Insumisión. Una forma de vida

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Las madres Insumisas que aprendimos de nuestros hijos, y luchamos junto a ellos por defender el derecho a la objeción de conciencia, sentimos y pensamos que estos años de lucha no deben perderse en el olvido porque forman parte de la historia más reciente de nuestro país. Por este motivo, y para despertar la conciencia dormida de esta sociedad, es por lo que quiero dejar por escrito esta parte de nuestra vida, que estuvo ligada durante muchos años, al menos diez, a la de nuestros hijos objetores de conciencia insumisos.Rosario Domínguez

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ROSARIO DOMNGUEZ

ROSARIO DOMNGUEZ

Rosario Domnguez, 2012 A excepcin de las imgenes, escritos, referencias y enlaces incluidos en el documento no atribubles a Rosario Domnguez Martn-Snchez y que fueron difundidos por sus respectivos autores bajo las licencias que les son propias, la totalidad del documento se publica bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual CC BY-NC-SA 3.0

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A mi hijo Enrique que me hizo insumisa A todos nuestros queridos hijos insumisos

Las madres Insumisas que aprendimos de nuestros hijos, y luchamos junto a ellos por defender el derecho a la objecin de conciencia, sentimos y pensamos que estos aos de lucha no deben perderse en el olvido porque forman parte de la historia ms reciente de nuestro pas. Por este motivo, y para despertar la conciencia dormida de esta sociedad, es por lo que quiero dejar por escrito esta parte de nuestra vida, que estuvo ligada durante muchos aos, al menos diez, a la de nuestros hijos objetores de conciencia insumisos.

NDICEpRlOGO ......................................................................................................................................................................................................................................................Pg. 7 UN pOCO DE hIStORIA DEl MOvIMIENtO DE ObjECIN DE CONCIENCIA Al SERvICIO MIlItAR EN ESpAA ..................................................................Pg. 9 lAS CRCElES MIlItARES .......................................................................................................................................................................................................................Pg. 17 lA GUERRA ..................................................................................................................................................................................................................................................Pg. 39 lA ASOCIACIN DE MADRES, pADRES y AMIGOS DE ObjEtORES DE CONCIENCIA INSUMISOS ..........................................................................................Pg. 51 lAS CRCElES CIvIlES. CENtROS DE ExtERMINIO ..........................................................................................................................................................................Pg. 89 lA INSUMISIN EN lOS CUARtElES: UN pASO ADElANtE ............................................................................................................................................................Pg. 105 bIblIOGRAfA .............................................................................................................................................................................................................................................Pg. 114 DOSSIER DESObEDIENCIA CIvIl (MOC vAlENCIA) ............................................................................................................................................................................Pg. 115 DISCURSO DE pEpE bEUNZA ...................................................................................................................................................................................................................Pg. 116

pRlOGOCuando en enero de 1971 me metieron preso en el calabozo del cuartel de Marines (Valencia) por declararme objetor de conciencia noviolento, los sentimientos de miedo y soledad, pues era un tema totalmente desconocido, se compensaban con mi cabezonera (soy hijo de navarro y tauro) y la responsabilidad de saber que en ese momento empezaba una campaa de apoyo internacional que llevbamos preparando desde haca dos aos. Pues bien, ni en los momentos ms optimistas poda soar que 30 aos ms tarde desaparecera la mili con un balance tan espectacular. Cerca de un milln de objetores, treinta mil insumisos encarcelados o procesados y dispuestos a ir a la crcel y ms de mil aos de crcel cumplidos. La heroica, inteligente y muchas veces divertida, lucha de los insumisos, debera ser estudiada en todas las escuelas, como modelo para el cambio social de leyes injustas. Cuando una persona est dispuesta a ir a la crcel por defender sus ideas de manera noviolenta, se convierte en una fuerza ms poderosa que el estado. Esto es lo que demostraron los insumisos y pagaron un precio muy elevado. En 1995 haba ms de trescientos insumisos presos en una democracia formal y eran un ejemplo para todos los pacifistas del mundo. Creo que vali la pena. Conocer a los insumisos es de las cosas buenas que me han pasado en la vida. Fue duro porque durante muchos aos los acompa a la crcel, los visit, los esper a la salida para despus acompaar a los que hacan el relevo y seguir la rueda. Creo que me autoinculp (qu accin ms inteligente) de cuatro y los cuatro acabaron presos. Fui hasta Badajoz para acompaar al insumiso Carlos Prez en su consejo de guerra. Los consejos de guerra, si no dan miedo, dan risa y Carlos no tena miedo, hizo un discurso magnfico mientras los militares con toda su parafernalia se iban haciendo pequeitos. La gran fuerza de la razn frente a la razn de la fuerza. Pag un buen precio, condena de dos aos, seis meses y un da. Y vali la pena. Sigue fuerte y luchador. Oscar Cervera en el Consejo de Guerra de Valencia se volvi a los soldados y les dijo: Ustedes, sean hombres y deserten y los militares que le juzgaban alucinaron. Yo que tengo el honor de ser desertor condenado en un consejo de guerra pero que pas mucho miedo, no poda creer que hubiera gente tan valiente y digna. Tambin pag el precio. Fue del grupo de los ltimos insumisos que salieron de la crcel cuando la mili ya no era obligatoria. Y como ellos muchos ms. Y muchas acciones arriesgadas, llenas de humor, de imaginacin y de noviolencia. Hay que recordarlo, estudiarlo para aprender, para reflexionar, para animarse y seguir. Por eso este libro es importante. Y que lo escriba una madre de insumiso le aade un plus de sentimiento porque no defendemos ideas, defendemos la vida. Como dicen los del MOC de Barcelona, el premio que queremos es el del desarme. Ese premio aun queda por desgracia bastante lejos, pero hay camino hecho. Y ah queda. Y seguimos y seguiremos y como decamos con humor a los insumisos presos, de derrota en derrota hasta la victoria final. Un abrazo muy fuerte de paz. Pepe Beunza Marzo de 2012 Barcelona

UN pOCO DE hIStORIA DEl MOvIMIENtO DE ObjECIN DE CONCIENCIA Al SERvICIO MIlItAR EN ESpAA

En principio haremos una breve definicin de la objecin de conciencia: Ampliamente se entiende por objecin de conciencia la negativa a obedecer una orden o norma legalmente establecida, invocando la existencia de una norma de rango superior, interna o externa, pero no escrita, que le impida asumir la conducta prescrita. Ante la injusticia o la aberracin debe llegar un momento en que el hombre o la mujer, ha de negarse a obedecer a un jefe o una ley, si quiere ser fiel no solamente a su conciencia individual, sino sobre todo a la conciencia colectiva o bien comn, desautorizando as, las doctrinas de la obediencia debida de los procesos de Nuremberg o ms recientemente de Argentina. Desde la filosofa se puede incluso justificar el reconocimiento de un derecho general a la objecin de conciencia, algo rechazado desde instancias gubernamentales porque socavara el Estado de Derecho que sustenta el mismo concepto de Estado. Por ello los Estados regulan aquellas disidencias que adquieren relevancia en un claro intento de evitar que cuestionen la continuidad de la norma. Porque si bien la desobediencia individual no resulta una amenaza para el orden establecido, lo cierto es que su contagio hace que comience a serlo. En este sentido, podemos hablar en propiedad de la objecin de conciencia como una manifestacin de la desobediencia civil. El primero que utiliz este trmino fue thoureau: El deber de la desobediencia civil (Ed. Parsifal, Barcelona 1989). Las ideas de Thoureau fueron asumidas por los cuqueros, hoy firmes defensores de la objecin de conciencia, por Tolstoi y por Gandhi. Otros muchos ms (Dolci, Milani, Luther King) han secundado la desobediencia civil como mtodo para acabar con las leyes o con situaciones injustas, abrazando la no violencia como estrategia o como forma de vida. El trmino objecin de conciencia, responde en su origen a una accin colectiva de desobediencia civil promovida por Gandhi en Sudfrica. Simultneamente en Europa a comienzos del siglo XX, se produce una explosin antimilitarista, que acompaa al incipiente movimiento obrero. Aquellos que se oponan a las confrontaciones blicas, se autodenominaban objetores de conciencia. Despus, durante la 1 y 2 guerra mundial, pasaron a llamarse resistentes a la guerra, marcndose como objetivo la eliminacin de las guerras y la abolicin de todas sus causas y es hoy en da la entidad que rene a las organizaciones de objetores con contenido antimilitarista.

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La objecin de conciencia al servicio militar es una expresin ntida e indiscutible de la desobediencia civil. Ofrece una estrategia fundamental a todos los comprometidos en la lucha por la paz. No se trata slo de hacer desaparecer las armas de destruccin masiva y el comercio de armamento. La cuestin es erradicar los valores que alguna vez los hicieron posibles. Para ello es necesario fortalecer la conciencia social, en el sentido de rechazar la pasividad de los ciudadanos frente a los preparativos militares del Estado. La objecin de conciencia en el Estado Espaol fue desde sus comienzos un frente de oposicin a la dictadura y a su rgimen militar. Las leyes contemplaban como un honor defender a Espaa con el ejrcito. En la cabeza del poder no caba la posibilidad de que alguien se negase a tal honor. Mentalidad que todava existe en las cpulas militares. A finales de los aos 50, en pleno franquismo, los Testigos de Jehov se niegan a coger las armas cuando son llamados a filas declarndose objetores de conciencia. Un ao ms tarde se niegan a realizar el servicio militar, pasando muchos aos en prisin. Como en el Cdigo de Justicia Militar de 1945 no estaba previsto la negativa a realizar el servicio militar, se les condenaba por el delito de desobediencia que se castigaba con una pena de 6 meses a 6 aos de prisin. Al trmino de la condena se les obligaba de nuevo a realizar el servicio militar y al negarse, volvan a ser condenados con lo que enlazaban unas condenas con otras, pasando as muchos aos encarcelados, siendo duramente reprimidos. Sus motivos fueron esencialmente religiosos, no entraban en consideraciones polticas, ticas o filosficas. Hasta los aos 70 la sociedad no tuvo conocimiento de estos primeros objetores, debido en parte al aislamiento de su comunidad, a la censura de prensa y a su reclusin en castillos militares como el penal de la Mola en Mahn, donde pasaron la mayor parte de su condena olvidados entre los dems reclusos a los que se les conoca por el nombre de los penitos. En este mismo ao, el gobierno enva un proyecto de ley a las Cortes sobre la Objecin de Conciencia que es rechazado por la Comisin de Defensa compuesta en su mayora por militares, tachando a los objetores de locos, delincuentes y traidores. Otro segundo proyecto de ley, presentado al ao siguiente es igualmente rechazado.

