Jorge Rojas - Sociedad-Bloqueada

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Jorge Rojas - Sociedad-Bloqueada

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  • Sociedad bloqueadaMovimiento estudiantil, desigualdad y

    despertar de la sociedad chilena

  • RIL editoresbibliodiversidad

  • Jorge Rojas Hernndez

    Sociedad bloqueadaMovimiento estudiantil, desigualdad

    y despertar de la sociedad chilena

  • Sociedad bloqueadaMovimiento estudiantil, desigualdad

    y despertar de la sociedad chilena

    Primera edicin: marzo de 2012

    Jorge Rojas Hernndez, 2012Registro de Propiedad Intelectual

    N 213.822

    RIL editores, 2012Alfrez Real 1464

    750-0960 ProvidenciaSantiago de Chile

    Tel. (56-2) 2238100 Fax [email protected] www.rileditores.com

    Composicin, diseo de portada e impresin: RIL editores

    Impreso en Chile Printed in Chile

    ISBN 978-956-284-XXX.X

    Derechos reservados.

  • 7ndice

    Palabras previas ................................................................................ 11

    I. Presentacin ................................................................................ 13

    II. La sociedad neoliberal ............................................................ 17Las grandes transformaciones ........................................................... 17Sociedad neoliberal ........................................................................... 18Individuos flexibles y emprendedores ................................................ 21Macrotransformaciones neoliberales ................................................. 24Inverosimilitud de lo chileno, humillacin y vaciamiento de identidad 30Estado-nacin diluido fente a la globalizacin ................................... 35Crecer hacia afuera y deconstruir hacia adentro ................................ 38La sociedad de los negocios y el absolutismo de la competitividad desolada ........................................................................................ 41La calidad desigual de la educacin neoliberal .................................. 45Problemas ambientales y de sustentabilidad ..................................... 50Falta de voluntad de cambio ............................................................. 52Lucha ciudadana por la democracia, por s mismo y el respeto ........ 54

    III. Poltica social en tiempos neoliberales: pasivos sociales y calidad de vida ...................................................................... 57Los sueos de la sociedad .................................................................. 57Transformaciones con desigualdad .................................................... 57Transformacin social ....................................................................... 60La capitalizacin individual como sistema de (in)seguridad social ..... 64

    IV. El movimiento pingino: por el derecho a la educacin de calidad y la igualdad ......................................................... 73Hijos del progreso mal distribuido .................................................... 73Ser particular subvencionado: individuos subsidiados ................... 74Estn ah para ser protagonistas de su propio destino ....................... 76

  • 8La divisin social de la LOCE ............................................................. 78Cmo salir de la crisis? .................................................................... 80

    V. Chile de cara al siglo XXI: Sociedad bloqueada .................. 85Grandes desafos de pas ................................................................... 85Crisis del sistema poltico e impactos sociales .................................... 85Sociedad en transformacin: la competencia individual ..................... 91Sociedad bloqueada .......................................................................... 93Sociedad neoliberal y vulnerabilidad socioambiental ......................... 95Malestar social y nuevos movimientos juveniles ................................ 97Movimiento universitario: inclusin ahora ........................................ 99Movimiento social mapuche y su lucha por el reconocimiento como pueblo sujeto de derechos ............................................................. 103A manera de conclusin: los desafos del desarrollo .......................... 105

    VI. Despertar ciudadano por la educacin pblica y la igualdad. Las movilizaciones estudiantiles y la sociedad emergente que conmocionan a Chile y al mundo ................ 107Introduccin ...................................................................................... 107Crisis del sistema actual de educacin superior en Chile .................... 108El capitalismo de letra chica ......................................................... 109Endeudamiento de las generaciones ................................................... 112La insoportable desigualdad ............................................................. 113Sistema heredado .............................................................................. 122Consecuencias del modelo actual desregulado y desfinanciado .......... 123Motivos de las movilizaciones: cambios ahora .................................. 125Emergencia de la sociedad: Ser y hacer sociedad reconstruyendo lo pblico ...................................................................................... 129Creatividad y transversalidad social en las calles ............................... 131Es posible un sistema de educacin superior pblico ........................ 133Cmo se financiar la reforma educacional? .................................... 137Lucrar con la pobreza y con aval del Estado ..................................... 139Mundo convulsionado: desigualado y en crisis de representacin ..... 141El despertar ciudadano: democracia participativa ............................. 147Gobierno cautivo de su ideologa ...................................................... 151Conclusiones preliminares: lo ganado y lo que falta por avanzar ...... 154

  • 9VII. Eplogo: Bsqueda de aliados y propuestas para el cambio ......................................................................... 165

    Gabriel Boric (FECH): Las instituciones no dan el ancho ................ 173Noam Titelman (FEUC): Este movimiento debe abarcar a todos ..... 177Recaredo Glvez (FEC): Ms que una Federacin vamos a ser un movimiento ............................................................................ 180

    Bibliografa .................................................................................... 189

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    Palabras previas

    Este libro es el producto de mi participacin activa, en mi calidad de profesor de la Universidad de Concepcin, en la crtica y discusin al modelo de sociedad y de educacin privatizador y clasista heredado de la dictadura militar, por parte de los estudian-tes secundarios y universitarios. Mis reflexiones han pasado por al menos cinco estaciones histricas: i) el descubrimiento a comienzo de la dcada de los ochenta del modelo de sociedad neoliberal o de mercado centrado en el paradigma de lo privado y el individualis-mo que el capitalismo neoliberal militar impuso por la fuerza al pas y que marcara la senda del desarrollo futuro de la sociedad; ii) la participacin en la discusin sobre el largo y complejo proceso de transicin poltica chilena a la democracia, sobre todo por eliminar los enclaves autoritarios; iii) el movimiento de los secundarios conocido como de los Pinginos que estremeci al pas por su inteligencia, madurez y masividad (2006); iv) las movilizaciones de los estudiantes contra el costo de los aranceles (2009), antesala de las protestas del 2011 por la educacin pblica gratuita, especialmente visible en la Universidad de Concepcin; y v) las movilizaciones recientes de estu-diantes secundarios y universitarios que colocaron definitivamente en la opinin pblica el tema de la calidad de la educacin, la necesidad de desterrar el lucro de la enseanza y el imperativo de construir un sistema de educacin pblica y gratuita que termine con el endeuda-miento de los jvenes y sus familias y cree reales oportunidades de igualdad en el acceso a la formacin profesional y al conocimiento.

    Este libro es tambin el resultado de muchas conversaciones con dirigentes estudiantiles, profesores y autoridades de la universidad. Estos espacios de conversaciones son propios de la vida universitaria. Como smbolo de las buenas conversaciones, rindo, por este medio,

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    homenaje pstumo a la calidad y humanismo de nuestro querido co-lega y amigo periodista Hugo Olea Morales, quien lamentablemente ya no est con nosotros.

    Reconozco y valoro el apoyo profesional y la dedicacin esme-rada de Oscar Lermanda a la presente obra.

    Agradezco de manera especial el apoyo de mi familia, que com-prende el tiempo extra dedicado a la pasin personal de escribir, en medio de otras responsabilidades.

    Agradezco el patrocinio y respaldo de la Universidad de Concep-cin para la publicacin del presente libro. Dejo constancia que las opiniones expresadas en l son de entera responsabilidad de su autor, y no representan necesariamente el pensamiento de la institucin.

    Finalmente, dedico este trabajo a los miles de jvenes que luchan por cambiar el sistema educacional y crear una sociedad ms justa, inclusiva e igualitaria.

    Jorge Rojas Hernndez

    Concepcin, 10 de marzo de 2012

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    I. Presentacin

    La sociedad chilena se encuentra convulsionada por el movimiento estudiantil. Es algo indito en la historia de Chile, un fenmeno diferente a todos los movimientos sociales que han mar-cado al pas. No es el producto del Estado, de los trabajadores ni de los partidos polticos, como ocurri en el pasado. Es de los jvenes estudiantes, pero al mismo tiempo, de la sociedad entera que se siente representada por sus demandas y movilizaciones.

    Chile ha experimentado un fuerte crecimiento econmico en las ltimas dcadas. Curiosamente, al mismo tiempo ha representado tambin un ejemplo de implementacin de polticas de equilibrio macroeconmico. Lo que el mundo desconoca y parte importante de la clase poltica y empresarial ignoraba o callaba eran las enormes asimetras existentes a nivel micro, la profunda desigualdad social en que se sustentan los xitos econmicos y la fuerte concentracin de la riqueza. Las estadsticas reflejaban estas desigualdades, pero an faltaba la conciencia ciudadana para hacerlas patentes y visibles. Existan muchos mecanismos que permitan ocultar y manipular la realidad, haciendo creer a la mayora de la poblacin que el sistema imperante era el mejor para alcanzar objetivos personales. Mientras permanecan, en el fondo invisible, el sistema de crdito ilimitado, la poltica del chorreo, las eficientes campaas de marketing, las polticas de concertacin, el miedo al retorno autoritario pinochetista, el sistema poltico binominal que consagra el empate entre Gobierno y oposicin, el proceso de despolitizacin y el consumismo.

    La transicin a la democracia se realiz de acuerdo a las condi-ciones estipuladas por la dictadura, bloqueando desde un comienzo la posibilidad de establecer una democracia plena. No se convoc a una asamblea constituyente para revertir o transformar el orden heredado, introduciendo reformas de fondo a favor de los ciudadanos.

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    La transicin dur mucho tiempo, y se hizo sin la participacin del pueblo. De all la acumulacin de problemas y malestar ciudadano y, sobre todo, el hecho que la economa neoliberal los grandes grupos econmicos asumiera el comando del pas, con las consecuencias sociales y polticas que se explican en el presente trabajo.

    Pero la conciencia sobre las debilidades del modelo neoliberal sus enormes pasivos sociales y ambientales y los dficits de la transicin poltica, solo llegaron con el movimiento estudiantil. Esta es el producto de la acumulacin de malestar e insatisfaccin social, de la frustracin provocada por un discurso que prometa el xito personal pero que en realidad termina en decepcin, endeudamiento y engao. Primero surgieron protestas particulares, para luego crecer y universalizarse en el movimiento estudiantil, an vivo y remeciendo nuestra sociedad y sus instituciones.

