ISLAM HOY 35, noviembre – diciembre 2014

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Hoy en día no hay nada más difícil que simplemente observar, observar lo que hay para ver El pasado domingo 2 de noviembre se celebró en Granada una fiesta para los niños con motivo del día de Ashura. Un entusiasta grupo de hombres y mujeres jóvenes, apoyados por la Comunidad Islámica en España, organizaron un día pleno de actividades lúdicas para la cuarentena de niños hasta la edad de doce años que acudieron ansiosos de juego y encuentro con sus amigos. A principios de enero del nuevo año solar, será la celebración del Maulid del Profeta (s. a. w. s.). Qué magnífica oportunidad para hablarles de su infancia, de su vida; también de la infancia de ‘Isa (a. s.) y de lo que Allah dice de él en el Corán, de su nacimiento, y también de aquello que no le pertenece. Una oportunidad para el discernimiento, para transmitirles una enseñanza correcta. El 19 de octubre de 1613 se publicó el decreto de expulsión de los últimos moriscos españoles IV centenario de la expulsión de los moriscos del Valle del Ricote El aluvión de imágenes es iconoclasia Naciones naturales, antídoto ante el nacionalismo estatista El Viviente, el Sustentador Aferrarse al nombre del Viviente es prolongar la vida del espíritu con el conocimiento, el saber y el amor completo Los Estados que no han sabido cambiar las relaciones de poder entre las distintas naciones que los forman se encuentran con reivindicaciones soberanistas PUBLICACIÓN BIMESTRAL DE LA COMUNIDAD ISLÁMICA EN ESPAÑA · www.islamhoy.com · EJEMPLAR GRATUITO · NOV/DIC 2014 · Nº 35 · AÑO VI ▶3 2 ▶ 11 ▶7 ▶ 12 8 y 9 La ‘sunna’ del Profeta: hacer como él hacía, ser como él era Fiesta de los niños en el día de Ashura

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Trigésima quinta edición del periódico ISLAM HOY.

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY 1

Hoy en día no hay nada más difícil que simplemente observar, observar lo que hay para ver

El pasado domingo 2 de noviembre se celebró en Granada una fiesta para los niños con motivo del día de Ashura. Un entusiasta grupo de hombres y mujeres jóvenes, apoyados por la Comunidad Islámica en España, organizaron un día pleno de actividades lúdicas para la cuarentena de niños hasta la edad de doce años que acudieron ansiosos de juego y encuentro con sus amigos.

A principios de enero del nuevo año solar, será la celebración del Maulid del Profeta (s. a. w. s.). Qué magnífica oportunidad para hablarles de su infancia, de su vida; también de la infancia de ‘Isa (a. s.) y de lo que Allah dice de él en el Corán, de su nacimiento, y también de aquello que no le pertenece. Una oportunidad para el discernimiento, para transmitirles una enseñanza correcta.

El 19 de octubre de 1613 se publicó el decreto de expulsión de los últimos moriscos españoles

IV centenario de la expulsión de los moriscos del Valle del Ricote

El aluvión de imágenes es iconoclasia

Naciones naturales, antídoto ante el nacionalismo estatista

El Viviente, el SustentadorAferrarse al nombre del Viviente es prolongar la vida del espíritu con el conocimiento, el saber y el amor completo

Los Estados que no han sabido cambiar las relaciones de poder entre las distintas naciones que los forman se encuentran con reivindicaciones soberanistas

PUBLICACIÓN BIMESTRAL DE LA COMUNIDAD ISLÁMICA EN ESPAÑA · www.islamhoy.com · EJEMPLAR GRATUITO · NOV/DIC 2014 · Nº 35 · AÑO VI

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La ‘sunna’ del Profeta: hacer como él hacía, ser como él era

Fiesta de los niños en el día de Ashura

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY2

Comienza el año 1436

Fiesta de los niños en el día de Ashura

l pasado domingo 2 de noviembre se celebró en Granada una fiesta

para los niños con motivo del día de Ashura. Un entu-siasta grupo de hombres y mujeres jóvenes, apoyados por la Comunidad Islámica en España, organizaron un día pleno de actividades lú-dicas para la cuarentena de niños hasta la edad de doce años que acudieron ansio-sos de juego y encuentro con sus amigos.

Al comienzo, todos los presentes nos sentamos para hablar del significa-do de este importante día, recordando diferentes epi-sodios de la vida de los profetas relacionados con Ashura, llenos de ejemplos dignos de admiración e imitación.

En medio de esto, uno de los pequeños cuestio-nó: ¿Por qué celebramos la fiesta hoy cuando el día de Ashura es el próximo mar-tes (día 4 de noviembre)? Y tenía mucha razón. Era necesario explicar que se hizo el domingo debido a que la mayoría de los niños estarían en las escuelas ese día y no podrían acudir a una fiesta que ocupara gran parte de la jornada –aunque los jóvenes musulmanes han de participar dentro del

currículo escolar en todo tipo de celebraciones ajenas a su Din, como Halloween y Navidad–.

Los niños integran algo en sus vidas si esto está car-gado de emociones, movi-miento y sensibilidad. No se les puede pedir que, ra-cionalmente, “de cabeza”, hagan suyo aquello que no están experimentando, vi-viendo. Y viviendo significa juegos, regalos, dulces, sa-bores, olores, color…, ale-gría, un trato especialmente cálido y afectuoso –aunque por supuesto el adab hacia ellos, como hacia todas las personas, haya de ser siem-pre exquisito–.

Me maravillo viendo a este equipo de hombres y mujeres, algunos muy jó-venes, esforzarse por aten-der a esta nueva genera-ción, por transmitirles todo aquello que han aprendido, por su legítimo orgullo de ser musulmanes y estar dispuestos a luchar porque arraigue en los corazones de los niños el amor por Su Creador y por el Rasul (s. a. w. s.). Todo estaba perfec-tamente organizado, y rei-naba la armonía en niños y adultos.

Qué absurdo ver a algu-nos de nuestros niños, días antes, dirigirse a sus cole-gios, disfrazados de vam-piros y brujas…, y ya en la noche, en las calles, partici-pando en una celebración de origen celta, pagana, de culto a los muertos y la os-curidad, cuando tienen un Din que es Luz, todo Luz…

Recuerdo cuando nues-tro entrañable Sidi Karim (rahimahu-llahu), que fue tanto tiempo decano de esta comunidad me decía en tantas ocasiones: “Está muy bien que regaléis a los niños en el ‘Id, de Ramadán y en el ‘Id al Kabir, pero has de saber que el día de Ashura es el día de regalar a los niños. Recuperad esta tradición”.

Pronto llegará el tsu-nami emocional de la Navidad, es decir, de la “na-tividad”, de la celebración, pagana, del nacimiento del Sol, del solsticio de invier-no. Protejamos a nuestros niños. A principios de ene-ro del nuevo año solar, será la celebración del Maulid del Profeta (s. a. w. s.). Qué magnífica oportunidad para hablarles de su infan-cia, de su vida; también de la infancia de ‘Isa (a. s.) y de lo que Allah dice de él en el Corán, y de su nacimien-to; también de aquello que no le pertenece. Una opor-tunidad para el discerni-miento, para transmitirles una enseñanza correcta.

ace días comenzó el mes de Muharram y con ello el año

1436 hiyri. Por tanto, hace 1436 años que el Profeta Muhammad, al que Allah le dé Su gracia y paz, hizo hi-yra de Meca a Medina. Una vez asentado en esta ciudad continuó con el trabajo de propagación del Mensaje que había recibido. Este hito marcó el amanecer de la mejor de las comunidades humanas.

El calendario hiyri fue instaurado por ‘Umar ibn Al Jattab, quien decidió que la era musulmana co-menzaría el 16 de julio de 622, fecha correspondiente a la hégira (del árabe hiyra, ‘emigración’) del profeta Muhammad, que Allah esté complacido con él, a Medina.

El calendario hiyri está fundado sobre un ciclo de 12 meses lunares. Se alter-nan los meses de 29 o 30 días para formar un año de 354 o 355 días.

Dice Allah en el Corán:  “El número de me-ses para Allah es doce, el día en que creó los Cielos y la Tierra. De ellos, cuatro son inviolables. Ésta es la prác-tica de adoración recta. No seáis injustos con vosotros en estos meses […]”  (Sura At Tawba, 36).

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendicio-nes: “El tiempo ha completa-do un ciclo volviendo a como era el día en que Allah creó los Cielos y la Tierra. El año son doce meses, de los cuales cuatro son inviolables, tres de ellos seguidos: Dhul-Qa’da, Dhul-Hiyya y al-Muharram, y el otro, Rayab de Mudar, que está entre Yumada y Sha’ban” (Rawahul Bujari wa Muslim an Abi Bakrata).

Redacción

H

Muhammad Mujtar MedinillaGranada

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IV centenario de la expulsión de los moriscos del Valle de Ricote

El Ayuntamiento de Fuenlabrada y la Asociación Juvenil

Al-Umma firman un convenio de colaboración

l 19 de octubre de 1613 se publicó en el Valle de Ricote (Murcia) el decre-

to de expulsión de los últimos moriscos españoles, los estable-cidos en este valle. Desde la pro-mulgación del primer decreto habían realizado diversos inten-tos para eludir la salida, algo que parecía que habían logrado; sin embargo, un segundo decreto, dirigido especialmente contra ellos, terminó con sus ilusiones y de forma oficial con los últi-mos restos del Islam español.

Desde el 19 de octubre de 2013 hasta el 19 de octubre de 2014 hemos realizado en los pueblos de Ricote y Ojós una se-rie de actos en conmemoración de aquellos hechos. Más de trein-ta actividades han recordado

aquel momento histórico y han permitido dar a conocer par-te de la interesante historia de aquella tierra. Conferencias, excursiones, obras de teatro, ex-posiciones, recreaciones de mo-mentos históricos, recuerdo de algunos de los moriscos expul-sados, conciertos, mesas redon-das, etc., han servido para tratar de conseguir tres objetivos. El primero de ellos, dar a conocer el rico pasado histórico a la po-blación del Valle de Ricote; en segundo lugar, enseñarlo a quie-nes nos visitan; y en tercer lugar, atraer la atención de los grandes investigadores sobre aquel te-rritorio con la intención de que dediquen parte de su tiempo a investigarlo y difundirlo sobre bases científicas.

Para la realización del am-plio programa de actividades, que se puede consultar en http://valledericote1613.blogspot.com.es/, ha sido imprescindible la participación de numero-sos particulares, asociaciones

culturales y religiosas y, funda-mentalmente, la colaboración de entidades de la importancia del Patronazgo Yuse Banegas, la Universidad de Alicante, el Museo Siyasa de Cieza, la Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales Región de Murcia, la Real Academia Alfonso el Sabio de Murcia y, especialmente, la Universidad de Murcia a través del Vicerrectorado de Comunicación y Cultura.

El número de investigado-res que han colaborado en estos actos ha sido numeroso, y de-masiado extenso para citarlo al completo, sirva de muestra que hemos tenido conferencias de Luis F. Bernabé Pons, Alfonso Carmona, Francisco Chacón, Juan Hernández Franco, Jose Javier Ruíz, Joaquín Salmerón, Enrique Pérez, Jorge Gil, Ángel Luis Molina y Juan González.

El resultado de este año de conmemoración ha queda-do plasmado en numerosas publicaciones, en recuerdos tangibles como los monolitos conmemorativos de Ricote y Ojós, en guiones teatrales que volverán a ser representados. Principalmente, se ha recupe-rado un hecho histórico que durante demasiados siglos ha sido analizado de forma muy parcial por los investigadores, y gracias a conmemoraciones como las realizadas en estos dos pueblos del Valle de Ricote, el periodo morisco es mejor conocido.

Los actos iniciados en oc-tubre de 2013 continuarán a lo largo de 2015: en Ojós, con la celebración del II congreso internacional de descendien-tes de andalusíes moriscos; y en Ricote, con la conmemo-ración del IV centenario de la publicación de la segunda par-te del Quijote, donde el moris-co Ricote tuvo un importante papel.

