Junger

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DOCUMENTO ERNST JÜNGER, ESCRITURA EN TIEMPOS DE CATÁSTROFE* Joaquín Fermandois INTRODUCCIÓN Impulso inicial del aventurero Nacido en 1895, constituye una figura singularísima en la literatura del siglo xx. Con una obra literaria que se extiende desde 1920 hasta la actuali- dad, en sus escritos de juventud mostró -de acuerdo a las poderosas fuerzas epocales de 1920 y comienzos de 1930-- una esperanza en la Historia según la cara del "espíritu de los tiempos". Se da en él una rara combinación de activismo vital y mentalidad contemplativa, como parte de la generación que creyó que la participación -o "compromiso", si se prefiere- funde la escri- tura con una suerte de realización absoluta. JOAQUÍN FERMANDOIS. Licenciado en Historia, Universidad Católica de Valparaíso. Doctoren Historia, Universidad de Sevilla.. Profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Autor, entre otras publicaciones, de Política y trascendencia en Ernst Jünger 1920-1934 (Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1982) y Política de Chile y el mundo 1970-1973: La política exterior del gobierno de la Unidad Popular y el sistema internacional (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1985). * El autor agradece la colaboración de Ángela Vergara Marshall en la recopi- lación del material. Estudios Públicos, 58 (otoño 1995).

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  • DOCUMENTO

    ERNST JNGER, ESCRITURA EN TIEMPOSDE CATSTROFE*

    Joaqun Fermandois

    INTRODUCCIN

    Impulso inicial del aventurero

    Nacido en 1895, constituye una figura singularsima en la literatura delsiglo xx. Con una obra literaria que se extiende desde 1920 hasta la actuali-dad, en sus escritos de juventud mostr -de acuerdo a las poderosas fuerzasepocales de 1920 y comienzos de 1930-- una esperanza en la Historia segnla cara del "espritu de los tiempos". Se da en l una rara combinacin deactivismo vital y mentalidad contemplativa, como parte de la generacin quecrey que la participacin -o "compromiso", si se prefiere- funde la escri-tura con una suerte de realizacin absoluta.

    JOAQUN FERMANDOIS. Licenciado en Historia, Universidad Catlica deValparaso. Doctoren Historia, Universidad de Sevilla.. Profesor del Instituto deEstudios Internacionales de la Universidad de Chile y de la Pontificia UniversidadCatlica de Chile. Autor, entre otras publicaciones, de Poltica y trascendencia enErnst Jnger 1920-1934 (Santiago de Chile: Ed. Andrs Bello, 1982) y Poltica deChile y el mundo 1970-1973: La poltica exterior del gobierno de la Unidad Popular yel sistema internacional (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Catlica de Chile,1985).

    * El autor agradece la colaboracin de ngela Vergara Marshall en la recopi-lacin del material.

    Estudios Pblicos, 58 (otoo 1995).

  • En el caso de nuestro autor, el activismo le ha conferido un aura que nopocas veces ha parecido una maldicin. En 1913, el joven Jnger, todava unadolescente, se escapa por unos meses a la Legin Extranjera. Voluntario en1914, asciende rpidamente de soldado raso a oficial en las Sturmtruppen,unidades de elites que encabezaban las grandes ofensivas. Herido numerosasveces, es inolvidable su recuerdo de la legendaria ofensiva del 21 de marzo de1918. Las condecoraciones se suman: Cruz de Hierro, de las diversas clases;Cruz de Caballero, y, finalmente, la coronacin en un ejrcito donde estaba vivoalgo del ethos del antiguo rgimen, la condecoracin Pour la Mrite, tanraramente concedida que ladecida el propio Emperador. El Mariscal Hindenburgse opuso, no por falta de mritos, sino porque era demasiado joven y se podaenvanecer. Con los aos, el Mariscal se convertira en una figura respetada porel clebre escritor.

    En los primeros aos de la Repblica de Weimar ser un activo polemistay articulista dentro de la cultura del nacionalismo alemn revolucionario, queuna pasin revolucionaria y extremo conservadurismo antiliberal. En estesentido existe un elemento fascistizante en el Jnger joven, que ha constituidohasta nuestros das un punto de referencia espectacular. Nunca fue nazi, perode los aos 1925-1933 existen referencias ambiguas a ese movimiento, esdecir, positivas)' negativas. El asunto es que en su lenguaje ideolgico --connivel, pero dentro de esa esfera- Jnger crey identificar el espritu de laHistoria con un tipo de actitud que en la poltica real no poda sino llevar a unasuerte de "parafascismo." En algunos pocos esto signific en esos aos elacompaar al desarrollo de Leviatn hasta sus ltimas consecuencias, hasta elfin; en muchos casos cre la ilusin de una suerte de Parusa ( qu fantasa msrecurrente en este siglo!). Conocidos son los casos de Martin Heidegger y CarlSchmitt, que fueron ms all de Jnger y apoyaron al rgimen, al menos en susprimeros aos. Como se ver en la antologa, nuestro autor no dejar despusde defenderlos. En otros llev al canto del comunismo y la justificacin delexterminio (Lukacs y BrechO. Este tema no es otro que aquel de la tentacintotalitaria, que hoy da una conciencia autosatisfecha cree haber superado, peroque de manera insidiosa se manifiesta de mil maneras. Porque es un fenmenoque ha acompaado a todas las grandes civilizaciones, slo que la modernidadla ha puesto bajo nueva luz.

    Pero una cosa es la actividad de Jnger como escritor poltico enpublicaciones de batalla; otra su obra literaria de estos aos juveniles. sta sedivide a grandes rasgos en tres grandes manifestaciones. La primera de ellas hasido una piedra de escndalo, ya que ah hay una aceptacin entusiasta de laguerra. La primera posguerra es conocida por el estado de nimo pacifista yantibelicista que domin la mayora de las tendencias intelectuales y artsticas.Pero tambin hubo una recepcin positiva de la experiencia de la guerra, o

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    Kriegserlebnis. Es en esta sensibilid(\d en la que se coloca Jnger, y ve en laguerra una inmersin en el ser, pero a la vez ponindola fuera de las querellasnacionales y nacionalistas. Fue el ltimo cantor de la guerra "tradicional" endonde aparece el guerrero como posibilidad de oficio. Despus una combina-cin de guerra ideolgica, tcnica y mercenaria ha sepultado a ese tipohumano. En los 1920 -principalmente el) sus clsicos, Tempestades de acero,Fuego y sangre, La guerra como experiencia interior, y. otros-, el autortodava mantena una confianza naive en la virtualidad cultual de la experien-cia blica, sin prestar atencin al uso ideolgico de este lenguaje por parte delas tendencias fascistas (yen cierta manera, despus de 1945, por el marxis-mo).

    Un segundo rasgo de esta obra temprana est en su percepcin de latcnica y en la descripcin del "tipo del trabajador". Su obra Der Arbeiter (Eltrabajador) ha sido una de las grandes incgnitas del ensayo poltico del siglo.Ha fascinado y horrorizado; ambas reacciones perduran hasta nuestros das. Elespritu colectivo del trabajo animado por la "figura del trabajador" hace veren la tcnica una necesidad a quererse. Fue interpretada correctamente comouna suerte de manifiesto totalitario en. donde se describe con lucidez y entu-siasmo la aparentemente imparable marejada de unificacin planetaria promo-vida por la tcnica. Esto es sorprendente, ya que se ve como claramentecontradictorio con otros elementos de su obra temprana: la nostalgia, el respetopor el nico -quizs lo ms valioso de toda su obra-, el herosmo, elejemplo de las "posiciones perdidas" condenadas a ser exterminadas, pero querepresentan el ncleo inmortal del hombre. Pero aqu en cambio -yen Lamovilizacin total- se describe con una aparente frialdad o, ms bien, clnicadistancia, la conversin de la sociedad con el desenvolvimiento arrollador de latcnica, guiada por el nico tipo humano que ahora posee sentido: el trabaja-dor. Despus Jnger se ha distanciado en los hechos, pero no de maneraexpresa, de estas proclamaciones. Esto, como se ver luego, nos lleva alproblema de la aproximacin a lo poltico de toda su obra temprana. En loshechos, es decir, en su palabra escrita, la va de trascendencia que el autorpropone lleva a horizontes muy diferentes. Con todo, El trabajador parece unamezcla de alucinante visin del futuro ----en este sentido una "utopa pesimis-ta" como en Orwel1-, junto a un tono de entusiasmo e invitacin a participaren la obra del trabajador. Se trata de una suerte de nihilismo activo, ya que el"trabajo es el tiempo del puo, del pensamiento, del corazn, la vida de da yde noche, la ciencia, el amor, el arte, la fe, el culto, la guerra; el trabajo es laoscilacin del tomo y la fuerza que mueve las estrellas y al sistema solar."1 El

    1 Ernst Jnger, Der Arbeiter. Herrschaft. und Gestalt [en castellano,El trabajador. Dominio yfigura] (Hamburgo, 1932), p. 65.

  • 2 Este texto ha sido extrado de la. traduccin al espaol, El trabajador.Dominio y figura (Barcelona: Tusquets, 1993), p. 90.

    Este prrafo se puede leer como una "crtica de la cultura", una visindistanciada y pesimista acerca de las cualidades civilizadoras de la sociedadmoderna, y el autor penetr en un trasfondo de nuestro tiempo. Quizs se lepuede aadir que existe un nfasis unilateral en los peligros del mundo mo-derno. Pero existe otro elemento que distingue a El trabajador, el entusiasmocon que acepta la realidad, que tiene mucho de un pathos de rasgos totalita-rios:

    autor ha defendido su libro, y los defensores del mismo se han hallado en losms encontrados rincones; hasta el dade hoy ha suscitado una extraa fasci-nacin. Sin embargo, toda su obra posterior constituye una toma de distanciaantelo que aparece o como su ltima ebriedad juvenil, o como un juego paramostrar el advenimiento de la era desalmada de los titanes,. una de sus figurasfavoritas para definir el diagnstico de nuestro tiempo.

    El libro consiste, por una parte, en una descripcin del advenimiento dela era del trabajador, y en este sentido constituye un diagnstico de nuestra eraque puede ser utilizado desde las ms diversas perspectivas. As se podraconsiderar un prrafo como el siguiente:

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    El trabajo no es, por tanto, actividad en general, sino que es la expre-sin de un ser especial que intenta llenar su espacio propio, henchir sutiempo propio, cumplir sus leyes propias. De ah que el trabajo noconozca nada que se le oponga fuera de s, no conozca ningunaanttesis; se parece al fuego, el cual devora y transforma todas lascosas susceptibles de combustin y al que slo puede disputarle elterreno su propio principio, es decir, un contrafuego. El espacio detrabajo es ilimitado, de igual manera que la jornada de trabajo abarcaveinticuatro horas. Lo contrario del trabajo no es el descanso o el ocio;no hay, desde este ngulo de visin, ninguna situacin que no seaconcebida como ngulo de trabajo. Como ejemplo prctico de estocabe mencionar el modo que hoy se entregan los seres humanos a susesparcimientos. Estos esparcimientos, o bien exhiben, como ocurre enel deporte, un patentsimo carcter de trabajo, o bien representandentro del trabajo un contrapeso coloreado dejuego, como ocurre enlas diversiones, en las festividades tcnicas, en las estancias en elcampo, pero de ninguna manera representan lo contrario del trabajo.Con esto guarda relacin el absurdo creciente de los domingos y dasfestivos de viejo estilo; de los domingos y das festivos de ese calen-dario que corresponde cada vez menos al ritmo modificado de lavida.2

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    Considerado de ese modo, el trabajador se halla en un punto talque enl no es ya aplicable la destruccin. Esto rige a su vez para el mundoentendido como ciencia. Lo que en el primer caso se hace notar comola ausencia de una oposicin esencial, de un contrario, en el segundoaparece como una imparcialidad nueva, como un servicio nuevo quela ratio presta al ser, un servicio que abre brecha en la zona delconocimiento puro y de sus defensas -:-esto es; de la duda- e instauracon ello la posibilidad de la fe. Es menester hallarse en los sitiosdonde cabe concebir la destruccin no como una clausura o trmino,sino como una anticipacin. Es preciso ver que el futuro logra inter-venir en el pasado y en el presente.3

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    Una visin como esta no se refiere nicamente al nazismo, ni siquiera alas ideologas y sistemas, totalitarios (aunque en este .libro hay indicacionesfavorables a ciertos rasgos de la URSS). Se trata de que refleja un rasgo de lacivilizacin moderna de querer vincular el advenimiento de la sociedad indus-trialcon.una esperanza de escatologa secularizada, que en la era de las guerrasmundiales y de la Guerra Fra adquiere una dimensin poltica. Como se dijo,la obra posterior de Jnger tomar esta posibilidad como objeto de crtica, peroaqu se realiz una labor de medium.

