Kenneth Robeson - Doc Savage 30, El cráter fantasma

97
El cráter fantasma Kenneth Robeson http://www.librodot.com  

Transcript of Kenneth Robeson - Doc Savage 30, El cráter fantasma

  • El crter fantasma Kenneth Robeson

    http://www.librodot.com

  • Doc Savage/30

  • CAPTULO I EL MISTERIO DEL HARPOON

    El hombre tena slo un brazo. Por consiguiente, para cargar el revlver, tena que agacharse y asir el can entre las rodillas mientras meta cartuchos nuevos en el cilindro. El arma haba estado cargada ya; pero estaba cambiando los cartuchos por miedo a que se hubieran mojado, al parecer. El aire de la noche estaba cargado de una bruma que calaba. Estaba muy oscuro all, junto a las muelles de Nueva York. El manco haba estado merodeando por los alrededores furtivamente. Apenas haba hecho ruido. Una vez, ms de cinco minutos antes, asust a un gato que estaba escarbando en un cubo de basura; pero eso haba hecho un ruido muy ligero nada ms. -Demonios!-dijo el hombre, entre dientes-. Quieren matar a cerca de veinte de nosotros! Mascull algo ininteligible y acab diciendo: -Maldita sea su estampa! Bien saben que no recurrir a la Justicia en busca de proteccin! El hablar entre dientes fue una equivocacin. A unos seis metros escasos de distancia, el segundo merodeador lo oy. Este otro tena dos brazos bien rellenos de msculos y su rostro se distingua, principalmente, por la falta de espacio entre los ojos y, el exagerado tamao de su mandbula. El hombre llevaba un trozo de cable de acero, de sesenta centmetros de longitud, envuelto en cinta aisladora. Era un instrumento que poda matar a un hombre. El de la maza aguard. El manco avanzaba directamente hacia l. En la parte superior de la ciudad, un tren de Elevado pas en direccin Sur. All en el puerto, son la campana de una boya. Por encima de sus cabezas rugi el trueno; pero no se vio relmpago alguno. El hombre del cable de acero alz su arma. Sac la lengua, como si estuviese a punto de pegar fuerte. El trueno volvi a rugir, haciendo un ruido como si rebotara de nube en nube, hasta que, entre los almacenes prximos al muelle, dejaba ecos parecidos a los de un enorme barril de metal. Gruesas gotas de lluvia empezaron a caer sobre los cantos del arroyo. Eran muy fras. El hombre del cable retir la lengua, respir hondamente, y volvi a sacarla, preparndose para descargar el golpe mortal. Recibi una sorpresa. Son un ruido delante de l. Tambin se percibi un sonido semejante al que produce un escape de aire en un neumtico. El hombre del cable salt hacia delante. Sac una lmpara del bolsillo. Crey que el manco haba cado. Quera aprovechar la coyuntura. La lmpara de bolsillo proyect un cono blanco. El hombre emiti un gruido. Intent detenerse, resbal sobre el hmedo empedrado, cay de espaldas y las gruesas gotas de lluvia le mojaron la cara.

  • Se volvi, se levant y, sin volver la cabeza, ech a correr. Se haba dejado la lmpara de bolsillo atrs. Segua encendida y tirada de tal forma, que la luz le enfocaba a l. Llevaba impermeable de marino y suter. Corra alocado, dando grandes saltos y no mir hacia atrs mientras se hall dentro del campo iluminado por la lmpara de bolsillo. Haba visto una aparicin. La aparicin era enorme y negra, brillante por la lluvia, y estaba inclinada sobre el cuerpo yacente del manco. ste, en realidad, no estaba tendido del todo. Cabeza y hombros estaban alzados, porque la fabulosa figura negra le tena cogido por el cuello. Un instante despus se oy el ruido de algo que arrastraba y el gorgoteo de un charco, como si hubieran arrastrado algo por l. El almacn ms cercano se hallaba a una veintena de metros. Rechin una tabla del suelo en su interior. Las grandes gotas de lluvia caan como cosas slidas sobre el tejado del almacn. Volvi a sonar el trueno. El tren elevado traquete hacia la parte baja de la ciudad. Dentro del almacn apareci un haz de luz del grueso de un lpiz. Lo proyectaba evidentemente una lmpara de bolsillo. Fue iluminando, poco a poco, todo el cuerpo del manco. El hombre estaba atado ya con tiras de ese cordn fuerte, alquitranado, que usan los marineros. Tena sujetos tobillos y muecas, atados unos a otras por detrs, de forma que le fuera imposible rodar. Le haban metido una esponja en la boca, a modo de mordaza, sujetndolo con un alambre, para que no pudiera deshacerse de ella. El manco haba cambiado de una forma sorprendente. Tena dos brazos ya. Era evidente que haba llevado uno de ellos al costado por medio de una faja de lona. sta le haba sido arrancada. El delgado haz luminoso recorri la faja, tirada en el suelo. La luz ilumin varias veces el brazo que haba estado sujeto debajo de la chaqueta de tal suerte que resultara casi invisible. Era como si la cuestin del brazo fuera un misterio que requiriera solucin. La lmpara de bolsillo no proyectaba luz suficiente para que se viera la gigantesca aparicin negra que estaba haciendo el examen. Apagse la luz. El rechinar de una tabla fue el nico ruido que se oy al marcharse la negra figura. No haba durado mucho aquello. Aun se oa el ruido del tren elevado. Un odo muy agudo hubiera podido percibir an el ruido de los pasos del hombre del cable de acero que hua, de no haber estado lloviendo. El hombre del cable de acero haba experimentado de pronto una fuerte antipata hacia el nico punto iluminado que se vea por los muelles. Era ste una solitaria bombilla elctrica, protegida por una jaula de alambre, que brillaba sobre la plancha que conduca, a travs de una escotilla abierta en un costado, al interior de un barco. El hombre cruz la plancha sin aminorar la marcha. Se detuvo en seco contra el can de una escopeta corta. -Dnde est el incendio?-gru una voz, detrs de la escopeta. El hombre del cable de acero, en lugar de contestar pregunt a su vez:

  • -Dnde est el capitn Wapp? -Has visto un fantasma?-ri el de la escopeta. -Dnde est el capitn Wapp?-aull el primero. -En su camarote-respondi el otro echndose a un lado-. Qu pasa? El otro sigui corriendo, sin contestar. El capitn Wapp tena que pasar de lado por ms de una puerta de su barco. Era muy ancho. Pero nunca se vea obligado a agacharse, ni siquiera para pasar por las bajas puertas de las mamparas en el fondo de la nave. El hombre ms bajo de su tripulacin era ms alto que l por una cabeza. Su cinturn era una cuerda de algodn que en otros tiempos haba sido blanca. Tal vez no le habra sido posible encontrar un cinturn de cuero lo bastante largo. La cuerda en cuestin se abrochaba por medio de un cierre de oro, incrustado de diamantes y de un tamao bastante regular. Se estaba limpiando las uas con una navaja grande. Cuando la puerta se abri con violencia, torci la navaja de forma que la empuadura apuntara hacia la puerta. El mango de aquella navaja era una de esas armas novedad que disparan un cartucho del calibre 22. -Mucha prisa trae-dijo, secamente. El recin llegado aun llevaba el cable de acero forrado de cinta aisladora. -Aqu ocurre algo muy raro!-exclam. El capitn Wapp desmont distradamente el mecanismo de disparar de la empuadura de la navaja. ste hizo un leve chasquido. -Mal asunto es se-gru,-cunteme qu pasa lo ms aprisa posible. El otro sujet su cable maza con las dos manos y habl atropelladamente. -Estaba montando guardia sobre cubierta como me orden usted, comprende?-dijo-. De pronto vi a un hombre que se alzaba entre m y una luz lejana-alz el cable-maza-. Me prepar para sacudirle, comprende?, porque sus movimientos parecan bastante sospechosos. -Obr usted bien-dijo el capitn. -Slo que no lo hice-observ el otro-. No tuve ocasin de zumbarle al tipo se con mi acariciados favorito. Le enganch otra cosa. Pareci despertarse el inters del capitn Wapp. -Otra cosa?-inquiri. -No pareca nada humano-gru el hombre-. Era grande y negro. Y que me ahorquen si hizo el menor ruido. No era ninguno de los hombres de Braski. Guardaron silencio. La campana de la boya taa lentamente en el puerto. El trueno ruga incesantemente, sonando, amortiguando, en el camarote. En la plancha de desembarque se hallaba estacionado el centinela con su rifle. Estaba muy alerta e intrigado. De vez en cuando miraba por encima del hombro, como si esperase que viniese alguien procedente del camarote del capitn Wapp y le dijese lo que ocurra. Los truenos se sucedan unos a otros. Un relmpago ilumin todo el firmamento por el Sudoeste. El resplandor permiti ver las mojadas planchas del muelle, los charcos, las gruesas gotas de lluvia. Tambin ilumin dbilmente al centinela, de forma que se le vea claramente desde el muelle; pero l no se dio cuenta de eso.

  • -Maldita sea la estampa de ese cerdo de Braski!-murmur el centinela-. Maldito sea Hezemiah Law, su Crter Fantasma y todo el asunto. Tenemos que matar a la mar de gente, por aadidura. Frunci el entrecejo, alz el rifle, y suspir. -Pero, qu rayos!, Un milln de dlares es un milln de dlares!-agreg-. Y no es de despreciar una parte de ellos. Estaba tan absorto en sus pensamientos y en su monlogo, que cuando una voz grit detrs de l: Eh, usted! Mire hacia ac un momento!, sufri un sobresalto. Volvindose, mir en direccin al interior del barco. La voz haba sonado extraa y muy dbil. -Qu quiere?-gru. La voz dbil y extraa volvi a orse. -Mire con atencin-deca. El centinela esforz la mirada. No pudo ver a nadie. Le pareci raro. Era raro, en efecto, pero no tanto que no fuese susceptible de explicacin. El hombre saba muy poco del arte del ventrlocuo. Por consiguiente, ni so siquiera que aquella voz proceda del muelle y no del interior del barco. Tampoco saba que el autor de la engaosa llamada-una forma gigantesca vestida de negro-estaba deslizndose silenciosamente plancha arriba. El primer aviso que tuvo del peligro que le amenazaba fue el sentir la mano que le asa por el cuello. Intent gritar. Sus cuerdas vocales se negaron a funcionar. Procur disparar el rifle; pero, cosa rara, el arma se le escap de entre los dedos y fue recogida por el hombre de negro antes de que pudiese hacer ruido sobre cubierta. El centinela intent ver las facciones de su adversario. Tambin fracas en ello. El enorme hombre estaba envuelto de pies a cabeza en una tela negra, seguramente seda que pareca impermeable. Empez a experimentar una dejadez misteriosa. Pareca ser producto de la terrible presin ejercida sobre un punto especial de su cuello. Al principio, la presin haba resultado dolorosa; pero ya no le produca ms que una especie de cosquilleo. El cuerpo del centinela pareci quedarse dormido. Vea, pero no poda mover un solo msculo. Sus ojos, incluso, slo podan mirar lo que tena inmediatamente delante, porque careca de fuerzas para hacerlos girar en sus rbitas. El fantstico gigante negro dej al centinela tendido completamente impotente y se dirigi al interior del barco. El rayo de luz, de una delgadez increble, emitido por su lmpara de bolsillo se vea a intervalos, movindose de un lado a otro. Descans sobre un salvavidas que alguien deba haber bajado de cubierta. El salvavidas llevaba el nombre del barco: Harpoon. En su camarote del Harpoon el capitn Wapp amartill y desamartill, distrado, el mecanismo de su navaja. -Alguien ha estado rondando por aqu-dijo lentamente-. Apostara a que se trata de un enviado de Braski. El hombre del cable de acero sacudi su arma. Se golpe con ella una pierna.

  • -No se preocupa usted bastante, capitn-se quej-. Eran dos. Tal vez uno de ellos fuera enviado de Braski, es cierto. Esperbamos que Braski intentara algo. Pero... quin era el otro? -El otro? Un polica tal vez. -No; no hay policas mancos. Y... cundo se ha visto que un polica trabaje como trabajaba aquel tipo de negro? -Me temo que este asunto va a darme muchos dolores de cabeza-dijo Wapp. -Escuche-gru el otro-; por qu no podemos largarnos de aqu? Vayamos al Crter Fantasma y acabemos de una vez. El capitn movi negativamente la cabeza. -Es demasiado peligroso. -Se refiere a la mujer? Wapp volvi a negar con la cabeza. -No; la mujer se la puede uno quitar del paso sin dificultad. Se trata de Oliverio Orman Braski. El otro se dio dos golpes en la pierna con su original arma. -Braski sabe lo bastante para dar que hacer?-pregunt. -Podra echarlo todo a perder. Y lo hara. -Hndale-sugiri el otro-. Chfele los sesos y djele tirado en un callejn. Rayos! Tenemos que matar a cerca de veinte personas, de todas formas! El capitn exhal un profundo suspiro. -Durante una semana entera hemos estado intentando hacer eso precisamente-dijo-. Y... qu hemos adelantado? El hombre del cable-maza frunci el entrecejo con inquietud. -Cree usted que el viejo Hezemiah Law huele algo?-inquiri, con ansiedad. -Law es un hombre muy listo. Pero no creo que lo sea bastante. El otro volvi a fruncir el entrecejo. -Bueno-dijo-; tenemos que manejar este asunto con mucho cuidado. Tratndose de un milln de dlares, tal vez... -Es algo ms que eso-le interrumpi Wapp-. Por lo que yo he visto, ese Crter Fantasma contena lo bastante para que cada uno de mis tripulantes pudiera recibir por lo menos... Son un disparo en el pasillo. Un hombre solt una maldicin y luego empez a gritar alarmado. El capitn Wapp corri a la puerta y la abri de un tirn. Tena la navaja pistola casi escondida en una mano. El hombre del cable de acero le pisaba los talones. No salieron al pasillo, sino que asomaron cautelosamente la cabeza. Uno de los tripulantes se hallaba en el corredor, acurrucado contra un mamparo muy rgido, sin mover una sola parte de su cuerpo salvo sus facciones, a la par que aullaba terriblemente. Tena los brazos doblados de una forma grotesca. -Ese maldito se fue a popa-gimi el hombre. E intent recoger la pistola que yaca a sus pies. Sus brazos tan extraamente doblados se negaron a funcionar. Sin salir del camarote, el capitn profiri su maldicin. -Qu dice usted?-rugi.

