Ilustra Locke[2]

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5. La ilustración y la respuesta al Estado absolutista: el caso de Locke 1 La irrupción histórica de la inteligencia burguesa, se realiza a partir del ámbito interior privado, al que el Estado había reducido a sus súbditos. La Ilustración emprende su marcha triunfal al mismo ritmo con que va ensanchando el ámbito privado interior hacia el campo público. Sin renunciar a su carácter privado, el ámbito público se convierte en foro de la sociedad, que hace prevalecer al fin el Estado conjunto y general. La sociedad, por último, llamará a las puertas de los detentadores del poder político, para exigir aquí también apertura y publicidad y solicitar libre acceso. Con cada paso dado por la Ilustración se va desplazando la frontera de las competencias que el Estado absolutista había intentado trazar, tan cuidadosamente, entre el ámbito moral interno y la política. La sociedad burguesa en trance de surgimiento desplazó ya esta frontera con gesto lleno de seguridad en sí misma. Locke distingue tres clases de leyes. En primer lugar, The Divine Law the Measure of Sin and Duty “, que es promulgada entre los hombres por la naturaleza o la Revelación ; en segundo lugar, “The Civil Law the Measure of Crimes and Innocence “ , es la ley del Estado, vinculada al poder coactivo, cuya tarea consiste en proteger a los ciudadanos ; y en tercer lugar, Locke aduce la ley moral específica : “ The Philosophical Law the Measure of Virtue and Vice “. Mediante la separación entre el “divine law” y el “civil law”, otorga de nuevo a las religiones un carácter vinculante legal, y al mismo tiempo rompe y separa también , con esta división, el edificio levantado por 1 KOSELLECK, Reinhart: Crítica y Crisis del Mundo Burgués, ediciones Rialp, S. A., Madrid 1965, Pág.356.

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5. La ilustracin y la respuesta al Estado absolutista: el caso de Locke

La irrupcin histrica de la inteligencia burguesa, se realiza a partir del mbito interior privado, al que el Estado haba reducido a sus sbditos. La Ilustracin emprende su marcha triunfal al mismo ritmo con que va ensanchando el mbito privado interior hacia el campo pblico. Sin renunciar a su carcter privado, el mbito pblico se convierte en foro de la sociedad, que hace prevalecer al fin el Estado conjunto y general. La sociedad, por ltimo, llamar a las puertas de los detentadores del poder poltico, para exigir aqu tambin apertura y publicidad y solicitar libre acceso.

Con cada paso dado por la Ilustracin se va desplazando la frontera de las competencias que el Estado absolutista haba intentado trazar, tan cuidadosamente, entre el mbito moral interno y la poltica. La sociedad burguesa en trance de surgimiento desplaz ya esta frontera con gesto lleno de seguridad en s misma.

Locke distingue tres clases de leyes. En primer lugar, The Divine Law the Measure of Sin and Duty , que es promulgada entre los hombres por la naturaleza o la Revelacin ; en segundo lugar, The Civil Law the Measure of Crimes and Innocence , es la ley del Estado, vinculada al poder coactivo, cuya tarea consiste en proteger a los ciudadanos ; y en tercer lugar, Locke aduce la ley moral especfica : The Philosophical Law the Measure of Virtue and Vice .

Mediante la separacin entre el divine law y el civil law, otorga de nuevo a las religiones un carcter vinculante legal, y al mismo tiempo rompe y separa tambin , con esta divisin, el edificio levantado por Hobbes para justificacin del Estado, y compuesto por la ley natural y la ley poltico estatal.

Las leyes morales burguesas surgen -como muestra Locke de modo emprico - en el mbito interior de la conciencia humana, arrancado por Hobbes del campo del poder estatal.

El mbito privado y el pblico se excluyen entre s tanto menos cuanto que ste, por el contrario, emana de aqul. La autocertidumbre del mbito moral interior radica en su capacidad para llegar hasta el mbito pblico. El mbito privado se abre paso violentamente hacia la palestra pblica, y slo en sta se revelan las opiniones personales como ley.

