n medio de la vida y de la historia humana, unidos a todos los que sufren en estos tiempos dolorosos y difíciles, y queriendo compartir a la vez todos los esfuerzos nobles y valiosos que nunca dejan de surgir en este mundo nuestro, celebramos la Semana Santa, el Camino de Jesús su entrega por amor hasta la muerte y su Resurrección, que es para nosotros promesa de vida para siempre con Dios.

Vivamos esta Semana Santa acompañando a Jesús en:

Domingo de Ramos:Jesús entra en Jerusalén montado en borrico, el animal de la vida sencilla y del trabajo cotidiano, y es aclamado por la gente como Mesías y rey de paz. Un rey que reinará desde la cruz.

Jueves Santo:Jesús se despide de sus discípulos con una cena. Allí les lava los pies, como signo de su entrega total, una entrega que sus seguidores también debemos vivir. Y a la vez les deja el pan y el vino de la Eucaristía, una presencia que será nuestro alimento a lo largo del camino de la vida.

Viernes Santo:Jesús es escarnecido, torturado y clavado en una cruz, y desde la cruz nos muestra qué significa amar totalmente, como sólo Dios puede amar. Nosotros, hoy, al escuchar el relato de la pasión, al rezar por toda la humanidad, al venerar la cruz y al comulgar, le agradecemos su amor, y afirmamos nuestra fe en él y en su camino de fidelidad y entrega.

Noche de Pascua:Esta noche todo el pueblo cristiano, toda la Iglesia, está en vela, celebrando el gran acontecimiento que da todo el sentido a nuestra fe. Jesús, fiel hasta la muerte, ha resucitado entre los muertos y vive para siempre. Él nos precede. Y nosotros, con toda nuestra alegría, nos reunimos para compartirla, en la celebración más importante del año. ¡Aleluya!

¡FELIZ PASCUA!

Vuestro PárrocoCarlos Vicente Molina López

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Fernando Pinar BermúdezPresidente Junta de Hermandades y Cofradías

Pasionarias de Alguazas

os encontramos inmersos en los preparativos de la celebración de la principal fiesta del Cristianismo, la Semana Santa, que es ante todo y sobre todo un acontecimiento religioso, expresión de la fe que profesa la mayoría de nuestro pueblo. Fe que se desborda y se expande desde el interior de nuestra iglesia y hace que las calles de Alguazas se conviertan en espacio religioso, de oración y alabanza, con el estilo propio heredado de nuestros antepasados.

Vamos a celebrar en Semana Santa el inmenso amor de Dios a la humanidad en la persona de Jesucristo y su victoria sobre la muerte: la Pascua de Resurrección. Desde la Junta de Cofradías trabajamos sin desmayo para conseguir, un año más, que nuestra Semana Santa sea un verdadero exponente de la tradición religiosa que siempre ha sido motivo de orgullo para nuestro pueblo, y que queremos impulsar y renovar para que la fe, en estos días simbolizada en nuestros desfiles procesionales, motive a todos los alguaceños y visitantes que los presencien a sentirse atraídos por la alegría de la Pascua y vivan con intensidad la contemplación de estos Pasos de Semana Santa, que son anuncio, esperanza, dolor y, sobre todo, Resurrección.

Ese fue el principal objetivo que nos marcamos hace seis años cuando tomó posesión la actual Presidencia de la Junta, trabajando en equipo y en armonía con todas y cada una de las nueve Cofradías de la localidad. Para mí ha sido todo un honor y un orgullo presidir esta Junta de Cofradías, y espero que en los sucesivos años este impulso dado a nuestras procesiones siga perdurando y haciendo aún más importante nuestra Semana Grande, con un aire fresco y renovado. Mi gratitud a las Presidencias y directivas de las Hermandades alguceñas por haber confiado en mí y por haber trabajado conjuntamente estos años por el bien de nuestras procesiones, así como al párroco de San Onofre, don Carlos Vicente Molina López, por su apoyo en estos seis años. Para finalizar, agradecer también al Excelentísimo Ayuntamiento de Alguazas por la total disposición y colaboración que siempre hemos encontrado para el engrandecimiento de la Semana Santa alguaceña.

Desde la Junta de Cofradías invitamos a todos los alguaceños a participar en los desfiles pasionales, aportando cada uno nuestro pequeño grano de arena y así continuar con la tradición que nos dejaron nuestros mayores. Gracias a Dios disponemos de una imaginería rica en belleza, historia y devoción.

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E n Alguazas ya estamos en Semana Santa, una etapa de la existencia de un pueblo donde se rememoran de manera muy especial vivencias personales y colectivas. Nuestra Villa goza de mucha trayectoria histórica y en esa andadura de generaciones de gentes laboriosas y de bien brillan con luz propia nuestras tradiciones; un blasón que las hace peculiares, únicas, y nuestra Semana Santa es claro ejemplo de ello.

Como cada año, Alguazas volverá a convertir sus calles en una majestuosa y multitudinaria escenificación de la que participan miles y miles tanto de vecinos como de visitantes, de cofrades, anderos, nazarenos, niños y mayores en primera persona, pero también de espectadores llenos de asombro, devoción e interés por el más extraordinario episodio de la Historia de la Humanidad.

En estos días se suman infinidad de ilusiones, de esfuerzos, de devociones, de sentimientos y recuerdos de alguaceños y alguaceñas que año tras año viven intensamente la Semana Grande de nuestro pueblo. Desde las imágenes más antiguas hasta las más recientes, todas aglutinan masivos desfiles de devotos seguidores.