José María García Avilés es el comisario del IV Centenario de la Expulsión de los Moriscos. Ayuntamiento de Ricote

l alcalde de Fuenlabrada, Manuel Robles, y el presidente de la

Asociación Juvenil Al-Umma de Fuenlabrada, Jaouad Amriouri, han firmado un convenio de colaboración en materia de integración y formación intercultural, valores que preservan el Ayuntamiento y las distintas asociaciones que participan en el diseño de las políticas de juventud.

Ambos sumarán esfuerzos para colaborar en diferentes iniciativas y programas mu-nicipales. Entre ellos, cuen-tan con la Escuela Infantil de Idiomas y Culturas, en los que se impartirán clases de lengua y cultura árabe a los niños, adolescentes y jóvenes; el pro-grama de actividades juveniles Fuenlajoven, y la organiza-ción de eventos relacionados con la diversidad y contra la discriminación.

Además, se comprometen a desarrollar un centro o punto permanente de intermediación e interpretación cultural que facilite la integración y la con-vivencia, así como el conoci-miento de otras culturas.

Tanto el Ayuntamiento como la asociación impulsa-rán la participación e integra-ción activa de jóvenes árabes y musulmanes en la vida civil de Fuenlabrada, a través del fo-mento de relaciones con otras asociaciones.

El alcalde ha destacado las buenas relaciones existentes entre el Ayuntamiento y la aso-ciación, que vienen trabajan-do conjuntamente desde hace tiempo. Además, ha mostrado su interés por la implicación directa de los jóvenes árabes y musulmanes en la vida de la ciudad.

La Asociación Juvenil Al-Umma tiene como objetivo principal la integración so-cial y cultural de los jóvenes musulmanes de Fuenlabrada, así como la promoción del diálogo y las actividades interculturales.

Redacción

E

José María García AvilésRicote, Murcia

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Cartel informativo del IV Centenario de la expulsión de los moriscos.

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“Las pruebas son para el creyente como un día de ‘Id”

Shaij Ibn Attaillah

EDITORIAL

En este nuevo número de ISLAM HOY que ve la luz, tenemos una crónica, en página cinco, del Mausim de Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi en Ciudad del Cabo. Como cada año ha sido un encuentro lleno de contenido y de una cortesía y un orden impecables, como una expre-sión de las enseñanzas que el Shaij ha trasmitido duran-te años. Esta trasmisión se ha desarrollado de diferentes formas y las enseñanzas han sido recibidas por los mu-ridín de forma individual o colectiva.

En este sentido, recuerdo algo que Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi me dijo no hace mucho: “Allah pone a la gente a prueba con sus virtudes antes que con sus debilidades”. No tardé mucho en entender esta expre-sión, ya que la experiencia nos ha hecho conocer esta verdad en nuestras propias carnes.

Esta enseñanza, reducida a una frase, es de un gran valor y nos debe mantener muy atentos y vigilantes ante el devenir de los acontecimientos, ya que aquello con lo que nos sintamos más seguros es con lo que Allah nos pondrá a prueba en primer lugar.

Las pruebas son una misericordia de Allah para con Sus criaturas. Allah pone las pruebas más duras a la gen-te que más ama. Dice Shaij Ibn Attaillah: “Las pruebas son para el creyente como un día de ‘Id”. Las situaciones de dificultad no deben entristecernos dramáticamente; debemos aceptarlas como pruebas de Allah para acer-carnos a Él, poniendo en práctica la paciencia y acep-tando el Decreto que nos ha tocado. En definitiva, repre-sentan una oportunidad para reflexionar y para hacer Tawba.

Pido a Allah que nos haga ser de los pacientes y que nos haga tener una buena opinión los unos de los otros; y pido a Allah que nos mantenga unidos por el amor a Allah y que nos dé una intención correcta. Amín.

Assalamu aleikum

Malik A. Ruiz Director

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Salman Pinart

Muhammad Mujtar MedinillaUmar Molinero Luqman Nieto

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GLOSARIO Asar: la oración de media tarde. Da nombre también a la azora 103 del Corán.‘Alim. pl.: ‘Ulamá: Un erudito, especialmente de las ciencias del Islam.Awliya: Persona cercana a Allah.Baraka: La bendición que emana de una persona o lugar determinado.Dawa: Lit.: Llamada. Acto de llamar a la gente al Islam.Dhikr: Recuerdo y, en consecuencia, invocación de Allah.Dhimma: obligación o contrato. En particular, tratado de protección para los no musulmanes establecidos en territorio musulmán.Din: La transacción vital, lit. la deuda entre dos partes, en este caso entre el Creador y el creado. Dua: Pedir a Allah.Dhuhr: la oración del mediodía que consta de cuatro rak‘ats.Emir: Persona de autoridad.Faqih. pl. fuqahá: Hombre que tiene conocimiento del fiqh en virtud del cual puede emitir juicios legales.Faqir: pl.: Fuqará. Lit.: Pobre. El que sabe que está necesitado y dependiente de Allah, el Rico y Autosuficiente. Faŷar: amanecer, alba. Oración del amanecer.Fiqh: la ciencia de la aplicación de la Shari’a. Al experto en fiqh se le llama faqih.Futuwa: Cortesía espiritual que se manifiesta en el buen comportamiento.Hadiz: Transmisión de las palabras del Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz. Halal: Lo permitido por la Shariah. ‘Id. pl.: A’yad: Celebración para los musulmanes; existen dos al año, una tras el final del Ramadán y la otra tras el final del Hayy.Iman: Creencia islámica.Isha: la oración de la noche.Jutba: discurso; en particular el que pronuncia de pie el Imam el viernes antes de la oración.Magrib: oración de la puesta de sol. El Magreb también designa los territorios musulmanes del noroeste de Africa y es el nombre árabe de Marruecos.Nafs: “el ser, el yo”. Normalmente designa al ser inferior, ya sea el ser que indica el mal o el ser censurador. Según Ibn al Arabi, el nafs es lo que está producido por los atributos del esclavo.Rakat: Una de las partes en las que se divide la oración.Ramadan: Noveno mes del año lunar, durante el cual se debe observar ayuno desde el amanecer hasta el ocaso.Salat. Pl.: salawat: Oración. Cada una de las cinco oraciones obligatorias del musulmán. Segundo pilar del Islam.Shahada: Atestiguar; afirmar que no hay más divinidad que Allah y que Muhammad es el Mensajero de Allah.Sheij. pl.: Shuŷuj. Título de respeto en virtud de la edad o condición social. En el sufismo, el maestro espiritual que te guía desde el conocimiento de tu “yo” al conocimiento de tu Señor. Tasawwuf: Cincia del sufismo.Táriqa: El camino, la vía, el sendero. Es salir del lugar seguro para ir hacía la búsqueda. En esta forma se refiere a las cofradías sufíes.Ummah: Comunidad de seguidores del profeta Muhammad.Waqf.pl.: Awqaf Poner el cuerpo de una propiedad fuera de nuestro dominio para traspasarlo hasta el Día del Juicio a la Propiedad de Allah, dedicando su usufructo en beneficio de otros.Wudu: Ablución y purificación obligatoria para la oración.Yízya: impuesto de protección pagadero por los no musulmanes, como tributo, a un gobernante musulmán; tradicionalmente eran 4 dinares o 40 dirhams al año.Yumua: Oración en grupo que se realiza en la mezquita los viernes.Zakat: Impuesto sobre la riqueza, uno de los cinco pilares fundamentales del Islam.

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odo viaje empieza con confianza. Confiamos al partir que obtendre-

mos aquello que es el objeto de nuestro viajar. En el Mausim de Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi en Ciudad del Cabo, que ha tenido lugar los días 11 y 12 de octubre, se ha hecho refe-rencia a la confianza y el viaje en los discursos de las dos no-ches de dikr.

El Mausim suele empezar con el salat del Jumu’a, en la Mezquita Yumua de Ciudad del Cabo, en el que Shaij Abdalhaqq Bewley dio el Jutba. El Jutba nos recordó la impor-tancia del amor al Profeta y del entendimiento correcto de su Sunna, que está basado en la acción de la gente de Medina.

Este suele ser el primer en-cuentro de las delegaciones que acaban de llegar de todos aquellos sitios donde hay fu-qará de la tariqa Darqawi-Shadili. Después del salat del Jumu’a el jardín de la mezquita se llena de la alegría y la baraka del reencuentro con aquellos que han emprendido el viaje desde lugares tan lejanos como Indonesia, Malasia, Pakistán, Vietnam, España, Alemania, EE. UU., etc., con el solo pro-pósito de encontrarse para el recuerdo de Allah.

La primera noche de dikr tuvo lugar el sábado en la sala de oración de la mezqui-ta. Como al día siguiente dijo Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi, tomamos como base para esta práctica el hecho de que los Sahaba se reunían en la mez-quita para discutir sobre cam-pañas militares y tomar con-sejo, y, como tal, el dikr es una práctica que nos prepara para enfrentarnos a nosotros mis-mos y a las circunstancias del mundo moderno de tal mane-ra que podamos mantener el Din de forma correcta y que sea un disfrute para nosotros el hacerlo.

El dikr fue dirigido por Shaij Abadalhaqq Bewley. En la sala de oración de la mez-quita apenas se cabía, pudien-do llegar a contarse hasta 850 personas. Las delegaciones de fuqará de todo el mundo se mezclaban con los musulma-nes locales, que eran de igual o incluso de mayor número que aquellos. Shaij Murtada, líder de la táriqa Darqawi-Shahdili, estaba presente, al igual que otros shuyuj, como Shaij Ali Laraki, Shaij Umar Vadillo y Shaij Nafia, entre otros. Una vez cumplidas las diferentes partes que conforman el dikr de esta táriqa y que incluyen quran, sama’ y hadra, se llegó al momento del fikr, del discurso posterior al hadra y que prece-de a la cena.

En este discurso, Shaij Abdalhaq Bewley hizo una metáfora de la táriqa como una embarcación que nave-ga a través del tiempo. Todos los fuqará son parte de la embarcación y la mantienen

navegando bajo la dirección de un capitán, que es el Shaij del Momento. Su compromiso y lealtad hacia este ha de ser ina-movible, puesto que es sobre la confianza que se deposita en quien dirige la embarcación en lo que se basa el éxito de la empresa. El capitán ha re-corrido el camino y ha vuelto para ayudarnos a que nosotros podamos recorrerlo. Que sea-mos capaces de reconocer este hecho o no, no le resta nada al capitán, así como el capitán no podrá hacer el viaje por noso-tros, sino que somos nosotros los que tenemos que seguirle si queremos alcanzar la orillas a las que él ha llegado.

Como todo marino sabe, la brisa del mar abre el apetito, y qué mejor forma de calmar este y de poner el broche a una no-che de dikr que compartir una frugal pero deliciosa cena con aquellos que amamos. Como algún fuqará ha dicho, el dikr es el alimento del cuerpo y la cena, el alimento del espíritu.

La noche de dikr del día si-guiente, domingo, fue de tan numerosa afluencia como la anterior. Pero con los corazo-nes habiendo ya probado algu-nas de las mieles del recuerdo, era palpable en el ambiente el deseo por el deleite que se de-riva de la presencia de corazón en el momento.

En esta noche contamos con la presencia de Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi, además de Shaij Murtada; la luz que una vez fue dividida entre Occidente y el Sahara ha sido reunida para guía y beneficio de aquellos que quieran beber de la fuente de Salsabil.

El dikr se desarrolló con fluidez. La experiencia de quienes servían el té, las pas-tas, el oud y el agua de rosas era evidente, puesto que en ningún momento dichas ac-tividades distrajeron a quie-nes estaban inmersos en el Recuerdo. Las casidas, lidera-das por Abdelfatah Mouttaqui, acompañado por un grupo de

cantores venidos de diferentes lugares, Marruecos entre ellos, se sucedieron con belleza pre-parando los corazones para el hadra.

