tratar de hacer cambios, transformaciones.

Fue el debate y uno de los puntos más importantes de discusión en el que en realidad llevado a un cierto nivel ponía en cuestión toda la vía, ¿en qué sentido?, decían , ésta vía está condenada a conservar el capitalismo, lo que está haciendo Allende o lo que va a hacer es simplemente conservar el capitalismo con algunas modificaciones, o como lo sostenía una parte muy importante del Partido Socialista: el enfrentamiento es inevitable y hay que prepararse para ese enfrentamiento.

Ahora, una vez que haya sido el enfrentamiento o nos van a haber matado a todos o nosotros lo vamos a haber matado y después lo que va a haber, ¿Qué es lo que va a haber?, eso, la verdad, para Allende lo que era su planteamiento, para ese sector del Partido Socialista no lo sé, yo preciso que más bien lo que había era un Estado muy fuerte con un grado de autoritarismo mucho mayor, entonces, de uno u otro modo cualquiera de las dos posturas a lo que llevaba era a este enfrentamiento, que se produjo pero completamente desigual.

La pregunta que cabe hacerse, sí ¿acaso la idea de que el enfrentamiento era inevitable, no había algo de profecía auto cumplida, y sí acaso esa idea no contribuyó acaso a que fuera inevitable?, tiendo a pensar que no, pero

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sinceramente confieso que tengo la duda. El problema de fondo es que en esa vía no sabemos cómo, solvitur ambulando, se resuelve caminando, dirían los latinos. En el gobierno de Allende no se hicieron grandes cambios institucio-nales, paso ahora al tema de cómo se utilizó el Estado en el gobierno, porque no podía, no tenía, la mayoría en el parlamento, la mayoría en el parlamento la daba la Democracia Cristiana. La Democracia cristiana fue lenta y progresi-vamente desplazándose cada vez más hacia la oposición, si bien en un primer momento tuvo una cierta simpatía por el gobierno, al punto que el año 1971 tiene una escisión importante, que se escinde de la Democracia Cristiana, se va a apoyar a Allende y constituye un partido que hasta hoy existe que se llama Izquierda Cristiana, no hubo cambios institucionales.

La Cámara Única, la nueva Constitución, simplemente eran posibilida-des, los tribunales Populares que eran los Tribunales Vecinales, simplemente no pudieron pasar porque en el Congreso armaron un escándalo, diciendo que eran tribunales populares que iban a juzgar a la gente por métodos dictatoria-les, etcétera.

Creo que hizo un gran empeño cultural, desde ya el sólo hecho del triunfo de Allende, el sólo hecho de la historia de ese triunfo, que fue un proceso, empezamos de 1952 o de 1938 pero del año 52 en adelante estamos hablando de 20 años, fue generando una cultural que se expresó en una nueva música, la nueva música chilena, que se expresó en la editorial, por ejemplo, en el gobierno de Allende creó la más grande editorial que haya habido en Chile con ediciones populares con tirajes de 80 mil, 100 mil ejemplares, que fue la editorial Quimantú. Libros muy baratos que se vendían en los kioscos, hubo un proyecto de reforma educacional muy importante que fue la Escuela Nacio-nal Unificada que tampoco pudo aprobarse porque allí la derecha movió a la iglesia en oposición a este proyecto.

En el área donde el gobierno de Allende se jugó el pelo fue en el área social, el área de la producción, el área económica, la llamada área social el área de propiedad social, la cual se formó, a lo menos, de cinco formas distintas. Primero a través de una reforma constitucional, el cobre, las cuatro grandes empresas productoras de cobre de lo que se llama la gran minería, las grandes empresas fueron nacionalizadas al 100%. A través de una reforma de la Cons-titución, la única reforma de la Constitución que se aprobó en el gobierno de Allende, la primera que se envió apenas Allende asumió el gobierno y que fue aprobada por unanimidad, la derecha votó a favor para nacionalizar el cobre.

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La Reforma Agraria, con la ley existente, si Frei ya había puesto un acele-rador, Allende lo duplicó y el movimiento de masas triplicó o cuadruplicó el acelerador porque las tomas de fundos y de predios agrícolas comenzaron a difundirse ampliamente, diría yo que lo que subsiste del gobierno de Allende son esas empresas nacionalizadas hasta hoy día y la desaparición del latifun-dio, que ha tenido otras formas de reconstitución pero el viejo latifundio, las viejas haciendas inexplotadas simplemente no volvieron a constituirse y desaparecieron.

En tercer lugar se actuó por negociación directa, hubo empresas que se compraron, el dueño de la empresa estuvo de acuerdo en negociar un precio y el gobierno pagó ese precio.

En cuarto lugar hubo oferta pública de acciones, la OPA, un mecanismo súper de mercado que se utilizó con los bancos, los bancos se nacionalizaron comprando las acciones en la Bolsa, el Estado comenzó a comprar las acciones y en un momento dado los accionistas que quedaban no quisieron seguir afec-tados por este proceso y vendieron sus propias acciones y los bancos extranjeros se retiraron.

En quinto lugar, la forma más polémica que fue la requisición y la inter-vención de empresas, la requisición, dicho sea de paso, se hizo sobre la base de una disposición legal que había sido dictada por la República socialista en 1932 y que no se había usado nunca, pero fue desenterrada y a través de esa norma se requisaron e intervinieron empresas, el número no era muy grande, había en Chile 30 y tantas mil empresas y se estima entre 300 y 350 las empresas que pasaron a formar parte por alguno de estos métodos del área de propiedad social, pero claro representaban el 70% u 80% del producto.

En cuanto a las formas de participación, antes de la Unidad Popular he mencionado los partidos, los sindicatos, los estudiantes, los pobladores, los centros vecinales, los centros de mujeres. La Unidad Popular creó los CUP (los Comités de Unidad Popular) toda la campaña de Allende en 1970, que duró un año, se hizo sobre la base de crear estos Comités de Unidad Popular, y estos CUP eran unidades trasversales. Nadie preguntaba de qué partido eran, eran gente de todos los partidos, de todos los grupos que concurrían abiertos, que eran invitados a estos CUP y que eran instrumentos de campaña, hacían agitación y propaganda durante la campaña.

Los CUP no se mantuvieron como tales, pero sirvieron posteriormente a algunas instituciones, hubo durante la Unidad Popular consejos comunales de

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trabajadores y consejos campesinos, pero lo más importante, fue el desarrollo del sindicalismo y el desarrollo del co-gobierno empresarial y de algunas insti-tuciones nuevas, sobre el sindicalismo para darles cifras rápidamente: en 1960 habían 22 sindicatos campesinos, en 1970, cuando asumió Allende habían 400, en 1960 eran 2200 sindicatos con 300 mil trabajadores, en el 70 subieron a 630 mil trabajadores y 4500 sindicatos y en el 73 se llegaron a 1 millón de trabaja-dores sindicalizados, ¿las novedades de este cuadro?: el convenio CUT(Central Única de Trabajadores)-gobierno, en las empresas que pasaron a ser parte de la propiedad social se estableció un sistema de co-gobierno, que se basó en un convenio que se llamó: el convenio CUT- gobierno.

Este convenio lo formó la central sindical con el gobierno para generar un co-gobierno en las empresas que se constituyó en consejos, estos consejos tenían cinco representantes del gobierno que eran: el propietario de la empresa o administrador de la empresa porque no era el propietario en todas, un repre-sentante de los trabajadores, uno a los profesionales, uno a los técnicos, tres representantes de los obreros, y un presidente que nombraba el Presidente de la República, que generalmente en las empresas era el interventor. La figura del interventor que fue una figura muy importante, que era algo así como el gerente o director de la empresa, fue una experiencia bastante interesante donde no hubo una evaluación bien precisa.

Según la persona que redactó este convenio y fue el generador y padre de este convenio y no hay hasta ahora evaluaciones precisas sobre el número de empresas y sobre cómo funcionaron, sólo puedo dar cuenta de algunas expe-riencias puntuales, en el momento escasez, cuando comenzó a producirse ya en el año 72 un fuerte desabastecimiento, que fue una mezcla de varias cosas.

Por una parte el mercado negro que surgió por precios que eran determi-nados centralmente, en segundo lugar por el acaparamiento que comenzaron a hacer intencionalmente los sectores contrarios al gobierno, que como se comprobó el día 12 de septiembre, abrieron sus alacenas y no faltó nada en las ciudades de Chile porque estaba todo acaparado en los almacenes o en las despensas de las casas más ricas. Pero el desabastecimiento también, creo yo que hay que decirlo, tuvo su origen en nuestras políticas económicas, la política económica redistributiva que aplicamos a partir del año 70 que fue muy exitosa en el año 71, chocó.

Trabajó básicamente sobre la capacidad ociosa, no utilizada que había en las empresas, sus límites fueron lo que los economistas llaman cuellos de

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botella, por ejemplo el transporte. A lo mejor había de todos los insumos, toda la energía necesaria pero no había suficientes camiones para transportar los insumos, entonces, ese tipo de mecanismos comenzó a generar también tras-tabillones en el funcionamiento de la economía y se produjo la histeria del desabastecimiento.

En relación con el desabastecimiento se constituyeron las Juntas de Abas-tecimientos y Precios ( JAP), que eran organizaciones populares que distribuían la canasta básica que se entregaba a la población, para asegurar una distribución de los productos más elementales, las JAP funcionaron eficazmente. Aunque, en todas estas experiencias hay problemas, de repente fueron acusadas las JAP de sectarismo, de que no le daban arroz ni aceite a una señora porque era de derecha y que tenía el mismo derecho y efectivamente lo tenía, y pudo haber ocurrido, había un grado fuerte de sectarismo de nuestra parte, lo hubo, fue uno de los fenómenos que caracterizó a la Unidad Popular en aquella época, pero en general, las JAP funcionaron, para eso sirvieron, de base, restos de los CUP, centros de madres, las juntas de vecinos, se constituyeron las JAP.

Existió también una forma de organización bastante más polémica y que ha dado para diversos estudios, es lo que se llamó los cordones industriales, fueron organizaciones territoriales transversales que operaban en un cierto territorio que era muy denso en término de actividades productivas. Los gran-des sectores industriales de Santiago, de Concepción o de Valparaíso, las gran-des ciudades, grandes sectores donde había industrias del más distinto tipo o carácter y se relacionaban con las juntas de vecinos, se relacionaban con las JAP, en fin, eran como asambleas abiertas pero… una expresión real del poder popular. Pero los cordones industriales no eran manejados ni por los sindicatos ni eran claramente manejados por los partidos y esto generó fricciones en un sistema muy partidista.

La otra experiencia que yo creo que es muy interesante son las tomas de terrenos y fábricas, porque los trabajadores cuando querían tierras, las toma-ban, de repente el proceso de reforma agraria repartía las tierras o asignaba las tierras en un fundo, en una hacienda que había expropiado y procedía a la puesta en marcha del proceso, pero en el fundo de al lado aún no se había iniciado el proceso, entonces, los campesinos de ese fundo, los inquilinos de esa hacienda, deciden tomarse el fundo, para obligar al gobierno a efectivamente expropiarlo y a darles su pedazo de tierra. Estas tomas generaron comités y algo parecido ocurrió también en las industrias.

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Los trabajadores comenzaron también a tomarse las industrias y a pedir que fueran incorporadas al área de propiedad social, aquí ocurrió algo bien complejo, hubo dos momentos antes del golpe de mucha tensión. Uno fue lo que se llamó el “tancaso”, que fue en junio de 1973 cuando un Coronel sacó varios tanques de un regimiento en la parte céntrica de Santiago y fue a dispa-rarle al Palacio de la Moneda. El tancaso terminó con una gran movilización, con el General Prats encabezando el ejército leal, profesional y obligando a rendirse a los tanques y con los trabajadores ocupando empresas, porque lo que se hacía cuando pasaba algo de ese tipo era que se iba al lugar de trabajo y se tomaba el lugar de trabajo, pero cuando se tomaba, al día siguiente había que devolverlo. Entonces, salían al día siguiente por la televisión o por la radio los dirigentes de la Unidad Popular o del gobierno diciendo: a defendernos, tomad los lugares de trabajo porque hay un intento de golpe, entonces se tomaban los lugares de trabajo y al día siguiente salían los mismo diciendo: bueno, ahora hay que devolver los lugares de trabajo porque ya pasó el peligro de golpe.

Lo emblemático de esto fue una empresa que preocupaba mucho, no sé por qué razones, alguien molestaba todos los días al General Prats por lo tanto pasaba a ser importante esta empresa, tenía 14 trabajadores y se llamaba fábrica de caramelos Rorró, y ésta fábrica se la tomaron porque los llamaron a la toma y después no quisieron entregar de nuevo, ellos querían que pasara al área de propiedad social.

Pero el momento más tensionante, más interesante, fue el paro de octubre, más, creo yo, que la huelga del Teniente, que fue en el año 73, El Teniente, una mina de cobre al sur de Santiago, se realizó un paro de tres meses de los trabajadores, impulsada por los sindicatos de allí, donde la izquierda era mayo-ría, se dio un reajuste de los salarios general para todos del 10%, aprobado por ley, aprobado por el gobierno y el Congreso y por una interpretación legal del contrato colectivo de trabajo, de los trabajadores del Teniente, alguien dijo “a nosotros nos tienen que dar, además del 10% el 40%” y empezó a correr el rumor del 40% e iniciaron la huelga por el 40%, la derecha se montó sobre la huelga, hubo intervención externa y financiamiento de la huelga del Teniente.

Fue un episodio importante y la línea de la izquierda fue romper la huelga, eso es lo que se trato de hacer, era muy duro porque los dirigentes, los socialis-tas, comunistas, radicales, nuestros dirigentes, eran dirigentes formados en los grandes sindicatos contra las empresas norteamericanas, tenían una mentali-dad sindicalista muy marcada y fue muy complicado, muy difícil convencerlos

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que rompieran una huelga, finalmente en esa huelga logramos tener el 50% de los trabajadores trabajando y la huelga terminó con el episodio de los tanques, ahí por rebote la huelga terminó.

Pero el gran momento fue el paro de octubre, octubre del año 72, durante un mes la derecha trató de parar el país, la derecha llamó a no producir, a no ir a las escuelas y es un episodio donde uno ve toda la fuerza que realmente tenía la Unidad Popular, Allende su partido, sus organizaciones sociales en las que se expresó toda la fuerza del poder popular, porque ahí se acabaron las discusiones de que si los cordones los manejan los sindicatos o no y se acabaron las discu-siones que si el viejo Estado o el nuevo Estado porque había que caminar y lo digo literalmente, los trabajadores tenían que caminar kilómetros para llegar a sus trabajos, abrieron las fabricas, hicieron producir las fabricas y el paro de octubre, como se conoció, que fue el gran intento de resistencia de la derecha para provocar la salida del gobierno fracasó, finalmente no pudieron sostenerlo.

Lo que pasó en El Teniente, pasó en todas la empresas del cobre, y esto era grave, en Chuquicamata, la mina a tajo abierto más grande del mundo, tuvimos en el año 72 ciento y tantas huelgas, que no eran legales, además, eran huel-gas parciales, en una línea de producción en línea, la extracción del mineral, el chancado, la concentración, la fundición y la refinación, entonces paraban 11 horneros del horno eléctrico y hasta allí legaba la producción, o si no paraban 50 trabajadores de la chancadora, se produjo esto intencionalmente, también había un caldo de cultivo, un terreno que era fértil, así como era fértil para nosotros el trabajo voluntario a través de todo el país, también en el cobre, en Chuquicamata era fértil porque la derecha apelaba a la mentalidad más econo-micista, más sindicalista en su término más estrecho de los trabajadores de un sector que era un enclave, trabajadores que tenían condiciones de trabajo que no tenía ningún otro en Chile por muy duras que fueran sus condiciones de trabajo, los mineros de carbón en el Sur, no tenían las mismas condiciones que tenían los trabajadores de las trasnacionales que explotaban el cobre.

Quiero señalar dos cosas sobre este tema de los salarios: 1) en la empresa que mantuvo esta editorial, por ejemplo, se llegó a discutir en un momento que funcionó muy bien, la participación. Fue una empresa que fue cogestio-nada con los trabajadores, con el sindicato desde el comienzo, con el consejo de administración, asambleas, en esta empresa llegó a discutirse, por ejemplo, si se establecía un salario único para todos los trabajadores, no se llegó a eso pero hubo debate sobre este tema. En general lo que hizo Allende fue poner un tope

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al salario en el sector público, en Chile ningún funcionario público podía ganar más de 20 sueldos vitales, sueldo vital es la unidad básica, o sea, las diferencias se acotaron de 1 a 20.

No hubo una rica experiencia en las empresas auto gestionadas y esto no es extraño porque el partido socialista de Chile fue muy próximo a la experien-cia yugoslava. La editorial del partido de aquella época, publicó varios libros sobre la autogestión yugoslava, sobre lo que estaba ocurriendo en Yugoslavia, etcétera, el partido socialista era un partido herético, anti socialdemócrata, anti estalinista profundo.

Era un partido que donde creía que podía haber una luz entonces miraba Belgrado, después miraban Pekín y de repente salía alguno ahí más simpático con el presidente Mao que con los soviéticos, hasta Cuba diría yo, Cuba fue algo que entró en el alma de todos los socialistas y se quedó hasta hoy día ahí, pero es raro, que habiendo sido este partido tan partidario de la autogestión, rechazara durante el periodo de la Unidad Popular las empresas auto gestio-nadas. Fue la Democracia Cristiana la que propuso empresas de trabajadores y la izquierda las rechazó, porque ya se había producido una adhesión de la izquierda a una convicción marxista-leninista, a una concepción más esta-tista, digamos, el marxismo-leninismo codificado, más estatista y que buscaba menos la posibilidad de diferencia y que tenía una gran sospecha de la idea de la propiedad.

En la Unidad Popular había una izquierda bipartidista pero pluriparti-dista, bipartidista porque habían dos grandes partidos, el Partido Socialista que llegó a tener el 22% ó el 23%, que es el partido de Allende y el Partido Comu-nista que llegó a tener el 16% de los votos, el Mapu, la Izquierda Cristiana y el Partido Radical; era multipartidista, ahora, lo curioso es que casi todos se declararon marxista-leninistas, el Partido Comunista es marxista-leninista y lo es todavía, el Partido Socialista nunca había sido marxista-leninista, había sido marxista enriquecido y rectificado por el progreso científico, etcétera y a fines de los años 60 quiso hacerse marxista-leninista, nunca fue leninista en el sentido del centralismo democrático, del modelo de partido.

Los instrumentos políticos que teníamos no estaban sincronizados con el proyecto de Allende, el Partido Comunista seguía sosteniendo la validez del concepto de la dictadura del proletariado, era el régimen más democrá-tico, se llamaba dictadura porque todo Estado era una dictadura, un aparato especial de represión, pero era un régimen ampliamente democrático, el único

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problema era que la gente pensaba que la dictadura del proletariado era lo que había en la Unión Soviética, en la República Democrática Alemana, en Hungría, en Checoslovaquia, etcétera.

Entonces había un actor que fue el que más coincidió tácticamente y yo diría que estratégicamente con la visión de Allende que fueron los comunistas chilenos, pero sin embargo seguía apegado a este fetiche ideológico de decir algo que Allende decía todo lo contrario, porque Allende tenía una cosa mara-villosa, cuando se iba al Congreso y hacía estos mensajes decía todo.

¿Fue posible el proceso de Allende? hay quienes que dicen que no era posi-ble lo que plateaba Allende, yo sigo sosteniendo que sí, que era posible, que hubo momentos en esos tres años en que si la apreciación de las correlaciones de fuerzas hubieran sido distintas o se hubiera asumido un grado de riesgo mayor, las cosas podrían haber cambiado por la vía de los plebiscitos. Allende, el día que murió iba a convocar un plebiscito, quería devolverle a la ciudadanía su soberanía y que decidieran, si perdía él iba a entregar, por eso adelantaron el golpe de Estado para impedir que hiciera el anuncio de la realización del plebiscito. Hubo oportunidades después del 50% de abril del año 71 haber provocado un plebiscito por ejemplo, cuando se comenzó a discutir sobre el área de propiedad social haber plebiscitado las empresas, lo propuso el Partido Socialista pero Allende y el Partido Comunista no estuvieron de acuerdo y después por variaciones de la política militar.

La política militar de Allende sostuvo tres años un proceso que yo a veces pienso ¿Cómo no fue antes el golpe? ¿Cómo aguantó tres años el golpe con todo lo que estaba ocurriendo y avanzando? Íbamos avanzando, dentro de las Fuerzas Armadas estaban lejos de ser la mayoría, pero habían numerosos oficiales y por supuesto soldados en la Aviación, en el Ejército y en los Carabi-neros que estaban con el proceso, era una lista importante, que no estaba conec-tada. Siempre se movía Allende en un filo de cuchillo, si avanzaba un paso de más, podía adelantar el golpe, entonces tenía que tensionar pero tensionar en el borde.

No hay que cometer errores pero como eso es imposible entonces no hay que cometer muchos, lo peor es cometerlos al mismo tiempo y además errores definitivos. Creo que no hay nada perfecto y que no hay revolución sin errores, los errores son parte de un proceso revolucionario y un grado de desorden en el mejor sentido de la palabra, yo creo que también lo es.

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Democracia socialistaDesprenderse del “Marxismo Soviético”

Construir Pensamientos Contra-Hegemónicos

Javier Biardeau RSociólogo. Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV.

Venezuela

«El jefe verdadero no es un hombre enamorado y celoso de una idea, sino aquél que une al amor de la idea, la facultad de poder deter-minar, en todo instante, cual es la parte de la idea que puede hacerse

realidad en cada nueva etapa. Robespierre no lo comprendió. Fue un mal jefe. Porque lo era, y no quiso reconocerlo, se convirtió en tirano y

en asesino de la Revolución». (Dantón)

1. Salir del Laberinto, pero sin la Brújula del Socialismo Burocrático:

Una de las lecciones más difíciles de asumir de las experiencias de transi-ción-edificación socialista del siglo XX, ha sido la dificultad para superar las figuras del “marxismo-dogma” (determinado en gran medida por las recep-ciones a-críticas del marxismo soviético) y las actitudes sectarias, verdaderos obstáculos epistemológicos, políticos, éticos, afectivos y estéticos para crear mapas teóricos renovados y formas de praxis revolucionaria, que construyan eficaces procesos de acumulación de fuerzas para las clases populares y sectores subalternos, conquistando mayores espacios de libertad y liberación.

Cuando se cancela la posibilidad de comprender el socialismo como un horizonte de mayores espacios de libertad y liberación, confundiéndolo con relaciones y prácticas despóticas: desde un autoritarismo suave, pasando por

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regímenes dictatoriales, por autocracias hasta llegar a las tiranías, estamos frente a algo radicalmente distinto de la “Democracia Socialista”:

“El socialismo es, en su meta y en todo su camino, una lucha por la realización de la libertad”. (Anti-crítica. Karl Korsch)

“La libertad que se concede únicamente a los partidarios del gobierno y a los miembros del partido, por numerosos que sean éstos, no es libertad. La libertad es solamente libertad para los que piensan de otro modo. Y no precisamente a causa del fanatismo de la “justicia”, sino debido a que todo lo que hay de enriquecedor, de salu-dable y de purificador en la libertad política, depende de” ello y su eficacia desapa-rece cuando la “libertad” se convierte en un privilegio.”(Rosa Luxemburgo)

Estas dos citas se traen a debate para recordar que el proyecto de emanci-pación, justicia social e igualdad sustantiva son parte de un horizonte libertario, no de una clausura despótica. Por tanto, con dogmas y sectarismos no habrá praxis revolucionaria para el siglo XXI, mucho menos ante la convocatoria de un bloque popular revolucionario, como eje fundamental de reagrupamiento del gran polo patriótico en el proceso de re-politización, re-unificación y re-polarización mayoritaria de las fuerzas socialistas, democráticas y contra-imperiales del país.

2.Combatir el Sectarismo y el Dogmatismo que Aíslan y Debilitan:

Aislar la revolución bolivariana del conjunto de fuerzas progresistas mundiales, incluidas las fuerzas intelectuales de las izquierdas anticapitalistas a escala mundial, es parte de una estrategia de debilitamiento del avance de la revolución democrática, socialista, ecológica y descolonizadora que se inició con la activación inédita del poder constituyente en Venezuela en 1998. Y si esta inducción del aislamiento viene de sectores de izquierda, retóricamente intransigentes, radicales y grupusculares, se trataría de una estrategia suicida, debilitante y funcional a los intereses de los sectores capitalistas dominantes, tanto nacionales como transnacionales.

Recordemos las vicisitudes de la Revolución Bolivariana desde el 4-F de 1992 hasta 1998. La llamada “ventana táctica”, tuvo como eje la necesidad no de conquistar una mayoría electoral cualquiera en función de integrarse al sistema de conciliación de elites, sino que llevó a impulsar la transformación

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radical del Estado heredado desde 1958, a partir (repetimos) de la activación del poder constituyente, así como logrando una transformación del ordena-miento jurídico-constitucional, para dar paso a la V República, en función de la construcción de la democracia social y participativa. Quienes suponen que el poder constituyente se ha detenido, que ya no es necesario retomar los alcances radicales de la soberanía popular directa y de todas las formas de democracia participativa, han encallado en la visión (incluso desde la una “izquierda cesa-rista”) de las teorías del “elitismo democrático”, del jacobinismo y el vanguar-dismo, de la minoría revolucionaria selecta ó del imaginario blanquista, con todas sus limitaciones para abonar las condiciones para conquistar lo que Alfredo Maneiro llamó la “Democracia Radical”.

3. El Culto a la Personalidad es la Fase Superior del Sectarismo:

La revolución constituyente, pacífica y electoral, abrió las compuertas a una participación sin precedentes de las mayorías populares en la escena política del país. Esta participación protagónica del pueblo se ha convertido gradualmente, sobre todo a partir de 2007, más que en una realización efec-tiva y permanente de la revolución, en un mito de legitimación en una fase de estancamiento, reflujo y burocratización temprana del proceso bolivariano, perdiendo la centralidad del “momento del protagonismo popular” (iniciativa popular-constituyente) ante la exaltación de la legitimación carismática-personalista del poder. Pasamos muchas veces sin percibirlo de: “Con Chávez, manda el pueblo” a la tesis: “Aquí quien manda es Chávez”.

Pero el socialismo participativo de la democracia radical, es mandar obedeciendo al pueblo, no mandar obedeciendo sobre el pueblo, hecho que las corrientes burocráticas en el seno de la revolución han omitido completamente. Suponer ahora que las tesis del poder constituyente, la democracia participa-tiva, la reconstrucción de la izquierda, ir más allá del metabolismo social del Capital, proyectar formas de una economía de transición post-capitalista, de una ética-política de la liberación, incentivando el protagonismo del poder popular, son todas tesis contrarrevolucionarias, no es más que una muestra de cerrazón mental, arcaísmo ideológico y necedad intelectual.

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Cuando se hace gala de ignorancia combinada con la arrogancia, entramos en el terreno de la necedad, se desprecia el trabajo intelectual y las experien-cias que han hecho balance de inventario crítico de los socialismos reales, se postula una praxis cargada de imprudencia y presunción. Estas actitudes son el síntoma más evidente de la inscripción de los códigos del marxismo dogmá-tico, el socialismo burocrático y las facciones sectarias en el seno de los espacios ideológicos de la revolución bolivariana.

Pues pasan por alto el siguiente hecho: ha sido la convergencia de dife-rentes “posiciones de sujeto” en la construcción de voluntades colectivas para la lucha mundial contra el neoliberalismo, uno de los motores fundamentales para la creación de condiciones para reimpulsar el horizonte socialista para el siglo XXI. El capitalismo neoliberal aún sigue vigente en los centros estratégi-cos de poder a escala global (como lo demuestran sus centros de gravedad en los EE.UU, Gran Bretaña, Francia, España, Grecia, Portugal e Irlanda), aunque se ha replegado tácticamente de algunos espacios, ha sido contenido en otros, y ha sido francamente derrotado en menor medida.

Por tanto, el proyecto neoliberal/neoconservador sigue siendo un proyecto contrario a la profundización de la democracia y su extensión a las esferas económicas y sociales, a las conquistas de los trabajadores y sectores populares, así como a la idea de alternativas post-capitalistas a la civilización (Wallerstein dixit) hoy hegemónica.

4. Quién Abandona la Democracia Participativa Abandona las Condiciones Necesarias

para la Democracia Socialista:

De modo que la democracia socialista es justamente la lucha por la profun-dización y la radicalización de la democracia social y participativa, con la fina-lidad de construir una sociedad justa, una sociedad cuyo horizonte utópico-concreto es la lucha de actores, movimientos y fuerzas sociales, edificando el bloque social nacional-popular en lucha contra la explotación del trabajo, la coerción política, la hegemonía ideológica, la desigualdad y exclusión social, la discriminación, la negación cultural y la destrucción de la naturaleza.

Una democracia radical, social y participativa, de amplia deliberación y protagonismo de multitudes: trabajadores y trabajadoras, pueblos indígenas,

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estudiantes, campesinos, precarizados, desempleados, mujeres, científicos, técnicos y militares patriotas, sigue siendo percibida como una “amenaza revo-lucionaria” para la estructura de mando y explotación del Capital.

A esta movilización por la participación ampliadas de la multitud podemos llamarla socialismo participativo, comunismo libertario, democracia radical o democracia socialista, pero no podemos confundirla con las experiencias del socialismo real bajo la hegemonía de dogmas marxistas-leninistas ortodoxos.

Todas las investigaciones sobre mapas teóricos y praxis revolucionaria en el siglo XX, han dado cuenta de las severas limitaciones de los códigos del marxismo dogmático, el socialismo burocrático y las facciones sectarias en el seno de los espacios ideológicos de la revolución. Cuando las voces de estas facciones pretenden ser hegemónicas, estamos en una evidente etapa de reflujo, bloqueo, estancamiento y debilitamiento del proceso revolucionario.

5. Reconstruir, Renovar y Reimpulsar las Izquierdas sobre Bases Amplias y Diversas:

Afirmar la urgencia de reconstruir y renovar las izquierdas sobre bases amplias, flexibles, superadoras de dogmas, posturas colonialistas, euro-céntri-cas y despóticas, ha sido parte de nuevas composiciones sociales y ciclos de lucha de clases, grupos subalternos, naciones y pueblos. No se trata entonces del micro-relato de un post-modernismo conservador, ni de la narrativa ideo-lógica del proyecto neoliberal, ni del guión de la tercera vía (síntoma de un reformismo socialdemócrata decadente). Pero tampoco se trata del calco y copia del imaginario dogmático del Socialismo Burocrático.

Se trata de un radical renacimiento del imaginario crítico post-capitalista, post-colonialista y post-imperialista. De allí la importancia de superación de viejas fronteras, distinciones y mapas del socialismo real y del marxismo buro-crático, hegemónicos en el siglo XX.

6. Y, ¿Qué Cosa es el “Marxismo Soviético?

Definamos sus contornos para precisar su impacto en la recepción-apro-piación del pensamiento marxista latinoamericano y caribeño a partir de los

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años 20 del siglo pasado, cuando se crean los principales Partidos Comunis-tas del continente, reconociendo aquellas posiciones teórico-ideológicas que constituyen obstáculos, censuras y bloqueos para una reconstrucción y reno-vación de las izquierdas, identificadas con el impulso de un frente amplio de fuerzas revolucionarias, no solo en el ámbito político, sino en el terreno intelec-tual y ético-cultural (nueva plataforma teórica de pensamientos insurgentes y contra-hegemónicos).

Ferenc Feher, autor de un excelente ensayo sobre los desvaríos del jacobi-nismo en la Revolución Francesa (La Revolución Congelada. Editorial siglo XXI), miembro de la llamada “Escuela de Budapest”, conocedor “desde las entrañas del monstruo” de las experiencias del Socialismo Real, planteó en su análisis del “marxismo soviético” (caracterizado en profundidad por Herbert Marcase en su obra: “El marxismo soviético”) cuatro momentos o perío-dos de constitución, expansión, consolidación y declive de esta constelación ideológica:

a) El momento jacobino-blanquista de carácter ideológico-político, período de la influencia determinante de Lenin hasta su fallecimiento en 1924, constituye un extraordinario período de polémicas revolu-cionarias en varios frentes ideológicos, definiendo desde éste lugar de enunciación los temas de contraste con el marxismo centro-europeo, con la socialdemocracia alemana, con el comunismo de consejos, con los fabianos ingleses, socialistas franceses, autro-marxistas, entre otros. Lenin se presenta a sí mismo con el intérprete correcto y defensor del “marxismo revolucionario”, que en definitiva no es más que la versión bolchevique del marxismo.

b) El momento totalitario-manipulador (período de Stalin-hasta 1953), período de influencia determinante de Stalin en la codificación del subgénero del discurso oficial del “marxismo-leninismo”, de la cons-trucción del código del “Hismat-Diamat”, apropiación y distorsión oficiosa del legado leninista, purgas ideológicas y liquidación de la vieja guardia bolchevique.

c) El momento de relativo deshielo y búsqueda reformadora de la dimensión ideológica perdida del “leninismo” (período de Kruschev- hasta 1964), donde se devela el culto a la personalidad y los errores del

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período anterior, se tratan de corregir algunos de los más atroces erro-res del estalinismo, llamando a renovar el legado leninista original, pero simplemente refrescando algunos aspectos de legitimación de una nomenclatura ya consolidada en el poder.d) el momento iconográfico-conservador (período de Breznev-hasta 1982), donde queda patentemente manifiesto los bloqueos institucio-nales y políticos para reformar el estalinismo, como subcultura política e ideológica hegemónica de la nomenclatura soviética.

George Lukács había denominado “Escuela de Budapest”, a aquel grupo de filósofos y sociólogos húngaros, cuya actividad teórica comenzó durante el llamado “deshielo post-estalinista” bajo su propia dirección espiritual. El mismo se refiere a autores como: Agnes Heller; György Márkus; Mihály Vajda y Ferenc Fehér. Comúnmente son también incluidos András Hegedüs, María Márkus e Istvan Meszaros así como los autores más jóvenes György Becde y János Kis.

Usando las palabras de Lukács, la función e importancia de la “Escuela de Budapest” se circunscriben a la recreación, constatación y aplicación del método de Marx (sin los filtros del “marxismo oficial”) a todas las áreas de la vida social, incluyendo la crítica a las sociedades de tipo soviético, bajo el prisma central de la teoría de la alienación y la cosificación.

Sin embargo este movimiento de renovación y renacimiento del “marxismo crítico” implicó recrear el “pensamiento de Marx”, así como una revisión exhaustiva de nuevas fuentes documentales y archivos incluso censurados, que tendrá expresiones similares en otros países del campo socialista: RDA, Polo-nia, Checoslovaquia, así como fuera de este, como en el caso de Yugoslavia.

Se abren vías de dialogo y controversia semejantes al clima de debates entre marxistas, socialistas, socialdemócratas y libertarios previo a 1917, momento extra-ordinariamente rico en la sedimentación de las diversas tradiciones del pensamiento de izquierda en Europa. Una revisión detalla de estos climas ideológicos y tradiciones puede leerse en las obras tan contrastantes como Leszek Kolakowski (Las principales corriente del marxismo), Iring Festcher (Marxismo, Socialismo, Comunismo) y G.D.H. Cole (Historia del Pensa-miento Socialista).

El llamado “marxismo bolchevique”, del cual forma parte el subgénero del “marxismo-leninismo ortodoxo” (elaborado bajo la iniciativa de Stalin y

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Bujarin en el V Congreso de la Comitern en 1924), ha reivindicado cuatro herencias teóricas de las que ha extraído su propia interpretación del marxismo:

1. La tradición de Plejanov de interpretar la dialéctica del “pensa-miento marxiano” como “materialismo dialéctico”. Ello supuso una continuidad más cercana a las elaboraciones de Engels que a Marx; retomada críticamente por Lenin en su idea de “materialismo” y de “crítica al empirio-criticismo”. Estos elementos fueron refutados, entre otros, por Antón Pannekoek en su libro: “Lenin, filósofo”. Otras consideraciones críticas a este tipo de “materialismo de la ilustración” pueden rastrearse en Karl Korsch, Lucáks, Labriola y Gramsci. Con Lenin, también se constituye en orientación sociológica definible la división de la filosofía en una forma materialista, defendida por las “fuerzas progresistas” y una forma idealista, sostenida por las “fuerzas reaccionarias”. Se trata de la lucha entre dos campos: materialismo e idealismo como forma de comprender la historia de las ideas.

2. La tradición tanto sociológica como económica de Marx, inter-pretada ahora bajo el prisma del “materialismo histórico” (ver: Breve esbozo biográfico de Marx con una exposición de marxismo-1913), en las obras referidas al estudio del desarrollo del capitalismo en Rusia, y la teoría del imperialismo ó del Estado. De esta idea de “sociología marxista” o “economía marxista” surgen iniciativas como las del Manual de Bujarin en su Ensayo Popular de Sociología (1921).

Respecto a esta aportación específica de Bujarin que marcará a la teoría del “materialismo histórico” derivada del “marxismo soviético”, es necesa-rio comentar las numerosas críticas que recibió desde el campo de la propia reflexión marxista. La obra consta de los siguientes capítulos:

i. Materialismo histórico: La causa y el fin de las ciencias sociales (causalidad y finalismo).ii. Determinismo e indeterminismo (necesidad y libre albedrío).iii. Materialismo dialéctico.

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iv. La sociedad.v. El equilibrio entre la sociedad y la naturaleza.vi. El equilibrio entre los elementos de la sociedad.vii. Ruptura y restablecimiento del equilibrio social.viii. Las clases y la luchas de clases.

Aldo Zanardo, en un trabajo titulado “El Manual de Bujarin visto por los comunistas alemanes y por Gramsci”, realizó una síntesis de las críticas que recibió el Manual de Bujarin. Dice: “En 1927, Kautsky juzga al manual de Bujarin como una de las expresiones más burdas del materialismo económico y observa que casi todos los marxistas rusos son materialistas.” Entre las valo-raciones positivas, Hermann Duncker indica su aspecto de anti-revisionismo radical, en la adhesión abierta a la concepción materialista de la realidad (que es además una adhesión genuina a las posiciones de Marx, Plejanov y Mehring). El hecho de que Bujarin no discuta los problemas del conocimiento significa simplemente que el marxismo es ajeno a los planteamientos neo-kantianos. Duncker, con todo, recalca algunos puntos presentes efectivamente en el “Manual de Bujarin” pero que no fueron desarrollados: el materialismo de Marx no es mecanicista; la ideología no es mera apariencia: hay reciprocidad entre base y superestructura; materialismo no significa fatalismo.

Fritz Rückert se basa no ya en el materialismo, sino en la dialéctica, en el segundo de los aspectos que sirven para la polémica filosófica contra la social-democracia. Es justamente la dialéctica, la admisión de que en la sociedad y en la naturaleza existen saltos, revoluciones, la que sirve para distinguir el comu-nismo de la socialdemocracia. “El marxismo es una doctrina de la realidad, de la vida viviente, de la acción: el hombre no es ciego instrumento de la suerte, sino elemento activo en el necesario proceso de desarrollo de la sociedad”. Pero estos motivos están desarrollados a continuación del texto de Bujarin, y está sin desarrollar la otra implícita concepción, es decir, la implícita crítica al determinismo.

Por su parte Lukács, en el comentario crítico que hace del libro de Bujarin, recalcaba especialmente que se trataba de un manual de una tentativa de popu-larización y sistematización y, dentro de estos límites, hacía algunas conside-raciones positivas. Pero el resto de las consideraciones es predominantemente negativo y crítico. Y justamente, en cuanto a la popularización, según Lukács, el “Manual” quiebra la tradición de Plejanov y Mehring, que habían indicado

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como se pueden unir popularización y rigor científico. La posición filosófica de Bujarin es la del materialismo vulgar, intuitivo. Este materialismo es una comprensible reacción al idealismo de los socialdemócratas, desde Berstein a Cunow, pero excluye el método marxista de todos los elementos que provienen de la filosofía clásica alemana y en particular excluye la dialéctica, que es la que hace inteligible el proceso histórico.

Para Lukács, Bujarin transforma la dialéctica, que es un método, en una ciencia objetiva y positivista; admite una causalidad irresuelta, una objetivi-dad por la objetividad fetichista. Pero para el marxismo es esencial “remitir todos los fenómenos de la economía y la sociología a relaciones sociales de los hombres entre sí”. Típica de la posición objetivista, materialista vulgar, es la afirmación de Bujarin de que la técnica es determinante para las relaciones de trabajo. La argumentación negativa de Lucaks se vale del conocido capítulo sobre el fetichismo de la mercancía, que interpreta como negación de la obje-tividad histórica aparente, de un tipo semejante a la forma-mercancía y de la objetividad más general, propia del materialismo filosófico burgués.

Otro motivo central de la posición de Lukács (como de la de Gramsci) es la crítica de la doctrina de la previsión; afirma, fundándose en algunas tesis de Lenin, que existe una imposibilidad metodológica de prever un hecho con absoluta certeza: la estructura de la realidad no es la exactitud, la matemática, sino la tendencia, la posibilidad, el movimiento. Las ciencias sociales e histó-ricas no son exactas ni deterministas. Las leyes del marxismo son tendenciales no estáticas, sometidas además a contra-tendencias, al movimiento de diferen-cias, conflictos y antagonismos de lo histórico-social.

Así Bujarin, se habría colocado fuera de la gran tradición del marxismo (Marx, Engels, Mehring, Plejanov, Luxemburgo): en lugar de criticar las cien-cias de la naturaleza con el método dialéctico, aplica el método de esas ciencias, el materialismo vulgar y positivista, al estudio de la sociedad. Todavía en este punto no se ha comprendido la distinción entre ciencias empírico-analíticas y aproximaciones socio-criticas y dialécticas en los procesos sociales. Ni siquiera se han detenido ha comprender la diferencia hegeliana entre “entendimiento” y “razón”.

Sobre las deficiencias dialécticas de Bujarin, la definición más rotunda fue la de Lenin, en los textos que se consideraron como el testamento del diri-gente soviético. Lenin escribía: “En lo que respecta a los miembros jóvenes del Comité Central, quiero decir unas palabras sobre Bujarin y Piatakov. Son,

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en mi opinión, los hombres más sobresalientes (entre los más jóvenes) y en relación con ellos no habrá que perder de vista lo siguiente: Bujarin no es sólo el teórico más valioso y destacado del Partido, sino que además es considerado, merecidamente, el preferido de todo el partido. Sin embargo, sus conceptos teóricos sólo pueden ser considerados, desde todos los puntos de vista, marxis-tas con la mayor reserva, porque hay en él algo de escolástico (no ha estudiado nunca y pienso que jamás ha entendido del todo la dialéctica”).

Para Zanardo, en última instancia, la crítica de Gramsci a Bujarin supera tanto a la crítica de los comunistas alemanes como a la del mismo Lukács, Según él, el grueso se la crítica filosófica de Gramsci a Bujarín se entrelaza en torno de los problemas de la sociología y del materialismo filosófico con todas sus implicaciones (previsión, regularidad de los eventos, determinismo, ciencias naturales, etc) en torno al problema de la ubicación histórica del mate-rialismo histórico de Bujarin.

Su “Manual” parte de la distinción rígida entre lo general y lo particular, entre teoría e historiografía y quiere ser una indagación, primero de lo que es general en la realidad natural y humana, después de la vida de la sociedad y en particular de la sociedad moderna. Primero trata de los principios universa-les, los conceptos metodológicos de la sociología: regularidad, causa, libertad, necesidad, caso, transformación; después construye la sociología verdadera y particular: la sociedad, los estados de equilibrio, desequilibrio y reequilibrio entre la sociedad y la naturaleza, entre los distintos elementos de la sociedad.

Para Gramsci, la “sociología” era una extensión indebida de los métodos de las ciencias naturales a la ciencia de la sociedad, “un intento de obtener experi-mentalmente las leyes de evolución de la sociedad humana, del modo de prever el futuro con la misma certeza con la que se prevé que de una bellota se desarro-llará una encina (…).”

Para concretar más la crítica de Gramsci a Bujarin (que es una crítica al traslado de la epistemología empírico-analítica a las ciencias sociales e históri-cas críticas), conviene citar directamente al filósofo italiano en algunos párra-fos de su amplio trabajo titulado “Notas críticas sobre la tentativa de Ensayo Popular de sociología”: “En el Ensayo Popular tampoco está justificada cohe-rentemente la premisa implícita en la exposición y explícitamente esbozada en algún lugar: causalmente, la de que la verdadera filosofía es el materialismo filosófico y de que la filosofía de la praxis es una pura “sociología” (Gramsci denominaba “filosofía de la praxis” al marxismo en sus Cuadernos de Cárcel).

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¿Qué significa realmente esta afirmación? Significa que si fuera verdadera, la teoría de la filosofía de la praxis sería el materialismo filosófico. Pero, en tal caso, ¿Qué significa que la filosofía de la praxis es una sociología? ¿Y que sería esta sociología? ¿Es una ciencia de la política y de la historiografía? ¿O tal vez un conjunto sistematizado y clasificado según un cierto orden, de observaciones puramente empíricas sobre arte político y de cánones exteriores de investiga-ción empírica? Las respuestas a estas preguntas no se hallan en el libro, a pesar de que sólo así se podrá hablar de teoría. Así no está justificado el nexo entre el título general Teoría, etc. y el subtítulo Ensayo Popular. El subtítulo sería el término más exacto, si al término “sociología” se le diese un significado más circunscrito (…) La reducción de la filosofía de la praxis a una sociología ha representado la cristalización de una tendencia vulgar ya criticada por Engels (en las cartas a dos estudiantes publicadas en Social Akademiker) y consistente en reducir una concepción del mundo a un formulario mecánico, que da la impresión de meterse toda la historia en el bolsillo. Ella ha sido el mayor incen-tivo para las fáciles improvisaciones periodísticas de los “genialoides”.

La experiencia en la que se basa la filosofía de la praxis no puede ser esque-matizada: es la historia misma en su infinita variedad y multiplicidad, cuyo estudio puede dar lugar al nacimiento de la “filología” como método de la erudición, en la verificación de los hechos particulares, y al nacimiento de la filosofía, entendida como metodología general de la historia (…)

Para Gramsci, en el Ensayo, toda la polémica contra la concepción subje-tivista de la realidad, con el “terrible” problema de la “realidad del mundo exte-rior” está mal encarada, peor conducida y, en gran parte es fútil y ociosa (se refiere también a la Memoria presentada al Congreso de Historia de las Cien-cias, realizado en Londres en Junio-Julio de 1931) Desde el punto de vista del “Ensayo Popular”, dicha tarea responde más a un prurito de pedantería inte-lectual que de una necesidad lógica (…) El público popular no cree siquiera que pueda plantearse tal problema, el problema de si el mundo existe objeti-vamente (...) En el Ensayo se juzga el pasado como “irracional” y “monstruoso” y la historia de la filosofía se convierte en un tratado histórico de teratología, porque se parte de un punto de vista metafísico” (En cambio en el Manifiesto Comunista se halla contenido el más alto elogio del mundo que va a morir).

