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    De la Prdida y la Imposibilidad.

    Obligacin Moral y Resentimiento en Jean Amry.

    Jos Antonio Fernndez Lpez

    Y estamos nosotros, que contemplando estas ruinas

    sinceramente creemos que en ellas yace enterrada parasiempre la locura racial, nosotros que vemos desvanecerseesta imagen y hacemos como si alentramos nuevasesperanzas, como si de verdad creyramos que todo noperteneciese sino a una poca y a un pas, nosotros quepasamos por alto las cosas que nos rodean y que no omosque el grito no calla.

    Paul Celan, Noche y niebla

    Jean Amry (Viena 1912-Salzburgo 1978) destaca como una figura realmentesingular dentro del conjunto de supervivientes de la Sho que han legado sus

    testimonios de la catstrofe. Ejemplifica a travs de su propia persona y su escritura,un ethosinflexible de humanismo militante, confrontado con un mundo transformadoya para siempre, por el exterminio nazi, en mbito de extraamiento. Esta prdida deconfianza que lesiona lo ms esencial de su identidad personal no le incapacita para lamemoria y la denuncia, la reflexin y el compromiso, desde un distanciamiento quemantendr como rasgo propio inalterable. En una serie de trabajos ensaysticos decarcter autobiogrfico, aplicar su vigor moral y artstico al esclarecimiento de lacondicin humana y de la identidad juda, a la reflexin filosfica sobre la esencia ydignidad del yo como sujeto de la historia y a la denuncia de un mundo que seorganiza olvidando a las vctimas. La peculiaridad de Amry puede expresarse comola problemtica existencial de un intelectual que reflexiona implicando al extremo suconciencia y su memoria, exigente hasta la intransigencia para consigo mismo y los

    dems. El ser considerado por Primo Levi como el intelectual en Auschwitz, no es nimucho menos un ttulo honorfico, una sutil irona o un mero recurso narrativo. Expresay simboliza, ms bien, gran parte de la profunda trascendencia que tuvo el holocaustocomo disrupcin y quiebra de la razn y la cultura occidental, encarnado en lasvicisitudes de un hombre de espritu, un intelectual que fue vctima del proceso denegacin de lo humano desarrollado en el Tercer Reich, que vio desaparecer sumundo y los valores que lo sustentaban y que, tras sobrevivir, reivindicar la memoriano slo de los cados, sino de su propia existencia aniquilada, exigiendo justicia yreparacin.

    La percepcin de las vctimas al valorar el devenir de la historia posterior a laSegunda Guerra Mundial y al fin del Tercer Reich, expresa un desaliento difcilmentecombatible con las armas de una utopa de los tiempos nuevos. El mundo europeooccidental que emergi despus de la guerra, de cuyo final se conmemora el

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    sexagsimo aniversario, y que contempl horrorizado el alcance y la magnitud delgenocidio nazi, una vez pasados los primeros instantes de estupor, las condenasmorales expresadas con vehemencia y el grito coral de nunca ms, no parti decero. No tuvo lugar ninguna revolucin ni se produjo ninguna clase de msticorenacimiento de lo humano. Los restos psquico-espirituales del nazismo estaban ah,slo que transformados en una nueva voluntad, frrea y ambiciosa de crear una nuevaAlemania, alejada en lo poltico y social hasta la exasperacin- del reciente eignominioso pasado, y tolerada con benevolencia, paternalismo y un enorme intersestratgico y econmico por sus antiguos enemigos. Crticos y escritores de lageneracin de la inmediata posguerra consignan la recepcin, tanto por parte deAlemania como en Austria, de una libertad regalada. Habiendo hecho todo lo posiblepor arrebatar a otros pueblos la libertad, en los casos ms leves, o, simplemente,habindolos exterminado, hicieron bien poco por recuperar la suya. Derrotado el Reichmilitar e ideolgicamente, no tuvo que realizar ninguna capitulacin moral, puesmoralmente ya haban capitulado sin condiciones en los aos treinta1. En los tresaos que siguieron al final de la guerra hubo muchos alemanes que hicieron lo posible

    por advertir lo que haban implicado los sucesos del nazismo. Un brevsimo perodo deanlisis moral y de contricin social, un corto perodo para la verdad, en el queiniciativas literarias de la llamada emigracin interior, como las emprendidas porEugen Kogon o las articuladas en torno a Der Ruf, editada por Hans Werner Richter yAlfred Andersch, mostraban una singularsima mezcla de exaltacin democrtica,elitismo moral ensoberbecido y elocuencia blico-heroica, con una no demasiadosorprendente filiacin al lenguaje fascista2, unindose a la voz de los que seinstalaban en la RDA, volviendo del exilo en Rusia, Mxico o EEUU (Anna Seghers,Bodo Uhse, Bertold Brecht o Ernst Bloch) o a los que se mantenan en el extranjero(Thomas Mann, Lion Feutchwanger o Stefan Heym) .

