JUSTICIAJUSTICIA - franciscanos-santiago.org

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El compromiso franciscano por la justicia ha de conducirnos hacia los más débiles y olvidados de la sociedad. Para ayudarles a recuperar su dignidad de hijos de Dios. Cada vez más la humanidad anhela y aspira a la paz y se alberga la esperanza de que la humanidad pueda vivir en paz. Como franciscanos creemos que ese sueño es posible desde la construcción del Reino proclamado por Jesús de Nazaret. El Dios de Israel se revela después del destierro en Babilonia como el Dios de la Paz, y se profetiza en la figura del Siervo sufriente, un modelo en el que la violencia no es respondida con violencia. Cristo es la concreción más visible de esta opción no violenta. Jesús se pone al lado de las víctimas e inocentes y ante esta realidad intolerable, Jesús no reacciona desde la violencia y el poder, sino desde la misericordia y la paz cargando sobre sí la miseria del mundo, corriendo la misma suerte de los pobres. San francisco a través del seguimiento de Jesús pobre y crucificado, victima inocente, pone todo su empeño en anunciar la Buena Nueva del Reino, como única esperanza de paz, fraternidad y misericordia. Un sueño hecho realidad en la mesa compartida, donde los primeros y principales comensales son los pobres. Desde esa mesa compartida es desde donde se hace realidad la paz y la justicia que la humanidad necesita para superar la división criminal entre opresores y oprimidos. Francisco asume esta misión de Jesús a favor de la paz y la justicia, adoptando una postura de pequeñez y minoridad. Los franciscanos estamos llamados a trabajar por la unidad esencial de la humanidad, la igualdad de todos los pueblos, la necesidad de que todos los países y organizaciones se unan en una sola familia que busque el bien para todos, la paz de las naciones. JUSTICIA JUSTICIA Conscientes, además, de los atroces peligros que amenazan al género humano denuncien con firmeza los hermanos toda clase de acción bélica y toda carrera de armamentos como azote gravísimo para el mundo y sumamente perjudicial para los pobres, sin escatimar trabajos y sufrimientos por la edificación del Reino del Dios de la paz(Constituciones G. de los Franciscanos 69.2) Conscientes, además, de los atroces peligros que amenazan al género humano denuncien con firmeza los hermanos toda clase de acción bélica y toda carrera de armamentos como azote gravísimo para el mundo y sumamente perjudicial para los pobres, sin escatimar trabajos y sufrimientos por la edificación del Reino del Dios de la paz(Constituciones G. de los Franciscanos 69.2) JUSTICIA, PAZ, INTEGRIDAD DE LA CREACIÓN La justicia es un valor bíblico y evangélico y franciscano. El fundamento del compromiso franciscano por la justicia surge de la esencia misma de la fe en el Dios bíblico. Un Dios justo, que defiende a los pobres, libera a los oprimidos, escucha el clamor de los indefensos e integra a los excluidos. Este sentido de justicia unido a la defensa de la causa de los pobres indefensos, del oprimido y excluido resume el mensaje de Jesús. Es por eso que el trabajo por la justicia, no es algo opcional para los franciscanos, sino que más bien es el lugar propicio donde los franciscanos podemos hacer la experiencia del Dios liberador que actúa y salva en la historia y que nos llama a colaborar con él. San Francisco vivió y predicó esta opción por la justicia de un modo muy claro. Desde una situación de privilegio en una sociedad basada en el egoísmo de unos pocos y en la injusticia; se sitúa en la periferia, junto a los pobres y los leprosos, y en el centro del Evangelio: el seguimiento de Cristo Siervo. Ambos aspectos fueron a la par en su conversión, en su vida y en su proyecto. La ecología, tan de moda en nuestros días, tuvo a su primer y más fiel defensor en San Francisco de Asís. Él nos enseñó lo importante que es el respeto a la vida que ha venido de Dios mismo. Toda la historia del Antiguo Testamento expresa especial sensibilidad por una experiencia de Dios, como el Señor que salva o da vida, protege y resguarda la existencia. Su mano está presente en los seres, la naturaleza y los elementos. A Jesús se le considera el Señor de todo lo creado por que Él es el origen y la meta de toda la creación. Él tiene la soberanía sobre todo el universo. Francisco desarrolló, merced a la mediación de la naturaleza, una comunicación íntima y directa con el Señor ' Jesucristo. Francisco se siente en medio del universo y la vida, navegando en un mar de omnipotencia y cuidado. Esto se expresa muy especialmente en su "Cántico de las Criaturas" donde manifiesta una visión de la naturaleza y del hombre en proceso de desarrollo hacia la serena armonía de la reconciliación universal. El legado ecologista de San Francisco consiste en enseñarnos que debemos repensar nuestro lugar en el orden creado, de modo que el bienestar humano está integrado en el bienestar de todas las cosas. Para él, era vital entender la relación entre la humanidad y toda la creación. La visión franciscana ayuda a ver la vida como un gran regalo. Ecología es para el franciscano realizar la hermosa vocación cristiana de edificar el Reino de Dios en las realidades de este mundo, ordenándolas según Dios. Como quiera que una gran parte de la Humanidad se halla sometida a la indigencia, a la injustica y a la opresión, dedíquense los hermanos juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a instaurar una sociedad de justicia de liberación y de paz, en Cristo Resucitado, y, ponderadas atentamente las causas de cada situación, participen en las iniciativas de caridad, de justicia y de solidaridad internacional(Constituciones Generales de los Franciscanos, 96,2) Como quiera que una gran parte de la Humanidad se halla sometida a la indigencia, a la injustica y a la opresión, dedíquense los hermanos juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a instaurar una sociedad de justicia de liberación y de paz, en Cristo Resucitado, y, ponderadas atentamente las causas de cada situación, participen en las iniciativas de caridad, de justicia y de solidaridad internacional(Constituciones Generales de los Franciscanos, 96,2) INTEGRIDAD DE LA CREACION INTEGRIDAD DE LA CREACION PAZ PAZ