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7. Reconocer las Bases Teóricas del “Marxismo Crítico”

Estas críticas de Gramsci, del comunismo alemán, del consejismo holandés y Lucaks van a conformar las bases del marxismo crítico, heterodoxo y abierto frente al marxismo dogmático u ortodoxo que se fue institucionalizando como “marxismo-leninismo” luego del V Congreso de la Comitern en 1925. Este dogmatismo del “leninismo ortodoxo” es el inconsciente epistemológico y político de las generaciones que recibieron y aún recrean alguna versión del “marxismo soviético”. Frente a esta herencia hay que reclamar la potencia subversiva del marxismo crítico (Luxemburgo, Lucáks, Korsch, Labriola, Pannekoek, Gramsci, entre otros), antecedente fundamental para construir figuras del pensamiento contra-hegemónico y de la teoría crítica radical.

8. Momentos del “Marxismo Soviético”

Desde el punto de vista económico, el primer período o momento del “marxismo soviético”, generó significativas controversias acerca de los proble-mas de transición al socialismo en el campo económico (Bujarin, Preobra-zhensky, Trotsky, por ejemplo, participaron ampliamente en estas polémicas), tanto en el período del llamado “comunismo de guerra” como en el período de la NEP. Los problemas de la economía planificada, la compatibilidad del mercado con el socialismo y el Capitalismo de Estado estaban en el fondo de estas controversias, en las que también participo activamente Lenin.

En 1926 Preobrazhensky escribió su obra, La Nueva Economía, en la que analizó las contradicciones entre la planificación socialista y el mercado; el debate sobre las leyes de la acumulación socialista y se pronuncia porque el Estado soviético subordinara la ley del valor a la regulación planificada de la sociedad. En 1927 fue expulsado del partido y deportado junto con Trotsky. La NEP avalada por Bujarin suscito el debate sobre la economía mixta y el Capitalismo de Estado. Sin embargo, a pesar de que este primer periodo del marxismo bolchevique estuvo cruzado de significativos debates, a partir de la muerte de Lenin hasta el control absoluto del poder por parte de Stalin, donde comenzó un proceso de intimidación y persecución contra las llama-das oposición de “izquierda” y de “derecha”, que selló el fin del espíritu vivo y

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polémico de la reflexión del “marxismo soviético” de este primer momento en el campo económico, social, político y cultural.

Así mismo, este primer periodo constituye un extraordinario apogeo del pensamiento de Lenin, como intérprete hegemónico del “marxismo revolu-cionario” frente a la ortodoxia reformista y revisionista de la II Internacional, pero además contra cualquier desafío a su hegemonía (comunismo de consejos, austro-marxismo, oposición obrera, pensamiento anarquista), transcurrieron importantes debates en la URSS como la discusión sobre el poder del Estado, la violencia, el derecho y la “legalidad revolucionaria” donde participan Pasuka-nis, Stucka, Krilenko y otros. La interpretación leninista de la “Dictadura del Proletariado” (cuyo concepto es creación de Blanqui, de la experiencia de la Comuna y de allí lo tomó Marx) dominó este debate.

Fueron tales las implicaciones de estas controversias, que por soste-ner que el Estado socialista debía extinguirse para dar a luz el Comunismo, según la teoría de la transición de Marx, personajes como Stučka y Pasukanis, fueron calificados por Vishinski de “saboteadores” y “espías”. Tal era el “clima de debate” en el apogeo del estalinismo (que llamaba a fortalecer el Estado y el Socialismo en un solo país); en fin, la controversia era descalificada como abono para el terreno contra-revolucionario y de las acciones del los “enemigos del pueblo”. Stalin fue el propagador de la mayor parte de las clasificaciones que identificaron de manera abusiva, sectaria y estigmatizadora a diversas tenden-cias, grupos y personalidades dentro de los llamados “enemigos del pueblo” y “contra-revolucionarios”

Finalmente, también es importante referirse al movimiento Proletkult (Organizaciones proletarias de cultura e ilustración). Un teórico prominente de este movimiento fue Bogdanov, pero al buscar demasiada independencia respecto al dirigente Partido Comunista y construir sus propia tesis construc-tivo-sistémicas sobre el conocimiento, se ganó el rechazo de Lenin. Gradual-mente, la idea de vanguardia estética con cierta dosis de experimentalismo y creación dio paso al culto oficial por la estética del “realismo socialista”. En todo este debate es importante destacar la teoría cultural de Lunatchartski. Cuando el Partido Comunista rechazó estilos modernos como el impresionismo, el surrealismo, el dadaísmo y el cubismo debido a los principios “subjetivistas” que subyacían a ellos (el subjetivismo chocaba frontalmente con la aspiración obje-tiva del “materialismo dialéctico oficial” y a los temas que trataban (el realismo socialista sólo consideraba relevantes los temas relacionados con la política y

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los trabajadores); ello llevó a considerar a dichos estilos como manifestaciones de arte burgués. El realismo socialista se convirtió entonces, en política oficial del Estado en 1932 al promulgar Stalin el decreto de reconstrucción de las organizaciones literarias y artísticas.

En el periodo estalinista, el “marxismo soviético” se institucionalizó como “marxismo-leninismo” (Cuestiones de leninismo y Fundamentos del leninismo, elaborados por Stalin fueron el ABC de esta versión ortodoxa del “marxismo soviético”, incluyendo la oficiosa “Historia del Partido Comunista de la URSS”). A partir de entonces, apareció la función de legitimación caris-mática hacia la figura del Stalin vivo, heredero del legado leninista y autoridad del “marxismo soviético”.

El “marxismo-leninismo” pasó a ser un pensamiento único de izquierda, única visión correcta y científica (ambos adjetivos comenzaron a usarse de manera intercambiada como simple apoyo dogmático a sus planteamientos). Stalin se encargó de combatir y perseguir las alternativas posibles a esta defor-mación del marxismo bolchevique: el Trotskismo y el Luxemburguismo, y estableció claramente que el materialismo histórico y dialéctico, descrito en sus propios términos, correspondía a la visión del mundo del partido comunista.

Todavía hoy se viven los estragos ideológicos de esta visión del mundo, sobre todo en las generaciones que cultivaron esta modalidad de “marxismo oficial” como única y correcta verdad del pensamiento de Marx.

El período de Kruschev trató de deslindarse de la idea del marxismo como mera propaganda, como simple racionalización y justificación de la política del partido comunista de la URSS, para redescubrir las funciones de una ideo-lógica con poder de atracción y expansión. Se trataron de subsanar los peores errores teóricos de Stalin en los congresos XX y XXII del PCUS, tratando de sustituir el culto de Stalin por un renovado culto a la obra teórica y práctica de Lenin” (pero se condenaba igualmente al trotskismo), así como combinar el “espíritu de partido” (“marxismo-leninismo”), con la promoción de investi-gaciones más rigurosas y una racionalidad análoga a los protocolos del racio-nalismo crítico, en el terreno de la filosofía, la historia, el derecho, las ciencias sociales y las ciencias naturales. Sin embargo, aun no se ha estudiado deteni-damente la influencia de este tercer período del marxismo soviético sobre el “marxismo latinoamericano”, ni la significación que adquirió la polémica con el “Maoísmo” (quien también reclamó ser heredero del legado marxista-leni-nista”, pues desde el PCCH se descalificó la política de Kruschev.

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El cuarto período del “marxismo soviético”, o momento iconográfico-conservador, se caracterizó por el abandono incluso de las “reformas nomi-nales”, y se hizo hincapié en establecer sólidamente manuales expresamente dedicados a exigir la existencia y validez de los principios doctrinarios. El “marxismo soviético pasó a convertirse en un sistema de formulas vacías para justificar la política pragmática de sus gobernantes, trazando lo que Adorno intuyó como circulo completo de la dialéctica negativa.

9. La Revolución Cubana también Bebió su Dosis del “Marxismo Soviético”.

Retomar la Autonomía del Socialismo Indo-Americano de Mariátegui: ¡Ni Calco ni Copia!

Ni siquiera un acontecimiento extraordinariamente heterodoxo y creativo como lo fue la revolución cubana en sus inicios, pudo escapar a la tentación dogmática y sectaria del “marxismo soviético”. Ni siquiera el más heterodoxo de la tradición marxista-leninista en la revolución cubana, como lo fue sin duda el Che, pudo escapar a la sedimentación de algunos de los dogmas más vetus-tos del “marxismo soviético” en sus escritos. Su acercamiento tardío a obras del “marxismo crítico” (compiladas en el texto “Los Marxistas” de Ch. Wright Mills, así como a obras de Trotski, no permiten suponer que existió una discon-tinuidad radical con ésta tradición del pensamiento de izquierda, sobre todo por la impronta de muchas de las ideas del XXII Congreso del PCUS en el propio pensamiento del Che.

Por tanto, el “marxismo crítico latinoamericano” tiene aún la tarea de de-construir sus propios puntos ciegos teóricos e ideológicos con relación al marxismo soviético, retomando la poderosa inflexión teórica que significó la obra crítica de José Carlos Mariátegui, así como todo el legado de recreación abierta, heterodoxa y crítica del pensamiento de Marx, elaborada desde los pensadores latinoamericanos y caribeños afines ó críticos parcialmente a las “teorías de la dependencia”. La revisión, rectificación y renovación de muchos de sus originales planteamientos podría ser punto de partida para recrear la escena contemporánea de los nodos de pensamiento crítico socialista en América Latina, siempre vigilantes ante la potencial recaída en los formulis-mos vacíos y en la esterilidad de reiterar dogmas.

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América latina y el Caribe, requieren hoy más que nunca, muchos contin-gentes de trabajadores intelectuales para la transformación democrática y socialista necesaria, para blindar la construcción de la Patria Grande ante la evidente derechización de los centros imperiales del Norte. Se requieren muchas batallones intelectuales, redes y centros de investigación para orientar la construcción de opciones históricas y alternativas post-capitalistas, vigi-lando cualquier recaída en viejas regresiones dogmáticas y arcaísmos sectarios. Diversas iniciativas de intelectuales, partidos políticos y movimientos socia-les intentan hoy apalancar esfuerzos para reconstruir una teoría crítica post-capitalista, post-imperialista y post-colonialista a la altura de los desafíos de los nuevos tiempos. No es tiempo ni de distracciones ni de regresiones ideológicas a los dogmas del “marxismo soviético”.

10. La Revolución Bolivariana Carece del Imprescindible “Intelectual Colectivo”:

¿Cuál Revolución y Desde cual Reflexión Teórica Insurgente?

La revolución bolivariana aún adolece de la existencia de rigurosos núcleos de debate, instancias de discusión política abiertas al pueblo, de la prefigura-ción del intelectual colectivo para su proceso específico y particular de insur-gencia y transformación. En momentos donde se hacen evidentes contradic-ciones profundas de todo tipo, asociadas no sólo a la composición social y de clases de las luchas que se manifiestan, sino a los problemas relacionados con la consolidación de un esquema burocrático de ejercicio del poder en los órganos del Estado y en espacios fundamentales de los partidos aliados de la revolución, la re-politización mayoritaria necesaria para la construcción de un gran polo patriótico (como referencia política, intelectual y moral), implica revalorizar las redes de trabajo intelectual y el sistema de formación, comunicación polí-tica y educación política desde y junto al pueblo.

La continuidad de Chávez en el gobierno para el 2012 no es sólo un hecho electoral, sino el punto de condensación de un conjunto de contradicciones que pondrán en tensión el avance de las fuerzas de izquierda en el país; quie-nes dependen de la asunción de tareas políticas, intelectuales y ético-culturales directamente vinculadas a la lucha contra el dogmatismo, la desvalorización del trabajo intelectual, el mimetismo ideológico, el sectarismo y el culto a la personalidad. La ecuación reforma-revolución no puede despejarse mientras

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sean los viejos dispositivos teóricos los que pretendan imponer los criterios de debate y los términos del lenguaje para abrir la posibilidad de una nueva iniciativa socialista.

No se puede ser consistentemente antiimperialista ni anticapitalista utili-zando la lengua afilada de ultra-izquierda y unas manos de seda que hacen maniobras de derecha. Entre lo que se siente, se dice y se hace, debe haber mínimos de coherencia para generar una dosis prudente de credibilidad demo-crática y socialista. La salida no es vociferar consignas ni símbolos históricos, asociados a la izquierda revolucionaria latinoamericana, cuando en la práctica se combate por cuotas de poder, privilegios y manejo de recursos del Estado. Eso no es una revolución ni democrática ni socialista. No hablemos de los retos pendientes de la transformación paradigmática para abordar radicalmente las cuestiones ecológicas y la crítica del euro-centrismo ramplón en nuestras polí-ticas culturales, sobre todo, en nuestra visión de construcción de identidades y conciencia histórica.

Calcar, copiar y mejorar los mejores ejemplos de avance social, científico, técnico, en materia de seguridad y defensa de la Revolución Cubana es un hecho deseable y loable. Pero no lo es una conducta de servilismo ideológico y auto-censura ante la necesidad de construir un camino específico y particu-lar de transformación socialista, profundizando una democracia participativa apenas incipiente pero que prefigura el horizonte de una democracia socialista porvenir.

11. El Reformismo es tan Condenable como la Sumisión Ideológica a las Inercias del Marxismo

Soviético y del Socialismo Burocrático.

La revolución será posible en la medida en que sea el pueblo, sus clases trabajadoras, sus movimientos sociales, los protagonistas directos de las trans-formaciones en curso y no los espectadores pasivos o la “masa de maniobra” tratada como simple “rebaño electoral”.

Una “concepción bancaria” (Freire) de la revolución, de la educación popu-lar, de la comunicación política, del partido político, nos lleva directamente a los bloqueos y fracasos de las experiencias de transición del socialismo real en el siglo XX.

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Avanzar en reformas de corte socialdemócratas y desarrollistas, para crear condiciones de acumulación de fuerzas en los sectores populares, en el contexto de derechización de los centros imperiales, puede ser una condición necesaria para caracterizar un proceso como “progresista”, pero nunca para avanzar en una estrategia post-capitalista.

Ahora bien, una estrategia post-capitalista no consiste en decretar un guión de medidas calcadas de las experiencias de otras sociedades, bajo tiempos y circunstancias distintas, sobre todo si las mayorías populares quedan atadas a los desvaríos de dogmatismos y sectarismo, disfrazados de un vanguardismo esclarecido, como un lejano vagón de cola. Los tiempos jacobinos y blanquistas pueden verse en el espejo de sus derrotas históricas.

«El jefe verdadero no es un hombre enamorado y celoso de una idea, sino aquél que une al amor de la idea, la facultad de poder deter-minar, en todo instante, cual es la parte de la idea que puede hacerse realidad en cada nueva etapa. Robespierre no lo comprendió. Fue un mal jefe. Porque lo era, y no quiso reconocerlo, se convirtió en tirano y en asesino de la Revolución». (Dantón)

Hay claros antídotos para no repetir las historias, no cometer los mismos errores y no tenerle miedo al palpitar de las multitudes que reclaman mayor deliberación y participación protagónica en los asuntos públicos.

El poder constituyente de la idea de democracia social y participativa es justamente aquel que puede hacerse realidad en una nueva etapa, para cons-truir una sociedad justa en el horizonte de la democracia socialista.

No hay que asilar ni debilitar el proceso, pues eso es asesinar la revolución.

Publicado en APORREA.ORG(04/09/2011)

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Los Cinco Momentos Constituyentes para la Construcción del Poder Popular

Julio Chávez Diputado del PSUV - Lara. Ex alcalde del Municipio Torres, Edo. Lara.

Venezuela

El presidente Hugo Chávez habla de las fases o de las etapas en las cuales se ha venido desarrollando la revolución bolivariana. Indudablemente que la primera etapa va desde el inicio de los procesos de emancipación en nuestro país, los procesos de liberación que se han venido gestando a lo largo de la historia, que hemos tenido que sortear en diferentes momentos históricos hasta llegar al año de 1989, en donde el estallido de la rebelión popular que fundamentalmente se desarrollo en Caracas, así como en algunas regiones del interior del país, que aunque muy poco promovidas, hay que ver la respuesta que se dio en regiones del interior del país, como el caso de Mérida, Barqui-simeto y otras ciudades donde realmente se dio una verdadera rebelión popu-lar. En esa primera etapa de la revolución bolivariana se producen todos estos procesos interesantes.

Por supuesto que la coyuntura mundial, experiencias de lo que fue la Repú-blica Democrática de Alemania, lo que significó en aquel momento la caída del muro de Berlín donde algunos llegaron a decir que con la caída del muro y de la experiencia soviética, estamos llegando al fin de la historia, al fin de la ideología, en ese momento ocurren en Caracas también situaciones como el Caracazo, 27 y 28 de febrero de 1989 que fue la viva expresión de la rebelión popular en Caracas donde se da todo un proceso de luchas en las calles, en los caminos de Venezuela, en función de lograr superar lo que eran las expresiones más políticas del modelo neoliberal.

Todas esas protestas que se dieron a nivel nacional desde el seno de los movimientos estudiantiles, desde los trabajadores, fueron precisamente en rechazo a las políticas neoliberales que se implantaron en el país; eso que ocurrió y que la historia conoce como los acuerdos de Bretton Woods, que se dieron en 1944 y que de alguna manera le impusieron al mundo un modelo

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hegemónico en donde se establece precisamente el sistema económico el libe-ralismo económico, se impone la tesis del mercado, se crea el Fondo Moneta-rio Internacional, el Banco Mundial, se establece el dólar como la moneda de transacción a nivel mundial y se inicia todo un proceso de mundialización, de globalización del capital, todo tiene su expresión, su respuesta en eventos como los del año 89.

Posteriormente en el período 1989-1999, con la llegada al poder del presi-dente Hugo Chávez, la convocatoria a un proceso, a un referéndum, a una constituyente nacional que planteara precisamente la refundación de la repú-blica, la necesidad de redactar un nuevo texto constitucional que precisamente embarcase lo que eran los conceptos fundamentales de la democracia partici-pativa y protagónica, que superara los conceptos de la democracia representa-tiva neoliberal.

Se inicia entonces esa segunda etapa de la revolución bolivariana, 1999-2009, indudablemente que es en ese momento cuando se le plantea al país la necesidad de construir un camino diferente, un camino distinto, todo eso coincide o tiene que ver con la crisis global del capitalismo en sus diferentes expresiones, pero que indudablemente para efectos de lo que vamos a discutir tomamos lo que tiene que ver con la crisis de la representación en donde por una parte se observa un agotamiento de los modelos, de los viejos liderazgos, de las políticas y surgen nuevos liderazgos en el continente.

Esos conceptos que conocimos, desprendidos de la revolución francesa, sus valores de la revolución francesa: alternabilidad, igualdad, fraternidad, liber-tad, los partidos políticos, la división de poderes, el libre mercado, se confronta como una conceptualización de lo que a nuestro juicio es la esencia del proceso revolucionario que se dio en Venezuela, el concepto de la democracia partici-pativa y protagónica, la constituyente, la revocatoria, las asambleas, la necesi-dad de construcción del poder popular, decimos nosotros que se confrontan concepciones, el viejo Estado y una lógica de acumulación constituyente, allá nosotros asumíamos esta consigna, muy de los hermanos zapatistas, de las cosas que venimos haciendo: “ni mandamos ni obedecemos, construimos poder popular, estructuramos consensos libres y democráticos”, y , dice el compañero Presidente, que uno de los poderes o el más importantes es el poder del pueblo y el componente más importante de ese poder es el poder del conocimiento.

Creo realmente en la necesidad de impulsar los procesos de construcción de abajo hacia arriba, que tenemos que construir referentes, desde diferentes

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espacios para demostrar con esas iniciativas de que mas allá de lo que piensa la burocracia, de lo que piensan algunos ministerios fríos, la gente sí tiene la intuición y la visión de construir un camino distinto, un camino diferente, por eso nosotros en el municipio Torres ubicado en el estado Lara, de 200 mil habi-tantes aproximadamente y que ocupamos casi el 40% de la extensión de ese territorio, hemos echado a andar una propuesta que hemos denominado: “los 5 momentos constituyentes para la construcción del poder popular”.

Entendiendo lo que es el concepto de la democracia directa, del prota-gonismo, de la verdadera participación, en esa ciudad, aún cuando hay una nueva Constitución y que hay un nuevo texto constitucional, aguas abajo de las estructuras del Estado todavía hay leyes que reproducen la lógica del viejo Estado neoliberal burgués, hay leyes y ordenanzas, es decir, normas de convi-vencia que reproducen el concepto de la democracia representativa.

Por esa razón nos planteamos en un primer momento convocar a la ciudad a una asamblea municipal constituyente, a discutir de manera colectiva cuál es el municipio que aspiramos a construir, cual es la visión de ese municipio, enmar-cado en los principios de la nueva Constitución y fue así como desarrollamos una propuesta que fue más atacada por dirigentes dentro de la revolución que por los propios sectores de la oposición venezolana, esas cosas hay que decirlas porque algo que precisamente nos va a permitir superar las dificultades es ser críticos, autocríticos y por supuesto asumiendo cada quien su responsabilidad.

Iniciamos un proceso municipal constituyente y convocamos a la gente a discutir cuáles deben ser las nuevas normas de convivencia, cuáles deben esas nuevas instituciones que deben surgir al calor de este debate y de este proceso, cómo debe ser, inclusive, el poder económico, porque en este municipio esas políticas neoliberales impactaron negativamente, creando asimetrías, desequi-librios territoriales, todo un proceso de empobrecimiento material, espiritual, moral, que precisamente nos plantea la posibilidad de debatirlo.

Esa constituyente nos dio como resultado una ordenanza de constitución de Municipio Bolivariano y aquí está de alguna manera recogido todo ese debate que dio la gente en las comunidades, en las parroquias, en los barrios y esto se ha convertido para nosotros en la carta de navegación en el municipio, en la orientación política y producto de esta ordenanza de constitución surgen entonces los segundos momentos constituyentes como son los del presupuesto participativo, en donde en este municipio, todo el presupuesto de inversión de los municipios o los recursos entran por tres fuentes fundamentalmente: del

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situado constitucional, el fondo intergubernamental para la descentralización del Estado el FIDES, que es para inversión y una Ley de asignaciones econó-micas especiales.

Todos esos recursos que ingresan al municipio van a lo que llamamos un “pote”, que pasan por los Consejo Locales de Planificación donde en cada una de las parroquias los delegados y delegadas, consejeros y consejeros de todo el municipio (elegidos por sus comunidades), discuten el presupuesto de inversión para el municipio, de modo que desde ese momento en función de construir una alternativa, un camino distinto, el presupuesto de inversión no lo decide de manera discrecional el alcalde, sino que se debate y estoy hablando del 100% de los recursos de inversión de todo el año que debe ingresar al muni-cipio y allí entonces con esa propuesta hemos logrado un proceso interesante de transferencia, de devolverle la confianza a la gente, de que el pueblo si puede discutir en la medida que se le informe y se le acompañe, la gente puede tomar las grandes decisiones.

Un ejemplo que siempre cito: la ciudad donde yo vivo, como muchas del país, está llena de huecos y cuando yo fui a la discusión de presupuesto de inver-sión de la ciudad, yo le preguntaba a los delegados y delegadas que por qué no le habían aprobado recursos para asfaltar las calles de la ciudad, ellos me decían que esa no era la prioridad de inversión, que antes de invertir en tapar los huecos hay otras necesidades que tiene la gente, como los servicios, los drena-jes, etc. Pero después de un largo debate, en una asamblea de la ciudad, al final me dicen: está bien, alcalde le vamos a aprobar recursos para que asfalte, pero me dieron un listado de las calles que había que asfaltar,

Este es un buen ejemplo de participación ciudadana, porque se dice fuera del país que en Venezuela hay una dictadura, que hay un secuestro de la autori-dad ¿no?, en ciudades como la nuestra, la gente asume la discusión y el debate en términos de participación real, claro, ustedes pensaran “esta no es la genera-lidad del país”, pero de eso se trata, de crear referentes, demostremos con prác-tica que es posible hacer las cosas de otra manera y que eso de alguna manera debe convertirse en una experiencia para todo el país.

Allí existían las empresas privadas que ejecutaban las obras, actualmente no hay ninguna contratista que ejecute proyectos de inversión, absolutamente todos fueron transferidos a lo que creó la revolución como mecanismos de participación que tienen que ver con los consejos comunales, más de 560 en nuestro municipio, es uno de los municipios que proporcionalmente tiene

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mayor cantidad de consejos comunales, 563, y podemos decir cosas como ésta, que no nos da pena, en el tiempo que yo estuve como alcalde, yo estuve 4 años solamente, yo no me reelegí. Yo estuve 4 años, en 4 años para poner-les un ejemplo, se construyeron allá en el municipio, 700 viviendas en 4 años, por vía del Gobernador del Estado Lara y por vía de la Alcaldía del muni-cipio, 700 viviendas de interés social, en 4 años, pero por vía de los consejos comunales, de la autoconstrucción, en 8 meses y medio se construyeron 2923 viviendas, 871 mejoras y cualquier cantidad de proyectos financiados por los bancos comunales y por todas las instancias que creó la revolución para motivar la participación, pero hay algo en lo que queremos detenernos, que es un debate que está planteado en el país actualmente, que es el tema de las comunas en construcción.

Ciertamente en Venezuela en un momento nos planteamos por vía de una reforma avanzar en la construcción de esa nueva forma de Estado, eso en su momento no se dio, pero creemos nosotros que realmente la posibilidad de construir una nueva forma de Estado tiene que ser desde el seno de la comu-nidad y que en esa comunidad, en un territorio, surjan los consejos comunales y que de esa articulación de consejos comunales como nivel superior de orga-nización surjan las comunas en construcción, el territorio, los agregados, los distritos, etcétera, y mantener el municipio como unidad primaria de gobierno, recuerden que para eso es nuestra Constitución.

El Municipio Torres es muy extenso, consta de 17 parroquias para ilus-trar la división político-territorial de nuestro municipio a lo interno, estamos hablando de un debate que se está dando para avanzar hacia seis territorios comunales, en donde la gente está definiendo en esa discusión sobre la base de la nueva geopolítica del territorio, una nueva forma de organización que nos permita resolver las grandes asimetrías, los grandes desequilibrios territoria-les, avanzar en la construcción de una nueva forma de Estado. Lo que estoy tratando es de describir, de que en un territorio como el nuestro, quizás un poco más pequeño o más grande, se puede intentar una nueva geopolítica del terri-torio, porque la división político-territorial que nos impusieron respondía más bien a criterios clientelares, burocráticos, que reproducían la lógica de ese viejo Estado, inclusive teníamos problemas territoriales entre municipios y entre estados de nuestra zona, cosa que podemos resolver con esta discusión que la gente está dando, planteando cómo se organizan.

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En este sentido, en el marco de estos procesos de discusión, creemos que ningún ministerio tiene la facultad de decretar una comuna desde su frías ofici-nas, eso tiene que ser un debate con la gente y si alguien tiene claro lo que es vivir en comuna, en comunidad, a la gente la dividieron por una quebrada pero que viven al frente, tienen los mismos problemas, tienen la misma afinidad territorial, cultural, entonces decimos nosotros que una manera de avanzar en esa nueva institucionalidad en esa nueva forma-Estado en los territorios es a través de los debates.

Nosotros hablamos en esa constituyente de que en esos territorios, así como existen los cinco poderes a nivel nacional, también deben tener expre-sión en esos nuevos territorios, que cuando hablemos del sector Tocuyo Medio por ejemplo que allí exista en el gobierno de la comuna el poder ejecutivo del territorio, que exista el poder legislativo, el parlamento comunal , es decir los 5 poderes, el poder judicial, el poder electoral, el poder moral y a esos territo-rios inyectarles los valores y principios de lo que queremos construir, la nueva institucionalidad, la nueva concepción del modelo económico, esos de Tocuyo Medio por ejemplo, conformado por consejos comunales, debe tener su propia aldea universitaria o su propia Universidad Bolivariana en el territorio, que sea capaz de formar el recurso necesario para el desarrollo integral en armonía con el medio ambiente de esa zona.

También en esos territorios deben existir los sistemas financieros alternos, articular la experiencia de los bancos comunales, de los sistemas financieros de segundo piso y que podamos entonces desarrollar proyectos socio productivos sin necesidad de que alguien venga de arriba, sino que definitivamente poda-mos definir cosas en nuestro territorio, todas las misiones y programas que ha creado la revolución que tengan un impacto en la zona, de modo que es un poco la visión que tenemos los que estamos en las regiones dando la batalla por construir una nueva forma de Estado.

Están las expresiones de autogobierno, allí están las expresiones de esa nueva visión, la nueva institucionalidad, yo me atreví en un momento junto con Marta Harnecker a plantear al más alto nivel de que queríamos hacer un ensayo en estos territorios y decir: dejemos sin efecto en esos territorios las leyes que impiden el avance del proceso de transferencia de competen-cias de poder a las comunidades conscientemente organizadas, porque es la única manera de demostrar, cual experimento controlado, cómo es posible

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construir algo completamente distinto a lo que ya existe, pero por supuesto no tuvimos suerte en nuestros intentos.

Para el período 2009-2019, tercera etapa de la revolución bolivariana se plantea el proceso de profundización, de radicalización, porque hay que ver y eso es un análisis, un balance que hacemos a lo interno, hemos logrado avanzar en 11 años, pero no lo suficiente y hay estructuras que todavía están intactas, hay vicios y prácticas que se expresan en tiempo de revolución y entonces ahí decimos nosotros que en esta tercera fase 2009-2019 de profundización como dice el Presidente, fase de radicalización, allí creemos que se hace necesario el juntarnos, los que en el país, que dentro del partido creemos en la posibilidad de que estos cambios se profundicen, que estas transformaciones sigan por el camino que ha trazado el compañero Presidente Hugo Chávez y es un poco el gran dilema y el gran debate que estamos dando actualmente.

Instrumento Político

Recordemos que el Partido Socialista Unido de Venezuela surge en el 2006, no se inicia antes de la revolución bolivariana, anteriormente existían partidos que conformaron el Polo Patriótico, que apoyaron el proceso revolu-cionario, que reconocían el liderazgo del Presidente Chávez, pero en el marco de la segunda etapa de la revolución bolivariana, en el año 2006, donde se plantea la necesidad de contar con un instrumento que pueda unificar todas las fuerzas revolucionarias, que se convierta en el espacio donde se debata la política, un instrumento que sea capaz de organizar al pueblo en sus diferentes frentes y movimientos sociales, y que asuma la tarea de formar política e ideo-lógicamente a la militancia, es decir, estamos hablando de un partido de cara a ese compromiso y que estamos en proceso de construcción, hemos pasado por un congreso fundacional.

Hubo un debate muy duro a lo interno del partido, hay quienes creen debe ser una extensión de los que había, que este partido no debe profundizar en el debate ideológico sino que debe mantener, digamos, una postura un poco más light, luego convocamos a un congreso extraordinario, donde finalmente se aprobó lo que llamamos libro rojo con los estatutos, las bases programáticas y los valores y principios del partido. Lo hemos dicho, este no es el partido que queremos de acuerdo al enorme compromiso y a la responsabilidad que

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tenemos, realmente tenemos que trabajar más a lo interno del partido, hay cualquier cantidad de cosas que podemos corregir, pero nosotros, porque a mí me toca, soy miembro del partido en el Estado Lara y en el Municipio Torres, en el territorio, ya hemos comenzado a trabajar las escuelas de formación del partido, tenemos una radio, Radio Venceremos, una escuela de formación, hemos intentado realmente de que este partido sea un escenario, estamos terminando unas mesas de trabajo en Torres, donde se está debatiendo una constituyente económica productiva y el partido le va a presentar al Alcalde un documento con lo que debe ser, a nuestro juicio, de nuestra visión, la percepción del modelo económico a construir en el municipio.

Ese debate lo estamos dando a lo interno del partido y estamos trabajando el tema de la formación, una relación partido-gobierno, pues en muchas partes, sobre todo en las regiones, los alcaldes son jefes del partido y yo que fui alcalde puedo decir con propiedad que nosotros no tenemos tiempo, si nos dedicamos al trabajo del alcaldía, de la municipalidad, no hay posibilidad de hacer las dos cosas bien, allá en Carora está el alcalde de la ciudad y estamos los delegados del partido pero en otras partes el delegado del partido es el alcalde de la ciudad, el partido poco se reúne, poco discute, poco critica y creo que allí está una de las cosas, una de las debilidades que tenemos que ir resolviendo.

Hay iniciativas que se están construyendo y que estamos trabajándolas desde las bases y la Asamblea Nacional nos plantea ese reto, creemos que al país hay que dotarlo de leyes para toda la República, que sirva de base para que se desarrollen experiencias de las comunas como las de Carabobo y de la sierra de Falcón, todas estas experiencias, ante estos retos que se nos presentan en la revolución bolivariana y a los que hemos asumido desde las regiones, la batalla a lo interno, la batalla de las ideas, por la construcción, vamos a estar de frente en ese debate, en esa discusión.

Finalmente se que esto va a generar polémicas pero creo que tenemos que dar el debate y la discusión, enfrentar los retos que tiene por delante la revolución bolivariana, porque hay que combatir a lo interno el burocratismo, tenemos que combatir los niveles de corrupción, esas prácticas que desdicen de una organización revolucionaria y creo que ese es el gran dilema y el gran debate para nosotros, de modo que estamos en la mejor disposición de darlo, de llevarlo hasta las últimas consecuencias, porque sabemos que nos estamos jugando la suerte, si en este momento no resolvemos los problemas internos, esos que hemos detectado, que atentan, que asechan la revolución bolivariana,

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si no logramos enfrentarlos, derrotarlos desde el punto de vista de las ideas, entonces creo que esta revolución está en peligro.

Le hemos planteado al compañero Presidente Hugo Chávez un docu-mento, que se debatió en el congreso del partido, una propuesta que algunos llaman la Quinta Internacional o la Primera Internacional de este siglo, porque pensamos que hay que crear los espacios para dar un gran debate mundial, la lucha por el socialismo, por el proyecto histórico de la humanidad y ahí esta-mos entonces los hombre y mujeres ganados para ello.

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Tensión Legal e Institucional entre el Estado y el Poder Popular:

¿Hacia el Estado Comunal?Nicmer N. Evans

Politólogo. Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV.Venezuela

La ruta de desarrollo del Poder Popular ha ido variando de manera perma-nente desde 1999. Esto ha implicado desde la promoción del Estado para su desarrollo, hasta la permanente reacción contra el control de las instituciones al Poder Popular.

En 1999 el actual presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, convocó una Asamblea Nacional Constituyente que se encargó de formular el proyecto de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), la cual sería finalmente aprobada y promulgada mediante referendo popular en diciembre de ese año. En el preámbulo, la nueva cons-titución consagró la democracia participativa y protagónica como el modelo a seguir por el Estado de la República y sus entidades políticas, declarándose el gobierno “democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables” (artículo 6)

Esta concepción de la democracia se expresó tanto en el reconocimiento de amplios derechos ciudadanos para participar activamente y de manera directa en los procesos de toma de decisiones sobre las políticas públicas, como en el establecimiento de diversos medios de participación en la Carta Magna, tal como puede verse en su artículo 70:

Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legisla-tivas, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros.

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Con el mismo fin de sentar las bases para el ejercicio de la democracia parti-cipativa, la nueva constitución creó un nuevo sistema de planificación pública, conformado por diversas instancias en los ámbitos nacional, estadal y munici-pal, las cuales contemplaban en diferentes grados la participación de los ciuda-danos. En el ámbito nacional se encuentra el Consejo Federal de Gobierno, instancia encargada de la planificación y coordinación de políticas y acciones para el desarrollo del proceso de descentralización y transferencia de compe-tencias del poder nacional a los estados y municipios; debe estar integrado por representantes del Poder Ejecutivo, gobernadores/as, alcaldes y alcaldesas, así como por representantes de la sociedad civil organizada (artículo 185). En el ámbito estadal se dispuso la conformación de los consejos de coordinación de políticas públicas, cuyo objetivo es articular los planes del Estado con el fin de alcanzar el desarrollo armónico, equilibrado y sustentable de cada entidad federal; debe estar conformado por el gobernador/a, alcaldes y alcaldesas, dipu-tados/as de la entidad federal, directores/as de ministerios y voceros/as de la sociedad civil organizada (artículo 166).  En el ámbito municipal se encuentra la instancia que contempla el mayor grado de participación de los ciudadanos: el Consejo Local de Planificación Pública (CLPP). Se trata del órgano supe-rior de planificación integral del municipio, estructurado con el fin de formular políticas, planes y proyectos de producción y de inversión pública, integrado por representantes del Poder Ejecutivo municipal, concejales y presidentes de juntas parroquiales, así como por una mayoría de representantes de la sociedad civil, los cuales serían elegidos como consejeros por las propias comunidades de las parroquias del municipio (artículo 182).

Estas tres nuevas instancias de participación en la planificación de las polí-ticas públicas, consagradas en la Constitución de la República, fueron poste-riormente objeto de las respectivas leyes específicas que reglamentaron su crea-ción, instalación y funcionamiento. En el año 2002 se promulgaron la Ley de los Consejos Estadales de Coordinación de Políticas Públicas y la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública; en el año 2005 se promulgó la Ley del Consejo Federal de Gobierno.

Mediante la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública se buscó mejorar la participación de los ciudadanos en los asuntos vinculados con el municipio, el nuevo sistema de planificación y participación de los ciuda-danos en la gestión de las políticas públicas, extendiéndolo a las parroquias y comunidades. Fue así como se decretaron los consejos de planificación

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pública parroquial (CPPP) y los consejos de planificación pública comunal (CPPC), como las instancias primarias de todo el proceso de planificación de las políticas públicas del país. Los CPPP tenían como objetivo recibir y estudiar todos los diagnósticos, jerarquización y proyectos, provenientes de los CPPC. Debían estar integrados por delegados o voceros comunales, electos en las asambleas de ciudadanos y ciudadanas (ACC) de toda la parroquia, así como por el concejal por circuito y el Presidente de la Junta Parroquial. Por su parte, los CPPC constituían la unidad básica y nuclear del sistema participa-tivo de planificación nacional y debían estar integrados por representantes de las diversas organizaciones sociales que hacen vida en la comunidad (artículo 8 de la Ley de los CLPP).

La efectiva instalación de los consejos de planificación pública local, parro-quial y comunal estaba supeditada a la reglamentación que de ellos debían hacer las cámaras municipales, órganos legislativos locales facultados para promulgar la correspondiente ordenanza. Para ello, la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública otorgaba un plazo de 120 días a partir de su promulgación el 16 de mayo de 2002.

Desde entonces y hasta el año 2006, transcurrieron cuatro años. Durante ese tiempo diversas comunidades emprendieron esfuerzos por impulsar, promover y alcanzar la efectiva constitución de esas tres instancias básicas del sistema de planificación y en las que se esperaba lograr el mayor grado de parti-cipación de los ciudadanos en la gestión de las políticas públicas. Sin embargo fueron varios los obstáculos y dificultades que retrasaron la instalación de la casi totalidad de los CLPP en los municipios del país. Fue posteriormente cuando este proceso se aceleró, gracias a una exigencia realizada a las alcaldías por parte del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (Fides).

Es importante recordar que la penúltima reforma de ley del Fides se sancionó el 26 de octubre del 2000, en la cual se preveía en el artículo 22, sección primera, numeral 17, que la formulación de proyectos o estudios de preinversión elaborados por las comunidades debían ser recibidos por este organismo, a través de las autoridades municipales. No obstante, a partir de 2002, en el marco de la ley de los CLPP, bajo la discrecionalidad establecida en la ley del Fides, se normó que todos los proyectos municipales financiados por este organismo debían ser aprobados previamente por los CLPP respec-tivos. Esta disposición quedó reflejada en la última modificación de esta ley, sancionada el 22 de marzo de 2006. En su artículo 20 se expresa que los

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programas y proyectos serán presentados al Fides para su aprobación, en el caso de las alcaldías, a través de los CLPP.

Un municipio donde en los últimos seis años se ha hecho ostensible el conjunto de obstáculos y dificultades enfrentadas por las comunidades para la puesta en funcionamiento del Consejo Local de Planificación Pública, y más aún de los consejos de planificación pública parroquial y comunal, es el municipio bolivariano Libertador, en el Distrito Capital. Esto llevó al propio alcalde Freddy Bernal Rosales a solicitar la elaboración de un informe diag-nóstico sobre la situación de puesta en funcionamiento de los CLPP, el cual fue presentado al alcalde el 9 de abril de 2003 por parte del Instituto Municipal del Deporte (Imdere) bajo el título Diagnóstico sobre la instalación del Consejo Local de Planificación de Políticas Públicas.

Según este informe, en el mes de junio de 2002 la cámara municipal comenzó la discusión sobre la ordenanza del Consejo Local de Planificación Pública del municipio bolivariano Libertador. En el siguiente periodo de sesiones, octubre-diciembre de 2002, se designó una comisión ad hoc por parte del ejecutivo municipal, encargada de formular una propuesta para la puesta en funcionamiento del CLPP, la cual fue finalmente presentada en el mes de noviembre ante la cámara municipal. En el mes de diciembre dos institucio-nes autónomas que forman parte de la alcaldía, Fundarte (Fundación para las Artes) e Imdere, coordinaron acciones para la creación de los consejos comu-nales de planificación pública, espacios de participación establecidos en la ley de los CLPP. Más tarde, en enero de 2003 la comisión ad hoc, coordinada por la Oficina de Desarrollo Urbano (ODEU), cesó en sus labores, promulgándose la ordenanza, finalmente, el 5 de Marzo de 2003 sin considerar las propuestas formuladas por la comunidad y por la comisión ad hoc (Imdere, 09/04/03).

Este mismo informe reportó que sectores y organizaciones de las parro-quias de Caracas -promotores culturales, deportivos, dirigentes comunitarios y vecinales- que participaron en diversas reuniones con el fin de discutir sobre el proyecto de ordenanza de los CLPP, expresaron las siguientes inconformi-dades: escasa información disponible en las comunidades sobre los CLPP; existencia de distintas versiones de la ordenanza, producto de la combina-ción de propuestas de los entes nacionales, municipales y grupos o sectores de oposición política al gobierno del Presidente Chávez; mayor cantidad de representantes del ejecutivo municipal en comparación con los correspondien-tes a los grupos y organizaciones de la sociedad civil; igual desproporción en

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la comisión electoral encargada de la elección de los miembros de la sociedad civil del CLPP; centralización de la puesta en funcionamiento del CLPP por parte de la Comisión de Participación Ciudadana de la cámara municipal; alto costo de la ordenanza; carácter ad honorem de los miembros de la sociedad civil organizada que integrarían el CLPP; y alto costo de la legalización de las orga-nizaciones comunitarias ante los registros subalternos, requisito establecido por la ley para incorporar representantes al CLPP (Imdere, 09/04/03).

Este diagnóstico resaltaba la poca participación de las comunidades en el proceso de formulación de la ordenanza y la nula presencia de las observacio-nes expresadas por éstas en los pocos encuentros realizados para su discusión. Igualmente destacaba como propuesta central la designación de un comité para elaborar y presentar una propuesta de modificación de la ordenanza, formulada a partir del diálogo con las comunidades. Esto evidenciaba una notable contra-dicción entre el principio de participación ciudadana que inspiró a la Ley de los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas, y su respectiva orde-nanza formulada al margen de las propuestas, sugerencias y opiniones de las propias comunidades.

En estos cuatro años de retraso en la puesta en funcionamiento de los CLPP (2002-2006) y, más aún, de los Consejos de Planificación Pública Parroquiales y Comunales (CPPPC), otras formas de organización que fueron creadas para la participación política y social a escala local, también concita-ron el entusiasmo y la voluntad de diversas comunidades para su promoción y conformación, con la esperanza de realizar a través de ellas las demandas de una mayor participación política y ciudadana en la gestión pública: círculos bolivarianos entre 2001 y 2002, comités de tierras urbanas (CTU) y rurales en 2003, mesas técnicas de agua en el 2003, mesas técnicas de energía en el 2004 y unidades de batalla electoral (UBE) en 2005, ésta última creada como estrategia de captación de electores a favor de la ratificación en el cargo del actual Presidente de la República durante el referendo revocatorio efectuado en agosto de ese año. Luego del triunfo del presidente Hugo Chávez, fueron renombradas por él como unidades de batalla endógena.

A pesar de las diferencias de propósitos, ámbitos de actuación y de sus disí-miles capacidades para incluir a amplios sectores de la población, estas formas de organización y participación promovidas por el gobierno nacional en los últimos seis años comparten el haber experimentado un similar proceso de

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desarrollo caracterizado por una primera etapa de apogeo y apropiación por parte de las comunidades y una segunda etapa de declive o debilitamiento.

A finales del año 2005 el presidente Chávez, en pleno proceso de campaña de reelección para un segundo periodo, decide relanzar los CC como la instan-cia primaria para la participación de los ciudadanos en la gestión pública. Estos consejos, antes denominados Consejos de Planificación Pública Comunal en la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública de 2002, cobraron un renovado impulso el 2 de febrero de 2006, cuando el Presidente de la Repú-blica, en el marco del acto de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional, convocó a los grupos y sectores organizados de todas las comunidades para la conformación de estas instancias de planificación y participación, formulando incluso su expresa solicitud a ese cuerpo legislativo nacional para que creara y aprobara una ley de los CC.

Apenas un mes después de haber sido propuesto por el Presidente este relanzamiento de los CC, lapso durante el cual se desarrolló un intenso debate en la Asamblea Nacional y en sectores sociales organizados, fue promulgada por ese cuerpo legislativo la Ley Especial de los Consejos Comunales el 2 de marzo de 2006. En el marco del modelo de democracia participativa y protagó-nica consagrado en la Constitución de la República, esta Ley especial establece en su artículo 2 que los CC son:

Instancias de participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas, que permiten al pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesidades y aspiraciones de las comunidades en la construcción de una sociedad de equidad y justicia social.

Los CC, según el artículo 4 de esta ley especial, se conforman en el ámbito de una comunidad, entendida como un sector geográfico compartido por un conjunto de habitantes que tienen en común una identidad social, una historia y una tradición cultural, además de compartir similares condiciones urbanísti-cas y problemáticas económicas y sociales, entre otros.

