Julio Ortega Texto, Comunicación y Cultura

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TEXTO, COMUNICACIÓN Y CULTURA E N LOS  RÍOS PROFUNDOS  D E JOSÉ MARÍA ARGUEDAS Cuando José María Arguedas publicó en 1958 su novela Los ríos profundos er a considerado ya como el más importante narrador peruano de tema indígena.  Agua (1938), Yawar fiesta (1941), y Diamantes y pedernales (1954) configura ba n un a visión del mundo andino desde su interior, tanto porque Arguedas co municaba la  percepción cultural nativ a co mo po rque lo hacía desde su fecundo trabajo sobre las formas lingüísticas del quechua. Al mismo tiempo que una po derosa denuncia de la situación social aborigen, esos libros eran un retrato tierno y a veces idílico, pero también conv ulsi onad o y a veces violen to, de la vida peruana indígena que, hasta antes de  José. María Arguedas, no había tenido un autor m ay or que la reelabor ara en el  texto literario. Pero con la aparición de  Los nos profundos Jo María Arguedas demostró que su importancia era otra, menos obvia: no sólo la de haber descubierto un mundo nativo sino también la de revelar una nueva literatura, que él iniciaba con esta novela, clausurando el viejo indigenismo de buena voluntad y comen zando la mo dern a lectura de ese mundo disco rdante que resultaba s er el más nuestro, el más próximo y prop io. Co n esta nove la el unive rso indígena peruano ingresa a la literatura unive rsal por medio de un texto fundamental, cuya calidad literaria  fue de inmediato reconocida. Pero, sobre todo, con esta novela ese mis mo universo se convierte en el lenguaje ficticio de una verdad irrefu table, aquella de la imaginación lírica y la denunc ia moral, de la percepción mítica y l a opción poética. Po r lo s años de la aprición de  Los nos profundos l a crítica peruana hablaba de una narrativa "urbana" y otra "rural", división topográfica  qu e cedía el pre dominio a la primera,  en  relación simétrica a las estadísticas.  Sin embargo, preci samente una novela como la de Arguedas demuestra que esa fue una  distinción trivial. L o cier to es que Los ríos profundos no es únicamente novela ac erca del mun do andino y pro vinciano, sino reformulación radical de los modelos que han configurado nuestra percepción nacional. E n este sentido, es un texto literario qu e actúa también como un texto de  cultura. M á s específicamente se podría de ci r que el texto dramatiza un "programa de  cultura" como una alternativa de ficción. E n este trabajo propo ngo u n análisis formal de esta novela en su organización textual y en su estructuración semántica de la comunicación. Creo posible demostrar que el texto genera un sistema de comunicación pecul iar, y, al mismo tiempo, que este sistema dramático y desgarrado ref orm ula el sentido del  texto. Creo que sobre el debate de la comunicación se organiza peculiarmente el relato. Parto de la crítica moderna sobre la comunicación en  literatura,  lo que me exime de presentar la genealogía del tema y las variantes del modelo lingüísti co en la teoría. Me limito aquí   a describir cómo el propio texto formaliza su sis tema de comunicación y cómo con fro nta los modelos que distinguen a los ha-

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T E X T O , C O M U N I C A C I Ó N  Y  C U L T U R AE N  LOS   RÍOS PROFUNDOS   DE

J O S É  MARÍA  ARGUEDAS

Cuando  José Mar ía  Arguedas  p u b l i c ó  en 1958 su novela  Los  ríos  profundos

er a  considerado ya como el má s importante  narrador  peruano de tema  ind ígena . Agua  ( 1938) ,  Yawar  fiesta  (194 1) , y  Diamantes y pedernales  (1954 ) configuraba n  u n a  v i s ión  del mundo andino  desde  su interior, tanto porque Arguedas comunicaba  la   p e r c e p c i ó n  cultural  nativ a co mo po rque lo  h a c í a  desde  su fecundotrabajo  sobre las formas  l ingü í s t i cas  del quechua. Al mismo tiempo que una poderosa denuncia de la  s i t u a c i ó n  social aborigen,  esos  libros eran un retrato tiernoy a veces  i d í l i c o ,  pero  t a m b i é n  conv ulsi onad o y a veces violen to, de la vidaperuana  i n d í g e n a  que, hasta antes de  José . María  Arguedas, no  h a b í a  tenido unautor m ay or que la reelabor ara en el  texto l iterario.

Pero  con la  a p a r i c i ó n  de  Los nos profundos  Jo sé Mar ía  Arguedas  d e m o s t r óque su importancia era otra, menos obvia: no  s ó l o  la de haber descubierto unmundo nativo sino  t a m b i é n  la de revelar una nueva  literatura,  que él inici abacon esta novela, clausurando el viejo indigenismo de buena voluntad y comenzando la mo de rn a lec tur a de ese mu ndo disco rdante que res ultaba ser el má snuestro,  el más  p r ó x i m o  y prop io. Co n esta nove la el unive rso  i n d í g e n a  peruanoingresa a la  literatura  unive rsal por medio de un  texto  fundamental, cuya calidadliteraria  fue de inmediato reconocida. Pero, sobre  todo,  con esta novela ese mismo universo se convierte en el lenguaje ficticio de una verdad irrefu table, aquellade la  imaginac ión l í r i ca  y la denunc ia  moral ,  de la  p e r c e p c i ó n m í t i c a  y la  o p c i ó np o é t i c a .

Po r  lo s  a ñ o s  de la  apr ic ión  de  Los nos profundos  la  c r í t i c a  peruana hablabade una  narrativa "urbana"  y otra  "rural" , d iv i s ión topográf i ca  qu e  c e d í a  el predominio a la  primera,  en   r e lac ión s imétr ica  a las  e s t a d í s t i c a s .  Sin embargo,  precisamente una novela como la de Arguedas demuestra que esa fue una   d i s t inc ióntrivial.  L o cier to es que  Los  ríos  profundos  no es  ú n i c a m e n t e  novela ac erca delmun do andino y pro vinc iano, s ino  r e f o r m u l a ci ó n  radical  de los modelos que han

configurado nuestra  p e r c e p c i ó n  nacional . E n  este  sentido, es un  texto  literarioqu e  a c t ú a t a m b i é n  como un  texto  de  cultura.  Más e s p e c í f i c a m e n t e  se  p o d r í a  deci r  que el  texto  drama tiza un "programa de  cu l tura"  como una alternativa def i cc ión .

E n  este  trabajo propo ngo u n  análisis  formal de esta novela en su  organ izac ióntextual y en su  e s tructurac ión s emánt ica  de la  c o m u n i c a c i ó n .  Creo  posibledemostrar que el  texto  genera un sistema de  c o m u n i c a c i ó n  pecul iar, y, al mismotiempo, que  este  s istema  d r a m á t i c o  y desgarrado ref orm ula el sentido del  texto.

Creo  que sobre el debate de la  c o m u n i c a c i ó n  se organiza peculiarmente el relato.

Parto  de la  c r í t i c a  moderna sobre la  c o m u n i c a c i ó n  en   literatura,  lo que meexime de presentar la  g e n e a l o g í a  del tema y las variantes del modelo  l ingü í s t i co en la  t e o r í a .  Me limito  a q u í    a describir c ó m o  el propio  texto  formaliza su sistema de  c o m u n i c a c i ó n  y  c ó m o  con fro nta los mode los que distinguen a los ha-

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 blantes. Por eso entiendo  comunicación  a base del esquema de las funciones deJakobson y del esquema de los actantes en Greimas; todo ello desde la perspectiva semiótica  de aprehender  la cultura como el intercambio y el procesamiento dela información,  esto es, como la disputa social por la  información.

E L  N A R R A D OR  P L U R A L

 Los  ríos  profundos'   ha merecido seria  atención crítica  en variosde sus  aspectos  fundamentales2 .  Pero resta  t odav ía  por   hacer   unalectura de su sistema de  c o mu n i c a c i ó n ,  que es fundamental a la mis

ma  p r o d u c c i ó n  del texto y que, como veremos, informa  t ambién  a laindagación  por el sentido que mueve su escritura. La naturaleza delconfl icto  puede  ser entendida en  esta  novela como el drama de unacomunicac ión ,  en primer lugar, estratificada socialmente; y, en segundo lugar, como el drama disyuntivo de  sistemas  de comunicar que su

 ponen dist in tas  series  de  t r ansmis ión ,  procesamiento y jerarquiza-c ión  de la  información.  Por lo mismo, son modelos de  pe rcepc ión  losque se disputan en el texto el  espacio  de la  comunicac ión .  O sea, sedisputan el orden de los  hechos,  la  definición  de los  hablantes  y ellugar del sujeto. El drama de la c o mu n i c a c i ó n  es la forma desgarrada

de la existencia social misma: son modelos culturales en  conflicto  los

que generan  este  relato del papel de los hablantes. Precisamente,  Losríos  profundos  puede  ser   l e í d o ,  en  esta  perspectiva, como un textode cultura 3  cuya semiosis, cuya  p r o d u c c i ó n  de sentido, requiere rede¬finir   la  func ión  de los actores  de la  c o mu n i c a c i ó n 4  .

 Narración  y  lectura:  voces y funciones

E l  "texto social" (los conflictos  é tn i cos  y de clase) y el "texto decul tura"  (los conflictos de la  i n f o r m a c i ó n ) 5 ,  se  fundi rán  en el "texto

J O S E  M A R Í A A R G U E D A S ,  LOS ríos profundos,  Buenos  Aires, Losada,  1958.  Cito  porla  cuarta edición  en la Biblioteca Clásica  y  Contemporánea  de esa editorial. Las páginas  sedan  en el  texto.

2  Véanse  especialmente los trabajos de  Sara Castro-Klarén, Antonio  Cornejo Polar  (Los

universos narrativos de  José María  Arguedas,  Buenos  Aires,  1976) y  William  Rowe  (Mito e

ideología  en la obra de  José María  Arguedas,  Lima,  1979). Una bibliografía  de  W . Rowepuede consultarse en  el  número  especial de la Revista Peruana de Cultura,  1970,  núms13/14 dedicado a Arguedas. Un estudio  de la  estrategia  narrativa  ha sido adelantado por

S A R A  C A S T R O - K L A R E N  en el capítulo  "U n mundo  cerrado" de  su libro El mundo  mági

 co  de  José María  Arguedas,  Lima,  1973.3  Véase  B. A.  U S P E N S K Y  et al,  "The semiotic study  of   cultures", en  J A N V A N D E R

E N G  y  M O J M I R G R Y G A R ,  Structure oftextsand semiotic of culture,  The llague, 1973.4  Sobre  semiótica  de la  cultura  puede consultarse  además  École  de  Tartu, Travaux sur

les  systèmes  des signes,  Bruselas,  1976, y  la  edición  de  D A N I E L  P.  L U C I D ,  Soviet semio¬

 tics, an anthology,  Baltimore, 1977.5

  Sobre  la  noción  de  "texto" como  práctica semiótica, véase  J U L I A K R I S T E V A ,  El texto  de la novela,  Barcelona,  1974, as í como su trabajo " La productivité dite texte",  Com

 munication,  1968'  núm.  11. Véase'también  J U R I L O T M A N ,  La structure du  texte'artisti-

que,  Paris,  1973 y  W A L T E R  D . MlGNOLO.  Elementos para una  teoría  del   texto  literario,

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l i te rar io"  como forma  d ramá t i ca  de la aventura  informativa  del sujet o .  Desde la perspectiva del aprendizaje, de la  social ización  no menosdesgarradora, el "relato"  da rá  cuenta de la  exace rbac ión  de los conflictos;  por que es la subjetiv idad de Ernesto, un much ach o de catorceaños ,  la que  p o n d r á  a prueba la  j e rarquía  y la zozobra de los sistemas.Y  desde  el recuento de  estos procesos  el "discurso"  p ro longa rá  el  sen

t ido  del relato al exteriorizar en un texto, a su vez en  confl icto  consu linaje narrativo, esta compleja  exp lo rac ión  del sujeto y su aventuraconst i tut iva6 .

De  ahí que para controlar las  series  de  i n fo rmac ión  disy unt iva y en

competencia, así como para re-escribir el relato  oral  y temporal conel  recuento reordenador que  fija  al sentido co mo lenguaje  inscrito,  el

 Narr ado r de  esta  novela requiera ser uno y  plural .  En el espacio mayor   del texto, el narrador ocupa el presente  de la escritura: es el " y o "de l  autor, que  establece  y  s i túa  el relato con las exteriorizaciones delrecuen to y del balance. E n un segundo espacio incluyen te , es el " y o "testigo, que da  paso  al  informe,  y cuya  función  es ampliar lo  específi

co  cultural  en las expansiones del discurso y las precisiones de la denuncia . Y, en f i n , en la  d imens ión  misma del relato es el " y o " actor,que  supone  al  n i ñ o  protagonista y su actualidad abierta al acontecimiento  y su dramaticidad. Si el primer narrador responde por la escri

tura de un texto, su acto de  emisión  se cumple como la  enunciac ión;y  presupone en la lec tur a una  organizac ión  de sus materiales como"novedad", como  i n fo rmac ión  que requiere ser mediada,  procesada  yafirmada  por la autoridad   p r o t a g ó n i c a  del lenguaje. Si el segundo narrador responde por la diferencia de una cultura, su papel  es tá  en  ilus

trar   esa  enunc iac ión  como "verdad". Y si el tercero sostiene, en cam b io ,  el relato como enunciado, quiere decir que su  función  se cumpleen la  " f i cc ión" .  As í , este  narrador   plural  construye una lectura sistemática impl íc i ta :  como "autor" remite a una diferencia, a la  certi

dumbr e que refiere el "te sti go "; ambos coi nfor man un "act or ", cuyalectura discierne el proceso de aprendizaje (de  información)  que lo

dist ingue7

.La interacción  de las voces narrativas es inmediata, y hasta  simultá

nea, ya que el texto  busca  integrar a los narradores en el discurso desu propio  conf l ic to .  A l mis mo ti em po , los tipos de discurso (novela,informe,  b iograf ía ) ac túan  como inclusiones; y pueden  desplazarse

Barcelona,  1978. Una importante   colección  es la editada por  CHARLES  BOUAZIS,  Essais

 de la  théorie  du  texte,  Paris,  19736  Sobre la  distinción  relato/discurso,  véase GÉRARD  GENETTE,  "Discours du  récit",

en su  Figures III,  Paris.  1972. Una ilustrativa  aplicación  del modelo de Genette es la quehace  CHRISTINE BROOK E-RO SE  en "Transgressions: An essay-say on the novel novelnovel", en Contemporary literature,  ̂ (1978 ). 378-407.

7

  Roland Barthes se refiere al acto comunicat ivo autor/lector en su estudio "Analysetextuelle de un conte de  Edgard  Poe", en  Sémiotique  narrative et  textuelle,¿á.  C. Chabrol,Paris,  1973, pp. 29-54;  trad.  esp. en  Lingüística  y literatura,  ed. R. Prada  Oropeza,  Xalapa.México,  1978.  Véase también  MICHEL CHARLES,  Rhétorique  de la lecture,  Paris.  1977

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de un narrador a otr o. De l mismo mod o, la lect ura que los narradoresimplican  (son, cla ro, voces de un mism o Nar rad or)  a c túa  como laconciencia m ás amplia del te xt o; inclu ye al mismo " yo au tor " qui en,sabiamente, no resuelve los confl ic tos , sino que se  moviliza  hacia sumáscara  de "actor"  (niño)  para potenci arlos . En fin , la  " f u n c i ó n "  esa q u í  el modo en que la estrategia narrativa  significa  narrador-lector.Ciertamente, la  in te racc ión  es mayor: la  "b iogra f í a " ,  por ejemplo, su

 pone una  "vida  del actor" como escritura; y el "descubrimiento"un a  operac ión  del texto por la cual al revelarse como autor (adulto)el  Narrador se entrega a la suerte  del conflicto  del actor   (n iño) .

Insisto  en  esta  plural idad  s i s temát ica  del Narrador de  Los  ríos pro fundos  porque una parte de la  c r í t ica  ha  difundido  la idea de que Ar-guedas  fue poco menos que un escritor "ingenuo", y  esta  novela unaversión idílica  y "roussoniana" de la • naturaleza8. La verdad es máscompleja.  También  más interesante.

Un análisis  más detallado de las operaciones textuales del Narradordemost ra r í a  que en su plur al id ad radica su capacidad de con tro la r ydiscernir   la  i n fo rmac ión  que  es tá textua l izándose , t ransformándoseen discurso del relato. Ya en la primera  página  de la novela vemos elfuncionamiento  de esa perspectiva  múl t i p l e :  El "narrador-testigo" loes, en primer   t é r mi n o ,  de la re lac ión del lector y su texto; y, por eUo,

requiere al escribir el  t é r mi n o  "colonos"  introducir   una llamada aclaratoria:  " In di os que pertenecen a las haciendas". Esta act ividad denotación dejará,  en la m a y o r í a  de los casos, el margen del pie de  página y se  i n t roduc i rá  en el tej ido mis mo del rel ato. Leemos enseguida:"Eran  parientes, y se odiaban. Sin embargo, un  e x t r a ñ o  proyectoconcibió  mi padre,  pensando  en  este  hombre. Y aunque me  dijo  queviajábamos  a Abancay, nos  dirigimos  al Cuzco,  desde  un  lejanísimo

 pueblo.  Según  mi padre,  í b a mo s  de  paso. Yo vine anhelante, por llegara la gran ciudad. Y  conocí  al  Viejo  en una  ocasión  inolvidable"  (7).

El  inicio  de  este c a p í t u l o  es, como el de otros, una  suerte  de  introducc ión .  E l  código re tó r ico  tiene como  func ión  predisponer y alertar

la recepción  del lec tor , y un estudio de  este  código revelaría  que eltexto reconoce un  fino  trabajo  estratégico  de  control  de su  informac ión  a la vista de la  r e cepc ión .  Por eso,  estas  introducciones (como alinicio  del  c ap í tu lo  6) requieren el relieve de una de las  tres  voces narrativas y el concurso de las otras dos. En  este caso,  luego de la notación  que introduce el "narrador-testigo", vemos que  aparece  el "narrador-autor"  desde  el recuento: su text o i nt ro du ct or io es a la vezuna  p re sen tac ión  del relato consumado y una  def in ic ión  del  carácterde la  acción  ("Eran parientes, y se odiaban").

