Juan Fontaine, El rol macroeconómico del estado

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    Estudios Pblicos, 9 (verano 1983).

    ENSAYO

    EL ROL MACROECONMICO

    DEL ESTADO*

    Juan Andrs Fontaine

    JUAN ANDRS FONTAINE. Profesor de economa de la Universidad de Chile, M. A. en

    economa de la Universidad de Chicago.* Agradezco los valiosos comentarios de J. Cauas, A. Fontaine, F. Joannon, C. Hurta-

    do y S. Piera. Naturalmente, Ios juicios (y los errores) aqu presentados son de exclusivaresponsabilidad del autor.

    n los meses recientes Chile, y el mundo entero, han sido conmo-vidos por la gestacin de profundos trastornos macroeconmicos. Esto ha

    vuelto a poner de actualidad la discusin de la labor del Estado en elcontrol de las fluctuaciones cclicas de la economa. El tema abarca todauna rama de la ciencia econmica y ha concentrado los esfuerzos de losms variados economistas desde hace doscientos aos. El presente artculoofrece una apretada sntesis de lo que a mi juicio constituye la visinmoderna acerca de lo que hace, puede y debe llegar a hacer el Estado anteel problema macroeconmico.

    El problema macroeconmico central es la existencia de fluctuacio-

    nes cclicas o pendulares en la actividad econmica (seccin 1). La teoramacroeconmica ha estudiado detenidamente las causas del fenmeno,concluyendo que ste proviene de perturbaciones en la demanda global (deorigen nacional o internacional; real o monetario) en un contexto deincertidumbre y expectativas construidas con informacin imperfecta (sec-cin 2).

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    El nudo de la controversia macroeconmica se refiere al rol delEstado ante el ciclo econmico. Los gobiernos disponen de determinados

    instrumentos polticas fiscal, monetaria y cambiaria que pueden em-plear con el objeto de atenuar las fluctuaciones cclicas. La posicin clsicaasociada a David Ricardodesconfa de la labor estabilizadora de losgobiernos y propone que ellos adopten una actitud neutral frente a lasoscilaciones cclicas (seccin 3). La posicin keynesiana, en cambio, favo-rece el empleo discrecional por parte de la autoridad de las polticas deestabilizacin con la finalidad de compensar shocks desestabilizadores ori-ginados en el pas o importados desde el extranjero (seccin 4).

    La visin contempornea de la funcin anticclica del Estado espresentada en la seccin 5. Si el ciclo proviene en ltima instancia de ladesinformacin de los agentes econmicos acerca de las circunstanciasmacroeconmicas, la poltica anticclica puede jugar un rol positivo slo sicontribuye a reparar esta deficiencia de informacin. Para ello la adminis-tracin de los instrumentos fiscales, monetarios y cambiarios por parte delos gobiernos debe enmarcarse en reglas activas o pasivas claras, esta-bles y confiables.

    Sera demasiado ambicioso el proyecto de encerrar en un artculouna materia que constituye quizs la ms frondosa rama de la cienciaeconmica. El presente trabajo deja afuera numerosos planteamientos teri-cos y empricos de inters. El acento es puesto sobre los temas ms vincu-lados a la discusin pblica de las polticas de los gobiernos, desde laperspectiva de la teora macroeconmica moderna.

    1. El problema macroeconmico

    La preocupacin macroeconmica nace del hecho de que las econo-mas experimentan peridicas, pero irregulares, fluctuaciones en sus nive-les de produccin, empleo, precios y salarios. El fenmeno se conoce bajoel nombre de ciclo econmico y constituye el problema central que estudiaaquella rama de la ciencia econmica denominada teora macroeconmicao monetaria.

    El fenmeno cclico est bien documentado en la Historia desde lostiempos de Jos en Egipto. Durante la Edad Media, tenemos conocimientode prolongadas fluctuaciones asociadas a movimientos demogrficos1. Los

    1 North, Douglas y Thomas, Robert. The Rise of the Western World: A New EconomicHistory. Cambridge University Press, 1973.

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    perodos de prosperidad eran acompaados de aumentos en la poblacin, locual terminaba reduciendo los salarios reales. Sobrevenan as la pobreza y

    sus secuelas: las hambrunas y las pestes. La poblacin declinaba. La consi-guiente escasez de mano de obra haca resurgir los salarios reales y con ellopaulatinamente regresaba la prosperidad.

    La historia del Chile republicano registra la primera recesin severaen 1859, siguiendo la fase declinante de un ciclo mundial. El fenmeno serepite a lo largo de la dcada de 1870. Ms tarde, en 1895, se desata unanueva onda depresiva vinculada a la poltica monetaria y cambiaria delperodo. Entre las fluctuaciones siguientes destaca la Gran Depresin de

    1929-1931, que nos golpea con inusitada fuerza. Luego, la economa chile-na evoluciona con fluctuaciones moderadas hasta 1972-1975, cuando sesuman los serios desequilibrios causados por la poltica econmica delgobierno socialista y la severa crisis mundial del petrleo. La reactivacincomienza en 1976 y nos lleva en 1978-1981 a un auge extraordinario. Amediados de ese ao, el pas se precipita en la recesin ms drstica desdehace medio siglo.

    El ciclo presenta algunos comportamientos tpicos. La produccin y

    el empleo de todos los sectores de la actividad econmica se mueven en lamisma direccin, aunque aquellos dedicados a los bienes de capital y losdurables (como la construccin) experimentan oscilaciones de una ampli-tud mayor. Estos movimientos describen ondas de longitud variable, peroes difcil que la fase depresiva supere los veinte meses. La velocidad de larecuperacin est normalmente asociada a la profundidad de la cada. Losprecios y los salarios siguen tambin el ritmo cclico, aunque estos ltimossuelen presentar cierta inercia. Las utilidades de las empresas y los valores

    de las acciones son extremadamente sensibles al ciclo y describen ondas degran amplitud. Finalmente, las tasas reales de inters tienden a moversecontra la corriente pendular.

    Semejantes regularidades hicieron pensar a los economistas de cin-cuenta aos atrs que era posible encontrar una frmula matemtica quedescribiese las desviaciones de las distintas variables econmicas desde sutrayectoria normal2. Se buscaba una ley determinstica para el comporta-miento cclico, as como aquellas que describen los movimientos de las

    2 Los modelos tericos correspondientes generaban ciclos llamados endgenos, adiferencia de los de carcter exgenos que son causados por factores extraos al modelo.Trabajos clsicos de esta lnea son el de Tinbergen, Jan: Business Cycles in the United Statesof America, 1919-32 League of Nations, 1939; y el de Samuelson, Paul: Interaction betweenthe multiplier analysis and the principle of acceleration.Readings in Business Cycle Theory,McGraw-Hill, 1944.

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    ondas fsicas. El valor econmico de semejante hallazgo habra sido incal-culable, pues habra permitido calibrar perfectamente las acciones del go-

    bierno a fin de eliminar el ciclo econmico. Desgraciadamente, ello no esposible. Pese a las regularidades descritas, las oscilaciones econmicas soninherentemente aleatorias, lo cual se debe a que ellas resumen las accionesy reacciones de numerossimos individuos, influidos por acontecimientos,polticas, anuncios, rumores y expectativas. Tcnicamente, el movimientocclico puede tan slo ser simulado por ecuaciones diferenciales estocsti-cas y ello nos deja bastante lejos de la buscada frmula determinstica.

    2. Las causas del ciclo econmico

    Para la teora econmica clsica la existencia del ciclo econmicoconstituy un desafo insuperable. Dicho fenmeno se caracteriza por elmovimiento conjunto de los niveles de produccin y de precios. La teoraclsica est bien equipada para comprender los eventos que afectan lacomposicin del producto o del consumo, de acuerdo a la teora de losprecios o, lo que es lo mismo, la ley de la oferta y de la demanda. La

    progresiva acumulacin de recursos productivos le permita tambin enten-der el crecimiento econmico, pero las fluctuaciones paralelas del produc-to, del empleo y del nivel general de precios en torno a esa trayectoria decrecimiento estuvieron siempre en la agenda de los problemas pendientes.