Es nuestra Semana Santa el símbolo que expresa el mayoritario sentimiento de religiosidad de nuestro municipio. Esta es la Semana Santa de Alguazas: la suma de todos cuantos la hacen posible y le entregan lo mejor de sí mismos para hacerla cada año más grande y con mayor esplendor. Un sentimiento que este Ayuntamiento, como fiel y legítimo representante de los intereses, inquietudes y deseos de nuestros vecinos, comparte en todo momento y lugar potenciando una de las más preclaras señas de identidad de una comunidad humana noble, emprendedora y positiva.

José Antonio Fernández LladóAlcalde-Presidente del

Excmo. Ayuntamiento de Alguazas

a noche de la cruz se hailuminado para siempre,Jesús, hermano, amigo,

Señor. Nuestra débilhistoria que mujeres y

hombres a menudodesconcertados,

se ha llenado de luz.

Nos has amado, Jesús,hasta morir en una muerte

indigna; pero ese amortuyo, pleno, total, definitivo,

ha abierto las puertas de la vidapara siempre. En todas partes,Jesús, en las personas, en los

acontecimientos, podemos descubrirla fuerza luminosa de tu vida.

Y por eso ahora, al celebrar turesurrección, afirmamos con todo

vigor nuestra fe en ti: tú eres el Hijode Dios, tú eres el enviado del Padre

para salvarnos, tú nos llenas de tumismo Espíritu, a nosotros, a todala Iglesia, y a todos los hombres y

mujeres del mundo entero.

Es Pascua, Jesús, hermano, amigo, Señor.Es Pascua, y tu vida es vida para

toda la humanidad.

Vuestro PárrocoCarlos Vicente Molina López

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16 de marzo,Sábado7 de la tarde, en la Iglesia Parroquial, Santa Misa por los hermanosdifuntos de todas las Hermandades y Cofradías de Alguazas.Durante la misa actuación de la Agrupación Musical Banda deCornetas y Tambores Virgen del Carmen de Alguazas.

Al término, Pregón de Semana Santa a cargo de D. Eduardo PinarBermúdez, Médico Cardiólogo en el Hospital Universitario Virgende la Arrixaca de Murcia, y Jefe de la Sección de Hemodinámicay Cardiología Intervencionista.

22 de marzo,Viernes de Dolores7 de la tarde, Santa Misa en la IglesiaParroquial de San Onofre.

Al término, Vía Crucis.

9 de la noche, Procesión de la Dolorosa.

24 de marzo,Domingo de Ramos11 de la mañana Procesión de las palmasdesde la ermita de Ntra. Sra. del Carmena la Iglesia Parroquial de San Onofre.

12 de la mañana, Santa Misa.

27 de marzo,Miércoles Santo9:30 de la noche Vía Crucis desde laermita de Ntra. Sra. del Carmen a laIglesia Parroquial.

29 de marzo,Viernes Santo

8:30 de la mañana, Procesión de NuestroPadre Jesús Nazareno.

6 de la tarde, Celebración de la Pasión yMuerte de Nuestro Señor.

Al término, bajada de “la Cama” desdela ermita de la Purísima.

8:30 de la noche, Procesión del Santo Entierro.

30 de marzo,Sábado Santo

11 de la noche, Vigilia Pascual en laIglesia Parroquial de San Onofre.

31 de marzo,Domingo de Resurrección

7:30 de la mañana, Procesión del Encuentro.

9 de la mañana, Procesión del Resucitado.

7 de la tarde, Santa Misa en la IglesiaParroquial de San Onofre.

28 de marzo,Jueves Santo

7 de la tarde, Cena del Señor en la IglesiaParroquial de San Onofre.

9 de la noche, Procesión del Silencio.

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¿Y por qué será?Nazaret era un pequeño poblado en las montañas de la Baja Galilea, una aldea desconocida de apenas doscientos o cuatrocientos habitantes, de casas primitivas y cuevas excavadas en las laderas.

De ordinario las casas daban a un patio que era compartido por tres o cuatro familias del mismo grupo y donde se hacía buena parte de la vida doméstica. Allí tenían en común el pequeño molino donde las mujeres molían el grano y el horno en el que cocían el pan. Allí se depositaban también los aperos de labranza. Este patio era el lugar más apreciado para los juegos de los pequeños y para el descanso y la tertulia de los mayores al atardecer.

Jesús vivió en una de esas humildes casas y pudo captar hasta en sus menores detalles la vida de cada día. Pasó muchas horas en el patio de su casa y conoció bien lo que se vivía en las familias. No había secretos para nadie. Conoció los favores que sabían hacerse entre sí los vecinos y pudo sentir cómo alguien se levantaba de noche estando ya cerrada la puerta de casa para atender la petición de un amigo.

¿Y por qué será que este relato me recuerda a Alguazas?

En Nazaret la familia lo era todo: lugar de nacimiento, escuela de vida, garantía de trabajo. Fuera de la familia el individuo quedaba sin protección ni seguridad. Sólo en la familia encontraba su verdadera identidad. Esta familia no se reducía al pequeño hogar formado por los padres y sus hijos. Se extendía a todo el clan familiar conformado por todos los que se hallaban vinculados por parentesco de sangre o por matrimonio.

¿Y por qué será que este relato me recuerda a Alguazas?

Las familias judías conservaban celosamente sus genealogías. De Jesús, los evangelistas Lucas y Juan prueban que desciende de David aduciendo la extensa genealogía de San José. Y lo importante es subrayar que Jesús es descendiente de los Patriarcas y de David.

¿Y Por qué será que estos relatos me hacen pensar en mí?