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Puede sealarse el ao 1971 como el inicio del Movimiento de Objecin de Conciencia, cuando Pepe Beunza, catlico practicante, se niega a realizar el servicio militar, no solamente por razones de ndole religiosa sino tambin por motivaciones polticas, declarndose pacifista y antimilitarista. Es encarcelado durante varios aos, primero en la crcel Modelo y en la de Jan y sometido posteriormente a un Consejo de Guerra que le castiga duramente, siendo trasladado a El Aain, a una compaa disciplinaria de la Legin con los peores delincuentes. Fue sometido a otro Consejo de Guerra, pasando por varias crceles, hasta el ao 1974 que es puesto en libertad. Conocimos personalmente a Pepe en Barcelona en un encuentro de madres y padres de Insumisos. Es un hombre de 59 aos, ingeniero tcnico agrcola, simptico y vitalista que sigue luchando por la no violencia activa. Con Pepe la Objecin de Conciencia comienza a ser conocida por la sociedad, sobre todo por los apoyos que recibi, tanto a nivel nacional como Internacional, como la famosa marcha que se realiz desde Ginebra hasta la crcel de Valencia. Entonces se agit un movimiento no violento europeo. En Notre Dame de Pars se colg una pancarta gigante que rezaba: Librez Pepe. Esta solidaridad internacional, se expres en la recomendacin que hizo a Espaa el Consejo de Europa para que se regulase la objecin de conciencia. En este mismo ao 1973, cuando el rgimen franquista viva sus ltimos momentos, se aprueba el artculo 383 del Cdigo de Justicia Militar, condenando a los objetores a una pena de 3 a 8 aos de prisin, terminando as con las condenas en cadena. Un ao ms tarde, Pepe Beunza sale de la crcel definitivamente y junto con algunos de los componentes de la Marcha a Ginebra disean un proyecto para la creacin de un Cuerpo de Voluntarios para el Desarrollo. Consista en la realizacin de un servicio civil de dos aos de duracin que sustituira al servicio militar. Este servicio estara controlado por el gobierno. Pero ante la negativa del Ministerio de aceptar esta propuesta cinco de los jvenes firmantes del manifiesto de Voluntarios para el Desarrollo, inician un servicio civil en el barrio de Can Serra en L Hospitalet de Llobregat, declarndose objetores de conciencia. Reivindicaban un servicio civil autogestionado como un paso hacia el reconocimiento de la objecin de conciencia. Fueron encarcelados, hasta que en el ao 1976 el gobierno decreta un indulto que inclua a los objetores. Hasta esta fecha se calcula que entraron en las crceles cerca de 300 objetores de conciencia. A finales del ao 1976, durante el gobierno de Adolfo Surez, se regula un Decreto Ley (3011/76) de carcter religioso, que impone un Servicio Cvico de 3 aos, en sustitucin del Servicio Militar. Pero ni siquiera lleg a ser aplicado porque no se present ninguna solicitud, debido a la campaa de los objetores de conciencia que ya en este ao haban alcanzado una gran notoriedad y se haban organizado a nivel estatal, creando el Movimiento de Objecin de Conciencia (MOC). Ante el conflicto que se haba generado, el entonces Ministro de Defensa Sr. Gutirrez Mellado, dict una orden a todas las Capitanas Militares para que se apartara del servicio militar a todos los que al incorporarse a filas o estando prestando el servicio se declararan objetores de conciencia bajo la concesin de una prrroga hasta que la ley regulara la objecin de conciencia. En estas circunstancias la UCD entonces en el poder, plantea un Proyecto de Ley de objecin de conciencia que es rechazado por toda la oposicin parlamentaria. El propio PSOE critica el proyecto tanto en las sesiones parlamentarias como en su propuesta alternativa, desarrollada en Cuadernos Parlamentarios n 8, Madrid 1981, elaborado por Gregorio Peces Barba (que a su vez presidi el Congreso de los Diputados en la posterior aprobacin de la ley reguladora de Objecin de Conciencia de 1984) en donde se expona: El proyecto del gobierno, escasamente sensible a la libertad de conciencia, estima que slo podr hacerlo quien sea llamado a cumplir sus obligaciones mili tares, olvidando que con posterioridad a ese momento, es factible el ejercicio del derecho subjetivo precisamente porque las convicciones no son estticas, pueden modificarse sin necesidad de declararlo (Art. 16.2 de la Constitucin).

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Es evidente que esa mayor duracin no puede tampoco encubrir una especie de castigo a la conciencia, como sucede por ejemplo en la legislacin francesa o en el proyecto de ley del gobierno, que establece que la prestacin exceder de un ao a la del periodo vigente para el servicio en filas, que puede ser superior al doble de sta. En octubre de 1977 se declara la Ley de Amnista, que se hizo extensible de forma global a cuantos hubieran sido condenados por declararse opuestos a la prestacin del servicio militar por motivos de conciencia. El Movimiento de Objecin de Conciencia se va organizando a nivel estatal, convocando el primer Congreso en Euskadi donde se elabora una estrategia de accin no violenta oponindose tanto al servicio militar como al servicio civil. En este periodo van surgiendo grupos antimilitaristas en toda las provincias, como el grupo Anti-Otan de Barcelona (GAMBA), que se extiende con rapidez, pudiendo celebrar el primer Encuentro de Organizaciones Pacifistas anti-OTAN en Zaragoza. El MOC en esta poca profundiza en sus planteamientos ampliando su contenido a otros aspectos como la objecin fiscal, educacin para la paz, participacin de la mujeres en la lucha antimilitarista, participacin en manifestaciones anti-OTAN, etc. En el encuentro que se celebra en Barcelona en 1984, se debate la estrategia a seguir ante la nueva Ley de Objecin de Conciencia presentada por el PSOE, donde se rechaza tanto el servicio militar como la Prestacin Social Sustitutoria (PSS). Con el gobierno del PSOE se inicia el camino hacia la Insumisin que vena ya gestndose durante estos aos. Con la Ley de Objecin de Conciencia (LOC), ley 48/84 del 26 de diciembre de 1984, aprobada durante el gobierno de Felipe Gonzlez, se pretenda terminar con el problema de los objetores, al crear una Prestacin Social Sustitutoria (PSS) al servicio militar, pero el problema lejos de solucionarse se agrav debido a la oposicin del MOC y de una gran mayora de jvenes contrarios al servicio militar. Esta Ley creaba un Consejo Nacional de la Objecin de Conciencia (CNOC) encargado de determinar quienes eran declarados objetores y quienes no, negando as la Objecin de Conciencia como un derecho fundamental. El Consejo funcion tarde y mal. Se pretenda despolitizar la lucha seleccionando a los objetores. Ante esto el MOC reacciona presentando ante los gobiernos civiles el 15 de mayo de 1985, una DECLARACIN COLECTIVA DE OBJECIN DE CONCIENCIA. Esta declaracin supona un desafo a la LOC al no reconocer autoridad ninguna al Consejo. El gobierno se vio en una situacin bastante comprometida al tener que reconocer como objetores a aquellos que no cumplan los requisitos que marcaba la Ley, en espera de la resolucin del Tribunal Constitucional al recurso interpuesto por el Defensor del Pueblo, Joaqun Ruiz Gimnez, a instancia del MOC y de organizaciones pacifistas y de la cuestin de inconstitucionalidad que present la Audiencia Nacional para que se regulara el Derecho Fundamental de la Objecin de Conciencia y sobre los plazos para declararse objetor, ya que la ley no reconoca a los que objetaban una vez incorporados a filas. Las declaraciones colectivas fueron admitidas hasta febrero de 1988 reconocindose unos 10.000 objetores. En octubre de 1987 el Tribunal Constitucional desestima los recursos interpuestos tanto por el Defensor del Pueblo como el de la Audiencia Nacional, considerando que la objecin de conciencia no es un derecho fundamental sino constitucional, y que el CNOC es el que otorga la condicin de objetor, penalizando la objecin de conciencia con un servicio sustitutorio del servicio militar (PSS). Es extrao que el gobierno del PSOE legislara poder hacer una prestacin sustitutoria del servicio militar, cuando esa idea fue puesta en prctica voluntariamente por los que se declararon objetores en L Hospitalet y por ello fueron encarcelados. Se pierde as el carcter social de la prestacin al hacerse obligatoria, convirtindose en un servicio militar encubierto, en un castigo para los objetores. As no entiende la objecin como un derecho fundamental de la sociedad que aspira a un mundo en paz, sino como una exencin de la mili. Se prohbe objetar cuando se est en filas, se establece un rgimen punitivo muy duro para los objetores, se obliga a declarar ante un tribunal las razones para objetar permitiendo que se investigue sobre las mismas, se vincula

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la objecin y la exencin del servicio militar a la realizacin forzosa de una prestacin equivalente a la militar y sustitutoria de este, a la que incluso se endurece con una mayor duracin. El MOC se opone frontalmente a la realizacin de la PSS por las consideraciones antes expuestas adems de resaltar su carcter insolidario, al ser los prestacionistas mano de obra gratuita ocupando puestos de trabajo. Ante este panorama legal se plantean directamente la INSU MISIN al servicio militar todos los objetores a los que el CNOC no reconoce como tales, los que no son reconocidos por la Declaracin Colectiva, los que se declaran objetores sin mandar la instancia al Consejo, los que objetan una vez incorporados a filas o sobrevenidos, y todos los que vuelven a objetar o reobjetores. Al gobierno se le plantea un grave problema al carecer de infraestructuras para la realizacin de la PSS ante la enorme cantidad de objetores, optando por aplicar una amnista de la que se beneficiaron unos 22.000 objetores. Los amnistiados realizan una quema de documentos y envan al gobierno cartas colectivas en las que renuncian a la condicin de objetor y piden ser llamados a filas. El gobierno no admite las denuncias. Su decisin era a toda costa dar pasos para implantar la prestacin sustitutoria. Esta declaracin la hicieron colectivamente unos 2.000 objetores. Los nuevos objetores de conciencia en vez de buscar el reconocimiento legal de la condicin de objetores, deciden iniciar la INSUMISIN de forma directa, mediante la negativa incluso a pasar por la oficina que juzga las conciencias y pasar al enfrentamiento directo con la institucin militar. Es entonces cuando los objetores se plantan ante las autoridades militares para dejar su NO claro y rotundo: NO al ejrcito, NO a la prestacin sustitutoria y NO a la ley de objecin. Provocan as la INSUMISIN como enfrentamiento que desenmascara el verdadero objetivo de la objecin de conciencia, el militarismo. La insumisin se inicia mediante la no presentacin de ningn tipo de solicitud al CNOC, es decir, dejndose alistar por el

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procedimiento habitual, optando por no incorporarse a filas, presentndose colectivamente en los Gobiernos Militares y en los Juzgados Civiles, donde se hace entrega de un duplicado de la documentacin remitida previamente al Cuartel Militar. La respuesta del poder es bastante irregular y difiere en cada caso. En ningn momento se da una represin masiva conforme a la legalidad ya que llenara las prisiones de presos de conciencia y sera negativo para la opinin pblica. Tampoco pueden dejar que la insumisin quede impune ya que la sociedad perdera el miedo que sostiene al ejrcito. La solucin ha sido la represin selectiva mediante mecanismos legales, prisiones preventivas de muchos insumisos, juicios y encarcelamientos de unos pocos. Aquellos que optan por realizar la PSS al ser reconocidos por el Consejo, crean la Asociacin de Objetores de Conciencia (AOC), son los llamados prestacionistas. En el ao 1986 se producen los primeros encarcelamientos a objetores sobrevenidos a los que se juzga como desertores, comenzando las movilizaciones que se prolongarn con el tiempo pues cada vez es mayor el nmero de objetores de conciencia encarcelados. As en un artculo publicado en Historia 16 por el juez Navarro dice: La tipificacin penal de la insumisin y la existencia de centenares de insumisos en nuestras crceles constituye un escndalo institucional y un atentado contra la justicia.

