José martí

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José Martí: "raíz" y "ala" del Modernismo

El cubano José Martí renovó el ritmo y la expresión de la prosa castellana y con la publicación de su poemario

Ismaelillo, en 1882, inició el Modernismo literario.

"Martí, el Apóstol"

Sirvan estas palabras de Jorge Mañach —uno de los mayores biógrafos de Martí-para indicar la dimensión

humana del genial cubano, a quien ni los más grandes contratiempos, ni la incomprensión e ingratitud de sus

contemporáneos pudieron arrancar una sola queja.

Nacido en La Habana, en 1853, de padre español y madre criolla, se distinguió, desde pequeño, por su

capacidad y dedicación al estudio. Su maestro, Rafael María de Mendive, influyó en su formación y encendió

en su alma el anhelo de dar la libertad a Cuba, anhelo que se convirtió en el norte de su existencia. Decidido

cultor de la verdad, no ocultó jamás sus simpatías por la causa de la independencia cubana, lo que le valió la

cárcel, cuando sólo contaba 16 años. Condenado a muerte, le fue conmutada esa sentencia por el exilio.

Deportado, vivió en España entre 1871 y 1874, años que aprovechó en cursar la universidad y graduarse en

Derecho y en Filosofía y Letras. Antes de regresar a América, pasó por Francia y por Inglaterra, donde

conoció a grandes poetas, entre ellos, a Víctor Hugo.

Ya en Cuba, prosiguió la lucha separatista y nuevamente debió abandonar su país natal. Vivió en distintas

naciones de América hasta que, asentado en Nueva York, se dedicó por completo a organizar la expedición

que lograría dar la libertad a Cuba, en 1898. Desgraciadamente no vivió para regocijarse con ello: murió en

combate, en 1895, en su isla amada, al iniciarse la guerra de la Independencia.

"En cada una de las flores de mi alma, dejó una negra lágrima el dolor"

Estas palabras de Martí no nacieron de pesimismo alguno. En efecto, ninguna de sus obras traduce ese dolor.

En cambio, todas trasuntan altura moral, riqueza de sentimientos y un hondo sentido de la amistad. Escritor de

vena inagotable, su obra amplísima aún espera una edición completa, ya que su agitada vida le impidió cuidar

de su publicación.

Sin embargo, durante su corta existencia vieron la luz dos colecciones de poemas: Ismaelillo(1882) y Versos

sencillos (1891).

Su prosa, casi toda vertida en artículos periodísticos, en discursos y en un muy rico y original epistolario,

apareció en La Nación de Buenos Aires, en La Opinión de Caracas, en TheHoury TheSunde Nueva York, y, a

través del diario argentino, fue conocida en todos los países de habla hispana. En prosa escribió también su

única novela, Amistad funesta.

Pero Martí fue, ante todo y sobre todo, un maestro. Deseoso de asegurar el futuro de la libertad en América,

concentró todos sus esfuerzos en la formación de los niños, para quienes fundó, dirigió y redactó La Edad de

Oro. primera revista infantil hispanoamericana, cuyas cuatro únicas entregas aparecieron en 1889.

De personalidad avasallante y dotado de una extraordinaria fuerza verbal, se convirtió en el orador de

América. Como periodista puso su pluma al servicio de su ideal, y, cosa rara, ni su prosa ni su oratoria política

se resintieron por la premura o la presiónde los acontecimientos. Por el contrario, su estilo se enriqueció de día

en día, a tal punto que sus artículos hicieron conocer la galanura de su pluma en todos los rincones del mundo

que hablan español'.

"Esos riachuelos han pasado por mi corazón"...

Con estas palabras Martí dedica a su hijito, que crece lejos de la mirada paternal, los versos del Ismaelillo.