    Por ltimo, en este perodo se da otro tipo de obra -que es un lenguajetambin presente en las obras sealadas-, ejemplificada por El corazn aven-turero (1929), una coleccin de ensayos publicada como Hojas y guijarros(1934) y una alusin a su aventura en la Legin Extranjera, Juegos africanos.En esta literatura ya se anuncia lo que ser la madurez del gran escritor, elinters "estereoscpico" por el cual ve la realidad simultneamente como unaexperiencia en el sentido del "realismo", y a la vez la maravilla e indicacin detrascendencia que se percibe en la misma. Una expresin como "realismomgico" sera insuficiente para caracterizar esta prosa de la que est ausenteuna destacada intencin 16dica. La prosa es ms bien un acto de ir ms all, deproyectarse a lo permanente de la existencia. Es la correspondencia con el actoheroico, que no tiene por qu tener "causas" para existir. Como lo ha dicho yaa los noventa aos, la gloria "es como la cola inflamada de un cometa, quecentellea todava algn tiempo en la estela de la obra. Uno puede entoncespreguntarse cul es el propsito de la escritura, suponiendo que haya alguno:es el instante creador mismo en que algo se produce fuera del tiempo, el cualya no puede ser anulado. El universo se' ha afirmado en el individuo, y estodebe bastar, as sea que a algn otro se le ocurra o no".4 Esto permite una

    3 Ibdem, p. 92.4 Julien Hervier, Conversaciones con Emst Jnger (Buenos Aires, Mxico,

    Madrid: Fondo de Cultura Econmica, 1990; original, Paris, Gallimard, 1986), p. 50.

  • Maduracin: la escritura como salvacin

    licencia potica, que es la exploracin por los confines ambiguos, aun al riesgode producir ambigedades, pues se transita por reas un tanto antitticas de laexistencia. "Libros, que slo llevan el nombre de tal, pero que en verdad sonmquinas para la transformacin del hombre. El lector entra en un gabinetehenchido de rayos ultra. Cuando ha ledo un libro, ha llegado a ser otro. Y lalectura ser otra, acompaada de la conciencia del peligro."5

    La escritura como rito, como consagracin; y la escritura como aventu-ra en la zona del peligro. Aqu est condensada la misin que el escritor se haimpuesto, en toda su hondura y en toda su ambigedad. Por una parte se.tratade salvar al hombre por medio de la literatura; por la otra de una exploracindistanciada que admira la maravilla, pero que toma una distancia ntima ante laHistoria como suceder. No slo el proceso histrico (sea lo que fuere lo que seentienda por ello) le es indiferente como campo de la accin, sino que la vidade la sociedad como organizacin, porque, parece decir, el hombre siempre sepierde en ese espacio: la retrica vacua y la funcionalidad en que consiste sumeta devoran el crecimiento espiritual. Pero al mismo tiempo la accin deriesgo, por medios literarios, evoca con fuerza un pathos del guerrero y delaventurero como Alonso Quijano y Don Quijote (lo nombra repetidamente). Siesto tiene consecuencias polticas para el lector, entonces se pueden formar losmalentendidos que se han desarrollado a partir de su obra temprana. Este es undestino de su escritura, similar a la de su admirado Nietzsche o la de sucontemporneo y amigo Heidegger.

    Con todo, de aqu tambin arranca una exploracin que se constituyeen un sutil y poderoso aporte al pensamiento poltico y a la interpretacin de lahistoria del siglo xx. En primer lugar, destacan en la dcada 1939-1949 tresobras que han pasado a ser parte de la literatura de nu~stro tiempo:Sobre los acantilados de mrmol, Radiaciones y Helipolis, y de las cuales senutrir preferentemente esta seleccin. La primera es una novela que se poneen cierta manera en el gnero de las "utopas pesimistas" como las de Orwell.Ya no se describe un "mundo feliz", sino que la destruccin de un orden, queno consiste slo en la decadencia de las instituciones y las funciones, sino enuna pugna moral que toca a todos los hombres. Lo peor que se teme sucedernecesariamente, y el ser humano se ver sometido a las ms crueles injusticias.La reaccin mecnica, que slo piensa en trminos de poder, de categoras y de

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    5Emst Jnger, Strahlungen (Mnchen: DTV, 1988), 11 de marzo de 1944.

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    armas se probar ampliamente insuficiente. Slo el crecimiento interior y elaprecio por la gratuidad de la existencia puede establecer un puente a lasalvacin, que es y no es de "este mundo", es decir, de la Historia que esinescapable y devoradora a la vez.

    Las dos novelas presentan las caractersticas de todas las que les si~guen, hasta nuestros das. Sus personajes, el tema, el paisaje, los parlamentos ylos desenlaces no constituyen una historia concreta, ni un enigma que el lectorsiga con tensin por la incgnita de su desarrollo y probable fin. Tampoco son"novelas en clave", en las cuales cada personaje y situacin tiene su correspon-dencia con la realidad "verdadera"; se trata ms bien de una escritura designificacin eminentemente simblica. Aqu yacen muchos de los equvocosde Sobre los acantilados de mrmol. En parte por orgullo, Jnger nunca seadjudic este libro como "resistencia" al rgimen nazi, como fue vastamenteinterpretado en el extranjero; para el autor, se trata ms bien de defender launiversalidad y pennanencia de su valor. El tema puede ser considerado comouna recurrencia de la obra jngeriana, la descomposicin y derrumbe de unorden. Y la. actitud que ante esta situacin puede y debe tomar la individuali-dad, el "nico" (der Einzelne), de manera de acceder a su ncleo indestructi-ble, lo perdurable.

    En Helipolis se da una situacin similar, pero ms elaborada y -conuna prosa que puede figurar entre la mejor de Jnger. El hroe tiene en parte laactitud de HansCastorp de Thomas Mann, la duda no sobre el campo al quedebe servir, sino sobre el sentido de la eficacia. Definitivamente prefiere lalealtad personal, aunque tambin da tributo a las fuerzas que pueden proteger-lo, aunque no redimir el derrumbe del orden social. La novela tiene algunasinsuficiencias, o ms bien, presenta insatisfacciones para el lector que recibetanto de su autor, y que me parece es algo que se presenta en todas sus novelasposteriores. Sus personajes son quizs demasiado simblicos. Especialmentedbiles son los personajes femeninos, en cuanto les falta corporeidad; la mujerocupa un papel que le resta individualidad, y el eros -aparte de comentariosinteligentes- no abre.a una comprensin estremecedora, como es la marca deuna gran literatura en este plano. En estas novelas, y. en casi todos sus ensayostambin, el autor ofrece otro tema, sus consideraciones sobre la naturaleza, suamor por las flores, plantas y animales, .los insectos. En el hecho ha llegadoaser un entomlogo de fama dentro del gremio. No pocas veces este rasgoadquiere connotaciones extraas, alucinantes, y es imposible no pensar en unasuerte de pantesmo. En todo caso, el orden de la naturaleza se le aparece comoun refugio del hombre, mucho antes de que las modas ecologistas contempor-neas convirtieran esto en un fetiche.

  • Hay otro elemento en las novelas (en casi todas las que ha escrito) quees fundamental para su comprensin. La ambientacin est dada por un paisajesocial ms all de la modernidad, una suerte de poshistoria, al menos de lacultura occidental. Podramos definirla como "posmoderna", sino fuera porqueeste calificativo nos est prohibido usarlo con ganancia, ya que se ha converti-do por arte de la moda en artculo de supermercado intelectual. Ms bien lasnovelas reflejan la atmsfera en la cual se han desarrollado y concluido hastasu ltimo extremo los conflictos que caracterizan a la modernidad. Desdeluego no se trata de un tema "posmoderno" como la charlatanera en boga lopodra interpretar, sino de una forma de considerar a nuestro mundo desde unaperspectiva que deje intocado un centro espiritual del hombre. Por lo dems,Jnger puede ser considerado como un representante de la visin cclica de lahistoria; s!o que esto ha sido un fenmeno que ha acompaado desdemuchoal desarrollo del mundo moderno, tanto que casi se le puede considerar una desus muchas manifestaciones.

    La tercera obra de este perodo, con las que se constituye en un escritorde magnitud, son sus diarios de la poca de guerra, Strahlungen, o Radiacionescomo han sido traducidos. El ttulo indica hacia una sustancia jngeriana: .laluz y la oscuridad son perfectamente distinguibles, pero se presentan en rpidasucesin, y parecen inextricables. Ellas construyen "finas rejas de luz y som-bra", cuyo objetivo final es mirar al "orden visible de las cosas segn su rangoinvisible." En el fondo hay un rasgo comn con la empresa de juventud y Conla posterior, la cotidianeidad debe ser tomada de forma "estereoscpica", comoel trnsito de lo banal a lo maravilloso. El teln de fondo es fundamentalmentesu vida comomienibro del gobierno militar alemn en Pars, bajo el mando/proteccin del general Heinrichvon Stlpnagel, despus ejecutado por partici~par en el intento de golpe contra Hitler. Hay pocos testimonios de la guerra tanricos en mostrar la intensidad de las ambigedades, contradicciones y dilemasangustiosos a los que la tragedia titnica coloc a sus participantes. Se trata deuna obra testimonial, pero est lejos de agotarse en este aspecto. Aunquequedar como uno de los documentos ms ricos de reflexin qe provoc unconflicto paradigmtico como ninguno, el Diario (o Radiaciones) es sobretodo un texto de "diagnstico" sobre el sentido de la historia de nuestro siglo ydel puesto posible para el hombre ante el acontecer. Anotemos que adems esla obra donde ms se acerca al cristianismo, pero ni aun en este texto se lepuede entender como a un autor especficamente cristiano, aunque la religincomo una va salvfica sea fundamental en la obra total. En estos aos se afincaotra idea que vena de antes, pero que ahora definir el espritu de la obra total,la de la verlorener Posten "posicin perdida" (o "avanzada perdida"). Un smilblico, que se inspira en el pelotn que combate hasta el ltimo hombre

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    aunque la causa est perdida y sus jefes ya no sepan nada de ella, aunque lasideas por las que mueran ya no signifiquen nada a nadie, pero donde ladisposicin a morir sin caer en la fiebre homicida le otorga un sentido que .lamuerte no puede extinguir. Hay que aadir que aun cuando un cierto "realismoheroico" de la obra temprana podra haberlo llevado hacia las aguas delexistencialismo -de hecho Heidegger influy en los franceses-, lo distinguede ese estado de nimo la idea de que la defensa individual no es mero recursocontra el absurdo que .se agita en s mismo; al contrario, es la manera deencontrar un sentido trascendente.

