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JPl AJPlER. §OCllAR. [))ER. AI810GA[))O Por el Fiscal General de la República Dr. Pedro J. Mantellini González. Discurso pronunciado en el Colegio de ALagados del Distrito Federal, en Caracas, el 26 de junio de 1980, con ocasión de la juramentación de los nuevos abogados admitidos al Colegio en esa fecha y como parte de los actos programados para celebrar la Semana del Abogado en el año 1980. . .

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Por el Fiscal General de la República Dr. Pedro J. Mantellini González.

Discurso pronunciado en el Colegio de ALagados del Distrito Federal, en Caracas, el 26 de junio de 1980, con ocasión de la juramentación de los nuevos abogados admitidos al Colegio en esa fecha y como parte de los actos programados para celebrar la Semana del Abogado en el año 1980.

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PEDRO J. MANTELLINI GONZALEZ Fisc:al General de la República .

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La Directiva del Colegio de Abogados del Distrito Federal me ha pedido que en este oportunidad, en la cual se incorporarán a este Colegio un nuevo grupo de profesional s del derecho, paso último éste para encontrarse en condiciones de ejercer la profesión de abogado, pronuncie unas palabras sobre el concepto del Papel Social del Abogado.

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Del título escogido para el tema a ser expuesto hoy, se desprende la preocupación de nuestros directivos gremiales por el papel que en la sociedad juega el abogado. Un viejo aforismo romano expresa: Ubi hommo ibi societas, ubi socia tes ibis ius", es decir: "donde hay hombres hay sociedad y donde hay sociedad hay derecho". A pesar de ello, la abogacía no es una profesión que existe en los primeros estadios de la organización social, sino que requiere un cierto desarrollo de ella y una determinada organización política para que sea aceptada como socialmente necesaria.

En muchos de los países del mundo organizados socialmente a niveles elevados, , con una estructera económica y científica desarrolledas, al igual que en otros, donde la organización social y el desarrollo enonómico y científico antes citados no alcanzan los mismos niveles, la sociedad no respeta los derechos inherentes al hombre en su condición de tal, y si los reconoce ellos aparecen menguados en su ejercicio por diferentes razones, particularmente de orden político y de orden social. De manera, pues, que la proyección social del abogado está en función de la sociedad de que se trate. Por ello tenemos que hablar del papel del abogado en un determinado tipo de sociedad, en aquel tipo de sociedad en la cual se reconocen como inherentes a la naturaleza del hombre ciertos derechos que hoy aparecen como cosas normales, pero las cuales han costado muchos esfuerzos y

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un largo tiempo para lograr que fuesen así reconocidos. La organización social de nuestro país no es perfecta. pero en ella vivimos. conocemos las normas por las cuales debe regirse y sabemos de sus defectos y debilidades y tenemos declaradas nuestras aspiraciones para su perfeccionamiento. Por tales razones en esta exposición a ella vamos a referirnos. en particular.

II

Nuestra Constitución en su Introducción expresa claramente que entre los fines de nuestra sociedad está el "mantener la igualdad social y jurídica. sin discriminaciones derivadas de la raza. sexo. credo o condición social". Y en base a esa igualdad. "proteger y enaltecer el trabajo. amparar la dignidad humana. promover el bienestar general y la seguridad social; lograr la participación equitativa de todos en el disfrute de la riqueza. según los principios de la justicia social. y fomentar el desarrollo de la economía al servicio del hombre". Con fundamento en este concepto de igualdad social y jurídica. es que el Estado venezolano ha abierto las puertas de las universidades nacionales a todos los hombres y mujeres que habitan en el país. con el propósito de que adquieran los conocimientos que de acuerdo con su personal vocación y capacidades les permita servir mejor a Venezuela y a los venezolanos; y. es precisamente la profesión de abogado la que permite a los ciudadanos de nuestro país al encontrar el apoyo técnico necesario para acudir ante las autoridades competentes a fin de obtener que SE les mantenga en el goce de los derechos que les reconocen la Constitución y las Leyes de la República.

