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Emprender, la Roja y el paro Reflexiones para avanzar en la solución José Luis Briones

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Emprender, la Roja y el paroReflexiones para avanzar en la solución

José Luis Briones

Índice

la roja y el espíritu emprendedor 4

los paradigmas que crean el paro 13

microfranquicias 17

la nueva dimensión de emprender 21

más pasión y menos gestión 26

¡tecnología sí!... pero después 31

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Emprender, la Roja y el paro

Lo que tiene ante usted es el compendio de dos series de artículos de tremendo éxito, publicadas en su día en las revistas Ejecutivos y Extremadura Empresas; dos series que con el título “La Roja y el espíritu emprendedor” y “La lucha contra el paro”, respectivamente, recibieron hasta 20000 visitantes por artículo, y que tenían por objeto presentar reflexiones sobre las posibles soluciones que en tiempos como los que vivimos, se hacen más necesarias que nunca.

Es precisamente porque son necesarias por lo que consideramos oportuno refrescar la memoria de nuestros lectores, ofreciéndoles el presente recopilatorio, insistiendo en que no es la forma de cambiar las cosas la que produce el cambio, sino la actitud y el espíritu los que originan dicho cambio, y más aún, los que lo convierten en una realidad, y ésto, en una época en la que hablar de innovación es sinónimo de tecnología, es más que conveniente recordarlo, pues la innovación no sólo es la cantidad de bits que soporta una determinada circuitería, sino el ingenio que ha hecho dicha mejora posible.

En una época de máquinas, impulsos de luz y realidades cibernéticas, es más necesario que nunca el recordar que todo ello es posible gracias a la mente, al espíritu de lucha y superación, al contínuo desafío intelectual, económico y social que supone intentar cambiar el mundo.

Es más necesario que nunca recordar, que toda nuestra civilización, está construída por la valentía y la tenacidad de los emprendedores.

Gorka FernándezAlquimia Emprendedora

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La roja y el espíritu emprendedorSin duda alguna es una oportunidad de oro, porque la reflexión no se refiere a algo, o alguien, o a experiencia externa a nosotros, sino que nos afecta directamente, muy directamente especialmente porque esta victoria de nuestra selección nacional nos llega al corazón.¿Qué podemos aprender directamente de este triunfo?, es más: ¿qué enseñanzas podemos tener para salir de la situación de crisis que vivimos?

Comparto con ustedes algunas ideas, no desde la interpretación intelectual, sino desde el análisis de las experiencias que he vivido, visto y sentido con motivo de este nuevo triunfo de nuestro futbol nacional.

1) Sentido de pertenencia: el triunfo de la selección nacional no ha sido solamente “su triunfo”, ha sido “nuestro triunfo”, y esto se ha manifestado de mil formas diferentes, desde el lenguaje – “hemos ganado”, “hemos jugado”, “somos los mejores”, etc. – hasta el comportamiento expresado en la exposición eufórica y pública de símbolos, sean camisetas, banderas, y mil cosas mas.

Nos hemos sentido parte, hemos dejado de ser espectadores. El esfuerzo de los jugadores era nuestro esfuerzo, sus errores los vivíamos como nuestros, sus triunfos también… bueno… vale… quizás más, pero esto no cambia el mensaje.´Lo importante es que nos hemos sentidos tan orgullosos del triunfo, como los propios miembros del equipo.

¿Qué pasaría si este sentimiento de orgullo por “pertenecer a…” se sintiese exactamente igual si lo extrapolamos a nuestra empresa, a nuestro trabajo, a nuestro proyecto emprendedor, ¿qué pasaría si al diseñar nuestros planes de empresa se considerase un apartado en el que se estableciese como objetivo conseguir este nivel de involucración en nuestro personal, en nuestros socios, en nuestros proveedores, en nuestros clientes?

¿Qué pasaría si cada triunfo de nuestros emprendedores fuese un triunfo de todos?

¿Utopía?, ¿por qué es posible en el juego del futbol y no en la vida corriente?, es más: ¿no afrontaríamos la actual crisis con más voluntad de triunfo si todos los españoles convirtiésemos el salir de la misma como un desafío común y con el mismo entusiasmo y compromiso que hemos sentido en relación al triunfo de la Roja?

El problema está en nuestras mentes. No solo es posible, es que ya es real en muchas experiencias emprendedoras.

He vivido este entusiasmo y este compromiso en muchas de las empresas franquiciadoras de micro emprendimientos, la mayoría integradas en el canal de distribución de la venta directa (por ejemplo: Mary Kay, Action Care, o más recientemente en España la distribuidora de cafés Organo Gold), para sorpresa de los observadores que solo pueden explicar este compromiso “relacionado con el trabajo” desde la interpretación de “lavado de cerebro”, o “son una secta”, simplemente porque los componentes de estas redes de micro franquiciados defienden su color con la misma pasión que los españoles hemos defendido el nuestro en esta Copa de Europa.

Pero es que no solo son estas empresas las que generan este comportamiento. Analice el compromiso de los usuarios de Apple con su marca, o los trabajadores de Google con

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su empresa y empezará a comprender una de sus variables fundamentales para haber alcanzado el posicionamiento que hoy tienen.

Están comprometidos porque se sienten parte de algo que les hace sentirse reconocidos, porque están comprometidos con símbolos que representan valores con los que se sienten identificados, porque en definitiva estas marcas – ya sea la Roja, o la empresa de turno – les demuestran que es posible ganar, que es posible el triunfo, que es posible convertir cada día de nuestras vidas en un desafío permanente.

Y por esto se sienten orgullosos de pertenecer. Cómo deberían sentirse nuestros emprendedores si comprendiesen que su proyecto empresarial supera en mucho el tradicional concepto economicista, que crear empresas hoy es mucho mas que crear riqueza, que por encima de esto, una nueva empresa, es un nuevo desafío que como tal contribuye a un mundo en el que vivir es convertir cada día en una nueva oportunidad.

Si nuestros emprendedores tomasen conciencia de cual es su papel dinamizador de la sociedad, con seguridad no solo habría más, porque tendrían una razón fundamental y motivante para emprender, sino que tendrían mas fuerza para superar los obstáculos que todo nuevo proceso conlleva. Y este sentido es el que cohesiona, integra y aporta el necesario, hoy mas que nunca, orgullo de pertenencia.

2) Calidad humana: me encantaba escuchar los comentarios de diferentes tertulianos en relación a la calidad humana de los miembros del equipo de la selección nacional. Destacaban estos, como nadie de sus miembros sobresalía sobre los demás, como nadie se apropiaba de ningún triunfo, como todos en el campo del juego eran una piña comprometida en un objetivo común: ganar la copa de Europa.

Considero fundamental reflexionar sobre este punto, especialmente si tenemos en cuenta de que el triunfo de nuestro equipo no ha sido solo porque saben jugar (lo que es vital) sino porque además son personas plenas, comprometidos con valores y coherentes con ellos.

Todavía vivimos el paradigma de la época industrial, todavía pese a que esté dando sus últimos coletazos. Hasta ahora –y más cuando analizamos el juego de muchos futbolistas– la técnica tiene un peso, un posicionamiento prioritario a la hora de definir las variables que hacen ganar a los equipos… pero de pronto descubrimos que junto a la técnica hay otro factor determinante: la calidad humana.

Tan determinante que posiblemente sea “el elemento”, utilizando la terminología del autor Ken Robinson, aunque él lo enfoque mas en relación a la creatividad. En definitiva la técnica no deja de ser solo la entrada al espectáculo, sin ella ni siquiera estás, lo que significa que quien no la tenga no participa. Lo que nos hace ganar hoy es la calidad humana, sumando – insisto para que no haya dudas – a la calidad técnica.

¿Qué pasa con nuestros emprendedores?, la respuesta puede usted tenerla si analiza los programas de dinamización de la cultura emprendedora, si profundiza en los programas de formación de emprendedores y si interpreta las subvenciones que se dan para fomentar el I+D en nuestras empresas. Pura técnica, se llame como se llame.

Y debo insistir: la técnica es precisa, la calidad tecnológica es imprescindible, pero por si sola no solo no nos va a sacar de la crisis, además de que no va a existir relación entre el esfuerzo económico, el emocional, y los resultados.

Si no añadimos la calidad humana, el compromiso de los individuos con el máximo

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desarrollo de su potencial, el sentimiento de que las personas no solo tenemos necesidades físicas, no solo tenemos coeficientes de inteligencia, no solo tenemos emociones, sino que además tenemos un alma que intenta dar sentido a cada acción y compromiso que tomamos, no existirá y en consecuencia no podremos ganar a quien haya sido capaz de crear SINERGIAS entre sus capacidades innovadoras y su voluntad de dar lo mejor de si mismo.

Suena fatal, lo sé… pero cada día estoy más convencido de que la calidad humana es una de las principales ventajas competitivas que podemos fomentar entre nuestros emprendedores y pymes. Sencillamente porque lo otro –la técnica– está al alcance de todo el mundo, tarde o temprano, que sea mínimamente profesional.

3) Sentido: Y este es el factor que cohesiona este concepto…. la razón del porque nos implicamos.

Comentaban los tertulianos como en el campo del juego se habían superado los diferentes enfrentamientos que habían existido entre jugadores de la selección nacional, que pertenecían a quipos altamente competitivos, como son el Real Madrid y el Barcelona.

¿Qué pasaba para que en el campo de juego todos estos enfrentamientos, todos los rechazos anteriores no solo pareciesen olvidados, sino que la integración de todos los componentes del equipo era evidente?

Sencillamente que tenían en común una misión superior: la de ganar la Copa de Europa. Lo que nos lleva a la conclusión de que cuando existe un objetivo transcendente, que todos asumen, las diferencias y barreras del corto plazo quedan superadas.

Es la gran batalla que como dinamizador de la cultura emprendedora llevo asumiendo hace años. Batalla en la que he tenido que enfrentarme al escepticismo, e incluso rechazo –a veces violento– no solo con emprendedores, sino con personas implicadas en el desarrollo de la cultura emprendedora. Y aunque no sirva de consuelo, no solo en España.

Y es que con frecuencia confundimos “nuestras motivaciones personales” con las del emprendedor. Nosotros que tenemos un trabajo fundamentalmente para que nos financie nuestra “vida”, la que tenemos fuera del trabajo, nos resulta difícil entender que haya personas para las que el trabajo es “su vida”.

Muchas veces me pregunto como habrían atendido muchos profesionales vinculados a instituciones comprometidas con el desarrollo de la cultura emprendedora, o entidades financieras, si hubiesen tenido la oportunidad de tener frente a ellos y en busca de su asesoramiento a emprendedores de estas características:

I) Emprendedor: Quiero crear una empresa textil que integre todo el proceso, desde el diseño a la distribución.

Técnico: ¿Tiene usted experiencia?E: No.

T: ¿Tiene dinero?E: No.

T: ¿Tiene un plan?E: No

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II) T: ¿Cuál es su objetivo?E: Competir con IBM.

T: ¿Qué edad tiene?E: 17 años.

T: ¿Tiene dinero?E: No.

III) E (son dos): Queremos crear una empresa que integre toda la cultura y datos de la historia, que además sea diferente a lo que hay y que contribuya a cambiar el mundo.

T: Esta muy bien… ¿pero cómo van a ganar dinero?E: No lo sabemos.

IV) E (esta vez es una mujer): Mi marido me ha abandonado, tengo dos hijas, he fracasado hasta ahora en todos los negocios en que me he metido, no tengo dinero y lo que quiero es hacer algo que contribuya a que el mundo sea mejor.

T: ¿Tiene un plan?E: No.

V) E: Quiero crear una cadena de cafeterías a nivel mundial.

T: Estupendo… ¿Cuándo dinero precisa?E: 250 millones de dólares.

T: ¿Tiene dinero?E: No.

T: ¿Tiene avales?E: No

El primer caso es nuestro Amancio Ortega, creador de ZARA, lo siguientes son sucesivamente: Michael Dell, de DELL Computers, Sergey Brin y Larry Page de GOOGLE, Anita Roddick de THE BODY SHOP y Howard Schultz de STARBUSCKS. Pero podría citar decenas de ejemplos mas, la mayoría no tan significativos, pero de no menos importancia a nivel de compromiso.

¿Qué es lo que hacia que estos emprendedores siguiesen adelante cuando nadie creía en ellos?, ¿qué es lo que les impulsaba?, ¿qué es lo que les daba fuerzas para superar la incertidumbre e incluso el miedo?

Lo mismo, exactamente lo mismo que a lo integrantes de nuestro equipo La Roja: una meta que era superior a los razonamientos, a la lógica imperante, a lo que “debe ser”. Una misión que tiraba de ellos…. GANAR.

Pero ustedes me dirán que esta es la misión que tiene cada emprendedor, ¿qué sentido tendría si no crear su empresa?, pero no es así exactamente. Estos emprendedores tienen una forma diferente de entender lo que significa GANAR.