Antes de esto, Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi dirigió unas palabras a los asistentes recordándoles la importancia de Shaij Murtada como nue-vo líder de la táriqa Darqawi-Shadili: “No lo subestiméis. No imaginéis ni siquiera por un momento que podéis comprender el enorme sig-nificado de lo que le ha lle-gado por medio de idhn, de barakah y del qudra de Allah, subhana wa taala”, dijo.

El hadra es sobriedad. Y, como tal, poco se ha de decir, puesto que parte de la táriqa es mantener en secreto aque-llo que Allah hace manifiesto en ti.

En el discurso que sigue al hadra los corazones se de-leitan con el conocimiento transmitido. Shaij Murtada habló sobre la confianza en Allah, elucidando sobre esta importante cualidad que el creyente ha de desarrollar, y mediante el relato de varias historias que hacen más fácil para todos recordar el men-saje; añadiendo además un toque de humor para hacer liviano aquello que de otra manera parecería difícil.

Una vez más, y como es costumbre en toda reu-nión de dikr, se culmina con la cena, puesto que no hay mayor honor que proveer a aquellos que están inmer-sos en el recuerdo de Allah, y encierra esto un secreto y báraka que sin duda se ma-nifiesta en la vida de aquellos que son constantes en esta noble práctica.

No sería justo terminar esta crónica sin mencionar los numerosos encuentros entre los fuqará generados al calor de estos días, además de las generosas invitaciones que la gente del lugar gusta de ofrecer a los viajeros, ya que el disfrute de esta vida está en la compañía de los fuqará. Ellos son los sultanes, los re-yes y los príncipes.

Luqman NietoCiudad del Cabo, Sudáfrica Mausim de Shaij Dr.

Abdalqadir As-SufiT

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l fin no justifica los me-dios. El odio hacia los demás es una innovación

nociva en el Islam. Dice Allah: “No cabe

coacción en la Práctica de Adoración”. Sura de la Vaca, 256.

Esta prohibición no abroga-da -referirse a mi libro Los ver-sículos de la espada- se extiende a toda actitud coercitiva, ya sea física o verbal; desacreditando la validez a todo intento de im-poner la opinión propia sobre la opinión ajena más allá del mero acto informativo o esclarecedor.

Dice Allah: “Llama (a toda la humanidad) al camino de tu Señor por medio de la sabidu-ría y mediante una excelente invitación y razona con ellos de la forma más amable (her-mosa) […]” (Sura de la Abeja, 125).

Esta amabilidad y belleza en la prédica es ordenada en relación a aquellos que no son musulmanes. ¿Qué decir enton-ces de la actitud, amabilidad y amor requeridos para dialogar en relación a puntos de vista divergentes con alguien que re-conoce con sinceridad y apego la Unicidad de Allah y la veraci-dad de su Mensaje?

Dice Allah: “Y no debatáis con los seguidores de revela-ciones anteriores sino de la forma más amable”. (Sura de la Araña, 46).

Según la definición de la RAE, “amable”, refiriéndose al ser humano, significa ‘afable, complaciente y afectuoso’; tam-bién ‘digno de ser amado’. Por lo tanto, si el más alto grado de tacto, complacencia y afectuosi-dad nos es exigido por Allah a la hora de dialogar o debatir con cristianos y judíos, ¿qué opinión nos merecen aquellos que insul-tan, atacan, critican y etiquetan a creyentes sinceros como des-viados por discrepancias infini-tamente más pequeñas que las que existen con los cristianos y los judíos?”.

Dice Allah: “[…] Pero si se apartan (de ti, Oh Profeta, sabe que) no te hemos enviado para que seas su guardián: tú no estás obligado sino a trans-mitir el mensaje (que te ha sido encomendado). Y Allah ve a los siervos”. (Sura de la Familia de Imran, 20).

Si Allah recuerda al Profeta (s. a. w. s.) que suya no es la fun-ción de guardián sobre los actos y decisiones de los creyentes, ¿qué decir de aquellos que es-pían, vigilan y controlan a los creyentes como si de policías se tratara, creyendo que el manda-to “prohibir lo malo y llamar a lo bueno” no tiene condiciones, límites y una metodología explí-cita y heredada de ejecución?

Dice Allah: “En cuanto a aquellos (incrédulos) que no os combaten por causa de (vuestra) creencia, ni os expul-san de vuestros hogares, Dios no os prohíbe que seáis ama-bles y equitativos con ellos, pues realmente Dios ama a quienes son equitativos”. (Sura de la Examinada, 8-9).

Este “no os prohíbe” es una forma de expresar instrucción: “hacedlo” (´amr). Tratadles amablemente y con justicia, sin violar los derechos que Allah

ha hecho sagrados para ellos por su existencia como seres humanos.

Si nos es ordenada “la ama-bilidad y la justicia” hacia aque-llos con los que existe una dis-crepancia ideológica, ¿cómo debe ser el trato hacia aquellos que testifican la Unicidad de Allah sin asociados y la veraci-dad del Profeta y su Mensaje, aunque existan divergencias de opinión en torno a ciertas prácticas?

En la batalla de Uhud, cuan-do los enemigos de Meca ataca-ron a los musulmanes, el Profeta (s. a. w. s.) fue herido en la ca-beza y en los dientes frontales. Cuando la sangre comenzó a fluir desde su cabeza, la detuvo taponándola y dijo: “Si una gota de mi sangre cae a la tierra, esos incrédulos serán destruidos por Allah”. A continuación le dijo Umar: “¡Oh Mensajero de Allah, maldíceles!”. El Profeta contestó: “No fui enviado para maldecir, sino que fui enviado como una Misericordia”; des-pués dijo: “¡Oh Allah, guía a mi gente!”. (Bujari, “Anbiya”, 54; Muslim, “Yihad”, 104).

Si el Profeta (s. a. w. s.)reac-cionó de esta manera ante las atrocidades de los más arrogan-tes y decididos a asesinarle de entre los incrédulos, ¿qué opi-nión pueden merecer aquellos que maldicen, odian y despre-cian a otros musulmanes por tener discrepancias jurídicas en torno a equis práctica o en torno al entendimiento de un determinado hadiz?

A pesar de la amnistía gene-ral proclamada por el Profeta (s. a. w. s.) el día de la Victoria y la Apertura de Meca, Ikrimah, uno de los más acérrimos car-niceros y desalmados enemi-gos del Islam, atacó a un gru-po de musulmanes, sufriendo una derrota y viéndose obli-gado a escapar de la ciudad. Cuando su esposa rogó por su perdón, el Profeta le perdonó. Inmediatamente tras el perdón,

cuando Ikrimah apareció fren-te al Profeta, le dijo de mane-ra arrogante: “Si piensas que porque me has perdonado me he convertido en musulmán, entonces que quede claro que no me he hecho musulmán. Si puedes perdonarme mientras me mantengo fiel a mi propia fe, entonces muy bien, si no me voy”. El Profeta dijo respon-diéndole: “Tú, sin lugar a dudas, puedes mantenerte fiel a tu fe. Eres libre de todas las maneras”.

En una ocasión, mientras el Profeta (s. a. w. s.) estaba senta-do junto con sus Compañeros en Medina al Munawwara, pasó por delante de ellos una procesión funeraria. Al verla, el Profeta se levantó, ante lo cual uno de sus Compañeros infirió: “Se trata de un judío”; a lo que el Profeta contestó: “¿Acaso no era un ser humano?” (Sahih Muslim).

Así fueron el amor, la com-pasión, la empatía y la ternura espontánea del Profeta hacia una persona que murió sin aceptar su mensaje. ¿Es realista que aquellos que cobijan en su corazón desprecio y odio hacia creyentes con los que mantie-nen discrepancias se conside-ren seguidores de la Sunna del Profeta? ¿Se levantarían ellos como hizo el Amado de Allah?

En otra ocasión, como es narrado por el Imam at-Tirmidhi, Yabir bin Abdullah dijo: “¡Oh Mensajero de Allah, hemos sido golpeados severa-mente por las flechas de Zaquif (nombre de una tribu); invoca a Allah, el Altísimo, en contra de ellos! El Profeta respondió, diciendo: “¡Oh Allah, os invoco para que favorezcáis a Zaquif con Vuestra guía!”.

Cuando los infieles de Meca intensificaron la persecución sobre los musulmanes, los Nobles Compañeros pidieron al Profeta (s. a. w. s.) que les maldi-jera a lo que el Amado de Allah contestó: “No he sido enviado para maldecir a los hombres,

sino como una bendición para ellos” (Muslim).

Estos son solo unos pocos de las docenas o centenares de ejemplos que pueden ser presentados en relación al tan enorme grado de bene-volencia, amor, misericordia y exquisito trato del Profeta hacia aquellas personas que profesaban una creencia dife-rente, e incluso hacia aquellos que lo persiguieron, maltrata-ron, expulsaron de su hogar y combatieron físicamente durante años. Individuos que mataron e hirieron a cientos de sus hermanos creyentes y que condujeron a su gente más amada hacia una espiral de sufrimiento terrible.

De esta manera, cuando la persona toma como hábito reaccionar ante la divergencia de opinión de manera agresi-va, física o verbalmente, cobi-jando odio en su pecho hacia aquel con el que discrepa, ha establecido una sunna (prácti-ca reiterativa) que contradice los principios, reglamentos y objetivos de la Revelación, plasmados tanto en el Corán como en el ejemplo y dichos del Profeta, de su Familia y Compañeros; estableciendo por definición una sunna no-civa o bidâ munkara. Y dijo el Amado de Allah:

“[…] Quien introduzca en el Islam una práctica (nociva) será penalizado por una doble falta; la primera, por haber-la introducido; la segunda, constituida por el conjunto de faltas cometidas por aquellos que la imiten después de él, sin que eso haga disminuir en nada sus propias faltas”.

Dice Allah: “El Shaytán sólo quiere provocar hostili-dad y odio entre vosotros (oh creyentes) […]”. (Sura de la Mesa Servida, 91).

Por lo tanto, toda actitud o el simple sentimiento de re-chazo hacia aquellos con los que pueda haber discrepancia es absolutamente desprecia-ble, así como jurídicamente censurable, tanto si la perso-na lo manifiesta como si lo oculta en su corazón. Y Allah bien sabe lo que ocultan los corazones.

Este “no os prohíbe” es una forma de expresar instrucción: “hacedlo” (´amr). Tratadles amablemente y con justicia, sin violar los derechos que Allah ha hecho sagrados para ellos por su existencia comoseres humanos

Omar Hamzeh GarcíaMadrid La innovación del odioE

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY 7

ice Allah, ‘Aza ua Ỳalla, en Su Noble Libro, en la sura Al

Huỳarah, que es una sura que detalla el comporta-miento individual necesa-rio para la elevación y el refinamiento de la socie-dad: “Hombres, os hemos creado a partir de un va-rón y una hembra y os he-mos hecho pueblos y tri-bus distintos para que os conozcáis mutuamente. Y en verdad el más noble de vosotros ante Allah es el que más Le teme”. Empieza la aleya con la declaración contundente de que Allah es el creador: “Os hemos creado…”. Luego dice: “… a partir de un varón y una hembra”, dos individuos de la misma constitución pero con naturalezas distintas, lo que les hace enriquecer-se mutuamente, comple-mentándose, produciendo un fruto que enriquece a la sociedad. Luego dice: “… pueblos y tribus distintas para que os conozcáis mu-tuamente”. Después de ha-blarnos de las diferencias de género entre los individuos, nos habla de las diferencias entre los distintos grupos; aclarando que el sentido de estas diferencias es que nos enriquezcamos los unos de los otros conociendo dis-tintas experiencias existen-ciales, y con ello ampliando nuestra visión de la vida. Acaba la aleya diciendo: “Y en verdad el más noble de vosotros ante Allah es el que más Le teme”. Después de citar las diferencias ente los individuos y los grupos, elimina cualquier reivindi-cación de superioridad por razón de sexo, genealogía o raza, declarando que la no-bleza reside en el temor de Allah.

