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Ileana Schmidt Díaz de León / Indios, educación y ciudadanía en México, 1810-1840 Miradas desde la Historia social y la Historia intelectual. América Latina en sus culturas: de los procesos independistas a la globalización 19 Indios, educación y ciudadanía en México, 1810-1840 Ileana Schmidt Díaz de León * 1 Introducción La educación juega y ha jugado un papel importante en la vida de los pueblos pero estos no siempre le han otorgado la misma función a lo largo de la historia. La historiografía mexicana ha mostrado que, previo a la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, la educación de niños y jóvenes de ambos sexos era valorada por la sociedad azteca. Los cronistas españoles dejaron considerables relatos acerca de cómo eran los centros educativos en la ciudad de Tenochtitlan, los tipos de instituciones educativas, quiénes asistían, qué se les enseñaba y los propósitos generales de dicha enseñanza. Según las crónicas, los jóvenes varones aprendían en estos establecimientos el arte de la guerra (Tepochcalli), la historia y la sabiduría heredada (Calmecac) y el arte del canto y la danza para la adoración a los dioses (Cuicacalli). En los tres tipos de establecimientos aprendían, a la vez, el culto a sus dioses, el comportamiento social esperado, el cual era enseñado sistemáticamente también por los miembros adultos de la familia, y las consecuencias por las faltas y fallas en su comportamiento social. El proceso de conquista española de la ciudad de Tenochtitlan y el territorio que se conformaría en el virreinato de la Nueva España fue puesto, relativamente, en predicamento

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Indios, educación y ciudadanía en México, 1810-1840Ileana Schmidt Díaz de León*1

IntroducciónLa educación juega y ha jugado un papel importante en la vida de los pueblos pero estos no siempre le han otorgado la misma función a lo largo de la historia. La historiografía mexicana ha mostrado que, previo a la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, la educación de niños y jóvenes de ambos sexos era valorada por la sociedad azteca. Los cronistas españoles dejaron considerables relatos acerca de cómo eran los centros educativos en la ciudad de Tenochtitlan, los tipos de instituciones educativas, quiénes asistían, qué se les enseñaba y los propósitos generales de dicha enseñanza. Según las crónicas, los jóvenes varones aprendían en estos establecimientos el arte de la guerra (Tepochcalli), la historia y la sabiduría heredada (Calmecac) y el arte del canto y la danza para la adoración a los dioses (Cuicacalli). En los tres tipos de establecimientos aprendían, a la vez, el culto a sus dioses, el comportamiento social esperado, el cual era enseñado sistemáticamente también por los miembros adultos de la familia, y las consecuencias por las faltas y fallas en su comportamiento social.El proceso de conquista española de la ciudad de Tenochtitlan y el territorio que se conformaría en el virreinato de la Nueva España fue puesto, relativamente, en predicamento por los reyes españoles, los frailes que arribaron con los conquistadores y algunos de estos mismos, como fue el caso de Hernán Cortés. La necesidad política de los reyes españoles de justificar su expansión territorial, así como la dramática disminución de la población india debida al maltrato de los conquistadores y las epidemias, favoreció la idea de que los indios debían ser evangelizados no solo con la finalidad de atraerlos al reino de dios, sino de civilizarlos de acuerdo a la forma de vida europea. De esta manera, educar a los indios

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devino en un proceso de evangelización con el que aprenderían no sólo a creer en el dios cristiano sino también los valores y comportamientos vinculados a dichas creencias así como las herramientas intelectuales de la civilización europea necesarias para la vida cotidiana y *Universidad de Guanajuato-Campus León. División de Ciencias Sociales y Humanidades. Departamento de Gestión Pública y Desarrollo.Ileana Schmidt Díaz de León / Indios, educación y ciudadanía en México, 1810-1840 Miradas desde la Historia social y la Historia intelectual.América Latina en sus culturas: de los procesos independistas a la globalización20

