Jair

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Novela, Con Enormes Tacones.

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  • Primera edicin, diciembre 2004.OJair Camet.Con enormes tacones.

    aBlEdiciones Giser & Toshka.Fuente Bella, # 13, Hacienda Fuentes de San Jos, col'San Juan Tlihuaca, Nicols Romero, Estado de Mxico'c. P. 54466Tel. 5996-4468 Y O4455-5466-3957

    Portada: De tacones, Enrique vila, 2004'Cuarta de forros: Velorio, Enrique vila, 2004'Vietas: Enrique vila, 2004.

    Estrictamente prohibida la reproduccin parcial o totalde la obra, bajo cualquier medio, sin la autorizacinexpresa del editor'

    Para mis abuelas

    t Saa Rubio de Camet

    v

    Mara Luisa Alonso de Alvarado-

    Para mis mams

    Margarita Alvaado Alonso

    v

    Carmen Ros Aguirre.

  • Quiero escribir contigo una historiaque no se ha escrito. Es difici1, s quelo es. pues cuesta cerrar los ojos. nopara dejar de ver, sino para hacer unviaje al interior de uno mismo. Mi vida

    comenz por el principio, que es el hn, segnlos caminos que marc el Tarot. Hay algomagntico y fascinante en 1. No hay dospersonas que reaccionen del mismo modofrente a estas ca-rtas extraas y luminosas,pero 1o que no cabe duda es que nadie olvidala primera vez que las consulta. Ser sincero,yo no crea en este orculo que se havulgarizado por la existencia de chalatanes.IJn buen da la curiosidad me impuls.

    La prirteravez que consult el Taot fuecon una amiga, experta en artes esotricas \-cartomancia. Un lugar ntimo y tranquilo.Para m, ella representa 1a abundancia, elequilibrio, la fuerza y e1 sentido comn; es migua. Tiene una feminidad robusta, como siconcentrara la felicidad. Cuando llegu a suconsultorio, el olor a sndalo se expanda portoda la habitacin. De una cajita de maderasac las cartas que comprenden 22 arcanosmayores y 56 menores. Me pidi que lasrevolviera tres veces y que formulara unapregunta. "Cul es mi misin en estemundo?", pregunt sin mucho pensar.

  • Jair Camet

    El Tarot es la manifestacin de unconsejero-gua. El primer arcano, el nmerocero, representa el espritu, el viaje' Unaexperieniia semejante a la de estar parado altimino de una vereda y donde, de la nada,aparecen caminos:los viajes mgicos' Latectura del Tarot representa un viaje que esnecesario estar dispuesto a hacer, pues revelatemores y angustias del inconsciente; te indicaqu has hecho en el transcurso de tu vida ypor qu. Pero tambin seala las puertas queebes abrir para continuar. Eso, si entiendesque 1a existencia es un viaje que nos conduce io desconocido, pero con significado' Ques e1 futuro? Un buen plan sin tiempo, quetrazalo inseguro.

    La mujer coloc sobre la mesa trececartas formardo un circulo. Gir la primerapara responder. Se trataba de la fr'gura de un-"go q.ri representa la voluntad personal, ladesireza y la astucia. Con la seguridad de unestrateg militar dio su sentencia a travs dela voz de mi amiga: "Tu misin en la vida tieneque ver con la creatividad, las palabras y sufterza". Era como un acertijo, pues no leencontr relacin con mi vida, pero sent queen ese momento empezaba a germinar lacuiosidad de resolver el enigma. Adnde mellevaria?

    La segunda carta que observ fue la delcarro que simboliza la adversidad, posi-blemenie ya superada, la influencia conflictivay 1a evasin de la realidad. "Necesidad deievisin". No entend las pa.labras de mi amiga,pero la imagen hizo que reviviera mis primerosrecuerdos.

    Nac en La Prensa, una clnica pequea

    Con enOrmes tacones

    a un lado de la Baslica de Guadalupe. Esatarde nacieron seis nias antes que yo, sihubiera sido el tercero o el quinto habra sidomujer. Yo fui el sptimo, un nio de grandesmejillas, ojos rasgados y abundante cabello.Mi abuela, segura que yo sera mujer, habacomprado nicamente ropa color de rosa, asque mis primeros atavos fueron de nia. Miabuela no podia creer que yo fuera hombre,entr a la habitacin, me oli la cabeza

    -soseran sus carios-, desat mis ropas paraaclarar sus dudas, me revis y dijo que seraun nio diferente.

    Seguimos con la tirada, apareci elermitao y se encontraba de cabeza. Quisegirarlo, pero no me lo permiti. En esa po-sicin representa la imprudencia, juiciosincorrectos, inmadurez. En 1o poco queentenda y con lo que podia ver, era elatolondramiento.

    Cuado estaba en 1a secundaria queratener mucho dinero, viaj ar por e1 mundo, te-ner un auto nuevo, ajuares caros y comprarlea mi abuela una casa grande. Tener tiempopara leer y escribir mis pensamientos sobrela dualidad que me haba tocado vivir: fui elnico de todos los alumnos que eligi el ta1lerde Cultura de Belleza.

    Mi madre trabajaba por las ma.anas enun hospital. Yo estudiaba 1a secundaria en elturno vespertino. En cuanto ella sala atrabajar, yo corra a su armario para probarmetodos los vestidos. En el cajoncito de su tocadorguardaba un gran estuche de maquillaje. Mepintaba los ojos como un ancho aco iris.Caminaba entre nubes, con enonnes taconesde alfiler, por el pequeo departamento.

  • .lair Camet

    Una maana casi me descubre Comotodos los das, me habia disfrazado de mujerfatal con una ajustada bata de encaje y mecalc con aqueilas zapatillas de charol negro'Me senta la mujer ms bonita caminando entorno a 1a mesa del comedor, aunque medolieran las plantas de los pies. Ya estabaguardando 1as ropas en e1 clset, cuando miadre abri 1a puerta. Se haba sentidoenferma y 1a mandaron a casa.

    Yo era buen estudiante. casi siempreobtenia notas altas. Nunca le di problemas ami madre en la escuela ni fuera de sta, msbien le resolva el trabajo y las respon-sabilidades domsticas. Sin embargo, mesentia culpable por vestirme como ella a susespaldas. No estaba bien. Yo era hombre' nomujer. Yo era el van de 1a casa.

    Mis compaleros de escuela me insul-tabal, casi nadie me diriga la palabra, era elraro, e1 jotito, el maricn. No encontr va.lorpara contarle todo eso a mi madre Lanecesitaba. Pero, un buen o maL dia, la sub-directora se me adelant y la cit. Queriaplaticar sobre mi comportamiento; no serala primera vez.

    Ya en una ocasin' cuando cursaba laprimaria, una maestra convoc a reunin alos padres de familia. En esa junta se hablde mi comportamiento. Una nia habiallevado a la escuela una linda bolsita condibujitos de caricaturas y-se la quit para vercmo la lucira yo. La profesora arm tre-mendo escndalo. Delante de todos miscompaeros mi madre me goiPe Parasolucionar el Problema.

    As que en esta ocasin el miedo era

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    mayor an. Para qu llamaron a mi madre?No pude dormir durante esa semana, incluso,pens en terminar con mi vida. No queriahacerlo, pero no encontraba otra solucin. Elda lleg. Nos presentamos con la sub-directora. No me permitieron acompaarlasa la oficina, esper afuera. Cuando mi madresali, dijo que hablaramos en casa. Su caraexpresaba sentimientos confusos: vergenza,dolor, rabia y consternacin. Comenc atemblar de miedo, corri al bao de la escuelay no sali en toda la tarde. Tena mucho miedo,pero tambin perplejidad: no entenda nada.Por qu queran que fuera alguien que yono era? Es como si le pidieras a un conejoque maullara, slo porque tambin tienebigotes.

    Al llegar a1 departamento, mi madre yaestaba sentada en su silln favorito, viendosu telenovela. No hizo ningn comentario,hasta que yo inici la conversacin. Preguntde qu haba hablado con la subdiectora. Norespondi.

    Me sent en una silla del comedor.Escuch preguntas que no pude contestar.

    -Qu te hace falta? -dijo mi madre.-Nada.-Qu necesitas?-Un amigo -respond, y termin lapltica.Al dia siguiente encontr en casa una

    gatita blanca con ojos grandes de coloramarillo y con una larga cola satinada. Lallamamos "Vernica", el nombre que yodeseaba para mi. Era muy bonita, pero no

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    la queria. Yo quera alguien con quienplaticar.

    La gata se convirti en una intrusa queacaparaba las atenciones que me corres-pondan. Vernica poda dormir con mi madrey yo no. Nunca la quise, aunque, siempreresponsable de mis labores domsticas,estuve pendiente de su comida y de suhigiene.

    Vernica tena un valor: saba guardarmis secretos. En el camino a la secundaiahabia una pequea boutique de ropa. En elmostrador exhiban un hermoso vestido colorde rosa con grandiosas flores tejidas con hilosbrillantes y lentejuelas de plata y oro. Entrpara saber el precio, era muy cao. La dueade la tienda crea que la prenda era para unregalo. Dije que yo 1o usara. La mujer sufriun impacto por la revelacin. Sal de la tiendapensando cmo podra obtener el dinero paracomprar mi sueo.

    A slo dos calles artes de llegar a laescuela, casualmente solicitaban un mu-chacho en una pastelera. Entr a pedir elempleo, una seora me atendi amablemente.Pregunt que cunto queria ganar. Yo le dijeque setecientos pesos por da

    -se era elprecio de mi vestido-. La mujer sonri: erael sueldo de un mes. Acept.

    Comenc a trabajar a escondidas de mimadre. Apenas ella se marchaba al hospital,yo iba a la pastelera. Llevaba el uniforme dela escuela en la mochila. El tiempo se fuevolando, junt el dinero necesario y comprmi primer vestido de fiesta. Renunci alpuesto.

    Era viernes. Estaba so1o. Saqu el

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    vestido que esconda bajo la cama, quiseponrmelo de inmediato, ya no resistia lasganas de sentirlo en mi cuerpo. euerarecostarme en esas flores bordadas conesmero, dej ar pasar las horas y sentirme unadama frgil y calmosa. No me cansaba detocalo. Deba banarme antes de verlo en micuerpo. Recost la prenda sobre mi cama yentr al bao para purificarme.

    _

    Me rasur las piernas, las axilas y elpecho, y me depil las cejas. Tall mi cuerpocon fuerza. Al salir del bao las lilas. losjazmines. las rosas y las sutiles y refindasorquideas estaban manchadas. La gata sehaba cagado sobre mi vestido! Sin psarlo,tom un cinturn._

    La estrangul y con un cuchillo le saqulos ojos. La puse, ya muerta, sobre la misapara esperar la llegada de mi madre. No parde llorar. La noche lleg y con ella la mujerque ahora odiaba. Vindola a los ojos le gritque yo haba matado al animal y que megustaba ponerme sus vestidos.

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  • Las cartas hablaban sin emitirsonidos. me asustaban. por quconocan mi recorrido por la vida?Gir otra carta, era el arcanonmero trece. La carta sin nombre.

    Pens que no llegara a viejo, que morira a1salir del ahora ttrico consultorio. Mi amigahablaba de algo que vivi.

    Llegu temprano, todava no abran 1atlapaleria "La ilusin". Me sent frente a lacortina de meta.l. Sentia un poco de fro; e1sol estaba retrasado: eran casi las nueve dela maana: tal vez e1 astro haba decididotomar un descanso, como yo, que llevaba casiun semestre sin presentarme a clases.

    El sonido de un auto que se estacionabainterrumpi mi pensamiento. No me percat,pero la tlapalera ya estaba dando servicio.Una anciana limpiaba el mostrador con unafranela hmeda, el trapo pareca tan pesadocomo una lpida de hierro.

    La salud dndole los buenos dias, conuna breve sonrisa me devolvi el saludo."Qu 1e damos?", pregunt amablemente."Una nueva vida", contest. No me entendi,lo pude ver en su gesto. Ofrec una disculpaargumentando que el olor a herbal de sulimpiador me habia hecho pensar en el jardindel Edn.