    La permanencia del autor

    " Las mismas ideas marcaran tambin el desarrollo posterior de nuestroautor. En una sucesin de ensayos y novelas mantiene una presencia imponen-te, no exenta de fuerte controversia -ocasionada casi invariablemente por suobra temprana-, en la literatura contempornea, aunque no se le pueda clasi-ficar en corriente alguna. Aqu se presenta una lista incompleta. El contunden-te ensayo Ms all de la lnea (1950) que constituye un dilogo con Heidegger.Tratado del rebelde (1951), traducido tambin como La emboscadura (querebela la dificultad de traduccin; en alemn es Der Waldgang), en donde laposibilidad de retiro a una selva interior ha fascinado a generaciones. Rivarol(1956), un prlogo a la antologa de este autor epigramtico, un ilustrado queusa las armas de la Ilustracin para criticar a la Revolucin Francesa, con elque Jnger siempre ha sentido un parentesco; este prlogo es una de lasmanifestaciones polticas ms importantes del autor y adicionalmente es unadefensa contra la crtica de ser un dandi. El libro del reloj de arena (1957), endondeparte de su fascinacin por un tipo de medicin del tiempo. que todavano llega al "tiempo mecnico" del reloj p

  • personales, pero no le pertenece a ninguna de esas esferas; personaje con algode ambigedad, puede revivir las polmicas en tomo al rasgo dandista delautor. En El autor y la escritura (1984) lleva a una cumbre el arte epigramtico,el desarrollo de frases breves, pensamientos que se expresan con austeridad depalabras, pero que se hilan en circunvalaciones en tomo a los mismos proble-mas. Tambin en El problema de Aladino (1983) surgen todos sus temas entomo a la reflexin por la industrializacin del culto a la muerte, que no es sinootra faz del intento de olvidar la muerte en la civilizacin actual, uno de lostemas recurrentes en Jnger. Los noventa aos los celebra con una novelag:11ante-policial, Encuentros peligrosos (1985), o una inquisin policial quetermina explorando la condicin humana. Su amor por la naturaleza, por losviajes en un mundo donde ha tenninado el viaje, y su reflexin sobre lahistoria del siglo vuelve en Dos veces Holley (1987), acerca de su viaje aIndonesia-y Malasia en el ao del cometa, que l ya haba visto en 1910; laparadoja del desencanto no es sino una metfora de la angustia de la civiliza-cin. Die Schere (La tijera, 1990), meditacin sobre la vida ms all de lamuerte. Su pasin por el viaje y la diferencia de culturas (alejado de las modasmulticulturalistas en bogas en estos aos) se rene en una de las muchascolecciones acerca de sus diarios de viaje, De la concha de oro. Paseos por elMediterrneo (1984), entre otras cosas un testimonio de su favoritismo por lasculturas mediterrneas.

    En la dcada de 1980 las cosas han cambiado un tanto para la irradiacindel autor. La edad avanzadajunto a la pennanencia de su fertilidad han atradola atencin. Numerosos premios han revivido la polmica, pero por sobre todoha recibido abrumadores tributos de reconocimiento, llegando a la espectacu-laridad como su relacin con Fran~ois Mitterrand. En realidad, en Francianunca dej de ser un escritor apreciado. Su expansin por el mundo latino,especialmente el hispanoamericano, ha sido otro fenmeno que ha llegado adestacar el carcter de escritor paradigmtico del siglo, y que a la vez se niegaa ser meramente un hombre del siglo. Quizs aqu est la llave de su importan-cia.

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    Desde luego Jnger es un escritor polifactico, no slo en sus temassino tambin en sus aproximaciones. Cada nueva obra trae consigo una sorpre-sa y una faz nueva. Quienes lo siguen no pueden seguirlo en toda la obra.Algn juego de su escritura siempre encontrar nuestra extraeza y quizsnuestro rechazo. El autor se ha defendido de la crtica.de ser un dandi: aquelque por medio del esteticismo proclamado como programa de vida quiereestablecer una clara demarcacin entre l y la masa inculta. Jnger no quiereidentificarse con el desprecio social que se encuentra en el dandi. Por otro ladosu nocin de la dsinvolture tiene mucho de la soledad orgullosa y anrquica.

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    Tambin se relaciona con la creacin cotidiana de una libertad interior, unacontrapartida ante el avance arrollador del paisaje de la planificacin de la viday la dinamizacin de las fuerzas naturales, dos imgenes que de diversamanera se encuentran entre los demonios del autor.

    El escritor y el orden social: problema y salvacin

    Es cierto que la obra jngeriana no carece de problemas, ms all de lapolmica ocasionada por parte de sus publicaciones de la ya lejana juventud.La figura del anarca,y ms atrs la del rebelde o de quien ingresa al camino delbosque, la "emboscadura", despierta una sensacin de incertidumbre. En elcamino del bosque, el de la libertad plena y peligrosa a la que se puede recurrircuando' el vnculo del hombre con el mundo se desmorona. La salida slopuede ser un crecimiento interior que en el slo internarse por el camino tieneefecto salvfico. En el anarca esto se complica un poco ms. "Este es uno delos emolumentos del anarca: que se le recompensa y distingue por cosas que.hace adicionalmente o incluso contra10 que se quera de l."6 Yace aqu, en elfondo, un llamado a la inaccin? O a la indiferencia egocntrica? El autor lonegara, pero se trata de una escritura que no puede ser leda como un comple~mento de la accin y relacin del hombre con la sociedad. El manejo del ordensocial requiere de las facultades organizacionales del hombre, pero a la vez esel campo de lo efmero, o al menos de 10 irremediablemente condenado, y conello desengaa acerca de los furores que en un momento se presentan como lospuntos cardinales de las creencias de poca. En este sentido, la obra de Jngercomo observador de los huracanes polticos del siglo, y diagnosticador (paratomar una caracterizacin que me fue sugerida por el historiador Mario Gngora)de la Historia, tiene gran valor testimonial.

    En el hecho no se puede construir un ideario poltico a partir de Jnger.Se puede pensar a la sociedad y a la historia a partir de su escritura, pero nolevantar un edificio conceptual para la accin poltica y social. No es queJnger sea un pensador apoltico, que est ms all dela esfera en que se juegala construccin del orden social. Ms bien, Jnger es un pensador pre-poltico,que entrega una palabra imantada de un "ms all" y que a la vez entrega unasutil y potente comprensin de nuestra era. El lector penetra a una escritura queayuda a comprender a la poltica -en su acepcin ms amplia, sobre todocomo el presunto "proceso histrico"- y a sobrevivir espiritualmente anteella. Pero, con una disposicin de nimo como esta, se puede. desarrollar el

    6 Emst Jnger, Eumeswil (Barcelona: Seix Barral, 1980), p. 165.

  • vnculo necesario del individuo -de la individualidad- con su orden social,donde comienza toda poltica? Quien se inspire en este autor para proyectar suadministracin del poder, caer en los mismos errores trgicos de sus antece-sores de los aos 1920; pero esta vez al escritor no se le podr achacarresponsabilidad alguna.

    Si se cree --como en la tradicin ,de pensamiento poltico de unTocqueville, por ejemplo- que en 10 poltico, el espacio pblico donde seadministran en competencia de poder los problemas pblicos, las inspiracionespolticas deben provenir de pensadores y. fundadores de proposiciones vitalesde tipo poltico, un pensamiento como el de Jnger es claramente insuficiente.Pero tambin desde este punto de partida se reconocer que para que esasinspiraciones no devengan en instrumentos de poder nihilistas, deben estarapoyadas por la palabra que no rehse una mirada a ese espacio, pero que estsituada ms all de l, que afinque en una raz que sobrepase a 10 poltico y queauxilie al individuo. Si se quiere que la sociedad y la vida humana que ah secobije, est animada de espontaneidad y a la vez orientada a un orden posible,entonces adems habr que escuchar reverencialmente a lo no poltico. Asser testimonio de una gran civilizacin, es decir de un orden que trate deconciliar hasta donde sea posible y por momentos efmeros pero eternos,valores contradictorios pero mutuamente enriquecedores, entre los cuales elhombre se desplace como por una cuerda floja. Es en esa encrucijada entre 10pre-poltico y 10 sencillamente no poltico donde se encuentra la palabra deErost Jnger, y por eso puede hablar tan lcidamente acerca de los fundamen-tos de lo poltico.

    Esta virtud jngeriana es un rgano representativo de la totalidad de suobra, pero no su centro nervioso, el corazn semntico~ Sin embargo, en suscontorsiones y contradicciones se destaca su persistencia en un empeo que noceja desde Tempestades de acero en 1920. Las crticas de elitismo que hanllovido sobre el autor se disuelven instantneamente si se mira por un instantequin es el destinatario de su escritura: todo ser humano individual que vea ensu vida la cualidad "estereoscpica". El hombre es 10 que la psiquis y labiologa determina, .10 que la sociedad y la historia han pre-escrito, y a la vezuna individualidad que alcanza ese rango en la medida en que vea 'la vidacomo auto-transformacin, como "repetir la creacin en lo perecedero".? Dehecho Jnger, como su amigo Mircea Eliade, ha sido uno de los pocos que hanpodido mantener con credibilidad un arte que evoque el acto cultual sin caer enlos lugares comunes de ciertas vanguardias. Pues tambin se trata de unescritor que como pocos en su obra madura (en. Sobre los acantilados de

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    7 Emst Jnger, Aufden Marmorklippen (Frankfurt: Ullstein, 1973), p. 68.

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    mrmol ya es muy claro) se insiste en el valor del sentido comn y del criterio,como lo atestigua su admiracin por Rivarol. Tuvo su aprendizaje en lasaventuras de su primer perodo. Ahora el aventurero y el dandi se arrojateniendo como trasfondo las vidas y medidas de la simple humanidad, lo nicoque puede dar sentido a la diferencia, una nocin que hoy da se desfigurahasta lo irreconocible.

    Si el autorno ha sido quien nos introduce a los laberintos del poder y dela Historia como deidad que nos arrastra o nos aplasta, ni quien nos entrega el (conocimiento del recinto donde se aprende el manejo de las fuerzas manipula-doras; en cambio es la mano alada que nos salva de sus consecuencias. Lasalvacin se da en esta inmanencia, pero su punto de fuga est ms all de ella.Su prosatien~ unacualidad caritativa, dulce, casi se podra decir amorosa, quedesgraciadamente casi siempre se debilita al ser traducida. Suorigen en lafigura del hroe (del "ltimo hroe blico" habra que aadir) no pretendeofrecer un arquetipo humano que est en el superhombre titnico,. ya que esprecisamente contra la carrera del xito simbolizada en esta imagen contra laque l se rebela. Eso siempre lleva al camino de la frustracin y de lacatstro-fe, ya que est tocado por la fatalidad de la era del "plan". "El modelo para elfracaso del plan lo representa el. hundimiento del Titanic;esto constituye unpunto de inflexin en la historia del progreso.,,8 El hombre que no se alza sobresu poca en esta poca, est condenado a experimentar su vida como absurdo.