  • -A la puerta de su camarote-gimi el marinero-. Era negro. No tena forma. Cre que era un montn de ropa o algo as, para la lavandera. Cuando me acerqu, me ech el guante. Solt una exclamacin de dolor al intentar mover los brazos. El capitn grit: -Por dnde se fue? -Hacia popa. Ya se lo dije. El capitn Wapp dio un salto y dio a cada uno de los brazos del hombre un tirn terrible. El dolor hizo que el hombre rompiera a llorar. Pero se le enderezaron los brazos. Slo haban estado descoyuntados. -Levntese y ayude a buscarle!-orden Wapp, con brusquedad. Corrieron a popa, dando la alarma, encendiendo el excelente sistema de alumbrado de que estaba equipado el barco. No vieron a nadie. A nadie que hubiese observado algo sospechoso, salvo el centinela de la plancha, que no se hallaba en situacin de hablar. -Qu le pasa?-le pregunt Wapp. El centinela nada dijo, nada hizo, obrando como hombre vivo y, sin embargo, muerto. Ms asombrado que enfurecido Wapp se volvi a su compaero. No hizo pregunta alguna en palabras; pero el otro ley su expresin. -No s lo qu sera-dijo-. La misma cosa que se apoder del manco en tierra. Instalaron rpidamente potentes focos a lo largo de la borda, focos que, sin duda alguna, eran empleados en alta mar para trabajar de noche. Tan completa iluminacin revel la exacta naturaleza del Harpoon. Era un barco ballenero, de tipo moderno, gigantesco y panzudo, con una especie de plancha a popa por la que podan arrastrarse las ballenas hasta el interior de la nave, donde se hallaba la instalacin necesaria para el tratamiento de los cetceos. El capitn Wapp y sus compaeros, no habiendo encontrado nada, se quedaron junto a la borda, murmurando entre s, intrigados. Sin que los que se hallaban a bordo del Harpoon tuviesen conocimiento de ello, una figura siniestra y fantstica vigilaba. La figura, enorme y negra, se hallaba entre las sombras del muelle, ms all del brillo de los focos. El extrao ser haba saltado a tierra antes de que hubiera podido organizarse el registro. No permaneci mucho rato all observando. Se alej y el silencio de su marcha casi resultaba sobrenatural. Unos momentos despus, el gigante se detuvo en el lugar en que el manco o, mejor dicho, el hombre que finga serlo, haba sido atado fuertemente. El monstruo de la noche se detuvo all rgido, y son en la obscuridad a su alrededor un sonido fantstico. Era bajo y extrao, una nota musical que ninguna palabra hubiera sido capaz de describir. No era un silbido. No pareca producto de las cuerdas vocales. Tena las caractersticas de un trino. Probablemente, lo ms fantstico era que el sonido no pareca salir de un lugar determinado, sino del propio aire, como si fuera la ventrlocua nota de

  • un pjaro tropical. Lo cierto era que el sonido aquel tena una cualidad musical altamente inspiradora. Tambin era seguro que el extrao ser de las tinieblas estaba haciendo aquel ruido. Y, sin duda alguna, el trino denotaba sorpresa por un descubrimiento que acababa de hacer. El manco haba desaparecido. Los trozos de cordel alquitranado que haban servido para atarle, yacan en el suelo del almacn. El gigante de las sombras sac su lmpara de bolsillo que proyectaba el hilillo de luz infinitamente blanca. Busc. No exista seal visible alguna que revelara adnde haba ido el manco ni cmo haba logrado quedar en libertad. Despus de un rato, el oscuro titn sali del almacn y baj por una calle. Estaba muy obscura. El gigante de la noche lleg a un automvil parado. No se vea el menor rayo de luz en el coche; pero cuando abri la portezuela, se escap un raudal de luz. Era un sedan provisto de gruesas cortinas. Baado en luz, el gigante empez a cambiar su aspecto. Se quit una capa de caucho de un color negro mate, con una capucha que serva para proteger contra la lluvia y para hacerle casi invisible en la obscuridad. Se quit unos guantes negros. El que qued revelado era un individuo asombroso, un gigante, una figura herclea cuyo cuerpo pareca hecho de bronce. El sedan era grande. Sin embargo, estando el hombre a su lado, el coche no pareca grande. El desconocido no era grueso. Su cuerpo era una masa de msculos. Haba otras cosas poco corrientes en el hombre de bronce, aparte de sus caractersticas fsicas. Sus ojos, por ejemplo, eran como lagos de oro, siempre en movimiento y posedos de una cualidad magntica. Su cabello, de un matiz broncneo poco ms oscuro que su piel, era liso y se adhera a su cabeza como un gorro de metal. Se meti en el sedan. Haba dos hombres all. Uno de ellos habl: -Doc-dijo-, qu averiguaste?

    CAPTULO II LA PRISIONERA DEL HARPOON

    Doc Savage, hombre de milagros y misterio, nada replic. Era sta una costumbre singular que tena, desconcertante para los extraos, pero natural para los que conocan al hombre de bronce. Era conocido en el mundo entero. Haba hecho cosas que haban dejado boquiabierto y sobresaltado al mundo. Tambin haba hecho cosas an ms sorprendentes de las que el mundo nada saba. Era hombre de profesin tal vez nica: se dedicaba a ayudar a toda persona que se hallara en apuros. Haba sido preparado desde la infancia

  • hasta ser una asombrosa combinacin de genio mental y fuerza fsica, para su profesin. sta le llevaba, con frecuencia, de un extremo a otro del planeta. A Doc Savage le ayudaba un grupo de cinco hombres casi tan extraordinarios como l. Aquellos que se hallaban en el coche eran dos de ellos. Sin decir una palabra, el hombre de bronce sac un telegrama del bolsillo y lo despleg. Era un mensaje local. Segn las indicaciones, haba sido impuesto en Nueva York mismo. Deca: BARCO BALLENERO HARPOON PUDIERA INTERESARLE PUNTO MS VALE