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    -Est usted muy enamorado?-Si, deme por favor dos frascos de losgrandes de veneno para ratas.-Tienes muchas ratas en tu casa?-No, slo una y es grande -dije.Saqu el dinero de la bolsa del pantaln,

    pagu y guard los frascos en mi mochila."Que tenga buen da! Gracias".

    Camin rumbo a.l parque, quise llorarpero me contuve. Al pasar por la boutique medesped de ella, como si fuera una amiga;tambin de la farmacia, la iglesia, la dulcera-y hasta del viejo telfono pblico que siemprese coma mis monedas.

    Al llegar al parque me sent en unabaca de cemento y comenc a comer la tortaque mi abuela preparaba para m todoslos dias y que yo recogia terriprano. En losprimeros bocados se me llenaon los ojos delgrimas. Le causara una pena muy grandecon mi muerte. Rpido me limpi la cara, elperrillo de una familia me ladraba con muchainsistencia; el dueo lo apart y se detuvieronfrente a m a jugar con la pelota. "Cmo no semuere algn miembro de la familia para quedejen de ser tan felices", pens. Camin deregreso a mi casa.

    Entr a mi cuarto y dormi el resto de lajornada- Despert. Quera baarme, no lohaba hecho en tres das. Odi mi aspectoporque la barba cubra grn parte de mi cara,el cabello era una maraa de grasa y mugre;mi cuerpo despeda un olor como a garbanzosacedos.

    Desnudo, vi ese cuerpo que se reflejabaen el espejo del bao. Debajo del vientre

    Con enOrmes tacones

    colgaba una bolsa con dos albndigas y unpequeo gusrno arrugado. "Por qu no fuimujer?", grit mientras me golpeaba la cabezacon ambas manos. Castigu mi cuerpo: loquem con el agua caliente de la regadera,las gotas caian como lluvia cida queulceraban mi cane. Me ardian, me llagaban,pero sin alivio en donde lo necesitaba.Dnde?

    Al salir del cuarto de bao, mi malhu-morada madre ya estaba de regreso y tenaganas de discutir. No realic las tareas queme encomend. La tarja rebosaba de trastespringosos, el cesto de la ropa sucia iba areventar, los granos de azcar se esparca-npor todo eI piso de Ia cocina. Una vecina entrsin llamar a la puerta, estaba asustada, habasido testigo de un accidente terrible cerca denuestra casa. Nos sentamos para escucharlos pormenores. Cenamos y reimos comopocas veces. Me despedi dndoles un beso debuenas noches; siempre he sido atento conlas visitas.

    Cerr con liave la puerta de mi cuarto ypuse sobre el tocador tres cartas: una dirigidaa mi abuela, la otra a mi madre y la ltima ami padre, a quien nunca conoc. De mimochila saqu los frascos de veneno pararatas. Contenan unas hojuelas de color verdeoscuro. Las cont una por una. Sumaba msde trescientas. Por un lado estaba decidido,sin embargo, tena miedo. Por otro, quhacer conmigo? Mi exrstencia era un error;a quin atriburselo para que cargua conla responsabilidad? "Con setenta hojuelasser suficiente", pens y tragu. El sabor eraterriblemente amargo. Debajo del colchn

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    tom un frasco de pastillas para dormir. Noquera sentir do1or...

    Despert en la maana con miles detaladros atravesndome el estmago. Corr a,1bao. pero a medio camino comenc aexpulsar el veneno por arriba y por abajo.Quise gritar, pero me contuve. No quera quemi madre se diera cuenta. Vomit sangre unpar de veces. Llor porque segua con vida yeso era ms doloroso que el incendio interior.Qu fuerza superior a mis propios deseos seopuso a mi voluntad y para qu? Nadie seenter de lo que llama incidente. Me prometique la siguiente vez sera ms eficaz.

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    Sal del trance cuando mi amiga mepidi que abriera una nueva carta.Era el turno de la rueda de lafortuna que simboliza las gananciasespeciales o prdidas inslitas. Una

    desviacin dentro del viaje a mi interior.Al terminar la secundaia, consegu un

    trabajo que consista en vender enciclopediascasa por casa. No era un buen empleo paraalguien que anhelaba ser uno de los sieshumalos ms ricos de1 mundo, pero siempretocaba con gusto 1a puerta a la que llegaba.Yo estaba seguro de que me compraran algnmaterial.

    No es un trabajo fcil convencer alcliente de que la mercanca que est ad-quiriendo no es un lujo, sino una necesidadineludible, sobre todo si se trata de libros.Muchas veces me cerraron la puerta antes deenumeran- las maavillas de contar con estaherramienta en casa. Todavia recuerdo elspeech que utilizaba para la venta. primerome presentaba, saludaba a la persona que,regularmente molesta, abria la puerta.Rpidamente le daba a conocer 1a enciclo_pedia. Los clientes, pobres, nunca teniandinero.

    Cansado de recibir malas caas, decidiconseguir otro empleo. No tuve suete. pedian

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    numerosas recomendaciones con las que nocontaba. Aunque habia tomado el taller deCultura de Belleza en la secundari.a, notena experiencia. Cansado de buscar yno encontrar una mejor oportunidad, empren-d un viaje que sin saberlo, sera un rito deiniciacin, como lo revelarian arlos despuslas cartas del Tarot.

    Con los pocos ahorros con los que con-taba, trarnit mi pasaporte. No me fue fcilconseguir la visa a los Estados Unidos, perodespus de recorrer largas filas y utilizaridotoda mi astucia, 1a obtuve. El dinero se mehaba terminado, asi que consegu otracantidad con una ami.ga que lo prestaba conmdicos intereses. Solamente tuve que deja-r,como garantia del prstamo, un apaatoestereofnico que equivala a un mes desueldo.

    Compr mi boleto de autobs a la fron-tera de Ciudad Jurez que est cerca de ElPaso. Fueron drecrocho horas de viaje.Durante la travesia pude ver pasar mi vida,desde mr nacimiento hasta ese entonces.

    Me senti como debe sentirse una lindaave sin plumas. Mi madre es de Huetamo,Michoac. Viva en una casa pequea; habaestudiado para maestra de primaria. LeotorgaJon una plaza labora-1 en una rarcheriade Guerrero, asi que tuvo que abadonar sucasa de soltera. En complicidad con miabuela, huy de su hogar, porque mi abuelono comulgaba con la idea de que las mujerestrabaja-ran como los hombres. Duraate el viajeque emprendi conoci a un hombre, quiense diriga al mismo sitio que ella. Este hombresera mi padre, aunque ninguno de los dos 1o

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    supiera an. No corrozco con precisin lahistoria, pero tratar de reconstruirla. Cuandoestos dos jvenes llegaron a cubrir suspuestos como maestros rural.es, los recibieroncon un telegrama que informaba sobre lamuerte del que habra de ser mi abuelopaterno. Mis padres ya eran amigos, dice mimadre, pero yo sospecho que habia algo ms.Ella lo acompa a darle el ltimo adis.

    La familia de mi padre vivia en condi_ciones lamentables: pasaban hambres,contaban con suministros menores a los in_dispensables para vivir. Vendian ropa en losmercados, as que con los gastos del funera.lquedaron en la calle. Mi madre, al ve estasituacin, le prest a mi padre todos susahorros para que la familia reiniciara elnegocio. Era diciembre y la nostalgia embriaga esta muchacha inexperta y vulnerable. Secrey enamorada de un hombe a quien nos cmo ca-lificar, porque no le guar:do rencor.Tal vez no me engendraron con arnor.

    Cuando mi padre supo que me estabaformardo en el vientre de mi madre, no quisosaber ms de nosotros. Nos corri, y de aqueldinero que le habia facilitado mi mam, ledevolvi un poco. Asi fue como emprendi miprimer viaje en el seno de mi madre. Llegamosa Cuernavaca; pedimos ay'uda a una tia. Nosrecibi con gusto. Ella era enfermera ytrabajaba en el Seguro Social. yo ya tena tresmeses habitando en el cuerpo de aquellamujer sola y confundida.

    Lo primero que hizo la ta Isabel fuemandar un telegrama a mi abuela parainformarle que nos encontrbamos bien_Despus consigui que mi madre trabajara

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    en e1 mismo lugar que ella. Para poderingresar nos hicieron diferentes pruebas quepasamos con xito, pero faltaba la pruebafinal: el exarnen mdico. Si descubrial queyo ya eista, no consegui.ramos el empleo.

    Llegamos temprano a 1a cita. Mi madreme pidi que me quedara ca-lladito y que nome moviera. Toc la puerta de1 consultorio ynadie contest, esper un momento y toc porsegunda vez; no recibi respuesta. Decidimosseguir esperando. Habian pasado ms deveinte minutos desde la hora citada. Mi madrese puso de pie frente a la puerta, toc portercera vez y nadie contest; gir la perilladespacio, y sin hacer ruido, abri despacio 1apuerta. Peg un grito de sorpresa. El mdicose encontraba con unajoven, en una situacinpoco profesional. Yo diria que escandalosa.Asustada, mi madre ofreci disculpas. "Lonico que necesito es que firme estosdocumentos", dijo. El, sin revisar aquellosdocumentos, los firm. Era todo lo que nosfaltaba para comenzar a limpiar el enormehospital.

    Los problemas llegaron rpido. Todaviano recibamos el primer pago por nuestrotrabajo. Mi madre coma por dos y los gastosde 1a casa aumenta-ron. La ta lsabel, quienadems estaba harta de los problemas consu marido, aconsej a mi madre que semarchaa a la capital. Tramitamos su cambioy rpidamente se 1o otorgaron. Escribi untelegrama a mi abuela para informarla delos nuevos planes. Pasaron tres das Eratemprano, todava no sala el sol cuandollamaon a 1a puerta: era mi abuela con mistres tas.

    Con enOrmes tacOnes

    Cansada de los golpes y maltratos, miabuela haba dejado a su marido. As quejuntos llegamos 1os seis a la capital. El pocodineo con el que contbamos alcanz pararentar un cuarto de 1minas de asbesto en laazotea d,e una oscura vecindad. Mi madrecompr un par: de camas, una pequea estufa,cobijas, una sartn, dos cacerolas, cincoplatos y cinco vasos. Tenamos que ahorrarpara el parto, ya que no poda nacer en eIhospital donde trabajbamos; oficialmenteyo no exista. Todos los das, antes deentrar a 1a clnica, mi madre me peda queme escondiea y que no hiciera ruido. Yo mepegaba a sus caderas para no abultar suvientre.

    Al salir del hospital, pude sentir el calordel sol sobre mi pequeo cuerpo. Antes dedirigirnos a casa, visit por primera vez a laVirgen de Guadalupe. Mi madre me ofreci aella, le pidi que me cuidara y que nunca 1efaltaran fuerzas para superar cualquieradversidad.

    Con tantos recuerdos que dolan, sentiganas de salir corriendo del lugar. Yo no creaen esas chaJlatanerias. Mi amiga me tom delbrazo. No para detenerme, sino para querecordara que no estaba so1o. En ese momentono comprend sus palabras. Ahora me acom-paan todos mis dias. "La necesidad deaprender a observar, de guardar silencio paraintroyectar el mundo en tu proceso de des-cubrir algo nuevo". Recordar para ordenar.

    La rueda de la fortuna insisti enllevame al autobs donde yo viajaba haciala frontera. Haca calor, se vea a travs delas ventaillas. El desierto no estaba desnudo

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    del todo. Apenas si cubra su aidez con cactusy piedras. Msica nortea se escuchaba desdela cabina del conductor. Redova y acorden.Me senta solo, tena miedo, pero lo apri-sionaba en mi pecho. Estaba tenso, con ganasde llora. Me contena. De la bolsa de la camisasaqu ei rosario que mi abuela me habaentregado. Lo bes y comenc una oracin.Le pedi al ser Supremo que a mi regresoningn miembro de mi familia faltara.