En los ejemplos que he citado, y muchos otros – no son estos la excepción - su meta es sentir que su proyecto aporta, contribuye a un mundo diferente, cada caso tiene su propia visión,

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pero en sus raíces existe un punto común: quiero sentir que contribuyo a un mundo mejor. Para todos estos el beneficio, el justo y merecido – y además imprescindible – beneficio económico es consecuencia del valor que aportan con su proyecto a la sociedad, es la consecuencia… no el fin.

Esto no quiere decir que no valoren el beneficio económico, sino que no es este su principal motivante. ¿Alguien se atrevería afirmar que los integrantes de nuestra Selección no habrían salido a GANAR si no hubieran tenido una recompensa económica?, y si vale para ellos ¿Por qué no vale para un emprendedor?

El que nosotros no lo haríamos, no significa que no existan personas que si lo hacen, y si no observen cuantas personas hay a su alrededor que asumen compromisos, muchas veces profesionales sin considerar los beneficios económicos. Es más: muchos de los proyectos empresariales de los que nos estamos beneficiando existen sin que el tener ingresos fuese el objetivo de sus creadores.

¿Quieren ejemplos?, hay miles. Me quedo solo con uno: Tim Berners-Lee, el creador de la Web. Nunca ha percibido ningún ingreso por esa aportación tan importante a nuestro desarrollo.

¿Estoy insinuando con esto que los emprendedores no deben percibir beneficios económicos por sus creaciones?, en absoluto. Repito: en absoluto.

Lo que si estoy insinuando es que el que usted, o yo, no pensemos así, ni posiblemente queramos hacerlo, no implica que no haya personas para las que el beneficio económico es totalmente secundario.

Quiero aclarar, porque es de justicia, que conozco muchos técnicos – con los que he tenido el privilegio de trabajar frecuentemente – de instituciones oficiales, que no solo son en muchas ocasiones mas emprendedores que los que les piden consulta, sino que tienen una idea clara de que los mejores proyectos innovadores son los disruptivos y que estos, habitualmente son los que no se plantean las cuestiones que hacen del mismo algo lógico y controlable. Por suerte para todos, la cultura emprendedora ya no es solo exclusiva de los emprendedores.

Es más: existe una enorme paradoja. Sin duda puedo afirmar que no hay relación entre los compromisos de estos profesionales y sus retribuciones. Tenemos aquí entonces un testimonio de que no solo es el dinero lo que mueve al mundo.

La paradoja es que he podido comprobar que en muchas ocasiones estos mismos profesionales no son conscientes de su compromiso y de su valor.

Pero volviendo al tema y para finalizar esta primera parte de la reflexión sobre la Roja, lo que planteo es que cuando hay un objetivo que supera lo inmediato, cuando hay una meta que nos transciende, cuando hay una misión con la que nos comprometemos todos y cuando hay un “sentido” a lo que hacemos, entonces no solo damos lo mejor de nosotros, sino que creamos en nuestro entorno un compromiso con valores comunes y, en consecuencia, generamos la SINERGIA imprescindible para ganar en un mundo caótico, sin rumbo y en plena crisis.

Resumiendo esta primera parte, ¿Qué podemos aprender de la Roja?

En primer lugar que debemos crear empresas que generen en todos sus integrantes

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(personal, proveedores y clientes) un profundo sentido de pertenencia. Se hace ya imprescindible superar la reduccionista barrera de que lo que pesa en toda relación comercial son los intereses de cada una de las partes. Sin reducir la importancia de estos, debemos tomar conciencia de que está surgiendo un nuevo paradigma: que el factor CONFIANZA es determinante a la hora de establecer una relación comercial y que para esto es preciso que los justos intereses de cada parte se integren en una sincera filosofía GANAR/GANAR.

Es entonces, cuando cada parte pueda comprobar que sus propios intereses tienen la misma importancia para los intereses de la otra parte, cuando se puede crear una relación de confianza, base fundamental para sentirme integrado en un proyecto común.

Que en el momento que vivimos centrar la estrategia en la calidad del producto, o en la técnica, o en el servicio es firmar el certificado de defunción. Todo esto no es más que la cuota de entrada para existir como empresa, porque cualquier competidor que sea mínimamente profesional puede alcanzar nuestro mismo nivel de calidad… igual para con la innovación.

La única ventaja competitiva sostenible es la calidad humana, porque lo único que no se pude reproducir es a la persona.

Si queremos dar lo máximo de cada uno, tenemos que establecernos metas que nos transciendan y tiren de nosotros. Si nuestro objetivo es sobrevivir, siempre estaremos sobreviviendo. Si nuestro objetivo es una meta económica, nuestro esfuerzo se limitará al volumen de la misma, pues hay una relación entre esfuerzo y objetivo.

Se hace imprescindible crear empresas que vayan mas allá de los balances de fin de mes, que se establezcan metas que exijan lo mejor de cada persona y, especialmente, que den sentido al esfuerzo, sacrificio y compromiso que les estamos pidiendo. Y ninguna meta económica justifica nada de esto.

Anteriormente destacaba tres aportaciones claves que podemos extraer del triunfo de nuestra selección nacional en la última Copa de Europa.

Éstas eran:1. El haber conseguido que todos los españoles nos sintiésemos parte del triunfo. Este espíritu de pertenencia, este sentimiento de formar parte de algo más grande que uno mismo, sin dejar de ser este “uno mismo”, es una de las claves para el desarrollo del espíritu emprendedor.

2. Haber demostrado que la calidad humana es el factor clave para ser competitivo. No significa esto que la técnica no sea importante, significa que la técnica acompañada de calidad humana crean un componente decisivo para el éxito.

3. Incorporar a las razones “más humanas”, como puede ser el prestigio, o el beneficio económico, otras que den sentido a nuestro esfuerzo, que “tiren” de nosotros y que justifiquen nuestra lucha, era el tercer factor que ha aportado este triunfo y que considero vital para el desarrollo de nuestras capacidades competitivas.Añado a estos factores otros tres que en conjunto crean un sistema que si fuésemos capaces de incorporarlo a los programas de dinamización de emprendedores y su formación, tengo la más absoluta seguridad de que esta sería una importante y clave aportación a la actual crisis que estamos viviendo.4. Espíritu competitivo: La diferencia entre el espíritu competitivo de nuestra Roja y el que

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solemos vivir en la sociedad, es que el primero es “a pesar de”, pero no “en contra de”. Es decir: ciertamente hay un ganador y hay perdedores, y esto es parte de la propia vida, la diferencia es que hasta los propios perdedores han crecido en la competición. Es más: mucho de los integrantes de la selección competirán entre si cuando se incorporen a sus propios equipos.

¿Qué nos han aportado este sentido?, que este espíritu competitivo es básico y fundamental para hacer que cualquier proyecto salga adelante. Sin embargo ¿somos competitivos en nuestra vida, llamémosla “normal”?

Creo sinceramente que en nuestro país hemos perdido este espíritu. Ciertamente “haberlos haylos”, pero incluso cuando vemos a una persona altamente competitiva ni siquiera nos genera simpatía. Ciertamente aceptamos este espíritu en La Roja, ciertamente lo sufrimos en relación al poder financiero depredador, asumiendo que este ni siquiera tiene alma y sin ser conscientes del daño que nos hacemos, extrapolamos esta misma visión a nuestra vida cotidiana renunciando a serlo, lo que lleva como consecuencia una actitud pasiva de observador.

¿Somos los españoles competitivos?, ¿somos conscientes de que este espíritu forma parte del ADN del ser humano, que nacemos con él y que a lo largo de nuestro crecimiento físico, vamos poco a poco si no anulándolo, si ocultándolo?

Necesitamos recuperar este espíritu, es preciso – ya imprescindible – sentir que no hay razón alguna para conformarnos con lo que tenemos, que la ambición es sana, imprescindible para exigirnos más a nosotros mismos, antes de empezar a exigírselo a los demás.

Ambición, deseos de ganar, soñar en grande…. para ser los campeones de Europa y del Mundo, pero especialmente para hacer de nuestra vida un desafío permanente que nos lleve a nuevos territorios. Competir no es destruir, incluso diría que competir es todo lo contrario: construir, porque en un maravilloso proceso dialéctico, cada victoria nos exige una nueva meta.

Y esta es clave: ¿somos conscientes de que la actual crisis, pese a no quererla, nos va a aportar una enorme oportunidad puesto que va a dejar un vacío que hay que llenar?, ¿con que vamos a sustituir el modelo de producción basado en la construcción?, ¿somos conscientes de que si no lo llenamos nosotros, lo harán otros?

¿A que esperamos?, ¿seguiremos culpando, maldiciendo, angustiándonos ante un presente terrorífico?, ¿o saldremos a competir, llenos de ambición, porque cuando todo se pierde, todo está por hacer?

Recuperemos nuestro espíritu competitivo. Todo está por hacer.

Ya no es suficiente con ser el más barato, el fabricante del mejor producto, o incluso el único. Si no tenemos un espíritu competitivo que nos cuestione permanentemente adonde hemos llegado y el porqué, alguien lo hará y nos ganará.

Igual nos pasa como nación. Podremos seguir toda la vida lamentando lo que podría haber sido, podremos seguir maldiciendo a los que no supieron hacerlo, e incluso podremos seguir dándonos latigazos por haber votado a los que no lo están haciendo tan bien como creemos, pero si no espabilamos, sino sacamos de nosotros ese espíritu dormido y si no somos capaces de visualizar un ambicioso horizonte, alguien llenará ese vacío que toda crisis produce.

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Y ese “alguien” puede venir de cualquier sitio. De esos “chinitos” a los que nos encantaba enseñar a fabricar zapatos y que hoy nos están desplazando, o de esos “negritos”, héroes de nuestro tiempo, que llenos de ambición han cruzado andando desiertos para aprender a vivir como veían en las televisiones de sus aldeas . Ellos si que son competitivos, entre otras razones porque no tenían nada.Las mismas razones que empezamos a tener nosotros para serlo.

5. No hay que jugar, para ganar: Todos hemos sido parte del triunfo, y todos – hasta el más oculto de nuestros ciudadanos – hemos contribuido al triunfo de nuestra Roja. Por esto es nuestro triunfo.

Dejemos ya de ser observadores de nuestra propia vida, todos, desde cualquier posición, podemos contribuir a que nuestros emprendedores ganen, con nuestro aliento, con nuestra solidaridad, con nuestro apoyo. Crear emprendedores no es solo una cuestión de las instituciones oficiales, es una labor de todos.

Reconociendo públicamente sus triunfos, admirando su esfuerzo, valorando su aportación a la sociedad. Tenemos que dejar de ser espectadores, tenemos que dejar de ver a los emprendedores como “jóvenes inquietos y majos”, y tomar conciencia de que el futuro de nuestro país está en sus manos. Así como suena.

Su futuro, el de Usted y el mío. Porque son los emprendedores quienes construyen los países. Pero esto debe dejar de ser ya una expresión bonita que no nos implica en nada.

La Roja ganó, entre otras razones, porque sentían el apoyo de la sociedad, porque sentía la implicación del ciudadano en sus compromisos, porque realmente estos eran comunes a todos los implicados: GANAR.

Nadie se planteaba las motivaciones de los jugadores, nadie suponía oscuros objetivos, nadie veía en cada miembro de la selección nacional un oscuro ambicioso dispuesto a ganar sin considerar valores y principios. Igual deberíamos ver a nuestros emprendedores, deberíamos incentivar la ambición, el deseo de superación. Deberíamos aceptar que cada emprendedor es una persona y en consecuencia cada uno tiene sus propias motivaciones, intereses y objetivos.

Todos validos, siempre que estén inspirados en valores y guiados por principios. Exactamente igual que con los miembros del equipo de La Roja.

El ciudadano no puede seguir viviendo al margen del emprendedor, el ciudadano no puede seguir siendo espectador de las políticas de dinamización de la cultura emprendedora, el ciudadano debe ser parte de esta. Tenemos que tomar conciencia de la necesidad de crear una sociedad emprendedora, un nuevo mundo en el que todos sus habitantes recuperan sus raíces, las que nos llevan a crecer y crear.

Claro que no es preciso que todos creen empresas, pero si es necesario que todos formen parte de esta nueva cultura. No hay que crear empresas para ser emprendedor, como no hay que jugar al fútbol para sentir que eres una parte clave del proceso.

Sin duda alguna el estado del bienestar nos ha aportado mucho: tranquilidad, seguridad y estabilidad. Pero junto a estos importantes valores, se ha producido un efecto no tan positivo y que afecta directamente a nuestra capacidad emprendedora: nos hemos convertido en espectadores de nuestra propia vida.

