Inteligencia emocional
-
Upload
mariana-arrieta-solis -
Category
Documents
-
view
24 -
download
5
Transcript of Inteligencia emocional
UNIVERSIDAD HISPANOAMERICANA
FACULTAD CIENCIAS ECONOMICAS
Gerencia de Recursos Humanos
PROFESORA:
Msc. Susana Araya Zamora
Inteligencia Emocional
ESTUDIANTES
Karol Lacayo
Raquel Artavia Fernández
Xinia Carmona Zamora
Rodrigo Delgado González
II Cuatrimestre, 2014
Introducción
En la actualidad se puede observar que el ritmo de vida del ser humano adulto es muy
acelerado, el caso de tener que levantarse y bañarse para cumplir con alguna
responsabilidad, correr para cumplir con un horario, lidiar con un tránsito pesado o bien con
el servicio público deficiente genera cargas adicionales. Estos factores externos sumados al
mundo laboral, donde encontramos en muchos puestos de trabajo altos grados de presión
por las responsabilidades a desarrollar, la falta de capacidad de las relaciones
interpersonales en una oficina, ambientes poco adecuados para un desarrollo de una jornada
laboral hace que muchas personas se sientan emocionalmente afectados hasta llegar a
niveles de estrés poco favorables para nuestra salud, por lo que en muchos casos aparece la
falta de un equilibrio emocional.
Para dar respuesta a esta situación mencionada, el desarrollo de la investigación del tema
Inteligencia emocional, permitirá dar a conocer sus generalidades y concepto dando inicio
al planteamiento de la importancia de la misma dentro de una organización. De igual forma,
las habilidades prácticas y las capacidades que adquieren y desarrollan las personas
emocionalmente inteligentes pues estas son un pilar necesario para el buen desarrollo de los
objetivos empresariales.
Al recurrir a los principios de la inteligencia emocional, se deseará que el lector tenga un
criterio más amplio sobre el equilibrio emocional y su importancia, para que lleve de la
teoría a la práctica, esta herramienta que le permitirá enfrentar estos factores de una manera
más positiva y poder desarrollar una vida y relaciones realmente sanas.
Generalidades y Concepto
Los filósofos han venido debatiendo sobre la relación entre las emociones y el pensamiento
desde hace al menos un par de milenios. Los estoicos de la antigua Grecia y Roma creían
que las emociones eran demasiado impulsivas e impredecibles para aportar alguna utilidad
al pensamiento. Las emociones se asociaban también a las mujeres y por tanto, según su
punto de vista, representaban la debilidad, los aspectos más bajos de la humanidad. El
estereotipo de las mujeres como el sexo más “emocional” aún pervive. Pese a que varios
movimientos románticos pusieron sobre un pedestal a las emociones durante siglos, la
visión estoica de éstas, que las asimilaba, en mayor o menor grado, a lo irracional, persistió
hasta bien entrado el siglo XX.
Pero muchos conceptos se renovaron con el rápido desarrollo de la psicología moderna
durante el siglo XX.
Sentando las bases de una nueva aproximación a las emociones y el pensamiento, los
psicólogos articularon definiciones más amplias de la inteligencia y nuevos enfoques de la
relación entre los sentimientos y el pensamiento. Ya en la década de los treinta, Robert
Thorndike mencionó la posibilidad de que las personas pudieran tener una “inteligencia
social”, determinada potencialidad para percibir el propio estado interno y el de los demás,
motivaciones y conductas, y actuar de forma consecuente. En 1934 David Wechsler, cuyo
nombre va asociado a dos conocidos tests de inteligencia, escribió sobre los aspectos “no
intelectuales” de una persona que contribuyen a la inteligencia global.
En 1983 Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, saltó a la fama al esbozar siete
formas distintas de inteligencia en su libro Frames of Mind. Gardner propuso una
“inteligencia intrapersonal”, muy similar al concepto actual de inteligencia emocional. “El
punto central”, escribió, “consiste en acceder a los propios sentimientos, al propio abanico
de afectos o emociones; la capacidad de efectuar discriminaciones instantáneas entre estos
sentimientos, y, finalmente, clasificarlos, estructurarlos en códigos simbólicos, utilizarlos
como una herramienta para entender y guiar la conducta”.
Significa entonces que la “inteligencia emocional” no es más que una nueva denominación
de la inteligencia.
EMOCIÓN Y PENSAMIENTO
Los nuevos conocimientos sobre la relación entre el pensamiento y la emoción han
auspiciado el nacimiento del estudio de la inteligencia emocional.
Usando una simple tarea de toma de decisiones, Antonio R. Damasio y sus colegas, de la
Universidad de Iowa, han portado pruebas convincentes de la inseparabilidad esencial de la
emoción y el razonamiento. Al tomar una decisión, podemos centrarnos en los pros y los
contras de las opciones disponibles. Sin embargo, Damasio ha mostrado que, en relación a
los sentimientos, las decisiones que tomamos pueden no ser las que más nos convienen.
Conceptos de Inteligencia Emocional
Los Dres. Peter Salovey, J. Mayer y D. Caruso, son los investigadores pioneros quienes
acuñaron el concepto de inteligencia emocional, ellos consideran la inteligencia emocional
como una verdadera inteligencia y la describen como una habilidad que podemos
desarrollar a cualquier edad.
La expresión “inteligencia emocional” se utilizó por primera vez quizás en 1986, en una
disertación inédita. Salovey, junto con John Mayer, de la Universidad de New Hampshire,
la introdujeron en el campo de la psicología en 1990. Definieron a inteligencia emocional
como “la apacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre
ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo”.
Según Santiago Delgado C. la inteligencia emocional es una habilidad para usar las
emociones, para que estas nos ayuden a resolver los problemas que se nos presentan en la
vida diaria de una mejor manera.
Según José Antonio Alcázar: Este autor ha manejado en el 2001 este tema la Inteligencia
emocional llamado a este Educación de la afectividad en su última exposición virtual dice
lo siguiente:
"Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama".
San Agustín
Los afectos constituyen nuestro núcleo más personal y peculiar, es la inteligencia la que
debe encauzar y utilizar la fuerza de los sentimientos.