Mediante su interpretacin de la ley filosfica, Locke ha cargado de sentido poltico al mbito interno de la conciencia humana, subordinado por Hobbes a una poltica estatal autoritaria. Las acciones pblicas no slo se hallan sometidas a la instancia estatal, sino tambin, y al mismo tiempo, a la instancia moral de los ciudadanos. Con ello, Locke formul la irrupcin decisiva en el seno del orden poltico absolutista, expresado en la relacin proteccin obediencia: la moral no es ya una moral formal de obediencia, ni est ya subordinada a una poltica absolutista, sino que surge frente a las leyes estatales.

Las leyes estatales actan directamente mediante el poder coactivo del Estado, que se alza detrs de ellas y las respalda; la legislacin moral alcanza su eficacia en el mismo Estado, pero de modo indirecto y con fuerza tanto ms intensa. La moral burguesa se convierte en un poder pblico, que slo acta intelectualmente, es cierto, pero que en sus consecuencia y repercusin es de carcter poltico, por cuanto que constrie a los ciudadanos a adecuar sus acciones no slo a las leyes del Estado, sino tambin, y ante todo, a la ley de la pblica opinin.

Dos formaciones sociales dieron en el Continente europeo su cuo decisivo a la poca de la Ilustracin: la Rpublique de lettres y las logias de la francmasonera. Ilustracin y secreto surgen desde un primer principio uno junto al otro, tal una pareja de mellizos histricos.

Junto a ellas emergen diversos elementos componentes de la sociedad burguesa. Uno de esos nuevos grupos es la nobleza que tena una vieja tradicin poltica, pero que apareca descontenta frente al Estado absolutista. A ella pertenecan hombres como el duque de Saint Simon o Boulainvilliers, y, en cierto modo, todava Montesquieu. La nobleza haba luchado siempre contra el monopolio real de la soberana, pero el suicidio poltico que llev a cabo insensatamente el 4 de agosto de 1789 demuestra en qu escassima medida era esta nobleza un factor verdaderamente autnomo e independiente junto a la naciente burguesa.

Un grupo completamente opuesto, pero muy poderoso, de la nueva sociedad, se desarroll bajo la Regencia. Estaba constituido por los comerciantes, los banqueros, los arrendatarios de tributos y los hombres de negocios. Eran todos ellos ciudadanos que trabajaban y especulaban, que conquistaron la riqueza y el prestigio social, que compraron con frecuencia ttulos de nobleza y que desempearon un papel preponderante en la vida econmica, aunque en modo alguno dentro de la poltica estatal.

A la nobleza enemiga del absolutismo y a la clase burguesa financieramente poderosa vino a unirse otro grupo, que era al mismo tiempo, de modo singular, objeto y vctima de una poltica absolutista: nos referimos a los cuatrocientos mil emigrantes que, tras de la derogacin del edicto de Nantes de 1685, se vieron obligados a abandonar Francia y a verterse en los pases de la Europa septentrional y nororiental. Ochenta mil de ellos se trasladaron a Inglaterra, donde -figurando en las filas whig - se convirtieron en los ms fervorosos defensores de la constitucin parlamentaria.En estrechsimo contacto con los emigrantes, espritus conductores de su tiempo, y edificando sobre ellos, se hallan los filsofos de la Ilustracin.

Sobre la base de esta comunidad, se organiz una esfera de intereses extraestatal para el Estado absolutista: la de la sociedad, la socit, en la cual los diferentes grupos vean su puesto propio. La tensin entre la creciente importancia social, por una parte, y la imposibilidad de otorgar una expresin poltica a esta importancia, por otra, determin la situacin histrica en la que se constituy la nueva sociedad. Ella habra de resultar decisiva para su esencia y su evolucin. La separacin crtica entre moral y poltica, tan invocada por la inteligencia burguesa, se deduce de esta diferencia y al mismo tiempo la agudiza y agrava.

a. El desarrollo del poder indirecto: la funcin de intriga de las logias secretas.