Hay una realidad social con la que tenemos que vivir. y es que. a pesar de ese principio de igualdad social y jurídica garantizado por la Constitución. existen circunstancias derivadas de la organización social y económica del país que constituyen factores que crean diferencias reales entre los ciudadanos de nuestra nación. Es por estas circunstancias que he manifestado que el Ministerio Público a mi cargo dará privilegio a la protección de los derechos e intereses de los desposeídos. He declarado repetidas veces que en este país quien tiene apoyo político. económico o social encuentra solución a sus problemas. Pero es precisamente para aquellos que no tienen ninguno de estos apoyos. a quienes el Ministerio Público está dispuesto a brindar especialmente su protección.

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Hace poco más de un cuarto de siglo que el Profesor Luis Recasens Siches publicó en la Revista de la Facultad de la Universidad de México. una

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monografía titulada "¿Oficio noble o diabólico?: Las antinomias de la profesión jurídica". En dicho trabajo. Recasens Siches establece que sobre el abogado existen dos ideas contradictorias y antinómicas. Por un lado. señala él. existe una corriente del pensamiento que le atribuye a la profesión de abogado muchos valores favorables. Según esa tendencia. la profesión de abogacía es una de las principales fuerzas civilizan tes de la sociedad. En apoyo de esta tendencia se encuentran trabajos tan destacados como el de Don Angel Ossorio y Gallardo. la conocida obra "El alma de la toga"; también el trabajo del Profesor Rafael Bielza. titulado "La Abogacía". y muchos otros en los cuales se destaca a la profesión jurídica con una concepción enaltecedora. El Papa. al hablar ante la Unión Internacional de Abogados. pronunció un discurso titulado "La Abogacía. función social de primer orden". En dicho discurso el Papa expresó a los integrantes de la Unión Internacional de Abogados. que los recibía muy gustosamente "por ser la profesión que aquí representaís una de las que la Iglesia considera como de más estima y respeto" y. agregó el Papa. "no es de extrañar. pues. que desde la antigüedad. el abogado haya sido el candidato designado para las funciones políticas o para los cargos públicos. por ser el más capaz de ejercerlo; ha sido el homenaje espontáneamente rendido a su valor humano. a su capacidad y a su experiencia .. . Aquí sin duda. alcanzamos la cima de la vocación del abogado; todo su arte. toda su ciencia. en definitiva. está al servicio de la justicia. Es el hombre que defiende. y --en cuanto le es posible- hace triunfar la justicia. Función social de primer orden la vuestra. cuya práctica tiende a perfeccionar sin cesar a quien la ejerce. haciéndole cada día más el heraldo de la palabra. el servidor de la verdad. el hombre de la justicia y de la bondad ... ".

Una derivación de esa corriente que alaba y enaltece la función del abogado. es la que se limita a reconocer el papel crucial que nosotros jugamos en el manejo de los asuntos individuales y colectivos. En esta tendencia. expuesta muy claramente por el Dr. Jaime B. Fuster. en su trabajo titulado "La misión del abogado en el mundo contemporáneo". los miembros de nuestra profesión se conciben como una especie de arquitectos del orden social; como agentes que le dan forma y contenido a las leyes y al sistema jurídico que participan en el control y funcionamiento del proceso decisional comunitario y que ayudan a moldear la opinión pública y los valores comunitarios. como muy bien lo resumen en su obra "Los Abogados en Puerto Rico". el mismo Jaime B. Fuster. Esta segunda interpretación del papel social de la profesión jurídica es sostenida y divulgada principalmente por juristas-educadores. más que por juristas en ejercicio de la profesión. pero al igual que la anteriormente expuesta. está generada esencialmente por abogados.