    Afirma G. Steiner que el punto de retroceso comienza en 1948. A partir de aqu,como si de un manto colectivo de incredulidad se tratara, millones de alemanes

    comenzaron a comentar entre ellos y a decir a los extranjeros crdulos que lesatendan que lo que se contaba del pasado no era del todo cierto, que los horroreshaban sido enormemente exagerados por la propaganda aliada y el periodismosensacionalista3. Tambin Amry valora esta fecha como esencial, un punto deinflexin en la conciencia alemana de la posguerra, realidad que percibe, en primerainstancia como una sorpresa desagradable, para, posteriormente, ante la magnitud dela mistificacin, recrudecerse como resentimiento4. Durante un viaje en tren porAlemania en ese ao, cae en sus manos un ejemplar del peridico de las fuerzasamericanas de ocupacin, en el que un airado lector escribe una carta al director en laque exige la marcha de los aliados y el fin de la humillacin del pueblo alemn, para,con un lenguaje abiertamente fascista, augurar un nuevo y esplendoroso futuro paraAlemania5. Nuevos y reiterados encuentros con esta realidad victimista, con el olvido

    social generalizado y, sobre todo, la actuacin de la clase poltica alemana, entre loscuales slo unos pocos se haban distinguido como opositores ms o menoscamuflados, que aspiraba una incorporacin a Europa, esa Europa que Hitler ya

    1 G. GRASS, La libertad regalada. Discurso conmemorativo del 8 de mayo de 1945, enArtculos y opiniones, Barcelona 1996, p. 802Cfr. H. MAYER, La literatura alemana desde Thomas Mann, Madrid 1970, pp. 87-90; W.G.SEBALD, El escritor Alfred Andersch, en Sobre la historia natural de la destruccin, Barcelona2003, pp. 113-1323G. STEINER, El milagro hueco, en Lenguaje y silencio, Barcelona 2000, p. 1364

    J. AMRY, Ms all de la culpa y la expiacin, Valencia 2001, p. 1455Ibidem

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    haba comenzado a organizar a su gusto en el perodo comprendido entre 1940 y19446.

    La dejacin de responsabilidad moral del pueblo alemn, es una cuestincompleja que an hoy sigue despertando pasiones enconadas, polmicas intelectualese historiogrficas, como la ya famosa Historikerstreit7, a las que se une la inevitablesensacin de estar ante algo ms que una simple revisin de los fantasmas delpasado. Sin embargo, no deja de ser llamativo que polticos conservadores comoHelmut Kohl se refirieran en su momento a la suerte de haber nacido tarde, laimposibilidad de verse implicado en los crmenes del nacionalsocialismo. Aquellos alos que Amry califica como los que no alzaron la voz ni protestaron, los que noimpidieron la muerte de poetas alemanes por ser judos, impiden con su culpa norehabilitada la posibilidad de que un judo vuelva a ser alemn. Eran culpables? Laignorancia de muchos de ellos no puede equivaler a una absolucin, porque si elpueblo alemn no supo lo que pasaba, fue por culpa suya, puesto que una mayora ssabamuy bien que haba campos de concentracin, y quiniba a parar a ellos. Todossaban, podan saber, deberan haber sabido8. Por ms que casi todossupieran que

    sus vecinos eran detenidos o, si se trataba de judos, identificados con su estrellaamarilla en las ropas, eran desalojados de los refugios durante los bombardeos yobligados a permanecer en las calles, por ms que los habitantes de Weimar supieranque el humo sobre el Ettersberg proceda del crematorio de Buchenwald o todo elmundo supiera qu significaba Dachau o Bergen- Belsen, el mito de la incredulidadlogr su objetivo y se olvid el pasado. La nueva y prspera Alemania de los cincuentaperteneca al futuro9.