La fortaleza del la criatu-ra humana yace en el grupo, o más bien en la cohesión del grupo, la ‘asabiya. Esta cohesión se basa en ele-mentos compartidos entre los individuos que les hace reconocerse como parte de algo común a todos ellos. Su primera manifestación es la familia, el reconocimiento de una procedencia común, los lazos de sangre que se nos ha ordenado honrar y proteger. Luego viene la

pertenencia a un mismo pueblo o tribu, la nación y, finalmente en el caso del Islam, la Ummah, que hay quien la define como la gran nación musulmana.

Los diferentes grados de ‘asabiya que hemos men-cionado: familia, pueblo, tribu, nación y Umma con-forman el orden natural. Al yacer la fuerza en el grupo, la tendencia natural es a incorporar nuevos indivi-duos, adoptando nuevos elementos comunes que le den más cohesión. Estos distintos grados de vincula-ción, al ser el orden natural establecido por el Creador, no están en conflicto entre sí. Su relación es de coope-ración y respeto. Los pode-mos comparar con un gran buque cuyo casco está divi-dido en distintos comparti-mentos que en caso de peli-gro pueden aislarse y evitar el hundimiento del barco. Esta es la función de estos distintos grados de vincu-lación. Cuando el indivi-duo se enfrenta a algo que le sobrepasa, interviene la familia, que con su fuerza elimina la amenaza; si so-brepasa a la familia, inter-viene el pueblo, y así suce-sivamente. En esta relación armónica, las diferencias se minimizan bajo los ele-mentos comunes mayorita-rios, pues estos benefician a todo el conjunto.

Cuando este orden na-tural, objeto del Creador, se subvierte, estos com-partimentos se cierran re-afirmándose a sí mismos en defensa del peligro que les amenaza. En este caso,

se evidencia que estas dife-rencias son causa de fuerza y riqueza social, y así ob-servamos que el patrón co-lonizador, cuyo crisol fue Al Ándalus, utiliza como método de dominación la erradicación de los elemen-tos de identidad del vencido hasta el punto de reescribir

su historia. Así vemos que en España se niegan siste-máticamente ocho siglos gloriosos de nuestra histo-ria, llegando a presentar a los que habitaron la penín-sula en ese entonces como a ocupantes extranjeros.

Un ejemplo de esto lo te-nemos en las leyes europeas que prohíben cuestionar hechos acaecidos en pleno siglo veinte en una sociedad donde todo es cuestionable.

Este mismo patrón se utili-za más tarde, una vez pro-bada su eficacia, en el con-tinente americano, tanto en el sur como en el norte, y en la Palestina ocupada, donde, ya en una vuelta más de tuerca, se divide el territorio con un muro que divide a su población y le impide cultivar sus tierras, que luego son confiscadas por abandono, y les obliga a guardar colas intermina-bles para todo tipo de ta-reas cotidianas. Lo mismo sucedió en la URSS con las repúblicas musulmanas de Asia Central, con enormes desplazamientos masivos de población. Esto mismo está sucediendo hoy en día, que se está educando a la población desconectándola de su historia y cultura, ha-ciéndola vulnerable, al olvi-dar su identidad, al control de la oligarquía económica imperante.

En Europa, una vez des-plazada la confrontación armada al terreno político, las naciones con parte de su territorio, culturalmente diferente, anexionado por la fuerza de las armas y que no han sabido cambiar este patrón de dominio por una relación de colaboración entre iguales, se encuen-tran que estos territorios reivindican su derecho de decidir. Tal es el caso de los flamencos en Bélgica, los corsos en Francia, el Véneto y Cerdeña en Italia, Escocia en el Reino Unido y Cataluña y Euskadi en España. En Francia, los Borbones aplicaron una política de tabula rasa

eliminando todos los ele-mentos diferenciales, como las distintas lenguas, e im-poniendo un Estado cen-tralista con el francés como única lengua en todo el territorio; Córcega, por su condición insular, escapó de ello. Esto fue lo mis-mo que sucedió en España cuando los Borbones, con Felipe V, ganaron la Guerra de Sucesión e impusieron el español como lengua ofi-cial y eliminaron los pri-vilegios de los diferentes territorios.

Por un lado, Europa está creando una estructura po-lítica común, de difícil fun-cionamiento, donde existe una pugna por el control económico y una impor-tante cesión de soberanía por parte de algunos de sus Estados miembros, que fomenta los movimientos anti-europeístas que es-tán surgiendo. Al mismo tiempo, los Estados que no han sabido cambiar las relaciones de poder entre las distintas naciones que los forman se encuentran con reivindicaciones so-beranistas. Por otro lado, los países que tienen otro tipo de relaciones políti-cas, no sufren estos proble-mas y son más prósperos, como es el caso de Suiza (Confederación Helvética) donde hay tres lenguas ofi-ciales en igualdad de condi-ciones en un modelo fede-ralista, es decir, una unión deseada y pactada, con un alto índice de participación ciudadana por medio de re-feréndums donde todos se sienten cómodos.

Muhammad Rafiq PallarésBarcelona

Naciones naturales, antídoto ante el nacionalismo estatista

Miles de personas celebran La Diada el pasado 11 de septiembre en Barcelona.

D

Europa está creando una estructura política común donde existe una pugna por el control económico y una importante cesión de soberanía por parte de algunos de sus Estados miembros. Los Estados que no han sabido cambiar las relaciones de poder entre las distintas naciones que los forman se encuentran con reivindicaciones soberanistas

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“Di: si amáis a Allah, seguidme y Allah os amará” (Sura de la Familia de Imran, 31).

omo es el caso con todo el Libro de Allah, esta corta aleya contiene una impor-

tante guía. Si no fuese porque el amor a nuestro Señor está en nues-tros corazones, no seríamos gente que da testimonio sincero de Él y de Su Mensajero, al que Allah le dé Su gracia y paz, en estos tiempos oscu-ros. El ser personas que voluntaria-mente cumplen con las obligaciones que Allah nos ha encomendado en esta época es en sí mismo un signo de que este amor por Él está firme-mente establecido en nuestros co-razones. Sin embargo, si bien este es ciertamente el caso, es vital que reconozcamos que el amor que tene-mos por Allah, la clave de que ha-yamos encontrado la guía y también clave de todo nuestro bien, no es algo que proceda de nosotros mis-mos, sino que en realidad no es más que un generoso regalo de Él para con nosotros.

Cumpliendo con el primer crite-rio en la aleya, nuestro amor hacia Allah, se hace ahora relevante el se-gundo elemento, seguir al Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, o lo que es lo mismo, entender e im-plementar la Sunna. En su sentido más amplio, la Sunna es la prácti-ca de todos los aspectos de nuestro Din, ya que sin el vivo ejemplo del Mensajero de Allah, al que Allah le de Su gracia y paz, no habríamos sa-bido cómo aplicar el Mensaje que él trajo ni orientar de forma correcta la guía que contiene el Libro de Allah. Por ejemplo, no sabríamos cómo hacer las oraciones, cómo ayunar, pagar el Zakat o realizar el Hayy. De hecho, él, al que Allah le dé Su gracia y paz, encarnaba el Mensaje con el que fue enviado de forma tan completa que sabemos que su espo-sa Aisha dijo de él: “Su comporta-miento era el Corán”.

No obstante, hace ya algún tiem-po que para muchos musulmanes la palabra sunna se equipara con los ahádiz (singular hadith) del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz: con el registro escrito de lo que él dijo e hizo. Siempre que esta com-prensión de la Sunna estuvo capita-neada por hombres de conocimien-to y taqwa, la integridad del Din no se vio afectada negativamente. Sin embargo, en los últimos tiempos, en manos de hombres que carecen de estos atributos indispensables, han dado lugar a dos deformaciones gra-ves en el Din del Islam: el modernis-mo y el llamado salafismo.

Los modernistas, deslumbrados por el aparente éxito de la ciencia occidental, el poder político y la dominación mundial que surgió en sus comienzos, decidieron que el Islam estaba atrasado: el Islam debía adaptarse a los tiempos que corrían. Con este fin, los modernistas deci-dieron que a partir de entonces los ahádiz no deberían ser leídos tan literalmente, sino que habrían ser

reinterpretados a la luz de los descu-brimientos de la era moderna. Al re-examinar los ahádiz de esta forma, se convirtieron en los principios ju-rídicos que luego podrían ser aplica-dos para adaptarse a las exigencias de la época. De esta manera, siglos de meticulosa erudición abarcando todos los aspectos de la vida huma-na fueron simplemente desechados y modelos políticos totalmente des-conocidos para el Islam y modelos económicos que categóricamente contradecían la Sharia se introdu-jeron en tierras musulmanas. En un breve periodo de tiempo esto provo-có el desmembramiento del Dar Al Islam, garantizando la seculariza-ción de todos los países musulma-nes del mundo. El resultado ha sido que Islam ha quedado restringido prácticamente en su totalidad a la mezquita y el hogar; quedando anu-lado su papel indispensable en los mercados y puestos de gobierno.

En cuanto a los llamados salafis-tas, son gente que toman los ahádiz literalmente y fuera de su contexto original. Carecen del conocimien-to y la visión para comprender lo

que el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, quería decir cuando dijo lo que dijo. Es necesario tener un vasto conocimiento de las cien-cias del hadiz antes de ser capaz de pronunciarse respecto a sobre qué ahádiz en particular se debe actuar o no y en qué circunstancias. En el mejor de los casos, esta desviación resulta en la reducción de la Sunna a aspectos insignificantes exterio-

res de comportamiento y código de vestimenta, como enrollarse la par-te final de los pantalones o cubrir a las mujeres en bolsas negras. En el peor de los casos, da lugar a las atro-cidades de los jawariy del EI, de las

que desgraciadamente hemos sido testigos, en Siria e Iraq, y que hacen lo que hacen por su completa e ig-norante interpretación de los textos básicos del Islam.

En pinceladas muy generales, estas son dos de las formas, en nuestros días, desafortunadamen-te, de como la sunna del Profeta ha sido pervertida, hasta tal pun-to que para un observador externo podría parecerle que esto es todo lo que el Islam ofrece, algo que está tan comprometido con el statu quo que finalmente no tiene nada que atraiga a un honesto buscador del

significado de la vida o algo tan abominable que ninguna persona en su sano juicio podría conside-rarlo como una opción viable para sí mismo. Entonces qué se puede hacer para presentar al mundo la verdadera imagen del Islam que tan desesperadamente necesita el ser humano para sobrevivir en la oscuridad caótica que envuelve el mundo. La respuesta se encuentra en las famosas palabras de Imam Malik: “Esta comunidad sólo vol-verá al camino recto en los últimos tiempos por lo que la hizo entrar en el camino recto en los primeros tiempos”.

Lo que está claro, cuando se examina el fenómeno islámico original, es que no tiene nada que ver con el establecimiento de un Estado o la creación de un califato, a pesar de que el gobierno se hizo necesario a medida que la primera comunidad creció en tamaño y el califato se convirtió en una obliga-ción cuando las condiciones eran pertinentes; era en realidad, sim-plemente, la cuestión del cumpli-miento de dos contratos.

La ‘sunna’ del Profeta:hacer como él hacía, ser como él eraAbdalhaqq BewleyNorwich, Reino Unido

En ocasiones se trata a la Sunna como si fuese una armadura antigua que vistes a modo de protección contra los problemas actuales. Esta no es la forma ágil y versátil de encarnar la sunna. Hay que darle vida a la Sunna aquí y ahora para confrontar las situaciones de hoy en día

C

Carta del Profeta dirigida al Emperador bizantino. Prophet Muhammad Museum, Amman.

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El primer contrato era el de cada individuo con Su señor, el contrato de ibada, ‘los actos de adoración’, que se llevan a cabo para con Allah. El registro exacto de éstos ha sido escrupulosamente mantenido a tra-vés de los siglos hasta llegarnos a nuestros tiempos por dos canales: el ejemplo de la práctica y la descrip-ción precisa de amal ahlil madina, ‘el comportamiento de la gente de Medina’. De hecho, esta transmi-sión ha sido tan meticulosa que si alguien de ese magnífico tiempo fuese capaz de unirse a nosotros en la ibada no se sentiría de ninguna forma fuera de lugar.