Los  tiempos narrativos sostienen la fuente de la  i n fo rmac ión  desde

8

  Algunos de los que han comentado esta novela sugieren que de ella se deduce una visión  irracionalista, es decir, una  manipulación  de mitos fabricados por el autor. Sin embargo, la racionalidad del mito en el  texto  es evidente, como esperamos demostrarlo al finalde  este trabajo.

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las diferentes apariciones del Narrador , lo que es  t ambi én expl íc i tocuando se tr ata de precisar el cont ex to y su consiguiente  inclusión  enel  relato. En el c a p í t u l o  4, luego de la i n t r o d u c c i ó n  del "narrador-test i g o "  sobre  los  hacendados,  leemos: "Abancay  está  cercado por lastierras de la hacienda Patibamba. Y todo el  valle,  de sur a norte, deuna cima a la otra,  pertenece a las haciendas"  (44 ). El "narrador-testigo"  introduce  a q u í  el tiempo  presente  para  fijar   la naturaleza del es

 pacio  (código  del lugar dual); y para propiciar la  t extua l izac ión  siguiente del  espacio  en el tiempo narrativo  h i s tó r i co :  " E l parque dePatibamba  estaba  mejor cuidado y era más grande que la Plaza de Armas de Abancay. . . La casa  t enía a rquer ía  blanca. . . En una esquinade la huerta  h a b í a  una pajarera alta . . . La jaula  t e n í a  varios pisos. . ."Esta  enumerac ión  revela la amplia mirada del "narr ador- autor " cuyorecuento inc luye al "ac tor" , su mirada reconstruida en el tiem po  plura l  y  vir tual  que los  liga.  "Yo fui muchas veces a mirar   desde  la reja",sigue  i n f o r má n d o n o s  este  recuento; y  "sólo  una vez  escuché  desde

ese  sitio  la voz de un piano". Vemos que el "autor" discierne en el"actor" una ocurrencia; la cual, de inmediato, se actualiza: "alguientocaba" . El "a ct or " ocupa enseguida el t e x t o ; y el espacio  intensificasu  conversión  en rel ato : " A poca distancia de la  casa-hacienda  el callejón  ya  estaba  cubierto de  bagazo",  donde el adverbio temporalanuncia el presente  inmediato. En efecto, el relato se impone ("El solarde sobre  la  miel  seca",  45) en el  presente  que recobra ai "actor".La in teracc ión  n o es sin embargo deductiva- es  simultánea-  una ocurrencia un mo vi mie nt o alterno que anuncia por ciert o el drama delsujeto en la escritura 9 . Volveremos  sobre  esto

Paradigmas  de la  comunicación

La relación  polar entre  Viejo/viaje  (capí tu lo  1 : " El Vie jo" ,  cap. 2:"Los  viajes"), que  inicia  la  acción  de la novela,  señala  el origen delconflicto  en un texto que  buscará  rehacer   el sentido mismo de la co

municac ión .  Esta dualidad anuncia el  código  de la ambivalencia, que po la riza  hablantes,  espacios,  grupos, en las disyunciones del sentidoilustradas por el relato. El  Viejo,  en efecto , es el pari ente poderosoque  señorea  desde  el Cuzco, el centro antiguo del sentido, en la dist o r s ión  actual i ntr odu cid a en el mu ndo po r el poder y su distinta je-ra rquizac ión  y  va lorac ión.  E l padre , en cambio , es el errante (el " loco" ,  el que  carece  de lugar), y su d i spers ión  es  t a mb i é n  un signo  agónico  de la  desar t iculac ión  del sentido genuino, el que construye una

 pe rcepc ión  alternativa ho y sancionada.

 9  Sobre el  narrador  véase  la obra citada de J . KRISTEVA,£¿  texto  de la novela;  PERCY

LUBBOCK,  The craft of fiction,  New  York,  1921; y  WAYNE  C . BOOTH,  The rhetoric of fiction,  Chicago, 1961. Es interesante la  discusión  de  LUDOMIR  D O L E Z E L ,  "The typolo¬gy of the  narrator:  Point of wiev in fiction", en  To honor  Román  Jakobson,  La  Haya,  1967,t. l,pp. 541-552.  Véase también  T Z V E T A N  TODOROV, Po é t iq u e de la prose,  Paris,  1971.

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N R F H ,  XXXI LOS  RÍOS PROFUNDOS 49

El  inicio  de la novela con el  regreso  a un Cuzco ocupado por eloponente es de por sí  e mb l e má t i c o .  Este  retorno frustrado al  para íso pa tr ia rca l  ("El Cuzco de mi padre. . . no  p o d í a  ser   ese",)  es una f i gura que preside el  conflicto  con la  u su rpac ión  del lugar y la substit uc ión  del sentido. El lugar y el sentido han sido  desterrados, y  desde

este  exilio  el texto se  p roduc i rá  como una  revisión  radical de los modelos en disputa. El relato del aprendizaje  pe rmi t i r á  actualizar esadisputa. En  este  sentido, el recomienzo del mundo en el texto  supone

que su  exter ior izac ión  como  i n fo rmac ión  es  puesta  a prueba por lasreacciones  de un  n iño.

Como en  Pedro  Páramo  de  Juan  Rulfo,  en la culpab ilidad del  Vie j o  subyace  un  esquema  m í t i c o :  la  d i s tors ión  del  espacio  original  sededuce  de la  d i s tors ión  de l  l íder .  E l Viejo  "g ri ta co n voz de condenado "  y "almacena las frutas de las huertas, y las deja pudri r" (7 ). Laoposic ión  entre  ambas  figuras patriarcales  (padre / t í o )  se reproduceen la misma  conf igurac ión  del lugar:  sobre  el muro incaico de piedrase ha levantado la pared blanca  h i s p á n i c a 1 0 .  La  casa  de l  Viej o est á"en la calle del muro inca" (8) y hasta el á rbol  del patio es en ella "ba

 j o  y de  ramas escuá l idas"  (9). All í  se produce el encuentro con el pongo ("indio de hacienda que sirve gratuitamente, por tumo en la casa

de l  amo", informa a pie de  página  el "narrador-testigo" (9), que  será

 parale lo del encuent ro con el muro incaico. Ernes to el "narrador-act o r "  no  h a b í a  conocido  antes  de  esta  visita  al Cuzco  ambos sienos

 paradigmát icos  de la c o mu n i c a c i ó n .  '

Convertida  oprobiosamente en urinario  púb l i co ,  la calle del muroincaico  se restituye en la c o mu n i c a c i ó n ;  sus piedras  labradas  se transforman  en la pe rcepc ión  del n i ñ o : " T o q u é  las piedras con mis manos;seguí  la  l ínea  ondul ante , imprevi sible, com o la de los  r í o s ,  en que se

 juntan  los bloques de roca . E n la oscura calle, en el silencio, el mu ro pa rec í a vivo,  sobre  la palma de mis  manos  llameaba la ju nt ur a de las piedras que  h a b í a  tocado" (10).

Este  acto de  comunicac ión  se  inicia,  así, como un  ritual  de recono

cimiento:  el  n i ñ o  transmuta la materia cultura l (un monum ento i ncaico) en materia  original  (los  r í o s  tutelares de la infanc ia). De  este

modo,  el orden natural se  establece  como un modelo realizado, pleno,  que no  sólo  supone  a la "naturaleza" o al "paisaje", sino a unaorganización  del sentido que incluye al sujeto y al mundo natural como una integridad continua en un modelo de cultura, el cual, en eltexto,  será  esencialmente un modelo de  c o mu n i c a c i ó n .  No es casual, por   ello,  que Ernesto confronte a par ti r de  este  r i tua l  los infortuniosdel  viaje paterno con la promesa del lugar pat ria rca l: "Cuando m i padre  hac ía  frente a sus enemigos. . . y o med itaba en el Cuzco.  Sabíaque al fin l l egar íamos  a la gran ciudad" (11). Esa promesa se ha  (rústra

lo " L a pared blanca del  segundo  piso empezaba en  línea  recta sobre el muro", p.8.E l  estudio sobre el espacio y su estructuración  en esta novela  requeriría  un trabajo aparte.

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50 JULIO ORTEGA NRFH,  X X X I

do pero, en cambio, a  través  del  r i tual  frente al muro se ha afirmadouna  vinculación  verificadora del sentido entrevisto. De  allí  que se im ponga, enseguida, un  diálogo  de reconocimiento (una  nominaciónidentificadora  del emisor y del destinatario) en el  código  de la comunicación  modeladora,  esto  es, en el quechua  original:

Me acordé,  entonces,  de las canciones  quechuas  que repiten una frase patética  constante:  yawar mayu,  río de  sangre; yawar   unu,  agua sangrien-U,puk'tik, yawar k'ochoa,  lago de sangre que  hierve;yawarwek'e,lágrimasde  sangre.  ¿Acaso  no  podría  decirse  yawar rumi,  piedra de  sangre,  o

 puk'tik, yawar rumi,  piedra de sangre hirviente? Era estático el muro, pero

hervía  por   todas  sus  líneas  y la superficie era cambiante, como la de losríos  en el verano, que tienen una cima así, hacia el centro del caudal,que es la zona temible, la más poderosa. Los indios llaman "yawar mayu"a  esos  ríos  turbios, porque muestran con el sol un brillo  en movimiento,semejante al de la sangre  ( . . . )

- ¡Puk'tik,  yawar rumi!  -exclamé frente al muro, en voz alta.Y como la calle seguía en süencio, repetí  la frase varias veces (11).

Este bello pasaje  es suficientemente  exp l í c i t o .  E l r i tua l  de la comunicación  reclama la  enunciac ión  de los nombres ident ifi cat ori os, queson elementales; o sea, la  cons t rucc ión  misma de un enunciado  primero. Dar nombre significa  a q u í  fundir   esos elementos (agua, piedra,sangre)  en la palabra reveladora de la mutua identidad. La cultura como  i n fo rmac ión ,  y como fuente de la  información,  es  capaz  de reor-denar   y restituir una plenitud del sentido en el acto mismo de la comunicac ión .  Tampoco es casual que las  tres voces  del Narrador se cedan  a q u í  mutuamente la palabra.

Desde  esta  instancia modeladora, la  pe rcepc ión  de Ernesto procederá  a reordenar e interpretar la  i n fo rmac ión  en un orden diferentede los  hechos.  " P a p á  —le dije.  Cada piedra habla" (12), concluye Ernest o ,  y trata de revisar la misma  i n fo rmac ión  de su padre. El muro, cree

él ,  p o d r í a  devorar a los  señores  avaros  del Cuzco; el modelo culturales  t a mb i é n  moral, y la  d i syunción  del bien y del mal  está  planteada

como una lucha por la  i n fo rmac ión ;  esto  es, como la disputa de sistemas de comu nicar que significan de mo do diverso. La  imposic ión  deun  poder ant ina tur al ha dec idid o, en el ord en social, la injus tici a presente  que es, en primer   t é r mi n o ,  un desorden, una des-naturalizac ión.  Y, sin embargo, la  convicción  que  emerge  en Ernesto impone su

 propio  sistema de conversiones. Cuando ve la catedral, por ejemplo,leemos: "Era la más  extensa  de  cuantas  h a b í a  visto. Los arcos apare

c ían  como en el  conf ín  de una silente pampa de las regiones heladas"; y  t a mb i é n :  "Era una inmensa fachada;  parec ía  tan  ancha  comola basé  de las  mo n t a ñ a s  que se elevan  desde  las orillas de algunos lagos de alt ura" ( 13 ). O sea, otr o mo nu ment o cu ltural es incorpo rado al

orden de la  pe rcepc ión  natural,  desde  donde se miden y valoran.T a mb i é n  ante  la  ape lac ión  que percibe en la  figura  de la catedral("No  era imponente, recreaba"), el  n iño  necesita  responder:  "Quise

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N R F H ,  X X X I LO S  RÍOS PROFUNDOS 51

cantar ju nt o a su única  puerta. No deseaba rezar"  (15). Com o ios ind ios,quiere cantar un himno pero, advierte, sin  llanto.  Reveladoramente,este  monumento  hispánico está también  hecho de piedra ("Llamamos roca  viva,  siempre, a la b á r b a r a " ) ,  nos ilustra el "n arrad or-aut or",ahora ocupando el "nosotros" de una cultura que disputa su  informac ión  (15) ; pero  está  hecho de una piedra distinta, aparentemente  anómala. El reco rrid o consiguiente de otros templos no  hace  sino reforzar   esta  disputa entre la piedras incaicas y los muros coloniales. En el

 pa lacio de Huayna  Capac  las piedras "no  bu l l í an ,  no hablaban" (16)nora ue "era el mu ro auien  i m p o n í a  silencio" La  comunicac ión  ha si

do,  as í, ya sancionadaEl  conflicto  no es simplemente entre los objetos  indígenas  y los

hispánicos;  esta  oposic ión  depende, más bien, de la pe rcepc ión  cultu

ral  y del orden en que  esos  objetos se  si túan  culturalmente. Por ejem p lo ,  el "canto de la  Mar ía  Angola  (la campana legendaria de la catedral  cuzqueña ) ,  a  pesar   de ser un objeto  h i spánico,  funciona en el orden  cultural  que el  niño está  sosteniendo. Ante su canto, leemos: "Latierra  deb ía  convertirse en oro en ese instante; yo  t a mb i é n ,  no  sólolos  mu ros y la ci ud ad ..  . "(16); porque "el canto se acrecentaba, atravesaba  los elementos". De inmediato,  este  "mensaje" de la campanaconvoca en la memoria a otras  campanas  de pueblos  i nd ígenas :  "Pen

sé  que  esas campanas  d e b í a n  de ser   illas,  reflejos de la «  Mar í a  Angola  » , que  conver t i r ía  a los amarus  en toros. Desde el cent ro del mu ndo,  la voz de la campana,  h u n d i é n d o s e  en los lagos,  h a b r í a  transformado a las antiguas criaturas"(17). El pasaje  es  ilustrativo:  anuncia elsincronismo religioso impl í c i t o  en  esta pe rcepc ión  que, por cierto, est á  hecha de elementos nativos y elementos  h i spánicos  integrados enu n  mestizaje variable , pero cuya  organizac ión  no deja de ser   básicamente andina. En este caso,  el canto poderoso de la campana  hispánica ha convertido a los  amarus  (serpientes), elemento quechua, en to ros, elemento  h i spán ico .  La  conversión  puede  ser   a legórica,  pero laexpl icac ión  sigue siendo  mí t i ca ,  pr opia del pensamiento an di no 1 1  . A l

mismo  ti em po , no es menos evidente que  este  "canto" evoca  t ambiéna "mis protectores, los alcaldes  indios"(16);y  ésta  esotra imagen tutela r   del mundo sustantivo que ha incorporado  t a mb i é n  las campanas  asu  comunicac ión mí t i ca .  Ya vemos,  pues,  que no es meramente lo" i n d í g e n a "  y lo  " h i s p á n i c o "  lo que  es tá  en disputa, sino dos  órdenesque pueden incorporar a su  pe rcepc ión  y  mode l i zac ión  elementos deuna y otra fuente de  i n fo rmac ión .  E l mis mo Ernesto  vivirá  el  conflic

to  de  definir   un orden en el espacio del otro.Otro  emblema de la  c o mu n i c a c i ó n ,  la  figura  del pongo, que Ernes-

n  Una importante  contribución  al  análisis  del pensamiento andino es la compilación  deJ U A N  OSSIO,  Ideología mesiánica  del mundo andino,  Lima,  19 73 . Véase también  N A T H A NW A C H T E L ,  La vision des vaincus,  Paris, 1971,  así como  L U I S M I L L O N E S .  "Sociedad indígena  e identidad nacional", en la fundamental  compilación  de C.  Arróspide  de la  Floret al,  Perú:  identidad   nacional,  Lima,  1 9 7 9 .

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52 JULIO  ORTEGA N R F H ,  X X X I

to  ha descubierto en el Cuzco, no es menos  ilustrativo  y decisivo eneste  debate. Otras  veces Jo sé María  Arguedas se ha detenido en  esta

figura  extraordinaria de la orfandad   indígena  y de la violencia  del sistema de la hacienda en la Sierra peruana 1 2 . La humi l lac ión  que marca su papel de siervo es  negac ión  de su misma cond ic ión  humana: "se

 p o d í a  per cibir el esfuerzo que  hac í a  por   apenas  parecer   vivo,  el  invisible  peso  que  op r imía  su  r e sp i rac ión"  (21). Después  de la  exal taciónidentificatoria  del pri mer paradigma, el n iño  intenta comunicarse conel  pongo:

Le hablé en quechua.  Me miró extrañado.- ¿ N o  sabe hablar? -le pregunté  a mi padre.-No  se atreve -m e  dijo. A pesar  de que nos acompaña a la cocina.En  ninguno de los  centenares  de pueblos donde  había vivido con mi

 padre, hay pongos.-Tayta  - le  dije en quechua al indio. -  ¿Tú eres cuzqueño?-Minan  -contestó. De la hacienda (17).

El  emisor apela al  código común  del quechua pero el destinatariocarece  de un papel en la  comunicac ión ,  que lo  dist inguiría  como unser   espec í f ico:  su papel de siervo lo excluye del habla mis ma, que loaterra. Y aun cuando responde da como su origen , en verdad, su pertenencia, a un sistema  e conómico ,  la hacienda,  base  de su papel  domi

nado. El uso del habla le  está  vedado como  comunicac ión  distintiva.La estratificación  social impon e una  d i s tors ión  del acto mismo de comunicar   estableciendo entre los hombres un ejercicio diferenciadodel  habla: la  sanción  de unos, la  man ipu lac ión  de otros. En Los  ríos

 profundos  la compl eji dad de  este  conflicto  sus t en t a rá  su poderosa denuncia  del habla usurpada.