    VAYA CON CUIDADO. No llevaba firma. Uno de los otros dos hombres se inclin hacia delante. Apenas tena mayor estatura de un muchacho a medio crecer; pero deba pesar ms de doscientas cincuenta libras y el vello que tena en las muecas pareca compuesto de clavos oxidados. Habl, y su voz era muy suave, casi como la de una criatura. -Investigamos ese telegrama mientras andabas t por el barco, Doc-dijo-. Parece haberlo expedido un manco. -No hay ms informacin, Monk?-inquiri Doc. -No-respondi el individuo que ms pareca un gorila que un ser humano. Monk era el teniente coronel Andrs Blodgett Mayfair, cuyos trabajos como qumico industrial eran conocidos en muchas partes del mundo. El tercer ocupante del coche se inclin hacia delante, descansando la aguda barbilla en el bastn negro que llevaba. Era hombre delgado, con la boca grande y mvil del hombre dado a la oratoria, y su traje, de etiqueta, era inmaculado. -Qu averiguaste en el Harpoon, Doc?-inquiri. -Me tropec con un manco-dijo Doc-. Pero tena dos brazos, en realidad. El hombre del bastn frunci el entrecejo. -No comprendo-asegur. -Un disfraz, Ham. Tal vez fuese el que envi ese telegrama tan raro. Tal vez no. Ham cambi la barbilla de posicin. Ham era el general de brigada Teodoro Marley Brooks, reconocido por muchos como el ms astuto abogado salido de la Universidad de Harvard. Y lo pareca. -Y el Harpoon?-inquiri. El hombre de bronce sacudi lentamente la cabeza. -Aqu se prepara algo raro-contest-. Se relaciona con un tal Braski, un hombre llamado Hezemiah Law y un lugar denominado Crter Fantasma. Parece existir algo tambin que representa unos millones de dlares. -Eso es un poco vago-observ Monk, con su voz infantil. -Todo result un poco enigmtico-asinti Doc-. Esperaba or algo ms, pero un marinero baj por el pasillo mientras yo escuchaba, y me descubri. Dnde est Johnny? -Eh?-parpade Monk. -Johnny-repiti Doc-. Dnde est?

  • -Ah!... Fue a ayudarte a investigar. Supongo que no dara contigo. Seguramente estar de vuelta muy pronto. Doc Savage se ape del coche. Sus movimientos eran rpidos, sin parecerlo. -Ms vale que investiguemos-dijo-. La cosa parece andar mal en las proximidades de ese ballenero. El hombre de bronce abri un compartimiento del coche. El automvil pareca estar equipado de numerosos escondites por el estilo. El aparato que sac se asemejaba mucho a una linterna mgica. Era evidente que su base contena una batera potente. Doc dio al interruptor. En cuanto los ojos podan apreciar, nada ocurri. No proyectaba luz. Doc enfoc al hmedo suelo con el aparato. Donde nada se haba visto anteriormente, aparecieron pequeas manchas luminosas. Medan stas unos cinco centmetros y brillaban como el fsforo. Era de observar que dondequiera que pisaban Doc y sus ayudantes, dejaban las mismas seales. Un detenido examen hubiera demostrado que el tacn de sus zapatos no era de cuero, sino de una fibra porosa impregnada de una composicin qumica. -Johnny sali en esta direccin-seal Monk. Siguieron las seales dejadas por los tacones de Johnny. Ninguno de tro hizo comentario alguno sobre el extrao fenmeno de las pisadas luminosas, porque ya estaban acostumbrados a verlas. La linterna proyectaba rayos ultravioleta o lo que ha dado en llamarse luz negra y no era tan complicada que no pudiese comprenderla con facilidad un electricista experimentado cualquiera. La composicin de los tacones era ms compleja, habiendo sido ideada por Monk el qumico maestro, en combinacin con Doc Savage. Se trataba simplemente de la mezcla de esas substancias qumicas que son fluorescentes al ser expuestas a los rayos ultravioleta, cualidad nada fuera de lo corriente, puesto que la poseen muchas substancias, la vaselina vulgar entre ellas. La distancia entre huella y huella demostraba que Johnny tena las piernas largas en extremo. El rastro conduca a la vecindad del almacn en que Doc Savage haba dejado atado al hombre que pasaba por manco. Era fcil de comprender lo ocurrido. Johnny habra odo algn ruido. Tal vez el prisionero habra golpeado el suelo con los tacones. -Conque Johnny le puso en libertad-dijo Doc, secamente. Monk ri. -Lo colorado que se va a poner Johnny! Por una vez en su vida, apuesto a que no se le ocurrir ninguna palabra kilomtrica. Johnny era Guillermo Harper Littlejohn caballero que antao ostentara la ctedra de investigacin de Ciencias naturales en una Universidad que se dedicaba ms a los conocimientos profundos que a la gimnasia y a los deportes. Era otro de los cinco ayudantes de Doc. -Veamos a dnde ha marchado-sugiri Ham. Las huellas luminosas de Johnny abundaban en torno al lugar en que haba yacido el prisionero; pero por fin se dirigan hacia una puerta lateral.

  • El barro blando del exterior aun conservaba las huellas y stas indicaban que el hombre a quien haba desatado y l se haban marchado juntos. El rastro conduca a una calleja y, en la obscuridad de sta, Doc Savage descubri trozos de cristal, as como seales de lucha en la acera de cemento. Monk recogi los trozos de cristal y los examin. -El monculo de Johnny-dijo-. Aqu es donde recibi lo que acostumbran recibir los buenos samaritanos. El falso manco le larg un zurriagazo. -Pero... dnde est Johnny?-inquiri Ham. Eso, segn result, haba de permanecer siendo un misterio. El rastro luminoso de Johnny acababa en la calleja. -Le dejaron sin conocimiento y se lo llevaron-dijo Monk. Doc Savage empez a dar rdenes. -Vosotros dos seguid buscando a Johnny-dijo-. Tened cuidado. Monk pregunt: -Qu vas a hacer t, Doc? Luego el qumico hizo una mueca de desencanto. No haba sido lo bastante rpido haciendo la pregunta. Doc Savage haba desparecido ya en la obscuridad. No se oa el menor ruido que indicara la direccin que haba seguido. Monk suspir y gru: -Intenciones me dan de traerme a mi cerdo Habeas. Es mejor que un perro sabueso. El elegante Ham respondi: -Ese puerco es intil y demasiado lo sabes t. -Maniqu picapleitos!-gru Monk indignado-. Voy a telefonear a mi laboratorio y decirle a mi secretario que me traiga a Habeas. Se pusieron a andar en la obscuridad, insultndose mutuamente en voz baja y con vehemencia, de una forma que hubiera inducido a creer a un extrao que se hallaban a punto de llegar a las manos. Ham y Monk siempre se hallaban as. Nadie recordaba haber odo a ninguno de los dos dirigirle una palabra corts al otro sin embargo, se profesaban tal cario el uno al otro como era posible profesarse entre dos hombres, habiendo cada uno de ellos arriesgado la vida varias veces en diversas ocasiones para salvar la del otro. Habeas Corpus era la mascota de Monk, un cerdo de grotesco aspecto y asombrosa inteligencia. Habeas era, tambin, el principal objeto de aversin de Ham. A pesar de discutir entre s, ambos iban muy alerta por si daban con el rastro de Johnny. Fue Monk quien oy un pequeo ruido. Par a Ham con ms violencia de lo que era absolutamente necesario. -Mico indecente..!-exclam Ham, entre dientes. -Chitn! Creo que hay alguien delante de nosotros! Una voz nueva y completamente desconocida habl en la obscuridad, a sus espaldas. -Hay alguien detrs de ustedes-dijo-. Vulvanse y vanlo! Monk y Ham giraron, volvindose, no hacia atrs, sino hacia los lados, tirndose en opuestas direcciones. Obraron con la perfecta coordinacin de hombres que se han entrenado ya en trances apurados. Su separacin se