El misterio de las logias radicaba, con anterioridad a su contenido, en el nimbo que se irradiaba de ellas. El secreto vinculaba a todos los copartcipes del mismo. Mediante el secreto se fortaleci el sentimiento de superioridad de los iniciados, la conciencia de lite por parte de la nueva sociedad. Hasta llegar a convertirse en un mito social, que ayudaba a potenciar la trascendencia e importancia del arcanum y del autocontrol moral unido a l. El secreto se convirti en un instrumento de dominacin que fue manejada de manera consecuente, por ejemplo en la orden de los iluminados que estableci un minucioso sistema de informes secretos de control.

Los iluminados constituyeron sin duda, entre las innumerables ligas y sociedades secretas, el caso extremo alemn de planificacin autnoma de soberana.

Las logias se convirtieron en el ms poderoso instituto social del mundo moral en el siglo XVIII. Su peso e importancia singulares se evidencian ya en el hecho de que los estadistas se servan tambin de ellas para obtener influencia y alcanzar fines polticos. Los reyes de Suecia, el Duque Fernando de Braunschweig- en su calidad de estricta observancia -, los Hohenzollern y muchos prncipes de Alemania Central figuraron en esta lnea, como en Francia lo hizo el Duque Luis Felipe de Orlens, el Felipe igualdad de la Gran Revolucin.

El nmero de logias creci de manera vertiginosa. Mientras que en 1772 slo existan 164 logias en toda Francia, su nmero alcanz en 1798 la cifra de 629, 65 de las cuales se encontraban en Pars. As en la vspera de la Revolucin Francesa, la francmasonera representaba ya, junto a la socits de pense, una importante e independiente organizacin de la nueva sociedad, que no se hallaba sometida al Estado. No slo era, en el aspecto intelectual, un rgano de lucha contra el Estado absolutista, sino que constitua al mismo tiempo un armazn social sobre el cual, tras el surgimiento de los elementos radicales, puede apoyarse tambin el aparato poltico del partido jacobino.

As pues, ms all de todo trabajo secreto de planificacin, y con anterioridad a l, constituye el secreto mediante su doble funcin encaminada a cohesionar fuertemente a la sociedad y protegerla al mismo tiempo- un frente intelectual que atraviesa todo el mundo poltico estatal absolutista. Por medio del secreto y tras de l, consumse una agrupacin social que obtuvo al cabo el peso e importancia de un poder indirecto.

Los medios coactivos de la jurisprudencia moral se hallaban directamente en la senda sealada por Locke y ejercan su influencia activa por medio de la presin social. Pero junto con el creciente desarrollo de una soberana interna de la sociedad, los masones planearon la ejecucin directa de sus veredictos morales.

El acto de autoconstitucin social era siempre, al mismo tiempo, un acto de enjuiciamiento moral, un veredicto que recaa asimismo sobre el Estado.

El aislamiento del mundo exterior, posibilitado por el secreto, trajo consigo una forma social de existencia que, en cuanto tal, encerraba ya en s la calificacin moral para juzgar a este mundo exterior. La conciencia privada se ampla hasta convertirse en sociedad; la sociedad se convierte en una gran conciencia.

La separacin entre moral y poltica implicaba un veredicto moral sobre la poltica imperante. Mientras dominase el poder de los prncipes absolutistas, el secreto velara a los masones con el manto de su inocencia moral y su ausencia el escenario poltico.

Los polticos teman hacia 1774 en el secreto de las logias una revolucin.

El masn, apoltico directamente es poltico de modo indirecto. La moral permanece siempre, desde luego, mansa y pacfica, pero precisamente en cuanto tal y mediante su polarizacin hacia la poltica. Pone en peligro el Estado existente.

Con la disposicin masnica de conceder asilo a los sediciosos y rebeldes, siempre que estos fuesen moralmente intachables qued deslindado el campo de trabajo no slo extraestatal sino tambin, y en cuanto tal, antiestatal.

El secreto poltico de la ilustracin deba ser velado y oculto hacia fuera, sino que se ocultaba tambin ante la mayora de los, ilustrados mismos, y ello como consecuencia de su actitud aparentemente apoltica.

b. La revolucin oculta contra el Estado: La funcin Poltica de la Logia secreta (Lessing).