El  Viejo  representa, como es cla ro, el sistema dominante usurpador. Después  de  dormir   en su  casa,  y habiendo sido  humillado  por elViejo  que los  alojó  en la cocina, en un lugar   inferior   de la casa,  Ernesto  y su padre deben  t odav ía  enfrentar al poderoso  señor,  cuyo estigma (la avaricia) es otra  señal  de su poder distorsionado. Este enfren-

tamiento,  reveladoramente, es resuelto por Ernesto en un acto de comu n i c a c i ó n  que él logra  definir:

- ¿Cómo  te llamas? -me  preguntó  el Viejo, volviendo a mirarme.( . . . )-Me  llamo como mi abuelo, señor, - l e  dije.-¿Señor?  ¿No soy tu  tío?( . . . )-Es usted mi t ío. Ahora ya nos vamos, señor   - le  contesté.Vi  que m i padre se regocijaba, aunque  permanecía  en actitud casi

solemne (21).

12  E l pongo  es actor central de la bella  parábola  sobre el mundo al revés reordenado luego de la muerte, que Arguedas  escribió  sobre un cuento quechua:  "El  sueño  del pongo", en

 sus Relatos completos,  Buenos Aires,  1974.

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N R F H ,  XXXI LOS  RÍOS PROFUNDOS 53

Otra  vez los nombres definen la sustancia de la  comunicac ión .  Eneste  caso  no  sólo  se  establece  una  diferenciación  ent re el sistema de

 parentesco  (que denomina un reconocimiento mutuo) y las  marcas

de  objet ivación  de los hablantes  ( " señor"  apela  a  la impersonalidadde l  ac to ); sino que, sobre t odo , el acto de  comunicac ión  se  establece

como una  re i te rac ión  de su  s i tuac ión,  que  a q u í  podemos llamar iden-tificatoria,  y que  supone  pone r a prueba las funciones comunicativas(precisadas por Jakobson) en la autorreferencialidad del acto mismode comunicar. En  este  sentido, el pasaje  es elocuente. El emisor (elViejo)  y el destinatario (el n iño)  van a definirse a  t ravés  de  esta  situac ión  identificatoria:  a la preg unta p or su nombre que le ha  dirigido  el

Viejo  (preguntar por el nombre es un signo de la autoridad del emisoren el acto de la  comunicac ión) ,  el  n iño  responde con un subterfugio(rehusar el nombre propio es poner en  cuest ión  el papel del destinatario:  remitirse en  este  caso  al nombre del abuelo es apelar a unaautoridad   p a t r o n í mi c a  superior). De inmediato, el emisor percibe quesu papel ha sido cuestionado por un subdiscurso que al  parentesco

impone la impe rson alidad de los sujetos hablantes Alar mado pregunta por sí mismo reclama ser def inid o no co mo  " s e ñ o r "  sino co¬mo  " t í o " como autoridad   familiar   y como autoridad del habla. Enotro  subte rfugio que define aú n mas la  identif icación  recusadora, eln iño  reolica con las dos  ca tegor ías-  aceota  la fatalidad del  n aren tes

co ("Es usted m i t í o " ) y reit era su dist anc iamien to de l sujeto ("señ o r " ) .  Con lo cual  este  acto de  comunicac ión  ha convertido a los su je tos en refe rente pues to a pru eba por su mutua identidad   confl ict i -va .  Las otras funciones se resuelven  desde  la  s i tuac ión  identificatoriacjue es previa a la estabilidad del circuito  para la  t ransmisión  de  información ñero  corrmleta  e n  sí misma- v en  este  caso  sin  so luc ión  decontinuidad   po rque el destinata rio rechaza el papel mo ra l de su  emisor ante  l a  información  lo h a sancionado r on un a identi dad   n o (?ennina  Si  a n t e  el n o n  tr o  b u s c a b a  él  estahl erer esta identificación ro m o

el  r e r o n o r i m i e n t n  He u n  nanel crennino de los sui e t o s  e n el hahl a  an¬

te su t í o en camb io convie rte esta  identif icación  en un metadiscursode rechazo

Revela  la  estratificación social y   étnica  el hecho de que esta estrategia se  im ponga como previa  a la  transmisión  de  mensajes, definiendo, tácitamente,  laidentidad  valorativa  de los  sujetos.  Lo  cual implica su  valor social, su valor de

fuente,  su  valor étnico y, por eso, su misma capacidad para cump lir la  comunicación  en uno y   otro discurso en los distintos tipos de discurso que corresponde a

la  naturaleza de hablante  que socialmente marca a cada sujeto. L a novela revelará justamente  el drama de esos discursos en una tipología del habla estratificada,esto es, de la  información mediatizada. E s obvio que la comunicación está situada  socialmente pero que lo esté al punto  de decidir una jerarquía valorativa de la

información,  una   estimación sancionadora de los sujetos  y una  percepción nor

mativa  del sentido, al punto  de  reforzar  y   reproducir las  formas  de la violenciaestructural  de una sociedad, es revelador de la  persuasión crítica  de esta novela,que  nos  conduce hacia el  "texto social" con la  convicción  de su denuncia  radi-

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54 JULIO  ORTEGA NRFH,  XXXI

cal.  Esa denuncia cuestiona la misma existencia social desgarrada por su violenciaconstitutiva.  Y no es sólo m oral: está enraizad a en las alternativas latentes en esa

existencia  social, y   busca legitimar la capacidad  de  respuesta  de  una percepciónno sólo andina, sino peruana; es decir, una percepción cuya base andina ha incorporado  una  ampliación  de  información hispánica.  Por ello, ver en Arguedas un

autor indigenista  o  regionalista  es  empobrecer  la  calidad excepcional  de su

empresa,  mucho  más amplia  y más fecunda.  E n  este sentido, José María Arguedas enfrentó  en su escritura algunos dilemas  que también  el Inca  Garcilaso de la

 Vega , Guarnan Po ma   de Ayala  y   César Vallejo habían hecho suyos. Definir uninstrumento  de la  comunicación para transformar  la comunicación,  o  sea, con

 vertir  a la  escritura en una producción  de  comunicación reformulada, fue un o deesos dilemas  que informan  la tipología  del texto  que  debieron reconstruir parasu  empresa.  Por eso, Arguedas  no sólo es el narrador peruano más valioso de  este

siglo sino  que su  trabajo reformula  las  mismas relaciones  de la literatura y lacultura  en un texto cjue amplía sus funciones con el poder  de sus convocaciones.

La  experiencia del Cuzco  significa  para Ernesto la clausura de unespacio  patriarcal legendario, y el recomienzo del viaje errante quesubraya su  carác ter    de  figura  desplazada,  de conciencia flotante, deadolescente  sin hogar y lugar socialmente determinados. (Hasta cierto

 punto ,  este  esquema  reproduce la  b iograf ía  misma del autor 1 3  ). Porotra  parte, la  a f i rmación  de un modelo  original  de  pe rcepc ión  se remonta a la infancia de Ernesto, a su primer ordenamiento del mundoen el sistema de  comunicac ión  plena que los comuneros tutelares lehan revelado. En el Cuzco, las  pautas  de esa  fo rmac ión  son confrontadas  ya que deben resolver la nueva  i n fo rmac ión  socialmente jerarquizada. De la mano de su padre, cuya  pe rcepc ión  de "caballero", deseñor    empobrecido, asimila el  n iño  con sus  pautas  de nobleza e idealismo, resolverá  el  confl icto  afirman do su pro pia  pe rcepc ión ;  y, sinduda, en la inminencia de que su destino social  requer i rá  discerniruna  respuesta  c r í t ica  y una  opc ión  participante. Como se ve, no es deun  "personaje" de novela que se trata  a q u í :  se trat a en el fondo del a mani festac ión  del sujeto mul tid ime nsi ona l, de aquel " y o " cjue nose pronuncia a sí mismo pero que de un modo decisivo se manifiestaen la aventura constructora y  c r í t ica  del texto. A  ello  volveremosluego.

La comunicac ión múl t ip le  (escuchar   el canto de las  cosas,  nom brar las, hablar les, pero  t a mb i é n  i nte rior izar las y discerni r su sentidocomo un alfabeto descodificado) se  abre  en un espacio  doble,  t ípicamente ambivalente. Un  espacio  dich oso, otr o de sufri miento . El Cuzco mismo es doble: incluye los signos de un alfabeto fracturado y dominado,  y los signos del  código  dominante. "En  ni ngú n sitio deb íasufrir   má s la criatura hum an a"( 24) , concluy e el te xt o. Los mismos edi-

1 3  Los textos  autobiográficos  de Arguedas  requerirían  una lectura detallada  Véanse  lasnoticias que él proporciona en  "José María  Arguedas",  Historia y  antología  del cuento y la

 novela  en  Hispanoamérica,  ed. A.  Flores,  1959, pp. 503-504.  Véanse también  los textos  de

Arguedas reunidos por  Juan Larco  en su valiosa  compilación crítica Recopilación  de  textos

 sobre  José María  Arguedas,  La Habana, 1976, y sus intervenciones en  Primer encuentro de

 narradores peruanos,  Lima,  1969.

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NRFH,  XXXI LOS  RÍOS PROFUNDOS 55

ficios  forman parte de un drama  agónico  y polar, incluso dentro delalfabeto dominante: las iglesias de la  C o mp a ñ í a  y la catedral, porejemplo,  mutuamente  a t enúan  sus efectos. En la lectura de estos monumentos de las dos culturas, el padre y el hijo  leen un discurso  cósmico,  escatológico  y  moral;  y  esta  lectura  está  hecha  desde  una percepción  que incluye las lecciones del mundo andino y las evidenciasdel  mundo  h i spánico, percepción  que podemos llamar acul turada pero  sin suponer en ella una  acul turac ión homogénea  (lo que  sería  unmestizaje nivelador de  ambas  fuentes cultural es), sino má s bien un a percepc ión sincrét ica,  que en el  n iño  parte de una  e s t ruc tu rac ión  de

campos  semánt icos  de estirpe andina.

E L  MODELO NATURAL Y  E L MODELO  SOCIAL

 El  canto del mundo

Si  el Cuzco (el "cent ro del m u n d o " para la cu ltu ra aborigen, el lugar sagrado)  es tá  usurpado por la  figura  del anti-padre, el avaro, quiere decir que el sentido se ha vuelto marginal y que su espacio  sólo

 puede  ser la errancia. Al salir otra vez de la ciudad, reaparece una  f i

gura natur al pro tec tora , contrapuesta a la  fijeza  ocupada: el  movimiento  l ibre,  purificador del río. Significativamente, éste  es el  Apur i -mac, Dios que habla ( 26 ); y , en efecto, su nombr e  supone  que el mismo  mu nd o que recorre es una escritura dormida , que el r í o despiertay  el viajero recibe. Escritura del mundo que se desdobla en escriturade la mem ori a: "L a voz del r í o y la hon dur a del abismo polvoriento, el

 ju eg o de la nieve lejana y las  rocas  que  bri l lan  como  espejos,  despiertan  en su memo ria los  primitivos  recuerdos, los más antiguos  sue

ñ o s "  (26). Los  r íos  profundos corren en ese fondo  m í t i c o  y  originaldonde se alimenta la promesa de  comunicac ión  plena que define al

 peregrinaje del suje to . "La voz del r í o aumenta; no  ensordece,  exal

t a" afir ma el te xt o con su. caracte ríst ic a art iculación  de objeto natural (expresándose  co mo un alfabeto que el in te rl oc ut or recibe) y sujeto  definido por el acto  físico  de ese  r i tual  cum pl ido . El nombre quesustantiva 1 4  en  auechua  la  t r aducc ión  nue subrava esa sustancia vla enunciación  que convoca al obj eto com unica nte , son part e de éser i tual-  "¡Aburimac  mavu'   ¡Aóurimac  mavu'   repite n los  n iños  de ha bl a  quechua, con ternura y algo de espanto" (26).

En  el espacio abierto (cap. 2, "Los viajes"), luego de la  inmersiónen el espacio cerrado del Cuzco, donde el universo  s imból ico  delaprendizaje ha in te rior iz ad o las primeras evidencias, el 'narrador-

1 4  Véase  el trabajo de  LOTMAN  y  USPENSKIJ,  "Myth-name-culture", en la  antologíacitada de Daniel P. Lucid,  pp. 233-252.

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56 JULIO  ORTEGA NRFH,  XXXI

testigo"  recuenta la  bio-grafía  del "narrador-actor".  Esos  viajes suponen la ausencia del hogar   ( " M i padre no pudo encontrar nunca  dóndefijar   su residenc ia"(27); pero el recuento  fija  la  comunicac ión  plenafavorecida  por un mundo que no  cesa  de hablar: entre los  árboles,"quien  busca sombra. . . reposa bajo un  á rbol  que canta solo, con unavoz  profu nda en que los cielos, el agua y la tie rra se confund en"(27) .La dispersión  de la errancia se  modifica  por   ello  en el recuento delsentido percibido en  este  diálogo  realizado. Es interesante que el  via

 je  al Cuzco  h a b í a  sido decidido por el padre para  cumplir   un "proyecto"  de venganza contra el  Vie jo;  no se nos dice  cuál  fue ese

 proyecto  incumplido,  pero en el pla no  s imból ico  del relato es posi ble  deduc ir que se cumple, en cambio, el aprendizaje  iniciát ico  del hi  j o ,  uno de los  or ígenes  del texto recusador. La  i ncorporac ión  de lamisma  errancia del padre al sentido d el te xt o  implica  un reordenamiento  profundo que la  ficción  trabaja. Esta  t r ansmutac ión  que eltexto  produce se sostiene sobre otra, que el actor cumple oscuramente :  en uno de los pueblos donde se det uvi eron, un o donde odiaban alos  forasteros, son sitiados po r el silencio host il 'de las gentes; el  niño,en  respuesta,  escribe unos carteles:  "Clavé  en las esquinas unos carteles en que me  de sped ía  de los vecinos del pueb lo , los  ma ldec í a " (30) .Otra  vez, canta en una esquina para una muchacha: "Varias nochesfui  a esa esquina a cantar   huaynos  que  j amás  se  hab ían o ído  en el

 pueblo"(30)  y  t a mb i é n :  "Me desahogaba; ver t ía  el desprecio amargo yel  odio con que en ese pueblo nos miraban, el fuego de mis viajes porlas  erandes  co rdilleras la imagen de tantos  r í o s  " ( 3 1 j  Estas  expresiones de la soledad, 'de la  comunicac ión  incumplida,  son  t ambiénresueltas en el rec uento que restaura el sent ido en las' arti culacionesde l  texto.

Este canto del mundo a  t ravés  del huayno se reproduce en el huay-no guerrero que cant an los indios (33) desafiando a las aves de presa  ysus batallas. El canto interviene, así, en el drama de una naturaleza ala  que busca asumir y resolver:  comunicac ión  que re to rna sobre sí

misma,  circularmente, en un esquema  m í t i c o  que reafirma un ordensuficiente.  En cambio, en el pueblo donde los "no tab les "(3 2) matan loros,  el nar rador tr ata de alertarlos y espantarlos, sin suerte. Es evidente que el lugar del sujeto en el mundo natural supone  a q u í  dos percepciones distintas, dos  ámbi tos  vividos  polarmente. La  epifanía  del

 pasaje  no es  sólo  una  t ransmutac ión mágica  (una  p royecc ión  del deseo que tr ueca al objeto en med iad or ), sino una previa  c o mu n i ó n  delsujeto en el obj eto; es decir un rec orr ido del objeto ilu minando al su

 jeto.  Ese recorrido revela la capacidad de una  pe rcepc ión  parareconocer la sustancia del sujeto en su  estado  de  exa l tac ión,  dedicha,  que es una  comunicac ión  extremada. As í , la repen tina luz de

una estrella transfigurando el paisaje (34) , anuncia no  sólo  la  emociónde la belleza  ("Mi corazón la t ía  como dentro de una cavidad   lumino-sa"(34), sino  t a mb i é n  una traza que nutre la eficacia del  código:

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" ' ¡ L u c e r o  grande,  werak'ocha,  lucero grande!',  l l amándonos ,  nos alcanzó  el  peón; sent ía  la misma exa l tac ión  ante  esa luz repentina"(34).La  luz, como el canto, como la voz, alimentan la circularidad   mí t icaque se  establece  entre el referente y el  código  para la equivalenciasustantiva entre el nombre y la cosa.

Pero  el  espacio  indistinto del viaje  debe cerrarse en el programa dela  novela: el aprendizaje requiere una  segunda  instancia, más comple

 ja,  má s directamente confro ntado ra de las  ca tegor ías  de la socializac ión.  Si el programa ha debido plantear el ret orn o al per did o  paraíso

 pa tr ia rcal ,  y  hacer   expl íc i to  el  á mb i t o  discontinuo de la errancia, de

 be ahora precisar el  conflicto  más amplio, el relato de las peripeciasde Ernesto en el colegio religioso y de sus exploraciones del pueblode Abancay.  "Via je" ,  "estudios",  " r e b e l i ó n "  y  "peste"  son las grandes instancias del programa que el sujeto  deberá  resolver   desde  el relato  del aprendizaje, y que el texto  deberá  articular como una  lógicademostrativa del  conflicto;  en  este  caso,  la  socialización será  puesta

en  conflicto  por la disputa de modelos alternativos que el drama de lacomunicac ión  muestra sensiblemente.  Después  veremos que la formac ión  del sujeto  p r o p o n d r á ,  ante  la ambivalencia que discierne en el

 programa, uno di fe rent e,  capaz  de cuestionar el contr ato  (familiar,religioso  educac ional nacional) que la  social ización  le impone. Otro

 programa y un contrato alt ern ati vo  serán  producidos por el texto enl a deconst rucc ión  que  hace  del modelo institucionalizado por la sociedad nacional v los  aparatos  ideológicos  del Estado v en la paralelacons t rucc ión  de una  opc ión  cu ltural que es  crí t ica  e impugnadora.