    Aunque Lord Keynes tampoco resolvi el problema, su mrito esque llev el tema del ciclo econmico a la perspectiva adecuada. El econo-mista ingls en sus anlisis de la determinacin del nivel de producto y deempleo puso el acento en la variabilidad de las circunstancias econmicas3.

    Influido sin duda por los sucesos de los aos treinta, centr su teora en lainestabilidad de la conducta de los inversionistas, pero desde el punto devista terico, la importancia que l le concedi a la existencia de shocksaleatorios es su mayor legado. En la actualidad parece difcil entender ladiscusin macroeconmica sin concebir al comportamiento individualcomo frecuentemente bombardeado por nuevos acontecimientos, polticasestatales, anuncios y rumores.

    La mera existencia de inestabilidad en el entorno econmico no es

    suficiente, sin embargo, para comprender el ciclo moderno. Las fluctuacio-nes econmicas de la era precapitalista estaban estrechamente vinculadas ala escasez y la abundancia de la mano de obra, de las cosechas, etc. Lonotable del ciclo econmico actual es que ha invertido la relacin entre la

    3 Keynes, John. The General Theory of Employment, Interest and Money, Macmillan,1936. Ver captulo 22.

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    abundancia y la prosperidad. As, las pocas de depresin ostentan hoygruesos excedentes de bienes que no encuentran comprador y brazos traba-

    jadores obligados a permanecer ociosos. El fenmeno que nos preocupa noes entonces causado por perturbaciones en la oferta global de bienes yservicios, sino en la demanda4.

    Los economistas clsicos construyeron sus teoras bajo el supuestode que los individuos conocen la naturaleza exacta del medio en que sedesenvuelven. Bajo tales condiciones los shocks de demanda global aque-llos que causan ciclos deban terminar afectando slo al nivel general deprecios. Los volmenes agregados de produccin y empleo deban perma-

    necer en sus niveles de equilibrio, determinados por las preferencias indivi-duales y las condiciones tecnolgicas. La constatacin de que a lo largo delciclo se observan fluctuaciones paralelas en los niveles de actividad y deprecios fue siempre una prueba rebelde a los teoremas clsicos de la teorade precios.

    Slo recientemente la ciencia econmica ha dado con una concep-tualizacin del fenmeno que reconcilia los venerables postulados de lateora de precios con la evidencia macroeconmica. En la perspectiva mo-

    derna, los agentes econmicos operan en un ambiente inherentemente in-cierto. Ellos pueden destinar recursos a la obtencin de informacin econ-mica y as mejorar la calidad de sus decisiones. Pero la complejidad de laspredicciones requeridas hace que siempre les resulte conveniente mantenerun grado no despreciable de ignorancia econmica5. Las lecciones elemen-tales de macroeconoma, siguiendo a los clsicos, suponen que los indivi-duos conocen el medio en que operan, pero ello elimina de cuajo la existen-cia del problema macroeconmico.

    Cuando existe desinformacin macroeconmica son perfectamentecomprensibles las fluctuaciones cclicas6. Las perturbaciones que mueven a

    4 Lo cual no quiere decir, por cierto, que ciertos shocks originados en el aparatoproductivo (por ejemplo, el alza del petrleo) no tengan consecuencias macroeconmicas. Elpunto est en que dichos shocks provocan fluctuaciones cclicas a travs de la demanda global.

    5 George Stigler, Premio Nobel 1982, es el autor de esta lnea de anlisis econmicode la informacin. Ver G. Stigler: The Economics of Information, Journal of PoliticalEconomy, junio 1961, y los artculos correspondientes del presente volumen deEstudiosPblicos.

    6 El argumento fue presentado originalmente por Edmund Phelps. (Introduction: Thenew Microeconomics in Employment and Inflation Theory en Microeconomic Foundationsof Employment and Inflation Theory, editado por Phelps et al., Norton, 1970) y Milton Fried-man (The Role of Monetary Policy, reproducido en M. Friedman, The Optimun Quantity ofMoney and Other Essays, Aldine, 1969). El enfoque ha sido perfeccionado por Robert Lucasen numerosos artculos y la presentacin aqu ofrecida est muy influida por su Understan-ding Business Cycles, en Brunner y Meltzer (eds.) Stabilization of the Domestic and Interna-tional Economy, North Holland, 1977.

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    la demanda global alteran a ciertos precios. Si las personas y las empresasestuvieran perfectamente convencidas de que el fenmeno es de carcter

    global, entenderan que todos los precios deberan moverse simultneamen-te y al permanecer inalterados los precios reales no modificaran susdecisiones de consumo, de empleo, de produccin o de inversin. Pero suignorancia respecto del carcter global del fenmeno los conduce a confun-dir los cambios en los precios nominales con variaciones reales y a alterar,en consecuencia, dichas decisiones en la direccin del ciclo.

    La desinformacin macroeconmica es particularmente aguda enaquellas decisiones que significan compromisos futuros. En estos casos los

    individuos suelen celebrar contratos para as distribuir los riesgos7. Loscontratos estipulan precios de acuerdo a las expectativas de las partes. Ellointroduce rigidez a ciertos precios, aun en ausencia de regulaciones estata-les. La inflexibilidad de precios es la razn ms poderosa de por qu lasvariaciones en la demanda global provocan tendencias expansivas o recesi-vas en la actividad econmica en vez de limitarse a afectar la inflacin.

    La inflexibilidad de precios es notoria en los mercados de capitalesy laboral. En el primero, se transan crditos y arriendos a diferentes plazos

    con precios tasas de inters preestablecidas de acuerdo a las expectati-vas de inflacin y de rentabilidad de los negocios. En el segundo, loscontratos de trabajo establecen remuneraciones y condiciones laborales se-gn las expectativas de inflacin y de productividad. En ambos casos lasvariaciones imprevistas en las circunstancias dejan a los precios correspon-dientes fuera de su equilibrio, y ello genera ajustes en las ventas, la produc-cin y el empleo. En ambos, tambin, es frecuente encontrar regulacionesestatales reajustes automticos, precios mnimos o mximos, transaccio-

    nes prohibidas que agregan rigidez. Pero es importante destacar que aunen ausencia de tales disposiciones se ha observado que estos precios clavesmuestran inercia y ello no debe llamar la atencin en un mundo caracteriza-do por informacin incompleta e incertidumbre8.

    Hasta ahora, sin embargo, no nos hemos referido a los factores quedeterminan las fluctuaciones en la demanda global. Su identificacin esindispensable para el diseo de polticas anticclicas. Existen dos grandes

    7 El anlisis de la racionalidad econmica de los contratos ha cobrado mucho intersterico en los ltimos veinte aos. Una resea de los principales argumentos puede encontrar-se en J. A. Fontaine, Informacin Imperfecta y Contratos en el Mercado Laboral: Implican-cias Macroeconmicas, Documento de Trabajo N 47, Instituto de Economa, UniversidadCatlica de Chile, 1977.

    8 Ver, por ejemplo, Gordon, Robert, Output Fluctuations and Gradual Price Adjust-ment,Journal of Economic Literature, XIX, 2, junio 1981.

