Introducción a La Enseñanza de Jiddu Krishnamurti

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1 Introducción a la enseñanza de Jiddu Krishnamurti (Traducción del Inglés por Rubén Feldman González) Jiddu Krishnamurti es la persona más importante del siglo veinte y quizá de los pasados veinte siglos. Él dialoga sobre la esencia misma de todas las enseñanzas religiosas que la humanidad ha recibido. Realiza esta tarea de una manera que no tiene precedentes históricos, utilizando un lenguaje simple, claro y nada técnico, de una manera fresca y actualizada. Para entender a Krishnamurti uno tiene que estar listo para aprender y ser capaz de desaprender. Las palabras de Krishnamurti se entienden solamente en el contexto de su enseñanza total. A veces utiliza las palabras privándolas de su significado aceptado y convencional. En otras ocasiones usa la misma palabra con un diferente significo contextual. Krishnamurti utiliza una nueva forma de expresión, para despertar una nueva forma de comprensión. Esta comprensión va de hecho en hecho, negando radicalmente toda forma de condicionamiento, tradición, ideología, creencia, romanticismo, sentimentalismo o predilección. Las conclusiones de nuestros conocimientos no cuentan en la dimensión espiritual de la existencia. Uno puede saber cómo citar y recitar todos los versículos del Evangelio, el Corán y el Gita, pero aún así, uno puede ser incapaz de vivir con una mente pacífica y silenciosa. Una mente silenciosa y pacífica es muy energética y está en constante regeneración. Una mente así es capaz de relacionarse, pensar, sentir y actuar sin prejuicio, sin conflicto y sin esfuerzo. Cuando el intelecto “penetra” en la dimensión espiritual (si tal cosa fuera posible), éste se encuentra con la paradoja. Sin trascender la paradoja, que es el último refugio del pensamiento, la mente no puede vivir en la dimensión espiritual. La dimensión espiritual se mueve en el más vibrante y energético silencio. “La vida comienza después de la muerte” es una de esas paradojas intelectuales que mantienen a la mente en el umbral de la dimensión espiritual. Sin abandonar las palabras y las conclusiones del pensamiento, la mente no puede pasar ese umbral. Sin puramente ir escuchando todo el sonido, sin palabras, no hay acceso al sagrado silencio (o silencio espiritual), el cual no puede ser descripto. La dimensión sagrada se denomina “oculta” o “secreta” por aquellos que prefieren una vida cómoda, mediocre y superficial. La palabra cristiana “Metanoia” (en griego) significa originalmente “ir más allá del conocimiento y del pensamiento”, pero fue mal traducida como “arrepentimiento”, que a su vez significa en latín “volver a tener tristeza” (por pasados errores cometidos). La mala traducción de la palabra “Metanoia”, sin haberse corregido aún, en los últimos quinientos años, con sus innumerables implicaciones, puede considerarse tanto una catástrofe cultural, como también una verdadera ruptura con la cultura religiosa original. Yendo de hecho en hecho, la mente no necesita esfuerzo alguno, no crea distorsiones y no inicia ningún conflicto. Yendo de hecho en hecho, la mente es tan clara que no necesita seguir

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Introducción a la enseñanza de Jiddu Krishnamurti (Traducción del Inglés por Rubén Feldman González)

Jiddu Krishnamurti es la persona más importante del siglo veinte y quizá de los pasados

veinte siglos. Él dialoga sobre la esencia misma de todas las enseñanzas religiosas que la

humanidad ha recibido. Realiza esta tarea de una manera que no tiene precedentes históricos,

utilizando un lenguaje simple, claro y nada técnico, de una manera fresca y actualizada.

Para entender a Krishnamurti uno tiene que estar listo para aprender y ser capaz de

desaprender. Las palabras de Krishnamurti se entienden solamente en el contexto de su

enseñanza total.

A veces utiliza las palabras privándolas de su significado aceptado y convencional. En otras

ocasiones usa la misma palabra con un diferente significo contextual. Krishnamurti utiliza

una nueva forma de expresión, para despertar una nueva forma de comprensión. Esta

comprensión va de hecho en hecho, negando radicalmente toda forma de condicionamiento,

tradición, ideología, creencia, romanticismo, sentimentalismo o predilección.

