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mmm Intrucción Captar la vida. HABITAMOS EN EL CORAZÓN DE UN MUNDO VIVO, QUE PALPITA, SE DESARROLLA Y SE TRANSFORMA… AL IGUAL QUE LA MUJER. TRADICIONALMENTE, ELLA ES LA GUARDIANA DE LOS RITMOS DE LA MADRE NATURALEZA. COMO SU RITMO BIOLÓGICO ESTÁ CONECTADO CON EL CICLO DE LAS ESTACIONES Y DE LA LUNA, LA MUJER HA PRESERVADO ESTE CONOCIMIENTO: TODO NACE, EVOLUCIONA Y SE TRANSFORMA, LLEGA A SU OCASO, MUERE Y RENACE. Vivir una vida más conectada, más cerca de la tierra y del ritmo de las estaciones. Este libro es un captador de vida. La ecología se encuentra en el centro de nuestras preocupa- ciones actuales. La vida en la ciudad nos ha alejado de esta simple tarea: insuflar la Vida a la vida. ¿Cómo podemos resta- blecer la conexión con nuestro planeta, con la inteligencia del cuerpo, crear una relación con nosotras mismas y con nuestro entorno, desarrollar esa capacidad propia de lo femenino de proteger la vida? ¿Cómo emprender este camino de belleza natural y conectar nuestro ritmo interior? Las estaciones nos ofrecen una enseñanza pragmática y cotidiana para dar respuesta a esas preguntas y ser una mujer plena, comprometida y conectada con sus propios ritmos. Conocemos «desde dentro» lo que es un ciclo y su evolución. En el corazón de nuestra naturaleza biológica, vivimos un ci- clo con una fase creciente y otra decreciente, con sus picos de apertura y de repliegue. La Madre Naturaleza hace lo mismo. Gracias a ese vínculo con la intimidad de las estacio- nes, una presencia sutil insufla vitalidad a la mujer plural que somos y nos devuelve nuestro lugar en este increíble ecosis-

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IntroducciónCaptar la vida. Habitamos en el corazón de un mundo vivo, que palpita, se desarrolla y se transforma… al igual que la mujer. tradicionalmente, ella es la guardiana de los ritmos de la madre naturaleza. como su ritmo biológico está conectado con el ciclo de las estaciones y de la luna, la mujer Ha preservado este conocimiento: todo nace, evoluciona y se transforma, llega a su ocaso, muere y renace.

Vivir una vida más conectada, más cerca de la tierra y del ritmo de las estaciones.

Este libro es un captador de vida.

La ecología se encuentra en el centro de nuestras preocupa-ciones actuales. La vida en la ciudad nos ha alejado de esta simple tarea: insuflar la Vida a la vida. ¿Cómo podemos resta-blecer la conexión con nuestro planeta, con la inteligencia del cuerpo, crear una relación con nosotras mismas y con nuestro entorno, desarrollar esa capacidad propia de lo femenino de proteger la vida? ¿Cómo emprender este camino de belleza natural y conectar nuestro ritmo interior?

Las estaciones nos ofrecen una enseñanza pragmática y cotidiana para dar respuesta a esas preguntas y ser una mujer plena, comprometida y conectada con sus propios ritmos. Conocemos «desde dentro» lo que es un ciclo y su evolución. En el corazón de nuestra naturaleza biológica, vivimos un ci-clo con una fase creciente y otra decreciente, con sus picos de apertura y de repliegue. La Madre Naturaleza hace lo mismo. Gracias a ese vínculo con la intimidad de las estacio-nes, una presencia sutil insufla vitalidad a la mujer plural que somos y nos devuelve nuestro lugar en este increíble ecosis-

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tema del que formamos parte. Una de nuestras grandes heri-das es sentirnos separadas de la naturaleza. Hemos perdido la memoria de lo que somos realmente. Somos la semilla, la hoja, el fruto y el árbol. Cuando restablecemos el vínculo con Ella, ya no estamos solas y, aún mejor, nos sentimos más fuer-tes: ¡es posible confiar en nuestra propia capacidad de creci-miento, podemos contar con las fuerzas de vida que nos habitan! Como mujeres, somos la vida cambiante y múltiple. La Madre Naturaleza conoce esos secretos. ¡Es nuestra mejor guía, nuestra inspiradora!

