JULIO 2012 · al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para...

LLEECCTTIIOO DDIIVVIINNAA Lectura orante de la Palabra de Dios

JULIO 2012

Arzobispado de Santiago Vicaría Oeste

L e c t i o D i v i n a J u l i o 2 0 1 2

PRESENTACIÓN

La hermosa solemnidad de Nuestra Señora del Carmen queda excelentemente bien ubicada en el centro de este mes en que los textos bíblicos dominicales nos llevan a reflexionar respecto de nuestra fe en el don que nos ofrece Dios. María es modelo de acogida al don que viene de lo alto. Su plena disponibilidad para que Dios obre en Ella la constituyen en Madre de los Creyentes y modelo de las maravillas que Dios hace en quienes responden con un “Sí” personal, libre y abierto a sus proyectos. Con razón Isabel le dice: “Feliz tú por haber creído”. En cada ocasión en que Jesús realizó un signo milagroso curando a un enfermo y ofreciendo con ello una vida nueva, procuró que quien se beneficiaba de este comprendiera algo fundamental: “Tu fe te ha salvado”. La fe es la respuesta del hombre al Dios que habla y que actua en la historia. Se trata del asentimiento libre, interior y personal a Dios y al amor que nos ofrece. Sin esta apertura del corazón Jesús se muestra impotente para producir frutos de vida nueva. Es lo que le sucedió en la Sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se había criado, no pudo realizar ningún milagro por su falta de fe. Muy bien nos viene esta invitación a crecer en el camino de la fe en un tiempo en que la desconfianza parece instalarse como el sentimiento original que domina el ambiente. Desconfianza que afecta a las relaciones personales e institucionales y que lleva también, lo que es todavía más grave, a una mirada de sospecha ante esta palabra de Amor que se nos transmite en la Escritura y la Tradición de la Iglesia y, que solo puede ser acogida en la fe. Que la lectura orante de la Palabra nos anime en este camino tan delicado y hermoso que nos revela un Dios respetuoso de nuestra interioridad. Que juntos podamos decir: “Creo, Señor, pero aumenta mi fe.”

Pbro. Galo Fernández Vicario Zona Oeste


El proyecto del Reino de Dios vivido en comunidad

Las acentuaciones pastorales de este año nos invitan a profundizar en cuatro dimensiones de la pastoral el Kerygma (Evangelización), la Koinonía (comunión), la Diaconía (servicio) y la liturgia (celebraciones litúrgicas). Para este mes de julio se nos propone poner mayor énfasis la Kononía puesto que celebramos un aniversario más de Santiago, en torno a la figura de Santiago Apóstol, ocasión también en que nuestras comunidades parroquiales, de toda la ciudad, celebraran sus asambleas parroquiales. Por esta razón queremos reflexionar en torno a la Lumen Gentium que es el documento de apoyo para esta dimensión. Para conocer sobre la Lumen Gentium (LG) les proponemos considerar algunos puntos, antes de recorrer algunos pasajes que nos servirán de pilar para comprender la comunión:

Aspectos generales: La Lumen Gentium («Luz de los pueblos», es decir, Cristo), es una de las constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II. Las constituciones del Concilio Vaticano II son cuatro: Dei Verbum, Lumen Gentium, Gaudium et Spes y Sacrosantum Concilium. Es importante señalar cómo ya desde la misma estructura de la Lumen Gentium se percibe una opción por la comunión, la dinámica de la armonía y complementariedad, todo lo cual irá permitiendo la integración de elementos en la unidad del Pueblo peregrino como concreción de la esencia de la Iglesia.

Ideas fuerzas del documento Al mencionar las ideas más significativas de la Lumen Pentium podemos mencionar:

Estudio renovado del misterio de la Iglesia. La Comunión es el fundamento en el que se apoya su realidad. Iglesia pueblo de Dios, la componen con igual dignidad consagrados y laicos. Jerarquía al servicio de la Iglesia comunidad. Todos están llamados a la santidad que es la participación activa y compromiso. La Iglesia Católica es parte de la Iglesia de Cristo. Columna vertebral de todos los demás textos conciliares.

Capítulos de la constitución dogmática Los capítulos de la Lumen Gentium son ocho en total, aquí se mencionan, cuáles son sus temas: Capítulo I: El misterio de la Iglesia Capítulo II: El pueblo de Dios Capítulo III: Constitución jerárquica de la Iglesia y particularmente el Episcopado Capítulo IV: Los laicos Capitulo V: Universal vocación a la santidad en la iglesia Capítulo VI: De los religiosos Capítulo VII: Índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial Capítulo VIII: La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

Resumen de los capítulos: A pesar de su lenta elaboración, la constitución tiene una extraordinaria unidad.


El capítulo inicial, El misterio de la Iglesia, muestra cómo se revela en la Iglesia el plan divino, eterno y trinitario de salvación.

El segundo capítulo, El pueblo de Dios, trata de la Iglesia en su conjunto, sin hacer distinciones de función o estado: Dios tiene un plan para todo el pueblo; el sacerdocio común es compartido por todos (LG 10) y ejercido en los sacramentos (LG 11); el pueblo entero está en relación, a distintos niveles, con los miembros de la Iglesia católica plenamente incorporados a él (LG 15), con los otros cristianos (LG 16) y con los no cristianos (LG 17).

El tercer capítulo trata de la jerarquía. El trabajo anterior del concilio Vaticano I, que habló sólo del papa, se ve completado ahora por un amplio tratamiento del colegio episcopal.

El capítulo cuarto, Los laicos, pone de relieve su vocación específica a participar en los oficios sacerdotal, profético y real de Cristo.

El capítulo quinto, vuelve a tratar de toda la Iglesia, ya que todos están llamados a la santidad.

El capítulo sexto, es un breve capítulo dedicado al papel especial desempeñado por los religiosos en la Iglesia.