    El movimiento estudiantil an no ha logrado sus objetivos. El cambio de modelo, el fin del lucro y el advenimiento de un sistema de educacin gratuito, de calidad, pluralista y pblico, demorar an ms tiempo, pues implica cambios en la correlacin de fuerzas y conformacin poltica. Sin embargo, es posible y deseable que se logren importantes conquistas en la agenda pblica, traducindose en avances reales en la gratuidad y aportes basales entregados a las universidades pblicas y tradicionales. Ello impedira una mayor radicalizacin del movimiento y el uso desproporcionado de la represin policial, como se observ durante las movilizaciones de 2011. La radicalidad del movimiento y la obsesin oficialista por el orden pblico ponen en peligro la gobernabilidad.

    Diferentes contextos socioculturales y polticos en crisis han visto surgir movimientos de indignados. Un escenario es el de los pases desarrollados, tambin diferenciados en modelos de mercado y de iniciativa individual, como es el caso de Estados Unidos, donde los ciudadanos se encuentran menos protegidos y, por lo tanto, la crisis impacta ms fuertemente la vida personal y las instituciones son puestas duramente a prueba. En Europa, en cambio, la existencia de Estados de bienestar social brinda un mayor blindaje a sus habitantes, ayudndolos a enfrentar de mejor forma los riesgos.

    Mientras en los pases desarrollados la crisis es de declinacin estructural, representando un peligro para el desarrollo y el progreso

  • I. Presentacin

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    y, por consiguiente, impactando de manera negativa en la calidad de vida de la poblacin, en los pases emergentes la crisis es de redistri-bucin de la riqueza, de inclusin de los trabajadores y de la clase media. Ellos cuentan con recursos y, por lo tanto, la crisis se podra resolver con ms equidad, democracia e inclusin social, si se tiene la voluntad poltica necesaria para generar los cambios estructurales requeridos. Mientras en los pases desarrollados Estados Unidos y Europa los Estados se encuentran sobreendeudados y necesitan adquirir recursos, redistribuyendo los dficits entre los diferentes segmentos de la poblacin (operacin sumamente riesgosa en lo poltico y social), los Estados de pases emergentes y, sobre todo, sus grandes grupos econmicos, cuentan con excedentes que pueden y deben redistribuir, para lograr mayores niveles de justicia social y participacin ciudadana en el bienestar nacional.

    A la luz del seguimiento crtico y sistemtico de la evolucin de la sociedad chilena, de sus estructuras, personas e instituciones, el autor se ha ocupado de investigar el modelo social en que vivimos desde mediados de la dcada de los setenta, momento en que se inici su implementacin forzada, en dictadura. Los primeros estudios los realiz durante su larga permanencia en Alemania. El trabajo culmina con un anlisis del surgimiento del movimiento social estudiantil en el contexto complejo de las conmociones que agitan y preocupan al mundo. Constituye un aporte para la reflexin necesaria de un fenmeno nuevo que, sin duda alguna, influir en la configuracin de la sociedad del futuro.

    Cambiar el modelo de economa neoliberal que ha impregnado e influido al conjunto de la sociedad resulta una tarea compleja. Cambiar el sistema educacional tambin lo es. El destacado socilogo Zygmunt Bauman plantea el desafo del cambio educacional de la siguiente manera:

    La educacin adopt muchas formas en el pasado y lleg a ser capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes, es-tableciendo nuevos objetivos y diseando nuevas estrategias. Pero, repito, el presente cambio no es como los cambios del pasado. En ningn punto de inflexin de la historia humana los educadores se han enfrentado a un desafo estrictamente comparable con el que plantea el momento actual. Sencilla-

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    mente, nunca hemos estado en una situacin similar. An no hemos aprendido el arte de vivir en un mundo sobresaturado de informacin. Ni tampoco el arte, inconcebiblemente difcil, de preparar a los seres humanos para esa vida (Bauman, 2011).

    Nuestro modelo econmico, social, ambiental y educacional no est hecho para la vida humana. Su centro capital es el negocio, el lucro, y no la vida. El sistema educacional chileno, junto con ser precario, clasista, desarticulado y discriminador, es de mala calidad y catico. El sistema universitario no tiene nada en comn; es un conjunto de establecimientos, de muy diferentes calidades y esta-tus jurdicos, que luchan por conquistar clientes en el mercado educacional. No cuenta con ninguna capacidad de regulacin ni de adaptacin a los requerimientos de la sociedad en proceso de cambio. Menos tiene la capacidad de preparar a los seres humanos para la vida en comunidad, para la confianza, la responsabilidad y la realizacin personal.

    Este modelo econmico, poltico y social basado en el mercado y en la desigualdad se ha agotado en lo humano, ambiental y tico. Qu modelo lo reemplazar? Quines lo construirn? Analizando lo que pasa en Chile y el mundo podemos estar seguros que la so-ciedad, los ciudadanos conscientes, estarn presentes y activos en su diseo y construccin.

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    II. La sociedad neoliberal

    Las grandes transformaciones

    Las grandes transformaciones experimentadas por la sociedad chilena en las ltimas dcadas han producido tambin graves pro-blemas, los que constituyen, al mismo tiempo, los grandes desafos de desarrollo que se le presentan en el presente y en el futuro al pas. De estos problemas todo el mundo habla actualmente en Chile. Los analistas, incluidos los polticos de las diferentes tendencias ideolgi-cas, coinciden en que de la resolucin de estos problemas depende el paso de Chile a la siguiente etapa de su desarrollo. Implicara transitar del crecimiento econmico inequitativo y depredador, al desarrollo con justicia social y sustentabilidad, transfiriendo tambin los indi-cadores positivos de nivel macro al mbito de las microestructuras y actividades de la sociedad y las personas. Su no-resolucin puede significar el estancamiento, e, incluso, una posible regresin de los logros alcanzados en materia econmica.

    Mala distribucin del ingreso, calidad de la educacin, calidad del trabajo, acceso democrtico a la salud, incremento de la participacin ciudadana en asuntos de relevancia social, poltica y ambiental, mejoras de la vivienda y cuidado del medio ambiente, son los grandes temas a re-solver. Todos ellos se encuentran estrechamente vinculados a la agregacin de valor a los bienes y a las personas. Si bien es cierto que la pobreza ha disminuido significativamente, como consecuencia de las polticas sociales y la creacin de empleos, tambin lo es que la estructura desigual del ingreso prcticamente se ha mantenido al mismo nivel de 1990.

    El neoliberalismo practicado se ha traducido en una privatiza-cin desregulada de las actividades econmicas y de la vida social. A continuacin nos ocuparemos, precisamente, del significado, profun-didad, mecanismos de realizacin y contradicciones de la hegemona del neoliberalismo en la sociedad chilena.

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    Sociedad neoliberal

    Es posible calificar a una sociedad de neoliberal? Qu es una sociedad neoliberal? Cmo se caracteriza?

    ltimamente ya casi no se habla de sociedad. Mucho ms se menciona al mercado, dando la impresin que ste ha reemplazado a la colectividad y sus instituciones polticas y estatales. La omnipre-sencia del mercado ha reducido la vida humana a meros intercambios comerciales, donde todo parece contaminado por la rentabilidad y viabilidad econmica. El lenguaje poltico y cotidiano refleja esta nueva realidad. Lo mismo ocurre con el trabajo y la educacin y, en general, con el comportamiento individual y social. Se puede transformar tan profundamente una sociedad? Se puede borrar su historia y eliminar sus tradiciones y cultura poltica? No es posible borrar todo, siempre quedan huellas histricas, susceptibles de re-descubrir y volver a caminar. No obstante, cuando han ocurrido rup-turas institucionales y sociales como las acontecidas en Chile, el nuevo trnsito requiere de tiempo y de nuevos actores sociales y polticos.

    El neoliberalismo defiende tericamente la libertad, sobre todo, se entiende, la econmica, no necesariamente la social ni tampoco la poltica. Adems, el neoliberalismo en la periferia de la globali-dad no es lo mismo que en el centro o norte del capitalismo. En los pases desarrollados, el neoliberalismo se enfrenta con una sociedad ms organizada: con sindicatos, partidos polticos, organizaciones ciudadanas, gremios y con mayor conciencia social. En esos pases el mercado ha sido histricamente enjaulado, socialmente cercado, polticamente negociado entre el capital y el trabajo (Estado de Bien-estar social) y jurdicamente regulado. El capitalismo organizado o tardo, en la acepcin de Jrgen Habermas, funciona con compro-misos y consensos, lo que dificulta el desenvolvimiento arbitrario del capital. Es cierto que esta forma de capitalismo tambin se encuentra en crisis, pero tiene otras opciones de salida.

    Refirindose a la situacin actual que vive Alemania, Ulrich Beck seala que

    la demanda por trabajo disminuye (como consecuencia de la aplicacin de tecnologa inteligente), mientras que la

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    oferta de trabajo aumenta (debido a la globalizacin). Ambos indicadores de la disminucin del trabajo formal aumento de la desocupacin y del trabajo informal encienden alarmas. Ya no se trata ms del tema de la distribucin del trabajo. La tarea central es la superacin de la desocupacin. El caso es que cada vez menos personas, altamente calificadas y con movilidad global, estn en condiciones de incrementar su rendimiento y prestar ms servicios. El crecimiento econmico ya no es ms condicin necesaria para disminuir la desocupacin, sino que, por el contrario, supone como condicin la eliminacin de puestos de trabajo. Se trata de un capitalismo sin trabajo, en un pas de bienestar social como Alemania, que no est en condiciones de competir con pases con salarios e impuestos bajos (Beck, 2005: 37).

    Para Beck la superacin de la crisis que vive el Estado social alemn pasa especialmente por tomar conciencia del proceso de glo-balizacin que tambin afecta al pas y que ha producido una gran transformacin a escala mundial. Ya no es posible actuar desde los lmites del viejo Estado nacional (a fines de julio del 2005 Alemania alcanzaba la cifra record de desocupacin: 4 millones 700 mil per-sonas, cerca de un 10 % de la poblacin activa). Ahora, en el mundo globalizado, los problemas nacionales slo pueden resolverse en el marco de una poltica transnacional (Beck, 2005: 89). La solucin se encuentra no en la integracin al mercado global existente, sino en una integracin social global, al compromiso con la justicia social y la democracia social (Beck, 2005: 123), todo lo cual presupone un nuevo pacto global. Por cierto que los pases desarrollados tienen mejores posibilidades de renovar sus sistemas econmicos, sociales y polticos, en un mundo globalizado, en que sus corporaciones inter-nacionales ejercen gran influencia y, por lo tanto, pueden participar decididamente en la definicin de un pacto global que garantice una estabilizacin de su democracia y renovacin (a otro nivel, menor)

    del sistema de bienestar social.En cambio el capitalismo salvaje o desorganizado pas por

    encima de los actores, instal la desregulacin total, las privatizacio-nes y hoy se rige por las leyes del mercado. Rechaza rotundamente los amarres, sean stos sociales o polticos. Aboga por la libertad absoluta del capital, libre de todo tipo de consensos colectivizantes

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    o restricciones legales, considerados como enemigos intrnsecos de la libertad econmica y del progreso.