La inteligencia debe gobernar las pasiones como el navegante gobierna la embarcación, con
el timón y las velas. Una buena educación sentimental ha de ayudar, entre otras cosas, a
aprender, en lo posible, a disfrutar haciendo el bien y sentir disgusto haciendo el mal.
La Inteligencia Emocional, un término acuñado por dos psicólogos de la Universidad de
Yale (Peter Salovey y John Mayer) y difundida mundialmente por el psicólogo, filósofo y
periodista Daniel Goleman, es la capacidad de:
● Sentir
● Entender
● Controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos
A pesar de que en los diversos estudios acerca de la inteligencia más de alguna vez se hizo
referencia a una de tipo emocional, no fue sino hasta 1990 cuando Stephen Covey retomó
este concepto, pero quien lo desarrolló más profundamente fue Daniel Goleman en 1995.
Para comprender el término en su totalidad es necesario saber cómo utiliza algunos
conceptos este último autor, y es así como acerca del término emoción ha escrito, en La
inteligencia emocional (1995), lo siguiente:
Utilizo el término emoción para referirme a un sentimiento y sus pensamientos
característicos, a estados psicológicos y biológicos y a una variedad de tendencias a actuar.
Existen cientos de emociones, junto con sus combinaciones, variables, mutaciones y
matices. En efecto, existen en la emoción más sutilezas de las que podemos nombrar.
Este mismo autor en su libro La inteligencia emocional en la empresa (1998) ha definido:
"El término "inteligencia emocional" se refiere a la capacidad de reconocer nuestros
propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones,
en nosotros mismos y en nuestras relaciones"
En conclusión podemos decir que la IE es:
Importancia de la inteligencia emocional en las empresas
En los días actuales la sociedad se ha encargado de inculcar que las personas deben
se cumplir con ciertos requisitos académicos para poder obtener un puesto en la empresa. Y
aunque es de suma importancia poder contar con un alto nivel o algún conocimiento en los
diferentes campos, es de suma importancia poder reflexionar como se encuentra la
inteligencia emocional de las personas. Abarcando este punto tan importante las empresas
podrían ahorrar muchos de sus fracasos ya que estos pueden ser causa del mal uso que se le
da a la inteligencia emocional.
Las aptitudes humanas constituye la mayor parte de los ingredientes que llevan a la
excelencia laboral, muy especialmente al liderazgo.
Las emociones tienen un rol sobresaliente en nuestras vidas, pueden suscitar
estímulos y energías poderosas para alcanzar los objetivos que nos proponemos; pero,
también puede generarnos frustraciones profundas que inhiban nuestros pensamientos y
acciones. En nuestras relaciones con los demás, pueden ayudarnos a transmitir entusiasmo
y a movilizar seguidores para nuestros proyectos; pero, también pueden desatar conflictos y
rechazos, si no sabemos dirigirlas de forma inteligente. Daniel Goleman nos dice en su obra
“La Inteligencia Emocional en la Empresa”, que Las reglas del trabajo están cambiando.
Ahora se juzga según pautas nuevas, ya no importa sólo la sagacidad, la preparación y la
experiencia, sino cómo nos manejamos con nosotros mismos y con quienes nos rodean.
Esta regla se aplica cada vez más en las empresas de alto nivel para decidir quién será
contratado y quien no, a quien se retiene y a quien se deja ir, a quien se asciende y a quien
se pasa por alto. Goleman nos indica en el mencionado libro, que los nuevos cánones
vaticinan quien tiene más posibilidades de lograr un desempeño estelar y quien es más
propenso a fracasar. Cualquiera sea la especialidad en la que trabajemos actualmente,
existen características cruciales que nos hacen aptos o no para futuros empleos.
En esta nueva visión, la preparación académica tiene poca relevancia. La nueva
medida por sentado que tenemos suficiente capacidad intelectual y preparación técnica para
desempeñarnos en el empleo si tenemos determinados conocimientos y experiencia, no
obstante, podríamos no tener la suficiente iniciativa, empatía, adaptabilidad y don de
persuasión, cualidades personales muy importantes para la influencia que ejerceremos en el
medio laboral, pues la efectividad en el trabajo depende más de la manera en que se
relacionan las personas, que de los talentos individuales. Podemos trabajar en aprender a
vincularnos mejor con nuestras emociones y a reconocer las emociones de los demás, para
ser más asertivos en el desarrollo de nuestras actividades personales y profesionales.
Buscando así, tener las percepciones, pensamientos, actitudes y comportamientos
adecuados para cada situación.
Áreas en las que se aplica la inteligencia emocional en la empresa
Resolución de conflictos
Adaptación al cambio
Toma de decisiones
Negociación
Trabajo en equipo
Motivación
Habilidades Prácticas
• La inteligencia emocional incluye cuatro grupos de habilidades:
1. La toma de conciencia y expresión de las propias emociones.
2. Capacidad de controlar las emociones.
3. La habilidad de motivarnos, optimismo.
4. Empatía.
Inteligencia interpersonal e intrapersonal
● La inteligencia interpersonal: Capacidad de entender a otras personas, interactuar
con ellos y entablar empatía. Con esto se desarrollan las siguientes habilidades
o Habilidades Sociales
o Empatia
o Asertividad
● La inteligencia intrapersonal: Capacidad de ver con realismo y veracidad cómo
somos y qué queremos, y de entender cabalmente cuáles son nuestras prioridades y
anhelos, para así actuar en consecuencia. Con esto, se desarrollan las siguientes
habilidades
o Autoestima
o Autocontrol
o Autoconciencia
o Automotivación
Principios de la Inteligencia Emocional
1. Percepción: Cualquier cosa que incorporemos por cualquiera de nuestros
sentidos.
2. Retención: Corresponde a la memoria, que incluye la retentiva (o capacidad de
almacenar información) y el recuerdo, la capacidad de acceder a esa
información almacenada.
3. Análisis: Función que incluye el reconocimiento de pautas y el procesamiento
de la información.
4. Emisión: Cualquier forma de comunicación o acto creativo, incluso del
pensamiento.