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    hiptesis respecto del origen de las perturbaciones, vlidas tanto para losciclos de carcter nacional como para aquellos importados desde el resto

    del mundo9. La primera est asociada hoy al nombre de Lord Keynes y leatribuye a la incontrolable y desobediente sicologa del mundo de losnegocios la responsabilidad sobre las variaciones en los gastos de consu-mo e inversin de los residentes y los extranjeros (exportaciones)10. Sucesi-vas oleadas de optimismo y de pesimismo provocan segn el pensamien-to keynesiano oscilaciones en la inversin privada, la cual se estimafundada sobre endebles y hasta antojadizas expectativas de rentabilidadfutura. Por cierto dicho comportamiento es conceptualmente aplicable tam-

    bin a los consumidores (cuyas decisiones incorporan expectativas de in-gresos futuros, especialmente en sus compras al crdito) y a los inversionis-tas del sector pblico.

    La segunda hiptesis se concentra en el mercado del dinero. Sostie-ne que los ciclos econmicos encuentran su origen en desequilibrios mone-tarios y su principal defensor es hoy Milton Friedman, quien ha sealado:No s de depresin severa alguna, en ningn pas y ninguna oportunidad,que no haya sido acompaada de una aguda disminucin en el volumen de

    dinero11. El apoyo terico de esta posicin est constituido por la denomi-nada teora cuantitativa y que fue enunciada lcidamente por el filsofoDavid Hume en 175012:

    En consecuencia, encontramos que en cada reino hacia el cual eldinero comienza a fluir en mayor abundancia que antes, todo adquie-re una nueva cara; el trabajo y la industria ganan vida; el comercian-te deviene ms emprendedor, e incluso el campesino sigue su aradocon ms entusiasmo y atencin...Para explicar este fenmeno, debemos considerar que, aunque unmayor precio de las mercaderas es la consecuencia necesaria del

    9 Las dos grandes hiptesis que a continuacin presentamos se refieren a las causasde las fluctuaciones de la demanda global y explican los ciclos en funcin de ellas. Debedestacarse que no todas las explicaciones del fenmeno cclico se concentran en el anlisismacroeconmico. Es frecuente en los debates correspondientes encontrar explicaciones decarcter estructural, que se fundan en la presunta existencia de distorsiones inevitables en la

    libertad de precios, el libre comercio o los mercados competitivos. Este es el camino quesigui Karl Marx (y sus seguidores), el cual, aunque no ofreci una interpretacin coherentedel fenmeno, lo consider una manifestacin gruesa de las contradicciones del capitalismoy un preludio de su inevitable destruccin.

    10 Keynes, op. cit., p. 313.11 Milton Friedman, Capitalism and Freedom. University of Chicago Press, 1962,

    p. 50.12 D. Hume. Of Money,Essays, Oxford University Press, 1750.

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    aumento del oro y la plata, ello no se produce inmediatamente yalgn tiempo es requerido para que el dinero circule a travs de todo

    el Estado y se haga sentir sobre las personas de todos los rangos... Enmi opinin, es slo durante este intervalo o situacin intermediaentre la adquisicin del dinero y el alza de precios que el aumento enla cantidad de oro y plata es favorable a la industria (pp. 293-4).

    En el terreno emprico, la hiptesis monetarista ha cobrado fuerzaluego de minuciosas investigaciones histricas que concluyen que los des-equilibrios monetarios han tenido normalmente su origen en una adminis-

    tracin desacertada de la poltica monetaria por parte de los bancos centra-les13. La oferta de dinero es controlada directa o indirectamente activa opasivamente por los bancos centrales en los regmenes monetarios con-temporneos. Dichos estudios prueban que las perturbaciones de la po-ltica monetaria, a veces subordinada a los requerimientos de la polticafiscal o de la poltica cambiaria, son fuente de desequilibrios monetarios yfluctuaciones cclicas.

    En el caso chileno, por ejemplo, las cuatro ltimas recesiones seve-ras pueden explicarse bajo el prisma monetarista. Tres de ellas, la de 1895-98, la de 1931-32 y la de 1981-82, corresponden a desajustes monetariossubordinados a la poltica cambiaria14. El comportamiento monetario en elciclo recesivo de 1973-75 tuvo su origen, en cambio, en los desajustesprovocados por la poltica fiscal del perodo inmediatamente anterior. Aun-que la historia econmica chilena aporta valiosas evidencias en favor de lahiptesis monetarista, los ciclos mencionados son susceptibles tambin deinterpretaciones diferentes.

    Las predicciones que fluyen de ambas hiptesis son difciles de

    constatar, porque las relaciones macroeconmicas forman una red de inter-dependencias, de modo que las perturbaciones originadas en un sector re-

    13 Ver, por ejemplo, Milton Friedman y Anna Schwartz, A Monetary History of theUnited States, National Bureau of Economic Research, 1963; y Rolf Lders, Una HistoriaMonetaria de Chile: 1925-58, Cuadernos de Economa, N 20, abril, 1970.

    14 Escapa a los propsitos del presente artculo la descripcin detallada de estossucesos histricos. A modo de ilustracin conviene, sin embargo, recordar que la crisis de1895-98 fue precipitada por una revaluacin del peso del orden de 18% producto de larestauracin del rgimen de padrn oro con un tipo de cambio inferior al vigente en elmercado. La contraccin monetaria consiguiente desat una recesin que dur hasta 1898,cuando la recuperacin fue impulsada por la liberacin del cambio y una fuerte expansinmonetaria. La crisis de 1931-32 de gravsimas consecuencias en todo el mundo se agudi-z en Chile, porque el ajuste bajo padrn oro gener una drstica contraccin monetaria. Larecuperacin tambin exigi devaluacin y expansin monetaria. Las analogas con el caso dela recesin actual son evidentes (aun cuando el problema es de menor magnitud).

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    percuten hasta en los confines del sistema. Las fluctuaciones en el gasto deconsumo y de inversin son acompaadas normalmente de variaciones en

    la demanda de dinero, las cuales, si no son compensadas por la polticamonetaria, generan desequilibrios monetarios. Las fluctuaciones en la ofer-ta de dinero se transmiten hacia el gasto de consumo e inversin, generan-do desequilibrios que parecen consistentes con la explicacin keynesianadel ciclo. Finalmente, los gastos tienen como contrapartida operaciones decrdito y la oferta de dinero est vinculada a la disponibilidad de crdito.Las dos hiptesis comentadas se reflejan entonces tambin en el mercadocrediticio15.

    En suma, las economas son peridicamente separadas de su trayec-toria normal por la aparicin de shocks inesperados, los cuales no sonneutralizados de inmediato por ajustes en los precios y salarios. Estosshocks pueden ser originados tanto por fluctuaciones en los gastos de inver-sin y de consumo como por perturbaciones en la oferta de dinero. Ambosdesatan movimientos pendulares en la produccin y el empleo.

    Las explicaciones keynesiana y monetarista de las oscilaciones de lademanda global (y del ciclo, en consecuencia) son conceptualizacionesdiferentes, pero complementarias del fenmeno en cuestin. Se diferencianen cuanto a su versin del punto de partida de los shocks desestabilizadoresy en su apreciacin respecto de la estabilidad relativa de las relaciones degasto-ingreso y de la velocidad de circulacin del dinero. Ellas, por tanto,orientan la bsqueda de polticas anticclicas en una direccin distinta. Laconfrontacin emprica de las hiptesis rivales forman una gruesa seccinde la literatura econmica y, a mi juicio, conducen a una conclusineclctica16.

    15 Es por eso que la intuicin de los economistas de corte clsico como Thornton,Mill, Von Mises, Von Hayek y Simons, que centraron su descripcin del ciclo en elmercado del crdito, es compatible con las dos hiptesis presentadas en el texto. La ventajade concentrarse en el gasto y el dinero es que dirigen la atencin hacia las polticas fis-cales y monetarias; en cambio, el crdito es un concepto cuya contrapartida emprica eselusiva.