Señor Cura Párroco D. Carlos Vicente Molina López.Señor Presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías Pasionarias , Don Fernando Pinar Bermúdez,Presidentes de las Hermandades y Cofradías Hermanos y CofradesExmo. Sr. Alcalde, Don José Antonio Fernández Lladó y miembros de la Corporación Municipal. Vecinos, amigos, familia:

Yo soy Rosalía, o Rosalín, como gustaba en llamarme mi

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padre. Pero muchos quizá os preguntéis, como tantas veces me han preguntado por estas calles: “¿nena, y tú de quién eres?.”Pues soy hija de Juanita y de Pepe Alfonso; Hermana de Mari Loli, de Antonio, de Pepe y de Carmen; Sobrina de Pepita y Joaquín, de Antoñico y Facunda, de Eduardo e Isabelita; Sobrina de Carmen y Paco, de José Antonio y Rosario, de Rosalía y Pepe;Prima de Mari Loli, de Antonio Eduardo, de Lolita, de Miguel Ángel, de Mariló, de Antonio Eduardo, de Mabel, de Mariano;Prima de José Carlos, de Ignacio, de Ana Teresa, de Isabel María, de José Antonio;Nieta de Rosalía y Antonio:Nieta de doña Lola y de Antonio Alfonso.

Sí, pertenezco a una familia, a una gran familia, a la que Dios me ha permitido aportar dos preciosos y queridos hijos, Juan y Rosalía; y soy de Alguazas, aunque mi nacimiento se produjera en Madrid.

Y como alguaceña no puedo sino agradecer sincera y profundamente a la Junta de Hermandades y Cofradías el haberme regalado el honor de pregonar la Semana Santa de mi pueblo.

¿Qué siento?

En primer lugar, Alegría: ¿cómo si no, si la Virgen de la Alegría protagoniza el cartel de la Semana Santa de este año? Una alegría enorme por poder compartir con todos vosotros,

si me permitís el tuteo, mis vivencias relacionadas con la Semana Santa desde que tengo uso de razón.

En segundo lugar, Emoción: pues no es otro el sentimiento que me embarga al comprobar que habéis pensado en mí para pregonar nuestra Semana Santa.

En tercer lugar, Respeto: un respeto enorme por lo que significa la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor.

Y en cuarto lugar, y por no extenderme más, Responsabilidad: porque la tarea encomendada, el Pregón, significa mucho para todos los que esperamos con devoción, dedicación e ilusión durante todo el año la llegada de la Semana Santa.

Era yo muy niña cuando comencé a sentir que Alguazas era muy importante en mi vida. Allá por los años sesenta mi familia sólo hacía tres viajes al año, y dos de ellos a Alguazas.

Cada viaje era una aventura, pero el de Semana Santa era especial: mis padres, los cinco hijos y mi tata Emilia montados en un SEAT 1500. Un interminable viaje en el que empezábamos a impacientarnos cuando la carretera nacional de Madrid a Murcia se cubría con unos importantes árboles, de troncos enormes y pintados con una vistosa franja blanca: ¡ya estábamos por Cieza! Claro, que antes habíamos parado en Hellín a comprar unos caramelos divinos cuyo papel de envolver era moteado en rojo y blanco, y también en Tobarra, donde el sonar del ensayo de los tambores anunciaba que esa semana sin colegio era algo más que una semana de vacaciones.

Llegar a casa de mis abuelos, franquear la impresionante puerta de madera que mi mamá Lola mantenía impecable, admirar con mis ojos de niña la escalera de mármol que aparecía al abrir la cancela, y el olor de las paparajotas que desesperadamente buscábamos al subir a la casa. Recuerdos, fotogramas, olores, sentimiento de pertenencia a un lugar, a unas costumbres, a unas tradiciones, a una Fe.

Mis tíos, mis primos, todos comentando cómo se presentaba ese año la Semana Santa; y yo observando: ese trajín de túnicas, de bastones, de velas, de lazos negros y esos balcones engalanados por mi abuela. Y el respeto. La radio sólo emitía música clásica y todo invitaba a lo que yo entonces no entendía pero hoy puedo interpretar como recogimiento.

No recuerdo bien la razón por la que siempre nos perdíamos alguna procesión. Supongo que el trabajo de mi padre y el calendario escolar nos impedía estar aquí a tiempo. Pero creo que el Viernes de Dolores -onomástica de casi todas las mujeres de mi familia- no podíamos pasarlo aquí, y tampoco el Domingo de Ramos. Pero mi madre dice, mi hermana Mari Loli confirma, y las fotos dan testimonio de que mi padre sí participaba año tras año en la Procesión de

las Palmas. Imagino que hasta que empezara mi hermana mayor el colegio.

Menos mal que la Virgen de los Dolores no sólo desfila el Viernes que lleva su nombre, sino que también lo hace Viernes Santo, pues todo el mundo debería poder admirar a nuestra Dolorosa, paso de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y la Soledad. Mi mamá Lola, poco amiga de salir a la calle, como quizá sabéis, incluso de asomarse a un balcón, lo hacía siempre en el de su alcoba, y de rodillas, al paso de la Dolorosa; y recuerdo su comentario: ¿te has fijado en la Virgen, nena? ¡Cuánto debió padecer por ese Hijo! ¿Has visto su cara? ¡Sus ojos parecen mirarte y hablarte! Y yo, con ese traje de terciopelo que recuerdo haber tenido, y mis zapatos de charol con mis calcetas blancas, miraba a la Virgen sintiendo que lo que mi abuela decía era verdad.

Todas las madres sabemos lo que duele ver sufrir a un hijo, por una enfermedad o por un simple contratiempo mundano. ¡Cuánto sufriría María al ver flagelar, crucificar y morir a su Hijo!