Código español, código  quechua

De manera  carac ter í s t ica ,  el "narrador-testigo" informa del  significado  quechua (o sea, na tu ra l: sugiere  flor   y vuelo) de Abancay que,sin  embargo, ahora "Es u n pueblo cau tiv o, levant ado en la tie rra ajena de una hacienda"(36). Y en efecto, la  cond ic ión  cautiva del lugar,

que reproduce el cau tive rio del pu pi lo en el int ern ado , y que  haceeco al cautiverio del orden tradicional en el Cuzco,  supone  una seriede inclusiones de un  espacio  cerrado dentro de otro  espacio  cerrado.En  primer   t é r mi n o ,  la hacienda Patibamba rodea al pueblo de Aban -cay:  esto  es, el pueblo  depende  de su sistema  e c o n ó mi c o  y social, estributario  de  aqué l .  En  segundo  t é r mi n o ,  el internado es un  espacio

recluido  y es,  además ,  un colegio religioso. La iglesia es otro  espacio

reglamentado y su  v íncu lo  con el colegio  hace  que  ambas instituciones funcionen como  aparatos  ideológicos  reproductores del orden

 preest ablecido por el sistema  e c o n ó mi c o  de la hacienda (semi-feu¬dal  y pre-capitalista, autoritario y patriarcal); orden naturalizado ysancionado como  l eg í t imo  por la sociedad nacional y su Estado re presivo 1 5  . Ya  esta  d i s t r i buc ión  de l  espacio  físico  y  s imból ico  ilustra

15 Sobre la hacienda, la comunidad  indígena  y sus relaciones con la sociedad nacional,

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la  violencia  de la  dominac ión .  El texto precisa  estos  signos para, enseguida, postular la fisura en  este  espacio, su desgarramiento. Primero ,  a  partir   del espacio polar, el barrio alegre de las   ch i che r í a s ;  segundo ,  desde  la actividad   disolutiva,  no codificable según  el código  esta

 bl ec ido ,  que Ernesto y su  rebe ldía  van a  introducir ;  tercero, la rebel ión  y la peste  serán  otras subversiones de ese espacio  oficial.

La in t roducción  del adolescente al pue blo es  s i n tomá t i ca :  su padre le anuncia que el dire cto r del colegio, el padre Linares, es " unsanto, que es el mejor orador sagrado del Cuzco y un gran profesorde  Ma temá t i ca s  y Castellano"(37). Su autoridad es religiosa, oral, in

telectual  y gramat ical: representa, así , la ins tit ucio nal idad etnocen-trista  de la cultura hispano-occidental, el poder del  espí r i tu  y el dela  letra, la palabra autorizada y la  lógica  de la escritura. En cambio,la  escritura como servicio de la ley agoniza en la   figura  del notariocuya  co r t e s í a  de hidalgo pobre  hace  eco a la  h ida lguía  desamparadadel  padre (quien  t ambién ha b ía  sido "escribiente" en las haciendasdel  V ie io l  un  abosado  trotamundos aue no ha  "oficializado"  o institucionalizado,  su  profesión.  La ceremonia de la  comunicac ión  gentilentre el visitante  inoDortuno  (el padrel aue no auiere ofender v lasatenciones del ant iguo amigo empo brecido (el notario}  anuncian elcódigo  de la  co r t e s í a  tradicional  refinado  a a u í  por el dolor de una

hospitalidad   y un afecto  sin  "recursos.La separación  (cap. 3: "La despedida"), que se  hace  inminente,

dividirá  un  diálogo  autosostenido (la  comunicac ión  padre-hijo, ques u p o n í a  un yo  c o m ú n ,  un nosotros sustantivo); diálogo  que conlleva

 ba, asimi smo, un  dominio  a rmónico  del medio: "Porque cuando and á b a mo s  juntos el mundo era de nuestro  dominio,  su  a legría  y sussombras iban de él hacia  m í " ( 3 8 - 3 9 ) .  Diestramente, el "narrador-autor"  t ras ladará  la  escena  de la despedida a la perspectiva del padre,siguiendo  sus reacciones frente al "na rra dor -ac tor ". La escena se produce cuando e l padre celebra con el hacendado de Chalhuanca sunueva  asoc iac ión,  con lo cual su partida y la despedida se anuncian al

mismo  tiempo. Con no menor destreza, el episodio muestra al padrey  al amigo en copas:  ello posibilita  que el habla ingrese a otro  tipo  dediscurso, más libre y más afectivo. Por eso, cuando el padre  finalmente  l lora,  leemos: " E l chalhuanquino  p r e t e n d i ó  cons olar lo; le hablabaquechua,  ofreciéndole  todas las recompensas y los mundos que en elidioma  de los indios pueden prometerse,  hasta  calmar por un instantelas grandes aflicciones"(41).

El  idioma de los indios muestra  a q u í  uno de sus rasgos: comunicarse en él es acentuar la  func ión  expresiva para mejor convocar la  func ión  conn otat iva o apelativa. E l emisor   acude  al quechua para decir

JULIO COTLER,  "Haciendas y comunidades tradicionales en un contexto de  movilizaciónpolítica"  en  Realidad nacional,  ed. J . Ortega, Lima,  1974, t. 1, pp. 335-365;  La hacienda,

la comunidad y el campesino en el   Perú,  Roberto G . Keith  et al.,  Lima  1970; y  El indio y

el  poder en Perú  rural,  Fernando Fuenzalida  et al,  Lima,  1970.

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más  y recuperar al destinatario en un referente verba lizado comoemotividad.  Es evidente que el quechua (por su  carác ter    de fuente co-in íormat iva ,  por su reserva sustantivadora) manifiesta la comunicac ión  que corresponde al primer paradigma, al modelo del comunicarnatural.  Siendo una lengua  oral,  y a la vez una lengua socialmentemarcada, su  apar ic ión  se produce como un desnudamiento  cultural:

revela el "ser natural", original,  de ios hablantes; y por   ello  mismo, sufunción  expresiva es a la vez apelativa. En el quechua h abla un " y o "que  busca  enunciarse como u n "nosot ros ": en el acto mis mo de su presencia se mani fi est a la  identif icación  de los hablantes 1 6 . Ahora bi en ,  si parece  evidente que la oralidad del quechua sostiene su comu

nicabilidad   valo rativa, su fuente de id en tidad, no es menos cie rto elhecho de que en el te xt o el quechua cump le otras funciones co muni cativas. En primer   t é r mi n o ,  provee un origen  lingüís t ico , e t imológico,como un repert orio subyacente del sentido ; esta  forma verbal del sen

t ido  es, cla ro, una fuente te xt ua l. En segundo  t é r mi n o ,  desdobla elrelato en el discurso: el texto  acude  a las mediaciones del quechua(en  el  diálogo  y en las canciones) no  sólo  como testimonio del mundo  indígena ,  sino como la  au to -expans ión  del texto desde  su  bilingüismo.  En tercer   t é r mi n o ,  el quechua es una lengua  oral  que  a q u í  posee,

sin  embargo, otra escritura: el alfabeto del mundo. En efecto,  esta  carac ter í s t ica t radic ión  literaria  del mu nd o como escritura (tan presen

te en la literatura latinoamericana1 7

), se  sustenta  a q u í  en la  materialidad y la calidad motivada que el texto confiere a una lengua  oral,  quedesde  el texto dice las relaciones del sujeto y su  á m b i t o ,  sustantivando las interacciones de los hablantes en su cultura.

Pero si  esta  fuente de la  comunicac ión  como ganancia del mundose  l imitaia sólo  a sus hablantes, la  versión  sobre las posibilidades decomunicar   que el texto produce  se r ía  parci al. Precisamente, la empresa del texto es que su  vers ión  busca  ser más comprehensiva: la lenguaquechua y la lengua castellana se funden no en un tercer idioma sinoen un texto  p lur i l ingüe .  Esto quiere decir que sobre la fuente quechua y sus funciones i den tifi cado ra y apelativa, el ins tru men to  caste-

16  Sobre el  bilingüismo  peruano es fundamental el trabajo de  A L B E R T O E S C O B A R , J O S É M A T O S M A R  y  G I O R G I O A L B E R T L  Perú, ¿país bilingüe?,  Lima,  19 75 . Véase tambiénla compilación  de  Escobar,  El   reto  del   multilingüismo  en el   Perú,  Lima,  1 9 7 2 ,  y su libro

 Lenguaje  y  discriminación  social en  América  Latina,  Lima,  1 9 7 2 ;  A L F R E D O T O R E R O ,  El

quechua y la historia social andina,  Lima,  1 97 4; S A R A C A S T R O - K L A R É N ,  "Mundo y palabra; hacia una problemática  del bilingüismo  en Arguedas", Runa  (Lima), 1977, nú m. 6, p. 8 .

17  E l tema  está  por estudiar, tanto en sus vinculaciones con la tradición  literaria  como ensus posibles revisiones y actualizaciones. E s visible en Vallejo y Neruda, en Paz y  Lezama,  enCortázar  y  Enrique  Molina. La idea  común  de que la  representación del mundo es una "naturaleza",  un "paisaje", en lugar de un modelo  desde  la escritura, ha impedido una mejorcomprensión  de la funcionalidad de esa  representación.  Las relaciones del objeto y del nombre  son más interesantes que la  transcripción  un tanto "primitiva" que se le ha atribuido aArguedas.  Por lo pronto,  William  Rowe ha visto bien que la disyunción de Saussure entre el

significante y el significado dentro del signo, no es pertinente en la escritura de Arguedas;véase  su trabajo "Mito, lenguaje e  ideología  como estructuras literarias", Recopilación  de

 textos  sobre  José María  Arguedas,  ed. J . Larco,  pp.  257 -283 .

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llano  ampliará  sus funciones, ganando con  ello  la resonancia y la tensión  de un decir religado, de un escribir pr od uc id o com o  pol i fonía  deun  espacio de conjugaciones y disyunciones; un espacio  cultural  quees eminentemente textual. En su juventud, Jo sé María  Arguedas ha

 b í a  pensado  escribir en quechua, y luego  dec idió  fabricar una lenguacastellana que incorporara ciertos ritmos  s in tác t icos  y cierta entonac ión  del quechua, que, en efecto, es el substrato de su trabajo con ellenguaje1 8  . Por eso se  p o d r í a  decir que "nadie habla" como en los   l i -

 bros de Arguedas, pe ro que su lenguaje es del todo equivalente;  primero,  una  t ranslac ión  del quechua a un castellano singular;  después,un  castellano modulado y organizado para una  pe rcepc ión  y registro

del  decir   distinto.  De  allí  que algunos lectores hayan resentido, porejemplo,  el discurso de la emot iv idad que las normas del castellanorecortan  en otro  t ipo  de discurso, y que las del quechua elaboran másabiertamente. Pero  este  "decir más", esta  entrega a la  enunciac ión,  ala  posibilidad   de "de cir lo to do ", no deriva  sólo  de la necesidad de recobrar un  tipo  de discurso expansivo de las emociones,  implica  una

 pe rcepción  central de  esta  novela: la necesidad de reelaborar un sistema de  comunicac ión plura l .  La p r o d u c c i ó n  misma de la escritura sos

tiene un nuevo  tipo  de revelación  comunicativa. La discusión  acerca desi el text o  literario  es  comunicac ión  o  p r o d u c c i ó n  no  parece pertinente en el  caso  de los textos de Arguedas:  estos  textos postulan la pro

ductividad   textual  desde  una  r e e l aborac ión  comunicativa. Tex to ycomunicac ión  se expli can mutu amen te, y mutuam ente sustentan sudiferencia  literaria  y su incidencia cu l tu ra l 1 9  .

He aquí  la empresa  original  de  José María  Arguedas: producir untexto  sobre la  comunicac ión ,  dramatizando su  existir   social yreelaborando su latencia  identificatoria.  A d e má s ,  producirlo  con losmateriales discordantes de, justamente, una  s i t uac ión  de fractura enl a comunicac ión,  de  estrat if icación  del habla y de  violencia  sobre lalibertad   de decir. El te xt o genera a sí su  pos tu l ac ión u tóp ica :  una comunicac ión  realizada; la que denuncia el drama de hablar en el  Perú,

i»  Lo ha explicado el propio Arguedas en el  Prólogo  a Diamantes y pedernales,  Lima,1954. John  Murra  cuenta que Arguedas  cambió  sus planes de  escribir  en quechua ante lapersuasión  de su amigo, el mexicano  Moisés Sáenz,  que fue embajador en  Perú  durante elgobierno de  Cárdenas;  en sus  últimos años,  Arguedas  lamentó  esa  decisión  temprana; verJ .  Murra,  "Introduction" a Deep  rivers,  trad, de F. Horning Barraclough, Austi n,  1978.

1 9  Un buen resumen de esta  discusión  es el de  M A R C Z I M M E R M A N ,  "Exchange andproduction: Structuralist and  Marxist  approaches to  literary  theory",  Praxis  (California),1979, num. 4, pp.  151-168.  Véase también  R O B E R T E S C A R P I T  y  C H A R L E S  B O U A Z I S ,

Systèmes  partiels de communication,  Paris,  1972;  P I E R R E M A C H E R E Y ,  Pour une  théorie

 de la production  littéraire,  Paris,  1966. Plantean nuevas perspectivas los excelentes trabajosde  J E A N B A U D R I L L A R D ,  Pour une critique de  l'économie  politique du signe,  Paris,  1972,y  J E A N - J O S E P H  G O UX,  Freud,  Marx,  économie  et symbolique,  Paris,  1973. Un aportesemiotico a  partir  de Greimas  y  Derrida  es el de  C H A R L E S B O U A Z I S ,  littérarité  et  société.

Théorie  d'un  modèle  du fonctionnement  littéraire,  Paris,  1972 , y del mismo Bouazis, "Leproblème  du  système  scientifique de la communication", en el libro citado de  Escarpit  yBouazis,  pp. 213-225.

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N R 1 H .  XXXI LOS  RÍOS PROFUNDOS 61

en cualquier sociedad represiva,  agudizándolo  con su  recusac ión  delos órdenes  de la  v io lencia 2 0 .

Función  e identidad de los hablantes

Una  forma  especialmente aguda de  violencia  es la que se ejerce encontra  de la  comunicac ión .  Si  h ic ié ramos  una  t i po log ía  de la  violen

cia  en el  Perú  (o, para el  caso,  en  Amér i ca  latina) nos  ve r í amos  obligados a  incluir   este tipo  de  violencia sobre la comunicac ión  que  Arguedas descubre, y que es central a su  pe rcepc ión  de la  injusticia 2 1 .  Enefecto,  luego de que el "narrador-testigo" (cap. 4: "La hacienda")

nos ha proporcionado una  carac ter izac ión  del hacendado, y  despuésde que las tres voces del Narrador han  d i señado  el espacio cerrado deAbancay,  la actualidad de la  acc ión  nos enfrenta con las consecuencias de la  estrat if icación:

Los  indios y las mujeres no hablaban con los forasteros.-Jampuyki  mamaya (Vengo donde  ti, ¡madrecita!)-llamé  desde algu

nas puertas.-¡Manan! ¡Ama  rimawaychu!  (¡No quiero! ¡No me hables!) -me

contestaron.Tenía  la misma apariencia que el pongo del Viejo  (.. .)-¡Señoray,  rimakusk'ayki!  (¡Déjame  hablarte,  señora!) -insistía, mu

chas  veces, pretendiendo entrar en alguna casa. Pero las mujeres me mira ban atemorizadas y con desconfianza. Ya no escuchaban ni el lenguaje delos  ayllus;  les habían hecho perder la memoria; porque yo les hablé con las palabras y el tono de los comuneros, y me desconocieron(45).

El  diálogo  es para lelo al que Ernesto sostuvo con su t í o : la situac ión, también aquí ,  es identificadora. En este caso,  el emisor demanda ser identificado con los signos del reconocimiento con que él   estáidentificando  al destinatario; pero, como  antes  frente al pongo, la

»  Acerca  del  "drama  de hablar en el  Perú",  presento un  análisis más amplio en mi artículo "Crisis,  identidad y  cultura  en el  Perú",  Perú:  identidad   nacional,  ed. C.  Arróspidede la  Flor  et al.,  pp. 191-208; y en mi libro  La cultura peruana: experiencia y conciencia

México,  1978.2 1  Sobre la  tipología  de la violencia,  véase JOHAN  G ALTUNG ,  "Violence, peace, andpeace  research", Journal of Peace Research  (Oslo), 1969,  núm.  3 ,16 7-19 1. Galtung presentael  concepto de "violencia estructural", la que se mide por el promedio de vida de los ciudadanos de un  país,  y que se origina en la injusticia  social. Además  de  ésta,  los  países  latinoamericanos  padecen  estos  otros tipos de violencia: la   "legítima"  (que usa el Estado  segúnla definición  de Weber, y que es menos  legítima  en nuestros  países porque su base no supone un consenso  auténtico);  la represiva  (que el Es tado emplea, demostrando su ilegitimidad,y que se expresa mejor a   través  de la tortura  institucionalizada); la institucional   (que se expresa  en lo que Althusser  llama  los aparatos  ideológicos  de  Estado,  y supone la  prácticade la  socialización  como una forma  ideológica  de la  represión); véase  CARLOS  AMAT D ELEÓN "L a distribució n  del ingreso familiar en el  Perú"  Socialismo v  varticivación  Lima1978 núm 2  P p 9-41 E n la luch a por la  información  que define al conflicto social desdelaperspectiva  de lá  cultura  es visible otro tipo de violencia- la  descomunicación  que los medios de  comunicación  promueven al presentar  información según  tos interese; de ctaL de

la  sociedad nacional y el aparato del Estado  Véase  J U L  O  O R T E G A  ^ C E C I L I A  BUS-AMANTE  "Para  una  tipología  de la violencia"  Sáb  Jo  "Unon^suno"  México  10 de enerode 1981 ' unomasuno , México,  tu de enero

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62 JULIO ORTEGA NRFH, XXXI

convocación  no se cumple. Aún má s ,  en  este  caso  es rechazada:  estos

indios  se  revelarán todavía  más sometidos que el pongo del Cuzco.El  rechazo de la  comunicac ión  equivale a la  pé rd ida  de la identidad("memoria");  o sea, al vac ío  cultural  de la  sumisión  má s viol enta que

 pueda imaginarse. Su si lencio no es  sólo  la  forma  de su miedo: es antes la marca de su lugar social.