    16 Trabajos clsicos en la materia son los de M. Friedman y D. Meiselman (TheRelative Stability of Monetary Velocity and the Investment Multipler in the United States,Stabilization Policies, Commission on Money and Credit, Prentice Hall, 1963) y de L. Ander-son y J. Jordan, Monetary and Fiscal Actions: A Test of their Relative Importance in Econo-mic Stabilization, Review of the Federal Reserve Bank of St. Louis, Nov. 1968), los cualesenfatizan la hiptesis monetarista. La contra argumentacin ha estado a cargo, entre otros, deF. Modigliani y Ando A. (The Relative Stability of Monetary Velocity and the InvestmentMultiplier, American Economic Review, 55, Sep. 1965) y J. Tobin (Money and Income:Post Hoc, Ergo Propter Hoc.? Quaterly Journal of Economics, mayo 15, 1970).

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    3. David Ricardo y la neutralidad estatal

    En la seccin anterior concluimos que la raz del fenmeno est enla desinformacin macroeconmica. La presencia de shocks inesperados eslo que provoca las fluctuaciones paralelas en todos los precios y las activi-dades productivas. De acuerdo a la teora convencional de la labor econ-mica del Estado deberamos entender su papel macroeconmico como des-tinado a reparar la falta de informacin. La proposicin ms elemental eneste sentido es el subsidio a la difusin de estadsticas y pronsticos. Elpensamiento macroeconmico, sin embargo, no ha tomado este camino,

    sino que ms ambiciosamente se ha concentrado en la bsqueda defrmulas de control de las causas inmediatas de los shocks desestabilizado-res. La controversia en esta materia dice relacin con la actitud que deberecomendrsele a los gobiernos: neutralidad ante el fenmeno cclico vs.discrecionalidaden la administracin de medidas estabilizadoras.

    La posicin de los economistas clsicos desconfa de la capacidaddel Estado para combatir el ciclo y supone que el dotar a los gobiernos deinstrumentos para desarrollar esa labor puede transformarlos en una fuente

    de inestabilidad. Por eso propone la neutralidad del Estado ante los sucesoscclicosl7. Respecto de la administracin monetaria, encuentra su primerexponente en David Ricardo, quien escribe18.

    Cuando contemplo las dainas consecuencias que pueden seguir auna reduccin fuerte y sbita del circulante, como tambin de ungran aumento de aqul, no puedo sino lamentar la facilidad con queel Estado ha armado al Banco (de Inglaterra, equivalente al BancoCentral) de tan formidables prerrogativas (p. 243).

    La poltica macroeconmica es conducida, directa o indirectamente,por el proceso poltico. Ello significa que sus metas a menudo no coincidencon las del ideal del gobierno estabilizador. En primer lugar, ello se debe aque la poltica fiscal y la poltica monetaria son, simultneamente, instru-mentos de conduccin macroeconmica y de financiamiento de la gestindel gobierno. Hay abundantes evidencias del empleo de las herramientasfiscales y monetarias (emisin) como expediente financiero del Fisco y ello

    suele conspirar contra los objetivos de estabilizacin macroeconmica. En

    17 Esta posicin de economistas clsicos tan destacados no era compartida por otrostales como Thornton y Mill, ver Hicks. John: Monetary Theory: An Attempt at Perspective,en su Critical Essays in Monetary Theory, Clarendon Press, 1967.

    18 D. Ricardo, The Principles of Political Economy and Taxation, 1817.

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    el caso de Chile, por ejemplo, la poltica monetaria durante gran parte delsiglo estuvo dictada por las necesidades fiscales y la inflacin resultante

    jug el papel de un impuesto oculto19.En segundo lugar, los gobiernos de carne y hueso tienen la tenden-

    cia a administrar los instrumentos macroeconmicos con fines polticos. Elhecho ha sido intensamente estudiado por economistas y cientistas polti-cos, los que han recogido abundantes evidencias acerca de los motivospolticos de la labor macroeconmica del Estado. Estos estudios han for-mulado una hiptesis que no slo descarta la existencia de una accinestabilizadora de los gobiernos, sino que supone que los ciclos son causa-

    dos por stos en su afn de maximizar popularidad y resultados electorales.Segn ellos, los gobiernos desencadenaran, por ejemplo, poderosas fuerzasreactivadoras en los perodos preeleccionarios, confiando en aplicar medi-das correctivas en tiempos de mayor seguridad poltica. La hiptesis es, porcierto, discutible, pero tiene considerable asidero emprico20.

    El uso de la poltica macroeconmica con propsitos de financia-miento estatal o de xito electoral es una razn para ser escpticos de lagestin estabilizadora del Estado. Dicho escepticismo ha llevado a muchos

    a proponer en la tradicin de David Ricardo la neutralidad estatal enmateria macroeconmica como la mejor contribucin de ste en la tareaanticclica.

    La inquietud ricardiana ha renacido en los ltimos aos a partir de lafrustracin del optimismo keynesiano respecto al rol de la poltica ma-croeconmica. En Estados Unidos, por ejemplo, el debate en torno a fr-mulas destinadas a limitar la accin macroeconmica del Estado ha alcan-zado nivel constitucional. A Chile, el ricardianismo arrib bajo la forma de

    la fijacin indefinida del tipo de cambio nominal. Uno de los argumentos

    19 El problema del impuesto inflacin ocup largamente a los economistas moneta-rios clsicos. Adam Smith seal que ... en cada pas del mundo, creo, la avaricia la injusticiade los prncipes y Estados soberanos los ha llevado, abusando de la confianza de sus sbditos,a disminuir gradualmente la cantidad de metal contenida originalmente en sus monedas (A.Smith, The Wealth of Nations, Random House, 1776, p. 27). El tema es abordado tambin porLudwig von Mises en su The Theory of Money and Credit, publicado originalmente en alemnen 1912 (ltima edicin inglesa, Irvington-on-Hudson, New York, 1971). Una versin moder-na del fenmeno puede encontrarse en Sjaastad, L. Why Stable Inflations Fail: An Essay in

    Political Economy en Parkin (ed.) lnflation in the World Economy.20 La hiptesis tuvo su origen en los trabajos de W. D. Nordhaus (The PoliticalBusiness Cycle, Review of Economic Studies, 42, abril 1975) y B. S. Frey (Political-Econo-mic Models and Cycles,Journal of Public Economics, 9, abril 1978, y varios otros). Un buenresumen de las evidencias correspondientes aparece en E. Tufte, Political Control of theEconomy, Princeton University Press, 1978. Para una discusin crtica del enfoque, ver G.Stigler, General Economic Conditions and National Elections,American Economic Review,63, mayo 1973.

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    que ha defendido a esta medida (hay otros) ha sido precisamente el queimpona disciplina fiscal y monetaria21. La comparacin entre esta y otras

    frmulas de neutralidad es abordada en un contexto ms amplio en laseccin subsiguiente.

    Sin embargo, es necesario sealar aqu que la descripcin de lasfallas de la intervencin estatal no es suficiente para delimitar el rol ma-croeconmico del gobierno. En primer lugar, toda accin estatal est ex-puesta a distorsiones segn los incentivos que orienten a las decisionespolticas. La pregunta pertinente es entonces acerca del conjunto de incenti-vos que mejor orientan a la poltica macroeconmica en el sentido deseado.

    La respuesta ricardiana parece ser que las reglas indicadas son aquellas queprivan a los gobiernos de toda funcin anticclica. Pero es posible concebirreglas menos extremas que atenen las distorsiones de la intervencin esta-tal. (Por ejemplo, la separacin administrativa entre el Ejecutivo y el BancoCentral).

    En segundo lugar, si se acepta la proposicin de la neutralidad ma-croeconmica del gobierno, caben, como sealamos, diferentes frmulasneutrales. En presencia de shocks originados en el sector privado o prove-

    nientes del extranjero, las diferentes frmulas neutrales describen ajustescclicos distintos. Para seleccionar la frmula ptima es necesario estable-cer un marco conceptual para el anlisis de la poltica macroeconmica,labor que abordamos en la seccin 5.