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Sencillamente estamos esperando a que sea el Estado quien actúe, delegando en las instituciones, y en sus profesionales, una misión que es nuestra: crear una sociedad emprendedora. No tenemos el derecho de exigirles esto, si nosotros no nos implicamos. 6. ¿Y ahora que?: Hay más empresas que mueren de éxito, que las que llegan a tener esta posibilidad. Cuando se estudian los casos más importantes de innovaciones disruptivas no deja de ser sorprendente descubrir que Google (antes de ser una empresa) fue rechazado por los dos líderes del sector: AltaVista y Yahoo, a los que los fundadores se dirigieron ofreciéndoles la posibilidad de desarrollar el buscador. Propuesta rechazada por ambos por no “considerarla comercial”.Igual de sorprendente es descubrir que Steve Jobs y su socio, ofrecieron la posibilidad de participar en el capital de Apple a las dos empresas líderes en ese momento: HP y Atari, y que ambas rechazaron también la opción, por considerar el primer ordenador de esta marca “un instrumento para aficionados a la electrónica”.

¿Cómo puede cegar tanto el éxito? Sin duda alguna el principal competidor de nuestra Roja está dentro de la propia selección nacional y se llama: soberbia.

El éxito ciega, anula el espíritu competitivo y hasta anula el instinto ganador. Lo que ayer funcionó debe seguir funcionando. Y esto está pasando en estos momentos en nuestro país cuando nos referimos a la cultura emprendedora.

Nosotros en España estamos cegados por el aparente éxito que hemos vivido en la última década del siglo pasado. Tanto nos deslumbró que todavía no hemos recuperado la visión de la realidad.

Unos nos dicen que el desarrollo de la cultura emprendedora es una cuestión de legislar, de regular y cuando leo y escucho esto no puedo dejar de preguntarme: ¿pero estos seres donde viven? ¿Cómo se puede regular el espíritu?, ¿Cómo se puede incentivar a través de leyes el deseo de superación, de hacer de la vida un desafío permanente a nuestras posibilidades?No tienen ni idea de lo que significa emprender.

Pero no es mejor en otros que entienden que incentivar la innovación es una cuestión de ayudas y subvenciones. Más de lo mismo: unos nos ofrecen leyes…otros subvenciones.

Nadie nos habla de crear el caldo de cultivo preciso para que crezca y florezca el deseo de hacer de nuestras vidas una permanente invención. La innovación es consecuencia de un clima, de un ambiente, de una forma de ser y de vivir.

Y este es el problema: que esta forma de ser y de vivir esta muy cerca, habitualmente, de lo que se suele llamar “antisistema” o “contracultura” y entiendo que ambos términos inquieten y hasta desestabilicen a nuestros gobernantes, defensores del control y de la lógica. Es decir: del orden imperante.

Es verdad que no son todos, por ejemplo a Bill Gates nadie se atrevería a considerarle “antisistema”, pero si analizamos la vida de los emprendedores que mas han contribuido al cambio del mundo, tomamos conciencia de que la mayoría de ellos estaban integrados – en su momento de máximo esplendor innovador - en lo que podemos entender por “contracultura”.

Me refiero a Steve Jobs, Sergey Brin y Larry Page, Anita Rodddick, Richard Branson, los

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fabricantes de helados Ben & Jerry y hasta me atrevería a afirmar – pese a que su perfil es aparentemente muy distinto a estos – a Howard Schultz. Todos, absolutamente todos formaban parte de una forma de pensar y de vivir que no es precisamente la que experimentamos en nuestra sociedad conservadora.

Pero ¿Qué tiene que ver la contracultura con el espíritu emprendedor?, sencillamente que al ser parte de esta forma de pensar y vivir, por definición cuestionas todo, rebates todo, te niegas a seguir las pautas imperantes y, especialmente, te niegas a ser “lógico”.Elementos fundamentales y básicos para crear innovaciones disruptivas. Y esta es nuestra ceguera, producida por los años de esplendor que hemos vivido.Queremos innovar, y si es una innovación radical mucho mejor, desde el pasado, desde la experiencia, desde lo que entendemos “debe ser”, y lo más grave: queremos innovación….pero no cambio.Si queremos innovar deberemos asumir el riesgo de que el proceso se nos vaya de las manos, si queremos innovar deberemos crear y fomentar un espíritu de ruptura, un comportamiento revolucionario, un sentimiento de que lo que hay no me vale.

No vamos a crear una sociedad innovadora desde la lógica y el control. No vamos a crear empresas innovadoras desde la normalidad. Solo vamos a poder innovar y competir desde un espíritu de cambio permanente, desde la desestabilización total y desde el sentimiento de que para crear, hay que arriesgar… y doy al término arriesgar un contenido que va mucho más allá del económico.

Tenemos que crear una nueva sociedad. El espíritu de La Roja nos marca las variables que deben definirla, ahora nos toca a nosotros, conscientes de que deberemos elegir entre la miseria del presente o el riesgo de que se nos vaya de las manos….del futuro.

Pero ¿acaso ya no se nos ha ido de las manos el presente?, ¿entonces? … ¿Por qué tenemos tanto miedo al futuro?Es nuestra decisión. Es la hora de que “todos” seamos emprendedores.

Los paradigmas que crean el paroInicio con ésta, una serie de reflexiones enfocadas a aportar, desde mi más humilde posición, salidas a la situación del paro que vivimos, desde una innovadora visión del emprendimiento.Serán reflexiones desde la realidad que vivo cada día, pero cuyo único condicionante para interpretarla, no serán las limitaciones del presente, sino la visión del futuro que, entiendo, todos deseamos contribuir a crear.Albert Einstein afirmaba que no es posible salir de los problemas del presente, aplicando a los mismos soluciones del pasado, o lo que es lo mismo: aplicando un pensamiento que es el que ha generado la situación de la que queremos salir.

No he encontrado a nadie que no esté conforme con esta afirmación, sin embargo han sido muy pocas las personas que actúan de forma coherente con lo que esta frase de Einstein significa. En consecuencia la salida de la situación conduce inevitablemente a otra de iguales características, una vez superada la primera.

Probablemente los científicos de la economía afirmen que esto son los ciclos inevitables. Quizás el problema sea esta palabra “inevitables”, ¿no será más bien que esta espiral de salir para volver a entrar es más consecuencia de nuestra incapacidad para interpretar la realidad, perdón: la nueva realidad, que la imposición de una ley económica?

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¿No será que de forma inconsciente nos negamos a asumir las consecuencias de otra ley: la realidad que vivimos es la consecuencia de la forma de pensar que la ha creado?, lo que, de ser así, inevitablemente nos lleva a la conclusión de que si cambiamos nuestra forma de pensar, la consecuencia directa será el cambio de la realidad que estamos viviendo.

Pero ¿Qué significa esto de cambiar la forma de pensar, como paso previo al cambio de la realidad?, en otras palabras y para entrar ya directamente en el tema de este primer artículo: ¿es suficiente con aplicar eficaces medidas que nos saquen de la crisis?Afirmo que no. Afirmo que si queremos crear un nuevo modelo económico o (como dijo en su día el Sr. Sarkozy) si queremos reinventar el capitalismo, no será suficiente aplicar las medidas dictadas por Bruselas - que si bien es cierto nos permitirán mejorar el presente, no evitarán que volvamos a entrar en un nuevo periodo critico en un numero determinado de años -, deberemos cambiar radicalmente los esquemas mentales, no con los que interpretamos las grandes leyes, sino incluso los que venimos utilizando en relación a las cosas de la vida cotidiana.

Por ejemplo: hablamos de nuevo modelo económico, pero ¿cuáles son las consecuencias de este?, ¿podemos pensar que una nueva forma de interpretar la economía y las relaciones económicas no van a repercutir en la forma como vemos a la empresa?Es más: si una nueva economía genera inevitablemente un nuevo modelo de empresa - a definir - ¿podemos ignorar que este nuevo modelo implica una nueva escala de valores en las personas que se integran en ellas?

Hace apenas unas semanas, tuve el privilegio de ser invitado por el Foro Nueva Economía a la conferencia/almuerzo con el Presidente de la Junta de Extremadura, Sr. Monago. En la mesa coincidieron conmigo, entre otras personas, un profesor de una importante universidad madrileña y una alta directiva de una empresa de comunicaciones. En la animada charla y de forma espontanea surgió el tema de los empresarios post-materialistas, cuando me preguntaron que entendía por tales, dada la situación tan poco académica en la que no era posible profundizar, me limite a afirmar que estos empresarios entienden que sus beneficios económicos - merecidos y ganados - son la consecuencia directa del valor que aportan a la sociedad con su oferta.

Sinceramente siento que si hubieran estado sentados sobre un pincho no habrían saltado de su asiento con igual fuerza. Sus comentarios, reforzados con una potente ironía, se centraban en que una empresa debe tener beneficios, que un empresario debe ganar dinero y que ningún emprendedor crea una empresa por solidaridad social.Fíjense ustedes amigos lectores que yo jamás dije que un empresario post materialista no deba ganar dinero, lo que dije - y sigo afirmando - es que un empresario con este perfil entiende que su principal objetivo como tal es aportar valor a la sociedad, y que esta le premia adquiriendo sus productos, o servicios. Pero el paradigma de que el principal objetivo de una empresa es ganar dinero, sin más consideraciones, lo tenían tan metido dentro de su ADN mental, que sencillamente ni siquiera escucharon esto.

Y estamos hablando de una ejecutiva de una importante empresa de telefonía y de un profesor de una universidad. No era de extrañar que una vez reafirmados en sus planteamientos y ante el evidente hecho de que ambos pensaban igual, sencillamente me marginaran de su conversación.¿Qué significa esto?, que probablemente junto a las medidas - soluciones urgentes a corto plazo - que se tomen, deberíamos empezar a plantearnos como pensamos en relación a la situación que estamos viviendo, aprovechando la crisis, no solo para hacer limpieza de tanta incompetencia como producen todas las épocas de bonanza, como la que hemos

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pasado recientemente, sino para construir las bases de una nueva sociedad.

Y no hacer esto si que seria la perdida de una gran oportunidad.¿Como es la empresa que debemos crear a partir de donde estamos?, ¿cuáles deberán ser los valores medurales que inspiren a los nuevos emprendedores?, ¿la definición del Siglo XIX en relación a cual es el principal objetivo de una empresa, nos vale para el Siglo XXI?, ¿sigue siendo valido que los factores de producción sean el trabajo, la tierra y el capital únicamente?

Estos criterios: el beneficio económico como principal objetivo de una empresa y los tres tradicionales factores de producción ¿son las bases adecuadas para el pensamiento sobre el que se deben inspirar las empresas de nuestro Siglo?¿Es posible reinventar la empresa, si no cambiamos nuestra forma de interpretar sus objetivos?

Con seguridad usted se esta diciendo a si mismo, o a si misma, a lo largo de la lectura de esta reflexión, y además de forma permanente: si, pero la empresa debe ganar dinero, ¿me equivoco? Y de nuevo vuelvo a insistir: ¿hay en este documento alguna frase que niegue esto?, este simple ejercicio es la demostración de hasta que forma estamos determinados por nuestros paradigmas.

Porque fíjese: no estoy diciendo que el empresario debe ser tan generoso que ponga su compromiso social, por delante de sus objetivos económicos, ni siquiera estoy afirmando que estos deban ser consecuencia de una estrategia de responsabilidad social, lo que estoy diciendo es que en la nueva economía el beneficio debe ser algo mas que la pura dimensión económica.

Usted y yo precisamos el oxigeno para vivir. No solo precisamos este, también deseamos que sea de la mejor calidad posible.Pero ni usted, ni yo, vivimos para respirar oxigeno. Este es un recurso imprescindible para vivir y además con la menor contaminación.Igual pasa con el beneficio económico de las empresas: es imprescindible para vivir y mientras más sea, mejor que mejor. Pero afirmar que este es el principal objetivo, en una época en la que la capacidad innovadora de los individuos es su principal ventaja competitiva, significa un autentico suicidio, puesto que la innovación es consecuencia directa de los valores que inspiren el proyecto empresarial.

Y con sinceridad le digo: personalmente preferiría tener competidores en los que “ganar dinero” fuese su principal objetivo, que tener que enfrentarme a competidores en los que innovar y hacer de su vida un desafío fuese lo cotidiano.A los primeros es relativamente fácil superar... pero a los segundos... ¿Cómo se puede competir con proyectos que despiertan la pasión y que esta exige a sus protagonistas lo mejor de si mismos?¿Qué no tiene nada que ver una cosa con la otra?, ¿está seguro?Permítame que comparta con Usted un ejercicio.

Mi principal objetivo al escribir este documento es ganar todo el dinero posible, ciertamente voy a procurar que tenga la mejor calidad con objeto de que el editor quede contento con el índice de lecturas y me contrate mas, pero a la hora de escribirlo - en estos momentos - lo que realmente me motiva es el dinero que me estoy ganando.