El capítulo séptimo trata de nuevo de la Iglesia universal en su peregrinación escatológica.

El último capítulo, el octavo, se titula La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Tiene dos partes principales, en las que se muestra la relación de María con Cristo y con la Iglesia.

Algunos pasajes del Lumen Gentium (LG) sobre la comunión LG Nº 4 “Consumada la obra que el Padre encomendó realizar al Hijo sobre la tierra (cf. Jn 17,4), fue

enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que

de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cf. Ef 2,18).

El es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14; 7,38-39), por

quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales

en Cristo (cf. Rm 8,10-11). El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un

templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm

8,15-16 y 26). Guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio, la

provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef

4,11-12; 1 Co 12,4; Ga 5,22). Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva

incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa

dicen al Señor Jesús: ¡Ven! (cf. Ap 22,17).

Y así toda la Iglesia aparece como «un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y

del Espíritu Santo».

LG Nº8 “Cristo, el único Mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia santa,

comunidad de fe, esperanza y caridad, como un todo visible [9], comunicando mediante ella la verdad

y la gracia a todos. Mas la sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo,

la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los

bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una

realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino. Por eso se la compara, por

una notable analogía, al misterio del Verbo encarnado, pues así como la naturaleza asumida sirve al

Verbo divino como de instrumento vivo de salvación unido indisolublemente a Él, de modo semejante

la articulación social de la Iglesia sirve al Espíritu Santo, que la vivifica, para el acrecentamiento de

su cuerpo (cf. Ef 4,16).


Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y

apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la

apacentara (cf. Jn 21,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18

ss), y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad (cf.1 Tm 3,15). Esta Iglesia,

establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada

por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él si bien fuera de su estructura se

encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo,

impelen hacia la unidad católica”.

LG Nº 13 “Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual,

este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para

así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana,

y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos (cf. Jn 11,52). Para esto envió Dios

a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (cf. Hb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote

de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto, finalmente, envió Dios

al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los

creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la

fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42 gr.).

Así, pues, el único Pueblo de Dios está presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas

reúne sus ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino celestial. Todos los fieles dispersos

por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo, y así, «quien habita en Roma sabe que los

de la India son miembros suyos» [23]. Y como el reino de Cristo no es de este mundo (cf. Jn 18,36), la

Iglesia o el Pueblo de Dios, introduciendo este reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo;

antes, al contrario, fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las

capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno. Pues es muy consciente

de que ella debe congregar en unión de aquel Rey a quien han sido dadas en herencia todas las

naciones (cf. Sal 2,8) y a cuya ciudad ellas traen sus dones y tributos (cf. Sal 71 [72], 10; Is 60,4-7; Ap

21,24). Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con

el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos

sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad de su Espíritu.

LG Nº 15 “La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se

honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de

comunión bajo el sucesor de Pedro. Pues hay muchos que honran la Sagrada Escritura como norma

de fe y vida, muestran un sincero celo religioso, creen con amor en Dios Padre todopoderoso y en

Cristo, Hijo de Dios Salvador; están sellados con el bautismo, por el que se unen a Cristo, y además

aceptan y reciben otros sacramentos en sus propias Iglesias o comunidades eclesiásticas. Muchos de

entre ellos poseen el episcopado, celebran la sagrada Eucaristía y fomentan la piedad hacia la Virgen,

Madre de Dios. Añádase a esto la comunión de oraciones y otros beneficios espirituales, e incluso

cierta verdadera unión en el Espíritu Santo, ya que El ejerce en ellos su virtud santificadora con los

dones y gracias y a algunos de entre ellos los fortaleció hasta la efusión de la sangre. De esta forma, el

Espíritu suscita en todos los discípulos de Cristo el deseo y la actividad para que todos estén

pacíficamente unidos, del modo determinado por Cristo, en una grey y bujo un único Pastor. Para

conseguir esto, la Iglesia madre no cesa de orar, esperar y trabajar, y exhorta a sus hijos a la

purificación y renovación, a fin de que la señal de Cristo resplandezca con más claridad sobre la faz

de la Iglesia”.


LG Nº 18 “Para apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su

Iglesia diversos ministerios, ordenados al bien de todo el Cuerpo. Pues los ministros que poseen la

sacra potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos pertenecen al Pueblo de

Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tendiendo libre y ordenadamente a un

mismo fin, alcancen la salvación.

Este santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano I, enseña y declara con él que

Jesucristo, Pastor eterno, edificó la santa Iglesia enviando a sus Apóstoles lo mismo que El fue

enviado por el Padre (cf. Jn 20,21), y quiso que los sucesores de aquéllos, los Obispos, fuesen los

pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo Episcopado fuese

uno solo e indiviso, puso al frente de los demás Apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la

persona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión

[37]. Esta doctrina sobre la institución, perpetuidad, poder y razón de ser del sacro primado del

Romano Pontífice y de su magisterio infalible, el santo Concilio la propone nuevamente como objeto

de fe inconmovible a todos los fieles, y, prosiguiendo dentro de la misma línea, se propone, ante la faz

de todos, profesar y declarar la doctrina acerca de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, los cuales,

junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo [38] y Cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa

del Dios vivo”.

Preguntas: 1. A la luz del texto ¿qué es la comunión? 2. ¿Cómo puedo vivir de mejor manera la comunión en mi familia, trabajo, barrio y comunidad

parroquial? 3. ¿Cuáles son los elementos importantes para vivir la comunión?