    A mediados de los sesenta, cuando Jean Amry irrumpi tras un largo silencioante el pblico del mundo germano hablante con sus ensayos sobre el exilio, laresistencia, la tortura y el genocidio, las figuras literarias de la nueva RFA estabanansiosas por compensar el enorme dficit moral que, hasta aproximadamente 1960,haba sido un rasgo de la literatura del perodo de posguerra10. El perodo

    comprendido entre el fin de la guerra y los aos finales de la dcada de los cincuenta,se caracteriz inequvocamente como una poca de absoluta enajenacin de la culpapor parte de la sociedad alemana. La novelstica de Arno Schmidt, Wolfgang Koeppeny Heinrich Bll dan testimonio de hasta qu punto el hedor de los aos cincuentacortaba la respiracin, con qu descaro se exhiban los asesinos entre nosotros y dequ modo la hipocresa cristiana se extenda como una plaga11. En ese pasfloreciente, como lo describe Amry, en el cual se produce una fascinantecombinacin de modernidad industrial y tradicin histrica, considerado ejemplar portodos sus vecinos, en el que al hombre de la calle parece irle muy bien, se haproducido un milagro verdaderamente curioso. En la superficie las cosas estnsometidas a un frenes vital soberbio; en el fondo, una quietud extraa12.

    Para comprender los obstculos que Amry hubo de vencer cuando decidi

    adentrarse en el mundo intelectual alemn, posicionndose sociopolticamente ycreando una obra literaria ms all de lo meramente periodstico, es necesario nodejar de constatar la profunda gravedad de sus experiencias y la enorme implicacinde las mismas en la conciencia de su existencia. El hecho de que experiencias como6Ibidem7Una referencia fundamental de la polmica en E. R. PIPER (ed), Historikerstreit: DieDokumentattion der Kontroverse um die Einzigartigkeit der nationalsozialistischenJudenvernichtung, Munich 19878G. GRASS, op cit, p. 829G. STEINER, op cit, p. 13610Cfr. W.G. SEBALD,Against the Irreversible, Londres 2003, p. 14911

    G. GRASS, op cit, p. 9112G. STEINER, op cit, p. 123

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    las suyas hubieran sido hasta no haca demasiado tiempo un tab en el discursopblico le ayudaron indudablemente a definir y ubicar su propia posicin. Sin embargo,la escasez de voces autnticas en el debate que sus obras suscitaban, fue unproblema que se aadi a la ya de por s excesiva y recurrencia con la cual la literaturareclamaba ahora Auschwitz cmo su propio territorio, no menos repulsivo que surechazo previo a mencionar el monstruoso tema bajo ningn concepto13.

    Cmo poder expresar literariamente un testimonio crtico de la experiencia deAuschwitz, en una sociedad como la alemana que padeca una esquizofrnicapercepcin del nazismo, extremada entre el olvido y los excesos literarios y culturales?Amry asociado y relacionado intencionalmente al existencialismo francs, sinvinculacin con ese existencialismo propagado como apologa en la cultura de laposguerra alemana, al que consideraba como oportunista y contemporizador,desarrolla una postura filosfica cuyas pautas fundamentales muestran una graninfluencia de Sartre, una ptica que no realiza concesiones hacia la historia y queejemplifica la necesidad de recurrir de continuo a la denuncia, una dimensinsorprendentemente ausente en la literatura alemana de posguerra:

    Donde hay un vnculo comn entre el mundo y yo, la comunidad entreel mundo y yo, cuya sentencia de muerte todava por revocar sigoreconociendo como realidad social, se deshace en la polmica. No querisor? Od, no queris saber dnde nos puede conducir nuestra indiferencia, encualquier momento? Yo os lo dir14.

    Esta sentencia de muerte, ante cuyo poder omnmodo el superviviente nuncadejar de padecer, podra haber sido clausurada mediante una praxis histrica designo diferente. La revolucin del pueblo alemn, su levantamiento contra el poderdel Tercer Reich o, posteriormente, contra el olvido hubiese podido actuar comoterapia. Slo la expresin clara y contundente, por parte de esa sociedad, del deseo

    de retorno de aquellos que fueron expulsados de su pas hubiese podido restaar lasheridas de la patria, el hogar, la lengua y el paisaje. O quizs, si no algo tanunidireccionalmente dirigido, si al menos un posicionamiento tico-poltico colectivocabal en la lnea de lo demandado por Karl Jaspers en 1946:

    Para nosotros es an ms importante la manera en que nosanalicemos, enjuiciemos y purifiquemos a nosotros mismos [] Lasacusaciones desde dentro que, de una forma que no puede ser omitida, hablanms o menos claramente en las alma alemanas desde hace doce aos, por lomenos en ciertos momentos, son por el contrario el origen de nuestraconciencia propia an posible ahora a travs del modo en que nostransformemos por nosotros mismos en medio de ellas, seamos viejos o

    jvenes. Tenemos que esclarecer el asunto de la culpa. Es algo que nosinteresa independientemente de las inculpaciones que nos vienen desde fuera,por mucho que las podamos utilizar como espejo15.

