John Rawls, La Razon Pública y El Papel Del Poder Judicial-gargarella

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TRADUCCIN JOHN RAWLS, LA RAZN PBLICA Y EL PAPEL DEL PODER JUDICIAL John Rawls, Public Reason and the Judiciary Roberto Gargarella * Universidad de Buenos Aires Universidad Torcuato di Tella Traduccin: Leonardo Garca Jaramillo Universidad de Caldas, Colombia RESUMEN A partir de la confianza de Rawls en las virtudes del razonamiento judicial, este ensayo mostrarÆ que la deliberacin judicial, as como el proceso de toma de decisiones adelantado por los jueces (y particularmente por los magistrados de la Corte Suprema), no cons- tituye un paradigma de la razn pœblica, es decir, no constituye un ejemplo de la manera correcta de razonar y decidir cuando tenemos que resolver problemas sociales fundamentales. Palabras clave: Rawls, razn pœblica, deliberacin judicial, cons- titucionalismo. ABSTRACT In the light of Rawlss confidence in the virtues of the judicial reasoning, in this essay will be show that the judicial deliberation, as well as the decision making process followed by the judges Praxis Filosfica Nueva serie, No. 26, Enero-Junio 2008: 287-296 ISSN: 0120-4688 * La versin original de este ensayo se public en el No. 28 de Rechtstheorie. Zeits- chrift für Logik, Methodenlehre, Kybernetik und Soziologie des Rechts, pp. 523 a 530. Agrademos al profesor Gargarella y a Alice Schubert (Foreign Rights - Duncker & Humblot) por sus respectivas autorizaciones para publicar esta traduccin.

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  • TRADUCCIN

    JOHN RAWLS, LA RAZN PBLICAY EL PAPEL DEL PODER JUDICIAL

    John Rawls, Public Reason and the Judiciary

    Roberto Gargarella*Universidad de Buenos AiresUniversidad Torcuato di Tella

    Traduccin:Leonardo Garca JaramilloUniversidad de Caldas, Colombia

    RESUMEN

    A partir de la confianza de Rawls en las virtudes del razonamientojudicial, este ensayomostrar que la deliberacin judicial, as comoel proceso de toma de decisiones adelantado por los jueces (yparticularmente por losmagistrados de la Corte Suprema), no cons-tituye un paradigma de la razn pblica, es decir, no constituyeun ejemplo de la manera correcta de razonar y decidir cuandotenemos que resolver problemas sociales fundamentales.

    Palabras clave:Rawls, razn pblica, deliberacin judicial, cons-titucionalismo.

    ABSTRACT

    In the light of Rawlss confidence in the virtues of the judicialreasoning, in this essay will be show that the judicial deliberation,as well as the decision making process followed by the judges

    Praxis FilosficaNueva serie, No. 26, Enero-Junio 2008: 287-296 ISSN: 0120-4688

    * La versin original de este ensayo se public en el No. 28 de Rechtstheorie. Zeits-chrift fr Logik, Methodenlehre, Kybernetik und Soziologie des Rechts, pp. 523 a 530.Agrademos al profesor Gargarella y a Alice Schubert (Foreign Rights - Duncker &Humblot) por sus respectivas autorizaciones para publicar esta traduccin.

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    (and, in particular, the Supreme Court justices) does not constitutean example of the right way to reason and decide when we haveto solve fundamental social problems.

    Key words: Rawls, public reason, judicial deliberation, constitu-tionalism.

    IntroduccinLa cuestin que parece motivar a John Rawls en su libro Political Libera-

    lism tiene que ver con el uso legtimo de la coaccin. Al respecto escribe:cundo pueden los ciudadanos () ejercer apropiadamente su poder coerci-tivo sobre los dems cuando estn en juego asuntos fundamentales?1 . Laimportancia que Rawls le otorga a esta pregunta est relacionada con lo quereconoce ahora dentro de su teora como el hecho del pluralismo, enunciadobrevemente es la posibilidad de que al interior se las sociedades hayan des-acuerdos razonables entre las personas respecto a las concepciones del bienque han escogido2 . Dentro de tal contexto, conforme a Rawls, uno de los peo-res escenarios posibles sera aquel en el cual algunas personas trataran deimponer sobre los otros su propia concepcin de la buena vida. Para evitar esaposibilidad, Rawls bsicamente nos sugiere que pongamos nuestros idealespersonales entre parntesis cada vez que discutamos sobre cuestiones relacio-nadas con la justicia bsica y con los esenciales constitucionales. En tales ca-sos afirma tenemos que guiar nuestra conducta por (lo que denominaremos)razones pblicas y no por meras razones privadas3 . En esta tarea de dis-tinguir entre argumentos razonables e irrazonables, el poder judicial puede des-empear un rol muy significativo debido a que los jueces (y particularmente losmagistrados de las altas cortes) tienen la destreza y la motivacin institucionalpara recurrir a los argumentos ms apropiados4 .