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html#_ftn37

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html#_ftn38


“Tu fe te ha salvado”

DOMINGO DECIMOTERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA

01 de Julio de 2012- Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I.- PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: En esta oportunidad queremos reflexionar sobre aquellas ocasiones en que le hemos pedido algo a alguien, o las veces en que nos han pedido algo a nosotros: ¿cómo reaccionamos?, ¿somos solícitos en responder ante las peticiones?, cuando soy yo el que pido algo ¿pongo mi confianza en la otra persona?

b. Oración Inicial: Inicia la lectura orante, con la siguiente oración

Ven, Espíritu Santo ilumina mi mente, abre mi corazón

para encontrar en tu Palabra a Cristo, Camino, Verdad y Vida...

Ayúdame a seguir hoy, el llamado de Cristo

en una vida nueva, según la Palabra.

Ayúdame a ser para todos en el mundo un enviado del Señor,

un hermano y un amigo, un discípulo misionero,

del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Petición: Señor, te pido la gracia de tener fe, para que tú puedas obrar en mi vida.

II.- OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? En este Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia

propone una meditación de dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres. Haz una escucha atenta del texto, que empape todo tu ser la Palabra de Dios. Lee, si es necesario, más de una vez el Evangelio.

b. Lecturas: Primera Lectura: Sab. 1, 13-15; 2, 23-24; Salmo responsorial: 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b;

Segunda lectura: 2 Cor. 8, 7. 9. 13-15; Evangelio: Marcos 5, 21-43

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva”. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré sanada”. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?” Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta


por todas partes y preguntas quién te ha tocado?” Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”. Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?” Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”. Y se burlaban de Él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!” En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña.

(Tomada del Leccionario Dominical)

c. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te

proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción.

¿Qué le pide Jairo a Jesús?

¿Cómo responde Jesús a la petición de Jairo?

¿Qué acontece en el camino?

¿Qué pensaba de Jesús, la mujer de la hemorragia?

¿Cómo reacciona Jesús al sentir que lo tocan? ¿Qué le dice Jesús a la mujer? ¿Qué le comunican a Jairo? ¿Qué le dice Jesús a Jairo? ¿Qué sucede con la hija de Jairo?

d. Claves del texto:

Una división del texto para ayudar a su lectura: (1) Marcos 5,21-24: Jairo pide por su hija. (2) Marcos 5,25-26: La situación de la mujer que sufre de una hemorragia irregular. (3) Marcos 5,27-28: El razonamiento de la mujer ante Jesús. (4) Marcos 5,29: La mujer consigue su intento y queda curada. (5) Marcos 5,30-32: La reacción de Jesús y los discípulos. (6) Marcos 5,33-34: La conversación entre Jesús y la mujer curada por la fe. (7) Marcos 5,35-36: La conversación entre Jesús y Jairo. (8) Marcos 5,37-40: La llegada a la casa de Jairo y la reacción de la gente. (9) Marcos 5,41-43: La resurrección de la niña.

Marcos nos relata dos milagros que se entrecruzan, y manifiestan, una vez más, que Jesús viene a ofrecer y a hacer posible la liberación, la vida y la salvación. Podemos señalar estos aspectos comunes: - son dos mujeres las que reciben el beneficio de la acción milagrosa de Jesús; - en los dos casos, hay una trasgresión, liberación y superación, por parte de Jesús, de una ley que esclaviza a la dignidad de la mujer;


- la multitud no favorece la acción de Jesús, pues lo apretujaba (v. 24) y se burlaban de él (v. 40). En los dos casos, Jesús queda impuro según la ley, por haber sido tocado por una mujer impura (la hemorroísa) y por haber tocado a una niña muerta.

En ese acontecer, el Señor nos invita a recrearnos, a unirnos con Él y junto a la fe de la mujer, escuchar la palabra del Señor, “hija, tu fe te ha salvado”. Jesucristo el Señor se deja alcanzar por cada uno de nosotros para que, de Él alcancemos misericordia, porque sabemos que el Señor, nuestro Dios, ha sido generoso. MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Para meditar el texto bíblico te proponemos las siguientes preguntas: 1.- ¿Cómo es mi fe en Jesús? 2.- En mi vida, ¿he escuchado la frase: “Hija, tu fe te ha salvado”? 3.- ¿De qué manera doy testimonio de mi fe? ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Jesús, Señor nuestro, manteniendo fija la mirada en ti quiero contarte lo que hay en mi corazón, quiero decirte cuánto te amo.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón: La escena del evangelio es maravillosa para recrearla. Por eso, en silencio, vuelve a repasar las imágenes, cuando Jairo se acerca a Jesús, cuando caminan juntos a su casa y se encuentran con la mujer de la hemorragia, cuando le avisan a Jairo que su hija ha muerto, cuando Jesús resucita a la niña… Deja que Jesús toque tu corazón con su amor misericordioso.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Acción: ¿qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? Cuando nos encontramos en dificultades, cuando parece que el Señor no quiere intervenir, cuando no vemos la solución de un problema, debemos escuchar a Jesús, que nos dice:”No temas, basta que tengas fe”. Las dificultades deben ser ocasiones de progreso en la fe, y no de renuncia a la fe y a la esperanza. ¿De qué modo vas a hacer vida esta realidad?

b. Signo para llevar a la vida: (Un trozo de género, papeles en blanco, alfileres y un lápiz)

Piensa en las situaciones que quieres que el Señor sane en tu vida.

Anota cada una de las situaciones en un papel.

Coloca los papeles en el trozo de género sujetados con los alfileres.

Deja este trozo de género en tu Biblia por esta semana. c. Oración final: Finaliza la Lectura Orante rezando el Padre Nuestro


“¿No es acaso el carpintero, el hijo de María?”