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Del otro lado, frente a las posiciones que con base en una u otra razón enaltecen la profesión del Derecho, existe una posición o corriente en la cual se considera que nuestra profesión tiene escaso valor social. Dentro de esta posición, están los que conciben la abogacía como un grupo profesional integrado por sujetos astutos y sagaces que sólo persiguen su propio beneficio y que abusan del don de la palabra para enredar los asuntos y complicar las cuestiones, tal como lo señala un trabajo de Fred Rooder, titulado "Woe Unto you, Lawyers". Conocidas son las referencias a los muchos y múltiples refranes castellanos, como el de que "pleitos tengas y entre abogados te veas", "Buen Abogado, mal vecino". El que gana un pleito se queda en camisa y el que lo pierde en cuernos", entre otros muchos. Se ha sostenido en este sentido que los integrantes de la profesión legal, como lo dice Jaime Benitez en su trabajo, "La Función social del abogado", "han batallado en contra de las mejores expresiones del porvenir", "actuando como defensores y represen tan tes de los grupos privilegiados que detectan al poder", agrega Fuster en la obra antes citada. En otras palabras, "no sólo se piensa que los abogados son sujetos taimados que explotan para su beneficio las limitaciones de otros, sino que, además, se les atribuye a 105 abogados la posesión de aptitudes conservadoras que son instrumentales en resistir el progreso y el cambio social". Fuster también señala que "existe otra tendencia, formulada más recientemente, con arreglo a la cual la abogacía se percibe como un grupo profesional cuyos intereses gravitan hacia actuar como agente servil de los negocios y de las empresas comerciales". Según esta variante, los abogados se han convertido contemporáneamente en los estrategas legales de los intereses económicos. Sus clientes preferidos son los bancos, las compañías de construcción y desarrollo y otras empresas mercantiles. La influencia de esta clientela es tan grande que el bufete o la oficina de abogados ha adoptado métodos comerciales de operación, y los propios abogados se han llenado de la sensibilidad de los comerciantes. Esta cita de Fuster hace referencia al trabajo del Dr. A. A. Berl, titulado "The moderm legal professión", o sea "La moderna profesión legal".

Los que se complacen en esta interpretación menospreciativa de la validez social de la profesión del abogado, tienden a ser, en su mayoría, sociólogos o especialistas en las ciencias sociales, y ellos cuestionan si es apropiado que se siga tratando a los abogados como un grupo al que consideran privilegiados. Los que no están de acuerdo con la profesión jurídica insisten en que nuestra profesión es un anacronismo social, impugnan los privilegios que tradicionalmente según ellos han disfrutado los abogados, tales corno "el monopolio de las funciones judiciales y de la representación legal, su singular autonomía frente a la regulación gubernemental y el halo sagrado que le provee el apelativo mítico de sacerdotes de la justicia".

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Las referencias anteriores que son un resumen de las corrientes del pensamiento sobre lo que es nuestra profesión y su papel en la sociedad pueden llegar, en un determinado momento, a presentar un cuadro confuso y paradójico sobre lo que es el abogado, el papel que cumple en la sociedad y la necesidad del mismo. Por ello, en este momento en que un grupo de jóvenes abogados se incorpora a nuestro Colegio, resulta conveniente y adecuado que expresemos a ellos lo que los abogados que militamos en este Colegio pensamos en el papel que nos toca cumplir como abogados para beneficio de Venezuela y de los venezolanos.

IV

En Venezuela la abogacía es considerada como una profesión de las llamadas liberales. Su ejercicio está regido por la Ley de Abogados y el Reglamento de ella, por los Reglamentos Internos que dicten los Colegios, así como por ~I Código de Etica Profesional de la Abogacía. También rigen en el ejercicio profesional, las normas que dicta el Instituto de Previsión Social del Abogado, ya que la inscripción, tanto en los Colegios de Abogados como en el Instituto antes mencionado, el INPREABOGADO, tienen carácter obligatorio.

Esta profesión nuestra tiene impuesta por la Ley una obligación fundamental; la dedicación al estudio de las disciplinas que impliquen la defensa del derecho, de la libertad y de la justicia. Sin cumplir con este deber se estará burlando esta obligación legal y ello ocurre cuando simplemente se ejerce la profesión sin que haya una verdadera dedicación al estudio de las disciplinas que implican la defensa del derecho, de la libertad y de la justicia.