Esta es una posible motivación para escribir este documento, totalmente valida, tanto desde una dimensión ética, como profesional.

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Veamos ahora otra posibilidad.Mi principal objetivo al escribir este documento es compartir con mis lectores una serie de reflexiones que nos lleven a tomar medidas que no solo nos permitan salir de la actual crisis, sino además y en paralelo crear las bases de un nuevo modelo de empresa en el que las personas se sientan integradas, aportando lo mejor de ellas.

Entiendo que una medida para confirmar que este documento tiene valor es el número de lectores que tenga y que debe existir una relación entre estos y el valor económico del mismo. Es decir: mi retribución por escribirlo esta en relación directa al numero de lectores que genere, y esto depende del significado de utilidad que estos den a su contenido.

Usted acaba de leer mis dos posibles motivaciones a la hora de justificar el tiempo que estoy dedicando en compartir esta reflexión, ¿con cual se siente usted mejor?, ¿cuál le acerca mas a mi?, ¿cuál refuerza mas el significado del contenido del documento?

Ciertamente aportación de valor y rentabilidad no son sinónimos opuestos, no solo no lo son, es que crean sinergia. A mas valor, mas lectores y en consecuencia, mas rentabilidad.Es decir: puedo hacer frente a mis compromisos económicos porque obtengo rentabilidad a mi esfuerzo, pero mi motivación a la hora de escribirlo no era esta.

¿Qué pasaría si a la hora de formar a emprendedores y a la hora de diseñar su plan de empresa, nos enfocásemos primero en preguntarnos si realmente la sociedad precisa la oferta que estamos diseñando?, y siguiendo al gurú del marketing Robert Kawasaki tuviésemos el coraje de preguntarnos ¿Qué pasaría si la empresa no existiese?¿Nada?, ¿Qué sentido tiene crearla entonces?

Más todavía: ¿Realmente en pleno siglo XXI en el que innovar es clave, no ya solo para crecer, sino para sobrevivir, podemos seguir pensando que los tres factores de producción son el trabajo, la tierra y el capital?, ¿Dónde queda la conciencia? .... ¿podemos hacer que estos tres factores se desarrollen sin innovación?, ¿es posible innovar sin conciencia, sin vivir conscientemente?

¿Es posible innovar sin libertad?, ¿es posible detectar la oportunidad sin estar atentos a nuestro entorno?, ¿podemos ser competitivos sin ser conscientes de como vivimos y el mundo en el que queremos vivir?Y ¿Qué relación tienen estas preguntas con la lucha contra el paro, titulo de esta serie de artículos?, la simple pregunta define la realidad: estamos creando empresas con el paradigma de la época industrial, estamos fomentando una cultura emprendedora para el siglo XXI con los esquemas mentales del siglo XIX, y desde estos la conciencia, o el vivir conscientemente, no tiene ninguna relación con la gestión de los recursos físicos, puesto que esto de “la conciencia” es mas bien cosa de “místicos” que como todos sabemos “están totalmente fuera de la realidad”, de aquí que la conciencia no sea un factor a considerar y que cuando hablamos de inteligencia emocional, en lo mas profundo de nuestras almas no estamos hablando de calidad humana, sino de manipulación.

Y con estos paradigmas no crearemos más empresas, y las que se crean no serán competitivas, y en consecuencia cerraran. Más paro.Por esto el primer paso para vencer al paro es que empecemos a fomentar la creación de empresas enfocadas a lo más profundo de nuestras almas, empresas que nos inspiren, que nos motiven, que nos impulsen a asumir nuestras vidas como un desafío permanente.

Se habla hoy mucho de la necesidad de fomentar el espíritu emprendedor, se habla mucho de crear más empresas y que este es un paso previo para crear empleo. Pero a

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continuación de estas afirmaciones voluntaristas, lo que hacemos para que esto sea una realidad es más de lo mismo: más subvenciones, nuevas leyes, más ayudas de cualquier tipo.Si, sin duda así crearemos más empresas. Pero no las que precisamos para crear una sociedad solida enfocada al futuro, porque las empresas que crearemos serán iguales a las que hoy ya existen.

Nos queda una esperanza: que en el proceso aparezca un Amancio Ortega, u otro Steve Jobs. Pero esto es jugar a la lotería, y a base de lotería no se construye el futuro... se le encuentra.

MicrofranquiciasUno de los temas recurrentes para todos los profesionales que estamos vinculados al mundo del emprendimiento es que la principal barrera para crear una empresa es el miedo al fracaso. Por otra parte cuando preguntamos a potenciales emprendedores por qué no dan el paso a la creación de su idea de negocio, en una gran mayoría de casos la razón fundamental -el miedo al fracaso está en su inconsciente, pero no es asumido conscientemente por una gran mayoría- es la falta de dinero.

Es decir, las principales razones para frenar el desarrollo de la creación de empresas son estas dos: el miedo al fracaso y la falta de recursos económicos.

Pues bien: la microfranquicia supera estas dos barreras, por lo que sin duda alguna su desarrollo supone un paso de gigantes para la creación de empresas, y en consecuencia la lucha contra el paro, en paralelo a otros beneficios muy importantes como explico en esta reflexión.

La superación del miedo al fracaso se consigue al aplicar modelos de negocio y métodos ya probados y contrastados. Además de contar con el apoyo de una empresa con dimensiones mayores, y recursos.

Esto aporta al emprendedor la seguridad suficiente para superar esta barrera mental, pues no se va a encontrar sólo en sus primeros pasos como empresario.

A este valor, un beneficio básico del sector de la franquicia, se añade otro ya propio de las microfranquicias, que elimina la barrera del problema de la falta de capital. Me refiero a la baja inversión precisa para poner en marcha el negocio.

Inversión que puede ser desde 0 euros, hasta no más de 30.000, dependiendo de las características de la oferta y de las necesidades físicas que la distribución de esta exige.Nos encontramos entonces con un modelo de eficacia demostrada para crear empresas, contribuyendo en paralelo a forjar una cultura emprendedora, eliminando las barreras tradicionales y que ya empieza a posicionarse fuertemente en España.

Basta para ello el ejemplo de ActionCare, una división de la empresa Alares, que surge en el mercado con una inversión mínima, pero con el aval de una estructura experimentada, de resultados demostrables y el apoyo de una importante infraestructura aportada por su empresa matriz. Es decir: un negocio llave en mano, que puede perfectamente empezar a dar resultados desde su primer día de funcionamiento.

Con un nacimiento en zonas de bajo desarrollo y como herramienta de lucha contra la pobreza, surge con fuerza este nuevo modelo de negocio como alternativa a los parados

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que empiezan a perder la esperanza de que el futuro sea igual al pasado reciente que han vivido.

Si bien ya antes de la actual crisis había mas que suficientes datos que nos indicaban que el contrato de por vida seria a muy corto plazo una entelequia y que el auto empleo será inevitablemente la principal salida laboral, ha sido la crisis con toda su crudeza la que ha despertado en los poderes públicos la necesidad de fomentar el espíritu emprendedor y, en consecuencia, el emprendimiento a través, fundamentalmente, del auto empleo.

Sin embargo y como ya adelantaba en mi anterior reflexión, dudo que veamos los resultados de esta nueva actitud a corto plazo, fundamentalmente por la razón que exponía: si bien la realidad ha cambiado, los paradigmas con los que la interpretamos no, en consecuencia y hasta que sea todavía mas dramática, seguiremos aplicando a los problemas del siglo XXI las soluciones que teníamos para los del pasado siglo.

Y no hay mas que escuchar las reclamaciones de los sindicatos, todavía centrados en los modelos de contrato, en la continuidad del empleo, en reivindicaciones laborales, ignorando que ya la realidad es que lo que el ciudadano quiere es el sentimiento de que tiene el control de su vida (y si todavía este sentimiento no está en la superficie, lo estará muy pronto), que, al igual que El Cordobés afirmaba que “era el dueño de su hambre”, muchos miles de ciudadanos lo que hoy desean es sentirse “dueños de su fracaso ... o de su éxito”.

Pero permanecen sordos a este clamor, como si ello no les fuese. Y es probable que sea así.

También será suficiente con analizar las decisiones que toman nuestros políticos para fomentar la cultura emprendedora, a base de legislar lo que no puede legislarse: el espíritu, convencidos de que si se dan facilidades para ello, los ciudadanos tomaran la decisión de convertir su vida en un desafío permanente, no importa que en paralelo se fomente en nuestra sociedad el valor seguridad como prioritario, o que mientras se fomenta el espíritu de iniciativa, se intente “comprar” -literalmente- este a base de subvenciones.

¿Hay mayor forma de ignorar lo que significa emprender?

Aunque tampoco tenemos que irnos muy lejos para ver hasta que punto no hay relación entre los deseos -que no dudo son sinceros- de fomentar el emprendimiento, y lo que se hace para ello. También basta para confirmar esto el analizar los programas -algunos avalados por importantes escuelas de negocio- de formación de emprendedores que existen.

Programas centrados más en crear gestores que empresarios, programas enfocados a crear empresas desde la lógica lineal de las grandes corporaciones -la mayoría de sus profesores vienen de la gran empresa- como si la experiencia en estas tuviesen alguna relación con la que van a vivir sus alumnos, pequeños empresarios.

Y vuelvo a repetir: si en paralelo a las acciones a desarrollar, no hay un cambio de mentalidad en relación a lo que significa emprender, probablemente crearemos mas empresas, pero el índice de caídas en sus primeros años no bajará, además de que no habrá relación entre el esfuerzo y el índice de empresas creadas. No es suficiente con subir éste, es preciso preguntarnos si la relación entre la oportunidad, la necesidad y la inversión es la adecuada.

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Pues bien, este mismo problema de paradigmas se repite cuando analizamos el concepto de microfranquicia, empezando por ver este modelo como una herramienta propia de los países subdesarrollados, y no como un instrumento, no solo para el desarrollo económico, sino también -y quizás fundamentalmente- para la dinamización social.

Y este es el primer valor añadido que aporta la microfranquicia: su facilidad de creación permite dar el paso, con el sentimiento de que el riesgo es mínimo. Y aunque solo fuese por esto ya merecerían una atención especial, fundamentalmente por todas las instituciones que están comprometidas con el fomento del emprendimiento en nuestro país.

En otras palabras: es una autentica escuela práctica, con un mínimo riesgo de fracaso. Lo que significa que con mucho menos coste en relación a las políticas tradicionales, el fomento de la microfranquicia será en paralelo una autentica incubadora de empresas y, a la vez, escuela de negocios.

Pero reducir la microfranquicia a la baja inversión, limitar a esta su principal característica, sería otro error, pues por si misma tiene una serie de consideraciones que no podemos obviar.

Menos desembolso implica, ciertamente, menos barreras de entrada. Pero también una actitud diferente, una distinta -seguramente- formación, y es mas que probable, una visión diferente de lo que significa emprender.

De aquí que cualquier programa de fomento de las microfranquicias, deba ir acompañado de un sistema que tenga su inicio en lo que yo llamo “quitar las legañas”, y tenga su fin en un seguimiento exhaustivo para evitar que el nuevo microempresario cometa los errores típicos de aquel cuyo riesgo es reducido y que, en consecuencia, no tiene conciencia exacta de los compromisos que está asumiendo.

Quiero decir que en primera medida debemos tener en cuenta que una baja inversión, puede significar un oportunidad con un potencial similar a otros negocios que exigen mayores inversiones, pero la actitud del emprendedor es diferente. Al menos es lo que me dice la lógica -lo cuál no significa que tenga que ser así forzosamente- pues entiendo que no es la misma actitud desembolsar 3.000 euros, que 100.000, por ejemplo.Y una actitud diferente podría implicar un menor compromiso.Las microfranquicias están siendo ya una realidad en países latinoamericanos, en toda África y en la India, pero si bien y como ya he dicho, este modelo de negocio surge como forma de combatir la pobreza, la verdad es que en nuestro país debería ser una magnifica forma de combatir el paro.

Claro que para ello deberíamos superar otro de los paradigmas mas incrustados en nuestro ADN: el creer que innovación es tecnología, desconociendo que las empresas de mas crecimiento, a nivel mundial, pero también en España, son las que se mueven en el sector de la distribución, y pongamos como ejemplo a Mercadona y Zara en España, o a Starbucks, incluso Google en Estados Unidos (¿acaso Google lo que hace no es distribuir información?).

Pero de esto hablaremos en otro punto de esta serie. Lo adelanto aquí porque quisiera que de alguna forma esta reflexión fuese un motivo de reflexión para aquellos que toman decisiones, haciéndoles tomar conciencia de la enorme oportunidad que tiene la microfranquicia en nuestro país. Como dinamizador, como escuela y como modelo de innovación.