Los datos estn tomados de LA HISTORIA DE LA OBJECIN DE CONCIENCIA EN EL ESTADO ESPAOL. UNA ALTERNATIVA DE PAZ Comisin de Paz y Objecin de Conciencia Del Consejo Local de la Juventud de Crdoba rea de Cultura-Concejala de Juventud del Ayuntamiento de Crdoba

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lAS CRCElES MIlItARES

Llegamos al ao 1989, que pasar a la historia del Movimiento de Objecin de Conciencia por realizarse la primera presentacin de objetores a la mili ante los jueces militares. Se presentaron en todo el Estado 57 objetores, manifestando su rechazo al servicio militar y su condicin de ciudadanos civiles. Este hecho tuvo una gran repercusin en la prensa y en la historia del Movimiento al considerar la insumisin como una lucha colectiva que trataron de individualizar los poderes pblicos sin conseguirlo. El da 10 de noviembre de este mismo ao mi hijo Enrique deba presentarse en Cartagena para comenzar el servicio militar. Aqu comienza su historia, su lucha y nuestra lucha colectiva por defender el derecho a la objecin de conciencia. Me van a permitir que les cuente la historia tal y como la viv, desde mi propia experiencia personal, que posteriormente nos llev a la creacin de la ASO CIACIN DE MADRES y pADRES DE ObjEtORES DE CONCIENCIA INSUMISOS y cmo las circunstancias y la misma dinmica de lo hechos fueron cambiando nuestra manera de pensar y de sentir frente a un gobierno que se llamaba socialista y obrero y que para su vergenza mantuvo las crceles abarrotadas de jvenes insumisos. Todava despus de tantos aos no se ha hecho un anlisis serio de lo que supuso en Espaa, mas que en ningn otro pas del mundo, este fenmeno de toda una juventud contraria al servicio militar, en definitiva la INSUMISIN como nico modo de conservar la propia conciencia. En este ao, como otros muchos ciudadanos, no conocamos ni la historia, ni el significado de la objecin de conciencia. Por mi parte slo saba que mi hijo Enrique perteneca al MOC y que segn sus palabras era contrario a la guerra y a todas las estructuras que la hacan posible y por tanto se negaba a aprender el manejo de las armas y a realizar cualquier tipo de servicio al ejrcito. Hasta aqu me pareca una forma de pensar ms que razonable. Pero cuando afirmaba que esa postura le poda suponer 2 o ms aos de crcel no pude creerlo, en parte porque no lo pens a fondo y porque crea que esas cosas pasaban en tiempos de la dictadura, pero no en democracia con un gobierno socialista. En ocasiones me sugiri que le apoyara en esta lucha, pero la verdad yo tena ms que suficiente con mis propios problemas. Haca solamente tres aos que su padre haba muerto despus de una larga enfermedad y que al quedarse en paro le llev a la muerte. Por mi parte yo busqu trabajo, puesto que adems de Enrique tengo tres hijas, Laura, Paz y Esperanza, la pequea, de 11 aos. Haca menos de un ao que haba comenzado a trabajar como

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auxiliar de laboratorio en el Ministerio de Agricultura aunque no era lo mo puesto que, mientras criaba a mis hijos, haba terminado la licenciatura de Historia Antigua en la UNED y pensaba trabajar de bibliotecaria, pero ya tena 50 aos y creo que encontr trabajo de milagro. Me destinaron a Barcelona y tras unos meses me mandaron a mi nuevo destino aqu en Madrid. As que por esa poca, cuando mi hijo Enrique estaba metido en uno y mil follones y mis hijas seguan estudiando y ocupndose de la casa y de su hermana pequea yo tena que amoldarme a mi nueva vida de mujer trabajadora. Digo esto para que se comprenda por qu no me tom la molestia de en principio pensar en todo lo que significaba el Movimiento de Objecin de Conciencia y la Insumisin. La vida y las posteriores circunstancias me hicieron reflexionar casi a la fuerza. Todava hoy hay mucha gente que no se ha tomado la molestia de pensar en lo que signific este periodo de nuestra historia, en parte porque a los poderes pblicos no les interesa recordarlo. Es por lo que me he propuesto escribir. Hubiera querido hacerlo antes pero es ahora despus de mi jubilacin cuando he podido recordar estos das. Tengo delante el sumario de Enrique que he reledo y me ha causado un terrible dolor de cabeza. Diez aos de persecucin y crcel resumidos en rdenes de busca y captura, diligencias previas, procedimientos, autos de procesamiento, exhortos y un largo etc., incluyendo varias cartas de Enrique en las que expresa su decisin de no presentarse al cuartel, ni ante el juez, lo que supuso que el da 7 de marzo de 1990 viniera la polica militar a casa y se lo llevaran esposado a la prisin militar de Alcal de Henares. Ese da de maana estaba yo en el trabajo y me llam mi hija Paz para decirme que a su hermano se lo haban llevado a la crcel. La verdad, me qued bastante desconcertada sin saber que pensar, solamente me dije a m misma que si ellos se haban atrevido a encarcelar a un hijo mo, ahora se iban a enterar de quien era su madre. Este sentimiento de rabia no me abandon durante todos los aos de lucha y an ahora lo mantengo. Eso te da fuerza y te ayuda a pensar. Me puse en contacto con Juan Carlos Rois, abogado del MOC y con algunos chavales que me acompaaron a la prisin aquella tarde, Juanjo y algn otro que no recuerdo su nombre pero, como nos advirti Juan Carlos, no nos dejaron pasar. Tres das pasan los presos incomunicados cuando ingresan en prisin. Nos fuimos desilusionados e intranquilos. A la noche Enrique llam desde la crcel en la nica llamada permitida, bromeando, se ve que para quitar hierro a la situacin. Al tercer da fui a la hora de visita con mi hermana Josefina y entonces tuvimos oportunidad de conocer la crcel por dentro y la verdad es que impresiona. Dan miedo las rejas, los cerrojos que resuenan al abrirse, parecen hechos ex profeso para asustar y los carceleros que nos miraron de arriba abajo y con bastante desprecio. Tambin sali un militar, no recuerdo qu graduacin tena, intentando convencernos de que hablramos con Enrique para que se vistiera con el uniforme reglamentario que se haba negado a ponerse y as podramos verlo en la sala de visitas y no entre rejas como tuvimos que hacer. Claro que al ver que no le hacamos demasiado caso se march un tanto molesto. No recuerdo la conversacin que mantuvimos durante la hora de visita en parte porque hablar a travs de un cristal por un telfono es bastante incmodo, slo recuerdo la figura de Enrique detrs de la reja entero y sonriente. De esta primera visita a la prisin militar de Alcal de Henares a la ltima que realizamos no hace muchos aos para visitar a los insumisos presos, hay una diferencia. Ahora han suprimido las rejas, no s si del todo, hay varias salas de visita y se puede ver a los presos a diario. Los carceleros que ahora son de Comisiones Obreras y conocan a Carmen nos reciban como a viejas conocidas, no as otros que mandaban a los presos que pegaran a los objetores encarcelados. Esto era en el exterior, en el interior de las celdas las ventanas seguan chapadas, es decir cubiertas con una chapa metlica con unos pequeos orificios por donde casi no entra la luz, que colocaron a raz de nuestras marchas a la prisin con el megfono con el que hablbamos con los presos. La ltima de nuestras visitas merece ser contada en captulo aparte. Salimos de la prisin bastante angustiadas, mi hermana y yo pensando en Enrique encarcelado, y los pocos apoyos con los que contaba en aquel momento en la sociedad, donde se les llamaba insolidarios y vagos y otras lindezas. Al menos haban dejado de ser traidores, locos de atar y dignos de ser fusilados, como se deca en poca de la dictadura militar.

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el pas [ 1 marzo 10 ]

De camino a casa pasamos por las Cibeles ante el Cuartel General del Ejrcito y vimos un montn de gente y a varios insumisos encaramados en lo alto de la verja de entrada con la pancarta libertad insumisos presos. Paramos y nos acercamos a la prensa, para decirles que yo era la madre de Enrique, insumiso preso en Alcal, que estaba siendo castigado por su negativa a ponerse el uniforme reglamentario. Desde ese momento pas a formar parte del Movimiento de Objecin de Conciencia y tuvieron los insumisos en nosotras, sus madres, sus mejores y ms cercanas defensoras. As desapareci en parte mi angustia y me sent unida y agradecida a aquellos insumisos que llamaban la atencin desde lo alto de las verjas. Pudiera ser que la sociedad no estuviera preparada para comprender la actitud de estos chavales, pero all estbamos gritando libertad. All estaba Jos Manuel de los insumisos cristianos de Carabanchel, junto con otros muchos que fueron bajados violentamente por la polica y arrastrados a comisara. Recib muchas muestras de solidaridad por parte del movimiento y de otras muchas genla verdad [ 25 marzo 10 ] tes, en especial del cura de Entrevas de la Parroquia de San Carlos Borromeo, conocida por todos porque recientemente iba a ser cerrada por la jerarqua eclesistica y al fin gracias a las presiones la dejaron como centro pastoral. El cura Enrique de Castro, conocido por la prensa por su labor con los chavales de la droga, me llam un da contndome que haba estado en la crcel visitando a mi hijo, que le haban dejado pasar como confesor y haba podido visitarle en la sala junto con el cura de la prisin y que se haba redo mucho con las ocurrencias de Enrique. Me enter as que los chavales del MOC, entre los que se encontraba mi hijo, estaban en la parroquia preparando una accin de protesta contra la pobreza. Hablamos por telfono muchas veces sin conocernos personalmente y me fue de mucha ayuda en estos primeros momentos de confusin. Pienso que todava me siento agradecida. El tiempo que Enrique pas en la prisin de Alcal no fue mucho puesto que los militares le castigaron duramente por su desobediencia continuada, dejndole en la celda tirado sin nada, ni siquiera un jergn, menos mal que ya estaba entrenado a dormir en el suelo, en casa siempre lo haca, mientras Lot, el perro, dorma en su cama.20