5. Control: Función requerida a la totalidad de las funciones mentales y físicas.
Estos cinco principios se refuerzan entre sí. Por ejemplo, es más fácil recibir datos si uno
está interesado y motivado, y si el proceso de recepción es compatible con las funciones
cerebrales. Tras haber recibido la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y
analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficientes incrementarán nuestra
capacidad de recibir información. De modo similar, el análisis que abarca una disposición
compleja de las tareas de procuramiento de información, exige una capacidad para retener
(recordar y asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad de análisis se verá
afectada por nuestra capacidad para recibir y retener la información.
Estas tres funciones convergen en la cuarta es decir la emisión o expresión ya sea mediante
el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos, de aquella que se ha recibido,
retenido y analizado.
La quinta categoría, la del control, se refiere a la actividad general del cerebro por la cual
éste se constituye en "desertor" de todas nuestras funciones mentales y físicas, incluyendo
la salud general, actitud y las condiciones ambientales. Esta categoría es de particular
importancia porque una mente y un cuerpo sanos son esenciales para que los otros cuatro
funcionen – recibir, retener, analizar y emitir puedan operar en la plenitud de su potencial.
Cuatro Piedras Angulares
El estudio sobre Aspectos psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
emocional diferencia tres factores fundamentales para lograr ser competitivos: confianza de
relaciones con las personas, el impulso de la eficiencia o la creación de futuro.
A través de la confianza en uno mismo se transmite hacia los demás y se fomentan las
relaciones con otras personas.
Por otro lado, está demostrado que los seres humanos durante las situaciones de presión se
piensan y actúa de manera más eficiente.
La última fuerza impulsora es la construcción de futuro a través del desarrollo de
habilidades que permiten tener diferentes puntos de vista diferentes. Esas habilidades
aumentan la capacidad de los equipos y trabajadores individuales para encontrar
oportunidades, solucionar problemas e introducir avances en el campo estratégico, técnico
y de servicios.
Las capacidades del ser humano se pueden estructurar según el modelo de las cuatro
piedras angulares:
● Reconocimiento de las emociones: Cada persona puede reflexionar sobre sus
sentimientos y emociones para poder identificarlos y aprender de sí mismo. Esta es
una de las capacidades que identificó Daniel Goleman cuando definió la inteligencia
emocional. Además de identificar las propias también es posible reconocer las
ajenas e interpretar las señales que se emiten de forma consciente e inconsciente.
Gestos, palabras, expresiones permiten entender a los demás, al entorno y permiten
establecer lazos más reales.
La capacidad de ponerse en lugar del otro se conoce con el nombre de empatía.
Algo que no todas las personas hacen antes de tomar una decisión, emitir un juicio o
realizar una determinada acción. También es cierto que hay personas que tienen
mayor facilidad para reconocer en otros sentimientos, deseos, gestos o emociones.
En la empatía influyen las emociones de cada persona y las de los demás y una
persona empática es capaz de detectar información emocional que le
puede provocar sufrimiento y dolor. Por otro lado, este tipo de personas suelen ser
mejores profesionales en ámbitos como la medicina, la enseñanza,
la administración...
● Aptitud emocional: La aptitud emocional es un concepto que determina la
posibilidad que tiene todo ser humano de crear y fomentar las
cualidades, las habilidades y las características emocionales positivas.
Constituye uno de los pilares fundamentales de inteligencia emocional y, entre otros
factores, se basa en la confianza.
Cuando una persona confía en sus emociones, en sus sentimientos y pensamientos
se forja su propio destino. Cuando además transmite ese sentimiento de confianza
en los demás y lo deposita en ellos se establecen relaciones que fomentan la
creatividad y la cooperación, generándose valor añadido.
La aptitud emocional, además de confianza, también necesita una actitud que
muestre la predisposición a participar en un diálogo, escuchando y aportando ideas.
Si no se está de acuerdo en algo hay que colaborar demostrando ese desacuerdo,
siendo habilidoso y evitando caer en disputas, enfrentamientos, ser parcial o
defender intereses personales. El debate de ideas contrapuestas facilita el progreso,
la creatividad, el diálogo constructivo.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que las circunstancias cambian por diferentes
motivos y que nos pueden llevar a situaciones/relaciones favorables, desfavorables,
planificadas, fortuitas... Cada individuo debe ser capaz de adaptarse a las
circunstancias y ser flexible.
Muchas veces es necesario establecer unas líneas estratégicas que permitan
fortalecer los diferentes aspectos que interactúan en las aptitudes emocionales como
por ejemplo el autoconocimiento, el comportamiento interpersonal, la capacidad de
tolerancia... Estas capacidades se pueden aprender en cualquier momento de la vida
de una persona.
● Profundidad emocional: La profundidad emocional es otro de los asuntos
principales en los que se apoya la inteligencia emocional.
¿En qué consiste? Crea carácter y lo fortalece tanto a nivel individual como grupal.
Para lograrlo es necesario identificar y corregir los puntos débiles y centrarse en los
fuertes.
Gracias a la profundidad emocional se puede descubrir el potencial que define el
destino de cada persona. Para poder sacar provecho de la profundidad emocional es
necesario destacar el rasgo fundamental del carácter del sujeto; descubrir y fomentar
el potencial y el propósito que le son propios y definen su destino; manifestar
el compromiso, el impulso, la iniciativa, la conciencia y la responsabilidad;
aprovechar la solidez de un talante; aumentar la influencia que ejerce el sujeto más
allá de su autoridad, posición y cargo.
Las emociones tan presentes en la identidad personal generan una corriente de
energía que se transmiten hacia el exterior, hacia las demás personas. Esto se
denomina resonancia y entenderla y responsabilizarse es un factor clave de la
profundidad emocional.
Nuestras decisiones están muy influidas por las emociones, y a la hora de elegir la
profundidad emocional se apoya en dos conceptos diferentes: la integridad
aplicada (la capacidad de elección de lo correcto y la responsabilidad con la que
actuamos una vez hemos tomado una decisión) y la influencia sin autoridad (la
habilidad de influir en los demás sin tener en cuenta el rango de autoridad, sino a
partir de factores como el debate, la motivación, la explicación de unos objetivos...).
● Alquimia de las emociones: Si mezclamos en una marmita los tres ingredientes
fundamentales para conseguir la inteligencia emocional (esto es: reconocimiento,
aptitud y profundidad) el resultado dará lugar a una persona enérgica, con confianza
en sí mismo, capaz de superar las adversidades y de enfrentarse al progreso
sabiéndose vencedor.