    Una sociedad neoliberal funciona con poca democracia e injerencia ciudadana. Milton Friedmann y Fiedrich von Hayek ver-daderos profetas del neoliberalismo proclamaron la libertad contra el Estado y la servidumbre de los sistemas colectivos o totalitarios, trtase indiferenciadamente del keynesianismo, intervencionismo estatal, de la economa socialista o social de mercado o del rgi-men de bienestar social socialdemcrata o socialcristiano. Todo lo que implique exceso o demasiada regulacin del mercado atentara, de acuerdo a estos autores, contra la libertad de los intercambios comerciales. Ciertamente que hay posiciones neoliberales extremas o fundamentalistas, que no dejan nada fuera del dominio del merca-do, y otras ms moderadas, que salvan a algunas esferas pblicas mnimas (por ejemplo, las Fuerzas Armadas) de la influencia del mercado. Pero, en general, se permite que desde las redes viales hasta las escuelas y universidades, pasando por la salud y la propiedad de los recursos naturales, estn en manos de los privados. En realidad, se prefiere y se promueve su paso a la esfera privada.

    La sociedad neoliberal pura, de existir en algn lugar desutopi-zado, surge de este duro y radical proceso de desestatizacin y privati-zacin de las relaciones sociales, econmicas y polticas. Qu queda despus de la muerte del Estado y la disolucin social? Individuos dispersos, de baja intensidad subjetiva y ciudadana, electores de su-permercados (los productos pueden ser bienes de consumo durable, perecibles, teleseries o candidatos polticos marketeados) provistos de tarjetas de crditos, ansias de consumo y bajo poder adquisitivo.

    Advenimiento de la sociedad de masas? Podra ser, a un nivel inferior, el modelo para Chile. En su libro La irrupcin de las masas y el malestar de las lites (1999), Eugenio Tironi retrat el ascenso de las masas al reinado de la sociedad de consumo instalada en el pas. Por cierto, se trata de un ascenso muy limitado y diferenciado socialmente, puesto que alcanzar la democracia plena supone cambios profundos, no percibidos an en el horizonte de la poltica nacional. Implica tambin superar la sociedad de masas.

    Por su parte, Manuel Castells afirmaba:

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    Chile ha consumido buena parte de sus energas los lti-mos 15 aos en una larga transicin democrtica. Creo que se puede decir que se ha cerrado ahora. Hay sistema de juego democrtico en trminos polticos, hay mucha ms fuerza institucional y capacidad de dedicar energa de la accin de Gobierno y de la conexin con la sociedad civil a abordar problemas estratgicos en lugar de resolver los problemas del pasado (Manuel Castells, en Careaga, R. Diario Siete, 11 de julio de 2005).

    El anlisis anterior fue y sigue siendo equivocado. La transicin ha sido excesivamente larga en comparacin con la de otros pases como, por ejemplo, Espaa. Por otro lado, el Estado ha sido reducido respecto de sus funciones tradicionales y, en forma paralela, la socie-dad ha sido desorganizada mediante la implantacin autoritaria del capitalismo neoliberal en las diferentes esferas de la vida econmica, social, poltica y cultural.

    La sociedad neoliberal se construy con la violencia militar y el despotismo del mercado desregulado. Luego vino la transformacin sociocultural: la creacin del consumidor individual y desprotegido, sin derechos.

    Esta larga y lenta transicin ha caminado por una senda ilumi-nada por principios neoliberales que, precisamente, resisten el sur-gimiento de un ciudadano socialmente blindado y de una sociedad articulada y cimentada en la justicia y basada en los principios de la solidaridad intergeneracional.

    Individuos flexibles y emprendedores

    Para el caso chileno, se busca construir un orden social utpico basado en el individuo individualista, considerado como un ente abstracto, sin sociedad y limitado a relaciones de tipo transaccionales. Para lograr este objetivo los militares desorganizaron violentamente a la comunidad, mientras que los economistas neoliberales sometieron las relaciones sociales al mercado. Estas dos dictaduras echaron las bases del tipo de sociedad actualmente existente en el pas.

    La filosofa neoliberal ms refinada se refiere al individuo em-

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    prendedor y flexible, es decir, a aquella persona que desde s mismo, desde su fuerza, se construye sin exigir demasiado a las instituciones pblicas ni a la sociedad. Este individuo individualista representa la esencia de la libertad neoliberal. Un individuo sin amarras, libre en sus relaciones de intercambio y flexible en su forma y precio de venta como fuerza de trabajo. No necesita de sindicatos ni partidos polticos que defiendan sus derechos, tampoco necesita de organiza-ciones intermedias. Los sindicatos, segn los neoliberales, constituyen monopolios que atentaran contra la libertad contractual indivi-dual; mientras que los partidos populares practican el clientelaje, prometiendo medidas de tipo pacto social que bloquean la libre iniciativa individual. Muchas veces se les denomina peyorativamen-te populistas.

    La flexibilidad debilita a los ms dbiles, cercena sus derechos y bloquea sus posibilidades. La regulacin capital-trabajo ha sido, histricamente, producto de las luchas sociales tendientes a mejorar las condiciones laborales y de vida de los trabajadores.

    Bajo la dictadura de Pinochet, la desregulacin se practic en for-ma violenta. Permiti despedir trabajadores sin mayores problemas ni procedimientos legales; rebajar drsticamente los salarios; eliminar las conquistas sociales, la negociacin colectiva y la actividad sindical; impedir la filiacin a sindicatos; y suprimir los aportes empresariales al sistema de pensiones y seguridad social de los trabajadores. De esta manera, se permiti el control absoluto del trabajo por parte del capital, obligando a los trabajadores a adaptarse a las nuevas con-diciones y a entrar en una larga fase defensiva y de reorganizacin, de la que an no logran salir.

    El individuo flexible carece de sociedad y de instrumentos de negociacin. Su nica posibilidad de sobrevivencia consiste en au-toemprenderse, en desarrollar iniciativa individual. Su vida no tiene metas de largo plazo ni certezas, carece de futuro y de biografa. Debe vivir en el presente, con una vida discontinuada en proyectos que si fracasan es por responsabilidad propia y, por lo tanto, es l quien debe emprender nuevas iniciativas para salir adelante. El estrs y el fracaso estn autoprogramados, pero la ideologa de la flexibilidad y del emprendimiento las oculta, al darles existencia natural. En la mayora de los casos, los individuos sobreviven en medio de fra-

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    casos y pequeos xitos. La desigualdad estructural existente impide a los ms pobres y con menos recursos econmicos, sociales y cul-turales el autoemprendimiento, que, en una sociedad con igualdad de oportunidades, constituye una forma de inyectar dinamismo al desarrollo humano y social.

    Esta sociedad de individuos dispersos no est basada en la solidaridad colectiva, sino en la responsabilidad individual. Por lo mismo que el sistema social, si es que se le puede llamar as, est tambin basado en el esfuerzo individual. Los tericos neoliberales lo llaman sistema de capitalizacin individual: los montos de las prestaciones sociales de salud y pensin dependen estrictamente de los montos de los aportes individuales, los que, a su vez, son admi-nistrados por empresas capitalistas privadas y sin injerencia alguna de los imponentes, salvo la libertad de cambiarse de vez en cuando de empresa prestadora de servicio.

    Para Adorno (1991), la vida humana es esencialmente convi-vencia; el ser humano es prjimo antes que individuo; se relaciona con los dems antes que consigo mismo; existe gracias al otro; es lo que es gracias a ellos; y no existe primariamente definido por una indivisibilidad y particularidad, sino gracias a que l participa de otros con quienes puede comunicarse. El individuo es un momento de las relaciones en las cuales vive, antes que quizs decida por s mismo. La determinacin de un ser humano como persona implica que, al interior de las relaciones sociales en las que vive, siempre se encuentra desempeando un rol social: es hijo de una madre y de un padre, hermano, alumno de un maestro, miembro de una tribu, portador de una profesin, amigo de alguien. Esta relacin no es algo externo, sino algo propio, interno a l mismo; pues al interior de las relaciones sociales la vida individual adquiere sentido. Ms an, la biografa individual de cada persona es una categora social.

    Los planteamientos de Adorno tienen hoy plena validez, en un momento en que se fomenta el superindividualismo y se siembra la ilusin de que el individuo puede autosustentarse en el mercado, que no necesita del otro, que no requiere organizarse ni interactuar. Los idelogos del mercado buscan construir un individuo solo, aislado del resto y del todo, puesto que un individuo desvinculado y desorgani-zado, solo, resulta ms fcil de controlar y dominar. Al capitalismo

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    salvaje neoliberal le molesta la comunidad porque implica compro-miso, negociacin y consenso, lo que frenara y, por ende, encarecera el trabajo y el producto. Este individuo producido en el mercado es inhumano, agresivo, depresivo, fsica y psquicamente enfermo, extrao a s mismo. El individuo entramado en sociedad no solo se encuentra protegido, sino que, adems, el mismo entramado social le permite desarrollar sus potencialidades, su subjetividad y libertad.

    La vida humana es relacin e interrelacin, comunicacin con el otro y con su medio. Cansado y enfermo de consumir, el ser humano busca a sus semejantes y se busca a s mismo, dejando atrs el ensi-mismamiento y los intereses puramente materiales. Este proceso se da, reflexivamente, en el mismo momento en que se siente atrapado y cautivado por los encantos pasajeros del mercado.