Estas instancias primarias para la planificación y la participación deben surgir originariamente en las asambleas de ciudadanos y ciudadanas, las cuales, tal como se pudo ver anteriormente, están consagradas en el artículo 70 de

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la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como medio para el ejercicio de la soberanía y cuyas decisiones poseen carácter vinculante, es decir, representan un mandato público de obligatorio cumplimiento para los mismos CC y para las instituciones públicas relacionadas con la decisión de su competencia, siempre y cuando las decisiones estén ajustadas al estado de derecho vigente. Los CC se encuentran por ello subordinados a las decisiones tomadas en las asambleas de ciudadanos y ciudadanas, y son su órgano opera-tivo (artículo 4, parágrafo 5 de la Ley Especial de los Consejos Comunales), el cual otorga legitimidad y legalidad a las acciones del consejo comunal.

Los Consejos Comunales en el Marco del Proyecto de Reforma Constitucional del Año 2007

El lanzamiento de los consejos comunales en el país tuvo gran acogida entre los sectores populares, los cuales adoptaron masivamente esta nueva forma de organización. También, aunque en menor medida, en algunas ciuda-des del país la clase media conformó consejos comunales. A mediados del año 2007 existían más de 26 mil consejos comunales registrados en el Ministerio del Poder Popular para la Participación Ciudadana1, los cuales habían reci-bido hasta ese momento 837 millones de dólares -1,8 billones de bolívares- de acuerdo con cifras oficiales del mismo ministerio. Más concretamente, infor-mación de la Alcaldía Metropolitana señala que más o menos para la misma fecha existían en los cinco municipios bajo su coordinación 599 Consejos Comunales registrados: 148 en el municipio Sucre, el cual representa 24,7% del total de consejos comunales del distrito; 34 en el municipio Baruta (5,7%), 30 en el municipio El Hatillo (5,0%), 7 en el municipio Chacao (1,2%) y 380 en el municipio Libertador (63, 4%).

A pesar de una serie de limitaciones jurídicas y administrativas como consecuencia de lo novedoso del traslado de recursos a organizaciones comu-nales, se inició un proceso de asignación de recursos de una importante cuantía para los CC, desembolsados desde el Ejecutivo nacional, al cual se 1 Según María Pilar García (2008), esta información no es realista, lo cual pudiera deberse a errores en el conteo de miembros que conforman cada consejo comunal o en el del monto total de consejos comunales existente, si se considera que “para definir la cobertura poblacional de los CC, se asume que aproximadamente 90% de la población es urbana y se rige por la norma de 200 familias para conformar un consejo (…) 10 es rural y se rige por la norma de cincuenta fami-lias; también que el promedio de habitantes por hogar es aproximadamente de cincuenta miembros. Ello supondría la cobertura de unos 4.680.000 familias y de 23.400.000 de personas (…) dentro de una población reportada por el Censo de Población y Vivienda de 2001 de unos 24 millones (p. 8).

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sumaron posteriormente los gobiernos regionales y locales. Estos se inicia-ron con montos no mayores de 30 millones de bolívares, incrementados en la medida en que los consejos comunales demostraban su eficiencia en la admi-nistración de estos recursos y presentaban proyectos de mayor envergadura.

Sin embargo, el gobierno nacional, con base en el planteamiento de otor-garles más poder a las organizaciones sociales, asumió en el marco de una reforma constitucional propuesta por el Presidente de la República en el 2007 de elevar a rango constitucional los consejos comunales, lo que se denominó Poder Popular dentro del artículo 16 de dicha propuesta. Luego, el proyecto no fue aprobado por un estrecho margen de votos.

Lo Más Reciente de los Consejos Comunales

En la actualidad, el desarrollo de los consejos comunales se ha visto poten-ciado por la creación de nuevas leyes redactadas con menos participación de los sectores organizados que la de los Consejos Comunales, pero orientadas a darle más poder al pueblo organizado. En el 2010 se promulgan las leyes del Poder Popular, Contraloría Social, Planificación Pública y Popular, Economía Social y de Las Comunas, que permite generar las condiciones para la denominada “explosión del Poder Popular”, tan ampliamente promovida por el gobierno, además, la existencia del Ministerio del Poder popular para las Comunas y la instalación del Consejo Federal de Gobierno, permiten generar instituciones favorables para tal fin.

Sin embargo, el ejercicio concreto del Poder Popular aún se ve secuestrada: en parte por la pretendida cooptación de las instituciones a su autonomía, la escasez de recursos en relación con las necesidades y el poco estímulo produc-tivo de estos espacios de organización comunal; lo que ha dificultado generar la coherencia entre la forma de organización democrática y su autosustentabili-dad, elemento fundamental para su desarrollo y el desarrollo del país.

Pero, a pesar de las dificultades, cada día son más las personas que se inte-gran activamente a formas de organización del Poder Popular y aún más son los que creen que ésta es la vía más expedita para lograr las mejoras comunita-rias, culturales, económicas, sociales y políticas.

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Capitalismo de Estado Vs Estado Comunal

Todo movimiento que pretenda ser socialista necesita no sólo la disciplina de un partido sino su estructura, aún más si pretende hacer vida en sistemas democráticos electorales, ya que la posibilidad del movimiento de masas sólo podrá articularse con base en estructuras comunicadas, alineadas y permanen-temente activas en torno a un proyecto y plan de acción. Esto es lo que debe representar el partido de gobierno (PSUV) para el proceso en construcción, sin negar que la plataforma política (el Gran Polo Patriótico GPP) sea el espacio de confluencia tanto del PSUV como de las distintas formas de organización alternas al mismo, tales como organizaciones sociales y partidos aliados.

En este momento el proceso revolucionario se debate entre dos corrien-tes centrales de interpretación del socialismo bolivariano: Aquellos que optan por reproducir el clásico modelo del stalinismo orientado a una concepción de Capitalismo de Estado donde quienes predominan son los burócratas, vs la corriente que promueve el Estado Comunal (basado en el Poder Popular) como alternativa emergente y creadora de nuevas relaciones de poder desde la democracia participativa y el Poder Popular como principios de acción.

Hasta ahora parte importante de la dirigencia del partido y los funciona-rios de Estado y Gobierno han puesto en práctica todos los elementos orienta-dos a fortalecer al Capitalismo de Estado y la supremacía de la burocracia sobre el Poder Popular, pero emerge con fuerza, desde el seno de la juventud y de sectores organizados la tesis en construcción del Estado Comunal, que implica una concepción foucaultiana del poder que asume la necesaria conexión en red de nodos sociales que redistribuyen el poder, haciendo resistencia ante quien desea imponer el suyo: el burócrata, articulando un poder que suma y desborda la lucha proletaria ante la explotación y las reformas para definir acciones revo-lucionarias en contra del poder establecido, incorporando a sectores campe-sinos, juveniles, afrodescendientes, mujeres, homosexuales, indígenas, y todas aquellas víctimas del burocratismo.

Esta tensión sin duda persistirá, y el destino estará guiado por la demo-cracia como teoría y como práctica, tendiendo a predominar la concepción del Estado Comunal.

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Democracia, Participación y Socialismo en Venezuela: una Mirada Crítica

Marta HarneckerPsicóloga, escritora y periodista.

Chile

1. Algunos Elementos Introductorios

a) Por qué hablar de socialismo

1. Una vez más en la historia las condiciones políticas se han adelantado a las condiciones económicas. Los horrores del neoliberalismo crean las condiciones para que nuestro subcontinente comience a poblarse de gobernantes de izquierda que se esfuerzan por construir una sociedad alternativa al capitalismo.

2. Es esa realidad la que motiva al presidente Chávez a hablar de socia-lismo del siglo XXI. Y, sabiendo la carga negativa que tiene esa pala-bra luego de la experiencia del socialismo soviético, plantea, desde el comienzo, un claro distanciamiento de esa experiencia histórica y, usando su gran capacidad pedagógica, inicia una cruzada para explicarle a la gente en que consiste el socialismo que tenemos que construir.

b) Un socialismo diferente

3. Se trata de un socialismo muy diferente al socialismo del siglo XX, de un socialismo que recupera las ideas centrales de Marx sobre la nueva sociedad que queremos construir: una sociedad que no puede ser decretada desde arriba que no puede ser construida desde el Estado, sino que tiene que ser construida por nuestros propios pueblos a través de una práctica revolucionaria que, al transformar las circunstancias hace que las personas se transformen a sí mismas; una sociedad cuya

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meta es el pleno desarrollo de las potencialidades de cada persona; el pleno desarrollo humano.

4. Atrás queda la sociedad estatista, la sociedad colectivista, la sociedad burocráticamente planificada desde arriba, la sociedad productivista que no respeta la naturaleza, la sociedad antidemocrática, la sociedad construida desde arriba.

5. No importa tanto el nombre que le pongamos: socialismo del siglo XXI, socialismo comunitario, comunitarismo, sociedad del buen vivir, sociedad de la plenitud humana; lo que importa es el horizonte hacia el cual pretendemos avanzar: se trata de un horizonte anticapitalista, donde se supere la lógica del lucro y se funcione con una lógica orien-tada hacia la satisfacción de las necesidades humanas y el respeto a la naturaleza. Una sociedad construida por la gente y que tienda hacia el autogobierno de la gente.

c) No hay un Modelo Preelaborado

6. Es importante entender que no existe un modelo preelaborado de este socialismo. No hay un manual que nos diga como construir la nueva sociedad. Debemos elaborarlo nosotros y debe ser un modelo adaptado a cada país; y debemos construirlo con la gente.

7. Chávez piensa —como Mariátegui— que el socialismo del Siglo XXI no puede ser “calco y copia”, sino que debe ser “creación heroica”, y por eso habla de un socialismo bolivariano, cristiano, robinsoniano1, indoamericano2.

8. Pero existen algunos rasgos esenciales comunes que hacen que lo denominemos socialismo a pesar de las diferencias. Según el presidente Chávez estos serían: una profunda transformación económica que

1 Se refiere a Simón Rodríguez, el maestro y amigo de Simón Bolívar, a quien llamaba Robinson.2 Hugo Chávez Frías, Discurso de la unidad, Caracas, 15 diciembre 2006, Ediciones socialismo del Siglo XXI, No.1,Caracas, enero 2007, p.51.

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supere la lógica del lucro y aplique una lógica basada en la satisfacción de las necesidades humanas; una democracia participativa y protagónica en lo político; una ética socialista “basada en el amor, la solidaridad, la igualdad entre los hombres, las mujeres, entre todos”3. Yo agregarían: un socialismo que respete la naturaleza.

d) Las Raíces Indígenas de Nuestro Socialismo

9. Coincidimos con el pensador peruano en que una de las raíces funda-mentales de nuestro proyecto de socialismo se encuentra en el socia-lismo de nuestros aborígenes4, y por eso pensamos que hay que rescatar y potenciar las prácticas indígenas imbuidas de espíritu socialista.

10. Entre ellas se podrían señalar, según Álvaro García Linera, vice-presidente de Bolivia y estudioso de las comunidades indígenas de su país: “los procedimientos tecnológicos fundados en la fuerza de masa, en la gestión de la tierra familiar y comunal, en la fusión entre actividad económica y política”; la consideración de la individualidad como “un producto de la colectividad y su historia pasada”5; “la despersonalización del poder, su revocabilidad consensual, la rotatividad de funciones”6, entre otras.

11. Constatar estas realidades debería llevarnos a despojarnos de la cultura paternalista occidental que piensa que debemos ir a ayudar a las comunidades indígenas. Chávez sostiene que más bien deberíamos “pedirles ayuda [...] para que cooperen con nosotros en la construcción del proyecto socialista del siglo XXI”7.

3 Ibid. p.41.4 4. Ibid.46.5 Álvaro García Linera, Estado plurinacional en: La transformación pluralista del Estado, de Álvaro García Linera, Luis Tapia Mealla y Raúl Prada Alcoresa, Muela del diablo editores/Comuna, Bolivia, p. 46.6 Ibid, p.48.7. Hugo Chávez Frías, Discurso de la unidad, Op.cit. p.48.

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e) Democracia y participación popular

12. Hemos hablado de pleno desarrollo humano, pero ¿cómo se alcanza este desarrollo? Michael Lebowitz sostiene que sólo “una democracia revolucionaria puede crear las condiciones en las que podemos diaria-mente inventarnos a nosotros mismos como seres humanos plenos”.

13. El autor se refiere al “concepto de democracia en la práctica, demo-cracia como práctica, democracia comoprotagonismo”. La democracia en este sentido: “democracia protagónica en el lugar de trabajo, democra-cia protagónica en los barrios, en las comunidades, en los municipios, es la democracia del pueblo que se transforma a sí mismo en sujeto revolucionario”8.

• No dar contenido social a la democracia, sino transformar la forma misma de la democracia

14. Por eso no se trata sólo —como decía Alfredo Maneiro, intelectual y dirigente político venezolano— de otorgar un contenido social a la democracia, de resolver los problemas sociales del pueblo: alimentación, salud, educación, etcétera, sino de transformar la forma misma de la democracia, creando espacios que permitan la participación de la gente.

15. No es lo mismo, decía Maneiro, que una comunidad conquiste una pasarela para lo cual se ha organizado y ha luchado, a que reciba la pasa-rela como un regalo del Estado. El paternalismo de Estado es incompa-tible con el protagonismo popular. Conduce a transformar al pueblo en mendigo.

16. Hay que pasar de la cultura del ciudadano o ciudadana que mendiga a la cultura del ciudadano o ciudadana que conquista, que toma decisio-nes, que ejecuta y controla; que autogestiona, que autogobierna. Hay que

8 Michael Lebowitz, El camino del Desarrollo Humano ¿Capitalismo o Socialismo?, Centro Internacional Miran-da, Caracas, 2008, p.56.

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pasar —como dice Aristóbulo Istúriz 9 — del gobierno para el pueblo al auto gobierno del pueblo, es decir, a que el pueblo asuma el poder.

• El protagonismo popular: un tema recurrente en Chávez

17. La necesidad del protagonismo popular es un tema recurrente en las intervenciones del presidente venezolano y es un elemento que lo distancia de muchos defensores del socialismo democrático.

18. En el primer programa radio-televisivo de carácter más teórico (Primer Aló teórico), el 11 de junio de 2009, citó extensamente una carta que Pedro Kropotkin escribió a Lenin el 4 de marzo de 1920. Creo importante señalar aquí las ideas más importantes leídas por Chávez, porque revelan las preocupaciones del líder bolivariano.

19. “Sin la participación de fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde abajo, de los campesinos y de los trabajadores, por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida.Pareció que los soviets iban a servir precisamente para cumplir esta función de crear una organización desde abajo. Pero Rusia se ha conver-tido en una república soviética sólo de nombre. [...] la influencia del partido sobre la gente [...] ha destruido ya la influencia de energía cons-tructiva que tenían los soviets, esa promisoria institución”.

• En qué condiciones empezamos a avanzar hacia el socialismo

20. Una vez claras las grandes líneas del horizonte hacia el cual debemos avanzar examinemos ahora en qué condiciones estamos para iniciar este avance en algunos países de nuestro subcontinente.

21. Definitivamente estas condiciones son mucho más precarias que las del socialismo del siglo XX. Nuestros procesos no han nacido de revoluciones armadas que han logrado conquistar el poder del Estado y, desde allí, destruir el viejo estado y construir uno nuevo. Han nacido

9 Ex alcalde de Caracas y luego ministro de Educación en el gobierno de Hugo Chávez.

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de procesos electorales que les han permitido llegar al gobierno y desde esta pequeña porción de poder del Estado, han tenido que ir avanzando hacia una conquista cada vez mayor de espacios de poder que les permita ir transformando tanto la sociedad como el Estado heredado.

22. Todos nuestros gobernantes inician sus mandatos con una correla-ción de fuerza desfavorable tanto en el parlamento como en los gobier-nos locales, en los órganos de justicia, en el terreno de medios de comu-nicación y de la economía, etcétera.

23. Salvo el caso de Venezuela, donde Chávez desde los inicios contó con un apoyo inmensamente mayoritario dentro de las fuerzas armadas —y por eso él habla de tránsito pacífico armado— en todo los demás países se trata de un tránsito pacífico desarmado, como fue el caso de Chile en el gobierno de Salvador Allende.

24. Nuestros gobernantes no pueden iniciar su mandato haciendo borrón y cuenta nueva, tienen que partir del Estado heredado y desde ese Estado ir produciendo las transformaciones. Los procesos constituyen-tes en Venezuela, Ecuador y Bolivia han sido un intento importante por cambiar las reglas del juego institucional y demuestran que, a pesar de las condiciones limitantes en las que ellos han tenido que actuar, desde el gobierno se puede avanzar hacia ese horizonte socialista, cuando hay voluntad política para hacerlo.

2. Venezuela: lo que se Puede Hacer en el Terreno de la Democracia

y el Protagonismo Popular

25. Junto a estas acciones, se han producido otras en el mismo sentido como: los importantes pasos dados en la integración latinoamericana sin la presencia de los Estados Unidos; la nacionalización de las empre-sas estratégicas y el destino de su excedente a paliar los principales problemas sociales de nuestros países; el impulso —aunque todavía muy incipiente— a la creación de nuevas relaciones de producción, acciones

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que reafirman la posibilidad que nuestros gobiernos tienen de irse enca-minando hacia ese horizonte socialista.

26. Veamos ahora qué se puede hacer desde el gobierno para profundi-zar en el tema de la democracia y la participación popular, aspecto sobre el que queremos reflexionar en nuestro evento tomando como ejemplo Venezuela.

1) Impulsando la Participación Ciudadana

• a) Constitución y un ministerio dedicado a impulsar la participación

27. El presidente Chávez y su gobierno han tomado muy en serio el mandato constitucional de impulsar la participación ciudadana y se han esforzado por estimularla en todos los niveles. La creación de un minis-terio dedicado al tema de la participación10: que tiene como uno de sus principales objetivos remover los obstáculos y facilitar la participación popular desde abajo en todo el país; la creación de los consejos comu-nales y el impulso a la creación de comunas —célula básica de autogo-bierno—, es una prueba de ello.

28. Lo que más llama la atención en la Constitución Bolivariana es el énfasis que allí se pone en la participación popular en los asuntos públi-cos y el hecho de que se subraye que este protagonismo es el que va a garantizar el pleno desarrollo, tanto de la persona como del colectivo. Aunque hay varios artículos de la Constitución que se refieren a este tema, probablemente el más completo es el artículo 62, donde se señala la forma en que este desarrollo se logra. Allí se dice que la “participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo”, señalándose a continuación que es “obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la genera-ción de las condiciones más favorables para su práctica”11.

10 El Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social creado a mediados del año 2005. A partir de 2009 el Ministerio pasa a llamarse Ministerio para las Comunas y Protección Social.11 Nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Capítulo IV: De los derechos Políticos y del Refe-rendo Popular, Sección Primera: de los derechos políticos. Gaceta Oficial 30 de diciembre de 1999, Caracas, Venezuela.

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Además, el artículo 70 señala otras formas que permiten al pueblo desa-rrollar “sus capacidades y habilidades”: “la autogestión, cooperativas en todas sus formas […] y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad”12.

29. En el terreno de la participación territorial local se ha insistido en el diagnóstico participativo, el presupuesto participativo13, la contraloría social14. Se creó inicialmente la figura de los consejos locales de plani-ficación pública (CLPP) a nivel municipal, con representación insti-tucional (alcaldes, concejales, miembros de las juntas parroquiales15) y representantes de las comunidades para llevar adelante estas tareas. Es importante hacer notar que la representación de las comunidades tiene más peso que la institucional (51% contra 49%) reflejando la clara voluntad política de estimular el protagonismo de aquellas.

• b) Creando espacios adecuados para la participación: los consejos comunales.

30. Pero esto hubiese quedado en meras palabras si no se hubiese creado espacios adecuados para que puedan darse plenamente los procesos participativos.

31. Una de las ideas más revolucionarias del gobierno bolivariano fue la de impulsar la creación de los consejos comunales16 una forma de organización autónoma y desde las bases de la sociedad. Se trata de una organización territorial inédita en América latina por lo reducido de su número de participantes: entre 150 y 400 familias en las zonas urba-nas densamente pobladas, entre 50 y 100 familias en las áreas rurales, y aún menos familias en zonas alejadas, fundamentalmente en zonas indígenas. La idea era favorecer al máximo la participación ciudadana en espacios pequeños para facilitar el protagonismo de sus asistentes, haciéndoles sentirse cómodos y desinhibidos.

12 Ibid.13 Ley del poder público municipal, Art. 234, 17 mayo de 2005.14 Ibid, Art. 33, 17 de mayo 2005.15 En Venezuela los municipios están divididos en parroquias.16 Ver Marta Harnecker, De los consejos comunales a las comunas. Construyendo el socialismo del siglo XXI.Publicado en: www.rebelion.org/docs/83276.pdf

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32. A esta conclusión se llegó después de mucho debate y de examinar las experiencias exitosas de organización comunitaria como los Comités de Tierra Urbanos (unas 200 familias que se organizan para luchar por la regularización de la propiedad de la tierra) y los Comités de Salud (grupo de trabajo formado por un mínimo de 5 personas que junto a los médicos atienden a unas 150 familias).

33. Debemos aclarar que por comunidad entendemos aquel conjunto de varias familias que viven en un espacio geográfico específico, que se conocen entre sí y pueden relacionarse fácilmente, que pueden reunirse sin depender del transporte y que, por supuesto, comparten una histo-ria común, usan los mismos servicios públicos y comparten problemas similares tanto económicos, sociales, como urbanísticos.

34. Cada una de estas comunidades debía elegir una instancia que hiciera las veces de gobierno comunitario. A esta instancia se la deno-minó: consejo comunal.

• Elaborar un plan único

35. Una de las principales funciones del consejo comunal es articular las organizaciones ya existentes para elaborar un plan único de trabajo destinado a resolver los problemas más sentidos de la comunidad. Para ello se deberían crear tantas áreas de trabajo como problemas existan en dicha comunidad. Entre ellas, por ejemplo: Economía Popular: Desa-rrollo Social Integral; Vivienda, Infraestructura y Hábitat; Educación y Deportes; Cultura; Comunicación; Información y Formación; Seguri-dad y Defensa.

36. Las tareas de cada área de trabajo deberían ser asumidas en forma colectiva por las diversas organizaciones que se identifican con ese determinado tema.

37. No se trata, por lo tanto, de hacer borrón y cuenta nueva. Allí donde la comunidad esté organizada; por el contrario, se debe tratar de articu-lar todas las iniciativas existentes en un plan único de trabajo. Trabajar

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como un todo y no sectorialmente, como antes se hacía, permite lograr mucho mejores resultados y ahorrar esfuerzos.

• Control social: una tarea fundamental

38. Por último, y señalando sólo las principales funciones, el consejo comunal debe promover el control social en todas las actividades que se desarrollan en la comunidad, sean éstas de orden estatal, comunitario o privado (alimentación, educación, salud, cultura, deportes, infraestruc-tura, cooperativas, misiones, y otras); y además debe poder gestionar los recursos que le son otorgados o aquellos que reúne por su propia inicia-tiva, constituyendo para esos fines una especie de banco comunitario.

• Voceros y voceras y asamblea de ciudadanos y ciudadanas

39. Una vez detectados los problemas, definidas las áreas de trabajo, se debería elegir a los vecinos y vecinas que, por su liderazgo, conocimiento del área, espíritu de trabajo comunitario, disposición al trabajo en colec-tivo, honradez, dinamismo, puedan ser las personas más indicadas para representar o ser la voz de ellos en el consejo comunal.

40. Quienes analizan, discuten, deciden y eligen son las personas que habitan en esa área geográfica, reunidas en asamblea de ciudadanos y ciudadanas. Se debe hacer un esfuerzo para que a esas reuniones asista al menos un miembro de cada familia. La Ley de los consejos comu-nales, aprobada el 9 de abril del 2006 luego de un debate nacional, fijó el quórum en el 10 % de la población mayor de 15 años de dicha comunidad.

41. La asamblea de ciudadanos y ciudadanas es la máxima autoridad de la comunidad. Sus decisiones tienen carácter vinculante para el consejo comunal, “es allí donde radica la soberanía y el poder del pueblo”17.

17 Ley orgánica de los consejos comunales, Art. 20

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• Por qué voceras y voceros y no representantes

42. Las personas electas para formar parte del consejo comunal se deno-minan voceras o voceros. Los militantes venezolanos se niegan, con razón, a utilizar el término de representante por las connotaciones nega-tivas que este término ha adquirido en el sistema representativo burgués donde los candidatos sólo se acercan a las comunidades en tiempo de elecciones, prometen “todo el oro del mundo” y luego de electos nunca más se les ve. Por eso, la vocera o vocero que pierde la confianza de sus vecinas y vecinos —porque ha dejado de transmitir al consejo comunal lo que la comunidad piensa, decide, etcétera— debe ser revocada o revo-cado porque ha dejado de ser la voz de su comunidad.

• Evitar la manipulación política

43. Se ha insistido mucho en que es necesario evitar toda manipulación política o de otra índole en la conformación de los consejos comunales. No se trata de conformar consejos comunales sólo con los partidarios de Chávez; estas instituciones comunitarias deben estar abiertas a todos los ciudadanos y ciudadanas, sean del color político que sean. No sería extraño que, luchando por resolver los problemas comunitarios y cons-tatando en la práctica el apoyo que reciben del gobierno, muchas de estas personas engañadas por los medios descubran el verdadero proyecto revolucionario bolivariano.

• c) Algunos problemas y cómo enfrentarlos

44. Analicemos ahora, cómo estas ideas se han ido aplicando en la prác-tica y cuáles han sido las debilidades y problemas que han ido surgiendo en el camino. La forma en que se han ido conformando los consejos comunales no ha sido homogénea en todo el país. En algunos lugares ha sido muy exitosa y la población se ha sentido convocada y ha adherido entusiastamente a la idea. En otros ha habido rechazo o no ha logrado despertar el interés de toda la población.

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45. Uno de los primeros problemas que se presentó fue el apresuramiento en conformarlos. Aunque la idea inicial fue la de tomarse unos meses para todo el proceso de gestación de esta nueva organización comuni-taria, la excelente idea del presidente Chávez de entregarle recursos a las comunidades a través de los consejos comunales para que resolviesen pequeños problemas que las afectan, obligó a crear una instancia jurídica para recibirlos, lo que a su vez exigió la aceleración de su conformación sin respetar sus ritmos de maduración. Muchos consejos comunales se constituyeron demasiado rápido: en una primera reunión se explicaba en qué consistía el consejo comunal, se proponía a los candidatos y se elegía a la comisión electoral; y ya en la segunda, poco tiempo después, se elegía a los miembros del consejo comunal. Ello condujo a que la directiva de muchos consejos comunales no fuera lo suficientemente idónea y eso explica que, muchas veces, la gente se haya desilusionado rápidamente de las personas que eligió para conforman el consejo comunal, porque éstas terminan por repetir los vicios del pasado, buscan ser candidatos por carrerismo político, no tienen vocación para el trabajo comunitario y terminan distanciándose rápidamente de sus electores.

46. Yo estoy convencida de que una elección sólo puede ser verdadera-mente democrática si los electores están debidamente informados de quienes son los candidatos por los que deben votar y de sus propuestas. Y qué mejor manera de conocer a una persona que verla cumpliendo tareas como, por ejemplo, elaborar el croquis de la comunidad, realizar el censo socio económico casa por casa, elaborar la historia de la comu-nidad, discutir con la gente el perfil de los candidatos a elegir: tareas que supuestamente debían realizarse antes de la elección de sus voceras y voceros. Para poder realizar estas tareas se requiere de un determinado período de tiempo. Este podría haber sido un período de prueba para los candidatos. Si este lapso hubiese existido, los electores habrían podido saber mejor a quien elegir.

47. Es importante tener presente que había dos opciones para confor-mar el consejo comunal: una era constituirlo con los dirigentes de las organizaciones existentes en dicho espacio territorial, y la otra, era elegir a sus miembros en asamblea de ciudadanas y ciudadanos. Si de

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lo que se trataba era articular a todas las organizaciones existentes, ¿no era más lógico usar el primer camino? Elegir ese camino supondría dos cosas: primero, que dicha comunidad hubiese alcanzado previamente un determinado grado de organización, lo que no siempre es el caso, y segundo, que los dirigentes de las organizaciones existentes hubiesen sido electos democráticamente y no se hubiesen desligado de las bases que los eligieron. Por desgracia, esto último ocurre frecuentemente. Por estas razones se pensó que era más democrático que fuese la asamblea de ciudadanos y ciudadanas la que eligiese a los miembros del consejo comunal. Pero esta fórmula, si es incorrectamente aplicada, puede terminar por desconocer el trabajo organizativo previo de la comunidad y algunas organizaciones puedan sentirse no consideradas, tomando una actitud hostil frente al consejo comunal, dificultando su función articu-ladora y, en lugar de colaborar con las tareas comunes, empezar a jugar un papel divisionista. Esto podría evitarse si se busca integrar al consejo comunal a todas las organizaciones y personas que son activas y trabajan por la comunidad. Para que no quede ninguna organización fuera, se debería tener un censo previo de las mismas y debería ponerse especial cuidado en invitarlas a todas ellas a formar parte del equipo promotor del consejo comunal.

• Asambleas de ciudadanos y ciudadanas no representativas

48. Otro de los problemas que se ha presentado es que las asambleas de ciudadanos y ciudadanas no han sido suficientemente representativas, es decir, no han logrado convocar a todas las personas que debían convocar. En algunos casos esto se ha debido a la apatía de la gente, en otros al tipo de convocatoria. En el caso de las zonas urbanas densamente pobladas, es frecuente que los sectores más alejados nunca se hayan enterado de que existe una asamblea: nunca fueron citados. Y esto ocurre porque el equipo o comisión promotora, en lugar de darse el trabajo de citar casa por casa, se limita a poner algunas pancartas con llamados generales en los lugares más concurridos pensando que esto basta.Otras veces se cita a los amigos, a los conocidos, a los que comparten una visión política, dejando fuera a las personas que no comparten las mismas ideas o no siguen a los mismos liderazgos. En otros casos no

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favorece la convocatoria el local elegido por ser un local demasiado asociado a un grupo o tendencia política.

49. ¿Cómo evitar que esto ocurra? Pienso que una solución sería buscar que estén representados en la asamblea de ciudadanos y ciudadanas voceras y voceros de todos los espacios que forman parte de su territorio (cuadra, escalera, callejón, bloque, edificio, manzana, caserío). Ninguna decisión importante debería ser tomada si algunos de esos espacios no está representado en esa asamblea. De ahí la importancia de la figura de la vocera o vocero por área vecinal18. Esta es la fórmula que permite lograr que se constituyan consejos representativos de todo el ámbito del consejo y de la pluralidad de pensamientos existentes en él.

• Una estructura demasiado compleja que no ayuda a trabajar en la comunidad

50. Otra de las dificultades que se ha presentado es que varios de los promotores de los consejos comunales llegaban a las comunidades con un esquema prehecho: como la Ley de los consejos comunales seña-laba, a modo de ejemplo, 14 comités de trabajo, ellos pretendían crear ese mismo número en cada comunidad, sin preocuparse de averiguar si éstos respondían o no a las necesidades de ésta. A veces, en una pequeña comunidad se creaban tantos comités de trabajo que no había gente suficiente para llenar el organigrama que traían los promotores.

51. Creo que una de las primeras cosas que debe hacer una comunidad que quiere organizarse es determinar cuáles son las principales aspi-raciones y problemas que debe resolver para mejorar las condiciones de vida de la misma y, a partir de ello, crear áreas de trabajo, y lograr comprometer a los líderes o personas más destacadas de la comuni-dad para trabajar en estos problemas o iniciativas. El consejo comunal debe servir para eso y debe adecuarse, por lo tanto, a la realidad de cada comunidad.

18 Nombre que se podría dar a estos pequeños espacios.

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52. La comunidad debería elegir a los voceros o voceras por área de trabajo, esforzándose por elegir a la persona que mejor pueda cumplir con las tareas de esa área específica, que son tareas que van más allá de la temática de una determinada organización. Por ejemplo, para elegir al vocero de Vivienda, Infraestructura y Hábitat, debe pensarse en una persona que tenga conocimientos y autoridad para coordinar las diver-sas actividades de esa área y las organizaciones que la conformen y que entienda que debe motivar al máximo de gente para que se integre a trabajar en esa área.

53. Por otra parte, hay que coordinar el trabajo de todas las áreas evitando repetir en el nivel del consejo comunal el espíritu de feudo que suele reinar en nuestros gobiernos, tanto en el gobierno central, como en los gobiernos locales, donde cada ministerio hace su propia política.

• Actitud paternalista de las instituciones del estado

54. Otro de los problemas es que muchos funcionarios de las institucio-nes del estado que trabajan con los consejos comunales llegan con una actitud muy paternalista, a imponer sus ideas, a suplantar la iniciativa de la gente, y muchas veces, desconocen el trabajo que la comunidad ha venido realizando desde hace muchos años. Para ellos la historia comienza cuando ellos aparecen.

55. Por otra parte, varias comunidades se quejan, con razón, de que no existe una articulación entre las instituciones del Estado en relación con los consejos comunales. Varios ministerios e instituciones del Estado se disputan la constitución de consejos. En algunos casos han contri-buido a crear enfrentamientos en el interior de las comunidades y hasta división de las mismas. A pesar de que en Venezuela existe un ministe-rio encargado de la formación de los consejos comunales y de la articu-lación de los entes del Estado que trabajen con éstos, sigue existiendo una acción muy descoordinada que perjudica enormemente el trabajo en la comunidad, porque constantemente llegan iniciativas desde arriba

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de diferentes instituciones que obliga a la gente a romper su agenda de construcción participativa para cumplir con las orientaciones que reci-ben de éstas.

• d) Comunidades que se quedan con los brazos cruzados esperando la inter-vención del Estado

56. Se ha dado también la deformación en algunas comunidades de quedarse con los brazos cruzados esperando la intervención del Estado. Para evitar esta situación me parece fundamental promover un proceso de planificación participativa que permita priorizar aquellos proyectos que la comunidad pueda resolver con sus propios recursos materiales y humanos. Fijarse metas posibles de alcanzar con el concurso activo del máximo de miembros de la comunidad permite obtener rápidamente resultados, aumentando la autoestima de la comunidad y motivando más a la gente a participar. Si la priorización de las aspiraciones o proble-mas no se hace con este criterio suele ocurrir que, en lugar de estimular la participación, la comunidad se queda con las manos cruzadas espe-rando que el Estado le resuelva los problemas detectados. El consejo comunal debe ser la primera instancia de planificación participativa de la nación, y debe existir una relación dialéctica entre el plan estratégico nacional y los planes elaborados que provienen de las localidades, para combatir justamente las características burocráticas de la planificación soviética y la anarquía en desarrollo de obras cuando éstas no se insertan dentro del plan de desarrollo nacional.

57. Y en el caso en que el costo o complejidad de la solución no esté al alcance de la comunidad, el consejo comunal debe elaborar propuestas para presentarlas al presupuesto participativo de su alcaldía o a otras instancias de financiamiento y, crear condiciones para recibir los recur-sos financieros que se le otorguen. El proceso del presupuesto participa-tivo se enriquece enormemente al existir los consejos comunales, porque éstos hacen el diagnóstico y priorizan sus aspiraciones o problemas en asambleas mucho más pequeñas, donde la participación de las personas es plena. La idea es que las voceras y voceros de los consejos comunales

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al igual que los propios vecinos y vecinas de esas comunidades tengan una participación activa en las asambleas del presupuesto participativo.

2) Poder Popular y Comunas

58. Luego de esta exposición y balance acerca de la experiencia de los consejos comunales, veamos ahora cómo se desarrollan otros aspectos del poder popular y la idea de las comunas.

• a) Expresiones del poder popular

59. En los años 2005 al 2007, el presidente Chávez puso tanto énfasis en los consejos comunales, que dejó en el olvido otras manifestaciones del poder popular. Sin embargo, ya en el año 2008 comenzó a insistir en que no debemos olvidar que los consejos comunales son sólo un componente del Poder Popular y ha mencionado otros como los consejos campesi-nos, los consejos obreros o los consejos estudiantiles.

60. El poder popular descansaría entonces en el pueblo organizado en sus comunidades, centros de trabajo y centros de estudio.

• b) Las comunas: donde se plasma el poder popular territorialmente

61. Todos estos consejos son expresiones del poder popular y Chávez ha planteado la necesidad de ir plasmando este poder territorialmente en lo que ha denominado comunas.

62. La comuna sería el espacio ideal para realmente conformar un auto-gobierno: un espacio con una dimensión territorial menor que el muni-cipio, pero mayor que el área del consejo comunal, que debe llegar a ser auto sustentable económicamente, y a cuyo gobierno se le deben trans-ferir determinadas funciones y servicios hasta entonces ejecutados por los municipios. Entre ellos, por ejemplo, el mantenimiento del servicio eléctrico, la pavimentación, el cobro de impuestos, el aseo urbano; el mantenimiento de los locales de Educación y Salud, etcétera. La idea es conformar allí un gobierno de carácter comunal en el que sus miembros

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sean electos y revocables por sus electores, que tenga autonomía para decidir en relación con sus competencias, que reciba recursos para la ejecución de obras, encaminándose, dentro de lo posible —como decía-mos anteriormente— a la autosustentabilidad económica.

• El papel del Estado en la promoción de las comunas

63. El papel del Estado en la promoción de las comunas sería facilitar y acompañar el proceso de avance hacia la comuna y no dirigirlo. Es fundamental que instituciones del gobierno que actúen en ella lo hagan en forma articulada. Para eso el presidente Chávez decidió que el ante-rior Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social pasase a denominarse Ministerio para las Comunas. Yo estimo que una de las tareas básicas de este ministerio debería ser crear un grupo de trabajo institucional en cada territorio que tenga como horizonte transformarse en comuna. Este grupo debería ponerse a la orden del equipo promotor de la comuna en el caso de iniciativas ya existentes o, en caso contrario, debería facilitar la conformación de un equipo promotor en aquellos lugares donde se estime conveniente que se incursione en la posibilidad de conformar una comuna19, sea porque existe un proyecto económico de importancia estratégica que pueda ser integrado a un sistema de economía comunal, sea por su ubicación estratégica, o por otras razones de envergadura. No puede pretender dirigirlo. Recordemos la insisten-cia del presidente Chávez acerca de la necesidad de una organización desde abajo para construir la nueva vida.

64. El Estado tiene que respetar los esfuerzos de autogestión, la diná-mica propia de cada realidad, ayudando al pueblo a aprender a gobernar, a irse transformando en auto gobierno.

19 Entre estas condiciones habría que considerar los siguientes aspectos:a) tradición productiva (cultivo, cría, pesca, manufactura) como característica predominante, b) saldos organizativos de vieja data, c) recursos disponibles y abun-dantes, d) voluntad para construir la comuna, e) armonía entre todos los factores que deben actuar en ese territorio. Esta última condición nos parece fundamental. No podemos pretender hacer una comuna allí donde haya conflictos graves entre los consejos comunales que hacen vida en ese territorio, o entre algunos de ellos y el alcalde o los representantes del Ministerio para las comunas, etcétera. ¿Qué ejemplo de construcción socialista podemos dar si no somos capaces de superar nuestras contradicciones y trabajar armónicamente por un proyecto común?

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• No imponer una agenda

65. ¿En qué tiene que traducirse esto en la práctica? Entre otras cosas, en que la agenda de trabajo de dicha comuna en construcción debe ser una agenda elaborada conjuntamente. No puede ser que una institución de gobierno, sea central o local, imponga su propia agenda sin consultar previamente con la comuna. Lo mejor es que la agenda, así como el plan, los métodos y procedimientos de trabajo, sean elaborados de manera conjunta entre instituciones y comunidades.

66. Suele ocurrir que una institución del gobierno anuncia una visita sin realizar ninguna consulta previa acerca de la conveniencia o no de dicha actividad en esa fecha, y obliga a la gente a movilizarse para preparar dicha visita, en lugar de concentrarse en las tareas programadas. Y lo peor es que muchas veces se suspenden dichas visitas o actividades a última hora, después que las comuneras o comuneros han hecho todo el trabajo de promoción de la actividad.

• No imponer iniciativas desde afuera, sino apoyar las iniciativas autóctonas

67. Suele ocurrir también que entes del gobierno decidan instalar empre-sas o realizar proyectos en el territorio de la comuna sin consultar con sus habitantes, cuando el método correcto sería conocer previamente cuáles son las iniciativas locales y en caso de que se pretenda promover una iniciativa de carácter estratégico nacional, el proyecto debería exponerse siempre ante los comuneros y comuneras, buscando que ellos lo hagan suyo y participen en su mejoramiento y posterior ejecución.

68. Todas las decisiones que los entes de gobierno tomen en su terri-torio deben ser previamente consultadas con los comuneros, aún las del propio presidente del país, ha dicho el presidente Chávez. Ninguna institución debe imponer iniciativas propias; antes de ejecutar cualquier acción debe discutirla con la gente y obtener su aprobación.

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• Cuadros institucionales sometidos a la crítica popular

69. Las instituciones del Estado deberían evitar designar cuadros para atender las comunas, que por sus características o por el hecho de ser impuestos desde arriba, puedan producir rechazo entre la comunidad. Lo más sano sería elegir cuadros propuestos por los comuneros y comu-neras que vivan en el territorio, lo que además haría más racional el uso del tiempo de los servidores públicos y sería menor su desgaste físico, al no tener que realizar grandes desplazamientos para ir de su casa al lugar de trabajo y viceversa. Estos cuadros deberían someterse a la evaluación y crítica popular.

70. Las instituciones del Estado involucradas en la construcción de la comuna deberían estar dispuestas a cambiar a sus cuadros si estos son rechazados por un sector importante de la comuna. Y si una comuna tiene ya sus propios cuadros, ¿qué sentido tiene imponer cuadros desde afuera que no conocen el trayecto recorrido?

• Elaborar la historia local: la mejor forma de educar en el respeto a las dife-rencias y particularidades de cada experiencia

71. Uno de los problemas que surgen cuando los cuadros instituciona-les, de muy buena fe, tratan de promover las comunas es que llegan con un esquema preconcebido en la cabeza y tratan de aplicarlo en forma mecánica, sin considerar las particularidades de cada experiencia y sin respetar sus tradiciones de organización y de lucha. Consideramos que una de las maneras para evitar que esto ocurra es que una de las primeras tareas, o la primera de ellas, sea la elaboración de la historia local, tarea que debería ser ejecutada por un grupo de trabajo conformado por los cuadros institucionales que van a trabajar en ese proyecto de comuna, y por comuneras y comuneros de dicho territorio. Este ejercicio, a su vez, permite que la gente de la comuna descubra sus raíces, se identifique más con su realidad y adquiera más autoestima.

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• Trabajar sin sectarismo convocando a todas y todos

72. Por último, si estamos construyendo un modelo de socialismo dife-rente al modelo del siglo XX, si estamos construyendo la democracia verdadera y queremos que ésta sea una de las características centrales del nuevo socialismo —una democracia que no significa representativi-dad burguesa, sino protagonismo popular, creatividad popular, iniciativa popular— deberíamos entender que no podemos imponer soluciones por la fuerza, sino que tenemos que ganar las mentes y corazones de la gente para el proyecto que queremos construir y construirlo con ellos, es decir, ganar la hegemonía en términos gramscianos. Y, como dice el presidente Chávez, las mentes y corazones se ganan en la práctica, creando oportunidades para que la gente vaya entendiendo el proyecto en la medida en que va siendo constructora del mismo.

73. Para terminar, si logramos crear una sociedad basada en la autoges-tión de los trabajadores en sus centros de trabajo y en las comunidades donde habitan, el Estado dejará de ser un instrumento por encima del pueblo al servicio de unas élites, para transformarse en un Estado verda-deramente democrático, conformado por las mejores mujeres y hombres del pueblo trabajador. ¡Hacia ese horizonte debemos caminar!

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Socialismo y Consejos Comunales: La Filosofía Política del Socialismo

en el Siglo XXI1

Juan Carlos MonederoProfesor de la Universidad Complutense de Madrid.

Cooperante Internacional del Centro Internacional Miranda.España

“El desafío intelectual de pensar el “Socialismo” luego del derrumbe de la Modernidad, después de la implosión de la Unión Soviética y sus satélites, en una tránsito cultural que ha puesto patas arriba todas las convenciones que sirvieron para pensar y hacer durante este largo trayecto, no es cosa de juegos. Tamaño reto en una coyuntura caracte-rizada por la crisis de paradigmas, por la deriva de la voluntad y la difuminación de la ética. ¿Cuál es esa teoría política que puede fundar otra idea de “Socialismo”? ¿Cuál Estado es ése? ¿Cuál Sujeto? ¿Cuál Progreso? ¿Cuál Historia? ¿Qué idea de Nación habrá detrás de esta metáfora del “Socialismo”? ¿Qué idea de lo político?”

Rigoberto Lanz, Debate sobre Los socialismos

Introducción

Cumplidos veinte años del fin de la Unión Soviética y sumergidos en la mayor crisis económica que haya conocido el mundo occidental desde el crash de 1929, la reflexión sobre el único modelo que fue capaz de disputar la hege-monía al capitalismo y a la democracia representativa de partidos cobra una renovada actualidad. Pero la pertinencia de la discusión sobre el socialismo no

1 Estas reflexiones sobre el socialismo del siglo XXI las he venido discutiendo en otros ámbitos académicos y de debate (Question, Cuadernos del CENDES, Temas de nuestro tiempo). Aparecen aquí revisadas y actualizadas a la luz de los últimos desarrollos políticos experimentados en Venezuela a partir de 2010.

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lo libera de las controversias entre su teoría y su práctica, sobre la polisemia de su significado, sobre su “libro negro” y sus “libros blancos” –el directo, consis-tente en sacar a cientos de millones de personas del feudalismo e ingresarlos en la modernidad o el de frenar el avance de las potencias del eje en la Segunda Guerra Mundial, y el indirecto, que habría conseguido al “ordenar” el capita-lismo gracias a su desafío y generar las bases del Estado social y democrático de derecho en Occidente, puntales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948.

