Joseph Ratzinger

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JOSEPH RATZINGER Nació el 16 de abril de 1927. Sábado Santo en Marktl (Baviera), diócesis de Passau, en el seno de una familia de agricultores con profundas convicciones católicas. Joseph, su padre, además de agricultor era gendarme del cual se jubiló en 1937 a los 60 años de edad. Su madre, Maria Peintner. Sus hermanos, Georg y Maria. En 1939 ingresó al seminario menor de Traunstein, cuando meses después estalla la II Guerra mundial. A los catorce años, estudio con avidez historia de la literatura, entusiasmado comenzó a componer poesías y se sumergió en los textos litúrgicos intentando sus primeras traducciones de los textos originales. En 1943 fue llamado a los servicios antiaéreos de Munich y liberado un año más tarde cuando tenía apenas 16 años. En septiembre de 1944 es llamado para el servicio laboral de Reich donde fue adiestrado con ceremoniosa disciplina militar. El 19 de junio de 1945 estando en manos americanas en condición de prisionero, le es concedida su libertad y con ella, el fin de la guerra. Ese mismo año, a sus 19 años continuo sus estudios en el seminario de Frisinga junto con 120 seminaristas más. Ya entonces, describe: ninguno dudaba de que la Iglesia era el lugar de nuestras esperanzas. Ella había sido, pese a las muchas debilidades humanas, el polo de oposición contra la ideología destructiva de la dictadura nazi; ella había permanecido en pie en el infierno que había devorado a los poderosos. Gracias a su fuerza proveniente de la eternidad. Nosotros teníamos la prueba: las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Sabíamos, por experiencia propia, qué cosa eran «las puertas del infierno» y podíamos ver también con nuestros ojos que la casa construida sobre la roca se había mantenido firme. Su hambre de conocimiento acrecentado en los años de escasez y desolación lo condujo a saciar sus intereses múltiples devorando las novelas de Gertrud von Le Fort, Elisabeth Langgásser y Ernst Wiechert; Dostoievsky estaba entre los autores que todo el mundo leía, así como los grandes franceses: Claudel, Bernanos, Mauriac. En las nuevas ciencias naturales Planck, Heisenberg o Einstein. En el campo teológico y filosófico, Romano Guardini. Josef Pieper, Theodor Hácker y Peter Wust. Para la fundamentación filosófica de la teología moral leyó a Steinbüchel que lo introdujo en el pensamiento de Heidegger y Jaspers, Nietzsche, Klages y Bergson. Más tarde se encontró con el personalismo de Martin Buber quien marco profundamente su camino espiritual. En 1947 concluía sus estudios de filosofía y continúa sus estudios teológicos en la Universidad de Munich, donde enriquecido por la variedad de horizontes culturales y académicas, además de grandes profesores (Egenter, un sacerdote de Passau, docente de teología moral, y Gottlieb Söngen, profesor de teología fundamental, Michael Schmaus, un sacerdote de la diócesis de Munich, famoso por su manual de dogmática, Josef Pascher, profesor de teología pastoral, Friedrich Wilhelm Maier profesor de exégesis del Nuevo Testamento, docente de Antiguo Testamento, Friedrich Stummer, entre otros) la teología que aprendían estaba ampliamente impregnada por el pensamiento histórico y cierto orgullo alemán. No obstante, afirma: La Iglesia estaba para nosotros viva, sobre todo en la liturgia y en la gran riqueza de la tradición teológica en forma crítica pero creyente. En 1950 motivado por Gottlieb Söhngen se adentró a preparar el tema de un concurso: «Pueblo y casa de Dios en la enseñanza sobre la Iglesia de san Agustín”. A finales de octubre de ese año recibe la ordenación subdiaconal y seguidamente, la diaconal. En 1951 de manos del cardenal Faulhaber en la fiesta de los santos Pedro y Pablo, a la edad de 24 años recibe la ordenación sacerdotal en la catedral de Brisinga y comenzó su ministerio como coadjutor en la parroquia de la Preciosa Sangre en Munich. 1

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sintesis Biografíca

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JOSEPH RATZINGER

Nació el 16 de abril de 1927. Sábado Santo en Marktl (Baviera), diócesis de Passau, en el seno de una familia de agricultores con profundas convicciones católicas. Joseph, su padre, además de agricultor era gendarme del cual se jubiló en 1937 a los 60 años de edad. Su madre, Maria Peintner. Sus hermanos, Georg y Maria. En 1939 ingresó al seminario menor de Traunstein, cuando meses después estalla la II Guerra mundial. A los catorce años, estudio con avidez historia de la literatura, entusiasmado comenzó a componer poesías y se sumergió en los textos litúrgicos intentando sus primeras traducciones de los textos originales. En 1943 fue llamado a los servicios antiaéreos de Munich y liberado un año más tarde cuando tenía apenas 16 años. En septiembre de 1944 es llamado para el servicio laboral de Reich donde fue adiestrado con ceremoniosa disciplina militar.