    Macrotransformaciones neoliberales

    Chile ha experimentado en las ltimas dcadas grandes transforma-ciones, especialmente en el mbito econmico, poltico, cultural y sociodemogrfico. Estas transformaciones le han cambiado profun-damente el rostro al pas, a las regiones y a sus ciudadanos. El pas ha entrado en un proceso de modernizacin, el que se ha manifestado, especialmente, en la actividad econmica, en el fuerte impulso a la poltica de exportaciones y en la ampliacin y mejoramiento de las redes viales. En otros mbitos, como en la gestin del Estado, en la educacin y en la administracin de justicia, tambin han existido intentos diferenciados y graduales por modernizar, con resultados an insuficientes y poco visibles respecto de su eficacia y profundidad. Lo mismo sucede respecto de la necesidad de descentralizar y crear regiones ms autnomas en sus decisiones. Recientes conflictos en Magallanes y actualmente en Aysn muestran claramente el centralis-mo y la ausencia de regiones con mayor autonoma y calidad de vida.

    Parte importante de estas transformaciones han sido realizadas por privados, con el respaldo activo del Estado y de los gobiernos de la Concertacin, primero, y luego de la Alianza, lo que se ha tra-ducido en una profundizacin del proceso de privatizacin iniciado bajo el rgimen militar.

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    En lo econmico, Chile ha adoptado una poltica neoliberal de mercado con impactos en diferentes esferas. El pas ha mostrado ni-veles macro de eficiencia econmica, especialmente a partir de 1990, fecha que marca el inicio del proceso de transicin a la democracia. Ello se ha traducido en un crecimiento sostenido de la economa, en niveles adecuados de inversin, incremento y diversificacin progre-siva de las exportaciones, balanza comercial positiva, baja inflacin, ordenamiento de las cuentas fiscales y del sistema financiero, etc. Esta poltica ha ido acompaada de una ampliacin considerable de obras en infraestructura: carreteras, puentes, puertos, ampliacin de aeropuertos, establecimientos educacionales, modernizacin vehicu-lar de carga y pasajeros.

    Los gobiernos de la Concertacin, a partir de 1990 disminuye-ron a menos de la mitad la pobreza: de 38,6 % en 1990 a 15,1 % en 2009; mientras que la extrema pobreza disminuy de un 13 % en 1990 a un 3,7 % en 2009 (Encuesta CASEN, 2009). Ello ha sido posible gracias al crecimiento econmico, al incremento progresivo del gasto pblico y a la aplicacin de polticas sociales.

    La poblacin chilena tambin experiment cambios del 1992 al 2002, creciendo de 13.348.401 habitantes en 1992 a 15.116.435 habitantes en 2002, lo que representa un crecimiento con una tasa anual intercensal de 1,2 % personas por cada cien habitantes. La tasa de crecimiento anual intercensal disminuy en las ltimas dcadas. En efecto, en 1960 creci a una tasa anual de 2,6 respecto de 1952; en 1970 creci a una tasa anual de un 2 % respecto de 1960; en 1982 experiment un crecimiento anual de un 2,1 % respecto de 1970; en 1992 creci a una tasa anual de 1,6 % en relacin con 1982 (INE, 2002). En otras palabras, a partir de la dcada del 70 se observa una disminucin constante del crecimiento de la poblacin, situndose en 2002 entre los cuatro pases de menor crecimiento poblacional de Amrica Latina.

    Estos resultados son la consecuencia de una baja sostenida de la mortalidad y, sobre todo, de la fecundidad. Ello significa que Chile se encuentra en un proceso de transicin hacia el envejecimiento demogrfico de la poblacin, con todas las consecuencias sociales y polticas que ello implica. Las polticas privatizadoras, la incorpora-cin creciente de la mujer al mundo del trabajo, la caresta de la vida,

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    la inseguridad laboral, los sentimientos modernos de independencia e individualismo, impactan negativamente la natalidad. Por su parte, el envejecimiento de la poblacin plantea nuevas exigencias a las instituciones y a la sociedad, relacionadas con la atencin a la tercera edad, para lo que el pas an no se encuentra preparado en ningn mbito (sanitario, habitacional, social, cultural ni psicolgico). Los cambios demogrficos impactan tambin la estructura familiar, las costumbres y las formas individuales de vida, lo que por ejemplo se manifiesta en el incremento de los hogares individuales.

    El Censo del ao 2002 muestra tambin importantes avances materiales en la vida de los chilenos, en comparacin con el Censo de 1992. As, por ejemplo, en el 2002 un 78,8 % tena lavadora en su hogar (en 1992: 48,2 %): un 82,1 % tena refrigerador (en 1992: 54,6 %); un 87 % tena TV color (en 1992: 52,6 %); un 51,5 % tena telfono red fija (en 1992: 23,6 %); un 20,5 % tena computa-dor y un 10,2 % conexin a Internet. Muchos de estos artculos se consiguen mediante crditos.

    El capitalismo neoliberal chileno practica una poltica agresiva de conquista del consumidor, ofreciendo una gran diversidad de productos y, sobre todo, enormes y mltiples facilidades de compra y pago. Diferentes productos, caros y baratos, se pueden adquirir mediante generosos sistemas de crditos. Las grandes tiendas comer-ciales, malls y supermercados, controlan crecientemente el mbito de la distribucin de bienes y productos, poseen sus propios sistemas crediticios y encantan con una atractiva publicidad a sus clientes.

    En la dcada intercensal 1992-2002, la poblacin chilena incre-ment sus niveles de alfabetismo: subi en 1,2 puntos, alcanzando a un 95,8 % (en 1992 era un 94,6 %). Se mantienen, eso s, diferencias entre la poblacin alfabeta urbana (96,8 % en 2002 y 94,3 % en 1992) y la rural (89,16 % en 2002 y 85,97 % en 1992). (INE, 2002). La poblacin chilena envejece, pero al mismo tiempo los adultos ma-yores son, entre otros factores negativos, golpeados por altos niveles de analfabetismo, lo que afecta su calidad de vida.

    Estas cifras deben ser relativizadas desde el punto de vista cuali-tativo. Desde el punto de vista cuantitativo el pas ha incrementado su alfabetismo. Sin embargo, estudios y comparaciones internacionales sealan altsimos niveles de analfabetismo con relacin a la incapaci-

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    dad de la mayora de la poblacin chilena para entender aspectos y elementos esenciales de la vida moderna (Brunner y Elacqua, 2003).

    En relacin con la composicin de los ocupados, es importante destacar el crecimiento espectacular del sector terciario: 43,1 %. Este es el nico sector de la economa que creci entre 1992 y 2002, mientras que la ocupacin en el sector primario disminuy en un 20,5 % y en un 1,1 % en el sector secundario (INE, 2002). Estos datos indican la tendencia al crecimiento terciario de la economa chilena en la ltima dcada. Los aumentos ms significativos en el sector terciario correspondieron a las ramas econmicas inmobiliaria, empresarial y de alquiler, a la intermediacin financiera, enseanza y restaurantes y hoteles, las que en conjunto incrementaron la ocupacin en 73,5 %.

    Por su parte, la fuerza de trabajo femenino creci significati-vamente durante la mencionada dcada, aumentando a un 35,6 % respecto a 1992 (29,5 %), cifra que representa un crecimiento de 50,1 %. Mientras, la fuerza masculina slo creci en un 17,6 %. Cabe sealar que este crecimiento ha ampliado de manera importante los niveles de participacin de la mujer en la vida econmica, social, po-ltica y cultural del pas. Ello se manifiesta tambin en el surgimiento de fuertes liderazgos polticos femeninos como lo sealaba Eugenio Tironi (2004) y en la eleccin de la primera Presidenta mujer de Chile, Michelle Bachelet (2006-2010).

    A pesar de estos cambios persisten an fuertes formas de discrimi-nacin de la mujer tanto en el trabajo como en otras actividades. As por ejemplo, la mayora de las mujeres siguen realizando trabajos que socialmente se consideran como femeninos: en el comercio, hogares privados con servicio domstico, enseanza, actividades comunita-rias, servicios sociales y de salud, industria manufacturera, etc. En el grupo ocupacional ejecutivos, sector pblico y privado, se desempea solo un 32,7 % de mujeres; en agricultores, opera apenas un 6,2 % de mujeres; en operadores de mquinas, un 8,3 %; en operarios y artesanos, un 10% de personas del sexo femenino (INE, 2002).

    Respecto al tamao medio de los hogares, ste a nivel nacional es de 3,6 personas, menor al valor de 1992 (3,9 personas). El hogar nuclear representa un 57 % del total de hogares (1992, 57,9 %), el unipersonal 11,6 % (1992, 8,3 %), el extenso 21,9% (1992, 23,4 %). Los datos indican una disminucin de los hogares extensivos

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    y un aumento de los hogares unipersonales. Se ha producido una estabilizacin de los hogares de carcter nuclear, los que se sitan prcticamente en el centro de las sociedades modernas, dejando atrs las familias extensas. Por otra parte, los hogares unipersonales cre-cen significativamente en el perodo intercensal. Ello es la expresin tambin de tendencias existentes en las sociedades avanzadas, que muestran el desarrollo de procesos crecientes de individuacin. Lo an-terior estara reflejando un proceso de transicin hacia una sociedad conformada por individuos con mayores grados de independencia y libertad, lo que en gran medida est dado por la influencia liberal del mercado. Dadas las caractersticas de la sociedad chilena actual, esta tendencia profundizar an ms la ruptura de lazos comunitarios, incrementar los procesos de aislamiento y alienacin social y la in-clinacin a descomprometerse y desentenderse del otro. Ciertamente estas tendencias pueden revertirse si median otros procesos sociales, si surgen movimientos sociales que unan en la accin el desarrollo de la subjetividad con la ciudadana.

    El Censo del 2002 tambin muestra indicadores negativos como la prdida de ruralidad y el incremento del proceso de urbanizacin. En efecto, en 1992 un 83,5 % de la poblacin viva en reas urbanas y un 16,5 % en reas rurales, mientras que para el ao 2002 estos valores son de un 86,6 % y un 13,4 %, respectivamente. De las 13 regiones en que entonces estaba dividido el pas, 6 de ellas supera-ban el 90 % de poblacin urbana (INE, 2002). Diversos estudios concluyen en el crecimiento de las ciudades intermedias y la Regin Metropolitana de Santiago, con los consiguientes nuevos problemas de infraestructura y cambios de uso del suelo de rural a urbano. El crecimiento de la Regin Metropolitana y de la ciudad de Santiago, se basa sobre todo en su desarrollo econmico. Es as como parte importante de las inversiones extranjeras recibidas por el pas, en las ltimas dcadas, se han concentrado en dicha regin. Sin embargo, en la actualidad, es posible observar tambin importantes inversiones en las regiones del norte de Chile, principalmente en la gran minera, y en la zona centro sur del pas, vinculadas especialmente a la industria forestal y a la salmonicultura.

