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  • IOP

  • Lo que tú necesitas es hierro!

    "Hierro que te traiga· fuerzas, animo y gusto para la vida; deseos: de trabajar y de gozar; hierro que robustezca tu sangr_é y te devuelva el optimismo y el bien-estar. Para que vivimos si no es para disfrutá·r de la vida!

    "Y o me siento siempre apto y alegre porque me cuido bien. Ai primer asomo de debilidad tomo Hierro N uxado. Es mi mejor amigo y protector. No es uno de esos cúralo-todos sino un producto precisamente para enriquecer la sangre y reparar el desga~te c;lel · sistema nervioso. Y ese es el efecto q_ue. tiene conmigo, como ver-dadero reconstituyente."

    .No se necesita tomar Hierro -Ñ~uxado por una eternjdad para C!Om-p~pbanu efecto sobre organismos debilitados. Dos semanas ,g~ne-ralmente bastan para percibir sus efectos. T oaas la~ f?uenas droguerías lo venden.

    1

    H rERRO N1UXAD0 Poderoso Reconstituyente

  • ~'~:"f;, • Para el hombre cuyo trabajo es

    duro, cuya labor requiere el uso y abuso de su musculatura, 11iempre expuestoalaslluviasyhumedad,el

    LINIMENTO

    DE SLOAN es indispensable. Alivia dolores externos de todu claaes con sorprendente rapidez. Aplicándose después de una mojada puede evitar funestas consecuencias.

    CARTI:Ll:S EL SEMANARIO NACIONAL

    ALFREDO T . QUILEZ, Director .

    EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING, Director Literario

    FRANCISCO DIEZ, OSCAR H . MASSAGUER, Gerente General . Administrador .

    Publicado por Sindicato de Artes Gráficas de la Habana. Avenida de Almendares Y Bruzón --Cable y Telégrafo "Carteles" -Teléfonos U-2732 y U-1651.-Número suelto, 10 centavos; atrasado, 20 centavos. - Acogido a la franquicia postal y

    registrado en Correos como correspondencia de segunda clase .

    NUESTRA PORTADA . Es, en verdad, una escena deliciosa la que hoy contemplarán nuestros

    lectores en la portada del presente número de CARTELES. Escena que tiene por protagonistas a MARIE PREVOST y a JOH-

    NY W ALKER, dos actores que enriquecen bellamente los anales de Cine-landia. Ambos se han conquistado muy justamente la simpatía de innume-rables cinómanos. (Foto Metro Goldwyn)

    NOTA S r NOTICIAS Para seguir enriqueciendo valiosa-

    mente nuestra galería de cuentos internaci()tl(Jles, firmados por los mejores autores contemporáneos, en nuestro próximo número publicare-mos un delicioso relato titulado El niño trocado.

    Esta narración es una de las más delicadas e interesantes de la insig-ne escritora escandinava Selma La-gerlo f f, cuya pluma ha sido consa-grada con el alto honor del Premio Nobel de Literatura.

    ropa sus montañas nevadas y sus casi fantásticos fiords ... ...

    Más adelante aparecerá también en las páginas de este semanario un cuento inédito en castellano, v que por m novedad habrá de int;-resnr poderosamente a nuestros lec-UJres.

    Se trata de una producción de uno de los más famosos narradores americanos de hoy, cuyos relatos SI! publican en los principales magazi. nes de los Estados Unidos, y son es· perados siempre ansiosamente po. el público.

    Se titula Como se escribe una no-vela corta, y en ella, hilvanando un cuento de movida e interesante ac-ción, con ligero tono humorístico, el escritor nos explica todo el secreto

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    El niño trocado tiene por base una poética leyenda del folk }ore escandinavo, desarrollada brillante-mente por la célebre autora, que ha sabido transformarla en un relatn pletórico de interés, y que tiene el raro encanto de hacernos vislumhrnr algunos curiosos aspectos de la vidt! y tradiciones, en las maéstuosas re-giones qu, ostentan al norte de Eu-

    del éxito de sus novelas cortas, asi NADA PUEOE como el sistema que le permite cap- RECOMENDARLA tarse la atención de millares de lec-

  • LLl7/7IA DE ASPIHANTES

    . tw

    MES DE '!.ÁBRIL .AGU.ASM/L Y TOD.AS CABEN EN ... ¡UN.A

    BOTELLA!

  • i1 CARTI:Lb.S ·fl ~~· T'L srMANA·n10 N AC 1 IONAL ~:';;:~;'.Y e ~uNoAoo EN EL 19~0R oscAR. H. ~AGUER · VOC VIII LA HABANA, ABRIL 12 DE 1925 NUM. 15

    1

    Los peligros económicos HEMEROTECA PUBLICO

    D esde hace algunos años, se advierte en la juventud

    cubana un extremado decaimiento de ánimo, reve-lado en su indiferencia ante los excesos de las cama-rillas políticas adueñadas de nuestras instituciones de Gobierno, en las cuales parece haber ·desaparecido

    fiasta el último vestigio de respeto a la opinión pública y a los inte-reses colectivos.

    No obstante, nosotros creemos que tras esta superficial desor-ganización de la capacidad cívica, el patriotismo vive, adormecido quizás, indiferente, en su postración, ante todos nuestros trastor-nos interiores, pero vigoroso todavía, capaz de alzarse con indoma-ble ímpetu si algµn peligro procedente del exterior amenazara nues-tra soberanía nacional o la integridad de nuestra patria.

    Desgraciadamente, nuestra mentalidad latina, de vidriosa sus-ceptibilidad para alarmarse ante cualquier amago de agresión mili-tar o solamente diplomática, carece de aptitud para comprender Q para apreciar en su verdadero valor y trascendencia, los peligr& de caracter economico.

    Colocados como estamos en la esfera ae influencia de la pode-rosa República norteamericana, nuestra suspicacia patriótica se man tiene vigilante y quisquillosa ante toda reaccción algo brusca de la vecina nación, en la que podamos suponer el más leve propósito de fiscalizar nuestra conducta o influir en el manejo de nuestras ins-tituciones domésticas.

    La Enmienda Platt, con sus posibles interpretaciones desfavora bles al mantenimiento de nuestra independen'Cia, en caso de graves trastornos políticos o administrativos en nuestra vida interior, ha provocado ya torrentes de literatura, más o menos declamatoria, en-caminada a encender nuestra indignación contra este constante peligro de ingerencia.

    Más, cuar,do ponemos nuestra atención en la difícil situación económica a que hemos llegado arrastrados por nuestra inexperien-cia colectiva, por la incu.ria y corrupción de los gobernantes que hasta este momento hemos padecido, aquella alarma se nos antoja pueril.

    Semejante a la del niño abandonado en un bosque, aterrado por la posible aparición del coco, e indiferente en cambio, ante la pre-sencia real de un animal carnicero, presto a saltar sobre él para des-pedazarlo.

    La Enmienda Platt, agregada como apéndice en nuestra Cona-titución, es la garantía reservada para sí por los Estados Unidos pa-ra justificar internacionalmente cualquier medida a que se vieran compelidos en caso de agresión a Cuba por parte de una potencia extraña o de grave perturbación interior en nuestro país, capaz de interrumpir la marcha de su actividad económica.

    Desde el momento en que los cubanos asumimos la dirección y responsabilidad de nuestros destinos nai:ionales, los hombres de es-tado y los hombres de negocios de aquel país vieron con toda cla-ridad el proceso de subordinación paulatina, llamado a cumplirse fatalmente, dadas nuestra pobreza y nuestra ignorancia, en virtud del cual, por propia iniciativa, principalmente, los mismos cuba-nos habríamos de anudar las cadenas de una verdadera esclavitud, al poner en sus manos, con título de domini~, todas las fuentes de sustentación económica en que descansa nuestra vida.

    s

    Como instrumento de influencia efectiva, ¿para qué quieren los Estados Unidos, ahora, la Enmietida Pl:¡¡tt?

    Sujetos a sus pies nos tienen, ligados por el grillete éconómico. Toda nuestra riqueza nacional descansa en la producción de

    azúcar; y nuestro único gran mercado se encuentra en los Estados Unidos. Allí, se le. fija el precio; allí, se determina la posición que debe ocupar en la competencia con el azúcar procedente de otras partes y de producción nacional, mediante las tarifas adua-neras.

    En tanto este problema se debate en el terreno puramente económico, el azúcar cubano se defiende más o menos ventajosa-mente y nuestro equilibrio financiero se mantiene.