la vida política, como lo fueron, por ejemplo, la lectura y la escritura en caracteres latinos. La educación durante el periodo virreinal fue así un proceso de conversión, primero, y después uno de formación del cristiano apegado a las normas de Roma y del súbdito de la corona española. Este proceso se consolidó a lo largo de 300 años de dominación española y llegaría a ser por una parte, la base de la educación en el siglo XIX mexicano, y por la otra, el espacio de serios debates los cuales permiten abordar la importancia real que los hombres ilustrados del siglo XIX fueron dando a la educación inspirados en la Ilustración y las ideas liberales.Indios y EducaciónComo ha mostrado Dorothy Tanck, a finales del periodo virreinal la educación de los españoles estaba en manos de los municipios y la de los indios en sus repúblicas, es decir, estas instituciones mantenían a las escuelas y contrataban y pagaban a sus maestros.1

Durante el virreinato las repúblicas de españoles y de indios eran quienes se encargaban de organizar la vida social, económica y política de sus pueblos dándoles a éstos cierta autonomía relativa en el manejo de los asuntos de sus comunidades. Aunque a finales del siglo XVIII el monarca español comenzó a inmiscuirse más en los asuntos de los pueblos, él no era responsable de financiarlos.La Ilustración trajo consigo nuevas formas de pensar y organizar la vida social y política influyendo fuerte y consistentemente en educación. Esta se concebía ahora más práctica y

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más popular y si bien seguía siendo la formadora de las conciencias, ahora se consideraba que debía apoyar la formación para el trabajo y una vida civil que se pretendía más unitaria y menos corporativa. Pedro Rodríguez de Campomanes en su Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomentoplanteaba que éstos no debían vivir como si fueran un “pueblo apartado” y acatarse a las “leyes generales de la sociedad” y distinguía entre los oficios y las artes haciendo de éstas el foco de enseñanza. El aprendizaje de la lectura y la escritura tendría una utilidad práctica y que sería la de permitir a los individuos mantenerse informados sobre su propio arte. Es decir, con la influencia de Rodríguez de Campomanes, la educación se comenzaba a vislumbrar de una forma más especializada, con contenidos más amplios que pudieran elevar las virtudes de los individuos de la república, entre ellas las relativas al trabajo pero también como un medio de generar un sentido de unidad de la república. “Tiene la educación principios comunes a todos los individuos de la república: tales son los que respectan a la religión y al orden público.”2

El primero se refiere a inculcar el “respeto al sobreano y a los magistrados que en el real nombre gobiernan al público” y el segundo el respeto a los padres, al matrimonio “y en que cada uno cumpla con sus obligaciones particulares.”3

La Ilustración le dio un nuevo lugar al trabajo en el ámbito del crecimiento económico modificando la noción que sobre el mismo se tenía. Esta nueva condición establecida para el trabajo, partía de la idea que el conocimiento humano podría ser utilizado para mejorar la vida de las sociedades. La economía y la riqueza no dependían así del oro sino del trabajo humano.4

En el discurso de Rodríguez de Campomanes, las “costumbres” eran tan importantes a la vida social como las mismas leyes porque aquellas tenían tanto poder como éstas. “El modo de que las gentes sean honradas, consiste en infundirles costumbres virtuosas y

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persuadirles de la ventaja que les producirán,” 5

lo que se lograría a través de la enseñanza de los principios comunes, como ya se mencionó anteriormente, aquellos relativos a la religión y el orden público. La honradez y la decencia se aprenden, según Rodríguez de Campomanes, con el conocimiento y la práctica de la doctrina cristiana así como acciones que mejoren la presencia física tales como el aseo y el vestido.6