Pero ¿Qué es la microfranquicia?, la autora del titulo “MICROFRANQUICIAS. CASOS

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PRÁCTICOS”, Naoko Felder-Kuzu, la define como:

Las microfranquicias son oportunidades de negocio fácilmente reproducibles que permiten a los microempresarios de los países en vías de desarrollo iniciar sus negocios mediante el uso de metodologías ya conocidas correspondientes al modelo tradicional de las franquicias.

Tengo que decir que sin devaluar la aportación de esta autora, con un peso internacional en esta área, siento que esta definición se queda pequeña por muchos motivos. Uno de ellos es la expresión, a la que ya he hecho referencia en este artículo, “países en vías de desarrollo”, no creo que tenga que ser así forzosamente, incluso al margen de la situación que estamos viviendo en España.

Porque creo que fomentar experiencias de emprendimiento, con las mínimas barreras posibles, es bueno para cualquier economía, sea cual sea su nivel de desarrollo.

Pero también siento que es incompleta porque se limita a afirmar que de lo que se trata es el extrapolar experiencias y métodos de las franquicias tradicionales. Dudo que esto sea así y ya he adelantado mis razones.

Menos inversión no sólo implica menos barreras económicas, también implica otras que en negocios con más riesgo económico no existen: las actitudinales.

Y es básico que esto se tenga en cuenta a la hora de fomentar este microemprendimiento, más si el colectivo al que nos estamos dirigiendo tiene como prioridad en su vida la seguridad, la estabilidad y el control. Éstos jamás darán el paso, si previamente no se les hace ver que ser emprendedor no es sólo una opción, sino que ya de hecho esta siendo la única opción para tener un trabajo.

Pero es que además hay otro paso previo: romper el paradigma social de que “yo tengo lo que tengo y no puedo tener más”, en otras palabras: no habrá microfranquicias si no somos capaces de ayudar a superar la mentalidad de escasez que tienen muchos de nuestros ciudadanos, y que la situación de paro refuerza.

Claro que usted amable lector, amable lectora, me dirá que realmente de lo que se trata es de encontrar entre nuestros ciudadanos a los “Amancio Ortega” que hay, aunque ellos no tengan conciencia de ello. Craso error.

Porque de lo que se trata no es de encontrar emprendedores, sino de despertar el espíritu emprendedor en ciudadanos que no tienen conciencia de que lo tienen. Y esta es otra de las características de la microfranquicia, que diferencia a ésta de la tradicional.

En la tradicional el esquema es “pocos muchos”, es decir: si hay suerte, saldrá un Amancio Ortega, la clave es crear empresas solidas y seguras. No todo el mundo tiene que ser empresario, nos decimos y entonces nos quedamos tan contentos si conseguimos que el índice de creación de empresas es superior de un año para otro.

Pero en la microfranquicia el planteamiento es diferente, y este es otro de los paradigmas que chocan con nuestros esquemas mentales. Aquí de los que se trata es de “muchos pocos”, es decir: todo el mundo puede ser empresario... y debe serlo como medida de desarrollo, e incluso de supervivencia.

Y esto es lo que la microfranquicia aporta, que cualquiera pueda crear su propio negocio,

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haciendo que desaparezcan las barreras, fundamentalmente económicas, para crear una empresa. Y de aquí con seguridad no solo saldrá un Amancio Ortega -lo siento, pero esta experiencia tan nuestra, me tiene obsesionado- sino que se crearan las bases para que surjan muchos.

Claro que para ello hay que dar otro paso: el seguimiento. Fomentar la microfranquicia sin tener previsto el seguimiento, o al menos el apoyo técnico/contable hasta que tenga la suficiente solidez, es suicida, porque cerrarán y cerrarán porque en la mayoría de los casos su nivel de compromiso no estará en función de la oportunidad, sino del riesgo asumido.

En definitiva: el fomento de la microfranquicia en España será una forma eficaz de luchar contra el paro, si convertimos el modelo en un sistema cuyo primer paso sea el despertar el espíritu y el último el llevar de la mano al micro empresario hasta que tenga la solidez suficiente.

Y esto no es lo que se está haciendo. Aquí estamos hablando de entregar un negocio en mano y de sustituir la búsqueda de la seguridad en la protección, por la seguridad en uno mismo y en un sistema implicado hasta las últimas consecuencias en el buen fin del proyecto.

Esto es realmente la microfranquicia.

El problema es que no se trata exclusivamente de voluntad de las instituciones públicas, que la hay, sino también de mentalidad y que cuando nos referimos a las instituciones, éstas no son precisamente muy emprendedoras, probablemente porque ni siquiera tengan que serlo.

Pero así y solo así, no sólo crearemos más empresas, no sólo dinamizaremos la sociedad... además haremos que están ganen y permanezcan.

Y esto sí que es luchar contra el paro. Además barato... mucho más que la subvención y la protección del parado.

Sólo - lo sé: este “sólo” es muy fuerte - hay que hacer que quieran.

La nueva dimensión de emprenderPermítame que inicie este tercer capítulo de la serie LA LUCHA CONTRA EL PARO, invitándole a un sencillo ejercicio.

Cierre usted los ojos, relájese y visualice un plato de jamón de york. Si, ha leído bien: jamón de york. De una magnifica marca, es la mejor, también la mas cara del mercado... sus lonchas están extendidas en el plato, formando el conjunto un atractivo abanico.¿Lo está visualizando?, ¿Qué emociones le producen esta visión de un plato lleno de un magnifico jamón de york?Ninguna, con seguridad. A lo sumo el recuerdo entrañable -aquí sí que surgen las emociones, pero por el recuerdo, no por la visualización del plato- de los bocadillos que su madre le preparaba cuando iba al colegio.Nada más.Siga con los ojos cerrados -bueno, después de leer este párrafo lógicamente - y ahora visualice un plato de jamón de pata negra, un magnifico jamón ibérico en pequeñas lonchas, casi transparentes, con sus vetas, perfectamente cortado por el maestro... ¿Qué le está pasando?, ¿siente la saliva en su boca?, ¿siente la emoción que le produce las

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posibilidades de saborear este magnífico producto de nuestra tierra?Hasta es muy probable que en esta visión no este usted solo, o sola. Es más que probable que esté compartiendo este delicioso manjar con sus amigos, con sus seres queridos... incluso con sus compañeros de trabajo. ¿Me equivoco?¿Por qué le pongo este ejercicio?, sencillamente porque es la mejor forma que se me ha ocurrido para poder definir la diferencia que existe entre las empresas que estamos creando y las que precisamos crear.

Estamos, llevamos años, creando empresas “jamón de york”, que generan las emociones propias de este producto: ninguna, aunque eso sí, alimentan, lo que quiere decir que muy probablemente crean empleo... ¿pero es esto SÓLO lo que queremos?, le estoy viendo su pensamientos: en estos momentos sí... ¿y hace tres o cuatro años?, ¿no será que la situación que estamos viviendo de crisis es producto, entre otras razones, de esta visión lineal, racionalista y economicista, modelo “jamón de york” que tenemos de lo que significa emprender?, al menos en parte.

Claro que en estos momentos lo prioritario es crear empleo, de esto es de lo que estamos hablando, este es el título de la serie: LA LUCHA CONTRA EL PARO, y el primer paso -imprescindible, créame- es que empecemos a crear empresas que generen las mismas emociones que usted tenia cuando visualizaba el plato de “jamón pata negra”.

Una de las grandes paradojas que tiene el fenómeno del fomento de la cultura emprendedora, en nuestro país y en muchos otros, es de que si bien aceptamos que a nivel de la gran empresa se hace imprescindible conseguir el compromiso del personal para poder competir, y especialmente innovar, cuando se trata de las pymes ya damos por hecho que este compromiso existe en el emprendedor. No es así.

Por supuesto que un, una, joven profesional esta ilusionado con su idea, materialización en la mayoría de los casos de un sueño. No me estoy refiriendo a esta clase de compromiso, que suele ir desapareciendo a medida que las dificultades - especialmente en la primera fase de desarrollo del proyecto - van creciendo.

Me refiero al compromiso que nos da fuerzas para superar estas dificultades, me refiero a la visión que nos produce tanta adrenalina, que si bien puede generar el riesgo de impedirnos ver la realidad que debemos transformar, nos impulsa a seguir caminando cuando todo nos falla, cuando todos nos fallan y cuando las circunstancias nos superan.El sicólogo austríaco Viktor Frankl afirmaba que si bien no podemos controlar las circunstancias, siempre podemos controlar nuestra actitud ante éstas. Afirmaba que ésta era la última libertad del ser humano.

Reduciendo ésto a una fórmula, podríamos definirla así:CIRCUNSTANCIA + RESPUESTA = RESULTADOS

Durante años la respuesta a la circunstancia que es la crisis fue de ignorancia. Los resultados que tenemos es la consecuencia de esta actitud.

Pero también éstos son el resultado de haber visto SÓLO al emprendedor como un generador de riqueza, con una función puramente lineal, incluso muchos años antes de que la actual crisis empezase. Los resultados es ser uno de los países más bajos en el índice de innovación, de Europa.

Y es que hay dos formas de responder: como tal, respuesta, o como reacción. Y si bien hasta hace unos meses no había nada, ni respuesta, ni reacción, me atrevo a afirmar que

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la actual política gubernamental es más de reacción que de respuesta.

¿Cuál es la diferencia?

Mientras que la reacción está enfocada a salir de la situación volviendo a una de normalidad, la respuesta se enfoca en salir aprovechando a su vez la creación del futuro. La respuesta no pretende volver a la normalidad, sino crear una situación que rompa con ésta. Lo que estoy planteando es que vivimos no sólo una situación critica, sino que además podemos correr el riesgo de no aprovecharla. Y sólo salir de ella no es aprovecharla, aunque hoy nos parezca difícil.

Y tenemos en España un testimonio claro de lo que estoy diciendo: MERCADONA, de nuevo un modelo de empresa del siglo XXI, enfocada en la distribución, como tantas otras ya nombradas en artículos anteriores. ¿Será casualidad que las empresas de más crecimiento en el mundo, que las empresas que afrontan con resultados positivos la crisis, son del sector de la distribución?, seguiré mas adelante hablando de ésto.

Necesitamos crear empresas que generen las mismas emociones del “pata negra”, necesitamos crear empresarios comprometidos con el futuro, no sólo con superar el presente. Precisamos inspirar a emprendedores que entiendan que su papel va mucho más allá de la simple creación de riqueza económica. Que entiendan que junto a ésta - voy a volver a repetirlo: junto a ésta - el éxito lo define si en paralelo somos capaces de generar riqueza humana y riqueza social.

Hay una leyenda urbana que cuenta que cuando el violinista Paganini terminó una audición, una señora se le acerco afirmando que “daría la vida por tocar el violín como usted”, a lo que el maestro contestó: “eso, señora, es lo que yo he hecho”.Pues bien, ésto si que es “jamón pata negra”, empresas que merezcan dar la vida. Así de simple, así de complicado.

Empresas que impulsen el entorno, emprendedores comprometidos con una causa que vaya mas allá de ellos mismos, que les supere, exigiéndoles en consecuencia lo mejor.¿Y cuál puede ser esta causa?, ¿llegar a fin de mes, pagar todas las deudas?... que por supuesto es imprescindible, pero ¿suficiente?, ¿tener un buen nivel de vida, más que aceptable?, por supuesto que es un derecho que el emprendedor tiene, y si se lo gana más todavía, pero ¿es suficiente?

¿Qué es lo que impulsó a Amancio Ortega, un simple dependiente de una camisería, para seguir cuando su primer emprendimiento, Spring, fracasó?, ¿Qué es lo que les impulso, a él y a su hermano, a recorrer en un viejo coche todo el norte de España, para llegar a Cataluña y pedir a crédito llenar el vehículo de tejidos a un fabricante que ni siquiera les conocía? ¡Y lo consiguieron!

¿Qué es lo que impulsó a Steve Jobs a seguir cuando, siendo ya multimillonario, fue despedido de la empresa que él creo?, ¿qué es lo que impulsó a los fundadores de Google a seguir encabezonados con su idea, cuando los lideres del sector - Yahoo y AltaVista - les dijeron que su proyecto no tenía futuro?

¿Qué es lo que impulsa a todos estos héroes modernos a seguir cuando el común de los mortales ya habría abandonado?, ¿ganar dinero?, ¿tener un buen nivel de vida?, ¿comprarse el último modelo de coche deportivo?

En absoluto, y ésto es fácil de confirmar cuando se estudian las biografías de estos

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emprendedores. Se habían auto-impuesto una misión, una misión que les transcendía, que les llevaba mas allá de su realidad, en algunos casos esta misión era asumida conscientemente, en otros probablemente no, pero si ésta no estaba presente en su día a día, con seguridad era sustituida por otra enfocada a negarse a vivir una vida vacía, monótona, aburrida, en la que cada día es una prolongación del anterior, en la que sólo la llegada del viernes produce ciertas sensaciones.