    Pero, ¿se comprende lo que podría ocurrir el día en que el gobierno de aquel país tuviera necesidad o deseo de doblegar nues-tra voluntad ante cualquiera pretensión suya y dirigiera una ofen-siva contra este .artículo, de cuya venta depende hoy toda nuestra existencia colectiva?

    A consideraciones semejantes se presta el problema de nues-tra alimentación. ·

    La producción agrícola .cubana ha sido puesta en ruina por el cultivo de la caña.

    Actualmente, más de las cuatr~ quintas parte_s de los artículos alimc:nticios consumidos en Cuba, son traídos de fuera y casi todos de los Estados U nidos. ·

    Y, como complemento de las dos circunstancias anteriores, la mayor pa~ del capital invertido en Cuba es propiedad de ciu-dadanos de la rnencionada República. .

    Suyas son casi todas las fincas azucareras y tabacaleras; algu-gunas empresas de ferrocarriles, casi la totalidad de los bancos, así como un crecido número de empresas mercantiles e industriales.

    En sus manos está, por consiguiente, todo el mecanismo de nuestra existencia económica. Ellos poseen las principales fuentes de producción de la riqueza de Cuba.

    Ellos nos compran la mayor parte de nuestros productos y ellos nos venden la mayor parte de los artíl!lllos destinados a nues-"tra alimentación.

    A ellos estamos subordinados por todos estos vínculos y, ver-dadc;ramente, nuestra condición es semejante a la de un menor -cu-yos intereses estuvieran encomendados por entero a la buena·o ma-la voluntad de un tutor, con autoridad suficiente para administrar según su conveniencia o su deseo. ·

    ¿Podemos los cubanos declaramos conformes con esta peli-grosa situación y aceptarla como definitiva?

    De hecho, tras la apariencia de una independencia política más o menos efectiva, hemos caído en una real esclavitud econó-mica, más peligrosa para nuestro porvenir, como comunidad étnica, que cualquiera situación ostensible de supervisión gubernamental.

    Nada hay tan urgente para la actual generación cubana como disponerse a reconquistar todo d bien perdido por nuestra· inexpe-riencia y laxitud.

    Pero, preciso es tener en cuenta que, para las rudas campañas de esta empresa nacional, no es necesario desplegar banderas ni batir tambores; sino templar nuestra voluntad, vigorizar nuestro carácter y disciplinar nuestra conducta por medio del trabajo y el estudio.

  • ff¡ foúJ/1oy e/ Ja6z 'ílanri fJ_or 0._§ome[ {Jmllo

    yo que estaba tan con-tento, fgurándome que la comedia de Robert y Dieudonn~ no era más que una de esas delicadas

    fantasías que nacen para darle la vuelta al mundo en alas de la lige-reza parisiense, y para llevar a todas partes un refljo irisado de lo que es la suave, la risueña, la tolerante sen-sibilidad del · bulevar . . . ! Pero aho-ra resulta que es necesario ser muy frívolo para no ver lo que hay en el fondo de esas escenas de ºsimho-lismo trascendental.

    En donde vosotros sólo veis inge-nio--nos dicen los exégetas de la escena-nosotros descubrimos un pa-ralelo digno de Plutarco, entre el alma de la ciudad y el alma de la aldea, entre las deformaciones pari-sinas y la fragancia provinciana, en-tre la fiebre perversa y la pasión na-tural.

    Luego exclaman : -El título lo mismo os inclica que

    hay allí a1go de honda filosofía. La obra, en efecto, se llama "La

    Guitarra y el Jazz-Band" ¿No comprendéis? Pues es porque nn es-t.íis en el secreto del lenguaje de los ritmos; es porque sois distr~ídos; es porque perteneceis a la raza despre-ciah le de !ns que sólo v:m al teatro para divertirse. Si nn fuéseis así. 5a-bríai .. que la guitarra es el sentimien-to tradicional, la nota sincera. la ar-monía clel corazón etl:'rno, la verdad vihrante. Y sahríais asimismo que el Jazz-Band es la moda de lo que re-lumbra y pasa, de lo que atrae con su aspecto exéntrico, de lo que encar-na la novelería alocada y artificiosa. Estela es la guitarra, cuyas cuerdas se estremecen al primer contacto del amo Martina es el Jazz-Band algo escandaloso, que en vez de em-briagarse con sus melodías, se atur-de con su barullo.

    En medio ile Martina y de Este-la, que podrían ser hermanas, pero f)Ue no son más que cuñadas, se halla un hombre que no está simbolizado por ningún instrumento. ¡Ah! Cla-ro que también hay en la somhra, para que nada falte, un marido hur-fado. Pero esta vez resulta neces.1rio confesar que la mujercita infiel tie-nl', ..;i no razón, al meno~ exru~a v ha~t., perdón. Ese esposo invisible, hi-jo de un rudo campesino, no se da cuenta de los mil encantos, que hacen dt· su señora una especie de Reina de Saba de los dancings. En el fondo,

    más vale así, pues estoy convencido Je que, si en HZ de abandonarla

    Uno de los grandes éxitos de la presente season teatral de París, ha Jido el estreno de una bella comedia moderna de Robert Dieudonné, titulada La guitarra y el Jazz Band. En esta crónica alerta y de-liciosa como todas las suyas, Enrique Gómez. Carrillo nos habla de

    esa nueva obra.

    para ir a buscar las huríes del pro- la Argelia, y exige que su esposa, feta en tierras musulmanas, se hu- para no arruinarse, deje su casa pa-biese mostrado más rendido que Me- risina y se resigne a vivir en la al-dor y más fiel que Ariodante, lo dea, al lado de su cuñadita Estela. mismo habría tenido que conocer lo En el segundo acto nos hallamos que se llama la amargura conyugal. en la casa solariega del señor Porte-Martina, en su calidad de Jazz- reau, donde Martina y Estela mez-Band enloquecido por el tango ar- clan en secreto las armonías contra-gentino y el shimmy yanqui, tiene dictorias de sus almas. Un joven muy por fuerza qu~ ser culpable. No distinguido, que vive por casualidad hay más que verla, en el primer ac- en una playa vecina, v_a a visitarlas to, c:n sus salones suntuosos, rodeada: todos los días. Los espectadores com-de ese Todo-París, que se compone prendemos en el acto que ese señori-de rusos, de persas, de ingleses, de to es el cómplice de Martina. Ni ella americanos, de chinos y de heima- ni él lo ocultan. Pero Estela, que es tíos, para descubrir, en su coquete- la pureza y la inocencia, no ve na-ria cosmopolita, el germen de las da. Digo, sí, ve mucho, por el con-mayores liviandades. Lo que en ella trario; ve con ojos de fuego; ve lo va a sorprendernos más tarde no es que no existe, y atribuyendo a ese que tenga una aventura, sino que no Tenorio algo ridículo, todas las vir-tenga mil. Su mismo suegr:o, el se- tudes de los héroes que ha admira-ñor Portereau, aunque ingenuo, no do en las películas sentimentales, se se hace grandes ilusiones sohre e) enamora de él como una protagonis-caracter de su linda nuera, y por ta de Griffith. El mismo serior Por-eso, después de asistir a algunas de tereau, pensando en lo difícil que es sus fiestas, abandona la capital en casar a las niñas provincianas, cobra compañía de su hija Estela, que es afecto al entrometido y lo invita a la inocencia hecha eolegiala, y va que se considere como de la familia. a refugiarse en su castillo, a la som-bra de los altos muros honrados que jamás han oído hablar en japonés, ni cantar en negro.

    -Allá que su marido vea cómo se las arregla con esa loca-piensa el adusto provinciano.

    El marido, ya lo hemos dicho, desdeñando las carici~ a la última moda de Montmartre, se marcha a

    ¡°Peor para la frívola Martina!, pen-samos todos. Porqu

  • Este terrible batallón que esg1·ime sonrisas j' c11r·11as mortíferas nos nmenazarñ rn hrevf' tlr--rle ,•/ esanario de nurstra máximo coliseo, de-fenrlirndo el buen éxito de la compaiiía nro-. yorquina que nos visita.

    (Foto Fisl1baugh)

    +

    HERMElVEG ILDO X E R C d-BINS, nr.,table violinista, primer pre-mio del Real Cr.,nsrrvatorio del Li-ceo rle Barcel-.ma, que próJ.·imamcn-te ofrecerá algunos conciertos en In

    llahana. (Foto Amer)

    ANNETTE LORD, una de las primeras figuras femeninas de la compañía de Don Lan-

    ELE.VITA M A R T I NEZ, be-lla artista cubana, de qttince abriles, que ha recibido propo-siciones para actuar rn uno tle los mñs imp,,rtantes r;tudios ci-nematogr,íficos de C11/ifhmin.