Por mi parte llamaba todos los das al telfono directo del coronel jefe de la prisin aprovechando la hora del bocadillo, cuando el despacho estaba vaco, quejndome en principio del trato denigrante que estaba recibiendo. El primer da el secretario del coronel se mostr muy amable, explicndome que en la crcel se rige por unas normas que haba que cumplir y que mi hijo desobedeca por sistema. El segundo da, se mostr con un poco menos de amabilidad ante mi insistencia, al cabo de quince das de llamadas ininterrumpidas, su nerviosismo era evidente. De alguna manera tenamos que resarcirnos del dao recibido en la prisin. Por encima de las normas estn las personas y sus derechos y haba que hacer entender a los militares que el castigo por sistema no resolva nada, pero tenamos por delante una difcil tarea ya que el estamento militar y sus cabezas cuadradas no entienden otra cosa que el ordeno y mando y se hace muy difcil intentar el dilogo. Pero al fin tuvieron que comprender, despus de aos de represin por su parte y de resistencia por el lado de los insumisos. Pero los primeros encarcelados, como era el caso de Enrique, tuvieron que soportar las primeras embestidas, digmoslo as. En la prisin de Alcal estaba en ese momento Carmelo, que se haba declarado insumiso en el cuartel, se quit el uniforme militar y pas mas de una semana en calzoncillos sin poder salir de la celda, porque los militares se negaron a proporcionarle ropa. La intervencin de Amnista Internacional declarndole preso de conciencia y las presiones de la calle hicieron que las autoridades de la prisin le proporcionaran otra vestimenta. Despus de quince das de desobediencia continuada, los militares se llevaron a mi hijo Enrique castigado a la prisin de Cartagena, sin dejarle hacer ni siquiera una llamada reglamentaria antes de salir. Llam por el camino, as supimos que sala para su nuevo destino. Por la noche cuando lleg hizo otra llamada desde la crcel: Madre, que estoy aqu en la playa de vacaciones. Bueno, parece que est bien, al menos de nimo. Como en mltiples ocasiones, llam a Enrique de Castro para darle la noticia y decirle que bajara a Cartagena el viernes por la tarde a la salida del trabajo. Como no podan venir nadie de casa pensaba ir sola. Enrique me dijo que no me preocupara que saldran a esperarme al autobs chavales que l conoca. All estaban Susi, Ana, Pablo, Luciano y Juanjo, esperando haca dos horas por una avera del autobs. Por sus caras poda saber qu estaban pensando: Menudo plantn y ahora tener que acompaar a esta seora. La verdad, unos chicos y chicas estupendos, de comunidades cristianas de base y llevando una granja de desintoxicacin de drogadictos. Juanjo era del MOC y por lo visto, segn nos cont, haba estado en casa durmiendo alguna vez con ocasin de alguna reunin de insumisos, cosa que yo no recordaba ya que en mltiples ocasiones me encontraba amigos de Enrique en casa. Tuvimos ocasin de conocernos en las muchas ocasiones que bajamos a Cartagena. Como era ya tarde quedamos para ir al da siguiente a los peridicos. Les pas un escrito que traa de Madrid, que ellos pasaron a mquina, para drselo a la prensa. Fue mi primer intento de comprensin hacia un movimiento que acababa de conocer. Sali publicado en el diario La Opinin de Cartagena, un mirc5oles 4 de abril de 1990. Deca as:

UN INSUMISO EN lA CRCEl Mi hijo Enrique Martnez de Juan est en el penal militar de Santa Luca (Cartagena). Un juez ha decretado prisin preventiva porque es insumiso. Se niega a realizar el servicio militar y cualquier clase de prestacin sustitutoria. En Alcal de Henares donde ha estado 15 das preso ha sufrido incomunicacin durante 6 das y se han negado sistemticamente a pasarle todo cuanto le mandamos, alegando que debe vestir ropa militar, cuando los insumisos de hecho no tienen por qu hacerlo. Esta es una decisin arbitraria que debe ser denunciada. Como l, otros insumisos en las crceles son tratados de igual manera. Me es difcil escribir ahora sobre esta cuestin y sobre todo despersonalizarla pero me estoy preguntando y sinceramente pregunto: Para qu sirve la mili? Se supone que para aprender el manejo de las armas en caso de guerra. De qu nos vale esto si tenemos sobre nuestras cabezas la amenaza de tantos misiles? El servicio militar en el mundo de hoy no tiene sentido. Pregunten cuntos jvenes estaran dispuestos a prestar este servicio volun tariamente y obtendran la respuesta. Al fin y al cabo son ellos los que tienen que decidirlo.

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Qu clase de democracia es sta? No debera ser revisada una ley que la mayora no quiere cumplir? Se intenta resolver el problema implantando una Ley de Objecin de Conciencia que no convence a nadie. Por una parte se impone una prestacin sustitutoria como un castigo, sin reconocer el derecho a objetar en conciencia y por otra, se abre una va de escape para librarse de la mili sin ms, cuando de lo que se trata es de que las leyes deben ser justas y que cualquier persona tiene el derecho de negarse a cumplir una ley que l considere injusta. Por esto, los insumisos se niegan a cualquier prestacin ya sea militar o civil, antes que someterse a una ley que va en contra de su conciencia. Todo obedece a una cuestin de principios. No se puede estar al servicio de una sociedad que admite la violencia, la institucionaliza, y la impone con los gastos armamentistas. Cunto dinero mueven las armas? Dnde nos lleva la carrera de armamentos? Podramos preguntarnos por qu destinan el 8% del presupuesto en armas cuando tanto necesitamos de servicios sociales de todo tipo. Si nuestra juventud no est dispuesta a cambiar este mundo violento que les hemos legado, no s quin va a ser capaz de hacerlo. Si esto es una utopa, es lgico que la juventud la suee. Yo estoy en la mitad de mi existencia y todava tengo un sueo. Sueo para mis hijos una tierra hermanada, una naturaleza viva, sueo un enorme crter donde se entierren todas las armas, sueo con un mundo amigo, una tierra solidaria, donde no haya pobres ni ricos, slo pobres que se aman. Llevar a la prctica este sueo no es imposible, lo difcil es saber de qu forma puede hacerse. Pienso que el principio de todo est en el ser mismo de cada uno, porque la paz se construye da a da con esfuerzo y con ideas, que son estas al fin, las que mueven el mundo, no las armas. Pienso que mi hijo Enrique, ahora desde la crcel, junto con otros que pasaron antes por ella, estn llamndonos a poner en prctica estas nuevas formas de vida. Rosario Domnguez En principio lo que ms costaba entender a la sociedad y a los padres era el por qu se negaban los insumisos a hacer la PSS. De hecho esta confusin la mantuvieron muchos. Recuerdo cuando bajamos Carmen y su marido a Burgos, haban pasado ya varios aos desde que Enrique sali de las crceles militares. bamos a una charla con los padres de los objetores para que en principio entendieran la cuestin. Les explicamos que la objecin de conciencia es un derecho, que por encima de la ley estn las ideas y que nadie puede castigarte por ser consecuente con ellas. Les pusimos el ejemplo de los mdicos que hacen objecin al aborto y por eso no se les castiga con realizar ms partos o atender a ms pacientes. Todo el mundo entiende que existan personas a las que su conciencia no les permite interrumpir un embarazo en los supuestos que marca la ley. Por qu no se comprende entonces que los objetores de conciencia insumisos se nieguen a aprender el manejo de las armas, a ser militarizados y a no aceptar ser castigados con una prestacin sustitutoria del servicio militar? Al final, en el turno de preguntas, una de las madres dijo que eso estaba muy bien pero que a ella lo que de verdad le preocupaba eran las pintas que llevaba su hijo y los dems insumisos. La verdad nos quedamos un poco confusas, ya haca aos que nos habamos acostumbrado a sus vestimentas y hasta nos resultaban extraos los de corbata. Cuando hablas con ellos se te olvidan sus trazas. Aquella noche, en Cartagena la pas en casa de Ana y Pablo, un joven matrimonio, en una casa muy bonita donde tuvieron la amabilidad de acogerme. Todava se lo agradezco, no fue solamente en esta ocasin sino en otros fines de semana que baj con mis hijas. Por la maana fuimos Luciano, Juanjo y yo a los peridicos La Opinin y La Verdad, los dos diarios de Cartagena. La prensa local hizo un seguimiento profundo durante el tiempo que Enrique pas en prisin. As salieron los titulares del da 25 de marzo en La Verdad: Un insumiso de Madrid ingres en la prisin militar. Y en La Opinin: La madre de un objetor insumiso encarcelado exige su libertad. Sera interminable el sacar todo lo que publicaron los peridicos sobre la insumisin, tengo carpetas llenas de recortes. Pero esto hizo posible que la sociedad conociera lo que signific el Movimiento de Objecin de Conciencia.22

la opinin [ 25 marzo 10 ]

Por la tarde me subieron a la prisin a la hora de la visita. No dejaron entrar a ningn amigo, slo a m. Entonces conoc la dureza de los militares de la marina que trataron de obstaculizarme la entrada, aadiendo que mi hijo era un nio bonito y si pensaba que le iban a sacar a pasear. En realidad en lo que yo pensaba era en lo que les esperaba a los de marina con el nio bonito. La crcel por dentro era tan ttrica como la de Alcal, slo que en esta adems estaba el carcelero sin quitar ojo, que sumado a las rejas y el cristal, resultaba un tanto molesto. Enrique pareca sereno. El tiempo de visita era corto as que enseguida me mandaron salir. Cuando me encontr fuera comenc a bajar hacia la ciudad y pude comprobar que Cartagena es una fortaleza militar. As que estaba empezando a sentir una angustia creciente. Pensaba aqu a este chico me lo matan. Encontr un refugio en una iglesia a la que entr para rezar y vi que estaban unos pocos asistentes en una misa y que cada uno hablaba. Me acerqu y les dije que yo perteneca a otra comunidad en Madrid y que estaba en Cartagena para visitar a mi hijo que estaba preso en la crcel militar por insumiso, que estaba angustiada por el despliegue de fuerza que haba visto en la ciudad. Parecan todos bastante confundidos pero no dijeron nada hasta que termin la misa. Entonces el cura me dijo si saba dnde me haba metido. Yo le dije que en una iglesia supongo, a lo que aadi que l era el cura castrense y que esa era la iglesia de los militares. Bueno, pens, me met a compartir el pan con mis enemigos. Hablamos durante mucho rato pero no llegamos a ningn acuerdo, porque sus razones no me resultaron convincentes. Tambin estaba un militar muy amable que se ofreci para lo que necesitara y me acompa a casa de Ana y Pablo. De una forma o de otra se hace necesario el dilogo con tus propios carceleros, t puedes tratar de comprender su posicin, pero ellos no se molestarn mucho en entender las razones que te llevaron a ser encarcelado. A la maana siguiente subimos a la prisin de nuevo y pude entrar los recortes de prensa que le mostr a Enrique a travs del cristal ante la mirada asesina del carcelero. Me dijo mi hijo: Muy bien madre, pens que vendras a verme pero no cre que fueras a hacer declaraciones. A la salida, los muchachos y muchachas del Movimiento de Objecin de Conciencia, del Mili KK, de la Coordinadora Anti-Otan y de otros grupos ecologistas y pacifistas, haban convocado una concentracin a la puerta de la crcel. Desplegaron la pancarta Libertad para Enrique, Insumisin. Avanzaron hacia la entrada y los marineros comenzaron a disparar agua con las mangueras. Terminaron empapados. As acab aquel primer fin de semana en Cartagena, con el tiempo justo para coger el autobs de vuelta a Madrid. Haba descubierto algo muy hermoso, la solidaridad, el sentir comn, y tena el alma llena de agradecimiento y cario hacia aquellos chavales y chavalas cartageneros y murcianos que con la vitalidad del mediterrneo y la alegra de la huerta, supieron borrar de mi nimo todos mis fantasmas. Senta tristeza de dejar a mi hijo entre rejas pero saba que no estaba solo. Tambin estaban Juanjo, Luciano, Susi, Ana, Pablo, Miguel, Antonio, Pepe, Juana... Y tantos otros. Desde ese da supe que estbamos todos metidos en el mismo compromiso: en el de crear una sociedad ms justa donde la guerra y sus estructuras no puedan tener cabida. Durante el resto de la semana llamaba todos los das a la crcel, pero rara vez daban el aviso y nunca pude comunicar con el gobernador al mando. Al siguiente fin de semana baj con mi hermana Josefina. Fuimos de nuevo a los peridicos y a la radio con Juanjo. Nos encontramos con Manolo, Fernando, Eva, Pi, Merche, Jorge, y otros amigos. Todos venan a ver a Enrique desde Madrid pero no les dejaron pasar, slo a la familia. Nos anunciaste que bais a comenzar una huelga de desobediencia los insumisos presos en Alcal y t desde Cartagena. Por lo dems parecas tranquilo. Durante la semana llam todos los das desde Madrid y sin darme ninguna explicacin me colgaron el telfono, diciendo que mi hijo Enrique estaba incomunicado. Fuimos a la radio Cadena Ser desde donde llamamos durante tres das sin poder obtener ninguna respuesta, solamente en la ltima comunicacin, el oficial que nos haba colgado los das anteriores, nos dijo que mi hijo Enrique haba cometido una falta muy grave y ante nuestra insistencia afirm que en la formacin del patio, se haba quedado delante de todos como su madre le ech al mundo. No me pareci la cosa tan espantosa, hubiera sido peor haberle abierto la cabeza a otro o cosas parecidas pero los militares tienen otra manera de valorar las cosas. Tambin llamaron desde Diario 16 identificndose como periodistas, pero obtuvieron la misma callada por respuesta. No es posible que est desaparecido, coment el periodista.