El segundo contrato es el que todo musulmán tiene con cualquier

otro musulmán. Esto se vio maravi-llosamente reflejado en el contrato de hermandad sin precedentes que el Profeta, al que Allah le de Su gra-cia y paz, instituyó entre los Ansar y los Muhayirún, cortando de esta manera sus lazos tribales y familia-res, que hasta entonces habían sido la única base de unidad social y po-lítica, y creando de esta forma una nueva asabiyya, ‘cohesión social’, fundada en su identidad como mu-sulmanes. Esta fórmula se extendió hasta abarcar todas las transaccio-nes entre ellos, y esto es lo que les hizo la mejor comunidad en toda la historia. Fue la confianza mutua que existía entre ellos y el amor que te-nían el uno por el otro, de tal forma que Allah los define como los que tienen los corazones unificados, que les llevó, de ser un pequeño grupo de hombres y mujeres, a convertirse en una fuerza imparable que llegó a la mayor parte del mundo conocido en una sola generación.

Esto es lo que seguir al Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, realmente implica. Y pido a Allah, nuestro Señor Generoso, que genere

algo de esta energía original entre los musulmanes hoy en día, para que la verdadera imagen del Islam se manifieste una vez más, pues es cierto que quizás nunca hubo un tiempo en el que la luz, la compa-sión y la justicia del Din de Allah estuviesen más en falta que en esta época.

Hemos mencionado anterior-mente la aleya de la Sura de la Familia de Imran, en la que Allah dice: “Di: si amáis a Allah, seguidme y Allah os amará”. Concentrándonos prin-cipalmente en la palabra “seguid-me”, que conlleva el asumir la rea-lidad de la sunna del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz. Hemos mencionado también que mucha

gente equipara la Sunna con los ahádiz del Profeta, al que Allah le de Su gracia y paz, y consideran se-guir la Sunna como el copiar ciertas acciones que el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, hacía en de-

terminados momentos. De ningu-na forma estoy diciendo que no se deba seguir al Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, en lo que hizo; pero de la misma forma también me

gustaría dejar claro que la Sunna no debe limitarse a copiar algunas de sus acciones externas. Hay un as-pecto de la Sunna en el que rara vez se hace hincapié: seguir al Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, en lo que él era.

Shaij Muhammad Ibn Al Habib dice en el largo du’a que forma parte de su wird, cuando pide bendiciones sobre el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz: “[…] seguirle en sus palabras, acciones, comportamiento, noble carácter y estados”. Muchos hablan acerca de seguir las palabras y acciones del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz; pocos recalcan la importancia de seguirle en sus mo-dales y su noble carácter, incluyendo

también su paciencia, longanimidad, capacidad de perdón, generosidad, su mano siempre abierta, coraje, va-lentía, modestia, humildad, su buen compañerismo, cortesía, compa-sión, misericordia, integridad, ve-racidad, justicia, honradez, probi-dad, hombría, abstinencia, temor de Allah y obediencia a Él en toda circunstancia.

Probablemente, ninguno de no-sotros va a ser groseramente abor-dado por un árabe del desierto que nos agarre de la ropa de tal manera que nos deje una marca en el cuello y seguidamente nos insulte, y aun así le demos lo que pide, como hizo el Profeta, al que Allah le dé Su gra-cia y paz. Ninguno de nosotros le va a dar a otro tantas ovejas como para llenar un valle entre dos montañas, y en ningún momento rechazar a nadie que nos pida y dejarle mar-char con las manos vacías. Ninguno de nosotros va a estar presente el día de Hunayn y va a volver a enfren-tarse al enemigo, solo, cuando todos a nuestro alrededor huyen para sal-var sus vidas. Estos son tres de los innumerables ejemplos en los que

ciertas cualidades de las que hemos mencionado se manifiestan en el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz. Sin embargo, todos nosotros nos enfrentaremos a situaciones en nuestras propias vidas en las que es-tas cualidades nos serán exigidas, y este momento nos va a llevar a un aspecto vital en la importancia de seguir al Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz. En ocasiones se tra-ta a la Sunna como si fuese una ar-madura antigua que vistes a modo de protección contra los problemas actuales. Esta no es la forma ágil y versátil de encarnar la sunna. Hay que darle vida a la Sunna aquí y ahora para confrontar las situacio-nes de hoy en día. Debemos inten-tar actuar como el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, actua-ría si él estuviese con nosotros hoy. Debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para encarnar esas nobles cualidades de carácter a las que él mismo nos dijo que había sido enviado para perfeccionar. Solo en la medida en la que hagamos esto seremos verdaderamente capaces de decir que estamos siguiéndole.

Y si lo hacemos, el último elemen-to de la aleya del Libro de Allah que hemos estado citando se convertirá en una realidad para nosotros: Allah, el Altísimo, el Señor, el Creador de toda la existencia, nos va a amar. Y como el hadiz qudsi nos enseña: “Si Él nos ama, Él se convertirá en el oído con el que oímos, la vista con la que vemos, la mano con la que gol-peamos y el pie con el que andamos. Si pedimos (algo) de Él, ciertamente Él nos lo dará y si buscamos refugio en Él, ciertamente Él nos concederá refugio. Si este es el resultado final, nada podrá interponerse en nues-tro camino. Y esto me lleva a lo que probablemente sea la expresión más elevada de toda la Sunna del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz. Cuando recibió la revelación por primera vez en la cueva de Hira, él era el único musulmán en el mundo; cuando murió, veintitrés años más tarde, prácticamente la totalidad de la Península arábiga, cientos de mi-les de hombres y mujeres, se habían convertido al Islam. Pedimos a Allah que nos conceda éxito en seguirle, de forma que podamos dirigir a la gente de esta tierra a la manifestación final de Su guía para la humanidad, el Din del Islam, y en la restauración de la verdadera adoración de Él en la faz de la Tierra.

Sheij Abdalhaqq aceptó el Islam en 1968 y pasó algunos años en Marruecos estudiando las Ciencias del Din. Desde entonces se ha esfor-zado en el establecimiento del Islam, lo que le ha llevado a vivir y enseñar en lugares como Nigeria, EE. UU., Checoslovaquia, Alemania, España, el Caribe y el Reino Unido.

Es el autor de Islam, creencias y prácticas básicas y Zakat: cómo levantar un pilar caído entre mu-chas otras obras. En colaboración con su esposa, la célebre traducto-ra Aisha Bewley, ha sido responsa-ble de la traducción del Corán: The Noble Qur’an: a new rendering of its meanings in English, además de Al-Muwwata de Iman Malik y As-Shifa de Qadi Iyad.

Cuando recibió la Revelación por primera vez en la cueva de Hira, él era el único musulmán en el mundo; cuando murió, veintitrés años más tarde, prácticamente la totalidad de la Península Arábiga, cientos de miles de hombres y mujeres, se habían convertido al Islam

Musulmanes de diferentes partes del mundo.

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uando en 1948 George Orwell, en vistas de los acontecimientos de su

tiempo, imaginó una socie-dad totalitaria controlada a través de la vigilancia y adoc-trinamiento permanente de la gente por el Gran Hermano, se representó un complejo de edificaciones con sus interio-res recubiertos por pantallas imposibles de soslayar debido a su tamaño. Jamás imaginó entonces que no se necesita-rían pantallas tan grandes, y que con visores del tamaño de una mano, que la gente porta-ría y atendería voluntariamen-te, sería suficiente para mante-ner su atención prisionera de un no lugar de ausencias pre-sentes y presencias ausentes.

Pero éste es sólo el final de un largo recorrido cuyos pri-meros pasos consistieron en la entrada del televisor en cada hogar, convirtiéndose así éste en huésped común de todos ellos, hasta el punto de que el viejo adagio castellano “cada uno en su casa y Dios en la de todos” cobró curiosas acep-ciones. Sin embargo, las pan-tallas no se quedaron allí, pues al cabo de los años reproduc-tores VHC y luego DVD tra-jeron a casa las películas que anteriormente sólo se podían visualizar en salas de cine. Pero, además, las pantallas fueron invadiendo el espacio público -metro, autobuses, salas de espera en hospitales y dondequiera que la gente concurre a hacer trámites- y también el espacio privado y de trabajo a través de ordena-dores fijos y portátiles.

Al respecto, Jean Baudrillard, sociólogo y filó-sofo francés, sólo con el título de sus libros Cultura y simu-lacro o El asesinato de lo real, aportó sugerentes reflexiones acerca del papel de la imagen en la cultura postmoderna. Anteriormente, Guy Debord había extendido el análisis marxista de la alienación en la sociedad moderna a través de La sociedad del espectáculo, en la que éste cumple paradójica-mente una función aglutina-dora a la vez que separadora de la primera, lo que fue posi-ble gracias a la promoción por ésta del ‘individuo’, aparejado a un narcisismo y hedonismo exacerbados, estudiados en La era del vacío por el sociólogo Gilles Lipovetsky, y cuya con-traparte es un tipo humano dramáticamente uniforme, el hombre-masa, anunciado por Nietzsche en El nihilismo eu-ropeo y aludido por Heidegger en Ser y tiempo en su descrip-ción de la inautenticidad.

Desde que en el siglo XVI pensadores renacentistas co-menzaron a representarse

visiones ideales de promiso-rias realidades sociales, en lugares que sólo existían en un futuro por ellos imagina-do, pasaron dos siglos hasta que la Revolución Industrial añadió a aquellas quimeras los ingredientes del progreso técnico, por el cual las utopías incorporaron el sueño de un mundo técnicamente modifi-cado en el que la ciencia y la técnica solucionarían los pro-blemas que la humanidad no había logrado superar a través de una reforma moral del ser humano.

Justamente, indica Friedrich George Jünger en Perfección y fracaso de la téc-nica, éste es el carácter de las utopías, ya que las implemen-taciones técnicas tarde o tem-prano se hacen factibles en sociedades que se han volcado casi exclusivamente en este tipo de desarrollo. En cambio, esperar del ámbito técnico consecuencias que nada tie-nen que ver con él, como la armonía y la hermandad entre los seres humanos, su mutua comprensión y asistencia, eso es esperar de ese ámbito situa-ciones que lo exceden.

Y ello pronto vino a co-rroborarse con las terribles carnicerías mecanizadas que supusieron las llamadas

guerras mundiales, acabando con el optimismo y la con-fianza en la razón y la ciencia, con lo cual el género utópico devino en distopías, que en la proyección de un mundo técnicamente modificado nos aportaron visiones omino-sas antes que esperanzadoras. Dos de las más conocidas, la mencionada 1984 de Orwell y El mundo feliz de Huxley, trataron esas proyecciones de distinto modo, pues en 1984 el totalitarismo es palpable, y la gente es coaccionada a acep-tarlo por el chantaje del mie-do y la amenaza de guerras permanentes, mientras que en Un mundo feliz la tiranía pasa desapercibida y la gente cree vivir en un mundo esplén-dido, inducida a ello a través del consumo ritualizado de sustancias placenteras; de ahí la ironía de su título. Hoy, sin embargo, pareciese que esa fa-bulosa sustancia “sin efectos secundarios”, el soma, tiene su correlato en la adicción a las “redes sociales”, que, contra-riamente a su denominación, han inhibido ampliamente la disposición de la gente a en-contrarse de modo directo con sus semejantes.

Si sólo contásemos lo antes mencionado entre los efectos perversos de estos dispositi-vos, el balance ya correría el riesgo de ser negativo, pero hemos de considerar además las graves deficiencias ocasio-nadas en una sociedad que ha ido perdiendo no sólo el hábi-to de la lectura, sino la capa-cidad misma para mantener la atención en cualquier cosa que no reporte auto-gratifi-cación inmediata. De hecho, hay estudios neurológicos que señalan que el uso pro-longado de estos dispositivos produce daños en las mismas zonas del cerebro que las dro-gas, a lo que se añade la carga electromagnética obtenida a través de su uso, además de la

saturación por microondas de nuestro entorno, producto de las señales inalámbricas.