Ese deber legal tiene una garantía moral, cual es el juramento que ustedes van a prestar hoy ante la Junta Directiva de nuestro Colegio de Abogados, el cual conlleva la obligación de obedecer la Constitución y Leyes de la República y de cumplir las normas del Código de Etica Profesional del Abogado y demás deberes que a los abogados les impone la profesión que han escogido.

Nuestra legislación distingue claramente entre lo que se llama la actividad profesional del abogado y el ejercicio profesional. La primera, la actividad profesional del abogado, viene descrita como "el desempeño de una función propia de la abogacía o de una labor atribuída en razón de una Ley especial a un egresado universitario en Derecho, o aquellas ocupaciones que exijan necesaria­mente conocimiento jurídico "El segundo, el ejercicio profesional, lo definen las disposiciones legales como "La realización habitual de labores o la prestación de servicios a título oneroso o gratuito, propios de la abogacía, sin que medie,

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nombramiento o designación oficial alguna". Todos los abogados, así cumplan sólo actividad profesional o estén de lleno comprometidos en el ejercicio profesional, quedan sometidos a las disposiciones de la Ley de Abogados, ya que se señala claramente que todo abogado que en ejercicio de una función y en razón de conocimientos especiales en Derecho, preste a terceros, pública o privada­mente, el concurso de su asesoramiento", queda cubierto por las disposiciones de la Ley.

Varios son los deberes que la Ley impone el Abogado. Frente al cliente tiene la obligación de ofrecerle el concurso de la cultura y de la técnica que posee, debiendo ser esmerado en la defensa, prudente en el consejo y sereno en la acción. Sus conocimientos debe aplicarlos con rectitud de conciencia y proceder con lealtad, no sólo con su cliente, sino con sus colegas, y con los jueces ante quienes actúa. Frente a estos últimos, los jueces, la Ley le impone al abogado la obligación de colaborar con ellos en el triunfo de la justicia, fin último de la profesión de abogado.

Una obligación que la Ley impone a los abogados, y que nuestros Colegios deberán imponerse como misión el hacerla efectiva, es el deber que tenemos todos los que ostentamos el título de abogado, salvo negativa razonada. de ejercer las defensas que se nos confién de oficio por los Tribunales y hacerlo en forma gratuita de los que han sido declarados judicialmente pobres. Este deber que nos impone nuestra profesión es lo que la convierte a ella en un servicio a la sociedad. porque si la Ley impolle a quien ocurre ante los Tribunales de Justicia la obligación de contar con la asistencia de un abogado, también a los abogados impone la obligación de brindarles el auxilio de nuestra profesión. La modificación del procedimiento para la declaración de pobreza a fin de hacer expedita su tramitación, es algo que amerita que los Colegios de Abogados estudien y propongan una solución para que una realidad como es la defensa gratuita que la Ley brinda como una consagración de lo que debe-ser el Ministerio de nuestra profesión: luchar por la justicia.

De acuerdo con nuestro Código de Elica Profesional, el abogado es un servidor de la justicia y colabora en su administración; de allí pues, que muchas personas que critican a los abogados ignoren que ellos son parte del instrumento que en el pais existe para poder dar vigencia a las normas legales. Cuando se dice el abogado es un servidor de 10 justicia, es porque como lo hemos dicho anteriormente~ ese es norte de todos sus actos como profesional del derecho. y cuundo se habla de que colabora en su administración. estamos diciendo que sobre él se impone una

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responsabilidad de que la justicia que se administre en nuestros Tribunales y por nuestros jueces, sea independiente, probada y dictada con estricta sujeción a las normas jurídicas.

Me permito aconsejarles, hoy que van a iniciar su vida profesional. que lean con cuidado el texto de nuestro OXiigo de Etica Profesional, ya que esta noche el juramento que ustedes han prestado, incluye el de cumplir fielmente este OXiigo de Etica Profesional. Ese cumplimiento por parte de ustedes, y hacer que los otros colegas cumplan las normas del mencionado Código de Etica, será lo que nos permitirá cumplir con nuestro deber de mantener firme el honor y la dignidad profesionales.

He insistido en esta exposición que en Venezuela la abogacía es una profesión que tiene que adaptarse a las nuevas modalidades sociales. Por ello se encuentra en proceso de cambio.