Así  desconocido, no reconocido, Ernesto comprueba que el modelo  de la  comunicac ión  plena (el habla de los comuneros) ha sido  aquídesarticulado. Esta fractura de su papel de emisor pone en duda su

 propi a  identidad:  volvió  al pueblo, leemos, "temiendo desconocer a

las  personas  o que me negaran" (45). En el colegio,  es identificado como  " loco"  y "tonto vagabundo". La crisis de su papel comunicantereproduce la zozobra de su identidad  cultural,  de su pertenencia a unorden  que  carece  de substrato social suficiente y que,  desde  ahora,marca su marginalidad radical. La  a l ienación  del nuevo medio se ex presa  a  través  de la  comunicac ión ,  que es la  me t á f o r a  sensible de sudestierro:  "En  esos  días  de  confusión  y desasosiego,  recordaba el can¬

-  to de despedida que me dedicaron las mujeres , en el  ú l t imo  ayllu

donde  res id í ,  como  refugio,  mientras mi padre vagaba perseguido.

Huyendo  de parientes crueles  pedí  misericordia a un  ayllu  quesembraba  ma í z  en la más p e q u e ñ a  y alegre quebrada que he con oci

do.  Espinos de flores ardientes y el canto de las torcazas iluminabanlos  maizales. Los jefes de  familia  y las  señoras ,  mamakunas  de la comunidad,  me protegieron y me  infundieron  la impagable ternura enque  vivo"(45-46).

Si  Arguedas se hubiese  l imitado  a ofrecernos la belleza del paisaje,imágenes  como  és tas probar ían  su eficacia p i c tó r i ca ;  pero  pasajes  como éste  demuestran que el medio (su  representac ión) desempeña  un

 papel más importante en el tex to:  forma  parte del drama,  a c túa  como  su resonancia. Ta mpo co se tra ta de una mera arcadia  infanti l ,  natural  o  ecológica :  la  representac ión  sostiene  a q u í  a un modelo de lacomunicac ión .  Modelo  que conjuga una escritura del mundo con un

habla que transforma a los hablantes en una   familia  humana dentrode una morada plena.  Modelo,  por   e l lo,  activo,  y proyectado comouna actualidad   c r í t ica  frente al otro modelo de'la  comunicac ión  de

 primida.En  esta  escena,  que  ilustra  el primer modela, el relato no deja de

introducir   la fractura que define al sujeto (la errancia  infant i l ,  el des

tierro  adolescente, la  b ú s q u e d a  de una  art iculación simbólica  en eladulto).  E l  harahui  (canción)  de la despedida, que los indios cantanal niño  revela intensamente la plenitud   y el drama de  esta comunicación  superior:

¡ N o  te olvides, mi  p e q u e ñ o ,no te olvides!Cerro  b lanco,hazlo volver,

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NRFH,  XXXI LOS  RlOS PROFUNDOS 63

agua de la montaña, manantial de la pampaque nunca muera de sed.

Halcón, cárgalo en tus alas

y hazlo volver.Inmensa nieve, padre de la nieve,no lo hieras en el camino.Mal viento,no lo toques.Lluvia de tormenta,no lo alcances.

¡No, precipicio, atroz precipicio,

no lo sorprendas!¡Hijo mío,

has de volver,has de volver! (46)

Esta  canc ión  quechua, cuyo  original  en esa lengua se incluye, resume bien la calidad apelativa del emisor colectivo de  este hablar   mí t i co.  La  función  connotati va, impe rati va, que es un reclamo y un con

 j u r o ,  supone  el mundo habitado por la p royecc ión  del deseo  (magia),nombrado y humanizado en la ceremonia enumerativa  ( r i to) ,  aprehendido por la circularidad del  ir/volver   en el mismo acto del canto(mi to) . ¿Qué  decir de la calidad emotiva de toda  esta  secuencia,  de su

refinamiento  y ternura?  Pocos  autores  han logrado esa  pulsac ión,  esavibración  comunicativa. Al hacer   suya  esta  canc ión,  el texto habla através  de una cultura.

Otro  es el modelo de la  comunicac ión  de la sociedad dominante,establecido por la sociedad nacional y reproducido por los  aparatos

de  estado  que controlan la clase gobernante y sus  delegados  y aliados.La  primera escena  en el colegio ilust ra ese sistema:

-  ¡El dueño de Auquibamba! -decían  los internos.- ¡E ldueñodePa t i !-¡El dueño de Yaca!Y parecía que nombraban a las grandes estrellas(47).

Al  suprimir los nombres de los  hacendados  y presentarlos por sudominio  sobre  la propiedad, el texto muestra  agudamente  el  funcionamiento por el que se  identifica  este  modelo de la  comunicac ión .  Siel  anterior se  basa  en la propiedad colectiva, éste  se  basa  en la propiedad semifeudal. En lugar de nombres de propios su identidad requierede los nombres del poder, su identidad   está  en la  p i rámide  de la sociedad y del lenguaje.  Este  descubrimiento del orden establecido se hace a  través  de su sistema de  procesar   la  información,  y tiene,  desde  la

 percepc ión  de Ernes to, su cen tro emisor en la  figura  del Padre Director,  cuya  p re sen tac ión  en el texto es un  análisis  de su papel comu

nicativo.

El  Padre  Director   empezaba suavemente  sus  prédicas.  Elogiaba a laVirgen  con palabras  conmovedoras; su voz era armoniosa y delgada, pero

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64 JULIO  ORTEGA N R F H ,  XXXI

se exaltaba pronto. Odiaba a Chile y encontraba siempre la forma de pasar

de los temas religiosos hacia el loor   de la patria y de sus héroes. Predicabala  futura  guerra contra los chilenos. Llamaba a los jóvenes y a los  niños

 para que se prepararan. . . Y así, ya exaltado, hablando con violencia, recordaba a los hombres sus otros deberes. Elogiaba a los hacendados;  decíaque ellos eran el fundamento de la patria, los pilares que  sostenían  su ri queza. Se refería  a la religiosidad  de los señores, al cuidado con que conservaban las capillas de las haciendas y a la obligación que imponían entre losindios de confesarse, de comulgar, de casarse y  vivir  en paz, en el trabajohumilde (47).

El  pasaje  es  expl íc i to : és te  es un emisor que suma la autoridad del

discurso  religioso  y del discurso  oficial  y estatal al de la autoridad es pecíf ica.  Es un emisor   privilegiado:  su discurso es el de la  ideologíadominante,  de  allí  que sea jerarquizador, normativo y sancionadordesde  el sistema. De  a l l í también  que su  forma  sea la violencia. Por lodemás ,  la suma de elementos en  esta  escena  (autoridades, hacendados, iglesia,  colegio)  anuncia la  actividad   altamente codificada de losaparatos  ideológicos  en la  pequeña  ciudad prov inci ana que funcionacomo u n mode lo condensado de la sociedad naciona l. Pero si el Padre

Director   solamente fuese u n representante "negat iv o" de la cu lt uradominante,  el texto  pe rde r í a  la especificidad del  confl icto;  ocurre,más  bien,  que  este  oponente  privilegiado  es una  figura  ambigua: es

una  figura  patri arcal cuy o papel  moral  y cuya autoridad en la  información deberán todavía  ser  puestos  a prueba. Son las opciones frenteal  desarrollo  conll ict ivo  del rela to lo que  decidirá  la capacidad resolutiva,  y la  dimensión ét ica,  de los modelos en disputa.

El  ún i co  espacio abierto dentro del espacio cerrado de Abancay (el ba rrio  de Huanupata), introduce nuevos signos en el  debate  (cap. 5:"Puente sobre el mun do ") . Es un barr io vinc ulad o al mercado, dondeestán  las  chicher ías .  Espacio  antioficial,  en él se conjugan  indios,  cholos  y mestizos: barrio "alegre", lugar de  in te rmediac ión é tnica  y social,  es un espacio de activa  comunicac ión .  En tr e los indios siervos ycampesinos y los mestizos y  señores  de la ciudad, este  lugar es un ter

cer   á mb i t o  social: no  parece  señalar   una mera instancia de  t ransiciónentre uno y otro estrato  étnico  y social; parece, más  bien,  un estrato

 propio:  el que corresponde, precisamente, a la  in te rmediac ión  y alintercambio,  a la cultura popular del mercado; en parte, al estratocholo  de la sociedad peruana 2 2 . Es revelador el que  este espacio  cultural  abra una de las alternativas dinamizadas por el  confl icto:  la re

 be l ión  de las chicheras.  También  es interesante que  sean  las mujeres,cuyo  papel int erm ediari o es má s inten so, quienes  lleven  a cabo esaruptura  del sistema.

Por lo pronto, el canto es  a q u í  una primera  forma comunicat iva.

2 2  F R A N C O I S B O U R R I C A U D ,  "Iridian,  mestizo and cholo as symbols in the  Peruviansystem of stratification", en Ethnicity,  theory  and experience,  ed. N. Glazer y D. P. Moyni-han,  Cambridge, Mass.,  pp. 380-387; M. D A  V I S ,  Su., Iridian integration in  Perú,  1900-1948,

Nebraska,  1974.

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N R F H ,  X X X I LOS  RÍOS PROFUNDOS 65

Los  viajeros piden a los  músicos  huaynos de sus regiones, pero al serinterpretados adquieren el  r i tmo  de la  música  de  Apurimac.  Los  r i t mos, las entonaciones, son distintos  según  los pueblos, y  señalan  laidentif icación  reg ional, que es una marca mu y fuer te en una sociedaddesarticulada nacionalmente. Incluso en los huaynos de regiones  des

conocidas, es perceptible el carác ter    del lugar, que  a c túa  como verdadero emisor. Así, las mestizas  sólo  cantaban huaynos "de la tie rradonde crecen la  caña  de  azúcar  y los árboles  frut ales "(50), y a t ravés  desus voces un paisaje  distintivo  se manifiesta. Notoriamente, los "indios  de hacienda" no concurren a  este  lugar:  "Deseaba  hablar con

ellos y no  p e r d í a  la esperanza. Pero nunca los e n c o n t r é " ( 5 1 ) , se nos informa;  la  dominac ión  que los sentencia al silencio es  t a mb i é n  un cerco  físico  que les impide acceder   a  este  espacio de  a f i rmación  y reconocimiento.

En  cam bio , en el espacio del colegio y bajo la aut ori dad del Director ,  padre  s imból ico  del sistema, el sujeto requiere part ic ipar en unritual  de representaciones y enmascaramientos que son el proceso deun  reconocimiento sustitutivo y  diferido.  A  t ravés  de  este r i tua l  buscará  afirmarse la  individualidad,  el " y o " como una marca diferencia-dora  sobre el "nosotros". Y  este  proceso de la ide nt ida d no  podrádarse  sino en un  clima  de  violencia:  de autov iolenci a y de  violencia

mutua.  El sujeto se  r e conoce rá ,  de ese modo, en los accidentes y tormentos de un "yo" siempre confrontado. El sentimiento de culpa, lahumil lac ión,  el enmascaramiento,  conver t i rán  a la  comunicac ión  enun  lab erinto , en una tram pa. De  allí  el tormento de Ernesto: los  códigos entran en crisis, y su subjet ividad herida  exacé r ba l a i n fo rmac iónque recibe y que l o con front a. Por lo mi sm o, su conduc ta se  hará  ext r aña :  sus  códigos  son otros, y la  pe rcepc ión  de las autoridades delcolegio  y de varios de sus  c o mp a ñ e r o s  no  logrará  situar, hacer   legible,ese com por tam ie nto "desadaptado".

Ya  los juegos  adolescentes  son un  s í n t o ma  de la  violencia  latentedel  discurso  oficial :  una pelea franca entre "chi lenos" y "per uanos";y ,  en  ú l t ima  instancia, una  máscara  de la ident ida d. " Y los odios nocesaban,  se complicaban y  e x t e n d í a n " ( 5 5 ) , resume el te xt o. Una víct ima  señalada  de  esta violencia  será  Palacios, cuyo origen campesino sedelata en su  falta  de  control  del instrumento de  dominio,  la escritura: "Leía  penosamente y no  e n t e n d í a  bie n el castel lano"(57 ). Otr a  víctima  es el Peluca, el cobarde, quien al optar por el aislamiento  "exas

 peró  a los internos. Y lo atacaron, una noche en el pat io  interior"(63).Es interesante la  razón  para atacarlo: " - Y a no nos oye el Pe lu ca - sequejaron  varios"(63), o sea,  esta violencia  es una  forma  de comunicación  distorsionada. A  partir   de la  culpabilidad   de las experiencias  eróticas con una demente que, por cie rto, no habla, esta violencia  culmina en acusaciones y desgarramientos que  afligen  al sujeto y lo  llevanal  arrepentimiento. El  Padre  Director   conoce bien  estas  expiacionesrecurrentes: "se  sint ió  muy satisfecho del sollozo intenso de los

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66 JULIO ORTEGA NR1-H.   X X X I

alu mnos "(6 4). Es previsible, por lo  demás ,  la misma  división  del espa

cio  dentro del colegio: hay un patio empedrado "donde  cantábamoshuaynos  jocosos y alegres"(65), y ot ro oscuro a donde concurre la demente. Frente a  esta  experiencia del eros  como impureza y, sobre  todo,  ausencia  de  comunicac ión ,  Ernesto levanta la imagen de otra relac ión,  basada  en un dar y comunicar plenos: "alguna. . . que pudieraadivinar   y tomar para sí mis  sueños,  la memoria de mis viajes, de losr íos  y  mo n t a ñ a s  que  h a b í a  visto.  .  ." (65) .  El pat io oscuro  implica  unespacio  perverso, contaminado, que hiere al sujeto y lo  separa  y aisla:"a la hora en que  volvía  de aquel patio, al  anochecer,  se  desprendía

de mis ojos la maternal imagen del mundo. Y llegada la noche, lasoledad m i aislamiento  seguía  creciendo"(66) Desamparado de suidentidad   de una  c o mu n i ó n  maternal  sobre  él se cierne como la  cul pa esa  separación  de las fuentes tutelares que modelan su  informa¬c ión .  Por lo tanto, su culpa es de otro orden: no es religiosa sino mítica;  es contra el orden natural que ha  "pecado".

Esta  separación  de las fuerzas  sustentadoras  le evoca de inmediatoel  abandono que  padec ió  de  n i ñ o :  " L o recordaba, lo recordaba y revivía  en los instantes de gran soledad; pero lo que  sent ía  duranteaquellas  noches del internado, era  espanto,  no como si hubiera vueltoa  caer   en el valle triste y aislado de Los  Molinos,  sino en abismo de

hiél,  cada  vez más hondo y extenso, donde no  p o d í a  llegar ningunavoz, ningún  aliento del rumoroso mundo" (67).

Es, pues,  la  comunicac ión  con ese remitente incesante, el "rumoroso mundo", lo que se ha fracturado. Los domingos, Ernesto  busca

esas voces  y baja en pos del r ío entre las plantas eme "cantan comosonajas"(67). Sobre el gran rí o hay un bel lo puente, " con struid o porlos  e spaño le s" :  "Y o no  sabía  si  amaba  má s al puente o al r í o . Pero

ambos despejaban  mi alma, la inundaban de fortaleza y de heroicossueños .  Se borrab an de mi mente  todas  las  imágenes plañideras,  lasdudas  y los malos recuerdos.

Y  as í, renovado, vu elt o a m i ser,  regresaba al puebl o; sub ía  la cues

ta con  pasos  firmes. Iba conversando mentalmente con mis viejosamigos lejanos: don  Maywa,  don Demetrio Pumaylly, don PedroK o k c h i .  . . que me cri aro n, que hic ie ron mi  c o r a z ó n  semejante  alsuyo" (68).

Este  acto de  purif icación ri tual  restituye la  convicc ión  del modelonatural como paradigma de una  comunicac ión  superior, donde la  formación básica  se ha cumplido y  desde  donde la  información  es perci bida.  Desde  aquí deberá  levantarse el mismo  futuro:  el sujeto, se nosdice.  " D e b í a  ser co mo el gran rí o : cruzar la ti er ra , cort ar las rocas;

 pasar,  inde tenible y tran qui lo, entre los bosques  y  mo n t a ñ a s ;  y entrarai  mar,  a c o mp a ñ a d o  por un gran pueblo de  aves que  cantar ían  desde

la  altu ra"( 68). Es la convicc ión de una cultura, con su racionalidad pro pi a,  tan  l egí t ima  como otra cualquiera, la que se propone  a q u í  unat o p o l o g í a  de su sentido.