    Al llegar al cruce de la frontera me recibiun hombre alto. Su piel era oscura. No entendsus palabras, hablaba en ingls. Por intuicinle mostr mis documentos. l oprimi unbotn que marc una luz verde. Asi dej atrsmi nacin y a toda esa gente que no pudocnrzar para conseguir una oportunidad, mejorvida, un sueo.

    Compr e1 boleto para Sprint, Texas.Mora de sed y cansancio. Traa conmigodoscientos dlares. De nada sirve el dinero sino sabes cmo gastarlo. Me acerqu a unamquina de refrescos, la toqu, la observ, leped de favor que me vendiera una bebidapero, claro, no contest. Lleg el "bus". Lemostr mi boleto a-l conductor y viaj cuatrohoras ms. Mi apuesta era gastar y ganar parallegar a una meta que desconoca. En esemomento mis pies ya no respondar a missumas y restas. Mi cabeza se vol, se perdisoando con mi cama, una rebanada de pastely un vaso de agua de jamaica. Tena 19 anos.Qu se hace con eso?

    Al llegar a mi destino, el cielo pateciauna cobija de colores deslavados. Busqu untelfono para comunicarme con una prima.Ella me habia ofrecido hospedaje. Nadie

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    contest. Eran las seis de la tarde. Esper unmomento; nuevamente llam, no recibrespuesta. El temor se apoder de m. Intentuna vez ms, escuch la voz d,e mi prima.Hablaba en ingls, pero aJ reconocerme pasal espaol. Pronto lleg a-1 rescate.

    Necesitaba fuerza para to salir corriendode la intimidad del consultorio. Y sa fue lacarta que descubri, representa e1 valor, lahabilidad innata para la conquista.

    Toda ia familia me recibi con gusto.Charlamos hasta altas horas de la noche, peroyo estaba totalmente confundido; hablabanspanglish y me resultaba una lengua extra-sima. En un pequeo departamento vivamis tios, primos, primas y sus respectivoscnluges e hijos. Conmigo sumbamos trecepersonas.

    Despus de recibir una pequea expli-cacin de cmo es la vida por aquellos lugaressal a buscar empleo. Mis familiares hacantoda clase de cosas: uno de mis primostrabajaba en una fbrica donde producen tubode P.V.C., es de mi edad. pero se veia mayorque yo, como si fuera mi padre. Su laborconsista en cortaf los tramos del material.Para soportar el intenso calor de la planta,sumerga los pies en baldes de agua.

    La primera vez que busqu empleo, miprima me acompa y advirti que debapararme en una esquina y esperar a que unacamioneta se acercara. As lo hice. Consegutrabajo ese mismo da. Consista en des-plumar, lavar y partir pollos. Pareca fcil, peronunca imagin las condiciones en las quetendra que realizar mis labores.

    La entrada era a las seis de 1a maana.

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    Tenias que ser puntual o te despedan. Undia desplumabas los pollos en una habitacina ms de treinta grados. Al siguiente 1oslavabas. Terminabas completamente mojado.El tercer da los partas en unos congeladoresa tres grados bajo cero.

    E1 patrn exiga rapidez y eficiencia. Yoganaba cuatro dlares por hora trabajada. Alos diez dias ya no poda habla a causa deuna severa infeccrn en la gal:ganta. Decrddejar ese empleo y buscar otro. Todos con-tribuiamos a los gastos de la casa. Vivir tieneun a.lto precio en ese pais.

    En la pollera conoc a alguien como yo.Se llamaba Juan, pero peda que le llamaranBrigitte. Tambin vena de Mico y se parabaen las esquinas por razones diferentes. Meplatic que un buen da se habia quedado sinempleo. Se encontaba cursando en Mxicoel primer semestre de la carrera de DiseoTextil. Es dificil conseguir rpidamente untrabajo de medio tiempo.

    -iQu hiciste? -pregunt.-Coger y cobrar -contest.Ese momento descubr que amar podia

    tener un precio.

    -Cmo empezaste? -quise saber conmiras al futuro.Una noche sali con un peinado ex-

    travagante, las piernas depiladas y maquilladocomo "mueca nueva". Camin por una calleancha hasta 11egar a un semforo. En unautomvil rojo, un hombre, panrzn y con la

    Con enOrmes tacOnes

    cara marcada por el acn, se detuvo parapreguntar cunto cobraba. No supo qucontestar y el cliente se fue. pero un dia,camino a la universidad, un hombre atractivo"de ojos grandes, cuello alto y piernas 1argas,,entr al vagn del metro, era la estacinBalderas. Se desocup un asiento al lado demi amigo. El hombre se sent v vea a'Brigirte" de reojo. pregunt la hora. Res_pondi y comenzaron una pltica. ,.En qutrabajas?", pregunt el pasajero de las piemaslargas. Mi amigo, ms envalentnado,contest que sostenia sus estudios univer_sitarios con la "generosidad,, de algunoshombres. El de los ojos grandes sac de suportafolios una tarjeta de presentacin y dijoque lo esperaba al otro da en un hotel a lasdiez de la maana. l no era de la ciudad,habia llegado de Monterrey a una confe_rencia.

    -Y cunto le cobraste?-Ochocientos pesos

    -contest, peromenta.-Ay, es mucho dinero

    -dije con ganasde no volver a ningn trabajo parecid a lapolleria.

    Brigitte subi por las escaleras al cuarto.Era elegante y tranquilo. El hombre lo recibien bata de bao, hablaron y tomaron caf. Miamigo no se qued con la duda y le preguntpor qu viajaba en metro ,,si se notaba que nole fal ta ba dinero".

    -Es que as conozco gente interesante-aclar el cliente.

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    Terminaron la bebida aromtica y elhombre se descubri el cuerpo. "Era hermoso.Qued en trance, pero sa-l cuando l se pusodetrs de m y pas sus brazos por mi torsopara desabotonarme la camisa." Brigitteasegur que por un momento sinti terror alver que la experiencia si sera real. Intentdecir algo, pero las palabras no llegaron a suboca. El hombre lo desvisti y se mont sobre1. Brigitte qued sepultado bajo capas demiedo, confusin y pnico. El de las piernaslargas haba iogrado lo que se propona. Miamigo sinti una quemazn en 1a garganta,estaba a punto de llorar, pero no podiasoportar la idea de que el hombre 1o vierasollozando, adems de desnudo. Contuvo laslgrimas, la vista se le empa, algo duro saliay entraba por su boca. Crey que el tiempo sehaba detenido. El hombre gir el torso deBrigitte y empez una grrn actividad encimade mi amigo. Debe ser terrible una humi-llacin de esa clase, porque no slo hace msvulnerable al humillado, tambin lo denigra.Y la dignidad es una de las cosas con las quecuenta el ser humano; si se pierde, se despojade su propia humanidad. Brigitte sinti todotipo de movimientos dentro de su cuerpo.Finalmente, el hombre se dej caer empapadode sudor. "No me gust nada estar pegado a1, pero no se movi durante un buen rato."

    El de los ojos grandes se levant depronto y fue al bao, atesde cerrar la puerta,djo: " Te gust? No supe qu contestar. Mevest como pude, temblaldo. Tena que llegara la universidad, pero no saba cmo decirleque me pagara". Cuando el hombre sa-li delbao, Ie pidi a Brigitte que se quedara con

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    1. No podia, tena que llegar a clase. ,,Le dijeque ira a la escuela y que regresara. paraque no se fuera me llev las llaves de lahabitacin." Pero mi amigo no pudo con-centrarse en el aula. Su cabeza estaba hechajirones. Corri de rrrelta al hotel. Et hombrese haba ido. Brigitte no recibi ningn dineropor aquella humillacin. 'sa fue m primeraexperiencia. Ahora ya no me pasan esas cosas.Tena un a-o trabajando. Me conocen comola Miss Balderas."

    Aunque parezca raro, al escuchalo minostalgia me haca extraar el agrio olo delmetro. Cuando uno est lejos de su tierraa,ora las cosas que estando all hasta detesta.Aquel travesti viaj a los Estados Unidos paraconseguir un sueo, quera juntar el dineronecesario para pagar una ciruga que iecambiara el sexo.

    Yo tambin tena este sueo. S per_fectamente en qu consiste la cirugia. Sedivide en cinco etapas. La primera, es unexamen psicolgico que no tiene tiempodeterminado paa su trmino. La segunda,isuna terapia siquitrica sin fecha de expi_racin. La tercera, consiste en un tratamientohormonal que sirve para corregir lavoz y paraeliminar la salida del vello en la cara y elcuerpo. El tratamiento es carsimo y puededua ms de quince meses. La cuarta etapase llama de resignacin y consiste en vivirvestido de mujer todo el tiempo y paracualquier circunstancia. La prueba dur unao. Si por alguna razn no superas algnpunto se niega la ciruga final. Es una menraque el pene se corta y se tira a la basura. Elmiembro se corta a 1o largo para formar los

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    labios superiores e inferiores. Los testculossi se extirpan. Para que la nueva vagina nocierre se coloca un tubo especial. Despus deesperar seis meses a que el nuevo orificiocicatrice y se configure, es posible la pe-netracin. Hoy, la medicina ha conseguidoque haya hasta un sesenta por ciento desensibilidad ertica en esa rea. El dolor, eltrance de tiempo son equivalentes a 1a nuevaidentidad? Admiro a las personas que luchanpor sus sueos, sin importarles ei sacrificio,ya que muchas veces estos anhelos rebasane1 precio. No volv a ver a 1a Miss Balderasdurante mucho tiempo.

    Para conseguir un nuevo empleo, mepar en una esquina, como acostumbranquienes 1legan a los Estados Unidos de formailegal. No era el nico, junto a m habia unmontn de chilenos, salvadoreos, peruanosy dems. Se acerc una camioneta y baj deella un bolillo

    -as apodaban a los gringos-.Con un mal espaol dijo "tres", yo no entendipero otros corrieron y se montaron en lacamioneta. Me haban ganado el empleo.

    A los pocos minutos un auto se detuvo,sta vez era una mujer. Hablaba espaiol, erachicana; me ofreci empleo limpiando depar-tamentos, lo acept. E1 trabajo era duro, peronunca como el primero; el pago era de seisdlares por hora. Entraba a las siete de lamaana y sala a las dos de la tarde, de lunesa viernes. Me sobraba tiernpo y consegu otroempleo por las tades como afanador en unsa]n de belleza, de tres de la tarde a diezde la noche, de lunes a viernes. Los fines desemana tambin limpiaba departamentos: laentrada era la noche del viernes a las once y

    Con enOrmes tacOnes

    sa1a a las cinco de la maiana del siguienteda. El sbado era el mismo hoario v eldomingo descansaba.

    Semana a semana enviaba a casa eldinero de mis sueldos. Una vez aI mes llamabapor telfono a mi familia. Creo que nunca pudedecir una sola palabra; lloraba mientrasescuchaba 1a voz de los que amo.

    Estuve siete meses en aquel pas. yopensaba estar un ano, pero me sacaon. Unatade sali de paseo con mis primos. por algunarazn, habia guardado cien dlares en miscalcetines, era nuestro da libre. Me llevarona una pulga, una especie de tianguis dondese pueden compra_r cosas, hay msica populary hasta se puede bailar. No queria estar enaquel lugar. De pronto todos 1os asistentescorrian de un lado a otro. Yo no supe quhacer, me qued parado y una patrulla demigracin se detuvo frente a m. El ocia-l salidel vehiculo, dijo unas cuantas palabras eningls que no entendi. Comenz a empujarme.me enoj, lo insult y l comenz a golpearme.

    Pas veinte dias encarcelado. sin ba-arme, sin cambiarme de ropa, comiendo unahamburguesa de plstico at dia y con golpespor todo el cuerpo. No poda llama a misfamiliaes, ya que ellos eran tambin ilega_lesy podrian deportarlos. Llegu a Tijuana denoche. Mi aspecto seguro que no era bueno.Traa el dinero que haba escondido en miscalcetines. Compr un boleto para regresarde inmediato. Haba nacido v crecido dentrode m un conocimiento que me permita daleespacio a cada huella. En este tiempo lejosde casa, dej pasar las horas como enhibernacin. Algo estaba cambiando.