La representación teatral de “El Prendimiento” mantenía en vilo al pueblo Lunes y Martes Santo. Pero en 1990 dejó de representarse (¡hace 20 años ya!). Cuántas mujeres habrán tenido ocasión de interpretar a María, y cuántos hombres a Jesús y a los Apóstoles, interiorizando la situación física, psíquica y emocional de quienes vivieron, en el mes de nisán del año 30 d.C. en Jerusalén, el drama terrible de la muerte de Jesús que éste sabe próxima. Permitidme que recuerde a todos esos “actores” en la persona de mi primo Antonio Eduardo en el papel de Jesucristo, de Antoñita la del chacho nenico el del horno en el personaje de María, incluso de mi hermano Antonio que llegó a ser “Apóstol” en una ocasión.

Según el relato, en un gesto insólito, Jesús deja su puesto en la cena y, como un esclavo, comienza a lavar los pies de sus discípulos. Lo hizo para dar ejemplo a todos y hacerles saber que sus seguidores deberían vivir en actitud de servicio mutuo “lavándoos los pies unos a otros”. ¡Qué necesario es tener siempre presente cuál debe ser la actitud de un cristiano!

Desde aquí mi deseo de que nuestros jóvenes retomen esa tradición de dar a conocer, a través de la interpretación, ese pasaje trascendental de la vida de Jesús. ¿Qué mejor manera de difundir nuestra Fe que abrir las puertas de un teatro a todo aquél que quiera acercarse [aunque sea tan sólo] a la figura histórica de Nuestro Señor? Y, de paso, conseguir que en años venideros, igual que era en el pasado, la Semana Santa esté “completa” desde Viernes de Dolores a Domingo de Resurrección.

Miércoles Santo nos regala el “Camino de la Cruz”. En el

trayecto que va desde la Ermita de Nuestra Señora del Carmen hasta esta Iglesia de San Onofre se instalan 14 pequeños altares construidos por los vecinos donde se leen las “estaciones” de la Pasión del Señor. Felicitar a Don Carlos y a todos los hermanos, cofrades y vecinos que materializan esta devoción centrada en los Misterios Dolorosos de Cristo.

Nuestra religión está llena de ritos y signos, y nuestra tierra de tradición y flolklore. En Semana Santa se fusionan, como quizá en ningún otro momento del año, ambas realidades, y el instrumento para esa fusión son las procesiones. Sin prejuzgar la forma en que cada uno siente y vive la Fe, hay quien externaliza su religiosidad todos los días del año, a su manera, y hay para quien la Semana Santa es el catalizador que le permite atreverse a ello.

Esta religiosidad nace de las más profundas raíces de nuestro pueblo. Porque nuestra Semana Santa es producto de la Fe; y así nos ha llegado como bendita herencia de las generaciones anteriores. Si la despojamos de este sentido religioso todo queda reducido a un grandioso conjunto de arte que podrá ser contemplado sin más merito que su atractivo artístico.

El Jueves Santo conmemora la institución de la Eucaristía, Sacramento en el que el Señor quiso quedarse perpetuamente con el hombre para ser alimento de su alma. En Alguazas es el día para la Procesión del Silencio, que desfila solemnemente por la noche portando la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre; Crucificado de severa expresividad al que tan sólo acompañan los nazarenos de túnica negra de su Cofradía y los Armaos, herederos de quienes desde siglos custodiaban hasta la Misa de Resurrección, y por relevos, el Santo Sepulcro.

¿Cómo viviría Jesús ese trágico martirio? El grito de Jesús en la cruz que nos traslada San Marcos puede acercarnos a la descripción psicológica de su pasión, al sufrimiento de este justo inocente: Eloí, Eloí, ¡lema sabactaní! ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado! Jesús no llama a Dios Abbá, Padre, su expresión habitual y familiar; le llama Eloí, “Dios mío”, como todos los seres humanos. Dios sigue siendo su Dios a pesar de todo. Jesús no duda de su existencia ni de su poder para salvarlo, sólo se queja de su silencio: ¿dónde está? ¿por qué lo abandona en el momento en el que más lo necesita?.

¿Acaso no podemos vernos todos reflejados en esta desesperación, en esta impotencia, en esta queja? ¿Cuántas veces hemos invocado a Dios al vernos inmersos en alguna de las muchas situaciones dolorosas que la vida nos haya podido por desgracia deparar? ¿Cuántas veces nos hemos preguntado: “Dios mío, por qué a mí, por qué a los míos”? Jesús muere con un por qué en sus labios. Pero su invocación a Dios no deja de ser una expresión de confianza: todo

queda ahora en manos de Dios.

Es ésta una enseñanza esencial: descansa en el Señor, haz partícipe a Dios de tu sufrimiento y ponte en sus manos. Una enseñanza capaz de superar las terapias propuestas en los tan actuales libros de autoayuda.

Rindamos entonces culto al Sacramento del infinito amor de Dios a los hombres acudiendo a nuestra Iglesia Parroquial a orar ante el Monumento que con majestuosidad se mostrará en ella en estos días Santos gracias a la impagable labor y dedicación de quienes, con el corazón y a través de sus manos, delicadamente lo preparan.

Puede que nos dé pereza leer los evangelios. No obstante, la Procesión, ese desfile abierto de imaginería, nos permite visualizar con memoria fotográfica la lectura que en algún momento hicimos de aquéllos.

¡Cuan importante es que nuestros niños y jóvenes, tan perdidos en las pantallas de los ordenadores y de las consolas, tan recelosos hacia los libros, y quizá tentados de volver la espalda a la Fe de sus mayores, puedan acceder a este sencillo instrumento de enseñanza de nuestra religión que son las procesiones! Hay que estar muy sordo para no oír los tambores, hay que estar muy ciego para no ver los tronos y hay que estar muy distante para no cruzarse con un nazareno. En verdad, hay que hacer un gran esfuerzo para evitar formar parte de nuestra Semana Santa.