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N R F H , X X X I LOS  RÍOS PROFUNDOS 67

Desde  esta  perspectiva interiori zada, el "narrador-t estigo" retorn a(cap. 6: "Zu mb ayl lu" ) para dramatizar en su in fo rme la lengua de esemodelo:  otra vez una  discusión l ingüist ica  sobre  el quechua y su manifestación  del logos. Ah ora se nos  presenta  un repertorio de instrumentos de  esta  comunicac ión  sustantivadora, que inc lu yen la  música,la  voz y la luz. En  este  repertorio de mediadores  mágicos,  que  reci

 be n, transmutan y proyectan el deseo  de la  comunicac ión  plena, se sit úa  el trompo, el zumbayllu, como  figura  del juego  r i tua l  y el deseo

transfigurado!-. Objet o in ici ador de un  diálogo  nuevo, liberador, elmágico  trompo renueva el espacio, lo  hace  prop ic io , y restituye una

condición original  a los jugadores o celebrantes. " E l canto del  zumbayllu  se  p ropagó  con una claridad   ext raña ; parec ía  tener agudo f i -l o" (74) ;  " E l canto del zumbayllu  se internaba en el o í d o ,  avivaba en lamemoria  la imagen de los  r í o s " ( 7 5 ) . Ant er o, el muchacho que ha  fabricado  el trompo, es llamado el "Markask'a", por sus lunares; su singularidad   "a lgún  poder   t en í a ,  alguna autoridad innata"(77) lo distinguede l  grupo de mod o paralelo a la singular idad de Ernesto eme es  cali-ficado  de  4 'poeta" y escribe  cartas  de amor por encargo de sus com

 pañe ros ,  marca de su propia autoridad escriptural. T a mb i é n  los  trom* pos ti enen su propia marca: "Esta noche te  haré  un  zuTnhüyllu  espe

ciai.  Tengo un  winku,  chol o. Los  winkus  cantan dis ti nt o. Tienen alma " le dice Ante ro

;  E r n e s ; 0 .el  texto  añade  a pie de  página  ojue

•winku  sip-nifira  "De for mid ad de los ohietos míe  debían «ser   rednndos " í 78^  Incluso los tromp os reconocen  esta  marca descentrad,"disfonne. reconocen marca  descentrada,

Un a  carta de Ernesto para la nov ia de An te ro  derivará  hacia otracarta,  dirigida  a las  muchachas campesinas  de la infancia comunitaria.  "¿Y si ellas supieran leer? ¿Si a ellas pudiera yo escribirles?"(81),se pregunta el "narrad or-acto r". "S i yo pudiera escribirles, mi amor

 b ro t a r í a  com o un r ío crist alin o; mi carta  p o d r í a  ser como un cant o .  . . " La escritura no reemplaza a la  canc ión  a la voz. "  ¡Escribir!Escribir   para ellas era  inúti l  inservible"-  debe r í a  se dice  esperarlas

en los caminos y cantar. Sin embargo, lo intenta: en quechua  unas

 palabras  en castellano (impl ican do una  t raducción 1 )  enseguida Co moen el  huarahui  de la despedida  a n u í  los sentimientos se dicen 'con losnombres mediadores del mu nd o nat ura l Esta  exa l tac ión  comunicativa  lo pone nuevamente en con tac to intenso con la cer tid umb re del propio  modelo:  llora  de  e mo c i ó n  y se siente  p o s e í d o  por "un  seguro

orgullo"(82).  Puesto  a prueba, el modelo de una cultura alimenta aisujeto con su reserva de  comunicac ión  protectora, que  t odav ía  debe

rá  ser dramatizada por otros ritos de la  social ización  en la cultura dominante en la cual,  necesariamente,  el sujeto  debe rá  internarse paraampliar   sobre  ella su modelo  original  que irá así for jando su va¬

lidez  universal, su  legitimidad  alternativa. Un  r i to  es la lectura envo/  alta ("Fueron  esis  l e r tuns  n ú b l i r i s  hs nue me dieron nrestigio"  82) del  Manual  de Can uño  una de las codificaciones má s  siste

m á t i c a s d e l  modelo de conducta  h i spánico  tradicional - otro  r i t o  es el

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desaf ío  y la pelea. Es a  esta  altura que Ernesto es marcado  desde  lacodificación  más usual: le llaman  "indiecito"  y "cholko" (83). Tam b ién  a  esta  altura, el texto va convirtiendo al 'relato del aprendizaje'en 'novela del arte':  este  retrato del artista adolescente andino no esmenos ex plorator io que aquel otr o del adolescente  i r landés;  aunquea q u í  la "conci encia de m i raza" no  está  "increada": existe como unaforma  realizada, si bien socialmente  negada.  Nuestro artista se conf rontará  con  Valle,  el "intelectual" del relato, "el  único  lector delColegio"(84),  pero cuyo lenguaje'"atildado", "a  causa  de sus lectur a s " ^ ) , l o  revelerá  como un manipulador   fr ivolo  del lenguaje. En la

noche previa al combate con Rondimel, que  Valle  ha calificado de"nuevo duelo de las razas"(86), de nuevo la  comunicac ión  dual seofrece a Ernesto, pero su  opc ión  es ciertamente previsible: "Por lanoche, en el rosario, quise encomendarme y no pude. La  vergüenzame at ó la lengua y el'pensamiento.

Entonces, mientras temblaba de  vergüenza ,  vino  a mi memoria, como  u n  r e l ámpago ,  la imagen del  Apu  K'arwa rasu. Y le hablé  a él, como  se encomendaban los  escolares  de mi aldea nativa, cuando  t eníanque luchar o competir en  carreras  y en  pruebas  de valor.

- ¡Sólo  t ú , Apu  y el 'Markask'a'! - l e  d i j e^  ¡Apu  K'arwarasu, a t ivo y  a dedicarte mi pelea!"(87).

La "vergüenza"  parece  a q u í  un a  emoc ión  del nuevo  código,  deraíz  cristiana, cuya impotencia es vencida con la  exa l tac ión  del otrocód igo ,  apelando al cerro tutelar y a la demanda  mágica  de una prot ecc ión.  "Los indios  - a ñ a d e  nuestro i nf or ma nt e - invocan al K'arwarasu  ú n i c a me n t e  en los  grandes  peligros. Apenas pronuncian su nom

 bre el temor a l a mu erte desaparece"  (8 7) . Un hombr e má s fuerte quela  muerte: la p royecc ión  del deseo,  la definición m ágica,  se cumple enel  interior   del  código  de  esta  cultura tradicional que modela a una comunicac ión mí t i ca .  Por eso, al  final,  otra ceremonia de  purificaciónse impone: el trompo canta "por todos sus ojos" (94) y Ernesto le ha

 bl a  directamente: " -  iAy, zumbayl lu,  zumbayllul  ¡Yo  t ambién  baila

ré  contigo!" (94). Tras la danza, la  res t i tuc ión  del nosotros enriquecido se ha producido: "  ¡Nadie  es mi enemigo!  ¡Nadie,  nadie!" (94). El

 juego adquie re un sent ido mayor, culmina en su verdadero destinatar io,  el nosotros solidari o. "E l sol alum brab a para él solo, esa  mañana .El  mundo redondo, como un juguete brillante  a rd í a  en sus manos.¡Era  de él! Y nosotros  pa r t i c ipábamos  en la dicha de sentir lo due

ñ o "  (96). De  este  modo  pa rabó l i co ,  por la  comunicac ión  ritualizada,el  modelo de la cultura andina incorpora a los hablantes de la otracultura  en el consenso ampliado.

 La  subversión  del  discurso

Pero  antes  de tentar el  d i seño  de  esas ampliaciones, el tex to requiere  t o d a v í a  resolver una prueba extrema de las relaciones de ambos

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modelos:  la  subversión  de las chicheras (cap. 7: "El m o t í n " ) .  El mot í n  se ha pr od uc id o por que la Recaudadora (dependencia estatal decomercial ización  y  captac ión  de impuestos) que contr ola la  distribución  de la sal ha ocultado este produc to esencial para los negocios delas  chicher ías .  A l parecer, otras resonancias son posibles en  esta  rebel ión  popular por la sal.  Tradicionalmente, antes  de la conquista espa

ñola,  los  indígenas  de los valles int era ndinos co nt ro la ban las salinasde la costa; la  u su rpac ión  por el Estado de ese  control  es otra expoliación  de la cul tu ra nati va. Por otr a par te, la sal es un elemento  esen

cial  de la cul tu ra popu lar , no  sólo  de los negocios de las  chicher ías ,  y ,

de alguna manera, es un elemento  colectivo,  cuya u su rpac ión  se revela  antinatural. ¿No es, por   ú l t i mo ,  un emblema sustantivo, terrestre ydistintivo? Sin duda, esta  densidad   simbólica  subyace  aquí , señalandoa una cultur a intermediaria cuya  rebe ldía  es una suerte de recuperac ión.  No es casual que  ésta  sea una  rebel ión  de las mujeres, de las madres. Pero, antes, estamos ante un  m o t í n  m uy  espec í f ico ,  y en el cualErnesto, y el mismo texto,  ganará  un a  par t ic ipac ión  comunicativa,que ya  sabemos  es una  forma  de dicha, y que  será  ahora una  formade  crí t ica.

Esa cu lt ur a in ter med ia ria es la de los cho los: su lengua quechua losidentifica  en su  origen  andino pero su capacidad de respuesta les da

mayor   movil idad  inc luso que a los mestizos, má s dependientes del sistema occidentalizado. "La  violencia  de las mujeres me exaltaba. Sent í a  deseos de pelear, de avanzar contra alguien" (98), declara el narrador,  ante el  espec táculo  de las mujeres que han ocupado la plaza, elcentro del espacio  oficial.  Se trata, en primer lugar, de una ruptura deese espacio y, consecuentemente, de su  comunicac ión  reglada: "Lasees  suavísimas  del dulce quechua de Abancay  sólo parecían  ahora notas de con trast e, especialmente escogidas, para que fuera m ás dur o elgolpe  de los sonidos guturales que alcanzaban a todas las paredes  dela  plaza" (98). Es este  acto mismo de la  subversión  del sistema de comunicac ión  establecido l o que exalta al muc hac ho. Otra  s imet r ía :  los

de la Recaudadora son calificados de "ladrones" y, como tales, suculpa  social es comparable a la "avaricia" de los  señores cu zqu eños .Son  culpas monstruosas que distorsionan el precar io  equilibrio  de laexistencia  social, y que anuncian una  d i s tors ión  previa y mayor, elsistema de  d o mi n a c i ó n  de  castas  y de clases. Por eso, las mujeres demandan la muerte de los culpables. En el drama, los protagonistas sevuelven  a  definir   por su papel  comunicativo:

Cuando volvieron  a repetir el grito, yo también  lo coreé.El "Markask'a" me miró  asombrado.-Oye,  Ernesto,  ¿qué te pasa?- me dijo. -  ¿A quién  odias?

- A  los salineros ladrones, pues - le  contestó una de las mujeres (99).

Sumarse al nosotros sublevado equivale a ceder la palabra a la res puesta  c o m ú n .  En cambio, cuando el Padre intenta sofocar la re-

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70 JULIO ORTEGA NRFH, XXXI

 be l ión  apela, acudiendo al quechua, a otra mente del nosotros:" - .  . . No ,  hija.  No ofendas a Dios.  Las autoridades no tienen la  cul

 pa. Y o te digo en nombre de  Dios"(99).  E l  código  de la religión  como  autoridad de la  i n fo rmac ión  ( " - ¡No me retes,  hija! ¡ Obed ece  aDios!") ,  sanciona  t ambién  a la  comunicac ión  sublevada, cuyo origenes comunal: "En los pueblos de indios las mujeres guardan silenciocuando los hombres celebran reuniones solemnes. En las fiestas  familiares,  aun en los cabildos, los indios hablan a gritos y a un mismot iempo.  Cuando se observan  desde  afuera  esas  asambleas  parecenuna  r eun ión  de gente desaforada.  ¿Quién  habla a  qu i én?  Sin embargo

existe un o rden , el pensamiento llega a su dest ino y los cabildos concluyen  en acuerdos"  (102).

Allí  las mujeres no cumplen el papel activo que ahora demuestran,y  que se centra en torno a una dirigente popular,   doña  Felipa. Bajosu  c o n d u c c i ó n ,  las mujeres asaltan la Recaudadora y empiezan a re

 partir   la sal. Pronto la rebe l ión  delata su  carác ter    popular   ¡"Entonces,una de las mestizas  e mp e z ó  a cantar una danza de carnaval; el grupola coreó  con la voz má s al ta " (103). E l carnaval evidencia el sesgo  cultural,  que es a un tiempo  cri t ico  y  festivo,  una  respuesta propia a los insultos y  ataques  de los vecinos. Frent e a la casa-hacienda, "Las mujeres levantaron la voz, aún más,  junto  a las rej as" (104 ). Y ya junto  a las

rancherías  donde  viven  los ind ios má s pobres, y donde  antes  Ernestohabía  fracasado al intentar hablar a las mujeres, las rebeldes logran hacerlas salir para el reparto de la sal:  "vinieron  las mujeres, dudandoaún ,  caminando muy despacio"(105). "Las indias  rec ibían  la sal, la b e n d ec í a n  con sus manos, se  volvían  a sus chozas, y se encerraban".La rebelión  ha logrado, hasta  cier to pu nt o, fr acturar su silencio y su

 pán ico .  La  comunicac ión  ganada se expresa como  subversión  radical:"Una  sangre  dichosa que se derramaba libremente en aquel hermosodía  en que la muerte, si llegaba,  habría  sido transfigurada, convertidaen  triunfal  estrella"  (106).

Pero la  rebelión  fracasa: la  represión  es inmediata. En otra  comuni

cación  plena, con una mujer maternal que lo protege, Ernesto   vive  eldrama agudizado de su aprendizaje: la ternura protectora de la mujerdesconocida, la amargura de la derrota popular.  Vive también  las nuevas evidencias de su papel  protagónico  en el drama de comunicar; el"Markask'a"  lo anuncia así: "—Me has hecho hablar—   dijo.  Todo loque pienso a  solas  lo he cantado. No sé por qué, contigo se abre mi

 pensamiento, se  desata  mi lengua. Es que no  eres  de acá, los abanqui-nos no son de confiar..." (115).

Vemos  hasta  qué punto el emisor, testigo y actor del drama, se haconvertido  en el dest inat ario : en el te xt o que inscr ibe un tes tim oniomás  vasto, una  acc ión  más amplia; y donde los hablantes rinden eldiscurso que los constituye.

La  licencia de  estas  ampliaciones del decir   sólo  pueden ser   penadas

 por   el sistema, el  Padre  Director   a si lo declara: " - E s m i deber   sagra-

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 N R F H ,  X X X I LOS   RÍOS  PROFUNDOS 71

do .  Has seguido a la indiada, confundida por el demonio.  ¿Qué  hashecho, qué han  hecho?  Cuénta le  a Dios, junto a su altar" (116, cap.7: "Quebrada hon da" ). El inte rrog ator io, la  confesión,  muestran alsistema institucional  procesando  la  i n fo rmac ión  desde  su condena."Si  eres  inocente no juzgues", advierte el Padre;  y sentencia:  "-Eres

enfermo o  estás  enfermo. O te han insuflado algo de su inmundicia.¡Ar rod í l l a t e ! " (117L  " E l castigo y los rezos me  hab í an empequeñecí -

do" ,  comp rueb a el narrador, su  d i syunción  con el sistema se ha producido.  No sin  agon ía :  "La voz de los internos, la voz del  Padre;  lavoz  de An te ro y de Salvinia. la  canc ión  de las mujeres, de las  aves  enla  alameda de Condebamba,  r epe rcu t í an ,  se mezclaban en mi memoria;  como una  l luvia  desigual  ca ían  sobre  mi  s u e ñ o . La luz del sol sue

le  aparecer   en medio de las lluvias dispares; fulge por   algún vacío  delas  nubes  v el campo resalta  bri l la  el agua  los  árboles  y las  yerbas  seagitan, il umi nados ; empiezan a cantar los pá ja ros .  E l hombre contem

 pl a,  indeciso, el mundo así disputado, sacudido por el sol y las  nubes

tenebrosas  que se precipitan"(118).

Los  modelos se han manifestado en su  ambigüedad,  en su  polaridad; y  t a mb i é n  en sus aproximaciones y ampliaciones. Y en  esta  página decisiva se sobr eimponen com o un dr ama: el mo de lo de la comunicac ión  en el mundo social es el de las voces  disputadas, el modelo de

la comunicación  en el mundo natural es el de la luz que impone unorden  a rmónico.  Ambos modelos  están  ahora yuxtapuestos: debajodel  social, como la posib ilidad de su reord enami ento,  es tá  el del mundo natural. Tal vez el mundo es una disputa de ambos, pero la  únicaalternativa de su sentido radica en que el modelo natural reformulc ysustente  al mod elo social. El desorden anti -nat ural de  éste  es un verdadero  mundo al  revés;  y su  imposic ión  un  escándalo  de  injusticia.Pero  en la  in te racc ión  de  ambos  órdenes  se han  generado  márgenes,zonas  dinamizadoras de una vía alterna que  p o d r í a  trabajar, porejemplo,  con su  rebe l ión,  una  modif icac ión  de los  t é r mi n o s  de la dominac ión .  Ese  debate  no  p o d r á  ser resuelto en el nivel  del relato pero

sí será  reformulado en el sentido  final  del texto mismo.

Si  es evidente  que en la práctica  social peruana sólo podemos  reclamar que lasculturas  nativas  no sean  vistas como  un "problema  indígena"  por resolverse  enun  "mestizaje"  nivelador  y   un a "integración"  a la "vida  nacional" (nivelación  eintegración  que  sólo refuerzan  los términos  desiguales de la dominación  que  ejerce  la sociedad   nacional  a  través  de  su sector moderno); no es menos evidenteque  en sus  novelas  José María  Arguedas ha postulado la legitimidad   intrínseca de

la  cultura  andina  que es  ciertamente  un proceso  de  información no-nivelada-demostrando, a  la vez, la violencia  ejercida sobre ella por la cultura  occidentaliza-da,  pero  - y  ésta  es  la más  aguda indagación  de su  obra-, también explorandoesas zonas mixtas donde las polaridades son resueltas sincréticamente  y  y a desdeotra  práctica  social.  Así,  estas novelas no reemplazan a la antropología, sino que

levantan un  dramático  texto  literario-cultural que es  al  mismo tiempo denuncia y   revelación,  crítica  y   poesía. Un  texto  que reelabora la pluralidad de un  sentidofirmemente enraizado  y   socialmente  zozobrante.  E l proyecto,  así, de una cultura  pluralista, donde varias  naciones y  minorías coexistan  en  paridad, no es  simple

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72 J U L I O  ORTEGA NRI ' n .  X X X I

utopía:  es el dilema  más actual  de la  cultura hispanoamericana,  y la  forma moderna  de  nuestra cultura política 23  . En los textos  de Arguedas  ese proyecto  se

adelanta  con una alternativa andina:  la  existencia generadora  de un modelo  ge-

nuino,  capaz  de  humanizar  y   enriquecer  con su capacidad  de comunicación  al

modelo supuestamente civilizador.