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    Gir otra carta, Ia que encarna elespiritu frente a la destruccin.Cambio completo y repentino.Sucesos inesperados. Trastorno.Prdida de estabilidad. Ea la torre.e1 dinero que logr ahorrar inici

    un negocio propio: una maravillosa, elegantey completa clnica de belleza. Ei lugar estabatodo pintado de rosa con dos largos espejosque colgaban del techo como pndulos. Lossillones de trabajo, las mesas y todo elmobiliario eran de color lila. Me convert enun estilista con cierta fama en la colonia, alas clientas les gustaba mi trabajo. Pudecomprar todo lo que anhelaba y un poquitoms.

    El muchacho que trabaj conmigo fuecomo mis ojos. l era de provincia. Habiallegado a 1a ciudad para aprender un oficio;yo tenia pocos das de habe abierto e1 saln.Era de tarde cuando toc la puerta de cris-tal. Me pidi trabajo, no tena experiencia.Record que alguna vez yo no consegui unabuena oportunidad por falta de este requisito.Cmo adquieres habilidad si nadie te dejarntentarlo? Sin ms preguntas lo contrat.

    Hacia su trabajo muy bien, nunca tuvequejas, era un joven con gran creatividad. Lasclientas lo apreciaban. Aprend con l a

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    trabajar en equipo, pue intercambiamosconocimientos y tcnicas de1 arte de la belleza'Se fue ganando toda mi confialza; cuardo setuvo que quedar a cargo del negocio nuncame fatt un centavo. Tena los ojos graldes,buena estatura y ia piel clara, Nunca le conocipareja, parecia un solitario. Rentaba unepartamento amueblado cerca de la casa deuna amiga ma.

    Mi negocio se convirti en una fuentede empleo para muchas personas. Por lastardes llegaban todas mis amigas. Una vendaropa en abonos, otra edredones; una ms,zapatos por catrllogo. En aquel lugar se podaencontrar incluso paleja. Digo esto porqueuna clienta encontr el amor. Un buen dalleg para conseguir un cambio total deimagen. Se encontraba triste, haba terminadocon su ltimo novio, me cost mucho encon-trar algo que la favoreciera, no era fea, erams bien chistosa. Despus de cinco horasde trabajo, era otra, como si le hubiramosinyectado seguridad. Antes de abandona e1saln, ileg un cliente. 1 era modelo, unmuchacho de ojos claros' piel bronceada ymsculos prominenles. Fue amor a primeravista. A los tres meses de haberse conocidoya esperaban su Primer re(oito.-

    La tarde de un quince de septiembre mivida cambi. La luz del sol se e-xtingua Sepoda escuchar e1 tronido de los cohetones,i." .""r." de la colonia' adornadas con loscolores de la bandera: verde, blanco y rojo'La gente se preparaba para salir rumbo alzcalo capitalino para encontra.r buen lugaly dar el Grito de lndependencia. El olo de1pozole se expanda por toda mi casa Mi

    Con enOrmes tacones

    abuela tena listos los complementos que Ioacompaan: cebolla picada, rbaos frescos,col romana, organo, limones, chile de rbolfrito, chicharn, aguacate, tostadas, cremay queso. Una celebracin aromtica quellegaba hasta La clinica de belleza.

    Ese da cerr el negocio alrededor de lassiete de la tarde, habiamos trabajado losuliciente. El olor del pozole me apresuraba,pero an as lleve a su casa al muchacho queme ayudaba. l tambin tena prisa. Paraentonces era mi amigo. Me despedi. Ms l.ar-de, ya con toda la conhanza que da 1a amistad,regres al local con un camin de mudanzasy se llev todo. Nunca ms volv a saber de 1.

    No poda creer que alguien se apro-vechara deslealmente de quien lo habaacogido como un hetmano. Perd la estabilidadque con esfuerzo haba conseguido, y ademstuve que falla a todos los que dependan delnegocio. Esa tarde mi espiritu dej atrs elmundo material. Sufri un cambio completo,repentino y definitivo.

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  • Una nueva carta se comunicabadirectamente conmigo. La estrellarepresenta el espritu dotado deesperrnza. Perspectivas brillantes.Mezcla del pasado y del presente.

    Consecucin. Oportunidad prometedora. Elastro brilla como el oro, y cubre gran parte dela carta. La carta habla del pasado doloroso,ahora superado. Por supuesto, yo he encar-nado momentos dificiles, pero quin no?

    Jams y por ningn motivo he ocultadoque soy homosexual, por qu tendra quefingir algo que no soy ni quiero ser. Esta pos-tura ha propiciado preguntas recurrentes.Que cmo sal de1 clset? Yo te diria que nohe salido. Nunca me met.

    Despus de que asesin al gato por lapena tan grande que me caus, mi madre mellev con urgencia a un psicoanalista. Eldoctor era su amigo: una eminencia ennuestro pas. Cobraba un dineral por poneren prctica sus conocimientos. Yo no requeriauna terapia, pero s un par de senos hrmes yredondos; unas caderas anchas y una vagina.A la que verdaderamente le urgia un psi-quiatra era a mi madre. Pero los padres nohacen caso de nuestras apreciaciones ymenos si tenemos trece aos cuando lashacemos.

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    El da de la consulta lleg. Tuve quefaltar a clases porque el ocupadsimo doctortenia la agenda saturada al mximo. La pobrede mi madre consigui el dinero necesaio conuna amiga del hospital. El doctor ganabaen una hora lo que mi madre en una quincenade trabajo.

    Fuimos al consultorio en microbs; unostipos lo abordaron para robar a todos lospasajeros. As que mi primera consulta seriaIiada. A pesar de la adversidad, habamosllegado puntuales a 1a clnica. Cosas deldestino. Una amable secretaria nos condujoa la sala de espera. E1 lugar ola a t de hojasde naranjo, las paredes estaban pintadas decolor blanco y decoradas con vistas de Pars,lirios, girasoles, una silla, hermosas repro-ducciones de Van Gogh.

    A los pocos minutos sa-li de1 consultoriouna joven con 1a mirada perdida. Sent miedo.Tal vez le daban descargas elctricas en elcerebrol yo creia conocer estos I ratamientos.pues haba ledo a-lgunos libros de moda so-bre una adolescente recluida en un hospitalpsiquitrico.

    Los ojos se me llenaron de lgrimasseguro de que mi madre estaba de acuerdocon el psiclogo para encerrarme en unaclnica donde van 1os enfermos mentales porel resto de su vida. Me levant para dirigirmeal bano; tenia que pensar con calma en cmoescapara del horrendo lugar. A1 regresar a lasala, e1 doctor llam a mi madre.

    Ella entr y cerr la puerta. La amablesecretaria me ofreci un poco de tl no loquise. Comenc a mordisqueame las uashasta que sangraron. Fueron los quince

    Con enOrmes tacOnes

    minutos ms angustiosos de mi vida. Es elinstante crtico en que todos nos volvemosidiotas, pequeos nios asustados por labruja de un cuento. Por n sali. Era miturno y no saba de qu demonios habla-ramos.

    Entr. No sentia las rodillas y misdientes castaeteaban. Ea un lugar 1leno delibros, 1as paredes pintadas de color amarilloy ms Van Goghs: infaltable, tambin estabael autorretrato sin una oreja. No me gust.El psicoanalista era de una apariencia pococomn: alto y de piel casi transparente

    -senotaba que no se expona con frecuencia also1-, sus cabellos completamente en des-oden; daban la impresin de no haber sidotocados por un peine en mucho tiempo.Pronto supe que no podra ocultar nadafrente a sus ojos color verde mar. Su miradaentr por mi torrente sanguneo. En esemomento supe que i tena 1a capacidad deayudarme.

    Salud extendiendo el brazo; su manoera suave. El hombre pareca un robusto gatopersa sentado en una silla de oficina. Pidique me recostara en el divn. Obedeci. Co-menz a plaitearme preguntas, pero yo nopoda verlo a los ojos; me senta incmodo y,creo, l.ulnerable. Le expres mi malestar y 1osolucionamos: me coloqu en una silla frentea 1. Los cuestionamientos continuaron. Yame haba cansado de escucha su voz pastosay lenta como un viejo vals; respir profundopara revelar mi verdad. Le dije al psicoanalistaque me encontraba en ese lugar porque mimam me haba obligado. Le cont 1o del gatoy que a m me gustaban los hombres.

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    -Y por qu crees que te gustan 1oshombres?-No 1o s con tanta claridad Paraexplicarlo, pero hay un chico en 1a secundaria

    que es mi amigol cuando l se acerca. mi vozse r.rrelve ms aguda y no tengo miedo cuandoest conmigo.

    -Y esto lo sabe alguien ms?-No.Para ese momento yo haba ganado ms

    que el psiquiatra. Me sentia como debe sen-tirse un pajarillo de plumas doradas, negrasy azul marino: todo mundo 1o admira ya antesde que emprenda por primera vez el vuelo conxito, por 10 tanto se sabe dueo de la ocasin.

    Los cincuenta minutos de la terapiahaban terminado. Sali de1 consultorio. Eldoctor me acompa hasta la puerta y sedirigi a mi madre para informarle que 1aprxma semana ella nos acompaara.

    De camino a casa las Preguntas no sehicieron esperar, pero yo no respond nada.Mi madre me record que las consultas erandemasiado costosas. Aunque vivamos sindificultades, el dinero no sobraba, as que mepidi que aprovechara al mximo la opor-tunidad que se me brindaba.

    Los dias transcurrieron, una semanams se sumaba al calendario. Llegamospuntuales otra vez. Lo recuerdo bien, eraMircoles de Ceniza. Mi madre le pidi a miabuela que nos acompaara, ella no se neg.Era una mujer con decisin. Casi no hablaba,nunca 10 necesit. Entramos 1as tres aiconsultorio, el doctor le pidi a mi abuela queesperara afuera, no lo permit. Presenta 1o

    Con enOrmes tacOnes

    que iba a ocurrir en aquel consultorio deCoyoacn.

    El terapeuta comenz a hablar sobreteoras psicoalalticas; yo no entendia nada.Mi abuela estaba de mi lado derecho y mimadre del izquierdo. Tres generacionesjuntas. El doctor sorbi un poco de t de hojasde naranjo y dijo:

    -Emmanuel tiene algo que confesarles.

    Me haba traicionado.Esto me desorient. Durante un par de

    segundos no pude recordar dnde estaba.Luego, poco a poco, la realidad de mi situacinse abri paso hasta mi conciencia. Expe-riment desesperacin, soledad y rabia, todoal mismo tiempo. Qu se hace en estassi.tuaci.ones?

    Acorralado y sin escapatoria les dije queera homosexual. Mi abuela tom mi mano,yo agach la cabeza. Pens que mi madre megolpeara y que no le interesara saber msde m, pero no reaccion como yo esperaba:me abraz. Salimos del lugar con unatranquilidad que no conocia.

    Disfrutamos de una rica nieve de zarza-mora. Haca calor. Mi abuela se maravillabacon Ia hermosa iglesia, un mimo haca rer alos transentes. Las parejas sonrean, losnios coman algodones de azcar. [,os rostrosde las personas mostraban con orgullo unacruz de ceniza dibujada en la frente. A lo lejosse escuchaon silbidos y palabras ofensivas.

    Un hombre como de cuarenta aos, depiel blanca y sonrisa irnica, se contoneabapor la acera izquierda vestido de mujer. Lucia

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    una vieja bolsa de terciopelo color vino, unaszapatillas de alto tacn del mismo tono; suvestido, aI igual que el rebozo de encaje, eraoscuro. E1 travesti se dirigia al interior deltemplo. Mi madre lo vea con horror. Sentque estaba intentando tragarse todos suspensamientos. Ta) vez e\ dolor que senta alimaginarme como aquel hombre 1a carcomapor dentro. Me tom del brazo, apret tanfuerte que me enterr las uas. Confundidodetuve ei paso. En los ojos de mi madre sepoda ver un gran terror. Ella quera pedirmede alguna manera que nadie conociera elsecreto que haba revelado minutos antes.Ciaro que la entendia; de un modo u otro, lasmadres siempre pretenden eta sufrimientosa sus hijos. Hasta ese momento yo no conocaalegra ms grande que ponerme un vestido,caminar con tacones y prntarme los labrosde rosa. Anduvimos por calles que no co-nocamos. Una fuerte 11uvia nos hizo regresara casa.