    (Foto R,;,nu/r,)

    ROFE PONLLIOT, que secunda valiosamente la labor de Don Lan-ninK en la compmiía que este di,·ige.

    ning, que debutará el sábado próximo .en el Teatro Nacional

    (Foto Foster)

  • LLA, en una de tas ba-rracas del Parque de Diversiones, acostum-braban tener un hom-bre anunciador, uno de esos graciosos pro-

    f esionales que ·pregonan las exée- . lencias del espectáculo. Tenía tam-bién "un· nombre estrambótico: Za-vótzki. Ahora · bien, este Zavótzki era un vago, un truhán, siempre me-tido en lios y riñas. Se divertía en apalear pacíficos burgueses. Roba-ba cada vez que podía y podía mu-chas veces. En varias ocasiones se vió envuelto en casos de puñaladas. Aparte de todo eso era, sin embargo, un buen sujeto y su esposa lo que-ría entrañablemente

    Esa esposa era sencillamente una pequeña esclava. Hasta la edad de diez y siete años desempeñó funcio-nes de criada hasta que un día-un domingo franco - encontró al tal Zavótzki en el Parque.

    El pregonero se destacaba con su ridículo y pintoresca traje a dos co-lores, rojo · y amarillo. En la cabeza llevaba una gran pluma de pavo. Su verbo inagotable hacía desternillar-se de risa a la gente menuda, y, a veces, hasta a las personas adultas. El carrousel donde estaba empleado Zavótzki era el más favorecido por las niñeras.

    Este es un cuetltC para ser relatado por una madre viuda a sus hijos, cuando quiera enviarlos a dormir. También r,ede· servir, en el mismo caso ,para que los niños buenor adormezcan a sus camados mayores en las largas noches de invierno. Debe ser contado senci-llamente, sin énfasis, más de prisa al comenzar, como si se tratase. de un verdadero cuento; luego, a medida de su desarrollo, relátese lentamente, casi en voz baj,._ Siempre al terminar, la persona a quien se le ha contado habrá caído en ,profundo sueño.

    tracia, lo metían por algunos .días en la Cárcel. Entonces su mujer se pa-saba los días llorando y por las no-ches, aunque sabía que él no iba a venir, mullía cuidadosamente la mi-tad del lecho, como si su marido fuera a aparecer de un momento a otra; Zavótzki entraba fiero y alti-vo a · la prisión, pero una vez solo en su celda lloraba amargamente ~· maldecía su mala suerte, en silen-cio, para que no lo oyeran los guar-dianes.

    En el hogar nunca había dinero suficiente. Cuando no io había en absoluto, Zavótzki se sentía avergon-zado, pero disimulaba su malestar. Afectaba indiferencia delante de la linda y pálida esclava cuando ésta no tenía más que un mendrugo de pan para cenar. Solía entonces gri-tarle a la infeliz, con gran aparato de cólera:

    -"¡Eres tú, la que despilfarras el dinero, tú! ... ,,

    Y la cara pálida se alzaba hacia

    EL AUTOR.

    ra emboscadas. En vano esperó Za-vótzki, apretando el mango de su inseparable cuchillo de cocina. Se hizo de noche y el pagador no apa-reció. La partida de cartas fué la causante de que no calculase bien la hora. Maldito vicio, el juego. H!' ahí como hace perder una cita im-portante a cualquier ciudadano.

    Zavótzki abandonó su escondite y subió al terraplén de la vía férrea cercana. Dos lágrimas corrían por sus sucias mejillas. De pronto son· rió horriblemente, exclamó: ¡Julia ' Julia!-este era el nombre de su es· posa-y empuñando con ambas ma· nos el cuchillo se lo clavó en el corazón. Murió casi en el acto y ro-dó por el talud, dejando escapar dt sus bolsillos un paquete de naipes sobados y de sus labios el nombre de su tímida pequeña esclava: ¡Ju-lia! Julia!

    II

    él, en silencio, triste, a punto de Enterraron a Zavótzki en una Fué allí donde la ingénua peque- estallar en sollozos. Entonces Za- zanja con honores de sepultura en

    ña esclava puso sus ojos por vez vótzki le sacudía el puño delante del el tramo de pobres del Camposan-primera sobre Zavotzki, y lo estuvo rostro: to, y no es preciso jurar que el Ar-contemplando hasta que se termina- -"Atrévete a llorar)· te rom- zobispo no ofició en sus funerales. ron los espectáculos. En la casa la po todos los huesos del cuerpo". Pero su esposa estaba allí con un estuvieron esperando en vano, pues Y luego se iba, dando un gran vestidito negro hecho a toda prisa el caso es que se pasó la noche fuera portazo, a ocultarse en cualquier durante la · velada. y por la mañana no se artrevió a ha- . parte Y llorar to~a la ~oche. 1;3 es- Todos los vecinos de la casa de cerle frente a la señora. clava no se atrev1a a llorar, aun e~- inquilinato consolaron a la pálida

    Desde esa noche no se separó de tando él ausente, porque se lo había Julia diciendo: "Dios ·es grande, su fascinador amante y terminó pa- prohihitin Y, además. porque eso no porque así liberta de sus verdugos a para ella el oficio de sirvienta. Y co- es difícil para las mu_ieres. Se que- las mujercitas buenas.-Usted es jo-mo era una tan linda, buena y dócil rían mucho pero Zavótzki no ha- ven t1:>

  • Aunque las piernas femeninas r.onstitu}'an un delicioso artefacto, no es conveniente mostra,-/as en todas partes. Por no seguir este sabio precepto la deliciosa DIAN,1 MILLER fué víctima de mil tribulaciones en un

    pueblecito del Oeste. (Foto Fox)

    No crean ustedes que en esta fotografía aparece algún caribe caracterizándose de bataclana . . . Es nada menos que NOR-MA SHEARER, tal ci,al la veremos en una película que nos

    prepara. (Foto Metro Goldwyn)

    9

    (Foto

    First National)

    No se puede negar f/J'e el cine es muy instructivo . .. En eS: ta escena, por ejemplo, BESSIE LOVE y RICHARD BARTHELMESS nos muestran los últimos perfecciona-mientos de una ciencia que casi todo el mundo . . . se jacta

    de conocer a fondo.

    He aqui a la linda MAE MURRAY, en una k Lu escenas de La Viuda Alegre, gran producción que está filmando actualmen-

    te, bajo la sabia dirección de Erich V on Stroheim. (Foto. W. Lynch)

  • rue1Jia5 énltevíslar5 Ha6léino'o con el

    IJ~ Wr!o.1 migue/ de té.rpede.1 por.Ark1r0Alfonso Ro.re/lo'

    1\ vi

  • Una de /ns siluetas deliciosas que aparecen en lu ncenr, del baile de a,·tistas tle El destino

  • El viejo \:al'J)intero, clavando la última puntilla en la t-ipa dd ataúd sonrió beatíficamente.

    -¡Qué caray!~ijo sacudié'n-dose las mangas de la camisa. Por lo menos éste no es el de la lechuza.

    Desclavó de nuevo la tapa, lim-pió las virutas que habían quedado en el fondo del cajón de pino blan-co y, echándoselo al hombro, :atra-vesó el patio del solar.

    Las vecinas le vieron primero su-, bir la escalera fina y desvencijada , con el paso inseguro de sus setenta • años, luchar después con una tende-

    dero llena de ropa blanca que se le atravesó en el camino y entrar, por fin, en el misérrimo cuartucho don-de diez ojos de muchachos famélicos lo miraron estúpidamente.

    El padre, sentado sobre un baúl cubierin de etiqueta.o; de hoteles y aduanas, e!-taba inmóvil, CO'l la ca· beza cana entre las manos. Un::i mu-chacha mayorcita, de unos quince años, preten;lía amortajar a la muer-ta: la madre, algo rígida ya.

    -Don Juan, no hay que amila-narse, hombre--d.ijo el carpintero echando la carga al suelo.

    Bl padre levantó, co.JDO-.-em¡>u-jado por un resorte, la cabeza, miró hacia el recién llegado, y después con - lentitud, muy paso, se volvió hacia la cama. Contemplando a la muerta, di jo:

    -Es usted, Don Matías ... -Pero hombre ¡qué es esto?, no

    se amilane usted-repitió el carpin-tero sacudiendo ligero los hom-bros--cosas de la vida. Mire, le he hecho esta caja porque ...