El socialismo en el siglo XXI necesita articular bases compartidas que permitan ir construyendo referentes teóricos. Para cimentar referentes cien-tíficos acerca del socialismo hace falta precisar algunos lugares compartidos, si bien, al configurar el socialismo una propuesta normativa, esta tarea se torna ciertamente complicada. Intentando superar las dificultades, hace falta, en primer lugar, una definición de lo que sea el socialismo. Buscando su esencia, su principal rasgo puede encontrarse en una empatía radical con los demás miem-bros de la comunidad, en la generosidad con el otro al margen de cualquier reciprocidad. Esta sujeción del socialismo a la idea de “amor” tiene, cubierta la arena inmediata de la comunidad, un vuelo más alto que llega más allá, alcan-zando a las generaciones futuras (el compromiso ecológico y fiscal con los que no han nacido), otras comunidades (la idea de internacionalismo) y los demás seres vivos con los que se comparte la biosfera (un ecologismo radical).

La posibilidad de pensar el socialismo pasa por una reconsideración de la naturaleza humana y por una construcción de un lenguaje diferente soste-nido en prácticas diferentes. En tercer lugar, hay que detenerse en el papel del Estado, lugar esencial, junto a la participación, del impulso de la sociedad socialista. En cuarto lugar, hay que precisar cuáles son los elementos que debie-ran articular ese socialismo y en qué se diferencia de las prácticas del socialismo en el siglo XX (con una enunciación de sus aciertos y errores, del papel del nuevo sujeto plural y de los problemas que implica un supuesto “socialismo científico”). Por último, está pendiente establecer cuáles son los valores que hay detrás de lo que vaya a ser el socialismo en el siglo XXI. Un ejercicio clarificador es comparar los valores del socialismo en el siglo XXI con las otras grandes concepciones del siglo pasado: el liberalismo, el socialismo del siglo XX y el neoliberalismo. Nada aporta construir un marco teórico autoalimentado. El error del materialismo histórico es que terminó siendo un idealismo ahistórico que dio por hecho un futuro que aún no había tenido lugar. El socialismo no

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puede entenderse al margen de las realidades históricas que lo hicieron surgir, de los desarrollos tecnológicos, políticos, culturales en marcha ni de los actua-les procesos que lo confrontan. Aún más, esas confrontaciones –que llegan incluso al golpe de Estado por parte de los que adversan cualquier alternativa al modelo capitalista- tienen muchas probabilidades de ser quienes determinen los contornos de los socialismos en ausencia de modelos cerrados. Eso hace aún más urgente el esfuerzo teórico.

El Socialismo como Empatía Radical

Si no fuera porque apenas sería entendido, y aun cayendo en la cursilería contra la que advirtió Ernesto Guevara, podríamos resumir la esencia de la organización política deseable diciendo que socialismo no significa otra cosa que vida social basada en el amor. Aun siendo cierto que le corresponderá a cada época y lugar establecer su propio diálogo acerca de qué es el amor, podemos buscar un mínimo común que nos permita entendernos. Con esta intención, decir amor -o decir aquí socialismo- es mencionar una empatía social absoluta y desinteresada, la radicalización de la regla de oro, donde cada cual, sin ninguna funcionalidad escondida, deja de alguna forma de ser, obteniendo al tiempo el increíble resultado final de ser más (le corresponde a Hegel la brillante afirma-ción de que amar es dejar de ser para ser más). Quien ama, vive en los demás y obtiene el más pleno sentido a su vida pues así conjura simbólicamente la muerte. Un amor infinito implica, como bien vieron las religiones del Libro, una vida inmortal, algo de gran interés para ese homo sapiens cuya única certeza es que sabe que va a morir. El amor es la forma más evidente de trascendencia –de “ir más allá”, dotando de sentido al finito ser humano-. Amar es la más plena racionalización de nuestra condición de homo sapiens pues permite una salida al callejón sin salida de nuestra autoconsciencia que se sabe finita. La organiza-ción social sobre la base del amor y la tendencia política hacia el mismo, supone el camino hacia lo que podemos definir como socialismo.

Sin embargo, la racionalidad moderna, atenta a sólo a lo cuantificable y guiada por una lógica lineal que condenaba al limbo todo lo que quedase fuera de su definición de ciencia, fue poco a poco reduciendo el asunto de la eman-cipación a los medios e instrumentos, a números, procedimientos y planes quinquenales. Del mismo modo, en términos de discurso cayó en ejercicios ingenuos cargados de utopía negativa –no realizable- que ahorraba discutir los

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perfiles del futuro al atribuirle al mañana tan altas cualidades que empequeñe-cía el problema de definir cómo se alcanzaba ese fin; igualmente, se ahorraba igualmente complejizar el asunto de la naturaleza humana, evitando enturbiar ese futuro luminoso. Cuando Lenin, siempre en lucha entre la reflexión y la práctica, afirmó que socialismo no era soviets más electrificación, sino soviets más cultura ya era demasiado tarde2.

Que socialismo es amor es una idea que encuentra acomodo en el Sermón de la Montaña y su prédica de amar al prójimo por encima de todas las cosas. Es lo que recogió San Agustín cuando afirmó “ama y haz lo que quieras”, queriendo dar a entender que quien ama realmente no hace daño a los demás. El socialismo, al igual que ocurre con la regla de oro de todas las religiones –no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti- es amor porque es la afirmación de la empatía como el criterio central de la organización social.3 Tampoco andaba lejos Marx, siguiendo a Rousseau o interpretando a Aris-tóteles, cuando pensaba que la política desaparecería cuando desaparecieran las clases sociales, esto es, cuando se acabaran las diferencias sociales basadas en el diferente lugar que se ocupa en la escala de producción. En ese momento histórico, la posición de clase determinaba buena parte de la existencia social y particular.

A día de hoy podemos afirmar que si no hubiera tensiones sociales basadas en cualquier tipo de desigualdad –y no solamente de clase- la sociedad viviría una suerte de estabilidad permanente, de manera que esa idea que vincula polí-tica con “poder sobre”, con coacción, desaparecería. Sin conflicto no hay polí-tica. Politizar es conflictuar, de la misma manera que despolitizar es ahuyentar el conflicto.4 Pero decir que socialismo es amor es un presupuesto normativo. Es una definición de lo que debiera ser una sociedad justa. La pregunta que quiera ayudar a la transformación se aleja de lo que significa el socialismo para preguntarse cómo se llega a él sin traicionar los principios que contendrá ese futuro. Es más fácil llegar a un acuerdo acerca de esos perfiles ideales que en

2 Para la idea de “utopía negativa” entendida como una “palabra deshonrada”, como mero sueño irrealizable, cargo adjudicado después de las revoluciones de 1848, véase Francisco Fernández Buey, Utopías e ilusiones naturales, Barcelona, Viejo Topo, 2008, pp.168-733 Para las bases cristianas del socialismo desde la crítica al comercio y la usura, véase Antonio Escohotado, Los enemigos del comercio, Madrid, Espasa Calpe, 2010.4 La esencia de la política, como bien entendió Schmitt, es el conflicto. Al igual que si desaparece la escasez desapa-rece la economía, si desaparece el conflicto desaparece la necesidad del poder y, por tanto, la política. Schmitt era un nazi –justificó en Nüremberg su colaboración con Hitler, pero en la reedición de 1963 de su libro de 1932 El concepto de lo político (Madrid, Alianza Editorial, 1991) aun seguía sin considerar necesario disculpar el holocausto o cuestionar el régimen- pero eso no invalida su mirada implacable sobre la política en la estela de los más lúcidos teóricos del poder.

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torno a las formas de alcanzarlo. Porque en realidad, decir que el socialismo advendrá –como en Marx- cuando se de un alto desarrollo de las fuerzas productivas y un alto desarrollo de la conciencia no deja de ser una tautolo-gía. Traducido querría decir: cuando estén cubiertas todas las necesidades y los seres humanos sean ángeles, desaparecerá la política. Por eso, la única pregunta realmente controvertida no es tanto qué sea el socialismo sino cómo es la tran-sición al socialismo.

El capitalismo ha dedicado bibliotecas enteras a la transición de regímenes autoritarios capitalistas o comunistas a la democracia parlamentaria capitalista. Pero apenas hay teorización de cómo es la transición del capitalismo parlamen-tario al socialismo, especialmente en el siglo XXI. Convendría entender que el socialismo, como la Itaca del poema de Kavafis, es más una razón para ponerse en marcha, y menos un modelo prefigurable. Al socialismo hay que esperarlo siempre pero hay que contar igualmente con que nunca va a llegar. Es socialista porque constantemente está abriendo nuevas sendas. El socialismo real sólo puede existir como adjetivo (permite decir de algo que es socialista) pero no como sustantivo. De lo contrario, al socialismo le ocurriría como a Dios: sería una causa demasiado grande para un resultado necesariamente tan mediocre.5

Un Nuevo Lenguaje para un Nuevo Socialismo

No era el momento, sabemos hoy, para que los autores clásicos del socia-lismo pudieran entender que la sociedad no se va a parar nunca. Vista la evolu-ción del ser humano, podemos prever que van a surgir siempre diferencias y, por tanto, disidencias respecto de una realidad que no es absoluta sino repre-sentativa, esto es, que no es leída en su estricta materialidad sino que se tamiza

5 El poema de Kavafis (traducción de Pedro Bádenas de la Peña) termina: Ten siempre a Itaca en tu mente.Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.

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a través de marcos heredados de la construcción social. Tanta fuerza tienen esos marcos, especialmente en la era de la comunicación, que cuando un hecho niega el marco, preferimos negar el hecho. Como reto, se trata de reconstruir esos marcos para que dejen más espacio a la libertad de conciencia. Es lo que Gramsci llamó conquista de la hegemonía –aunque quizá con intenciones no tan libertarias-, camino de crear un nuevo sentido común socialista donde la empatía sea algo inmediato. La hegemonía en el siglo, sin embargo, ha sido la contraria.

Es cierto que la forma más sutil de construir marcos no es la que planteó el Ministro de Propaganda Goebbels, cuando afirmaba que una mentira repe-tida mil veces fungirá como verdad. Pero el silenciamiento de alternativas, la recurrencia en afirmar que no hay más solución que la que se está aplicando, la conversión de los medios de comunicación en los grandes socializadores o la machacona insistencia en algunas mentiras básicas terminan por cons-truir ese puzzle actual de la hegemonía. Por ejemplo, pese a no tener armas de destrucción masiva, Sadam tenía armas de destrucción masiva (aún en 2011, los porcentajes de norteamericanos que así lo creían eran altos); pese a ganar doce elecciones o aceptar el resultado adverso del referéndum constitucional de diciembre de 2006, Chávez es un dictador; pese a sufrir el acoso de los pode-rosos y la dictadura de unos medios de comunicación al servicio de las élites, Evo Morales es el autoritario por su supuesto indigenismo radical; pese a Abu Graib, Guantánamo o las cien invasiones realizadas por los Estados Unidos en el siglo pasado, la Estatua de la Libertad sigue presentándose como un refe-rente de democracia que no se puede cuestionar sin verse uno a su vez cues-tionado; si protesta el pueblo llano, se habla de ingobernabilidad; si protestan las clases medias y altas, estamos ante revoluciones de colores. Pese a que no existe ninguna evidencia teórica ni empírica de ninguno de sus presupuestos, el neoliberalismo –que desembocó en la mayor crisis económica desde el periodo de entreguerras- carece de alternativa6.

6 El tema de la alienación está presente de manera esencial en Marx. La idea de hegemonía y la necesidad de construir nuevos sentidos comunes fue parte central de la reflexión de Gramsci. Toda la escuela de Frankfurt prestó atención a la construcción de una mentalidad autoritaria. Recientemente, y desde tradiciones que no cuestionan el capitalismo, se recupera esta idea –aunque sin citar estas corrientes de pensamiento y, por tanto, privando a la reflexión de su contenido emancipador- y convirtiéndose una forma de moda intelectual válida tan sólo para diferenciar entre demócratas y republi-canos en Estados Unidos-. Es el caso de George Lakoff, No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político, Editorial Complutense, Madrid, 2007. Sin embargo, este estudio de psicología cognitiva aplicado a la derecha norteamericana demuestra que los marcos con los que se apresa el conocimiento tienen más fuerza que los hechos tozudos de la realidad. Tiene aquí pleno sentido la frase de Einstein “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Para la ausencia de base teórica o empírica del neoliberalismo, véase Joseph Stiglitz, Cómo hacer que funcione la globalización, Madrid, Taurus, 2006

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Por todo esto, un paso adelante del socialismo será renunciar a las palabras heredadas y reconstruir en forma de diálogo los nuevos conceptos con los que reorganizar la realidad social y también los referentes simbólicos. No caer en el error de la Modernidad de despreciar lo trascendente ni tampoco abrazar el irracionalismo como quisiera una posmodernidad reaccionaria. Desmantelar las palabras heredadas, reconstruir la realidad con palabras dialogadas, recu-perar el espacio de la plaza pública, vaciándola de tronos, templos y shopping centers, donde una ciudadanía con iguales capacidades, reconstruye los contor-nos de su polis desde la perspectiva de la emancipación (la isonomía que reparte derechos de manera igual, y la isegoría que reparte la posibilidad y la capacidad para que cada cual pueda hacer del ágora el espacio en donde expresar y cons-truir su propio proyecto de vida). El acceso a la palabra es la única manera pací-fica que tienen los oprimidos para recordar a los opresores el daño que están haciendo. Lo que no tiene nombre, no existe. (en otras palabras, lo que no se expresa, no tiene efectos sociales útiles para su transformación).

El “ni en dioses, reyes ni tribunos/ está el supremo salvador” de La Interna-cional requerirá alguna nueva reflexión. No hay que confundir la necesidad de recuperar la trascendencia, de darle sentido a la vida -propio del homo sapiens, el único animal que, como decíamos, tiene la única certeza de que va a morir-, con abrazar remedios irracionales que en vez de ayudar a la emancipación la limitan. Insistimos: se trata de despensar para repensar, un ejercicio nada senci-llo pues se tocan cosas profundas y comprometidas para los seres humanos, como es la religión, la identidad o el nacionalismo. Es igualmente sensato e insensato poner una estatua nacionalista en Edimburgo con el rostro del actor Mel Gibson -quien representó al legendario escocés William Wallace en la película Braveheart-, que pensar que alguna frontera y, por tanto, un territo-rio, está dotado de alguna esencialidad que lleve incluso a matar a quien no la comparta o que permite entender como ilegales o sin papeles a quienes no sean reconocidos como nacionales propios. Es igualmente una forma de monólogo que en nombre de un dios se pretenda eliminar la presunta obra de ese dios, es decir, a otro ser humano. Nos cuesta salirnos de nuestros marcos culturales para entender la sociedad ¿no es cierto acaso que, llevemos flores o alimentos a una tumba, en ninguno de los dos casos van a salir nuestros deudos a ver y oler las flores o a comer los alimentos?

Mientras exista la posibilidad de reconstruir intelectualmente la diferencia en cualquier ordenamiento social, existirán seres humanos que cuestionarán

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la existencia de privilegio, sea de clase, género y raza, pero también de edad, ideología, creencia, opción sexual, status, primacía de algún aspecto en la orga-nización social, etc. Los seres humanos estamos dotados de neuronas espejo, conocidas como el “adn del comportamiento”. Son las responsables de cons-truir sobre la base de la imitación la posibilidad de adaptación y supervivencia del homo sapiens7. Los animales sociales han sobrevivido gracias a la recipro-cidad, el principal principio de cohesión del grupo. Ese cumplimiento animal y particular del imperativo kantiano existe incluso entre los chimpancés, lo que abunda en la idea de que es coherente pensar que existe de manera más desa-rrollada en los seres humanos.8

Como la ley de la entropía no permite vueltas atrás en el tiempo, el socia-lismo no puede corresponderse con ninguna forma primitiva de organización social. Como en las películas sobre regresos al pasado, esos planteamientos prefieren ignorar que cualquier acto del ayer cambiaría el hoy, de la misma manera que el hoy no puede llevarse al ayer sin transformarlo, sin acompa-ñarlo de la evolución ya alcanzada (algo obvio en asuntos tecnológicos). Parece razonable, desde un principio de precaución, no usar semillas transgénicas. No parece razonable, desde un principio de avance, renunciar al arado por tratarse de un instrumento “no natural”. El socialismo tiene la tarea de construir una organización social acorde con la condición más evolucionada que significa el ser humano, definiendo la evolución desde indicadores dialogados. Al tiempo, esa organización estará signada, como venimos afirmando, por un profundo sentido de la empatía que habrá de traducirse en un amplio compromiso con lo público y con el establecimiento de un sistema social donde se garanticen las capacidades para participar de todas y cada una de las ventajas de la vida social. En los experimentos de De Waal, el chimpancé maltratado critica el trato desigual, pero eso no hace sin más que el que recibe el privilegio de la uva la comparta. Muy al contrario, acepta gustoso la rodaja de pepino que lanza su congénere indignado. Los chimpancés son brutales con chimpancés de otros grupos y también con los del propio cuando se cruzan intereses de poder. Los bonobos (chimpancés pigmeos, dos millones y medio de años más cerca de 7 Giacomo Rizzolatti, Las neuronas espejo. Los mecanismos de la empatía emocional, Barcelona, Paidós, 2006.8 Son conocidos experimentos en donde un chimpancé renuncia a accionar una palanca que le gratifica con un plá-tano porque al tiempo otro chimpancé en una jaula colindante recibe una descarga eléctrica. Más recientemente, otros experimentos muestran cómo un mono contento y ufano por haber recibido como alimento una rodaja de pepino, monta posteriormente en cólera y termina tirando una nueva raja de pepino cuando el chimpancé de la jaula de al lado recibe una uva cada vez que él recibe el hasta hacía un momento delicioso vegetal. Véase Frans de Waal, El mono que llevamos dentro, Madrid, Tusquets, 2007.

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nosotros que los chimpancés), al contrario, comparten incluso el alimento con otros grupos y solventan la mayoría de sus problemas a través de contactos de tipo sexual y no con violencia. Cuando el ser humano es destructivo es mucho más destructivo que cualquier otra especie. Pero cuando es generoso, es infini-tamente más generoso que cualquier otro animal de la naturaleza. Y, además, escoge serlo. Los pájaros no son libres.

¿Qué es el Socialismo?

No es posible seguir hablando de socialismo sin intentar una definición. De lo contrario, se está impidiendo que el corpus doctrinal pueda avanzar y cons-truir en ese entorno algo que se parezca a una comunidad científica ocupada de los desarrollos del ideario socialista. La discusión histórica sobre el socialismo suele referirse a posiciones teóricas muy ligadas a posiciones prácticas (así fue durante buena parte del siglo XIX y XX con la progresión “Marx y Engels --> Rosa Luxemburgo --> Lenin --> Gramsci --> Luckács” (dejando al lado toda la corriente revisionista). Ahora, por el contrario, pesan mucho los aspec-tos teóricos (aquí surge la referencia a Laclau, Mouffe, el marxismo analítico, Mészáros, Negri, Borón, Dieterich, Moulian, etc.). Sin embargo, creemos que eso es un error.

Las bases del socialismo del siglo XXI como movimiento no son teóricas sino, muy al contrario, beben de realidades bien concretas –esto siempre es así, pero se pierde de vista en los análisis de grandes plazos y grandes estructuras-E incluso, los referentes teóricos más influyentes han estado mucho más cerca de coyunturas concretas que de discusiones de libros sobre libros. Las bases del socialismo del siglo XXI hay que buscarlas (aun sin ánimo exhaustivo) en los siguientes sucesos y en las reflexiones que abrieron: el derrocamiento de la Primavera de Praga en 1978 por las fuerzas del Pacto de Varsovia; la creación del sindicato polaco disidente Solidaridad en los astilleros de Gdansk, en 1980; las victorias de la derecha en Europa y Estados Unidos ( Juan Pablo II -1978-; Thatcher-1979-, Reagan -1980-, Kohl -1981); la caída del Muro de Berlín de 1989; el nombramiento de Carlos Salinas en México en 1988, de Menem en Argentina y de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, ambos en 1989; la pérdida del poder de los sandinistas en 1990; la enunciación del Consenso de Washington en 1990; la disolución de la URSS en 1991; el levantamiento zapatista de 1994;

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la fundación en 1980 de Los Verdes en Alemania (con las banderas del socia-lismo, el ecologismo, la democracia de base, la no-violencia y el antiautorita-rismo); el desarrollo de la teología de la liberación, con la fecha emblemática de 1973, cuando el peruano Gustavo Gutiérrez Merino, editó el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación (y que obligaría a pluralizar el sujeto); etc.9

Pero a día de hoy, y a diferencia de lo que ocurre con otras ideologías que tienen una referencia mínima compartida, la divergencia dentro del campo socialista es enorme. Es factible que el socialismo implique para unos la exis-tencia de una vanguardia que marque el rumbo social, para otros la reivindi-cación de la clase obrera como sujeto de la transformación, más allá, la redis-tribución de la renta y la supresión de la herencia, para otros la abolición de la explotación a través de la propiedad pública de los medios de producción, para aquellos reformismo, para estos revolución, para unos austeridad medioam-biental, para otros inclusión multicultural, en otra dirección, partido único y retórica obrera y campesina en un contexto económico capitalista, al igual que habrá quien apostará por una mezcla de todos estos elementos, y así hasta el infinito de la indefinición.

Por nuestra parte, entendemos que una sociedad socialista es:

un sistema de organización social, política, normativa, económica y cultural que busca la libertad y la justicia, armonizando para ello los recursos materiales, institucionales e intelectuales de la sociedad, con el objeto de conseguir la igualdad de capacidades personales, la liber-tad de individuos y colectivos, la solidaridad entre los miembros de la

9 Cuando se habla de socialismo del siglo XXI se pretende a veces una novedad teórica que en verdad no se sostiene (véase la nota 33), dejándose de lado la verdadera novedad, que es de prácticas. La discusión teórica del eurocomunismo; los programas políticos de la izquierda no socialdemócrata desde mediados de los ochenta; la concreción movimentista y partidista del mayo del 68; además de todos los sucesos reseñados, fueron creando un socialismo anticapitalista y antiau-toritario que era el único pensable en el entrante siglo que rechazaba de manera amplia el totalitarismo soviético. Algunos autores como Anthony Giddens (Más allá de la izquierda y la derecha. El futuro de las políticas radicales, Madrid, Cátedra, 1999 –edición original de 1994-), Norberto Bobbio (Derecha e izquierda: razones y significados de una distinción política, Madrid, Taurus, 1994), o Jorge Castañeda (La utopía desarmada La utopía desarmada. Intrigas, dilemas y promesas de la izquierda en América Latina, Ariel, Madrid 1993) dan señales de la rearticulación teórica de la izquierda a mediados de los noventa (si bien Castañeda deja en el aire, desde su participación en el Gobierno derechista de Fox, otras motivaciones más particulares que las teóricas). Javier Biardeau hace un recorrido muy útil para ubicar la discusión en Venezuela, si bien, creemos, insiste demasiado en la supuesta influencia de determinados autores, disminuyendo relativamente la relevancia de los hechos históricos. Véase Javier Biardeau “¿El proceso de transición hacia el nuevo socialismo del siglo XXI: un deba que apenas comienza”, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol.13, nº 2 (may.-ago.), pp.145-179.

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comunidad, la defensa de las diferencias, el respeto medioambiental, la paz entre las naciones e iguales condiciones para todos los pueblos del mundo.

Hablamos de “igualdad de capacidades” entendiéndola como una fórmula superior a la igualdad de oportunidades –que no garantiza el resultado- o la igualdad de resultados –que, aún siendo superior a la igualdad de oportunida-des, por lo común es una entelequia no realizable o bien supondría una homo-geneización que robaría la libertad individual y no contemplaría la necesaria corresponsabilidad de las personas en su destino-. La igualdad de capacidades es una fórmula superior al “a cada cual según sus necesidades y de cada quien según sus posibilidades” por, al menos, dos razones. En primer lugar, es menos autoritaria –de cada cual según sus posibilidades implica una exigencia, un hecho de fuerza al margen de la voluntad de los individuos-; por otro lado, el “a cada cual según sus necesidades” desrresponsabiliza y, con ello, roba digni-dad a las personas, cayendo en formas de paternalismo que limitan la libertad individual.

Vivimos en una época confusa, propia de momentos de crisis (de peligro y de oportunidad, como rezan los dos ideogramas con que los chinos escriben la palabra), una época de frontera con sombras de lo viejo y apenas albores de lo nuevo. De transición paradigmática10, con el añadido de que salimos de un paradigma, el conformado por la Modernidad, el desarrollo de los Estados y la implantación del capitalismo, pero sabemos que ya no van a existir nuevos paradigmas totales, modelos o esquemas invariables de comportamiento que alimenten la praxis. Al fondo del túnel hay una luz, pero esa luz, como un sensor de movimiento, se enciende cada vez que se actúa. Va a ser el movimiento, además, el que determine si esa luz va a ser onda o partícula, el que marque su posición y su velocidad, el que defina su color y frecuencia. No se trata de enrevesar las cosas con análisis oscuros, sino de no simplificarlas. Si la física de Newton se complejizó con la física de Einstein, nuestras sociedades deben saberse sumergidas en la misma nueva lógica que relativiza todo lo anterior. Gestionar los nuevos modelos de matrimonio genera mayores complicaciones burocráticas al Estado. Pero reducir esa complejidad por culpa de la complica-ción administrativa que implica, supone simplificar la vida social. Calzar a la 10 Boaventura de Sousa Santos, El milenio huérfano, Madrid, Trotta, 2005 (también disponible en La caída del Ángelus Novus, Bogotá, ILSA, 2003).

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fuerza zapatillas, como los príncipes caprichosos de los cuentos, hace sangrar los pies de las candidatas y, siguiendo con la metáfora, también al cuerpo social.

Aprendiendo de los Errores del Pasado

El socialismo del siglo XXI no es una mera referencia cronológica vacía (en el siglo XXI, es obvio que el socialismo que se construya habrá de pertenecer a esa época), sino una metáfora que recuerda que lo sustantivo permanece (el socialismo como organización que supere el capitalismo) y o adjetivo cambie (lo que quiere significar que el contorno que adquiera en el siglo XXI va a ser diferente del socialismo del siglo anterior). Esto es, va a hacerse al andar, como el camino machadiano, y la única carta de navegación que ha legado el socia-lismo anterior es el que recoge la esperanza de transformación que acumula, su compromiso inicial con la democracia y, principalmente, los errores que no deben volver a cometerse. Esto no constituye ningún problema epistemoló-gico. Muy al contrario. Saber lo que no debe hacerse marca un programa de actuación política superior teóricamente a un programa que quisiera decir a priori lo que debe hacerse.11

Cuando el joven Gramsci publicó “La revolución contra El capital” (apenas un mes después de la revolución de octubre de 1917) sentaba las bases para afirmar que las revoluciones, como procesos violentos que tumban las estruc-turas de un país, no esperan a los teóricos. Pero bien sabía también el que fue secretario general del Partido Comunista Italiano que la teoría era bien rele-vante para orientar la praxis posterior. En esa dirección, podemos afirmar que en los procesos de implosión del antiguo régimen, las explicaciones sobre las base de la voluntad de los actores es muy relevante, mientras que en la fase de construcción del nuevo modelo, cuando los cambios permiten empezar a hablar de transformaciones reales, las variables explicativas y orientadoras de

11 Dice Rigoberto Lanz: “La revolución es precisamente contra la lógica de la dominación. He allí la primera regla de una sensibilidad efectivamente transformadora. Sensibilidad sin la cual ocurre lo que ya conocemos en la tragedia de los “socialismos” burocráticos: las mismas relaciones de dominación recubiertas con la coartada de la revolución. Que esta desgracia haya ocurrido de esta manera no se debe a la “traición” de un espíritu maquiavélico que se infiltró en la fila de los buenos. Ello es sencillamente el testimonio de la enorme dificultad de desinstalar mentalidades, pulverizar sistemas de valores, abolir representaciones (cognitivas, éticas, afectivas, estéticas).  El cambio cultural que supone la irrupción de un proceso civilizatorio de nuevo tipo  son palabras mayores. Esto queda muy lejos todavía de planes de gobierno, de estrategias de gestión y esquemas de transición, que siendo insoslayables en el terreno práctico de los procesos políticos de cambio, son al mismo tiempo el gran distractor para que las transformaciones verdaderas nunca lleguen.”, “Socialismo en clave posmoderna”, en: http://www.debatecultural.net/Observatorio/RigobertoLanz16.htm (bajado el 3 de septiembre de 2008).

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estos momentos son las variables estructurales, las condiciones materiales, el grado de desarrollo, el nivel de la consciencia de lo colectivo, entre otros aspec-tos profundos y que reclaman procesos lentos.

Es cierto que las transformaciones profundas pueden darse en países donde no hay madurez del capitalismo ni del Estado ni de la Modernidad (dejemos como hipótesis que es precisamente en esa debilidad en donde están las expli-caciones de por qué surge ahí el cambio brusco). Se trata de una reedición de la teoría del eslabón más débil. Ahora bien, igualmente sabemos que si los marcos teóricos marxistas –especialmente los del siglo XIX- no explicaron las revolu-ciones en el siglo XX, hubieran sido de extrema utilidad para orientar la fase de consolidación. Sabemos que Lenin reelaboró ad hoc y de manera interesada el marxismo para adaptarlo a su análisis/deseo vanguardista de acelerar la revo-lución (historicismo estructuralista lo ha llamado Moulián12). Esa renuncia a la teoría y la elaboración de análisis que reinterpreten la teoría para ajustarla al momento histórico preparó el camino a Stalin (por ejemplo, para justificar el socialismo en un solo país, la colectivización forzosa, el Gulag, la eliminación de los disidentes). Sabemos que el Che Guevara creyó, con mucho heroísmo, que la falta de subjetivismo en países atrasados podía compensarse con lucha armada. Dejó su cuerpo en la escuelita de la Higuera y los mil Vietnam anun-ciados no consiguieron los resultados esperados. Sabemos que los movimientos guerrilleros confiaron en que el ejemplo de abnegación iba a bastar para llenar sus filas de voluntarios. El resultado fue, en no pocos casos, repetir comporta-mientos de aquellos contra los que se peleaba.

Hoy sabemos que hay una gran verdad en la consideración de que hace falta una cierta madurez para que los cambios cuajen. Una madurez que no se mide en desarrollo económico, sino en consciencia de lo colectivo, de lo público. El Estado social ha sido un gran educador de comportamientos ciudadanos. Una estructura fiscal permite una redistribución socialista. Pero en ausencia de esa conciencia de lo público, el Estado puede convertirse, aun en manos de quienes pretender crear el socialismo, en un Dorado sometido a la rapiña de los que nunca pudieron aprender que lo que es público es de todos y no de nadie. El mercado educa en la lucha de todos contra todos. Las colas y la atención por orden de llegada en los servicios públicos, por el contrario, educan en ciuda-danía. Ese tránsito reclama instituciones eficaces y valores compartidos. Y los valores nunca se consolidan antes de pasada, al menos, una generación.

12 Tomás Moulián, El socialismo del siglo XXI. La quinta vía, Santiago de Chile, LOM, 2001.

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¿Cómo Empoderar al Pueblo? Cambiar la Sociedad Transformando el Estado

Los bolcheviques en 1917, sobre la base de una interpretación del plantea-miento marxista extraído de la Comuna de París, decidieron que era necesaria una fase de dictadura del proletariado para, desde un nuevo Estado al servicio del pueblo, empoderar a una población mayoritariamente campesina y sociali-zada en el capitalismo depredador, egoísta y fragmentador (aunque es impor-tante entender que el concepto de dictadura, en ese momento, no significaba lo que hoy entendemos al respecto). Casi un siglo después, la pregunta sigue abierta pese a que aquella respuesta difícilmente puede ser de nuevo asumida. ¿Es posible una transformación democrática por la vía electoral en países sin sociedades civiles fuertes? ¿Es justo aplicar un Estado temporal de excepción con el fin de reforzar esa sociedad debilitada? ¿Es posible sin una voluntad deter-minada romper las estructuras creadoras de exclusión vigentes durante siglos? En sociedades desestructuradas, es decir, sociedades por las que ha pasado el vendaval neoliberal sin haber pasado antes con fuerza la lluvia del Estado social y democrático de derecho, el riesgo de pretender sustituir esa falta de instituciones y valores colectivos con comportamientos despóticos ilustrados (la dictadura del proletariado o, en el caso de hoy, una dictadura del “pobretariado” o, incluso, una dictadura de la ciudadanía o de las multitudes) es muy alto.

Se ha repetido que en unas elecciones se toma el Estado pero no se toma el poder; es decir, por un lado, los espacios de poder real van más allá del aparato del Estado; por otro, el Estado, como esa institución que reclama el monopo-lio de la violencia física legítima, no responde igual a Gobiernos afines, a lo que Jessop llama “selectividad estructural” del Estado (comportamientos no determinados pero que son los que tradicionalmente han puesto en marcha) que a aquellos que cambian formas, actores o receptores de las políticas públi-cas13. En el caso reciente de América Latina, todos los nuevos Presidentes han expresado su queja ante la imposibilidad de manejar el aparato estatal here-dado para ponerlo al servicio de los nuevos Gobiernos, las nuevas Constitu-13 Bob Jessop, The Future of Capitalist State, Cambridge, Polity Press, 2003. Los Estados modernos ni tienen autono-mía respecto de las clases sociales (tesis institucionalista) ni responden sin más al interés de clase (tesis de El manifiesto comunista). Los Estados modernos son relaciones sociales que reflejan la forma en que se han solventado los conflictos sociales, si bien poseen “memoria”, una selectividad estratégica (estructural la llama Claus Offe), que descansa en su tra-yectoria histórica, en sus comportamientos reiterados a favor de las clases privilegiada. Sin embargo, y como demuestran los casos recientes de América Latina, eso está cambiando, de manera que un nuevo resultado social se expresa en nuevas formas de estatalidad.

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ciones o las nuevas políticas. Una vez constatado esto, la tentación es reforzar la capacidad de acción para poder cumplir los objetivos que, con ingenuidad, se pensaba que podrían alcanzarse desde el aparato estatal. Una vez más aparece la dicotomía entre eficacia y democracia. Tomarse mayores atribuciones que las que se corresponden con un Estado de derecho con el fin de enrumbar el país hacia la democracia. Es la idea de la dictadura del proletariado como refuerzo del poder con el fin de debilitar el poder.14

Pero ya sabemos que la respuesta dada en forma de dictadura del prole-tariado trajo más problemas que soluciones ¿Cómo empoderar al pueblo que tiene que hacerse cargo de sus propios destinos si no tiene ni la capacidad ni, quizá, el interés de organizar su propia vida? ¿Cómo contrarrestar la presión de las oligarquías, la financiación de la desestabilización –incluida la cooptación de militares venales-, la tarea permanente durante decenios de las empresas de medios de comunicación y de la jerarquía eclesiástica? No es sólo un problema teórico. También es un problema empírico.

En términos históricos, está también el ejemplo del neoliberalismo, que primero se hizo con el control del Estado para después obrar una mutación del mismo desde su sala de mando (es así como se inició el ataque al Estado social y democrático de derecho). Optar por la deriva “despótico ilustrada” desde posiciones socialistas puede ganar el favor de los pobres –siguen dominados pero ahora ven esperanza-, pero generaría paternalismo y, además, alejaría a las clases medias, muy necesarias en la tarea de consolidación socialista (les corres-ponde a ellas una parte relevante de la gestión administrativa y económica que ayude a salir de la escasez y los cuellos de botella). Además, cuando se habla de valores, están las consideraciones morales. El fin no justifica los medios.

14 La queja ante los Estados heredados ha tenido la respuesta política más contundente en Venezuela, donde en el año 2003 se pusieron en marcha las misiones, políticas públicas participadas popularmente que funcionaron como un Estado paralelo alimentado por la mística de un país que había resistido un golpe de Estado, un paro patronal y un sabotaje petrolero. Las misiones, una sugerencia de Fidel Castro al Presidente Chávez, buscaban demostrar a la población efectos concretos de la nueva política redistributiva ante la cercanía del referéndum revocatorio, pero también eran una solución imaginativa y poderosa a la falta de respuesta dada por los funcionarios de la llamada IV República a la deuda social, principalmente en salud, educación, alimentación, vivienda y empleo. Las misiones constituyen una suerte de Estado poscolonial (o posmoderno), experimental, que acompaña las iniciativas populares ejerciendo una tarea de supervisión (curiosamente, la que se reserva al Estado en la estela de Luhmann). Ahora bien, como con astucia vio Hirshmann (Interés privado, acción pública, México, FCE, 1986), la participación funciona como un péndulo, de manera que con el reflujo de la mística/participación, o viene la institucionalización o lo logrado puede revertirse. Para la función del Estado en la pers-pectiva luhmanniana, Helmut Willke, Supervision des Staates, Frankfurt a.M., Campus Verlag, 1997. Del Vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera es muy interesante la entrevista donde explica su “giro hegeliano” en lo que respecta al papel del Estado:   Entrevista a Álvaro García Linera: “Evo simboliza el quiebre de un imaginario”, Revista OSAL N º 22, ¿Refundar el Estado en América Latina? Desafíos, límites y nuevos horizontes emancipatorios, Revista Osal, Argentina, Buenos Aires, CLACSO, 2007.

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No puede construirse el socialismo sin socialistas o, como se suele recordar, el socialismo no se decreta. La reclamación liberal de la autonomía de los sujetos, si bien extremada construye una referencia abstracta alejada de cualquier reali-dad, no deja de ser un elemento central en la tradición occidental cuando se trata de valorar la capacidad individual de escoger.15

Atendiendo de nuevo a la historia, hemos aprendido que pequeños pasos en una dirección consolidan en el medio y largo plazo esa dirección. En socie-dades desestructuradas, la tarea esencial en la construcción del socialismo no está en crear formas autoritarias previas que faculten para empoderar al pueblo, sino que consiste en dar de inmediato instrumentos conceptuales que obli-guen –obliguen- a la corresponsabilización popular en las transformaciones. La tarea de un fuerte liderazgo es, sin duda, esencial en esta fase. Sólo un refe-rente carismático incuestionado puede aunar las fuerzas de cambio en esta fase de transición. Pero ese liderazgo tiene que tener legitimación legal-racional y no legitimación carismática (en términos weberianos). Igualmente, una buena teoría al respecto no puede caer en generalizaciones que ignoren las diferencias entre democracias parlamentarias consolidadas y democracias en construcción que, además, pretenden una nueva institucionalidad. El papel de los liderazgos carismáticos –Chávez, Lula, Morales, Correa- se corresponde con fases dife-rentes de procesos políticos a veces similares pero otras no conmensurables. De lo contrario, se volvería a caer en las tesis de la modernización o del take-off (el despegue) que establecían una senda única y necesaria para la construcción de la democracia. No se trata de ir desde la teoría a la realidad, sino armar desde la realidad una nueva teoría.

Es cierto que en momentos de “acumulación democrática originaria” (encargada de construir una nueva institucionalidad inclusiva), las reglas no están cerradas. De ahí que los “padres fundadores” de prácticamente cualquier nación fueron inicialmente acusados de terroristas. Pero esto no puede llevar a una asunción acrítica del liderazgo, pues sería recuperar por la puerta de

15 El resultado del referéndum constitucional en Venezuela en diciembre de 2007, es un ejemplo de todo esto. Es indudable que la oposición hizo todo lo que estaba a su alcance para que fracasara el sí propuesto por el Presidente Chávez (se repitió toda la batería de desestabilizacion clásica: desabastecimiento, manipulación mediática, amenazas de guerra civil e intervención norteamericana, intentos de aislamiento internacional, cooptación de personas simbólicas del chavismo, revolución de colores articulada con los estudiantes de las universidades privadas o privatizadas), pero también hubo una profunda responsabilidad gubernamental –y una inexplicable torpeza parlamentaria- al poner en marcha un cambio que no estaba ni maduro ni había sido suficientemente explicado entre la población. Puede consultarse Juan Carlos Monedero, “La victoria escondida del Presidente Chávez”, en Viejo Topo, diciembre de 2007 (disponible en: www.elviejotopo.com/web/archivo_revista.php?arch=973.pdf ).

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servicio el papel de las vanguardias arrojado por la ventana tras la experiencia del siglo XX. La solución pasa por un pueblo movilizado capaz de poner diques al torrente del liderazgo y de crear una nueva institucionalidad. En vez de la dictadura del proletariado estaríamos ante una suerte de legislatura del pobreta-riado o de las multitudes: un momento audaz y determinado de superación del viejo modelo en busca de la inclusión de los tradicionalmente excluidos, pero que opta por legislar en vez de dictar16

En la fase actual de construcción de la emancipación en América Latina es tan necesaria la figura del liderazgo fuerte como inexplicable debiera serlo en la fase de consolidación. Esto no significa, insistimos, asumir de ninguna manera cheques en blanco para el liderazgo –estamos refiriéndonos a un líder fuerte, no a un dictador, ni siquiera amable-, algo por otro lado impensable en términos reales gracias a las actuales constituciones vigentes y la falta de apoyo popular que tendrían esas pretensiones (el escenario de un liderazgo separado del control popular y que repitiera el error de confundir Estado y partido sería el peor para la reinvención de un socialismo democrático desde los postulados desde el socialismo democrático). Por otro lado, ese liderazgo debe tener como principal tarea crear todo un plantel de personas capacitadas para el relevo. Toda la discusión acerca del cesarismo democrático de corte gramsciano es aquí pertinente. Y una vez más, explota el dilema entre la deliberación y la decisión.17

Salvados los momentos de convulsión correspondientes a la fase de cambio, el liderazgo sólo podrá ejercerse cuando realmente esté en sintonía con el pueblo, correspondiéndole la obligación de entregar instrumentos al pueblo

16 Quizá el ejemplo más claro de esta determinación estaría en procesos como la constituyente de 1999, las leyes habilitantes de 2001, la reforma constitucional de 2007 y la nueva habilitante de 2008.17 Javier Biardeau apunta que en el caso de Venezuela se está ante un cesarismo progresivo (un bonapartismo de iz-quierda en otras clasificaciones), sometido además a la tensión entre la cadena de mando propia del ejército y la gramática democrática afín a la deliberación en donde se enmarca la “utopía concreta” que portaría el proyecto chavista. Igualmente apunta al dilema entre la condición redentora de Chávez y el riesgo de repetir la ecuación “caudillo-ejército-ausencia de pueblo-ausencia de democracia”. En nuestra opinión, la politización que ha vivido el pueblo venezolano en los últimos diez años permite inferir una evolución claramente democrática que, además, solvente los problemas de participación de las democracias parlamentarias de baja intensidad. Pese a que lo que Gramsci llamaba “cesarismo progresivo” es una realidad en la Venezuela bolivariana, Chávez ha optado por crear un partido, no un movimiento que responda a su vo-luntad. Igualmente, Chávez ha apostado por el socialismo, cuando una decisión por el “chavismo” (al estilo de Perón) le habría brindado más apoyos y un control menos abierto a disidencias. Por último, Chávez utiliza la televisión pública para explicar políticas públicas y también para contrarrestar el ataque de los medios privados, cayendo con frecuencia en la pro-paganda gubernamental, pero también ha creado una infinidad de medios comunitarios autoorganizados y no controlados jerárquicamente. Una vez más, la realidad es más compleja que la teoría. Para la caracterización cesarista de Chávez, véase Javier Biardeau, “La política y lo político en tiempos de la democracia postliberal”, en Gregorio Castro (ed.), Debate por Venezuela, Caracas, Editorial Alfa, 2008, p.237-40; también “Los peligros del cesarismo”, en: http://firmasdefaces.blogia.com/2007/111503-los-peligros-del-cesarismo-javier-biardeau.php (consultado en septiembre de 2008).