TEXTO,  M I T O  Y  SUJETO

 Ritual  y  mediación

Luego  del  m o t í n ,  la  r e compos ic ión  del sistema dominante  buscarát o d a v í a  una  recodificación  del espacio (cap. 8: "Quebrada honda"),desde  el aparato  religioso,  primero,  y  desde  el  pol icial después.  Esta p rác t ica  muestra sensiblemente la  " t e r r i t o r i a l i zac ión"  que el sistemaimpone.  Recobrando la palabra  públ ica ,  el Padre se  dirige  al pueblo

 para proclamar en el  sufrimiento  universal una  concil iación  supra-so¬cial  del mismo orden  injusto,  y termina reclamando a su  auditorio  laexpiac ión  de l llanto  c o m ú n  (120). Una segunda  rebe l ión se produce enErnesto: rehusando arrodillarse, huy e. Y po r medio del nuevo  instrumento mediador, el trompo  layk   'a  (brujo)  que  Antero  ha hecho paraél,  la  comunicac ión  subvierte sus propios  ó rdenes :  canta el trompo y"el  zumbido fue  hac iéndose  más intenso, penetraba en el o í d o  comoun  llamado que brotara de la propia sangre del oyente"  (124);  ante locual  " ¡No habrá  escarmiento!", celebra él, como si la voz del trompomágico  liberara  t a mb i é n  a la  fugitiva doña  Felipa. Este trompo adquiere otro  tipo  de  med iac ión :  es "mezcla de ángel con bruj os" (125) yconnota  la vida afectiva de  Antero  y Ernesto. Por eso, se convierte enmensajero  mág ico :  "S i lo hago bail ar, y soplo su canto hacia la direcc ión  de Chalhuanca,  ¿llegaría  hasta los o í d o s  de m i padr e?"  (126). A ntero  responde planteando un verdadero esquema de la nueva  comunicac ión :  " T ú le hablas pri me ro en uno de sus ojos, le das t u encargo, leorientas al camino, y  después  cuando  está  cantando soplas despaciohacia la  d i recc ión  que quieres; y sigues  dándo le  tu encargo. Y el

zumbayllu  canta al  o í d o  de quien te  espera"  (126).  El  r i tual  de  este

acto de  comunicac ión mágica ,  proyectada por el objeto mediador, escarac ter í s t ico  de la cultura  tradicional,  sólo  que  a q u í  e l mensaje es lareaf i rmación  del sujeto-  "Dile  a mi padre míe estov resistiendo  bien"-v  un  desaf ío  al discurso  antagónico-  "  ¡Que  venga ahora el PadrecitoDirector!" (127).  '

Estas  armas  mágicas  (como el  r o n d í n  de Romero, a  través  de cuyamúsica  "el mundo se nos acercaba de nuevo" 134), son  t ác i tamenteconfrontadas con las otras, las de la  po l i c í a  que sofoca los  úl t imosrastros de la  rebe l ión  y persigue a  d o ñ a  Felipa. La violencia  de la re-

2 3  E N R I Q U E M A Y E R ,  "Consideraciones sobre lo  indígena",  en  Perú:  identidad   nacio

 nal, op. cit.,  pp. 79-108.  S T É F A N O V A R E S E ,  Las  minorías étnicasy  la comunidad nacional,

Lima,  1974, y Defender lo  múltiple:  nota al indigenismo,  Oaxaca (México),  1978, mimeogr.

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NR1  H .  XXXI LOS  RIOS  PROFUNDOS 73

 presión  trastorna el orden natural como una  convuls ión  que no  sólose explica en  t é rminos  humanos sino que compromete a fuerzas  cósmicas:

Algún  mal grande se  había  desencadenado  para  el internado y paraAbancay; se  cumplía quizá un presagio antiguo, o habrían rozado sobre el

 pequeño  espacio de la hacienda Patibamba que la ciudad ocupaba, los últimos mantos de luz débÜ y pestilente del cometa que  apareció  en el cielo,hacía sólo  veinte años. "Era azul la luz y se arrastraba muy cerca del suelo,como  la nebüna  de las madrugadas,  así transparente",  contábanlos  viejos.Quizá  el  daño  de esa luz empezaba  recién  a hacerse patente. "Abancay,

dice,  ha  caído  en  maldición", había  gritado el portero,  estrujándose  lasmanos. "A cualquiera ya pueden matarlo.. ." (136)

Lo  importante  a q u í  es que el  " f e n ó me n o  natural" (extraordinario, para la cultura tradicional) sea empleado para buscar una  explicacióna la  violencia.  Y  ello  es as í porq ue el hablante colect ivo ("c ontabanlos  viejos")  sólo  puede apelar a su cu lt ura para explicarse el sesgo in sólito  del aconteci miento, no otra  cosa  h a b í a  hecho  G u a m á n  Pomade  Avala  cuando se  expl icó  la conquista como un cataclismo 2 4  . Laruptura  del orden natural denuncia la  violencia  represiva: es por   ellaque esa fisura se produce.

"Desconcertados y anhel antes "(136), los estudiantes reaccionar oncon  una  exa l tac ión imprecisa, sin poder controlar una i n fo rmac ión  quelos  desubica. El Hermano negro es eje de ot ro ejemplo: su  dominio

del  habla no  está  en  con t rad i cc ión  con su color  (139), pero  esta  marcano lo  s i túa ,  sin embargo,  j un to  a los otr os signados po r dist in tos grados del mestizaje, ya que  este  Hermano  forma  parte de la  ideologíadominante.  T a mb i é n  el orden domina nte puede decidi r sobre el ot roco n  su pr opi a magia: entre el objeto  "brujo"  (el tro mpo  h íb r ido)  yla bendición catól ica  (que imparte el Her mano) se produce una luchade la  información  en dos distintos modelos. "¡Ya no es  brujo,  entonces! ¡Ya  está  be nd it o! "( 14 0) sentencia Palacitos, el muchacho campe

sino,  expresando esa disputa. O sea, la  colonizac ión  que el mode lo im  pone, a  través  de sus aparatos,  extravía  la naturaleza  cultural  de losobjetos  mágicos.  No obstante, la lucha no  cesa:  la  manifestación  desus  t é rminos  es una de sus formas.  Ante  la dud a de si el trompo es ono es brujo  luego de la bend ic ión ,  Romero protesta: "  ¡Algo  ha de te-ner!"(140).  Y el narrador resume: "En su alma hay de todo. Una  lin

da  niña,  la más linda  que existe;la fuerza del'C ande la'; mi recuerdo, loque era  layk'a;  la bend ic ión  de la Virgen  de la cos ta. ¡Y es  winkul  Loharás  bailar a solas"(140-141). Este pasaje es un programa  s in té t ico  deesa cultura  plural  que el texto elabora: el objeto "mestizo", un objeto  int rod uci do en la cultura andina  desde fuera, y colonizado por   ella,

M  JUAN  OSSIO,  op. cit., supra.  R OL E N A  ADORNO,  "Paradigms lost: A  Peruvian Indian  surveys Spanish colonial society",  Studies in the Anthropology of Visual Communica

 tion,  Spring,  5 (1979), pp. 78-96.

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74 JULIO ORTEGA  N R F H ,  X X X I

es, en verdad, un instrumento proliferante  (winku:  marcado por suforma  protuberante, no del todo redonda); esto  es, un signo heterodoxo,  capaz  de significar una y o tra cu ltu ra, incorpor ar  datos  de una yotra  fuente, y, confrontando incluso la fuerza de la otra cultura, ca

 paz de reafirmarse en su marca diferencial.Así.  este  signo  abre  un proceso de  comunicac ión  definido 1) por

su forma occidental modificada por la materia andina y su  variacióndescentrada,  2) por su  función  andina  ritual,  y 3) por su incorporac ión  de  datos  de la cultura  h i spánica .  Este  carác ter    plural  refuerza la

 p rác t i ca  cultural  de la sociedad andina, al reafirmar su perspectiva co

mo  eje de  par t ic ipac ión  e  i ncorporac ión .  En el tex to ,  además ,  este principio pl ur al  propone la alternativa de una productividad quesepara,  discierne y religa, desde  los operadores textuales, construyendo así el lugar del texto (pluridimensional) en la posibilidad   del sujeto (múlt iple).

La discusión  sobre los objetos mediadores es asimismo un informesobre el r i tual comunica tivo:

-Abancay tiene  el peso del cielo.  Sólo tu  rondín  y el zumbayllu  puedenllegar  a las cumbres. Quiero mandar un mensaje a mi padre. ..

- E l  agua  también  sirve -me  dijo  Romero. Ahí  está  la del Colegio;viene desde un manantial. . . Háblale poniendo la boca sobre el chorro.

-No  creo,  Romérito. No puedo creer. La cordillera es peor que el ace

ro.  Si gritas, rebota la voz.-Pero el agua  filtra  hasta  en la piedra  alaymosca.  ¿No has visto que de

los precipicios de roca gotea agua?

-¿Por dónde  va a entrar el agua a la casa en que mi padre, a esta hora,quizá  se pasea?

- ¡Buen  cholo forastero  eres!  ¿Tu sangre acaso  no es agua? Por ahí lehabla al alma, el agua, que siempre existe bajo la tierra. (147, cap. 9: "Caly  canto")

Esta  revisión  del canal de la  comunicac ión  muestra distintos gradosde certeza dentro de una cultura intermediaria que los asume  sin con

flicto.  Ro mero y Palacios  informan  que la lata en el ron dí n impedi r íala t ransmisión  del mensaje: le qu it an , po r eso, la  l ámina  desnudandola  madera.  Este  episodio refuerza las convicciones del narrador connueva  i n fo rmac ión  y en un "n oso tro s" cultu ralm ente ligado y  plural.

"Si  la voz del winku  no te ha llegado,  a q u í  va un carnaval",  dije,  pensando  en m i padre, mien tras Rom er o tocaba su  r o n d í n .  "  ¡Que  quieravencerme el mu nd o entero!  ¡Que  quiera vencerme! ¡No podrá ! "(14 8).El  mensaje del acto c omunicat ivo es la  comunicac ión  misma, esto  es,el  reconocimiento de las fuentes que dan forma  cultural  al sujeto.

Pero aun la identidad   cultural  reconoce la  estrat if icación  social ensu  interior:  Antero y Ernesto comparten el  código  cultural,  pero su

 pos ic ión  de  clase  no es la misma; lo que se evidencia en sus distintasactitudes  ante  el  m o t í n .  Los colonos (los ind ios de hacienda) deAbancay  es tán  sometidos brutalmente:  " A q u í  parece  que no los de-

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 N R F H ,  X X X I LOS  RIOS  PROFUNDOS 75

 j an  llegar a ser ho mbres" (155), observa Ernesto, qu ie nn o ha visto unasumisión  semejante. " - Y o , herman o, si los indios se levantaran, losiría  matando,  fác i l " (156) ,  confiesa Ant er o, lo que  espanta  a Ernesto,

 porque su amigo sí ha sido  capaz  de conmoverse con la  si tuación  detales colonos. " T ú no  puedes  entender, porque no eres d u e ñ o "  (156), ex

 pl ica Antero.

D o ñ a  Felipa, en cam bio , es la  figura  contrapuesta al  Padre  Director:  su marginal idad, su fuga, le con fier en una  d imens ión  heroica. Almismo  tiempo, su  cond ic ión  de  l íder    impugnador   sólo  parece  posibleen esa marginalidad. Hacia ella se desplaza la  or ientac ión  del mensaje:

"En  el canto del  zumbayllu  le  enviaré  un mensaje a  d o ñ a  Felipa. ¡Lal l amaré!  Que venga incendiando los  cañaverales,  de quebrada en que brada, de banda a banda del r í o . ¡El Pachachaca  la  a y u d a r á ! "  (157).Los  signos del río ("el ruido de sus  aguas  se extiende como otro  universo en el universo" (152), y del canto de la calandria ("la materia deque estoy he ch o" 158), son otros ins tru mentos de la  comunicac iónnatural que recusan (poderosamente, a  pesar   de su entidad vulnera bl e)  a los instrumentos del represor.

 La  transgresión mítica

La persecusión  de  d o ñ a  Felipa ha transtornad o al pueblo , ocupadoahora p or las tropas. Pero es más pr of un do el desorden que se derivade la violencia: " A los muer tos de la guerra n i la madre lu na los com

 padece.  No  l lora  por ellos, dicen. Ni en los dientes del  cadáver   su luzalumbra. . . En los campos donde ha habido guerra los  huesos  han de

 padecer hasta  el día del  j u i c i o "  (1 75 , cap. 1 0: "Yavvar ma yu ") . Eltemor por la  suerte  de la mujer rebelde no  hará  sino agudizar el contraste entre la vio lencia y los signos del sen tido, ahora dramatizados

 por   la alar ma: "el  ritmo  era aú n má s len to, má s triste; mucho mástristes el tono y las palabras. La voz aguda  c a í a  en mi co razón ,  ya desí  anhelante, co mo un río hela do" . Y, enseguida:  " ¿ P o r    qué en losr íos  profundos, en  estos  abismos de rocas , de arbustos y sol , el to node las canciones era dulce, siendo bravo el torrente poderoso de lasaguas,  teniendo los precipicios ese semblante aterrador?" (181). Con lossignos del lenguaje del mu nd o, el te xt o inter roga la discordia del discurso social.

Otra  conf ron tac ión  se ha producido entre el habla  l imeña  de los hi jo s  de los jefes milit ares llegados co n la tr opa, y el recono cim ientodel  narrador y un arpista  indio .  Si  este  reconocimiento remite al  origen, la presencia de los nuevos muchachos remi te al destino social

coní l ic t ivo.  El narrador resiste la presencia de los mil ita res , a quienes percibe como algo "no na tura l" (202, cap . 1 1 : "Los Colonos"), como  "disfrazados"(203). Esta  i n t r o d u c c i ó n  del orden nacional en el pu ebl o revela, por lo  demás ,  su pertenencia a ese orden, lo cual des-

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76 JULIO ORTEGA NRFH, XXXI

concierta a Ernesto, que  rechaza  los ritos sociales dinamizados por la presencia de los forasteros. Inclus o Romero ha cedido a esa dependencia del pueblo a un sistema devaluador:

-No  hay  discusión -decía. En la costa  saben más que nosotros; tienenmás adelanto en todo.

Dejó de tocar su rondín  varias noches.  . .-Casi te  avergüenzas del huayno,  ¿no?  - le  pregunté.-¿Será  eso?-dijo (211).

Pero  no se trata de un dualismo simple, sino de una más activaconf ron tac ión  del sujeto que,  ante  la  invasión  depresora,  se  identifica por prime ra vez con la comunidad de Aba ncay, a la que ve en pe ligrode ser trastocada por un orden antinatural. Ante esta  zozobra mayor,Ernesto decide enterrar su trompo (212) que  después rescatará,  porq u é  "Ahora  habrá  aprendido  quizá  otros tonos, ya que ha dormido

 bajo la tierra"(218).

Si  el  m o t í n  de las chicheras fue una  subversión  del orden social, la presencia de la  peste  será  una  subversión  del orden natural. En la  pri

mera, reclamando la sal, las mujeres han denunciado el carác ter    injusto  del dominio estatal y su orden represivo. En la  segunda,  los colo

nos  invadi rán  el pueblo reclamando del orden religioso una ayuda divina  que ellos, desde  su cultura, creen  m a t a r á  a la peste. En  ambos  casos, la  par t ic ipac ión  del narrador   será  activa: viviendo la rebe l ión  colectiva  pr ime ro, vivien do la muerte colectiva  después.

El  tex to ha produ cido  estas  dos  me tá fo ra s  decisivas del  conflicto

de la  comunicac ión  en los dos  ó r d e n e s ;  y, al hacerlo,  deduce  una rel ac ión  inqui etante entre una y otra . En pri mer   t é r mi n o ,  las autoridades rechazan la pos ibi lid ad de la  peste,  incluso en el colegio, como si

 pusiese  en  cuest ión  esa misma autoridad. Romero deja ver el sesgo  deese rechazo: " -  ¡Cuentos!  . . . Desde la llegada del regi mien to inven tanen los barrios  esos  cuentos.  ¡Que  la  peste  ha de venir, que los chun-

chos, que el 'yana batalla'!"(214-215). Esta duda  sobre la  informacióncuestiona  sobre  to do al emisor colect ivo: al puebl o de  esos  barrios.Ahora bien, ¿por  qué Romero vincula la llegada del regimiento represor y lasnoticias o rumores  apocalípticos?  Es evidente, pues, que para el emisor po pul ar el desorden del mund o social (la imposición de la violencia) se traduceen el caos del mund o natu ral (la peste que amenaza a todos); deducción  que pertenece a la lógica de la percepción  tradicional, y sobre ella el texto genera

rá  su propia  estructuración.  Romero vuelve a rechazar   las evidencias pararehusar  esa  lógica: "No hay peste en  ningún siúo. Las chicheras se defiendeno se vengan,  ¡Ojalá  las zurren de nuevo!" (217). Y cuando muere la demente,una mujer   reza  en quechua: " ¡Ha sufrido, ha sufrido! Caminando o sen

tada, haciendo o no haciendo, ha sufrido.  ¡Ahora  le  pondrás  luz ensu mente, le  harás ángel  y la  harás  cantar en tu  gloria,  Gran Señor .  . .!"(219). Es un mundo al  revés  lo que concluye con su muerte;

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N R F H ,  X X X I LOS  RÍOS PROFUNDOS 77

un  mundo donde  vivió  condenada a la  falta  del habla: en el otromundo, un orden se  habrá  r est itu ido , y ella  hablará.

El  narrador participa del desgarramiento  definitivo  que se cierne:su misma  vida  está  en pelig ro, y la  exa l tac ión  de su papel de mensajero,  de int erme dia rio entre uno y ot ro orden, busca  dar forma al sentido de  esta  muerte ritual izada por la cul tur a aborigen. Una imagen in dia  de la muerte se levanta: "Les gusta hablar mucho de la muerte, aindios  y mestizos;  t ambién  a nosotros. Pero oyendo hablar en quechua de ella, se  abraza  casi, como a un fantoche de  a lgodón,  a lamuer te , o co mo a una sombra helada que a un o lo oprim iera por el

 pecho, rozando el  corazón, sobresa l tándolo;  a  pesar   de que llega como  una hoja de  l i r io  suavísima  o de nieve de la nieve de las cumbresd o n d e l av i d ay an o ex i s t e " ( 2 2 6 ) .