Pero ¿cuál era, cuál es todavía en muchos de los emprendedores que inician su camino, esta misión?, sencillamente cambiar el mundo, sencillamente sentir que con su esfuerzo, con su compromiso, con su trabajo, se puede contribuir a un mundo diferente, un mundo en el que ellos se han negado a ser espectadores, convirtiéndose en protagonistas del cambio.

El problema, uno de ellos -ya no se cuál es el más importante, he perdido la cuenta- es que estamos viendo a los emprendedores con nuestra visión lineal/lógica/racionalista de escuela de negocios, y en consecuencia generamos lo que vemos, o peor todavía: generamos lo que creemos.No hay más que ver las políticas de fomento de la cultura emprendedora para comprender esta afirmación, ninguna va a generar empresas “jamón pata negra”, porque todas son racionalistas, lógicas y conservadoras... pese a que presuman de estar enfocadas a fomentar la innovación. ¿Cómo se puede innovar desde la racionalidad?

Precisamos emprendedores locos, rompedores de paradigmas, emprendedores que fomenten en ellos sueños que sean irrealizables para todos nosotros, sueños de grandeza. Precisamos fomentar la creación de empresas que conviertan su día a día en un desafío a sus posibilidades, empresas que nos obliguen a romper nuestra costra conservadora, esa que nos dice que hay que tener los pies en el suelo, esa costra que nos impide vivir, soñar y reír ante la locura de lo imposible.

Claro que para esto lo primero que hay que hacer es cambiar nuestro enfoque oficial de apoyo al emprendedor. Una política proteccionista, cuya existencia se justifica fundamentalmente por las ayudas oficiales, por definición, no puede subvencionar la locura. Hablaremos más adelante, en esta misma serie, de cuál es el papel del Estado en el fomento de la cultura emprendedora, quedémonos ahora aquí. De lo que se trata es de que el emprendedor se desborde a sí mismo. No es una cuestión de entusiasmo, veo con cariño muchos videos de emprendedores en los que éste es evidente, de lo que se trata es de compromiso, de compromiso con una visión, con una forma de vivir, con unos valores y con una forma de entender lo que significa emprender.

Si intentamos entender este significado desde los esquemas racionalistas lo que estaremos haciendo es frustrar la cultura “realmente” emprendedora, podrá ser que creemos empresas, pero no estamos creando las empresas que tanto precisamos. Empresas en las que la innovación sea una forma de vida, en las que cuestionar todo sea lo natural, en las que soñar con transformar la realidad, y no organizarla, sea su razón de ser.

¿Cómo?, de entrada cambiando nuestros propios esquemas. La función del emprendedor va mucho mas allá de la creación de riqueza, reducir su vida a esta función no sólo es desvalorizarle, es quitarle la principal razón para que convierta su sueño en un proyecto de una vida que merece la pena ser vivida.

Segundo: dejando de protegerle. El emprendedor debe aprender a triunfar y a fracasar, debe asumir la responsabilidad de su propia vida. En tercer lugar, y sobre todo, dando al fenómeno emprendedor la dimensión que realmente tiene: dinamizar la sociedad,

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cambiar el mundo, dar la oportunidad a que las personas emprendedoras den lo mejor de si mismas.

Nadie daría su vida por un nivel económico, pero sí la damos por nuestras creencias, por nuestras dimensiones vitales. Con frecuencia escucho que no tenemos suficientes emprendedores, pese a que la cifra aumente, y siempre respondo con la misma pregunta: ¿por qué va a haber mas emprendedores?, ¿qué razones hay para que un joven decida hacer de su vida un desafío permanente?, ¿ganar mas dinero?, ¿un sueño?, ¿qué sueño?, los únicos sueños que merecen una vida son aquellos que nos transcienden, que van mas allá de nosotros mismos.

Esta visión, esta dimensión transcendental de la vida sí que justifica el esfuerzo, la renuncia, el sacrificio.

Decía en el primer artículo de esta serie que uno de los paradigmas que hay que cambiar es que el principal objetivo de una empresa es ganar dinero. Lo sigo afirmando.

Afirmo que el primer objetivo de un emprendedor es ser feliz, es tener una vida plena. Claro que para ello hace falta tener dinero, pero no sólo. No es suficiente.

La felicidad va a ser la consecuencia directa de que consigamos materializar una visión de la vida en la que nos sentimos protagonistas, una visión del mundo que queremos construir, o al menos ayudar a ello, y que nos hace sentirnos orgullosos de nuestra contribución. Una contribución que sea motivo de orgullo para nuestros seres queridos, una contribución que nos haga sentir que nuestra vida ha valido la pena vivirla.

¿Todo muy bonito?, ya. Ya lo se. La realidad, querido José Luis, es otra... siento sus palabras. Usted en este momento esta pensando que esto seria lo ideal, pero que es difícil tener una visión transcendente cuando apenas puedes pagar los gastos de la empresa, que es complicado tener sueños cuando todo en tu entorno te dice que hay que ser realista y tener los pies en el suelo (por cierto... ¿conoce usted alguna obra humana que haya sido creada por personas “realistas” y que haya permanecido en el tiempo...? es una simple pregunta)

Lo entiendo. Entiendo que usted que muy probablemente centra su vida profesional en ayudar a emprendedores, desconfíe de mis palabras, puesto que en definitiva ninguno de los que se acercan a usted a solicitar su asesoramiento, piensan así.

Lo entiendo. Pero el que no se acerquen a usted no quiere decir que no existan, sencillamente -es mas que probable- no se acercan a solicitar su buen consejo porque saben que este va a consistir básicamente en que desarrolle un proyecto lógico... por esto nadie, ningún emprendedor, que desee crear un proyecto innovador va a solicitar su consejo.Y la presión del día a día, la presión de llegar a fin de mes, es mas que probable que no permita muchas alegrías. Es lógico.

Como lo es asumir la probabilidad de que la situación que esta viviendo esta pequeña empresa sea posiblemente consecuencia de su incapacidad para dar sentido a su esfuerzo. Como muy bien dice Covey, cuando nos centramos en nuestro día a día -circulo de preocupación- no sólo nunca salimos de él, sino que esta situación se agranda.Cambie usted, créame que se lo recomiendo, su visión de jamón de york, vea en cada emprendedor un buen plato de jamón ibérico, mejor si es pata negra, asuma que no se trata solo de crear más empresas, sino de crear empresas diferentes, rompedoras, revolucionarias.

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Y ahora vámonos a tomar una caña, que nos espera un buen aperitivo: nada más y nada menos que un plato de jamón pata negra.

Más pasión y menos gestiónInicio este nueva reflexión con una contradicción: el titulo no es correcto. Es decir: es tan importante la gestión, como la pasión, por una simple razón - y créame que he vivido esta experiencia dolorosa - usted podrá ser una persona apasionada por su proyecto, incluso podrá apasionar a su entorno, pero si no sabe gestionar sus recursos, esta pasión no solo no le servirá para nada, sino que además se volverá en su contra si llegado el caso su empresa entra en aguas peligrosas. Si llegase a ocurrir esto tenga la seguridad de que sus colaboradores, y ya no digamos proveedores, no verán en usted solo un soñador fracasado, sino además un irresponsable.

Y este es el problema. Conscientes de este riesgo queremos, deseamos, dar la seguridad de ser “ejecutivos” con la cabeza sobre los hombros, capaces de controlar nuestras emociones, convencidos de que la imagen de gestor es la mejor forma de generar confianza. Entonces se produce una enorme paradoja: efectivamente damos confianza y seguridad... pero no conseguimos arrastrar, implicar, comprometer a las personas, porque nadie se apasiona - como ya he dicho en mi anterior artículo de esta serie - ante la imagen de “100 gramos de jamón de york”.

Realmente - de aquí la contradicción del titulo - tan fundamental es la capacidad de despertar pasiones, como de gestionar ... aunque la mayoría de las veces es difícil encontrar ambas cualidades en la misma persona, de aquí la importancia de que el emprendedor sea capaz - y es un problema de humildad, de nuevo hablo desde mi experiencia - de “escuchar”, no “oír”, sino “escuchar” las opiniones de quienes le rodean, poniendo énfasis especial en rodearse de asesores y colaboradores que tengan la suficiente frialdad para ver detrás de su pasión y que, en paralelo, sean mas corcho, que plomo (una expresión que escuché a la esposa del emprendedor español Juan Lladró y que realmente me hizo pensar)

Lo cuál también es difícil, pues por definición el asesor - especialmente si es del área financiera - se siente con la obligación de tener los pies en el suelo, convirtiéndose mas en un “bombero” atento siempre a dirigir su manguera de agua sobre nuestras ilusiones, que a reforzarlas pese a su pragmatismo, o a recomendar líneas de trabajo que tiendan a poder materializar estas. En otras palabras, no nos ayudan a estar a flote, sino que de forma inconsciente - y sin duda pese a su buena voluntad - se convierten en el lastre que nos hunde.

Es complicado, siempre he afirmado que el mayor privilegio que tiene un emprendedor es encontrar un gestor que estando a su lado y sin dejar de comprenderle, no deje nunca de decir lo que siente desde su perspectiva pragmática, sin critica y sin juicio de valores. Hay muchas demostraciones de que cuando este equipo se crea, los resultados son espectaculares.

Tenemos como ejemplo a Amancio Ortega, junto a, en su día, José María Castellanos, a los fundadores de Google con Eric E. Schmidt, Bill Gates con Paul Allen, etc. Incluso hay ejemplos que son la excepción que confirma la regla como Steve Jobs con John Secully, que se convirtió en bombero, aunque a la larga la Historia, con H mayúscula, ha dado la razón a Steve.

Y sin embargo y pese a su contradicción, defiendo el titulo por una simple razón: si bien es

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cierto que es imprescindible poner en el mismo nivel la pasión, con la gestión, la realidad es que lo que menos se despierta hoy es pasión, poniéndose la totalidad de énfasis en la gestión, tanto que esta se convierte en una catalizadora de sueños frustrados, pues lo que menos alienta son estos.

Y esta es la justificación de un titulo tan contradictorio: es cierto... la gestión y la pasión deben ser paralelas, pero hoy esto no es así, el énfasis se pone principalmente en la gestión, dejando que la segunda cualidad del éxito sea un producto de la propia naturaleza del emprendedor.

Basta para comprobarlo estudiar la totalidad de los programas de formación de emprendedores que existen: la mayoría forman a gestores, ni siquiera a empresarios y mucho menos a emprendedores.

¿Cuál es la diferencia?No es una cuestión de niveles, sino de un proceso secuencial de crecimiento que crea tres roles interdependientes. El primero es el de emprendedor, en el que lo que debe sobresalir no es su capacidad de gestionar, sino su actitud de superación ante la vida, su visión de lo que quiere crear, su valentía de superar las barreras mentales que impiden visualizar este sueño y, especialmente, su capacidad innovadora.

El desarrollo de estas cualidades va a ser la consecuencia de una formación centrada en el descubrimiento de su propio potencial, en asumir la responsabilidad de ser libre, lo que implica el compromiso de hacer de su vida un desafío, y especialmente de sentirse inspirado en valores que impliquen un comportamiento ético y moral ante la vida.

Me sorprende no encontrar en ningún programa de formación de emprendedores nada que este relacionado con estos temas, cuando en definitiva son los que le definen como tal.

Claro que podemos decir que como en el ejército, la valentía se supone. Pero no es así, es cierto que por definición todo ser humano tiene un potencial que desarrollar, que por definición toda persona tiene la libertad de poder, al menos, decidir que actitud tener ante las circunstancias de la vida ( Viktor Frankl dixit), pero también es cierto que la propia sociedad nos ha educado para ser empleados y que en consecuencia cualquier formación enfocada a potenciar el espíritu emprendedor debe iniciarse en superar esta barrera mental, que en definitiva lo que ha creado es una mentalidad de escasez que si no se supera, las empresas que se crean están al nivel de pequeñez del nivel mental de su creador.

Y esto es algo que olvidamos, quizás porque se da la paradoja de que la mayoría, por no decir la totalidad, de programas de formación son una continuación de la filosofía que inspira las pautas de la educación en España: nos educan para ser empleados, no empresarios.Y si no recuerde usted mismo, usted misma, los consejos de sus padres cuando iba al Instituto, o a la Universidad. ¿A algunos de ustedes sus maravillosos padres les dijeron alguna vez: estudia para ser un buen empresario?, en absoluto... al menos si sus padres eran como lo míos, lo normal era este consejo: estudia para encontrar un buen trabajo.

Claro que habrá excepciones, pero la realidad - que en este caso también la excepción confirma - es que hemos sido educados para ser empleados.

Y por esto nos entusiasman tanto los programas de formación que nos “forman” como ejecutivos, porque estos encajan en nuestra propia visión: hay que aprender a hacer, a

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controlar, a organizar, a dirigir.... Pero ¿y a crear?