Eligió este título por el simbolismo que el nombre de "Ismael" encierra. Significa "Dios escucha". Ismael fue

hijo de Abraham y de su esclava Agar. Arrojado con su madre al desierto, se convirtió en jefe y guía de su

pueblo. Como el héroe bíblico, Martí esperaba que su hijo —el nuevo Ismael— luchara por su pueblo y su

deseo se cumplió ampliamente. A ese nuevo Ismael dedicó, pues, "esos riachuelos", palabra esta última con la

que el poeta expresa la inefable sensación de frescura que el recuerdo de "su" niño produce en su corazón. Así

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usa un símbolo, es decir, la encarnación lingüística de un contenido mental inexpresable de otro modo. El

empleo constante de este recurso estilístico caracteriza de tal modo el estilo martiano, que se ha podido

conformar un verdadero sistema simbólico. "Raíz", "ala", "luz", "cielo", "monte", "ave", "pájaro", "plata",

"oro", "sol", "corona", "lirio", "jazmín", etcétera, permiten a Martí manifestar su creencia de que el mundo se

basa en un dualismo o polaridad, cuyos elementos respectivos son antitéticos y reflejan las potencias que se

disputan el espíritu humano: así, los hay positivos, que expresan el anhelo de elevación propio de las más

puras aptitudes del hombre, representados por palabras tales como "monte", "águila", "antorcha"; y negativos,

que traducen los instintos bajos y dominantes del ser humano: "llanos", "cerdos", "mandíbula". En este

sistema de símbolos, el hombre, naturalmente dotado para el bien, busca ascender, a pesar de los obstáculos

que la vida le presenta:

Hay montañas al lado de los abismos, y del lado de los decaimientos, fortalezas: el cariño y el entusiasmo

miran siempre al cielo, y nosotros vemos al poeta, no en el abismo cuyo examen desdeñamos, sino en la

montaña que presencia nuestra admiración.

Discursos

La simbología martiana traduce toda una jerarquía de valores morales y espirituales, que se organiza en un

sistema de polaridades. Así, hay símbolos de idealismo ascendente frente a otros de idealismo descendente.

Los primeros expresan cuanto el hombre construye hacia lo alto en su afán de elevarse espiritualmente. Los

segundos manifiestan las fuerzas que atan al hombre a su existencia terrena y que lo hacen olvidar sus

apetencias de inmortalidad:

Sólo los seres superiores saben cuánto es racional y necesaria la vida futura. Pues vivir ¿qué es más que ser

águila, encerrada en ruin jaula, en que. viven a par buhos y palomas? Ha de venir la atmósfera radiante donde

puedan camino dei sol, volar las águilas.

Discursos

Iván Schulman el mayor estudioso de la simbología martiana, considera que en "águila" Martí condensó dos

cualidades esenciales para la elevación del hombre: el anhelo de libertad y la amplitud del vuelo.

"Escribir es clavar águilas"

En este otro ejemplo, el símbolo se enriquece al manifestar el vuelo ascendente del proceso creador, único

capaz de elevar al hombre por encima de las miserias humanas.

Por el contrario, "buho" —usado en el segundo fragmento transcripto— expresa la alienación producida por el

odio, capaz de desatar los instintos más bajos.

Imposible citar todos los símbolos creados por Marti. Sin embargo, sirva este fragmento como ejemplo

acabado de su teoría literaria:

Gusta, por descontado, de que el verso brote de su pluma sonoro, bien acuñado, acicalado; mas no se pondrá

como otro frente al verso, con martillo de oro y buril de plata, y enseres de cortar y sajar, a mellar aquí un

extremo, a fortificar allí una juntura, a abrillantar y redondear la joya, sin ver que si el diamante sufre talla,

morirá la perla de ella. El verso. El verso es perla. No han de ser los versos como la rosa centifolia, toda llena

de hojas, sino como el jazmín de Malabar, muy cargado de esencias. La hoja debe ser nítida, perfumada,

sólida, tersa. Cada vasillo suyo ha de dar luz y perfume. Han de podarse de la lengua poética, como del árbol,

todos los retoños entecos 6, o amarillentos, o mal nacidos, y no dejar más que los sanos-y robustos, con lo que,

con menos hojas, se alza con más libertad la brisa y nace mejor el fruto.