    Pero esa revolucin no tuvo lugar16, la vuelta no se produjo y el hombretorturado y privado de identidad contempla su extraamiento y disolucin mirando conuna mezcla de deseo y acritud a ese pueblo que muestra escaso inters por sucondicin de vctima. Es por ello que el problema de la culpabilidad de los alemanes

    13W.G. SEBALD,Against the irreversible, op cit, p. 15014J. AMRY, op cit, p 18615

    K. JASPERS, El problema de la culpa, Barcelona 1998, pp. 68-6916J. AMERY, op cit, p. 124

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    no es una cuestin que pueda dirimirse de forma sencilla en un discurso unvoco, alexaminar las reflexiones de supervivientes de la Sho con disposiciones espirituales yracionales tan peculiares como las de Jean Amry. Reflexionar sobre la culpa de otrosexige, paradjicamente, una dura aproximacin a los propios sentimientos, sin loscuales las exigencias ticas, jurdicas o, como es el caso, la propia praxis del re-sentimiento no es posible. Amry, escritor que se identifica externamente comofrancs y que nunca podr dejar de escribir en alemn, de soar con los paisajesalpinos de su Austria natal y de sentir una enorme sensibilidad con propensin a laherida con todo lo relacionado con el judasmo y Alemania, expresar de formareiterada la enorme carga de Kollektivschuld que pesa en su consideracin deAlemania, culpa colectiva entendida como una suma objetivamente manifiesta de loscomportamientos individuales17.

    Este anlisis agudo de la quiebra de confianza en la realidad que le fue mspropia y querida, no elude las implicaciones que ello tiene para la propiaautoconcepcin, la de un sujeto que es vctima al mismo tiempo. Tenemos en suanlisis que volver a hablar de ese genrico triunfo pstumo de los verdugos, una

    perversin de la tica del mundo que hace sentirse culpables a aquellos quesobreviven, obviando a los verdaderos causantes de la muerte y aniquilacin. Estaperversin, una experiencia en principio introyectada en la conciencia individual demuchos supervivientes, adopta rasgos morales, lingsticos, polticos; puede ir desdeun simple sentimiento de culpa por haber sobrevivido, hasta el recuerdo de tantamuerte, infamia y vejacin, frente a las cuales el individuo fue incapaz de rebelarse;presentndose, en otras ocasiones, como afasia, como desconexin radical con laantigua patria de la que uno fue expulsado con violencia, nostalgia de un mundo delayer irrecuperable. Y, evidentemente, no deja de ser un triunfo de los tericos de lapureza racial el hecho de que intelectuales y escritores como Amry, Sperber,Morgenstern, Arendt, Anders y tantos otros, sin ninguna duda universalistas y gente deconciencia abierta, no volvieran a instalarse en Alemania tras el fin de la guerra,

    considerando, como en el caso de Sperber, que durante dos o tres generaciones paralos judos de mi especie seguir siendo indigno establecerse en Alemania eidentificarse con los alemanes18.

    El ensayo Resentimientos, uno de los ms crticos y polmicos del volumenMs all de la culpa y la expiacin, tal vez albergue, sostiene Imre Kertsz, una ideasecreta vinculada a la tarea de escribir. La pregunta por cules son las tentativas desuperacin de una vctima de la violencia, es la pregunta por las posibilidades derehabilitacin espiritual de un escritor. Y en este sentido, ms all de una simplistajusticia vindicativa y junto a la reivindicacin de la dignidad perdida que tiene en cuentala extensin del concepto de culpable, hay un problema poltico. En la respuesta queAmry da a la pregunta de Simon Wiesenthal, qu habras hecho t en mi lugar?, apartir del desarrollo de una reflexin conjunta sobre Los lmites del perdn19, indica con

    claridad que los conceptos culpa y perdn son teolgicos, ajenos a l y a sucomprensin del mundo: Perdonar o no perdonar se me antoja irrelevante20, por loque es un problema que slo puede contemplarse desde una doble perspectiva,poltica y psicolgica. Dando prioridad en su respuesta a la primera de lasperspectivas, ya que el simposio que propone Wiesenthal busca una aproximacingenrica ms all de testimonios personales, Amry afirma con rotundidad quepolticamente hablando, no quiero or nada que tenga que ver con el perdonar. Por lo