    Por 1a noche escuch llorar a mi mam.Su llanto era tart lastimero que yo hice 1omismo para acompaarla: ella en su rec-mara, yo en la ma. Sent muchas ganas deno ser homosexual para no provocar esaslgrimas que laceraban mi corazn. Casiamaneca; era la hora donde ponemos en dudanuestra propia existencia. Comenc a soar.En mi caso, los sueos no se evaporrn porlas maanas; algo me cambia desde dentrocon esas imgenes, aunque muchas veces no1as recuerde:

    El so1 se encuentra en lo ms alto delcielo, irradiando largos destellos de ca,lor. Elmar canta una carcin serena y trmula. La

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    brisa transporta granillos de arena. Yo de pie,frente a m una silueta se materializa, creover mi sombra, no puede ser un reflejocausado por los rayos del sol. Es algo que menegaba a descubrir. No s dnde pero la heperdido: es mi alma. Mutilada. Con fuerza elmar arroj a sobre mis pies uno de sus brazos.Aclao mi mente. Quiero tocar, tengo miedo.Descubro que ha sido partida por la mitad.E\ Irazo derecho de mi alma se encuentrafracturado, manchas negras cubren granparte de las piernas. La tomo con ambasmanos y la recuesto. Con agua salada de mar"y arena grumosa la voy ungiendo paralimpiarla.

    Un ruido en la cocina me hace despertar.Es mi madre, quien sale al trabajo. Unapregunta da vueltas en mi cabeza: cmo sermi padre? Crei que nunca sentiria curiosidadpor conocer al hombre que me engendr, peroahora quiero conocer mi origen.

    Regres con el psicoanalista una ltimavez. Hablamos de mi padre y me recomendbuscarlo para aclarar mis dudas. Por 1o caode las terapias me despedi del doctor. Nuncams lo volv a ver; luego supe que mesesdespus el hombre se suicid.

  • Gir la carta nmero nueve: E1 loco.Faltaban cuatro para concluir lastrece. Habia recorrido algunos delos momentos ms importantesde mr vida. Yo no crea en el Taot,

    pero mi concepcin empezaba a cambiar. Estearcano es el nmero cero. Personifica elespiritu. Locura. Delirio. Frenes. Eleccinequivocada. Pasin. La imagen de la cata estrepresentada por un hombre que emprendeun viaje a un lugar desconocido.

    Existen novelas donde 1os protagonistasliteralmente se vuelven locos por algn amorno correspondido. En otras historias estesentimiento triunfa por sobre todas las cosas.Qu no se ha escrito sobre el amor? Algndia se encontrar una definicin capaz desatisfacer a la humanidad. Qu es el amor?T alguna vez te has enamorado? _podrsresponder mis preguntas?

    Imagina que nos encontramos en unapacible ca-fecito cerca de un parque. La tardees fria y comienza a llover. Te quiero contarmi historia.

    Me encontraba cursando el primer aode la preparatoria. Mi cuerpo haba cambiado;ya no era un nio. La espalda se me hizoancha, 1os msculos de mis brazos engro-saron, mi voz se volvi ronca. Mis intentos

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    por parecer una mujer eran fallidos. Mi carase llen de abundante barba gruesa y negra.Usaba los zapatos apretados para que 1os piesno crecieral. Siempre me dolian y el sacrificiono sirvi de nada. Luchar por detener laevolucin de mi cuerpo era una batallaperdida.

    Me invent un novio. Los compalerosde la escuela me invitaban a sus frestas paraconocerlo. Claro, siempre llegaba solo for-mulando absurdas historias. Poco a poco meconvenc de que 1 exista; de algo tena queaferrarme para no ser consumido por lasoledad, en dnde iba a encontrar una parejareal?

    Una tarde, de regreso a casa, me desvipara entrar a un cine. Compr mi entrada,una bolsa de palomitas y un refresco. Norecuerdo e1 nombre de 1a pelicula, pero elcartel deca que se trataba de una historia deamor. Entr a 1a sala, busqu un buen lugary me sent. Comenc a ver alrededor y meencontraba rodeado de parejas que realmentese vean enamoradas. Senti una gran nos-talgia y a mitad de ia pelcula sal llorando.Para ir a1 cine no funcionan 1as parejasimaginarias.

    Das despus, a mi regreso de la escuela,al abrir la puerta encontr una pequeamaleta de viaje. Quin haba llegado y dednde? Era mi primo Gabriel, de Michoacn.Decidi dej ar su casa, ma/.re y henanos parabuscar una oportunidad. Tena la intencinde encontrar un trabajo para poder solventaruna carrera universitaia.

    Para m era un desconocido, pero prontonos convertimos en buenos amigos. Intent

    Con enOrmes tacones

    ensea-rme a tocar la guitarra. Nunca 1o logr.Por las tardes dej las telenovelas para salira1 parque a jugar juntos basquetbol. No medistinguia por mis dotes deportivas, pero mediverta mucho. Yo quise ensearlo a fumar,no lo consegu. El peor fracaso fue intentarque el hombre bailara.

    Mi madre se puso en contacto con unaamiga de la familia y le consigui un trabajobien pagado. El primer da yo lo acompahasta la puerta de la empresa. Gabriel todaviano conocia bien las calles de 1a ciudad. Empe-zamos a dejar de salrr a1 parque porque llegabacansado. Yo lo esperaba par-a comerjuntos yme haca cargo de iavar y planchar su ropa;pronto me enamor de su olor.

    Gabriel corr,enz a ganar dinero, salia-mos al cine y a comer hamburguesas. Nadieme haba tratado con taritas atenciones como1. Una tade me platic que una chica de laempresa le gustaba y que la haba invitado asa1ir. Fing una gran alegria y un malestarestomacal. Regresamos a casa.

    Esa noche no pude dormir, pensando lamejor manera de impedir que Gabriel llegaraa la cita. Me asustaban mis pensamientos.En mi imaginacin desmembraba a 1a mujerque quera quitarme Io que era mo.

    El dia de la cita lleg. Mi primo se bacon esmero, taareaba una cancin. SaIi de1bao, una pequea toalla apenas cubra sudesnudez. Sus brazos, como dos vigas deacero, eran herrnosos. Me pregunt si habaelegido bien la ropa que utilizara. Respondcon grandes esfuerzos. la voz se me rompia.Comenz a vestirse con caLma. Sa1 del cuartoy me dirigi a la sala. Encend el televisor. Trat

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    de olvidar y lij la vista en 1a pantalla. Unaactriz, por alguna razn, se desmay de unamanera poco creble; la trama asi se 1o exiga.Pens que yo en su lugar Io habria hechomej or.

    Mi primo me llam: no encontraba suscalcetines nuevos. Yo los habia ocultadodebajo de mi a-lmohada. En ese momento tuveuna maravillosa y arriesgada idea. Al cruzarel umbral de la puerta fing un desmayo tanreal que me abr la cabeza al golpearme contrael suelo. Un delgado hilo de sargre comenza brotar. Gabriel se asust muchsimo, corria traer alcohol. Cuando regres, yo ya habiarecobrado la concienci.a. Por supuesto no llega su cita. Le ped que no se lo contara a mimadre, pero no hizo caso. Me llevaron almdico, que diagnostic anemia y me recetvitaminas que nrnca me tragu. Le expres ami primo lo mal que me senta por haberarruinado su cita.

    A las dos semanas mi madre sall deviaje por tres das. El primero, nos fuimos alparque de diversiones. Mi primo no conocael teatro, as que el segundo compramosboletos para ver una puesta en escena. Eltercer y ltimo da compramos una video-casetera y nos suscribimos a un club donderentamos pelculas para verlas en casa. Norecuerdo el nombre de los titulos quealquilamos, pero eran de peleas y balazos.

    A la mitad de la, segunda pelculacomenc a sentir sueo. Me recost sobre laspiernas de Gabriel y me dorm. Despert paraver el f-ln. Desconozco lo que ocurri. peromi primo se haba quitado la playera.Adormilado estir una de mis manos y toqu

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    una de sus tetillas. El no dijo nada. A su vezme toc el cabello. Los latidos de mi coraznse hicieron ms fuertes. Comenc a lamer supecho. Gabriel puso una de sus manos en misnalgas. Sent temor, pero no me detuve. Quisebesa sus labios; no quiso. Poco me importen ese momento, el resto de su cuerpo mepertenecia. Quiso quitarme la ropa, se loimped; sent vergenza por no ser mujer. Sepuso de pie, pens que 1a fantasa habaterminado, me equivoqu, necesitaba le-vantarse para desnudarse por completo. 1de pie, frreo, frente a m. Comenc a temblarsentado en e1 silln, puso su mano derechaen mi nuca y me atrajo. Mis labios se abrieroncomo los ptalos de una flo para recibir losrayos del sol. Lo recorri sin siquiera pensar.Me levant con sus manos y gir mi cuerpo,dej de ver sus ojos, comenc a sentir des-lizndose dentro un tallo vertical y duro. Uncorazn que no era el mio lata en mi interior.

    Los minutos pasaron lentamente. Ter-minamos. Con prisa nos vestimos. No hicimosningn comentario. Me dirig a 1a recmaapara marcar con rojo ese da en el ca.lendaio.Habia sido mi primera vez. Poco despus supeque tambin la de Gabiel. No me habia dadocuenta, hasta ese momento mi respiracin eramuy agitada por lo nervioso que estaba. Sentital liberacin que se me escap una sonrisa.Sin duda lo que acababa de ocurrir alteabael curso de mi vida. Es extra-o y dificil deexplicar, imagin que un pequeo nio segestaba en mi interior. Entr aI bano, gir lallave de 1a regadera. EI agua fra moj mispies descalzos. Pronto el vapor se expandipor todo el cuarto. Fij la mirada en la pared

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    de azulejo coior salmn. Frente a m, una go-ta de agua brillante como un amanecer deotoo desa.fi la 1ey de 1a gravedad: por algunarazn corria horizontalmente. Cerr 1os ojos,para explorar mi cuerpo. Inmediatamente medes-ter a palos del mundo de la fantasia.No me haba trasformado en muier. Era unvarn. Disfrut tanto esta ilusin... aunquefue por pocos segundos. No existia magia, lagota se desliz por una pequea fisura. Mesenti fe1iz, Gabriel fue tierno, haba escuchadohistorias terribles sobre la primera vez. peroyo sent que pude acaicia el contorno delso1. Haba experimentado justamente eso quepude ser, y que no soy.

    Prepar la cena para recibir a mimadre, faltaban pocas horas para su lle-gada. Mientras los jitomates, los chiles yel ajo se asaban en e1 comal para prepararsalsa roja, yo cantaba una cancin de amorcon ritmo de bachata. Las viandas que-daron riqusimas, habia preparado mscomida que de costumbre. Disfrutamos delfestn, 1os tres charlamos hasta tarde.Antes de apagar la luz del cuarto que com-parta con mi primo, l dijo que nuncavolvera a ocurrir 1o que protagonizamos esatarde.

    Comenc a escribir cartas de arnor queno entregu al destinatario. Haca grandescorazones para encerraf nuestros nombres:Gabriel y Emmanuel. Po primera vez conociel gozo de poner palabras a mis emocionesLa decisin que mi primo tom era sensata,pero trafiscurrido un mes 1o hicimos nueva-mente. Despus a 1os quince, y durante unpar de meses todos los das. Gabriel jams

    Con enC)rmes tacones

    me bes, nunca dijo que me amaba. Tampocose enamor de mi. Yo si lo am.

    l regresaba de trabajar a las cuatro deia tade. Una noche mi madre ya haba lle-gado, eran las nueve y no sabamos nada demi primo. Comenzamos a preocuparnos. A losquince minutos ileg sonriendo. Haba salidosegn l con una amiga de la empresa.Durante 1a cena nos comunic que dejaria lacasa.