  • basaba en el principio de que es ms difcil luchar contra dos fuegos que contra uno. Detrs de ellos, un hombre lanz una maldicin, en el preciso instante en que se encenda una lmpara de bolsillo. El que se maldijo haba tenido la intencin, evidentemente, de iluminarles con la lmpara. -Aprisa!-grit el hombre-. No dejis que se escapen! Era evidente que haba numerosos hombres en la obscuridad. Monk tropez con alguien. Descarg un formidable puetazo. Dio en algo slido. El que lo haba recibido patin sobre el suelo mojado, acabando por caer de espaldas. Al otro lado, Ham dio una vuelta a la empuadura de su bastn. Se abri ste, saliendo un estoque cuya punta estaba embadurnada de una substancia qumica compuesta por Doc, que haca perder el conocimiento inmediatamente al introducirse en una herida. Ham agit el estoque de un lado para otro. Lo hizo despacio, con el propsito de herir levemente nada ms. Un hombre carg contra Ham por detrs. El abogado intent volver la punta de su estoque, fracas y cay. El que le haba atacado rod encima de l, no hirindose contra el estoque por pura suerte. Se hallaban en una callejuela estrecha; que pareci poblarse bruscamente de sordo rumor de lucha, sordo hasta que Monk se puso a rugir y a bramar como haca siempre que se encontraba en una pelea. Pero no arm jaleo mucho rato. Sus rugidos de amortiguaron de pronto, como si alguien se le hubiese sentado encima de la cabeza. Poco despus, rein el silencio. -Atadles-dijo el hombre que haba hablado primero. Monk logr hacer una pregunta dbil por entre la mano que le tapaba la boca. -Son ustedes del Harpoon?-inquiri. El jefe de los atacantes ri con aspereza y dijo, con satisfaccin: -Hemos tenido un golpe de suerte, muchachos. Deben ser dos tripulantes del Harpoon. Sacaron unos rollos de cinta aisladora y ataron con ellas las muecas de Ham y de Monk. No se les amordaz. -Suelten un grito y le amordazaremos de una manera que no les va a gustar-les advirti el hombre. Monk intent separar las muecas. Su fuerza era enorme. Pero no logr librarse de la cinta aisladora que le rodeaba las muecas. El jefe de los desconocidos retrocedi unos pasos y la lmpara de bolsillo que llevaba en la mano acert a iluminar su propia persona. Era un hombre delgado, con pelo increblemente negro en cabeza, barbilla muecas. Sus ojos eran redondos y brillantes. A Monk le haca recordar un enorme gato negro. -S; son tripulantes del Harpoon-volvi a decir. -Por qu crees t eso, Braski?-le pregunt uno del grupo. -No nos preguntaron si ramos nosotros del Harpoon?-dijo-. Esperaban que furamos compaeros suyos. Monk gru: -Se han equivocado ustedes!

  • Braski ri. No era una risa muy agradable. -Dnde est el Crter Fantasma?-pregunt. -Ese sitio otra vez?-Monk se encogi de hombros-. No lo s; pero seguramente no me querr creer cuando se lo diga. Braski se acerc y le meti un pulgar en el ojo izquierdo a Monk. Fue un acto de verdadera crueldad y Monk se retorci y gimi mientras cuatro hombres luchaban por sujetarle. -Dnde est el Crter Fantasma?-volvi a preguntar Braski. -Maldita sea su estampa!-rugi el qumico-. No lo s! Se repiti el procedimiento con Ham. -No tengo la menor idea de lo que es el Crter Fantasma ni d dnde est!-exclam, con voz llena de angustia. -Tal vez no lo sepan-dijo un hombre. -El capitn Wapp lo sabe-dijo Braski, con sequedad-.Iremos a preguntrselo. Tenemos que quitarle del paso de todas formas. -Y la muchacha?-inquiri el hombre. -Nos apoderaremos de ella si no podemos hacerlo del capitn Wapp-gru Braski-. Estoy casi seguro de que Wapp la tiene prisionera para que no podamos encontrarla y averiguar por ella dnde est el Crter Fantasma. El otro pareci dudar e inquiri: -Cmo conseguiremos subir a bordo? Tendrn centinelas apostados por todo el ballenero. Braski volvi a rer, desagradablemente, y le dio un puntapi a Monk. -Tal vez tengan un santo y sea o algo as-dijo-. Estos dos amigos nuestros sabrn cul es. Nos ayudarn a entrar, si en algo tienen la pelleja. Monk gru: -Hermano, se est usted preparando un verdadero lo. No pertenecemos al Harpoon. Braski dijo: -No mienta! Y le dio en un ojo con el pulgar. Echaron a andar en direccin al Harpoon. El grupo pareca componerse de cerca de una docena de hombres y todos ellos iban armados. Los focos del ballenero estaban ya apagados; pero una bombilla solitaria brillaba sobre la plancha. Haba dos hombres all. No llevaban armas a la vista; pero el modo como conservaban la mano cerca del bolsillo de sus impermeables era fcil de interpretar. El grupo de Braski y los prisioneros se detuvieron en la obscuridad para discutir en asunto. Monk, encontrndose cerca de Ham, susurr: -En buen jaleo estamos metidos! Hemos de dar un santo y sea o recibir un balazo. Y no conocemos ningn santo y sea. Tal vez fuera mejor que les dijramos que pertenecemos al grupo de Doc Savage. -No!-contest Ham, con nfasis-. No han dicho una palabra que indique que saben que Doc Savage est metido en este asunto. Ms vale que callemos eso. Tal facilitemos as el trabajo de Doc. -No obstante...