DOMINGO DECIMOCUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA

08 de Julio de 2012 – Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I.- PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: Ser creyente en el mundo de hoy no es tarea fácil. Hay muchos que critican duramente a las personas que tienen fe, que asisten a la iglesia o que participan de alguna pastoral y en muchas ocasiones esas personas son parte de nuestras propias familias. En torno a esta realidad te invitamos a que pienses: ¿te consideras una persona creyente?, ¿te han criticado alguna vez por tener fe?, ¿cómo te has sentido?, ¿has sido valiente y consecuente en vivir la fe?, ¿quiénes te han criticado?

b. Oración Inicial: Inicia esta lectura orante invocando al Espíritu Santo, aquel que nos ayuda a comprender lo que Dios nos quiere decir mediante su Palabra.

Rey celestial, Consolador, Espíritu de la verdad,

que estás presente en todas partes y lo llenas todo,

Tesoro de todo bien y Fuente de vida, ven y haz de nosotros tu morada,

purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas,

Tú que eres bueno. Amén

c. Petición: Señor, te pido la gracia de no ser indiferente ante la propuesta que me realizas, de confiar más en Ti y aceptar con gozo la misión que me encomiendas.

II.- OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina

a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? Nuestro recorrido por el Evangelio de Marcos en este

año litúrgico nos pone hoy ante una escena de fracaso misionero. Lee atentamente el evangelio.

b. Lecturas: Primera Lectura: Ezequiel 2, 2-5; Salmo responsorial: 122, 1-4; Segunda Lectura: 2 Corinto 12,

7-10; Evangelio: Marcos 6, 1-6a

Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe.




proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción:

¿A dónde se dirige Jesús con sus discípulos?

¿En qué lugar físico se desarrolla el texto?

¿Por qué la multitud se hace preguntas respecto a Jesús?

¿Qué responde Jesús?

¿Qué quiere decir esta respuesta?

¿De qué se asombra Jesús?


Una división del texto para ayudar en su lectura: (1) Marcos 6,1: La llegada de Jesús a Nazaret, su comunidad de origen. (2) Marcos 6, 2-3: La reacción de la gente de Nazaret ante Jesús. (3) Marcos 6, 4: El modo cómo Jesús acoge la crítica. (4) Marcos 6,5-6: La falta de fe impide obrar milagros.

Jesús encuentra resistencia a su mensaje sobre todo en su tierra, en Nazaret. Había empezado a predicar y a hacer milagros en Cafarnaúm. Después de Nazaret, entra a enseñar el sábado en la sinagoga de Nazaret. En la parte central del evangelio vemos cuatro ejes: la maravilla inicial de la gente, la actitud despectiva de la gente, los cuestionamientos de la gente y el escándalo de la gente.

La reacción de los asistentes frente a la predicación de Jesús es la maravilla, pero se muestran incapaces de reconocer en Él a alguien más que al carpintero que han visto siempre y se escandalizan de Jesús. En Nazaret no hay confesiones de fe sino únicamente cuestionamientos lanzados sobre Jesús. El bloqueo frente a la persona de Jesús lo sintetiza Marcos con la frase: “Y se escandalizaban a causa de él”.

La falta de fe es un obstáculo para la gracia de Dios. Ésta, para comunicarse a nosotros, necesita nuestra acogida. Pidamos al Señor poder estar abiertos a su gracia, a su verdad y a su misión, de suerte que no tenga que extrañarse de nuestra incredulidad.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Para profundizar el evangelio se proponen las siguientes preguntas:

1.- ¿Cómo enfrento las dificultades personales, de familia, de la pastoral? 2.- ¿Dejo que la gracia de Dios actúe en mi vida? 3.- ¿Cuáles son las lecciones para el discipulado que desprendo de este episodio difícil del ministerio de Jesús?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Luego de este caminar sencillo pero profundo de leer y meditar, me dispongo a hablar con el Señor. ¿Qué le digo, qué me nace en este momento hablar con Él?. La oración debe ser espontánea, fluida, abandonada. Puede servirnos recrear en nuestra mente y corazón la escena que hemos leído: Jesús en la sinagoga de su pueblo natal, enseñando y siendo al mismo tiempo rechazado.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón Es el momento es que nosotros dejamos de hablar y de hacer activamente. Ahora nos dejamos tocar por la ternura de Dios a través del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nos dejamos amar hasta el extremo para entrar en la profundidad de la comunión con Dios.



a. Acción: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? Hemos descubierto cómo Jesús es rechazado por su propio pueblo. Sin embargo, él tiene clara su misión; sabe perfectamente que tiene que ir en busca de todas las personas para darle a conocer la Buena Noticia. Con estos ecos, es momento propicio para preguntarte de qué manera piensas hacer vida esta Palabra, qué cambios, qué transformaciones tendrás de ahora en adelante y que te envié a ser testimonio en el mundo.

b. Signo para llevar a la vida: Para recoger los frutos de la lectura orante, te invitamos a realizar un gesto sencillo:

Extiende tus manos hacia adelante.

Quédate con ellas extendidas por algunos minutos, en silencio.

Piensa en las gracias que has recibido de Dios el último tiempo.

Dilas en voz alta y en forma muy pausada.

Vuelve a repetirlas.

Quédate otros minutos más en esa postura.

c. Oración final: Finaliza esta lectura orante con el siguiente canto:

Aún en la tormenta aun cuando arrecia el mar

te alabo, te alabo en verdad

Aun lejos de los míos aun en mi soledad


Pues solo a ti te tengo pues tu eres mi heredad


Aún sin muchas palabras aun cuando no se alabar


Pues solo a ti te tengo pues tu eres mi heredad



“Llamó a los Doce y los envió de dos en dos”

DOMINGO DECIMOQUINTO DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA

15 de julio de 2012 – Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: A lo largo de la vida hemos recibido variadas invitaciones para participar en algún cumpleaños, ir al cine o salir de vacaciones, ir a visitar a algún enfermo, en fin. Te invitamos a pensar en aquella invitación que más ha tocado tu corazón y señalar por qué ha sido importante.

b. Oración Inicial: le pedimos al Espíritu que nos acompañe y ayude, lo hacemos con la siguiente oración

Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,

Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas

y mi propia Santificación.