    17J. AMERY, op cit, p. 154.18M. SPERBER, tre juif, Paris 1994, p.15219 S. WIESENTHAL, Los lmites del perdn. Dilemas ticos y racionales de una decisin,

    Barcelona 1997.20op cit, p. 87

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    tanto, niego cualquier tipo de reconciliacin con los criminales, con aquellos que slopor casualidad no llegaron a cometer atrocidades y, finalmente, con aquellos que consus palabras ayudaron a preparar todos los inexplicables actos que se perpetraron21.

    Un escritor que testimonia porque l mismo es una vctima, slo puedelevantarse asumiendo el poder que otorga el derecho y la posibilidad de objetivar, decrear una obra que reconstruya la existencia victimizada, de poder expresar aquelloque debera ser o debera hacerse para devolverle el orden y el sentido al mundoinvertido por el asesinato: el hombre marcado y condenado a muerte, al que estepoder tir al suelo, recupera ahora el derecho a la objetivacin22. La posibilidad por lotanto de ser sujeto, hombre, yo, pero no, por supuesto, de alcanzar la paz. De modoque, la comprensin de las implicaciones polticas del problema tan slo nos coloca enla antesala del mismo. Amry habla de profundis como vctima que escudria susresentimientos23, y por ello la materializacin de ese haz de posibilidades que segeneran a partir de la obligacin de la escritura, est cercenado, en su caso, de origen.Convergen en esto dos circunstancias. Por un lado, encontramos la problemticainherente a la incapacidad de la escritura para subvertir el mundo de la memoria,

    trgica en este caso, dado que el yode los recuerdos es siempre tozudo y recurrente,ms propio a la conciencia que ese yoextrao producto de la creacin, y por lo tantoinsuperable. La experiencia inevitable en la vida del superviviente, ese saberinconmensurable, producto un sufrimiento inconmensurable, que permanece aferradoa la existencia del mismo modo que el nmero de Auschwitz. De otro lado, el mundo.La sociedad de la que el autor fue expulsado, la patria perdida, es contemplada conresentimiento, y no porque la justicia haya sido ms o menos eficaz con los culpableso porque el mbito de la culpabilidad fuese ms o menos extenso, sino porque no hapermitido que l redimiera y superara el desamparo que vive desde entonces. Enconsecuencia, la quiebra personal y social queda subsumida en una frustradadialctica histrica, donde vctimas y culpables parecen condenados a aceptar undestino comn.Ms all de la culpa y la expiacin, el resentimientocomo actitud moral

    nace cuando los supervivientes constatan que la historia se va a construir a espaldasde los vencidos:

    Me resulta imposible aceptar un paralelismo entre mi andadura y la deaquellos tipos que me golpearon con las porras. No deseo convertirme encmplice de mis torturadores, exijo ms bien que se nieguen a s mismos y meacompaen en la negacin. Las montaas de cadveres que nos separan nose pueden aplanar, me parece, mediante un proceso de interiorizacin, sino,por el contrario, mediante la actualizacin, la resolucin del conflicto irresueltoen el campo de accin de la praxis histrica24.

    Este resentimiento impide contemplar el futuro, asir la vida con nimo sereno;

    es un conflicto interno perturbador que slo puede superarse, ms all de una ticaconvencional bienintencionada, en el plano del debate y la accin pblica. Padecer elresentimiento es estar sometido a un estado antinatural y contradictorio, por lo que noes ninguna ventaja, ni un sentimiento superioridad moral o intelectual. La concienciaresentida, incapaz de sentir una verdadera paz y de pedir reconciliacin, desea algoimposible: desandar lo ya vivido y borrar lo sucedido25, un deseo que provoca las