La funcin poltica que tuvo el secreto masnico se evidencia claramente en Lessing. En su obra Lessing suministra un esbozo de los principales puntos en que se concentraban los ataques de los masones cosmopolitas: los Estados, los estamentos, las Iglesias; pero y esto es decisivo para la andadura del pensamiento de Lessing- los males enumerados, resultantes de la diversidad humana, de sus delimitaciones y separaciones, no son para l meros azares, sino que pertenecen a la estructura misma de la sociedad. El Estado es una mal necesario, radica en la esencia misma de la sociedad burguesa muy en contra de sus propsitos.

La diferencia entre los hombres, las fronteras entre los Estados y la pluralidad de los mismos son para Lessing un mal moral pero no llevan el sello como en los masones- de la arbitrariedad humana, sino que estn dadas en la naturaleza del hombre.

La francmasonera constituye el nico y poderosos movimiento en contra de este mal inevitable. La verdadera y autntica actividad de los masones es combatir los males inevitables del Estado. As los masones cruzan aunque sea con una intencionalidad puramente moral- la esfera de la poltica estatal. Su trabajo es apoltico, aunque el fin presupuesto, y precisamente por ello, sea solamente moral. El fin de los masones consiste en hacer de los Estados instituciones tan superfluas como sea posible.

El fin moral remoto tiene que lanzarse al ataque forzosamente, o ms tarde o ms temprano, contra la raz de todo mal, lo que viene a significar entrar en conflicto con la esfera de la poltica estatal. La escisin crtica entre moral y poltica aparece en Lessing; pero este pone en evidencia adems la dialctica propia de dicha separacin: la actividad moral de los masones slo es posible, por una parte, sobre la base del inevitable mal del estado, pero por otra parte se dirige precisamente contra este.

La actitud secreta encubre precisamente el hecho de que en la consecuencia interna del trabajo moral radicaba ya el asalto al campo de lo poltico, del cual se haban apartado inicialmente los masones. Junto a las funciones del arcanum que no eran sino la de proteger y posibilitar el trabajo moral de los masones, aparece pues otra funcin ms, la de encubrir el carcter poltico indirecto de este trabajo; y en cuento tal, pertenece al verdadero contenido del arcanum mismo.

As pues Lessing no hace un secreto de la finalidad intrnseca, del propsito moral definitivo de los masones, es el secreto quien cela tan solo la consecuencia poltica que resulta de los planes morales. El secreto no implica unos planes subversivos directos, pero encubre la consecuencia poltica de los planes morales, que se dirigen contra el Estado absolutista.

Tras el secreto se form no slo un poder independiente del Estado, sino que, al mismo tiempo, este poder y este era el arcanum de los grados superiores de la orden- plane extender hacia el mundo exterior el sistema de dominacin moral que haba sido implantado y realizado ya dentro de la orden.

Educacin, adiestramiento, propaganda e ilustracin, son de por s solos medios insuficientes para alcanzar el fin ltimo moral. Para alcanzar el triunfo del bien contra el mal es necesaria la poltica prctica.

El programa de accin poltica consista en la ocupacin indirecta y callada del Estado. Se intentaba ir ocupando poco a poco los dicasterios y consejos regios con celosos miembros de la orden, esto es, absorber al Estado desde dentro de ste. De modo significativo, sin ser notados, el peso y la importancia del arcanum han sido trasladados al campo puramente poltico. La funcin de proteccin y defensa se ha identificado ya plenamente con la pura funcin poltica de enmascarar el ataque, la ocupacin indirecta del Estado.

Pero tambin en esta fase sigue vigente con toda su integridad la separacin entre moral y poltica, prevista ya en el marco del Estado absolutista. El dualismo moral se evidencia como una rplica especfica contra el Estado absolutista, como la forma de pensamiento subordinada a la accin indirecta y encaminada a posibilitar y legitimar una ocupacin silenciosa de este mismo Estado.