Ensayos

En el fragmento precedente, que el genial cubano escribiera en 1882, como prólogo al Poema al Niágara, de

Juan DérezBonalde (1846-1892), se advierte la presencia de varios símbolos:

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• martillo de oro: es decir, herramienta capaz de dar formas perfectas, pues aparece combinado con oro, que

en Martí apunta a excelsitud, gloria;

• buril de plata: la idea anterior se respeta aquí al subrayar, mediante el vocablo plata, el concepto de un arte

refinado y elegante;

• perla: representa el elemento más delicado y espiritual del alma humana. Lo emplea para describir el estilo

parnasiano, cincelado de imágenes y palabras selectas;

• rosa: es uno de los símbolos más usados por Martí. Genéricamente expresa el más alto grado de belleza

espiritual. En el texto transcripto, la expresión "rosa centifolia" alude a la belleza exterior, perecedera,

contrapuesta a la riqueza interior hecha toda de esencias, como en el "jazmín de Malabar", flor que traduce

cuanto de elevación encierra el alma humana;

• hoja: es un símbolo de significado no idealista. Con él Martí expresa lo fugaz, perecedero, insignificante;

• fruto: manifiesta la culminación del proceso creador;

• árbol: resume todas las jerarquías de la simbología martiana en su visión idealista y ascendente del mundo.

Así, raíz traduce todo lo que es esencial para el desarrollo espiritual del hombre. Tronco alude a la base real

de la existencia. Rama y hoja, a cuanto de superficial y efímero la adorna. Por último, cima indica el ideal

por alcanzar, es decir, las más nobles aspiraciones del alma.

• brisa: señala la expresión libre de todo academicismo retórico.

Este ropaje simbólico también engalana sus poesías. Por esa misma fecha, 1882, Martí escribía los Versos

sencillos, en los que afirma:

Mi verso es como un puñal

que por el puño echa flor: mi

verso es un surtidor que da un

agua de coral.

Versos sencillos, I.

Los símbolos que aparecen en la estrofa precedente manifiestan agudeza incisiva ("puñal"), riqueza interior

("flor"), esencia del alma poética ("agua de coral") \

"Ganado tengo el pan / hágase el verso"

En 1882 Martí publica el Ismaelillo, una colección de quince composiciones breves, dedicadas a su hijo. El

recuerdo del niño le dicta estos versos cortos —heptasílabos, pentasílabos y hexasílabos, solos o

combinados— plenos de imágenes nuevas, en las que el sistema de símbolos, propio dei estilo martiano, se

enriquece con una adjetivación novedosa y un notable manejo del ritmo.

Por los mañanas

Mi pequeñuelo

Me despertaba

Con un gran beso.

Puesto a horcajadas

Sobre mi pecho,

Bridas forjaba

Con mis cabellos.

Ebrio él de gozo,

De gozo yo ebrio,

Me espoleaba

Mi caballero:

¡Qué suave espuela

Sus dos pies frescos!;

¡Cómo reía

Mi jinetuelo!

Y yo besaba

Sus pies pequeños,

¡Dos pies que caben

En sólo un beso!

Ismaelillo, "Mi caballero". Tras la

Tras la aparente sencillez de estos vemos, se esconde la riqueza extraordinaria de un ideario notable por

laelevación de sus preceptos. Si bien el aspecto formal recuerda a Bécquer, hay también destellos de Quevedo,