    Hay que mirarlo de otra manera. El autor se dirige a cada hombre en laposibilidad de que l alcance lo indestructible de s mismo, a aquel que quieracruzar la frontera que separa al individuo de la individualidad. Es una lecturaque debe ser compaa fiel de todo ser humano que se encuentre atrapado en elcuarto oscuro de la desesperacin; y por cierto pobre de aquel.que no hayatenido este privilegio en el curso de su vida. En este sentido, el testigo nico detodo el siglo en su faz ms claramente catastrfica, ha respondido con unaescritura en la cual existe un rasgo cultual que es mucho ms que dandismo.Lejos de las estridencias de la lejana juventud, apunta caritativa y serenamentea una zona "ms all de la lnea" en donde toda vida es reivindicada.

    Propsito de la seleccin

    Toda an~ologa muestra un propsito relativamente arbitrario para ellector. En Emst Jngeresto se ve incrementado por la multiplicidad propia a laobra literaria, la diversidad de temas caractersticos al autor y el carctertestimonial de los principales textos antologados. Adems, el carcter

    8 Emst JDger, An der Zeitmauer (Stuttgart: KIett, 1991), p. 37.

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    epigramtico, sentencioso de su pensamiento impeda escoger captulos repre-sentativos de un par de obras, o de una sola obra, como ha sido el caso de otrospensadores de esta serie. De todas maneras, el carcter polifactico de Jngerest bien retratado en una de sus obras cumbre, Radiaciones, y por ello es laprincipal fuente de la presente seleccin.

    Se ha excluido toda seleccin de la obra temprana, y en este sentidoalgunos encontrarn absurdo que no haya una referencia a El trabajador. Yame refer a que no lo considero todava como parte de su obra madura.9Adems, toda su obra posterior parece consistir en una crtica a la visin del"trabajador", como si fuera una alucinacin que se debe conjurar. Lo mismosucede con sus diarios y ensayos sobre la Primera Guerra Mundial, sobre loscuales el autor no tiene mayor necesidad de tomar distancia. Sucede que enello no resi~e ni su prosa ms inspirada ni su cumbre como escritor y pensador.El propsito de la antologa es entregar una seleccin de lo ms logrado delautor, dentro del espritu de la coleccin de Estudios Pblicos.

    Existe otro criterio de seleccin que merece una palabra. Como seexplic, no estamos en presencia de un "pensador poltico", aunque esto definaun rasgo central de su obra. Lo poltico queda mejor iluminado si incorpora-mos otras dimensiones de su escritura que no slo lo explican, sino que sonbsicas para entender el lugar que las reflexiones polticas ocupan en la arqui-tectura total del escritor. Problemas como "nihilismo", la "guerra", la "natura-leza", el "nico", la "tcnica" o la "muerte" son recurrencias permanentes yexpresas. Pero no menos lo es aquello que se puede definir como "trascenden-cia"; tambin para un comentador de la historia del siglo, su interpretacin, osu calidad de "diagnosticador" no poda sino ocupar un puesto de relevancia, ylos acontecimientos cataclsmicos de los que fue testigo observador: la Segun-da Guerra Mundial, el Holocausto, los nazis. Y la tragedia de quienes defen-dan otra poca en esa poca, as como las muestras de bajeza humana. Desdeluego estos temas estn presentes en todo texto jngeriano, por lo que ladistincin puede aparecer artificial a los ojos del lector. Muchas veces operaaqu la eleccin arbitraria del antologista.

    Tal como se dijo en la Introduccin, el lector no debe olvidar que en lasnovelas de Jnger que aqu se utilizan, el autor no se refiere a una poca

    9 Para un anlisis detallado de la obra temprana de Jnger, vase JoaqunFermandois, Poltica y trascendencia en Ernst Jnger 1920-1934 (Santiago: AndrsBello, 1982, dos volmenes). En Chile, y particularmente sobre los diarios de laSegunda Guerra Mundial, .ha escrito tambin Martn Cerda, La palabra quebrada.Ensayo sobre el ensayo (Valparaso: Editorial Universitaria de Valparaso, 1982).

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    concreta, ya sea Alemania nazi, la URSS o un sistema liberal antes o despusde una revolucin totalitaria o de otro tipo. Su mundo literario en parte contie-ne todas estas referencias concretas, pero no armadas con una intencin dereconstruccin histrica! sino como simblico de las potencialidades y peli-gros del alma humana y de las fuerzas de nuestro tiempo. Esto hay que tenerloespecialmente en cuenta cuando se lean los textos extrados de Sobre losacantilados de mrmol y de Helipolis.

    Tambin hay que anotar que hemos excluido los textos que nos recuer-dan al "esteta en guerra", aquellos en que muestra una observacin distanciaday fra de la realidad, la observacin de hechos monstruosos como pura experi-mentacin o despliegue dandista. Se ha abusado de esta interpretacin, ponien-do nfasis y repitiendo una y otra vez los mismos textos, en unadescontextualizacin a veces vergonzosa. Este problema existe, y se han ano-tado algunas de sus implicancias en la introduccin, pero en la repeticin de unlugar comn se nos esfuma el escritor y pensador. Aqu en cambio se entregalo que al antologista le parece refleja los rasgos que interesan en la presentecoleccin: la escritura de Jnger frente a los hechos y del siglo; la posibilidadsalvfica del hombre ante la historia. Tambin se ha excluido, por motivos deespacio, toda referencia a uno de sus tpicos favoritos, la naturaleza, flores einsectos, que conforma un tema fundamental en el autor.

    Textos escogidos:

    Julien Hervier, Conversaciones con Emst Jnger (Mxico, Buenos Aires: Fondode Cultura Econmica, 1990; original, 1986). Citado como Conversaciones.

    Erost Jnger, Sobre los acantilados de mrmol (Barcelona: Ediciones Destino,1962).Citado como Acantilados.

    ----- Aladin 's Problem (Stuttgart: K1ett, 1983). Citado como Aladin's.

    -----Annaherungen. Drogen und Rausch (Frankfurt, Berln, Viena:Klett-Cotta, Ullstein, 1980; original 1970). Citado como Anniiherungen.

    ----- Zwei Mal Halley (Stuttgart: K1ett, 1987). Citado como Halley.

    -----Helipolis. Visin retrospectiva de una ciudad (Barcelona: SeixBarral, 1981). Citado como Helipolis. Esta edicin, adems de problemas de

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    traduccin, tiene numerosas omisiones de textos representativos. En una oca-sin se ha citado un original del alemn, Heliopolis. Rckblick auf eine Stadt(Thubingen: Heliopolis Verlag, 1949). Citado como Heliopolis, 2.

    ----- "Uber die Linie", en Werke, VII (Stuttgart: KIett, 1960-65);original. Citado como Linie.

    ----- Adnoten zum UArbeiter" (Suttgart: Ernst KIett, 1983; original,1964). Citado como Mxinza-mnima.

    -----Ausder Goldenen Muschel. Giinge anl Mittelmeer (Stuttgart:KIett-Cotta, 1984); original, textos de 1928 a 1979. Citado como Muschel.

    -----'-- Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial (Barce-lona: Tusquets, dos vols., 1989 y 1992). Como es comn al citar diarios devida, en vez de la pgina se aade la fecha de la anotacin. Citado como Rad.

    -----Rivarol (Frankfurt: Fischer Bcherei, 1962; original 1956).Ci-tado como Rivarol.

    -----Der Waldgang (Stuttgart: Klett, Cotta, 1980; original, 1951).En la traduccin se ha usado ----con modificaciones comparando con el ale-mn,-la edicin en espaol, Tratado del rebelde (Buenos Aires: Sur, 1963).Citado como Waldgang.

    An der Zeitmauer (Stuttgart:KIett, 1991; original, 1959).Citado como Zeitmauer.

    ----- Eumeswil (Barcelona: Seix Barral, 1980); original, 1977.Citado como Eumeswil.

    ----- El autor y la escritura (Barcelona: Godisa, 1987); original,1984. Citado como Autor.

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    SELECCIN

    Quin soy yo?Autointerpretacin del escritor

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    "Para m el inters del diario es que devu~lve el tiempo en detalle. Sepodra definir la novela o la novela corta como una cristalizacin. El diario esms bien un mosaico; son fragmentos dispersos de un estallido que, sin embar-go, se dejan recomponer para dar un todo que ser quizs, dentro de cien aos,ms sugestivo que una novela." (Conversaciones, 83.)

    "La situacin [del escritor] puede incluso tomarse hasta tal punto ame-nazadora, filosficamente, que el opus se aproxime al cuaderno de bitcora;algo de"eso apunta por primera vez en La voluntad de poder. Son anotacionestomadas durante el recorrido por los mares donde se deja sentir la succin delMaelstrom y emergen monstruos a la superficie. Vemos cmo el timonel,mientras observa los instrumentos de a bordo, que poco a poco van ponindoseal rojo vivo, no olvida un solo instante el rumbo que sigue y el destino hacia elque navega. Investiga en qu derroteros son posibles las rutas extremas, dondeluego naufragar la razn prctica. La captacin espiritual de la catstrofe esms temible que los horrores reales del mundo del fuego. Esa captacin es unriesgo que slo pueden correr los espritus ms osados, los capaces de soportargrandes cargas, de hacer frente a las dimensiones de los acontecimientos, bienque no a su peso. Quedar despedazados de ese modo fue el destino de Nietzsche,al que hoyes de buen tono lapidar. Despus de un terremoto la gente golpea alos sismgrafos. Pero si no queremos. contamos en el nmero de los primiti-vos, no podemos hacer expiar a los barmetros por los tifones.

    Poe, Melville, Tocqueville, Dostoievski, Burckhardt, Nietzsche,Rimbaud,Conrad, a todos ellos se los encontrar conjurados con frecuencia enestas pginas como augures de las profundidades del Maelstrom a que hemosdescendido. La catstrofe fue prevista en todos sus detalles. Pero a menudo lostextos eran jeroglficos; hay as obras para las cuales no hemos madurado hastahoy como lectores. Se asemejan a transparencias cuyos letreros son desveladospor el resplandor del mundo del fuego." (Rad., Prlogo, 11.)

    "Mi autora en la Segunda Guerra Mundial se limita a estos seis diarios,si excepto uria correspondencia muy abundante y algunos escritos menores.Uno de stos es. mi tratado La paz, cuya prehistoria va entretejida con la parteparisina de estas anotaciones. Seguramente las fechas podrn corregir varioserrores, como el que asevera que ese llamamiento es fruto de la derrota. Hoyes

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    preciso contar, desde luego, con la interpretacin ms vulgar y a menudotambin con la ms insidiosa. En mi trabajo he nadado siempre contra lacorriente, jams he seguido la estela de ninguna de las fuerzas dominantes; astambin en este caso. Antes bien, por el contrario, la planificacin de eseescrito coincide con la mxima extensin del frente alemn. Su finalidad espuramente personal; deba servir a mi propia formacin, en cierto modo comoentrenamiento en la justicia.

    La inminencia de la catstrofe me puso en contacto con los hombresque planificaron el temible riesgo de abatir al coloso antes de que, acompaa-do de un squito infinito, encontrase su meta en el abismo. No era slo que yoenjuiciase de modo diferente la situacin, si bien me senta hecho de 'unasubstancia diferente de la de ellos, si excepto a espritus amigos de la musascomo Hans Speidel y Heinrich von Stlpnagel. Pero ante todo yo estabaconvencido de que, sin un Sila, todo ataque a la democracia plebiscitariaconducira necesariamente a un reforzamiento ulterior de 10 inferior; yeso fuetambin 10 que ocurri y lo que sigue ocurriendo.