Se trata de combinar las emociones, a modo de alquimista medieval para conseguir
grandes ideas generadas a través de otras menores. Además hay que dejar fluir la
creatividad para poder dar vida a esas ideas y convertir los pensamientos en
vivencias.
¿Sabemos dónde encontrar esas pequeñas ideas? podemos localizarlas en forma de
corazonadas, de entusiasmo, de intuiciones... si las identificamos y las utilizamos
como catalizadores podemos crear grandes cambios. Para ello también hay que no
dejarse llevar por los prejuicios, pues muchas veces en nuestra etapa más infantil
podemos encontrar emociones, sentimientos... con estigmas de negatividad que
limitan nuestro potencial.
La inteligencia emocional consiste, según el estudio sobre Aspectos psicológicos y
neurobiológicos de la Inteligencia Emocional, en "ejercitar la parte del ser que emite
sentimientos y que anima nuestras facultades más preciadas, así como la capacidad
para aprender y crear".
Capacidades que adquieren las personas con la inteligencia emocional
Estas capacidades son:
● Autoconciencia: Implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y
las intuiciones. Las competencias emocionales que dependen de la
autoconciencia son:
▪ Conciencia emocional: identificar las propias emociones y los
efectos que pueden tener.
▪ Correcta autovaloración: conocer las propias fortalezas y sus
limitaciones.
▪ Autoconfianza: un fuerte sentido del propio valor y capacidad.
● Autorregulación: Se refiere a manejar los propios estados de ánimo, impulsos y
recursos. Las competencias emocionales que dependen de la autorregulación
son:
▪ Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los
impulsos
▪ Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e
integridad.
▪ Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño
laboral.
▪ Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.
▪ Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas
ideas y las nuevas situaciones.
● Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el
cumplimiento de las metas establecidas.
▪ Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de
excelencia laboral.
▪ Compromiso: matricularse con las metas del grupo u organización.
▪ Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades
▪ Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de
los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.
● Empatía: Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y
preocupaciones de los otros.
▪ Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y
perspectivas de los compañeros de trabajo.
▪ Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo
del resto y reforzar sus habilidades.
▪ Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades
reales del cliente.
▪ Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades laborales a través de
distintos tipos de personas.
▪ Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales del
grupo, así como el poder de las relaciones entre sus miembros.
● Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en
los otros. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:
▪ Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.
▪ Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar
mensajes convincentes.
▪ Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se
presenten dentro del equipo de trabajo.
▪ Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en
su conjunto.
▪ Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones
nuevas.
▪ Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales
dentro del grupo.
▪ Colaboración y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas
compartidas.
▪ Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia para la persecución
de metas colectivas.
Las emociones
Floyd Sucher define a la emoción como el estado de sensación complejo que comprende
una experiencia consciente y da respuestas físicas internas y manifiestadas para dar la
capacidad de motivar al organismo para la acción. Esta definición nos divide a la emoción
en dos componentes:
● Fisiológica: es la respuesta física a nivel interno y manifiesto tal como el cambio de
la frecuencia cardiaca o el ritmo de la respiración.
● Psicológico: es la experiencia consciente reconocible en nosotros cuando
experimentamos la emoción y actuamos en consecuencia a ella.
Según Fernando Zepeda, en su libro “Introducción a la psicología’’ introduce el
tema de emociones dando como indicadores principales la parte física y la psicológica, que
cualquier emoción haría afectar. Esto lleva a la obligación de profundizar en el indicador de
emociones, que es básico para desarrollar el tema principal de esta investigación que es la
Inteligencia Emocional.
En 1873 Darwin publica el libro” La expresión de las emociones en los animales y
en el hombre.” Esta investigación es la principal herramienta para introducir los estudios
correspondientes al manejar las emociones. En este se mencionan los tres principios
fundamentales de la explicación de las emociones según Darwin que son:
● -Hábitos útiles asociados. Según Darwin, son los hábitos o movimientos que son de
utilidad para satisfacer deseos, eliminar sensaciones, etc.
● -Antítesis. En el caso de que el hábito esté consolidado, cuando se produce un
estado de ánimo contrario al que produce semejante patrón conductual, se producirá
la respuesta motora contraria.
● -Acción directa del sistema nervioso. Una fuerza nerviosa en situaciones de gran
excitación puede dar lugar a movimientos expresivos.
También menciona que para él, las tres acciones más importantes son los reflejos, hábitos e
instintos y según la investigación que desarrolló Mariano Chóliz Montañés en la
Universidad de Valencia para el Departamento de Psicología Básica llamada “LA
EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES EN LA OBRA DE DARWIN” destaca que la
aportación más destacable de la teoría de Darwin a la expresión de las emociones es la
asunción de que los patrones de respuesta expresiva emocional son innatos y que existen
programas genéticos que determinan la forma de la respuesta de expresión emocional. No
obstante, el aprendizaje puede determinar que una reacción se presente en ciertas
situaciones, o no, además de modificar el propio patrón de respuesta expresiva.
Habitualmente lo que es innato es el programa que determina la respuesta emocional, pero
ésta no puede producirse si no existe el adiestramiento o aprendizaje necesario. Según este
comentario, a lo largo de la vida los organismos tienen un patrón de respuesta al momento
de enfrentar situaciones que producen emociones, pero que somos capaces de aprender a
manejar dichas respuestas o acciones.
Para entender a profundidad cual es el papel que desempeña la función de las
emociones en las reacciones de cada sujeto para que este ejecute con eficacia las conductas
apropiadas se dedicara a continuación todo un apartados a esta temática.
La Función de las Emociones
Incluso las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación
social y el ajuste personal.
Según Reeve (1994), la emoción tiene tres funciones principales:
a. Funciones adaptativas
b. Funciones sociales
c. Funciones motivacionales
● Funciones adaptativas.
Quizá una de las funciones más importantes de la emoción sea la de preparar al organismo
para que ejecute eficazmente la conducta exigida por las condiciones ambientales,
movilizando la energía necesaria para ello, así como dirigiendo la conducta (acercando o
alejando) hacia un objetivo determinado. Plutchik (1980) destaca ocho funciones
principales de las emociones y aboga por establecer un lenguaje funcional que identifique
cada una de dichas reacciones con la función adaptativa que le corresponde. De esta manera
será más fácil operativizar este proceso y poder aplicar convenientemente el método
experimental para la investigación en la emoción.