Espíritu Santo, Dame agudeza para entender,

capacidad para retener, método y facultad para aprender,

sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar.

Amén.

c. Petición: Pido la gracia de acoger con cariño el envío que el Señor me hace, en mi familia, en el trabajo, en el barrio, en la sociedad

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? En este caminar, nuestro oído se ha ido afinando, como

buenos orantes de la lectio divina ya podemos disponer nuestro corazón para escuchar atentamente la lectura y descubrir lo qué dice el texto. Embarquémonos en esta aventura.

b. Lecturas: Primera Lectura: Amós 7, 12-15; Salmo responsorial: 84, 9ab. 10-14; Segunda Lectura:

Éfeso 1, 3-14. Evangelio: Marcos 6, 7-13


Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

(Tomada del Leccionario dominical)



¿A quiénes llama el Señor?

¿Qué encargo les hace?

¿Cuáles son las indicaciones que les hace el Señor a los doce?

¿Qué acciones realizaron los doce en su misión?

¿Cómo aparece la relación entre Jesús y sus discípulos en el relato?

¿Cómo se correlaciona discipulado y misión?

d. Claves del texto

En el pasaje distinguimos las siguientes partes: (1) Convocatoria y envío de los Doce (6,7), (2) Instrucciones para la misión (6,8-11), (3) Resumen de la realización de la misión (6,12-13). Aunque la mirada está puesta en la acción misionera que van a realizar los Doce, es notable que la persona de Jesús está en el centro de todo: Él llama, Él envía, Él reviste de poder y Él es quien determina cómo deben comportase los misioneros.

Jesús congrega y envía a sus discípulos: Él, que a su vez es enviado del Padre para testimoniarlo en un mundo necesitado y hostil, al mismo tiempo prolonga su misión de evangelizador a través de la comunidad de discípulos. Los envía “ligeros de equipaje”: bastón, sandalias y una túnica sola. Pero les comunica algo que vale mucho más que el equipaje y que ciertamente no se paga con dinero: autoridad sobre los espíritus inmundos. Este “poder” es fundamental para realizar la misión de Jesús, el buen Samaritano, el buen Pastor que vino a dar su vida para nuestra salvación, para la salud integral de todos los hombres y de todo el hombre.

Jesús también comparte con sus enviados aquel rechazo del que son objeto el Hijo del Hombre y el Reino de Dios, haciendo la advertencia sobre la casa que no acoge la Buena Nueva y ordenando un signo claro ante el rechazo del mundo: sacudir el polvo de las sandalias, esto simbolizaban así que atrás quedaba un pueblo pagano.

La misión de los apóstoles pone en nuestros corazones una gran alegría y una gran confianza y nos impulsa a la acción de la gracia. La atmosfera de nuestra vida cristiana debe ser la de una inmensa gratitud a Dios, porque su gracia se ha mostrado sobreabundante con nosotros, y nosotros no podremos acogerla nunca en toda su plenitud. Con todo, debemos intentar progresar siempre en esta acogida.


MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? La Palabra nos invita ante todo a reflexionar mediante las siguientes preguntas: 1. ¿Te consideras una persona con actitud misionera? 2.- ¿Con qué convicción realizas la misión encomendada por el Señor? 3.- ¿Confías en Jesús para concretar la misión?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Estamos invitados a ser discípulos

misioneros al servicio de la vida. Hoy el Evangelio nos ha ayudado a profundizar en la actitud misionera, en el mandato explicito que Jesús nos realiza. Frente a esta experiencia vital de nuestra fe, ¿qué le quiero decir al Señor? ¿Qué surge en mi corazón para ponerlo en diálogo con Aquel que me pide que no lleve nada para la misión, solo el convencimiento interior de anunciar la Buena Noticia? ¿Qué le digo al Señor? Conversa con Él.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón Déjate abrazar

por el amor misericordioso de Dios, trae a tu mente las escenas del evangelio, hazte parte de la invitación de Jesús y quédate en silencio para escuchar lo que Dios te quiere decir.


a. Acción: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? Nuestra Iglesia nos invita a

renovar nuestro ardor misionero, haciendo más fuerte nuestro testimonio y compromiso con el Reino. Especialmente este año de la misión Juvenil y la renovación de la parroquia, ¿qué estoy haciendo o qué voy a hacer para impulsar la misión en mi Iglesia?

b. Signo para llevar a la vida: (Biblia) Hemos dialogado con el Señor sobre la necesidad de dar testimonio, ahora nos comprometemos firmemente a colaborar con Él en la misión por eso te invitamos a llevar tu Biblia a tú corazón y decirle al Señor:

Aquí estoy Señor, para enseñarles a mis hermanos que Tú eres el sentido de nuestras vidas.

Aquí estoy Señor, para exhortar a la humanidad a la conversión

Aquí estoy Señor, para expulsar a muchos demonios y sanar a numerosos enfermos

Aquí estoy Señor, para ungir a mis hermanos con óleo.

c. Oración final: terminamos este momento de lectio con la oración de la Misión Joven

Señor Jesús, amigo de los jóvenes, ayúdanos a servir

a quienes se encuentran alejados. Camina con tu Iglesia de Santiago que animada por el Espíritu Santo

quiere escuchar, conocer , compartir y motivar a tantos jóvenes que aún no saben de Ti.

Ayúdanos a ser fieles a tu Palabra, acogedores y preocupados de nuestros hermanos jóvenes,

sensibles y comprometidos con todos los que sufren audaces misioneros de los que no te conocen.

Ayúdanos a dar testimonio de Ti. Haz que toda nuestra Iglesia

se haga cercana a todos, como Jesucristo con la Samaritana. Regálanos la alegría del servicio,

la belleza de la comunión, la urgencia de la caridad y la esperanza que no se agota

para que este tiempo de renovación y conversión, nos enseñe a ser mejores cristianos, discípulos misioneros de tu Reino.