    Finalmente, debe agregarse que la neutralidad macroeconmica espuesta a prueba en los perodos de depresiones severas o de crisis econmi-ca. Entonces las consecuencias econmicas, polticas y sociales del proble-ma suelen generar una demanda incontenible por intervencin estatal. En la

    visin ricardiana, la neutralidad del Estado puede hacer mucho por evitarlas crisis, pero una vez que ya se han suscitado por shocks privados nacio-nales o mundiales, no es claro que pueda ser preservada.

    4. Lord Keynes y la discrecionalidad estatal

    La opcin opuesta a la neutralidad, es la discrecionalidad en la

    conduccin de la poltica macroeconmica. Entre los defensores de estaposicin, sobresale, como es sabido, Lord Keynes. En el pensamiento key-nesiano, el ciclo proviene de la inestabilidad de las decisiones privadas de

    21 Esta lnea de argumentacin es acogida, por ejemplo, por Hernn Corts, SistemasCambiarios y Polticas Monetarias, Cuadernos de Economa N 48, 1979.

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    consumo o inversin. Esta inestabilidad est asociada a factores sicolgi-cos, los cuales no slo desatan las fluctuaciones cclicas sino que pueden

    obstruir los mecanismos de mercado que de otro modo restableceran elequilibrio. Para Keynes era altamente probable que, por ejemplo, las eco-nomas se estacionaran naturalmente en posiciones de equilibrio en lasque subsistiese abundante desempleo22.

    La prescripcin keynesiana le atribuye al Estado el deber de orde-nar el volumen de inversin y as mitigar el ciclo econmico. A cargo dela poltica macroeconmica imagina a un grupo de expertos que, siemprealertas y bien informados, aplican las dosis apropiadas de estimulantes o de

    sedantes a la economa, segn el desempleo tienda a subir o bajar respectode su nivel normal23.

    Como hemos sealado, para los economistas clsicos el desafo te-rico que ofreca el ciclo econmico era interpretarlo segn los teoremas dela teora de precios, los cuales han probado su eficacia en otros campos ysirven de fundamento a la fe de tantos economistas en las virtudes de losmercados. Keynes, en cambio, tom por un atajo y resolvi abandonar, conel slo propsito de explicar el ciclo econmico, los postulados clsicos.

    Propuso entonces un modelo terico el primer modelo macroeconmico,propiamente tal que reproduce mecnicamente las regularidades empri-cas del ciclo sin hacer uso de los teoremas tradicionales del comportamien-to de los agentes econmicos. Las versiones posteriores del keynesianismo,todas comparten esta bsqueda de modelos matemticos que simulan, perono explican, el comportamiento pendular de la economa24.

    La ruptura de Keynes con la tradicin clsica signific un divorcioentre la macroeconoma y la microeconoma (o teora de precios). Esta

    ltima, estudia el comportamiento racional de los individuos en un mundocaracterizado por la escasez. El postulado de la racionalidad acota las con-ductas posibles y permite predecir las reacciones individuales ante cambiosen su medio ambiente, tales como alzas de impuestos, disminuciones en los

    22 La teora monetaria ha demolido intelectualmente los argumentos keynesianosrespecto a la incapacidad del mercado para recuperar por s solo una posicin de equilibrio.Sin embargo, la posicin keynesiana retiene validez cuando se la interpreta en trminos deltiempo y el costo social requerido para completar el proceso.

    23

    El supuesto poltico implcito ha sido considerado ingenuo, a la luz de las eviden-cias recientes. Ver Buchanan, James y Wagner, Richard, Democracy in Deficit: The PoliticalLegacy of Lord Keynes, Academic Press, 1977.

    24 Toda teora puede decirse que explica, en el fondo, simulando hechos reales (Si-mon, Herbert. The Sciences of the Artificial, MIT Press, 1969). El nfasis del texto serefiere, sin embargo, a la existencia de una construccin lgica consistente en el caso de lasexplicaciones, comparada con simulaciones basadas en meras reglas mecnicas extradasdirectamente de la experiencia que se pretende interpretar.

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    salarios o cambios en el costo del crdito. El keynesianismo abandon ladisciplina terica que impone el postulado de la racionalidad y se content

    con trabajar en base a ciertas regularidades empricas extradas directamen-te de las experiencias del ciclo, tales como la funcin consumo, el multipli-cador de la inversin, el acelerador de la inversin y la preferencia porliquidez.

    Las mencionadas regularidades empricas constituyen los datos b-sicos que, en el paradigma keynesiano, permiten al conductor de la polticamacroeconmica calibrar las medidas anticclicas requeridas en cada cir-cunstancia. A partir de parmetros derivados del comportamiento histrico,

    los economistas keynesianos discuten, evalan y miden los efectos de lasdistintas recetas macroeconmicas.

    El pensamiento keynesiano fue acogido con entusiasmo por la pro-fesin econmica llamada ahora a desempear un papel nunca antessoado y a partir de los aos cincuenta pas a ser aplicado intensamenteen diversos pases (incluido Chile). Escapara a los propsitos del presenteartculo una evaluacin acabada de los resultados de la praxis keynesiana.No es aventurado, sin embargo, concluir que la discrecionalidad keynesia-

    na luego de un perodo inicial aparentemente exitoso ha frustrado lasexpectativas de la profesin y que se ha tornado crecientemente incapaz deproducir los efectos buscados. La mezcla de inflacin y desempleo obser-vada en los aos setenta en casi todas las economas occidentales ha sido eltiro de gracia sobre las recetas keynesianas que recomendaban medidasexpansivas en presencia de desempleo.

    Una explicacin de la falla puede encontrarse en los incentivos delos gobiernos para emplear la poltica macroeconmica con propsitos

    electorales o de financiamiento fiscal. Como sealamos, temores semejan-tes avalan la proposicin ricardiana de la neutralidad del Estado en materiamacroeconmica. Pero hay una razn ms fundamental. La raz del proble-ma est como ha sealado Robert Lucas en el abandono por parte delkeynesianismo del postulado de la racionalidad y el consiguiente divorcioentre la teora keynesiana y la teora de precios25.

    Si los individuos son racionales, su comportamiento est condicio-nado por las polticas vigentes. Los cambios predecibles en dichas polticas

    provocan determinadas alteraciones en sus decisiones de consumo, de in-versin y de administracin de su riqueza. Estas reacciones ignoradas

    25 La crtica ms maciza que, hasta ahora, haya recibido la teora keynesiana seencuentra, a mi juicio, en Lucas, Robert: Econometric Policy Evaluation: A critique enBrunner y Meltzer (eds.) The Phillips Curve and Labor Markets, North Holland, 1976.

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    por el paradigma keynesiano pueden frustrar las intenciones de los con-ductores macroeconmicos. El xito de toda poltica anticclica depende en

    consecuencia, de las reacciones que despierta entre los agentes econmi-cos. Los modelos keynesianos, por basarse en meras regularidades empri-cas extradas del comportamiento histrico, suelen ser incapaces de prede-cir estas reacciones. La conclusin es que el mtodo keynesiano no permiteevaluar y recomendar polticas anticclicas.

    De acuerdo al postulado de la racionalidad, la discrecionalidad key-nesiana puede tener xito slo si toma por sorpresa a los individuos y ellosen consecuencia no alcanzan a adaptar su conducta. Este es el caso, por

    ejemplo, de la proposicin (keynesiana) de comprar una reduccin en eldesempleo a travs de una mayor inflacin. El argumento supone que lainflacin reduce el costo real de la mano de obra y estimula la demanda detrabajo de las empresas. Ello es efectivo slo si los trabajadores son sor-prendidos por la inflacin, ya que de otro modo ellos o sus sindicatosactivaran sus demandas salariales y frustraran las ganancias de empleo. Elejemplo es interesante, porque muestra que estas polticas pueden tenerxitos pasajeros, pero que la economa es capaz de generar anticuerpos que

    terminan anulando los efectos del medicamento keynesiano.