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Góngora y Gracián. Al hijo, tema central del poemario, le ofrece distintas nominaciones simbólicas: "príncipe

enano", "mi caballero", "mi reyecillo", "mariposa", "árabe", en clara alusión al dominio espiritual queejerce

sobre el padre, dominio que lo enriquece, coronándolo —"él para mí es corona" ...—, y prende alas en sus

hombros —"y estallo, hiervo, vibro / alas me nacen"—. Frente al desengaño que los hombres, con su ciega

ambición, pueden provocar en el poeta, el hijo se constituye en prenda de un futuro mejor, en el que los más

nobles valores alentarán el devenir de la humanidad \

Los Versos sencillos fueron publicados por el poeta en 1891, en Nueva York. En ellos también predomina el

verso corto —el octosílabo—, pero con distintos esquemas de rima y de ritmo. La temática desarrolla su

ideario ético, desde su patriotismo sin doblez hasta su reconocido amor hacia España, como Madre Patria

donante de fe y de idioma a los pueblos de América. El dolor del destierro, la ausencia o presencia de la mujer

amada, la admiración y el respeto por el enemigo digno, el recuerdo de momentos trascendentes de su vida, se

aúnan en esta colección que trasunta la importancia del pensamiento de Martí.

"A la sombra de un ala" ...

El poema IX de Versos sencillos actualiza una vivencia personal del Martí exiliado en Guatemala, en 1877.

Allí conoció a María García Granados, cuyo hogar frecuentaba como invitado de su padre, ex-presidente de

esa república. El poeta, ya comprometido con la que fuera después-su esposa, Carmen Zayas Bazán, adivinó

en la adolescente un amor que no podía alentar ni corresponder. Meses más tarde asistió a los funerales de

María, cuya muerte súbita lo hirió intensamente.

Muchos años transcurrieron antes de que el recuerdo punzante se hiciera verso: así nació "La niña de

Guatemala", una de las poesías más logradas del genial cubano.

Componen el poema nueve estrofas de versos octosílabos aconsonantados. En este molde totalmente

tradicional, el poeta logró la originalidad mediante la sabia distribución de la secuencia narrativa en tres

tiempos, que presentó en forma alternada y no cronológica: el presente, el pretérito indefinido y el pretérito

imperfecto. Estos dos aspectos del pasado recuerdan lo ocurrido en dos momentos diferentes: el del

descubrimiento del amor de la "niña" por el "desmemoriado", y las circunstancias que rodearon la muerte de

la enamorada, respectivamente. El presente, en cambio, le sirve para manifestar su voluntad de crear a partir

de una situación que, en principio, aparece como lejana al poeta; o para expresar su participación directa en

los hechos, a través de declaraciones intempestivas, cuya fuerza reside, justamente, en lo inesperado de las

mismas: "dicen que murió de frío: / yo sé que murió de amor".

La alternancia de pretéritos persigue un objetivo claro: revelar el salto del pensamiento, en el que los

recuerdos de los momentos decisivos se dan sin orden, abruptamente. Así, el dolor por la muerte prematura de

ese ser nacido para el amor se expresa mediante el pretérito imperfecto, cuyo aspecto durativo apunta a la

persistencia de ese dolor: "Eran de lirios los ramos..."; "Iban cargándola en hombros...".

En cambio, el uso dei indefinido presenta los hechos como terminados indefectiblemente: "Ella dio al

desmemoriado / una almohadilla de olor; / él volvió, volvió casado, / ella se murió de amor".

Hay también en el poema un riquísimo venero de los símbolos más caros para Martí:

• ala: traduce cuanto de intuición creadora tiene la inspiración poética;

• flor: expresa todo lo bueno que la vida ofrece al hombre;

• lirio: simboliza perfección moral, pureza, castidad;

• jazmín: indica nobleza de alma;

• seda: implica belleza espiritual y elegancia exterior;

• almohadilla de olor: combina la idea de descanso, expresada en el primer sustantivo, y la de remembranzas

de tiempos felices, incluida en el segundo elemento de la expresión.

Perfectamente unidos a los ya indicados, pueden señalarse otros recursos de estilo que coadyuvan para lograr

la perfecta armonía entre fondo y forma:

• el "leit-motiv" que cierra con leves variantes las estrofas impares:

ella se murió de amor... la que se murió de amor... yo sé que murió de amor... a la que murió de amor...