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para su autodeterminación y obrar con estricta transparencia (mandar obede-ciendo). La creación de un Estado comunal está en el corazón de la superación de todos estos problemas. Por el contrario, cuanto más insistan las oposiciones en los intentos extra-constitucionales de derribar a los gobiernos del cambio, más se reforzarán los liderazgos como forma necesaria de resistir los embates del antiguo régimen. La teoría del Estado ha demostrado que el nacimiento de los Estados está muy vinculado a la competencia entre señores feudales con similares pretensiones. ¿Puede la teoría política ignorar el hecho de que los “enemigos” forman parte esencial de la construcción de un movimiento? ¿Acaso puede pensarse el socialismo en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Cuba sin entender y analizar el papel de las oposiciones en esos países, alimen-tadas principalmente por el papel hegemónico norteamericano? El enquis-tamiento social en un tablero de empate técnico configura un escenario muy desafortunado para el desarrollo democrático. La mejor forma de superarlo es con educación, de manera que una mayor conciencia determine amplias victo-rias electorales que dirijan el Gobierno y puedan usar el Estado, que entiendan la importancia de la movilización popular y contrapongan ideas a las hegemó-nicas del monopolio mediático mundial del que ya se quejaba la UNESCO hace más de treinta años. El gasto público educativo en un país pequeño como Venezuela –en torno al 10 % del PIB- muestra la dirección correcta y correc-tora en el medio plazo de un liderazgo que no necesita repetir en el siglo XXI las gerontocracias soviéticas o la peculiaridad histórica cubana. Como hemos dicho, la apuesta de Chávez por el socialismo y no por el “chavismo” es una señal de coherencia ideológica que igualmente invita al optimismo, ya que esa decisión sitúa a Chávez lejos de, por ejemplo, el cinismo de Perón, que permitía en sus filas personas de extrema izquierda y de extrema derecha, anarquistas o fascistas siempre y cuando fueran “peronistas”. Sin embargo, el surgimiento en Venezuela de un sector cortesano que juega al autoritarismo mientras se enriquece con prácticas corruptas da una señal de la necesidad permanente de controles sociales y tribunales independientes y con coraje, incluso en el caso de un liderazgo democráticamente productivo como el de Hugo Chávez.18

18 El papel del liderazgo quizá ocupe el lugar central en las críticas al proceso venezolano, con el exceso repetido y poco académico de comparar al Presidente Chávez con Hitler. Fernando Mires, en un libro “deliberadamente político”, pre-tende aplicar las categorías de Hanna Arendt a Chávez. Un análisis más objetivo sobre lo que está pasando en Venezuela habría intentado otro ejercicio al constatar en Venezuela una realidad bien distinta a las de los totalitarismos europeos: (1) en vez de un nacionalismo estrecho y racista, una insistencia en la integración regional, un impulso a la idea de Nuestra

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Errores y Aciertos del Socialismo del Siglo XX19

El socialismo del siglo XX ha brindado un mapa de navegación al socia-lismo del siglo XXI. Según esta bitácora, el socialismo del siglo pasado tuvo cuatro rasgos: eficiencia, heroísmo, atrocidad e ingenuidad. La eficiencia tiene que ver con su capacidad para incorporar a una parte considerable de la huma-nidad a la modernidad (la Rusia feudal, la China imperial, zonas deprimidas de centro-Europa, África o Asia). Su atrocidad, la que configura el libro negro del llamado con abuso “socialismo realmente existente”, y que tiene que ver con el Gulag, los Muros, las purgas, los presos políticos, la falta de democracia representativa, la creación de enemigos del pueblo, la eliminación de la disi-dencia, etc. Valga recordar, sin embargo, que los más ortodoxos, como bien recuerda la historia de la Inquisición, siempre son los más exagerados en sus comportamientos.20

Pero el socialismo del siglo XX también reclama recordar su heroísmo, callado con intención culposa, y que tiene como gesta para la humanidad el haber frenado al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial –de los 50 millo-nes de muertos de la contienda, 20 millones fueron ciudadanos soviéticos-;

América y a la patria grande, compartiendo incluso los recursos del petróleo con los países más pobres (imaginemos un nacionalista vasco, catalán o español hablando constantemente de Europa y del sueño europeo de Altiero Spinelli o gas-tando parte del presupuesto nacional a ayudar, por ejemplo, a Portugal); (2) en vez de un supuesto partido único como el PCUS soviético o el NSPD alemán, decenas de partidos, pluralidad que penetra incluso las filas del chavismo; (3) en vez de una simplista “personalización extrema de la política en torno a un líder mesiánico”, formas de cesarismo progresivo (como explicó Gramsci), o una forma de liderazgo fuerte como forma alternativa de acumulación política originaria en un país desestructurado (sin olvidar que ese “líder mesiánico” pierde elecciones y acepta el resultado). (4) ¿Violencia política en Venezuela? Otro error. Lo que hay es una violencia extrema en los barrios pobres, que al no ser de tipo político ni afectar determinantemente a los sectores acomodados, no forma parte de la queja de estos sectores académicos; (5) ¿mo-nopolio de las comunicaciones? RCTV, el canal al que no se le renovó la licencia en 2007, y que sería para Mires la clara señal de la instauración de la dictadura, está emitiendo por cable. Además de que el grueso de la audiencia audiovisual en Venezuela está en canales privados, algunos de los cuales estarían cerrados en buena parte de Europa por sus constantes invitaciones al magnicidio, al golpe de Estado y a la desobediencia constitucional. (6) Por último, habla Hanna Arendt de una red institucional paralela al Estado. En Venezuela, esa red sólo puede referirse a las misiones, es decir, a políticas públicas participadas popularmente que ahondan en procesos como el de los presupuestos participativos. ¿Entregar poder a sectores populares organizados es nazismo? Véase Fernando Mires, “La tarea es construir la democracia”, en Fernando Mires, Al borde del abismo. El chavismo y la contrarrevolución antidemocrática de nuestro tiempo, Caracas, Debate, 2007.19 Hemos adelantado algunas reflexiones en esta dirección en Juan Carlos Monedero, “En donde está el peligro…La crisis de la representación y el surgimiento de alternativas en América Latina”, en Cuadernos del Cendes vol.24 no.64 Ca-racas, agosto de  2007, y Juan Carlos Monedero, “Sobre el Partido Socialista Unido de Venezuela: potencialidades y riesgos”, en Margarita López Maya (ed.), Ideas para debatir el socialismo del siglo XXI, Caracas, Editorial Alfa, 2007.20 No hay que confundir este recuento de errores y aciertos con los ajustes de cuentas hechos por ex izquierdistas vehementes como una suerte de autocrítica realizada al calor de la crisis de la URSS y su posterior hundimiento. Estos ejercicios cundieron en los noventa y, casi sin variación, fueron escritos por antiguos extremistas de izquierda, a menudo militantes de grupúsculos radicales, que trasladaban ahora su vehemencia extremista desde posiciones intransigentes socialistas o comunistas a posiciones intransigentes conservadoras o neoliberales.

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igualmente el haber puesto con frecuencia los muertos, los presos, los tortura-dos en las luchas contra las dictaduras y en las peleas por la democratización.

Pero de lo que se habla menos es de la ingenuidad del socialismo durante el siglo pasado (ingenuidad entendida como una solución simple aunque bien intencionada a problemas complejos que no se solventan cambiando el análisis sobre la naturaleza humana). El socialismo del siglo XX fue ingenuo por cinco grandes razones:

1. Por creer que bastaba asaltar el aparato del Estado para, desde ahí, cambiar el régimen social. Esa ingenuidad está en el propio Marx pues, tan convencido estaba que después de derribado el capitalismo vendría un reino de armonía, que no se detuvo a desarrollar ni una teoría de la transición ni de la justicia ni del Estado a la altura de los retos que vendrían. Una vez alcanzado el poder en la estela de su pensamiento, todo fue improvisación, y de ahí que Lenin decidiera interpretar en cada momento el rumbo del proceso, mientras que otros marxistas le reprochaban las prisas y el no adecuarse a los ritmos marcados por Marx convertido en oráculo.

2. Por creer que bastaba con la creación de un partido único, regido por el centralismo democrático (la información circula de abajo arriba y las órdenes de arriba abajo), para regular la sociedad y dar respuesta a sus evoluciones o aunar sus diferentes voluntades. Sólo pensándose que hay una sola verdad y que se está en posesión de la misma puede postularse la existencia de un partido único.

3. Por creer que nacionalizando los medios de producción y controlán-dolos desde el Estado se podrían satisfacer las necesidades sociales de manera más eficaz y abundante que en el capitalismo (en este caso, leyendo mal a Marx, el trovador más apasionado del desarrollo capi-talista de las fuerzas productivas). Nacionalizar los medios de produc-ción no significa socializarlos.

4. Por creer que lo que servía para Rusia podía trasladarse a otros países con trayectorias diferentes, historias diferentes, cosmovisiones dife-rentes (es la amargura de un Mariátegui alertando a los ortodoxos de la necesidad de un marxismo latinoamericano que no fuera “ni calco ni copia” del soviético.

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5. Por creer que un crecimiento ininterrumpido traería un reino de la abundancia que terminaría con todos los problemas humanos y socia-les, ignorando la necesidad humana de trascendencia, el agotamiento del planeta y los problemas del productivismo heredado por la Moder-nidad. En la misma dirección, por incorporar la idea del fin de la histo-ria y no entender que el socialismo también es histórico y que, por tanto, cambia con las sociedades, debiendo estar abierto para incorpo-rar nuevas necesidades (por ejemplo, la sensibilidad ecológica).

En conclusión, el socialismo del siglo XXI debe enmendar todos esos erro-res complejizando los simples análisis que en el siglo pasado llevaron a cometer acciones políticas que hoy podemos leer como contrarias a un sentido común emancipador. O expresado de manera más clara: el socialismo no puede cons-truirse solamente desde el Estado, y mucho menos desde el Estado burgués; la instauración de un sistema de partido único es una simplificación de la orga-nización humana que asombra por su grosería; la estatalización de todos los medios de producción, incluso los más básicos, es igualmente, tras cinco siglos de capitalismo, una simpleza que condena al estrangulamiento económico (nunca, insistimos, se logró crear formas de propiedad social no estatal). Por último, la separación entre socialismo científico y socialismo utópico hurtó a la izquierda aquellos aspectos de la vida humana (curiosamente los más grati-ficantes) que, por no ser materiales (amor, amistad, armonía, empatía, etc.) quedaron fuera de foco y fueron tirados por la borda con el rechazo al autorita-rismo y la manipulación histórica realizada por las religiones.

De cualquier forma, el socialismo del siglo XXI mantiene el sustantivo. Es socialista porque se sitúa de manera clara y definida contra el capitalismo y la explotación que conlleva, incorporando a la transformación cualquier tipo de dominación (además de la de clase, de género y de raza, la medioambiental, la sexual, la generacional, etc.). En este sentido, el socialismo mantiene su condi-ción de aguafiestas de la orgía prometida por el capital, ese populismo del libre mercado según la feliz expresión de David Harvey. El capitalismo promete a la humanidad una vida de reyes, garantizándolo solamente a unas minorías pero consiguiendo la aceptación del sistema gracias a esa simple promesa incum-plida durante siglos (injusto sería no decir que allí donde la promesa deja de ser eficaz, el monopolio de la violencia física, legítima o ilegítima, pasa a ocupar el lugar de los argumentos). La condición de aguafiestas se radicaliza con el

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agotamiento del planeta. Allí donde ayer el socialismo prometió una sociedad de abundancia que el capitalismo era incapaz de proveer, hoy se ve en la obli-gación de exigir la austeridad como propuesta de organización social, una vez constatado que ya hemos devorado medio planeta tierra que no es recuperable. Es en esa condición de aguafiestas en donde el socialismo debe encontrar la razón más simple de la necesidad de la alegría, pues un socialismo que recuerda el dolor no puede ser causante de dolor, además de que un socialismo triste es un triste socialismo.21

Hacia una Teoría de la Justicia Socialista: Clarificar el Liberalismo

Un aspecto desconsiderado por el socialismo del siglo XX pero que se convierte en una exigencia en el siglo que comienza es establecer la superio-ridad del socialismo con los presupuestos filosóficos del liberalismo (el debate no puede permanecer más tiempo en el estricto espacio economicista sin riesgo de caer en un reduccionismo estéril y desalentador). Para la construcción del socialismo es necesario previamente establecer en qué medida el socialismo puede competir con la teoría liberal, yendo más allá del debate en la arena económica respecto a su capacidad de satisfacer las necesidades sociales. Si bien es verdad que no hay un único liberalismo, los rasgos que se suelen presen-tar para ponerlo a competir con el socialismo serían los que se corresponden con su tradición emancipadora. Esos rasgos generales del liberalismo serían los siguientes:22

1. Todas las personas nacen libres e iguales.2. Respeto a las elecciones autónomas de las personas.3. Defensa de una noción fuerte de derechos individuales.4. Consideración de la democracia representativa como límite al poder

21 Un ejercicio gráfico de la destrucción medioambiental en www.footprint.org. Igualmente pueden consultarse los datos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático realizado por Naciones Unidas en 2007, donde se despe-jaron todas las dudas sobre la responsabilidad humana en el calentamiento global, al tiempo que se pusieron fechas muy cercanas como límite para intentar frenar la irreversibilidad del cambio climático y las catástrofes que lo acompañan. Los acuerdos de Bali en diciembre de 2007, apenas un acuerdo de mínimos sobre reducción de emisiones de CO2 no invitan al optimismo, vista la falta de voluntad, en una dirección u otra, de casi todos los países del mundo. Al final, la fecha acordada por las grandes potencias para una reducción eficaz de CO2 se ha trasladado a 2050.22 Véase: Andrés de Francisco, Ciudadanía y democracia. Un enfoque republicano, Madrid, Catarata, 2007; Roberto Gar-garella y Felix Ovejero (eds.), Razones para el socialismo, Barcelona, Paidós, 2001, Felix Ovejero, Proceso abierto. El socialis-mo después del socialismo, Madrid, Tusquets, 2005. Para un clarificador resumen de las relaciones socialismo y liberalismo (cuya ordenación seguimos), Roberto Gargarella, Derecho a protestar, Ad Hoc, Buenos Aires, 2005.

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(de un monarca pero también de las mayorías organizadas sobre bases corporatistas o sobre la definición universal de la clase obrera).

5. Comprensión del Estado como árbitro neutral.6. Postura “antiperfeccionista”, es decir, rechazo a esa idea según la cual

lo que es bueno para uno se define independientemente de lo que el mismo individuo opine al respecto (un planteamiento que afecta tanto a la izquierda como a una idea de dios omnisciente y omnipotente). En otras palabras, se prefiere en el comportamiento del Estado lo “correcto” antes que lo “mejor”.

7. También tiene una vis antiautoritaria, ligada desde sus orígenes a la lucha contra el despotismo.

Pero no es menos importante entender que al lado de este liberalismo de vis emancipadora hay un liberalismo conservador, cuyo papel histórico ha sido muy relevante a la hora de prestar argumentos a la hegemonía política actual y que aparece recurrentemente cuando los excluidos de la promesa liberal recla-man un sitio en la mesa. Los rasgos de ese liberalismo conservador serían los siguientes:

1. Elitismo: pocos derechos, escasa participación popular y un Estado mínimo y represivo que garantice la propiedad privada y el orden existente.

2. No consideran un problema el monopolio y mucho menos la empresa que decide sobre la vida de los ciudadanos sujetos a su lógica.

3. Su comprensión de los derechos, utilizando la expresión de Isaiah Berlin, es como derechos negativos (derechos de no interferencia del Estado ni de lo público, no derechos que capaciten y que impli-quen redistribución del Estado, sino que no impidan la libertad de los individuos)23. Naturalizan los azares sociales o naturales y los convierten en injusticias sociales legítimas. Su crítica al Estado se dirige sólo a cuando éste palia esos problemas (cuando es un Estado

23 Llevándolo a la caricatura, un derecho negativo, de no interferencia, sería el que no prohibiera a nadie -ni a un miembro de la lista de las cien personas más ricas de la lista Forbes ni a un sin techo-, dormir debajo de un puente. Un derecho positivo sería el que garantizase una vivienda a todos los ciudadanos, lo que afectaría positivamente al patrimonio del sin techo pero reduciría la renta del millonario de Forbes.

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intervencionista redistribuidor). Para esta concepción, que el Estado mantenga las cárceles o mantenga el aparato de justicia no es inter-vencionismo estatal.

Pero la riqueza del pensamiento liberal permite que exista otro liberalismo, en este caso igualitario. En términos teóricos, hay una gran cercanía entre la teoría liberal igualitaria y el socialismo. Sin embargo, como insiste Gargarella, incluso en los ámbitos teóricos el igualitarismo termina siendo adjetivo y no sustantivo incluso en este liberalismo (algo que se exacerba en la práctica y que está detrás de la ironía que dio título a una de las defensas más sólidas del socia-lismo frente al liberalismo obra de Gerald Cohen: “Si eres igualitarista ¿cómo es qué eres tan rico?”:

1. Es difícil encontrar a un liberal preguntándose quién va a cargar con el peso de un plan de ajuste o abriendo un debate acerca de qué van a tener que prescindir los que menos tienen.

2. En cualquier caso, un liberal le da prioridad a los derechos civiles sobre los sociales, de manera que la participación popular le molesta pues puede devenir en “interferencia de las mayorías”.

3. No repara en que hay aspectos que se repiten socialmente no porque sean deseados realmente, sino porque se analizan individualmente (el ejemplo claro es que la gente ve telebasura al tiempo que la critica invariablemente).

4. No existe en el liberalismo un entramado que conecte al constituyente con sus representantes. Esto es así por su epistemología elitista donde la libertad está en lo privado y los representantes saben mejor que los representados lo que conviene al cuerpo de la nación. Según este planteamiento, las decisiones las toman mejor unos pocos que no las masas. El poder constituyente se congela como poder constituido y se desactiva.

5. Por eso el liberalismo, en su vertiente igualitaria, confía en los checks and balances, los pesos y contrapesos. Sin embargo, estos equilibrios no son neutrales, de manera que la condición de clase que suele repre-sentar la judicatura o el vaciamiento de ideologías críticas de los legis-lativos, terminan por frenar la voluntad mayoritaria.

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6. Igualmente, separan representantes y representados, priman el poder judicial, evitan la discusión pública participada y rechazan una “exce-siva” participación.

7. Por último, tienen dificultades para asumir que la desigualdad social real implica la necesidad de operar desigualmente para compensar esa situación desequilibrada. No saca las conclusiones correctas del hecho de que el Estado ha sido históricamente un aparato de clase y por tanto, también el poder judicial, los parlamentos, los ejecutivos, así como los aparatos ideológicos y militares que los alimentan o defienden.24

Socialismos del Siglo XXI:la Reinvención Comunitaria del Estado

Desde esta perspectiva, una filosofía política para el socialismo del siglo XXI debiera incorporar una serie de presupuestos capaces de competir con la hegemonía liberal (que no con la neoliberal, un ejercicio quizá excesivamente sencillo25). El socialismo del siglo XXI, desde la filosofía política, debiera esta-blecer los siguientes aspectos:

1. Insistir en la condición dual del ser humano, con su gen egoísta y su gen solidario, siendo éste último una garantía biológica de superviven-cia para ese mamífero desvalido que es el ser humano, y un elemento de consciencia que permita otorgar sentido a la vida. La búsqueda de la inclusión y del autogobierno no pueden, por tanto, entenderse al margen de la inclusión y el autogobierno universales.

24 La obra clásica del liberalismo sigue siendo John Rawls, Teoría de la justicia, México, FCE, 1979 (1971). Para el liberalismo igualitario, Richard Dworkin, Los derechos en serio, Barcelona, Planeta, 1997 (1977) y Amartya Sen, La idea de la justicia, Madrid, Taurus, 2010.25 El neoliberalismo, como opción económica, se ha cruzado con el neoconservadurismo como opción política. De hecho, no nos equivocamos si los entendemos como dos patas de una misma silla. Ambos mantienen la defensa del privilegio, si bien ahora, como momento histórico, sitúan el eje de su discurso en la oposición al Estado social, a quien acusan de generar corrupción moral al fomentar la debilidad en quienes reciben su ayuda (de hecho, los que llaman Estados fallidos suelen intentar vías alternativas a la hegemonía económica). Ambos igualmente no entienden la redistri-bución social como un derecho, y frente a la obligatoriedad de los derechos sociales defienden el dolor como corrector de comportamientos. A lo sumo, aceptarán unas ayudas asistenciales cercanas a la caridad y que tendrán la funcionalidad de desactivas los conflictos sociales. Sin embargo, la principal característica es su primacía por los resultados respecto de los idearios políticos. Los neoconservadores insisten más en la necesidad de reconstruir la trama moral de la sociedad –bus-carán culpables en sitios equivocados con tal de no culpar al capitalismo-, mientras los neoliberales preferirán solventar los asuntos de droga, relaciones personales, consumo, interrupción del embarazo desde la esfera privada, siempre y cuando esos comportamientos no pongan en peligro su situación de privilegio.

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2. Entender que el “hombre nuevo” es el hombre viejo en nuevas circuns-tancias. De ahí que una diferencia esencial con el liberalismo esté en un diseño institucional al que se le da mucha relevancia y que no puede ser replicado a partir de modelos eurocéntricos. Para el socialismo, las instituciones tienen valores (no son neutrales). Y dentro de las institu-ciones, son de gran relevancia aquellas que permiten la libre comuni-cación (principalmente, los medios alternativos y las formas delibera-tivas de democracia). Es aquí donde la organización política sobre la base de consejos comunales cobra todo su significado.

3. El autogobierno individual está vinculado a la autodeterminación social (si no hay condiciones básicas, ¿cómo va una persona a auto-gobernarse?). De ahí que haya que rechazarse el “vota y no te metas en política” o la irresponsabilización de cualquier tipo de despotismo ilustrado (“todo para el pueblo sin el pueblo”). Para el socialismo, lo político no se puede reducir a los “grandes momentos”, sino que la ciudadanía debe estar constantemente activando su condición de “poder constituyente”. La corresponsabilidad ciudadana que se da en formas de organización política de base comunitaria cubre este flanco.

4. No se basa en comportamientos virtuosos individuales (por ejemplo, que un empresario con conciencia social pague un salario digno a sus empleados o dedique parte de sus beneficios, obtenidos vía explota-ción, a crear infraestructuras de uso social). En la sociedad hay costos muy altos por expresar opiniones discordantes, de manera que es nece-sario un diseño institucional para evitar situaciones de castigo (como recuerda Gargarella, los que abren camino con opiniones novedosas o con comportamientos nuevos o que reclaman un nuevo orden de cosas suelen pagar un precio alto por sus iniciativas). Para ello deben abrirse mecanismos de deliberación y decisión colectivas, ya que así, aireando los problemas en la opinión pública, resulta más difícil que los individuos persigan su mero interés. Las contralorías sociales crean límites sociales que son como fronteras, aduanas donde se paga un alto peaje por la búsqueda de cualquier privilegio. Una vez más, el consejo comunal es un ágora que habilita y protege al tiempo.

5. La igualdad debe considerarse como de influencia y capacidades. Deben brindarse las bases de sanidad, educación, libertad y justicia que permitan que la ciudadanía se corresponsabilice de sus decisiones pero

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que, al tiempo, tenga una verdadera opción material para poder plan-teárselas. El acompañamiento comunitario a las libres decisiones de los miembros de la comunidad no implican abandonarlo a su suerte. Cobra aquí sentido uno de los principios básicos del socialismo del siglo XXI: la idea de subsidiariedad pública (que no significa estatal), que permite a los individuos tomar sus propias decisiones en diálogo con la comunidad, responsabilizarse de sus aciertos y errores, y contar con un apoyo crítico en caso de que esas decisiones resulten negativas para los individuos que las toman.

6. El socialismo da un paso más allá del igualitarismo de un Rawls, que soporta la diferencia ética porque beneficia a terceros. Eso significaría que se está pagando “un precio” (asumiéndose una contradicción) por la igualdad. Pese a que pueda favorecer a otros, esa diferencia significa que habría gente con más capacidad que otros de marcar los asuntos colectivos. Y eso es contrario al socialismo. ¿Es mejor para la comu-nidad rechazar las desigualdades pese a que le beneficien como grupo –por ejemplo, un gestor eficaz, un médico profesional, un talento natural para cualquier actividad? Es cierto, como plantea Cohen, que resulta complicado reclamarle a alguien un esfuerzo extra cuando no obtiene ninguna recompensa. ¿Pero qué ocurre cuando ese esfuerzo extra compensa por sí mismo a la persona que lo realiza, por ejemplo, haciendo una buena práctica sanitaria? ¿Lo haría mal para chantajear a la comunidad? El reconocimiento de los demás es en socialismo una gran recompensa. Igualmente, puede haber tramos materiales de compensanción que no generen problemas de igualdad dentro de la comunidad y que sirvan como incentivos para el esfuerzo. Pero esos tramos, cuando rompen determinado nivel, se convierten en contra-rios a la idea de justicia.26

7. La propiedad privada no tiene la misma fascinación para un socialista que para un liberal. Por el contrario, en el siglo XXI ha entendido final-mente que hay derechos individuales de gran valor que la izquierda no entendió durante el siglo pasado despreciándolos al catalogarlos como “derechos burgueses” o “individuales” (habeas corpus, libertad de

26 Es la clarificadora reflexión de Gerald Cohen, Si eres igualitarista ¿cómo es que eres tan rico?, Barcelona, Paidós, 1999. La justicia de soportar las desigualdades cuando generan beneficios colectivos en John Rawls, Teoría de la justicia, op.cit., y John Rawls, Liberalismo político, México, FCE, 1996 (ed. original, 1993).

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expresión, de residencia, de movimiento, inviolabilidad de la corres-pondencia, del domicilio, etc.). De ahí que el socialismo del siglo XXI tenga mucho de “republicanismo de izquierdas”, donde la libertad no es un pago a considerar a cambio de mayores cotas de igualdad.

8. Como gran diferencia con el liberalismo, desde posturas socialistas se asume la existencia de derechos colectivos y de grupos desaventaja-dos, lo que implica asumir que hay una desigualdad de partida. En la misma dirección, el socialismo no puede aceptar el principio liberal de compartimentar o dividir y jerarquizar los derechos, con el fin de separar los civiles y políticos de los sociales y quitarle a estos últimos relevancia o postergarlos. El liberalismo, como filosofía política del capitalismo, tiene claro que sin explotación no hay beneficio y que, por tanto, cualquier forma de redistribución va al corazón del sistema27.

9. Por último, hay un posicionamiento respecto de la política real. El socialismo entiende los cambios sociales en su complejidad, prestando atención a la praxis, en este caso a la necesidad de crear las condicio-nes para que pueda operar el modelo que defiende. El socialismo no puede quedarse al margen del establecimiento de situaciones en donde el objetivo socialista sólo es posible limitando de manera radical las posibilidades que tienen los privilegiados de impedir cualquier cambio social. Esto, como hemos planteado anteriormente, no es un certifi-cado para saltarse la legalidad en nombre de la legitimidad –uno de los principales errores del socialismo del siglo XX-, sino de entregar de manera real y efectiva el poder constituyente a su depositario, esto es, al pueblo consciente y organizado.

27 Es el error del clásico trabajo de Marshall al establecer que los derechos de ciudadanía –civiles, políticos y socia-les- son divisibles y jerarquizables, lo que permitiría en la práctica dar primacía a los civiles –entre ellos la propiedad privada- y relegar a los sociales, olvidando que los primeros habeas corpus vinieron acompañados del “acceso al bosque” como primigenios derechos de contenido económico. Véase T.H. Marshall, Ciudadanía y clase social, en REIS, núm.79, 1997 (1949). Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=760109

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Desbordar el Estado (con la participación), Desbordar el Capitalismo (con la economía social), Desbordar la

Modernidad (con el multiculturalismo): una Estrategia Diferente para un Socialismo Diferente

Si las tres grandes autopistas que nos traen a la actualidad son el desarrollo de los Estados nacionales, el pensamiento moderno y el desarrollo capitalista, en la superación de estos tres procesos está una parte sustancial de la construc-ción del socialismo. Nótese que el socialismo del siglo XX, muy al contrario, fue profundamente estatista (el Estado total que permite hablar de totalitarismo), fue capitalista en cuanto a la explotación y alienación de los trabajadores (todo lo relacionado con el capitalismo de Estado) y eminentemente moderno (lineal, productivista, machista, colonial, depredador de la naturaleza, basado en una idea simple de progreso, etc.). Superar estos tres caminos crea un programa aproximado para empezar a trazar las políticas del socialismo del siglo XXI.

El Estado fue la palanca esencial tanto del reformismo socialdemócrata como de la revolución comunista. Como plantea Santos, el reformismo fue posible mientras el Estado era el sujeto y la sociedad el objeto. Con el neoli-beralismo, el Estado se convierte también en objeto de la reforma, de manera que el reformismo se convierte en algo imposible pues, en verdad, ya no existe la palanca tradicional que lo impulsó. De la misma manera, la revolución pierde sustento al faltarle el horizonte hacia donde encaminar esa transforma-ción radical. Una cirugía masiva sin conocer el postoperatorio no parece muy prudente. Estas transformaciones llevan a una reflexión similar a la que obliga el paso de sociedades de pleno empleo a sociedades con un alto nivel de paro. Si desde la izquierda se estigmatizó el trabajo como fuente de explotación y pérdida de humanidad, el paso a sociedades de workfare, donde se pierde el derecho al trabajo, alumbra una nueva categoría que descoloca ese análisis. Es mejor estar explotado que no tener siquiera explotador (es lo que explica por qué sólo en situaciones de pleno empleo los sindicatos tienen fuerza, debilitán-dose, como es el caso con la actual crisis, cuando el empleo se convierte en un “lujo”). De la misma forma, el desahucio del Estado como palanca reformista o revolucionaria aleja la crítica al Estado en el siglo XX, con su sinfín de errores y actuaciones contrarias a la emancipación. Una vez más, está el peligro de caer en la nostalgia, de “añorar” (ignorar) lo perdido al negarnos a conocerlo como en verdad era y acomodarlo a nuestro deseo imaginado. Sólo así “cualquiera

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tiempo pasado fue mejor”. Pero como la marcha atrás es una imposibilidad material por la ley de la entropía (el ayer nunca puede regresar pues el tiempo no se puede deshacer), está vigente el hecho de que hay que superar las fórmu-las estatistas del siglo XX para construir un socialismo acorde con las nuevas realidades, con la experiencia acumulada y con los nuevos valores que se extraen de ese análisis.28

Ni el Estado moderno ni el capitalismo ni la Modernidad deben tener en el socialismo del siglo XXI la hegemonía de que disfrutaron en la centuria ante-rior (obviamente, es una propuesta normativa). Y una vez más hay que ser muy cuidadosos con comparaciones que dejan fuera de foco demasiados aspectos. Si la socialdemocracia fue menos estatista y permitió más libertad también fue porque logró mucha menos igualdad (pensemos que sólo Rusia, como hemos señalado, debió igualar a 160 millones de seres humanos). Pero lo que en un sitio lo hacía un partido único, en el otro lo hacía un cártel de partidos (que es una variante sofisticada de partido único) que compartían las mismas reglas del juego y pequeñas variaciones en el porcentaje del gasto social según hubiera gobiernos liberales y democristianos o socialdemócratas, marcadas en todo caso por el límite estructural de la reproducción capitalista y el mantenimiento de la tasa de ganancia.29

La superación del Estado forma parte del reto del socialismo del siglo XXI. Esto no significa que deba renunciarse a la tarea estatal para el empodera-miento de la ciudadanía, o para recuperar las riquezas nacionales, o para frenar los intentos internos o externos que buscan regresar a situaciones de privilegio. Pero un socialismo estatista caería en las garras de la burocracia, de la desidia ciudadana, de la pérdida de iniciativa que aquejó a los sistemas socialistas en el siglo XX. Como plantea Moulian, “Una política socialista debe recuperar de forma nueva el ideal originario de la desestatización. El mejor Estado es aquel desde donde se puede combatir contra el propio Estado, desarrollando la asociatividad de ciudadanos, trabajadores y productores”30. Como plantea una vez más Boaventura de Sousa Santos, un Estado experimental que permita a la ciudadanía intentar formas alternativas de organización política. Un Estado maternal, que contraste con el Estado paternal y que deje a las personas

28 Boaventura de Sousa Santos. «Reinventar el Estado», en El milenio huérfano, Madrid, Trotta, 2005. / La caída del Angelus Novus, Bogotá, ILSA [1997].29 Para la cartelización del sistema de partidos véase Richard Katz y Peter Mair, «Changing Models of Party Organi-zation and Party Democracy. The Emergence of the Cartel Party», Party Politics, vol.1, nº 1. 1995.30 Tomás Moulián, op.cit. p.111.

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crecer pero que también esté atento a cualquier interrupción en ese camino de crecimiento personal. Ese es el objetivo central de la construcción del Estado comunal.31

De cualquier forma, nótese que no se trata de abolir el Estado (ni el capi-talismo ni la Modernidad), sino de desbordarlos, esto es, sustituirlos por equi-valentes funcionalmente superiores y valorativamente acordes con la moral de justicia y libertad socialistas, tendentes al autogobierno. Hay que desarrollar nuevos indicadores sociales que midan, con la misma fuerza que se mide el PNB o la cuenta de resultados de una empresa, los siguientes asuntos:

• la explotación, la redistribución universal de la renta, la seguridad en el trabajo (indicadores rojos);

• la sustentabilidad o la recuperación medioambiental (indicadores verdes);

• la igualdad de género o la autonomía de las mujeres (indicadores violetas);

• la contribución a la paz (indicadores blancos);• la reducción urbana de la violencia (indicadores azules);• el respeto al patrimonio cultural (indicadores amarillos).• El trabajo doméstico, voluntario o comunitario (indicadores granates).• La felicidad o infelicidad social escondida tras las cifras del PIB y que

reclaman otras miradas para identificarse (indicadores multicolores)32

¿Y qué fue del Sujeto Universal?

“La clase obrera no existe. Existe el discurso sobre la clase obrera”. Esto no quiere decir, como leería una posmodernidad torpe, que sólo existen los discursos. Ni mucho menos. Cientos de millones de seres humanos se levantan con el alba y regresan por la noche a sus hogares para poder entrar un sueldo

31 Véase Ley Orgánica de las Comunas. Lay orgániza del sistema económica comunal, Gaceta oficial extraordinaria n.6.011 de 21 de diciembre de 2010 y Ley Orgánica de los consejos comunales. Resolución por la cual se otorga financia-miento de proyectos socioproductivos elaborados por los consejos comunales, Gaceta oficial n.39.335 de 28 de diciembre de 2009, Gaceta oficial n.39.377 de 2 de marzo de 2010 y Gaceta oficial n. 39.435 de 31 de mayo de 2010.32 En esta línea ha avanzado Amartya Sen en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con el índice de de-sarrollo humano, y también Max Neef, Desarrollo a escala humana, Barcelona, Icaria, 1994, o, más recientemente Armando Fernández Steinko y Christoph Köhler, “Sistemas de trabajo y estructura social: una comparación República Federal de Alemania- España”, en Cuadernos de relaciones laborales, Nº 7, 1995.

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cada mes. Lo que quiere decir esa afirmación es que la identidad de lo que sea la clase obrera no es sino un discurso, por lo general bastante simplificador. Cuando se pretende que la clase obrera sea el sujeto universal que dirija la revo-lución socialista se está trabajando con ese tipo ideal –cercano, por cierto, al protagonista de la novela de Ostrowski de 1930 Así se templó el acero-. Cuando se pretende construir un sujeto universal sobre la base de una supuesta subje-tividad asalariada, se están poniendo cosas ahí que no necesariamente existen por el hecho de la mercantilización de la vida que implica vender la fuerza de trabajo en el mercado. Pero hay otros elementos objetivables que explican la fuerza de la clase obrera como sujeto universal.

Los obreros, como conjunto de personas separadas de los medios de producción dentro de un sistema con pretensiones de universalidad (el capi-talismo necesita llevar la ley del valor a todo el planeta), fueron los primeros en la historia en condición de formar un nosotros político comunicable (sólo comparable a los nosotros construidos religiosamente). El trabajo asalariado construye un nosotros político, abstracto, pensable y otorgador de una subjetivi-dad sencilla armada sobre el hecho generalizado de dedicar el grueso de la vida a trabajar para otros y de apenas tener nada para sobrevivir (subjetividad enten-dida como ese pensarnos reflejados en el espejo de las ideas que tenemos de nosotros mismos y de los demás). Esto, insistimos, sólo es pensable por la gene-ralización de la proletarización y por el proceso de secularización que debilita la identidad religiosa. Hubo antecedentes políticos con los esclavos (rápida-mente sofocado) y luego con los campesinos (que no podía tener el grado de extensión al no abolirse nunca la pequeña propiedad campesina y permanecer intacto el aparato ideológico de la iglesia). Y como posibilidad, pudo haberse desarrollado también un movimiento de mujeres, si bien la opresión aquí era principalmente doméstica, de manera que su articulación como grupo abstracto hubiera generado un conflicto de lealtades o intereses (el del grupo ampliado como mujeres o el de la propia familia). La desigualdad con la que quería acabar el socialismo, ya desde los utópicos, era la desigualdad de clase. Este conflicto de clase se construyó como la variable independiente al impedir, por la dureza de las condiciones del proletariado, construir un proyecto de vida mínimamente autónomo. De ahí que las condiciones objetivas que poseía la clase obrera para erigirse como subjetividad universal, como conciencia desdi-chada difícilmente podían haber surgido antes en la historia.

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La Declaración Universal del Hombre y el Ciudadano de 1948, como correlato de las victorias de la clase obrera organizada, dinamitó la fuerza de ese sujeto revolucionario. El artículo 23.3 de la Declaración Universal de los Dere-chos Humanos (“Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social”), junto al Artículo 25.1 (“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”), el Artículo 26.1 (Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligato-ria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respec-tivos) y el Artículo 27.1 (Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten) tenían que necesaria-mente llevar a repensar el sujeto del cambio.

Los obreros perdieron consciencia de clase durante el fordismo, cuando recibieron a cambio de su trabajo una remuneración que les permitía, a ellos o a sus hijos, acercarse al modelo de vida de sus explotadores. Otro caso, quizá de mayor actualidad, es el de los depauperados, el lumpen proletariat, los andrajo-sos despreciados por Marx por ser susceptibles, por su escasa instrucción, de apoyar al Bonaparte de turno. En el modelo marxista, la sociedad capitalista devenía en proletarización. No en depauperización, pues el advenimiento de la pobreza hubiera significado romper con la idea de progreso y perder la posibili-dad de tener un sujeto para el cambio revolucionario. Las limitaciones moder-nas de Marx –su pensamiento lineal- podían en ocasiones más que su genio.33 Esto nos sitúa ante lo que Frei Betto ha llamado “el pobretariado” y que Negri y Hardt han rescatado en Imperio definiéndolo como sujeto mundial, indis-ciplinado, libre, esos “andrajosos” que no pueden ser representados pues ellos

33 Fernando Mires, Discurso de la miseria, Caracas, Nueva Sociedad, 1992, p.21.

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mismos son lo real, y que portan, por ello, enormes capacidades revolucionarias (con una clara recuperación de un discurso franciscano).

Esto abre un problema que se está viviendo en la América Latina en tran-sición. Como no hay ninguna sociedad homogénea, conviven los que tienen mucho, los que tienen algo y los que no tienen nada. La estrategia de estos últimos es desesperada y es en su nombre que los cambios tienen lugar. Pero pretender articular en una misma dirección a diferentes grupos es arriesgado. Mientras que las clases medias o bajas tienen algo más que perder que sus cade-nas, los pobres están situados en el momento original de la creación del Estado. Un momento que, como han demostrado Mann, Tilly o Giddens, está atrave-sado de pura violencia34. Llama poderosamente la atención que en los procesos de cambio en América Latina, articulados, como decimos, en nombre de las mayorías pobres, la violencia haya quedado fuera del marco (violencia quizá evitada y sustituida por liderazgos muy fuertes que devienen en formas de cesarismo y que por eso mismo frenan la explosión de ira política popular). La violencia es, al contrario, la de los grupos tradicionales de poder que pretender revertir los cambios, o la que se infligen a sí mismos los pobres en las refriegas de bandas en los barrios marginales de las grandes ciudades, esas zonas marro-nes donde el Estado aún no se ha hecho presente más que como violencia. La relación “pobretariado” -liderazgo marcó un lugar histórico en el devenir de América Latina al conseguir, contra todo pronóstico, el regreso del depuesto Presidente Chávez tras los luctuosos días de abril de 2002. Los cambios socia-les radicales nunca esperan a los teóricos para realizarse.

El socialismo del siglo XXI ha pluralizado el sujeto social de la emancipa-ción. Es de interés detenernos un instante en la siguiente paradoja: no existe capitalismo sin explotación, es decir, sin trabajadores que reciban menos de lo que producen (descontada la reposición de materiales y máquinas). Sin embargo, los trabajadores no encarnan hoy los intereses generales de la huma-nidad, que son más amplios que los que implica la explotación (mujeres, ecolo-gistas, ancianos, indígenas, pacifistas, etc.). Los trabajadores son, indudable-mente, los que hacen funcionar el capitalismo. Son, de hecho, la base de su existencia –e, insistimos, desapareciendo los trabajadores no podría existir el capitalismo-. Pero en nuestras sociedades complejas, aún más que en los siglos

34 Charles Tilly, Coerción, capital y los estados europeos 990-1990. Madrid: Alianza, 1992; Michael Mann, Las fuentes del poder social, Madrid: Alianza, 1991; Anthony Giddens, The Nation-State and Violence, Cambridge: Polity, 1985.

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XIX y XX, no construyen una universalidad, una voluntad colectiva que pueda representar a todo el mundo. Las necesidades objetivas de los trabajadores –recibir el producto de su trabajo- no pueden coincidir con las necesidades subjetivas de una población que no encuentra su identidad en el ámbito laboral –como ya hemos dicho, mujeres, indígenas, ancianos, minorías sexuales, ecolo-gistas, etc.-. El mundo del trabajo, por tanto, aparece como la contradicción principal del capitalismo, pero eso no implica que se puedan extraer conclusio-nes para la transformación que ignoren la imposibilidad de la clase obrera para representar a todo el género humano (como decía la letra de La Internacio-nal). Detrás está también la fugacidad de los tiempos, esta modernidad líquida (Baumann), que hace que el futuro sea incierto, fragmenta el presente, le roba la homogeneidad al tiempo –como en una metáfora donde la fábrica estuviera cada día en un sitio y cambiaran a cada rato los compañeros y las máquinas- e impide hacer de la actividad un referente claro y seguro que pueda interpretar por sí mismo el mundo y plantear pautas de acción.

Al igual que el capitalismo es histórico y no necesario –las sociedades occi-dentales pudieron, como China, haber tomado otro rumbo-, el socialismo que se le opuso no es menos histórico y contingente. La generalización de la explo-tación a través de un contrato de trabajo en sociedades con propiedad privada de los medios de producción es un “accidente histórico”. Si los obreros son una realidad histórica, la teoría de la emancipación tiene que apuntar más lejos. La idea de opresión –cualquier tipo de ejercicio del poder- tiene rasgos más univer-sales. De ahí que otra de las tareas del socialismo del siglo XXI sea encontrar el mínimo común denominador de la pluralidad de luchas y de la pluralidad de dominaciones (Mouffe). Ya hemos visto que el liderazgo cesarista es una forma de superar esa fragmentación. Una virtud que también puede convertirse en un vicio. El remedio: mandar obedeciendo.

Del Socialismo Científico al Socialismo Humanista

En el mundo líquido de la fugacidad y la confusión, allá donde los libros de autoayuda y la oferta de espiritualidad más o menos mercantilizada están ocupando el interés de una amplia parte de la ciudadanía fragmentada, el socia-lismo del siglo XXI tiene que hacer una “síntesis de memoria y proyecto”35 que 35 Luis Tapia, La invención del núcleo común. Ciudadanía y gobierno multisocietal, La Paz, Muela del diablo Editores, 2006.

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reconstruya un sentido orientador de la vida perdido cuando se entregó toda la trascendencia a la iglesia y ésta la sacrificó en aras de su propio interés y el de las élites para las que construyó el entramado institucional regido principalmente desde el Vaticano. El socialismo del siglo XXI necesita una trascendencia sin dios, una espiritualidad laica que se ocupe de dar un sentido a la vida humana sobre bases filosóficas y vitales (no meramente funcionales o utilitaristas, pues para eso bastaría un buen código de derecho civil).

La tentación de hacer del socialismo una ciencia, es decir, de dotar de un rumbo necesario y, por tanto, predecible a la emancipación (no confundir con el intento de hacer un análisis con base científica del capitalismo) fue un defecto humano, demasiado humano que cometió Marx y profundizaron algunos marxistas. Como en otros aspectos, culminó en el delirio estalinista. Esto es, fue inicialmente una ingenuidad que, guiada por buenas intenciones, terminó formando parte esencial de ese empedrado del infierno que construyen los deseos mal reflexionados y, finalmente, impuestos a los demás. La contrapo-sición entre socialismo científico y socialismo utópico simplificó a este último para reforzar, con en el movimiento del péndulo, la necesidad de extraer del análisis objetivo de las contradicciones del capitalismo las bases para superarlo. Se mantuvieron los ideales pero uno se arrumbó al armario de los sueños mien-tras el otro, supuestamente, obraba con la misma fuerza científica que impul-saba la realidad industrial36. Ese socialismo científico se entiende dentro de los parámetros de la ciencia “moderna”, esto es, de una ciencia que extrae leyes después de observar regularidades, creando un patrón de comportamiento lineal que permite hacer predicciones y que tiene validez hasta que un nuevo paradigma explicativo viene a sustituir el anterior.

La ciencia moderna ha sido profundamente arrogante, de manera que todo lo que no encajaba dentro de su concepción científica era descalificado como “no ciencia”, esto es, como superchería, magia, prejuicios, etc. Una ciencia tan arrogante que al tiempo que nos ha llevado a la luna ha acabado con la biodi-versidad allí donde ha sentado su hegemonía (Boaventura de Sousa Santos). Una ciencia que crea medicinas para curar enfermedades que ella misma ha creado. Una ciencia basada en la cuantificación y las ecuaciones que fue expul-sando de la humanidad lo único que entrega a la humanidad serenidad, paz y alegría: todo aquello que no puede medirse.

36 Francisco Fernández Buey, Utopías e ilusiones naturales, op.cit. p.164.

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Sin embargo, una nueva ciencia, que bebe de los avances en física y en biología, pone en cuestión esa interpretación tan lineal de lo que es la cien-cia. Einstein, Böhr, Heisenberg, Prigogyne han sentado las bases para enten-der que la ciencia no es una explicación lineal, una recta inflexible que puede permitirse despreciar lo que ignora. El “Pienso luego existo” de Descartes ha sido demasiado limitador. “Pienso luego existo” rompió demasiadas cosas. El pensamiento se convirtió en un constructor de jerarquías. Un pensamiento más humanista sería “Existimos luego pienso”, ya que el pensamiento que no está conectado al resto de la existencia es un pensamiento fragmentado, roto, peligroso para la convivencia. En otras palabras, pensemos lo que pensemos, somos, y si el pensamiento no nos ayuda a esto, estamos “pensando mal”. No se trata de reclamar el irracionalismo. Se trata de entender que el pensamiento moderno –y Marx era un pensador moderno- fue profundamente arrogante y a menudo torpe. ¿No fue acaso el que nos llevó a dos guerras mundiales con 70 millones de muertos, a la devastación de la naturaleza, al sometimiento de la mujer, al desarrollo del capitalismo?37

Esta búsqueda de un socialismo científico es lo que llevó a Althusser –responsable de darle un nuevo impulso al marxismo pero también de sembrar una línea mecanicista que empobreció muchísimo al socialismo- a diferenciar entre el Marx humanista y el Marx científico. Los tiempos, por el contrario, reclaman una flexibilidad que Oriente siempre cultivó con más inteligencia que Occidente38.

Entre los marxistas actuales, la línea mecanicista es marginal, y su empeño en repetir que hay unas leyes inexorables, su insistencia en que se pueden cuan-tificar los deseos y esfuerzos humanos –ahora con ayuda de los ordenadores- vuelve a suponer un reduccionismo que, desde las buenas intenciones (pero no exento de soberbia y arrogancia), regresa una vez más a los errores del socia-lismo del siglo XX39. Por eso hay que hablar de socialismos y no de socialismo,

37 Escribe el sociólogo alemán Ulrich Beck: “La política no puede ser simplemente racional. Está bien unas soluciones eficaces a los problemas, pero también son importantes las pasiones. La política tiene que versar sobre la vida emocional, es decir, sobre la capacidad de escuchar, sobre la justicia, los intereses, la confianza, las identidades y el conflicto en caso necesario”. En U. Beck y Elisabeth Beck-Gensheimr, La individualización. El individualismo institucionalizado y sus con-cescuencias sociales, Barcelona, Paidós, 2003.38 Lo vio con claridad Ludovico Silva en su Antimanual para uso marxistas, marxólogos y marcianos, Fondo Editorial IPASME, Caracas, 2006 (1976).39 El ejemplo más conspicuo de esta idea puede verse en Heinz Dieterich, Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI, Caracas, Ministerio de Industrias Básicas y Minería, 2006 (en 2007 sacó una nueva edición Monteavila editores, prolo-gado por el General Baduel). Se trata de un trabajo antiguo que el autor alemán radicado en México reeditó añadiendo un capítulo inicial donde comparaba a Chávez con Bolivar y Jesucristo. Al tiempo, cambiaba el título, reclamando así la

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pues cada país, cada grupo, va a conferirle un rasgo particular a la construc-ción de su emancipación. Si nos empeñamos en que el socialismo es científico ¿qué hacemos con los indígenas a los que no les gusta hablar de socialismo sino que prefieren hablar de dignidad? Si el socialismo es científico ¿de nada sirven entonces las experiencias particulares de los grupos, las diferentes histo-rias, las distintas suertes? Si el socialismo científico nace con la clase obrera ¿no hay salvación en los modelos previos al desarrollo capitalista? Si cada vez hay menos leyes en las ciencias duras, qué no ocurrirá con las ciencias sociales, cuyo objeto de conocimiento es un sujeto que tiene voluntad. Un sujeto que está hecho, como decía Aristóteles, de lo que come, pero también, como decía Shakespeare, de la misma materia de los sueños.