Las conclusiones de nuestros conocimientos no cuentan en la dimensión espiritual de la

existencia. Uno puede saber cómo citar y recitar todos los versículos del Evangelio, el Corán

y el Gita, pero aún así, uno puede ser incapaz de vivir con una mente pacífica y silenciosa.

Una mente silenciosa y pacífica es muy energética y está en constante regeneración. Una

mente así es capaz de relacionarse, pensar, sentir y actuar sin prejuicio, sin conflicto y sin

esfuerzo.

Cuando el intelecto “penetra” en la dimensión espiritual (si tal cosa fuera posible), éste se

encuentra con la paradoja. Sin trascender la paradoja, que es el último refugio del

pensamiento, la mente no puede vivir en la dimensión espiritual. La dimensión espiritual se

mueve en el más vibrante y energético silencio. “La vida comienza después de la muerte” es

una de esas paradojas intelectuales que mantienen a la mente en el umbral de la dimensión

espiritual. Sin abandonar las palabras y las conclusiones del pensamiento, la mente no puede

pasar ese umbral. Sin puramente ir escuchando todo el sonido, sin palabras, no hay acceso al

sagrado silencio (o silencio espiritual), el cual no puede ser descripto.

La dimensión sagrada se denomina “oculta” o “secreta” por aquellos que prefieren una vida

cómoda, mediocre y superficial. La palabra cristiana “Metanoia” (en griego) significa

originalmente “ir más allá del conocimiento y del pensamiento”, pero fue mal traducida como

“arrepentimiento”, que a su vez significa en latín “volver a tener tristeza” (por pasados errores

cometidos).

La mala traducción de la palabra “Metanoia”, sin haberse corregido aún, en los últimos

quinientos años, con sus innumerables implicaciones, puede considerarse tanto una catástrofe

cultural, como también una verdadera ruptura con la cultura religiosa original.

Yendo de hecho en hecho, la mente no necesita esfuerzo alguno, no crea distorsiones y no

inicia ningún conflicto. Yendo de hecho en hecho, la mente es tan clara que no necesita seguir

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a nadie ni conformarse con los dictados de algún libro como el Gita, la Biblia, el Corán o los

Vedas.

La libertad, para Krishnamurti, comienza cuando uno rompe con todas las muletas, con toda

ayuda, con todo refugio, consuelo y autoridad de tipo espiritual. La libertad es, sin embargo,

compatible con el hecho de respetar las leyes nacionales.

Se habla de “liberación espiritual”, pero no es “Rubén el que logra la liberación”. Sólo cuando

Rubén desaparece como entidad egoica, la vida se libera en Rubén. Si Rubén quiere

expresarse, él no permitirá la expresión de la vida en sí mismo. La vida misma se beneficia

en la liberación y también cualquiera que no tema la expresión de la vida. Este es el

significado de la paradójica frase: “la vida comienza después de la muerte”. Esto se relaciona

con algunas malas interpretaciones de la enseñanza de Krishnamurti. El solía repetir: “es

necesario el conocimiento de uno mismo” o bien “sea una luz para sí mismo”, ó “Aquello no

puede perseguirse porque si no lo elude a uno”.

El conocimiento de uno mismo no se trata de conocer de una manera completa y final a un

sujeto que se llama con mi nombre de Rubén. Se trata de ir prestando atención al proceso del

pensamiento, sus emociones concomitantes y al sonido ambiental al mismo tiempo, como un

movimiento constante que no tiene un corolario final.

Krishnamurti enfatizaba que hay pensamiento, pero no pensador, así que no puede haber nada

estático como un “yo” que haya que conocer de manera progresiva y acumulativa. Se trata

de ir descubriendo los procesos del pensamiento, la violencia interior, la rabia, la tristeza, etc.

A medida que se van presentado, sin desear cambiarlos. Si uno va descubriendo estos

procesos interiores por uno mismo, sin seguir ningún método ni buscar ningún resultado,

puede comenzar la paz de la Percepción Unitaria (El Segundo Silencio).

Tenemos que ir descubriendo por nosotros mismos cómo necesitamos respeto todo el tiempo

y cómo la necesidad de respeto y control se relaciona con todo en nuestra vida: ideas suicidas

y homicidas, celos, temor a la soledad y al “vacío”, codicia, un estilo de vida complejo y

sofocante, competitividad ciega, crueldad y brutalidad, la construcción de imperios

personales, corporativos y nacionales, la invención de enemigos y la incoherencia final de

“hacer guerras para lograr la paz”.