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• la riquísima puntuación que marca el ritmo especial que aletea en el poema mediante la bimembración del

verso, el cual subraya la antítesis conceptual existente, a pesar de la repetición de vocablos:

el volvió, volvió casado...

.. .dicen que murió de frío:

yo sé que murió de amor...

"Este hombre de ia Edad de Oro fue mi amigo"

Así concluye la dedicatoria de Martí en su revista a los niños de América. Quien hiciera un verdadero culto

de la amistad buscaba encontrarla en los seres más alejados del egoísmo engañador: los niños. Para ellos,

pues, redacta esta revista, la primera, en su tipo, en América hispánica. Y para ellos, Martí, el orador, el

estadista, el político, el maestro de multitudes, se hace niño hasta encontrar la expresión adecuada, el giro

comprensible para la infancia. No podía ser de otra manera. Deseoso de llevar a toda América su prédica

libertaria, consideró imprescindible empezar por la formación de la niñez. Y como es consciente de que los

preceptos no entran con sangre, sino con amor, se propone enseñar divirtiendo. Así nace La Edad de Oro,

proyectada como una "publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América", y en la

que alternan la prosa y el verso. Poemas, narraciones históricas, cuentos, anécdotas y fábulas pueblan los

únicos cuatro números, aparecidos entre julio y octubre de 1889. En todos, la pluma de Martí vibra y apunta

hacia el ideal formativo: "A nuestros niños los hemos de criar para hombres de su tiempo y hombres de

América. Si no hubiera tenido a mis ojos esta dignidad, yo no habría entrado en esta empresa". En ella, el

estilo martiano adquiere nuevas resonancias, en su afán de acercarse al alma infantil, y, así se transforma en

un abuelo, que selecciona palabras e imágenes para hacerse entender por sus nietecillos!

Hoy el padre no trabajó mucho, porque tuvo que ir a una tienda: ¿a qué iría el padre a una tienda?; y dicen

que por la puerta de atrás entró una caja grande: ¿qué vendrá en la caja?; ¡a saber lo que vendrá! Mañana

hace ocho años que nació Piedad. La criada fue al jardín y se pinchó el dedo, por cierto, por querer coger,

para un ramo que hizo, una flor muy hermosa. La madre a todo dice que sí, y se puso el vestido nuevo, y le

abrió la jaula al canario. El cocinero está haciendo un pastel, y recortando en figura de flores los nabos y las

zanahorias, y le devolvió a la lavandera el gorro, porque tenía una mancha que no se veía apenas, pero,

"¡hoy, hoy, señora lavandera, el gorro ha de estar sin mancha!" Piedad no sabía, no sabía.

La Edad de Oro, "La muñeca negra".

Poesía y prosa martianas

, Hay algo que caracteriza a la poesía de Martí: el laconismo y la sencillez. Buceando en la antigua poesía

tradicional española, su poética se yergue con notable precisión, expresivamente límpida, sin utilizar ninguna

falsa retórica ni artificios grandilocuentes y, sobre todo, con la dulzura de versos concebidos desde lo más

simple y llano. Este estilo, que no exenta claro está las metáforas, los símbolos y otras figuras retóricas,

conlleva a veces en su simplicidad la falta de cierta sugerencia implícita, ligeramente recóndita, propia de la

lírica. Con todo, es encomiable el modo en que Martí emplea el vocabulario, las imágenes y la estructura del

verso.

Respecto de su prosa, es perceptible en ella —siguiendo acaso los mismos pasos que en la poesía— un

empeño de Martí por alcanzar formas de expresión simples, cuidadas en el lenguaje y los recursos, donde

también aquí el autor rehuye los artificios y las exaltaciones retóricas. Elige, por tanto, las frases breves, los

efectos del hipérbaton y de las reiteraciones como formas expresivas que buscan la atención sigilosa del

lector.