Este manual abre espacios de unión, intimidad y creación con la Madre Naturaleza. Para sentir de nuevo que la melodía del deshielo de los ríos en invierno, el remolino de las hojas que caen en otoño y el ocaso carmesí del sol en verano son también movimientos que se producen en nuestro interior. Son puertas abiertas a la belleza del mundo. Por medio de esta conexión consciente, podemos recuperar nuestro ritmo natural en una época en que el frenesí parece apoderarse de todo e insuflar a la vida cotidiana el espíritu de las cuatro es-taciones. Como podemos ver en la naturaleza, todo está co-nectado. De este modo, cuando dedicamos un tiempo a practicar los rituales, optamos en primer lugar por crear lo que es mejor para nosotras, que, en realidad, también lo es para nuestros seres queridos, nuestra comunidad, y que trans-ciende sus límites. Actuamos para el mundo. Somos «el aleteo de las alas de la mariposa».

Entramos en un espacio-tiempo liberado de lo superfluo y de la presión de la sociedad para captar lo esencial. Captar es desplegar nuestras antenas sensibles para introducir la vida en nuestras células, así como alimentar las necesidades del cuerpo, el corazón y el alma. Ya no estamos aisladas. La vida nos responde. Estos rituales nos preparan para el inter-cambio.

Paso a paso, os guiaré para invitar a la Madre Naturaleza a vuestra vida diaria y comenzar a dialogar con Ella. De esta

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cooperación nacerá —y es mi más preciado deseo— una in-timidad entre vuestra naturaleza femenina y la suya. La senti-réis más viva, amorosa y cercana. ¡Igual que vosotras! Como con una amiga que sabe escuchar, aconsejar y también decir la verdad, os respetaréis mutuamente.

Este libro está destinado a las mujeres que son musas: ¡vosotras sois la inspiración! La Tierra es nuestra inspiradora. Nuestro aliento es un canto. Los latidos de nuestro corazón, su ritmo. La Madre Naturaleza vibra con nosotras. No necesi-tamos nada más, salvo un poco de tiempo para nosotras. Y si os falta el tiempo, captad el momento presente. ¡Lo sagrado siempre está disponible! Os invito a conectar con los ritmos de las estaciones, sobre todo si vivís en la ciudad. Es una vía ideal para mantener la conexión con el entorno, aunque el ritmo trepidante intente alejarnos de él. Iniciamos un camino por la rueda de las estaciones y descubriremos cómo actúan estas energías hasta en las maravillosas trivialidades cotidia-nas. ¡Qué riqueza!

En mi práctica con los círculos de mujeres, realizo el ritual de colocar en el centro las cuatro piedras de los puntos cardi-nales y con ellas… ¡cuatro plumas! En este manual, mis pala-bras serán las piedras de referencia y las ilustraciones de Sonia Koch, ¡la simplicidad mágica de las plumas! Para las melómanas y las amantes de los sonidos, las propuestas mu-sicales que acompañan algunos textos remitirán a la disco-grafía que se encuentra al final de la obra. Para las mujeres que tocan el tambor, añadiré indicaciones suplementarias en los rituales.

¡Al acabar este manual tal vez descubras que las estacio-nes, hijas de la Madre Naturaleza, te han cedido el paso!

ERES AMADA EN EL CORAZÓN DE LA MISMA VIDA. ¡VAMOS!

Marianne Grasselli Meier y Catherine Maillard

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La mujer en búsqueda de sí misma y de las estacionesLa mujer que se busca a sí misma abandona la ilusión de la dependencia, asume la responsabilidad sobre su pro-pia vida y camina paso a paso hacia el autoconocimiento. La mujer en búsqueda que somos toma conciencia del poder que posee, sabiendo acoger y recibir con todo su potencial. La mujer en búsqueda se permite también aco-gerse a sí misma: asombrarse, descubrirse, sorprenderse siendo diferente, desconocida o espontánea. Siempre que nos abrimos más, encontramos una Madre Natura-leza salvaje, transgresora, alegre y llena de sabiduría que se parece mucho a nuestro interior más profundo. Todas somos portadoras del impulso vital, sacerdotisas únicas de lo divino, que se encarna con total sencillez.