Repetir las palabras de otros nos hipnotiza a creer y a pensar mecánicamente. Esto

insensibiliza la mente, que cae en el aburrimiento y la crueldad (como podemos verlo en

nuestra propia mente). Esa mente está trayendo más caos y desorden al planeta, desorden que

puede verse en todas y cada una de las actividades de los hombres y de las mujeres.

La actual sociedad planetaria está creando seres humanos muy confundidos y caóticos.

Muchos de esos seres confusos enseñan en universidades y escuelas, contribuyendo al

mantenimiento del Status quo (las cosas como están), que no es más que la sociedad criminal

e insignificante que todos conocemos en cualquier lugar del planeta.

Krishnamurti enseña que el hecho tiene significado y que sólo el hecho en sí tiene significado.

El hecho de que somos violentos, codiciosos, envidiosos, mentirosos, celosos, temerosos y

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tristes, es el hecho significativo, no la idea de que debemos ser pacíficos, generosos, honestos,

valientes y alegres por nada.

Si un terrorista produce rabia en uno mismo, lo importante no es el terrorista, sino percibir la

rabia en el momento que emerge y no luego con la memoria analítica o introspectiva.

Krishnamurti dice: “Para ver el hecho, uno tiene que ver el hecho completamente y no

introducir una idea contradictoria”.

Si uno tiene miedo de morir o de quedar solo o sin trabajo, hay que ver el hecho del miedo

completamente sin la palabra “miedo”, ya que si uno concluye que hay que ser valiente, con

ese pensamiento uno deja de ir viendo el miedo que está ocurriendo. Si uno deja de ver el

miedo, como por ejemplo, pensando en la necesidad de ser valiente, uno no ve ese miedo

completamente. Uno no es libre del miedo hasta que no ha percibido todas sus implicaciones

completamente. El temor nace en el pensamiento. El pensamiento crea tanto al miedo como

al pensador (por ejemplo Rubén).

Si Krishnamurti dice que hay pensamiento, pero no pensador y uno responde que

Krishnamurti es “muy vago, muy poco claro”, esa respuesta denota la propia resistencia a

aprender y la incapacidad de des-aprender.

Sólo un ser humano que está completamente tranquilo y en silencio, está completamente vivo

y sensible. Sólo una mente silenciosa puede ver y escuchar bien.

Krishnamurti va todavía más lejos: “Es sólo una mente silenciosa la que puede percibir

Aquello sagrado que no tiene nombre ni medida”. La percepción de “lo inconmensurable”

ocurre cuando uno está abierto a lo nuevo. Ni siquiera vemos la realidad de que las relaciones

no son estáticas.

Los hábitos y las adicciones de cualquier tipo entorpecen la sensibilidad, y la vida de uno

está llena de hábitos y adicciones. Muchas personas que son esclavas del hábito hablan

incoherentemente de la creatividad y en nombre de ser creativos precisamente crean enorme

desorden y confusión en sus propias vidas.

Krishnamurti va aún más profundamente cuando dice que no hay creatividad, a no ser que la

mente viva en la creación. Pero sólo una mente muy silenciosa puede vivir en la creación.

Buscar la creatividad es en sí mismo un acto no creativo.

Aquellos que temen descubrir lo nuevo y abandonar todo lo que conocen han etiquetado a

Krishnamurti como “filósofo” o como “gurú”, pero él no es en realidad ninguna de las dos

cosas. El temor a escuchar a Krishnamurti ha hecho que se diseñen ingeniosas e inmaduras

maneras para invalidarlo. Algunos han ido desde propagar los más bajos chismes personales

hasta inventar mitologías y leyendas religiosas en torno a su persona.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Krishnamurti fue llamado “nazi” por los comunistas y

“comunista” por los nazis, ya que ambas “corrientes” deseaban invalidar a Krishnamurti. De

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esta manera se perdieron el hecho de ver que Krishnamurti va más allá de toda creencia e

ideología.

Su enseñanza es universal y atemporal. Es una enseñanza para todos los seres humanos, sin

ocultismos, sin secretos elitismos.