En ambos casos, la moral individual y social seguía siendo guiada por la doctrina cristiana así que se esperaba que los niños y jóvenes la aprendieran en la escuela, idea que perduró a lo largo del siglo XIX en México pero que fue comenzando a ser cuestionada el ser condición de la escuela el atender y promover la religión de sus pupilos. Aunque la religión siguió guiando los pasos de la educación en México aún después de 1821, la enseñanza no era, como ya se mencionó con anterioridad, dominada por la Iglesia. La participación de los municipios, primero, y de los ayuntamientos después, favoreció la práctica liberal de la libertad de educación. Esta venía entendiéndose desde finales del siglo XVIII, y a raíz de la intervención del monarca para combatir el gremio de maestros, como la no intervención de este último en la enseñanza. Como Dorothy Tanck ha mostrado, “de toda la gama de ideas que inspiraban los programas ilustrados, dos tenían especial importancia para la educación primaria, una era la idea de limitar a los gremios; la otra el deseo de extender la enseñanza elemental a mayor número de estudiantes e incluir, además de la enseñanza religiosa asignaturas técnicas y cívicas.”7

Poco antes de lograrse

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la independencia nacional, las ideas liberales planteaban cada vez con más fuerza la idea de que debía existir una dependencia que planeara la educación pública, idea que era de Jovellanos8

y que sería puesta en práctica unos años después de la declaración de independencia.Educación y Ciudadanía Lucas Alamán, como Ministro de Relaciones Interiores y Exeriores, conformó un grupo que tuvo como objetivo fundamental elaborar una evaluación del estado de todos los colegios con la idea de crear un plan de educación, grupo que con el tiempo tuvo una gran influencia en la definición de la educación nacional en la primera mitad del siglo XIX. Estos serían los pasos iniciales del proceso de constitución de una de las características fundamentales del Estado-nación y que era el tomar la responsabilidad, ante la sociedad, de los asuntos públicos, entre ellos la educación pública. El pensamiento liberal impuso con gran éxito lo que Bobbio denominó la dicotomía de la modernidad y que significó separar la vida pública (el Estado administrativo) de la vida privada (sociedad civil). Así, lo que había sido responsabilidad de la comunidad de los pueblos pasó a serla del Estado, proceso que se dio de manera accidentada y no sin quejas y descontentos de grupos que se sintieron afectados. El proceso de conformación del Estado-nación tuvo, en la mente de los liberales ilustrados, la condición necesaria de formar al nuevo ciudadano que pudiese no sólo responder a las circunstancias históricas sino también la de crear y recrear una nueva sociedad política con base en los principios liberales. Esto supuso impulsar muchos cambios en la vida política que paulatinamente fueron afectando aspectos de la vida cotidiana de los individuos y prupos sociales. Entre éstos, grupos de indios intelectuales ilustrados, algunos

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de ellos caciques de sus pueblos, se mostraron reacios a los cambios, sobre todo cuando éstos afectaban su vida corporativa, sus propiedades comunales y su autonomía relativa como pueblos de indios frente al resto de los grupos sociales de la nación.9

Los cambios en educación habidos a finales del periodo virreinal e inicios de la conformación del Estado-nación afectaron los intereses tanto de grupos e individuos criollos y españoles como también de indios caciques. La educación pública fue un medio para lograr los cambios en la economía, la política y la sociedad ideada bajo los principios liberales. El esfuerzo de educar al ciudadano implicó moldear su mente para hacer efectiva la propiedad privada, la libertad, la igualdad y la seguridad individual; todo esto iba a la par de las modificaciones que se estaban imponiendo en la vida política. Entre dichas modificaciones estaba la creación de ayuntamientos como efecto de la aplicación de la Constitución emanada de las Cortes de Cádiz, primero en 1812 y después en 1820. En dicha Constitución se hacía recaer la responsabilidad de la educación pública en los ayuntamientos. En la ciudad de México, poco después de ser erigido nuevamente el ayuntamiento en 1820, se creó una Junta de Educación y Escuelas Públicas, instancia que, con la desaparición del gremio de maestros ese mismo año, se encargó de la educación pública en dicha ciudad, quedando así exclusivamente en manos del ayuntamiento.10

Esta condición que se presentó en el ayuntamiento de la ciudad de México y otros muchos de la Nueva España, fue el preámbulo para que en la república el Estado pudiera asignarse la responsabilidad de la educación pública.En los pueblos de indios, también se crearon ayuntamientos, y éstos tomaron la responsabilidad de la educación pública, circunstancia que se venía teniendo desde el siglo XVIII debido a que las repúblicas de indios sostenían la educación de sus niños y jóvenes con los bienes de comunidad.11

En 1808, la parcialidad de Santiago contaba con 2 escuelas y dos amigas (escuelas para párvulos y niñas) las cuales seguían funcionando en 1829 y la de San Juan con una escuela y una amiga, las que al parecer desaparecieron en 1822.