    21op cit, p. 8822I. KERTSZ, El holocausto como cultura, en Un instante de silencio en el paredn, Barcelona1999, p. 78.23J. AMRY, op cit, p. 14024

    op cit, pp. 149-15025op cit, p. 149

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    ms de las veces dolor y nostalgia, tan slo soportables recurriendo a la ensoacin,un blsamo, en fin de cuentas, peligroso y con efectos an ms demoledores que losque se queran subsanar. Son los imposibles sueos en la voluntaria transformacinmoral de una nacin, que l encuentra por lo menos imaginable, slo imaginable, yque le introducen en un territorio que podramos caracterizar como de ensoacionesoptimistas26,donde imagina un pas en el que cada vctima pudiera vivir de nuevo, eimagina la restitucin de la patria perdida que tanto ocupa su mente. En el fondo, elalto grado de responsabilidad personal con la que afronta su imposibilidad de seralemn y su incapacidad para olvidar pueden ser entendidas slo si intentamosvalorar el significado especfico para Amry de sus orgenes como austraco deprovincias. Voralberg, donde la familia Mayer viva desde generaciones y elSalzkammergut, donde creci Amry, proporcionan un fondo y unos antecedentes a laemigracin y el exilio cualitativamente distintos que los que hubieran aportado Viena oBerln27.

    La distancia entre la formulacin de una tica de la reconciliacin, de undiscurso humanista al uso y la verdad moral de los golpes que an me resuenan en el

    crneo28

    , no es el deseo de venganza ni un sanguinario desagravio por lospadecimientos. Si todo se redujera a la aplicacin de un castigo ejemplar a losverdugos, probablemente el autor podra sentirse hasta satisfecho: Wajs, su torturadorde Breendonk, y Rudolf Hss, comandante de Auschwitz, pagaron en parte susculpas. La hipottica contricin del verdugo flamenco delante del pelotn que le fusil,sera suficiente si todo se limitara a una confrontacin personal entre vctima yverdugo, pero Wajs de Amberes no era ms que un caso entre mil, la pirmideinvertida sigue clavndose con su vrtice sobre el suelo29. El resentimiento es unsentimiento que no puede aceptar que algo de tal calado pueda resolverse,exclusivamente, en el mbito de lo anecdtico. Existe una culpa colectiva, pero, sobretodo, una enajenacin de la misma y, por lo tanto, su irresolucin, o bien, unamistificacin tan perversa de la misma que le hace perder su carga oscura y fatal,

    convirtindola en un simulacro de responsabilidad. Dice el Talmud que quienquieraque diga una palabra en nombre de quien la pronuncia trae la redencin al mundo 30.Es por ello que Primo Levi, comentando las palabras acusadoras de Eugen Kogon,para quien todos los alemanes fueron testigos de la multiforme barbarie antisemita,no tiene dudas en la trgica fundamentacin del supuesto desconocimiento aducidosiempre como atenuante de la culpa colectiva. Los alemanes no saban porque noqueran saber o porque queran no saber, optando por un estado de ignoranciaamoral injustificable: Saber y hacer saber era un modo de tomar distancia conrespecto al nazismo; pienso que el pueblo alemn, globalmente, no ha usado de ello, yde esta deliberada omisin lo considero plenamente culpable31. A todo lo largo yancho del Reich slo hubo odio o silencio cmplice, no se alz ninguna voz y aquellasexcepcionales voces que se alzaron lo hicieron en nombre de un Dios que no impela

    a gestos similares a las iglesias y asociaciones a las que pertenecan, las cualespermanecieron mudas ante la muerte.

    En la consideracin de esta culpa, Amry no olvida a los otros alemanes, alos buenos camaradas, que como nufragos emergan en medio de un mar detraidores al hombre e insensibles, algunos de los cuales permanecen en lo ms hondode sus evocaciones, con el temor de que, probablemente, su destino no acabara bien,

    26op cit, p. 16327W.G. SEBALD,Against the irreversible, op cit, p. 16228J. AMRY, op cit, p. 15129op cit, p. 15230

    Talmud de Babilonia, Megillah 15. La mxima es un comentario al libro de Esther (2,22).31P. LEVI, Si esto es un hombre, Barcelona 1987, p. 190

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    pero junto a esto y para su autntica comprensin -que es el nico procedimientoracional que puede ser til para la restitucin a las vctimas-, la Kollektivschuld: lasuma, devenida objetivamente manifiesta, de comportamientos culpables individuales.Ella subsume la culpa de cada alemn particular responsable de sus acciones yomisiones, de sus palabras y sus silencios- que se transforma en la culpa global de unpueblo32.Las generaciones que vivieron todo aquello, la Alemania que sobrevivi a supropia locura y que se convirti de nuevo, ms tarde, en la gran potencia europea, hansufrido el inexorable paso del tiempo. Los criminales de antao ya casi todos hanmuerto, descubiertos o encubiertos, rehabilitados o recalcitrantes. Sin embargo, en losaos en los que Amry publica su obra ensaystica (1964-1978), estos criminalesenvejecan con dignidad, la nueva sociedad alemana era el smbolo de lasposibilidades de regeneracin de un pas, haba cumplido con tanto rigor yapasionamiento aquello que el mundo occidental solicitaba de ella, que el olvido y elperdn haban dejado muy atrs los originales deseos de reeducacin de lainmediata posguerra. Atnitas, muchas vctimas, y entre ellas Amry, sintieron el pesocruel de la omnipresente paradoja, esa contrafigura del espritu de resonancias

    inequvocamente kafkianas, la condena de las vctimas:

    Insisto, la culpa colectiva pesa sobre m, no sobre ellos. El mundo, queperdona y olvida, me ha condenado a m, no a aquellos que asesinaron oconsintieron el asesinato. Yo y la gente como yo somos los Shylocks, no slomoralmente condenables a los ojos de los pueblos, sino tambin estafados ennuestra libra de carne. El tiempo ha consumado su obra. En silencio.33.

    Amry reconoce que no le resulta sencillo responder a la cuestin de si guardao no rencor a la juventud alemana por los crmenes de la generacin de sus padres yabuelos. En cualquier caso, polemizar con los colectivos juveniles de extremaizquierda que adquieren enorme relevancia en la vida poltica y social alemana de

    finales de los sesenta y principio de los setenta. Esta joven generacin intentabaoponerse a las instituciones de la RFA, desarrollando la resistencia al sistema quesus padres y abuelos no haban sido capaces de oponer al Estado Nacionalsocialista.Ello implicaba, obviamente, valorar como fascista el nuevo Estado y experimentarcomo fascistas sus acciones. Esta identificacin sacaba de sus casillas a Jean Amry,considerndola una peligrosa mistificacin y una celebracin de la confusin quepermita llamar al terrorismo lucha por los derechos civiles o por la creacin deespacios democrticos. Para que el asunto resultara an ms inaceptable, estosgrupos se solidarizaban con las acciones terroristas rabes y defendan veladamenteplanteamientos antisemitas, desde posturas simplificadoras que ignoraban lacomplejidad del mundo judo y que contradictoriamente terminaban atacando a partede las vctimas de aquellos frente a los que se rebelaban en Alemania.

    La distancia entre el autor y la joven generacin alemana, as como con partedel mundo intelectual ya prevenido en su contra, se agrand todava ms por su pleno,aunque no por ello exento de crtica, apoyo al Estado de Israel. No hubo, de hecho,ningn otro intelectual en la escena literaria alemana que defendiera la existencia deIsrael tan apasionada e inequvocamente como lo hizo Amry, de forma reiterada enlibros, artculos periodsticos, en forums y debates, fundamentalmente con estudiantesy jvenes de izquierdas. Cada amenaza contra Israel, que l visit por primera y nicavez en 1976, le provocaba alarma, y cuando, bajo el aspecto de antisionismo, creyvislumbrar rebrotes de antisemitismo, valor que su libro, publicado diez aos antes,no haba perdido ninguna vigencia y urgencia. Personalmente y de forma expresa dio

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    J. AMRY, op cit, p. 15433op cit, p. 158

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    a la nueva edicin de 1977 la intencionalidad de una advertencia, especialmente haciaesos segmentos de la generacin joven a los que sus desvaros ideolgicos habancomenzado a exponer, de forma evidente para Amry, a la causa antisemita34.

    Imre Kertsz difiere de Amry en el plano conceptual al considerar su opininsobre la vigencia o no del antisemitismo en Europa, por ms que comparta con l sucaracterizacin (ese asunto que compete del todo a los antisemitas, su vergenza osu enfermedad)35. En cierto sentido, le resulta sorprendente que alguien como Amryidentifique las muestras contemporneas de rechazo u odio a los judos con elantisemitismo de la poca de nuestros abuelos, colocando de forma explcita en elmismo plano antisemitismo y Auschwitz36. Eso es lo que los nazis intentaron transmitira la opinin pblica y todos los filonazis o neonazis de la actualidad siguen intentando,por lo que la misin del intelectual es prevenir contra esa mistificacin. Nuestra era noes la era del antisemitismo, sino la de Auschwitz37, un acontecimiento que no puedeexplicarse con los conceptos del antisemitismo vulgar, arcaico, porque el exterminio demillones de seres humanos no necesit solamente, para su concrecin y desarrollo, deantisemitas, sino de una perversa combinacin de maldad, discriminacin organizada

    y asesinato gestionado y tecnificado. Probablemente, la distancia conceptual quesepara a ambos autores, insignificante si se compara con la identificacin en elanlisis y la substancia del acontecimiento, est mediada por el hecho singular ytrgico en cuya comprensin estamos implicados, la imposibilidad de ser alemn,con todo lo que ello comporta, del judo austriaco Hans Mayer, Jean Amry.