Darwin argumentó que la emoción sirve para facilitar la conducta apropiada, lo cual le
confiere un papel de gran importancia en la adaptación. No obstante, las emociones son uno
de los procesos menos sometidos al principio de selección natural (Chóliz y Tejero, 1995),
estando gobernados por tres principios exclusivos de las mismas ya mencionados
anteriormente.
● Funciones sociales.
Izard (1989) destaca varias funciones sociales de las emociones, como son las de facilitar la
interacción social, controlar la conducta de los demás, permitir la comunicación de los
estados afectivos, o promover la conducta prosocial.
Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales,
mientras que la ira pueden generar respuestas de evitación o de confrontación. De cualquier
manera, la expresión de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos
discriminativos que facilitan la realización de las conductas apropiadas por parte de los
demás.
La propia represión de las emociones también tiene una evidente función social. En un
principio se trata de un proceso claramente adaptativo, por cuanto que es socialmente
necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales que podrían alterar las relaciones
sociales y afectar incluso a la propia estructura y funcionamiento de grupos y cualquier otro
sistema de organización social. Esto según la investigación de Mariano Chóliz Montañés
llamada PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN: EL PROCESO EMOCIONAL de la
Universidad de Valencia.
● Funciones motivacionales
La relación entre emoción y motivación es íntima, ya que se trata de una experiencia
presente en cualquier tipo de actividad que posee las dos principales características de la
conducta motivada, dirección e intensidad. La emoción energiza la conducta motivada. Una
conducta "cargada" emocionalmente se realiza de forma más vigorosa. Como hemos
comentado, la emoción tiene la función adaptativa de facilitar la ejecución eficaz de la
conducta necesaria en cada exigencia. Así, la cólera facilita las reacciones defensivas, la
alegría la atracción interpersonal, la sorpresa la atención ante estímulos novedosos, etc. Por
otro, dirige la conducta, en el sentido que facilita el acercamiento o la evitación del objetivo
de la conducta motivada en función de las características alguedónicas de la emoción.
La función motivacional de la emoción sería congruente con lo que hemos comentado
anteriormente, de la existencia de las dos dimensiones principales de la emoción:
dimensión de agrado-desagrado e intensidad de la reacción afectiva.
La relación entre motivación y emoción no se limitan al hecho de que en toda conducta
motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede determinar la
aparición de la propia conducta motivada, dirigirla hacia determinado objetivo y hacer que
se ejecute con intensidad. Podemos decir que toda conducta motivada produce una reacción
emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de unas conductas motivadas y no
otras.
Ahora bien, para la explicación de las funciones se han nombrado varias emociones, que
según la teoría son básicas. En la investigación Mariano Chóliz Montañés llamada
PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN: EL PROCESO EMOCIONAL de la Universidad de
Valencia, se mencionan lo siguiente:
EMOCIONES BÁSICAS
Una de las cuestiones teóricas actuales más relevantes, al mismo tiempo que más
controvertidas, en el estudio de la emoción es la existencia, o no, de emociones básicas,
universales, de las que se derivarían el resto de reacciones afectivas. La asunción de la
existencia de tales emociones básicas deriva directamente de los planteamientos de Darwin
y significaría que se trata de reacciones afectivas innatas, distintas entre ellas, presentes en
todos los seres humanos y que se expresan de forma característica (Tomkins, 1962, 1963;
Ekman, 1984; Izard, 1977).
La diferencia entre las mismas no podría establecerse en términos de gradación en una
determinada dimensión, sino que serían cualitativamente diferentes.
Según Izard (1991), los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser considerada
como básica son los siguientes:
-Tener un sustrato neural específico y distintivo.
-Tener una expresión o configuración facial específica y distintiva.
-Poseer sentimientos específicos y distintivos.
-Derivar de procesos biológicos evolutivos.
-Manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.
Según este mismo autor, las emociones que cumplirían estos requisitos son: placer, interés,
sorpresa, tristeza, ira, asco, miedo y desprecio. Considera como una misma emoción culpa
y vergüenza, dado que no pueden distinguirse entre sí por su expresión facial. Por su parte,
Ekman, otro de los autores relevantes en el estudio de la emoción, considera que son seis
las emociones básicas (ira, alegría, asco, tristeza, sorpresa y miedo), a las que añadiría
posteriormente el desprecio (Ekman, 1973; 1989, 1993; Ekman, O'Sullivan y Matsumoto,
1991a y b). En general, quienes defienden la existencia de emociones básicas asumen que
se trata
de procesos directamente relacionados con la adaptación y la evolución, que tienen un
sustrato neural innato, universal y un estado afectivo asociado único. Para Izard (1977), así
como para Plutchik (1980), las emociones son fenómenos neuropsicológicos específicos
fruto de la selección natural, que organizan y motivan comportamientos fisiológicos y
cognitivos que facilitan la adaptación.
Como hemos comentado, la cuestión de la existencia de emociones básicas es un tema
controvertido, sobre el que no existe todavía el suficiente consenso entre los investigadores.
Ortony y Turner (1990) señalan que no existen tales emociones básicas a partir de las
cuales puedan construirse todas las demás, ya que cada autor propone un número y unas
emociones determinadas que no suelen coincidir con las que proponen otros investigadores.
Si realmente existieran emociones básicas claramente distintivas no debería existir tal
desconcierto. Para Ortony y Turner (1990) existen dos corrientes principales que abordan
las emociones básicas. Una biológica, que defiende que las emociones básicas han
permitido la adaptación al medio, se encuentran en diferentes culturas y debe haber un
sustrato neurofisiológico común entre las emociones básicas de los mamíferos, e incluso de
los vertebrados. La otra corriente, psicológica, defiende que todas las emociones se pueden
explicar en función de emociones irreducibles. Ambas concepciones están muy
relacionadas y su distinción es fundamentalmente didáctica.