Y por si esta realidad no fuera suficiente, ahí está la iniciativa de nuestro Ayuntamiento por ofrecer, en el lenguaje que nuestros niños y jóvenes entienden, el de internet, un apartado en su web dedicado a nuestra Semana Santa, con explicaciones sencillas y fotografías atractivas. Y cómo no destacar la labor tan instructiva de los “blogueros oficiales” de Alguazas, Luis Lisón y Federico San Nicolás, apasionados de nuestra Semana Santa. Y la presencia en Facebook de la Junta de Hermandades y Cofradías.

Gracias a este Pregón he encontrado en las redes sociales a muchos alguaceños amantes de nuestras tradiciones que, por circunstancias familiares o profesionales, están lejos y que están pendientes de las noticias y fotos que se suben a la red. Un abrazo para ellos, que al estar en nuestra mente y nuestro corazón también pueden vivir la Semana Santa.

Como sabéis somos muchos de familia y estamos desperdigados no sólo por el territorio nacional sino también por el extranjero. ¡Pues ahí está la cosa: que no hay procesión de la que no hagamos partícipes a los nuestros! Esa llamada por teléfono (ahora móvil, antes fijo) diciendo “¿Oyes los tambores? ¡No te puedes imaginar lo preciosos que van los tronos, y cómo estaba la Iglesia!”, se repite muchas veces (...). “Sí, sí, los oigo (...), ya me ha llamado (la mamá, Mari Loli, el tito Eduardo, Mariló... quién sabe)

“mándame una foto de San Juan (...); cómo me gustaría estar ahí con vosotros!”. Sí, me emociono porque mi familia no pueda estar aquí físicamente pero estoy feliz porque sé que lo están de corazón.

La del Viernes Santo por la mañana, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno –o “la carrera”-, dicen nuestros historiadores que es la más antigua de nuestras procesiones. Y no sé si por antigua o por el bulle-bulle que provoca en cada hermano o cofrade, lo que sí que sé es que se traduce en un derroche de plasticidad. Es el momento de lucir las túnicas características y caracterizadoras de cada Hermandad o Cofradía; es el momento de verificar la fortaleza de los portadores, es el momento de lucir los estandartes, de poner a prueba la destreza de los mayordomos, de confiar en la diligencia de los nazarenos, de interpretar ante el pueblo la música ensayada durante tantos meses. ¡Y de comprobar si nuestros ruegos para que ese día no llueva (quizá contradictorios por nuestro deseo de que llegue agua a nuestra tierra) han sido o no atendidos! Hay que sacar los tronos a la calle, todo el mundo ha de disfrutar de nuestras maravillosas imágenes, de las preciosas túnicas y capas que lucen nuestras Vírgenes, Santos y Nazareno, de deleitar los sentidos con el colorido y el olor de las flores que los adornan!

¡Cómo recuerdo la previa preparación de los tronos! No sé explicar con palabras la sensación al entrar en esta espaciosa Iglesia, en esos días diáfana y volcada en albergar la increíble tarea de transformar el esqueleto de cada paso en la obra de arte y devoción que luego procesiona. Mi padre me traía muchas veces a la Iglesia para vivir esa ceremonia de preparación; y me impresionaba el ajetreo que aquí se vivía y se vive; la calma nerviosa con la que los hermanos y cofrades realizan y supervisan las tareas, las conversaciones que surgen entre los que aquí se reúnen, la expectación que se percibe en todos. Y ya “de moza”, como se decía antes y creo que aún se dice, cómo esa vivencia me atraía de forma irresistible, conduciendo mis pasos desde el San Antonio hasta aquí para disfrutar, ya con mi pandilla, cada año ese acontecimiento.

Históricamente mi familia pertenecía a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La túnica de mi padre todavía está plasmada en mi memoria. ¡Sobre todo por lo enooooooorme que me parecía al verla colgada en su percha en el picaporte de una de esas altísimas puertas de mi casa!

Cuando mi tío Eduardo y el añorado Facundo crearon la Cofradía de San Juan Evangelista la familia sufrió cierta “división”. Los mayores permanecieron fieles a Nuestro Padre Jesús; y los peques nos integrábamos ya directamente en “San Juan”. Pero ¿acaso hay diferencia? ¿acaso no nos une la misma Fe? Salimos en procesión para participar en una demostración material de nuestras creencias y el color de la túnica y el trono al que acompañemos no altera lo

esencial. Todo es una contribución a la belleza de nuestra Semana Santa.

¡Cuántas túnicas y capas de San Juan habrá planchado mi madre! Qué interminable era esa labor. Aunque, no sé, creo que era peor la tarea de sacar las túnicas, celosamente guardadas desde el Domingo de Resurrección del año anterior, y ver cuál le valía a quién y cuánto había que sacar o meter de largo para adecuarlas a nuestro tamaño. Para mi madre, como para todas las madres que recordáis este hecho -pues de seguro se reproducía de forma mimética en cada casa- éste era un trabajo ímprobo, y recuerdo haber ayudado (y bastante, aunque sin dedal, que pese a ser mi madre modista nunca consiguió que lo utilizara) a hilvanar los dobladillos.

Pero si simplemente el recordar lo descrito ya cansa, qué contaros de cuando a los cinco hijos se unieron los nietos, y los primos de los nietos (por parte colateral) Hubo años en que mi casa parecía un taller “sanjuanista”. Mis hermanos tenían la sana costumbre de avisar que venían con sus tropas correspondientes quizá con tres días de antelación. Y entonces sí que destilaba mi madre todos los dones de naturaleza varia que Dios le ha concedido. Mi padre, dichoso de reunir en su casa a todos, y feliz de saber que querían participar de forma activa en la Semana Santa de su pueblo, animaba a mi madre a no desfallecer en esos días y noches “entre los que no había pared” y en los que, como por arte de magia, iban tomando forma las nuevas túnicas y capas. ¡Pero cuánto hubiera dado mi madre porque además de su ánimo mi padre hubiera cogido una aguja y hubiera pasado, al menos, pespuntes! Pero la tarea de mi padre era otra: comprar caramelos en la tienda de Carmelo o en el kiosko de Juan el del carro. ¡Kilos y kilos de caramelos que victorioso mostraba a sus nietos; y qué cara de admiración la de éstos! La gran hazaña era conseguir que quedaran caramelos para la procesión.