Los iluminados en la situacin concreta, en el origen y en la intencin son antiestatales, sin embargo se obstinan en observar una actitud apoltica. Pero precisamente aqu halla su fundamento ideolgico la toma de poder indirecta que tiene como presupuesto previo una posicin apoltica. La impotencia de hecho, que es condicin y presupuesto de la fundacin de la orden, alase con la inocencia moral y el conocimiento puro, que slo pueden ser obtenidos dentro de la orden.

En la inocencia moral radica, paradjicamente, su pretensin poltica de legitimidad. La finalidad exclusivamente moral suministraba en segundo lugar, adems de la legitimidad, la garanta de que la necesaria accin sera consumada tambin con toda inocencia y limpieza. Los autores de la planificacin moral no se proponen como objetivo el derrocamiento del Estado. Pero este, sin embargo, se derrumba. Con ello, el xito poltico mismo slo es, en tercer lugar, algo accidental.

El encubrimiento de la accin poltica contra el Estado es idntico a la continua agravacin polmica de la anttesis entre Estado y sociedad. La floreciente sociedad enreda al Estado en las mallas de un proceso dualista, al distanciarse de l, al criticarle de forma aparentemente neutral, al condenarle en cuanto juez moral y al intentar al mismo tiempo ejecutar la sentencia condenatoria, como ejecutor secreto. La decisin poltica entre Estado y sociedad es inevitable, pero no ha recado todava. La tensin se agudiza y agrava, convirtindose en crisis.

c: El proceso de la crisis: la separacin entre moral y poltica como condicin y ejecucin de la crtica ciudadana (Schiller).

Los estadios de la toma del poder de las logias dibjanse de modo totalmente anlogo en el seno de la Repblica de los sabios.

En el camino que lleva desde la autodefensa hasta la pretensin y exigencia de dominio, queda tambin esclarecida la importancia histrica de la separacin entre el mbito externo y el interno. As como los masones se separan del estado en virtud del secreto, inicialmente para liberarse del peso de su influjo, pero despus para ocupar y conquistar al Estado, precisamente sobre la base de esta liberacin, de modo aparentemente neutral, someterle a su veredicto. La crtica, como se ver, sucumbe a la falsa apariencia de su neutralidad y se convierte en hipocresa.

Schiller establece un dualismo entre la escena teatral y la poltica. El arte aparece como antpoda del poder poltico. Es un sntoma de la estructura intelectual y espiritual del siglo XVIII, que redujo a todo el mundo a la condicin de escenario de fuerzas polarizadas entre s.

As para Schiller, la jurisdiccin de la escena teatral se halla en relacin recproca con las leyes mundanas. La jurisprudencia moral se ve provocada as por la misma imperfeccin de las leyes polticas, y su veredicto por la poltica al igual que, por otra parte, la insuficiencia de las leyes polticas, slo se evidencia plenamente sobre la escena.

No slo se enfrentan entre s un derecho moral y un derecho poltico, sino que la ley poltica es al mismo tiempo inmoral, as como la ley morales simultneamente inerme desde el punto de vista poltico, y en cuanto tal no tiene nada que ver con la poltica imperante. La escena teatral es, para Schiller, la sede de la jurisdiccin moral, por una parte, pero al mismo se halla en una tensin dialctica, resultante de la escisin de la realidad en un campo de la moral y un campo de la poltica.

Ambos fenmenos muestran el mismo contenido histrico de hecho: la crtica poltica. En el instante en que la poltica, eliminada de manera dualista, es sometida al veredicto moral, transfrmese el juicio moral en un politicum: en crtica poltica.. El espectculo dualista es slo, considerado moralmente, un juicio, pero desde el punto de vista fctico es una crtica dirigida contra el Estado. La imagen dualista del mundo se halla, as, al servicio de la crtica poltica.

El arte moral y el estado imperante son enfrentados entre s, con objeto de lograr que la escena desempee el papel de la crtica poltica. La crtica poltica no radica, pues, tan slo, en el veredicto moral en cuanto tal, sino que est nsita ya en la separacin consumada de una instancia moral, por un lado, y una instancia poltica por otro; el tribunal moral se convierte en crtica poltica no slo por cuanto se somete a la poltica a su juicio severo, sino precisamente tambin a la inversa, en cuanto se separa del campo de lo poltico como pura instancia enjuiciadora. En esta separacin se encierra ya la crtica al Estado. La crtica poltica se basa sobre esta escisin y la consuma al mismo tiempo.