    Hay, sin embargo, ocasiones en las que no es lcito prestar atencin alxito; entonces se est desde luego fuera de la poltica. Tambin de aquelloshombres es vlido eso, y de ah que ganasen moralmente donde fracasaronhistricamente. Su sacrificio es de aquellos que no son coronados por lavictoria, pero s por la poesa. Consider un honor el contribuir a aquellaaccin con mis medios, y fue en aquel contexto donde mi escrito tom laforma de un llamamiento a la juventud de Europa. Entretanto mi escritoinfluy tambin en el pequeo grupo de hombres que estaban aguardando laconsigna. As fue como lo ley Rommel antes de enviar su ultimtum. La balacertera que lo alcanz e11? de julio de 1944 en la carretera de Livaroth priv alplan de los nicos hombros a que caba confiar el temible peso de la guerraexterior y de la guerra civil; del nico hombre que posea ingenuidad suficientepara dar la rplica a la temible simplicidad de los que iban a ser atacados. Fueun presagio inequvoco. En aquellos das aprend ms cosas que con la lecturade bibliotecas enteras de historia, incluso ms cosas que con la lectura deShakespeare, en cuyo Coriolano me refugiaba a menudo. Slo breves alusio-nes a esto se encontrarn en estas pginas, pues su misin no es poltica, sinopedaggica, autodidctica en un sentido superior: el autor permite al lector quecomparta su evolucin. Tambin me estar permitido decir que ya entoncesme hallaba cansado del caleidoscopio histrico-poltico y que no aguardabaninguna mejora de su pura inversin. Dentro del ser humano es donde esmenester que se desarrolle un nuevo fruto, no en los sistemas." (Rad., Prlo-go.)

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    "Siempre he sido sensible a las desgracias; mas, para mi desdicha, a lasque no estn de moda. A m me parece, sin embargo, que esto, el no estar demoda, es uno de los atributos por los que es posible reconocer las desgraciasautnticas." (Rad., 14 de junio de 1940.)

    "Si cierro los ojos diviso a veces u~ paisaje oscuro donde hay piedras,acantilados y montaas al borde de la infinitud. En el fondo, junto a la orilla deun mar de color negro, me reconozco a m mismo, una minscula figurilladibujada con tiza. Ese es mi puesto avanzado, muy cerca de la nada; all abajo,junto al abismo, combato por m." (Rad., 9 de julio de 1942.)

    "La dsinvolture es una especie de naturaleza superior, el movimientoespontneo del hombre libre dentro del atavo que le viene de la naturaleza. Laencuentras en los juegos, los torneos, la caza, los banquetes, y en los camposde batalla, donde presta a las armas su fulgor. Pero debe estar acompaada porla souplesse, la flexibilidad. La palabra viene del provenzal: supplex es el quedobla, flexiona la rodilla. Puedes saber que posees dsinvolture cuando loshombres te juzgan digno. de su trato; que posees flexibilidad, cuando lasmujeres te honran con su afecto." (Helipolis, 113.)

    Escritura

    "Entonces no podemos participar del llamado de Spengler a la nuevageneracin: 'dedicarse a la tcnica en vez de la lrica, a la marina en vez de lapintura, a la poltica en vez de la crtica del conocimiento' . Por cierto, antes denuestro impulso debemos despojarnos de lo superfluo. Todos hemos debidohacerlo con mayor o menor voluntad. Pero el poema pertenece a la esencia delhombre, no a su equipaje. Permanece como una identificacin, su seal, susanto y sea." (Zeitmauer, 15.)

    "'Pero en el interior s est hecho' [Goethe]. Una frase para meditar,llena de significado. Existe una realizacin de nuestras acciones en el absoluto,un complemento que es siempre independiente del xito o del fracaso. Esorepresenta un gran consuelo. Nuestras acciones son comparables a disparosque estuviesen animados de una fuerza duplicada. Por un lado, son comoflechas disparadas por el arco de la vida; esas flechas estn sujetas al azar, a lafuerza de la gravedad, al viento. Dan en el blanco o fallan; no est en nuestrasmanos determinar la trayectoria que siguen. Pero a la vez la cuerda, al estartensada tambin por fuerzas de amor, lanza la flecha hacia lo que est encima

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    de lo real, en una trayectoria recta, que alcanza su meta en lo invisible. Haysiempre un segundo destinatario de nuestras palabras, de nuestros actos, denuestros pensamientos.

    Escr}bimos una carta a uno de nuestros allegados y la llevamos alcorreo. En el instante en que la echamos al buzn pensamos en el destinatarioy .nos invade la duda, la preocupacin, de si llegar. Cuando reina el caos,esta preocupacin es muy grande. Y, sin embargo, resulta consolador el pen-samiento de que, llegue o no llegue a su destino, la carta la hemos escrito.Sentimos que eso ha introducido una modificacin en el mundo. Es un sacri-ficio que hemos ofrecido aunque nadie la lea. Pues 'en el interior est hecho' .

    Algo parecido ocurre con nuestra preocupacin por los ausentes. Lospensamientos giran en tomo a los guerreros, a los desaparecidos, a los prisio-neros. Tal yez no nos lleguen nunca noticias de ellos, tal vez hasta varios aosms tarde no nos enteremos de que cayeron en la guerra. Y nunca parecerms fuerte el soplo de lo absurdo que cuando nos es preciso reconocer queestuvimos angustindonos por una persona convertida en podredumbre hacaya mucho tiempo. Pensbamos en ella como si estuviera viva. Hay algomaravilloso sin embargo en ese 'como si'. Deberamos pensar en cada muertocomo si estuviera vivo, y en cada vivo como si estuviera ya separado por lamuerte. As nuestros deseos apuntan ms alto, a la persona invulnerable. Y sitensamos bien el arco, experimentaremos el instante maravilloso en que nosllega la respuesta. Pues en el interior ya est hecho." (Rad., 2 de diciembre de1948.)

    "El ingreso al arsenal interior del lenguaje slo les es posible a algunaspersonas, a la inversa (del desempeo) de trabajos lgicos, como en la fsica,en donde son tiles la divisin del trabajo y el empleo de medios matemticoso incluso maquinales. Desde siempre esta ha sido la diferencia fundamentalentre la obra banasica y la de las musas." (Rivarol, 29.)

    "No me puedo imaginar un da sin lectura, y a menudo me pregunto sino debiera haber vivido como lector. El mundo de los libros sera entonces elverdadero, frente al cual la experiencia slo sera la comprobacin esperada; yesta esperanza sera siempre desengaada. Esto se debe originar en que losautores tratan los asuntos en un orden superior, y que se imprime mejor que eltejido de las casualidades biogrficas. Slo vemos el reverso del gobelino. Porello me encuentro mejor en una buena novela que en mi propia biografa."(Halley,37.)

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    "-Nadie puede saber lo que dentro de cincuenta aos escribir alguiensobre esta conversacin nuestra.

    Desde luego eso es verdad, pero no es posible cambiarlo; nuestraspalabras son proyectiles que lanzamos. No podemos saber sobre quin irn acaer detrs del muro de los aos. Yeso ocurre de manera especial en lascercanas de los grandes individuos; stos ,actan como lnlparas en la oscuri-dad del olvido." (Rad., 25 de junio de 1943.)

    "A eso hay que decir: 10 digno de veneracin no es el lenguaje, sino 10inexpresable. Lo que hay que venerar no son las iglesias, sino lo invisible quevive en ellas. A eso es lo que el autor se acerca con palabras, sin alcanzarlojams. La meta del autor queda allende la lengua, sta no la aprehende nunca..El autor lleva con palabras a lo silencioso. Las palabras son su herramienta y 10que hay que aguardar es que la mantenga en orden, que se ejercite en ellas sincesar. El autor no debera dejar pasar una sola slaba de la que no estuviesecontento, pero tampoco debera figurarse nunca que posee maestra. Siempreha de estar descontento consigo mismo." (Rad., 14 de diciembre de 1944.)

    "Dos son los mtodos para dispersar la concentracin de los espritusen tomo al punto cero. Cabe limitarse a dar a conocer las reglas racionales dela navegacin que conducen fuera de la zona de los hielos, o bien cabe dar aesos espritus una imagen de la abundancia que reina en las latitudes meridio-nales. En este ltimo caso es preciso exhibir frutos. Entre ellos est el poema.La palabra trae muestras de Nuevos Mundos, perfumes y semillas de islasdesfonocidas. En este sentido el poema posee una mitad proftica, que est encorrespondencia con su mitad etimolgica. No slo tiene fuerza histrica,tambin tiene fuerza creadora. De ah que uno de los indicios de la catstrofesea la extincin de los poetas." (Rad., 16 de septiembre de 1945.)

    "Tambin nos atormentaba una idea propia de quienes. trabajaban enuna obra del espritu. Habamos consagrado algunos aos al estudio de lasplantas, no ahorrando en ello esfuerzo ni molestias. Con sumo agrado, adems,habamos sacrificado en ella parte de nuestra herencia paterna. Habamosllegado a la hora de recoger los primeros frutos. Adems, estaban las cartas, losescritos, las colecciones y los herbarios, los dietarios de los aos de guerra y deviajes, y. sobre todo los materiales referentes al lenguaje, que habamos idocoleccionando como si se tratara de mil pequeas piedras de un bien diseadomosaico. nicamente habamos publicado una pequea parte de aquellos ma-nuscritos, pueshermano Othn sostena que componer msica para sordos esun mal oficio. Vivamos en tiempos en que el autor est condenado a la

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    soledad. Y, sin embargo, pese a tal circunstancia, nos hubiera agradado veralgunas pginas impresas, y ello no por razones de gloria, que entre las formasde la ilusin cuenta 10 que un instante, sino porque 10 impreso lleva el sello delo inmutable, cuyo aspecto incluso alegra el corazn del solitario. Pues nuestramarcha es ms cmoda y soportable cuando todo queda en orden." (Acantila-dos, 97-98.)

    "En el grado supremo del orden, los rayos csmicos y los rayos terrena-les se hallan de tal manera entretejidos que sbitamente resplandecen diseosllenos de sentido. Es una seal de que la vida de los seres humanos, la vida delos pueblos se ha logrado. Smbolos de tales diseos son las flores; de ah lapalabra cultura, cultivo, y de ah el papel que las flores desempean en lasparbolas. Y de ahtambin el hondo y a menudo conmovedor anhelo de obrasde arte sentido por el pueblo. Ese anhelo tiene una razn de ser, pues vastosterritorios pueden cristalizar si se logran diseos llenos de sentido, aunque susuperficie no sea mayor que la palma de la mano. As las cosas, ni siquiera elcarcter masivo de la marcha hacia abajo puede causar angustia. Hay en laobra de arte una gigantesca fuerza de orientacin." (Rad., Prlogo.)

    "Andr Gide opina en su Diario que Goethe contribuy ms a lafelicidad de los dems relatando su vida feliz, que si hubiera empleado su vidaen luchar contra la miseria de aqullos. Un importante pensamiento que fuecuestionado muchas veces y que en nuestra poca cae en un terreno especial-mente desfavorable. El hombre de las Musas, que sacrifica su vida a la obra,no puede menos que estar de acuerdo con Gide. El autor no se plantea a smismo el problema en trminos morales, sociales o hedonsticos. Para l puedeser tan imperativo y necesario, y tambin ms fructfero, exponer la propiadesdicha y no la propia felicidad. Esto forma parte del amor por lo ms lejanoy produce efectos hasta en esferas desconocidas y pocas alejadas. Boeciosigue an consolando desde su calabozo." (Autor, 75.)