O cuando mi sobrino Antonio le manifestó a su abuelo Pepe que quería salir en la Banda. ¡Y en Bilbao que vivía el chiquillo (...), como para ensayar! Pero mi padre, mis tíos, mis primos y los buenos amigos y vecinos de Alguazas hicieron posible que ese niño desfilara en la banda, aunque fuera con una corneta testimonial. ¡Cómo disfrutó mi padre! O cuando mi sobrino Javier quiso incorporarse a los armaos; aunque a éste nieto mi padre ya lo ha tenido que ver desde el cielo, al igual que a su bisnieto Carlos, actual heredero de esa pasión de armao.

Por cierto, Mabel, nunca sabrás lo agradecida que te está mi madre por aquél día en que llegaste a casa pidiendo todas las túnicas y cetros de San Juan porque a partir de ese momento la Cofradía iba a custodiar y a proporcionar las túnicas. ¡Fue su salvación! No obstante, y pese al alivio de trabajo, se añoran esos momentos de corte y confección.

Pero volvamos a la Procesión de Viernes Santo, de perfecta sistemática evangélica.

.- La imagen de la Samaritana y el Señor del Pozo (de la Cofradía del mismo nombre) escenifica uno de los diálogos más bellos que pueden leerse en el evangelio: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” // “Si conocieras quién es el que te pide de beber, le pedirías tú a él y él te daría agua viva”. Cuando Jesús le descubre que es el Mesías la mujer se convierte en mensajera y apóstol para los de su pueblo. ¡Qué mejor testimonio para abrir la procesión! Todos estamos llamados a ser apóstoles de Cristo, a transmitir su mensaje; todos estamos invitados a beber de su fuente de agua viva.

.- El Santísimo Cristo amarrado a la Columna (de la Cofradía que lleva su nombre) nos traslada a ese momento en el que Jesús, tras escuchar la sentencia pronunciada por Pilato “Irás a la Cruz”, es conducido por los soldados para su flagelación. Lo desnudaron y lo ataron a una columna. No hace falta relatar lo que vino a continuación; está en la mente de todos y el simple pensamiento nos sobrecoge. Para Jesús comenzaban sus horas más terribles.

.- La Verónica (Santa que da nombre a la Cofradía) nos recuerda el gesto compasivo de una mujer en el camino de Jesús hacia el Calvario. Se acercó a Jesús y le enjugó con su velo el rostro, supurante de sudor y sangre, y en él quedó grabado. Ese rostro suscitó en el corazón de Verónica misericordia y el gesto se recuerda en la sexta estación del vía crucis: “Jesús, haz que veamos las necesidades de los demás y los auxiliemos”.

.- Aparece de inmediato Nuestro Padre Jesús; va camino de su muerte llevando a cuestas la Cruz. Pero cuando el Nazareno pasa, no pasa, siempre se queda. Se queda en el corazón y en el alma de todo aquel que le mira, de todo aquel que le reza. En sus ojos hay dulzura y en su rostro pureza; y todo Él es amor. La Hermandad así lo sabe, así lo vive y lo siente y así también nos lo anuncia, lo comparte y ofrece llevando sobre su trono (que será nuevo este año)

con reverencia y respeto al que a morir va por nosotros, a Jesús el Nazareno.

.- De Juan cuenta la tradición que es el discípulo amado: es quien reposa su cabeza sobre el pecho del Maestro durante la Última Cena, quien permanece a los pies de la Cruz junto a María y es testigo de la tumba vacía y de la presencia del Resucitado. Juan recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor: "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y éste la llevó a su casa, donde la honró, sirvió y cuidó como a una madre. La Cofradía se enorgullece de la talla de su San Juan, y la expresión de ese orgullo es difícil de contener el día de Viernes Santo. ¡Cuánto cuesta a los costaleros no jalear a su Santo sino caminar solemnes y esperar al Resucitado!

.- ¿Y dónde permanece el dolor más intenso sino en el pecho hundido de María? ¡Qué expresión de angustia más sentida y más humana; qué desgarradora mirada la de unos ojos que ven morir a un hijo en la más cruel de las muertes; qué gráfico ese puñal que ni al atravesar su pecho le da la paz ni la calma; qué deseos de aliviar con esos brazos abiertos, Dolorosa, el sufrimiento en la Cruz del Santísimo Cristo de la Sangre!

Los tronos ya se recogen. En la Iglesia descansarán, tan sólo una breves horas, hasta ver la noche llegar. De nuevo entonces saldrán, al amparo de las velas, para revivir los Pasos desde una perspectiva nueva. El cansancio se nota después de esa carrera que por las calles de Alguazas desfiló por la mañana con una paz y calma inquietas. Ese peculiar cansancio remueve en quienes lo sienten el pensamiento tenaz de cuál no sería el ánimo de todos los que asistieron a la expiración de Jesús en ese monte Calvario. Y si Cristo resistió ese castigo brutal, el alma del alguaceño fuerza a su cuerpo le da para transitar de nuevo por las calles en la procesión del Santo Entierro. Los lazos negros nos dicen que Jesús no pudo más, que entregó su espíritu al Padre y que quiso perdonar.