    Al escuchar esas palabras me desgaj.Qued tirado en el suelo como piedra; estavez no haba fingido el desmayo. Fue tan realcomo que Gabriel se ira. Cuando estuvimosa solas lo amenac con matarme si semarchaba. Fue intil, para mi amor no habamaana.

    Por la puerta que una vez habia llegadose march. Perd las ganas de vivir. Sinembargo cuando cerr la puerta comenc arerme y luego a carcajearme. Es intil in-tentar esta-r quieto; la mudez pide voz. Dequ manera iba a explicarle a mis sentidosque l ya no estaria?

    Gabriel se cas.

    Tiene dos hijos.Y los nios son mis sobrinos.

  • No s cu-nto tiempo llevaba sen-tado en aquella silla del consultorioesotrico. Tena la espalda rigida,las rodillas juntas y las manosapretadas en el regazo. Cerr los

    ojos esperando a que el dolor que me causabael ecuerdo desapareciera. Gir la nueva carta.

    El colgado representa el espritu derenuncia y sacrificio. Vida en suspenso.Transicin. Abandono. Reajuste para unaregeneracin. sta era la nueva catta queinterpretaba mi amiga. Se trata de la imagende un hombre de cabeza, sujeto por el piederecho. El hombre puede ver al revs lo quese encuentra a su alrededor. El mundo decabeza. Este cambio de percepcin nos per-mite hacer un giro en nuestra vida.

    Fue dificil olvidar a Gabriel. Las tadesquedaron vacas. Mi vida viajaba sin destinoclaro; las semanas pasaron y no lograbaarrancarme del cuerpo las caricias que habanquedado tatuadas en m. Ya una vez el venenopa-ra ratas no habia surtido efecto. Qu podiahacer?

    Era sbado. Me despert temprano y salia casa de mi abuela. Juntas preparamoshuevos fritos, atole de nuez y fruta picada.Desayunamos. La maana era calurosa, labebida caliente nos hizo sudar. No poda

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    Jair Camet

    hablar con nadie del sufrimiento que senta.Al no encontrar alivio me desped. Regres acasa. Mi madre estaba por salir a trabajar; ladesped con un beso en la mejilla. Hacamucho tiempo que no la besaba.

    Me vest con las mejores ropas. Escribidos cartas que coloqu en la mesa delcomedor. En ellas me desped de las dosmujeres que dirigan mi vida. Preparcomida y dej todo en orden. Tom un taxial metro; no tena fuerzas para viajar enmicrobs.

    Llegu rpidamente a la estacinTezozmoc. All suele haber poca gente.Compr el boleto para entrar, pero sentmiedo, as que me sent en las escaleras dela entrada unos minutos. Era un cobarde' Saly comenc a caminar hasta que llegu a unapequea iglsia. Entr. Un cristo de maderame observaba fijamente. Llor sin derramaIgrimas. No tena por quin vivir. Regres ala estacin. Junto al torniquete haba unpolica, al introducir el boleto y crr.tzor, medio las buenas tardes.

    EI ardn se encontraba casi vacio, doso tres personas esperaban impacientes lallegada del tren. Camin con la espalda recta,contoneando las caderas como es mi cos-tumbre: con pasos cortos, pero rpidos. Llegual final del pasillo. No sent miedo; la decisinestaba tomada. A 1o lejos poda escuchar unsonido. Enjambre de abejas.

    Abrindose Paso en 1a oscuridad, elenorme dragn naranja se acercaba confuerza. Esper con ca-lma, hasta que casi 1opude tocar con mi mano.

    Apret los prPados Y brinqu.

    Con enOrmes tacOnes

    Mi hombro izquierdo se disloc alimpacto del convoy; ca sobre los durmientes,senti un fuerte impacto y perd la conciencia.Pronto los servicios de rescate me auxiliaron;recuerdo la voz de un joven que intentabaarastrarme ya que haba quedado debajo deuno de los vagones. No poda mover las manosy no senta los pies. Respiraba con dificultad,estaba tota-lmente aturdido, slo recuerdo unaespecie de entumecimiento y la necesidad deescupir algo que tena en la boca. El para-mdico me arrastr jalndome de la playera.Con gran esfuerzo logr colocarme en unacamilla a la que me sujetaron con vendas parasubirme. Una voz dljo: 'Est completo", y norecuerdo ms.

    No s cu,nto tiempo pas. Despert enun hospital con una sonda que entraba pormi nartz, desnudo y completamente vivo. Noenfocaba bien los objetos a mi alrededor, peroescuchaba con claridad pasos apresurados.La luz del sol entraba por una ventrna: todavaera de da. Cerca de la puerta del cuarto dondeme encontraba escuch una voz que reconoc:mi madre.

    Entr despacio, yo vea aJ techo. La sen-ta cerca de mi, no quera verla. La vergenzaera ms gra-nde que mi dolor. Mi madre tienebrutalidad en su lenguaje y una inteligenciaviolenta. Hay fuerza en su temperamento yuna coherencia interna a toda prueba, querevela su calidad humana. Es admirable suestoicismo. Claro que puedo equivocarme ycon seguridad me estoy equivocando. Amo enella mis carencias.

    Sin emitir palabras me abraz. Creo quefue Ia primera vez que Ia vi llora. Nuestras

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    Jair Camet

    lgrimas se mezclaron. Cun semejantessomos! El suicidio acentu Ia reprobacin quesiempre experiment frente a m mismo. Mimadre dijo que juntas saldramos del pro-blema. Me sorprendieron sus palabras, no porel apoyo, sino porque me aceptaba como mujer.

    Pronto me trasladaron al hospital dondeella trabajaba. Me vendaron el hombrofracturado y curaron mis heridas, que eraninsignificantes. Cmo es que no mor? Talvez no era mi turno o se me brindaba unanueva oportunidad. El doctor que se encargde mi revisin corporal descart cualquiercomplicacin. Sin embargo, recomend unavaloracin psiquitrica.

    Salimos de ese hospital para dirigirnosa otro, el psiquitrico Morelos. Nos recibi unadoctora de apariencia limpia y de voz agra-dable. Mientras me haca preguntas, se rizabacon el dedo un mechn de pelo.

    -Cmo te gustara voiver a intentarlo?-pregunt.

    -No lo volver a hacer.-Que tal con veneno.-No, ya lo hice y no resulta.Mi madre se sorprendi con la respuesta.

    -Es que ya lo habas intentado?-S.-Y cmo fue?-No recuerdo.-Entonces volvers a tratar? -insistila doctora---Ta!vez.-Y cmo te gustaria?

    Con enOrmes tacOnes

    -Me prendera fuego.La psiquiatra escribia deprisa con una

    vieia mquina. Al escuchar ia ltimarespuesta se puso de pie frente a m. Meobserv y volvi a sentarse.

    -Tendrs que quedarte unos dashasta que desaparezcan tus ideas suicidas-sentenci.

    La decisin me llen de terror. Cre quemi madre dira algo, pero se iimit a tomar mimano y agach \a cabeza, probablemente paraoculta su propio dolor. Me estremec sincomprender todavia cmo haba ido a pararal1i.

    La doctora llam a una enfermera, quienpronto entr al cubculo para tomarme Iapresin y darme una pijama de color paja.Pidieron que me cambiara detrs de unbiombo, obedec; no dije una palabra. La ropaera spera y estaba desgastada. No pudecambiarme soio, ya que no podia utilizar elbrazo izquierdo; al percatarse, la enfermerame ayud. Sent asco y un cosquilleo en todoel cuerpo cuando toc mi piel aquel trapopercudido. Temblaba. Mi respiracin se hacaentrecortada, silbando en precipitados jadeos.

    Entraron dos enfermeras ms. Eran lasjefas de turno. Haban llegado por m.Comenc a 11orar. Mi madre me vea con dolor;se puso de pie, me abrazl al despedirse creique sera un adis para siempre. Camindetrs de las dos mujeres por un corredorlargo, estril y blanco. Llegamos al comedor yescuch voces ahogadas en e1 interior de los

  • Jair Camet

    dormitorios que se encontraban a.lrededor delIugar, pero era imposible distinguir ms queeso; murmullos, susurros y palabras entre-cortadas.

    Las enfermeras liamaron a todos loshabitantes del vecindario psiquitrico parapresentarme. Desde el comedor se poda verun hermoso jardn con un gran rbol en elcentro y bancas de madera a los lados. A1fondo, como damas de gran serenidad, sevean flores rojas, amarillas, rosadas yblancas.

    Todos mis nuevos compaeros se habasentado frente a m para darme la bienvenida.Una mujer como de cuarenta aos, de grandesojos vidriosos, susurr:

    -Cmo te llamas, pequeo?

    No respondi. Quines eral ellos? Porqu estaban all?

    -Cmo te llamas? -rePiti la des-conocida.Dud un instante, no queria mirarla.

    Ignoraba si tendra consecuencias al noresponder. Respir profundamente.

    -Emmaluel -respond.-Hola. Soy Julia.

    Olra voz pregunl. Era un van:

    -Es la primera vez que ests aqu?-S.-Qu te pas en el brazo?

    Con enOrmes tacones

    -Me avent a-l metro.Se escuch una gran carcajada y todos

    remos. Uno a uno dieron su nombre. Alterminar comenzaron a aplaudir; era la horade cenar. Dos graldes carritos llegaron conlas viandas. Una de aquellas personas tomun bolillo y lo llev a mi lugar para rega-lrmelo. Al terminar, todos comenzaron aformase para recibir sus medicamentos. Lahora de dormir. En ese lugar no se conoce elinsomnio gracias a los frmacos. Del ladoderecho dorman los hombres y del izquierdolas mujeres. En cada cuarto haba cuatrocamas.

    Me senta terriblemente fatigado y almismo tiempo perseguido por desconocidostemores de lo que podra ocurrir si mequedaba dormido. Hice un es:erzo por vencerel sueo, que se apoderaba de m, perofinalmente cai en un sopor intranquilo.

    Pas los quince das ms hermosos demi vida. Es mentira que los hospitales psi-quitricos son un martirio. Por la ma-anacumples con tu aseo personal, despus llegala hora de desayunar. El tiempo pasa y es lahora de la terapia. A las doce del da comienzala clase de movimiento corporal. A la unade la tade es la primera visita. La primerasemana no recibes compaa, te aslan parano alterarte con los problemas externos, perocuando an no autorizan tus visitas te llevana nadar a una limpia alberca. Es como siestuvieras en un retiro espiritual.

    La visita termina a las dos y es hora decomer. Al terminar te permiten ver unapelicula o tomar una siesta. A las cuatro de

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    Jair Camet

    la tarde hay que ir a la terapia de grupo; a lascinco comienza la clase de manualidades ypintura. t os bien portados, reciben a esta horaotra visita. A las seis de 1a tarde es la horafeltz comenza e1 traile. Las enfermerasy algunos del personal de limpieza erannuestras parejas.

    La primera ocasin que permitieron iavisita de mi madre, ya tena siete das sinverla. Entr con mi abuela. Comenc a llorarde felicidad, nos sentamos las tres en unabanca de madera y platicamos. Claro que enlos hospitales psiquitricos tambin existecontrabado: de su bolsa mi abuela sac unchocolate y un paquete de galletas que devorcomo un nio. Los mdicos no permiten lasgolosinas porque pueden provocar reaccionesdesfavorables, ya que todos alli tomar anti-depresivos. Lo ms valioso en aquel lugarmgico eran los cigarrillos. Dificiles deconseguir, pero nunca faltaba.

    Luego de quince das, mi estancia habiaterminado. El psiquiatra redact mi a-lta delservicio. Yo no queria abandonar el hospital,tena miedo y nada que hacer afuera. Peromis splicas por permanecer ah fueronintiles: sal un lunes por la maana dejandoatrs a mis extravagantes amigos.

    Todos los companeros del hospital sereunieron en el comedor para darme ladespedida, al igual que como me recibieron.Todos mc desearon suerte y juramos que. unavez fuera, ninguno de nosotros regresara.