El Valor del Socialismo y los Valores del Socialismo

Hablar de socialismo científico, repitiendo el mecanicismo marxista-leni-nista –es decir, la interpretación del marxismo que hizo la escuela estalinista- es devolver la propuesta del socialismo en el siglo XXI al siglo XX e, incluso, al siglo XIX. ¿Alguien puede definir de una vez el amor, la paz interior, la solida-ridad, la belleza, la amistad, los anhelos, la dicha, el futuro? El socialismo del siglo XX, después de la experiencia del Gulag soviético, tiene la obligación de ser más amable. Ir diciéndole a todos esos pueblos que están intentando formas de emancipación que su esfuerzo no es científico –aunque estén construyendo modelos reales que los que hablan de ciencia han sido incapaces de construir en sus países- es arrogante, eurocéntrico y colonialista. Hay muchas cosas que, por nuestra formación generacional no vamos a poder cumplir. Tendremos que convivir con ellas como contradicciones. Pero debemos tener claro en el discurso lo que emancipa y lo que repite la falta de libertad de la que nosotros somos víctimas y verdugos. Socialismo es amor, alegría, paz. Todo lo demás son instrumentos para lograrlo.

Esto nos lleva a entender que la reinvención del socialismo en el siglo XXI sólo puede hacerse desde instancias deliberativas que hayan encontrado una

paternidad del socialismo del siglo XXI. Valga decir que, más allá de esa recuperación tardía del socialismo científico, el intento de asumir la autoría del socialismo para todo un siglo tiene algo de intempestivo -¡Ni Marx se hubiera atrevido algo parecido con el socialismo del siglo XIX!- además de erróneo –ignora todos los trabajos previos que apuntaban en esa dirección e, incluso, utilizaban el concepto, a partir de la caída del Muro de Berlín en 1989 o en análisis del futuro de Rusia o Cuba. Puede consultarse Robin Blackburn (ed.), Después de la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo, Barcelona, Crítica, 1991; Igualmente,” de Alexander V. Buzgalin del año 1996, “El futuro del socialismo”.

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buena parte de sus argumentos en desarrollos prácticos de acción colectiva40. Un error repetido que fue estrangulando a la orientación teórica del socialismo del siglo XX fue mezclar las críticas desde la izquierda con las críticas revisio-nistas o, aún más allá, con las críticas desde posiciones contrarrevolucionarias o de derecha cristiana. De esta forma, se perdió la posibilidad de un ajuste teórico constante. Al final, Otto Bauer, Kautsky, Kerenski, Rosa Luxemburgo o Preo-brajenski eran presentados como parte de un mismo argumento. Después, en un bucle intolerable, fueron empatados con Hitler o Mussolini. El socialismo que renunció a la disidencia interna perdió toda posibilidad de ajustarse y por la simple ley de la entropía llegó a ese equilibrio estable que se llama muerte. “Cuando se patina por hielo fino –decía Ralph Waldo Emerson- la salvación es la velocidad”. Cualquier cambio social que afecta a los privilegiados de ese orden con el que se quiere poner fin es una invitación constante a huir hacia delante. En la vertiginosidad, se cava una trinchera donde sólo hay dos bandos: el del pasado y el del presente. Esa carrera desbocada hacia el por venir aglutina a los propios, pero dificulta los análisis. El hielo fino se rompe y se traga a los patinadores.

El socialismo del siglo XXI debe completar la casilla de los valores que le son propios y que, a día de hoy, está vacía. Tenemos bien definida la casilla de los valores del capitalismo liberal (que hoy identificaríamos con el conservadu-rismo); tenemos la casilla de los valores socialistas definidos a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX y que se articularon frente a los valores del capitalismo liberal. Tenemos una tercera casilla, la hoy hegemónica, propia de los valores neoliberales y neoconservadores (como vimos, en una confusa mezcolanza). Queda por definir y completar, como hemos afirmado, cuáles son los valores del socialismo del siglo XXI. Valores que han aprendido de los erro-res colectivistas del socialismo anterior y que también han interiorizado como valor la responsabilidad individual y la afirmación de cada persona. Valores que se construyen en relación dialéctica con otros valores. Hay que consta-tar que buena parte de los nuevos valores de la izquierda son reelaboraciones de los valores iniciales del primer capitalismo, al menos en lo nominal (son formas que insisten en lo comunitario). Respecto de la incorporación a lo que

40 Es lo que hay detrás del esfuerzo titánico de Boaventura de Sousa Santos en los siete tomos que configuran la obra colectiva Reinventar la emancipación social. Pueden consultarse muchos de esos documentos en: http://www.ces.uc.pt/bss/index.htm (consultado en septiembre de 2008).

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Marx llamaba “la libertad de cada uno como condición de la libertad de todos” (Manifiesto Comunista), es una vez más Moulián quien afirma que:

“La individuación es un proceso positivo de distanciamiento frente a la moralidad y normatividad impuesta por los poderes. Mien-tras que el individualismo es exactamente lo contrario. Es un proceso de posicionamiento estratégico en el marco del sistema. Es la renuncia a la crítica para profitar del conformismo, en función de conseguir una autovaloración del Yo contra los Otros, involucrándose en la dinámica mortífera de la competencia”41.

Si se insiste en que el socialismo del siglo XXI no intercambia justicia por libertad, no está dirigido por vanguardias, no es estatista ni capitalista ni se queda detenido en la modernidad, si es ecologista y feminista, si renuncia al eurocentrismo, al colonialismo y al epistemicidio occidentalista, si apuesta por la igualdad de capacidades, si recupera la planificación, ahora de forma parti-cipativa, si refuerza los ámbitos del mundo de la vida (afectos, empatía, soli-daridad y alegría), en definitiva, si cree en una renovación de la emancipación, es relevante sacar las conclusiones valorativas al respecto. El siguiente cuadro, en una exposición de urgencia, muestra una comparativa de los valores de los cuatro grandes presupuestos políticos que enfrentamos:

41 Tomás Moulián, op.cit., p. 160. Las negritas son nuestras.

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A Modo de Conclusión: Los Consejos Comunales como Base de la

Transición al Socialismo

El socialismo del siglo XXI debe encontrar la necesaria síntesis entre la voluntad y la necesidad, entre la relevancia de actores que quieren romper con un estado de cosas y las obligaciones objetivas que marca un determinado desarrollo social, unas posibilidades materiales, una correlación de fuerzas. De ahí que la pelea simbólica sea esencial y de mucha mayor plausibilidad que un cambio en las condiciones estructurales. El optimismo que habita a los seres humanos no tiene que ver con lo material, sino con lo intelectual. Es en el ámbito cultural donde el ser humano despliega su máxima humanidad. De ahí que sea necesario romper con la cadena de amortiguamiento del dolor propia

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de la sociedad del espectáculo. La ecuación “doler-saber-querer-poder-hacer” debe transitarse para que exista transformación. Sin dolor ante el hecho social ¿qué razones habría para el cambio? Por el contrario, cuando el dolor se concep-tualiza, se convierte en saber y deja de entenderse como algo natural y necesario. El dolor se hace conocimiento, saber, y se percibe como algo ajeno enemigo de la vida digna. Una vez pensado el dolor y convertido en conocimiento, nace la voluntad, un querer acabar con el dolor, identificado en su fuente. Pero no basta desearlo. Surge así el momento político: el del poder. El individuo que ha identificado la fuente del dolor ha entendido que su sufrimiento no se debe a una personalización, sino a una lógica repetida y enraizada en las instituciones sociales. Para cambiarlas hace falta poder cambiarlas. Una vez que se tiene ese poder, viene finalmente la transformación. Además, el dolor es acumulativo, de manera que un dolor superado no se quiere repetir. El umbral del dolor cada vez es más bajo. Por eso hay lugares donde la muerte violenta es una compañía coti-diana mientras que en otros esos comportamientos se ven como algo traumá-tico que la sociedad, el Estado y los valores evitan a toda costa. El ciclo repetido de “doler-saber-querer-poder-hacer” construye sociedades virtuosas donde la dignidad humana se respeta profundamente. La forma menos traumática de construir una nueva sociedad del trabajo pasa porque cada persona deje clara en su relación social todas sus exigencias construidas desde un dolor siempre alerta. La opresión es más difícil cuando el oprimido recuerda al opresor que le está haciendo daño.

La construcción de consejos comunales abre la posibilidad de transitar experimentalmente por buena parte de los conflictos inherentes a la discusión en la filosofía política, para solventar en la práctica problemas de difícil solución en la teoría. En este contexto, las “misiones” de Venezuela, políticas públicas participadas popularmente a través de los consejos comunales, pueden aplicar formas de socialismo de mercado, lo que les permite la comercialización de sus productos fuera de la lógica estricta mercantilista afin al modelo competitivo capitalista. Y de la misma manera, otorgan una suerte de “salario universal”, que permite lo que el presidente de Brasil Lula de Silva llamó la “revolución de las tres comidas al día”42.

La organización comunal rompe el atomismo abstracto propio de la tradición liberal (asentada en la reflexión de Rawls) y sitúa a los sujetos en un

42 El socialismo de mercado y la renta básica universal son dos de las principales reclamaciones del marxismo analítico. Véase John Roemer, (comp.), El marxismo: una perspectiva analítica. México, Fondo de Cultura Económica, 1989.

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contexto claro y real. Es tan cierto que nacemos en grupos como que pode-mos separarnos de ellos. Pero para la gente humilde, el “de dónde vengo” es más importante que el “a dónde voy”: sin identidad, eres un idiotes separado de los intereses colectivos, algo que solamente puede resultar útil a quien tenga herramientas para alcanzar sus objetivos. Y no es cierto que un individuo de los cerros o de las favelas pueda sin más escoger sus fines. Es en el diálogo con su comunidad –reforzado por la actividad de un Estado subsidiario- que esos fines pueden empoderar al individuo en la medida en que empoderan a la propia comunidad. Las únicas herramientas individuales de los pobres para obtener unos fines marcados desde fuera de la comunidad –a través de los medios de comunicación que señalan como ideal el american way of life- son la violencia, que se convierte al final en una disolución de la propia vida social, como bien saben los cerros y las villas miseria de los cinturones urbanos latinoamericanos. La organización política de la comunidad rompe con la idea liberal de que no hay fines colectivos. Los individuos no son sujetos separados unos de otros y separados de su comunidad. En la comunidad, se rompe con la separación entre lo privado y lo público que ha servido de argumento para la disolución del compromiso colectivo en el neoliberalismo.

Eso no significa perder la libertad de expresar los propios objetivos o poder defender las ideas particulares. Si la comunidad no fuera capaz de garantizar la libertad de expresión –incluso de las ideas que podrían socavar los valores que la comunidad considera de mayor trascendencia- la organización comunal se convierte en una cárcel. El marco de libertades más amplio que garantiza la Constitución y la labor supervisora del Estado debieran servir para conju-rar este riesgo. Si es cierto que la comunidad es una narración –como sostiene Taylor- más grande que nosotros mismos, esa narración crece conforme crece la adscripción administrativa –región, Estado, comunidad internacional-. La comunidad no tiene siempre y necesariamente razón –esto es, acierta a saber lo que es justo-. De ahí que tenga también que dialogar con otros comunidades, con el Estado y con la Constitución.

Frente a la petición liberal de mercados autorregulados, el socialismo sabe que la garantía pública –lo estatal, pero también lo público no estatal- es la que permite la independencia personal. De ahí que sea de enorme relevan-cia que los valores de independencia estén anclados en la propia comunidad, so riesgo de entregar esa garantía a jueces o lobbies que, directa o indirecta-mente, mercantilizan la independencia. De la misma manera, la comunidad es

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la que establece el significado que tienen los diferentes bienes. El liberalismo siempre ha tendido a generalizar tanto los bienes como el significado de los mismos. Aún más, en términos teóricos, el liberalismo está incapacitado para defender la diferencia.43 Salvo algunos bienes objetivables –por ejemplo, las calorías mínimas que necesita una persona para sobrevivir-, cada comunidad y cada persona tiene el derecho de establecer su lectura de cada bien. De lo contrario, desaparece la propia autonomía, con el atentado a la justicia que eso implica. Por eso, las comunidades tienen que comprometerse con la amplia-ción del horizonte de oportunidades de los sujetos, ya que éste está vinculado al grupo cultural al que se pertenece. Y son las mismas comunidades las que pueden hacer entender de mejor manera que existen derechos colectivos, esto es, derechos que terminan aplicándose a los individuos pero que generan debe-res colectivos, del conjunto de la sociedad, que deben ser cumplidos frente a los sujetos de esos colectivos.

El acceso a los bienes primarios –una de las principales discusiones de la filosofía política- se da a través del Estado, pero con la colaboración de las personas organizadas en comunidades. Así se hace política real la crítica de Amartya Sen al liberalismo de que hay que dejar que cada grupo articule cómo quiere obtener sus bienes. La base comunal vence las críticas al atomismo y a la condición excesivamente abstracta del sujeto planteada por Rawls, y al igual que da espacio a las mujeres –como sujetos con derecho a la diferencia-, lo da a las especificidades de cada lugar. Insistimos, sobre la base del principio de la subsidiariedad, algo que funciona solamente sobre la base de un diálogo permanente entre los diferentes anillos que construyen la comunidad política. La discusión de la filosofía política entre “individualidad” y “circunstancias” se solventa cuando es la comunidad el ámbito en donde se iguala a las personas en sus circunstancias, dejando un ámbito para la libre elección (donde funcionaría una subsidiariedad Gepetto (en honor al creador y cuidador de Pinocho): te cuida pero te reprende cuando te alejas de los intereses colectivos que, siempre, se vuelven, tarde o temprano, contra los propios intereses, entre ellos la creación de sentido en la vida que se pierde cuando el sujeto se convierte en depredador de otros sujetos.

La justicia social siempre discutirá en tres ámbitos: los elementos objetivos (calorías mínimas, los recursos reales que tiene cada sujeto), subjetivos (el grado 43 Para las críticas a las insuficiencias del liberalismo, véase el excelente resumen de Roberto Gargarella, Las teorías de la justicia después de Rawls, Barcelona, Paidós, 1999.

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de satisfacción personal) y sociales (cómo se han logrado los recursos y cómo afecta a los demás). Estos asuntos no los entrega una teoría de manera tan clara como lo hace la vida cotidiana, a la que no es sencillo burlar cuando la vida comunitaria es densa y está bien trabada. La igualdad buscada en una sociedad debe traducirse en la capacidad de los sujetos para convertir los recursos en libertades. Quien mejor dispone de información al respecto es la comunidad. Como resulta cierto que las personas ajustan sus expectativas a su condición social (Cohen), le corresponde a la vida comunal lograr que los desempeños de cada cual se multipliquen y, en un diálogo donde cada cual pueda participar (isegoría), se jerarquizan. Parece sensato que la comunidad escoja en primer lugar cubrir alimentación y sanidad, pese a que otros individuos prefieran bienes suntuosos. No se trata, por tanto, de que el Estado cuide de lo que los sujetos descuiden, sino de que haya consciencia de lo justo. De lo contrario, el Estado ocuparía el lugar que antaño correspondía a dios pero sin la conciencia que acompaña a la idea de un ser supremo que premia y castiga. No hay socia-lismo sin conciencia de lo público. Y ese se convierte en el primer desarrollo de la organización comunitaria.

En la sociedad capitaista se puede ser monarca (o millonario). En la socie-dad socialista no, porque nadie puede ser súbdito (ni ser tan pobre como para que alguien pueda comprarte). A cambio, en la sociedad socialista puedes auto-rrealizarse, sobre la base de la reciprocidad, que es el corazón de la igualdad.

Eso nos lleva a la necesidad de recuperar la memoria. Sin memoria, todo se repite, por lo general como tragicomedia. De ahí que la reflexión teórica sobre el socialismo en el siglo XXI debe nutrirse de la lectura dialogada del pasado y de la construcción igualmente debatida de la realidad en curso. No son intelec-tuales astutos, sino el pueblo, el que ha mandado un nuevo telegrama a aquellos voceros del fin de la historia que, como sugiere Rigoberto Lanz, bien podrían haber escrito: “Suspendido, nuevo aviso, intentos infructuosos cambio socie-dad. Ruégole mantenerse expectativa. Favor abstenerse toda provocación”.

La nueva misiva, que sin saber que era imposible, fue y lo hizo, dice:

“Retomado, sin previo aviso, intentos fructíferos cambio socie-dad. Rogamos intelectuales dejar expectativas y salir a la calle. Favor abstenerse toda justificación”.

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Experiencias Comunales en Venezuela

Edgar Olivet Contribuyente de la Red Nacional de Comuneros

Venezuela

A partir de que nació en el Presidente Hugo Chávez aquella idea de la nueva geometría del poder y trató de configurar una idea acerca de cómo pudiéramos ir construyendo desde abajo un movimiento, un poder popular desde las raíces, comenzamos entonces a profundizar en un conjunto de experiencias que ya se venían dando en el país, indiscutiblemente que muchas de esas experiencias, mucho antes inclusive de que conociéramos al presidente Chávez ya se daban y son parte de un legado de acumulación, de resistencias más bien, pero que el pueblo venezolano ha sabido mantener de alguna forma a pesar de las derrotas.

Todo este proceso histórico desde la época de nuestros indígenas, que fueron en su mayoría exterminados, todo el proceso de independencia, hasta llegar al siglo XX con otros procesos de insurrecciones, guerrillas que se dieron para tratar de transformar al país y que fueron derrotados uno tras otro, cada uno de estos intentos dejan un legado fuerte que se mantiene en la conciencia de la gente y que una vez que el comandante Chávez insurge en la política, se reaviva como consecuencia del llamado Caracazo, una explosión de masas ante una situación inaguantable y toda esa efervescencia sin una organización real, sin articulación nacional, movimientos, focos, gente que se llegó de todos lados y de todos los sectores que estaban sintiendo el peso de la opresión más fuerte que era el neoliberalismo y que se había desatado con mucha furia, basado, en este país de tradición presidencialista donde la gente tiene la visión de que alguien tiene que tomar las riendas, donde hay toda una cultura del presiden-cialismo en la gente.

Una vez que se da todo ese proceso del Caracazo en 1989, de alguna manera se empieza como a dibujar la transformación pero sin organizaciones consoli-dadas y posteriormente en el levantamiento del 4 de febrero la gente apunta a que ese puede ser el camino y se identifican con el Comandante Chávez,

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comienza entonces a darse toda una cantidad de manifestaciones, de explosio-nes que conducen a la elección de Hugo Chávez como Presidente de la Repú-blica y posteriormente todo el camino que marco el proceso constituyente, de debates y consultas.

Sin embargo, nosotros que hemos seguido el discurso del Presidente vimos que no hay una organización sólida, no hay un partido que dirija, que tenga la claridad política de dirigir esto y al principio era un poco confusa la situación. Después del referéndum revocatorio donde se forma lo que nosotros consi-deramos que es una de las estructuras más importantes que se han dado en el país como lo fueron las UBE (Unidad de Batalla Electoral), con las cuales se llegó a realizar tal grado de conciencia y de organización que era milimétrico, tanto es así que se gana el referéndum en base a una organización férrea, en ese momento un Estado de organización muy importante y el Presidente quizás vio ese nivel de organización y quiso transformar esas unidades electorales en unidades de batalla social y lanza la idea, sin embargo eso no tuvo repercusión a nivel de los cuadros o de las alcaldías y demás instituciones encargadas de ejecutar esa tarea de parte del gobierno.

El movimiento popular tampoco tiene una organización tan importante, son focos que existen en todos lados y posteriormente el presidente tuvo que hacerse valer de una ley como la Ley de los consejos comunales para propi-ciar que el gobierno quiera hacer una organización de bases fundamental para lograr la transformación, consciente como están, de que se debe tener un movi-miento popular organizado, porque referencias, experiencias antes de esas se habían dado muchas, que ya venían caminando, como las mesas técnicas de agua, los CTU y muchas experiencias en varios lugares del país donde la gente siguiendo el discurso de Chávez ya había planteado la necesidad de organi-zarse en lo que nosotros llamábamos en esa época gobiernos comunitarios y posteriormente el Presidente cuando redibujo lo que es la nueva geometría del poder, que considero es la base fundamental cómo nos organizamos en base a lo territorial, cómo sería eso en un territorio, cómo lo dibujamos, cómo cons-truimos desde ahí, qué recogemos de lo que hemos mantenido y que hemos resistido en el tiempo para impulsar este proceso de revolución.

En el transcurso de eso hay la idea del Comandante Chávez, una vez que ya comienzan a florecer los consejos comunales, con muchas dificultades, hay que decirlo, recuerdo aquello de que: “organízate para que puedas tener los 30 millones de bolívares”, mucha gente vio que había que organizarse para que le

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pudieran dar los recursos, en ese proceso, el presidente también lanza la idea de construir las comunas, sin embargo en algunos espacios territoriales como en el caso de Falcón, donde veníamos trabajando con esta idea del territorio comunal, la idea integradora, nosotros en la sierra de Falcón somos un solo territorio, lo mismo puede pasar en Tocuyo Medio y en otras zonas, hay terri-torios que se identifican por ejemplo: por las luchas que nosotros hicimos por las tierras, ese es un sitio que ha luchado desde los tiempos de las guerrillas con los compañeros que estuvieron en las montañas, es un escenario de lucha y de resistencia, aquí los problemas son comunes, la vialidad, la cultura, la proble-mática el acueducto…

Vimos todo eso y dijimos: nosotros no podemos estar separados, nunca hemos dejado de ver lo integral, lo macro, más allá de la simple comunidad y de allí comenzamos a generar discusiones y debates sobre cómo pudiéramos conformar un gran movimiento partiendo desde la organización comunita-ria hasta llegar a un territorio comunal y cómo entonces ligar ese territorio comunal a otro territorio y se dieron enlaces entre la experiencia de la Sierra, con la experiencia de los compañeros de Carora y nos fuimos encontrando con otras experiencias en Lara, Mérida y hubo una buena idea en ese momento del Presidente de plantear la cuestión de generar unas experiencias en comunas y en el primer momento con el Ministerio de Planificación y Desarrollo se impulsaron unas iniciativas, estaba la compañera Ana Elisa Osorio a cargo de eso y Atenea Jiménez y la idea inicial de las comunas surgió.

Durante dos años aproximadamente se vino haciendo un trabajo de acom-pañamiento a las iniciativas que se parezcan más a una comuna, de sistematizar primero lo que la gente tenía, la iniciativa, valorarlo, potenciarlo con el apoyo que en ese momento estaba dando el Ministerio de Planificación y Desarrollo y el Presidente Hugo Chávez de crear las condiciones básicas para dar un salto cualitativo para que esas experiencias pudieran avanzar hacia la construcción de esas comunas y nos encontramos diversas experiencias en conversatorios, debates, reflexiones colectivas, para ir visualizando cómo es esto de las comunas.

¿Será que las comunas son una simple división territorial?, o es que ¿el Estado está interesado en organizarnos simplemente para bajarnos los recur-sos?, las conclusiones fueron realmente extraordinarias, se logró sistematizar mucha información referente a cómo deberían ser las comunas, su proceso de construcción desde abajo, respetando la toma de decisiones de la comunidad y que las instituciones deberían fungir simplemente como acompañantes.

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Llega entonces el quiebre de esta idea de construcción, es decir, de cons-truir desde lo pequeño, desde la comunidad, respetando todos sus saberes, una comuna que no sabíamos cómo era pero que sabíamos que llevaba la carga histórica, la sabiduría popular y llevaba el pensamiento de la gente de la trans-formación y del empoderamiento, saberse que estamos construyendo algo, que lo que nosotros hemos hecho vale la pena, y que todo esto tiene un significado superior a cualquier cantidad de dinero que nos pueda venir por un proyecto. Esa era la situación y en ese sentido nos constituimos en una red de comuneros y decimos: nosotros vamos a avanzar y a seguir avanzado con esta perspectiva de construcción, de autocrítica, tomando en cuenta todas las circunstancias pero enfocados a que tenía que ser una comuna con un autogobierno, con un criterio político, la toma de decisiones debe ser de nosotros pero totalmente articulado a las demás comunas del país y con la visión latinoamericana de que si construimos un gran movimiento comunal en el país.

Desde la definición del Estado, nos preguntamos ¿en qué Estado estamos ahorita?, el Ministerio de las Comunas era del criterio de que estamos en un Estado de transición, cosa que nosotros negamos rotundamente, y el Presi-dente lo dice a cada rato, estamos en un Estado capitalista, burgués, rentista y todo lo que uno le pueda poner que no ha sido superado. Sin embargo, mucha gente que está en los ministerios, como decía Chávez, una vez que llegan ahí, transforman el discurso, entonces ese Estado donde estamos ahorita, no es un Estado de transición, porque no hemos alcanzado esas iniciativas como las que se dan en Carora y se dan en otros sitios y la mayoría de esas iniciativas compa-ñeros están siendo ametralladas por el burocratismo, por la institucionalidad, que parece ser que es la rectora, la institucionalidad se da el tupé con las leyes de ser el órgano rector, el que dirige, el que controla, el que define cómo es la comuna y cómo hacer las cosas.

Toda esa información que nosotros recogimos en todo este proceso, un proceso como constituyente, que debía darse en cada espacio, permanente, porque es una constante construcción de cosas nosotros lo vaciamos en el recién creado Ministerio de las Comunas con la intención de que se pudiera seguir ese lineamiento y lógicamente, porque no podemos pedirle peras al olmo, la cosa no se encaminó por ese lado y todas las experiencias de alguna manera fueron intervenidas desde afuera y siguen siendo intervenidas en el sentido, primero de no respetar; si yo llego a tú casa, lo primero que yo debo hacer es conversar, ver que es lo que tienes, cómo estás tú, qué opinas, yo no me

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puedo considerar dueño y señor de todo, llegar con una línea desde arriba para imponer y no solamente imponer la forma, sino también colocar funcionarios de afuera y decir: este es el coordinador de la comuna y además de eso elegir una sala de batalla social.

Claro eso no aparece en la nueva Ley de comunas pero ese es el mecanismo de ellos, elegir esa sala de batalla que es un equipo ministerial de dirección que se instala en un territorio, tutelado totalmente desde arriba, son funcio-narios y gente de las comunidades para regir y coordinar todo. Nosotros en la Sierra éramos partícipes del planteamiento inicial y eso lo discutimos muchas veces que si había ya una experiencia, si contamos con la capacidad política, una conciencia de hacia dónde se iba, lo más natural es que si había que elegir una coordinación tenía que ser con los propios habitantes y que las instituciones fueran acompañantes si había que brindarles herramientas para los diagnósti-cos, bueno, para todo lo que sea necesario pero la toma de decisiones debería ser de la propia comunidad.

Sin embargo tenemos experiencias totalmente desastrosas, esto de la sala de batalla social, por lo menos en el caso de la comuna José Leonardo Chirino, el Estado, digamos, el Ministerio de las Comunas junto con la Alcaldía hicie-ron un diseño de cómo instalar la sala de batalla social, convocaron a una reunión y los que hemos estado trabajando en la comuna no nos consultaron, cuando logramos enterarnos, los interpelamos, logramos incluso que el equipo que estaba allí, que eran del Frente Francisco de Miranda, que es una organi-zación que trabaja para el ministerio de las Comunas y otras labores sociales, logramos que entendieran pero se fueron hacia su jefe y habíamos fijado una reunión con hora y fecha y eso lo desconocieron y cuando nosotros llegamos, acordamos que no se iba a elegir la sala de batalla social sino que se iba a hacer una discusión en una fecha acordada y cuando llegamos a la reunión, resulta que el alcalde y toda esa gente habían llevado un poco de gente y ahí montaron su show.

Por parte de cada consejo comunal íbamos dos o tres representantes, y resulta que no nos dejaron ni hablar, montaron su parapeto que no les funcionó, eso pasó casi como seis meses y no se lograron reunir ni una sola vez en la sala de batalla social, luego ellos la reestructuraron y 18 consejos comunales nombraron dos voceros de solo dos consejos comunales e instalaron su sala de batalla social, que por lo menos en ese espacio no está funcionando, ni les va a

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funcionar, porque nosotros tenemos ya un nivel, llevamos más de 4 años traba-jando la experiencia y la gente no se lo está calando.

Ellos han promovido otra serie de distorsiones, nosotros nos encontramos que esta situación se da igualmente en Barlovento, cuando nosotros vivimos un encuentro nacional del sistema de trueque, encontramos una situación exac-tamente igual, funcionarios de Fundacomunal donde ven una experiencia que más o menos tengan independencia, claridad política, avance político, buscan intervenirla porque no les conviene, eso es lo que está pasando, es una expre-sión, yo digo que es la misma forma de actuar del Estado antiguo y nos toca a nosotros buscar la manera de cómo desmontar eso que no está funcionando, yo soy de la apreciación particular de que siendo los movimientos populares la punta de lanza de cualquier revolución, el Ministerio de las Comunas, en este momento estaría haciendo el mayor daño a esta revolución, sin descartar lo demás, pero a nivel de organización compañeros consideramos que no se está consolidando nada porque hemos visto actitudes politiqueras.

Las alcaldías y otras instituciones han utilizado a algunos voceros de los consejos comunales, porque ¿qué pasa con todo el proceso de lucha que noso-tros hemos librado? consideramos que las cosas deben hacerse a través de un proceso, el Ministerio de las Comunas dice que no, que ellos llegan y tiene la orden, tienen la ley y todo lo que les da la potestad de hacer las cosas y le pasan por encima a los procesos comunitarios y si no logran sus objetivos dicen: vamos entonces a utilizar nuestros métodos.

¿Qué están haciendo por lo menos allá en la sierra?, yo tengo documen-tos donde se demuestra que crearon consejos comunales fantasmas y les baja-ron todos los recursos del mundo para desmoralizar al movimiento, debemos ponerle el ojo a todo esto, porque realmente nos ocupa esta situación, nos ocupa como algo prioritario lo que es el movimiento popular, porque el poder popular también es lo que nosotros hemos discutido, el mismo gobierno, los minis-terios, hablan del poder popular y cuando le transfieren algo a la comunidad entonces dicen: estamos fortaleciendo el poder popular, esa es una visión que creo que se basa en números, vemos que hay tanto… al presidente le llegan las noticias de que se han constituido 35 mil consejos comunales en todo el país, hemos bajado tanta cantidad de millones, pero veamos desde el aspecto cuali-tativo cómo es que está ese movimiento popular, porque no son los recursos compañeros, nosotros hemos podido demostrar que cuando llegan los recursos a la comunidad la distorsión es grandísima, la mayoría de las organizaciones

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tienen problemas, eso no quiere decir que no se les vaya a bajar recursos, sino que debemos evaluar en qué momento, en qué forma, cómo es que vemos eso y no utilizarlos como una bandera organizativa política en estos casos.

Si vamos a hablar de movimiento popular el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no organiza a nadie, no está presente, el PSUV es más bien un impedimento del movimiento popular, si yo soy partido político mi primera tarea debe ser organizar las masas, controlar la institucionalidad, toda la corrupción, el burocratismo que está haciendo tanto daño ahorita, no tiene control desde abajo. Las masas se ven indefensas y lo peor que está pasando ahorita es que hay desilusión, cualquiera te aborda y te dice que no va a seguir votando por Chávez, pudiera estarse desgastando el discurso del Presidente por una institucionalidad y un burocratismo intermedio que no logran conectarse con la gente, lo que Chávez dice aquí pasa por ese filtro burocrático y cuando llega a las bases llega al revés y se hace todo lo contrario, el presidente dice: “las comunas son creación heroica del pueblo y ni Erika, ni los ministros, ni Chávez pueden intervenir ahí” y resulta que cuando llegan allá es todo lo contrario.

Fíjense lo que se está haciendo en este momento, la Ley de comunas sin haber oído ni debatido suficientemente las experiencias abajo, pero cuando nosotros vamos a la Asamblea Nacional a buscar cómo podemos contribuir, ver cómo podemos aportar para la ley, nos dicen que estamos locos, que no nos metamos en ese debate porque ese debate no nos conviene, cuando hablamos de la Ley de economía comunal, que está ya o la deben tener casi aprobada, nosotros hemos hecho un esfuerzo desde los sistemas de trueque, para aportar porque la consideramos una ley totalmente desfasada, que no reconoce cosas como el conuco, los otros elementos de la economía comunal, que son elemen-tos que han sobrevivido a todos estos años de opresión, eso no está plasmado, si se ven esas leyes pareciera que la cosa nació hoy y que mañana vamos a empezar a hacer organizaciones comunitarias y otras cuestiones como que si la historia empieza después de la ley, que es un programa para incentivar que la comuni-dad se organice en no sé qué cosa.

Ignoran todo lo existente y es lo más grave porque el pueblo se siente agre-dido en ese sentido, que no se reconozcan todos esos elementos que forman parte de su idiosincrasia, de su cultura, todos esos elementos que forman la base para la transformación que queremos, es lo que pasa con los movimientos indí-genas, nosotros vemos por ejemplo los Yucpa en Maracaibo y nos preocupa que el mismo Estado creó una ley en la Asamblea Nacional para que los indígenas

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puedan decidir en sus territorios de acuerdo a sus propias leyes y allí tienen indígenas presos y no hay manera de que sean devueltos a sus territorios y que se juzguen con sus propias leyes, entonces, hay elementos que son preocupan-tes y lo que yo estoy diciendo ahorita son elementos que se ponen sobre la mesa que no desdicen que no tengamos avances sustanciales y que el comandante Chávez es el líder indiscutible de esta revolución y que consideramos que está en una situación de secuestro, el hecho de que todos sus ministros sean miem-bros de la directiva del PSUV y que no dediquen la mayor parte de su tiempo y quizás los recursos del Estado para hacer todo lo que se puede hacer implica una distorsión, alguien tiene que trabajar para desmontar eso.

¿Qué Hacer?

Indudablemente nosotros desde la experiencia que hemos estado llevando en la Red de Comuneros y en otros esfuerzos de encuentros que hemos hecho a nivel nacional, sabemos que hay una necesidad, no podemos crear comunas por crearlas, hablando sólo en el aspecto de las comunas, igual pasa con los consejos comunales, si no tenemos conciencia de la articulación, ¿cómo es que vamos a amarrar todas esas experiencias a nivel territorial, local, a nivel de los municipios, de los estados y cómo los vinculamos con otras experiencias a nivel internacional?, es una necesidad y ahorita cabría la pregunta ¿Cómo haría-mos para encontrar más experiencias en comunas y dar el debate en el seno del movimiento popular?,¿Cómo los articulamos a todos en este país?, ¿Cómo logramos eso?, eso en estos momentos es la garantía, si lo vemos en términos electorales, para el 2012 y el tiempo es corto, nosotros hemos hecho esfuer-zos hasta donde podemos, pero hay que empujar más en ese sentido, entonces sería un frente nacional de movimientos sociales y un frente latinoamericano de movimientos sociales, la base de los pueblos, el alma de los pueblos, esa idea integradora que es bien importante.

Uno se pregunta ¿Quién realmente hace la historia?, ¿Quiénes son los protagonistas principales de estos procesos revolucionarios que se viven en el país? , y ¿Quiénes serían en definitiva los que van a defender este proceso en las etapas difíciles que sabemos que vamos a afrontar? , es el pueblo que hace eso, pero vemos que hay como una suplantación y te lo dicen muchos funcionarios de las instituciones “que ellos también son Estado”, sabemos que son Estado

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pero el hecho que tengan una función en una institución del Estado no les da pie para llegar imponiendo en una comunidad, las instituciones son bien-venidas todas a los territorios comunales pero primero, que vengan en forma articulada, porque esa es otra cosa que está haciendo demasiado daño, la gente ve que llegan y dicen: comité conservacionista, el otro mesa técnica de agua. Muchas comunidades ya se les esconden a las instituciones porque cada una lleva un plan diferente y llegan con la idea de que cada quien tiene que hacer eso y es un problemón que se arma en las comunidades.

Lo que visualizamos es que hay una desintegración, una contradicción, un conflicto institucional fuerte, Chávez sienta a todos sus ministros cada semana pero pareciera que no logra articularlos porque cada quien sale a armar su carpa, su tienda aparte, a trabajar cada quien su forma y en las comunidades se expresa eso grandemente, entonces vemos desde muchas comunidades las peleas en las alcaldías de unos con otros y eso lo pagan las comunidades.

En el marco de la coyuntura actual, estamos en el filo de una situación por lo que se avecina en el 2012 y nosotros tenemos que decir, ¿Qué hacer como movimiento popular, como pueblo, como revolucionario? Todos los que esta-mos acá frente a una situación que viene y que de acuerdo con esta visión es lo que uno percibe en la comunidad, se puede hacer mucha retórica en muchos espacios, se puede discursear, pero lo que uno está percibiendo en la comuni-dad y las votaciones lo indican, va bajando la votación, vienen unas elecciones ¿serán el objetivo principal ahorita?, son preguntas que uno se hace, ¿son el objetivo principal?, ¿es el movimiento popular?, ¿hace falta organizar mejor esto?, ¿cómo hacer con el PSUV?, ¿estamos ahí dentro?, ¿damos la pelea?, ¿qué hacer?, qué hacer ante esta cuestión en el sentido de que el imperialismo no nos va a dar tregua, solamente el pueblo salva al pueblo y nosotros estamos conven-cidos que así es y venimos trabajado en ese sentido y hemos sentido los golpes fuertes, incluso nosotros decimos que tenemos tantos años en esto nunca y habíamos sido tan agredidos como ahora, en el sentido de que mantenemos una idea y no es por esconder, se trata de entrar estamos en una transición pací-fica, escogimos el camino electoral pero los principios son la lucha y la dignidad del pueblo es la dignidad del pueblo y sobre eso consideramos que no puede pasar nada, una revolución no puede sustentarse en una democracia burguesa, electoral.

Aquí hay elecciones todos los años y todos los años al pueblo se le dice: no puedes plantear esto porque vienen elecciones, eso perjudica las elecciones,

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entonces estamos en una contradicción fuerte. Los compañeros dicen una frase que nosotros acuñamos allá en la sierra últimamente que es: “lo único real y verdadero es lo que el pueblo es capaz de construir mediante un proceso, con su propio esfuerzo y dedicación, lo demás son simples espejitos coloniales”.

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La Organización Política como Representación Legítima de los Ciudadanos

Eduardo Paredes Dirigente del movimiento Alianza País.

Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador.Ecuador

Tenemos la tendencia a improvisar los procesos en América Latina y eso me parece un error. En el 2006 cuando Rafael Correa ganó las elecciones y accedió a la Presidencia de la República del Ecuador, habíamos completado una década de crisis políticas que como ustedes saben, se producen sólo por dos razones, la primera, porque las fuerzas subalternas se sublevan, producen una situación de doble poder que son las que caracterizan la crisis y así las clases dominantes no pueden seguir dominando y se produce la crisis política, las revoluciones socialistas así se hacen.

La segunda razón, es cuando las clases dominantes no logran ponerse de acuerdo y entonces vivimos una crisis política y a lo que hago referencia es que en el 2006 habíamos vivido 10 años de crisis tan fuerte que tuvimos en ese periodo una quiebra de todo el sistema financiero nacional, tuvimos nueve presidentes en 10 años. Llegamos al inverosímil caso de que para el parlamento no votaron ni el 1% del respaldo ciudadano, medimos las encuestas, estamos en el siglo XXI, hay que medirse en las encuestas, y en general toda la instituciona-lidad democrática bajó.

No sólo era el aparato del Estado también la sociedad estaba en crisis, 2 millones de ecuatorianos en esa década se tiraron al mar o fueron a morir en ciudad Juárez o sus cercanías y otros 2 millones de ecuatorianos salieron del país, completando un total de 3 millones de ecuatorianos, que de paso son los que nos mantienen hasta ahora, porque el segundo rubro más importante de ingresos que tiene el país es el que proviene de las remesas de los migrantes, el primero es el petróleo y no muy cerca, está la exportación de ganado, flores o camarones, y pare de contar, es decir, de eso vive el Ecuador.

Cuando irrumpimos en la historia del Ecuador con el Movimiento Alianza País del Presidente Correa, la crisis era muy profunda y también afectaba a las

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organizaciones sociales, nuestros viejos sindicatos habían desaparecido, una basta red de organizaciones sociales del Ecuador había sido golpeada por esta crisis, más de 20 años de neoliberalismo, ya se pueden imaginar, más la migra-ción, de paso, porque los migrantes no son los más quedaditos de la población, normalmente son los más valientes, son los que tienen liderazgo, los que quie-ren progresar, los que aspiran tener mejores condiciones de vida y son funda-mentalmente jóvenes.

De tal manera que perdimos una red social muy importante, el Ecuador es uno de los pocos países de América Latina o de América del Sur que no ha sufrido represiones masivas grandes, es decir, no tuvimos un Chile, una Argen-tina o un Uruguay, es decir, nuestra creación de organización social, de tejido social, llevaba décadas y se rompió con la crisis política, pero rápidamente se ha recuperado, yo creo que tenemos una basta red de organizaciones, a la pobla-ción en general le gusta estar organizada, se organiza hasta para elegir reina de estrellita de navidad, para tener ligas deportivas que son muy importantes en nuestro país, hay unas federaciones de ligas barriales sin apoyo del Estado muy fuertes, son verdaderas instituciones donde la gente se aglutina e incluso llegan a hacer política. En el caso de algunas ciudades de la sierra así sucede, las ligas deportivas sirven también para otros menesteres, hay una asociación de ligas deportivas barriales en Quito que suele hacer eventos culturales y en realidad son pretextos para participar activamente de la política y de la vida comunitaria.

¿Por qué es importante señalar esto? Porque la alternativa presentada por el Presidente Correa era una alternativa necesaria para la propia vida del Estado ecuatoriano. Recuerden ustedes que estamos en un país en el que geográfica-mente se está muy cerca de la guerra. Más cerca está Quito de la guerra de lo que está Bogotá, es una realidad y esto es bien importante, porque eso implica los peligros de la guerra y los peligros que hay en Colombia y los peligros de que estemos en los planes imperiales para desaparecernos como país, si cosas tan grandes como la Unión Soviética pudieron desaparecer, imagínense un país que es la tercera o cuarta parte de lo que es Venezuela y con semejante economía.

Y por supuesto, en esta crisis del Estado ecuatoriano, también todos sus sistemas políticos estaban en crisis y esto significó que la ciudadanía odiáramos a esas instituciones llamadas partidos políticos, realmente los odiamos, cuando cayó el coronel Lucio Gutiérrez , del que ustedes han oído hablar, el que se declaró el mejor amigo de los Estados Unidos, este señor, mientras nosotros

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procurábamos alejarnos de la guerra y decir “nosotros no estamos en ese pleito, ese pleito es de los colombianos”, el señor decía que era el mejor amigo de los Estados Unidos y la gente creyó “este nos quiere meter en la guerra”, y entonces la gente se sumó, Quito especialmente, a tumbarlo la consigna que se gritaba en Quito era “que se vayan todos, los militares, los jueces, el presidente, los minis-tros, todos, queremos otra cosa” y esa era una movilización de estas que hay que estudiar en América latina, que son las llamadas movilizaciones espontáneas, pero que son revueltas urbanas y que nadie las convoca o que se forman sin que hayan liderazgos visibles por lo menos.

Entonces, este antecedente para nosotros es muy importante porque puede explicar un poco por qué la Alianza País o los que dirigíamos Alianza País, no apelamos como lo ha hecho la izquierda durante toda su historia en América latina y en el caso ecuatoriano especialmente, a las directivas de las organiza-ciones sociales o a las organizaciones sociales para sustentar este proyecto.

De alguna manera lo que hicimos, por condiciones que les voy a expli-car brevemente, fue no apelar a la dirección de las organizaciones sino a la conciencia individual del ciudadano, había ocurrido dos años antes la revuelta de los forajidos quienes eran individuos, eran familias, eran ciudadanos urba-nos. El poblador urbano que salió a la calle a protestar, nosotros apelamos a esa conciencia y les llamamos a constituir comités familiares, para respaldar a Correa no necesitábamos a los sindicatos, ni a las asociaciones, no necesitába-mos a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), o a las organizaciones sociales tradicionales. Necesitábamos las familias, usted padre de familia, usted madre de familia, de paso, digamos que en Quito y en el Ecuador en general, la población de madres solteras es muy alta, de tal manera que nos dirigimos a los jefes familiares y les dijimos usted que es jefe de familia, usted otro que también es jefe de familia, venga con nosotros que vamos a hacer realidad esto de que se vayan todos y vamos a convocar una Asamblea Consti-tuyente para refundar el Estado.

Esto ofrecía además, condiciones históricas bien concretas. La crisis que afectó a los partidos políticos de la derecha o que afectó al sistema político, a la institucionalidad democrática, y a nuestras organizaciones sociales por las razones que ya he explicado, 2 millones de ciudadanos afuera, que limita a las organizaciones, porque no se van los más quedados, se van los más listos, se van los que eran dirigentes, los que eran secretarios generales de sus sindicatos, los presidentes de los comités barriales, dirigentes de las ligas barriales, esos son los

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que se fueron. Los que se tiraron al mar, muchos murieron, hubo muchos casos dramáticos de muertes masivas en el mar, se hundieron barcos que tenían hasta 100 personas, que se ahogaron en el mar, aparte de todos los que fallecieron tratando de cruzar la frontera mexicana. Todo esto afectó nuestra convivencia, la otrora poderosa unión de las organizaciones sindicales, centrales sindicales que reconocíamos como frentes unitarios de los trabajadores y que tuvo mucha fuerza hasta la década de los 80 y que creó una especie de vanguardia de los movimientos sociales, terminó siendo una cosa muy pequeña, habían desapa-recido demasiados sindicatos.

La dirección que quedaba era demasiado vieja, demasiado mixta, una treta, para variar como ocurrió en el resto de América Latina. Nuestras organizacio-nes sociales tenían muy poca practica democrática porque sus dirigentes dura-ron décadas, de paso les digo, que lo que les estoy comentando no es una critica desde la derecha sino más bien una verdadera autocrítica, porque la vida entera me la pase haciendo sindicatos y organizaciones campesinas, pero teníamos esa mala costumbre de permisar dirigentes y en cuanto los necesitábamos, esos dirigentes ya no eran muy bien vistos por el resto de la población o por sus propias bases. Habían pasado demasiado tiempo al mando de las organizacio-nes, entonces teníamos como ya lo mencionaba una gran crisis también en las organizaciones sociales.