    Como no había pensado el discur-so no halló la palabra necesaria: to-das le parecieron duras. La mucha-cha lloraba quizás por vez primera en aquel día. Los dos viejos se estre-charon las manos.

    -Gracias--dijeron ambos a un tiempo.

    El mayor de los chiquillos se di-rigió a prisa a la hermana y en voz baja le dijo:

    -Oye María ¿ por qué no le pi-des dinero a ese hombre? Tene:o hambre.

    --Cállate .. ¿No ves a tu madre muerta? respondió esta en voz baja también.

    -¡Tengo hambre!-tornó a de· cir el muchacho enfurecido-- ¿Lo oyes?. Tengo hambre. Pídele.

    El padre alzaba la voz para que no lo oyese el extraño.

    -Bueno, Don Juan~ijo el car-

    El wento que imertamos en esta plana, es el segundo que publica Carlos Montmegro, joven y brillante, aunque ignorado, escritor; que actualmmte se halla cumpliendo conrlma en el Presidio Na-cional. Hace poco, nue.ctro colega Social lo dió a conocer al público con un relato que llamó poderosamente la atención en nuestros círculos literarios, por sus raras cualidades de vigor y originalidad.

    pintero--ya sabe? paciencia. Me voy a trabajar.

    Al irse dejó en las manos .de uno de los chicos un real. El mayor, ape-nas salido el carpintero, ya se lo había quitado.

    -P~pá, voy a la bodega--dijo saliendo.

    -Compra pan de ayer-gritó la hermana--dan el doble.

    El muchacho atravesó la casa mi-rando con hosquedad a los vecinos compadecidos y ya en la bodega empezó a dar con el dinero en el mostrador; pero viendo unos pomos de caramelos expuestQS sobre la vi driera, se quedó quieto, poniéndose muy pálido: ¿si pudiera coger uno?

    El bodeguero peleaba con un bo-rracho en la cantina, nadie más ha bía en el local.

    Torpemente, mirando a los que discutían, con los ojos muy abier-tos, buscó a tientas. Su mano de diez años se movía en el vacío incendiado.

    No obstanqe estar blanco como la cera, el incendio le llegaba al

    rostro. Por fin alcanzó el frasco. Cuando lo ocultó entre fas ropas, las piernas se negaban a sostene~lo y en el labio inferior le ardía la fie-bre de una palpitación.

    Pidió inmutado al bodeguero el pan viejo. Ya en la escalera de su casa se detuvo y sacando con. pre-caución el poíno de vidrio, lo miró con pasión. Cuando uno roba siente que lo robado es más de uno que si se lo regalaban o lo hubiese adqui-rido honradamente; está claro, en ello hay más que la simple propie· dad. Puede ser que algo por el estilo, sienta el que goce de la mujer ajena.

    El muchacho acarició el frasco v como desdichadamente ya había e;-tudiado, leyó en la tapa de latón. "Para abrirse hágase un agujer~ e1 donde indica la señal".

    Ocultando el robo entró en el cuarto.

    -Aquí está el pan, dijo. -Mira Luisito--opinó la herma-

    na-vamos a dejarlo para luego Ahora vamos a re~ar, que enseg~ida se llevan a la pobre mamá.

    ()/o/lo / por '7-<

    Ja/me forres bodet Bajo la mies cortada, camina el carro lento

    de la hacienda,· y hundidos hasta el tobillo en ella, los muchachos del pueblo ven la primera estrella nacer en el crepúsculo, como un presentimiento.

    En todas las ven~as asoma una doncella a presenciar su paso . . . Va aquietándose el viento y la tarde se ahonda, melancólica y bella. ¡Otoño! un oro dulce que dora el pensamiento.

    De codos en la yerba, un muchacho levanta una canción . . . En ella no se sabe si canta el placer o la angustia, la alegría o la1 muerte,

    pero v!ene a los ojos una lágrima ignota y la vtda st queda, como trémula y rota con ',IJ1 rádmo pálido entre su mano inerte.

    12

    En el centro del cuchitril, sobre dos sillas que servían de cataf'lllco, estaba la muerta, ya colocada en d ataúd. La rodeaban 1os chiquillos arrodillados.

    El padre sentado en el baúl, con-tinuaba en su postura primitiva. A un lado, en el suelo, la tapa del fé-retro, mostraba los clavos que la uni-rían a la caja. Al muchacho se le agolpó la sangre en el rostro al ver-los. Se puso de rodillas imitando ¡, sus hermanitos a pesar del hamh~ punzante que srntía y, como si tn1i-siese rechazar una tentacióñ, silabeó un rezo.

    Pasaron Ull'lS minutos intermin~ bles. La hermana, quedamente, so-llozaba inclinando la cabeza sobrt ~na de las sillas que soportaban el ataúd. Los muchachos miraban el cartucho del pan puesto sobre la e.a-ma única.

    Sigilosamente, Luis, sacó el tarro de l; cintura y se arrastró hacia l~ tapa. Todos los clavos se le ofre-cían. Escogió el más cercano y mi-rando con ojos de asombro a los su-yos, empujó sobre el clavo la tapa del frasco. El latón no cedía. Empui jó más, después con las manos afe-rradas al pomo lo hizo _girar. Ace--chando a su hermana pensó: "¡Por qué no llorará más alto?

    Tuvo la intuición de que el clavo iba a penetrar y atenuó el imj,ulsoJ al mirar el estado de su obra nol!I que la tapa estaba taladrada y Ji srparó del frasco. Fué entoncef cuando, de1;J11ás de d·iez m:nutol, volvió a respirar.

    Los hermano estaban adorando al dios de harina.

    Al meterse un caramelo en la bo-ca llamaron en la puerta: eran los hombres uniformados. Todos se le-vantaron: el paare, sereno en apa· rienda; la muchacha con las aletaS de la nariz dilatadas; los rostros de los muchachos, impacientes, declali ¿ya? .

    -Bésenl~ por última vez-sitó el padre.

    Desfilaron. • Cuando le tocó al último, al dit

    yor, se detuvo al posar sus la~ios; bre aquellos que tanto lo habian sado y, con un sollozo de arre~ imiento, se le escapó el car~rne ¡ue quedó en uno de los phe le la mortaja. . d 511

    Le pareci,ó que los labios uee ce-madre sonre1an, pero al ver q d rraban , el ata~, su último gcs~id~ pesar f ué pa el caramelo pe -1 ?ara siempre. .

  • Dep

    QUATRAIN, considerado como uno de los meiores eiemplares de tres años, fué el ganador del Lot1isiana Derby y está considerado como un fuerte contendiente del derby de Kentt1cky. Sttttts fué quien piloteó el magnífico eiempla,

    Las mf1eliaéhas americanas demuestran cada dia su preparación para los depor-tes. Estas cuatro bellas, AL/CE RY-DEN, NELL/E DOERSCHLAG, ELIZABETH NELSON Y ETHEL NICHOLS, del Pasadena Atlúetic Club, cubrieron la distancia de 440 yar-das en carreras de relay en el magnifico tiempo de 53.3 segundos. El record mt1ndial lo tiené Inglaterra: 51 415 y fué logrado por muchachas ingieras en

    el año 1922.

    Esta fotografía es del célebre 7ockey MOO-NEY, ganador del Kentucky Derby el pasado ai'io, piloteando a Block Gold. Mooney tiene en rns manos el 'IJalioso trofeo que se le entregó aMrs. Yi'ValÍou,ladur.ñadeATHERSTONE, ganador del Coflroth Handicap, el domingo, 29 de Marzo, en el track de Tia Juana, de Mé-:icico. El premio de esta carrera era de $60.000. ChilliO'Wee, el f O'IJOrito, quedó décimo. La dis-tancia fué de milla y cuarto y empleó el gana-dor 2-7 215. Pista fangosisima. El ganador en-tró agotado, pero supo mantenerse delante du-

    rante todo el recorrido.

    (Fotos lnternationa'l)

    &iaJ dos wlientes, /1,(m demostrado al m11ndo qt,e la tebria d

  • !Pciginaá !Pu ri lanatJ

    ''La belleza femenina comienza en los tobillos", sosti~ el príncipe Serge Divani--,pariente de los reyes destronados de ia actual república ,ú Georgi~, que vemos en esta fotografía tratando de aplicar sus teorías estéticas con algunas de las lindas figlllinas que están haciendo sus prime-ras armas en Cinelandia, bajo la dirección de loe Francis Dillon. •

    (FOEJ, First ~ llli ,.,.·di_.) ....... =--

    Nos dicen que en ésta fotngrafía aparece la encantadora estrella NORMA SHEARER (la de la izquierda), en compañía de cinco astros Ji mencr magnitud . . Es cuestión de gmtos: o la estrella o los cinco satélites.