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    1 John Rawls,Political Liberalism. NewYork: ColumbiaUniversity Press, 1993, p. 217.Este libro tiene dos versiones castellanas, una de Serio RenMadero Bez publicada en1995 por el Fondo deCultura Econmica y laUniversidadNacionalAutnoma deMxi-co, y otra deAntoni Domnech publicada por la editorial Critica.2 Ibdem, p. 36.3 Por ejemplo, sera completamente inaceptable que alguien tratara de interpretar la ideade libertad incorporada en la Constitucin a partir de razones privadas, tales comoaquellas provistas, digamos, por su propio credo religioso, para afirmar que la Constitu-cin prohbe la homosexualidad. Si alguien acta de tal forma estara violando lo queRawls denomina el principio de legitimidad debido a la intencin de interpretar yaplicar la Constitucin de acuerdo con razones no-pblicas, es decir, razones que otraspersonas pueden rechazar de manera razonable.4 En lo que sigueme referir normalmente a losmagistrados de la Corte Suprema cuandoaluda al poder judicial.

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    Al reconocer este ltimo hecho (la confianza de Rawls en las virtudes delrazonamiento judicial) en este ensayo tratar de mostrar que la deliberacinjudicial, as como el proceso de toma de decisiones adelantado por losmagistra-dos, no constituye un paradigma de la razn pblica, es decir, no constituyeun ejemplo de la manera correcta de razonar y decidir cuando tenemos queresolver problemas sociales fundamentales.

    2. Las virtudes del razonamiento judicialCmo explicar el hecho de que el razonamiento judicial le resulte tan atrac-

    tivo a Rawls? Primero que todo, hay que decir que tal actitud positiva hacia elrazonamiento judicial tiene que ver con un hecho simple y obvio, a saber, losmagistrados tienen que explicar y justificar sus decisiones como basadas en sucomprensin de la Constitucin, as como de las leyes y los precedentes rele-vantes5 . Este slo hecho los compromete ya con la tarea de buscar buenosargumentos. Su misin pasa a ser la de solucionar problemas a travs de deci-siones que sean justificadas pblicamente.As entonces, para justificar sus decisiones, los magistrados tienen que de-

    fender sus sentencias de una formamuy particular, a saber, fundamentalmente,cuando argumentan a favor de una solucin puntual tienen que excluir sus pro-pias creencias religiosas y filosficas. De acuerdo con Rawls los magistradosno pueden () invocar su propia moralidad personal, ni los ideales y virtudesque hacen parte de la moral en general () Igualmente, no pueden apelar a lasperspectivas filosficas o religiosas propias o de otras personas. Tampoco pue-den citar valores polticos sin restriccin alguna6 . En lugar de esto, lo quetienen que hacer los magistrados impulsados por lo que Rawls denomina eldeber de civilidad es apelar a los valores polticos que consideran que hacenparte del entendimiento ms razonable de la concepcin pblica y sus valorespolticos de justicia y razn pblica7 . Tales valores son aquellos que los magis-trados consideran de buena fe () que sera razonable esperar que todos losciudadanos suscriban, en tanto seres razonables y racionales8 .Lo que supuestamente se requiere que hagan los magistrados al tomar sus

    decisiones no es lo que normalmente hacen los ciudadanos y los legisladores ensus comportamientos habituales. De hecho, y contrario a lo que los magistradosson compelidos a hacer, ni los ciudadanos ni los legisladores tienen la obligacinde acudir slo a razones pblicas en la mayora de sus intervenciones pblicas.Como Rawls afirma al respecto los ciudadanos y los legisladores pueden demanera apropiada votar con base en sus perspectivas ms comprehensivascuando los esenciales constitucionales y la justicia bsica no estn en juego; no

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    5 John Rawls, Political Liberalism. Op. cit., p. 216.6 Ibdem, p. 236.7 Ibdem.8 Ibdem.