Entre 1920 y 1940 Krishnamurti fue presentado al público como un Mesías o Maestro

Universal, de la magnitud de un Jesucristo ó de un Buda Gautama, un nuevo y joven Maestro

o Visionario que hablaba un lenguaje más actualizado y quizá, por eso, más confiable. Este

“lenguaje soteriológico” (salvador) se podía escuchar de “primera mano”, sin ninguna

distorsión milenaria, perpetrada inocentemente ó a sabiendas por seguidores, enemigos,

organizaciones religiosas, traducciones y libros sagrados. Este Mesías hablaba un inglés

simple, no especializado y cotidiano.

Cuando nos vimos por primera vez, en Marzo 23 de 1975 traté de dialogar con él sobre los

errores que se habían hecho en la traducción de sus libros al idioma español. Simplemente

me dijo: “Diles que aprendan inglés”.

Desde Agosto 29 de 1929, Krishnamurti fue un maestro independiente que nunca había

pertenecido a organización religiosa alguna y tampoco quiso crear una más.

En ese sentido estuvo solo hasta su muerte, soledad que mantuvo con una inquebrantable

integridad. Definía la soledad como la capacidad de sentir que el individuo es uno con toda

la humanidad. En inglés: “all-one-ness” (cualidad de que todos son uno) da lugar a

“aloneness” (soledad que no es aislamiento).

Siempre evitó toda clase de propaganda sobre sí mismo ó sobre su enseñanza. Decía que la

mejor manera de propagar la enseñanza era vivirla, con una mente silenciosa y tranquila,

constantemente abierta a lo sagrado, implícito en cada instante de la vida.

Una mente así es capaz de percibir la rabia generada por un insulto, la envidia generada por

la alabanza a un imaginado rival, y el orgullo que evoca la adulación. Una vez que la rabia,

la envidia ó el orgullo se van viendo completamente en Percepción Unitaria, en un darse

cuenta sin elección, sin querer cambiar lo que se está percibiendo, éstos desaparecen en un

instante sin dejar rastros y la mente regresa de modo natural a la bendición de la paz

silenciosa.

Vivir con esa mente muy silenciosa era lo que Krishnamurti se atrevía a llamar “meditación”,

sabiendo muy bien que cuando él usaba esa palabra, ésta llevaba consigo un significado

diferente y no tradicional.

Krishnamurti no leía libros sagrados, así que su enseñanza venía directamente de su auténtico

descubrimiento propio y se expresaba con su inteligencia prístina e incontaminada.

Le preguntaba a sus amigos: “¿Te das cuenta que estás embotado y apagado?” Podía

sorprender a una dama preguntándole: “¿Ya ha descubierto usted a su marido?”

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Estábamos almorzando un día de Junio de 1978 en Brockwood Park (Inglaterra), donde él

había fundado una Escuela Secundaria, y alguien preguntó: “Háblenos de la reencarnación”.

Krishnamurti dijo: “¿Qué es lo que continúa?” Luego continuó comiendo su ensalada. ¡Y fue

todo lo que dijo! Descubrí lo que quería decir sólo mucho después, mientras leía uno de los

diecisiete tomos de su Obra Completa, publicada en inglés por Kendall-Hunt.

Le daba un nuevo significado a viejas palabras. Definía a la “disciplina” como la capacidad

de aprender y desaprender. Le proporcionaba una tremenda profundidad a la frase más corta,

usándola en el momento apropiado.

Dijo una vez: “Hay que despertar a la gente, no instruirla”.

Conmigo podía ser muy duro, pero al mismo tiempo sentía su amor, mientras contemplaba

sus ojos intensos e indescriptibles, mientras me hablaba.

Un día lo invité a caminar, en Ojai, California. Me dijo: “Caminemos en silencio”. Después

de caminar por una hora me dijo sólo esto: “Dr. González, ¿continuará usted siendo uno de

los muchos ó comenzará a ser uno de los pocos?”

No sentí necesidad de contestar. Estaba implícito que ésta era una de esas preguntas que hay

que mantener vivas hasta la muerte. Estar con él por una hora me hacía sentir bendito, en un

estado casi levitado, pacífico y gozoso.

En una de esas ocasiones le dije: “Cuando estoy contigo me siento como un cóndor”.

Instantáneamente respondió: “¿Por cuánto tiempo quieres estar contagiado?” Quería decir

que uno tiene que encontrar la manera de sentirse bendito por uno mismo.