    5. Reglas para la poltica macroeconmica

    Si el ciclo econmico proviene de la desinformacin de los agentesproductivos acerca de los cambios de origen interno o externo en elambiente en que operan, es lgico pensar que las intervenciones estatales

    pueden jugar un rol positivo, slo si mejoran el nivel de informacin de losindividuos. Esta es la perspectiva de anlisis adoptada por Robert Lucas,uno de los macroeconomistas contemporneos de mayor influencia acad-mica26.

    La poltica macroeconmica cumple un rol informacional cuandodefine un conjunto de reglas que determinan la evolucin de las variablesmacroeconmicas claves. Las reglas conocidas y confiables contribuyen a

    26

    Ver, por ejemplo, R. Lucas, 1977, op. cit. Otros trabajos importantes en esta lneade pensamiento son R. Lucas, Expectations and the Neutrality of Money,Journal of Econo-mic Theory, 4, 1972; R. Lucas, Rules Discretion and the Role of the Economic Advisor enS. Fischer (ed.) Rational Expectations and Economic Policy, 1980; R. Lucas, Tobin andMonetarism: A Review Articles, Journal of Economic Literature, XIX, 2, junio 1981;R. Barro, Rational Expectations and the Role of Monetary Policy, Journal of MonetaryEconomic, 2, 1973; T. Sargent y N. Wallace, Rational Expectations, the Optimal MonetaryInstrument, and the Optimal Money Supply Rule,Journal of Political Economy, 83, 1975.

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    despejar la incertidumbre acerca de los shocks que desestabilizan el am-biente econmico. Los individuos pueden entonces programar sus decisio-

    nes de gasto y de administracin de patrimonios en funcin de las reglasestablecidas.

    Parece natural pensar que la encarnacin lgica de las mencionadasreglas est en las disposiciones que regulan a las instituciones de mayorinfluencia macroeconmica. As, la discusin acerca de las reglas de lapoltica macroeconmica es, en el fondo, un debate acerca de la institucio-nalidad macroeconmica. Piezas claves de tal institucionalidad son, porcierto, el Presupuesto del Sector Pblico y el Banco Central. Por su impor-

    tancia macroeconmica en el caso de Chile deben incluirse tambin ciertasempresas pblicas como CODELCO y el Banco del Estado. Es un desafoabierto ste de traducir las reglas tericas a instituciones prcticas, en elcual por cierto se requiere el concurso de juristas, cientistas polticos yeconomistas. La importancia de la tarea no es slo tcnica, pues la institu-cionalidad diseada debe ser capaz de neutralizar las tendencias polticas,descritas en la seccin 3, que suelen distorsionar la aplicacin de los instru-mentos macroeconmicos.

    Al visualizar la poltica macroeconmica como un conjunto de re-glas desembocamos al tema de la credibilidad, tan en boga en la actuali-dad nacional y mundial27. La credibilidad que interesa es respecto de lasreglas de la poltica macroeconmica. Dicho atributo depende, entre otrascosas, de la apreciacin pblica acerca de la probabilidad de xito de laregla en cuestin. Los factores que determinan esa probabilidad son nume-rosos, pero, sin duda, incluyen la capacidad de liderazgo de los conductoresde la poltica y las experiencias de los individuos respecto del modo de

    operar de las economas.Cuando una regla pierde credibilidad debe ser abandonada, pues setorna intil (es decir, no proporciona informacin). Un problema complejoocurre cuando, debido por ejemplo a una situacin econmica adversa, elpblico pasa a desconfiar de toda regla. Esto define una situacin de crisisy su anlisis pertenece a la ciencia poltica. Desde el punto de vista econ-mico, sin embargo, parece claro que cuando ello ocurre la discrecionalidadal estilo keynesiano es inevitable.

    En perodos normales es decir, cuando es posible definir reglasconfiables la discrecionalidad keynesiana pierde sentido, porque notransmite informacin alguna. De hecho, como sealamos, su eficacia resi-

    27 John Taylor, Establishing Credibility: A Rational Expectations Viewpoint, Ame-rican Economic Review, 72, mayo 1982.

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    de en su capacidad de sorprender expectativas. Pero ello le confiere a susbeneficios un carcter pasajero y, a menudo, efmero.

    Las recetas keynesianas adquieren proyecciones diferentes en situa-ciones de generalizada desconfianza. Entonces, toda accin macroeconmi-ca del Estado es, por definicin, discrecional. De hecho, Lord Keynesescribi sus teoras ms revolucionarias bajo la impresin causada por laGran Depresin y su prosa denota la urgencia de la coyuntura28.

    Las reglas conocidas y confiables contribuyen a la estabilidad ma-croeconmica, porque clarifican los factores que determinan a ciertas varia-bles claves. Un caso extremo de regla macroeconmica es aquella que fija

    administrativamente el valor de determinadas variables, tales como el tipode cambio o la tasa de inters. Ello obviamente estabiliza el nivel de lavariable en cuestin. Pero el objetivo de reducir la incertidumbre puedecumplirse tambin mediante reglas que establecen la direccin de los ajus-tes de dichas variables ante determinados shocks. Cuando existe la presun-cin fundada de que las variables en cuestin deben a la larga sufrir modifi-caciones, esta ltima frmula resulta ms confiable que la primera.

    Las reglas orientadoras de la poltica macroeconmica pueden clasi-

    ficarse en dos categoras. Las reglas activas estipulan un objetivo y unafuncin que relaciona el uso de determinado instrumento ante determinadoseventos. Son particularmente tiles cuando la autoridad posee conocimien-to anticipado de la ocurrencia de shocks desestabilizadores de origen nacio-nal o internacional.

    Las reglas pasivas se ajustan a la proposicin ricardiana de la neu-tralidad estatal. Ellas definen la operacin de determinados instrumentos deintervencin macroeconmica del Estado. Son particularmente tiles cuan-

    do la autoridad y el mercado disponen de informacin similar, pues ayudana los individuos a distinguir la naturaleza exacta de los shocks que enfren-tan y ello minimiza los errores que, como sealamos, originan los ajustesexpansivos o depresivos.

    Esta distincin puede explicarse claramente mediante un ejemplo.Adoptamos el caso de la poltica monetaria, palanca clave de toda accinmacroeconmica.

    28 Las recomendaciones keynesianas el empleo discrecional de las polticas fiscal y

    monetaria con objetivos reactivadores hacen sentido en medio de una crisis. Sin embargo,por las razones mencionadas en la seccin anterior, el anlisis de sus consecuencias escapa alos paradigmas de la ciencia econmica, la cual es capaz de predecir slo las reaccionesracionales de los individuos ante cambios en las circunstancias que ellos son capaces depercibir. Las reglas conocidas y confiables forman parte de ese conjunto de condicionantes delas decisiones racionales. Las acciones discrecionales son, en cambio, impredecibles. Para unaexplicacin ms precisa de la metodologa de la ciencia econmica ver J. A. Fontaine, ElPunto de Vista Econmico,Estudios Pblicos N 2, marzo, 1982.

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    Una poltica monetaria enmarcada en reglas debe definir un objetivontido. Esto es la anttesis, entonces, del concepto de poltica discrecional

    que hace a los bancos centrales proveer a la economa de la liquidezrequerida o velar por la estabilidad de precios y el pleno empleo. Bajodicho concepto, la autoridad monetaria es dotada de atribuciones para encada ocasin aplicar la dosis de estmulo o de contraccin que estimaadecuada, de acuerdo a su percepcin de la evolucin actual y proyectadade la tasa de inters, el tipo de cambio, la inflacin y el desempleo29.