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Los miembros de cabildo, caciques y principales de los pueblos de indios, eran quienes decidían a qué profesores invitarían y pagarían el salario para que enseñaran en sus escuelas. Ellos nombraban al profesor de la escuela con la aprobación del cura.13

Frente al gobierno virreinal, lo importante era que la república de indios educara a sus hijos, pero estaba en sus manos hacerse de los medios para ello lo cual dio amplio margen de toma de decisiones a los cabildos indios respecto a los asuntos internos de sus comunidades. Si bien la educación de los niños indios estuvo en manos de sus repúblicas a finales del siglo XVIII, pervivieron algunos colegios que seguían ofreciéndoles educación financiada por los mismos colegios y que jugarían un papel muy importante en la formación de una intelectualidad india, función que fue afectada seriamente por los cambios liberales en educación. Tal fue el caso del Colegio de San Gregorio, el cual había sido fundado por la Compañía de Jesús en 1586 en la ciudad de México y había sobrevivido su expulsión en 1767 por haber sido considerado y defendido, por quien se convertiría en su protector, como colegio de los indios. Para 1820 el colegio estaba prácticamente en manos de sacerdotes indios, quienes fungían tanto como maestros de los niños así como capellanes del Colegio de Niñas Indias de Guadalupe, instalado a un costado del de San Gregorio.14

Es decir, para finales del periodo virreinal, los indios de la ciudad de México controlaban en gran medida la educación de sus hijos y ésta era, sin lugar a dudas, un edio de mantener privilegios y estatus por ser los hijos de caciques y principales quienes mejor podían tener acceso a la

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enseñada ofrecida entonces, a saber, la doctrina cristiana, la lectura y la escritura en lengua castellana y náhuatl, las cuentas, y en el Colegio de San Gregorio además el canto llano; todas habilidades importantes para el desempeño de los cargos de cabildo de la república de indios. El cambio de estas condiciones tuvo fuertes rechazos y obligó a la intelectualidad india a buscar formas de acoplarse para poder seguir educando a sus hijos de la manera que a ellos les fuera más provechosa. Entre los indios intelectuales que tuvieron una influencia importante en la definición y construcción del sistema de educación nacional en la primera mitad del siglo XIX se encuentra Juan de Dios Rodríguez Puebla, quien a cargo de la rectoría del Colegio de San Gregorio entre 1829 y 1848, impulsó la educación de corte liberal, sin excluir a los indios como tales. Dicho colegio había sido tomado por parte del grupo de liberales que encabezaban la creación de un nuevo plan de educación y se dieron a la tarea de desindianizarlo y hacerlo, a su entender, un colegio liberal modelo para toda la nación. Esto fue así debido a que San Gregorio contaba con unas finanzas bastante sanas y por ello con recursos para poderse embarcar en un proceso de reforma educativa. Dicha tarea le fue encomendada a Rodríguez Puebla debido a circunstancias que lo hicieron el candidato mejor elegible; era indio de la ciudad de México, por lo mismo hablante de la lengua náhuatl, egresado de dicho colegio y un reconocido intelectual en el medio político de la época que había estado involucrado, años atrás, en el proceso de cambio de la educación a raíz de la independencia nacional. García Cubas, quien lo conoció como su maestro en el Colegio de San Gregorio, cuenta que Rodríguez Puebla nació en 1798 en la ciudad de México de padres indios muy pobres y fue apadrinado por quien se convertiría en su protector, don Cristóbal Rodríguez. Estudió en el Colegio de San Gregorio las primeras letras y continuó sus estudios de filosofía en el