    La falta de planificacin territorial, la privatizacin de los recur-sos naturales y la desigualdad social se ha traducido en una ocupa-

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    cin desregulada y asimtrica del territorio. Las ciudades grandes como el Santiago metropolitano, pero tambin las intermedias como Concepcin, Chilln y Los ngeles de la Regin del Biobo, se expanden, invadiendo suelo agrcola y reas verdes; el primero, destinado en el pasado a la produccin y el segundo, a la recreacin. Ambas funciones son de carcter estratgico para el sustento de la vida econmica y social.

    La informacin del Censo del 2002 nos permite afirmar que la situacin de la mujer ha experimentado cambios positivos, como su mayor nivel de incorporacin al trabajo, sus mayores niveles de escolaridad y mayor incursin en el mbito de la poltica; pero al mismo tiempo muestra aspectos negativos como discriminacin laboral, discriminacin en los sistemas de salud y remuneraciones, mayores responsabilidades en la mantencin del hogar, aumento de su participacin en la vulnerabilidad y pobreza, etc. En general, se puede afirmar que han mejorado sus relaciones de gnero, pero an se mantienen fuertes grados de discriminacin, desigualdades y falta de oportunidades frente al acceso a diferentes servicios y calidad de vida.

    En sntesis, an subsisten en nuestra sociedad graves problemas que impiden que el pas de saltos cualitativos en su desarrollo. Se trata de problemas de carcter estructural, como la modernizacin de la sociedad y el desarrollo de las regiones. Aqu estn algunas de las zonas oscuras del desarrollo del pas.

    La salud constituye otro de los problemas graves que afectan a la poblacin chilena, en un doble sentido: su acceso y calidad. En este mbito resulta destacable la inclusin de ms de 50 enfermedades catastrficas en los programas de las Isapres (Institutos de salud y prestaciones) y FONASA (sistema pblico de salud), introducidas el 2005 por la reforma al sistema sanitario realizada por el Gobierno de Ricardo Lagos. Estas reformas mejoraron en parte el acceso de los chilenos a la salud, que ha hecho crisis en la ltima dcada de funcionamiento privado, con escasa regulacin y pocas prestaciones.

    Por otra parte, la fuerte concentracin de los ingresos ha ido acompaada del surgimiento de nuevos segmentos sociales que bus-can diferenciarse socialmente, construyendo sus viviendas en lugares geogrficos de alto valor paisajstico, alejados del centro urbano e

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    industrial, separados fsicamente de los sectores medios empobrecidos y clases sociales bajas y marginales. Por razones de seguridad o de bsqueda de calidad de vida (distantes de los graves problemas de contaminacin), se aslan o protegen en territorios cerrados o en condominios, vigilados por guardias privados. De esta manera, se produce una fragmentacin y expansin inorgnica del territorio urbano, con crecientes muestras de polarizacin socioespacial. La vida urbana y las ciudades pierden su capacidad y funcin de integracin social. Los procesos de dispersin y fraccionamiento del territorio impactan negativamente la compactacin de las ciudades y de la vida urbana, generando problemas de identidad urbana, problemas ambientales y fuertes demandas en infraestructura, suelos, transportes y en general, servicios pblicos.

    Inverosimilitud de lo chileno, humillacin y vaciamiento de identidad

    Chile enfrenta su ingreso al nuevo siglo como un pas territorialmente fraccionado, diluido en el consumo y vaco de sentido (PNUD, 2002). En el pasado los chilenos tuvieron un fuerte sentido de pertenencia, dado, entre otros aspectos, por la continuidad de sus instituciones y sus tradiciones democrticas, el afn de progreso, la solidaridad, la lucha por la libertad y la justicia social. La dictadura militar y el mercado ultraliberal destruyeron la solidaridad y el nosotros, mediante la estrategia de refundar el pas desde un individuo solo, sin valores ni normas colectivas. Un individuo sin capacidad de negociacin, vaco de sentido, separado y desconfiado del vecino, en competencia con el compaero de trabajo, presto a ser ocupado por el mercado y la variedad de sus productos, smbolos y cadenas crediticias. Las priva-tizaciones de servicios, educacin, salud y seguridad social apuntaban precisamente a generar un marco social apto para la construccin individual de la sociedad y, de esta forma, asegurar la dominacin del capital y el alejamiento definitivo del peligro de la revolucin social. Los estados de sitio y de emergencia, la prohibicin de la ac-cin sindical y de la poltica, las detenciones masivas, la tortura y los desaparecimientos, formaron parte de esta estrategia refundacional.

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    Durante la historia republicana del pas la poltica contribuy de manera fundamental a crear imaginarios sociales colectivos mediante la difusin de utopas y reformas, arraigadas en diferentes segmentos y actores sociales. Lo militar (represin, autoritarismo y temores internalizados) y el mercado (transacciones) dominaron la sociedad, desplazando y desligitimando a la poltica. Al iniciarse la transicin a la democracia la poltica pareca tener una relevancia menor para las prcticas y representaciones de la convivencia social (PNUD, 2002). Efectivamente es as, y ello se explica tambin por los cambios experimentados en los partidos polticos y por la nueva cultura social imperante. El informe del PNUD constataba un bajo nivel de adhesin del chileno al rgimen democrtico (45 %) y una relativa baja adhesin a un rgimen autoritario (18 %), lo que, sin duda, era positivo. Todo ello se mezclaba con un fuerte sentimiento de impotencia, es decir, de sentirse instrumentalizado por los poderosos (63 %), marginado de lo que pasa a su alrededor (37 %), de que su opinin no cuenta para nada (65 %) y que los polticos no estn en absoluto preocupados de sus problemas (13 %). Impotente es la expresin subjetiva de los pobres, y consiste en sentirse no solo explotado y excluido en lo econmico, sino adems humillado y despreciado (PNUD, 2002).

    En el mbito del trabajo, y a pesar del crecimiento econmico importante experimentado por el pas desde mediados de los aos ochenta, tampoco se perciben grandes beneficios por parte de la poblacin trabajadora1. En efecto, para un 74% de las personas entrevistadas el sistema econmico chileno representa sentimientos negativos, relacionados con inseguridad, enojo y prdida. Para un 58% el trabajo representa nicamente un medio para conseguir re-cursos econmicos, y solo para un 29% constituye una posibilidad para realizarse como persona. Un 54% evala en forma negativa los cambios laborales ocurridos en el pas (PNUD, 2002).

    Mientras en el pasado el trabajo constituy un importante factor de cohesin e integracin social como constructor de valores e iden-tidad personal,el sistema neotaylorista y su precarizacin impiden toda identificacin con l, lo que, a su vez, influye negativamente

    1 Al respecto, cabe destacar que el fuerte crecimiento de la economa chilena comenz a mediados de los aos ochenta y que los niveles de pobreza se man-tuvieron elevados hasta el ao 1997.

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    en los bajos niveles de productividad que presenta actualmente el trabajo en nuestro pas.

    Junto a la cadena interminable e incontrolada de sistemas perversos de subcontratacin, que externalizan costos, existen las auto-ocupaciones de salario cero, es decir, el ocupado est obli-gado a hacerse su propia remuneracin segn lo que produzca o lo que venda. Si no vende en la gran tienda comercial elegante, donde aparentemente trabaja, viste bien y debe sonrer a los clientes, no gana nada y sufre por dentro su autoexplotacin.

    La calidad del trabajo depende no solo del mejoramiento de las remuneraciones, sino que, sobre todo, de la calificacin (an muy escasa), de la permanencia y de mayores niveles de regulacin y control pblico. Si se enfatiza la agregacin de valor a los bienes que se producen, ello debera reflejarse en mayor calidad laboral y mejor proteccin de los recursos naturales. Ello implica superar el modelo econmico actual basado en la exportacin de materias primas de escasa elaboracin, que goz en el pasado de ventajas comparativas, pero hoy no: el nicho de exportaciones de productos no elaborados se ha reducido en el mercado mundial, mientras que, al mismo tiempo, surgen nuevos competidores. El pas est obligado a superarlo agregando valor a sus productos, si desea seguir el ca-mino hacia el desarrollo. Para ello es imprescindible capacitar a los trabajadores, los que, segn el Informe de la OECD, se encuentran, en promedio, por debajo de la enseanza media, lo que constituye una base precaria para enfrentar el paso hacia un nuevo modelo y los desafos que nos presenta el desarrollo sustentable.

    El informe del PNUD incursiona tambin en la realidad de la fa-milia, constatando que tan slo para un 15 % de los entrevistados la familia es un lugar de amor, para un 24 % un refugio frente a los problemas, mientras que para un 28 % la familia constituye una fuente de tensiones y problemas y, finalmente, para un 31 % las familias entrevistadas se revela como una institucin en crisis (PNUD, 2002). Este preocupante panorama familiar constituye otra

    zona oscura del Chile actual.En este contexto, caben las siguientes preguntas: Cmo se in-

    tegra y cohesiona la sociedad chilena? Con la identidad en crisis, la familia desintegrada, el trabajo precario, el territorio fraccionado

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    por megaproyectos, la inseguridad e impotencia personal y la falta de adhesin a la poltica y a la democracia?

    No se trata en absoluto de desmerecer los avances en materia de poltica econmica y de mejoramiento de la infraestructura del pas, as como de la reduccin de los ndices de pobreza experimentados bajo los gobiernos de la Concertacin. Son logros importantes, pero hoy ya no son suficientes para asegurar el transito del pas hacia un desarrollo ms igualitario y sostenible.

    La integracin, si es que realmente existe, se ha dado en las ltimas dcadas mediante el consumo y la participacin privada en la adquisicin de bienes materiales y culturales. Este proceso de in-tegracin es, por lo tanto, gradual e inseguro, sujeto a los niveles de satisfaccin con la participacin en la oferta comercial diversificada y su sistema de crditos y formas de pago. En este sentido, Halpern (2002) afirma que los nuevos ciudadanos tienden a agruparse en torno a pequeas tribus y el consumo es una de las herramientas ms poderosas de cohesin colectiva. De igual modo, Hopenhayn seala:

    Una novena paradoja que afecta a todos los grupos de edad, pero con mayor intensidad a los jvenes, es la creciente desproporcin entre consumo simblico y consumo material. Por un lado, la ampliacin del acceso de smbolos, mensajes, imgenes, informacin y conocimiento ha sido exponencial para los jvenes en las ltimas dcadas, no solo por la expan-sin de la cobertura escolar, sino sobre todo por el aumento de consumo audiovisual y de conexin a redes virtuales (Hopenhayn, 2005: 151).