La conducta indirecta no basta ya de por s sola. El proceso crtico se halla ya en su trmino, y resulta inevitable una decisin. En la crtica se oculta la crisis.

La actividad que caracteriza a la razn como instancia enjuiciadora es la crtica misma que impulsa continuamente hacia delante al proceso del pro y el contra. Tras la obra ingente de Pierre Bayle, el concepto de la crtica permanece ya inseparablemente vinculado al de la razn. El crtico se convierte en el abogado de la razn, se halla por encima de los partidos, y su tarea no es la de destruir sino la de establecer la verdad. Pero la verdad slo es posible en el seno de la libertad absoluta. En la Repblica de los doctos, por ello mismo, cada uno es seor de los dems, y al mismo tiempo puede ser juzgado por los miembros restantes.

La guerra civil, que fue eliminada por el estado, resurge de nuevo inesperadamente; y ello, precisamente, en el mbito privado interno, que el Estado hubo de conceder al hombre en cuanto tal hombre. La democracia total de Rousseau, que es la democracia de los doctos preconizado por Bayle, suministra el modelo de una forma estatal para lo cual se legaliza la guerra civil, bien que de modo puramente espiritual, y se convierte en el fundamento de la legitimidad

La crtica se erige deliberadamente en apoltica, no roza al Estado, pero al mismo tiempo tampoco se halla subordinado a l. Voltaire con la crtica literaria, criticaba indirectamente a la Iglesia y al estado. La crtica intelectual, basada en la divisin entre la apoltica republique des lettres y el Estado poltico, invoc esta escisin y la agudiz al mismo tiempo, para extender tambin al Estado sus veredictos intelectuales, de forma aparentemente neutral y en nombre de la verdad situada por encima de los partidos en liza.

Con la crtica se traspasa la frontera entre la repblica de los doctos y el Estado, trazada por ella misma. La crtica, s, se separa del Estado afirmando su carcter apoltico, pero, no obstante, le somete a su juicio. De aqu surge la ambivalencia de la crtica, que desde Voltaire se convierte en su caracterstica ms acusada: apoltica y suprapoltica en apariencia, era, sin embargo, poltica en realidad.

La crtica se hace cargo ahora de las funciones que Locke haba asignado, en su poca, a la censura moral, y se torna de este modo en altavoz de la opinin pblica. La crtica (de la ilustracin) arrastra a todo, y a cada cosa en particular, al torbellino de la vida pblica.

Crtica quiere decir diferenciacin. Los ilustrados desenmascaran al rey en cuanto hombre, y en cuanto hombre, este no puede ser otra cosa que un usurpador. La crtica arrebata su importancia ala grandeza, a la magnitud histrica. Con ello se suprima la diferencia. Y tal cosa significaba ponerse a s mismo en razn al precio de una sinrazn. El verdadero usurpador no era por tanto el monarca sino el crtico. Y el autoengao consiste en creer que esta usurpacin sea de ley. El constante desenmascaramiento de los otros conduce al fin a la ofuscacin del mismo desenmascarador.

Las etapas de la crtica, que fueron bosquejadas de la mano de textos e ideas de Simon, Bayle, Voltaire, Diderot y Kant, dan testimonio de la creciente importancia poltica que el concepto de crtica obtuvo en el curso del siglo XVIII. El aspecto poltico de la crtica no radicaba en la significacin verbal de lo que por tal se entenda, sino que brotaba en cada caso concreto de la relacin resultante entre los campos del regne de la critique y del Estado tras de la separacin de ambos entre s.

La forma de pensar dualista, trnase en virtud de la crtica poltica indirecta y finalmente directa que lleva dentro de s, en expresin e interpretacin de un acontecimiento de poca: la aparicin del mundo burgus.

KOSELLECK, Reinhart: Crtica y Crisis del Mundo Burgus, ediciones Rialp, S. A., Madrid 1965, Pg.356.

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