La clase de descubrimiento que Krishnamurti había hecho (y que pedía que todos hiciéramos)

le daba la energía y la sabiduría para persuadir, conmover ó aún espantar, sin muchas palabras

y sin esfuerzo alguno.

Dijo en 1977: “La transformación no es de Esto a Aquello, sino el final de Esto.

Sin duda él había pasado por una suprema transformación por la cual, la mayoría de los seres

humanos, no quieren pasar.

Repitió de maneras diferentes: “Mi enseñanza no es mística ni oculta, porque sostengo que

esas son limitaciones que el ser humano le impone a la verdad. Aquellos que están atados por

lo que creen y por lo que conocen, tendrán dificultad en entender la verdad siempre

cambiante”.

Un amigo que se había divorciado recientemente, fue a ver a Krishnamurti en un estado de

franca desesperación. Se quejó de que su esposa ya no lo amaba. Krishnamurti le dijo: “Si

usted ama, usted no necesita el amor de nadie. Usted necesita el amor de su esposa, porque

no hay amor en usted mismo”.

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La mente silenciosa y amante no necesita expresarse para “tener éxito”, “realizarse”, “lograr”

o “impresionar” ni tampoco “para ser útil” o “ser recordada”. Su expresión es espontánea y

sin meta.

El aroma de una flor no se considera “una expresión” de la flor, simplemente porque la

fragancia es espontánea y sin meta. Una buena fragancia es parte de una buena flor. La mente

buena y silenciosa no necesita expresarse.

Perseguir un objetivo (laboral, por ejemplo), tiene que equilibrarse inteligentemente con el

silencio, el reposo y con poder estar completamente alerta, en una atención pasiva y completa.

“Preste atención a la inatención”, solía decir Krishnamurti.

Las técnicas y el entretenimiento llamados “espirituales” son maneras de escapar del hecho

de estar completamente vivo y alerta ahora mismo. Mirar televisión compulsivamente o jugar

con una computadora, son acciones que pueden cumplir la misma función: escapar de la vida.

Ahora está el comienzo de una nueva vida, en la que constantemente (todo el día y todos los

días) estamos intentando sin esfuerzo ir viviendo con la muerte en el silencio sin futuro.

Tenemos que estar abiertos para cambiar nuestros planes cuando cambian los hechos en el

presente. Si vivimos de esta manera, cada momento es un nuevo comienzo. Todo lo que se

hace puede hacerse sin esfuerzo y sin conflicto.

Un día se despidió de mí diciéndome: “Que la muerte te encuentre vivo”.

“En una vida así” -dice Krishnamurti- “el maestro no es importante, él es sólo un teléfono.

Arrójelo y simplemente aprenda a escuchar”.

El único que puede conducir al ser humano más allá de su propia condición es el ser humano

mismo. Uno mismo.

Ha dicho Krishnamurti: “Mientras la más pequeña parte del cerebro permanezca

inconsciente, éste proyectará palabras y símbolos, que sólo crearán la ilusión de comunión

con algo más elevado”.

Luego dijo: “La palabra Dios no es Dios”. La realidad de Dios solamente puede percibirse

en el más profundo y alerta de los silencios.

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La iluminación y la Percepción Unitaria

“La iluminación no se obtiene mediante un líder o mediante un maestro; emana de la

comprensión de lo que es en uno mismo, no huyendo de uno mismo. La mente tiene que

comprender en realidad lo que está ocurriendo en su propio campo psicológico; tiene que

estar consciente de lo que está ocurriendo sin distorsión, sin opción alguna, sin resentimiento,

amargura, explicación o justificación, sólo es necesario que se dé cuenta.”

Jiddu Krishnamurti. San Diego State College, 9 de abril de 1970. Más Allá de la Violencia,

Ed. Sudamericana, 1979, Pág. 92.

“Ustedes tienen que aprender por sí mismos lo que significa darse cuenta o estar alerta;

darse cuenta del salón donde están reunidos; darse cuenta de la proporción del salón y de los

colores que contiene; sin decir si es feo o bonito, simplemente observar. Mientras caminan

por la calle, estén conscientes de las cosas que pasan a su alrededor, observando las nubes,

los árboles, la luz sobre el agua, el pájaro volando. Dense cuenta sin que el pensamiento

interfiera, cuando dice: “esto es correcto”, “esto es erróneo”, “esto debe ser” o “no debe ser”.