    Este autor analiza un conjunto de paradojas que marcan la rea-lidad juvenil en Amrica Latina: los jvenes gozan de ms acceso a la educacin y menos acceso al trabajo; ms acceso a la informacin y menos al poder; ms destreza para la autonoma y menos posibi-lidades de realizacin; ms cohesionados hacia adentro, pero ms segmentados en grupos y ms permeables hacia fuera; ms aptos para el cambio productivo, pero ms excluidos de l; creciente autode-terminacin juvenil en contextos de precariedad y desmovilizacin juvenil. Estas paradojas se observan claramente en la realidad juvenil

    chilena.

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    Este nuevo sistema de integracin pretende superar el viejo con-cepto de clase social, estableciendo una especie de chileno natural abstrado de su condicin sociocultural.Funciona con una actividad poltica de baja intensidad, separada de la sociedad y consensuada entorno a las polticas macroeconmicas. Se trata, en definitiva, de una poltica desutopizada y pragmtica, hacedora de cosas, en la medida que lo permitan los recursos fiscales. En realidad se trata de la antipoltica, de la que renuncia al cambio social.

    Para que el consumo se transformase en un verdadero vehculo de cohesin social, el mercado tendra que democratizarse, lo que requerira de una verdadera revolucin social y poltica. Sin embargo, la tendencia actual apunta ms bien a la concentracin del ingreso, de la propiedad y del consumo. Por otra parte, el consumo es algo pasajero, factor causal de que lo chileno se ha vuelto poco creble, que lo chileno no exista fuera de las experiencias, los triunfos y los fracasos cotidianos de los habitantes del pas y que la identidad y la pertenencia que parece desvanecerse es la de un Chile largamente prometido y esperado, definido por una forma de relaciones sociales: integracin e igualdad, como lo afirmaba el citado Informe del PNUD. La inverosimilitud de lo chileno, que traba la sociabilidad y el va-ciamiento de una identidad colectiva, impide que surja un verdadero proceso de integracin y cohesin social que abra las puertas hacia un futuro con desarrollo e igualdad social.

    Esta realidad tambin explica el desinters de la clase poltica en la gente, y la escasa o nula participacin que se le permite en los asuntos importantes que le atingen. La escasa adhesin al rgimen democrtico tambin encuentra su explicacin en la carencia de un proyecto de pas en el que creer y por el que luchar. Este problema no se superar mientras la poltica los partidos no retome el camino abandonado de las utopas, mientras no muestre estrategias nuevas de solucin a los problemas de injusticia social, de integracin, de igualdad, ambientales, de calidad de vida y de identidad nacional y regional.

    Pese a lo anterior, observamos el surgimiento de una nueva ciudadana. Se trata de un proceso no siempre perceptible, pero con seales claras de querer mostrar nuevos caminos de desarrollo social. Las seales en poltica estn representadas por la cercana ciudada-na, la mayor capacidad y disposicin a escuchar a las personas, y el

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    mayor sentido de justicia, de construccin de lazos, de comunidad y horizontalidad en las relaciones humanas que proponen los nuevos liderazgos femeninos.

    La indiferencia, agresividad y racionalidad del mercado hacen surgir la necesidad de resignificar los valores de la vida, el respeto, la humildad, la solidaridad, la igualdad, la sinceridad y la justicia social. Probablemente sea esto lo que explique la revalorizacin de lo femenino en la vida social, cultural y poltica. Pensamos que estas seales anuncian importantes cambios en la sociedad chilena, todava no previsibles pero crecientemente visibles.

    Estado-nacin diluido frente a la globalizacin

    El Estado-nacin constituy el fundamento territorial, jurdico, po-ltico, social y cultural de las sociedades modernas. A travs de sus instituciones ha navegado con muchas dificultades y diferencias regionales el proyecto histrico de la modernidad y sus consiguientes procesos de modernizacin. Al interior de territorios delimitados, poltica y socialmente organizados, transcurrira el trnsito de la vida dependiente y alejada de la racionalidad soberana de ciudadanos ilus-trados, democrticos y libres. Al menos este fue el sueo y proyecto utpico de la Ilustracin. Los resultados visibles no son demasiado alentadores. Las fronteras han marcado enormes desigualdades e injusticias. No solamente fuertes guerras han ensombrecido el pro-yecto moderno, tambin hambrunas, represin y formas modernas de esclavitud se han interpuesto como barreras insuperables para alcanzar las mnimas condiciones de vida humana a miles de millones de personas en el mundo. El siglo XXI, mas all de las discusiones posmodernistas o de posdesarrollo, se seguir enfrentando a la miseria y subdesarrollo de mayora de la poblacin, en medio de crecientes conflictos sociotnicos y regionales, que harn uso de modalidades cada vez ms radicales de confrontacin.

    El Estado-nacin en Amrica Latina, y en general en el llamado tercer mundo, constituy a la largo de su zigzagueante e intrincada historia una especie de muro de contencin de, por una parte, las

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    demandas populares por mayor participacin en el progreso social y, por otra, de defensa precaria de los recursos naturales, necesarios para construir alguna semejanza u aproximacin de pas moderno o semi-moderno. Las naciones latinoamericanas salvo las indgenas no existan antes de la Conquista y, por lo tanto, fueron un producto directo de las Encomiendas, Virreinatos y Capitanas hispano-por-tuguesas, consolidados posteriormente en los Estados autoritarios surgidos de los procesos de Independencia. Estos Estados constru-yeron las naciones a la fuerza, reprimiendo a los pueblos indgenas y frenando permanentemente las aspiraciones populares por mayor justicia y distribucin de las riquezas. En muchos casos se frenaron tambin los afanes liberales y democrticos de la intelectualidad y de las capas medias progresistas de las sociedades. Esta historia de represiones y exclusiones an no finaliza, entrando en el siglo XXI.

    La relacin entre economa, poltica y progreso social e indi-vidual han sido demasiado asimtrica en los Estados y sociedades latinoamericanas. Los Estados no han sido capaces de configurar plenamente las naciones, integrando a todos sus miembros, mediante la facilitacin de oportunidades igualitarias para todos sus miembros. En este sentido, se constata que el proceso de globalizacin acelerado que actualmente se vive en el mundo ha sorprendido a nuestros pases con enormes dficit en todos los mbitos de la convivencia social, de la actividad econmica, poltica y cultural dificultando y, en gran medida, vulnerabilizando an ms la entrada a los intersticios de la mundializacin sin retorno.

    La cultura poltica egosta, dependiente, autoritaria y fuertemente paternalista impuesta y asumida por las clases dominantes latinoa-mericanas se ha transformado en un factor inhibidor y negador de la integracin social y del progreso para todos. Sin Ilustracin ni proyectos propios de desarrollo, nuestras sociedades quedaron a la deriva de la historia, buscando sin muchos xitos incorporarse a la modernidad ofreciendo sus recursos naturales y humanos, sin grandes aspiraciones ni esfuerzos transformadores propios. Hemos vendido o regalado nuestros recursos naturales para obtener tecnologa, sa-ber industrializado y, de esta manera, participar perifricamente del progreso de los pases industrializados.

    Cuando tuvimos Estado, ste fue burocrtico, autoritario, inefi-

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    ciente, en muchos casos sobredimensionado y corrupto, como sucedi en diferentes pases latinoamericanos. El Estado ha cumplido siem-pre a medias su papel histrico. Nunca se construy, por ejemplo, un Estado de bienestar social propiamente tal en Amrica Latina, a semejanza de los europeos. Pases incluso ricos, como Argentina, no construyeron en sus momentos de apogeo econmico un sistema social basado en la solidaridad intergeneracional base del Estado de Bienestar Social europeo que le hubiese evitado caer en niveles tan degradantes de miseria y hambre, como sucede actualmente.

    El Estado prebendario, clientelista y represivo, heredado de la formacin social colonial, impide el surgimiento de una racionalidad institucional profesionalizada, en el sentido weberiano. Impide el surgimiento de instituciones slidas, con continuidad histrica e insti-tuciones democrticas. Impide el surgimiento de ciudadanos provistos de derechos y deberes, con sentido de autorresponsabilidad y respeto a los dems. Las instituciones estatales se transformaron en lugares de reparticin de favores, de manipulacin de la voluntad ciudadana, en feudos personales de los polticos o partidos de turno. El Estado avanz en resolver algunos problemas bsicos: alfabetizar, crear escuelas y hospitales, urbanizar, construir infraestructura, organizar a parte de la poblacin; avanz incluso en fomentar la industriali-zacin de centros urbanos especialmente de las metrpolis, pero estas tareas no se cumplieron a cabalidad. Hubo etapas importantes de apoyo al desarrollo la llamada fase sustitutiva de importaciones, entre la dcada de los treinta y fines de los sesenta, pero luego todo se deshizo, se deconstruy violentamente, como consecuencia de la clausura o fin del desarrollo, de declarar, por muchos intelectuales y polticos, como agotada la va de desarrollarse hacia adentro.

    Nuestros proyectos de desarrollo quedan siempre inconclusos. Se agotan, se declaran agotados u obsoletos. O se destruyen vio-lentamente, dando paso a nuevos modelos, vinculados a una nueva divisin internacional de trabajo.

    Las sociedades latinoamericanas no alcanzaron a desarrollarse satisfactoriamente hacia adentro. La reforma ha sido siempre un problema. Siempre ha resultado difcil reformar las estructuras de las sociedades, sin provocar inmediatamente una reaccin violenta de las clases dominantes y de los guardianes norteamericanos. Al

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    respecto, existen abundantes ejemplos de revoluciones fracasadas o abortadas en Amrica Latina. Al fracasar o declararse fracasada una estrategia de desarrollo hacia adentro, inmediatamente se mira hacia fuera. Entonces, los pases vuelcan todos sus esfuerzos en producir para el mercado internacional. Es lo que empez a ocurrir a partir de comienzos de la dcada de los setenta, sin parar hasta hoy. Se abren las economas al mercado mundial. Se abren los re-cursos naturales, las actividades econmicas, los servicios, el pas en general, a las inversiones e intereses extranjeros. Crecer hacia afuera, reza el eslogan. Se piensa y se cree firmemente, por parte de las elites empresariales y polticas, pero tambin por una parte importante de los intelectuales y de la poblacin, que ahora solo se puede vivir y progresar vendiendo hacia fuera, transformando en cosa exportable y vendible todo lo que sea posible.