Amén


“Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile”

LUNES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA



a. Comencemos desde nuestra vida: Sin lugar a dudas nuestra madre, cumple un rol fundamental en nuestras vidas, son pocas las palabras para describir su importancia en nuestro desarrollo como seres humanos. Por eso hoy al iniciar esta lectura orante queremos mirar a nuestras madres, ¿qué cualidades destaco en ella?, ¿en qué aspectos de mi vida, mi madre ha sido crucial?, ¿qué le quisiera agradecer?

b. Oración Inicial: le pedimos al Espíritu que nos acompañe y ayude, lo hacemos con la siguiente oración

¡Oh Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada concepción

fuiste hecha por el Espíritu Santo Tabernáculo escogido de la Divinidad, ¡ruega por nosotros!

¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.

¡Oh Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación

fuiste hecha por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!.

Petición: Señor Jesús, que podamos descubrir el camino de santidad a través del ejemplo de María Santísima, primera discípula.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina

a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? Leeremos el texto de Juan sobre las Bodas de Caná,

pon atención al desarrollo de los acontecimientos.

Lecturas: Primera Lectura: 1 Re 18, 1-2. 41-46; Salmo responsorial 129,, 11--88; Segunda Lectura: Hch. 1, 12-14. Evangelio: Juan 2, 1-11..

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de aguas estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino


y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

(Tomada del Leccionario dominical)

b. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te


¿Durante que celebración se desarrolla el texto?

¿De qué se da cuenta María?

¿Qué le hace notar la Virgen María a Jesús?

¿Cómo le responde Jesús a María y cuál es el sentido de esa respuesta?

¿Qué hace María frente a la necesidad de los novios?

¿Qué acción realiza Jesús?

¿Qué importancia tienen las palabras finales del texto?

d. Claves del texto

El texto se abre anunciando la boda que se celebraba en Caná y subrayando la presencia de María (2,1) como si Juan nos quisiera poner en primer plano, antes de hablar de Jesús, la figura de aquella que, en cierto modo, sería protagonista de lo que se iría a vivir allí. Además, para Juan, la presencia de María en su vida debió ser muy significativa y profunda porque los últimos días los vivió al lado de ella, después de que Jesús se la entregara en la cruz.

María no espera que le pidan el favor, se adelanta, “sale al encuentro”. Sabe muy bien que el único que puede remediar la situación es su hijo y sin muchas palabras, solo tres, le plantea la situación: “No tienen vino”. Ella no se pierde en explicaciones, ni siquiera le pregunta a Jesús qué pueden hacer. Sabe que esas tres palabras son suficiente lenguaje entre ella y su Hijo para salvar la situación. Aunque la respuesta de Jesús no fue muy alentadora que digamos, ella no se desanimó. Es posible que para Jesús no hubiera llegado su hora, pero cuando se trata de ayudar al otro, de dar una mano, las cosas pueden y deben cambiar.

María no le insiste a Jesús. Simplemente actúa. ¡Algo hay que hacer! Ella ayuda a preparar todo, el resto lo hará Él. Y pronuncia una de las frases más bellas que en muchos momentos puede resonar en nuestras vidas: “Hagan todo lo que Él les diga” (2,5). Es decir: ahora todo depende de Él, yo ya hice mi parte.

Esas dos frases pronunciadas por María en una situación difícil hacen que Jesús, en cierto sentido, ‘adelante su hora’. Y en efecto así sucede. Comprometido por la palabra de su madre ordena a los sirvientes que llenen las tinajas de agua. Ellos las llenan hasta el borde y hasta el borde se realiza el milagro. Como para insinuarnos que, cuando se trata de las cosas del Reino es necesario darlo todo y no a medias.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? La Palabra nos invita ante todo a reflexionar

mediante las siguientes preguntas:

1. ¿Qué cualidades de la Virgen María deseo cultivar? 2.- ¿De qué manera la Virgen María me acerca a Jesús? 3.- ¿Cuál es mi calidad de servicio a mis hermanos?


ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? La Virgen nos invita a hacer todo lo que Jesús nos diga. Dialoga con el Señor, cuéntale lo que hay en ti para descubrir de qué manera ser más fiel a su llamado. CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón La fiesta de la Virgen del Carmen es muy importante en nuestra vida de Iglesia Chilena. Todos estamos llamados a profundizar en nuestra vida personal y comunitaria la experiencia que vivió María en su proceso de fe. Una de las actitudes que más resaltan en la Virgen es su contemplación profunda de los misterios de su hijo Jesucristo. Mirando a María has un momento de contemplación. III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Acción: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? “Hagan los que él les diga”, tomando como referencia esta frase, busca durante esta semana hacer propias estas palabras en tu vida, ¿qué acciones concretas realizarás durante este tiempo?

b. Signo para llevar a la vida: (Imagen de la Virgen del Carmen y flores dibujadas en papel)

Coloca la imagen de la Virgen del carmen al centro del altar

Escribe en las flores las virtudes de la Virgen María que te tocan el corazón

Colocalas alrededor de la Imagen

c. Oración final: terminamos este momento de lectio rezando un Ave María


“Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”

DOMINGO DECIMOSEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA



a. Comencemos desde nuestra vida: Nuestro país se destaca por tener una variada geografía, uno de esos hermosos lugares es el desierto de Atacama. A partir de este lugar de Chile queremos compartir en este primer momento, ¿qué imagen tengo del desierto?, ¿qué me sugiere esta imagen?, ¿cuándo he experimentado “desiertos” en mi vida?, ¿qué he sentido?

b. Oración Inicial: Nos preparamos para hacer la lectura orante con el siguiente estribillo: Ven, Espíritu de Dios; ven, Espíritu de amor;

ven a llenar el corazón, une los pueblos de la tierra.

c. Petición: Señor, pido tu Espíritu Santo, que me lleve al desierto, que me ayude a

escuchar tu voz, que me ilumine en tu búsqueda y me prepare a la misión.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? El domingo pasado leíamos el envío de los discípulos a la

misión, hoy consideramos su regreso. Sin embargo, el texto que leemos va mucho más allá de un simple reporte misionero y de la anécdota de que no pudieron descansar.

b. Lecturas: Primera Lectura: Jeremías 23, 1-6; Salmo responsorial: 22, 1-6; Segunda Lectura: Efesios 2,

13-18 ; Evangelio: Marcos 6, 30-34

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.