    14

    . ' r

    J

  • 1 .1

    Es cosa sabida q14e Mack Sennett,_ el animadnr de mil hilarantes comedias, posee rm extráordinario "ojo clínico" para descubrir estrellas. El gru-po de Sennett Bathina Girls formad.o por él para 1924 se ha disuelto ya, pues todas li11- lindas chicas que lo integr11ban han pasado a las hues-tes de las mríximas co':npañías de Cinclandia . . Pero el célebre director no permanece iñacti'Vo; ya ha formado el Grupo de 1925. En éste se destacan justamente las dos deliciosas bañistas ROSAL/E MARLIN Y GEQRG/¡f HALE, que tienen madera de grandes artistas y . . • formas incalificables.

    M a I t i n a "T I V O L 1 ": V i g o r , N u t r i e i ó n , B e II e z a

    15

  • ··--p,ana mayor 11,;-, 11111rc11a umwrutario, 11tr11t11i.tn con nuestro compatNota (;ar: hn A. Vauer1r, Ministro de Cuba en Panamá, hoy íJolo de los caribes por su cari-

    ,'.,- rn comportamiento durante los aciagos dias pasados en Panamá, temiendo lo,!_ 1t h ,!J.01 •110lwraCubaenel'IJiejotransporte "Máximo Gómez". Vaueur co-o rQ desde Panamá para que nuestra cancillería remitiera los fondos necesarios. • &! - -

    13LACK BILL, nuestro campeón fly-weight, que abatió al boxeado, norteamericano B O B B Y R UT-TEM BERG allá en la ciudad de los rascacÍf:los. Black Bill ganó once rounds de la batalla concertada a

    BARRIENTOS, cometió el pasadol-Jommgo, un atropello con sus com-fañeros Je aulas. Ganó tres eventos. Los 100 metros, 200 metros sin o6s-táculos y salto largo. Los tiempos no fueron 6uenos por falta de competi-dores y estllr la pista !,asunte defi-

    ciente.

    (Fotos /OSE LUIS)

    l

    16

    -~ i!, MENDIZABAL, pertenecrente al eq11ipo de los Médicos, que lanzó el pe-so a 38 pies, (, pulgadas. Este es un record universitario. El record de la U. A. A. es de 37 pies cuatro pulgadas

    CHOMAT, queriendo mejorar I Barrientos, ganó también él tres cOIII petencias 'Y quedó segunJo en l~ lina. Fué triunftrlor en l 1 ~trol con o6stáculoi, sa..o alto 'Y e4,rera J, relevo de 800 tM}ros. Chomat1Ba-

    ·rrientos son los grandes acumJ6Jorll de puntos con que cuenta ,westrl

    Alma Mater •

    .../ astros

  • ..,, ,.

    17

    EL/SEO RANGEL, Vice-Presi.dente de la Compañia de Seguros y Fianzas "Cienfuegos''; que presidió las fiestas celebradas con motivr; de la inauguración del

    . soberbio y nuevo edifi-cio, ubicado en las ca-lles de H ourrutiner v

    San Carlos. •

    Invitados por la Compflliín de Seguros, tuvimos una vez mm • oportun;dad de goz.nr de la hospitalidad rnr.eñn. Arriba ve-

    I mos n los excursioni.rtas en el histórico Castillo de lngua, a la iz.quierda, In visita ni Cmtrnl "Hormigurro" r por últimn estl' grupo de "bella.r" complrmmto ;,,dispm.rnblc de toda

    excrmitin n In simpática ciudad dr Cienfuegos.

  • Esta fotog,.afia puede dar una idea de la importancia del incendio que f'ecien-temente destruyó el Hotel Bf'eake,.s, en Palm Beach. Más de quinientas perso-nas perdie,.on sus equipaje, en el sinies-tf'O. Se dice

  • Newsreel)

    ·uno de los aspectos más solemnes de lns · funerales del presi-dente Ebert en Berlín. Momentos en que el corteio pasaba baio el arco de Brandenburg_o

    7 IZ, que el lunes tosesión del car-

    de la PrOfli,icia haber cesado en

    :; omandante Al-~,d 'o senador por .......

  • 'C1lialiüad YlaciorlaC-

    !1 de ta -presidencia del óanqUt:te of rerido al • c . ·cto de la República en el Casino Espn-

    o al General GERARDO MACHADO · señores Carlos de la Rosa, Ba,ios, Mcn-

    - 'te1t1i, Falla Gutiérrez, Zaydin, Vázquez ello,, M aciá y M artínez Ortiz.

    20

    La presidl'11cia dt'l óanqude que f ué ofrt'cido la St'm~ma pas{ld{l ell el Hotel Telégrafo a los represe~tantes salu·.n-tes por los que actualmente forman la Camara. De 1z-q11ierda a derecha aparecen los se1iores Vito Mmmrl Can-dia, Ramón Zaydin, Santiago 1' erdeja, Clemente Vti~-qucz Bello, Santiago Rey, Luis Felipe Salazar, German

    Wolter del Rio, Germán·López y José Mulkay.

    El D,·. TORRIENTE y m distinguida esposa, descendiendo por la escala del vapor Cuba, a m

    ref(rcso a esta capital.

    (Fotos BUENDIA ) ' .,. piloto d1.e. "

    • ¡ente ª"" -~'. El emba¡ador ~ORRIENTE, al (,on" ~ ,.. · dewmbarca, en t,ma cubana, mlu-;,;; .,}.;if!';.i ..

    . dado po, "" a,n;go, y aJm;,aJo,c, f i '

  • Dr. CARLOS MI-GUEL DE CESPE-DES, nombrado Secre-tario de Obras Públi-cm, por el prrsidente

    elrcto. (Foto Blez.).

    nado.

    Dr. JESC!S MARIA BA-RRAQUE, fl quien se ha confiado In SecrrtnrÍt1 de

    lusticit1.

    CERIO BAZAN, ,¡ue

    21

    Dr. FRANCISCO MARIA FERNAN-DEZ, Sr.crr.tario Gene-ral del V/ C ong;eso M édico de Cuba, CU)'º nombre ha venido so-nando con insistencia,y entre generales simpa-tlas,pnra ocupar In cnr-

    tn·n de Sanidad. (Foto Piííriro)

    Dr. ENRIQUE HERNAN DEZ CARTAYA, (/ quien se hn encomrndndo lfl Secre-

    taria d6 Hn,·ir.nd-... (Foto Ble::.).

    A.\'TO.V/0 RU!Z, que el lunes ,.,, mio ha tomt1do posesión del cnr-go de Gob,:rnador de la Provi,ui" de la Habana, por haber cesado en di,ho cargo el Comandante Al-berto Barreras, ele,to senador por

    la Habana.

  • EUa.- ¡Ti casarías igual conmigo si yo no tuviera nada de di~ero? El.-Desde luego.

    --¿Cuántos son los elementos? --Cinco: agt1a1 fuego, tierra, aire, y .•• ng1Jardi,tnte .

    Ella.-P~s, mira, TJete a paseo, no quiero un imbécil por marido. -¿Aguardiente? --Si, porque mi padre cuando lo bebe dice que está en su elemento

    De Sthephane Mallarmé se h:t conmemorado ahora el semi-cincuen-tenario de la muerte. Tiene una ventaja el cuarto de siglo sobre los cien años: los amigos del fenecido genial pueden contar recuerdos de su vida, tibios aún, que templan el frío de las ceremonias oficiales. La· muerte de Mallarmé sólo se ha hon-rado en los periódicos y en las revis-tas literari~, sin intervención del Presidente de la República, de esta manera simple y sentimental. Reco-gemos algunas anécdotas del poeta relatadas por sus íntimos.

    El doctor Evens, médico de la -emperatriz Eugenia, era propietario de un hotelito.en la avenida del Bos- . que. Quejáha.~ un día a Mall:irmé

    I

    de que el arquitecto municipal, por , razón de un defecto de construcción del hotel, quería hacer demoler un piso. .

    Mallarmé le preguntó: -~Cuál de ellos?