¿Es suficiente un programa de seis días para aprender a innovar?, ¿se cambia así la actitud pasiva ante los desafíos?, ¿se cambia así nuestra mentalidad de escasez?, ¿asumimos con un programa sobre “como ser creativo y tener ideas innovadoras” la vida como un reto a nuestras posibilidades?Si, es cierto: la pasión es tan importante como la gestión... pero las dos cosas. Hoy solo hay una: gestionar.

Pero es que incluso antes de este rol de gestor, y después del de ser emprendedor, está el de ser empresario. ¿Qué es un empresario?Creo sinceramente que la respuesta a esta pregunta nos la da Peter Senge con sus “cinco disciplinas”.

Un empresario, un buen empresario, viene definido por cinco cualidades que este autor denomina “disciplinas”:

La primera es la del pensamiento sistémico. ¿Qué es el pensamiento sistémico?

Es la capacidad del ser humano de percibir el mundo en su totalidad, y no en partes como lo visualiza un científico, o un gestor. El empresario debe ser capaz de visualizar el todo y a su vez de integrar este todo en un “sistema”, siendo incluso capaz de hacer que formen parte del mismo las contradicciones, con lo que se consigue integrar en un proyecto común diferentes variables, aparentemente opuestas, creando en consecuencia sinergias y, a su vez, aprovechando oportunidades que solo desde el pensamiento sistémico se detectan.

Scott Fitzgerald afirmaba que la mayor prueba de inteligencia es ser capaz de trabajar con dos planteamientos opuestos y sin embargo ser eficaz. Creo que es, aunque consciente de su simplicidad excesiva, la mejor definición de pensamiento sistémico que he podido encontrar para esta reflexión.Dadas las limitaciones de este espacio, me limito a exponer esquemáticamente las cuatro siguientes disciplinas que establece este autor y que considero claves para definir lo que es un empresario:

• Dominio personal, o la capacidad de establecerse una visión, un objetivo y trabajar, con toda la dureza que ello conlleve, por su consecución.• Modelos mentales, o la capacidad de cuestionar nuestras “verdades”, detectar la oportunidad allí donde otros solo ven continuidad, para lo que es preciso comprender el mundo en el que vivimos, como paso previo a asumir la realidad y su transformación.• Construcción de una visión y capacidad de compartirla. No un recetario de normas y reglas, sino una visión de hacia donde queremos ir, donde queremos estar, implicando en ello a todos los que nos rodean, sean empleados, proveedores, incluso clientes. ¿Acaso no es esto lo que consiguió Steve Jobs?• Aprendizaje en equipo. No solo crear un equipo, sino la capacidad de crecer juntos, de construir juntos, de visualizar juntos. Para ello es imprescindible dialogar, o lo que es lo mismo: tener la suficiente humildad para escuchar y ceder, no como un proceso de negociación, sino de integración en objetivos comunes.

Estas son, desde mi punto e vista, las cinco características que definen a un empresario, fase posterior a la de ser emprendedor, y anterior a la de gestor. Ahora le invito a que encuentre un programa de formación de emprendedores - insisto: de emprendedores - que integren estas disciplinas en su contenido. Es curioso: las escuelas de negocios se

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sienten muy orgullosas de tener en sus plantillas de profesores a ejecutivos de importantes empresas, pero si analizamos las aportaciones de estos profesionales lo que descubrimos es que lo que menos hacen es trasladar al emprendedor, o a la pyme, herramientas que ya han demostrado su funcionamiento en las grandes empresas, aunque eso si: nos aportan su visión y experiencia de multinacional.

Es una actitud paternalista, por encima de todo el emprendedor debe saber hacer un plan de empresa, esto es lo prioritario, según estas escuelas. Pero saber responder a una simple pregunta: ¿para qué?, es algo totalmente inútil.¿Cuánta pasión despierta la imagen del mejor plan de empresa?, ¿convierte este plan al emprendedor en empresario?¿Es una cuestión de profesionalidad?, en absoluto. Es una cuestión de paradigmas.

Las empresas, y especialmente las grandes, están estructuradas como un reloj, se intenta que funcionen como un reloj y su cultura es totalmente mecanicista/lineal. Las escuelas de negocios son un reflejo de estas estructuras, en definitiva sus ejecutivos/profesores lo que hacen es enfocar su enseñanza desde un paradigma: el del reloj.Y este paradigma nos aporta seguridad, porque sentimos que lo controlamos. No hay emociones, no hay cosas que no podamos medir, tocar, contar. De aquí que los programas de formación de emprendedores inspirados en el paradigma del reloj, no solo no fomentan la cultura emprendedora, el amor al riesgo, el ver el fracaso como una oportunidad, sino que la cercenan, porque en definitiva lo que “nos venden” es seguridad, a través del control.

He vivido en este sentido una interesante experiencia que quiero compartir con ustedes.

En el año 2009 y por encargo de una escuela de negocios vinculada a una importante universidad privada española, diseñe el primer programa de emprendedores post-materialistas que, desde mis conocimientos, existe en el mundo. Lamentablemente una serie de cambios en la dirección de dicha escuela de negocios hicieron inviable su puesta en práctica.

Pero después de analizar los datos (que incluyo en el dossier y que usted puede utilizar como crea conveniente, siéntase libre para ello) me resultaba difícil aparcar la idea, así que tome la decisión de ofrecérselo a otras escuelas de negocio. En resumen: en los dos últimos años habré enviado este documento que usted mismo, o misma, puede descargar aquí: http://bit.ly/escueladeemprendedores a más de cincuenta escuelas de negocio, tanto de España, como de Latinoamérica.¿Resultados...? NI UNA SOLA RESPUESTA.

No es que se haya rechazado por no ser novedoso, no es que se haya rechazado porque los datos que aportan consistencia no sean fiables, no es que se haya rechazado por su baja calidad, es que ni siquiera sé porque se ha rechazado, porque no he tenido NI UNA SOLA RESPUESTA.

Por lo que intuyo que sencillamente no se ha comprendido.

Desde mi criterio las empresas que precisamos no deben ser entendidas con esta visión mecanicista entre otras razones porque si la innovación es la principal ventaja competitiva que estas pueden tener, el paradigma del reloj no es el mas adecuado. Yo tengo en cuenta otro modelo, el de la “empresa espagueti”. No voy ahora a cansarle explicándole las variables que definen este modelo, será suficiente conque visite este enlace: http://www.ejecutivos.es/noticia.asp?ref=14872 , en el que lo desarrollo con más amplitud.

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Hasta donde sé no conozco ningún programa de formación de emprendedores que haya integrado las V Disciplinas de Peter Senge en su contenido, este es uno de los desafíos que nos hemos impuesto para este año en Alquimia Emprendedora dentro de nuestra oferta de formación, pues entendemos que mas importante que saber contabilidad - si, ha leído bien, no se escandalice - es que el emprendedor domine estas disciplinas. Es decir: que antes de ser gestor, sea empresario.

Y ahora si, ahora viene lo de gestionar. No se me ha olvidado, solo que considero que este rol es posterior a los dos anteriores.Robert Kiyosaki define cinco áreas de trabajo en este: financiera, publicidad, organización, legalidad y producción, afirmando que si bien no es imprescindible que el ya empresario (recordemos que antes de llegar a este rol ha pasado por la de “emprendedor” y “empresario”) sea experto en todas, al menos si debe serlo en una de ellas, debiendo saber rodearse en paralelo de expertos en las otras cuatro.

Coincido con el totalmente y esta es una diferencia fundamental en relación a la fase de empresario en la que si es de vital importancia que se sea experto en las cinco disciplinas. Fíjense bien amigos y amigas lectores, la gran contradicción que vivimos: no solo no se toca ninguna disciplina en la formación de emprendedores, para crear empresarios, y en relación a la fase emprendedora se da por hecho las características propias del perfil emprendedor, sino que cuando se llega a la fase de gestor se bombardea al emprendedor con contenidos que afectan a todas las materias, dándolas igual importancia.

Y es a esta contradicción a la que me refería en relación al titulo: gestionar si... pero por favor pongamos estas materias al mismo nivel de las que nos forjan como emprendedores y nos construyen como empresarios.

Esta serie de reflexiones, provenientes de la serie de artículos del mismo nombre, tiene el titulo LA LUCHA CONTRA EL PARO, en consecuencia su objetivo central es aportar ideas desde mi humilde posición, para crear empleo a partir del emprendimiento.Es mas que probable que muchos lectores, lectoras, estén buscando en estas líneas soluciones magistrales, formulas matemáticas o ideas de aplicación inmediata. Entendería que fuese así por dos motivos.

El primero porque las circunstancias que estamos viviendo en España, y en muchas partes del mundo, no es motivo de mucha alegría, y mucho menos de filosofía. Pragmáticos como somos, de lo que se trata no es de ponernos a “cantar las excelencias del ser humano”, sino de buscar soluciones concretas y rápidas... ya habrá ocasión para los cantos cuando hayamos salido de donde estamos.

El segundo porque si hay algo integrado en nuestro ADN mental es el concepto racionalista/lineal/economicista de lo que es una empresa. De aquí que conceptos como “sueños”, “pasión”, “solidaridad”, etc., nos parezcan más bien “cantos de sirena” que nos apartan de lo que debe ser el objetivo central de toda empresa: ganar dinero y todo lo posible.Así que si usted se encuentra en este grupo de lectores, permítame que le diga que le entiendo perfectamente. Y en paralelo le de un consejo: o usted cambia de mentalidad, o estará “muerto” muy pronto, como profesional...y mas si es empresario.

Porque no hay nada que valga la pena en nuestro entorno -nada: catedrales, sinfonías, obras maestras, e incluso (¿sorpresa?) empresas, que no las haya creado un soñador, apasionado por las metas que se había impuesto en su vida. Y ahora permítame que le pregunte, y es una pregunta dura, soy consciente de ello: ¿No será su actitud consecuencia de su incapacidad para soñar, o tener pasión por algo en su vida profesional?

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Me aburre escuchar muchas opiniones de profesionales “doctorados en la lógica de la gestión” cuando se refieren a ciertas experiencias desarrolladas por emprendedores: esto es una secta... dicen... y se quedan tan tranquilos. Santo Tomas decía que “si no lo veo, no lo creo”, algo similar ocurre con estas personas que piensan que “si no lo creo, es que no existe”.No saldremos de la situación actual señores y señoras si no somos capaces de, en paralelo a la lucha por salir de este presente, visualizar un futuro que genere pasión. No seremos capaces de avanzar si más que tener un presente que “nos empuje”, no creamos una visión que “tire de nosotros”.Y por supuesto no seremos capaces de reducir el paro creando empresas, sino somos capaces de generar en los emprendedores que asumen esta responsabilidad una autentica pasión por vivir, por crear, por materializar sus sueños. Y conseguir esto si que es luchar contra el paro.No estoy hablando en estos artículos de cosas ideales, de fantasías utópicas, de planteamientos irreales, estoy hablando de algo muy concreto: reducir el paro. Punto.

Y si usted cree que SOLO legislando, poniendo normas y dando subvenciones, vamos a conseguirlo. Allá usted. No conozco ningún caso en la Historia (con H mayúscula) que lo haya conseguido.No conozco ningún caso que se haya construido el futuro centrándose en el presente, que se haya proyectado una empresa, no ignorando su realidad actual, sino haciendo que el presente sea un paso hacia una meta que realmente merezca la pena hacer el esfuerzo preciso para superarlo.Y si esta capacidad de apasionarse es imprescindible en épocas de bonanza, no digamos en la que vivimos. Deje usted que los pragmáticos de la vida le, la, digan que hay que tener los pies en el suelo, tienen razón.Este no es su desafío, lo es el ser capaz de tener los pies, efectivamente, en el suelo... pero el corazón en el cielo. Como acostumbro afirmar en mis seminarios:

La clave del éxito es ser capaz de volar como las águilas y en paralelo, caminar como los elefantes. Suerte.

¡Tecnología sí! pero después¿Cuántos cientos, o quizás miles, de personas vieron la portada de la revista POPULAR MECHANICS en enero de 1975?, y sin embargo solo dos fueron capaces de intuir lo que había detrás de la foto del ordenador ALTAIR que figuraba en ella.Estos fueron los fundadores de APPLE: Jobs y Wozniak, ambos de nombre Steve (aunque y según mis noticias también Bill Gates supo ver algo más que una “maquina curiosa”)

¿Hubiera sido posible Inditex/Zara sin la tecnología?, sin duda alguna no, pero dudo que cuando Amancio Ortega intuyo las posibilidades de sus sueños se hubiera sentado antes delante de un ordenador.

Más todavía: Hablemos de Intel.