¿Por qué los apóstoles habrán ido a misionar sin Jesús? ¿Por qué Jesús habrá escogido un lugar desierto para el descanso de sus discípulos? ¿Qué importancia tiene que Jesús acompañe a sus discípulos en el descanso? ¿A qué se refiere el evangelista cuando dice: “muchos los reconocieron”?, ¿qué reconocieron?


¿Por qué Jesús y sus discípulos se dirigen al lugar desierto en una barca, mientras que la gente que lo seguía, por tierra?

¿Qué razones habrá tenido Jesús para compadecerse de la muchedumbre? ¿Qué buscaba “la muchedumbre” que seguía a Jesús? ¿Qué significa la expresión “como ovejas sin pastor”?


El evangelio de hoy es un relato ubicado a continuación del texto en que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos a la misión, dándoles el poder sobre “los espíritus inmundos” y ordenándoles que no llevarán con ellos más que bastón y sandalias. Sin duda, este envío es muy particular, pues hace de la misión una experiencia nueva que invita a cada uno de los discípulos a abandonarse en la Providencia divina, por eso Jesús les pide que “no lleven nada”, solo bastón y sandalias —signos de la disposición a la marcha— y además, les ha dado poder para vencer el mal.

Habrán sido muchos los motivos por los que los discípulos a su regreso le contaron todo lo que habían hecho a Jesús, todas sus impresiones pues al final del pasaje en que se narra la misión de los discípulos, se describe todo lo que hicieron: “…yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.” (Mc 6, 12-13). Su experiencia de misión, fue una experiencia de anuncio y vivencia del Reino de Dios que ya estaba presente en el mundo.

Jesús toma en cuenta el esfuerzo realizado y por eso, invita a los discípulos al descanso. Sabiendo de sus fatigas, trabajos y cansancios, Jesús los lleva al silencio, a un lugar desierto. Y aunque a veces el desierto es duro, es un lugar privilegiado para escuchar a Dios, para encontrarlo y para descubrir que Él siempre sostiene en el cansancio, calma el hambre y sacia la sed.

Pero Jesús no solo se ofrece a sus discípulos, pues son muchos quienes al reconocerlo, quieren verlo y aunque no siempre resulta fácil, lo buscan y lo siguen. ¿Por qué eran tantos quienes lo seguían? ¿Qué les provocaba tal atracción? Tal vez, era su presencia, su persona, sus palabras; quizá sus milagros y todo lo que podía implicar un beneficio para ellos… no importa, Jesús no se arranca, por el contrario, se queda ante quienes lo han encontrado, los mira, reconoce sus necesidades y se hace pastor de ellos.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Meditemos la riqueza de este texto

1.- ¿Realizo la misión a la que Jesús me ha enviado? 2. ¿Qué cansancios experimento en la misión? 3.- ¿Me dejo conducir al desierto por Jesús? ¿Cuándo y cómo?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Hoy Jesús te hace una invitación para descansar, para darte un tiempo de orar, de mirar la vida con los ojos de Dios. En este ambiente de descanso espiritual dialoga con el Dios de la vida.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón Camina junto a Jesús y los discípulos al desierto, siente como tocas con tus pies la arena del desierto, ¿qué sientes?. Quédate luego en silencio, deja que el Dios del amor te hable.


III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR: a. ACCIÓN: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? Una vez leído y orado el

texto bíblico, pienso cómo descansar con el Señor; cómo dejarme guiar por Él reconociéndolo como mi Buen pastor, que va en mi búsqueda y que sacia mis necesidades.

b. Signo para llevar a la vida: ( Un lugar de silencio, lápiz y un pergamino)

Busca un lugar solitario, donde puedas descansar en Dios, en la intimidad del silencio.

En ese silencio ofrécele tus cansancios.

Anótalos en el pergamino.

Busca un lugar en tu pieza donde colocar el pergamino.

A medida que pasa el tiempo, coloca al lado del cansancio lo que Dios ha ido redimiendo.

c. Oración final: Finaliza la lectura la siguiente oración

Jesús yo quiero abandonarme como el barro en las manos del alfarero. Toma mi vida y hazla de nuevo, yo quiero ser, yo quiero ser, un vaso nuevo. Jesús tú eres perdón y gracia. Dios de vida y Señor de inmensa luz; haz que yo pueda, iluminado, volver a ser, volver a ser, luz en tus manos. Jesús viviente, resucitado, fiel amigo, maestro, y eterna fuente. Dame del agua de tu costado, enséñame, enséñame, tu amor paciente.


“Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él”

DOMINGO DECIMOSEPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO LECTIO DIVINA



a. Comencemos desde nuestra vida: Para vivir necesitamos alimentarnos, para poder desarrollarnos bien necesitamos alimentarnos, para estudiar necesitamos alimentarnos. Requerimos de alimentos para vivir. ¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo importante que es el alimento? ¿qué alimentos has compartido con tus hermanos?, ¿qué comida ha sido significativa en tu vida?, ¿has sentido hambre?, ¿cómo es la sensación?

b. Oración Inicial: Nos preparamos para hacer la lectura orante con el salmo 44

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan;

que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.