ECOTERAPIA : LABÚSQUEDA DEL RITMO DE LAS ESTACIONES

Las palabras resuenan de eco en eco. Mi oficio es escuchar. Como musicoterapetua, escucho desde hace veinte años a los niños que no disponen de palabras «razonables» y se co-munican mediante la música. Escucho los gestos y las postu-ras. Escucho las palabras que se pronuncian y al cuerpo que dice otra cosa. Escucho las intensas emociones de los adoles-

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centes y les ofrezco un tambor en lugar de un diván. Escucho los ritmos que nacen o les cuesta desarrollarse. Escucho el caos de los conflictos que buscan su sentido. Durante mucho tiempo escuché a los demás antes de comprender que lo esencial era oírme a mí. Durante demasiado tiempo disculpé la música discordante del otro sin escuchar mi propia melo-día. Me perdí y necesité a otras mujeres para poder encon-trarme. Solo me quedaba una cosa: ser una mujer. Todo lo demás se había roto. Entonces descubrí que existía. Gracias a ellas me descubrí como chispa, fuente, mantillo de mí misma. Y… comprendí que no estaba sola. Empecé a dar a otras mujeres lo que debía haberme dado a mí. Descubrí en cada una de ellas un universo único y un ritmo común. Con-vertí esa música en canciones y encontré palabras que tuvie-ran sentido. Sentido de vida. Desde entonces acompaño los suspiros y los gritos de las mujeres. Juntas creamos formas musicales para su pasado, sus promesas y sus esperanzas. Su verdad se convierte en ritmo del corazón y canto de vida. Los tambores marcan el ritmo, los cantos son de celebración.

Después amplié mi campo de escucha y me convertí en ecote-rapeuta: escucho los ritmos de las estaciones. Por supuesto, la Madre Naturaleza está invitada, como una mujer más, con su verdad: el viento que canta, el río que parlotea, el mar que nos mece, el fuego que vivifica y el aire que une a todos los habitan-tes del planeta. Desde entonces acompaño a las mujeres de manera individual o en grupo: escucho lo que desea expresarse en ellas y a los aliados de la naturaleza que les responden.

«Lo que está fuera es como lo que está dentro.»

Proverbio amerindio

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Ecología, ecosistema, ecopsicología, ecoespiritualidad: la raíz «eco», que oigo como un «eco», es nuestro vínculo de per-tenencia a la Tierra. Al respetarlo, honramos la Tierra y a cada ser que la habita. La ecoterapia es una formación complemen-taria propuesta por Maud Séjournant en los años noventa a los terapeutas acreditados en su práctica profesional. Comprendía el conocimiento de la rueda de medicina, los rituales ancestra-les de sanación y la creación de modelos chamánicos adapta-dos a nuestra cultura occidental. Si los rituales acompañan a las transiciones y los cambios, honran también lo que Es —el ciclo de la vida en nuestro cuerpo y en la naturaleza—. La tradición amerindia denomina la «vía de la belleza» a nuestro tiempo de encarnación en la Tierra, en conexión con todos los reinos, los elementos, las estaciones y los espíritus aliados tradicionales. Según ellos, tenemos la responsabilidad de recorrer este ca-mino por todos y cada uno de nosotros. La ecoterapia propone esta vía de conexión entre nuestro entorno y nuestra naturaleza profunda. El aislamiento, la pérdida de identidad, la depresión, el agotamiento son ejemplos extremos de desconexión. Con frecuencia, la necesidad profunda de vivirse en plenitud, de no malgastar la vida se manifiesta como una nostalgia sorda o un lejano canto de llamada, una exhortación a armonizarse con el cielo y con la tierra, formando parte del Todo y participando de manera activa en su realización. Sentirse en casa. Y… desear eso mismo para todos.