    "Un autor tiene siempre una accin poltica. Incluso si se mueve enregiones templadas por la suavidad de la amistad, como Rousseau, su influen-cia puede ser enorme: va hasta los septembristas. Sin embargo, prefiero laposicih y la actitud de San Antonio. Creo que era en El Cairo: vea pasarconstantemente ,ante s a cristianos llevados al martirio. l no protest, peromostr sus cartas. Cuando un autor se descubre en su sustancia, sin tratar deejercer una influencia por un esfuerzo de voluntad, esto puede producir reper-cusiones ms importantes que si se lanzara a una repercusin poltica. Y lascorrientes intelectuales son con frecuencia muy diversas, muy contradictorias.

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    Digo gustosamente que prefiero dibujar una carta geogrfica antes que hacer elpapel de poste indicador [en referencia a Sobre los acantilados de mnnolJ.[...] Efectivamente [puse en tela de juicio al nazismo]; pero al mismo tiempoyo haba sido interpelado por la musa, si lo puedo decir as: la situacinpoltica haba alcanzado su punto de concentracin potica y, en consecuencia,es por eso que la obra ha -tomado un al~ance poltico. Pero la significacin.poltica no basta: es necesario volver a la serpiente, a los perros, a los detentoresdel poder, a los mrtires tales como el prncipe Sunmyra, que encama unaespecie de presentimiento del Conde Stauffenberg. Todos los datos polticosson efmeros, pero lo demonaco, lo titnico, lo mtico que se disimula detrs,se conserva constante y guarda un valor inmutable: los Acantilados conservanhoy todo su sentido en otras regiones que no son aquellas en que vivimos."(Conversaciones, 79.)

    "El buen autor, como el buen mariscal de campo, tiene siempre algo dereserva: no se entrega por completo, no se compromete enteramente con lapoca y sus poderes; tampoco percibe todas las ventajas ni admite cualquierrecompensa." (Autor, 16.)

    Trascendencia

    "Las personas estn separadas de la trascendencia, la trascendencia sepierde. Pero cuando alguien conserva todava de una manera cualquiera estarelacin con la trascendencia, est 'en ltima instancia' al abrigo de la angus-tia. Puede tener la sensacin de una participacin, puede decirse que pasancosas terribles; pero detrs de ellas despunta una gran luz." (Conversaciones,.116.)

    "Tiene razn Herclito: nadie cruza dos veces el mismo ro. Lo que enese cambio hay de misterioso es que responde a modificaciones en nuestrointerior: somos nosotros los que nos formamos en el mundo, y 10 que nosotrosvivimos no est sujeto al azar. Es nuestro estado .interior el .que atrae yselecciona las cosas: el mundo es como lo hemos creado nosotros. Cada unode nosotros es capaz, por tanto, de transformar el mundo; se es el enormesignificado que le ha sido conferido al ser humano. Y de ah que sea tambintan importante el que trabajemos en nosotros." (Rad., 23 de junio de 1940.)

    "Cuando alguien est cercado y no le queda salida ninguna, debe darsea conocer como un navo de guerra que iza su bandera." (Rad., 23 de noviem-bre de 1941.)

  • "Es preciso que el opus alcance un nivel en el que se tome superfluopor cuanto transparenta etemidad.A medida que el opus se acerca a la bellezams alta, a la verdad ms honda, va ganando tambin rango invisible; y elpensamiento de que perecer en cuanto obra de arte, en sus smbolos fugaces,es un pensamiento que causa cada vez menos dolor. Lo mismo cabe decir de lavida en general. Es preciso que en ella alct;lncemos un nivel en que se seaposible realizar de un modo fcil, osmtico, el trnsito; un nivel en que la vidamerezca la muerte." (Rad., 10 de marzo de 1942.)

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    "Lo que el ser humano preserva con tanta ansiedad es 10 mejor y 10peor de s. Aunque mediante la confesin se quite. de encima el peso de 10malo, 10 mejor de s 10 reserva nicamente para Dios. Las cosas nobles, buenasy santas que hay en nosotros, quedan lejos de la esfera social; esas cosas no soncomunicables. [...] La significacin enorme, tambin salutfera, de la oracinconsiste en que abre por un instante los pliegues del corazn, hacindolosaccesibles a la luz. Sobre todo en nuestras latitudes nrdicas es la oracin 10que proporciona al ser humano la nica puerta que conduce a la verdad, a lasinceridad total, sin reservas. Sin la oracin resulta imposible al ser humano notener dobleces, no albergar cmaras oscuras, incluso en sus relaciones con losseres ms prximos y queridos; la educacin 10 hara callar donde no leimpusiera silencio la prudencia." (Rad., 2 de octubre de 1942.)

    "Medida en su resultado final, no en los diversos puntos de su recorri-do, la suma de la vida da una magnitud fija, a saber: la efigie del destino que senos ha asignado y que, visto temporalmente, aparece compuesto de innumera-bles puntos casuales. Vistos metafsicamente, tales puntos no existen en lacarrera de nuestra vida, como tampoco existen en la trayectoria de una flecha.Despus, la solucin teolgica de ese laberinto dada por espritus excelsoscomo Boecio. El azar permanecer impotente mientras sigamos nuestro desti-no; 10 que a nosotros nos gua es la confianza en la Providencia.. Si perdemosesa virtud, entonces el azar queda liberado y nos invade como un ejrcito demicrobios. De ah tambin la oracin como regulativo, como fuerza que noshace invulnerables. El azar permanece cristalizado, calculable." (Rad., 7 demarzo de 1944.)

    "Hay en la vida la cadena de la causa y el efecto; en esa cadena no haydiscontinuidad. La causa es lo posterior. Pero hay tambin la cadena de laprofeca y el cumplimiento; aqu es el cumplimiento el que pone la profeca,que es 10 primero. Este segundo entrelazamiento es ms profundo y se presentaen un orden temporal invertido. De ah tambin que la impresin que nos deja

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    sea ms significativa y se apodere de nosotros de manera misteriosa. A vecesnos percatamos de que en nuestra vida han sido profticos un acto, un encuen-tro, una palabra. Eso puede arrojar luz sobre un pasado lejano, como si sedorasen los eslabones de la cadena de hierro. Lo feo puede presentarse comomolde, el dolor como sacrificio, el azar como necesario. En las grandes horasdel destino puede llegar a ser proftico ~odo aquello que alguna vez fue. Eltraje del destino se vuelve magnfico; el azar ha causado efectos en la tela deque est hecho. El Gran Medioda arroja una luz sin sombra. Entonces quedaborrada la culpa. Saltan los .cerrojos y los prisioneros quedan libres. As estambin cmo la hora de la muerte marca el punto en que la vida se convierteen profeca. La luz es la otra cara, la luz que procede del cumplimiento dasentido a la vida. Ahora refulge de repente 10 que en ella era ms hondo que lacausa y el efecto.

    En recuerdo de Harry vonJeisen, que ayer sufri un accidente morta1."(Rad., 10 de abril de 1948.)

    "Y, sin embargo, todo 10 exquisito es una ddiva del azar, y 10 mejor dela vida es siempre gratuito. A decir verdad, se necesitaba tener un espritu tanimparcial y libre como el del hermano Othn para poder crear una armonasemejante a la que reinaba entre nosotros. Hermano Othn tena por principiotratar a las personas que se le acercaban como si stas fueran inestimablestesoros descubiertos a 10 largo de un viaje. Por otra parte, gustaba llamaroptimates a los hombres, con 10 que daba a entender que todos forman laaristocracia natural de este mundo y que cada uno de ellos, por otra parte, puedehacernos un gran bien. Conceba a los hombres como depositarios de algomaravilloso y a todos les dispensaba un trato principesco." (Acantilados, 29.)

    "Y al seguir el ejemplo de Linneo tuvimos la sospecha. de que unprofundo orden gobierna la vida de la Naturaleza; pues el hombre siente lanecesidad de imitar con su dbil espritu el milagro de la creacin, de la misma

    . manera que el pjaro siente la necesidad de construir su nido. Y 10 que concreces recompensaba nuestros esfuerzos era el tener la certeza de que el ordeny la ley incluso estn presentes en 10 que nosotros llamamos desorden y azar.Cuanto ms ascendemos, ms nos acercamos al misterio que el polvo oculta.As, la confusa imagen de los horizontes se ampla y perfila con cada paso quedamos hacia la cspide de la montaa, y, al llegar a cierta altura, en cualquierlugar que. estemos, nos sentimos rodeados por un anillo pursimo que es comola alianza de la eternidad." (Acantilados, 35-36.)

    "Cuando vemos a alguien hacer algopor ltima vez, aunque sea tanslo comer un trozo de pan, esta accin adquiere una prodigiosa profundidad.

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    Asistimos a la transfonnacin de lo efmero en sacramental. Barruntamos lostiempos en los que esta visin era adems la de cada da." (Eumeswil, 120.)

    "Una comparacin al respecto. Cuando en la playa buscamos valvas yconchas de caracol nos asombran los espirales y las ondulaciones, las estraslongitudinales y transversales~ Pareciera que el mar; con sus flujos y reflujos,con sus remolinos y sus giros, se ha dibujado en ellas y las ha configurado.Han sido sacadas a la luz por la rompiente y sern desmenuzadas por ella o sedesharn en polvo sobre la costa. El espritu de las aguas las ha desplegado conmagnficas ilustraciones y volver a introducirse en ellas. Y sin embargo no seha eternizado en ellas nada, pero s ha acontecido algo en el margen de laeternidad. En el seno de la creacin tiene que existir una memoria o un instintoque recuerda el origen y anhela retornar a l. Es as como el espritu esconvocado a la creacin. Esto es una plegaria." (Autor, 110-111.)

    "El mundo es milagroso en su totalidad, por eso no hay que esperarmilagros de las plegarias; stas tendran ms bien que confinnar con gratitud elmilagro." (Autor, 117.)

    Muerte

    "La valoracin de la muertees el ms fuerte indicio no slo de ladiferenciacin del individuo sino tambin de los pueblos y eras ntegras."(Autor, 136.)

    "Eternamente idntica pennanece, en cambio, la distancia absoluta quenos separa de la muerte. Basta un paso para recorrerla; y si estamos decididos aosar ese paso, entonces todas las dems cosas fonnan parte del mundo de larepresentacin ode la tentacin. Las imgenes con que las cosas nos salen alencuentro en ese camino son reflejos de nuestra debilidad --embian con lostiempos en que hemos nacido-." (Rad., 6 de junio de 1940.)

    "En el marco de mi trabajo sobre la lucha entre l ejrcito y el PartidoNazi por lograr el predominio en Francia estoy traduciendo las cartas dedespedida de los rehenes franceses que fueron fusilados en Nantes. Esas cartashan cado en nUs manos junto con las actas y quiero ponerlas a buen recaudo,pues de lo contrario tal vez se perderan. Su lectura me ha reconfortado. En elinstante en que se le anuncia la muerte, el ser humano parece sustraerse de lavoluntad ciega y darse cuenta de que el amor es la ms ntima de las relacio-

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    nes. Adems del amor, quiz la muerte es la nica benefactora que hay en estemundo." (Rad., 8 de diciembre de 1941.)

    "En las cartas de los rehenes franceses fusilados, que estoy traduciendocomo documentos para tiempos futuros, me llama la atencin el hecho de quelas dos palabras ms frecuentes sean 'cor~je' y 'amor'. Quizs aparezca toda-va ms veces la palabra 'adis'. Parece que en esas situaciones el ser humanonota en su corazn una capacidad de bendecir y una sobreabundancia deriquezas y comprende que el papel que le es propio es el de la vctimasacrificada, el de dispensador de dones." (Rad., 10 de diciembre de 1941.)