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El sbado fuimos a ver qu pasaba mis hijas y yo, pero nos cerraron el paso, alegando que Enrique segua incomunicado. Pedimos hablar con el Gobernador al mando de la prisin, que nos recibi de mala gana en jarras y acusndome de ser yo la culpable de la actitud de mi hijo, afirmando que haba visto cmo yo estaba con los chavales y que haba venido a la manifestacin y no a la visita carcelaria. Contest que eso no era cierto y que solicitaba poder entrar a la crcel exigindole una explicacin de lo que haba pasado. Contest que no tena por qu decir nada, que l estaba al mando y que haba que cumplir las rdenes. Al fin, de mala gana, nos explic que mi hijo Enrique se haba desnudado delante de la tropa en formacin para leer un comunicado y eso era una falta muy grave, por lo que estaba aislado en celda de castigo. Para remachar la la verdad [ 10 abril 10 ] historia nos sac una ventana rota diciendo que eso era obra de mi hijo. No le cre en absoluto, como luego se comprob la rompi otro preso y le cargaron el muerto a Enrique. Contest que no me pareca tan grave la cuestin y que estbamos mis hijas y yo en nuestro derecho de visitar a Enrique preso. Nos respondi que no bamos a pasar nunca ms. Salimos con un propsito, el de volver a entrar en esa prisin. Estaba convocada una manifestacin para las seis de la tarde as que nos quedamos a la puerta a esperar a que subieran todas las organizaciones pacifistas, Movimiento de Objecin de Conciencia, Comisin Anti-Otan, Mili KK, Ecologistas, Cristianos de Base.Primero comenzaron a aparecer los antidisturbios, que nos mandaron retirarnos. Pero les dijimos que estbamos all esperando a los manifestantes que protestaban por el encarcelamiento de mi hijo insumiso

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preso en esa crcel. Vimos como los muchachos y muchachas suban gritando Libertad, la ms hermosa palabra que poda pronunciarse en aquel momento. La polica armada con cascos y metralletas, los manifestantes vestidos de colores cantando Insumisin. Nos marchamos al da siguiente, no sin antes subir de nuevo a la prisin donde recibimos la misma respuesta No se puede pasar. Todos estos sucesos salan diariamente en los peridicos de Cartagena. Aqu En Madrid apenas una resea en Diario 16. De esta jornada conservo estos versos que escrib a la puerta de la crcel mientras esperbamos. Ese 7 de abril cumpla mi hijo Enrique 24 aos.

Enrique, hijo Desde la prisin cerrado As me inspiras, as te siento Cada domingo, subo te veo, Enrejado, macilento, Sintindote fuerte, Sin ceder un palmo. Resiste hijo resiste Ellos son muchos Y estn armados T ests solo, cercado Pero les vencen Tus pensamientos. Resiste hijo resiste

Que tus amigos Aqu batallan, Sal pronto libre Que aqu te esperan Qu has hecho hijo que te encerraron? Nada madre, Que no quiero ser soldado Quiero ser libre, persona entera Fiel a m mismo, a mi conciencia. Por esto slo se te llevaron? No quiero armas, ni fusiles, ni metralletas No quiero ejrcito, ni jefes ni coroneles Quiero ser libre, madre que nadie impere.

Con quin cuentas hijo? Cuento conmigo, cuento contigo Con los amigos, con los hermanos Mano con mano, codo con codo. Ellos son muchos, pero no piensan Nosotros pocos, pero tenemos La Inteligencia Ellos armados, nosotros La Resistencia Enrique, hijo Esto te escribo En tu cumpleaos Sin poder verte Ests incomunicado Tu madre

Durante la semana habl con el asesor de defensa del Defensor del Pueblo Sr. Chacn, que nos consigui a travs del Ministerio una sola visita para el jueves, da de jueves santo. Bajamos Espe y yo en el tren y pudimos pasar una vez ms como nos habamos prometido. La actitud de los marinos en algo haba cambiado, ahora nos miraban con cierta deferencia. Sali Enrique por detrs de la reja, bromeando con su hermana, y nos cont que en el patio se desnud para leer el comunicado y fueron retirando a todos los presos quedndose l solo con el papel en la mano. La escena no deja de tener gracia. Desde ese momento qued incomunicado por un mes. Le despojaron de todo, el colchn, la ropa, dejando el ventano cerrado y sin salir al patio. Solo dispona de papel y bolgrafo.

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Ante esta situacin, cuando volvimos a Madrid present un escrito ante la oficina del Defensor del Pueblo junto con el comunicado de los tres presos insumisos. Deca as:

Madrid 17 de abril de 1990 Sr. D. lvaro Gil Robles Defensor del Pueblo Madrid

Muy Sr. mo: Como madre del objetor de conciencia insumiso Enrique Martnez de Juan Domnguez, encarcelado desde el da 7 de marzo, quince das en la prisin militar de Alcal de Henares y posteriormente trasladado a la prisin militar St Luca de Cartagena donde se encuentra actualmente, tengo que denunciar los siguientes hechos: 1) El trato discriminatorio que hemos tenido que soportar las familias, al igual que otros presos ingresados en esas crceles, como tener que visitarles siempre a travs de la cabina, alegando que no visten ropa militar, cuando existe una resolucin por la cual los insumisos pueden vestir de paisano. Las autoridades militares de estas prisiones parecen ignorarlo, puesto que se niegan sistemticamente a pasarles su propia ropa. Esto supone adems una vigilancia constante durante las visitas y una escucha de las conversaciones. 2) La restriccin de llamadas telefnicas que no les pasan cortndoles la comuni cacin o descolgando el telfono sin darles aviso. 3) El no permitir la visita a ningn amigo, ni familiar de segundo grado. Habindonos amenazado con no permitir la entrada de las hermanas e incluso la ma. 4) El no entregarles sus pertenencias, libros, cartas, que son abiertas sistemtica mente y ledas. 5) Este trato se ha visto agravado en la prisin militar St Luca de Cartagena, donde ni siquiera han guardado las formas de buena educacin, que se supone deben tener los militares. 6) Llevamos desde el lunes 2 de abril intentando comunicar desde Madrid con mi hijo Enrique y la nica respuesta que hemos obtenido tanto nosotros como los medios dela verdad [ 16 abril 10 ]

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comunicacin (Cadena Ser, Diario 16) es que estaba incomunicado, sin otra explicacin, colgndonos el telfono. Lo que nos oblig a viajar hasta Cartagena el sbado da 7 y domingo 8, donde se nos neg la entrada, por orden del Gobernador de la prisin, e incluso tuvimos que aguantar sus malos modos, amenazando con no permitirnos la entrada nunca ms. Es por lo que el lunes da 9 de abril, habl personalmente con el asesor de Defensa de esa direccin quien me garantiz un da de visita para mi hijo. En la visita que pude realizar el da 12, gracias a la intervencin del Defensor ante el Ministerio, quiero denunciar la situacin en la que se encuentra mi hijo Enrique desde hace 15 das: 1. Totalmente incomunicado en la celda sin salir al patio como es preceptivo. 2. Se le ha privado del colchn y de todas sus pertenencias. Solamente tiene una muda de ropa, bolgrafo y papel. Duerme en el suelo. 3. Las comidas que hace no sirven para cubrir una dieta vegetariana. 4. Tampoco se le permite ducharse. 5. El ventanuco de la celda est hermticamente cerrado, privndole de la ventilacin necesaria. 6. En estas circunstancias, le he encontrado sumamente nervioso, lo nico que le sostiene en pie es su deseo de no dejarse vencer por las presiones inhumanas y absolutamente ilegales a las que est siendo sometido. 7. Teniendo en cuenta que se encuentra en prisin preventiva, sin juicio y que precisamente sta sirve para que los inculpados no eludan la accin de la justicia, no parece legal que les tengan en prisin, cuando los insumisos se estn presentando ante el juez contnuamente. 8. Cualquier problema derivado de esta situacin que afecte su salud fsica o psquica ser responsabilidad directa de las autoridades militares de esa prisin. 9. La situacin en que se encuentra mi hijo, va en contra de los ms elementales derechos de la persona expresados en la Constitucin. 10. El trato de los presos se agrava considerablemente cuando stos no tienen el apoyo que pueda tener mi hijo Enrique al estar dentro del Movimiento de Objecin de Conciencia. Por todo ello, se solicita del Defensor del Pueblo una investigacin ms a fondo de lo que ocurre con mi hijo, con los insumisos y con todos los presos en las prisiones militares. Adjunto escritos de denuncia de los tres insumisos encarcelados recientemente sobre el trato sufrido por ellos. Atentamente Rosario Domnguez

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Carta enviada por los insumisos: CARMELO SANZ RAMIRO, IGO IRASUEGUI Y ENRIQUE MARTNEZ DE JUAN DOMNGUEZ, DESDE LAS PRISIONES MILITARES DE ALCAL DE HENARES (LOS DOS PRIMEROS) Y DE CARTAGENA (EL LTIMO) A LAS AUTORIDADES MILITARES DE LA PRISIN, A LOS FUNCIONARIOS DE ESTAS, A LOS SOLDADOS QUE HACEN LA MILI Y A LOS SOLDADOS DE DICHOS CENTROS. 31-03-1990. Los objetores insumisos que nos encontramos en las prisiones militares de Alcal de Henares y Cartagena hacemos pblica nuestra denuncia de la situacin de violacin de derechos huma nos que en estas se vive, porque hemos decidido no callar ante lo que estamos viviendo. 1. UN REGlAMENtO DE pRISIONES MIlItARES QUE vIOlA DERE ChOS hUMANOS Porque efectivamente el reglamento militar por el que se regulan las prisiones militares es contrario a los derechos bsicos y su pone la aplicacin constante de la arbitrariedad y la injusticia. As se prohbe vestir las propias ropas, imponindote uniformes militares. Se obliga a cortarse el pelo, hacer instruccin, levan tarse al toque de diana y otras similares. Existe un rgimen de aislamientos que permite que un recluso pueda estar aislado ininterrumpidamente desde que comete su primera falta hasta que sale de la prisin, al encadenarse unas faltas a otras. El r gimen de sanciones aplicable no permite que, previamente a la sancin, se oiga al recluso en su defensa. Los tipos de sanciones son ambiguos por lo que en ellas cabe todo. Existe un rgimen de censura de cartas, libros y peridicos. Se divide a los presos en dos categoras: los militares de carrera, que tienen privilegios y estn en otros pabellones, y el resto que son sistemticamente despreciados. Un rgimen penitenciario abusivo que antepone la disciplina al disfrute de los derechos humanos y que, por todo, desprecia la dignidad de la persona y menoscaba a sus titulares.la opinin [ 2 abril 10 ]