El 19 de junio de 1945 estando en manos americanas en condición de prisionero, le es concedida su libertad y con ella, el fin de la guerra. Ese mismo año, a sus 19 años continuo sus estudios en el seminario de Frisinga junto con 120 seminaristas más. Ya entonces, describe: ninguno dudaba de que la Iglesia era el lugar de nuestras esperanzas. Ella había sido, pese a las muchas debilidades humanas, el polo de oposición contra la ideología destructiva de la dictadura nazi; ella había permanecido en pie en el infierno que había devorado a los poderosos. Gracias a su fuerza proveniente de la eternidad. Nosotros teníamos la prueba: las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Sabíamos, por experiencia propia, qué cosa eran «las puertas del infierno» y podíamos ver también con nuestros ojos que la casa construida sobre la roca se había mantenido firme.

Su hambre de conocimiento acrecentado en los años de escasez y desolación lo condujo a saciar sus intereses múltiples devorando las novelas de Gertrud von Le Fort, Elisabeth Langgásser y Ernst Wiechert; Dostoievsky estaba entre los autores que todo el mundo leía, así como los grandes franceses: Claudel, Bernanos, Mauriac. En las nuevas ciencias naturales Planck, Heisenberg o Einstein. En el campo teológico y filosófico, Romano Guardini. Josef Pieper, Theodor Hácker y Peter Wust. Para la fundamentación filosófica de la teología moral leyó a Steinbüchel que lo introdujo en el pensamiento de Heidegger y Jaspers, Nietzsche, Klages y Bergson. Más tarde se encontró con el personalismo de Martin Buber quien marco profundamente su camino espiritual.

En 1947 concluía sus estudios de filosofía y continúa sus estudios teológicos en la Universidad de Munich, donde enriquecido por la variedad de horizontes culturales y académicas, además de grandes profesores (Egenter, un sacerdote de Passau, docente de teología moral, y Gottlieb Söngen, profesor de teología fundamental, Michael Schmaus, un sacerdote de la diócesis de Munich, famoso por su manual de dogmática, Josef Pascher, profesor de teología pastoral, Friedrich Wilhelm Maier profesor de exégesis del Nuevo Testamento, docente de Antiguo Testamento, Friedrich Stummer, entre otros) la teología que aprendían estaba ampliamente impregnada por el pensamiento histórico y cierto orgullo alemán. No obstante, afirma: La Iglesia estaba para nosotros viva, sobre todo en la liturgia y en la gran riqueza de la tradición teológica en forma crítica pero creyente.

En 1950 motivado por Gottlieb Söhngen se adentró a preparar el tema de un concurso: «Pueblo y casa de Dios en la enseñanza sobre la Iglesia de san Agustín”. A finales de octubre de ese año recibe la ordenación subdiaconal y seguidamente, la diaconal.

En 1951 de manos del cardenal Faulhaber en la fiesta de los santos Pedro y Pablo, a la edad de 24 años recibe la ordenación sacerdotal en la catedral de Brisinga y comenzó su ministerio como coadjutor en la parroquia de la Preciosa Sangre en Munich.En 1952 fue llamado es llamado a colaborar en el seminario de Frisinga, donde pudo continuar con su trabajo teológico. En julio de 1953 obtuvo el título de doctor en teología. En 1954 es invitado asumir la catedra de dogmática, donde en 1956 conoció a Karl Ranher. Ese mismo año Schmaus le revisaba un manuscrito sobre el concepto de revelación en San Buenaventura, que no era sino su tesis de habilitación a la libre docencia, aceptada el día 11 de febrero de 1957. Poco tiempo después fue nombrado libre docente de la Universidad de Munich y el 1 de enero de 1958 designado para el cargo de profesor de teología fundamental y dogmática en el seminario filosófico-teológico de Frisinga.

El 15 de abril de 1959, comenzó como profesor de teología fundamental en la Universidad de Bonn.