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    necesitan justificar por la razn pblica por qu votaron como efectivamente lohicieron o construir sus fundamentos de manera consistente y encajarlos enuna perspectiva constitucional coherente que abarque todo el rango de susdecisiones9 .Rawls, claramente, reconoci que los magistrados no tienden a actuar de

    acuerdo con la metodologa que sugiere10 . De esta forma, su consideracin delproceso deliberativo judicial no aparece como unamera descripcin del mismo,sino mas bien como una prescripcin sobre cmo deben decidir los magistra-dos, es decir, como un modelo ideal sobre cmo deben argumentar. De acuerdocon Rawls, si los magistrados actan de tal forma no slo estaran protegiendola Constitucin sino que tambin estaran dotando a la razn pblica del vigory de la vitalidad en el foro publico; estaran dndole el efecto debido, y deforma continua, a la razn pblica fungiendo como su ejemplo institucional11 .

    3. El razonamiento judicial y sus problemasTeniendo en cuenta la explicacin de Rawls de la labor judicial como un

    modelo ideal como una prescripcin sobre la manera adecuada en la cualdeben resolver sus casos tenemos que examinar la posibilidad real de alcan-zar algo tal como ese ideal. En lo que sigue, sustentar que no es razonableesperar por parte de los magistrados el comportamiento particular que Rawlsles recomienda. Adems, afirmar que incluso si los magistrados, de hecho,decidieran sus casos en la forma que Rawls les recomienda, todava tendra-mos buenas razones para criticar dicha forma de argumentar. Examinar en-tonces crticamente algunas caractersticas distintivas de (lo que he denomina-do) el modelo ideal de Rawls del razonamiento judicial.

    3.1 Concepcin de imparcialidadUn primer problema que podemos encontrar con tal modelo ideal es el si-

    guiente: los magistrados de la Corte Suprema deciden con autoridad ltima ydefinitiva en asuntos que (directa o indirectamente) afectan a muchas personasque no toman parte en la elaboracin de la decisin. En todos esos casos, tantolos debates sobre las sentencias definitivas, como su contenido particular, sondecididos exclusivamente por los magistrados, sin intervencin significativa al-guna por parte de aquellos afectados por la misma. Este slo hecho debe arro-jar ciertas dudas iniciales sobre el valor de este proceso de toma de decisiones

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    9 Ibdem, p. 235.10 Consltese, por ejemplo, Ibdem, p. 238, n. 18.11 Ibdem, p. 235. Como afirma Peter derMarneffe, la idea de razn pblica slo viene adesarrollar la concepcin liberal bien conocida en virtud de la cual un gobierno demo-crtico no debera justificar sus polticas apelando a los valores religiosos. Consltesesu ensayo Rawlss Idea of Public Reason, en: Pacific Philosophical Quarterly No.75, 1994, pp. 232-250, 233.

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    debido a que aparece amenazada la naturaleza considerablemente imparcial dela decisin en cuestin. Por ejemplo, la ausencia en el debate judicial de puntosde vista relevantes, puede implicar la carencia de informacin pertinente. Asi-mismo, tales ausencias pueden impedir que los magistrados cuenten con unasaludable constriccin al momento de argumentar por la eleccin de una deter-minada decisin. Incluso magistrados orientados adecuadamente pueden care-cer de la motivacin necesaria que se necesita para defender ciertas perspecti-vas que no corresponden a las propias12 .Nadie debe sorprenderse de estos tipos de objeciones. De hecho, tales ob-

    jeciones proporcionan las bases para la recurrente acusacin en contra de larevisin judicial de constitucionalidad [Judicial Review] y la llamada obje-cin contra-mayoritaria que tienen que afrontar13 .Algunos de los ms influyentes autores de Derecho Constitucional, tales

    como John H. Ely, Alexander Bickel o Lawrence Tribe, han reconocido la im-portancia del problema analizado aqu14 . Carlos Santiago Nino sintetiz de for-ma adecuada estas ideas al criticar la afirmacin de que los magistrados pue-den alcanzar respuestas normativas correctas en la soledad de sus propiasoficinas y bibliotecas, sin participar en el proceso de discusin pblica con todoslos interesados en una u otra decisin y sin revisar sus decisiones en el marcode tal proceso pblico15 .Las mencionadas objeciones no pueden ser respondidas de manera adecua-

    da afirmando que los magistrados, de hecho, tienen la obligacin de considerar(al menos) las opiniones de parte de aquellos que resultarn potencialmenteafectados por sus decisiones. Esta respuesta no es satisfactoria porque aque-