En el trabajo elaborado por el DI'. Jaime. B. Fuster y al que antes hice referencia, aún cuando su estudio está referido concretamente a la abogacía ejercida en Puerto Rico, aparece que muchas de las menciones que él hace en su trabajo pudiéramos considerarlas como presentes en nuestro país. Dice el Dr. Fuster, "Mucho de los hallazgos expuestos en los capítulos anteriores de este escrito tienden a corroborar la notable presencia en la práctica legal de una característica a la cual frecuentemente se alude en términos populares mediante el concepto de "comercialización". Tanto los propios abogados como otras personas y grupos de la comunidad perciben que la abogacía no se ejerce hoy día como una "profesión", sino como un "negocio". En efecto, una de las conclusiones que este estudio evidencia es la del desarrollo entre una gran cantidad de abogados de una actitud poco profesional hacia la práctica legal. Dicho en palabras más precisas, el ejercicio de la abogacía está tornándose, más rápido que nunca antes. en una mera ocupación lucrativa". Las encuestas realizadas por Fuster y reseñadas en su citado libro. llevan a la conclusión de que por lo menos el setenta por ciento de los abogados entrevistados estaban convencidos de que para ellos. "la abogacía es esencialmente, o en gran medida. un modo de ganarse la vida". La principal perplejidad que confrontan los abogados surge de la antagónica tensión que existe entre la ideología de la profesión como un instrumento de servicio público y la creciente realidad de que la abogacía es un mero grupo ocupacional. Por un lado. toda una serie de elementos convergen para reclamar de los abogados un comportamiento como fiduciarios públicos. guardianes de la integridad del Derecho y ministros de la justicia. L1 tradición occidental sobre la abogacía, la concepción de privilegios que el sistema legal autoriza. el código de ética de la

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profesión, las expectativas de la comw1Ídad y las necesidades de la sociedad, son todos factores o fuerzas que en común requieren una conformación profesional de la abogacía. De otro lado, sin embargo, otra serie de elementos gravitan para impedir o dificultar tal conformación. El creciente pluralismo de la abogacía. la prevalencia de actitudes burguesas, y la pérdida del sentido profesional convergen para impulsar a los abogados en direcciones contrarias a las de racional profesional. Estos señalamientos citados afectan no solamente al abogado ya su profesión, sino fundamentalmente al organismo que los agrupa, al OJlegio de Abogados, como una Institución dinámica, viva, socialmente activa y cwnpliendo un deber, depende exclusivamente de nosotros y de nuestros dirigen tes gremiales.

En la medida de lo posible debemos evitar la politización de los OJlegios de Abogados. pues ello agrega un elemento más de distorsión. La política partidista dentro de los OJlegios de Abogados es algo que en nuestro país es una realidad. y por ello, en otras oportunidades en que he hablado de este tema, he insistido en que no podemos cerrar los ojos ante esa realidad y que lo que debemos hacer los que tenemos una verdadera pasión por el gremialismo y por las cosas que a través del gremio podemos obtener para beneficio nuestro y de nuestra sociedad, es la de utilizar la política en los OJlegios como un instrwnento que coadyuve a su mejor desarrollo y funcionamiento . Entre las cosas que pueden obtenerse a través de esa gestión política está la de darle vigencia a la participación que los OJlegios de Abogados tienen por Ley, en la creación de nuevas leyes, no sólo a nivel nacional sino a nivel regional y local.

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Estamos al comienzo de una década en la cual van a ocurrir hechos que serán fundamentales para el mundo, para nuestro país, y en particular para nuestra profesión. Ya en 1955, Piero Calamandrei, en su obra "Demasiados Abogados". decia: "Esta es la hora en que toda clase que no quiera ser barrida del porvenir inminente. debe realizar sin hipocresías su examen de conciencia y preguntarse sobre que títulos de utilidad común podrá fundar su derecho a existir mañana en una sociedad que ésta ... " Creo que el llamado de Calamandrei. tambÍ\~n h()~1 tiene vigencia, aún mús que antes, dada la serie de modificaciones que en las últimas dos décadas y en distintos países, han sufrido muchas de las estructuras legales. Si bien es cierto que los cambios en In profesión del derecho ocurren con mucha lentitud, lo cierto es que Ins modificaciones fuera del ámbito legal se padecen con tal velocidad que los disposiciones legales tienen que incrementnr In velocidnd de su proceso evolutivo, pues de olra mnnero el crecimiento tecnológico qUeOnni