Al inicio de la década de los 90, ocurrió una cosa extraordinaria, que es lo que realmente termina siendo un antecedente muy importante para lo que está ocurriendo ahora, que fue el levantamiento indígena, sacudió a nuestro país, que dijo: se acordaran que aquí tenemos también nacionalidades y pueblos que no han sido tomados en cuenta durante siglos. Desgraciadamente y desde nuestro punto de vista ese movimiento fue perdiendo fuerza, a pesar de ser un aporte importantísimo para la construcción de la nacionalidad ecuatoriana. Fue perdiendo propuesta nacional y para el año 2006 cuando ya se requería superar esa crisis política, la expresión política del movimiento indígena, cuya mayor organización es la CONAIE, no estaba en las mejores condiciones.

La Alianza País entró entonces a hacer un acuerdo con lo que quedaba del Pachakutik (el brazo político de la CONAIE) que no fue posible, la historia recoge los esfuerzos que hicimos por lograr un acuerdo pero a pesar de que las encuestas decían que el dirigente indígena Luis Maca en ese momento no tenia ninguna posibilidad de acceder a la Presidencia de la República, el persis-tió en su candidatura y tuvimos que irnos nosotros por otro lado.

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Esta falta de apoyo político de todas maneras afectó al Pachakutik y a la CONAIE, porque mientras nosotros logramos en la primera vuelta un 23% que nos permitió acceder a la segunda vuelta, Pachakutik no superó el 3%, fue grave. Todo esto resultó grave para el momento de gobernar, porque si bien nos fue útil electoralmente apelar a la conciencia individual de los ciudada-nos, a la hora de gobernar nos pasó la factura, porque teníamos un verdadero rompimiento con lo que quedaba de las organizaciones sociales tradicionales, el gobierno ha tenido una fractura con las organizaciones sociales y eso ha sido grave para nosotros, en el sentido de que se han producido confrontaciones que se pudieron haber evitado, y porque también tiene un efecto negativo sobre la conciencia de los gobernantes, me refiero a los ministros que no tienen una tradición, no provienen de la izquierda o no han mantenido una tradición de formación política de izquierda. Las confrontaciones con las organizacio-nes sociales los radicalizan empujándolos hacia la derecha no empujándolos hacia la izquierda y esto es malo para nosotros, para nuestra dirigencia, nues-tra corriente al interior del gobierno e incluso, para la formación política de nuestro Presidente que como en el caso de ustedes ¿no es cierto? tampoco nuestro presidente es una persona que provenga de las formaciones políticas de izquierda, ni ha tenido más que acercamientos digamos, Ricardo Patiño decía en una entrevista con Marta Harnecker que quizás algo estudió en la univer-sidad, pero creo que eso es gracias a la generosidad de Patiño, porque yo si creo que el marxismo está bastante lejos de la formación académica o peor aun de la conciencia del presidente Correa.

Con todo y esto, tenemos un presidente y un gobierno que le había ofre-cido al pueblo una salida de la crisis política que era distinta a la que se acos-tumbraba, en el Ecuador existen cinco grupos oligárquicos y aquí no hay como hablar, normalmente me critican que soy demasiado frontal en esto, pero no hay las medias tintas, son cinco grupos oligárquicos que tienen nombres y apellidos, tres en la ciudad de Guayaquil y dos en la ciudad de Quito. Los cansaría si les digo los nombre y los intereses económicos que manejan, pero todo el conjunto de estos grupos obedecen a los intereses del capital financiero internacional y controlan el capital financiero en Ecuador y lo digo en presente: lo controlan, porque lo que hemos podido hacer de cambio de la estructura del Estado, de inversión social y de obra publica, en estos ya casi cuatro años de gobierno, no significa nada porque no hemos logrado quebrar a estos grupos económicos oligárquicos.

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Para explicarles mejor a qué me refiero con oligárquicos, les puedo decir que en Nicaragua había un grupo oligárquico dirigido por Somoza, en el Ecuador hay cinco grupos, dirigidos por cinco familias que actúan mafiosamente y que componen todo. Estamos hablando de sectores monopólicos que controlan la banca, la exportación, la producción industrial, que controlan el gran comercio, la propiedad de la tierra, de tal manera que romper eso en otras condiciones… Los marxista recomendarían hacerlo por la vía de la guerra y no por la vía de una revolución pacífica, porque no estamos hablando del Chile democrático de la época de Allende, ni tampoco nos referimos al Uruguay democrático, estamos hablando de Nicaragua, de una forma de dominación parecida a la de Somoza en Nicaragua. Por eso es que resulta tan fuerte la confrontación que hemos tenido con estos sectores, especialmente con los sectores oligárquicos en la cuidad de Guayaquil, en Quito ha sido más fácil o en la sierra ha sido más fácil, porque hay una mayor conciencia popular y ciudadana, conciencia democrática, pero en el caso guayaquileño todavía persisten las formas más aberrantes de racismo.

En general todo el país es racista, pero en el caso guayaquileño existe por ejemplo, un club llamado Club de la Unión, en donde sólo pueden entrar los miembros prominentes de la oligarquía, donde las clases dominantes y las clases medias arribistas en el Ecuador, luchan por conseguir durante su vida aunque sea una invitación a una visita para poder entrar al Club de la Unión, por supuesto que tienen prohibido la entrada negros, indios, cholos, etcétera, indios con uniforme, indios sin uniforme, está prohibido, ahí no hay acceso a nada, entonces, hay unos niveles ideológicos también complicados, el racismo es generalizado.

La salida presentada por Alianza País era la de que Correa como presi-dente era una salida democrática a una crisis oligárquica, en donde sólo había otra posibilidad: lograr que se pusieran de acuerdo dos o tres de los cinco grupos económicos para hacer lo de siempre, pasarse el poder, distribuir mejor los recursos, etcétera, de paso, los recursos están en disputa, aparte de la renta petrolera, está lo que pueda venir de renta por la explotación de cobre y el oro que se ha descubierto en el sur del país, en realidad en varias partes del país.

Alianza País acaba de culminar un proceso de convención nacional, que inició en septiembre y terminó en noviembre, ¿qué hemos discutido?, aparte de decirles que discutimos la declaración de principios, el programa y los esta-tutos, en realidad ¿qué es lo que hemos debatido? Hemos debatido el hecho

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que estamos en la prehistoria comparado con lo que ustedes han discutido en el caso venezolano, el gobierno ya se adelantó un poco y empezó a construir la organización política, entonces, la gente de izquierda hemos dado una batalla más o menos fuerte, para lograr separar el movimiento Alianza País del aparato estatal.

No lo hemos logrado del todo, decidimos nombrar una directiva nacio-nal, donde buena parte de los integrantes son ministros, y en otro grado, hemos logrado meter uno que otro interesante cuadro político, joven además, pero, en general todavía son ministros y son gente muy cercana al buró polí-tico nacional, y cuando hago criticas al buró político nacional les ruego que lo consideren como autocrítica, porque recién hace unas semanas que deje de pertenecer a organismos después de cinco años. Entonces, cuando estoy haciendo estas criticas… esto lo digo para que no suene a que estoy demasiado critico con el gobierno o con el buró político ¿no?, en parte también ha sido mi responsabilidad.

Hemos planteado con claridad y digo nosotros Ricardo Patiño, yo y algunos otros compañeros que tuvimos responsabilidades en la construcción orgánica del movimiento Alianza País, planteamos la necesidad de separar la construcción de la organización política del aparato estatal. Les hemos dicho con franqueza que nosotros no queremos construir el Partido Revolucionario Institucional (PRI), porque la revolución mexicana terminó en el sindicalismo llano y en la más absurda de las corrupciones estatales por esa vía. Les hemos dicho: ustedes pueden tener todas las buenas intenciones de querer construir desde los ministerios, desde lo social o desde la secretaría de los pueblos nuestra organización política, pero eso no nos va a servir sino para construir un instru-mento político como el PRI, y un PRI no lo queremos en el Ecuador.

También a veces nos vemos dando tumbos, nos encontramos a compañe-ros con muy poca formación política intentando tener equilibrio al interior del gobierno y de la Alianza País, que más se parecen a lo que hacía Perón en el año 73 con un ala de montoneros armados a un lado y con el señor López Vega e Isabelita al otro y “les ordeno que sigan estos términos del presidente”, no siga-mos por allí porque no queremos vivir lo que ya vivimos los latinoamericanos con Perón y en lo que terminó con 60 mil muertos, así que es mejor que aban-donemos ese camino, de construir un socialismo como el de Perón en el 73. Yo planteo que aquí lo que hay que hacer es ya, listo, algunos izquierdistas con

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Patiño, Paredes y hay que poner algunos de derecha que les hagan peso para ver si en el término medio nosotros avanzamos a tener esta revolución en paz.

Construimos desde el primer momento la Alianza País, como organiza-ciones con instrumentos que necesitábamos para cubrir objetivos políticos, de tal manera que nunca estuvimos preocupados por un gran debate porque además, no habían condiciones, con quién vamos a debatir nosotros los que hemos tenido formación marxista. No podemos discutir con los boy scouts sobre estos temas y hay muchos en el gobierno de Rafael Correa, es decir, no podemos discutir el carácter del partido o nuestro destino.

Entonces lo que hicimos fue ubicar los objetivos políticos, hay que ganar la presidencia, ¿con quién?, vamos a organizarnos, Correa nos dijo: ustedes los políticos encárguense de la política y a los empresarios les dijo: ustedes que saben hacer dinero y son buenos empresarios, denle los recursos a los políticos para que ganemos las elecciones y eso fue maravilloso porque después de 40 años de lucha que te donen carros, que te suban a sus aviones, hagas activismo y tengas propaganda bonita, trailers con la propaganda electoral, es una mara-villa, cuando en nuestra vida militante la mayor destreza era redactar la hojita volante, imprimirla y repartir la hojita volante, es decir, hacer todo uno mismo. A mi me llegaban todos a montón y sólo tenía que llegar a hablar con la gente, entonces, si el objetivo era ganar la presidencia vamos a ganar la presidencia, si el objetivo era que ganemos una consulta popular para la Asamblea Nacional Constituyente pues vamos a pelear por la Asamblea Nacional Constituyente.

Luego el objetivo era tener la mayoría en la Asamblea y obtuvimos la mayoría, y próximo objetivo era hacer la Constitución y ponerla en referéndum a consideración del pueblo y ganar ese referéndum… lo hicimos y lo hicimos muy bien. Pero ¿y al final, en qué terminó?: que teníamos una organización electoral perfecta, una organización política de carácter electoral y nuestros compañeros aprendieron y el pueblo aprendió a hacer campañas electorales, de esas muy bien hechas, con bastante técnica, con talento y sin tanto sacrificio como esas campañas electorales en las que apenas llegábamos al 5% y salíamos derrotados siempre, fue mejor y a la gente le gustó el tema.

Se nos ha dicho entonces que somos de alguna manera, responsables de no haber construido una organización política una cosa seria que permita avanzar en la revolución y entonces me acordaba de todos esos debates en donde nues-tros maestros marxistas del mundo entero a través de los libros nos decían que: el partido político no puede ser sino el instrumento de la revolución y no el fin

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en sí mismo. Entonces, yo decía: pero si ¡eso mismo hicimos!, si lo que necesitá-bamos era un instrumento que sea bueno en lo electoral para dar siete batallas electorales y las teníamos que ganar pues… ¡y eso construimos!, entonces no aceptamos mucho la critica de que no hemos construido estructuras.

Porque además, hay que tomar en cuenta que estamos en el siglo XXI, y a veces, cuando hablamos de que hay que tener estructura, estamos pensando en las organizaciones políticas de principios del siglo XX, estamos en el tercer milenio y hay mucha tecnología, hay un montón de otras cosas que hay que considerar a la hora de ser eficientes en la construcción de un instrumento político.

Así llegamos al punto en el cual el 26 de abril del 2009 volvimos a ganar la Presidencia de la República del Ecuador y había concluido una etapa, había-mos construido una organización electoral eficiente, una organización política bastante amplia, policlasista, con esto de la organización electoral que decía tener las puertas abiertas, nos entró todo el mundo.

Nos dijeron, no hay estructuras, pero resulta que con esas no estructuras, podemos convocar a la gente a movilización, sólo la movilización — los núme-ros que les voy a dar tienen que pensar que es para un país que es mucho más chico que el de ustedes— , en Quito hemos logrado hacer una concentración de 200 mil personas para respaldar la nueva Constitución, ¿saben lo que es 200 mil personas para una ciudad que tiene 1 millón de habitantes?, es bastante, es una cosa que nunca hemos visto en Quito.

Es decir, sólo en las marchas patrióticas para defendernos de las guerras en las fronteras se habían logrado reunir así una cantidad tan importante, hemos logrado movilizaciones muy importantes, en la celebración del tercer aniversa-rio en la ciudad de Ambato, participaron más de 150 mil personas, una ciudad que tiene unas 100 mil personas, eso es impactante.

Por ejemplo este mismo año, convocar a jóvenes simplemente para decirles que esta revolución se nos está haciendo muy mustia, una convocatoria sin la presencia de Rafael Correa, sin la presencia incluso de los ministros más popu-lares, les hemos dicho seis semanas antes: nos parece importante que ustedes se reúnan… reúnanse y discutan cómo es que ustedes le van a poner un poco de color a esta revolución que se nos va a poner triste y muy mustia, demasiado viejita, entren en la aventura de meterle mano a esta revolución, pónganse críti-cos y ¡llegaron 8 mil jóvenes a un coliseo de Guayaquil! 8 mil con esas estructu-ras que no existen.

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¿Por qué insisto en esto?, insisto porque creo que también debemos pensar en las redes y en nuevas formas de organización social y política, nuevas formas de relación en lo social y político que no tiene que ver sólo con determina-das concepciones del poder popular, se hacen diferentes intervenciones que puedan profundizar sobre esto. Les voy a dar un ejemplo: en Quito existen 200 mil roqueros organizados, ¿cómo?, todos se visten de negro pero además, entre ellos hay varias organizaciones, a unos les gusta el punk, a otros les gusta Metallica, los que les gusta otra clase de música. Si nosotros persistimos en intentar relacionarnos a la vieja usanza de los partidos políticos marxista con las organizaciones sociales jamás llegaríamos a tener la más minima relación con esas organizaciones de jóvenes organizados para la música, creo que debe-ríamos pensar en una organización de jóvenes para que esos roqueros, más los ecologistas, más los movimientos estudiantiles estén conectados con nuestra Alianza País, y eso estamos trabajando.

Eso podríamos repetirlo para las mujeres y con el movimiento indígena, incluso con los sindicatos, como ya mencioné. Simplemente es una enumera-ción, nosotros pensamos que las organizaciones sociales tienen que construirse autónomamente tanto del Estado como del partido, y no por esa locura que ya debatimos hace 40 años que ya nadie la plantea ¿no es cierto?, de que las organizaciones sociales son para la lucha económica y el partido para la lucha política, para nada ese es el criterio.

Más bien el criterio más similar, por ejemplo: ustedes se acuerdan cuando en El Salvador el Frente Farabundo Martí tenía empatada la guerra con la derecha y que en medio de ese empate militar, en medio de ese empate de doble poder se les ocurrió constituir el Bloque Popular Revolucionario, una orga-nización de masas altamente politizada, independiente del Frente Farabundo Martí y que a punto estuvo de desempatar la guerra y librar muchos favores en esa confrontación.

Una cosa así, creo yo, es que debemos pensar, por lo menos para el caso ecuatoriano, en la construcción de la organización social que como les repito, estaba en crisis, y no es que existían organizaciones sociales que las estába-mos excluyendo nosotros, en realidad lo que había era una profunda crisis en la organización social, en la cual además, hay que darle salida, yo creo que esa salida no puede ser la de integrarles a la Alianza País, sino permitir su autono-mía, y quizás pensar en la conformación de algo así como lo que se experimentó en El Salvador en la guerra.

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Nosotros queremos hacer la separación drástica de la construcción de la organización política, para que la organización política sea la representación legítima de la ciudadanía ecuatoriana, de esa mayoría que queremos el cambio en Ecuador, le hemos dicho al presidente: si tu le llamas a un gobernador a pedir cuentas de cómo está su provincia, irremediablemente te va a decir: sí, todo está muy bien, que te adoran a ti y lo adoran a él, eso no es lo que necesita-mos, porque así es como los gobiernos se separan del pueblo, hemos planteado que lo que necesitamos es una organización política que se legitime perma-nentemente frente a la ciudadanía, esa es la diferencia que nosotros queremos plantearnos con los viejos partidos políticos de izquierda y centro derecha que existieron en Ecuador hasta ahora.

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La Rusia Soviética o de la Revolución a la Dictadura

Joern SchuetrumpfDirector gerente de la editorial Karl-Dietz Verlag, Berlín.

Fundación Rosa Luxemburgo – Alemania.Alemania

En febrero de 1917 estalló la revolución en la Rusia zarista. Dos años y medio de guerra mundial habían producido en el país – de por si arruinado – una catástrofe a nivel económico, político y socio psicológico. Antes de esto, desde el año 1905 al 1907, se había dado una primera revolución, pero que después de alcanzar éxitos iniciales, sufrió una derrota. Los problemas del país, empezando por el tema de la tierra, seguían sin solución.

Rusia era un país agrario, más del 90 por ciento de la población vivía en el campo, en gran parte como campesinos sin la propiedad de la tierra. A pesar de que la esclavitud había sido abolida oficialmente en el año 1861, las condicio-nes todavía eran semibárbaras: una pobreza increíble, analfabetismo, y sobre ello, una clase dominante que asumía de manera desenfrenada una variedad de triquiñuelas y arbitrariedades como su privilegio; todo esto sostenido por un estado policíaco que sometía a la sociedad con una burocracia ineficiente y con gran brutalidad.

A esto hay que añadir que Rusia era un reino colonialista – durante siglos los Zares habían sometido un pueblo vecino tras el otro y anexado a su reino – un típico ejemplo de colonización interna. Rusia no necesitaba colonias de ultramar, tenía las colonias en el propio país. La industria solo estaba desarro-llada en algunas regiones occidentales. De los 130 millones habitantes eran, en el mejor de los casos, dos millones de trabajadores de la industria.

Que en este país con un pequeño proletariado concentrado solamente en pocos puntos, los bolcheviques alrededor de Lenin y Trotsky hubieran logrado tomar el poder, se debe a la incapacidad del primer gobierno revolucionario de acabar la guerra y solucionar el problema de la tierra.

Desde el punto de vista de los bolcheviques, la Revolución Rusa se trataba de una revolución de apertura que diera lugar a un ciclo de revoluciones, es

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decir del comienzo de la eliminación mundial del sistema de producción capi-talista, del inicio de una revolución mundial con la que se debía introducir un sistema de producción dirigido a las necesidades de los productores.

A diferencia de lo postulado en la teoría, después de haber perdido las elec-ciones parlamentarias y después de la caída del gobierno de Kerenski, los pocos bolcheviques no se dirigieron únicamente a los trabajadores y su movimiento, sino sobre todo a un movimiento revolucionario de soldados, cuyos miembros eran reclutados del campesinado.

León Trotsky tomó la iniciativa y creó un nuevo poder militar, entregado a los bolcheviques: el Ejército Rojo. Mediante este ejército los bolcheviques le otorgaron un marco existencial duradero al movimiento de los soldados. Además del aparato del partido estalinista y de la Policía Política y a pesar de la eliminación casi absoluta de su directiva en el año 1938, este ejército siguió siendo la base decisiva, tanto social como política, del dominio de los bolchevi-ques hasta el año 1991.

Con el objetivo de ganar la guerra civil (1918 – 1920) los bolcheviques usaban todos los medios para el ejército, exigiéndole de esta manera – y en el marco de la postulación de un comunismo de guerra – todos los sacrificios a la población civil, sobre todo al proletariado citadino de la industria. Siempre es fácil hacerle pagar a otros el precio de los propios proyectos: democracia en nombre de la oz y el martillo.

Esta relación instrumental “con la población tomada” se convirtió en la característica principal del comunismo soviético, sin importar hacia dónde fuera exportado. A partir del año 1989 la población afectada pasó la factura, sin embargo esto sucedió de manera muy moderada en las revoluciones en gran parte pacíficas, pues, excepto en la RDA (República Democrática de Alema-nia), las armas se mantuvieron en las manos de la clase dominante – hasta hoy.

Al final de la guerra civil, que la revolución pudo terminar de manera victo-riosa, comenzaron difíciles conflictos: En muchos lugares el campesinado se sublevó contra los bolcheviques porque no quería seguir entregando su cose-cha de cereales de manera gratuita. También los trabajadores, sobre todo los grupos revolucionarios de Kronstadt, se sublevaron en febrero del 1921 contra la dictadura unipartidista de los bolcheviques.

Al inicio los bolcheviques eliminaron a todos los posibles originales compañeros de alianza, como los Socialistas Revolucionarios de izquierda y los anarquistas con el objetivo de defender la revolución, luego con el propósito de

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mantenerse en el poder. Después, con la represión de la insurrección de Krons-tadt, los bolcheviques también se alejaron del protagonista del la dictadura del proletariado – los trabajadores.

Luego de que los bolcheviques habían eliminado a aquellos trabajadores que perseguían los intereses del proletariado y no los intereses de poder, hecho que le convenía al Ejército Rojo, pasaron a una “nueva política económica” la cual era según su esencia una política bonapartista. El primero que había utili-zado una política bonapartista (y por quien de hecho fue nombrada de esta manera) fue Napoleón Bonaparte en 1799, 120 años antes de los bolcheviques.

La burguesía francesa que anteriormente había sido victoriosa, estaba tan debilitada al final de la revolución que a pesar de su triunfo no fue capaz de esta-bilizar y ampliar las condiciones burguesas–capitalistas logradas. La política bonapartista es una política que está “por encima de la clases” y que se emplea durante y después de las revoluciones con el objetivo de asegurar los resultados de la revolución, ya sea realmente o solo en apariencia. Después de Napoleón Bonaparte también su sobrino Napoleón III en 1849 y en Alemania Bismarck en 1863 en la “revolución desde arriba” empleó políticas bonapartistas.

La semilla de la política bonapartista de los bolcheviques entre 1921 y 1927 consistía por una parte en el sometimiento político de los trabajadores y por otra parte en concesiones hechas a la burguesía del campo y de la ciudad, así como al capital extranjero, es decir a los adversarios y enemigos de ayer. Ya que en 1918 y 1919 Alemania, Austria y Hungría también fallaron las revolucio-nes, finalmente se puede considerar como fallida la revolución de octubre como de apertura de un ciclo internacional de revoluciones socialistas. Los bolche-viques tenían la esperanza de no tener que dar por perdida esta revolución de apertura y poder resistir hasta una nueva revolución en Europa mediante sus políticas bonapartistas.

La nueva política económica era como un aquelarre de una sociedad no organizada en la revolución y se convirtió en la partera de la Rusia Soviética que se encontraba en formación: por un lado los trabajadores y por el otro lado los millones y millones de nuevos terratenientes rápidamente denunciados como beneficiarios de la nueva política económica como la nueva burguesía. La única diferencia significativa con las sociedades burguesas-capitalistas de occidente era la clase dominante: el ejército, el aparato de partido y la Policía Política en ese momento se formaban como la real base social, denominada más tarde como “la nueva clase” por Milovan Djilas.

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Ningún miembro del mando de los bolcheviques había planeado transfor-mar el propio partido, que al menos había representado una parte del proleta-riado, en un partido de estado y de esta manera en el brazo político de la clase dominante formada por el ejército, el aparato de partido y de estado, la policía política, etc. Este desarrollo no fue “ejercido”, se instalo detrás de las espaldas de los actores, como resultado de una revolución de tipo blanquista que al prin-cipio llevó al mando de la vanguardia y luego, de manera inevitable al mando de “los aparatos”. Pues el partido puede mantenerse en el poder por un tiempo como vanguardia mediante el entusiasmo de la agitación o mediante el terror, pero el terror no lo puede racionalizar y por lo tanto tampoco lo puede admi-nistrar, eso solo lo puede lograr una administración profesional. Los años entre 1921 y 1938 consistieron precisamente en esta transición.

Con el caso de Kronstadt los bolcheviques ya habían realizado su propio 18 Brumario y se habían seguido así mismos hacia la hegemonía. Para entender esto hay que comprender que en cualquier revolución “madura” que se desa-rrolle completamente, el mando, es decir la hegemonía, no puede ser ejercida permanentemente por un solo grupo, por una sola fracción, sino que la hege-monía “migra”. Es por esto que se habla de una sucesión de la hegemonía de las diferentes fracciones. En las revoluciones “maduras” (la revolución inglesa del siglo XVII y la gran revolución de francesa de 1789) las reivindicaciones se radicalizaron como resultado de la presión de movimientos populares – reivin-dicaciones desde la libertad y la protección de la propiedad privada hasta la participación democrática en el acontecer político y la igualdad social.

En el marco de esta radicalización la burguesía con propiedad que “marchaba con el impulso de la revolución” era desplazada por fracciones de la burguesía cada vez más radical–demócratas, cada nueva fracción tenía exigen-cias que para la anterior eran muy radicales. La revolución francesa cambió en 1793 y 1794 hacia el terror de la dictadura Jacobina.

Después de la caída de la dictadura Jacobina comenzó la fase de decaden-cia de la revolución, en 1799 la fase bonapartista y en 1815 la restauración. “Para que la burguesía cosechara al menos aquellos frutos que en ese momento estaban maduros, fue necesario que la revolución fuera mucho más allá de la meta – exactamente como en 1793 en Francia y en 1848 en Alemania. (…) A esta desmedida acción revolucionaria siguió la reacción inevitable”. (Friedrich Engels, MEW 22, S. 301).

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Después de la victoria en la Guerra civil y la muerte lenta de Lenin, los bolcheviques comenzaron a temerle a León Trotsky, el encargado del poder militar. Crecía el convencimiento de que Trotsky era el próximo Bonaparte. La ironía de la historia consiste en que por temor al Bonaparte que todos creían haber reconocido en Trotsky, en la fase decadente de la revolución los bolchevi-ques encabezaron la “nueva política económica” convirtiéndose así mismos en bonapartistas, algo que nunca quisieron ser.

La evitada sucesión de la hegemonía de las diferentes fracciones en la fase decadente de la revolución que comenzó en la revolución de octubre después de la victoria en la guerra civil, es lo llamativo del mando de los bolcheviques: Habían entrado a la revolución como la fracción más izquierdista, habían tomado el poder en octubre del 1917 junto con los Socialistas Revolucionarios de izquierda y luego de la eliminación de estos habían sabido mantenerse en el poder en la fase decadente de la revolución; a cambio de tomar la solución de tareas que poco tenían que ver con su programa político original.

Es decir, se puede afirmar que se seguían constantemente a sí mismos, hasta 1927 cuando la revolución desembocó en la restauración estalinista, en la que se intentó engendrar una sociedad “socialista” con ayuda de desenfrenadas medidas de estado – un producto artificial imposible de desarrollar, al fin y al cabo inhumano. Los revolucionarios rusos estaban convencidos de que la revo-lución era la única solución para vencer la miseria terrenal. Perseguían ilusio-nes heroicas pensando que en principio estarían por el camino correcto con su dirección de vanguardia y que solo algunas de las condiciones externas estarían inseguras. No podían permitir la idea de que los medios empleados por ellos – una dictadura de una minoría sobre una mayoría con todas las consecuencias inevitables que esto conlleva – se hundieran sin ningún tipo de alternativa. En vez de esto pensaban que ya se iban a encontrar las soluciones en el socialismo nacido de la revolución.

Además de esto creían haber pasado el portón que lleva hacia el nuevo mundo y sin entender que hasta el supuesto portón hacia el cielo al fin y al cabo solo llevaba al infierno y que el portón hacia el cielo solo es un invento católico para la dominación de los cristianos, no querían volver nunca más a la “miseria terrenal”. Aquí tenemos uno de los motivos más fuertes que hizo que hasta 1989 las personas en casi todos los países de socialismo de estado se comprometieran con este tipo de socialismo – algo simpático pero en parte con terribles consecuencias.

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Al mismo tiempo los revolucionarios rusos eran conscientes de su debili-dad que hacía imposible que la revolución se siguiera llevando hacia la dirección del socialismo. Ellos estaban claros de que un enfrentamiento abierto de las fuerzas iba a llevar inmediatamente a su caída. Después del asesinato de Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Leo Jogiches, la cabeza del Partido Comu-nista de Alemania, Paul Levi fue el primero que advirtió que los bolcheviques obtuvieron el mando cambiando su carácter social. Los bolcheviques lograron esto porque en el verano de 1918 interrumpieron la sucesión del mando de las diferentes fracciones, con el precio de que a partir de 1921 no pudieron evitar tener que solucionar las tareas de sus sucesores “impedidos” – impedidos por los mismos bolcheviques.

De este dilema eran conscientes al menos los líderes de la revolución, pues a diferencia de sus sucesores, que debían establecer su poder sobre los huesos destruidos de estos líderes, estos eran muy cultos y sabían qué estaba suce-diendo con su revolución. Ellos lo veían y sin embargo no lo podían cambiar. La alternativa no era: ¿socialismo o capitalismo? La alternativa era desatar el capitalismo o desatar el estado, lo que pronto se vio que bajo las condiciones rusas significaba: capitalismo o barbarie. Ese era su dilema.

El poder soviético desarraigado de su base social y arraigándose nueva-mente, al principio se movía con relativo éxito entre y por encima de las clases. Sin embargo en 1927 el margen de acción de los bonapartistas se había agotado: Las condiciones socioeconómicas y con ellas las fuerzas de clase burguesas se habían desarrollado tan violentamente que Rusia presentaba todas las condi-ciones necesarias para pasar a ser un país emergente capitalista.

Hasta este punto todo en esta revolución, que había quedado sola inter-nacionalmente, había sucedido de manera “normal” y de manera entendible al menos para los contemporáneos con formación marxista: En febrero del 1917 había estallado la revolución, en una clásica sucesión del mando de las fraccio-nes, la hegemonía había migrado cada vez más hacia la izquierda, hasta que en 1918 habían sido eliminados los Socialistas Revolucionarios y los bolchevi-ques estaban solos, como hegemonía en una guerra civil en la que no sucedía que un proletariado defendiera la industria destruida, sino – como en 1792 en Francia – un campesinado que había adquirido propiedad se defendía contra los sangrientos señores de ayer y contra sus verdugos.

Después de la victoria la revolución había entrado en su fase decadente. El péndulo que antes había realizado un gran movimiento hacia la izquierda

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se había devuelto moviéndose hacia un desarrollo rumbo a una sociedad burguesa-capitalista – bajo el mando de los bolcheviques.

El partido comunista chino intenta desde los años ochenta cabalgar el caballo de rodeo “capitalismo” sin que este lo derribe. Para evitar esto hasta ahora no ha temido ninguna “adaptación”. A pesar de que las reflexiones de Nikolai Bucharin indicaban esta dirección, para los revolucionarios rusos de los años veinte este camino estaba cerrado. Su revolución había alcanzado el máximo de lo alcanzable. Había acabado de manera aplicada con la vieja Rusia semibárbara – con métodos que había exigido la dureza del conflicto, méto-dos que comparados con la dictadura Jacobina dejaban a esta como una fiesta popular.

Pero precisamente su revolución había desatado un capitalismo que en realidad habían querido eliminar en el marco de una revolución mundial. Cuando en 1927 y 1928 el secretario general del Partido Comunista Soviético se impuso aparentemente como el dictador ilimitado, parecía que las leyes de las revoluciones hubieran sido anuladas: A la revolución de 1917 le siguió una autodenominada “segunda revolución”- la revolución de la guardia estalinista.

La realidad era menos “sagrada” pero fue reprimida por los seguidores de la revolución de 1917 por motivos sin duda honorables: Con ayuda de las “nuevas clases” era sometida la sociedad y de esta manera se cerró la riesgosa fase bonapartista. En vez del modo de producción capitalista y una sociedad quizás burguesa con el estado de derecho correspondiente, se desató en el 1927 y 1928 el estado.

En nombre del poder de los trabajadores y campesinos se estableció un régimen totalitario que buscaba crear mediante el asesinato una sociedad sin clases incapaz de oponer resistencia y que de ninguna manera era benévolo con la “nueva clase” sino que la destruía preferentemente.

Bajo la solución de “socialismo en un solo país” se estableció un sistema de izquierda extremista que mediante el terror organizaba sistemáticamente una sociedad igualitaria y en la misma medida incapaz de rendir cualquier tipo de resistencia: Primero la esclavización y en el peor caso el asesinato de los beneficiarios de la nueva política económica y del campesinado (en Ucrania fueron millones los que se dejó morir de hambre), después del sometimiento definitivo entre 1917 y 1921 de la clase que inicialmente y solo por un corto lapso de tiempo fue la clase al mando, y que de por sí es la clase que vive en las peores condiciones – los trabajadores.

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Después le tocó el turno a la guardia de la revolución y finalmente a todos los que no podían esconder su individualidad incluyendo a la Señora Molo-tova, la esposa de uno de los peores asesinos múltiples, el ministro de exterior y cómplice de Stalin, Molotov. Todas las relaciones sociales que se basaban en la confianza fueron destruidas intencionalmente.

Surgió una sociedad en igualdad pero en igualdad sin libertad, con miedo, sin nexos reales – al fin y al cabo una “antisociedad” que carecía de todas las consignas de una sociedad civil empezando por las libertades políticas, prote-gida por un estado de derecho. Así reinaban las medidas de estado de manera totalmente desenfrenada. Los que crecían después de los asesinados, “limpios” de toda la vida hasta ahora, debían ser los “nuevos hombres”, sin dar lugar a pesar por los “viejos hombres”.

El mando estalinista intentaba engañar al funcionamiento de la sociedad moderna y sus leyes anulándolo aparentemente y dictando una nueva ley. La revolución había abandonado su cauce, el agua ahora debía correr subiendo la montaña; al fin y al cabo fue el intento de ser Dios.

El “socialismo en un solo país” funcionaba únicamente como el “socialismo de los patíbulos” tomando una denominación de Albert Camus. La elimina-ción de todas las características de clase eliminando a sus miembros ya sea mediante la “Dirección General de Campos de Trabajo” o mediante la ejecu-ción, se convirtió en la condición básica del mando.

No se dio la emancipación de la “existencia en clase” y del “mando de clase” como lo habían imaginado Carlos Marx, Rosa Luxemburgo y hasta cierto grado Lenin, la sociedad se sustituyó por un “arriba y abajo” o hasta quizás mejor dicho por un “adentro y afuera” entre los cuales el individuo podía ser cambiado arbitrariamente, hoy guardia mañana esclavo, hoy esclavo mañana general, ayer jefe de la Policía Política y mañana torturado. Los roles eran inter-cambiables e intercambiados.

Inexistencia de clases pero no como resultado de grandes conflictos, sino como resultado de la acción de un estado policíaco omnipresente, que como “principal instrumento de la clase al mando” supuestamente “creaba” una socie-dad socialista; y “clase al mando” no se refiere a la siempre pospuesta clase de los trabajadores, sino a la clase que en realidad estaba al mando: la “nueva clase” de la burocracia de partido y de estado.

La sociedad tenía que ser “creada” porque una sociedad que justificara la etiqueta de “socialista”, no podía desarrollarse bajo las condiciones existentes.

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Solo se podía desarrollar un modo de producción capitalista, y además un modo de producción capitalista en una forma muy cruda. Pero se trataba de impedir precisamente este modo de producción con todos sus avances para la sociedad – mediante la creación de una economía de estado y la represión del estado de derecho y del estado civil, como los que habían sido reivindicados al menos como garante de los derechos de libertad individuales en las revolu-ciones del siglo XVIII. El estado se creó una base, y no fueron las bases las que crearon un estado. El estado como creador – como Dios, siendo que siempre solo puede ser un diablo.

¿Hubiera podido ser reformado un sistema como este? Y si esto es afirma-tivo, ¿hasta qué punto? Muchos de mis amigos y también yo mismo tuvimos en los años ochenta por un tiempo la idea de que el socialismo realmente existente tenía un futuro, que además de la libertad social que de verdad existía en la RDA, podía existir la libertad política y que ambas podían unirse de manera productiva y humana.

Nuestra meta no era un socialismo con rostro humano, sino un socialismo con esencia humana; el rostro humano se hubiera desarrollado por sí mismo. Lo que no entendíamos, lo que no queríamos y podíamos entender para si quiera poder actuar, era que el potencial para reformar ya se había agotado hace mucho tiempo. Después de la muerte de Stalin y del derrocamiento de sus grupos, Nikita Jruschov en la Unión Soviética, Wladislaw Gomulka en Polo-nia, Janos Kádár en Hungría y Walter Ulbricht en la RDA no vacilaron en reformar el “socialismo de los patíbulos”.

Con la transición hacia una dictadura autoritaria comenzó una retirada más o menos organizada, pues todos los enemigos habían sido derrotados y aún así no se había ganado nada excepto una potencia mundial, que sin embargo no había sido la meta de la revolución. Que el camino de una dictadura autorita-ria hacia un socialismo con esencia humana no prosiguiera, tuvo poco que ver con el autoritario, colérico Jruschov y con sus tendencias hacia el complejo de grandeza.

La eliminación de todas las libertades políticas ya desde el inicio de la revo-lución rusa, había producido estructuras que solo hubieran podido funcionar manteniendo eliminadas estas libertades políticas. La falta de libertad política estaba profundamente arraigada en el socialismo realmente existente. Cual-quier intento de eliminar esta falta de libertad no solo tenía que arrasar con las estructuras, sino con todo el sistema.

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Mientras tanto se hablaba en este contexto de “déficits estructurales” – un eufemismo. Estas estructuras no tenían déficits, los déficits eran una parte constituyente sin la que no funcionaba nada. Con los largos años entre 1953 y 1989/91 culminó la fase decadente de la revolución de 1917 en la que se prepa-raban los herederos de los tantos bolcheviques asesinados para su nuevo rol en el desatado capitalismo ruso. Y una vez más se siguieron a sí mismos.

Gorbachov hizo muchas tonterías tanto políticas como no políticas y por tanto tiene responsabilidad sobre la forma del capitalismo ruso de hoy en día. Sin embargo se estaría culpando por algo que hubiera sido imposible para seres menos simples, el responsabilizarlo a él por el capitalismo ruso en sí. Debido a la adhesión de Alemania Oriental a la República Federal, a diferencia que en la Unión Soviética y en los otros países del bloque socialista, no sufrimos la “transformación” de los burócratas políticos en los todo dominantes capi-talistas de Manchester, a pesar de que muchos no tardaron en introducirse en todos las aperturas del nuevo sistema. Otros, ante el desatamiento del neolibe-ralismo, extrañan más que nunca el estado social RDA y se esfuerzan en olvidar el precio que exigía este estado social – la represión de las libertades políticas.

Y por ultimo también hay algunos quienes tercamente siguen soñando con una sociedad, en la que la libertad social y la libertad política se requieren mutuamente, sin embargo esta especie de políticos – frecuentemente denun-ciados como ideólogos – parece estarse extinguiendo.

Nikita Jruschov y los otros dirigentes del bloque socialista reformaron después de 1953 lo que les fue posible. Esto sigue siendo merito de Jruchov – a pesar de que se dice que en el trato personal era una persona muy burda – mien-tras que Stalin podía ser muy amable.

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Movimientos Indígenas y Estado Plurinacional

Ricardo Ulcuango Embajador de Ecuador en Bolivia.

Ecuador

La situación geopolítica en la región en los últimos años permite soñar con cambios, al menos en la región, lo cierto es que en la década de los 80 con mayor fuerza, los Estados y los gobiernos se empiezan a tambalear y la crisis econó-mica y política empieza a aumentar. El resultado es que las caídas de gobiernos como Brasil, Perú, Argentina, Bolivia y tal vez mucho más en el Ecuador son precisamente porque las políticas que se venían implementando no dieron las respuestas y fue un desatino de la derecha llevar a una crisis política y econó-mica a toda la región… ¡que política ¿no?!

Para lograr esto evidentemente habrían reformas constitucionales y esas reformas, dentro del marco político, estaban destinadas cada vez más para que los Estados no pudiesen controlar, ni tomar ninguna acción y eso eviden-temente entregándose a las transnacionales, eso es lo que llevo a una crisis político-económica en la región, por eso también es que nuestros países han sufrido una perdida casi absoluta de la soberanía política y económica.

Para algunos de nuestros países y sus luchas, específicamente en el caso ecuatoriano, los sindicatos eran fuertes pero las respuestas fueron sectorizadas y eso también crea una crisis del sindicalismo y en el año 90 el movimiento indígena ecuatoriano sale a las calles a decir “estamos presentes”; tal vez fue a partir de ese año que el movimiento indígena pasa a ser un factor político muy importante.

Sin ser un movimiento electoralista, con planteamientos de cuestiona-miento a la estructura política del Estado, hasta este momento vigente, una estructura de Estado excluyente, de imposición, que defiende solamente los intereses económicos de un pequeño grupo en desmedro de la gran mayoría en el caso ecuatoriano, por eso es que el movimiento indígena irrumpe en la escena nacional.

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Obviamente por sus propias reivindicaciones: la lucha por la tierra, la educación, por la salud, la lucha contra el racismo, inclusive a partir del año 90 el movimiento indígena en alianza con otros sectores pasa a ser defensor de las clases pobres del país y como era la tradición, todos los gobiernos que entraban, primero, fueron aplicando las medidas económicas, el incremento del precio de los combustibles, más impuestos, hasta el punto que el movimiento indígena ecuatoriano tuvo que enfrentarse al Estado en contra de esas políticas.

Pero es importante decirles también que el movimiento indígena desde la década de los 90 se ha ido realizando planteamientos de carácter político, además del reconocimiento de las tierras, de la educación y cuestionando muy seriamente a la estructura del Estado y diciendo que este Estado no da más, que ha tocado techo y que no responde a las necesidades reales de los ecuatoria-nos, y, es más, que estaba actuando excluyente, que fue un Estado construido a espaldas de las propias comunidades indígenas, a pesar de que históricamente somos quienes hemos vivido allí, pero obviamente con la conquista, la colonia y todo eso, llegaron y construyeron ese Estado que no es propio de aquí, un Estado europeo.

Nuestros líderes como Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango y otros, previo a la lucha de los 90, a través de la Federación Ecuatoriana de Indíge-nas, una organización muy importante en ese entonces, se enfrentaron con los hacendados y ello permitió ir fortaleciendo la organización.

En el año 37, en el Ecuador, se aprobó una Ley de comunas, pero de pronto esa ley fue aprobada para poder controlar desde el Estado a las comunidades, para no permitir el avance organizativo y la autonomía, por cierto, en gran medida es también una lucha de nuestros líderes, pero a veces es contradictorio conquistarlos o controlarlos a través de esa ley, pero eso ciertamente también nos permitió ir construyendo las comunidades territoriales, al menos en el caso del movimiento indígena que tienen que tener una organización territorial, en donde convergemos todos los miembros de la comunidad. Tratamos de imple-mentar autónomamente los gobiernos regionales y centrales, que varias veces han querido intervenirnos, fraccionarnos y no permitir que avancemos.

Aún así seguimos avanzando con las organizaciones comunales y ahora estamos hablando como pueblos y nacionalidades, que es mucho más grande, pero en todo ese proceso, nosotros debemos reconocer el papel que ha jugado el sindicalismo y una parte de la iglesia católica progresista, todo ese proceso ha sido importante para el fortalecimiento de la construcción de la organización

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antes que ECUARUNARI a nivel de la región andina y luego vino la consti-tución de la Confederación de Naciones Indígenas del Ecuador (CONAIE), a partir del año 90 luego del análisis (desde el año 80 al 86 permite integrarnos las nacionalidades y los pueblos indígenas de la costa, de la sierra, de la amazonía y construir la confederación de nacionalidades indígenas) esa organización ha ido logrando espacios, inclusive, sin tener la representación política y la institu-cionalidad, a base de luchas, de resistencias, pero también con propuestas.

Se han ido logrando los Derechos como educación, la salud, y el recono-cimiento político de la sociedad a los pueblos indígenas, que es mucho más importante, pero a partir del año 90 también se construye el proyecto político del Estado plurinacional. Como el Estado actual vigente ya no da más, hay una crisis, los pueblos indígenas proponemos como una alternativa, la cons-trucción del Estado plurinacional y obviamente también el reconocimiento jurídico, político, junto al social, de las nacionalidades y los pueblos indígenas que coexistimos en el país. Esa propuesta no fue bien vista por los sectores de la izquierda, peor por los de la derecha, inclusive con el planteamiento de la Asamblea Nacional Constituyente que nosotros propusimos en el año 90-91, nos decían que no, los indios están locos, eso no se puede realizar, ¿cómo es posible que se atrevan a plantear la Asamblea Nacional Constituyente?

Bueno, todos esos planteamientos, esas luchas que se han ido dando, se concretaron en gran medida en nuestro país, el presidente Sixto Durán fue uno de los que más aplicó la política neoliberal, es quien la empieza a aplicar con mayor fuerza, claro, no duró mucho, en el año 96 se elige al presidente Bucaram, no duró mucho tampoco, en eso evidentemente el movimiento indí-gena, el sector sindical y otros sectores jugaron un papel muy importante para derrocarlos. Luego viene también la caída de Mahuad, obviamente también el movimiento indígena tuvo un papel importante en el derrocamiento del presidente Mahuad, pues ciertamente en esa década, para la derecha claro, fue una década de pérdidas, pero para nosotros, los pueblos indígenas y para los sectores sociales, fue una década ganada, pues nos permitió ir perfeccionando los planteamientos y sus resultados, no sólo del movimiento indígena sino de los otros sectores sociales, de los trabajadores.

Todos estos planteamientos convergen en una propuesta del actual presi-dente Rafael Correa. Por otro lado, también es importante que al movimiento indígena le sirva participar electoralmente en el año 96. Obviamente había divergencias al interior del movimiento indígena, unos decían que sí, otros

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decían que no, pero, habría que ver los resultados, yo personalmente, no estoy en contra de la institucionalidad, pero hay que redefinir a la institucionali-dad del Estado. Nosotros también hemos tenido como movimiento político, no necesariamente del brazo político sólo de la ECUARUNARI donde se convergían grandes sectores del país a través de ese movimiento, participamos autoridades, alcaldes, prefectos. Nuestras intenciones son ir mucho más allá, que verdaderamente podamos reformar el carácter del Estado, empezando desde abajo, hacia lo nacional, pero eso no ha progresado, nuestras autoridades tuvieron que acomodarnos en esa estructura, llevándonos hacia adelante en ese mismo modelo y en algunos casos, por ejemplo, se han ido sosteniendo nues-tros representantes en los cargos y en otros casos no se ha logrado, yo mismo fui diputado.