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2. CON UNOS RESpONSAblES CONCREtOS Porque si es cierto que el rgimen penitenciario es injusto, no lo es menos que este tiene unas manos, unas mentalidades y unas personas concretas que lo aplican. Si hay que sealar la responsabilidad de un reglamento injusto, hay que sealar tambin a los que se encargan de ejecutarlo y amplificar sus efectos. Hombres que sistemticamente se encargan de vejar a los presos, de aplicar la brutalidad, el autoritarismo y la imposicin sobre otros hombres. As se amenaza, insulta y arremete a los presos, se les veja con todo tipo de arbitrariedades (como por ejemplo cuando a Carmelo le tuvieron durante ms de ocho das en calzoncillos por negarse a vestir uniforme militar). Se impiden las ms mnimas condiciones de intimidad (por ejemplo escuchando las conversaciones telefnicas, abriendo la correspondencia, o irrumpiendo en la propia habitacin de un recluso y llevndose la cama), se impone la cen sura de peridicos, revistas y libros (por ejemplo por tener contenido pacifista) se niegan a coger las instancias que se pretenden presentar solicitando alguna cosa (por ejemplo por estar escritas con mala letra), se chantajea a los reclusos, se les amenaza con castigos si hacen determinadas cosas, se les retienen pertenencias a pesar de haberse autorizado su entrada, etc. Son estas medidas que por propia iniciativa toman los carceleros, pero tambin muchas veces medidas que toman por orden de la superioridad. 3. tAMbIN A NUEStROS fAMIlIARES Porque tambin a nuestras familias se les imponen todo tipo de arbitrariedades, como por ejemplo insultos, desprecios, mandarles de un sitio a otro sin darles respuesta de nada, escuchas de las conversaciones telefnicas, no autorizacin de visitas alegando que se ha perdido la lista, etc. 4. tODO EllO RESpONDE A UNOS INtERESES MIlItARIStAS Nosotros nos hemos preguntado por qu todo esto. Por qu a los presos en estas prisiones se nos trata as. Por qu nuestros derechos no cuentan y sistemticamente recibimos mensajes de sumisin y represin. Es claro que todo ello responde a una mentalidad concreta, a unas causas concretas. En las crceles militares hay, sobre todo, desertores y objetores. Gente que ha rechazado el ejrcito y se niega a colaborar con l. Por eso se nos trata as. La finalidad no es otra que la de domarnos. La de hacernos pagar cara la disidencia. La de ensearnos la leccin que ellos saben bien: no debemos pretender cambiar nada. Hay que aceptar un mundo como el que tenemos. El poderoso siempre puede contigo. Detrs de este rgimen se encuentra, descarnadamente, en su verdadero rostro, lo que supone la ideologa militarista. Se encuentra el verdadero papel de los ejrcitos a pequea escala, para que veamos que a nosotros y a quienes se les pongan por delante los aplastan sin reparo. Las prisiones militares manifiestan una verdad incuestionable: Ah est el ejercito. Ah con su balance: Represin, aniquilacin de derechos, despojo de la dignidad, violencia, odio. Todo ello en beneficio de los poderosos, en un mundo de ricos cada vez ms ricos y de pobres cada vez ms pobres. En un mundo que protege los intereses de los primeros a costa de las aspiraciones de los segundos. La prisin militar vale para educarnos en la sumisin, para que aprendamos a no responder a los que ms pueden.

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5. pERO NO NOS QUEREMOS QUEDAR CON lOS bRAZOS CRUZADOS Nosotros los insumisos presos hemos descubierto que todo esto funciona a condicin de aceptar sus reglas de juego: someternos, dejarnos comer por el miedo y aceptar la represin. Y porque nuestra insumisin es precisamente contra todo esto, contra lo que encarna el ejrcito, contra los valores militaristas, por eso, ahora hemos decidido hacer pblica nuestra actitud de desobediencia. Sabemos que la eficacia de sus medidas depende de nuestro sometimiento voluntario. Sabemos tambin el riesgo que corremos. Pero aspiramos a que se respeten nuestros derechos y los de todos los que se encuentran en las prisiones militares. Ni aceptamos nuestra situacin aqu, ni aceptamos las pretensiones del ejrcito, ni podemos aceptar el trato que recibimos los presos. As, anunciamos que si de aqu al lunes no cambia radicalmente la situacin: si no se deroga el reglamento, si no se respetan los derechos humanos, si no salen de las celdas de aislamiento los que en ellas se encuentran, si no se permite a los reclusos vestir como quieran, si no se trata con respeto y dignidad a los presos, si no se admite el libre acceso a los medios de difusin, comunicacin y cultura, si no cesan las escuchas telefnicas y veja ciones, si los familiares y amigos no son tratados como seres humanos, si no ocurre todo esto, el lunes iniciaremos una huelga total de desobediencia, desobedeciendo todas y cada una de las nor mas del reglamento de prisiones militares y no aceptando ni una sola de las rdenes que recibamos. Con ello queremos mostrar a los presos que si nos unimos y no colaboramos, es posible acabar con esta situacin. As mismo invitamos a los militares que se encuentran aqu a que se replanteen su ac tuacin y a no seguir en la injusticia. Invitamos a los soldados que estn haciendo la mili a que abandonen esta situacin y se unan a quienes aspiramos a un mundo sin ejrcitos. Invitamos a la gente de la calle y a los grupos a que se solidaricen y hagan eficaz nuestra desobediencia.

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Durante la semana siguiente en Madrid de nuevo fuimos al Defensor del Pueblo, me acompa Mariano. Esperbamos la respuesta del Ministerio para la visita del fin de semana, pero nos dijeron en la oficina del Defensor que les ponan pegas porque luego yo haca declaraciones a la prensa, a lo que respond que nadie poda quitarme mi derecho de expresin. Nos concedieron dos horas el domingo y bajamos a Cartagena. Me acompaaron Mariano y Carlos, dos chavales del MOC, aunque a ellos no les dejaron pasar. Pudimos enterarnos por lo que mi hijo Enrique nos cont, que cuando le levantaron el arresto porque el juez haba rebajado a 15 das la incomunicacin, solicit antes de salir de la celda hacer una llamada a la prisin de Alcal para saber de los otros presos. Al negarle la llamada, mi hijo Enrique se neg a salir. Se person el gobernador y los celadores y le sacaron a rastras y a patadas para volver de nuevo a encerrarle. Por eso segua incomunicado y as permaneci hasta el final. Llevaba ya casi un mes de encierro y varios das en huelga de hambre que ya se notaba en su delgadez, pero estaba ms crecido en su nimo. Enrique de Castro pudo entrar en dos ocasiones. La primera pudo estar cara a cara, pero la segunda ya no le dejaron an a pesar de que los curas tienen ese derecho con los presos, como castigo por hacer declaraciones a la prensa calificando de tortura el trato que mi hijo Enrique estaba recibiendo en la crcel. Claramente se vio que las patadas del gobernador no eran sino la muestra de la impotencia del hombre fuerte frente al hombre libre. No fue este trato lo ms grave puesto que significaba la derrota de los carceleros, lo peor era la incomunicacin prolongada, el encierro feroz al que fue sometido. La semana la pas entera escribiendo y visitando a todas las instituciones. Present otro escrito ante la oficina del defensor:

Madrid 24 de abril de 1990 Sr. D. lvaro Gil Robles Defensor del Pueblo Madrid

Muy Sr. mo: En la visita que efectu el da 22 de abril, domingo, a la prisin Santa Luca de Cartagena gracias a su intervencin, quiero expresar lo siguiente: 1. Enrique se encuentra incomunicado desde el da 2 de abril. 2. La incomunicacin se deba a una protesta de insumisin que comenzaron los tres insumisos presos en ese momento (dos en Alcal de Henares y Enrique en Cartagena) incomunicacin de un mes de duracin por salir desnudo que fue rebajada a 15 das por el juez. 3. El lunes 16 se levant la incomunicacin personndose en la celda el Gobernador de la prisin, el segundo y dos celadores. Mi hijo Enrique pidi hacer una llamada a la prisin militar de Alcal Meco para saber la situacin de los otros presos. Se le neg y fue sacado de la celda a rastras y a patadas que le dio el propio gobernador insultndole. 4. Ante este hecho sigue en huelga de desobediencia y es incomunicado de nuevo. 5. Comienza una huelga de hambre el mismo da 16 en protesta por el trato dado en las prisiones y como ltimo recurso. 6. Pide ser reconocido por un mdico civil y el gobernador le manifiesta al abogado que debe firmar un escrito responsabilizndose del estado de Enrique. No le ha reconocido ningn mdico.

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7. El abogado ha recibido amenazas por parte del gobernador y se le obstaculizan todas las visitas. 8. Hasta la fecha el juez no ha dado por escrito el porqu de esta nueva incomunicacin y se le toma declaracin a Enrique sin que el abogado est presente. 9. Al preguntar a la salida el domingo al oficial de guardia hasta cuando iba a durar la incomunicacin y el porqu, se me contesta como siempre que no se sabe nada y manifiesta que es preferible que se muriera. 10. La salud fsica de mi hijo es precaria. Ha sufrido dos desmayos, ha tenido un principio de deshidratacin y hemorragias nasales y se le notan fsica mente los casi dos meses de prisin, con ayunos espordicos, la incomunicacin casi absoluta y el ayuno que lleva desde el da 16. Esta es la situacin actual. Atentamente Rosario Domnguez

En Cartagena los muchachos del Movimiento de Objecin de Conciencia y todas las organizaciones pacifistas se volcaron en acciones de protesta. La prensa local a diario recoga las noticias: El insumiso en su dcimo da de huelga de hambre. El Movimiento de Objecin de Conciencia teme por su salud. A teresa Rosique, concejala de IU le niegan la entrada en la prisin. Al insumiso le visita un mdico civil ante su negativa de ser reconocido por un mdico militar. Su salud comienza a debilitarse. Enrique de Castro, el cura de vallecas, visita al insumiso. Presionamos en todos los organismos oficiales, buscamos apoyos en todas partes: Asociacin de Derechos Humanos, Amnista Internacional, Jueces para la Democracia, Ministerio de Defensa, Ministerio de Justicia, Presidencia del Gobierno, Grupos Parlamentarios, Senado, Cortes. El asesor de Defensa Antonio Romero de IU, present una mocin de censura en el Parlamento sobre qu ocurra con los insumisos en las crceles y con mi hijo en particular: En el acta de la Comisin de Defensa del Congreso de los Diputados del mircoles 6 de junio de 1990, el diputado de IU, D. Antonio Romero, hace una pregunta relativa a la situacin en que se encuentran los obje tores de conciencia detenidos en prisiones militares y en especial, la de D. Enrique Martnez de Juan, cuidados mdicos que recibe y obstaculizacin de la actuacin del abogado defensor. Respondiendo el secretario de estado de Administracin Militar Sr. Surez Pertierra que el trato que reciban los objetores en las crceles militares era exquisito. Ante esto los objetores de conciencia encarcelados en la prisin de Alcal de Henares envan un escrito que entre otras cosas dice:

Defensa miente, pues el trato especfico consiste en aplicarnos un rgimen de incomunicacin en secciones que nicamente estn habilitadas para dormir y carecen de todo tipo de servicios e infraestructuras. Los objetores insumisos permanecemos encerrados en celdas diez horas diarias. El resto del tiempo tenemos las puertas abiertas, pero recluidos en un espacio que es el pasillo de la seccin. Se nos mantiene completamente aislados del resto de los reclusos y se nos impide el acceso y uso del comedor, bar, sala de televisinvideo, biblioteca, sala de estudio. Se nos restringe el uso del patio, gimnasio y ducha a dos horas diarias; horas que se ven interrumpidas y reducidas, pues se aprovecha ese momento para pasarnos la correspon dencia (que a menudo llega con retraso), o llevarnos a taquilla para retirar ropa, tiles de aseo o vales de dinero.