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    12 De esta forma, por ejemplo, podramos esperar que un tribunal integrado exclusiva-mente por hombres pueda tener problemas razonables para considerar apropiadamentey ponderar los puntos de vista femeninos. Sin embargo, al sostener esto no estoyinsinuando que no es posible entender adecuadamente otras perspectivas de vida,sino slo que la mencionada tarea puede convertirse en una particularmente difcil.Como sustentaAnne Phillips, al cuestionar la idea de que solamente los miembros quehacen parte de comunidades desaventajadas pueden entender o representar sus pro-pios intereses, se podra exitosamente modificar este asunto y preguntar si es posiblealcanzar tal entendimiento o representacin sin la presencia de algunos miembros delos grupos desaventajados. Anne Phillips, The Politics of Presence. Oxford: Claren-don Press, 1995, p. 89, n. 12.13 Vase sobre el particular, Roberto Gargarella, La justicia frente al gobierno. Barcelo-na:Ariel, 1996.14 Puntualmente, obsrvese, John H. Ely,Democracy and Distrust. Cambridge, Mass.:Harvard University Press, 1980.Alexander Bickel, The Least Dangerous Branch. NewHaven: Yale University Press, 1962. Lawrence Tribe, American Constitutional Law.NewYork: The Foundation Press, 1978.15 Carlos Santiago Nino, Fundamentos de derecho constitucional. Buenos Aires: As-trea, 1992, p. 685.

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    llos que son consultados en efecto por los magistrados slo son convocadospara proveerles alguna informacin adicional, pero no para participar en la ela-boracin del veredicto final16 .Otra respuesta igualmente inverosmil sera aquella segn la cual institucio-

    nes tales como la Corte Suprema son cuerpos deliberativos integrados por unapluralidad de miembros quienes normalmente sostienen puntos de vista distin-tos entre ellos. La idea sera que no tenemos buenas razones para quejarnos delas llamado elitismo judicial debido a que la deliberacin judicial no supone enforma alguna la deliberacin de una elite aislada y excluyente. No obstante, loque est bajo examen no es la mera pluralidad del poder judicial ni los acuerdoso desacuerdos ocasionales de sus miembros, sino que estamos discutiendo so-bre el hecho de que una Institucin que no es representativa del pueblo talcomo el poder judicial, pueda tener tal voz decisiva respecto a los problemasbsicos de justicia. Ms precisamente, lo que se critica es la concepcin segnla cual la reflexin aislada e independiente por parte de unos pocos individuos(quienes quiera que sean) pueda garantizarnos, mejor que otros posibles arre-glos institucionales, decisiones imparciales cuando se enfrentan asuntos funda-mentales.

    3.2 La razn pblica y los lmites de la discusin pblicaUna de las ideas centrales que defiende Rawls, cuando escribi sobre cmo

    alcanzar acuerdos dentro de una sociedad pluralista, tiene que ver con la es-trategia de evitacin [avoidance strategy] la cual es una estrategia quenos sugiere que evitemos ciertos argumentos en ocasiones determinadas cuan-do estamos lidiando con temas que son particularmente significativos17 . Con-forme a Rawls, los magistrados estaran singularmente bien preparados y dis-puestos para llevar a cabo esa tarea. Aqu tratar de desafiar esta ltima afir-macin.Claramente, la as llamada estrategia de evitacin no describe la forma en

    la cual los magistrados tienden a decidir (esto dado que, por ejemplo, algunasveces aparecen explcita o implcitamente comprometidos con concepcionesparticulares del bien). Sin embargo, visto como una prescripcin sobre la formaen la cual los magistrados deben decidir, la concepcin rawlsiana no parece

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    16 Esto sin considerar otro serio problema, a saber, aquellos que en efecto son consul-tados por los jueces son, bsicamente, las personas (ms o menos) afectadas directa-mente por la decisin judicial. De esta forma, por ejemplo, en una decisin sobre elaborto los magistrados pueden consultar a la madre y a su esposo, etc., mientras que taldecisin afecta de hecho a muchas otras personas.17 Como dice Rawls enfrentada con el hecho del pluralismo razonable, una perspectivaliberal remueve de la agenda poltica las cuestiones ms divisivas () serias disputassobre las mismas pueden llegar a socavar las bases de la cooperacin social. JohnRawls,Political Liberalism. Op. cit., p. 157.