Ya en entonces el joven profesor afirmaba en un artículo titulado Teología del concilio (1961): “El concilio no es un parlamento y los obispos no son unos diputados con un poder y un mandato que les

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viene de un pueblo que les ha elegido. Los obispos no representan al pueblo sino a Cristo, de quien reciben la consagración y la misión. Por eso, cuando se trata de lo más propio de la Iglesia no hablan tampoco en lugar o por mandato del pueblo, sino en lugar y por mandato de Jesucristo”.

Más tarde es invitado por el cardenal Frings como miembro de la Comisión Central para la Preparación del Concilio. El mismo que consiguió que al final de la primera sesión, Ratzinger recibiese el nombramiento oficial como teólogo del Concilio (perito). Sus múltiples encuentros con grandes personalidades como Henri de Lubac Jean Daniélou, Yves Congar, Gerard Philis, entre otros, las describe como experiencia particularísima.

La primera cuestión que se planteaba era cómo comenzar el Concilio, qué tipo de misión había que atribuirle: la fe debía volver a hablar este tiempo de un modo nuevo, manteniendo la identidad de sus contenidos, no condenar más, sino usar la “medicina de la misericordia”. Montini y Suenens implantaron el tema Iglesia articulado con una doble cuestión “Iglesia hacia dentro” e “Iglesia hacia afuera”. La segunda articulación temática debía permitir afrontar las grandes cuestiones del presente desde el punto de vista de la relación Iglesia-mundo.

El 3 de junio de 1963 después de la muerte de Juan XXIII le precede Giovanni Battista Montini con el nombre de Pablo VI. Ese mismo año Ratzinger asume la catedra de teología dogmatica en Münster.

El 29 de septiembre comienza el segundo periodo de sesiones del Concilio Vaticano II, en el que fue nombrado asesor experto en teología con los ideales fijos de renovar con la vista puesta en los orígenes y en el futuro. Pero lo que ocupara la atención de obispos y teólogos es la redacción de la constitución dogmática Lumen Gentium, donde uno de los temas que más interesaron fue el papel de los obispos. Ratzinger pensaba en una futura colegialidad ecuménica y no solo católica. También hablará de María como madre y modelo en la Iglesia: ella en su humildad, da vida y esperanza a toda la humanidad, tal y como debe hacer la Iglesia.

El 14 de septiembre de 1964 da comienzo el tercer periodo de sesiones del concilio donde acude como perito nombrado por Pablo VI. Colabora en la redacción de la constitución dogmática Lumen Gentium y el decreto Ad gentes sobre la dimensión misionera de la iglesia.

El 8 de diciembre de 1965 acabó el concilio Vaticano II. Este mismo año se fundó la revista Cocilium donde formó parte del comité de redacción y en cuyo primer número publicó un artículo. Y en 1966 comenzó a dar clases en la universidad de Tubinga en la segunda catedra de dogmática. Donde un año más tarde el esquema existencialista de Heidegger y la teología de Bultmann (eran el paradigma de los estudiantes) se derrumbó y fue sustituido por el marxismo.

En 1967 escribe un curso con el título Introducción al cristianismo donde repasa, comprende y explica todo el credo. Concluye: “la meta del cristiano no es la bienaventuranza privada, sino del todo. El cristiano cree en Cristo… ”. A la vez pide al cristiano no perder la alegría y la esperanza.

En 1969 se mudó a la universidad de Ratisbona y es nombrado decano y vicerrector. Luego es elegido asesor de los obispos alemanes miembros de la Comisión Teológica Internacional.

El encuentro con Huns Urs von Balthasar (1905-1988) marcara de modo profundo su vida y teología. Participa de la fundación de la revista internacional Communio bajo dos condiciones: servicio y fidelidad al concilio.

El 28 de mayo de 1997, en la vigilia de pentecostés, era consagrado obispo de Múnich y Frisinga. Un mes después, el 27 de junio es nombrado cardenal con el título de la Iglesia Santa María Consoladora, en el Tiburtino, un barrio obrero de Roma.

Los días 25 y 26 de agosto de 1978 participa en el conclave en el que será elegido Juan Pablo I; ahí coincidirá el obispo polaco Karol Wojtyla.

El 28 de septiembre de 1978 murió Juan Pablo I en circunstancias no aclaradas, tras un pontificado de 33 días. El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones del cónclave, Wojtyła fue elegido sucesor de San Pedro y adopto el nombre de Juan Pablo II.