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El compromiso franciscano por la justicia ha de

conducirnos hacia los más débiles y olvidados de la sociedad.

Para ayudarles a recuperar su dignidad de hijos de Dios.

Cada vez más la humanidad anhela y aspira a la paz y

se alberga la esperanza de que la humanidad pueda vivir en paz.

Como franciscanos creemos que ese sueño es posible desde la

construcción del Reino proclamado por Jesús de Nazaret.

El Dios de Israel se revela después del destierro en

Babilonia como el Dios de la Paz, y se profetiza en la figura del

Siervo sufriente, un modelo en el que la violencia no es

respondida con violencia.

Cristo es la concreción más visible de esta opción no

violenta. Jesús se pone al lado de las víctimas e inocentes y ante

esta realidad intolerable, Jesús no reacciona desde la violencia y

el poder, sino desde la misericordia y la paz cargando sobre sí la

miseria del mundo, corriendo la misma suerte de los pobres.

San francisco a través del seguimiento de Jesús

pobre y crucificado, victima inocente, pone todo su empeño en

anunciar la Buena Nueva del Reino, como única esperanza de

paz, fraternidad y misericordia. Un sueño hecho realidad en la

mesa compartida, donde los primeros y principales comensales

son los pobres. Desde esa mesa compartida es desde donde se

hace realidad la paz y la justicia que la humanidad necesita para

superar la división criminal entre opresores y oprimidos.

Francisco asume esta misión de Jesús a favor de la paz y la

justicia, adoptando una postura de pequeñez y minoridad.

Los franciscanos estamos llamados a

trabajar por la unidad esencial de la

humanidad, la igualdad de todos los

pueblos, la necesidad de que todos

los países y organizaciones se unan en

una sola familia que busque el bien para

todos, la paz de las naciones.