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Colegio de San Ildefonso donde posteriormente conseguiría una beca para continuar sus estudios, los cuales incluyeron teología, al parecer, condición de la beca que ostentaba. Al término de sus estudios teóricos trabajó en el bufete de abogados de José María Jáuregui y continuó sus estudios de artes como alumno externo, los cuales terminó en 1814, los de teología tres años después y los de jurisprudencia recibiéndose de abogado en 1824. En 1820 era diputado del Congreso nacional, representación que volvió a fungir en 1833, 1842 y 1848 y en 1826 fue nombrado Ministro de la segunda sala del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Durango y senador por el Estado de México, repetiendo la senaduría en el año de 1844.15

Rodríguez Puebla fue un reconocido liberal moderado debido no solo a sus actos y referencias políticas sino a su pluma por diversos escritos que hizo del conocimiento de la opinión pública en diferentes ocasiones. En su escrito El Indio Constitucional,publicado en 1820, hizo una fuerte defensa de la Constitución de la Monarquía Española, la cual fue reinstalada por Fernando VII ese mismo año, y la nueva condición de ciudadanos que la misma otorgaba a los indios. En dicho escrito, la educación aparece como uno de los medios para redimir a la clase indígena del estado de indefención que hasta entonces los había tenido el despotismo. La ignorancia, que ha embrutecido a los indios haciéndolos superticios más que religiosos, debe combatirse para que los indios se liberen.“La Constitución de la Monarquía Española, digno fruto de los ilustrados ingenios que la formaron, y del sabio Congreso que la sancionó, os ha restablecido en la posesión de vuestros derechos. Mudasteis de fortuna: sois libres: desaparezca

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pues de vuestro semblante la melancólica imagen de la servidumbre. Ya no teneis que avergonzaros del color de vuestro cutis: murió el fanatismo: el premio ya no se reserva a los que enseñando los blasones de su casa solo muestran el mérito de sus antepasados: para entrar en el templo del heroísmo, ya solo necesitais de adornaros con las virtudes cívicas y morales: ya teneis desembarazados los caminos de las

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ciencias y de las artes: civilizad vuestras costumbres: desterrar las supersticiones, con que se ha desfigurado el culto de nuestra santa religión: vuestra cultura ponga un sello en los labios de los que sin hacer caso del gobierno que os oprimia, os imputaban a estupidez la inercia en que yaciais: vuestra ilustración llegue a ser una barrera impenetrable para el despotismo.”16

Como todo liberal, Rodríguez Puebla creía en la educación como medio para moldear las conciencias y dotar a los individuos de aquellas cualidades que harían posible la formación de un nuevo Estado y su consolidación. Esto suponía formar a los individuos en el nuevo sentido de la ciudadanía y de la economía que pudiese sustentar una nueva sociedad reforzando los valores moral-religiosos heredados. La ciudadanía era una nueva condición política en la que los individuos debían ser preparados para que la nación pudiese ejercer la soberanía. Quizá uno de los mayores problemas a los que se enfrentaron los liberales al respecto de esta cuestión fue dotar de contenido a la nueva ciudadanía y formar a los individuos acorde al mismo. Para Rodríguez Puebla, como liberal y como indio, la libertad y la igualdad eran los elementos fundamentales de la soberanía y por ende, de la formación ciudadana tanto de indios como de no indios. Esta distinción entre los indios y los demás, que aparentemente es contradictoria con el discurso liberal, era el punto de partida del discurso de este educador pues el objetivo de la formación de la nueva sociedad era terminar con dicha distinción. En la práctica Rodríguez Puebla lo hizo permitiendo que el Colegio de San Gregorio siguiera recibiendo niños indios becados los cuales recibían la misma educación y, aparentemente, en las mismas condiciones, que los no indios, situación que hacía una diferencia sustancial respecto al modelo virreinal de educación. Si bien el Congreso fue la instancia que decidió poco a poco el destino de la educación en general y la del Colegio de San Gregorio en particular, el rector Rodríguez Puebla (también miembro del Congreso) hizo la mayor parte inspirándose en las ideas pedagógicas de la época las cuales se debatían en dar mayor importancia al aprendizaje y por ende a los entornos en los que los alumnos aprendían el conocimiento. La práctica, además de la