Dense cuenta de las cosas que están ocurriendo fuera, luego dense cuenta también

internamente, observen todo movimiento del pensamiento, observen todo sentimiento, toda

reacción; eso aviva la mente de manera extraordinaria.”

Jiddu Krishnamurti. Santa Mónica, California, EU, 8 de marzo de 1970 Más Allá de la

Violencia, Ed. Sudamericana, Buenos Aires 1979.

“Escuchar con el completo florecimiento de todos los sentidos es una cosa; escuchar

parcialmente con un sentido particular, es fragmentario.”

Jiddu Krishnamurti. Mas Allá del Pensamiento, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1979 (ed.

en inglés), 1982 (ed. en español) Pág. 228.

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La Meditación Jiddu Krishnamurti,

Diario, l961

La presión comenzó súbitamente otra vez mientras uno esperaba sentado en el sillón del

dentista. El cerebro se quedó muy quieto; palpitaba totalmente activo; todos los sentidos

estaban alertas; los ojos veían la abeja en la ventana, la araña, los pájaros y las montañas de

color violeta en la distancia. Veían todo eso pero el cerebro no lo registraba. (12)

La meditación es el vaciado de la conciencia, no con el propósito de recibir, sino que es el

vaciado de todo esfuerzo por alcanzar algo. (57)

La meditación es esta atención en la que hay una percepción lúcida, sin preferencia

alguna, del movimiento de todas las cosas –el graznar de los cuervos, el rasguear de la sierra

eléctrica a través de la madera, el temblor de las hojas, el ruidoso torrente, el llamado de un

niño, los sentimientos, los motivos, los pensamientos persiguiéndose unos a los otros y, aún

más en lo profundo, la percepción alerta y lúcida de la conciencia total. Y en ésta atención,

el tiempo como el ayer en persecución del mañana dentro del espacio, y el retorcimiento y la

deformación de la conciencia, se aquietan y acallan. En esta silenciosa quietud hay un

movimiento inmensurable, incomparable; un movimiento que no tiene existencia, que es la

esencia de la bienaventuranza, de la muerte y la vida. Un movimiento que no puede ser

seguido porque no deja sendero tras de sí y porque es quieto y es inmóvil; un movimiento

que es la esencia de todo movimiento. (71)

La meditación no es una búsqueda; no consiste en buscar, probar o explotar. Es una

explosión y un descubrimiento. No es un domesticar el cerebro para que se amolde, ni es

un autoanálisis introspectivo; ciertamente no es el entrenamiento en la concentración, que

incluye preferencias y rechazos. Es algo que llega con naturalidad cuando todas las

aseveraciones positivas y negativas y las realizaciones han sido comprendidas y abandonadas

fácilmente. La meditación es el vacío total del cerebro. Lo esencial es el vacío no lo que

hay en el vacío; el ver solo existe desde el vacío; de él proviene toda virtud, no la moralidad

social y la respetabilidad. Es desde éste vacío que llega el amor, de otro modo no es amor.

Los cimientos de la recta conducta están en el vacío. El es el principio y fin de todas las cosas.

(76)

La meditación sin una fórmula establecida, sin causa ni razón, sin una finalidad ni propósito,

es un fenómeno increíble. No es sólo una gran explosión que purifica, sino que también

es muerte, muerte que no tiene un mañana. Su pureza es devastadora; no deja un solo

rincón secreto donde el pensamiento pueda esconderse entre sus propias sombras. Su pureza

es vulnerable; no es una virtud engendrada mediante la resistencia. Es pura porque carece

de resistencia, como el amor. En la meditación no hay mañana, ni hay argumentos con la

muerte. La muerte del ayer y del mañana no deja el mezquino presente del tiempo, y el

tiempo es siempre mezquino; pero una destrucción así es lo nuevo. Esto es la meditación,

no los tontos cálculos del cerebro en busca de seguridad. La meditación es la destrucción

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de la seguridad, y en la meditación hay gran belleza, no la belleza de las cosas que han sido

producidas por el hombre o por la naturaleza, sino la belleza del silencio. ESTE SILENCIO

ES EL VACÍO EN EL CUAL TODAS LAS COSAS FLUYEN Y EXISTEN. Es lo

incognoscible, y ni el intelecto ni el sentimiento pueden llegar a ello; no hay un sendero que

conduzca a este silencio, y cualquier método para ello es la invención de un cerebro

codicioso. Todos los sistemas y recursos del yo calculador deben ser completamente

destruidos; todo avanzar o retroceder –el camino del tiempo- debe llegar a su fin, sin mañana.