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“Conscientes, además, de los atroces peligros

que amenazan al género humano

denuncien con firmeza los hermanos toda clase

de acción bélica y toda carrera de armamentos

como azote gravísimo para el mundo

y sumamente perjudicial para los pobres,

sin escatimar trabajos y sufrimientos

por la edificación del Reino del Dios de la paz”

(Constituciones G. de los Franciscanos 69.2)

“Conscientes, además, de los atroces peligros

que amenazan al género humano

denuncien con firmeza los hermanos toda clase

de acción bélica y toda carrera de armamentos

como azote gravísimo para el mundo

y sumamente perjudicial para los pobres,

sin escatimar trabajos y sufrimientos

por la edificación del Reino del Dios de la paz”

(Constituciones G. de los Franciscanos 69.2)

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La justicia es un valor bíblico y evangélico y

franciscano. El fundamento del compromiso franciscano por la

justicia surge de la esencia misma de la fe en el Dios bíblico. Un

Dios justo, que defiende a los pobres, libera a los oprimidos,

escucha el clamor de los indefensos e integra a los excluidos.

Este sentido de justicia unido a la defensa de la causa

de los pobres indefensos, del oprimido y excluido resume el

mensaje de Jesús. Es por eso que el trabajo por la justicia, no es

algo opcional para los franciscanos, sino que más bien es el

lugar propicio donde los franciscanos podemos hacer la

experiencia del Dios liberador que actúa y salva en la historia y

que nos llama a colaborar con él.

San Francisco vivió y predicó esta opción por la justicia

de un modo muy claro. Desde una situación de privilegio en una

sociedad basada en el egoísmo de unos pocos y en la injusticia;

se sitúa en la periferia, junto a los pobres y los leprosos, y en el

centro del Evangelio: el seguimiento de Cristo Siervo. Ambos

aspectos fueron a la par en su conversión, en su vida y en su

proyecto.

La ecología, tan de moda en nuestros días, tuvo a

su primer y más fiel defensor en San Francisco de

Asís. Él nos enseñó lo importante que es el

respeto a la vida que ha venido de Dios mismo.

Toda la historia del Antiguo Testamento

expresa especial sensibilidad por una experiencia

de Dios, como el Señor que salva o da vida,

protege y resguarda la existencia. Su mano está

presente en los seres, la naturaleza y los

elementos.

A Jesús se le considera el Señor de todo

lo creado por que Él es el origen y la meta de toda

la creación. Él tiene la soberanía sobre todo el

universo.

Francisco desarrolló, merced a la

mediación de la naturaleza, una comunicación

íntima y directa con el “Señor”' Jesucristo.

Francisco se siente en medio del universo y la

vida, navegando en un mar de omnipotencia y

cuidado. Esto se expresa muy especialmente en

su "Cántico de las Criaturas" donde manifiesta

una visión de la naturaleza y del hombre en

proceso de desarrollo hacia la serena armonía de

la reconciliación universal.

El legado ecologista de San Francisco

consiste en enseñarnos que debemos repensar

nuestro lugar en el orden creado, de modo que el

bienestar humano está integrado en el bienestar

de todas las cosas. Para él, era vital entender la

relación entre la humanidad y toda la creación. La

visión franciscana ayuda a ver la vida como un

gran regalo. Ecología es para el franciscano

realizar la hermosa vocación cristiana de edificar

el Reino de Dios en las realidades de este mundo,

ordenándolas según Dios.

“Como quiera que una gran parte de la Humanidad

se halla sometida a la indigencia,

a la injustica y a la opresión, dedíquense los hermanos

juntamente con todos los hombres de buena voluntad,

a instaurar una sociedad de justicia

de liberación y de paz, en Cristo Resucitado, y,

ponderadas atentamente las causas de cada situación,

participen en las iniciativas de caridad, de justicia

y de solidaridad internacional”

(Constituciones Generales de los Franciscanos, 96,2)

“Como quiera que una gran parte de la Humanidad

se halla sometida a la indigencia,

a la injustica y a la opresión, dedíquense los hermanos

juntamente con todos los hombres de buena voluntad,

a instaurar una sociedad de justicia

de liberación y de paz, en Cristo Resucitado, y,

ponderadas atentamente las causas de cada situación,

participen en las iniciativas de caridad, de justicia

y de solidaridad internacional”

(Constituciones Generales de los Franciscanos, 96,2)

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