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retórica, comenzó a tomar un importante lugar para el aprendizaje de contenidos científicos así como la ciencia había comenzado a ser el centro y pilar de la formación escolar, junto con la moral-religiosa.Esta nueva forma de concebir el proceso educativo era producto de un largo proceso de generación y debate de ideas sobre el ser humano y su relación con la naturaleza durante el siglo XVIII. Las discusiones eran no sólo filosóficas sino también relativas a la economía y la política. En cuanto a la economía, los fisiócratas habían planteado que en economía también podía apreciarce la fuerza de las leyes naturales.“La única y verdadera productora de riqueza es la tierra y el único modo de aumentar la prosperidad consiste en inducir a los propietarios y agricultores a producir más, para lo cual es necesario facilitar el intercambio entre regiones y abolir todo vínculo económico; de esta forma, el aumento de la demanda conduciría a la adopción de métodos mejorados de cultivo.”17

En España las ideas sobre la importancia de la agricultura para el mejor provecho de la sociedad habían sido lideradas por Gaspar Melchor de Jovellanos. En su informe de la Sociedad Económica de Madrid planteó que, históricamente, la agricultura en España no era ni había sido tan provechosa debido a que siempre se había acomodado a la política lo cual había, en el tiempo, generado una serie de estorbos los cuales, a pesar de contar con tierras fértiles, climas benéficos, o ventajas por la cercanía al mar para la distribución de los productos, no habían permitido mayor y mejor producción de la tierra. Pero, la suerte de la agricultura que había sido más o menos próspera había dependido de las leyes que “animaban o deslentaban el interés de sus agentes.”18

Jovellanos propuso una ley agraria que implicaba eliminar lo que consideraba eran los estorbos. Estos los clasificó de acuerdo a tres clases, a)- los estorbos políticos o derivados de la legislación; b)- los estorbos morales o derivados de la opinión y; c)- los estorbos físicos o derivados de la naturaleza. Entre los primeros se encuentran las tierras baldías, las tierras consejiles, el cerramiento de las tierras y la protección parcial del cultivo, la mesta, la amortización (de tierras del clero),

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aquellas relativas al comercio y los impuestos. La segunda clase se refiere a los estorbos del gobierno y a los de los agentes de la agricultura; y en la tercera se refiere al riego, las comunicaciones para la movilización de los productos y los puertos marítimos. Los estorbos de la clase dos, consideraba Jovellanos que podían eliminarse con la educación de los agentes de la agricultura, tanto propietarios como labradores. En su informe expuso ampliamente acerca de la inutilidad de la educación letrada hasta entonces favorecida y abogó por la implementación de una educación útil a la sociedad y a la agricultura en la que se enseñara a propietarios y labradores acerca del aprovechamiento de la tierra y la mejora de la producción agrícola. Las ciencias útiles debían ser también aplicadas para la agricultura y su aplicación servir de ejemplo a quienes no las poseen para de manera práctica mejorar sus cultivos.“Cuando los propietarios las posean [las ciencias] ¿no será más de esperar su mismo interés, y acaso su vanidad los conduzca a hacer pruebas y ensayos en sus tierras, y aplicar a ellas los conocimientos debidos a su estudio, los nuevos descubrimientos, y los nuevos métodos adoptados ya en otros países? ¿Y cuando lo hubieren hecho con fruto, no será también de esperar que su voz y su ejemplo convensa a sus colonos, y los haga partícipes de sus adelantamientos?”19

La educación, según Jovellanos (1809), se había enfocado en producir individuos para las clases estériles en vez de enseñar artes útiles a las clases productivas. Las cátedras que se enseñaban no habían servido más que para “hacer que superabunden los capellanes, los frailes, los médicos, los letrados, los escribanos y sacristanes, mientras escasean los arrieros, los marineros, los artesanos y labradores.” 20

Pero, si bien la educación de los propietarios requería de la creación de institutos donde pudieran apropiarse de las ciencias útiles, los labriegos todos debían aprender las primeras letras para tener acceso a la lectura de “cartillas rústicas” que Jovellanos propuso para acercarlos a las ciencias útiles.