    Gir la carta nmero once. Unhombre coronado. En su manoderecha lleva un cetro; est sentadoen un trono. Lo interesante de estacarta

    -El Emperador- es que slomuestra el perfrl. Qu es lo que realmenteoculta y por qu? La carta simbolizaestabilidad, autoridad. Padre. Hermano.Esposo. Consecucin de metas. Decisin.

    No s t, pero yo muchas veces fantaseque mis padres no eran mis paps, que eramiembro de una familia con mucho dinero yme haban secuestrado, o tal vez que era unextraterrestre de otra galaxia. Me gustabajugar a que era una bruja, incluso haciaconjuros mgicos.

    Recuerdo que alguna vez le pregunt ami abuela por qu no tenia padre. Ellarespondi que si lo tena, que era Dios. Yo noqued conlento con la respueslai l era elcreador de todas las cosas, pero cundoiriamos juntos a un partido de futbol o al cine?

    Cumplidos los quince anos, mi madreme habl de mi padre. Dijo que era un malhombre porque nos haba abandonado. No srealmente lo qu e ocurri y tal vez nuncaconozca la verdad, porque es imposibleregresar el tiempo. En ese momento llor y 1oodi. Pasaron los aos; "es una necesidad

  • Jair Camet

    conocer nuestro origen", record estas pa-labras.

    Despus de perder todo en la vida, tenaque reencontrarme. Nunca olvid el consejodel psiclogo de Coyoacn. Era tiempo deemprender un viaj e para llenar 1os silencios.Por Iin solt el control, y como una peregriname aventur a descubrir lo que mi cuerpo meexiga. Et sacrificio del dolor me acompa-hasta la ltima puerta. La rendicin. Em-prendimos el viaje las tres generaciones, tresrecomendaciones, tres recuerdos, tres amigas,tres sueos y un solo yo.

    Desde que llegamos a la central deautobuses para sa-lir rumbo a Michoacn mispensamientos estallaban. Preguntas sinrespuesta rondaban en mi mente. No sentatemor, una fiesta se celebraba en mi interior.Buscaba respuestas y las respuestas llegaron.

    Viajamos de noche. Record el viaje alos Estados Unidos. La nostalgia abraz mi'cuerpo. Me senta como una estrella extinta.Era de madrugada y una lluvia frna mojabael camino. Las gotas eran claras y trans-parentes. Los rboles, que bordeaban laangosta carretera, eran muy frondosos. Unligero viento del sur agitaba las hojas concalmosa suavidad. Abr un poco la ventanilla,el recuerdo de los olores se queda grabado enla memoria corporal, la sensacin es enri-quecedora. Un pedazo de corteza provoc queel camin diera un pequeo salto' Algunosde los pasajeros se despertaron y se volvierona dormir. Debajo del asiento un objeto acaricimis zapatos. Baj la vista para saber qu era,la oscuridad no me permiti conocer losdetalles, cre que era una pequea caja de

    Con enOrmes tacOnes

    cartn forrada con papel brillante. Tal vezdentro de ella se encontraban joyas carsimasque, por supuesto, no pensaba regresar. Concalma para que nadie me descubriera, meagach para recoger el tesoro.

    Me llev una gran decepcin. Era unlibro, una antologa potica. Gir la cabezapara buscar al dueo o a la propietaria, todoslos pasajeros estaban profundamente dormidosy cmo saber a quin le perteneca? Abr elmazo de hojas y en la primera pgina encontrla respuesta. Con un sello estamparon ungato en color verde y debajo del dibujo seencontraba el nombre de la propietaria,perteneca a Carmen Jimnez. "Hay miles demujeres bautizadas con este nombre", pens.Dnde podra encontrarla paa entregrselo?Comenc a hojearlo. La atrevida mujer teniael libo completamente rayado. Las marcasllenaban las pginas como pequeos liston-cillos de colores. En los mrgenes, con unacaligrafia muy cuidada, se vean notas queen ese momento no entend. Le uno de lospoemas, me pareci la cosa ms absurda.Segui pasando las hojas rayadas y encontrun separador bellsimo: era Ia fotografade un paisaje que capturaba un acattiladodesde donde se poda ver el ocaro. Detrsde Ia imagen, con letras perfectamente biendelineadas, se encontraba esctito: Quizentienda en la otra uida, en sta slo imagino,DANIEL SADA. Por primera vez pude sentir lafuerza de las palabras, que como con un bastogolpearon mis sienes. Qued convidado adisfrutar misterios que hasta ese momentodesconoca. Cerr el libro queriendo sabertodo acerca de m mismo.

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    Llegamos de madrugada a nuestrodestino. Huetamo es rido. Las grandesextensiones de tierra llaa se agrietaban. Eraverano, el viento que soplaba del horizonteera caliente. Toma:'nos un taxi para llegar alhotel donde nos hospedariamos. Intentdormir un rato pafa recargar energias, perono pude, 1o que me permiti contemplar unamanecer espectral. Ya como a las nuevesalimos a la plaza para desalunar caldo deiguana y una docena de tortillas hechas amano. En provincia la gente no corre aprisacomo en la ciudad. Las mujeres todavautilizan canasta para ir al mercado. El tiempoparece ser ms largo. Las personas son edu-cadas, se saludan desendose un buen dia.

    El rostro de mi madre mostraba granserenidad. Caminamos un poco por la calleprincipal, mi frente se llen de pequeas gotasde sudor. No senta temor: me acompanabanlos dos grandes pilares de mi vida. "Vamos",dijo mi abuela, y subimos a un taxi que nosconduio hasta Ciudad Altamirano, Guerrero,a cuarenta minutos de Huetamo.

    Para llegar a este lugar se cruza el roBalsas. Llegamos a.l medio da. Las personasque pasaban junto a nosotros nos veiar conextraeza. No sentia preocupacin ni miedode perderme en aquel espacio misterioso. Miabuela caminaba a mi lado izquierdo; pareciauna virgen con su rebozo de color gris oscuro.Mi madre, inquebrantable como un durometal pulido. Atravesamos la plaza y pudimosescuchar una cacin que me era familiar.La meloda sala de una pintoresca cartina.Chayito Valdz cantaba a grito pelado "La sillavaca".

    Con enOrmes tacOnes

    Mi madre se detuvo frente a un localdonde se vendan sombreros, botas y cin-turones bordados con hilo de pita. "Aqu es",dijo mi madre. Apret los dientes. Un ligeromareo me hizo trastabillar. Frente a mi seencontraba un hombre. Ese hombre era mipadre. Mi madre lo llam por su nombre. larque las cejas. Pobre! Su cara se convirtien un velo blanco. Hizo todo 1o posible porocultar su asombro, sin conseguirlo. Habiareconocido a mi madre con slo escucha sufoz.

    Se acec a nosotros con paso lento. Mimadre 1o dej con la maro estirada. "Tu hijoqueria conocerte", dijo mi abuela. Se acerc yme extendi su mano; yo la tom. "Cmo tellamas?", pregunt. Es curioso que el hom-bre que te engendr no sepa tu nombre."Emmanue1", respond. Mam y abuelasalieron del lugar. Me esperarian en eI atriode la iglesia.

    Comenzamos a formulanos preguntasde rutina. Es dificil entablar una conversacincon alguien que no conoces. l era mi padre.mi cuerpo lo sabia. Sus ojos trataban deenfocar una pequea marca que tengo en lamao derecha desde mi nacimiento. l la tieneen el mismo 1ugar.

    Le pregunt si yo tena hermaros. Dijoque si, y que le dara gusto que yo losconociera. Claro que acept. Me subi a sucamioneta y rpidamente llegamos a su casa.Me present a su esposa y a sus cuatro hijos:tres mujercitas y un varn. Todos, claro, mschicos que yo. Mis medios hermanos mesaludaron con respeto. Delante de su familiami padre me ofreci disculpas. Se hinc. Me

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    senti incmodo; sent que nada tena queperdonarle, para m era un desconocido. "Porqu nunca me buscaste?", pregunt. "No tuvevalor", dijo mi padre.

    No le pregunt por qu haba aban-donado a mi madre cuando ms lonecesitbamos. La verdad perteneca alpasado. El hombre que vea en ese momentoera el presente, y me haca sentir otra vezvivo. "As fue mejor", dijo una voz dentro dem. No he vrrelto a verlo. Yo no pertenezco aese lugar.

    Gir la nueva carta. Se trataba deLa Emperatriz. Personaliza la fer-tilidad. Accin. Fecundidad. Logros.Influencia femenina. Mujer equi-librada. prcrica y con decisrn.

    La imagen est representada por unadama sentada en un trono. En la manoderecha porta un escudo donde se puedenver los cuatro elementos: tierra, agua, fuegoy aire. Con la mano izquierda sujeta uncetro.

    Esta carta represen ta a mi mejor amiga,la consejera que nunca se equivoca, seorade su casa y estratega de la vida. nica, casiinfatigable. Ella ola a sopita de deo, a licorde jamaica. Siempre serena al caminar, movasus manos despacio. Hablaba poco: sa erasu unena-za y su seguridad. Esa mujer fuemi abuela.

    Bien decia ella: "Las cosas siemprepasan por algo". Y as fue y tal vez as sersiempre. No siempre damos importancia aaquello que el destino decide que debesuceder a nuestro a.lrededor. En aquel mo-mento de mi vida no comprendi que yo teniaque volver de los Estados Unidos para estarcon ella, quien siempre me apoy en 1oprspero y en lo adverso. Ahora me quedaclao.

  • 66 Fue

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    primera persona a la quemanifest mi inconformidad por ser hombre

    lami

    queriendo ser mujer. l,o recuerdo bien: tenanueve aos, los Reyes Magos haban llegadopor la madrugada. Yo esperaba con ansia unamueca hermosa con la carita blanca comola espuma de1 ma, de ojos azules brillantescomo perlas pequeitas, de labios escalatabien delineados formando un corazn per-fecto. Con mejillas lisas como una tacita deporcelana. Me gustan las muecas y a 1o largode mis veintitrs aos he formado unapequea coleccin.

    Mis sueos se evaporaron por la ma-ana, al descubrir que junto a mis zapatos seencontraba una patrulla a escala. Las puertasdel vehculo se podan abrir de verdad. Dospolicias con uniforme aaul marino dirigan elcarrito. Al ponerlo en marcha, las luces seprendan y la sirena de alerta produca unsonido desagradable que pronto, con la ayrrdade un palo de escoba, enmudeci.

    Los Santos Reyes fueron generosos esea-o: dejaron una bolsa con pequeas piezaspara armar diferentes figuras. Con desilusintom la bolsa completa que an permaneciacerrada y la tir por la ventana. Los ltimosregalos que dejaron aquellos mticos perso-najes fueron una caja con rompecabezas y uncuaderno para iluminar. Estos ltimos losconserv. Los dibujos de1 libro contaban lahistoria de una princesa, as que me esmercoloreando sus vestidos.

    En casa de mi abuela haban dejadobombones con chocolate y galletas que connadie compart. stas eran mis golosinasfavoritas y mi abuela 1o saba: ella siempre

    Con enOrmes tacones

    acertaba en mis deseos, a veces sola sacade la alacena una caja donde guardaba unjuego de t. Las tazas, los platos, la tetera y laazr\carera eran minsculas, de color lila,adornadas con una gardenia blanca como lanata que tanto me gustaba con bolillo. Juntas,solas y en secreto jugbamos a la comidita,mi abuela prepaaba frijoles con huevo.

    El jugar con mi abuela tena un altoprecio: deba sacar buenas notas en la escuelay obedecer a mi madre; aprenderme el ca-tecismo como cancin y el rosario con suscinco misterios, verso por verso. Esa maanade Da de Reyes le dije a mi abuela que yoquera ser mujer. Ella, con la serenidad queslo con los aos se adquiere, acept en-searme todo lo que una mujer decentenecesita conocer. Las clases comenzaon esemismo da.

    Mi madre regres de trabajar y preguntpor los nuevos juguetes. No supe qu con-testar. Grit. As supe que los Reyes Magosno existan. No me import demasiado, yoestaba aprendiendo a ser mujer.