    El resentimiento de las vctimas, actitud moral en la que se coimplica lopsicolgico y lo poltico, la necesidad de purificacin de la conciencia y el rechazo alestado social de inaccin de la responsabilidad colectiva, enfatiza, y ah se halla suethos, el conflicto no resuelto entre vctimas y verdugos. Su tarea -representarhistricamente un estadio en la dinmica moral del progreso universal y reemplazar laincumplida revolucin alemana-, excluye, como hemos visto, venganza y expiacin.Representa la aspiracin legtima, por parte de un humanismo radical alejado de

    connotaciones teolgicas o ideolgicamente frreas, de responsabilizar a la nacinalemana para que, en palabras de Enzensberger, Auschwitz sea el pasado, elpresente y el futuro de Alemania38. Esta advertencia y denuncia, realizada por unintelectual alemn, crtico implacable, al igual que Grass, Bll, Bernhard, Habermas ytantos otros, del olvido de las implicaciones de la Sho, siendo honesta y valiente,carece de las connotaciones y de la profunda repercusin personal que tiene para lavctima. Sin la cobertura de un entramado sociocultural crtico, de un mundo deinterrelaciones nacionales que le permitieran sentirse como uno entre otros, el judoparia de corazn alemn y conciencia desgraciada siente que el progresivo paso deltiempo y la perpetuacin del olvido, amplificado por ese decurso, hacen que todo seapeor de lo que haba previsto: el envejecimiento personal y cultural, el avecinarse deloscuro compaero que camina a mi lado y me llama con insistencia profiriendo las

    palabras inquietantemente ntimas....ven, amigo mo39. El resentimiento no encuentraconsuelo ni liberacin, simplemente se recalcitra en el fracaso de la vida truncada, delyoperdido, de la existencia deshecha y en la imposibilidad de seralgo diferente a loque ha sido obligado a ser, una vctima. La irreversibilidad del tiempo es imposible deparar, no se puede invertir el pasado y la vctima, siempre culpable, termina

    34S. ROSENFELD, Jean Amry: the Writer in Revolt, en At the Minds Limits, Londres 1999, p.10935J. AMRY, op cit, p. 181; I. KERTESZ, op cit, p. 8236J. AMRY, op cit, p. 19037I. KERTESZ, op cit, p.8038

    J. AMERY, op cit, p. 16239J. AMRY, Revuelta y resignacin. Valencia 2001, p. 13

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    arrepintindose de lo imposible, de lo que ya no tiene valor o tiene tanto que se pierdeen su transcendencia:

    Ahora ya es tarde; el sentido de la vida, un sinsentido, si lo pensamosdos veces, est acumulado ya en l, la realidad ha sumergido lo que antao fueposible, el barro ya no se deja moldear entre sus manos. Ahora la ocasin yase ha escapado y dirija a donde dirija la mirada, aparece escrito en la pared:nunca ms40.

    Bibliografa.

    J. AMERY,Revuelta y resignacin, Valencia 2001. -------------, Levantar la mano sobre uno mismo. Discurso sobre la muerte

    voluntaria, Valencia 1999 ------------, Ms all de la culpa y la expiacin. Tentativas de superacin de una

    vctima de la violencia, Valencia 2001 G. GRASS,Artculos y opiniones, Barcelona 1996 K. JASPERS, El problema de la culpa, Barcelona 1998 KERTSZ, Un instante de silencio en el paredn, Barcelona 1999 P. LEVI, Si esto es un hombre, Barcelona 1987 H. MAYER, La literatura alemana desde Thomas Mann, Madrid 1970 S. ROSENFELD, Jean Amry: the Writer in Revolt, Londres 1999 W. G. SEBALD, Sobre la historia natural de la destruccin, Barcelona 2003 Against the Irreversible, Londres 2003 M. SPERBER, tre Juif, Paris 1994 G. STEINER, Lenguaje y silencio, Barcelona 2000 S. WIESENTHAL, Los lmites del perdn, Barcelona 1997

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    op cit, p. 33

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