    Cuenta un amigo de Mallarmé. que los discípulos del. poeta ~? su clase de inglés de un hceo queJar~n-se al director de que el profesor m· terrogaba de preferencia a un solo alumno que era un negro.

    -Es verdad - repuso Mallar-mé-. Es un buen estudiante, y ade-más me encanta ver a este negrito acercar5e al negro encerado y ver c;ómo su mano tenebrosa dejaba de re. pente en blancos caracteres fulgu· rantes la traza de su saber.

    Un ami g o--cuenta Gustavo

    llas, sentado; como era su costum-br:e, sus versos, unas viejas tapas va-cías, trl!,nsformadas en cartapacio, y grandes hojas de papel con timbre y filigranas S. M.

    ¿Stepha~e Mallarmé? No:- Servi-cio Municipal. El papel procedía del Ayuntamiento,

    los niños le reciben muy contentos, -¿Os gusta mucho verme por

    aquí?- les pregunta. -Sí, sí, por que el día que viene

    usted, mamá pone un plato más.

    Entre novios: -Dime: si estuvieras lejos de ti,

    Kahn-había }~vado a Mallarmé Un individuo frecuenta, desde ha-para que escribiese sobre sus rocf:.. ce tiempo, una casa amiga, eh donde

    ¿seguirías amándome? · -¡ Vaya una pregunta! Estoy con-

    vencida de que cuanto más·Iejos estés de mí, más te he de querer.

    -¡AtréTJase a empujarme! ¡Atrévase! (De Life)

    22

    Entre marido y mujer: -Oye, Matilde, si por casualidad

    no pudiese venir a comer, te envia· rfa una carta.

    -Es inútil, Ramón, que te tomes

    ., ..,.,..,, Pree:untas yrespuestas: :"' ~~ -¿Qué hace todo el mundo al

    -\1 · mismo tiempo? ' K '> -Envejecer.

    . a.l.e -¿Qué hace iguales a todas las ) mujeres, lo mismo a las guapas que

    --.... -~···~ a las feas? -La obscuridad. - ¿ Qué es lo que se ve una vez

    en un minuto, dos en un momento y ninguna en un siglo.

    -La letra M.

  • La encantadora tiple señorita Pilar Aznar, es una devota de la MAL TINA TIVOLI como puede ver~e en esta ¡ fotografía. ¿Qué mejor demostración de la palabra BELLEZA puesta en

    los anuncios , de la MALTINA TIVOLI?

    23

    1

    1

  • 4 7llascold po;ye#ey E)earme,Tv

    Adams paseábase por uno _de los -Las cinco-se dij~.Precisa- ¿Cómo iba a explicar su falta a sende~os de la parte exterior de mente la hora en que sale de la tien, la cita? ¿Le creería la joven? ¿No Buckingham Palace,. adonde le ha- da de sombreros de Piccadilly. abrigaría sospechas sobre su fideli-~ían ordenado que hiciera guardia ¡Maldita sea mi suerte.! dad? ¡Ella, que · era la propia ino-sm corresponderle. Su turno era al Porque la verdad era que el mal cencia! ¡La mujer más candorosa día si~iente. ~as ¡q~é remedio! humor de Adams tenía su origen en del mundo! No, no; seguramente No hab1a otro smo resignarse a las una de sus debilidades amorosas. no le creería. exigencias del servicio o del sargen- Hacía una semana que había co- La aficción de Adams alcanzaba to mayor, que a veces, como en la nocido a Susie, y le había rendido límites insospechados aún para él ocasión presente, no podía estar más el homenaje debido a su juventud y mismo. desacertado. Aquella tarde del rosa- a ·· su belleza declarándole su amor~ do octubre, plácida y serena, no Je Ella, entre ruborosa y osada, re- Después de lanzar un hondo sus-consolaba de la contrariedad que su- plicó: piro, alzó la cabeza para mirar al fría. El mundo, como la dorada ve- -Hombre, me alegro que me di- cielo; pero en la trayectoria se de-leta de la cima del monumento de ga usted eso, porque es la primera tuvo y se paró en seco. la Queen Victoria, giraba en de- vez que me hacen el amor. Usted rredor, frío e indiferente a su mal puede ser mi mascota. humor. Adams se había sentido orgulloso al

    -Pero ¿por qué demonio le ha- oir a la joven que podía servirle de brían variado el día de guardia? mascota. No sabía muy bien el sig---se pre~taba incesantemente. nificado de ese término; pero debía,

    Y como no podí~ darse .ª sí mis- indudablemente, corresponder a al-mo una rep'lesta sansfactona, su de- go muy cariñoso. sesperación iba en aumento a me- Durante aquellos pocos días, Su-dido que avanzaban las horas. . sie paseó con Adams, afanosa de que

    Sin duda, el compañero a q~1~n sus amigas y compañeras· vieran la sustituía había ido a prestar serVJc10 buena suerte que le había cabido. en Victoria Palace.

    Muy preocupado con estas pro-fundas copsideraciones, que tanto afectaban a la tranquilidad de su ·espíritu, recorría, si~ cesar de mirar al suelo, el trayecto que le estaba señalado, y del cual no podía apar-tarse en el término de dos horas.

    En aquel momento dieron las cinco, y Adams experimentó un te-rrible sobresalto.

    Acababan d; dar las cinco, y pre-cisamente media hora después esta-ba citado con ella para tomar jun-tos el té lejos de aquel sitio. ¿ No era para perder la sangre fría el hombre más flemático de la Gran Bretaña y hasta de todo el imperio? Y eso por culpa. de un sargento ca-prichoso o malévolo; no le cabía duda.

    &e hombre; .. -"Zavóizki, tiene usted el pri-

    vilegio de volver, por veinte y cua-tro horas, al lugar de donde usted ha venido, si ha dejado ~go por hacer en su vida terrena, en sus úl-tinios instantes. Los que .fallecen de muerte natural no tienen nece-sidad de regreso, porque si les ha quedado algún detalle por ejecutar es por su negligencia. Pero los que se han arrancado la vida quizás ha-yan olvidado algo que causé sufri-miento allá aba jo. ¿ Qué tiene us-ted que decir?"

    pero yo soy muy hombre; ya que estoy aquí, aquí me quedo. Eso es todo, gracias".

    Y sacando el pecho, clavó en el funcionario sus ojos, que brillaban como el cuchillo enterrado en el corazón.

    -"¡Encierren a est'e desalma-do!" gritó el hombre del registro, y los guardias se llevaron a Zavótz-ki al calaoozo, a puntapiés, mientras el prisionero se burlaba de ellos, po-niéndoles motes, riendo como un condenado.

    ¿ Qué veía? ¡ No era posible! Adams, entre dudoso y confun-

    dido, contempló ávidamente a una pareja que, descuidada, discurría por detrás de unos _geranios que se ha-llaban a poca distancia.

    No, no se equivocaba. Era la pro-pia Susie, que se paseaba por entre los macizos de flores con otro hom-bre, y, algo peor, con un paisano que llevaba sombrero blando y ame-ricana azul.

    -¡Qué infamia!--exclamó, sin dejar de contemplar a la pareja, que andaba lentamente cogida del bra-zo y con las cabezas muy juntas, como si se susurrasen quedamente palabras de ternura.

    Susie y su acompañante cruzaron la vía y se dirigieron hacia el Pa-lacio.

    Los · soldados vestidos con unifor-

    · (Continuación de la ,pág. 8 :

    sencillamente una luz rosada muy fuerte, que. satura a los finados y les despoja poco a poco de sus ma-los instintos, a través de los años. Llegó un momento para Zavótzki en que se creyó suficientemente limpio de culpas, tanto se había acos-tumbrado a aquella perpétua clari-dad. Anhelaba ver a su vástago, que no sabía aún si era varón o hembra. Y ocurrió un buen día, que se pre-sentó al Guardián pidiendo le fuese concedida la licencia de veinte y cuatro horas si a ello aún tenía de-recho.

    Durante todo el tiempo que ha-blaba le asestaba una mirada dura, como hacía con todos los suiciqas.

    111 .-"Ciertamente que sí, Zavótz-

    Zavótzki contestó: -"Olvidé al niño y siento no

    haberlo esperado. Pero ya que no le be visto, más vale que el asunto se quede de ese tamaño. Lo deploro,

    ki, se le ha reservado ese privilegio. Diez y seis años había pasado ya P~e inmedi~tamente p~~ la ofici-

    Zavótzki en el Purgatorio. na --contesto el Guard1an, con un El que afirme que las llamas pu- tono inaudito de amabilidad en la

    rificadoras de ese lugar queman a voz. las ánimas en pena, no sabe lo que Zavótzki recogió en la oficina di~e. El fuego del Purgatorio es su pase, después que se le arranco

    24

    me, de igual modo 9ue los carteros y agentes de la seguridad pública, son, individualmente, invisibles. Na-die se fija en ellos. para mirarlos a la cara.