Pese a lo dicho hasta aquí, no han faltado apologistas de las nuevas tecnologías que han creído que ellas nos trae-rían un “mundo libre” gracias a la información, dado que en la red “está todo”, pareciendo que lo único que hacía falta era volcarse a una especie de ciberactivismo. Sin embargo, dichas visiones han perdido de vista que la libertad es la prerrogativa del ser humano libre y no una consecuencia de la información, ya que la naturaleza de ésta yace indi-cada en su misma etimología que denota su cualidad de ser in-forme. Por tanto, ella no es nada sin personas que logren articularla, de manera que el ciberactivismo corre el riesgo de transformarse en una ac-tividad carente de sentido re-dundante en los ya convenci-dos. Aunque sabemos que no es tan así y que, se quiera o no, genera corrientes de opinión contra-culturales que revier-ten relativamente estados ge-neralizados de opinión.

Pero del mismo modo que se ha de evitar un pesi-mismo derrotista, se ha de obviar también un optimis-mo desmesurado como el que manifestaba el científico y escritor de ciencia-ficción Isaac Asimov en una entre-vista acerca de las nuevas tecnologías, presentándolas como una oportunidad sin precedentes para “democrati-zar el conocimiento”, pues las personas tendrían libre acce-so a la información (nueva-mente el prejuicio “todo está allí” -sin tener en cuenta que en ese “todo” está también lo perjudicial-). Pero ello señala además una confusión grotes-ca, consistente en desconocer la diferencia habida entre in-formación y conocimiento. De hecho, hoy es frecuente

encontrarse en ciertos ám-bitos con la ampulosa deno-minación de “sociedad del conocimiento” para hacer re-ferencia a la sociedad globali-zada en la que se expande una no cultura monolítica y deca-dente, aludida por el filósofo Peter Sloterdijk en En el mun-do interior del capital -otro título no carente de ironía-, donde indica la tendencia del capitalismo a succionar toda exterioridad a su espacio “in-terior” re-configurado.

Sin embargo, lo que hay en la red es información, pues información son datos, ver-daderos o falsos, relevantes o irrelevantes, mientras que el conocimiento es un aconteci-miento que ocurre en ciertas situaciones y condiciones y no se da sí o sí, pues depende de la recepción, de la com-prensión, de la forma que toman las cosas para alguien y de la noción del lugar que cada cosa tiene.

Por otro lado, descabella-damente, los miembros de las plutocracias financieras que controlan el sistema cor-porativo que a su vez domi-na el mundo -por encima de los Gobiernos locales y sus espectáculos de feria- pa-reciesen creer que viven en un mundo seguro, a pesar de los descomunales impac-tos ecológicos y climáticos como consecuencia de man-tener un rumbo de colisión. Y pareciesen creer también que ese rumbo que imaginan favorable se mantendrá por-que, fieles a su naturaleza de hombres de cálculo, ponen su tranquilidad en el efecto de los medios sobre las ma-yorías. No obstante, los más destacados pensadores de todos los tiempos han sabi-do que las mayorías viven siempre de las tendencias del pasado, mientras que un pe-queño número de personas viven ya los parámetros que más tarde serán transferidos a la generalidad de los seres humanos. De hecho, hay es-tudios sociológicos que ha-blan de la cifra crítica a par-tir de la cual se alcanza una pronta cristalización de esas transformaciones.

Nosotros, sin embargo, fieles a nuestra práctica de evitar el cálculo, no dare-mos cifras y sólo citaremos: “Desde dentro de un mundo que se hunde, otro mundo emerge”.

Yaqub González es pro-fesor de Filosofía en proceso de titulación. Trabaja en revi-sión y edición de textos edu-cativos. Gestiona los blogs elpescador.blog.com y agora-sur.blogspot.com. Ha escrito un libro de poemas, La luna es un espejo donde se baña Layla. Reside en Santiago de Chile y colabora con la re-vista Acéfalos; es colaborador habitual de ISLAM HOY.

Yaqub GonzálezSantiago de Chile, Chile Dispositivos tecnológicos:

mutaciones socialesy alteraciones cognitivasC

La adicción a las “redes sociales”, contrariamente a su denominación, han inhibido ampliamente la disposición de la gente a encontrarse de modo directo con sus semejantes

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY 11

El aluvión de imágenes es iconoclasia

Qué es un cuadro? El fi-lósofo Gottfried Boehm habla de un “fenómeno

por el que un trozo de super-ficie manchada de pintura puede abrir paso a compren-siones sensoriales y espiri-tuales enormes”. El crítico de arte Konrad Fiedler describe el observar obras de arte, el observar “creaciones de vi-sibilidad”, como una tarea activa.

No sólo lo que se expone, sino el arte de observarlo, es lo que caracteriza el conteni-do de un cuadro. Estaremos a merced de nuestro poder

de imaginación en el mo-mento en el que utilicemos nuestros propios ojos.

Un amigo mío no se pier-de ninguna exposición de arte de la capital más cerca-na. Es un contemporáneo al que le interesa mucho la vida cultural. Hace poco tiem-po, visitó una exposición de cuadros de varios pinto-res impresionistas franceses y quedó decepcionado. Me impresionó su sinceridad.

A primera vista, sólo cuadrados marrones

Las pinturas originales no le parecieron tan luminosas y claras como las reproduc-ciones que recordaba. No se hubiera decepcionado tanto si hubiera tenido la pacien-cia de esperar un momento hasta que sus ojos se acos-tumbraran a la sala de la ex-posición, a que se hubieran adaptado a los colores, am-bientes y escenas de los cua-dros. Si hubiera hecho esto, el velo del prejuicio repro-gráfico se habría desvane-cido y la imagen real habría aparecido ante sus ojos.

El que pasa desde un sitio muy soleado a una sala con cuadros de artistas holande-ses aprecia a primera vista solo cuadrados marrones. La primera impresión es la oscuridad, que apenas per-mite reconocer el motivo. El observador sin experiencia se siente molesto, principal-mente porque su sentido del

arte está influenciado por la precisión inmóvil de la fotografía.

De hecho, el cine no le debe mucho a la pintura, sino que le debe todo. El mensaje de una sola ima-gen era para el director John Ford mucho más importante que el movimiento. En vez de “movie”, él llamaba a la secuencia de imágenes “pic-ture”. Los movies dominan hoy en día claramente los cines y los programas de te-levisión. Apenas hay secuen-cias largas, predominan las secuencias cortas rápidas.

No es fácil eludir los prejuicios

Mirar embobado se ha sustituido por impresionar-se contemplando. Las pro-yecciones de retroproyec-tores, las cinematográficas o las imágenes de los anun-cios nos acompañan ininte-rrumpidamente en nuestro camino por la ciudad y el campo, o en nuestra vida cotidiana privada y labo-ral. El aluvión de imágenes no significa el aumento de plasticidad, es una icono-clasia que barre lo que ten-dría que ser constructivo.

Hoy en día no hay nada más difícil que simplemen-te observar, observar lo que hay para ver. Intentar no tener prejuicios se con-vierte rápidamente en una afirmación ideológica. En realidad, esta pretensión es

un desafío: desarrollar la capacidad que uno tiene de observar y asociar, y a no ignorar lo evidente.

¡Volver a la ingenuidad!

Cuando se descubrieron las cuevas de Altamira, cer-ca de la localidad española de Santillana del Mar, no fue al investigador, sino a su hija de cinco años, a la que llamaron la atención aquellas pinturas prehis-tóricas. La niña las descu-brió literalmente jugando, mientras que su padre, que estaba allí investigando, las había pasado por alto.

La ingenuidad se pierde por nuestra propia comple-jidad. Un buen cuadro es en sí complejo y sólo requiere

que se observe de la manera más simple. De todas for-mas, ante una obra maestra de la pintura todos somos analfabetos.

Muhsin Sebastian Hennig nació en Leipzig en 1972; estudió Pintura y Diseño Gráfico en la Escuela Superior de Bellas Artes de Dresden. Además de su trabajo como artis-ta plástico independiente, publica artículos en re-vistas y periódicos, prin-cipalmente en Tumult-Vierteljahreszeitschrift für Konsensstörung. Trabaja ac-tivamente en el fomento de nuevos artistas y gestiona una pequeña editorial para los amantes de los libros.

Muhsin Sebastian HennigDresde, Alemania

¿

El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich.

Mirar embobado en vez de impresionarse contemplando, así resume el artista y autor Muhsin Sebastian Hennig nuestra actual cultura del observar. Para él está claro: “Debemos aprender de nuevo a observar y apreciar, sin prejuicios”

Sobre el arte de observar

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY12

ice Allah: “Él es el Viviente, no hay dios sino Él” (Sura de

Ghafir, 65). Es decir: Él es el Viviente, no otro, porque Su vida es esencial en Él, necesaria por la necesidad de Su esencia, permanente por su permanen-cia; contrariamente a la vida de otro, que es metafórica, perece-dera. De manera que la vida de los seres deriva de Su vida y se mantiene por la existencia de Su esencia. Y a causa de la nece-sidad de los seres creados de Su vida para mantenerse va unido a él el nombre de Al-Qayyum (el Sustentador) en muchas ale-yas. Al-Qayyum es Aquel que se mantiene a Sí mismo y por el que todo lo demás se mantiene.

Dice Allah en el Corán: “Allah, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador” (Sura de la Vaca, 255).

La existencia de algo por sí mismo es su vida comple-ta y la existencia de algo por otra cosa es una vida anexa a esa otra cosa. De manera que el Real, sea glorificado y en-salzado, existe por Sí mismo y es el Viviente, y Su vida es la vida completa y no le afecta la muerte. Y el que sabe que Él es el Viviente que no muere, se confía en Él, como dice Allah, sea ensalzado: “Y confíate en el Viviente que no muere y glorifica con Su alabanza” (Sura del Discernimiento, 58). Y dice Allah, sea ensalzado: “Ni la somnolencia ni el sueño Le afectan” (Sura de la Vaca, 255). Y sabemos que el sueño es una muerte pequeña y un símil de la misma.

Se ha transmitido de Ibn ‘Abbás, que Allah esté compla-cido con él, que el Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, solía decir: “¡Oh Allah! A Ti me he sometido, en Ti he creído, en Ti me he con-fiado, a Ti me he vuelto y por Ti he disputado. Me refugio en Tu poderío -no hay dios sino Tú- de que me extravíes. Tú eres el Viviente que no muere, mien-tras que los genios y los hom-bres mueren”.

Dice Shaij Ibn ‘Aŷiba: “Aferrarse al nombre del Viviente es prolongar la vida del espíritu con el conocimien-to, el saber y el amor completo diciendo: ¡Oh Viviente! Hazme vivir una vida buena y escáncia-me lo más dulce de la bebida de Tu amor”.

Adoptar su cualidad es que te ausentes de tu vida y de la vida de otro en la con-templación de Su vida y de Su qayyumiyya (Su cualidad de Qayyum). De hecho, podría-mos decir que lo que los sufíes llaman faná fi-llah no es otra cosa que la verificación de Su nombre Al-Hayy (el Viviente)

a través de hacer prevalecer el recuerdo de Allah por encima del recuerdo de todo, inclui-do uno mismo, a la vez que lo que llaman baqá no es sino la verificación de Su nombre Al-Qayyum (Aquel por el que todo se mantiene).

Y hacerlo realidad en ti es que te afiances en la contempla-ción de Su vida, sola, hasta que seas con Él como el muerto en manos de quien lo lava. Y si ha-ces realidad en ti esta cualidad, habrás dado vida a tu espíritu con Su vida y se mantendrá por Su qayyumiyya (la cualidad de Qayyum), de manera que todo el que se encuentre contigo se llenará de vida por tu vida.