.- En torno al cuerpo inerte de Cristo, desclavado de la cruz y depositado para prepararlo para su entierro, la Virgen, sola y cubierta con un pañuelo blanco en señal de luto, sostiene la cabeza de su Hijo, lo abraza y lo mantiene en su regazo. Su expresión es la del profundo lamento que surge de sus entrañas. Es la Virgen de la Piedad, de la angustia, del dolor más extremo; la pena no va por dentro, se desborda su tristeza, ya no queda llanto dentro ni sangre por esas venas al sostener al Hijo muerto ¡Cuán distinta es esta escena de las muchas que debió vivir esa madre al estrechar contra sí a ese Hijo siendo niño!

.- La cruz del Santísimo Cristo de la Sangre, ahora vacía y

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ataviada con los símbolos del Descendimiento, rasga la noche tras la Piedad y da paso al Santo Sepulcro, escalofriante imagen de un Cristo Yacente de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús que, escoltado por la Guardia Civil, hace temblar la mirada y deja alguna lágrima escapar.¡Gracias a Dios que sabemos cuál será el verdadero final! Jesús vencerá a la muerte y al tercer día resucitará!

.- San Juan fue testigo de ello y por eso es su caminar también en la noche del Viernes para a María arropar. No estás sola, Soledad, aunque así te muestres al Paso de tu querida Hermandad; San Juan es tu hijo adoptivo y con él la humanidad. Sólo espera hasta el Domingo: ese día regresará.

Pero el Viernes no está completo. Ha faltado detallar cómo a la media tarde la Soledad y la Cama bajan desde la Ermita de la Purísima hasta la Iglesia parroquial. Los evangelios nos cuentan que no fueron las mujeres quienes enterraron a Jesús, ni tampoco sus discípulos, huidos a Galilea presos de desolación y desconcierto. Fue José de Arimatea, un hombre bueno y justo, quien se atrevió a pedir a Pilato el cuerpo de Jesús para enterrarlo dignamente; y se lo concedió. Entre José y Nicodemo enterraron a Jesús en un sepulcro excavado en la roca. José hizo rodar una gran piedra sobre el sepulcro y se fue.

Qué día de Viernes Santo, cuánto vivido en un día, cómo es regresar a casa dejando en el silencio de la Iglesia esas escenas vivas de una Fe que está despierta. Habrá que seguir de duelo todo el Sábado de Gloria, quizá un tanto desorientados y llenos de una gran zozobra. Sabemos que resucita, pero se hace larga la espera. Las calles están tranquilas, o mejor dicho, menos llenas, que Alguazas se multiplica por cinco en almas cuando la Pasión le llega. La vida está ahora en las casas, en las recetas caseras, en las conversaciones varias, en el retoque de las túnicas, en la cura de los dañados hombros de los costaleros. Siempre sentí admiración por todos esos valientes que cargan sobre sus hombros el peso de nuestros tronos, caminar de la Semana Santa.

Llega por fin la noche y la Vigilia Pascual. La Vida vence a la Muerte. La resurrección de Jesús es un hecho real, no es fantasía de seguidores ni resultado de reflexión. Pero conviene precisar que Jesús no vuelve a esta vida sino que entra en la “Vida de Dios”.

El evangelio cuenta que se produjo un terremoto “pues un ángel del Señor bajó del cielo, llegó al sepulcro y apartando la piedra se sentó sobre ella”. ¿Serán las carretillas y los petardos los sutiles y sofisticados útiles con los que el pueblo de Alguazas quiere emular ese terremoto? Sinceramente lo dudo, pero si no es terremoto es trueno lo que suena en esa noche haciendo estallar muy temprano la mañana del

Domingo de Resurrección.

El buen López bien sabía lo rentable que salía que algún chispazo que otro diera al traste con las medias de las chicas. Se impusieron pues los vaqueros pese a que a nuestras abuelas no les pareciera bien vernos ir así vestidas para acudir a la Iglesia.

Pero qué mejor vestimenta, si después caía el azulete sobre todo aquél que por allí se moviera. Y no sólo los de la calle estábamos en la faena, que desde los balcones buenas juergas se pasaban quienes, sin remordimiento, calderos de agua lanzaban al grito del “agua va”. Qué gran jolgorio era aquello. Y quitarse el azulete en el brazal de mi abuela, todos en aquel patio comentando las anécdotas. ¿Se podrá recuperar algún día el azulete? En la tienda de Diego la despensa estaba llena. ¡Ay Pinea, lo que hiciste, que se nos acabó la fiesta!

La Procesión del Encuentro de Jesús Resucitado con su Madre, ahora dichosa, era y es la pieza que abre la última jornada de la Semana Santa alguaceña. La Virgen vuela en manos de las mujeres, y Cristo hace lo propio en manos de los varones. ¿Quién llegará primero a ese encuentro triunfal? En el fondo da lo mismo pues lo importante es estar.

Y no hay tregua, no. ¿Para qué? No queremos esperar. ¡Que salga la Procesión del Resucitado ya! Tan sólo, quizá ... mirar hacia el cielo, por si amenaza tormenta, que no será el primer año que San Juan haya portado paraguas en vez de Palma, que así somos los murcianos para resolver papeletas.

Aparece la Cruz triunfante, engalanada de flores por los cofrades del Cristo de la Sangre. Le sigue el Resucitado, de la Cofradía de su nombre; y tras él, la Cofradía de la Verónica nos regala aquella escena en la que Jesús se aparece a su mejor amiga, María de Magdala, y la llama con la misma ternura que ponía en su voz cuando caminaban por Galilea: “¡Miryam!”; María se vuelve rápida “¡Rabbuní!” (Maestro mío) y se abraza a sus pies. No podía después faltar ese ángel que bajó del cielo, llegó al sepulcro, apartó la piedra y se sentó sobre ella dando un susto de muerte a los guardianes. Es el Ángel Glorioso, de la Hermandad de la Dolorosa y la Soledad, que completa la puesta en escena del milagro de la Resurrección.