    Esa regla general no podía te-ner excepciones en tal ocasión.

    Susie y su .acompañante llegaron a pocos pasos de Adams.

    -Perfectamente--decía a la sa-zón el hombre--.La dejaré a usted ahora. Mañana la volveré a ver, puesto que mañana le toca a su no-vio hacer guardia.

    -Mejor hubiera sido no venir por aquí, pues ahí veo a un soldado que acaso se fije en nosotros--in-dicó ella.

    -También yo estuve a punto de ser soldad~ijo el hombre.

    Adams sintió necesidad de dés-ahogar su furia con dos palabras, y, aproximándose al hombre, murmu· ró: .

    -Hubiera usted hecho bien. Susie se quedó aterrorizada mi-

    rando al militar, mientras su aco¡n· pañante se fijaba en la palidez que cubría el rostro de la joven.

    -¡Ah! ¡ Vamos !--exclamó el hombre del sombrero blando-. ¿Ese es su novio?

    Adams avanzó un paso hacia ellos, cuadróse y, dando media vuel· ta a la derecha, les volvió la espal-da, gritando:

    -¡Era!... Si-, era su mascota.

    el cuchillo del corazón. El arma fué archivada por veinte y cuatro horas y el licenciado provisto de la contraseña; correspondiente, con la advertencia de no perderla. Una vez llenadas esas formalidades se le permitió la salida.

    Sin gran prisa emprendió la mar· cha y camina que te cam_in~, len~; mente llegó a las inmed1ac1ones. la fábrica de jarcia de Ujpest. A 511

    cortés pregunta por la Viu~a de ~-vótzki, obrera de la fábnca, se e indicó su domicilio. . hll·

    Su esposa vivía en una . cas1~ mildísima, pero qu.7:aopar«Jab: antigua bajo la }u;. de aqu:lla verÍ, mañana de un d~r. · ingo p~u:nacostl"-En la ventaRa, a sorta en .su inis-ra, estaba una , ujer--cas1 la ¡a-ma pálida pequ ña esclava d~ ~por ño, solamente \ n poca marchita.oi O \

    ( C ontint úa en ltl 1"1· 3

  • P/oeslra5 .. ·. blica y el Secretario de Obras Pú-blicas, estudiando el problema del agua" • No creo veridicamente, que en materia de anodinismo oficial, se haya culminado otra de tan su-prema trascendencia.

    Yo no estudiaré jamás esos pro-blemas. Creo que para semejante fi-nalidad, es que existen sobre la tie-rra tecnicos. Equivaldría a un sujeto que, estudioso y capaz, viendo a su familiar en· el lecho atacado de una pneumonía doble, requiriese los li-bros y cursara la carrera de médico, a fin de realizar por si mismo, su curación. Lo primero que es preciso hacer para solucionar la escasez de agua es fijar una superintendencia y una responsabilidad única sobre el acueducto. Hoy usted quiere saber quien es el organismo que responde a las dificultades creadas. Va al Ayuntamiento. El Ayuntamiento se encoje de hombros, declara su igno-rancia, afirma que no tiene que ver con la taza de Vento. El hombre, entonces. va a la Secretaría de Obras

    (Continuación de la Pág! t O )

    Pú.blicas. La Seer.etaria de Obras Públicas, delegada en la subalter-nidad de un negociado y este, a su vez, resulta que su único control es referente a las cloacas. En materia de agua, no hace sino cursar insta-laciones. El hombre, entonces, pen-sativo, va a la Secretaría de Sanidad. Y este organismo higiénico, declara que, su función es echar cloro y no sabe nada del canal de Albear .•• Queda todavía, como recurso pos-trero, ir al Banco Español. Pero el banco, secamente, por boca de su ca-jero, confiesa que su única interven-ción es, cobrar y que no tiene más compe~encia que fiscalizar las "plu-mas".

    Hace tiei:npo, un ingeniero nor• teamericano, Mr. Allan Hazer, vino y formuló un maravilloso informe. Ali í se indican las únicas soluciones prácticas a viabilizar. Yo dispondría, de acuerdo con eso, que el señor Montolieu, ingeniero cubano, de re-conocida competencia, asumiera. la

    (Continúa en la Pág, 29

    • • 8 11 • • • • • • • .-.-. • • • • • a • • a 1 8 .-.--.-- ..!..__!_ •

    Los Niños Delicados deben fortalecerse para resistir a Jas en-fermedades típicas de la edad tierna 7 la adolesc:enc:1a. La diaTTea, el cólico. la indigestión, son todas manifestaciones del estado debilitado del estómago e Íll-testinos. Para corregir este mal, no hay remedio que iguale la SAL DE FRUTA DE ENO A los niños les gusta esta , .. edic:ina por su sabor de fruta madura y la eferves-cencia producida por las inofensivu sales alcalinas que también tiene este refresco tan delicioso c:omo eficaz.

    SAL DE FRUTA DE ENO (Eao•.s Frult Salt)

    El remedio que los niños buscan.

    De -..ta u IÑu lu farmaciu, • &ua, a ... badN Pnporr,do -,,.. ... -..,. por

    J • . C. ENO, Ltd., Londres, Inglaterra .A., ... 1u...r .... _,

    HAROLD F. RITCHJE di: CO., /ne., Nu- Yo,6. ,Toronto, Sydnq

    ••

    SON SUFICIENTES

    PARA LA AFEITADA

    IDEAL

    H

    Para Cambiar Sus Facciones

    • (Del lllonde Parl11le11)

    Toda. mujer que no esté satisfecha con su cutis, puede hacerlo desa-1>arecer y adquirir uno nuevo. El delgado velo de r[gidas cutfculas semi destruidas es un estorbo y debe suprimirse para dar a la piel nueva, fresca. y vigorosa. que queda mas abajo, la oportunidad de que se ma-nifieste y que resi,i~e.

    Ha.y un sencillo 1,::medio antiguo del hogar, que produce siempre buenos resultados. Consiga una onza (30 gm.) de cera mercolizada pura en la farmacia y aplfquesela Ud. como si fuera cold crEam, Y ta.vese en la mafia.na. La cera mer-co!lzada absorberA con suavidad toda la parte muerta de la piel Y dejarA. solo el cutis sano y hermoso, tan fre!ICO como el de un nlilo. Como es natural, se lleva consigo la::1 manchas faciales como las pecas, el ma1 color, barrillos, las espinillas. etc. Es un placer usarla, es eficaz y económica. La cara tratada en esta forma, se ve muchos a.ilos mas joven.

    Las medias de seda Van Raalte son el complemento obligado 'del atavío de toda mujer elegante.

    Las medias de seda Van Raalte se distinguen por su incomparable calidad y por ello son las favoritas dt: todas ias damas de buen gusto. Usar medias Van Raalte es disfrutar de uno de los más re-finados detalles de la indumentaria fe-menina. ·

    Pídalas en su tienda.

    VANRMLTE

  • (Esta pieza de mú,;ica se halla a la venfa en la casa ANSELMO LOPEZ,

    OBISPO, 127, HABANA).

    27

  • La entrada de la primavera JEs acaso la sangre que duerme en las venas dtwante el imnerno que rectl,e '" ·mjciarse la primavera tmo i,nf>enos• ortkn ~e_-marclia1 ¡Es acoso la propio naturaleza que exige o la vida uno mayor imensiudt S6lo ákMIZII /,a m#rospección sus e/•ctos mágicof,puranu 111. primavera sentimos más y ptms(lffl()s más .....

    . . . la señalan los poetas cubriendo los cam-pos de flores y dando al amor dulzura ine,-fa/Jk.

    . . . la señalan los modistos y "coif-feurs" con s u s creaciones· m á s agresi'l)(JS

    CJ)or Botet

    la señalan finalm~ la gaceta ~~fa, las Cf'~cos de_ policía con un extraordinario incremento en sus estadúticas de la maldad.~o-acoso estos po/Jrec,tos raptores, .·rncidos 1 osessnos OCIJStonales victimas de la primavera?

    · 28 -- . .

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    entre las flores rojas de un tiesto de geranidS Zavótzki fa éon~mpló atentainente. En la cara de ella ha-bía una melancólica dulzura.