Ekman (1992) sale al paso de las críticas de Ortony y Turner para defender la existencia de
emociones básicas a nivel fisiológico corroborado por la existencia de una serie de
universales en la expresión emocional demostrados transculturalmente, así como por un
patrón fisiológico que caracterizaría a cada una de ellas. Las diferentes manifestaciones de
actividad del sistema nervioso autónomo estarían a la base de las conductas motoras
apropiadas para las distintas emociones, tales como miedo, ira o aversión. Tales emociones
estarían directamente relacionadas con la adaptación del organismo, y por lo tanto es
consecuente que tengan un patrón de actividad autonómica específica, no así otras
emociones tales como felicidad o desprecio.
No obstante, los resultados en este particular no son concluyentes, y la existencia de
patrones fisiológicos de respuesta característicos de cada reacción afectiva es más un ideal
que una realidad. El argumento que se ha esgrimido con mayor vehemencia para demostrar
la existencia de emociones básicas es el hecho de que tanto la expresión como el
reconocimiento sea un proceso innato y universal. Este argumento darwinista fue expuesto
inicialmente por Tomkins (1962) y ha sido desarrollado especialmente por Ekman e Izard
(Ekman, 1994; Izard, 1994). No obstante, tampoco sobre esta cuestión existe consenso, más
bien al contrario aparecen estudios experimentales que no corroboran la hipótesis de la
universalidad en la expresión y reconocimiento de la expresión facial de las emociones y
que ponen de manifiesto que se trata de una conclusión producto de importantes sesgos
metodológicos (Russell, 1994; Chóliz, 1995c).
Se puede concluir que del tema de emociones es una mezcla de conocimiento que se deriva
desde el creador de la Teoría de la Evolución hasta nuestros tiempos, pues el ser humano
siempre buscará respuestas del porqué de sus reacciones. Claro está que el desarrollo de
esta parte de la investigación está propiciada por extractos de investigaciones ya
desarrolladas pero no se pretende plagiar dicha información, si no darle al lector la
posibilidad de ampliar el conocimiento que dichos estudios han realizado. Por último, cabe
mencionar que este tema de Emociones tiene mucho material pues de este, se derivan
muchas incógnitas que en los últimos tiempos, se les ha querido dar respuesta por lo tanto
mencionar cada aspecto resultaría realmente difícil y se necesitaría un amplio desarrollo del
tema.
Ventajas de la inteligencia emocional
Es evidente que sin un control de nuestras emociones, no es posible avanzar en el
complicado ir y venir de nuestra vida cotidiana, de manera serena y satisfactoria. Esto ya
fue tratado y expuesto de manera directa y contundente por Daniel Goleman, en su estudio
“La Inteligencia Emocional”, de la cual ya para este momento sabemos de qué se trata.
Pero, no basta un control emocional, para asegurar el éxito de nuestras relaciones humanas,
sino que es necesario además manejar nuestras emociones de manera inteligente. Para no
abundar en este aspecto, que nos llevaría a explorar nuevamente la naturaleza de las
emociones, los estímulos que las disparan, y las consecuencias de no encausarlas de manera
clarividente, en el sentido práctico de la palabra, comenzaré por parafrasear a Aristóteles en
su “Ética a Nicómaco”, cuando expresa:
“Cualquiera puede ponerse furioso...eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta,
en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma
correcta... eso no es fácil”.
Y sí, realmente Aristóteles, a 320 años antes de nuestra Era, ya planteaba el núcleo de la
inteligencia emocional, el saber cuál es la condición correcta del momento emocional.
Por supuesto no es fácil saber con quién, la intensidad, el momento, el motivo y la forma en
que debemos emocionarnos, porque este planteamiento de Aristóteles no solo es aplicable a
la furia, sino a las demás emociones, ya que igual podríamos decir: Es fácil enamorarse.
Pero enamorarse de la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto,
por el motivo correcto y de la forma correcta, no es fácil. Y es que , ¿cómo saberlo? Ya
sabemos que las emociones son difíciles de manejar, ¿cómo vamos a saber lo correcto con
respecto a su ejercicio?
En este aspecto, la inteligencia emocional nos remite a que, por lo menos, podemos
discernir lo que conlleva cada emoción en su momento. Si conocemos nuestras emociones,
si reconocemos las emociones de los demás, y percibimos la situación emocional en las que
éstas aparecen o se disparan, podemos manejarnos con mayor control y conducción en ese
momento. Si lo logramos, si logramos desarrollar nuestra inteligencia emocional, los
beneficios que obtendremos, nos facilitarán el avance de nuestra vida cotidiana.
Estos beneficios se derivan de manera congruente y consecuente, ya que si nuestro
comportamiento va aparejado a una actitud inteligente emocionalmente hablando, los diez
aspectos siguientes por sí mismos describen la naturaleza de estos beneficios.
Digamos, entonces que la inteligencia emocional:
● Incrementa la autoconciencia.- Esto significa que en la medida que utilicemos la
inteligencia emocional, seremos más conscientes de quienes somos, qué sentimos, y
cómo actuamos en situaciones emocionales. Si conocemos cada vez más la
naturaleza de nuestras emociones es posible saber cómo conducirnos y qué hacer en
tales casos. Es consecuente que si estamos atentos a lo que sentimos, y somos
conscientes de nuestras emociones, finalmente seremos más conscientes de nosotros
mismos. Caro, I. (1997). Manual de psicoterapia cognitiva. España.: Paidos.
● Favorece el equilibrio emocional..- Esto nos lleva al hecho de que al ser
inteligentes emocionalmente, nuestro desempeño emocional será equilibrado. Es
evidente que conforme manejamos nuestra emociones, de tal forma que no nos
conduzcan por un desastre y una situación caótica, nuestra conducta será más
serena, menos tensa, y por consecuencia más equilibrada. Dayton, T. (2009).
Equilibrio emocional. España.: Kier.
● Fomenta las relaciones armoniosas.- Si nuestra inteligencia emocional se
desempeña convenientemente, se reflejará en nuestras relaciones. Es sabido que en
una relación donde no hay un adecuado manejo de las emociones, dicha relación
tiende a deteriorarse; por lo tanto, si las emociones están manejadas
inteligentemente, las relaciones se verán favorecidas y podrán desarrollarse en
armonía. En la pareja, en el matrimonio, en el trabajo, con los amigos, si se es
inteligente emocionalmente, es posible el fomento de las relaciones armoniosas.