La  lengua quechua, otra vez, dice más: ahora, conjura el terror dela  muerte, encontrando sus  símiles  naturales. Si el "nosotros" que seenuncia en  este  pasaje  no corresponde a ind ios ni a mestizos, ¿aquién  supone?  Observemos que quien se responsab iliza po r ese enunciado es el "narrador-testigo",  aquél  que se aproxima más a la  super

ficie  de la lectura. Parece, por   ello, verosímil  que ese nosotros  incluyaal  "autor" y a los lectores de la cultura occidentalizada porque  ense

guida  distingue (como un informante) que otra cosa  es hablar de ella

en quechua (que presupone no cono cemo s). Por una vez el Narradorse ha  separado  de su "actor" (mestizo,  h í b r i d o ,  plural),  y ha  supuesto

una lectura  desde  "el otro lado" de  l a 'página ,  al que hay  t ambién  queincorporar   al drama. La imagen de la muerte se completa cuando el"actor" imagina la suya propia:  "Bajaría  por la cuesta  de tierra roja,de Huayrala; con esa  arcilla  noble  mo d e l a r í a  la  figura  de un perro, pa¬ra que me ayudara a  pasar   el río que  separa  ésta  de la otra  vidaEnt ra r í a  tiri tan do a m i pueblo; sin un  piojo,  con el pelo rapado. Ymo r i r í a  en cualquier   casa  que no fuera  aquélla  en que me criarono d i á n d o m e  porque era  hijo  ajeno. Tod o el pueblo  c an t a r í a  tras el pe¬queño fére t ro  en que me  l levarían  al cementerio. Los  pájaros  se acer¬

carian a los muros y a los arbustos, a cantar por un inocente" (228).Oue es cier tamente una muerte  india  con su  r i tual  v su reintegrac ión  al'canto del mundo.

Má s  intrigante es la marcha de los colonos hacia el pueblo, que elnarrador (223  s.)  prevé  y u n fugitivo  anuncia ( 23 6) . En esa marcha hay,en primer lugar, una fuerza subversiva: los guardias intentan impedirque crucen el río pues  se les considera ya  apestados,  pero ellos vencenla  resistencia. Una  explicación  asegura que " E l co lono es com o gallina; peor . Mu ere no más , tranquilo. Pero es  maldic ión  la  peste.  ¿Ouiénmanda la  peste?  ¡Es  mal dici ón! ¡Inglesia,  inglesia, misa, Padrecito!'están  gr it an do .. . " (23 6). Finalmente ingresan al pueblo ("Los colonos

sub ían ,  verdaderamente como una mancha de carneros, de miles decarneros" (23 9), y el  Padre  dirá  u na misa para ellos. Ernesto lo interroga:

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78 JULIO ORTEGA N'RI H,  X X X I

-¿Dirá  usted un

 sermón para los indios?

-Los consolaré. Llorarán  hasta desahogarse.  Avivaré  su fe en  Dios.Les pediré que a la vuelta crucen la ciudad rezando.

- I rán  en  triunfo,  Padre, así como vienen ahora, subiendo la montaña (241).

Episodio  ambiguo, donde el sistema dominante  parece  reforzarse:ta nt o po r la necesidad de comunicarse en su aparato religioso que revelan  los colonos, com o por la auto rid ad reconstruida del Dir ect or,t r iunfa l  en su papel. Y. sin embargo,  desde  la cultura  indígena  funciona una  percepción  distinta, que se explica y responde a su modo a laamenaza  de la  peste; esto  es, como a una  " ma l d i c i ó n " ,  como a un

desorden  cósmico  que deben conjurar. La misa es parte del  r i tual  quesaben  deberán  poner en  prác t ica :  su  desaf ío  a la muerte para llegar al a  iglesia y pedir la misa, anun cia la im po rt an ci a decisiva que ellosotorgan  a su papel de participantes de una ceremonia conjuratoria.Su  lucha contra la peste  forma parte de una  prác t ica mí t ica  para  res

tablecer un  equilibrio  vi tal  fracturado. Por eso, luego de la misa, recorren  las calles oritando "fuera  peste"  Y "lejos va de la  plaza'desde

las calles, apostrofaban a la peste, la amenazaban"(2 42). A esto parece

haberse  referido Ernesto al anunciar que  volverán  los colonos "ent r i u n f o " .  Mientras marcha de regreso al Cuzco, enviado por el Padre

a  casa  de l  Viejo,  Ernesto  prevé  la  cu lminac ión  de ese  t r iunfo:  "Llega

r í an  a Huanupata, y ju nt os  a l l í , cantar ían  o  l anzar ían  un  grito  finalde  harahui,  dirigido  a los mundos y materias desconocidos que preci

 pi tan  la  r ep roducc ión  de los piojos, el mo vi mi en to menu do y tan  lento  de la muerte.  Quizá  el  grito  a lcanzar ía  a la madre  de la fiebre y la

 pene t ra r í a , hac iéndola  estallar,  c o n v i n i é n d o l a  en  polvo  inofensivo

Cjue  se esfumara  tras  los  árboles. Quizá"  (242  s.).

A l  final,  el narrador no  sólo  ha participado de los hechos  del mundo fracturado por el  caos  de la enfermedad; sino que ha hecho suyala percepción mít ica  aborigen, la que incorporando el  ritual cató licoal  suyo propio responde por el  equilibrio  del mundo  desde  su zozo brante co nju ro contra la muerte.  Respuesta  más  dramát ica  por venir

de un grupo ferozmente  de spose ído .  A l incorporarse al mi to ,  el mismo  texto disuelve la  amenaza  de la  peste:  "es ta r ía .  . . aterida por laorac ión  de los indios, por los cantos y la onda  final  de los  harahuis";

y  el narrador as í lo con fi rma: "Si los colonos , con sus imprecacionesy  sus cantos,  h a b í a n  aniqu ilado a la fiebre,  quizá,  desde  lo alto del

 puente la  vería  pasar   arrastrada por la corriente, a la sombra de losárboles. Ir ía  prendi da de una r ama. . . El r í o la  l levaría  a la Gran Selva, país  de los muertos" (244). La forma condicional  sólo  matiza elacto  final  de la escritura: la  expuls ión  de la muerte, su destierro; actode  res t i tuc ión  de la. fuente  mí t i ca  que  informa  y nutre el  final  abiertodel  texto .  Final  del relato y recomienzo del sujeto, el texto concluye

como una  culminación cícl ica:  abriendo otro  inicio.

El  mito  es, por tanto, el  principio  ordenado r del significado del

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N R F H ,  XXXI L OS RÍOS  PR OFUNDOS 79

mundo, y el conocimiento  aparece  como la  a r t iculac ión  de una conciencia  mí t i ca ,  o sea, de una forma que confirma aquel significado.En  el  debate  del rel ato , esa concienc ia se elabora pr oye ctand o su

 prác t ica analógica,  buscando  informar la discordia en t rópica  del mundo antinatural, incorporando y  separando  elementos, reforzando, enfin ,  su  pe rcepc ión  para  retornar al  c iclo mít ico  re-estructurado.

En  el inmancntismo pan t e í s ta  de esa  pe rcepc ión ,  que  supone  la re

velación  de la experiencia en la  c o m u n i ó n  con el mundo natural, podemos  ver que la existencia social  aparece  como una naturaleza  caída, desligada, una transferencia se ha pr od uc id o, con su  énfasis  de

culpa  cósmica ,  del orden religioso  ca tól ico  al orden  panteísta  andino.Este  complejo  sistema  pan te í s t a ,  que es  t a mb i é n  un conjunto ideo-

afectivo,  está  hecho, por cierto, de una  conjugación  de  elementos  aveces  dispares,  y  r eque r i r í a  un estudio  aparte.  Uno es,  aparentemen

te, el  p a n t e í s m o  de la cultura popular; otro el que se muestra en el prot agon is ta y su  percepción  puesta  en  confl icto,  que  debe  reordenar

i n fo rmac ión  dispar Y  además  el text o mismo  responde  a  esta  unidad   p a n t e í s t a  de l  principio  creador y lo creado, al pro duc ir un  movimiento textual paralelo; en efecto, como  hemos  visto, el texto es una

suma  de  narradores  que postulan un sujeto; en esa  suma  hay otra: la biografía  personal y cultural del mismo autor, cuya mayor o menor

fidelidad  a la  fábula  no viene al  caso,  pero cuya  a r t iculac ión  textuales fundamental  para  una novela que  demanda  a la  " f i cc ión"  ser unaforma  sustantiva de la "verdad". Dicho de otro modo, el radicalismo

de l  texto  pone  en  t ens ión  al  género ,  al discurso que  conocemos  como

"l i terario". Biografía  y cultura son,  pues,  escritura extremada por sure-escribir   cul tural .  No en vano el texto se formula como una verdadera  " i n v e n c i ó n "  del sujeto. La pos ibi lid ad del sujeto se  entrega  a esa

X  J oaventura peligrosa que es la suerte  del texto en su cotejo de los modelos y los  códigos.  La unidad articulatoria y disyuntiva que el texto pone  en  práctica  lo transforma en un programa  condensado  de la  cul

tura  p lura l .  Pero,  sobre  todo, en un instrumento cuyo  principio  ordenador es convertir a su propio sistema  la  pe rcepc ión  literaria y  cultural  del lector. Esa  prác t ica  supone  la  par t ic ipac ión  del lenguaje mismoen un discurso transli terario , re-cod ificado por el te xt o. Si el mi to  esel principio  ordenador en la cult ura tradic iona l, el te xt o lo es en  esta

lectura de las trans formaciones de la cu lt ur a re-escri ta. Ya  esto  mismo  presupone  el  rebasamiento  de l  género ,  excedido por las articulaciones del texto  mi to -poé t i co .

 No  carece  de  interés  comprobar que las correlaciones  establecidas

 para  el  mi to  por   Lévi-Strauss podrían  ser   seguidas  en  esta  novela. Las propiedades  formales del  mi to ,  efectivamente,  es tán  en el te xt o repro

duciendo la crisis del  sistema  de  parentesco  (el  hi jo  ajeno, que es unhijo  errante, los  sucesivos  padres  autoritarios frente al  padre "real, des

terrado, y los  padres  y  madres  equivalentes, en la comunidad); sistema que  aparece  como otro  conflicto  de la  pérdida  del sentido; y es-

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80 JULIO  ORTEGA NRFH, XXXI

tan,  en fin, reproduciendo asimismo las estructuras  l ingüísticas  y  formales del te xt o. O sea, son correlaciones paralelas, ya que  a q u í  el mito  tr ad ic ional, ese rel ato que dramatiza las relaciones de naturaleza ycultura,  aparece  dentro de una  fábula  má s amplia y compleja. Lo in teresante  está,  entonces,  en el hecho de que la forma misma del textotome del  mito  su  elaboración  del significado.

Desde  la perspectiva del modelo actancial (Propp,  Lévi-Strauss,Greimas)  podr íamos  proponer el  esquema  del discurso en la novela:Sujeto  - H i j o ;  Objeto  - C o m u n i c a c i ó n ;  Emisor -C ul tu ra andina; Destinatario  —Cultura hispánica;  Adyuvante —Mundo natural; Oponente-

Poder.  En otro sentido, el "sujeto" actancial es el "sujeto"  simbóli¬co  v  lo es a  través  de sus actuaciones como  hijo  aprendiz rebeldeagonista y en fi n artista Oue el "o bj et o" de la  es t ruc turac ión semántica  de la  comunicac ión  sea la  " c o m u n i c a c i ó n "  misma, indica bien elcarác ter    autorreferencial de la aventura de  este  discurso, proceso y

 búsqueda,  el objeto se  sustenta  a sí mismo, pone a prueba su efica¬cia  cont rola los  estados  entrópicos  y  genera,  en su drama, la  significac ión  del sujeto. El emisor es  a q u í  un universo  semánt ico  formalizado  P OI "  el text o y, lo mism o el dest inatario : sus relaciones con unaefectiva  e tno log ía  de  ambos  órdenes supondr ía  otra  discusión;  sonSUS  relaciones en la  comunicac ión  produc ida p or el texto lo que  aquí

se refo rmul a El  conflicto  del advuvante  v

  el ooonente es más  explí¬cito  v  marca la may or   subversión  del sentido que el texto promueve.

El  análisis semántico de A. Greimas  2 5  nos permite ampliar  estas  observaciones. Las relaciones remitente/desti natario (eje de la co mu ni cac ión ,  mod al idad del saber), muestran que la capacidad del sujeto

 para discerni r su  func ión  se define en el  conflicto  cul tura l que requiere recorrer   antes  de percibir la alternativa de un sistema activoden tro de ot ro . Las relaciones sujeto/objeto (eje del  desear, modalidad del poder), muestran que la  b ú s q u e d a  de la  comunicac ión  demanda al sujeto la  exacerbac ión  de l  deseo, su  p royecc ión ,  y en eUo el

re descubrimiento de su pro pi a  pe rcepc ión .  Las relaciones adyuvante/oponen te (eje de la  par t ic ipac ión,  modalidad de demandar), muest ran,  por   ú l t i mo ,  que el reconocimiento de la identidad   plural  se daen la actividad de  inclusión  del sujeto, y en su puesta  a prueba de am bos mo delos; con lo cua l su participar es una denunc ia y una  opciónfrente al poder   desde una  r a zón  "natural", mí t ica , c r í t ica .

La ampliación  que propuso Lo tm an del modelo de la comunicac ión  de Jakobson nos permite otro  acceso  al complejo comunicativoen nuestro texto. En efecto,  según  el modelo de Jakobson la direcc ión  más  característica  de la  comunicac ión  es del Yo al Él: una fuente remite un  mensaje  a un receptor.  Según  Lotman, este  tipo de di-

2 5  A. J.  GREIMAS,  Sémantique  structuralc,  Taris,  1966;  JEAN-CLAU DE COQUET,Sémiotique littéraire.  Contribution a  l'analyse  sémantique  du discours,  Paris,  1973;  JULIAK R I S T E V A ,  Polyloque,  Paris,  1977.

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M R F H ,  X X X I LO S  RÍOS PROFUNDOS 81

recc ión  domina en nuestra cultura (supone pocos emisores y muchosdestinatarios), pero oculta otro  t ipo:  la  c o m u n i c a c i ó n  del Yo al Yo ,en la que el remitente y el destinatario son el mismo.  Este segundo

modelo de  au to -comunicac ión  es más evidente en la "sociedad   tradi

cional",  y  presupone  una mayor actividad espiritual que el primero.Las  sociedades  cuentan con  ambos  modelos,  aunque  es claro que el

 primero  predomina: la historia demuestra que las culturas más viablesson aquellas donde  ambos  sistemas  compiten sin lograr imponerseuno  sobre  ot ro , conc luye Lot ma n. Es no to ri a la vecindad de la percepc ión  cultural de Arguedas a esta  re f lexión.

Lotman  observa,  además ,  c ó m o  en el modelo auto-comunicativo,

que in cluy e al "nosotros " de la cult ura "tr ad ic io na l" , el nivel  de contenido  puede  transformarse en un  nivel  de  expre s ión .  Y  esto  es precisamente  lo que ocurre co n el tra tam ien to  m í t i c o  en  Los  ríos  profun

dos.  Lo cual no ind ica que el mensaje  sea desprovisto de su densidadsemánt i ca ,  sino que el relato lo desplaza  de contexto  (desde  la  cultu

ra andina lo moviliza,  ex t e r io r i zándo lo ,  a la  e s t ruc tu rac ión  textu al); yen ese mo vi mi en to , la n o c i ó n  cultural del mi to  se ha transfigurado enel  objeto textual de una serie configuradora. Esto es, en un sintagmaque el texto produce en su  prác t ica  constructiva del sujeto y  descons-

tructora  del mund o previ sto para ese su je to 2 6 .La  poderosa denuncia social del texto no  hace  sino  acentuarse  en

su  organizac ión  mí t i ca .  Porque las oposiciones binarias que el  mitoincorpora  de la sociedad se funden en él, pero a la vez  esas oposiciones se muestran en la  expl icac ión  que pone en  p rác t i ca  la cultura tradicional  para resolver los conflictos. Incidencia del  mito ,  y al mismot iempo  der ivac ión mí t ica  del propio texto en su  opc ión  final:  entregándose  al  mito ,  el texto anuncia que su  saber   ú l t i m o  se da en tantoforma  del sentido culturalmente restituido.

 No  es un sujeto escindido el que se  deduce  del texto, sino un sujeto  dramatizado por la  información  que  procesa,  y por su  b ú sq u e d a  deuna  c o m u n i c a c i ó n  sustentadora.  Es probable que la sociedad   peruana

no reconozca la  legitimidad   de  este  sujeto  plural  que se propone incorporarla a un  debate  sobre  su error profundo y plantearle unaalternativa genuina. Es incluso posible que la sociedad nacional locondene  como sujeto escindido y sin lugar. Pero  el acto de la novela,y  el del sujeto en ella, es un acto  plural  y alternativo dentro de un orden social cuya  man ipu lac ión  comunicativa es un acto enfermo. Poreso, lo que al com ienzo llamamos el drama del sujeto en la escri tura essu radical cuestionamiento del programa social y su cont ra to . Si el

 pro gr ama se denunc ia en su ambiva lencia , el contrato es  recusado  porla  ruptura misma que  supone  un  d i seño  alternativo. De la  c r í t ica  del pro gr ama se suscita la  rebe l ión,  de la ruptura del contrato se  genera

2 6

  J U R I J  L O T M A N ,  " T W O models of communication in the system o)' culture",  Trudy,

4, pp. 227-243, y  "Culture  and information",  Dispositio,  1976, núm. 1, pp.  213-215  además  del trabajo colectivo con B . A . Uspensky ya citado.

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otro  espacio, el que escrito por el río y el canto en el mundo naturales re-escrito por el texto en la  reconstrucción  de otro lenguaje:  espa

cio  de la otredad donde la  subversión  del sujeto inscribe una  comuni

cación  fecunda, una comunidad posible.

J u n o  ORTEGA

The  University of Texas,  Austin.