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1980, Ratzinger es llamado a Roma como relator del sínodo de obispos sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual del cual saldrá un año después una Exhortación Apostólica del Papa Juan Pablo II titulada Familiaris Consortio.

El 31 de diciembre de 1979 ante la polémica causada por Hans Küng con el tema sobre la infalibilidad del Papa. Ratzinger defiende la fe de los sencillos, decía: “No son los intelectuales los que dan la medida a los sencillos, sino los sencillos los que mueven a los intelectuales. No son las explicaciones eruditas las que dan la medida a la profesión de fe bautismal. Al contrario, en su ingenua literalidad, la profesión de fe bautismal es la medida de toda la teología.” Decía: “La Iglesia tiene que hablar a las conciencias de los poderosos, de los intelectuales, también de los frívolos… EL pastor es un despertador de las conciencias”.

El 25 de noviembre de 1981 es nombrado prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe y presidente de la Pontificia Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional. Cuya tarea decía: “era preocuparse para que los órganos magistrales de la Iglesia hagan su trabajo con gran responsabilidad”.

El 26 de noviembre de 1983 antes de la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico la congregación emite una prohibición a los católicos de formar parte de la masonería. La polémica se cierne sobre la persona de Ratzinger. El 06 de agosto la Congregación para la Doctrina de la Fe publica la instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación fruto de una conversación de 1982 entre Juan Pablo II y Ratzinger.

El 25 de enero de 1985 convoca un sínodo extraordinario para revisar el Concilio Vaticano II, se requería que la Iglesia se olvidara de una interpretación política del Vaticano II en términos de tradicionalismo y progresismo y pensara en el como un acto religioso cuyo actor principal es el Espíritu Santo.

El 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín. En 1990 la Congregación para la Doctrina de la Fe publica un documento sobre la vocación eclesial del teólogo donde se pide una teología en comunión con toda la Iglesia.

En 1991 sufre una hemorragia cerebral y en noviembre muere su hermana Maria. En 1992 se presenta el Catecismo de la Iglesia Católica y en agosto de 1993 Juan Pablo II Publica la Carta encíclica Veritatis Splendor y Ratzinger sufre un accidente que lo deja inconsciente durante un tiempo. En 1994, Juan Pablo publica la carta apostólica Ordinatio sacerdotalis recordando que las mujeres no pueden acceder al sacerdocio por voluntad expresa de Jesucristo.

En 1993 pronuncio una conferencia en Hong Kong titulada Cristo, la fe y el reto de las culturas

En 1998 Ratzinger y los luteranos de Ratisbona firman una declaración conjunta sobre la justificación. Ese mismo año, el 6 de noviembre fue elegido vicedecano del colegio cardenalicio. El 10 de noviembre de 1999 recibió el doctorado "honoris causa" en Derecho por la Universidad italiana LUMSA.

El 12 de marzo del 2000 la Congregación para la Doctrina de la Fe publica la declaración Dominus Iesus recordando que Jesucristo es el único Salvador.

Durante este tiempo afirma con cierta nostalgia: “Me gustaba mi trabajo de docente y de investigación […] La realidad de la Iglesia concreta, del humilde pueblo de Dios, es muy diferente a como se la imaginan esos laboratorios en los que se destila la utopía”. Otra de las preocupaciones de Ratzinger era la liturgia ante los excesivos discursos, las escasas palabras y la carencia de belleza. Un exagerado protagonismo de la comunidad, olvidando la prioridad de Dios en la Liturgia. Decía: “La liturgia no es un show, no es un espectáculo que necesite directores geniales y autores de talento. No vive de sorpresas simpáticas, de ocurrencias cautivadoras, sino de repeticiones solemnes…”.

En el 2000 publica el libro con el tema El espíritu de la liturgia mismo que despertó gran polémica y expectativas.

En el 2002 pronuncia una conferencia en Murcia (España) recordando los respectivos actos de fe de Pedro y Pablo allí recuerda que solo Cristo puede decir: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”; todos los demás nos pueden mostrar parte del camino pero no son el camino.

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El 02 de febrero de 2013 Juan pablo II encarga a Ratzinger la elaboración de un catecismo breve. Y en mayo del 2004 escribe una carta a los obispos estadounidenses, en la que recuerda la obligación de negar la comunión a los políticos que defienden el aborto.