  • Monk se interrumpi. Estaba pensando en las numerosas ocasiones en que el tener algo que ver con Doc Savage era equivalente a una sentencia de muerte. Doc era enemigo declarado de todos cuantos se hallaran fuera de la Ley. Braski les mir, gruendo: -De qu andan susurrando ustedes dos? -Del tiempo-respondi Monk-. Me parece que a alguien le va a llover tanto encima que va a quedar calado hasta los huesos. -Son ustedes muy listos, eh? Bueno; hagan su parte. Acrquense a esos dos centinelas y llvenos a bordo. Y si fracasan, van a ser ustedes los dos primeros en quedar tiesos de un tiro. Monk gru: -Escuche! Yo, en su lugar, no intentara eso! -Andando!-orden Braski. -Tenemos las manos atadas-le hizo ver Monk. -Eso pronto quedar arreglado-contest Braski. Cort la cinta aisladora-. Ahora, ya estn ustedes andando. Se les empuj hacia la plancha del ballenero. Monk iba el primero, nada ms que porque le haban el can de una pistola contra la espalda. La plancha vir bajo sus pies. Los dos centinelas se metieron la mano en el bolsillo. -Procure convencerlos bien!-susurr Braski, amenazador, al odo de Monk. ste ech el pecho hacia fuera, se dirigi tranquilamente hacia el primer centinela, y dijo:- Dnde est el capitn Wapp? Tenemos algo importante para l. El centinela, con gran asombro de Monk, sonri expansivamente y dijo: -Usted es el amigo del capitn, no? Hemos estado esperndole a usted y a los suyos. -Uh, uh-murmur Monk. Luego, al hacerse ms fuerte la presin de la pistola en su espalda, agreg apresuradamente:-Seguro! Somos amigos de todo el mundo! Los centinelas se echaron a un lado y uno de ellos grit por el pasillo: -Aqu estn los amigos del capitn! -Traedlos al camarote-orden una voz. Entraron en el pasillo, conducidos por uno de los centinelas. Avanzaron menos de un metro. Se oy una puerta que se cerraba de golpe delante de ellos. Otra se cerr detrs. Su gua dio media vuelta, con una pistola en la mano. -Conque creais que erais muy listos...!-rugi-. Te conocemos, Braski! Soltad esas pistolas y alzad las manos! -Qu ensalada de tiros se va a armar!-murmur Monk. Y dio un salto hacia arriba. Haba una bombilla en el techo, protegida con alambre. Monk dio en ella con ambas manos, aplastando el alambre, rompiendo la bombilla y cortndose ligeramente las manos. Era la nica luz que haba en aquel trozo de pasillo. Quedaron sumidos en profunda obscuridad. Inmediatamente se arm un jaleo ensordecedor. Dispar un revlver. Alguien solt un grito de dolor. Sonaron tiros.

  • Monk se dej caer de bruces, razonando que daran pocas balas en el suelo. Busc el tobillo de Ham. Un pi le dio de lleno en la cara. Lo asi, conoci por la pequeez del pie y por los botines que lo cubran que era Ham quien le haba dado el puntapi, y tir, retorciendo un poco el tobillo de su compaero para vengarse del puntapi. Un hombre cay sobre ellos. Monk le ech las manos al cuello, sinti que un lquido caliente le majaba las manos, y solt. El hombre aquel haba recibido un balazo en el cuello y estaba muerto ya. Monk grit unas palabras en un dialecto que hubiera resultado inteligible para una docena de hombres, a lo sumo, en el mundo civilizado. Era el idioma de los mayas, lengua que Doc y sus hombres haban aprendido en una de sus numerosas aventuras y que usaban ahora para comunicarse entre s cuando no deseaban que les comprendiese ninguna otra persona. Monk no haba hecho ms que advertir a Ham que tena la intencin de dirigirse al otro extremo del pasillo. -Y yo tambin-le contest Ham en el mismo idioma. Corrieron pegados a la pared y se reunieron al extremo del corredor. Por la cantidad de gritos y disparos, era evidente que gran nmero de los tripulantes del Harpoon haban acudido al ataque. -Dejemos que luchen entre s-propuso Monk, hablando siempre el idioma de los mayas-. Creo que estn entrando por una puerta de este lado. Quitmonos del paso. -Esa es una de las pocas buenas ideas que has tenido t en tu vida-asinti Ham. Les cost muy poco trabajo dar con la puerta. Aun reinaba la obscuridad, rasgada tan slo por los fogonazos, que no iluminaban lo bastante para que se les viera. Un marinero tropez al entrar por la puerta y cay con estrpito. Monk se agach, dirigi un golpe a la sien del hombre, dio en el suelo por equivocacin la primera vez, y luego corrigi la puntera y dej al hombre sin conocimiento. Ech fuera a Ham de un empujn y luego sali l. Se aplastaron contra un lado. -Duro con los canallas!-aullaba una voz. El que gritaba apareci un instante despus. Era un hombre tan ancho que tena que pasar de lado por las puertas de los mamparos. Monk y Ham le reconocieron por la descripcin que de l haba hecho Doc Savage: era el capitn Wapp. El pasillo estaba bastante oscuro y el capitn pas corriendo por delante de los dos ayudantes de Doc sin verlos, metindose de lleno en la pelea. -Coged a ese Braski!-bram-. Le retorceremos el pescuezo! Monk escuch el jaleo del que se haban escapado. Aullaban los hombres, repercutan los disparos y completaba la sinfona una serie de blasfemias. -Cuando se hayan rebajado un poco unos a otros, ir yo y zumbar a los dos bandos-ri Monk. El qumico no se daba cuenta de que se estaba jactando. Tal vez hubiera sido posible hacer lo que deca. Indudablemente l crea poderlo hacer. Siempre se senta s en una pelea.

  • Pero sus esperanzas no se realizaron. Braski y sus ayudantes se abrieron paso, al parecer, por el otro extremo del pasillo, porque el ruido de lucha se fue alejando con una rapidez que huan. -Les seguimos?-propuso Ham. -Rayos, no!-gru Monk-. Echemos un vistazo a esta Arca de No. Todos los tripulantes del Harpoon deban haber acudido a la pelea, porque nadie molest a Monk y Ham cuando bajaron por un pasillo y subieron una escala. No tenan la menor idea de dnde iban, ya que en su vida haban estado a bordo de barco ballenero moderno. No tardaron en encontrarse sobre cubierta. Se asomaron a la borda. Unos hombres bajaban, a todo correr, por la plancha. El capitn Wapp, debajo de la bombilla de la misma, saltaba agitando su navaja que era a la par pistola. Dio rdenes a sus hombres a voz en grito. -Braski y su cuadrilla deben haberse escapado-murmur Monk, con sentimiento. -Su intentona por averiguar el lugar en que se halla el Crter Fantasma no parece haberle llevado muy lejos, en efecto-asinti Ham, con sequedad. Monk ech a andar por cubierta. -Veamos qu suerte tenemos por aqu. Braski les haba dejado las lmparas de bolsillo y ahora hicieron uso de ellas, abriendo puertas y asomndose a las bodegas. Encontraron numerosos depsitos, calderas y otra maquinaria para la extraccin y el tratamiento de la esperma. Haba por todas partes un olor penetrante y nada agradable. -Apuesto a que no viven aqu abajo-murmur Monk-. Probemos las cubiertas y la proa. Se dirigieron hacia la proa poco a poco, subiendo y alejndose de los depsitos de esperma; pero no del olor. Ham no haca ms que hacer muecas. Era muy delicado en todo, adems del vestir, y el aspecto del ballenero le haca muy poca gracia. Rebusc en un cuarto y encontr arpones de repuesto, escopetas y los cartuchos explosivos que se usan en la pesca de la ballena. -No hay nada aqu-decidi. Monk encontr otra puerta, con el cerrojo echado por fuerza. -Con toda seguridad no hay nadie aqu dentro-gru. Descorri el cerrojo y meti dentro la cabeza y la lmpara de bolsillo. Un instante despus se oy un ruido semejante al que hara una bola de billar al caer al suelo. Monk se dej caer, sacudiendo la cabeza. -Tengo una pistola-dijo una voz de mujer, con brusquedad, desde dentro del cuarto que haba estado cerrado-. Me parece que la usar. Ham se qued sin saber qu hacer. No poda ver a la persona que hablaba. -Cuidado-gru Monk, desde el suelo-. Intent darme con algo... seguramente con la pistola de que habla. -Usen la mano izquierda, tengan mucho cuidado y chenme sus pistolas-orden la voz femenina. Monk y Ham vacilaron. -No llevamos pistolas-repuso Monk. Hubo otra pausa. Nadie se movi ni dijo nada.