Díaz Loving R. (2002). Psicología social. México.: Pearson Educación.
● Potencia el rendimiento laboral.- en la misma medida que fomenta las relaciones
armoniosas, también potencia el rendimiento laboral. Si no permitimos que nuestro
estado de ánimo, que nuestra emociones tomen el control de nuestra vida, y la
inteligencia emocional retome el rumbo, nuestra vida y lo que nos rodea, incluyendo
nuestro trabajo, se verán inmersos en una situación difícil de controlar. Cuantas
veces hemos visto a los compañeros de trabajo, no poder concentrarse por
problemas personales que implican estados emocionales, nosotros mismos cuantas
veces no quisimos ir al trabajo por una cuestión meramente emocional. Aquí la
inteligencia emocional nos debe llevar a superar los obstáculos y en esa medida
rendir mejor laboralmente. Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia
emocional. Barcelona.: Keiros.
● Aumenta la motivación y el entusiasmo.- Sí, en efecto, si nuestras emociones y su
ejercicio en la cotidianeidad están sujetas a una inteligencia emocional, podemos
dirigir nuestra motivación hacia objetivos más audaces, más prometedores, y más
satisfactorios, en tal medida nuestro entusiasmo se fortalecerá para lograr proyectos
o simplemente para disfrutar más plenamente de los sucesos trascendentes de
nuestra vida. Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia emocional.
Barcelona.: Keiros.
● Otorga capacidad de influencia y liderazgo.- Si nos pusieran a escoger a quién
seguir como líder, entre alguien emocionalmente inestable y alguien inteligente
emocionalmente, es claro que seguiríamos al inteligente. De hecho, alguien que está
en equilibrio emocional, que expresa serenidad, que sabe conducirse con
inteligencia en los momentos difíciles y no se deja confundir por emotivo de las
circunstancias, ése es alguien que nos va a influenciar, que nos vamos a dejar
conducir, porque nos sentiremos seguros, porque sabemos que sabe manejarse de
manera serena y templada en los momentos más abrumadores. Goleman, D. (2002).
El líder resonante. España.: Plaza & Janes.
● Mejora la empatía y las habilidades de análisis social.- la inteligencia emocional
también nos da el beneficio de mejorar la empatía. Entendiendo por empatía el
hecho de sentir los sentimientos y las emociones de otra persona como si fueran
nuestras ( y la simpatía como la inclinación afectiva hacia alguien), es determinante
el hecho de que si conocemos nuestras emociones es posible percibir las de los
demás y reconocerlas. En esa medida, es más fácil comprender lo que otra persona
siente y eso nos lleva a mejorar nuestras habilidades de análisis social. Es decir, que
en la medida que comprendemos el sentir de los demás (empatía), nos solidarizamos
y comprendemos los aspectos sociales que comprometen el sentir de la gente.
Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional. España.: Zeta.
● Aumenta el bienestar psicológico.- El hecho de conducirnos con inteligencia
emocional en nuestra vida cotidiana, nos debe llevar a un bienestar psicológico.
Esto es lógico si entendemos que una vida emocionalmente equilibrada, una actitud
motivada y entusiasta, sabernos y sentirnos bien, tener relaciones armoniosas, tener
empatía, y comprender y adecuarnos mejor en nuestro entorno social, debe
aumentar en gran mediad nuestro bienestar psicológico. Caballo, V. E. (2008).
Manual para el tratamiento cognitivo-conductual. España.: SXXI.
● Facilita la buena salud.- Y esto es quizá de los mejores beneficios que la
inteligencia emocional nos otorga. Sabernos plenos emocionalmente, sin conflictos,
sin embrollos emocionales, sin caos emocional en nuestras vidas, saber que
podemos resolver con inteligencia nuestros problemas emocionales, nos
predisponen a una buena salud y la visión para fortalecerla. Es sencillamente
encontrar que vale la pena vivir. Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia
emocional. Barcelona.: Keiros.
● Brinda defensas para la reacción positiva a la tensión y el stress.- Finalmente, el
equilibrio emocional y todos los beneficios que conlleva una inteligencia emocional
práctica y aplicada, nos brinda defensas para reaccionar de manera positiva ante la
tensión y el stress. Es decir toda esa problemática de la vida cotidiana y los eventos
inesperados o inusuales que nos sorprenden, no será fácil que nos perturben, pues
sabremos cómo encarar tales situaciones; la tensión será posible eliminarla o
evitarla, y el stress no podrá abrumarnos, pues sabremos cómo imponernos a su
acoso. Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia emocional. Barcelona.:
Keiros.
La inteligencia emocional y el equilibrio entre el trabajo y la familia
El trabajo y la familia son dos mundos muy ligados ya que si no se está en el trabajo
se está con la familia o viceversa. El cómo hacer que las personas no realicen una mezcla
de cada uno de ellos es la clave para tener un balance adecuado y esto solo se puede lograr
con disciplina e un buen uso de la inteligencia emocional.
La familia y el trabajo son tan fundamentales en la vida de una persona, que la falta
de alguno de ellos nos crea desequilibrios tanto psicológicos como sociales.
Algunos de los pasos que pueden ser utilizados para que lograr el balance pueden ser:
1. Establece tus prioridades. Si sientes que tanto tu familia como tu trabajo son
importantes, tienes que decidir cuál es de mayor prioridad cuando ambas se juntan.
La idea no es descuidar una para preocuparse de la otra, así que determina cuál es la
más urgente en ciertos momentos. Por ejemplo, si tu hijo se enferma y tienes que ir
a trabajar, tienes que dar prioridad a tu hijo ya que es más urgente que un día de
trabajo. Por el contrario, tienes una reunión agendada muy importante y quieres ir a
pasear al parque, ya sabes a cuál dar prioridad. Sólo tú tienes que decidir para nutrir
a tu familia y a tu trabajo. No te frustres si una obligación en el trabajo te crea un
conflicto con tu familia. Decide a cuál darle prioridad al determinar la importancia
de cada una y luego aprende de la experiencia
2. Crea una lista de metas familiares y establece un plazo. Para coincidir tus
esfuerzos en el trabajo para dar prioridad a tus objetivos. Debes cumplir con tus
responsabilidades en el trabajo, pero no debes hacer siempre lo mismo en casa. Las
familias crecen muy rápido y rara vez hacemos planes para la familia y son pocas
las veces que se concretan dichos planes. Al escribir estas metas y agendarlas, te
comprometes a cumplirlas. Asegúrate de lograr un equilibrio entre el trabajo y la
familia.