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La delicadeza de trato a los objetores presos con siste en obligarnos a comer, estudiar, leer o escribir de pie, en el suelo o en la litera, en negarnos cont nuamente una mesa y una silla, en no contestar o hacerlo tarde las instancias y peticiones, en negar nos llamadas de familiares de primer grado, en la violacin de la correspondencia, en la prdida de la intimidad con nuestras visitas por locutorio, en ser escuchados en las celdas, en negarnos visitas vis a vis. En la prisin militar de Alcal a los nicos que se les trata entre algodones es a los golpistas. Este trato de favor se amplia a los jueces militares que les reducen la pena o los amnistan. No as a los insumisos, pues algunos de ellos tienen la libertad firmada y siguen en prisin, o niegan esa libertad solicitada por el fiscal. Insumisos presos en Alcal: Xan Xos Cordeiro Budio Clemente Luis Garca Domnguez Markos Prez Altuna Fabin Saiz Cobas Fermn Palomo Curiel Antonio Prez Sicilia Carlos Alfonso Acero Fuentes.la opinin [ 24 abril 10 ]

Un ao antes, el Defensor del Pueblo haba ordenado una investigacin en las crceles militares. En el informe posterior Boletn Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. N 38 de 23 de abril de 1990, informe de 1989, el Defensor del Pueblo, en la visita realizada a la prisin de Alcal de Henares, hace constar: Que un interno, que haba presentado su solicitud de objecin de conciencia con posterioridad a su incorporacin a filas y estaba por ello procesado, se encontraba cumpliendo reiteradas sanciones disciplinarias por negarse a usar el uniforme reglamentario. Se comprob que la sancin reiterada de aislamiento en celda impuesta a este interno por el director de la prisin, sin intervencin del juez togado militar de vigilancia penitenciaria, era inadecuada y no acorde con los principios y garantas constitucionales.34

Se trajo a colacin en este caso y as se hizo saber a la autoridad penitenciaria, que el Convenio de Roma y la Comisin de Estransburgo (Decisin AD. COM. AP: 8395/781, de 16 de diciembre de 1981) ha fijado el criterio de la existencia de un mximo legal para la imposicin de este correctivo de aislamiento, de forma que una medida en principio justificada por razones de disciplina puede convertirse en infundada por su gravedad y desproporcin. Por otra parte, la Ley Orgnica General Penitenciaria prev para esta sancin un mximo de 14 das, sin que se pueda rebasar el mximo de 42 das por acumulacin de sanciones. Este mximo de 42 das ampliamente rebasado en el caso que nos ocupa, ha de ser tambin aplicado, por analoga y por una interpretacin del ordenamiento jurdico conforme con la mayor efectividad de los derechos y libertades, en el caso de sanciones por aislamiento en celdas en las prisiones militares. En este caso concreto, se dispuso el levantamiento de la sancin disciplinaria impuesta a este objetor de conciencia y se le relev de la necesidad de utilizar uniforme penitenciario. En este informe se hace referencia a las deficiencias de muchas de las prisiones visitadas, sobre todo en lo referente a las dependencias y las instalaciones. Las autoridades militares fueron cerrando crceles. En la actualidad no queda en funcionamiento ms que la de Alcal de Henares. Algo se estaba moviendo por las alturas. Al menos conocan lo que estaba pasando. El jueves de nuevo solicit permiso en la oficina del Defensor para la visita del fin de semana, pero no obtuve respuesta hasta que llamaron de Cartagena los muchachos para decirme que a Enrique lo iban a poner en libertad y que suban a la puerta de la crcel con la prensa. No poda creerlo. Llam a la prisin y por nica y ltima vez se puso el gobernador para decirme que iban a liberar a Enrique, despus colg. Bajamos el sbado, Mariano de nuevo con Carlos y Juan. Estos dos ltimos eran objetores que tambin fueron encarcelados ms tarde. Mariano era reobjetor. Fue amnistiado y volvi a objetar, as que los tres estaban en busca y captura. Durante las horas que dur el viaje, hablamos de cantidad de cosas y pude comprender los motivos de estos jvenes insumisos para hacer objecin de conciencia35

la opinin [ 28 abril 10 ]

al servicio militar. Me parecieron autnticos y solidarios. Por su parte, estaban muy contentos de tener una persona adulta que les apoyara en su lucha. Hasta entonces no haban tenido apoyo tan cercano. Mariano particularmente tena muchas ideas en la cabeza y hablaba y hablaba. Recuerdo un da que estaban en casa unos cuantos chavales y se quedaron charlando, con mi hijo Enrique y ya tarde me fui a la cama y cuando me levant a la maana me los encuentro a todos dormidos en el saln y Mariano segua hablando, sin saber con quin. Era terrible cuando coga cuerda. As, entre charlas, llegamos a Cartagena. Mi hijo Enrique estaba en casa de Pablo y Ana, y con l los muchachos del MOC, Luciano, Juanjo. Pudimos abrazarnos despus de dos meses de encierro y pude notar su extrema delgadez tras ms de 20 das en huelga de hambre, pero estaba muy contento y todava con fuerzas y con ganas de bromas. Nos cont que de la crcel no sali por su pie, porque les dijo a los militares que si ellos le haban metido all, ellos le sacaban. Le sacaron de la prisin a empujones y le metieron en una furgoneta hasta la estacin, donde le dejaron depositado. Y yo me estaba preguntando que cmo se puede tener un hijo al que no aguantan ni los militares. Fue nuestra pequea victoria, ver cmo los carceleros se fueron desmoronando. Al principio se les vea muy seguros amenazando si no te cortas el pelo te pegamos una paliza que te acuerdas, luego fue quitarle todo y dejarlo tirado en la celda sin nada. Tampoco les vali. As que mi hijo deca que era mejor desobedecer. Te rebajan la pena y terminan por soltarte. Era una observacin cierta: A los rebeldes se les considera o se les mata, a los dciles se les doblega. Esto claro en una democracia, aunque sea tan imperfecta como la nuestra, convertida en estos momentos en una lucha de partidos polticos por alcanzar el poder. Si esto sucede en la dictadura ya estara mi hijo Enrique fusilado, como nos dijo el gobernador de la prisin, entre otras lindezas. Por la tarde fuimos al hospital a un reconocimiento mdico, pero se negaron a atendernos por urgencias, nos mandaban al hospital militar, saban que mi hijo era el insumiso salido de la prisin. Con un volante del ambulatorio no tuvieron mas remedio que pasarnos a la consulta. Los resultados de los anlisis nos los dieron a las doce de la noche, por lo visto los hospitales tambin estn militarizados. Pareca que todo estaba bien. Al da siguiente domingo nos despedimos de toda la gente. Volveramos para la marcha antimilitarista y para la fiesta. Habamos ganado una primera batalla. Los militares empezaban a comprender que estos chavales insumisos no eran nios bonitos, sino que eran ciudadanos libres que no queran ser militarizados, ni prepararse para ninguna lucha armada. Todava nos quedaba un largo camino que recorrer. Sabamos de antemano que la ltima batalla la tenamos perdida, porque nuestros deseos de terminar con todas las guerras eran imposibles de cumplir, pero si todos los hombres y mujeres de la tierra hicieran lo que estos muchachos insumisos, negarse a coger las armas, a estas horas habran terminado las luchas armadas. Qu pasara si se convoca una guerra y no va nadie, hoy por hoy una hermosa utopa. De todas maneras celebramos esta pequea victoria, que sumada a otras que vinieron ms tarde, hicieron que al menos algo se fuera moviendo en las cabezas de esta sociedad militarizada. La crcel, es algo terrible que no le deseo a nadie, en dos meses de encierro, mi hijo Enrique no vea ms all de unos metros. El ojo haba perdido la visin de la distancia. Fuimos a los montes de Len, vino tambin mi hija Espe, invitados a casa de los padres de Miguel, unos amigos leoneses. Era a principios de mayo, pero todava se conservaba la nieve en las cumbres. Hermoso paisaje para recuperarse de los males de la prisin. Volvimos a bajar a Cartagena el da de la marcha antimilitarista a Tentegorras y para la fiesta. Haba que celebrar estas alegras que a veces te da la vida con toda la gente y recuperarnos de los malos ratos que nos hicieron pasar los militares desde sus crceles. Muchas otras veces estuvimos en esta ciudad, dejamos all muchos amigos y compaeros. Entonces conocimos a Aurelia de IU y su marido, que formaron parte de la asociacin de madres y padres de insumisos, tenan cuatro hijos, todos objetores de conciencia. Uno de ellos, Antonio, fue uno de los primeros encarcelados por negarse a realizar la PSS, juzgado y condenado a dos aos, cuatro meses y un da y enviado al penal de San Antn donde cumpli condena. Tambin fue condenado Frasco en Sevilla, al que conocimos en las asambleas que se celebraban en la parroquia de Entrevas de Enrique de Castro. All se preparaban los insumisos para entrar en la crcel, escuchando testimonios de otros presos, cosa que nunca llegu a comprender muy bien. Siempre pens

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que de la prisin lo que hay que hacer es huir, si puedes, cosa bastante difcil, pero est visto que si los insumisos no hubieran sido juzgados y encarcelados, nadie les habra escuchado en esta sociedad. Tambin fueron condenados en Valencia Joseph Ansa, Hugo Vila y Eric Blasco. Ms tarde tambin encarcelaron a Dani en Albacete. Estos fueron los primeros insumisos que fueron juzgados por lo civil al negarse a realizar la Prestacin Sustitutoria del servicio militar y enviados a las prisiones del Estado. As se daba la paradoja de que haba insumisos encarcelados en prisiones militares y objetores de conciencia insumisos en las prisiones civiles, de las que luego hablaremos.