La meditación es destrucción, ES UN PELIGRO PARA QUIENES DESEAN LLEVAR

UNA VIDA SUPERFICIAL, una vida de mito y fantasía. (90)

No hay distracción realmente, porque la meditación no es concentración; ésta última

excluye, interrumpe, resiste y por lo tanto, implica conflicto. Una mente meditativa puede

concentrarse, lo que entonces no es una exclusión, una resistencia; pero una mente

concentrada no puede meditar. Es curioso lo altamente importante que se vuelve la

meditación; para ella no hay un fin ni hay un comienzo. Es como una gota de lluvia; en esa

gota están todos los arroyos, los grandes ríos, los mares y las cascadas; esa gota alimenta a

la tierra y al hombre; sin ella la tierra sería un desierto. Sin la meditación, el corazón se

vuelve un desierto, una tierra desolada. La meditación tiene su propio movimiento; uno

no puede dirigirla, moldearla o forzarla; si lo hace, ello deja de ser meditación. Este

movimiento cesa si uno es meramente observador, si uno es el experimentador. La

meditación es el movimiento que destruye al observador, al experimentador; es un

movimiento que está más allá de todo símbolo, pensamiento y sentimiento. Su rapidez no

puede medirse. (100)

La meditación derriba las fronteras de la conciencia; desbarata el mecanismo del

pensamiento y del sentimiento que aquel despierta. La meditación que está atrapada en un

método, en un sistema de recompensas y promesas, mutila y somete a la energía. La

meditación consiste en liberar energía en abundancia, y el control, la disciplina y la

represión corrompen la pureza de esa energía. La meditación es la llama ardiendo

intensamente sin dejar cenizas y el mundo acostumbra a vivir de cenizas. LA

MEDITACIÓN ES UN RIESGO PORQUE LO DESTRUYE TODO, NO DEJA

ABSOLUTAMENTE NADA, NI SIQUIERA EL SUSURRO DE UN DESEO, Y EN ESTE

VASTO E INSONDABLE VACÍO, HAY CREACIÓN Y AMOR. (120)

La meditación es el florecimiento de la comprensión. La comprensión no está dentro de

las fronteras del tiempo; el tiempo nunca trae comprensión. La comprensión no es un proceso

gradual para ser acumulado poco a poco, con solicitud y paciencia. La comprensión es ahora

o nunca; es un rayo que destruye, no una cosa dócil y manejable; es a esto a lo que uno teme,

a lo que destroza, y por eso lo evita consciente o inconscientemente. La comprensión puede

alterar el curso de la vida, el modo que tiene uno de pensar y actuar; puede ser agradable

o no, pero el comprender es un riesgo para cualquier relación. Pero sin la comprensión no

hay fin para el dolor. El dolor termina sólo a través del conocimiento propio, de la lúcida

percepción alerta de cada pensamiento y sentimiento, de cada uno de los movimientos de

lo consciente y lo oculto. La meditación es la comprensión de la conciencia, la recóndita y la

visible, y del movimiento que se encuentra más allá de todo pensamiento y sentimiento. (136)

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Para ser sensibles es preciso que todos nuestros sentidos estén totalmente despiertos,

activos. (221)

Compilación de Luis L. Córdova Arellano

Personas Ordinarias

“Anoche pensaba que, so bien a intervalos, he estado viniendo a este valle por cerca de

cuarenta años. Hay gente que ha llegado y que se ha ido. Han muerto árboles y nuevos árboles

han crecido. Han venido niños diferentes, pasaron por la escuela, se han convertido en

ingenieros, en amas de casa, y desaparecieron por completo en la muchedumbre.

Ocasionalmente me encuentro con alguno, en un aeropuerto o en una reunión, personas muy

ordinarias. Y si ustedes no tienen sumo cuidado, también van a terminar de la misma manera.

ESTUDIANTE: ¿Qué quiere usted decir por ordinarias?