El 2 de abril del 2005 fallese Juan Pablo II. Ratzinger preside la misa funeral en la plaza de San Pedro, en el Vaticano. Posteriormente, el 19 de abril es elegido Sumo Pontífice y toma el nombre de Benedicto XVI.

Enfrentó con gran ortodoxia los retos de la globalización, el papel de la mujer, el celibato, el aborto, la libertad sexual, la creciente descatolización y descristianización del mundo, la alarmante falta de vocaciones sacerdotales, el diálogo con las otras religiones, la crisis teológica…el avance del sectarismo e evangelismo en América Latina y la hegemonía creciente del islamismo en África y Asia.

ESCRITOS

Sus libros: ¿El Fin de los Tiempos? Verdad y Tolerancia: Fe Cristiana y Religiones Mundiales Dios está cerca de nosotros: La Eucaristía, el Corazón de Vida Contemplar al traspasado: Una aproximación a la Cristología Espiritual Construir el Templo de Dios Llamados a la Comunión: Comprender la Iglesia hoy El Sacerdote Católico como Maestro y Guía Moral Cooperadores de la Verdad Escatología: Muerte y Vida Eterna La Fiesta de la Fe: Una Aproximación a una Teología de la Liturgia Dios y el Mundo: Creer y vivir en nuestro Tiempo Evangelio, Catequesis, Catecismo: Luces sobre el Catecismo de la Iglesia Católica En el principio…: Una Comprensión Católica de la Historia de la Creación y la Caída Introducción al Cristianismo Dogma y revelación Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica Muchas Religiones, Una Alianza. Israel, la Iglesia y el Mundo El significado de la hermandad Cristiana Mi Vida: Memorias 1927 – 1977 Naturaleza y Misión de la Teología. Ensayos sobre la Teología Oriental en los debates actuales Un Cántico Nuevo para el Señor Principios de Teología Católica. Ladrillos para una Teología Fundamental Principios de Moral Cristiana Informe sobre la fe La Sal de la Tierra El Espíritu de la Liturgia Una Mirada a Europa. La Iglesia en el Mundo Moderno. Balance y Proyección. Valores en épocas de trastorno

Otras obras publicadas La interpretación bíblica en crisis Servidores de vuestra alegría. Meditaciones sobre la espiritualidad sacerdotal Juan Pablo II. Un Papa entre dos milenios Camino hacia la Pascua: Retiro dado en el Vaticano en presencia del Papa Juan Pablo II Revelación y Tradición La Iglesia y la Mujer Teología de la Historia en San Buenaventura Iglesia, ecumenismo y política Ser cristiano en la era neopagana

Encíclicas

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''Deus caritas est'', El 25 de enero de 2006 ''Spe Salvi', El 30 de noviembre de 2007 ''Caritas in Veritate'', firmada el 29 de junio de 2009 y presentada el 7 de julio

Exhortaciones apostólicas

''Sacramentum Caritatis'', En marzo de 2007 ''Verbum Domini'', noviembre de 2010 ''Africae munus'', 19 de noviembre de 2011 ''Ecclesia in Medio Oriente'', 14 de septiembre de 2012

Motus proprios Motu Proprio ''La antigua y venerable Basílica'', para la Basílica de San Pablo Extramuros y para

su complejo extraterritorial (31 de mayo de 2005). Motu Proprio para la aprobación y publicación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

(28 de junio de 2005). Motu Proprio ''Totius orbis'', con nuevas disposiciones sobre las basílicas de San Francisco y de

Santa María de los Ángeles, en Asís (9 de noviembre de 2005). Motu Proprio con el que el que Benedicto XVI restablece la norma tradicional acerca de la

mayoría requerida para la elección del sumo pontífice (11 de junio de 2007). Motu Proprio ''Summorum Pontificum'', sobre la «Liturgia romana anterior a la reforma de 1970»

(7 de julio de 2007). Motu Proprio ''Ministrorum institutio'' con el que transfieren las competencias sobre los

seminarios desde la Congregación para la educación católica a la Congregación para el clero (25 de enero de 2013).

Motu Proprio ''Normas nonnulas'' con ulteriores modificaciones a las normas sobre la sede vacante y la elección del sumo pontífice (22 de febrero de 2013).