    ZavAStzki tocó en la puerta. Se ·abrió al instante y apareció

    una jovencita' en el dintel. Repre-sentaba tener diez y seis años y el hombre estaba seguro de que esa era su hija. Ella preguntó, casi severa-mente: -" ~Qué desea usted?" Zavótzki puso su mano izquierda

    sobre el corazón para evitar que la niña viera el agujero que en su ropa había abierto el cuchillo. Se le ocu-nió entonces que lo mejor era re--pesar, sin identificarse, ya que ha-bía visto a su hija. Pero quería de cir algo antes.

    Sacó con la mano derecha del bolsillo tres esferitas de celuloide. con las cuales él sabía jugar con dia bóiica destreza.

    "Con permiso--eh-yo sé hacer -juegos".

    E hizo una mueca, esperanzado de hacer reir a su hija. Pero la jo-ven no sonrió. Era una personita se-ria y adusta, justamente como su mamá.

    Dijo secamente: -"Retírese de aquí".

    (Continuación de la Pág,24-)

    Y dando un paso atrás se dispuso a. cerrarle la puerta en la cara al vagabundo aquel. Zavótzki notó en ese momento la mano infantil, muy blanca, de delicados dedos, apoyada en el marco de la puerta, Súbita-mente sintió resurgir su mal genio, apaciguado por diez y seis años de Purgatorio. Sintió en la garganta el sabor amargo de la situación. y azotó con un golpe la mano que iba .a tirarle aguellas maderas al rostro, por toda la eternidad.

    Toda asustada, la jovencita ce-rró rápidamente la puerta y pasó el cerrojo. Quedó allá fuera Zavótz-ki. Su cólera se disipo como había venido, en un pestañear, avergonza-do de haber golpeado a su hija. Sin-tió un gran dolor en su corazón atravesado y se puso tristemente en marcha.

    Era ya casi de noche cuando lle-gó al lugar de partida. Todo el mundo sabía ya allí lo que había ocurrido. Se apoderaron de Zavótz-ki, indignados, le volvieron a intro-ducir el cuchillo en el corazón, le gritaron:

    -''¡Canalla! Pedir volver al mundo expresamenJ;e para golpear a su hija!" Y lo zamparon en un~-

    (Continúa en la Pág. 34-

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    trata de ganarle al mar unos cuan-tos metros de su dominio. Desdc...la Punta.,;,. la Explanada de la Capitanía del p{ierto se fabricaría un Malecón rellenando más tarde lo que hoy son bajos fondos marítim~ hasta con-vertirles en tierr.a firme. No cree us-ted que son dos o tres metros. No ... Es un extensión inmensa. Por ésa parte del litoral existe muy poco

    I fondo.

    Algo idéntico, pero en menor es-cala, hizo el Vedado 'I)nnis Clt_!_b rellenando todo un trozo de mar que hoy es su campo de base hall y re-creo. ·

    Culminada esa obra, construiré un maravilloso paseo, de gran amplitud y de magnífica perspectiva. En el centro del mismo, en tres manzanas, se erigirán tres edificios, tres palacios mas bién, para departamentos dei Es-tado. U no será Palacio de las Secre-tarías; en el otro podría instalarse

    I el Museo, las Academias oficiales, la Biblioteca Nacional, y el otro podrá ser Palacio del Parlamento. Todo esto, cuya magnitud no quiero insistir en señalar, no representará para el Erario un fabuloso desembolso de mi-llones. Apenas uno o dos. Y el Es-tado conquistará, sin indemnizacio-nes, sin expropiaciones ilegales, un te-rreno que hoy no le rinde utilidad y que ni siquiera la navegación utili-za. Para el viajero que llegue a Cu-ba por mar, la perspectiva será fas-cinadora. También desaparecerá, de-molido por la piqueta del progreso, ese ·caserón de la Maestranza, que todo él exhala fatalidad y ruina. Tam

    -bién destruiré los edificios antiesté-ticos dei Necrocomio y del Juzgado

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    (Continuación ·de la Pá~ ·29 ~

    coreccional construyen4o frente al Palac~o del Ejecutivo una hermosa avenida _que embellecerá también ex-traordinariamente la ciudad .

    Y el doctor Céspedes me · enseiió prolijamente, con celo devoto; su pl!111 decorativo y estético. ·

    -Si lo realiza, doctor Céspedca-dije con brío--::--conquistará usted, sa· . biamente, la gratitud de mil genera-ciones.

    Sonrió, escéptico, como quien ni aún espera la adhesión de una sola. Y luego terminó: ·

    -Hay dinero ... Lo que hace falta es hacer obras ... Y crea usted que en la Secretaría referida, si se confía a mi mando, he de hacer cuanto pien-so. La mayoría de los problemas nuestros no existen. Solo ocurre que nadie hasta hoy se ha preocupado de estudiarlos. Así ocuri:e con los cruces a nivel. Parece difícil obligar a la empresa de los ferrocarriles a que no-congestione el tráfico en el Puente de Agua Dulce. Pues bien:· yo mismo me inquieté a ese respecto. Considera-ba que, en justicia, era acaso excesivo obligar a la empresa a construir un elevado allí, y en un tramo muy ex-tenso. Pero, estudiando el caso, llego a la i:onclusión de que el problema es sencillísimo. Los trenes no tienen que pasar por allí. Era imprescindi-ble antes, cuando la empresa del Oes-te tenía por estación terminal a Crit-tiná, ahora, con la nueva Terminal, no es necesario ese cruce. La empresa solo tiene que desviar sus ttencs ha· ciéñdolos correr mas allá de la. Ví· hora, por el ramal de Guan~jay.}n

    (Continúa en la Pág. ~~

    "AL COJ..tPRAR: Snugfil sin Wldlar" - -

    32

  • (Continuación de la Pág:32) el cruce del Naranjito pueden ~nla-zarse las dos vías.

    Al marcharme el doctor Céspedes hablaba de las calles ... del alum· , brado, del embellecimiento capitali-no, . de una nueva vía de comunica-ción descongestionadora del tráfico ,, Y su palabra, cortante y explicativa, lo barría todo, lo derribaba todo, eri-giendo luego, sobre las ruinas de una dudada abandonada, el esfuerzo fe-cundo y creador de un mundo nuevo.

    El doctor Céspedes podrá no rea-l izar, dentro de las realidades del medio, la magna obra a que aspira. Pero nunca, hasta hoy, en plática con funcionario. alguno, salí impregnado de un optimismo tan vehemente. Por- 1 , que el doctor Céspedes, que vive en torno a ejemplares realizaciones, lo-gra dar a sus juicios un consistente aplomo de verdad.

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    ción que se usan en los vapores de lujo, hoteles de primera clase y almacenes importadores de carnes y frutas, no se p1oduce el frío por medio del hielo para conservar los comestibles por va-

    rias semanas en grandes cantidades. Una refrigeración, para que sea eficiente, tiene 1e ser seca y má.s fría. que la que produce el hielo, pues éste al derretirse forma hu-medad.

    La temperatura. baja y seca se produce en esas plantas por la acción de líquidos réfrigerantes que circulan por un sistema de tuberías. Este frío tan intenso hace impo. sible la descomposición de los alimentos, pues impide la reproducción de las bacterias, y los conserva por tiempo indefinido, lo cual proteje la salud.

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    rro de hierro y lo mandaron al In-fierno, a tostarse en las hogueras hasta la consumación de los siglos.

    Eso es lo que le pasó a Zavótzki. En cambio, la niña corrió a la sa-

    lita, a donde estaba su madre. -"¡Mamá, un hombre horrible

    quería entrar. Tenía una expresión espantosa; sus ojos lloraban mien· tras el resto de la cara reía. Bue-no . . . yo iba a cerrar la puerta ... y entonces ... me golpeó la ·mano así, muy duro. Debes ·haber oído el azote, sonó tan fuerte!"

    La mujer contemplaba el suelo, como si buscase algo. Con voz tré-mula preguntó: "¿Y luego?"

    "Pues se fué, madre. Mira, to-davía tiemblo. ¡Y cosa extraña, no me dolió ese ese rudo golpe! Lo sentí como un contacto muy tier-no. Su· mano tan fuerte y enorme la sentí como . . . como si fuesen unos labios, madre ... "

    -"Yo s~", dijo quedamente la mujer, muy suave, y siguió co-siendo.

    Y nunca volvieron a hablar más del incidente, y vivieron muchos años y fueron muy felices, y este cuento se ha acabado.

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