    Brasil representa probablemente otra cara del modelo latinoame-ricano, diferente en muchos aspectos. Un pas que se ha industrializa-do, que ha reducido de manera importante la pobreza (20 millones de personas habran salido de la pobreza durante los Gobiernos de Lula) y avanzado en la ampliacin de la democracia, que invierte en educacin, investigacin, tecnologa y en la formacin profesional. Brasil se ha transformado, como consecuencia de su desarrollo eco-nmico, poltico, social y cultural, en un referente mundial, en un pas emergente que, sin duda, est llamado a jugar un papel decisivo en Amrica Latina y el mundo globalizado.

    Crecer hacia afuera y deconstruir hacia adentro

    Chile es el mejor ejemplo entre los pases que creen que pueden crecer hacia fuera. Es el prototipo y modelo de cmo es posible globalizarse exitosamente. Para ello se desarticul la sociedad, redu-cindola a individuos desorganizados y atomizados;se privatizaron los recursos naturales y los servicios; el Estado merm al mximo su tamao, funciones y actividades regulatorias; los precios, tanto de los bienes como del trabajo, fueron liberados al mercado; la accin colectiva fue eliminada y sancionada, bajo el pretexto neoliberal de intromisin o distorsin del libre mercado. Por la misma razn los

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    sindicatos fueron destruidos, prohibidos y luego en democracia permitidos mientras sean pequeos y estn divididos y desarticulados (hoy existen ms de 15.000 mini sindicatos). En este contexto las negociaciones colectivas no pueden funcionar, son una mera ficcin jurdica. La flexibilidad laboral imperante consiste en dejar al tra-bajador libre frente al arbitrio del capitalista y flexible frente al salario, al contrato, a la extensin de la jornada (Chile tiene una de las jornadas laborales ms extensas del mundo), a las posibilidades de despido, etc. El capital, por su parte, es fuerte, bien organizado y protegido en sus garantas, mientras la llamada sociedad civil es dbil y el trabajo es precario, de escasa calidad y est desprotegido.

    El mercado disuelve la sociedad en individuos consumidores, generando nuevos patrones culturales y sociales. El Estado neoliberal se reduce a lo mnimo, se desprende de toda forma de interven-cionismo en la vida econmica y reduce considerablemente sus funciones sociales, por lo tanto, ya no socializa, no crea valores ni cultura nacional, simplemente deja hacer a los privados y regula escasamente. Por lo mismo que tampoco construye nacin. El Estado ya no media intereses intrasociedad, entre diferentes clases y capas sociales, ms bien media mnimamente la propiedad y el uso de los recursos naturales y sociales del pas frente a las multinacionales, dueas de las riquezas, otrora nacionales. En este sentido, se podra sostener el inicio del fin de los Estados-nacin en Amrica Latina, proceso ya bastante avanzado en algunos pases.

    Por cierto existen an los gobiernos nacionales, y cada pas lati-noamericano tiene el suyo. Pero estos gobiernos no tienen suficiente poder y muchas veces, cuando lo tienen, no lo utilizan por falta de voluntad o de decisin como para regir los destinos del pas. En pases privatizados los gobiernos carecen de los recursos para resolver los conflictos, incluso no cuentan con el personal idneo o las instituciones adecuadas para encarar los problemas elementales que afectan a su poblacin. As, por ejemplo, el dramtico problema de la pobreza y exclusin social, que se ha expandido masivamente en la mayora de los pases de Amrica Latina en las ltimas dcadas, sigue creciendo sin que los gobiernos puedan hacer algo para frenar su crecimiento o avanzar en superarla. Mucho se habla del tema, es fuente de debates electorales, seminarios y discusiones internaciona-

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    les, pero el asunto no se resuelve. Se seala incluso, sin demasiada fuerza ni insistencia, sobre la necesidad de distribuir la riqueza, de recuperar los niveles de distribucin existentes en la dcada de los setenta, pero no se hace nada esencial que apunte a redistribuir. Por el contrario, el conservadurismo en boga de derecha e izquierda aconseja ms bien bajar los impuestos, a redistribuir en un sentido inverso, es decir, a proporcionar mayores ingresos a los sectores de mejores ingresos, como lo demuestran las estadsticas en la mayora de los pases latinoamericanos.

    Una y otra vez nos asaltan las preguntas: Cunto de Estado real nos queda? Qu pueden realmente hacer los gobiernos? Qu relacin posible existe entre ciudadanos y Estado en Amrica Latina? Cul es el futuro de nuestras instituciones? Con la expropiacin o autoexpropiacin de los recursos naturales, de las industrias y de los servicios, se ha procedido a expropiar al Estado y, por consiguiente, a debilitar el poder de gestin y decisin de los gobiernos. De ma-nera que stos han limitado al mximo sus funciones, quedndose sin poder ni voluntad para formular y llevar adelante programas de desarrollo propiamente nacionales.

    Los gobiernos se limitan, poltica y tcnicamente, a colocar los recursos del territorio en los nichos del mercado internacional. Unos tienen ms xito que otros en el cumplimiento de estos limitados objetivos. Cuando fracasan, colocan a su territorio y, por ende, a su poblacin, en situaciones graves y perversas, en espirales de crisis y desmoronamiento institucional y descomposicin social, como ocurri en Argentina en la crisis de 2000 y 2001. Otros, como Chile, cuidan como hueso santo sus xitos macroeconmicos baja infla-cin y equilibrios fiscales pero no avanzan en equidad, manteniendo enormes desequilibrios y una psima distribucin del ingreso. Se ignora que estos equilibrios macroeconmicos son frgiles, que, en definitiva, dependen tambin de la reaccin de la poblacin, la que experimenta importantes niveles de insatisfaccin producto de las altas expectativas de consumo y participacin frustradas.

    La lgica neoliberal que recorre la mayora de nuestros pases lati-noamericanos amenaza con erosionar su sentido e identidad. Desarro-llarse hacia afuera significa externalizarse, desnacionalizarse y dar

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    la espalda a las obras, pensamientos, culturas y fuerzas que constitu-yeron los pilares fundamentales de las naciones modernas; significa especialmente abandonar los esfuerzos de inclusin y progreso que se anidaron en su seno durante los siglos XIX y XX. Significa, en el fondo, apostar a dejar la periferia para entrar al imperio sin rostro propio ni soberana. La lgica neoliberal despoja a los pases de alma y nacin.

    La sociedad de los negocios y el absolutismo de la competitividad desolada

    En el centro de la sociedad y de las relaciones sociales est el negocio, constituyendo, junto a las relaciones comerciales, el fundamento de la sociedad. La contractualidad precaria, de corto, mediano o largo plazo, regula la vida cotidiana de los chilenos; la salud del cuerpo y del espritu pasa por las leyes de oferta y demanda del mercado y la escolaridad se adquiere con recursos econmicos o con crditos otorgados segn la rentabilidad del capital humano.

    Los medios de comunicacin han jugado un importante papel en la difusin e incremento de los negocios. Los programas de TV se venden y tienen xito de acuerdo al rating y solo se ve y se escucha lo que es rentable. Se ha producido una especie de cadena trfica entre las redes de la industria del consumo y los consumidores, cuya construc-cin retroalimentadora de flujos energticos ha originado un proceso vertical/autoritario de colonizacin de la vida cotidiana de las personas.

    Para que estos mecanismos funcionen casi automticamente ha sido necesaria una verdadera transformacin biocultural de los indi-viduos, la que en Chile empez a producirse a fines de la dcada de los setenta, una vez que se impuso por la fuerza el modelo econmico neoliberal y empez a tener xito2. Los economistas de la escuela de Chicago, conocidos como Chicago-Boys, acuaron en aquel momento el concepto boom econmico para destacar las tasas positivas de crecimiento. En dicho contexto alabaron e implantaron

    2 Estas tendencias mercantilistas e individualistas actualmente presentes en la sociedad chilena y destacadas especialmente por los Estudios del PNUD, fue-ron observadas tempranamente, a comienzos de la dcada de los ochenta, por investigaciones realizadas en Alemania, por ejemplo en Rojas, Jorge(1986). Die chilenischer Gewerkschaftsbewegung 1973-1984. Alemania: Campus Verlag.

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    un mercado purificado o libre de presiones sociales e interven-cionismo estatal. Al mismo tiempo proclamaron que, bajo el reinado del mercado, Chile llegara a ser desarrollado en una dcada. Ya han transcurrido varias dcadas sin que an llegue el desarrollo.

    La competitividad se ha transformado en una idea mgica del sistema econmico y social. La competitividad decide sobre muchas cosas relacionadas, no solo con la economa y el trabajo, sino que tambin con el mbito privado; en las posibilidades de encontrar o no trabajo, de mejorar o empeorar la remuneracin; en la determina-cin del costo de los estudios universitarios segn carrera profesional elegida; etc. Por lo mismo que se ha transformado en una verdadera trampa, til para explicar xitos y fracasos. Aquello que en la vida no resulta es responsabilidad de la competencia.

    En la sociedad del mercado, que tambin ha llegado a la univer-sidad y ha entrado a las aulas, el profesor es un mero prestador de servicios. Para incrementar su valor debe competir por desarrollar proyectos, cuyos fondos son siempre escasos. La calidad no es ga-ranta de triunfo, ya sea por la limitacin de los recursos o por la falta de transparencia de los procedimientos que rigen los concursos. Esta realidad frustra, pero igual se sigue concursando, por si un da funciona la lgica errtica del chorreo. Lo que falta es que los muchos proyectos diseminados se transformen en un gran proyecto de apoyo al desarrollo de las universidades y del quehacer acad-mico. Calidad e inteligencia existen con abundancia en las univer-sidades, el problema es la escasez de recursos destinados investigar, innovar, crear ciencia y tecnologa. Como ya se acostumbra a decir en nuestro pas, aqu tambin sufrimos problemas de equidad y de mala distribucin de los ingresos. La privatizacin de los aranceles universitarios significa privatizar la enseanza y los acadmicos, privatizando el conocimiento, la ciencia y tecnologa, la innovacin y el emprendimiento.