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    tener oportunidades significativas de acontecer. Esto debido, primero que todo,a la dificultad de crear barreras institucionales que puedan eliminar las razo-nes privadas de los discursos oficiales, es decir, todos los valores controversia-les de orden religioso o filosfico18 . Lo anterior, asimismo, dada la dificultadobvia de motivar a los magistrados para alejar sus ideales personales cada vezque se involucren en argumentaciones de tipo pblico19 .La estrategia de evitacin enfrenta algunas dificultades adicionales ms all

    de sus problemas prcticos. Podemos afirmar, por ejemplo, que no es razonableexigirle a alguien que deje a un lado sus compromisos personales cuando discu-ta sobre aquellas cuestiones en las que est mayormente interesado; por quno, en cambio, dejarles a los mismos ciudadanos la posibilidad de alcanzar susacuerdos preferidos a travs de la discusin pblica? Por qu debemos permi-tirles a algunos tericos que congelen la discusin pblica dicindole a laspersonas cules argumentos son valiosos para mencionar y cules otros no?20 .Al afirmar lo anterior no estoy queriendo decir que a los magistrados debe

    permitrseles invocar sus propias concepciones del bien cuando estn tomandodecisiones pblicas. Lo que quiero sugerir es que tal modelo judicial de razonar(tal como fue descrito) no constituye un ejemplo a seguir cuando se estn lle-vando a cabo discusiones sobre los esenciales constitucionales. Exigirles a losciudadanos que no acudan a sus ideales personales en sus argumentacionespblicas parece, de una parte, excesivo, pero de otra parte parece tambinimpropio. Si cada persona defiende su propia verdad tal como la percibe, lareflexin pblica puede beneficiarse de un debate ms abierto, flexible y fran-co. Igualmente, un debate ms franco puede ayudarnos a reconocer el impactoque pueden llegar a tener nuestras propias propuestas sobre el resto de laspersonas. De hecho, muchas veces (aunque no siempre) defendemos un ciertopunto de vista slo porque ignoramos las concepciones que defienden las otraspersonas e ignoramos tambin la forma en la cual el resto de las personasreaccionaran al considerar nuestras propuestas. En este sentido, por ejemplo,podra ser importante para quienes defienden un enfoque muy liberal sobre elaborto saber cun importante es para otros el prohibir esta prctica, as comoconocer las razones que proporcionan para sustentar su demanda radical. Dela misma forma, podra ser importante para quienes defienden un estado reli-

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    18 Ver, por ejemplo, ThomasMcCarthy, Kantian Constructivism andReconstructivism:Rawls andHabermas inDialogue, en: EthicsNo. 105, 1994, pp. 44-63, 52.19 Esta es la dificultad que tenemos para solicitarle a alguien que olvide sus compromi-sos ms profundos cada vez que discuta sobre asuntos de inters pblico. Ver, porejemplo, Ronald Dworkin, Foundations of Liberal Equality. University of Utah Press,1990.Ver tambin, SusanMoller Okin, Review of Political Liberalism, en: AmericanPolitical Science Review No. 87, 1993, pp. 1009-1011, 1010-1011. Stuart Hampshire,Liberalism: TheNewTwist, en: The New York Review of BooksXL, 1993, pp. 10-14.20 ThomasMcCarthy, Kantian Constructivism and Reconstructivism. Op. cit., p. 61.

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    giosamente activista, reconocer las implicaciones de sus exigencias sobre losplanes de vida de otras personas.