En cuanto a Al-Qayyum es Aquel que se mantiene por Sí mismo sin necesidad de otro que Él y Aquel por el que se mantienen Sus criaturas. Pero caben en él otros significados afines, como el Permanente y el Continuo, además de Aquel que está pendiente de cada alma en lo que adquiere y la recompen-sa por sus acciones en virtud de

Su conocimiento de ella sin que se le escape nada de ella.

El que sabe que Allah es Al-Qayyum, el que se ocupa de to-dos los asuntos de Su creación, confía en Él y olvida el recuer-do de todo en Su recuerdo y no contempla a otro que Él al con-templar Su qayyumiyya.

Dice el Shaij Ibn ‘Aŷiba: “Aferrarse a este nombre divi-no implica proveerse del co-nocimiento de Su cualidad de Qayyum hasta descansar de la fatiga de pretender controlar las cosas siendo suficiente Su qayyumiyya en toda cosa, sin disputa ni control”.

Adoptar su cualidad consis-te en asumir todo aquello de lo que somos responsables, como la familia, nosotros mismos, la riqueza y todo lo que está rela-cionado con nosotros.

Y hacerlo realidad en uno mismo es afianzarse en ello hasta asumir el universo ente-ro. Dijo uno de los gnósticos: “Quien conoce a Allah, carga los cielos y las tierras sobre el párpado de su ojo”.

Dice Allah en Su libro: “Y no hay nada que no glorifique con Su alabanza. Sin embargo, no comprendéis su glorificación”. (Sura del Viaje Nocturno, 44). Y dice Shaij Abdul-Karim Al-Yili: “Toda cosa en la existen-cia glorifica al Real desde cada uno de Sus nombres, de manera que la glorificación de los seres existentes desde Su nombre el Viviente es su propia existencia por medio de Su vida”.

Abdel Ghani Melara es fi-lólogo y autor de una de las traducciones del Corán en len-gua española más reconocidas y aceptadas a nivel mundial. Ha traducido numerosas obras entre las que cabe mencionar: Al Muwatta, de Imam Malik; Ash-Shifa y Qawaid Al Islam, de Qadi Iyad; Mujtasar, de Al Bujari; Tanbih al Ghafilin, de Abu Laiz As Samarqandi; el Diwán, de Shaij Muhmmad Ibn Al Habib, etc., además de artí-culos y conferencias sobre dis-tintos aspectos del Islam.

Abdel Ghani MelaraGranada

El Viviente,el Sustentador

D

“Aferrarse a este nombre divino implica proveerse del conocimiento de Su cualidad de Qayyum hasta descansar de la fatiga de pretender controlar las cosas siendo suficiente Su qayyumiyya en toda cosa, sin disputa ni control”

Caligrafía en árabe: el Viviente, el Sustentador.

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY 13

¿Dónde estála luz?

l siglo pasado se vio marcado por dos atro-ces guerras, seguidas

de la creación de la ONU y la OTAN. La conciencia política e histórica global llevó a acti-vistas como Nelson Mandela, Bob Marley o Martin Luther King a hablar de derechos humanos, hermandad, igual-dad, amor y paz universal. Expusieron al mundo nuevos valores humanos, ofrecieron una posibilidad de cambio asequible. Hoy en día, hay una cohesión a nivel mun-dial en la sociedad, basada en nuevas pautas y modelos de comportamiento. Sin em-bargo, no es ni el amor ni la hermandad lo que ha creado estas afinidades. Son unos valores bastante distintos, que quizá no beneficien a la humanidad en la manera que ellos imaginaron.

Los valores que más tras-cienden hoy en día, o, mejor dicho, las cualidades que la gente más valora y admi-ra en otras personas, son el éxito (económico o laboral), la fama, el talento, la buena imagen, el estilo. Estas vir-tudes, todas superficiales, son las que han inculcado y difundido globalmente la cultura moderna y la televi-sión. Los ideales, por lo ge-neral, no son otros que las celebridades. Es una cultu-ra capitalista que apunta al consumismo. La cultura en sí misma es consumo (cine, libros, conciertos…), y los famosos incitan a ello de for-ma explícita o implícita en películas, galas y anuncios. Las grandes marcas marcan la delantera. Vivimos en un mundo unido por el consu-mo de Coca-Cola y Marlboro y conectado por el uso de Facebook y WhatsApp. El afán de adquisición de los mismos productos nos une y elimina nuestras diferencias geográficas, raciales, sociales y culturales. Y éstas son unas diferencias que siempre han existido. Eliminarlas, y esto es lo que hacen la democra-cia y la globalización, es de-valuar a cada pueblo y a cada persona.

Allah, exaltado sea, dice en el Corán: “¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y de una hem-bra y os hemos hecho pue-blos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad que el más noble de vosotros ante Allah es el

que más taqwa tiene. Allah es Conocedor y Consciente de todo”. (Sura de los Aposentos Privados, 13).

No se trata de suprimir las diferencias entre la gente con tal de crear concordia, sino de revestirse de las cua-lidades que hacen posible la interacción pacífica y loable entre las personas.

En la aleya citada se men-cionan dos atributos del hombre (nobleza y temor de Dios) que suenan antagóni-cos a los que hemos nombra-do más arriba. Pueden pare-cer incluso arcaicos. Pero la palabra de Allah es perenne. Estos son los atributos que, si se adoptan, pueden cambiar la sociedad actual. Un cam-bio integral que consista en sustituir los valores actuales, que determinan el mérito de las personas por lo que es-tas poseen u obtienen, por otros, que definan la calidad del individuo de acuerdo a lo que da y aporta a los de-más. Hablamos de las nobles cualidades que el Profeta Muhammad, la paz sea con él, puso en práctica y enseñó a sus ilustres Compañeros: la generosidad, el coraje, la humildad, la lealtad, la mi-sericordia y la honestidad. Hay que rescatar estos rasgos de carácter e impregnarse de ellos. El cambio empieza en la transformación individual de la persona, y se extiende a nivel gradual en la sociedad.

El cambio no puede basar-se, de ninguna manera, en el sistema democrático vigente, pues este ha demostrado ser inservible. No podemos vol-ver a caer en el error de creer en la democracia, pues es un sistema que no ha hecho más que fallar y decepcionar, y lo sigue haciendo (el “cambio” de Obama es el más claro ejemplo). La democracia ha fallado. Una persona con in-telecto y discernimiento no puede buscar soluciones a temas como la corrupción, la injusticia o el despotismo comercial en un sistema que es en sí mismo corrupto, in-justo y despótico. Una y otra vez, se descubren casos de corrupción y absolutismo, especialmente en España, donde la corrupción se ha convertido en norma dentro de la esfera política; y repa-ramos en cómo los que están a la cabeza de los Gobiernos, las entidades financieras y las grandes corporaciones salen con las manos limpias. En un sistema en el que esto ocurre, no se pueden buscar solucio-nes. La solución es cambiar el sistema completamente, establecer uno nuevo.

Hamza CastiñeiraConsell, Mallorca

La relación hombre-hombre en contraposición a la sociedad del hombre-banco-hombre

a criatura humana ha sido creada para vivir en comunidad y, por ello,

desde su origen, con la excep-ción quizás de algunas socieda-des primitivas, surgió la nece-sidad de intercambiar bienes y servicios de una forma absoluta-mente natural. Este es el princi-pio y la definición del comercio: el intercambio equitativo de una cosa por otra. Algo, en definitiva, en lo que todos, de una u otra forma, estamos implicados.

El comercio es algo natural y básico de la actividad humana. Tan natural y básico como el re-conocimiento y adoración de la Divinidad.

Nos permitimos citar a Shaij Dr. Abdaqadir As-Sufi:

Islam ES comercio e inter-cambio. Hay dos contratos co-merciales: uno con Dios y el otro con los seres humanos. El prime-ro es La ilaha illa’llah, es ‘ibada, adorar a Dios; este es el contrato primordial. El segundo contra-to es comercio, intercambio; y el intercambio debe tener normas, incluidas todas las reglas que impiden la usura. Imam Malik dijo: “Que no haya usura aun-que sea una brizna de hierba”. Esto es la segunda Shahada: Muhammad Rasulullah; y eso es comercio. Esta es la respuesta. Islam no es más que transaccio-nes. Transacciones con Allah, ‘ibada; las transacciones entre los seres humanos y el intercambio de cosas es Fiqh. Es fácil compro-bar que el Islam no es complica-do. Parte de la psicosis de la gente moderna es que han hecho que todo sea complicado, todas las transacciones de nuestros días. Pero ahora la gente empieza a darse cuenta, la gente normal lo está viendo. La gente en las calles

de Atenas, Nueva York, Tel Aviv y París; la gente que se está ma-nifestando es porque lo ha visto. No son estúpidos, pero la locura continúa… ¡por un tiempo!

Islam es simple, es el Din al-Fitra, o dicho de otro modo, la forma natural de vivir. Todo es claro y los límites están per-fectamente definidos por Aquel que nos ha creado. Vivir dentro de estos límites nos ennoblece y vivir fuera de ellos nos envilece y conduce al caos.

Obviamente, hoy no esta-mos viviendo Islam en su pleno sentido como Din, como cami-no existencial que abarca todas y cada una de las actividades humanas. En ningún lugar del mundo. Al contrario, vivimos bajo el dominio del capitalismo, que no es otra cosa que el din al-kufr, donde lo fácil se hace difícil y lo que es natural se hace con-tranatural. Así pues, el comercio también esta desnaturalizado y lo que es propio de todos ha sido transferido a una nueva casta que pretende tener el uso exclu-sivo del comercio.

Recuerdo cómo hace unos años el director de una sucursal bancaria nos dijo a un pequeño grupo de musulmanes que ha-bíamos establecido un negocio:

“Es la primera vez que veo esta-blecer un negocio sin capital”. El asombrado secuaz de la nueva casta no podía creer que hubié-semos escapado del poder má-gico que suponía imprescindible y todopoderoso. Lo mismo le pasó a Firaún cuando sus magos no pudieron vencer a Sayydina Musa. La magia, esa falsedad que aparenta ser real, desaparece cuando el Real se manifiesta.

Los negocios basados en el capital bancario, los centros co-merciales –en realidad, centros de distribución− y todos los me-canismos usureros que imponen su tiranía y han monopoliza-do el comercio desaparecerán igualmente. No son necesarios; al contrario, son el obstáculo a eliminar. El camino que lleva de la competencia a la colaboración, de la esclavitud a la libertad, pasa por el restablecimiento de los pa-rámetros establecidos en el Fiqh del Islam en los asuntos econó-micos, por el comercio basado en la relación hombre-hombre y no en la de hombre-banco-hombre.

Y, necesariamente, en el es-tablecimiento del Zakat según está establecido en la Sharia, no como donación voluntaria. Este pilar pendiente de ser restable-cido es el medio que Allah nos ha dado para purificar nuestra riqueza, es decir, para que com-prendamos que al nacer lo hace-mos con la provisión que necesi-tamos para hacer el recorrido de nuestra vida. Este conocimiento es el que nos protege de consi-derarnos competidores y nos afirma en vernos como cola-boradores, como hermanos. La mil-lah kufr, que nos enfrenta, nos divide y nos aísla, está cadu-ca, inservible.

Ha llegado el momento de establecer una base de ac-ción conjunta, ayuda mutua y búsqueda de cauces en los que podamos vivir nuestro Din de forma unificada tanto en la mez-quita como en el mercado.

Abu IbrahimGranada

L

E

Recuerdo cómo hace unos años el director de una sucursal bancaria nos dijo a un pequeño grupo de musulmanes que habíamos establecido un negocio: “Es la primera vez que veo establecer un negocio sin capital”

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY14

lejo Carpentier es un novelista que nació en La Habana y vivió su

niñez, primero en Cuba y lue-go en Francia, Austria, Bélgica y Rusia. Su familia paterna era francesa (de Bretaña) y su madre rusa y había estu-diado en Suiza. El padre era arquitecto y violoncelista aficionado y su madre ha-bía estudiado medicina y era profesora de idiomas. Creció pues en un ambiente culto y políglota, en el que la música era algo de todos los días y los idiomas francés y español los utilizó de modo natural desde el principio, junto a otros que fue conociendo, como el ruso.