Durante toda la procesión del Resucitado los tronos son bailados y levantados en volandas por sus portadores. Pura demostración de fortaleza, bravura, salero y gracia con la que se meten al público en el bolsillo. Un público que abarrota las calles, desde la Iglesia hasta el Barrio, desde el Barrio hasta la Iglesia.

No falta a la cita San Juan, el amigo de Jesús que tiene una nueva madre. Y precisamente le sigue, bellamente

engalanada, gloriosa, dichosa y feliz, la Virgen de la Alegría, portada sólo por mujeres; talla de la más joven Cofradía.

San Juan tiene en la Alegría nueva pareja de baile, que muchos años lo fue la pequeña-gran Virgen del Rosario. Y es que el fabuloso “Baile de los Santos”, famoso hasta en la Wikipedia, cierra la Procesión en la plaza de la Iglesia para deleite y goce de cientos de espectadores.

¡Cuántos años llevo disfrutando de ese final sin temor a ser aplastada por la multitud que necesariamente se ha de ir desplazando en la dirección que vayan tomando los pasos! La emoción se desborda y los ¡vivas! a los santos acaban dejando sin voz casi todas las gargantas.

Mi recuerdo tierno también hacia ese demonio “negro” que tanto me asustaba de niña y que tanto revuelo provoca entre monaguillos y nazarenos pequeños.

Y cómo dejar de mencionar las Bandas de Tambores y Cornetas que ponen sonido a nuestra particular Semana: el Tercio Romano, encargado de abrir las procesiones y de hacer el caracolillo para la entrada de los tronos a la Iglesia; la Banda de la Virgen del Carmen, la de la Asociación de la Samaritana y Nuestro Señor del Pozo, y la Banda de la Samaritana. Todas se sincronizan a la hora de tocar las marchas en el Baile de los Santos.

Los tronos ya se han guardado, el año que viene saldrán.Las bandas ya se silencian, aunque pronto ensayarán.

Los nazarenos rompen filas, y en busca de su gente van.Los costaleros regresan rendidos de los tronos bailar.

Es la plaza de la Iglesia el sitio de reunión.Se ha convertido en un patio grande, alegre y acogedor;

por el que no pasan aún los coches, y no hay peligro ni temor.

Todos allí nos juntamos para contar lo vivido,para rematar la Semana alargando más el día.

Los niños que juguetean entre capas y bastones.Las niñas que forman ramos con las flores que recogen.

Algún pequeño que llora por el globo que se va.Los jóvenes que prometen que el siguiente año saldrán,

si pueden de costaleros o nazarenos sin más.

¿Y por qué será que todo esto me recuerda mi relato inicial?

Me recuerda a los patios humildes de ese Nazaret de antaño, a esas vidas en común de servicio y sin secretos, a esas familias unidas y a ese Jesús tan humano. Nos dicen los estudiosos que Jesús quiso siempre cuidar

en su grupo la alegría. Aquellos que le seguían lo habían dejado todo pues [metafóricamente] habían encontrado el “tesoro escondido” o la “perla preciosa” que nos explican dos de sus muchas parábolas. Jesús adivinaba en los ojos de su gente la alegría de haber empezado a descubrir el reino de Dios. Y siendo así no tenía sentido ayunar ni hacer duelo pues la vida junto a Jesús era una fiesta.

¿Y por qué será que este relato me recuerda a Alguazas?

Alguazas es devoción, es luz, es color, es fuerza... es una alegría inmensa.

¡Engalanad los balcones!

Que nadie se quede en casa, que se llene nuestra Iglesia, que rebosen nuestras plazas, y que se admire la belleza.

Que los mayores no falten, que los niños se estremezcan, que se ilusionen los jóvenes

y que se impliquen con fuerza.

Que a todos nos correspondehacer realidad el sueño

de la Semana Santa alguaceña.

¿Y por qué será que ahora necesito gritar¡VIVA ALGUAZAS!?

Foto

Car

rillo

oce años después la imagen del Cristo de la Columna vuelve a ser cartel anunciador de la Semana Santa de Alguazas.

Después de doce años la iconografía del Cristo de la Columna ha vuelto a anunciar la Semana Santa de nuestro municipio, pero su historia se remonta a 1982 cuando D. Joaquín Chazarra Fuster, D. Joaquín, el médico, y su esposa, Josefina Pastor, viajan a Valencia para encargar al escultor Luis Roman esta imagen. El miércoles de Ceniza llega a Alguazas una escultura de 80 kg. de peso por 1’70 mts. de altura que ese mismo año ya procesiona por las calles de Alguazas, Viernes Santo por la mañana. Así lo viene haciendo 31 años consecutivos. La imagen es portada por 16 costaleros que visten túnica color granate y acompañada por nazarenos penitentes con túnica marfil, capa, capuz y cíngulo granates. El cartel recoge, en primer plano, la imagen titular del Cristo, en la parte superior lateral y difuminadas, las manos atadas. Todo rodeado por una orla granate con la leyenda en letras doradas: Semana Santa Alguazas 2013.

D

María Ángeles Moragues ChazarraPresidenta Cofradía Stmo. Cristo de la Flagelación

EXCMO. AYUNTAMIENTODE ALGUAZAS

CONCEJALÍA DE CULTURA

Empresas y comercios colaboradores conla Semana Santa de Alguazas 2013

Empresas y comercios colaboradores conla Semana Santa de Alguazas 2013

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