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ANÁLISIS LITERARIO

Versos sencillos

Esta colección de poemas, publicada en 1891, reúne las composiciones más logradas de Martí. En ellas se

nota con claridad la influencia de la poesía tradicional española, sobre todo en esa frescura del verso que fluye

con ritmo ágil y agudeza expresiva.

En cuanto a la temática. Versos sencillos recorre el pensamiento de Martí desde su veta patriótica hasta la

misma reivindicación de lo español, como fuente cultural de América, cuya riqueza legada no convalida por

antonomasia al colonialismo: por eso estos mismos versos hablan en algún momento del dolor del destierro,

de la nostalgia y de las experiencias vividas en carne propia. En otro orden, está presente el tema de la mujer

amada y de los recuerdos indelebles.

En esta colección figura la poesía acaso más célebre de Martí, "La niña de Guatemala", inspirada en una

experiencia vivencial propia: el poeta, exiliado en Guatemala, conoció a la jovencita María García Granados,

a cuyo hogar concurría con asiduidad invitado por el padre de ésta, ex presidente guatemalteco. Martí,

comprometido ya con quien sería su esposa, vio nacer el amor en María que con tristeza, y por fidelidad, no

pudo corresponder. Tiempo después, ocurrió la muerte súbita de la joven. A los funerales asistió Martí: de ese

inmarcesible recuerdo su pluma escribió, muchos años más tarde, esta poesía -"La niña de Guatemala"- ,

cuyos versos cierran así: Se entró de tarde en el río; / la sacó muerta el doctor: / dicen que murió de frío:

/ yo sé que murió de amor. / Allí, en la bóveda helada, / la pusieron en dos bancos; / besé su mano

afilada, / besé sus zapatos blancos. / Callado, al oscurecer, / me llamó el enterrador: / ¡nunca más he

vuelto a ver / a la que murió de amor!

MARTÍ, JOSÉ

(1853-1895)

Nacido en Cuba en 1853, desde muy joven entró en conflicto con las autoridades españolas y a los 17 años

conoció la cárcel,condenado a seis años de prisión; la pena le fue conmutada por el exilio. Conoció varios

países europeos y americanos. Residió en Guatemala, México, Venezuela y Estados Unidos. Radicado

definitivamente en Nueva York, preparó desde allí una insurrección que lo llevaría a pisar el suelo natal. Pero

comenzados los combates inmediatamente después del desembarque, murió en una de las refriegas, en 1895.

Dejó una vasta obra poética y también una extensa producción periodística entre reportajes, crónicas y críticas

de arte. Dejó tres volúmenes de poesía: Ismaelillo, Versos sencillos y Versos libres. Entre su pensamiento

crítico y político se desatacan: Las dos polémicas, Nuestra América, La República española ante la

revolución cubana. Fundó la revista infantil La edad de oro, en la que aparecieron sus cuentos Bebé y El

señor don Pomposa, Nene traviesa y La muñeca negra.

Poesía

En algunos aspectos modernista y en otros distante de ese movimiento literario, la poesía de Martí comprende

tres volúmenes de poemas, básicamente son: Ismaelillo, dedicado a su hijo en 1882; Versos sencillos, que

hizo su aparición en 1891 y Versos libres, escrito poco tiempo después de Ismaelillo, pero publicado en 1919.

Estos tres libros parecen confirmar lo lejos que está su poesía del camino abierto por Rubén Darío. Ismaelillo,

el primer libro poético de Martí, nació en un momento de intensa soledad de un padre separado de su hijo,

mientras estaba en Caracas. Los versos del Ismaelilloson cortos, tiernos, con rimas delicadas, con reflexiones

simples y puras:

"Yo sueño con los ojos

abiertos, y de día y de

noche siempre sueño. Y

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sobre las espumas del

ancho mar revuelto".