En el año 2000 esta empresa tomo conciencia de una nueva necesidad de los microprocesadores: facilitar la movilidad. Es decir, cada vez seria mayor la demanda de dispositivos - ordenadores, teléfonos móviles, etc.- que pudiesen ser portátiles al máximo. Para ello era preciso considerar junto a la velocidad y tamaño, la potencia.

¿Cuál es el problema?, sencillamente que a más potencia, ésta producía más calor, cuya única solución - aparente - era un ventilador, lo que impedía la producción de aparatos

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realmente portátiles. O se reducía la potencia, o se aumentaba el tamaño de éstos.

¿Cómo se podría solucionar esta contradicción? La respuesta a esta pregunta es el punto central de reflexión que hoy propongo en este artículo.

La central de Intel está en Santa Clara, Estados Unidos, pero el equipo que asumió el desafío de solucionar esta contradicción era el de Intel en Israel.

Lo que planteo este era - a partir del ejemplo de cómo funcionan las marchas de un coche - reducir la velocidad, adaptando ésta - como el cambio de marchas - a la demanda de potencia del “motor del ordenador” (los transistores del microprocesador) lo que era totalmente opuesto al paradigma del equipo de investigadores de Intel en EE.UU que por nada del mundo aceptaba “tocar” el concepto de velocidad.

Brevemente, pese a su interés no es el tema de esta reflexión exponer ampliamente un caso práctico, la cuestión se centraba en “adaptar la velocidad a la necesidad de potencia”, lo que era un autentico anatema para los científicos americanos.

Fue la persistencia y constancia de los investigadores israelíes lo que al final venció, para satisfacción de todos. Es seguro de que si hoy disponemos de nuestros teléfonos móviles y ordenadores portátiles fue gracias a esto. Una batalla dura, fundamentalmente porque, pese a la lógica de las demostraciones, había que superar la creencia sagrada de que en relación a la velocidad de los microprocesadores este tema nunca debería tocarse.

Nos encontramos entonces con la misma empresa: Intel. Con dos equipos con un alto dominio de la tecnología y un mismo objetivo: superar una barrera técnica.

Sin embargo uno de ellos se negaba a cambiar - Estados Unidos - y otro insistió hasta ganar.

¿Por qué?, ¿por qué Steve Jobs y Wozniak vieron lo que otros miles de lectores no vieron?, ¿Qué había en la mente de Amancio Ortega antes de tomar conciencia de lo que la tecnología podría ayudarle?, ¿qué fue antes en Mercadona?, ¿la apuesta por el concepto de inter proveedor, o la tecnología que hacia posible que este fuese una realidad?

Uno de los mantras de nuestro siglo es la tecnología. Bien, lo acepto. Seguramente también lo fue para los nómadas del actual Irán cuando construyeron el primer carro con ruedas radiales y domesticaron a sus caballos, creando con ello una magnifica maquina de guerra.

Y muy probablemente también la tecnología desbordó a los dorios, unos griegos marginados del norte, cuando consiguieron producir armas de hierro, venciendo a sus oponentes que sólo podían usar el endeble bronce.

Pero dudo mucho de que en ambos casos la situación sea la que es hoy: la tecnología como un fin en sí misma.

No hace mucho tuve la oportunidad de acudir a un seminario en el que se pretendía dar una formación a emprendedores. Me aluciné cuando mi anterior ponente afirmó que la tecnología va a permitir que surjan en España nuevos Steve Jobs, poniendo a continuación como modelos de emprendedores a los fundadores de Google.

Claro que lo son, pero no por la razón pueril que este conferenciante dio: consiguieron lo que consiguieron porque dominaban la tecnología (de nuevo el reduccionismo: todo se

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limita a una formula matemática)

¿Es que Yahoo y AltaVista no la dominaban?, no digo si tenían el “algoritmo” que ha hecho posible Google. Lo que pregunto es si no tenían suficientes conocimientos técnicos para detectar la oportunidad que se les presentó y que rechazaron, cuando Brin y Page se la ofrecieron.

En definitiva la tecnología se ha convertido, la estamos convirtiendo en un placebo que nos deja la conciencia tranquila.

Dominemos la tecnología y seremos innovadores, formemos en nuevas tecnologías y surgirán emprendedores como los ya citados. ¿Por qué no ponemos como ejemplo a emprendedores mucho mas cercanos y que sin duda han demostrado serlo, como son Juan Roig de Mercadona, Amancio Ortega de Zara, o Isak Andic de Mango?

¿Qué pasa... es que no son tan brillantes, tan bonitos, tan innovadores?

Por supuesto que estoy conforme en la necesidad de dominar la tecnología, por supuesto que no tengo la más mínima duda de que para innovar hay que superar al menos los miedos a esta, pero creer que la solución a la innovación, a la competitividad, al crecimiento es el conocimiento tecnológico es un profundo error. Claro que ninguno de Ustedes va a decirme lo contrario, ¿estoy exagerando?, les invito a bajar al detalle, les invito a que analicen los programas de formación de emprendedores, a que estudien las notas de prensa relacionadas con los premios al emprendedor, incluso les invito a que Ustedes mismos se analicen y se pregunten en lo mas profundo de su alma que perfil de emprendedor les cae mejor: si el del tendero tipo Juan Roig (antes de llegar adonde ahora esta lógicamente) o el de Steve Jobs (al que por cierto tengo una profunda admiración)

Tanto el ejemplo de Israel, como los otros, nos dice que la tecnología es imprescindible para desarrollar una idea, un sueño, un objetivo, una visión. En otras palabras: antes de la tecnología está la visión.

La visión y el compromiso con ella.

Por mil circunstancias los científicos israelíes la tenían. Desde muy pequeños saben que tienen que sobresalir, demostrar, vencer. Nacen y en sus propios biberones ya toman el deseo de ser reconocidos, de demostrar que no son un pueblo marginado. Su fuerza sale de este sentimiento, han visualizado un país y luchan por que esta visión sea real.

Y esto les da un carácter que les impulsa a llegar mas allá que los demás, a no abandonar cuando los demás lo hacen, a cuestionarse todo, porque incluso desde su nacimiento están acostumbrados a sentir como se cuestiona hasta su propia existencia.

Para los fundadores de Google, Apel, Zara, Mango, Mercadona y tantos otros, su visión se centraba en cuestionar, en preguntarse sistemáticamente si lo que había era todo, si las verdades absolutas de su sector de actividad eran eternas. Su merito ha sido mantener sus sueños a pesar de todos, tener la valentía de apostar por ellos, cuando nadie lo hacia, ver donde otros solo veían una “idea curiosa”, sino una irresponsable locura.

¿Se puede crear esta visión?, no solo afirmo que si, sino que en paralelo me reafirmo que la forma clave para salir de la situación actual de crisis que vivimos es nuestra capacidad de visualizar un futuro en cuya construcción nos sintamos protagonistas. Mal favor nos hacen nuestros políticos llevándonos a ser simples espectadores, con un único derecho a serlo cada cuatro años.

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Mal favor a la salida de la crisis nos hacen los profesionales que nos ofrecen el placebo de la tecnología, haciéndonos sentir que al dominarla, dominamos el futuro. Este no está fuera de nosotros, este futuro no está en la forma en como hagamos las cosas, por muy moderna que sea esta, el futuro empieza en nuestra decisión de hacer con nuestra vida algo especial, algo diferente, algo único.

Y lamento que estemos perdiendo la magnifica oportunidad para hacer que nuestras vidas sean así. Mientras sigamos siendo observadores, mientras sigamos esperando a que sean otros los que decidan sobre estas, seguiremos donde estamos...o quizás peor.

Pero ¿qué podemos hacer?, de entrada negarnos a ser espectadores de nuestra propia vida. Dejemos que los profesionales comprometidos con sus programas sigan su camino. Bastante duro lo tienen, pero esto nunca/jamás puede/debe ser pretexto para nuestra pasividad.

¿Qué podemos hacer como emprendedores?, visualicemos un nuevo modelo de empresa, sintámonos comprometidos con su creación, hágannos que este sueño sea una realidad.

Debería estar excéptico, tengo mis razones para ello. Llevo arrastrando este mensaje durante muchos años, demasiados. Me subleva que se me diga que en España no se quiere emprender, siempre doy la misma respuesta: ¿Por qué van a querer emprender?

Y solo encuentro silencio. Como los científicos israelíes tenemos la magnifica oportunidad de crear nuevos modelos de empresa, que solo la tecnología los hará posible, pero que antes hay que diseñar, creer y amar. Modelos que saquen de nosotros lo mejor, modelos que justifiquen dar la vida por ellos, como aquel violinista - ya lo he contado en esta seria de artículos - que cuando una señora le dijo que daría la vida por tocar el violín como él, su respuesta fue: eso es lo que yo he hecho señora.

Tenemos la magnifica oportunidad de crear empresas de la nada, porque casi nada tenemos. Tenemos la oportunidad de crear empresas que saquen lo mejor de nosotros, que nos impulsen a crear, a innovar, a arriesgar, a vivir en definitiva.

Y no tenemos que inventarlas, ya existen. Me estoy refiriendo - y es solo un modelo, lo expongo aquí porque quizás es con el que estoy mas comprometido - al llamado “triple botton line”, o “triple resultados”.

En pleno siglo XXI estamos creando empresas con los esquemas mentales del siglo XIX, reduciendo todo el esfuerzo, las emociones y los compromisos a los resultados económicos. Estamos con ello no solo reduciendo las razones para emprender, sino reduciendo nuestros objetivos a lo que solo somos capaces de calcular.

Claro que muchos de Ustedes me dirán que “no está el horno para bollos”, que no está la situación para mucho idealismo. No estoy de acuerdo.

Si algo nos demuestra el ejemplo de Intel en Israel es que es precisamente cuando hay una visión que tira más de nosotros que las circunstancias, es cuando luchamos hasta el final. Igual podría decir de los dos ejemplos de la antigüedad nombrados.

Las aurigas fueron creadas - a partir de la rueda y de la domesticación del caballo - por nómadas de las estepas del actual Irán. El hierro como principal componente de las armas de guerra, por los dorios, considerados unos semi bárbaros por el mundo civilizado griego.

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No son las circunstancias las que determinan nuestra visión, sino la actitud ante la vida. Y especialmente: superar nuestra mentalidad de escasez.

Con mucha frecuencia en mis seminarios me encuentro al escéptico que afirma que este modelo de empresa es solo un ideal. De nada vale demostrar que ya hay cientos de ellas en el mundo creadas con estos valores.

Y lo entiendo. Creer que es posible nos llevaría cuestionar nuestro presente. Es curioso, y doloroso, comprobar como en muchas ocasiones las personas mas comprometidas con el fomento del emprendimiento, son las menos emprendedoras.

Podría citar cientos, vaya como ejemplo Body&Shop (al menos en sus principios), al fabricante de helados Ben&Jerrys, al primer distribuidor a nivel mundial de productos de alimentación ecológicos Whole Foods, a la cadena de hoteles Joie de Vivre Hospitality y así cientos de casos.

¿Y en España?, pues afirmo que podríamos meter en este concepto sin duda alguna a Irizar, Mercadona y muchos otros. No, no son las circunstancias las que determinan el modelo, sino nuestra visión, actitud, mentalidad de abundancia y compromiso.

Planteo este modelo porque considero que precisamos objetivos que sean más fuertes que nuestras actuales duras circunstancias, modelos que tiren e nosotros con más fuerza que el empuje que la propia realidad nos da. Modelos que supongan una razón de vivir, y no solo de sobrevivir.

¿Es una utopía?, sí... pero le invito a que mire a su alrededor. Prácticamente todo lo que le rodea fue un día una utopía.

Crear empresas que pongan al mismo nivel el beneficio económico, con la aportación de valor a la sociedad, y el crecimiento humano de sus colaboradores no es una utopía, ni siquiera es una opción, es una exigencia que nuestra realidad nos impone. Precisamos crear nuevas estrategias competitivas, no podemos salir de esta situación con los modelos mentales que la crearon.

Precisamos aprovechar este momento creando aquellas empresas que nadie se atreve a crear. Por esto son competitivas, por esto son innovadoras, por esto son ganadoras.

Tenemos que volver a soñar con lo imposible, porque solo desde lo imposible seremos capaces de crear un nuevo mundo.

¡Es que yo lo que quiero es ganar, no crear un nuevo mundo...! ¡ingenuo!, ¿cree de verdad que va a salir de la actual situación haciendo lo mismo que nos ha llevado a ella?

Y además, ¿es que podemos permanecer al margen?, ¿podemos vivir al margen del dolor, de la quiebra, de la miseria humana?

Pero fíjense bien, hemos llegado a un punto en que la necesidad de cambiar no es un gesto de buena voluntad, sino un exigencia. Para confirmarlo es suficiente con quitarnos la cera de los oídos.

Con tecnología sí... pero para crear y ganar.

Pero antes hay que saber que queremos crear y como queremos ganar. ¿Lo sabemos?