INVITAR A LA NATURALEZA COMO AMIGA

Toda amistad necesita tiempo para construirse, para conocer al otro y sentir aprecio por él. Si deseamos que la Madre Na-turaleza se convierta en nuestra amiga, nos toca alimentar esa relación porque Ella… ¡nos espera! La primera parte de cada capítulo sobre las estaciones está dedicada a esa obser-vación: al vínculo «imaginal» con Ella. «Imaginal» quiere decir que se trata a la vez de una observación de la realidad exte-

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rior y de asociaciones personales. La naturaleza se presenta ante nosotros y nos habla. Así la visualizamos y le damos a cambio nuestras propias imágenes interiores. Te invito, que-rida lectora, a esta apertura sin ideas preconcebidas. Nada es definitivo, un mismo paisaje puede transmitirnos diferentes mensajes. Solo nos está destinado el del momento presente. En primer lugar, describiré mi propia visión de la estación y te invitaré a unirte a mí. Al leerme, te vendrán imágenes. Son una ayuda para centrar la atención. Luego se superpondrán a ellas tus imágenes personales. Puedes entrar en contacto con la naturaleza directamente, «en su casa»: algunos rituales de este libro son un apoyo para vivencias al aire libre. Pero no es imprescindible. ¡Invita a la naturaleza a tu casa! Mi propuesta es que lo hagas al comienzo de cada estación, ¡pero eres tú la que lleva la agenda de las invitaciones!

RESERVA EL TIEMPO QUE NECESITA VUESTRO ENCUENTRO Y PIENSA EN

LA MANERA DE PREPARAR SU LLEGADA

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le pÉrinÉe, visions croisÉes 0 19

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Comment utiliser ce manuel ?

Je vous encourage à lire le chapitre 1, à expérimenter les pratiques et rituels des deux premières parties du chapitre 2, à vous laisser inspirer par les illustrations, avant de passer à la suite. Vous réveillerez ainsi une intelligence intérieure qui facilitera ensuite votre pratique sans toutefois vous être installée dans une réflexion qui mobiliserait votre mental au détriment de votre ressenti. Ensuite, feuilletez le livre et arrêtez-vous là où vous vous sentez appelée. Pratiquer dans l’ordre des pages ou dans le désordre, une fois, deux fois, dix fois, comme il vous chante. Invitez des amies pour des rituels de sororité, rendez-vous dans la nature autant que possible. Offrez-vous le temps et les égards dont vous avez besoin, dont vous avez envie. Le temps proposé est une indication, n’hésitez pas à l’adapter en fonction de votre disponibilité ou de votre inspiration du moment.

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La ronda de las estacionesLas estaciones nos conectan espontáneamente entre nosotros. ¿Cómo entramos en contacto con un desco-nocido? Hablando del tiempo, de la estación… Expresa-mos nuestra satisfacción por la llegada de los días soleados o de la lluvia para nuestras plantas.

La otra persona nos responderá con facilidad, esto forma parte de nuestra comunicación natural y cotidiana. En caso de que nos conozcamos mejor, podremos ha-blar entonces de nuestra estación interior: si nos senti-mos llenas de energía, si tenemos proyectos o nos vence el cansancio, si deseamos relacionarnos en ese momento o más bien estar solas. Los hombres y las mujeres tam-bién tenemos nuestras estaciones. En los países euro-peos, las cuatro estaciones presentan cualidades que reconocemos: la primavera, con su impulso, sus ganas de descubrir; el verano con su luminosidad, propicia para el amor y la pausa cálida que sigue a los retozos sensuales; el otoño y su repliegue lleno de dulzura e, incluso, de nostalgia; el invierno que nos abriga y man-tiene nuestro corazón entre las estrellas. Cada estación nos aporta sus enseñanzas. Me gusta remover las hojas muertas con los pies. Me alegro de la primavera que vendrá, pero me maravillo con la escarcha en los hilos de una telaraña que brilla al sol del invierno. Apreciamos más el verano porque no dura: saboreamos lo que nos

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ofrece la vida de continuo. En la rueda de la vida, nada se detiene, todo se transforma.

De este modo, para conducirnos de una estación a otra se incluyen también rituales de paso —solsticios y equinoccios— al final del manual.