Otras publicaciones ''Jesús de Nazaret”, en abril de 2007 ''Jesús de Nazaret II: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección'', el año 2011 ''La infancia de Jesús'', 3ª. Parte. en el año 2012

YO CREO-AMÉN

La fe en el mundo de hoy

Duda y fe: la situación del hombre ante el mundo de hoy: el problema de Dios.

Quien intente hoy día hablar del problema de la fe cristiana a los hombres que ni por vocación ni por convicción se hallan dentro de la temática eclesial, notará al punto la ardua dificultad de tal empresa.

Harvey Cox describe la situación de los teólogos modernos con la conocida narración parabólica de Kierkegaard sobre el payaso de la aldea en llamas. Ve en el payaso una imagen del teólogo a quien no se le toma en serio. En esta imagen se contempla también la situación en que se encuentra el pensamiento teológico actual: en la agobiante imposibilidad de romper las formas fijas del pensamiento y del lenguaje, y en la de hacer ver que la teología es algo sumamente serio en la vida de los hombres.Quien quiere predicar la fe y al mismo tiempo se somete a autocrítica, pronto se dará cuenta de que no es una forma o crisis exterior lo que amenaza a la teología, no es solo la dificultad de la traducción, sino también la vulnerabilidad de su propia fe (la experiencia de querer creer y el poder amenazador de la incredulidad). Por eso, quien hoy día quiera instruirse o instruir a otros debe hacerse a la idea de que su situación no es tan diferente de la de los demás. El creyente no vive sin problemática alguna, siempre está amenazado por la caída en la nada. Tampoco el no-creyente vive dentro de una existencia cerrada en sí misma. Como el creyente se esfuerza siempre por no tragar el agua salada de la duda que el océano continuamente le lleva a la boca, así el no creyente duda siempre de su incredulidad, de la real totalidad del mundo en la que él cree. Quien quiera escapar de la incertidumbre de la fe, caerá en la incertidumbre de la incredulidad que no puede negar de manera definitiva que la fe sea la verdad.

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Tanto el creyente como el no creyente participan, cada uno a su modo, en la duda y en la fe, siempre y cuando no se oculten a sí mismos y a la verdad de su ser. Nadie puede sustraerse totalmente a la duda o a la fe. La duda impide que ambos se encierren herméticamente en su yo y tiende al mismo tiempo un puente que los comunica. Al creyente lo acerca al que duda y al que duda lo lleva al creyente.

El salto de la fe: determinación preliminar del contenido de la fe

La cuestión fundamental que ha de resolver una introducción al cristianismo es ¿qué es y que significa hoy la profesión de fe cristiana “yo creo”, habida cuenta de las condiciones de nuestra existencia actual y, en general, de la relación actual con lo real? Qué actitud se nos pide al definir la existencia cristiana con la palabra “credo” y al definir cosa en sí no evidente el núcleo de lo cristiano con la palabra fe.

Para muchos la fe era solamente un sistema preconcebido de vida que no incitaba a la ardua y auténtica aventura del .credo., sino que más bien la impedía. Y todo esto por la sencilla razón de que entre Dios y el hombre hay un abismo infinito. Dios es esencialmente invisible para los hombres el que cae y siempre caerá fuera del campo visual humano. Significa que el hombre no ve en su ver, oír y comprender la totalidad de lo que le concierne; significa que el hombre no identifica el espacio de su mundo con lo que él puede ver y comprender, sino que busca otra forma de acceso a la realidad; a esta forma la llama fe y en ella encuentra la abertura decisiva de su concepción del mundo.

La fe es una decisión por la que afirmamos que en lo íntimo de la existencia humana hay un punto que no puede ser sustentado ni sostenido por lo visible y comprensible, sino que choca con lo que no se ve de tal modo que esto le afecta y aparece como algo necesario para su existencia. A esta actitud sólo se llega por lo que la Biblia llama conversión o arrepentimiento. Sí, la fe es la conversión en la que el hombre se da cuenta de que va detrás de una ilusión al entregarse a lo visible. Es un cambio del ser, y sólo quien cambia la recibe.

Dilema de la fe en el mundo de hoy

La dura dificultad a la que nos enfrentamos hoy día es el abismo entre lo visible y lo invisible, el de lo pasado y lo actual. Una época donde en vez del concepto a tradición es algo superado, algo pasado de moda, de ayer; el progreso en cambio es la auténtica promesa del ser. Esto quiere decir que el primer escándalo de la fe, la distancia entre lo visible y lo invisible, entre Dios y lo que no es Dios, se agudiza mediante la antítesis entre el ayer y hoy, entre tradición y progreso y por vinculación del pasado que parece suponer la fe.