Tal vez al estar en la minoría no se logra hacer mayor cosa o casi nada en el Congreso Nacional, pero nuestro objetivo no era sólo pasar electoralmente, no era ese el fin, nuestra idea fue poder luchar a nivel institucional, pero también acompañados a nivel extra institucional, aunque nunca logramos acompaña-miento a nivel de esta institución, porque se confía todo a nuestras autoridades electas. Tal vez ese fue nuestro error, confiamos a nuestros alcaldes, diputados, prefectos, para llevar una reforma titular, imposible, nosotros nunca logramos movilizarnos para ser un verdadero partido.

Esos son errores que todos estamos analizando, si el pueblo no esta movili-zado no habrán cambios a no ser que yo me equivoque, porque las autoridades están encargadas supuestamente para hacer cambios, tal vez de pronto hemos logrado cambio de actores y nada más; inclusive, nosotros decimos cuando elegimos a una autoridad de los indígenas: ahí están gobernando los indígenas, o como también he escuchado: el pueblo está en el poder, lo cual eso no es tan cierto, es una persona y esa persona por más que tenga buenas intenciones no puede modificar el Status Quo enraizado por cientos de años.

No estoy censurando, pero estoy diciendo la realidad en mi país hoy, es que también nuestro interés como movimiento indígena es uno de los aspec-tos fundamentales, al menos hasta el año 90, llegando hasta el 96, nosotros como CONAIE siempre mantuvimos una independencia total de los partidos políticos y de los gobiernos, pero a raíz de la participación electoral del año 96 como que eso no gusta.

Nosotros con mucho entusiasmo llevamos adelante la alianza, por ejem-plo, primero para reventar al gobierno de Mahuad, con un grupo de coroneles

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encabezado por el coronel Lucio Gutiérrez que también nos llevó a hacer una alianza electoral, por cierto en su mayoría los indígenas estaban de acuerdo porque siempre habían discrepancias, los mismos que ahora nos acusan de que el Pachakutik es sólo de los indígenas están porque los llevamos allá, los mismos que están actualmente en el gobierno.

Tal vez de pronto incurrimos en errores de conducción pero jamás en el movimiento indígena hemos estado peleando para que sólo los indígenas podamos estar, de ninguna manera, por eso nuestro interés de que la lucha continuará, pues realmente debemos ir planteando la construcción de un Estado plurinacional, no solamente para que se nos reconozca como un adorno o como un florero, no, es un cambio profundo de revolución, de revoluciona-rios, del carácter del Estado, trasladando el tema económico, político, social, es mucho más, tal vez plantearlo de una manera distinta, para no decir revolución, aunque también estamos planteando la revolución con ese argumento.

En gran medida en el año 98 algo nos reconoció, en el 2008 en la Cons-titución vigente no nos reconocen, luego de una pelea, siempre al interior del gobierno hay un sector que nos apoyaba pero hay otros que no, inclusive, otras organizaciones de indígenas nos negaron, los evangélicos tal vez es la organización que está más enraizada con la estructura sindical, nos negaron, pero no tenían argumentos suficientes luego de una discusión, del dialogo, se logro introducir ahora en la nueva Constitución “el Ecuador es un Estado plurinacional”.

Hay otro de los aspectos que no vale la pena dejarlos, tal vez la interpreta-ción se puede entender de distintas maneras, nuestra Constitución, desde que entró en nuestra vida republicana muestra la palabra unitaria, ese término está, a veces no permite ampliar la diversidad que existe, claro, ese es un concepto de la derecha, que siguen manteniendo a todo lugar precisamente para seguir sosteniendo el estatus quo entre ellos.

Ahora bien, las organizaciones comunales o las organizaciones sindicales de la sociedad civil no deberían mantener la línea del status, es más, no deberían estar sujetos a lo que diga el status, deben tener la autonomía suficiente para poder fortalecer la organización comunal, llámese sindicato, mujeres o jóvenes porque solo así se pueden llevar autónomamente adelante los planteamientos, para que se logre construir un verdadero cambio en el país.

Pero aquí tenemos discrepancias con nuestro gobierno, la administración de justicia, no sólo con el gobierno, con el status quo, por ejemplo, solo voy a

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citar un caso: las comunidades indígenas han venido administrando autóno-mamente la justicia habitualmente y en la Constitución vigente también se nos permite, pero nos dicen no pueden administrar justicia, por ello decidi-mos hacer una consulta a la Corte Constitucional, ésta a su vez nos dicen de nuevo no, pedimos ver que dice el presidente de la Corte Provincial, pero ésta tampoco permite el desarrollo autónomo de nuestra administración de justicia, entonces, hay una gran pelea en este momento, incluso hay fiscalías indígenas que se oponen a que las comunidades administren justicia ¡ ellos siendo fisca-lías de asuntos indígenas!

Estos son los aspectos en los que el Estado quiere seguir interviniendo en todo, pero también debo reconocer que en el año 98 cuando logramos tener diputados indígenas en algunos departamentos, todo el mundo quería hacer leyes de todo, no resultó porque al hacer una ley estas limitando todas las iniciativas que pueda tener cada una de las nacionalidades y pueblos, tenemos contradicciones a nivel de las leyes. Ésta es la realidad de nuestro país y por esto es importante analizar con mucho detenimiento si se hace o no una ley, ¿para qué sirve esa ley?, ¿realmente nos permite la facilidad para el proceso que nosotros queremos?

Conclusiones

Cierto es que por más que tengamos un gobierno como el del Presidente Chávez, el Presidente Evo Morales, en el caso del Ecuador el gobierno de Rafael Correa, si las organizaciones de la sociedad civil no están organizadas, no necesariamente desde el Estado, si no están plenamente organizadas a lo mejor no se dará el cambio.

En el caso ecuatoriano, que se ha llegado a redistribuir la cuestión econó-mica a través de bonos de la pobreza, bonos de la vivienda, a través de otros mecanismos, cierto es que están llegando algo de recursos. Pero esa es una política de Correa, no es una política de Estado, para que sea de Estado si no se redefine la estructura a lo mejor eso sólo es una buena intención del presi-dente Correa, de pronto viene otro gobierno y ya no se redistribuye igual, por lo que es importante al menos es lo que nosotros consideramos, que a través del Estado, los alcaldes, los prefectos, deberían tener facilidad para organizar a

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la sociedad civil, lo que no quiere decir que debemos controlarlos, entonces, a mi me parece, que es fundamental analizar estos temas a nivel de comunidades indígenas.

¿Cómo hemos avanzado a través de nuestras instituciones?, ¿que es la Minga ?, que es una institución vieja pero que hasta ahora viene enmarcada, metida en cada uno de nosotros para el adelanto de la infraestructura, en la organización misma, la solidaridad que todavía existe, es más, a veces nuestras comunidades no dependen de los partidos políticos, ni de los movimientos, son autónomos a cualquier autoridad municipal, regionalmente exigen nues-tros derechos, por eso creo que también además de exigir tenemos que hacer planteamientos.

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ANEXOS

Intervención del Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, en la Inauguración del VI Foro Internacional de

Filosofía de Venezuela

Fuente: adital.org.br

En este congreso internacional de filosofía, titulado Estado, revolución y construcción de hegemonía nada más pertinente que hablar de Estado; cuando me llegó la invitación me vino a la mente el libro de Lenin, El Estado y revo-lución, que no sé con qué tiempo escribió este libro porque en pleno momento revolucionario revisó a los clásicos del marxismo.

El que hoy en América Latina, Ecuador, Bolivia y Venezuela, gradual-mente en el mundo, estemos hablando de Estado, revolución y construcción hegemónica, es un título pertinente porque viene a interrogar sobre lo que está pasando en el continente, ha habido procesos políticos muy importantes, qué se entiende sobre el Estado, cómo se interpreta, qué tipo de revolución lleva-mos adelante, cuál es el contenido, cuál es el sedimento y la profundidad cultu-ral de estos procesos de cambio y su capacidad expansiva social.

La reflexión a partir de la experiencia política de Bolivia, Estado tiene que ver con el Gobierno, con la Presidencia, la Vicepresidencia y los ministros. ¿Eso es Estado?, sí, eso es Estado, pero no es únicamente eso el Estado... Tiene que ver con el trabajo de distintas instituciones del Gobierno, ministerios, dependencias, gobernaciones y alcaldías. ¿Eso es Estado?, sí, eso es Estado, pero no es únicamente eso el Estado... También tiene que ver con el ámbito

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de las instituciones legales, las cortes de justicias, los juzgados, los tribunales, con la policía, las fuerzas armadas, con el parlamento o el sistema de partidos políticos.

El Gobierno es Estado, sí, pero es mucho más que Gobierno, no asocie-mos Gobierno con Estado, el Gobierno es parte del Estado con sus institucio-nes: ámbito coercitivo legal, judicial, administrativo, institucional y cultural, sistema educativo.

Es una aproximación al concepto de Estado, un primer acercamiento sobre el Estado y sus instituciones: el poder ejecutivo, judicial, legislativo; institucio-nes que forman el primer componente del Estado. Las instituciones, en primer lugar, forman parte del Estado.

Sistema de Creencias

En segundo término, Estado es un sistema de creencias, ideas, palabras, símbolos, memorias. Es parte del Estado, por ejemplo, el conjunto de maneras como las personas recordamos quienes somos, entendemos nuestro pasado, valoramos o despreciamos a nuestros dirigentes y héroes, nuestros libertadores, esa narrativa de nuestro pasado o manera de narrar el pasado es parte del orden estatal; el régimen de enseñanza e ideas legítimas, qué se enseña en el colegio y qué no es valorado, qué es valorado en nuestras universidades y qué no es valo-rado en el aprendizaje universitario.

El Estado, a lo largo de su existencia, sedimenta, difunde en las mentes y en las almas de las personas creencias, valores, principios; moldea la formación de los niños, de los jóvenes, de la vida cotidiana, de la vida de las instituciones esquemas morales de la sociedad de lo que debería ser el futuro, el porvenir.

Esta es una dimensión más complicada, pero tanto o más decisiva que la institucional el Estado necesita ideas dirigentes, sentido común de las cosas, de lo que fue el pasado, de lo que es el presente y de lo que debe ser el porvenir.

Como ejemplo habló de la resolución y acatamiento de un ciudadano cuando transita una calle y se encuentra con la luz roja del semáforo y detiene el automóvil, no hay un cañón apuntándome, acato porque es una creencia; cuando el legislativo emite una ley tengo que cumplirla aunque no me guste.

Si no hubiera ese ámbito del Estado, creencia, del sentido común, muchas de las decisiones irían acompañada de la fuerza, se requiere de aceptación,

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tolerancia, un conjunto de esquemas mentales que nos hace comprender, acep-tar la decisión del presidente, ministros, juez.

La tercera dimensión del Estado es lo que llamaríamos la correlación de fuerzas. En cualquier institución hay grupos de personas, estructuras, grupos sociales con mayor capacidad de influencia sobre tal o cual decisión, hay otro grupo de personas que tienen menor capacidad de influencia o decisión. Es el Estado entonces una estructura de correlación de fuerzas sociales, con colecti-vos con mayor capacidad decisoria sobre otros.

Estas tres dimensiones o acercamiento sobre el Estado es una mirada de lo que entendemos por Estado, algo muy dinámico. A veces en la lectura de nues-tra formación marxista o de izquierda veíamos al Estado como una máquina o herramienta externa a la sociedad, evidentemente es una máquina porque tiene normas, procedimientos, reglas, funciones, pero también es una máquina correlacional porque hay una correlación de fuerzas previas, ha habido gente que ha hecho la norma, otro grupo ha hecho tal procedimiento, y otros han hecho las layes. No ha caído del cielo, no es algo inorgánico, es parte orgánica de la estructura y jerarquización del Estado.

El Monopolio del Estado

El Estado es Estado porque tiene el control y el monopolio de ciertas decisiones, si partimos de la concepción de Lenin, y ejerce cuatro monopolios fundamentales: la coerción legítima, la tributación, la legitimidad.

La coerción legítima fue trabajada fundamentalmente por (Carlos) Marx y Lenin: el Estado como una máquina de dominación de unas clases sobre otras. Si todas las clases o grupos tuvieran el control de la coerción legítima no habría Estado, tendríamos múltiples republiquetas, como de alguna sucedió al princi-pio de nuestro proceso de independencia.

En cuanto a la tributación Bolivia y sus empresas públicas concentran hoy 35% de la economía nacional, gracias a que hemos nacionalizado empresas y eso le ha permitido al Estado concentrar recursos por la venta petrolera, por la explotación minera, por el gas. Y esos recursos son para construir escuelas, hospitales, carreteras y universidades; si no tuviera el monopolio de los tributos no tendría recursos para inversión social.

El segundo monopolio es de la tributación social o monopolio de la legi-timidad social: está relacionada con lo que la gente cree que es correcto, válido,

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aceptable, legal, si no se tuviese ese monopolio las decisiones de los gobiernos e instituciones no se tomarían en cuenta.

El Estado tiene tres dimensiones, una institucional, un sistema de valores y de correlación de fuerzas. El Estado es un monopolizador continuo de la coerción, de la tributación, de la legitimidad social y del sentido de lo universal.

Pero hay un cuarto monopolio, estudiado por los clásicos marxistas y casi olvidado, el monopolio de la universalidad. Cuando sale una ley es para todos, no sale para unos; cuando sale una reglamentación se supone que debe ser acatada por todos. Es el monopolio de lo general y lo universal, si no tuviera esa función de disfrutar el sentido de lo universal y de lo común no tendría la legitimidad que tiene en la sociedad moderna.

La Toma del Poder

¿Por qué es importante este acercamiento al Estado de esta manera? Porque nos permite ver desde adentro esta máquina complicada, que es objeto permanente de disputa, y lo ha sido en los últimos años en América Latina.

A raíz del derrumbe de las concepciones de izquierda en los años 60, 70 y 80, surgió un debate respecto a la pertinencia de la lucha de los pueblos o los proyectos revolucionarios por la toma del poder estatal. En parte la sociedad es partícipe, directa o indirectamente del Estado, aun en las sociedades más despóticas, como entes marginados, relegados, no consultados, pero partícipes dentro de la estructura del Estado.

Hay quienes plantean que hay que dejar el Estado. Pero en el fondo esta-mos planteando, sin darnos cuenta, que esos mecanismos de incorporación subordinada y marginada se mantengan.

En lo cotidiano el Estado está presente cuando el ciudadano paga la factura de luz, envía a sus hijos a la escuela o la universidad, paga el transporte o el supermercado, y asume una ley para defender sus derechos, acata una orden judicial; y cuando se hace eso se hace Estado.

Cuando desde la izquierda salíamos a protestar y decía “cambiaremos el mundo sin tomar el poder del Estado”, lo que estábamos diciendo era que esas relaciones de dominación en la familia, en la escuela, en la universidad o en el trabajo, y ese orden de subordinación de una ley, en el parlamento, en el ejecu-tivo y en los ministerios; es decir que el mundo tiene que ver con el Estado, parte de la sociedad.

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La gran enseñanza de América Latina en los últimos 10 años es respon-der al debate filosófico de manera práctica, y ha dicho que es posible cambiar el mundo transformando el Estado, aunque no únicamente transformando el Estado se cambie el mundo porque es una visión estatista. Marginarnos de la lucha al interior del Estado, de la transformación de sus estructuras, es simple-mente renunciar a la lucha social, tener una actitud contemplativa hacia las relaciones de dominación de la sociedad, es un acto de impotencia política.

Cuándo Estamos ante una Revolución

América Latina ha comenzado a transformar el aparato del Estado, y no sólo ha modificado el ámbito de Gobierno, sino que ha habido una modifica-ción sustancial de las estructuras de decisión del Gobierno, de la participación y la presencia de los movimientos y sectores sociales en los parlamentos, muni-cipios y gobernaciones; ha habido una modificación de la estructura organiza-tiva de la policía y las fuerzas armadas, de la cultura, de las tradiciones, de los sistemas simbólicos de la sociedad. Y cuando sucede estamos entonces ante una revolución.

Y una revolución no sólo es una imagen clásica de los revolucionarios bolcheviques entrando al Palacio de Invierno con sus armas. Una revolución es política cuando hay un cambio sustancial de sus estructuras y del orden jurí-dico, cuando esta máquina es removida, hay revolución sino cuando se modifica el origen social y el contenido social de las personas que administran el Estado.

Hay revolución cuando se modifica la composición social del gobierno, del parlamento, y el contenido de clase. Hay revolución cuando la disciplina y el orden simbólico, la enseñanza que se imparte es modificada y transformada; y cuando se modifica las formas decisionales.

De la Revolución Armada a la Política

Hubo una generación heroica que se inmoló en los años sesenta y setenta: y pensamos que imaginamos hacer eso mediante la lucha armada e iniciati-vas guerrilleras, en toda América, pero la historia fue por otro lado en Vene-zuela, Bolivia, Perú, Brasil, lo logró Cuba y fue un momento extraordinario que marcó la mitad del siglo XX en cuanto a paradigma de cambio revolucionario.

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Pero cuando todo parecía estático se da la revolución pero ya no por la vía de la lucha armada, sino por la democrática, por la vía de la utilización del voto, por la vía de la construcción de liderazgo político como lo hizo el presidente Hugo Chávez.

Los intelectuales teníamos otra visión de las cosas: sublevaciones, levan-tamientos, despertar democrático de las gentes, conquista del poder de las estructuras y un efecto dominó en otras estructuras.

¿Qué profundidad tiene la revolución política y hasta donde llegará, hasta donde irradiará en lo social? Revolución política que afecta el orden estatal, y social que afecta las estructuras económicas.

La revolución social amerita un cambio mucho más profundo que tendría que afectar el modo de propiedad de los medios de producción, el modo de distribución de las riquezas, el modo de decisión sobre los recursos de la nación.

Antes hubo una transformación continental de la vida política de América pero fue de carácter conservador, con dictaduras; fuera de ese no se había dado antes un proyecto revolucionario como el que está afectando hoy a América y es un privilegio. Unos con mayor profundidad que otros en lo social o lo econó-micos, salvo dos países que están fuera de ese orden, permanecen anclados en el pasado, en el neoliberalismo decadente, agresivo y antihistórico.

¿En qué medida esta revolución política continental se consolidará en una revolución social? Eso hay que irlo viendo paso a paso: cómo se ha modifi-cado la composición de las riquezas de la sociedad, cómo se ha modificado la composición de la propiedad de los medios de producción, qué papel tiene el Estado.

Lenin decía “el Estado soviético permitiría economía de mercado pero controlada por el Estado soviético para impedir que el capitalismo empresarial acabara con la revolución”. Es interesante esta lectura porque la Unión Sovié-tica no tenía cómo invertir para la explotación de los recursos.

Antes no había indígenas ahora tenemos indígenas ministros, en el parla-mento, de 130 parlamentarios de Bolivia 87 son de organizaciones sociales, indígenas y obreras, es una revolución de la composición de clase; tenemos gobernadores campesinos e indígenas: de las más de 337 municipalidades tenemos 270 bajo el control social de los campesinos e indígenas.

Hace 10 años los recursos del gas y del petróleo se iban al extranjero, y dos empresas extranjeras controlaban el 40% del producto interno bruto de

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Bolivia; y las empresas privadas controlaban los recursos minerales, el agua, las carreteras, las cervezas hoy se quedan en el país, el Estado sirve para redireccio-nar los recursos para el pueblo boliviano.

Montarnos Sobre los Hombros

¿Cómo definir el Estado hoy? ¿Es transición al socialismo? Es importante las palabras porque éstas evocan la memoria de viejas luchas, de clases trabaja-doras que lucharon y conquistaron, las luchas de todo el mundo es patrimonio de todos nosotros, tenemos que cargarlo y llevarlo.

Decía un gran científico “somos enanos sentados en hombros de unos gigantes” y por eso podemos ver más que ellos, no por la altura, sino porque estamos encima de ellos. Tenemos que recoger los viejos debates, los clásicos, las experiencias, no para imitarlas sino para montarnos en sus hombros y sus debilidades y virtudes para aprender más allá de sus intelectuales, tenemos que mirar sin ningún tipo de vergüenza todas las experiencias socialistas y comu-nistas de los últimos 100 años y hacerlo mejor que ellos pero gracias a las luchas de ellos.

Mientras los neoliberales están discutiendo cómo salir de la crisis econó-mica nosotros estamos aquí (en Venezuela), más allá y podemos ver más lejos. ¿Qué nombre tiene esto: Revolución social, política o socialismo?

Yo me permito tomar un punto de vista leninista de esto, inicialmente la revolución bolchevique tomó el poder y tomó decisiones, lo que llaman el comunismo de guerra; había que controlar los precios del mercado, del comer-cio exterior, de las empresas, y dos años después tuvieron que cambiar y Lenin decía: “Nuestro país es atrasado, tenemos economía tradicional, pequeña productora campesina, capitalismo, y pedazos de experiencias soviéticas”.

Pese nuestros esfuerzos esta es la realidad. Y una conclusión útil para el debate latinoamericano es la siguiente reflexión de Lenin: entre una sociedad capitalista y una no capitalista (podemos usar cualquier nombre: Comunismo o comunitarismo), hay todo un periodo de transición largo que se caracte-riza porque hay pedazos de capitalismo que se mantienen en el Estado, en los precios, en los salarios, en la sociedad, y hay otros pedazos de la nueva sociedad que como lunares buscan expandirse.

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Para Lenin el socialismo no era aun un nuevo modo de producción, univer-sal de carácter planetario, pero entre éste y el capitalismo, igualmente plane-tario, hay un periodo de transición llamado socialismo: sería los retazos del capitalismo peleando en una guerra intestina con los retazos de capitalismo, de ataques y contraataques expansivos.

En ese sentido socialismo sirve para hablar del actual proceso en el cual vivimos, porque en esta pelea vemos empresas, economía de mercado y acumu-lación. Pero también hay lunares que buscan expandirse y se basan en el servi-cio y en el valor de uso: cuando el Estado subvenciona la agricultura no busca ganancias de acumulación sino la satisfacción de las necesidades; el Estado interviene en los servicios básicos, regulas los precios y limita las ganancias, y la lógica de la ganancia comienza a hacer combatida por el valor de uso. Y con ese pequeño detalle, desde el Estado, estamos dando la batalla para las raíces de una nueva sociedad.

Si el Estado fomenta y garantiza la educación primaria, secundaria y universitaria, y no la convierte en una mercancía, está cumpliendo con ese nuevo concepto de valor de uso; si el Estado apoya o fomenta una empresa de trabajadores, quienes previamente tomaron el control de ésta, y con un crédito del Estado, y las ganancias son distribuidas entre sus propios trabajadores, esta-mos ante el destello de una nueva sociedad.

¿Cuánto durará este proceso entre dos modos de producir, entre dos modos de civilización universal? Puede durar siglos, no hay una fecha definida, no lo define un decreto ni una teoría, eso se define en la práctica. Pero en América Latina, sin mucho aspaviento, a veces haciendo más que diciendo, se está gestando este periodo de transición, con el cual se intenta superar el capita-lismo, hay pequeños atisbos de la nueva sociedad, destellos, lo ideal es que estos atisbos sean fundamentalmente sociales.

Solamente cuando la sociedad en su conjunto asume el control de la econo-mía, cuando la sociedad en su conjunto no requiera del Estado como máquina para construir el sentido de universalidad, cientos de cientos de años después, podemos decir que hemos llegado a una sociedad pos capitalista universal. Mientras tanto hay que luchar…

Pero entrado en este periodo de transición, una vez controlado el poder, las tareas y las contradicciones serán de otro tipo. A este poder revolucionario seguirá la pelea y la lucha contra el poder conservador, que intentará de una u otra manera recuperar el poder perdido, los derrotaremos en una y otra elección

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pero siempre buscarán retomar el poder; esa pelea no la van a ganar nunca pero siempre habrá un poder conservador financiado las fuerzas reaccionarias del mundo que intentará luchar contra nosotros, y esas fuerzas hay que enfrentar-las en eventos democráticos y eventos revolucionarios.

Las Tensiones Creativas

Al interior del proceso de transición surgen nuevas tensiones. Escribí un librito rojo que llamo Tensiones creativas, que no las habíamos visto antes ni en Lenin, ni en Marx, ni en Mao. Las tenemos en Bolivia, y en Venezuela apare-cen a su modo, con sus propias características. Son cuatro las contradicciones.

La primera es la contradicción entre el Estado como monopolio y la socie-dad y los movimientos sociales como democratización del poder; le sigue la tensión entre el apego al núcleo duro social de las clases populares movilizadas que apoya a la revolución y la necesidad de irradiarse a otras clases sociales para construir hegemonía, liderazgo intelectual y moral, liderazgo en las ideas y las percepciones morales de las personas, que se expande a las clases medias e incluso a las clases empresariales.

La tercera contradicción está ceñida por la lucha entre los intereses univer-sales y la lucha por los intereses gremiales y locales de unos pocos. ¿Cómo se atienden estas contradicciones, si muchas veces están dadas en el seno del pueblo? No es contradicción con la oligarquía, es con tus cumpas, con los obre-ros, los indígenas, que te reclaman por algo particular contra lo universal. Es creativa, no paraliza, pone todo en movimiento.

¿Participación o Decisión?

Expansión de la economía para satisfacer necesidades: termoeléctri-cas, hidroeléctrica, refinerías, o/y defensa de la madre tierra, preservación del medio ambiente, esta es otra contradicción. Unos dicen hay que meterle con todo para generar más riquezas, y necesitamos riquezas para mejorar el salario de los profesores, construir hospitales; pero llega un momento que te dicen “me estás matando el medio ambiente, detén esa carretera, detén ese pozo”.

Un Gobierno Revolucionario es en su conjunto el resultado de una emer-gencia de lo popular en el Estado, de una avanzada, de una invasión social sobre el Estado que anteriormente era dominado por una clase privilegiada, ese

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llamado Estado aparente, porque aparentaba ser de todos pero en el fondo era de unas cuantas familias, con las clases sociales pobres e indígenas marginados.

Lo que está pasando en América Latina es una invasión, la emergencia, desde abajo, de lo plebeyo, de lo campesino e indígena, de lo barrial, rebasa la estructura del Estado, democratización de lo social.

Pero Estado es Estado, es monopolio, por definición es concentración de decisiones. Y la movilización y la participación, y los movimientos socia-les son por definición democratización de lo social. Esto es una contradicción ¿concentro decisiones o las democratizo?

Si concentro excesivamente decisiones el Estado se separa de la sociedad, vuelve a constituirse una nueva élite de los poderes; pero si democratizo todas las decisiones me paralizo, y a los seis meses me van a cobrar los del barrio, los de la comunidad, los de la fábrica, porque al fin y al cabo lo que los compañeros quieren es que le construyamos hospitales, escuelas, carreteras, rehabilitemos el centro laboral, y nos van a cobrar cuentas en las elecciones.

Desde afuera no podemos ver eso, tenemos que cabalgar sobre las contra-dicciones porque si no decidimos nos jugamos la vida, si caemos en el ultrade-mocratismo, te paralizas como Gobierno, como sociedad y no resuelves nada. Para esta última contradicción, al interior del proceso revolucionario, no hay solución: tienes que cabalgar ambas, tienes que hacerlas participar, hay que democratizar y decidir, consultar y decidir, pero hay que ejecutar.

Estos 10 años de proceso revolucionario en América Latina se han podido mantener porque hay gobiernos que han tomado decisiones en lo cultural, social y económico, para construir hospitales o levantar una petroquímica debes tomar decisiones, y si no las construyes la gente te va a cobrar por la falta de decisiones.

Hay que vivir la contradicción quizá 500 años más. Definiendo y consul-tando, riesgo de caer un lado y caer en el precipicio.

Núcleo Duro

La segunda tensión creativa es la del núcleo duro, si éste es capaz de articu-lar y expandirse, de incorporar al resto de las clases sociales, de sintetizar a otras clases sociales diferente a la suya. Hegemonía es eso, es liderazgo intelectual y moral, y esto último es liderar el sentido común de la sociedad, de lo justo y lo valedero. Liderazgo moral es haber trabajado en las situaciones profundas de las personas.

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Un bloque social revolucionario es hegemónico porque tiene la capacidad de expandirse intelectual y moralmente a otras clases sociales distintas de sí, pero si se extiende demasiado se corre el riesgo de hacer demasiadas conce-siones, flexibilizaciones que te hagan que perder el núcleo duro social. Nos podemos irradiarnos a todos lados porque al final tu núcleo duro te abandona, y cuando haya problemas quién va a dar la cara. Ese es el problema de la cons-trucción hegemónica.

Pero ¿hasta dónde debemos expandirnos, flexibilizar? No encuentro respuestas ni soluciones, no hay una salida a esta contradicción, creo de nuevo que debemos cabalgarla. Si lo pensamos demasiado y abrimos demasiado a la final no tendremos ni base ni liderazgo.

Si cierro mi núcleo duro sigo siendo minoría y la construcción de hege-monía es tema sin fórmulas precisas, es una construcción diaria, es un arte de conquista, seducción y consolidación; no hay reglas, normas, es un trabajo polí-tico, de hecho la política es construcción de hegemonía.

Tienes que saber cómo mantener tu núcleo duro, tu vanguardia revolu-cionaria y expandirte, lo suficiente para incorporar a unas clases y neutralizar a otras, sin debilitar tu núcleo duro. En esa habilidad política radica la construc-ción de hegemonía, sino siempre habrá el riesgo del regreso del retroceso, del regreso de los conservadores o restauración conservadora. Por eso Lenin decía que una revolución verdadera engendra una contrarrevolución tan grande como la propia revolución.

Flujos y Reflujos

Lo universal contra lo particular es otra de las contradicciones, la tercera. Lo general representa a todos y lo particular a unos cuantos. Ha habido revo-luciones porque las amas de casa, los estudiantes, el profesional, se cansaron de lo que había, reconocen que hay que cambiar a la sociedad en su conjunto porque lo que hay es intolerable, es decir asumió una percepción universalista de la vida.

Pero pasado los flujos revolucionarios vienen los reflujos, como en Bolivia. Tuvimos dos procesos que demandaron una asamblea nacional constituyente, nacionalización de los hidrocarburos, beneficio para todos, es el momento

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del ascenso revolucionario. Demandaron gobierno indígena, beneficio para todos y descolonización del país; pero todo flujo o ascenso tiene sus reflujos o descensos.

La revolución es por oleadas, no es un tema permanente de movilización y ascenso social, se va y se viene… la idea que tenía Marx de las revoluciones. En los momentos de reflujo los movimientos se repliegan a lo corporativo, como sucedió el año pasado en Bolivia.

En Bolivia viven cerca de 200 mil indígenas en la parte baja, mientras que en las partes altas viven casi 6 millones, la suma de ambos da la totalidad del movimiento indígena. Los primeros marcharon el año pasado para reclamar las tierras fiscales expropiadas a los terratenientes, y que éstas pasen solamente a manos de los indígenas de tierras bajas (200 mil), y que no se entreguen tierras a los indígenas de tierras altas (6 millones), que por las condiciones del alti-plano solo pueden tener media o una hectárea, mientras que los de abajo llegan a tener hasta 100 hectáreas.

¿Qué hace un Gobierno revolucionario en este caso? Son tus ‘compas’, son tus hermanos de lucha, has caminado con ellos, pero lo que quieren es que lo que era de todos ahora sea de ellos, es decir, el repliegue individual corporativista.

La Central Obrera Boliviana nos reclamó este año, y tienen razón en reclamarnos. Porque ellos planteaban que las reservas internacionales, que son patrimonio de todos, se convirtieran en salarios para unos pocos, y ellos son tus cumpas, se han peleado contra la oligarquía, pero ahora la mirada no es universal.

Este tipo de tendencias localistas, gremiales, genera contradicciones y tiene que mantener un proceso de debate, equilibrio, explicación, convencimiento de que las tierras tienen que ser para quienes las necesiten, que las reservas inter-nacionales son para industrializarse y lo que se genere para mejorar salarios.

Las transiciones tienen estas contradicciones, y hay que buscar la vía demo-crática, persuasiva, de mutuo convencimiento, y saber que en el mundo popular habrá momentos de lucha universalista y momentos de lucha particularista, localista, momentos de ascenso y de repliegue, y así son los sectores sociales, los flujos y reflujos.

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Contradicción Final

La cuarta contradicción, creativa también. Un proceso revolucionario en lo político tiene que traducirse rápidamente en los resultados de carácter económico, generación y distribución de riqueza, distribución de la propiedad. Después de tanto tiempo de pobreza y para satisfacer las necesidades, tienes que generar recursos.

Pero si vas a construir una represa te dice un compañero, un momento vicepresidente, esta represa que quieres construir para dar luz al país, subven-cionada, va a afectar el bosque, va afectar esta área y no quiero que lo hagas. También tiene razón el compañero. Este tema del medio ambiente no lo veía-mos los que estudiamos marxismo en los ochenta, salvo Enrique Dusell.

Marx lo dijo hay que humanizar la naturaleza y desnaturalizar al ser humano. Pero necesitas generar luz y otros te dicen que no hagas la represa. ¿Qué haces como gobernante? Si no haces la represa no tendrás luz y a los dos años los que te apoyaron, y la clase media, te cobraran. Pero también debes respetar el bosque para reservar la naturaleza y preservarte como ser humano.

Otra vez no tenemos solución, ¿cómo resolvemos esta contradicción? hay que vivir la contradicción, tienes que afectar la naturaleza para satisfacer nece-sidades básicas. Pero también tienes que incorporar en tu preocupación diaria, en tu preocupación de planificación e inversión, el respeto a la madre tierra, la preservación del medio ambiente y de los bosques.

No en el sentido de los ambientalistas, en Bolivia hay un grupo de ambien-talistas que tienen celular BlackBerry, que viajan en avión, tienen luz y agua caliente, se bañan con agua caliente a las 7.00am para irse al trabajar a las 10.00am, que no les falta nada y reclaman por la madre tierra, porque no les falta nada y reciben financiamiento de la Usaid (de Estados Unidos), no están peleando por la madre tierra, están peleando por la idea que tienen extranjeros, y que como ellos han acabado con los bosques nos toca a nosotros ser los guar-dianes de los bosques.

Pero al interior del movimiento indígena se da esta tensión, compañeros que te reclaman obras y compañeros que te dicen no me toques la madre tierra. De hecho el socialismo del siglo XXI tiene un rostro ambientalista, de protec-ción de la madre tierra, pero también de satisfacción de necesidades básicas. Contradicciones creativas al interior del proceso revolucionario, tal vez hayan

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muchas más… las estamos viviendo hoy, las seguiremos viviendo, emergerán otras a futuro, no importa.

Decía Marx que los procesos revolucionarios avanzan, retroceden, se caen, vuelven a levantarse, vuelven a caminar, vuelven a tropezarse, vuelven a caerse, vuelven a levantarse hasta que llega un momento en que se podrán consolidar, estamos en ese momento de avanzar, de retroceder, de caerse y volver a levan-tarse, de avanzar rápidamente, de volver a detenerse para volver a avanzar.

No hay una ruta especial, los clásicos no nos han dado una fórmula que eludan los problemas, al contrario, nos han dado la fórmula de entender que toda revolución verdadera engendra contradicciones, es lucha permanente, es lucha continua, y el revolucionario y los teóricos de la revolución, y los que reflexionamos y participamos en la revolución tenemos que asumir que así es la vida y así son las revoluciones y gracias a Dios que son así… luchen, luchen, luchen hasta que nos muramos.

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Intervención del Vicepresidente Elías Jaua en la Apertura del Foro de Filosofía.

El compañero García Linera ha explicado un Estado laboriosamente construido por el imperialismo como lo el estado liberal burgués venezolano una expresión acabada de una laboriosa construcción del imperio, el monopo-lio y el dominio de la violencia, toda una estructura militar, policial destinadas a garantizar los privilegios de la elite y la transferencia de la renta petrolera a esas elites y al imperialismo norteamericano, el monopolio de la tributación en nuestro caso el monopolio sobre el control y la distribución como fue descrito por teóricos de la renta petrolera como elemento sustantivo de la dominación capitalista en Venezuela.

El monopolio de la legitimidad, construida también a partir de un labo-rioso aparato de propaganda de dominación política, ideológica y comunica-cional y finalmente el monopolio de la universalidad de esa idea, de hacer creer desde los más pobres que era posible a través de la ideología liberal burguesa conquistar el bienestar o el vivir bien diríamos ahora replicando las nuevas consejas aimara.

Y ese laborioso aparato de control de dominación para garantizar el sumi-nistro de energía al imperialismo norteamericano está siendo sometido a dos elementos que mencionaba Álvaro García Linera que es la transformación política del estado venezolano, de ese estado burgués y de todo el sistema polí-tico que comenzó en 1998 cuando el pueblo venezolano logro colocar a uno de los suyos al frente del gobierno, al Comandante Presidente Hugo Chávez y la revolución social que ha comenzado abrirse cabos a partir de los 12 años de la Revolución Bolivariana.

Es importante entender que esa construcción de una nueva hegemonía democrática popular para desplazar la hegemonía liberal burguesa supuso un conjunto de condiciones, el quiebre de la dominación político – ideológica que pudo hacer el pueblo producto de unas condiciones objetivas donde las elites no pudieron seguir redistribuyendo las migajas al pueblo venezolano y tuvie-ron que restringirla y crearon unas condiciones para la protesta, la resistencia, para la rebelión del pueblo venezolano que fue respondida por esas elites con

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el último instrumento que le queda al estado liberal burgués cuando se le quie-bran todos los mecanismo de dominación y fue la represión abierta que tuvo su máxima expresión el 27 de febrero de 1989 y consecuentemente los siguientes años a 1989.

Hace 20 años exactos estaban en las calles de Venezuela muriendo los estu-diantes, los indignados estaban en la calle protestando, muriendo, resistiendo y en el seno del ejército se estaba fortaleciendo, construyendo y preparando una corriente militar patriótica para terminar de quebrar el sistema de dominación.

Hay que destacar ciertamente que desde 1989 hasta 1992 cuando se produce la rebelión militar el pueblo venezolano había hecho una ruptura con la hegemonía política, con la hegemonía institucional, con la hegemonía social, no la había podido hacer, no tenía como con la hegemonía de la violencia y no tenia claridad de cómo confrontar la hegemonía ideológica del sistema.

El 4 de febrero le dio al pueblo venezolano en primer lugar el quiebre de la hegemonía de la violencia del estado como instrumento último de dominación y le dio un liderazgo, el líder el Comandante Chávez para disputar la hegemo-nía política – ideológica al sistema. Este es un elemento importante que en algunas corrientes de izquierda todavía se con temor con escepticismo o desde una crítica a veces no muy sustentada la idea de los liderazgos o del liderazgo y esos en Venezuela es posible claramente reflexionarlo en el período de 1989 y 1991 el pueblo venezolano hizo todo lo que podía hacer, de lo que disponía para quebrar la hegemonía pero no podía porque como lo dice el Presidente, no tenía poder y ese poder se lo dotó el liderazgo que tiene la expresión en un hombre en nuestro caso es Hugo Chávez un revolucionario de izquierda, un humanista profundo, y esa es la gran fortuna del pueblo venezolano y a partir de allí el pueblo siguió batallando pero ahora con conducción política.

Eso le permitió lograr posicionarse en el gobierno, pero posicionarse en el gobierno para el bloque popular democrático no era suficiente para poder hacer la revolución requería disputarle a la oligarquía y al imperialismo la hege-monía sobre el control de la renta petrolera y ahí vino la gran confrontación del año 2002, el adversario, las elites no opusieron mayor resistencia al avance y a la construcción de la nueva hegemonía en tanto que pensaron que podían hacerla funcionar, funcionalizarla, reconvertirla y transformarla en un elemento de estabilización y de reacomodo de las elites. Pero cuando el bloque democrático popular que lideriza el Comandante Hugo Chávez fue por algo que era funda-mental para poder avanzar en una revolución que nos permita sacar a nuestro

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pueblo de la pobreza y poder construir una sociedad para el vivir bien, el impe-rialismo y la oligarquía puso límite de resistencia y fuimos a la confrontación política- militar del 2002 que una vez más el pueblo venezolano logró coronar con una gran victoria, con la estabilidad de la revolución y con el control por primera vez en la historia de Venezuela por parte del pueblo venezolano de la renta petrolera, que no quiere decir que las oligarquías todavía no medren de la renta petrolera pero no tiene el control.

Ahí está las grandes disputas que vienen de cara a la década que estamos entrando del 2021 al 2031 que la distribución de la renta que efectivamente sea igual para todos y esa es la gran tarea de la Revolución Bolivariana y Socialista en la próximas décadas. Tenemos el control de la renta pero no de su distribu-ción, eso es un tema fundamental para la construcción del socialismo venezo-lano. Se puede decir que hoy día Venezuela puja fuertemente entre la cultura como diría Samir Amin que es la recuperación del valor del trabajo humano para la satisfacción de las necesidades frente a la contracultura o a la no cultura diría Ludovico Silva en Venezuela del capitalismo que es seguir usando el valor del trabajo humano como mercancía ese es el gran debate lo que Rosa Luxemburgo sintetizaría en socialismo o barbarie, esa es la lucha que se da en Venezuela, que transversaliza hoy buena parte del continente latinoamericano y suramericano.

Esa lucha no está aislada de peligrosas amenazas, esa lucha y esa contra-dicción por construir una nueva hegemonía democrática popular tiene su amenaza más importante en un imperialismo ávido como nunca antes emergía y con mucho poder económico y militar, frente a eso solo se puede combatir como lo hicieron nuestros pueblos hace 200 años con la unión suramericana, por eso celebramos que en este contexto previo a la Cumbre de Estados Lati-noamericanos y Caribeños ustedes hayan escogido el escenario para un debate sobre el estado, la hegemonía y la construcción revolucionaria.

Estamos en el escenario, en el epicentro de una de esas grandes batallas, por la construcción de una hegemonía democrática popular que nos devuelva a una sociedad de la cultura entendida esta como una sociedad donde la supremacía de la vida humana desplaza a la supremacía del capital.

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Índice Presentación 9Allende y la Unidad Popular 13Autor: Jorge Arrate

El Contexto Internacional 19

Democracia socialista. Desprenderse del “Marxismo Soviético” Construir Pensamientos Contra-Hegemónicos 35Autor: Javier Biardeau R

1. Salir del Laberinto, pero sin la Brújula del Socialismo Burocrático: 352.Combatir el Sectarismo y el Dogmatismo que Aíslan y Debilitan: 363. El Culto a la Personalidad es la Fase Superior del Sectarismo: 374. Quién Abandona la Democracia Participativa Abandona las Condiciones Necesarias para la Democracia Socialista: 385. Reconstruir, Renovar y Reimpulsar las Izquierdas sobre Bases Amplias y Diversas: 396. Y, ¿Qué Cosa es el “Marxismo Soviético? 397. Reconocer las Bases Teóricas del “Marxismo Crítico” 478. Momentos del “Marxismo Soviético” 479. La Revolución Cubana también Bebió su Dosis del “Marxismo Soviético”. Retomar la Autonomía delSocialismo Indo-Americano de Mariátegui: ¡Ni Calco ni Copia! 5010. La Revolución Bolivariana Carece del Imprescindible “Intelectual Colectivo”: ¿Cuál Revolución y Desde cual Reflexión Teórica Insurgente? 5111. El Reformismo es tan Condenable como la Sumisión Ideológica a las Inercias del Marxismo Soviético y del Socialismo Burocrático. 52

Los Cinco Momentos Constituyentes para la Construcción del Poder Popular 55Autor: Julio Chávez

Instrumento Político 61

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Tensión Legal e Institucional entre el Estado y el Poder Popular: ¿Hacia el Estado Comunal? 65Autor: Nicmer N. Evans

Los Consejos Comunales en el Marco del Proyecto de Reforma Constitucional del Año 2007 71Lo Más Reciente de los Consejos Comunales 72Capitalismo de Estado Vs Estado Comunal 73

Democracia, Participación y Socialismo en Venezuela: una Mirada Crítica 75Autora: Marta Harnecker

1. Algunos Elementos Introductorios 752. Venezuela: lo que se Puede Hacer en el Terreno de la Democracia y el Protagonismo Popular 80

Socialismo y Consejos Comunales: La Filosofía Política del Socialismo en el Siglo XXI 97Autor: Juan Carlos Monedero

Introducción 97El Socialismo como Empatía Radical 99Un Nuevo Lenguaje para un Nuevo Socialismo 101¿Qué es el Socialismo? 105Aprendiendo de los Errores del Pasado 108¿Cómo Empoderar al Pueblo? 110Cambiar la Sociedad Transformando el Estado 110Errores y Aciertos del Socialismo del Siglo XX 115Hacia una Teoría de la Justicia Socialista: Clarificar el Liberalismo 118Socialismos del Siglo XXI: la Reinvención Comunitaria del Estado 121Desbordar el Estado (con la participación), Desbordar el Capitalismo (con la economía social), Desbordar la Modernidad (con el multiculturalismo): una Estrategia Diferente para un Socialismo Diferente 125¿Y qué fue del Sujeto Universal? 127Del Socialismo Científico al Socialismo Humanista 131El Valor del Socialismo y los Valores del Socialismo 134A Modo de Conclusión: Los Consejos Comunales como Base de la Transición al Socialismo 138

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Experiencias Comunales en Venezuela 143Autor: Edgar Olivet

¿Qué Hacer? 150

La Organización Política como Representación Legítima de los Ciudadanos 153Autor: Eduardo Paredes

La Rusia Soviética o de la Revolución a la Dictadura 165Autor: Joern Schuetrumpf

Movimientos Indígenas y Estado Plurinacional 175Autor: Ricardo Ulcuango

Conclusiones 180

ANEXOS 183

Intervención del Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, en la Inauguración del VI Foro Internacional de Filosofía de Venezuela 183Fuente: adital.org.br

Sistema de Creencias 184El Monopolio del Estado 185La Toma del Poder 186Cuándo Estamos ante una Revolución 187De la Revolución Armada a la Política 187Montarnos Sobre los Hombros 189Las Tensiones Creativas 191¿Participación o Decisión? 191Núcleo Duro 192Flujos y Reflujos 193Contradicción Final 195

Intervención del Vicepresidente Elías Jaua en la Apertura del Foro de Filosofía. 197

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