En algunas evoca a su hijo con una voz romántica y pausada, como lo hace en Mi caballero:

"Por las mañanas

mi pequeñuelo me

despertaba con un

gran beso,

Puesto a horcajadas

sobre mi pecho, bridas

forjaba con mis

cabellos".

En Amor errante, el poeta clama por el hijo amado y distante:

"Hijo, en tu busca cruzo los mares:

las olas buenas a ti me traen".

En Ismaelillo, Martí le daba sentido a su arte poética condensado en este par de versos: "Contra el verso

retórico y ordenado, / El verso natural..." Fiel a ese propósito estético es también su poesía de Versos senci-

llos, que, según el propio poeta cubano, nació así: "Mis amigos saben cómo me salieron estos versos del cora-

zón. Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se

reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos". En Versos sencillos

predominan los poemas octasílabos, las rimas inesperadas y juguetonas. La sencillez no es espontánea, ha sido

laboriosamente esculpida y, como en Ismaelillo, el tema es íntimo y autobiográfico. Allí encontramos versos

tan memorables como éstos iniciales:

"Yo soy un hombre sincero de

donde nace la palma y

antes de morirme quiero

echar mis versos de alma.

Yo vengo de todas partes, y

hacia todas partes voy: arte

soy entre las artes; en los

montes, monte soy ".

Entre ellos está La niña de Guatemala, repetidos e inolvidables versos que lo acercan al modernismo:

Quiero a la sombra de un ala, contar este cuento en flor,

la niña de Guatemala, la que se murió de amor.

Eran de lirio los ramos,

y las orlas, de reseda y de jazmín;

la enterramos en una caja de madera (...)

se entró de tarde en el río:

La sacó muerta el doctor;

dicen que murió de frío: yo se que murió de amor. "

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Como dijera Gabriela Mistral, la sencillez de estos versos de Martí es sencillez de artesano, sencillez de

hondura. Mar: ya había dicho que ante las complicaciones de la retórica bastaba la simplicidad de la

naturaleza: "Los hombres nuevos. A la academia de los retóricos, la academia de _ naturaleza." Cuando

llegamos a los Versos libres, el poetaha cambiado su manera de expresión y, además, ha abandonado la inicial

intimidad lírica. Aunque fueron compuesto i por los mismos días del Ismaelillo, la arquitectura es diferente y

la tonalidad guarda relación estrecha con lo romántico como lo testimonia el poema Hierro, en que el poeta

exalta la necesidad de vivir cada instante, dulce o amargo:

"Oh, verso amigo, muero de soledad,

de amor me muero.

No de amor de mujer; estos amores

envenenan y ofuscan. No es hermosa

la fruta en la mujer, sino la estrella

La tierra ha de ser Luz, y todo vivo

debe en torno de sí dar lumbre al astro.

¡Oh, estas damas de muestra! ¡Oh, estas copas

de carne! ¡Oh, estas siervas ante el dueño!

¡que las enjoya y estremece, echadas!

¡Te digo, oh verso, que los dientes duelen

de comer esta carne"!

En Versos libres Martí empleó un endecasílabo brusco, con encabalgamientos frecuentes y, en ocasiones,

desconcertantes. Si hubieran aparecido tan pronto como Ismaelillo, estos versos libres le habrían dado un

nuevo matiz a la poesía modernista. En el prólogo de estos versos, el escritor cubano consignó la advertenci a

acerca de la autonomía creativa con que los concibió: "Van escritos, no en tinta de academia, sino en mi

propia sangre... Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como

un ave, ardiente j arrollador como una lengua de lava". También afirmaba que amaba la sinceridad, preciado

tesoro ético y estético en la obra de Martí. Sin duda, la poesía del gran poeta de Cuba fue el fruto de una

concepción estética democratizadora, basada en la comunicación con el pueblo: "La poesía es a la vez obra del

bardo y del pueblo que la inspira". Nada tenían que ver estas palabras con el aristocratismo de la torre de

marfil con que surgieron otros representantes del modernismo poético.