KRISHNAMURTI: Ser como el resto de los hombres; con sus mismas preocupaciones, su

corrupción, su violencia, brutalidad, dureza, indiferencia. El desear un empleo, el querer

aferrarse a un empleo - tanto si se es eficiente o no - y morir en el empleo. Eso es lo que se

llama ordinario - no tener nada nuevo, nada fresco, carecer de alegría vital, no ser nunca

curioso, apasionado, jamás descubrir nada, sino meramente amoldarse. Eso es lo que quiero

decir por persona ordinaria. Lo que se llama burgués. Es una forma mecánica de vivir, una

rutina, un fastidio...

... Puesto que ustedes no conocen lo que es la meditación, aprendamos acerca de ella. Para

aprender acerca de la meditación, han de ver el modo como funciona la mente. Deben vigilar

con atención, tal como vigilan una lagartija que pasa cruzando la pared. Ustedes ven sus

cuatro patas, ven como se pega al muro, y mientras vigilan ven todos sus movimientos. Del

mismo modo, vigilen su pensar. No lo corrijan, no lo repriman. No digan, “todo esto es

demasiado difícil”. Simplemente, vigilen, ahora, en esta mañana. Ante todo permanezcan

absolutamente tranquilos. Siéntanse cómodos, con las piernas cruzadas, totalmente quietos;

cierren los ojos y vean si pueden abstenerse de moverlos. ¿Entienden? Los globos oculares

son propensos a moverse, manténganlos completamente quietos, por diversión. Entonces,

mientras están así, muy quietamente sentados, descubran qué hace el pensamiento. Vigílenlo

como vigilan a la lagartija. Vigilen al pensamiento, la forma en que un pensamiento corre

detrás del otro. De esta manera empiezan ustedes a aprender, a observar.

¿Están vigilando sus pensamientos - como un pensamiento persigue a otro pensamiento

diciendo, 'este es un buen pensamiento, éste es un mal pensamiento'? Cuando de noche van

a acostarse, y cuando pasean, observen con atención sus pensamientos. Sólo observen al

pensamiento, no lo corrijan, y entonces aprenderán el principio de la meditación. Bien, ahora

quédense muy quietos. Cierren los ojos y vean que los globos oculares no se muevan en

absoluto. Luego observen sus pensamientos a fin de aprender. Una vez que ustedes

comienzan a aprender, el aprender no tiene fin.”

La Educación, Árbol Editorial SA, Págs. 9-11 (Krishnamurti Fundation trust Ltd)

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On Jiddu Krishnamurti

“What distinguishes Krishnamurti, even from the great teachers of the past, the masters and

the exemplars, is his absolute nakedness. ... If he had a mission, it is to strip men of their

illusions and delusions, to knock away the false supports of ideals, beliefs, fetishes, every

kind of crutch, and thus render back to man the full majesty, the full potency of his humanity.

He has often been referred to as "The World Teacher." If any man living merits the title, he

does.”

Henry Miller, The Books in My Life

“When he entered my room I said to myself, 'Surely the Lord of Love has come'. . . “

Kahlil Gibran

“. . . the most impressive thing I have listened to. It was like listening to a discourse of the

Buddha - such power, such intrinsic authority. . .”

Aldous Huxley

“a religious figure of the greatest distinction" and added, 'He is the most beautiful being I

have ever seen.”

George Bernard Shaw

“It was overpowering to listen to him. He emanated so much energy that I felt I simply could

not sit directly across from him. He spoke simply and clearly, with very few gestures and no

rhetoric.”

Friedrich Grohe

“Saint Paul has said that the mind of Christ is within each human being.

I was unable to believe that…- Krishnamurti was the first man in which I saw THAT kind of

mind in ACTION”

Dr. Rubén Feldman González

Page 12: Introducción a La Enseñanza de Jiddu Krishnamurti

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Libros de Jiddu Krishnamurti:

Libérese Del Pasado (Orión)

Comentarios Sobre el Vivir (Kier)

El Despertar de la Inteligencia (Paidós)

Más Allá del Tiempo (Edhasa)

Tradición y Revolución

La Mutación Psicológica (Kier)

Cartas a las Escuelas

El Diario de Krishnamurti (Orión)

La Madeja del Pensamiento (Edhasa)

En Inglés (Kendall Hunt)

The Collected Works of Krishnamurti (17 Volumes)

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