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fuera de control legal. El Presidente de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, Warren E. Burger, manifestó una vez "Henry Ford, Luis Chevrolet y los Hermanos Wright, han alterado nuestras vidas drásticamente, sin embargo vemos que fundamentalmente los métodos para solucionar las disputas continúan esencialmente estando donde ellos estaban para aquella fecha". En nuestro país el ejercicio profesional ha cambiado relativamente muy poco en los últimos sesenta y cinco años, porque la legislación básica de nuestra Nación es poco lo que se ha codificado en esas seis y media décadas, la enseñanza del Derecho también sufre un gran retraso en nuestro país, pero ello se explica porque la que actualmente se suministra es la que se ajusta a una profesión como medio de vida. Todo ésto ha llevado a nuestro país a una insatisfacción con la administración de la justicia, lo cual es hoy en día un clamor popular y en la cual los abogados, como jueces o como simples profesionales del derecho. Tenemos gran parte de responsabilidad. Creo que es el deber de nuestros Colegios de Abogados, a nosotros sus integrantes y a ustedes, como la sangre nueva que a ellos se incorpora hoy, el tomar como bandera la determinación con precisión de las causas por las cuales esta ineficiente justicia existe en nuestro país y cuales son los remedios legales para poner fin a tal estado de cosas.

Colegas, treinta y cinco años de graduado y una intensa vocación de servicio al gremio me permiten decir a ustedes que debemos ser optimistas en lo que al futuro de nuestra profesión respecta. Las modificaciones legales que requiere este país son profundas. No podemos continuar manejando el número de asuntos que se tramitan diariamente por ante los Tribunales Civiles y Penales con un Código de Procedimiento que data de más de sesenta y cinco años y un Código de Enjuiciamiento Criminal que data de cincuenta y cuatro años atrás. Las leyes más recientes dictadas en el país, señalan siempre como norma supletoría estas dos grandes columnas del Procedimiento Judicial Venezolano, lo cual las hace retroceder en el tiempo y convertirlas en normas inefectivas por más reciente que sea su data .

. La disposición contenida en la Ley de Abogados que atribuye a nuestl'OS Colegios la obligación de "Estudiar y redactar Ante-Proyectos de Leyes, y de enviar al Congreso Nacional, a las Asambleas Legislativas, a los Concejos Municipales, al Ejecutivo Nacional, al de los Estados y a las Comisiones Revisoras de Leyes, cuando lo juzguen oportuno ya título de información, observaciones relativas a las reformas legislativas que estimen procedente", debe ser una disposición que recobre toda vigencia y sea utilizada ampliamente por los Colegios de Abogados, para producir y llevar al seno del Congreso, proyectos de legislación adecuada

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que se ajusten a las necesidades económicas, científicas y culturales de la nueva Venezuela. Entre esas normas deben estar la de la modificación de los estudios de Derecho en el pais, así como también la de las normas que rigen la agremiación profesional. No podemos esperar que otros hagan por nosotros lo que nosotros mismos debemos hacer. Debemos ser nosotros ejemplo de acción en la modificación de la estructura legal del pais, de esa estructura legal que se requiere para adecuarlo a las necesidades de la sociedad venezolana actual. Si nosotros los abogados no cumplimos nuestro deber y no llenamos ese vacío, otros prnfesionales se encargarán de ir adelante.

Nuevos Colegas:

Si no mantenemos la abogacía como una profesión y nos limitamos a considerarla tan sólo como un medio de vida, estaremos destruyendo algo que es vital para la organización social en la que nosotros creemos y la cual queremos conservar y mejorar para beneficio de todos los venezolanos. Este es mi mensaje para ustedes.

Señoras, Señores.

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