3. Revisa tu calendario para beneficiar a tu familia a medida que cambian tus
obligaciones en el trabajo. Si tienes más tiempo para pasar con la familia si te lo
permite el trabajo, saca provecho de esto. Algunas veces el trabajo te consume
mucho y sientes que estás dejando de lado tu familia. Asegúrate de que esos
momentos de desequilibrio se compensen con otros con tu familia y carrera.
4. Desarrolla tus habilidades de administrar el tiempo para dar a tu familia el
debido tiempo. Si te organizas bien, no tendrás problemas para pasar tiempo con tu
familia. También significa aprender a cómo finalizar tu día en el trabajo y comenzar
tu día en la casa. Además, aprender a decir “no” cuando te piden ayuda en el trabajo
para no dejar de lado a tu familia.
5. Mantén una buena comunicación con tu pareja y no tengas miedo de expresar
tus preocupaciones sobre la falta de equilibrio entre la casa y el trabajo. No
tengas miedo cuando tu pareja lo exprese sino lo haces antes. El equilibrio entre el
trabajo y la familia se debe respetar por ambas partes para tener éxito.
Algunas consecuencias del desequilibrio trabajo – familia son las siguientes:
La formación de sentimientos de culpa, por la falta de tiempo para invertir en la
relación familiar.
Se empobrece la comunicación en el hogar.
El descuido en la crianza de los hijos y el deterioro de su rendimiento escolar.
El deterioro en la relación conyugal y todas las repercusiones negativas que ello trae
consigo.
La disminución del rendimiento laboral de la pareja.
El deterioro de la salud de los miembros del hogar, especialmente de la pareja
Los dos hemisferios del cerebro humano
En el ser humano los dos hemisferios del cerebro están especializados en funciones
distintas.
El hemisferio izquierdo es analítico, lógico, utilizado para la resolución de
problemas que requieran un procesamiento secuencial o de paso a paso. Tiene la capacidad
de análisis y deducción, y alberga el lenguaje verbal.
El hemisferio derecho es intuitivo y espontáneo, utilizado para la resolución de
problemas que requieran una comprensión global. Tiene la capacidad de la orientación y
comprensión de las estructuras espaciales, y participa en el lenguaje emocional.
Los dos hemisferios se comunican entre ellos principalmente mediante un conjunto
de fibras nerviosas denominadas 'cuerpo calloso'.
En las sociedades occidentales las funciones características del hemisferio derecho
están infravaloradas. Para compensarlo, podemos potenciarlo con actividades que requieran
creatividad, cooperación, inteligencia emocional, intuición, empatía, etc.
La inteligencia emocional y la división de los géneros
Las mujeres no son emocionalmente más inteligentes que los hombres ni viceversa porque,
en este sentido, cada persona posee su propio perfil de fortalezas y debilidades. Algunos de
nosotros, por ejemplo, podemos ser muy empáticos pero carecer de la habilidad necesaria
para controlar nuestra propia ansiedad mientras que otros, por su parte, pueden ser
conscientes de los más mínimos cambios de su estado de ánimo sin dejar por ello, no
obstante, de ser socialmente incompetentes.
Es cierto que, en tanto que colectivos diferenciados, las mujeres y los hombres tienden a
compartir un perfil específico de género que configura un conjunto singular de fortalezas y
debilidades en el campo de la inteligencia emocional. Cierto análisis realizado sobre miles
de hombres y mujeres puso de relieve que, por término medio, éstas suelen ser más
conscientes de sus emociones, mostrar mayor empatía y ser interpersonalmente más
diestras que aquéllos. Los hombres, por su parte, suelen mostrar un mayor optimismo y
confianza en sí mismos, una mayor capacidad de adaptación y también más habilidades
para hacer frente al estrés.
Sin embargo, en términos generales hay que hablar más de similitudes que de diferencias.
Ciertos hombres son tan empáticos como las mujeres interpersonalmente más sensibles,
mientras que algunas mujeres, por su parte, parecen soportar el estrés tan bien como los
más flexibles de los hombres. De hecho, una estimación global de las fortalezas y
debilidades de la inteligencia emocional de los hombres y de las mujeres no muestra la
existencia de diferencias significativas entre ambos sexos.
Hay que decir, por último, que el grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está
determinado genéticamente y tampoco se desarrolla exclusivamente en nuestra infancia. A
diferencia de lo que ocurre con el CI, que apenas varía después de cumplir los diez años, la
inteligencia emocional constituye un proceso de aprendizaje mucho más lento que prosigue
durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo de nuestras experiencias. De hecho,
los estudios que han tratado de rastrear el proceso evolutivo de la inteligencia emocional a
lo largo de los años parecen señalar que las personas desarrollan progresivamente mejor
este tipo de aptitudes en la medida en que se vuelven más capaces de manejar sus propias
emociones e impulsos, de motivarse a sí mismos y de perfeccionar su empatía y sus
habilidades sociales.
Y no convendría olvidar que madurez es la palabra con la que tradicionalmente nos hemos
referido al desarrollo de la inteligencia emocional.
Bibliografía
Internet
http://universitarios.universia.es/examenes/antes-examen/inteligencia-emocional/fuerzas
http://www.hacienda.go.cr/cifh/sidovih/cursos/material_de_apoyo-F-C-
CIFH/2MaterialdeapoyocursosCICAP/5InteligenciaEmocional/Inteligenciaemocional.pdf
Chóliz Montañez Mariano. PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN: EL PROCESO
EMOCIONAL. Tomado del sitio web http://www.uv.es/~choliz/Proceso%20emocional.pdf
Chóliz Montañez Mariano. LA EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES EN LA OBRA DE
DARWIN. Tomado del sitio web http://www.uv.es/choliz/ExpresionEmocionesDarwin.pdf