En cierto sentido aparece aquí una propiedad del escándalo cristiano, lo que podríamos llamar positivismo cristiano o el imprescindible carácter positivo del cristiano. Esto significa que la fe no solo trata de lo eterno y del tiempo humano como cosa distinta de ellos. La fe trata más bien de Dios en la historia, de Dios como hombre.

La fe pretende ser revelación introduciendo lo eterno en nuestro mundo. Jesucristo se ha explicado a Dios, lo ha expuesto a nuestras vidas y a nuestro gusto. Pero lo que a primera vista nos parecía la revelación más radical, lo que siempre permanecerá revelación, es al mismo tiempo el oscurecimiento y encubrimiento exterior. Nos pareció que Dios se nos acercaba, que podía mezclarse con nosotros, que podíamos seguir sus huellas; pero en el sentido más profundo, es el pre-requisito para la muerte de Dios. Dios se ha acercado tanto a nosotros que hemos podido matarle e impedir, al parecer, que fuese nuestro Dios, el Dios para nosotros.

Con esto tocamos el problema de la fe cristiana en toda su profundidad. ¿Podemos todavía creer? ¿No hay deslealtad en querer mantener en pie el cristianismo en base de interpretaciones como las actuales? ¿No debemos estudiar más cuidadosamente qué es en realidad lo real? ¿Es sólo lo demostrado y demostrable? El cristiano debe hacerse estas preguntas y no contentarse con comprobar que a pesar de las amenazas y cambios, siempre hay a la mano una interpretación del cristianismo que no escandaliza.

Elementos esenciales de nuestra problemática actual

Los límites de la comprensión moderna de la realidad y el lugar de la fe

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a) Primer estadio: nacimiento del historicismo. Le preceden dos estadios de la transformación espiritual. El primero, preparado por Descartes, modelado por Kant y Giambattista Vico, quien formula una idea completamente nueva de la verdad y del conocimiento. Los escolástico decían: el ser es verdad (Verum est ens), Vico supone: lo único que podemos conocer es lo que nosotros mismos hemos hecho. Para los antiguos y medievales la obra humana es algo contingente y efímero. El ser es idea, por tanto pensable, objeto del pensamiento y de la ciencia que busca el conocimiento. Por eso la ciencia antigua y medieval creía que el saber de las cosas humanas era solamente techne, no verdadero conocer ni por tanto verdadera ciencia.

Descarte creyó que la verdadera certeza era la certeza formal, la de la razón, la matemática la forma primaria del pensar racional. La historia es el campo de la actividad humana y de lo comprensible. Comienza el dominio del hecho, de la radical conversión del hombre hacia su propia obra como lo único que puede conocer.

El hombre ya no es capaz de contemplarse a sí mismo; esta encima de lo hecho, no es sino un producto secundario de antiquísimas evoluciones. Surge entonces un antropocentrismo radical, el hombre como algo originado casualmente, como puro hecho.

b) Segundo estadio: el paso al pensar técnico. La historia como lugar de la verdad de los hombres no es fue suficiente en sí mismo, se hace efectivo cuando 100 años más tarde, Karl Marx la unió con su clásica expresión: en el pasado los filósofos interpretaron el mundo, ahora tienen que ir a cambiarlo. Esto significa que en el lugar del verum quia factum entra un nuevo programa: verum quia faciendum: la verdad en la que se estará en adelante es la factibilidad. No es la verdad del ser, ni de sus acciones, sino la de la transformación del mundo; una verdad que mira al futuro y a la acción.

A mitad del siglo XIX la techne suplanta a la historia, la reina hasta entonces. En el siglo XX la historia sufre una crisis y el historicismo con su orgullosa exigencia del saber se da cuenta de que no existe el puro hecho ni si inconmovible seguridad, de que el factum debe ser explicado, de que es ambiguo.

El factum ha dado lugar al faciendum, lo hecho ha originado lo factible, lo repetible, lo comprobable, y ahí está. Se llega así al primado de lo factible sobre el hecho, porque ¿qué es lo que puede hacer el hombre con lo sucedido?; enfrentarse decididamente a su futuro para convertirse a sí mismo en lo que quiera; ya no le parece imposible hacerse igual a Dios, el faciendum, el factible del final, no el logos, la inteligencia del principio.

a) El problema del lugar de la fe. Con el paso a la factibilidad, se va a pique el primer intento de la teología de dar respuesta a las nuevas circunstancias construyendo la misma fe como historia. La fe participa también en la trasformación del mundo, en su configuración. Pero quien coloque la fe o en el plano del factum o en el del facendum, no descubrirá el significado de la frase “yo creo” “credo”. Pues el acontecimiento de la fe se expresa mejor con la relación permanecer-comprender.