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“El medio más sencillo de propagar y comunicar las ciencias útiles entre los labradores, sería la de formar unas cartillas técnicas, que en estilo llano y acomodado a la comprensión de un labriego, explicasen los mejores métodos de preparar las tierras y las semillas, y de sembrar, coger, escardar, trillar y aventar los granos, y de guardar y conservar los frutos y reducirlos a caldos o harinas; que describiesen sencillamente los instrumentos y máquinas del cultivo, y su más fácil y provechoso uso; y finalmente que descubriesen, y señalasen con el dedo todas las economías, todos los recursos, todas las mejoras y adelantamientos, que pudiese recibir esta profesión.”21

Los trabajos de educación de Jovellanos incluyeron una propuesta pedagógica completa de carácter liberal e ilustrada además de la de carácter cívico que consideraba necesaria para la formación del ciudadano. En ésta, la enseñanza de la lengua castellana como parte de la enseñanza de las primeras letras sería uno de los aspectos fundamentales en la formación de una educación moderna pública, contraria a la escolástica (que usaba lenguas muertas como el latín), por el papel que le otorgaba al castellano como lengua común de los españoles, y por ende de la patria, es decir, medio fundamental de comunicación de los ciudadanos españoles. La educación estaría entonces al alcance de todos los individuos y no solamente a los de ciertas clases. Jovellanos propuso la creación de institutos de enseñanza práctica así como la creación de una Junta de Instrucción Pública que debía estar encaminada a “habilitar a los individuos del Estado, de cualquier clase y profesión que sean, para adquirir su felicidad personal, y concurrir al bien y prosperidad de la nación en el mayor grado posible.”22

Dicha habilitación debía enfocarse en perfeccionar las habilidades físicas, intelectuales y morales. Las primeras estarían encaminadas a desenvolver en los niños la fuerza y las destrezas dadas por la naturaleza a partir del ejercicio de acciones naturales tales como correr, trepar, levantar, forcejear, luchar, etc. En los jóvenes, el perfeccionamiento de las habilidades físicas tenían por objetivo habitarlos en la “defensa

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de la patria” a partir del manejo de las armas de fuego y manuales (espada, sable, cuchillo, onda y demás).23

Las facultades intelectuales y morales debían desenvolverse tanto en niños como en niñas y se lograrían a través de la educación literaria, la que Jovellanos dividía en dos ramos, 1)- la enseñanza de los métodos para adquirir el conocimiento y 2)- los principios de las ciencias. La primera se iniciaba con la enseñanza de las primeras letras las que consideraba no solo la base de toda enseñanza sino necesarias para la vida social. La doctrina moral sería enseñada también, según Jovellanos, a través de la enseñanza de las primeras letras haciendo uso de textos que la contengan y que sean acordes a la edad de los niños. Como parte de las primeras letras, Jovellanos incluia la enseñanza de la aritmética y la geometría elemental por su utilidad en la vida diaria de los individuos así como la gramática de la lengua castellana (obras 15).24

Después de aprender a leer y escribir, los individuos estarían en condiciones de abordar los conocimientos de la filosofía especulativa y la filosofía práctica que para Jovellanos incluía todo el conocimiento de las ciencias matemáticas, las físico-matemáticas y todas las experimentales. Como parte de los estudios y a manera de complemento, incluía la enseñanza del dibujo natural, el dibujo científico, las lenguas modernas como el inglés, francés e italiano, la danza, la música y otras que los jóvenes quisieran aprender.25