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la opinin [ 2 agosto 10 ]

lA GUERRA

En el mes de agosto tuvimos ocasin de volver de nuevo a Cartagena con motivo de la salida de los primeros barcos de guerra hacia el Golfo Prsico, despus de declararse el embargo a Irak en el que particip Espaa. Las autoridades pensaban hacer de esta salida una fiesta a bombo y platillo. Hasta tenan preparada una despedida con un vino. Pero nuestras protestas, las de todas las organizaciones pacifistas y la de los jvenes insumisos que llegaron hasta el muelle, les hizo suspender el vino y no sabemos si comprender que esa guerra no era la nuestra. Quieren llevarse a nuestros hijos a luchar y encima recibir el aplauso unnime. El que alguien pblicamente manifieste su repulsa les resulta muy desagradable. No piensan que es ms penoso para los padres y para los chavales a quienes llevan secuestrados por una ley que carece de sentido. Por eso quise que mi voz, unida a la de otras muchas, se escuchara. No quiero sentirme cmplice de ninguna matanza organizada en la que participe mi pas. De ningn crimen perpetrado desde las ms altas esferas. Se hizo la guerra, participamos activamente en ella de una manera vergonzosa y por eso quise decir y expresar pblicamente que la guerra se estaba haciendo en contra nuestra. Di mi propio testimonio en un artculo publicado en Diario 16, el 26 de agosto de 1990, en la seccin Opinin. Deca:

MEjOR lA CRCEl QUE lA GUERRA Mi hijo podra estar entre los jvenes que han sido movilizados para par tir hacia el Golfo Prsico. Se declar insumiso y pas dos meses en la prisin militar de Sta. Luca de Cartagena. Ni ahora ni nunca podrn enviarlo a una guerra absurda. Nos desplazamos el domingo ex profeso desde Madrid para expresar en Cartagena, unindonos a las manifestaciones pacifistas, nuestra ms profunda repulsa por esta guerra intil que las grandes poten cias se han montado sin contar con nosotros y ahora reclaman a nues tros hijos al primer conflicto armado en el que participamos desde hace un siglo.

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Tambin quisimos expresar nuestro ms absoluto rechazo por la vergonzosa actitud de nuestro pas, aliado a estos pases como un mercenario, enviando tres buques de guerra en misin de paz, segn palabras del ministro Sr. Narcs Serra. Qu contrasentido Desde cundo las armas construyen la paz? En Cartagena los acontecimientos se desarrollaron precipitadamente. Toda esta operacin parece estar montada as: Una chapuza nacional. Nunca debi ser aceptada. Los marineros no han tenido tiempo de pensrselo. Si lo piensan no van. Los padres no saben todava qu locura es esta. Si no, no hubieran dejado a sus hijos subir a los barcos. Pero nuestras voces, las de los grupos pacifistas, s se oyeron en la ciudad. Se escucharon nuestros gritos llamando a la desercin. Era lo nico que se poda hacer en el ltimo minuto. Esta era la octava vez que viaj a Cartagena. Las seis primeras fui a visitar a mi hijo a la crcel. La sptima a recogerle en la estacin donde los mandos de la prisin le depositaron porque no saban que hacer con l. La octava tendra que haber sido para despedir a mi hijo hacia la guerra del Golfo. No fue as porque se declar insumiso a la mili y no acept que por ello le castigaran con una Prestacin Sustitutoria del servicio militar. Tuvo el valor de enfrentarse a todo un rgimen militarista y pasar mes y medio incomunicado por reiteradas faltas graves de desobediencia: no visti en ningn mo mento el mono de recluta, no se cort el pelo, ni acat ninguna orden. Su estancia en la crcel la pas encerrado en una celda, privado de todas sus pertenencias, sometido a toda clase de presiones para que acatara las ordenanzas. Sali de la prisin el 27 de abril, despus de 20 das en huelga de hambre y gracias a las presiones sociales del Movimiento de Objecin de Conciencia y de otras organizaciones pacifistas. Estaba y est como un hombre libre y tena y tiene las ideas claras y el nimo entero. Es preferible la crcel que ir a morir a una guerra cruel sin saber por qu. Todo joven que lo piense puede hacer lo mismo. Rosario Domnguez

Mientras la guerra segua su curso, nosotras luchbamos por conseguir la paz. En ese tiempo se incorporaron a nuestra lucha Fausto y Eva. Fausto era inspector de servicios en el ministerio de Agricultura, ligados a Comisiones Obreras y por el artculo del peridico y a travs de mi hermana, que tambin estaba all trabajando, nos conocimos. Ellos tenan un hijo que tambin se haba declarado insumiso, Pedro, a quien tambin encarcelaron en prisin preventiva en Alcal. Fuimos el germen de la asociacin de madres y padres de insumisos. Eva, luchadora de toda la vida y con una enorme experiencia nos trajo nuevos aires y nuevas fuerzas, adems de ideas y apoyo. Por un artculo que se public en algn peridico, firmado por Pablo de Granada como padre de un joven insumiso, pudimos conocer a un grupo de padres de esta hermosa ciudad a la que fuimos en varias ocasiones, a casa de Pablo que nos atendi amablemente. Era psiclogo en la prisin de Granada y una persona encantadora como tuvimos ocasin de comprobar. Tambin nos llegaron noticias de un grupo de padres en Zaragoza y posteriormente, cuando la crcel de Pamplona se llen de insumisos, se fueron incorporando padres y madres del Pas Vasco. Fuimos el grupo de apoyo ms cercano y comprometido en la defensa de nuestros hijos.

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el independiente [ 12 enero 11 ]

En enero comenzaron los bombardeos. Mucha gente de paz sentimos entonces la impotencia y la rabia de ver cmo los aviones cruzaban nuestra tierra. Salan de nuestras bases, para sembrar el terror, sin contar con el pueblo espaol al que se le ignor como siempre. No podamos hacer nada ms que manifestar nuestro desacuerdo en la calle, en los peridicos (que pocas cosas publicaron). Muchas horas pasamos entonces aguantando el fro en la Puerta del Sol la noche que finalizaba el embargo. En la Puerta de Alcal, donde compaeros del MOC de Zaragoza pasaron all subidos un da entero. Al menos sentamos el calor de estar juntos, junto a Eva, Fausto, Conchi, Ana, Fernando, Pedro, tantos compaeros, amigos, helados, apiados unos junto a otros. Queramos que se notara nuestra protesta, que les molestara. A juzgar por los comentarios que a veces escuchaba por radio o en la prensa sobre las manifestaciones pacifistas, creo que al menos tuvieron que tragarse ese hueso.

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el independiente [ 2 junio 11 ]

A raz de estos acontecimientos blicos durante la primera guerra del Golfo Prsico, se cre un Tribunal Internacional para juzgar los crmenes cometidos en la contienda impulsado por el ex fiscal general de los Estados Unidos Ramsey Clark, siguiendo la tradicin iniciada en 1967 por Bertrand Russell que cre el Primer Tribunal contra la guerra del Vietnam. Qued constituido como Tribunal Permanente y as en 1980, el Tribunal Russell dedic sus sesiones a investigar la violacin de los derechos de los indios norteamericanos y un ao ms tarde, a condenar la invasin sovitica de Afganistn. En 1981 se constituy el Tribunal Permanente de los Pueblos. Siguiendo la tradicin de este tribunal internacional, varias asociaciones contrarias a la guerra constituyeron un Tribunal en Madrid para juzgar los delitos cometidos durante la contienda. No tuvo mucho eco en la prensa porque los principales peridicos boicotearon la informacin, ya que la participacin de Espaa en esta lucha haba sido aprobada en el Parlamento por los partidos mayoritarios, excepto por IU y no s si por algn grupo parlamentario ms. Todo el trabajo realizado por las distintas asociaciones, como por el tribunal y los ponentes, fueron recogidos en un libro titulado: La guerra del Golfo un ao despus. Documentos del Tribunal contra la guerra (17/18 de enero de 1992) Editorial Nueva Utopa. Madrid. Dedicado: A todas las vctimas de la Guerra del Golfo. A los insumisos, hroes de hoy, nuevos artfices de la paz, que anuncian un nuevo futuro. Se recoge el testimonio que durante dos das presentaron todos los testigos haciendo especial mencin a la imposibilidad de incluir el testimonio de Jira Bulhae, que tuvo que regresar inmediatamente al Shara y el de Roberto LLopis, desertor durante la guerra y miembro de la Koordinadora de Colectivos Antimili, que fue detenido dos das despus de declarar ante el Tribunal y que envi una carta desde la prisin de Alcal que se incluye como testimonio. Tambin intervino Axier Snchez, desertor de la Fragata Asturias con base en el Ferrol, barco que se estaba preparando para el bloqueo a Irak. No quiso participar en la guerra y se declar objetor de conciencia. Fue detenido y encarcelado en Alcal de Henares donde permaneci dos meses, los 10 ltimos das en huelga de hambre en el Hospital Gmez Hulla, junto con Carlos y otros dos compaeros del MOC. Les pusieron en libertad, pero a Axier le volvieron a encarcelar en la prisin de Alcal, donde le visitamos en varias ocasiones. Durante el transcurso de esta guerra hubo ms deserciones, entre ellas las de Jos Antonio Escalada y Manuel Blzquez, desertores de la Infanta Elena y la Vencedora que fueron enviadas en el mes de enero al mar Rojo para vigilar el cumplimiento del embargo a Irak. Se declararon objetores de conciencia, negndose a participar en el conflicto. Sali en la prensa ms que en otras circunstancias porque Amnista Internacional los declar presos de conciencia, cuando estaban encarcelados en el penal militar de Cartagena. A los insumisos y a la asociacin de madres y padres de objetores nos reservaron un espacio. Por la asociacin intervinieron Rogelio Gmez, uno de los padres que se desplazaron desde Granada y yo misma. El testimonio lo voy a recoger aqu para que se conozca cmo iban evolucionando nuestras ideas al estar tan cercanas a los jvenes insumisos. Deca as:

Acudimos a este acto, como representantes de una organizacin de mbito estatal cuyo fin es apoyar la lucha de nuestros hijos objetores insumisos. Estn aqu con nosotras Aurelia, la madre de Antonio Garca Quesada, encarcelado en el penal de San Antn de Cartagena, condenado a dos aos, cuatro meses y un da por no realizar la PSS; Mara Dolores, la madre de Antonio Oriol de Zaragoza, condenado a un ao y cuatro meses por no realizar el servicio militar; le acompaan Mara Jess y Juan Antonio, padres de un insumiso de Zaragoza. Estn tambin Pablo y Rogelio, de la Asociacin de Padres de Granada; Eva y Fausto, padres de Pedro Canales, encarcelado en prisin preventiva en la crcel de Alcal de Henares y recientemente liberado. Nos acompaan compaeros de la Bella Terra (Barcelona). Comenzamos por hacer un llamamiento:

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Jefe del Estado, Presidente del Gobierno, Parlamentarios, Tribunal Constitucional, Jueces y Magistrados, sociedad entera: Cmo puede ser delito criminal en nuestra sociedad, que se presenta como un modelo exportable de democracia, el hecho de que nuestros hijos se nieguen a colaborar con las Fuerzas Armadas, que