    "La lectura del citado expediente me ha emocionado por una raznespecial. Yo aad a mi descripcin de los hechos la traduccin de las cartas delas vctimas de Nantes que, inmediatamente antes de morir, se despiden de susallegados. Esas cartas reflejan la grandeza que el ser humano adquiere cuandoha dicho adis a la voluntad, cuando ha abandonado las esperanzas. Entoncesse elevan unas seales diferentes. Se pierde el miedo y el odio; aparece la.imagen pura del ser humano. El mundo de los asesinos, de los vengadoresfuriosos, de las masas y de los procnsules ciegos se hunde en las tinieblas;una gran luz lanza por anticipado sus destellos." (Rad., 24 de septiembre de1945.)

    "Pero lo ms maravilloso del mundo es ese contacto que se estableceentre el oscuro cetro y un ser tocado por l. Es algo que no admite parangncon el nacimiento, el cual no es sino el brote de una vida que ya nos esconocida. La vida est en la muerte como una pequea isla verde en el oscuromar. La ciencia verdadera consiste en sc:>ndear ese mar, aunque slo sea en losbordes y en los sitios donde rompen las mareas; nada ms que banalidades sonla fsica y la tcnica cuando se las compara con esa ciencia." (Rad., 19 de juliode 1942.)

    "Desde el principio haban existido dos clases de honores fnebres, delos cuales el ms usual era el elegeion. El elegeion era la ofrenda que sededicaba a una vida que haba discurrido honestamente entre la amargura y laalegra, tal como nos est acordado a nosotros los humanos. Se celebraba en untono de queja, pero era aqulla una queja llena de serenidad, de tal suerte queel corazn se reconfortaba de sus tristezas. Pero tambin exista el ebumunl,reservado en la antigedad a los vencedores de aquellos monstruos que fre-.cuentaban los pantanos y' los desfiladeros. El ebumum clsico deba tenerlugar entre una grandiosa alegra, y deba terminar con la admiratio, durante la

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    cual un guila negra sala de una jaula, que. alguien rompa al efecto, y seremontaba hacia las alturas. A medida que los tiempos fueron perdiendo suantigua rudeza, se fue tributando el eburnum a aquellos a quienes se llamabaacrecentadores u optimates. El pueblo siempre haba sabido por instinto qui-nes eran stos, si bien las imgenes de los antepasados fueron alternndose altiempo quela vida se fue haciendo ms refinada." (Acantilados, 59-60.)

    "Por la tarde en el cementerio de pere-Lachaise. [...] En estas grandesnecrpolis la cultura se hace visible como unidad, se hace visible en ese supoder sosegado, que est allende las luchas. Los muertos han regresado a sufondo materno y ahora son inatacables; los hombres, en vez de seguircombatindose unos a otros, se suman. Vemos aqu lo que en los pueblos esindeteriorable, y que es como el espacio que queda detrs del escenario; peromientras que en stos los actores vuelven a convertirseen seres humanos, en elcementerio se reconvierten en espritu. Los muertos poderosos; cmo hapodido perderse ese conocimiento?" (Rad., 2 de agosto de 1942.)

    "En Leisnig acud enseguida al cementerio, tras haber saludado breve-mente a mis hennanos. [...] En el atad abierto, colocado sobre un.alto catafalco,vestido de frac, mi padre, en una gran lejana, solemne. [...] Alegra de encon-trarlo todava antes de que me lo ocultase la tierra. Pensamiento: 'Estardndose cuenta ahora de esta visita ma?' Toqu su brazo, que haba adelgaza-do mucho, toqu su fra mano; como para descongelarla, una lgrima caysobre ella. Qu significado tiene ese silencio enorme que rodea a los muer-tos?" (Rad., 21 de enero de 1943.)

    "En el Raphael un acceso de tristeza ha vuelto a despertarme. Soncosas que vienen como la lluvia o la nieve. Se me ha hecho clara la distanciaenonne que a los seres humanos nos separa, una distancia que cabe medirprecisamente si.pensamos en las personas que nos son ms queridas, que mscerca nos quedan. Estamos separados unos de otros, igual que las estrellas, porprofundidades infinitas. Pero las cosas sern diferentes despus de la muerte.Lo hermoso de la muerte es eso, que al extinguir la luz corporal eliminatambin esa distancia. Estaremos en el cielo. [...]El combate de la vida, lacarga de la individualidad. Frente a eso, lo indiferenciado, con sus remolinoscada vez ms hondos. [...] Finalmente lamuerte: ella derriba las paredes queseparan a los individuos. La muerte ser el instante en que se nos otorgar eldon supremo, Evangelio de San Mateo, XXII, 30. Slo ms all de la muerte,slo ms all del tiempo han atado su nudo mstico todos nuestros vnculosautnticos. Cuando la luz se extinga nos convertiremos en videntes." (Rad., 22de febrero de 1942.)

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    "Cierto que el padre Lampros sonrea al decir que tambin existensarcfagos para el espritu. La hora del aniquilamiento era, al contrario, la horade la Vida. As, claro est, poda hablar un sacerdote que se senta atrado porla muerte como por los l~janos caracteres sobre cuyos ~orbellinos se posa elarco iris. Pero nosotros estbamos en la plenitud de la vida y sentamos grannecesidad de aferrarnos a los signos que l,os ojos del cuerpo distinguen con

    .claridad." (Acantilados, 100.)

    "Cuando los seres humanos combaten en niveles espirituales incorpo-ran la muerte a su estrategia. Adquieren as una especie de invulnerabilidad; deah que los asuste poco el pensamiento de que el enemigo procura privarles delcuerpo. En cambio, tiene suma importancia el que la muerte ocurra de maneraadecuada, en un combate que brille como un smbolo y en el que ellosaparezcan erguidos como buenos testigos. A veces, esos hombres despiertantal vez la impresin de que retroceden ante la muerte; en eso se asemejan, sinembargo, al general que retrasa el dar la seal de ataque hasta que la hora espropicia. Hay diferentes modos de alcanzar la victoria.

    El enemigo intuye esto a su manera obtusa, y de ah su clera terrible,devastadora, en los sitios donde le sale al encuentro el espritu autntico. Deah tambin sus esfuerzos por abatirlo en combates de las lneas avanzadas, porsobornarlo, por atraerlo a caminos errados. En esos combates hay instantes enlos que queda completamente borrado lo casual, lo histrico de la enemistad, ylo que resalta es aquello por lo que se lucha en nuestra Tierra desde elprincipio. Entonces se invierten de una manera extraa los papeles y pareceque el miedo pasa a estar en el lado del agresor -parece que ste trata portodos los medios de sobornar a su vctima, de hacerla desistir de.la muerte, esamuerte que l habr necesariamente de causarle-. Un triunfo horrendo semezcla entonces a la carnicera. Hay en la historia situaciones en que los sereshumanos empuan la muerte como un bastn de mando. Eso es lo que ocurreen el proceso contra los Templarios, cuando, inesperadamente, el Gran Maestrepone al descubierto la verdadera relacin existente entre l y lesjueces, comoun navo que deja caer su camuflaje y se ofrece con sus banderas y caones a laasombrada mirada del enemigo. El Gran Maestre fue quemado aquella mismatarde y ya por la noche hubo que poner guardias en el lugar de.la pira para queel pueblo no se llevase reliquias. Hasta. el polvo causa angustia a los tiranos;tambin l ha de desaparecer." (Rad., 2 de noviembre de 1941.)

    Catstrofe

    "Cuando la marea de la destruccin empez a subir hacia los acantila-dos de mrmol, despert en nosotros el recuerdo de nuestra poca mauritana y

  • "En todo momento existe un fin de mundo, ya que cada vez que muereun hombre, se termina el mundo con cada uno de los otros hombres. En otrostiempos se conoca mejor el horror de este trnsito abrumador." (Mxima-mnima, 42s.)

    sopesamos las posibilidades de la fuerza. Los distintos poderes de la Marinaestaban tOdava tan equilibrados'que unas fuerzas mnimas podan hacer incli-nar la balanza hacia uno u otro lado, pues mientras las ligas de los clanes sedestrozaban mutuamente y en tanto que la posicin de Biedenhom y de susmercenarios continuara siendo dudosa, el Gran Guardabosque no dispona msque de un reducido personal. De acuerdo con Belovar y su clan, pensamosperseguir de noche a los cazadores y colgar en las encrucijadas el laceradocadver de todos aquellos que cayeran en nuestras redes, para de esta manerahablar a los bergantes de los pueblos en un lenguaje que pudieran entender.Estos proyectos causaron al viejo tal delicia que, como en el juego amoroso,hizo que su machete saltara de la vaina, y nos apremi a preparar los arpones ya poner a dieta a los perros hasta que el olor a sangre les hiciera arrastrar la rojalengua por el suelo. Y entonces tambin nosotros sentimos cmo la fuerza delinstinto nos atravesaba como si fuera un relnlpago.

    Sin embargo, cuando en la biblioteca o en el herbario examinamos lasituacin ms a fondo, determinamos no resistir ms que por la fuerza delespritu. Despus de Alta-Plana cremos haber averiguado que existen armasms fuertes que aquellasque cortan y atraviesan. Pero a veces volvamos comonios a aquel mundo primitivo en que el miedo es algo todopoderoso. Enton-ces todava ignorbamos el inmenso poder de que el hombre es depositario.

    A este respecto, nos fue de gran provecho el trato con el Padre Lampros.Sin duda, nuestro impulso hubiera sido tomar una resolucin de acuerdo con elespritu que nos animaba cuando regresbamos a la Marina, y en tal circuns-tancia de nuestra vida la ayuda de un tercero nos fue muy necesaria. Lavecindad del buen maestro nos hace ver cul es en realidad nuestra profundavoluntad y nos hace capaces de ser nosotros mismos. Por esto la imagen delnoble modelo tiene semejante .vida en nuestro corazn, y en ella presentimostodo aquello que nosotros somos capaces de realizar.

    Entonces comenz para nosotros una poca extraa en la Marina.Mientras el crimen prosperaba en el pas lo mismo que crece el moho en elbosque podrido, nos absorbimos profundamente, cada vez ms, ~en el misteriode las flores, y sus clices nos parecan ms grandes y ms radiantes quenunca. Pero sobre todo proseguamos nuestros estudios sobre el lenguaje, puesen la palabra reconocamos la espada mgica cuyo brillo hace palidecer elpoder de los tiranos. Palabra, espritu y libertad son tres aspectos y una mismay .sola cosa." (Acantilados, 91-92-93.)

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    "No se debe mirar al pesimismp como contradictor del optimismo. Lacatstrofe est rodeada de corriente pesimista, especialmente de un pesimismode la cultura. Como en Burckhardt, el pesimismo puede expresarse como ascoante lo que se ve venir; la mirada se dirige entonces a imgenes ms hermosasaunque ya periclitadas. Entonces hay inversiones hacia el optimismo, enBernanos por ejemplo; la luz resplandece de pronto cuando todo haba oscure-cido. Precisamente la absoluta superioridad del enemigo habla contra l. Final--mente existe .el pesimismo que aunque sabe que el nivel se ha hundido,tambin cree que la grandeza es posible en un nivel inferior, especialmente enla persistencia que entrega un premio al mantenerse en una posicin perdida.En esto radica el mrito de Spengler." (Linie, 250.)