    A mi modo de ver, la finalidad de la poltica monetaria debe ser laestabilidad en la trayectoria del nivel de precios. Cuando el nivel de precios

    es predecible, la fuente principal de confusin macroeconmica es elimina-da y, en consecuencia, cabe esperar una evolucin relativamente estable delas ventas, la produccin y el empleo. Naturalmente, el que el nivel deprecios siga un curso regular no significa que determinados cambios en laestructura de los precios y salarios no ocasionen ciertos desequilibrios.Pero al preservar la estabilidad en el nivel general de precios, las conse-cuencias globales o macroeconmicas de dichas fricciones son minimiza-das o eliminadas.

    La estabilidad en la trayectoria de los precios, debemos especificar,no significa necesariamente una inflacin nula. En verdad, la inflacin,cuando es predicha a tiempo, no es muy daina30. Los efectos de las altera-ciones drsticas en la inflacin son en cambio altamente costosos. Para unpas pequeo y abierto, como Chile, el objetivo de inflacin ms lgicoparece ser un nivel sostenido semejante en promedio al de las economasindustrializadas.

    La poltica monetaria est llamada a servir tal objetivo, porquesiempre los movimientos en el nivel de precios tienen como contrapartidadesajustes monetarios. La discusin es entonces respecto a las reglas mone-tarias que logran una mejor aproximacin al objetivo sealado.

    La controversia central se refiere a la variable de control que debeadministrarse en funcin del objetivo de estabilidad de precios. Las doscandidatas son el tipo de cambio y la masa monetaria31. El tipo de cambio

    29 Para una defensa inteligente de esta posicin ver A. Okun: Rules and Roles forFiscal and Monetary Policy en Havrilesky and Boorman (eds.) Current Issues in MonetaryTheory and Policy, AHM Publishing Co. 1976.

    30 La inflacin pronosticada acertadamente equivale a un impuesto sobre la basemonetaria y provoca distorsiones semejantes a las de otros impuestos que gravan a los activosfinancieros y reales.

    31 Existe en una tercera variable de control: la tasa de inters local. En mercados decapitales abiertos el empleo de un objetivo de tasas de inters presenta complicaciones. Sinembargo, en mercados de capitales imperfectamente abiertos, la tasa de inters puede repre-sentar una orientacin til para una poltica monetaria basada en una regla de control de lacantidad de dinero. Su eficacia es mayor mientras ms inestable es la demanda de dinero.

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    tiene gran efecto sobre el nivel general de precios, porque determina, enparte, los costos de todos los bienes que estn directa o indirectamente

    relacionados con el comercio internacional. En una economa abierta, comola chilena, dichos bienes forman una porcin sustancial de la canasta deconsumo. La alternativa, el control de la oferta de dinero, influye sobre elnivel de precios, porque los desequilibrios monetarios se vuelcan sobre losmercados de bienes y servicios. En una economa abierta, los desequilibriosmonetarios afectan tambin a la balanza de pagos y, a travs de ella, al tipode cambio de mercado.

    La opcin clsica se inclina por el tipo de cambio. David Ricardo

    defenda tal posicin, porque desconfiaba de la administracin estatal de lapoltica monetaria. Propona entonces el padrn oro, una regla pasiva en lacual la oferta de dinero es regulada por la balanza de pagos (los flujosinternacionales de oro) y el nivel de precios interno es atado por un cambiofijo a los precios internacionales32. Una versin moderna del padrn oro esla fijacin indefinida del tipo de cambio en trminos de una moneda extran-

    jera o conjunto de ellas.Dicha regla es indicada cuando las condiciones monetarias internas

    de demanda o de oferta son inestables. Por eso ha sido recomendada apases que como el nuestro no han mostrado histricamente mayoraprecio por la disciplina fiscal y monetaria33. Desgraciadamente, sin em-bargo, en dichos pases las reglas de cambio fijo rara vez han alcanzadopermanencia.

    Las reglas de cambio fijo se tornan problemticas cuando las condi-ciones monetarias mundiales son inestables (por ejemplo, cuando se susci-tan variaciones en los valores de las principales monedas o cambios en los

    niveles de precios externos) y cuando la competitividad internacional de laproduccin nacional experimenta modificaciones sustanciales (debidas, porejemplo, a variaciones en los trminos de intercambio, el nivel y la estruc-tura del gasto interno, la disponibilidad de tecnologas y recursos naturales,

    32 Dice D. Ricardo:La experiencia, sin embargo, muestra que ni un Estado ni un banco han tenido

    nunca el poder irrestricto de emitir papel moneda sin abusar de l; en todos los Estados la

    emisin de papel moneda debera estar, por lo tanto, bajo algn control; y ninguno parece tanapropiado para este fin, que aquel de someter a los emisores de papel moneda a la obligacinde pagar sus notas en oro. (Principles of Political Economy and Taxation, p. 241).

    33 Dichas recomendaciones, sin embargo, suelen ser acompaadas de condicionesmacroeconmicas tericas que, en el hecho, eliminan la posibilidad del ciclo econmico. Estees el caso, por ejemplo, de la defensa que hace M. Friedman de esta regla para pasessubdesarrollados (Un Sistema Monetario para una Sociedad Libre, Estudios Pblicos, N 6,otoo, 1982).

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    etc.). En estas ocasiones el nexo entre el tipo de cambio y el nivel deprecios se afloja y la regla del cambio fijo demanda ajustes en el nivel

    general de precios34. Naturalmente, la contrapartida de dichos ajustes sonlas fluctuaciones monetarias causadas por una balanza de pagos que enlas condiciones descritas es inestable.

    Los problemas de las reglas pasivas de cambio fijo podran enmen-darse mediante reglas activas, si el Banco Central dispusiese de informa-cin anticipada acerca de la ocurrencia de los shocks desestabilizadores35.En particular, un banco central informado de una variacin significativa enlas paridades de las principales monedas o en las condiciones de competiti-

    vidad de la produccin nacional debera devaluar o revaluar la monedalocal en la direccin y magnitud apropiada. Para efectos prcticos la reglapodra ser una de cambio fijo, alterado slo en circunstancias de presionesseveras sobre la balanza de pagos de origen exgeno.

    La alternativa es el control de la oferta de dinero. La versin pasivade esta regla ha sido propuesta por Henry Simons y Milton Friedman, ydefendida con brillo por Robert Lucas y otros36. Se trata de la fijacin deun programa preestablecido de expansin monetaria. De este modo, la ofer-

    ta de dinero es independizada de la balanza de pagos y de acuerdo alprograma sigue un curso autnomo. La tasa de crecimiento del dinerodice relacin con la inflacin objetivo, la cual es, entonces, en principio,protegida de los shocks desestabilizadores originados en la inestabilidadmundial o la competitividad de la produccin nacional.

    La autonoma de la oferta de dinero exige que las fluctuaciones de labalanza de pagos sean neutralizadas mediante modificaciones en el tipo decambio. No entraremos aqu a analizar la poltica cambiaria, pero es preci-

    so destacar que la flexibilidad del tipo de cambio a travs de flotacin(limpia o sucia) o de programacin flexible es condicin necesariapara el xito de la regla de control monetario. Los altibajos cambiarios nocarecen de costos elevan los riesgos de las transacciones internacionalesde carcter comercial o financiero pero ese es el precio de la proteccin

    34 El anlisis de la capacidad de los diferentes regmenes monetario-cambiarios paraproducir ajustes macroeconmicos menos costosos ante shocks internos y externos forma una

    creciente corriente de trabajos acadmicos y es intensamente debatido actualmente. Los argu-mentos aqu presentados estn detallados en J. A. Fontaine, Ajuste Macroeconmico y Rgi-men Cambiario, mimeo, Centro de Estudios Pblicos, octubre 1981.