    Vivimos una especie de absolutismo de la competencia, traducida en la lucha de todos contra todos. Este tipo de competencia no incre-menta necesariamente la productividad, ni mejora las condiciones de vida de la poblacin. En esta lucha todo est permitido: el robo de ideas, la explotacin, la precarizacin del contratado, la violencia y el atropello permanente al otro. El respeto, tan lcidamente analizado

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    por Sennett3, es algo que falta en la sociedad chilena. Los negocios no conocen el respeto ni moral alguna y la competencia neoliberal destruye el respeto y la decencia humana. La sociedad neoliberal se constituye a partir del egosmo, la indiferencia, el engao y la lucha individual desolada.

    Por lo dems, una tal competencia no existe. Es un constructo ms ideolgico que real. En efecto, la falta de control y de aplicacin de la llamada ley antimonopolios se ha traducido en una creciente concentracin de la riqueza y de la actividad econmica. Un reciente estudio indica, por ejemplo, que cerca del 60 % de las ventas en super-mercados en Chile lo comercializan dos grandes cadenas (D&S/Lider, del Grupo Ibez [hoy de la estadounidense Walmart] y Cencosud/Jumbo, de Horst Paulmann); tres AFP controlan cerca del 73 % del total de los fondos de pensiones (Provida, Habitat y Cuprum); los cuatro mayores banco concentran en 65,5% del mercado financiero (Banco Santander Santiago, Banco de Chile, Banco Estado, Banco de Crdito e Inversiones), LAN concentra cerca del 80% del trfico areo nacional; tres cadenas de farmacias controlan prcticamente el 100% de la venta de medicamentos (Salcobrand, Fasa y Cruz Verde); Copec, del grupo Angelini, controla el 53 % del mercado de combustible; Telefnica CTC (de capitales espaoles) controla el 75,4 % de la telefona residencial; la telefona mvil esta controlada en un 100% por tres empresas (Movistar, Entel y Smartcom [hoy Claro]) (Sez Rojas, 2005). Estos procesos de concentracin se observan en otros mbitos de la produccin y, en general, de la actividad econ-mica nacional, como en el sector pesquero, forestal, energtico, etc.

    Voces de alerta contra la concentracin econmica surgen incluso desde el propio empresariado chileno. Es el caso del empresario Felipe Lamarca, ex presidente de la SOFOFA (Sociedad de Fomento Fabril),

    3 La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insultodirecto, puede adop-tar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento; simplemente no se le ve como un ser humano integral cuya presencia importa. Cuando la sociedad trata de esta manera a las masas y solo destaca a un pequeo nmero de individuos como objeto de reconocimiento, la consecuencia es la escasez de respeto, como si no hubiera suficiente cantidad de esta preciosa sustancia para todos. Al igualque muchas hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del alimento, el respeto no cuesta nada. Entonces, por qu habra de escasear? Sennett (2003: 17).

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    quien hace algunos aos gener fuertes polmicas en la derecha econmica y poltica con sus declaraciones: sostena la necesidad de corregir el modelo econmico imperante en Chile.

    Cules son los efectos de la concentracin? Primero, se restringe fuertemente la competencia y sus virtudes. Y segundo, se dificulta el empleo. Recientemente se public que el 1 % de las empresas tenan el 80 % de las ventas, y que las Pymes daban el 80 % del empleo. Tenemos entonces consumidores con ms miedo y menos dinero. Ambas cosas no son buenos sntomas. Hoy nos encontramos con una actividad econmica muy concentrada, donde los poderes son muy grandes: el poder de un productor grande contra uno chico, el poder de una em-presa contra los consumidores, y de sta con los proveedores, los trabajadores y los contratistas (Felipe Lamarca. Cmo podemos corregir el modelo. Qu Pasa N 1802. Santiago, 22 octubre 2005, pp. 10-14).

    En el mbito de la educacin superior han proliferado las ofer-tas de carreras universitarias, sin que medien sistemas de control de calidad. En regiones o ciudades, lo normal es que, a parte de las 25 universidades tradicionales que pertenecen al Consejo de Rectores de Chile (ya de por s ms que suficientes para un pas chico), muchas otras instituciones llamadas universidades privadas ofrecen las mismas carreras profesionales. La lucha por la captacin del casi milln de estudiantes universitarios y de los varios miles que postulan ao a ao, se ha transformado en un lucrativo negocio. Como en otras actividades, aqu el negocio parte de la oferta, sin que existan mayores estudios de demanda. Simplemente se ofrece, si concurren suficientes interesados se sella el negocio, de lo contrario, la carrera no se abre y se deja a los jvenes sin posibilidades de estudiar. Cuando funciona, los profesores laboran en condiciones de precariedad (sin contratos estables, a veces incluso sin oficinas para trabajar o atender estudiantes), los planes de estudio son mnimos (para ahorrar) y, sobre todo, gastan muchsimos recursos en marketing, para vender sus bien empaquetados productos universitarios. El consumidor ciudadano es encantado por tanta oferta, pero carece an de derechos. Sin em-bargo, progresivamente aprende a imponerse en el mercado salvaje.

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    La calidad desigual de la educacin neoliberal

    La reforma educacional impulsada por los gobiernos de la Concer-tacin abarc los niveles bsico y medio. Pendiente qued el tema de la calidad de la enseanza, la que hoy depende de dar un giro fundamental: centrarse en el alumno. Esto, a su vez, requiere de una nueva concepcin de la educacin y de la implementacin de pro-gramas de perfeccionamiento de los docentes, pasando de realizar cambios cuantitativos a cambios cualitativos: vincular la educacin a las necesidades de realizacin creativa de los alumnos/as y al impulso innovador del desarrollo productivo, cultural y social del pas y sus regiones. El mbito universitario es todava deficitario en cuanto a respaldo estatal y gubernamental. Cerca del 80 % de la nueva demanda por vacantes universitarias (tambin a centros e institutos de formacin profesional) provienen de hogares pobres y de escasos recursos, que no estn en condiciones de solventar gastos por pago de matrculas y, por lo tanto, dependen del apoyo estatal. El sistema de financiamiento ha hecho crisis, repercutiendo en la calidad de la formacin universitaria.

    Los signos de la crisis han sido visibles con las masivas moviliza-ciones y protestas estudiantiles ocurridas durante la ltima dcada, in-ltima dcada, in-ltima dcada, in-cada, in-cada, in-cluso apoyadas por acadmicos y algunas autoridades universitarias. Las protestas ocurren de ao en ao, siempre por las mismas causas. En el 2005 el motivo central fue el rechazo a la promulgacin de una ley de financiamiento privado (mediante crditos) de la educacin superior que, estando orientada a estudiantes de universidades no pertenecientes al Consejo de Rectores4, fue percibida, por la mayora de los estudiantes y acadmicos, como la puerta de entrada hacia una total privatizacin de las universidades tradicionales. En su poca, as lo expresaba un dirigente estudiantil universitario:

    El movimiento estudiantil hoy no es coyuntural. No es el dficit del fondo solidario, no es la Ley de Financiamiento contra lo que luchamos. Es contra la forma de concebir la

    4 El Consejo de Rectores est compuesto por 25 universidades tradicionales, entre ellas: Universidad de Chile, Pontificia Universidad Catlica de Chile, Universidad de Concepcin, Universidad Santa Mara, etc., las que reciben apoyo financiero parcial del Estado.

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    Educacin Superior, que se entiende como un contrato entre privados (Felipe Melo, Presidente de la Federacin de Estu-diantes de la Universidad de Chile, 2005).

    La demanda por educacin superior se ha expandido conside-rablemente en Chile. En los prximos aos se superar el milln de estudiantes universitarios (incluidos los de los centros de formacin tcnica y de institutos profesionales) y ni el Gobierno ni la oposicin de hace algunos aos pensaban que fuese responsabilidad del Esta-do responder por esta expansin. Por su parte, la oferta no pblica ha crecido, aspirando a contar con nuevos mecanismos privados de financiamiento de sus negocios universitarios, contando con un aval estatal en caso de no pago por parte de sus endeudados estudiantes. Efectivamente, polticas de financiamiento de la educacin superior se basan en el principio de un contrato entre privados, como lo desta-caba Felipe Melo. Esta frmula neoliberal choca con la dura realidad de la mala distribucin del ingreso: la inmensa mayora de los jvenes que hoy ingresa a la universidad es de escasos recursos, mientras que las incertidumbres del mercado laboral no permiten garantizar una devolucin de los prstamos.

    La buena calidad de la educacin es otro indicador fundamental de desarrollo. No obstante los esfuerzos realizado con la Reforma Educacional, el pas adolece an de graves problemas de calidad educacional, especialmente en el mbito de la educacin pblica y del sistema educacional en general, como lo muestran todos los estudios internacionales (OCDE, 2004). Es difcil superar problemas de calidad que se arrastran por aos sin dar una solucin adecuada a problemas estructurales del sistema educativo, entre los cuales podemos mencionar: la postergacin del magisterio, la controvertida municipalizacin de la educacin, las fuertes diferencias en infraes-tructura y calidad pedaggica existentes entre escuelas municipales de diferentes comunas, as como su separacin significativa con la educacin privada. Estos problemas se agravan en la medida que nos alejamos de las grandes ciudades, que incursionamos en las regiones, en las comunas pobres y en zonas rurales. En tal sentido, no deberan existir diferencias sustanciales entre una escuela rural, una urbana de una ciudad media o las de la metrpoli de Santiago o de las regiones.

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    Incluso cuando alcancemos los doce aos de educacin obligato-ria, que sin duda ser un avance, otros pases nos habrn superado en calidad. Por lo dems, los retornos de la educacin bsica y media en nuestro pas son mnimos. En efecto, un ao adicional en enseanza bsica tiene un efecto marginal sobre los salarios de un 6%, en la enseanza media es de un 10 %, mientras que en la educacin supe-rior alcanza a un 22 %. En cambio, en 1960 los retornos privados marginales a la educacin bsica y media oscilaban en torno al 10 y 20 %, respectivamente, mientras que el retorno privado universi-tario era de un 13 % (Beyer, 2000). En otras palabras, doce aos de educacin hoy no generan mayor movilidad social. Ello explica los problemas de desercin escolar, as como la fuerte aspiracin juvenil por realizar estudios universitarios. Las sociedades actuales se definen como sociedades del conocimiento, lo que significa que la educacin lo es todo. Se requiere, por lo tanto, muchos ms conocimientos para agregar valor a nuestros productos, y a los ciudadanos.

    Una importante discusin se ha desatado en Chile acerca de los reales impactos de la educacin en el proceso de modernizacin social. Jos Joaqun Brunner, ex ministro y uno de los expertos educacional