    3.3 Lo razonable y lo irrazonableLa propuesta de Rawls depende considerablemente de la posibilidad de de-

    finir, con algn grado de precisin, las ideas razonable e irrazonable. Dehecho, como vimos, Rawls piensa que una determinada concepcin o argu-mento puede ser directamente rechazado cuando resulta irrazonable. Enton-ces, y dada la importancia de esta posibilidad, necesitamos ser muy cuidadososen la manera como vamos a distinguir entre los argumentos razonables y losirrazonables. A pesar de esto, Rawls no delinea la distincin entre estos dostipos de argumentos con la precisin que sera requerida. No hay lugar algunoen Political Liberalism donde presente una definicin inteligible de tales con-ceptos, por lo cual como acertadamente ha sealado Jean Hampton lo quesucede es que las ideas de razonable y irrazonable terminan tomando sucontenido slo de meras intuiciones. No obstante, esta posibilidad parece in-aceptable ya que no debemos intentar asegurar la estabilidad excluyendoperspectivas con base en una nocin dependiente de la intuicin21 .A este respecto, Hampton provee un interesante ejemplo con una informa-

    cin que proviene de Political Liberalism. Adoptando una posicin normal-mente compartida por la mayora de liberales, Rawls defiende el derecho de lasmujeres a practicarse el aborto bajo determinadas condiciones. Al acometeresta defensa, Rawls rechaza directamente los argumentos de quienes se opo-nen al aborto al afirmar simplemente que el criterio que utilizan es irrazonable:iramos en contra del ideal de razn pblica si votamos desde una doctrinacomprehensiva que niegue este derecho22 . Esta actitud no slo significa unadesestimacin de la posicin de los oponentes de Rawls, sino que tambin arro-ja dudas sobre su habilidad misma para razonar sobre esta cuestin23 . De estaforma, y dada la importancia que las nociones de lo razonable y lo irrazonableadquieren en Political Liberalism, debemos tratar de definir ms precisamen-te dichos conceptos o reservar para los mismos un papel menos crucial deaquel que desempean en tal libro.

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    21 Jean Hampton, The Common Faith of Liberalism, en:Pacific Philosophical Quar-terlyNo. 75, 1994, pp. 186-216, 210.22 John Rawls, Political Liberalism. Op. cit., pp. 243-244, n. 32.23 Cfr.: Jean Hampton, The Common Faith of Liberalism. Op. cit., p. 209. Por esto espor lo queHampton la considera una conclusin anti-liberal. Ibdem, p. 210.Adoptan-do una perspectiva similar, vase, Stuart Hampshire, Liberalism: TheNewTwist. Op.cit., p. 44.

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    3.4 La concepcin pblica de justiciaEn las pginas anteriores me refer fundamentalmente a los argumentos

    que, para Rawls, no deben ser utilizados cuando se discute sobre los esencialesconstitucionales. En este aparte examinar crticamente los tipos de argumen-tos que, aparentemente, deben invocarse en las discusiones pblicas sobre cuestio-nes bsicas. De acuerdo con Rawls, en las discusiones pblicas sobre asuntosfundamentales slo debemos recurrir a razones pblicas, es decir, las razones quepertenecen a lo que Rawls denomina la concepcin pblica de justicia.En contra de lo que Rawls sugiere, podemos afirmar algo como lo siguiente:

    incluso si los magistrados slo acuden en sustento de sus decisiones a argu-mentos que hacen parte de la concepcin pblica de justicia, aun podemoscriticarlos por usar una teora innecesariamente conservadora (o complacien-te, como dice Joseph Raz). Political Liberalism parecera una teora conser-vadora debido al papel que le concede a las ideas dominantes sobre la justicia.O, como Daniel M. Weinstock indica, su conservadurismo sera consecuenciadel hecho de que (sus) puntos de partida metodolgicos no tendran el gradode revisabilidad requerido por unmtodo coherentista con un verdadero aspec-to justificatorio24 . Claramente podemos elevar estos tipos de objeciones siasumimos que en la filosofa poltica cualquier teora debe estar abierta a laposibilidad de que la sociedad en la cual pretende aplicarse sea fundamental-mente defectuosa, es decir, cualquier teora debe estar lista a desarrollar unacrtica radical a las instituciones existentes y a las creencias dominantes25 .La naturaleza conservadora de la perspectiva de Rawls, sobre esta cuestin,

    puede ratificarse al reconocer el hecho de que, en Political Liberalism, pareceabandonar los aspectos ms igualitarios de su teora de la justicia sustentados ensu afamado libro A Theory of Justice, de 1971. Por ejemplo, hay un consensocasi unnime en virtud del cual el igualitario principio de diferencia (segn elcual la teora de la justicia requiere una igual distribucin de bienes, salvo que unadistribucin desigual de los mismos favorezca a los grupos ms desaventajadosde la sociedad) ha sido relegado en Political Liberalism en virtud de la posibili-dad de alcanzar un consenso pblico (entrecruzado)26 .