La educación propuesta por Jovellanos buscaba, como aspiración liberal, unificar la enseñanza en España y acabar “con tanta variedad de

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sistemas, métodos, escuelas y opiniones”26

y planteaba como alternativa a la memorización característica del método escolástico la creación de textos breves que sirvieran para que los niños y jóvenes las leyeren y meditaren sobre ellas.Juan de Dios Rodríguez Puebla parece no haber sido ajeno a las ideas de Jovellanos. Aunque no es posible asegurar que lo haya leído, algunas de las propuestas educativas de Jovellanos pueden encontrarse en el Colegio de San Gregorio gobernado por el rector Rodríguez. La enseñanza intelectual y moral fue consistentemente atendida y fomentada no solo con una perspectiva teórica sino también práctica de la enseñanza a través de diferentes acciones como por ejemplo la creación de un gabinete o laboratorio de física y la enseñanza de lenguas modernas como el francés, además de la música. Rodríguez, sin embargo, tuvo aportaciones importantes, entre ellas las que buscaban fomentar la identidad histórica en los jóvenes que estudiaban en el colegio incluyendo como actividades complementarias la Academia de Antigüedades. Este era un espacio de aprendizaje y debate sobre los orígenes de México y fungió un papel importante para la recolección de materiales bibliográficos antiguos y documentos históricos que formaron parte de la biblioteca del colegio. Maestros, como Faustino Chimalpopoca Galicia, enseñaban la lengua náhuatl en las aulas del colegio y mantenían con ello la marca india que dicho colegio tuvo desde su origen. Desde muy joven, Rodríguez Puebla se declaró constitucionalista y defendió la Constitución de Cádiz haciendo ver las ventajas que la nueva ciudadanía liberal daba a los indios. El mayor aporte que la Constitución les daba era, según Rodríguez, la posibilidad de acceder al conocimiento y desarrollar el intelecto pues ambos eran el baluarte de la igualdad natural que debía prevalecer entre indios y no indios. La aptitud intelectual es la condición natural que hace iguales a los hombres y la educación era para Rodríguez Puebla, sin lugar a dudas, el mejor medio de abatir la ignorancia y el fanatismo en que habían sido sumidos los indios por 300 años. Por ello el desarrollo de habilidades físicas, intelectuales

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y morales serían algo más que solo un discurso a su paso por el colegio de San Gregorio.ConclusionesLa educación en el sistema liberal era valorada por indios como Rodríguez Puebla y otros, también intelectuales, que como él creían en la fuerza política que ésta tenía por ser el elemento básico de formación intelectual de todo ser humano. Indios intelectuales confrontados con ilustrados no indios de su época exponían las virtudes de los indios ilustrados. Para ellos, su capacidad intelectual, moral y de adquisición de conocimientos les daba el estatus de igualdad prometido en la Constitución lo que suponía no necesitar más la tutela de otros para decidir sobre su propia vida y futuro de sus pueblos. La igualdad que los indios buscaban no era política como la establecida en los principios liberales sino aquella que tenía su fundamento en la Ley Natural. La formación de la ciudadanía a través de la educación suponía para los indios entonces el desenvolvimiento del intelecto como elemento indispensable de ejercicio de la igualdad entendida ésta en un sentido natural más que político. Planteamientos como los de Jovellanos parecen haber ido acordes a ese propósito toda vez que proponía el desarrollo del intelecto a través de métodos donde la enseñanza de la lectura y escritura jugaban una parte fundamental, así como las ciencias. Así como para Jovellanos la educación debía tener una aplicación práctica para el

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crecimiento económico de la nación, para Rodríguez Puebla esta era tarea fundamental así que implementó en el colegio que dirigía dichos principios. Para él, la ciudadanía comenzaba a vislumbrarse como una cualidad civil en la que concurría el comportamiento moral, el conocimiento básico y el científico, y la libertad e igualdad como resultado de las dos primeras.