    Despus de comer y terminada Ia taeade la escuela, comenzaba mi instruccin.Junto al silln, en una bolsa tejida a ganchillo,guardaba los estambres y las agujas de tejer.Esa fue mi primera clase: "Un derecho y unrevs", deca mi abuela. Me senta feliz. prontoaprendi puntadas de fantasa: punto ingls,la mosca, espuma de mar y cola de pavo. Cadaclase estaba acompaada de una historia, unsueo y amor. Tej, bord, deshil, cort,hilvan, planch, limpie y cocin como unamujer, como la mujer que deseaba ser. Comomi abuela.

    1

  • 68

    Jair Camet

    A mi obligado regreso de los EstadosUnidos, me encontr con una noticia que meentisteci. La abuela estaba enferma decncer y quince dias despus del diagnstico,muri.

    Cre que me volveria loco y que tendraque regresar al hospital psiquitrico, peroantes de que mi abuela falleciera me pidi eljuramento de que nunca volvera a atentarcontra mi vida. Adems, le prometi queestudiara una catrera universitaria. En elvelorio descubr 1o que la muerte duele. Losdias pasaron y tristemente nos acostum-bramos a vir sin ella, aunque todava hoy laescucho cuando tejo un suter o cuando rezoun rosaio-

    Una tarde por la radio me enter de laconvocatoria de una universidad. Prepar losdocumentos'para hacer mi solicitud. Peroqu estudiara? Decid pedir el ingreso a lacarrera de medicina. Pens que sera fcil yque mi abuela estara contenta de que yo fueradoctor.

    El dia del examen lleg.No tuve el valor de presentarme.Ya tena un saln de belleza y 1o que

    ganaba era suficiente, pero la promesa que lehaba hecho a mi abuela no la habia cumplido.Por esto decid entra a un plantel privado:estudiara ingeniera en sistemas. En launiversidad era un requisito indispensableleer; a m eso no me gustaba, pero en aquellasaulas algo comenz a germinar dento de mi.

    Mi familia me vea con admiracin: teniaun negocio propio y adems asista a launiversidad.

    A los tres meses abandon la escuela.

    Con enormes tcones

    Tena un ao y medio con la clinicaesttica, cuando escuch de nuevo la convo-catoria para la universidad. Otra vez realiclos trmites correspondientes, pero esta vezs me present aJ examen y con gran esfuerzotrat de responder las preguntas que nocomprendia. Por supuesto, no me aceptaron,pero ese rechazo me llen de coraje para volvera intentarlo. Mi abuela no conoci mi salnde belleza y no leer esta novela, aunquesiempre me acompa.a en cada paso quecamino.

    6g

  • 1 rl r;"h,:i1."[""',i,,1],lil;IU :,i,fr::.*,*.-#fimano derecha ca-rga una baJaza donde seequilibra una fuerza vital: el agua. Mesura.Adaptacin. Mezcla del pasado y del presente.Armona. Apuntalamiento. Imagen materna ypaterna. Presagios afortunados.

    Mi amiga pidi que observara las cartasen conjunto. La realidad que haban mostradome conmova. Algunas veces me he inte-rrogado acerca de m mismo. Es dificil serhonesto. De alguna manera la lectura mepermiti ajustar mis cuentas personales,tomar conciencia de las comprobaciones msdesoladoras, enterarme mejor de cmo era yohasta ese momento.

    Al salir del hospital psiquitrico mimadre me recibi con otra mirada. Nuestrarelacin comenzaba a cambiar. Ahora lacomprendo: no debe ser sencillo 1o que yo leexiga. Ella haba parido a un hombre, no auna mujer. TaI vez no saba cmo alrrdarmey creo que yo menos.

    Cuando cruc el marco de la puerta paraentrar a casa, su extensin, despus de quinceas de ausencia, paecia que haba aumen-

  • 72

    Jair Camet

    tado. La vea tan grande como curndo erespequeo y todo te parece enorme. No s porqu razn, pero me sent parte de ella porprimera vez. Nos sentamos en 1a sala, mimadre me sirvi una taza de t de cordialesdoce flores. E1 aroma de 1a bebida eraconfortante-

    Con calma y una serenidad que ledesconoca, mi madre sac de su bolsa unpequeo manojo de billetes y me lo entreg.Era parte de sus ahorros. Al ponerlo en mimano dijo que poda disponer de l para quecomprara ropa de mujer. Sorprendido, nosupe qu decir. Me avergonc. pues nuncaantes habamos hablado de esta necesidadque me trastorn durante tanto tiempo. Meabraz fuerte, como tratando de pedir perdnpor algo de lo que ninguno de los dos eraculpable.

    A la maara siguiente sal temprano. Eldinero tena que rendir para comprar unguardarropa completo. Camin por las callesdel centro de la ciudad. Entr en una tienda;exhiban en aparadores, grandes y luminosos,vestidos de todos colores, largos y anchos,cortos y estrechos. Una de las empleadas delestablecimiento se acerc para ayrrdarme. Concierta timidez le ped que me mostrara unvestido de crep negro; el diseo era novedoso,con un iigero escote y por la espalda unacintilla a modo de cors para ajustarlo alcuerpo. E1 corte, semicircular, le daba movi-miento.

    La seorita no tard en regresar y mepidi que entrara a un probador para ver cmolucira. Pens que tal vez se burlaba de m,pero no, hablaba en serio. Me sent incmodo.

    Con enOrmes tacones

    Cmo probarme un vestido en una tiendade mujeres? La empleada me explic que enesa boutique algunos artistas compraban laropa para sus shous. Comprend que en-tonces saba tratar a alguien como yo. Sinembargo, yo estaba inmerso en un remolinode rfagas que giraban en direccionesencontradas: el inesperado respaldo afectivode mi madre, el apoyo rea.l con su dinero, untemor de provocar rechazo entre las depen-dientas del negocio, el deseo de tener mipropia ropa femenina y la suave presin de laempleada. As quin puede responder conla seguridad de saber plenamente 1o quequiere? Le dije a la chica que comprara elvestido sin probrmelo. Cuando supe el preciocasi me caigo de espaldas, pues superaba conmucho la cartidad que yo llevaba. Sal sincomprarlo.

    Regres a casa. Mi madre an no llegaba.Entr a su reclrnara y del clset saqu unvestido azul marino. Reviv mis aos desecundaria. La prenda era recta y el nicoaccesorio que la acompaaba era un pequeocinturn rojo. Intent ponrmelo y casi 10rompo, era pequeo para m. Me prob otro,ahora de color blanco adornado con lunaresrojos. Este s 1o revent y, con gran dolor,descubr que ya no era un nio, tena vein-tids anos y mi cuerpo era el de un hombrejoven.

    [,os vellos de mis brazos y piernas habiancrecido, haca mucho que no me depilaba, demodo que compr lo necesario para hacerlo yrea)zar la belleza de mi cuerpo. Cmo duelecubrir la piel con la cera caliente para despusda un fuerte jaln que termine con el

    l

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    Jair Camet

    problema de rriz, durante una o dos semaras.La zona depilada adquiere un color rojointenso que pronto desaparece. Este ritual esinetablemente necesario, si se quiere teneruna piel de porcelana.

    Al da siguiente fui de compras almercado de Mixcalco, ahi pude encontrar ropade buena calidad a precios baratos. [s chicasque atienden en los almacenes son tanamables como las de las tiendas caras. Peroms an que en la boutique de lujo, soportla vergenza de probarme en pblico loshermosos vestidos. No era para tanto. Me dicuenta que a la gente no parece importarle nicausarle asombro ver a un homosexualcompraado prendas femeninas. Antes no eraasi, qu bueno que las cosas han cambiado,de alguna manera ya somos parte de lasociedad.

    En otra tienda compr ropa interior.Pantaletas ajustables, unas de encaje y otrasde algodn. Brassieres que hacan juego conlos bikinis. Medias y pantimedias. Por finhaba realizado las primeras compras; elvestido ms bonito era de color lila, ajustabley corto. El otro, rojo, largo, circular y la orilladel cuello estaba adornado con lentejuelas delmismo color. El tercero y ltimo, negro deterciopelo. Por supuesto, tambin dediqualgn dinero a aquello que realza y distingueel buen vestir: aretes, pulseras, mascadas,prendedores y cintillos.

    ,

    Enseguida deba darle prioridad alcomplemento que slo las damas msexquisitas sabemos elegir: las zapatillas.Camin con impaciencia hasta el mercado deGranaditas. Un enorme lugar lleno de zapatos

    Con enOrmes tacones

    de todos colores, formas y texturas. Ah sperd la pena y me prob todo el calzado queme gust. Algunos pares eran muy caros yotros de mala calidad; hay que buscar condetenimiento. El dinero casi se terminaba ytodavia me faltaba una peluca, as quesolamente decid adquirir unas sandalias detacn alto en color negro. Despus de negociarpor diez minutos el precio de las zapatillas,las compr. La verdad es que las cintas conlas que se sujetaban me cortaban la piel, peroeran hermosas. montarme en ellas era msalto que todos y senta que poco faltaba paratocar con un dedo el cielo. Del mercadocamin hasta Insurgentes Sur para compraruna peluca de cabello natural. El dinero nome alcanz; de nada sirvi el ahorrar en eltransporte.

    Al llegar a casa guard todo bajo la cama,como si fuese un secreto. Mi madre lleg ycomimos sin platicar. No tenia valor parasentarme a la mesa vestido de mujer. Unaparte de mi 1o deseaba y otra me recriminaba.Vea mis manos en el borde de la mesa y ellas,al igual que la barba, no me permitirianmentirme. Yo no era mujer.

    Por la noche cerr mi cuarto con llavcpara intentar transformarme. Comenc elritual del maquillaje. Haba sido fcil hacerloen el saln de belleza con las clientas, perodificil en mi persona. Pint mis ojos con tonososcuros, era de noche e imaginaba que unapuesto prncipe vendria por m para llevarmea un elegante baile que se celebrara en euprecioso palacio de cristal. Termin conestornudos al aplicarme elrubor. Deline mislabios como un corazn. Me puse el sostn y

  • 76 rellen las copas con calcetines; habaolvidado comprar el algodn. Me puse laspanta.letas. Apretaban tanto que ocultabanbien 1o que no deba verse. Me puse el vestidode terciopelo negro y me calc con mis nuevaszapatillas. Tema verme de cuerpo entero enel espejo. La meloda de una cancin, quepareca un bolero, entraba por la ventana.Comenc a bailar y a girar por toda 1arecmara. Un soplo de anhelo me acarici.

    El espejo, como verdugo implacable,apareci frente a m. Descubr que no mevea como haba imaginado. El cabello corto,la espalda ancha y los senos sin movimientome expulsaron de la fantasa. La decepcinduele como veneno que corroe el alma. Micreacin vena malograda desde antes denacer. Siempre viv una conflagracin dedimensiones dolorosas entre el cuerpo de unhombre que vive y siente con un almafemenina-

    Mi madre llam a la puerta, yo no queraque me viera. Me enfrentaba a la derrota. Lostacones de las zapatillas me daban, a pesarde todo, alguna seguridad. Abr la puertadespacio. Me vio de abajo hacia arriba sinpesta.ear. Era demasiado claro que no podasorprenderse. Ya esperaba verme vestido demujer. "Eres casi bonita", dijo mi madre. Sali.

    Respir profundo y me desvesti. En unacaja guard todas las cosas que haba com-prado y las puse en el fondo del clset. Todavalas conservo, algunas veces las saco paraacariciarlas. La necesidad de travestirme setermin. Y no creo que regrese.

    La voz de mi amiga me sac del trance.E1 tiempo haba terminado, los arcanos

    hablaron y yo habia escuchado. De una cajasac un cuarzo de color violeta, me 1o regalpara protegerme con su energia. Dio unconsejo: que estuviera alerta. Mi vida daaun giro intil de eludir. Yo haba pedidorespuestas y las respuestas llegaran mspronto de lo que imaginaba. Era temprano,apenas medioda. Tenia que hacer algunascompras en el super-

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  • @ a Tras cerrar la puerta del consul-I I torio me detuve unos segundos.I t Apreci la evolucin de m