Los ojos de todos esperan en ti, y Tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores

a todos los vivientes.

El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones;

está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad.

c. Petición: Señor, que sepa ofrecerte mis dones, que son los dones que tú mismo me has regalado; que mi ofrenda, como la tuya, sea siempre para el bien de los demás. II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina

a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? Iniciamos la lectura del capítulo seis de San Juan sobre

la catequesis del pan de vida. Lee pausadamente el texto bíblico para gustar de la Palabra de Dios.

b. Lecturas: Primera Lectura: 2 Reyes 4, 42-44; Salmo responsorial: 144, 10-11. 15-18; Segunda Lectura:

Éfeso 4, 1-6; Evangelio: Juan 6, 1-15

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?” Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”.


Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?” Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.




¿Qué expectativa tenía la gente con relación a Jesús? ¿Por qué lo seguían? ¿Qué mueve el actuar de Jesús? ¿Qué desafío le propone Jesús a sus discípulos? ¿De qué se da cuenta el discípulo Andrés? ¿Cómo reacciona Jesús ante su intervención? ¿Qué logra el niño entregándole sus panes y sus peces a Jesús? ¿Por qué Jesús habrá pedido a sus discípulos que recogieran lo que había sobrado? ¿Cómo reaccionan las personas ante la acción de Jesús? ¿Qué hace Jesús frente a la reacción de la gente? ¿por qué?


Con este pasaje comenzamos la lectura del capítulo 6 del evangelio de Juan que contiene el llamado “Discurso del Pan de Vida”. Al comienzo del capítulo 6, el número de los que siguen a Jesús alcanza su culmen con la multiplicación milagrosa de los panes y los peces: son aproximadamente 5.000 hombres los que vienen a él. Ellos se han sentido atraídos por la excelente impresión que les han causado las curaciones de los enfermos por parte de Jesús y ahora esperan que el mismo Señor les tienda también la mano a ellos. Sin embargo, después del discurso del pan vivo bajado del cielo, son solamente los Doce los que permanecen con Jesús (6,67).

Es interesante prestar atención a los movimientos que realizan los personajes en el texto. En primer lugar, de Jesús se dice que “atravesó” el mar de Galilea y que “subió” a la montaña y “se sentó”. Se nota una toma de distancia que el Maestro hace inicialmente con relación a las multitudes. Los discípulos aparecen bien unidos a Él, “en compañía” del Maestro; Jesús no va solo. En segundo lugar, de la multitud se dice que “lo seguía”, lo cual es sinónimo de discipulado. Se trata de un discipulado todavía en su primera fase, cuando se busca a Jesús gracias a la fascinación que producen sus milagros: “porque veían las señales que realizaba entre los enfermos”. Jesús produce atracción.

Jesús ve el “venir” de la gente: “Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él...”. El “venir” tiene un valor tanto físico (la subida de la gente a la montaña


donde está Jesús) como espiritual (en el evangelio de Juan, el “venir” es sinónimo de “búsqueda creyente”). Jesús capta entonces, como lo vimos en el evangelio de Marcos del domingo pasado, una necesidad profunda en aquellos que lo buscan. La iniciativa de alimentar a la gente proviene del mismo Jesús.

Hay tres acciones de Jesús que nos resultan claves para interpretar el texto: Manda que la gente se siente; toma el pan y ora; lo reparte a todos. Podemos reconocer así que Jesús preside la mesa de la comunidad. Antes que el pan se multiplique, Jesús hace que la gente se siente. Jesús ora al Padre. Siguiendo la costumbre de los padres de familia en la cultura hebrea, quienes presiden la mesa no sólo con un puesto de honor sino entonando la oración de bendición, Jesús toma el pan y eleva una oración de acción de gracias. Y por último, Jesús reparte los panes y los peces. El presidente de la mesa también asume el puesto del servidor: uno por uno, Jesús coloca el pan y pescado en las manos de los comensales. Es en la Eucaristía donde se comprende plenamente lo que está sucediendo aquí.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Meditemos la riqueza de este texto

1.- ¿Cuál es mi motivación al seguir a Jesús? 2.- ¿Veo que Jesús realiza signos en mi vida? ¿Cuáles? 3.- ¿Qué pan y peces tengo para ofrecer al Señor?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Nos hemos dejado acompañar por esta Palabra que trae consigo vida en abundancia. Con esta Palabra que resuena en tu corazón haz oración, mira al Señor y cuéntale que hay en tu corazón.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio) : Gusta a Dios internamente en tu corazón Prolonga tu oración contemplando y maravillándote con las esperanzas que Jesús tiene puestas en ti.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR: a. ACCIÓN: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? La contemplación de la

Palabra nos puede ayudar a configurarnos con Jesús, y hacer de su misión, también la nuestra. Piensa cómo la Palabra puede hacerse vida de manera real y comprometida.

b. Signo para llevar a la vida: (canasta de pan, cinco panes y dos peces dibujados)

Coloca la canasta con los panes y peces en el centro del altar o de una mesa.

Recoge los frutos de la Lectio Divina, para eso retoma la pregunta 3 de la meditación.

Di en voz alta los panes y peces que tienes para ofrecer al Señor.

c. Oración final: Finalizamos cantando

Un niño se te acercó aquella tarde, sus cinco panes te dio, para ayudarte, los dos hicieron que ya, no hubiera hambre. los dos hicieron que ya, no hubiera hambre.


La tierra, el aire y el sol son tus regalos, y mil estrellas de luz sembró tu mano. El hombre pone su amor, y su trabajo. El hombre pone su amor, y su trabajo. También yo quiero poner sobre tu mesa, mis cinco panes que son una promesa, de darte todo mi amor y mi pobreza, de darte todo mi amor y mi pobreza.

JULIO 2012 · al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para...

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