    24 DanielM.Weinstock, The Justification of Political Liberalism, en:Pacific Philoso-phical QuarterlyNo. 75, 1994, p. 175.25 Joseph Raz, Facing Diversity: The Case of EpistemicAbstinence, en: Philosophyand Public AffairsNo. 19, 1990, pp. 3-46, 19. Para un punto de vista similar, consltese,BruceAckerman, Political Liberalism, en: Journal of PhilosophyXCI, 1994, pp. 364-386.26 Ver, por ejemplo, SusanMoller Okin, Review of Political Liberalism. Op. cit. PhilipPetit, Review of JohnRawls, Political Liberalism, en: The Journal of PhilosophyXCI,1994, pp. 215-220, 217. Rawls reconoce este hecho, almenos en parte, al afirmar que losvalores que los magistrados pueden invocar estn restringidos a aquellos que es razo-nable creer que quedan cubiertos por esa concepcin (pblica de justicia) o sus varian-tes y no por una concepcin de la moral como tal, ni siquiera de moral poltica ()As,

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    Finalmente, debemos mencionar algunos problemas adicionales que pare-cen afectar la sugerencia de acudir solamente a ciertos argumentos que perte-necen a la concepcin pblica de justicia. Tales problemas son tpicos dentro detodas las concepciones que nos permiten acudir slo a determinadas tradicio-nes comunes, a un entendimiento comn o a acuerdos sociales comunes. Pri-mero que todo, hay un problema para identificar adecuadamente el contenidode estas tradiciones o acuerdos, presumiblemente compartidos por todos noso-tros: a cules tradiciones nos estamos refiriendo cuando hablamos de nues-tras tradiciones? Qu principios estamos tomando en cuenta cuando habla-mos de los principios que pertenecen a nuestra concepcin poltica? Enton-ces, e incluso aceptando la posibilidad de identificar tales acuerdos, debemossaber cmo interpretar las referidas ideas comunes. Esto es, incluso si recono-cemos comnmente un cierto principio digamos, el principio de igual conside-racin debemos saber en consecuencia cmo interpretar adecuadamentedicho principio, el cual es normalmente demasiado ambiguo. Y, parece claro,que el intento de especificar el principio que est en juego amenaza con desha-cer poco a poco el acuerdo hipottico inicial que supuestamente tomamos comopunto de partida.

    4. SntesisTeniendo en cuenta las objeciones analizadas en las pginas anteriores, pa-

    rece que tenemos buenas razones para cuestionar las supuestas virtudes delmodelo ideal de razonamiento judicial defendido porRawls y, al parecer, puestoen prctica por la Corte Suprema.Entre las posibles objeciones quepodemos formular en contra de dichomodelo,

    en este ensayo he enfatizado en las siguientes: la perspectiva excluyente oelitista que aparece para caracterizar el modelo, con respecto a la adopcin dedecisiones imparciales; la dificultad y, ms an, el valor de limitar la discusinpblica tal como Rawls lo propone; las indeseables implicaciones de dependertan significativamente de ideas tal como lo razonable; la naturaleza conser-vadora de limitar los propios argumentos a aquellos que pertenecen a la con-cepcin poltica pblica.Considero que la importancia de estas objeciones debemovernos, al menos,

    a mejorar, sino es que a realizar directamente modificaciones sustanciales, elmodelo ideal sugerido por Rawls en Political Liberalism. El mrito de Rawlsest en haber sealado los aspectos principales de la discusin en esta rea, apesar de la tremenda complejidad y las dificultades que envuelve.

    aunque es apropiada la apelacin a un mnimo social especificado por necesidadesbsicas () la apelacin no puede ser formulada al principio de diferencia a menos queaparezca como el parmetro de una ley. John Rawls,Political Liberalism. Op. cit., pp.236-237,n. 23.