    "Los claros vestidos que solan llevar los parsiseran irreconocibles:slo los'kostis mantenan su albura. La mayora de las personas estaban de pie,pero haba otras tendidas en el suelo, luchando por respirar. Carecan de agua ypodan verse algunas agotadas, heridas, incluso mujeres con los dolores delparto. Entre ellas se movan los centinelas de la milicia popular jurando ygritando como posesos. De aquella multitud brotaba el dolor como una cega-dora irradiacin. Lo que ms profundamente impresion a Lucius era el hechode .que, al otro lado de la valla de alambre, la otra multitud humana rea yalborotaba ignorndolo todo. Aquella fina reja, casi invisible, separaba el gozoy el sufrimiento como la luz y las tinieblas. As resuenan, sin ser odos, sobre ladesierta playa, los desgarradores gritos de los nufragos cuando un buquedesaparece bajo las olas." (Helipolis, 276-277.)

    "La destruccin invade a veces los cuerpos agotados a travs de heridasque el hombre sano apenas nota. Nadie advirti los primeros sntomas. Cuandocorrieron rumores de tmulo, pareci que en la Campaa se reavivaba el viejo-espritu de venganza, pero en seguida se supo que aquellos actos de violenciaestaban ensombrecidos por unos rasgos tan nuevos como inslitos. Se fueperdiendo el fondo de honor brbaro que hasta entonces haba atenuado laviolencia, y no qued ms que el simple crimen. Se tuvo la impresin de queentre los clanes aliados se haban introducido espas y agentes de los bosques,que trataban de ponerlos al servicio de extraos intereses. De esta maneraperdieron las antiguas formas su sentido. Desde siempre, por ejemplo, cuandoen un cruce de caminos se encontraba un cadver con la lengua rajada por unpual,. se saba que un traidor haba sucumbido a manos de vengadoresapostados en su.camino. Tambin despus de la guerra de Alta-Plana podanencontrarse muertos que llevaran tales marcas; pero cada cual saba que setrataba seguramente de vctin:tas d la pura cru~ldad. [...]

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    Pero, ms que todo esto, se daba una circunstancia que revelaba laextrema gravedad del peligro: todos esos crmenes que soliviantaban al pas yque clamaban justicia, no eran vengados por nadie y nicamente en voz baja sehablaba de ellos, hasta tal punto que se hizo evidente la debilidad frente a laanarqua. A decir verdad, desde el comienzo mismo de la anarqua se enviaroncomisarios escoltados por destacamentos ~ados; pero stos encontraron laCampaa en plena revuelta, y no fue posible entablar ninguna negociacin.Luego, para obrar de una manera radical, se precis que, ante todo, conforme ala Constitucin, se convocara a los diferentes estamentos sociales, pues enpases como la Marina, donde el derecho est asentado sobre una larga histo-ria, la gente no gusta abandonar las vas jurdicas.

    Se vio entonces que las gentes de la Campaa estaban representadas enla Marina, pues los ciudadanos que haban regresado a la capital conservabanuna clientela de pastores o bien se haban afiliado a las ligas de los clanesmediante un juramento de sangre.. Y tambin esas bandas estaban afectadaspor el funesto cambio, sobre todo aquellas que habitaban los lugares donde elorden amenazaba mayor ruina.

    Prosperaron muchos abogados, que defendan la injusticia ante lostribunales, y las ligas instalaron sus cubiles en las pequeas tabernas portua-rias. Y junto a las mesas de aquellos cuchitriles pudieron verse los mismosrostros cerca de los fuegos de las estepas [...]. El desorden slo poda ganar silos hijos de los notables y los jvenes que crean llegada la hora de una nuevalibertad, tomaban parte en la agitacin. Y esa gente se agrupaba junto a .losintelectuales que comenzaban a adoptar las canciones de los pastores, quehasta entonces nicamente las nodrizas procedentes de la Campaa habanmurmurado [...].

    Tal gente adquiri la costumbre de desacreditar el cultivo de la vid y eltrigo y de situar el asilo de la autntica moral ancestral en el salvaje pas de lospastores. Sabido es que las ideas propias de los inspirados son casi siempre unpoco oscuras y vagas, y uno hubiera podido rer acerca de todo ello si no sehubiera llegado al abierto sacrilegio, lo cual a todo hombre que no hubieraperdido la razn le tena que parecer absolutamente insensato." (Acantilados,53-56.)

    Nihilismo

    "La crtica nihilista, la seguridad instintiva en la negacin de los mode-los, junto a la ingenua carencia de directrices propias: estos son sntomas frentea los cuales no son suficientes juicios de valor como aquellos de las analogashistricas." (Mxima-mnima, 21.)

  • JOAQUN FERMANDOIS 497

    "[...] desconocedores de las lenguas antiguas, del mito griego, delderecho romano, de la Biblia y la tica cristiana, de los moralistas franceses, dela metafsica alemana, de la poesa del mundo entero. Enanos en la vidaverdadera, gigantones de la tcnica -por ello, tambin, colosos de la crtica,de la destruccin, en la cual consiste su misin, que ellos ignoran-. De unaclaridad y precisin nada comunes en todo~ los asuntos mecnicos; deformes,atrofiados, confusos en todo lo concerniente a la belleza y el amor. Titanes deun solo ojo, espritus de las tinieblas, negadores y enemigos clp todas lasfuerzas creadoras--esos hombres podran sumar sus esfuerzos durante millo-nes de aos sin dejar tras de s una obra que pesase lo que una brizna de hierba,lo que un grano de trigo, lo que el ala de un mosquito-. Alejados del poema,del vino, de los sueos, de los juegos, y prendidos irremisiblemente en lasredes de las falsas enseanzas impartidas por engredos maestrillos de escuela.Pero tienen una misin que cumplir." (Roo., 22 de septiembre de 1945.)

    "Entretanto se ha demostrado que el nihilismo puede annonizarconvastos sistemas de orden; esto es incluso la regla donde est activo y despliegapoder. El orden le, es un sustrato favorable; lo convierte en una de sus. metas. Elnico presupuesto es que el orden sea abstracto e inteligente; aqu pertenece enprimera lnea el Estado organizado, con burocracia y aparato. Esto sobre todoen un momento en que las ideas conductoras han perdido relacin o se hanseparado de su nomos y ethos, a pesar de que en la superficie continenviviendo con destacada visibilidad. [...] Se muestra claramente que el orden no'slo le es cmodo al nihilismo, sino que le pertenece a su estilo. [...] En estesentido el caos no es necesario para el nihilista; no es un lugar del que elnihilista dependa. An menos le place la anarqua. Disolvera la estricta se~cuencia en la cual l se mueve. Esto vale para la ebriedad. Incluso en loslugares donde el nihilismo ha mostrado sus rasgos ms siniestros, como en losgrandes centros de exterminacin fsica, domina hasta el final la sobriedad yun orden riguroso." (Linie, 256-258.)

    "En estos sntomas llama la atencin a primera vista las caractersticasprincipales que.se .pueden sealar, como aquella de la reduccin. El mundonihilista es un mundo reducido, y que sigue reducindose, como. necesaria-mente corresponde al movimiento hacia el punto cero. Su sensacin funda-mentales la de la reduccin y el de estar siendo reducido... El hombre se sientecomo un explotado en muchas de sus vinculaciones, y no slo en lo econmi-co. La reduccin puede ser espacial, intelectual o espirituah puede alcanzar labelleza, lo bueno, lo verdadero, la economa, la salud, la poltica; slo quefinalmente siempre ser percibida como evanescencia. Esto no excluye que en

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    muchos aspectos est vinculada con un creciente desarrollo de las fuerzas ycon la eficacia. Lo vemos sobre todo en la simplificacin de la teora cientfica.Ella corta las fachadas por medio de la renuncia a las dimensiones. Elloconduce a una cadena de conclusiones, como se deja estudiar muy bien en eldarwinismo. Una caracterstica del pensamiento nihilista es la inclinacin adefinir al mundo ---con sus mltiples y entrelazadas tendencias- con unapelativo. Este recurso llega a dejar perplejo, aunque slo por un momento. Sele aprende ya que su dialctica constituye el mejor medio para desmontar alenemigo que .se ha. quedado sin reservas. Entonces la vctima adquiere elmtodo. En esto se fundamenta la bastedad intelectual de la reaccin. Llega aser inevitable en ciertas fases del desarrollo nihilista; en lo esencial es unamarca de la reduccin." (Linie, 265s.)

    "Por lo que a Braquemart concierne hay que decir que estaba profunda-mente marcado con los rasgos del ltimo nihilismo. Le caracterizaba unainteligencia fra y sin races, as como una fuerte propensin a la utopa. A susojos, como a los de todos sus semejantes, la vida era un mecanismo derelojera, y consideraba que la violencia yel terror eran las fuerzas motrices delreloj de la vida. Al mismo tiempo se recreaba con la idea de una segunda yartificial naturaleza y se embriagaba con el perfume de las flores artificiales,as como con los placeres de una sensualidad intelectual. En su corazn, lacreacin haba sido muerta y reconstruida luego como un juguete. Flores dehielo crecan en su frente. Al verle tena uno que pensar en las profundaspalabras de su maestro: 'El desierto crece; desgraciado de aquel que lleva ens los desiertos!'.

    Y, sin embargo, nosotros no dejbamos de tener cierta simpata porBraquemart, y ello no era a causa de su corazn y su valenta, pues cuanto mscerca est el hombre del mineral, ms se aminora el mrito que proviene de lafalta de 'miedo. Lo que nos inclinaba hacia su ser era ms bien un sutilsufrimiento, la amargura del hombre que ha perdido la felicidad. Por esotrataba de vengarse del mundo como un chiquillo que en su vano enfurecimientodestruyera un parterre de mil flores, y, sin cuidar de s mismo, con fra audacia,penetraba en los laberintos del espanto. As, cuando hemos perdido el sentidode.la patria, buscamos los mundos lejanos que nos ofrece la aventura.

    l quera que su pensamiento se dibujara segn la realidad, y sostenaque el pensamiento debe poder mostrar dientes y garras. Pero sus teoras eransemejantes a un producto destilado que no hubiera conservado la verdaderafuerza vital; le faltaba el precioso ingrediente de lo superfiuo, que da gusto atodos los manjares. Sus planes eran ridos, aunque exentos de cualquier errorde lgica..y as, desapareca la belleza del. sonido de la campana por una

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    invisible grieta. Ello era debido a que, en l, el poder viva excesivamente en elpensamiento y demasiado poco en la grandeza y en la innata dsinvolture.Desde este punto de vista, el Gran Guardabosque le era superior, pues para steel poder era como una vieja chaqueta de caza, tanto ms cmoda cuanto msmanchada de barro y sangre. As, pues, yo tena la impresin de que Braquemartestaba a punto de emprender una mala aventura, pues en tales casos lostericos siempre han sido vencidos por los prcticos." (Acantilados, 127-129.)

    "Vimos que de libre arbitrio slo se puede hablar de una. pequeacumbre. Pero justamente aqu s.e decide qu lo que es irrenunciable en latransfiguracin, qu es lo que no debe ser sacrificado. Mientras en este aspectotodava domine alguna duda, y mientras stas no sean a su vez dominadas, nosencontraremos todava en medio de la fase nihilista, a este lado de la lnea."(ZeitrnO,uer, 227.)

    Diagnstico sobre historia y cultura

    "La interpretacin mecnica del progreso es la ms simple, y por elloes la.que ms se ha impuesto, tal como Darwin frente a Cuvier yLamarck.Mas no hay. progreso que no est duplicado por un retroceso. Dicho de otramanera: la suma de las fuerzas en el universo permanece constante."(Anniiher