He de confesar que algu-nos de sus libros me dejan un tanto frío. Sin embargo, hay otros que es como si me abrieren puertas a lugares lu-minosos y capaces de aclarar muchas preguntas. Uno de sus libros, en particular, me fascina: se trata de Los pasos perdidos.

En él, un estudioso de la música y de los instrumentos musicales, en el afán por co-nocer lo que pudo ser “el ori-gen de la música”, parte hacia un lugar ignoto de la selva al que aún no ha llegado la civili-zación moderna, para conocer así de primera mano cómo y por qué hacen la música. Pero lo que va a descubrir es mu-cho más. Va a comprobar que todavía en el mundo actual hay gente que vive “en otro tiempo” y que no es tan sim-ple e ignorante como los occi-dentales, desde su prepotencia autocomplaciente y parcial, la imaginan. A regañadientes, se dejará acompañar por su amante, Mouche de nombre, que es el prototipo de perso-naje “liberado”, moderno e in-telectual que se considera an-tiburgués y progresista, pero que no es más que una más-cara llena de poses y fatuidad sin fondo ni sustancia, a pesar de su cúmulo de datos y eru-dición vacía.

Hay en la obra momentos memorables, como uno en que un grupo de jóvenes artistas de una aldea, con pretensiones de fama y modernidad, escuchan ensimismados la verborrea cultista de Mouche hablando sobre los grandes artistas de París, mientras el protagonis-ta advierte que ni atienden a la música increíblemente bella y original que un músico am-bulante de allá está ejecutando en ese mismo momento con su acordeón. O ese otro en que, de nuevo Mouche, diserta con erudición sobre las pirámides de México y las fortalezas in-caicas, que sólo conoce a través de libros, y se queja de que los indios que han encontrado no hubieran levantado esas mara-villas. Dice el protagonista:

Luego, adoptando el lenguaje “enterado”, categórico, poblado de términos técnicos, tan usado por la gente de mi generación –y que yo calificaba, para mí, de “tono economista”-, comenzó a hacer un proceso de la manera de vivir de la gente de acá, de sus prejuicios y creencias, del atraso de su agricultura, de las falacias de la minería, que la llevó, desde luego, a hablar de la plusvalía y de la explotación del hombre por el hombre.

Y el protagonista, entre otras cosas, le dice que, si bien aquellos indios se contentaban con un techo de fibra, una gui-tarra y una hamaca, tenían una cultura más honda y válida que la que nos había quedado allá, y que para un pueblo era más in-teresante conservar la memoria de La canción de Rolando que tener agua caliente a domicilio.

En otra oportunidad, el protagonista, al reflexionar sobre el mundo del que viene (que Mouche añora y él detes-ta) llega a decir:

De los caminos de ese ce-mento salen, extenuados, hom-bres y mujeres que vendieron un día más de su tiempo a las empresas nutricias. Vivieron un día más sin vivirlo, y re-pondrán fuerzas, ahora, para vivir mañana un día que tam-poco será vivido, a menos de

que se fuguen –como lo hacía yo antes, a esta hora- hacia el estrépito de las danzas y el aturdimiento del licor, para ha-llarse más desamparados aún, más tristes, más fatigados, en el próximo sol.

Al final, Mouche, entrega-da a sus afanes egocéntricos y caprichosos, acabará enferma y regresará a su país. Él decide

quedarse a vivir allí. Pero un helicóptero llega en “misión de rescate” para llevarlo de nuevo a la civilización y él se deja llevar con la idea de darle a la universidad que le costeó el viaje una relación de datos de sus descubrimientos y así pagar su deuda con ellos, para volver después y quedarse a vi-vir para siempre allí y poder así recuperar tantos valores que en nuestra civilización ya se perdieron.

Sin embargo, cuando lo in-tenta, no consigue dar con el camino y queda atrapado en la decadencia de la cultura que aborrece.

De alguna manera, Carpentier parece dejar en el aire la idea de que ya no es posible recuperar esos valores, esos “pasos perdidos” que se quedaron en algún lugar del camino. Es claro que, entre sus numerosas y variadas vi-vencias, Alejo Carpentier no llegó a conocer el verdadero Islam. Si lo hubiera conocido sabría que todavía es posible recuperarlos. Hay un camino, y no tiene por qué estar entre la tupida vegetación de la selva.

Yahia Ballesteros es profe-sor de Historia y Geografía en un I.E.S. andaluz. Tiene publi-cadas obras de poesía, novela, teatro y ensayo y ha recibido premios como el Río Henares de Sonetos (Guadalajara), el Primer Premio del Ministerio de Educación y Ciencia de Teatro (Madrid) o el de Novela de Olula del Río (Almería). Dirige la revista interna-cional de teatro y literatura Alhucema. Páginas con obra suya: https://sites.google.com/site/emilioballesterosalmazan/

Los pasos perdidos. ¿Hay forma de recuperarlos?Alejo Carpentier reflexiona en su novela ‘Los pasos perdidos’ sobre aquello que la civilización moderna dejó por el camino y cómo gran parte de la cultura en la que

estamos inmersos es un cúmulo de datos y poses que sólo llevan al vacío y la fatuidad

Para un pueblo era más interesante conservar la memoria de La canción de Rolando que tener agua caliente a domicilio

Yahia BallesterosGranada

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY 15

a jungla africana es descrita con lucidez como inexpugnable,

cerrada, misteriosa, esperan-do el futuro. Desde el princi-pio, lo más peligroso en ella no es el león, ni el leopardo, ni el elefante, ni el búfalo sino el hombre. También lo más inocente, generoso, sencillo de la jungla, de las grandes praderas, de los desiertos es el hombre. Lo mismo, en las ciudades africanas. Sus habi-tantes, en su mayoría pobres, muchas veces miserables, son en un caso peligrosos, asesinos, ladrones; en otro caso, inocentes, fáciles de tratar, sumisos. Sus rostros, sacados directamente de las máscaras ancestrales.

En África se encuentran las imágenes en abundancia. No sólo las innumerables imágenes de los hombres y las mujeres de piel de ébano, de las montañas, de las sel-vas, de los desiertos, de las costas o los ríos, de las cons-trucciones, sino sobre todo de los signos trazados en la superficie de las rocas, de los troncos, sobre el lienzo de los muros, en la cara del agua, en la piel de los frutos y en las sedas de las flores: el alfabeto con el que están hechas todas las imágenes, cuyas letras evocan, por lo tanto, cuerpos, flores, mon-tañas, ríos, el océano, las fru-tas, indistintamente, sin que-darse fijas en nada; manchas de color puro, crudo, grave; que no han sido fabricadas por los hombres. Al no te-ner precio, valen muy poco, como las cosas de los pobres.

El tiempo africano tam-poco es el tiempo del reloj.

Una de las ciudades más populosas de África extiende su cuerpo junto al océano. Dos millones de corazones laten en este cuerpo a ve-ces de ébano, a veces mula-to, a veces blanco, también amarillo.

La ciudad africana echa-da junto a las aguas cente-lleantes, incesantes, batida

por los vientos, acariciada por las brisas, barrida por las lluvias, tostada por los rayos del sol.

En esta urbe, los signos trazados en una pared de los pilares de la autopista del Norte, aparcamiento de coches, evocan las figuras de sus primeros pobladores prehistóricos, de pequeña estatura, con sus arcos y lanzas. Dos antílopes, al-canzados por los disparos.

Sus descendientes fre-cuentan de vez en cuando este aparcamiento cobijado por la autopista, donde se sientan en corro como hace siglos. Parecen durmientes que tratan de escapar de un sueño, de una pesadilla en la que sus campos de caza ancestrales, ocupados por hombres y construcciones alucinantes, corren ahora frente a ellos sin que pue-dan alcanzarlos.

Uno de ellos, una mujer, elevada prodigiosamente a lo más alto de su escala so-cial, cajera del supermerca-do con un sueldo, irrisorio, canta entre dientes mien-tras hace funcionar la caja registradora, una melodía incomprensible, desafiante, fuera de lugar; sale de su cuerpo ancho, de sus pe-chos enfundados en unifor-me azul, de sus pantalones azules oscuros que aprietan dos muslos, dos pantorri-llas. Sus ojos negros de mu-jer, pozos oscuros, inexpre-sivos, con una mirada de soslayo.

Sus manos colocan dies-tramente el pan, el zumo de granada, las latas de atún, las almendras en la bolsa. La oscuridad de sus ojos echa una cortina ante el cliente, una cortina con estampas envejecidas de tierras áridas donde corren los venados y crecen las plantas medicina-les. Detrás de la cortina, ella canta con una voz baja, de ra-mos de paja restregados con-tra las piedras. Un tiempo de siglos pasa en cinco minutos de reloj.

La despedida al cliente, que tenga un buen día, silba por la abertura de sus dientes frontales. Llega a los oídos del cliente un sonido infan-til, desnudo, vacilante, virgen desde detrás de la cortina donde corren los venados, las liebres, por donde pasa ver-tiginosamente la sombra del leopardo, donde arde el sol.

La despedida, que tenga un buen día, extiende el com-pás del tiempo, siglos en unos minutos de reloj. El tiempo de que llegue otro cliente, con un pollo refrigerado, una do-cena de huevos, dos lechugas, una bolsa de patatas, cebollas.

Fuera, a media distan-cia entre el aparcamiento de

coches y el supermercado, otro de ellos vaga detenién-dose a cada paso, se comu-nica a sí mismo un enigma ante el que se detiene lleno de estupor, duda haber dicho lo que acaba de decir, mira alrededor interrogante, vuel-ve la cabeza hacia los clientes que, hechas sus compras, sa-len del supermercado, sope-sando si podrían resolver su duda.

Uno de los primeros po-bladores prehistóricos, ante-rior a todos los pobladores, a las olas de pueblos llegados después de un modo aluci-nante, empujando, lanzando los campos de caza, los ce-menterios sagrados, las cue-vas rituales, la caza, las hier-bas medicinales, los árboles y sus sombras cada vez más allá, haciéndolos correr más rápido fuera de alcance.

Él y sus semejantes, sólo una gota de agua en el océa-no de habitantes de la urbe africana. La mayor parte del tiempo invisibles.

Aparecen de repente jun-to a los contenedores de ba-sura, en el supermercado, en la cuneta de la autopista, a la salida del estadio, en la acera de la calle más populosa del

centro, junto a la catedral, junto a un hotel, en el mer-cado, en una parada de taxis, en medio de la calzada, junto a la estación de trenes.

Se presentan al modo de quienes pasan de una dimen-sión en la que son invisibles a otra en la que resultan visi-bles. No llegan a caminar del todo ni tampoco a detenerse, salvo cuando se tumban en cualquier parte de un modo que parece que se los traga la tierra.

Cuando su vagar incon-trolado los lleva fuera de los límites del la ciudad siguen caminando.

Moscas en búsqueda del arco iris se llaman a sí mis-mos en una de sus canciones.

Dr. Abdelbasir Ojembarrena ha sido profesor de Literatura Española y Universal en la Universidad del País Vasco. Es premio Café Gijón, ha pu-blicado tres novelas: Ismael, Guerrita y Bajo la Noche; y cuentos en revistas ame-ricanas y españolas. En la actualidad es profesor de Literatura Universal en el Dallas College, Ciudad del Cabo.

En la ciudad africana

Abdelbassir OjembarrenaCiudad del Cabo, Sudáfrica

L

La despedida, que tenga un buen día, extiende el compás del tiempo, siglos en unos minutos de reloj. El tiempo de que llegue otro cliente, con un pollo refrigerado, una docena de huevos, dos lechugas, una bolsa de patatas, cebollas

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Muharram 1436 / Noviembre 2014 ISLAM HOY16