RITMOS FEMENINOS

Nuestro cuerpo de mujer lo sabe a ciencia cierta, sin necesi-dad de pensar en ello: somos cíclicas como la Tierra y las es-taciones. Pasamos por diferentes etapas de «nacer, morir y renacer». Nuestro cuerpo conoce y sabe sus estaciones: el crecimiento, la expansión, el declive y la sorprendente pre-sencia de lo invisible que hará surgir una nueva chispa de cre-cimiento. Muchas mujeres que toman anticonceptivos ya no sienten con tanta intensidad estas «estaciones interiores». En mi acompañamiento de mujeres con dudas sobre su ciclo o que se encuentran en la premenopausia, he observado varias etapas: en primer lugar, buscan la manera de comprender in-telectualmente su ciclo menstrual o el ciclo lunar. Luego viven un tiempo de observación personal que les lleva a afinar su percepción, escuchar y acoger los pequeños signos de su cuerpo. Toman conciencia del tiempo lunar. Poco a poco, dentro de la arritmia de la premenopausia o en el silencio del cuerpo sometido a la anticoncepción, una ola lenta y subterrá-nea va cogiendo fuerza y las llenas de la alegría de vivir sin ciclos. Cada una de las cuatro fases aporta un tesoro de com-petencias, una sabiduría preciosa y precisa. Muchas veces he oído esta expresión: «¡He vuelto a ser una mujer!» ¡Compren-der y vivir nuestra naturaleza cíclica nos ofrece la oportunidad de ser auténticas en cada instante!

Cuando observo los cambios que se producen en las es-taciones debido a las alteraciones del clima del planeta, me pregunto si la Tierra no se parece a una mujer con un ciclo

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caótico o inexistente, que pierde su vitalidad y su propio sen-timiento de existir. Nosotras le ofrecemos, al final de cada ri-tual, un homenaje de comunión con lo Femenino que nos habita. Ojalá podamos sostenerla con nuestro amor.

LAS ESTACIONES DE LA TIERRA CELTA Bett ina Kre iss l Lonfat

Europa es una tierra celta. A pesar de las diversas rupturas de la transmisión entre migraciones, eras y edades, no se puede subestimar la impronta que la cultura celta ha dejado en nuestra tierra de Europa, en Suiza, Francia o Italia. Ella se acuerda… de la magia de los gestos y de la fascinación de todas las cosas por los espíritus y las plantas. Y las mujeres también empiezan a recordarlo. Como un viejo canto que despierta el alma, ellas descubren el sentido oculto detrás de los mitos que acompañan a las estaciones, las antiguas fe-chas y las festividades, aún activas en la conciencia cultural de nuestros días gracias al cristianismo, que supo integrar las «antiguas» fechas con los ritmos de esta Tierra que es la nuestra. Antiguas… en verdad. Ahora nuestra Tierra es mo-derna, pero nuestra alma se reconoce en esas antiguas festi-vidades que celebraban la expansión y el repliegue de la energía vital. Este ciclo es fuente de fiestas, que el calendario celta marca cada seis semanas: nacimiento, Sol, Luna, día más largo o más corto… Todo se celebra con símbolos y co-lores, con alegría en el alma.

Las estaciones en la cultura celta no siguen un ritmo lineal, sino que se perciben y comprenden como cíclicas, y partici-pan de la lógica femenina asociada a la famosa rueda de las estaciones. En esta visión de la naturaleza, la Tierra Madre es una fuerza de vida y mutación constante entre las estaciones, y los honores que se le rinden siguen esa dinámica: es siem-pre el mismo fuego de la naturaleza el que vuelve en prima-

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vera y se duerme al final del otoño. La naturaleza refleja un ciclo de vida con el que podemos armonizarnos como muje-res porque nos ayuda a aceptar los cambios naturales de nuestra energía en lugar de oponernos a ellos. Cuando el alma femenina sigue este ritmo antiguo de la vida, no solo se acerca más a su esencia, sino que se dispersa menos en un mundo masculino, constante, lineal e incluso a veces hostil a su flexibilidad y su naturaleza cambiante.

En su lógica y su desarrollo, las grandes festividades celtas son una combinación de fiestas lunares —una fiesta impor-tante suele estar próxima a la luna llena— y solares —equinoc-cios—. De este modo, recuperamos el equilibrio profundo de la naturaleza, donde lo masculino y lo femenino, la Luna y el Sol, se encuentran a través de una vía propicia para el inter-cambio. Por esta razón, las fechas de celebración celtas y las nuestras no siempre coinciden.