La fe como permanecer y comprender

La fe es un sujetarse a Dios, en quien tiene el hombre un firme apoyo para toda su vida. Es un agarrarse firmemente, un permanecer en pie confiadamente sobre el suelo de la palabra de Dios (Is 7, 9).

La fe indica un plano completamente distinto del hacer y de la factibilidad; es esencialmente confiarse a lo que no se ha hecho a sí mismo, a lo no factible, a lo que lleva y posibilita nuestro hacer. Todo intento de querer probarla en el sentido del saber factible, fracasará necesariamente porque no está subordinada a ella ni a lo hecho, aunque tenga que ver con ambas, sino con las grandes decisiones fundamentales.

Entonces, ¿Qué es propiamente la fe? : es la forma de permanecer del hombre en toda la realidad; es la orientación sin la que el hombre estaría sin patria, la orientación sin la que no podría ni calcular ni actuar, porque eso sólo puede hacerlo en el sentido de la inteligencia que lo lleva. Sin la palabra, sin la inteligencia, sin el amor, llega pronto a la situación del “ya no puedo más” aunque viva en medio de un confort extraordinario, situación del que no se sale espontáneamente por nuestras conclusiones lógicas, sino por la inteligencia, suelo que no puede ser construida, sino recibida.

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Creer cristianamente significa comprender nuestra existencia como respuesta a la palabra, al logos que lleva y sostiene todo. Significa decir sí a la inteligencia que nosotros no podemos hacer, pero sí recibir; a la inteligencia que se nos da para que sólo tengamos que aceptarla y fiarnos de ella. Significa también, una opción en pro de que lo invisible es más real que lo visible.

La razón de la fe

La palabra creo y amen del credo se entrelazan mutuamente, encierran todas las expresiones y constituyen de todo lo que se halla entre ellas. Expresa la entrega de sí mismo a lo que nosotros no podemos ni tenemos que hacer, la entrega de sí mismo al fundamento del mundo como inteligencia que me abre en primer lugar la libertad de hacer.

No es una entrega irracional, es un acercarse al logos, a la verdad misma. El saber de lo factible no busca la verdad, no investiga cómo son las cosas en sí, sino la función y la utilidad que tienen para nosotros.

La palabra amén expresa la idea de confiar, fidelidad, firmeza, firme fundamento, permanecer, verdad. Por eso el acto de fe incluye esencialmente la convicción de que el logos es la verdad, no un montón de paradojas. La fe no es un saber en el sentido del saber factible, sino la del comprender: comprender la inteligencia a la que uno se ha entregado.

De ahí que la comprensión nace de la fe. Por eso una tarea primordial de la fe cristiana es la teología, discurso, comprensible, lógico de Dios. La fe y la comprensión entonces van tan juntas como la fe y la permanencia, porque permanecer y comprender son inseparables.

Creo en ti

La fe cristiana es mucho más que una opción en favor del fundamento espiritual del mundo. Su fórmula central reza así: creo en ti, no creo en algo. Es encuentro con el hombre Jesús, el testigo de Dios por quien lo lejano se hace cercano. Él mismo es la presencia de lo eterno en este mundo.

La fe es pues encontrar un tú que me sostiene, fundamento que no necesita de ningún otro fundamento. Pero esto no elimina la reflexión, puesto que el creyente vivirá siempre en esa oscuridad que le rodea, como prisión de la que no puede huir, la oposición del no creyente que cuestiona a Cristo como Juan Bautista ¿eres tú el profeta? ¿Lo eres realmente? Preguntas que nos obligan a la honradez del pensamiento y la responsabilidad de la razón que quisiera conocer más y más a aquel a quien han dado su sí para amarle más y más.

BIBLIOGRAFÍA RATZINGER, J. Vida: Memorias 1927 – 1977. Encuentro, Madrid, 1997BLANCO, P. Joseph Ratzinger. Una biografía. Eunsa, Pamplona 2004RATZINGER, J.  “Introducción Al Cristianismo”, Sígueme, 2013.

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