    35 Robert Barro, op. cit.36 Henry Simons, Rules vs. Authority in Monetary Policy, Readings in Monetary

    Policy, American Economic Association, McGraw-Hill, 1951; Milton Friedman, A Program for Monetary Stability, Fordham University Press, 1959; Milton Friedman, op. cit., 1982;Roberto Lucas, op. cit., 1972 y 1980.

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    frente a perturbaciones macroeconmicas originadas en la balanza de pa-gos. Dichos costos pueden ser parcialmente reducidos por el desarrollo del

    mercado de capitales y de divisas.La regla del control monetario es adecuada para producir estabilidad

    de precios cuando la demanda de dinero no presenta alteraciones significa-tivas. Aunque existe abundante evidencia acerca de la estabilidad de lademanda de dinero, no puede desconocerse que en mercados de capitalesrefinados y abiertos la definicin de lo que constituye dinero es complejay ello puede conducir a que la regla fija de oferta monetaria cause desequi-librios37. El tema est en el centro de la discusin terica y emprica actual

    y es todava una pregunta abierta su pertinencia para una economa como lachilena38.

    En todo caso, las reglas pasivas de control de la oferta de dineropueden ser enmendadas mediante reglas activas. En este caso, la reglaadecuada es una que estipule desviaciones del programa cuando el BancoCentral anticipa cambios en la demanda de dinero, los cuales pueden seradvertidos por determinados movimientos en las tasas de inters nominal(ver nota 31). Al igual que en el caso de las reglas de cambio fijo, la

    efectividad de las reglas pasivas depende de la capacidad del Banco Centralpara predecir mejor que el mercado los shocks desestabilizadores.

    As entendidas, las reglas activas cumplen el rol de transmitir infor-macin a los agentes econmicos acerca de los eventos pronosticados porla autoridad econmica. La alternativa es, por cierto, la difusin de losantecedentes respectivos, pero es probable que esta sea una manera mscostosa de distribuir la informacin econmica.

    La justificacin de las reglas activas se basa en la apreciacin acerca

    de la calidad de la informacin del sector privado en comparacin con ladel gobierno. En general, cabe esperar que el mercado formado por unainfinidad de agentes que sienten en carne propia sus eventuales errores deinformacin posea tan buena informacin como la autoridad. Pero nodebe descartarse la posibilidad de que en las fases iniciales de un nuevomodelo econmico el caso chileno la informacin est muy desigual-mente distribuida y se concentre en los equipos del gobierno y unas pocas

    37 Goldfeld, Stephen, The Demand for Money Revisited, Brookings Papers onEconomic Activity, 3, 1973.

    38 Ver, por ejemplo, Ronald McKinnon. Currency Substitution and Instability in theWorld Dollar Market, American Economic Review,junio 1982. A un nivel ms abstracto J.Kareken y N. Wallace (On the indeterminacy of Equilibrium Exchange Rates, QuaterlyJournal of Economics, mayo 1981) han planteado la posibilidad de la indeterminacin del tipode cambio, basados en un supuesto de perfecta sustituibilidad entre diferentes monedas.

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    empresas39. En estas circunstancias, parece recomendable que el Estadodesarrolle un papel activo.

    Estimo, en suma, que en general las reglas pasivas crean un marcomacroeconmico suficientemente estable como para alentar un desarrolloordenado de la actividad econmica. En particular, en el terreno monetario,la regla pasiva debe fundarse en una apreciacin acerca de la inestabilidadmonetaria mundial y de balanza de pagos en comparacin con la inestabili-dad monetaria interna. Mientras ms convulsionado el mundo exterior, msfluctuante las condiciones de la balanza de pagos y mayor la capacidadpoltica y tcnica para ejercer disciplina fiscal y monetaria, ms apropiada

    parece una regla de control de la oferta de dinero, acompaada de flexibili-dad cambiaria.

    Sin embargo, las reglas deben consultar la posibilidad de desviacio-nes cuando la autoridad anticipa shocks desestabilizadores significativos40.No es fcil distinguir la existencia de una ventaja de informacin y apreciarla magnitud de la perturbacin en ciernes. Por eso se justifica correr elriesgo de error slo si el shockes significativo, esto es, capaz de crear undesequilibrio fundamental. La pasividad estatal en estos casos puede con-

    ducir a violentas alteraciones macroeconmicas que terminan destruyendola credibilidad de las reglas pasivas. Naturalmente, queda a discrecin de laautoridad la calificacin de la gravedad del desequilibrio. Es este, estimo,un margen de discrecionalidad imposible de evitar.

    6. Recapitulacin

    El problema macroeconmico central es la existencia de ciclos eco-nmicos, es decir, movimientos oscilatorios en los niveles de produccin,empleo y precios. La historia registra en forma elocuente las consecuenciasnegativas de los ciclos en el plano econmico, poltico y social.

    Las economas libres presentan una inclinacin natural hacia el cre-cimiento y la estabilidad, provisto que los individuos dispongan de buenainformacin econmica. Cuando ella es insuficiente, los precios se tornanrgidos y, de acuerdo a las expectativas, las variaciones en la demanda

    global desatan perturbaciones cclicas.

    39 Entre otras cosas, ello puede provenir del hecho de que el sistema de precios enperodos de reformas estructurales no transmite toda la informacin relevante. Ver A. Donoso,Fundamentos de una Economa Libre,Estudios Pblicos, presente volumen.

    40 Stanley Fischer, On Activist Monetary Policy with Rational Expectations en S.Fischer (ed.)Rational Expectations and Economic Policy, University of Chicago Press, 1980.

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    La teora macroeconmica estudia el papel del Estado en dicho fe-nmeno. Se ha observado que con frecuencia ste es el causante de las

    perturbaciones en la demanda agregada mediante su manejo de las polticasfiscales, monetarias y cambiarias. Sin embargo, el sector privado puedetambin causar las fluctuaciones debido a la variabilidad de las decisionesde consumo o inversin. Quienes enfatizan la explicacin estatal del cicloabogan por la neutralidad de la poltica macroeconmica. Quienes en cam-bio responsabilizan al mercado, son partidarios de la administracin discre-cional por parte del Estado de la poltica macroeconmica.

    Una manera til de visualizar el rol de la poltica macroeconmica

    es como un conjunto de reglas que determinan los movimientos de lasvariables claves. Slo las reglas conocidas y confiables colaboran en despe-

    jar la desinformacin causante de los ciclos, as es que la discrecionalidades descartada. El rol de la poltica macroeconmica consiste en, a travs dereglas conocidas y confiables, transmitir informacin a los individuos acer-ca de eventuales shocks originados tanto en las polticas gubernamentalescomo en la economa nacional o mundial (en caso de ser pronosticados porla autoridad). Esto da lugar a reglas activas y pasivas en la conduccin

    macroeconmica.En la generalidad de los casos las reglas pasivas, que informan slo

    de la administracin de las decisiones de la autoridad, bastan para configu-rar un marco macroeconmico estable. Pero la conveniencia de establecerreglas pasivas debe ser revisada ante potenciales desequilibrios fundamen-tales, los cuales, si son ignorados por los agentes privados, pueden desatarseveras fluctuaciones econmicas. En el caso de mercados jvenes como elchileno, puede ser frecuente que la autoridad cuente con informacin mejor

    y ms fresca.Es posible que, en definitiva, las fluctuaciones macroeconmicassean imposibles de eliminar del todo por provenir de una condicin huma-na insuperable: el conocimiento imperfecto. Sin embargo, el aporte de lateora macroeconmica en el diseo de polticas e instituciones que atenanal menos las manifestaciones ms dramticas del fenmeno es una valiosacontribucin para la construccin de una economa de mercado.