  • Aun en el suelo, Monk gru: -No creo que sea capaz de darme un tiro ninguna mujer. Se puso en pie. -Mucha fe pones en tus encantos-le dijo Ham, siempre con los brazos en alto. Hubo otro silencio. -Salga usted de ah, seora-dijo el qumico. Nueva espera. -No me sabe bien la estratagema-dijo la voz femenina. La mujer sali. Su expresin era de disgusto, derrota y algo de miedo. No llevaba pistola; pero s una especie de porra flexible que pareca hecha de una media de seda rellena de algo duro. Sera aquello con lo que haba dado a Monk. ste frunci el entrecejo. Normalmente hubiera sonredo con aquella sonrisa que tan sorprendentemente agradables hacia sus facciones. Pero aun le dola la cabeza. La joven no era ni anormalmente alta ni notablemente baja. Tampoco tena su figura nada especialmente llamativo, aun cuando poco dejaba que desear. Pero tena la cabellera del color de miel obscura y su piel era casi del mismo color. Ojos, labios y nariz eran exquisitos. Tomada en conjunto, era hermosa aunque sin exageracin. Monk alarg bruscamente la mano y asi el arma que llevaba. Ella la entreg con desprecio. Monk la examin. Dentro de la media de seda haba trapo y, entre l, fragmentos de fuentes de barro, en trozos muy pequeos: una taza, un platito y un plato grande, todo ello desmenuzado tambin. -Sus amigos no crean, verdaderamente, que tuviese yo nada con que hacer un arma-dijo ella con sequedad-. Tendr ms suerte la prxima vez. -Amigos nuestros?-ri Monk-. Se ha equivocado usted, seorita... Aguard, ella no dio su nombre. -Quin es usted?-le pregunt. -Usted debiera saberlo-respondi ella. -Qui! No pertenecemos al Harpoon. Es ms: si nos encontrara aqu la tripulacin, lo pasaramos bastante mal. -Oh! La muchacha frunci el entrecejo. Pareci llegar a una conclusin. -Soy Nancy Law-dijo. -Nancy Law-repiti Monk-. Bueno y... qu? -No les mand a ustedes Berguan a buscarme? Monk empez a mover negativamente la cabeza; pero Ham se apresur a interrumpirle. -Es usted amiga de Braski, no?-inquiri el abogado. -Soy amiga de cualquier persona que me saque de aqu-dijo la muchacha, con vehemencia. -En tal caso, vaymonos de este barco-sonri Ham. Se dirigieron a la cubierta superior y la borda avanzando con ms cautela ahora que les acompaaba la joven. Ham le pregunt a Nancy Law: -Por qu la tenan presa?

  • -Para evitar que Berguan se apoderara de m, segn les o decir. Pero eso lo deban saber ustedes ya. No se lo dijo Braski? -Indirectamente, s-se apresur a contestar Ham. Llegaron al puente y, so pretexto de explorar el terreno, Ham llam a Monk a un lado. -Le dejaremos creer que somos de la cuadrilla de Braski-susurr el abogado-. Me parece que as nos ser ms fcil averiguar lo que pasa. -No me parece muy buena idea-murmur Monk, que tena la costumbre de llevarle la contraria a su compaero siempre que le era posible. Se haba desvanecido ya toda la excitacin alrededor del ballenero, aun cuando el capitn Wapp, grotesca figura ancha y baja, segua de pie junto a la luz de la plancha. A juzgar por las apariencias Berguan y su cuadrilla haban logrado escaparse. Monk y Ham se deslizaron hacia proa con la muchacha y llegaron a una amarra tan gruesa como la pierna del qumico. ste baj por ella hasta el muelle con la facilidad de un mono. La muchacha le sigui sin gran dificultad y luego baj Ham. Fue muy sencillo. Nadie les molest. -Lo ms probable es que tengan centinelas alrededor-gru Monk-. Ham, ms vale que t y yo echemos una ojeada. Se fueron en distintas direcciones. No estuvieron ausentes ms que tres o cuatro minutos. Monk por su parte a nadie encontr y decidi que sera posible escapar dando un rodeo. Volvi al lugar en que haba dejado a la muchacha. Ham estaba all ya. El qumico escudri la obscuridad. -Dnde esta Nancy Law?-pregunt. -Eso me estaba preguntando yo-dijo Ham, con brusquedad. -Eh? -Se ha largado. Nos ha dado esquinazo.

    CAPTULO III EN BUSCA DEL CRTER FANTASMA

    Monk y Ham quedaron mirndose el uno al otro. Tronaba ms que nunca y relampagueaba con frecuencia, de forma que podan verse a intervalos. -Fuiste t el que tuvo la luminosa idea de hacerle creer que ramos de la cuadrilla de Braski-le acus Monk-. Apuesto a que se es el motivo de que se largara. -T fuiste quien propuso dejarla sola!-contest Ham, con ira-. Tienes las mismas ideas que un mico! Se dirigieron al otro extremo del muelle, avanzando con cuidado, escuchando atentamente esperando encontrar algn rastro de la joven. El nico ruido que se oa sin embargo era el que el capitn Wapp y sus hombres hacan cerca del plancha del ballenero. Este ruido era lo bastante para instigar a los dos hombres a que se alejaran de la vecindad. Ham, perdido sin su bastn, propuso:

  • -Creo que mi bastn se qued en la callejuela en que nos hicieron prisioneros. Voy a buscarlo. Encontraron el bastn estoque sin dificultad, Ham esgrimi el arma con evidente satisfaccin. -Qu habr sido de Doc?-murmur. -Tal vez est de vuelta en el coche-respondi Monk-. Iremos a ver. Si no est, miraremos otra vez por nuestra cuenta, a ver si damos con Johnny. Se acercaron con cautela al sedan por si estaba vigilado, dando la vuelta al coche dos veces. Satisfecho ya de que nadie haba cerca, se acercaron en la intensa obscuridad y abrieron la portezuela. En aquel instante, relampague. Ambos vieron claramente algo que les result muy poco agradable. Una mano asomaba del coche y les meta una pistola casi en las narices. -Uf!-estall Monk. Y se dej caer a gatas sobre el hmedo pavimento. Rein un silencio absoluto hasta que volvi a relampaguear. -La dubitacin es ahora una cualidad inconveniente-dijo una voz seca, desde el interior del coche. Monk se puso en pie de un brinco. -Johnny!-exclam-. Me has quitado diez aos de vida con el susto que me diste! Johnny sali del coche. Era muy alto y ms delgado de que pareca posible en un ser humano que estuviese vivo. Tena el impermeable rasgado de arriba abajo por la espalda, uno de sus ojos se estaba volviendo morado, tena otras seales de haber sido maltratado. Johnny se meti la pistola debajo del brazo, en una funda especial, arreglada de tal forma que su presencia no se hubiera sospechado en un hombre menos esqueltico. El arma pareca una pistola gigantesca en todo, salvo que llevaba un tambor de municiones. Era una pistola ametralladora perfeccionada por Doc Savage y capaz de disparar a una velocidad asombrosa. -Cefalalgia aguda y algo de tortcolis describan exactamente mi estado-gimi Johnny. -Dilo en palabras pequeas-le pidi Monk. -Estoy hecho polvo-dijo Johnny, en contestacin. -Qu te ocurri? -Mis noctambulaciones... -Palabras pequeas!-gru Monk-. Tengo dolor de cabeza ya. -Encontr a mi hombre atado en un almacn-dijo Johnny, usando palabras de menos slabas de lo que tena por costumbre-. Le puse en libertad. Un poco despus, me dio un porrazo en la cabeza... Me despert, para mayor ignominia, en un cubo de basura; vine aqu, no encontr a nadie y aguard. -Nada ms? -Nada ms. Permanecieron all en silencio mientras repercuta el trueno por las estrechas callejuelas y empezaba a caer lluvia en gotas menudas. -Me parece-dijo Monk de pronto-, que vamos a tener jaleo.

  • Monk tena razn. Cuatro hombres surgieron de la obscuridad y, cuando se hallaron cerca, proyectaron la luz de sus lmparas de bolsillo. Alzaron sus pistolas a la luz, para que pudieran verse. -Si quieren ustedes jaleo, se lo daremos a espuertas-advirti uno de ellos. Johnny se limit a inclinarse hacia atrs y cay dentro del sedn. El coche estaba blindado. Johnny sac su pistola ametralladora al caer. Monk y Ham se tiraron dentro detrs de l. Cerraron la portezuela de golpe. El ruido de los disparos hizo la competencia al trueno al disparar uno de los hombres. Sus balas dieron contra el cristal de la portezuela; pero slo consiguieron hacer un dibujo semejante a una telaraa, y cayeron al suelo, aplastadas. El hombre solt una maldicin. Johnny asi la manivela del cristal para alzarlo muy alto. Esto hara salir la parte inferior, en que haba practicados unos orificios por los que podran asomar el can de sus pistolas. Se hallaban en una fortaleza sobre ruedas, casi tan inexpugnable como un tanque. -Son nuestros!-exclam Monk. No era aquella la primera vez que se equivocaba. La portezuela del otro lado del coche se abri bruscamente. Tena cerradura por dentro; pero en la excitacin del momento se haban olvidado de echarla. Adems el enemigo visible se hallaba por el otro lado. Pero algunos de los miembros de la cuadrilla haban corrido hacia aquel lado sin ser vistos. Monk y sus compaeros se encontraron encaonados. -Tienen ustedes una oportunidad nada ms de salvarse la vida-dijo un hombre. Monk le dirigi una mirada torva. Hubiera sido suicida intentar volver la pistola ametralladora. No quedaba ms que una cosa y la hizo: alz las manos. Ham y Johnny le imitaron. Un hombre les examin, detenidamente con una lmpara de bolsillo. Seal a Monk y a Ham. -Estos dos son de la cuadrilla de Braski y le acompaaron a bordo-dijo. Mir a Johnny, frunciendo el entrecejo-. A este montn de huesos no le he visto hasta ahora. Otro hombre dio la vuelta al coche e ilumin la matrcula. Se dobl casi hasta el suelo para ver mejor. Luego se puso en pie de un brinco, como si le hubiesen dado inesperadamente un puntapi. Por poco se cay al correr hacia el otro lado del coche. -Maldicin!-exclam-. En menudo lo nos hemos metido! -T te has vuelto loco?-dijo uno de los hombres, con un resoplido. -La matrcula!-exclam el primer hombre-. Echadle una mirada! El otro dio la vuelta con una lmpara de bolsillo y la examin. Luego volvi tan tranquilo como nunca. -El nmero de matrcula es Doc 3-dijo-. Yeso qu? Es un nmero muy bajo, es verdad. Pero esos nmeros no tienen significado especial ya. -Santo Dios! exclam el otro-. Es posible que no conozcas esa matrcula despus de leer cosas de ese tipo en los peridicos? -De qu tipo? -Doc Savage. Esa es una matrcula especial que tiene concedida.

  • Rein el silencio durante unos instantes. Son el trueno y cay la lluvia azotada por el viento. -Vayamos a consultar al capitn Wapp-propuso uno de los hombres. El capitn Wapp se hallaba de pie junto a la plancha del Harpoon, con ambas manos metidas en la cuerda que le serva de cinturn. Su expresin daba a entender que haba odo los disparos del sedan y que tena vivas ganas de saber lo ocurrido. -Qu es?-gru. Le hablaron de la matrcula del coche. El capitn dirigi una mirada torva a Monk, Ham y Johnny. Luego, sin decir una palabra, volvi a meterse en el interior del barco, de donde regres, poco despus, con una revista ilustrada. Tena la revista abierta en una pgina en que se lea:

    DOC SAVAGE HOMBRE MISTERIOSO TERROR DE LOS MALHECHORES

    Haba una ilustracin en la otra pgina, una de las pocas fotografas de Doc Savage y sus cinco ayudantes que haban llegado a publicarse. El capitn reconoci a los tres prisioneros del grupo. -Ellos son-murmur-. No existe la menor duda. -As, pues, son ayudantes de Doc Savage?-murmur uno de los hombres. -No acabo de decir que s?-respondi Wapp. Hubo algunos murmullos mientras los que saban poco de Doc Savage reciban informacin de aquellos que saban o crean saber mucho. Haban dejado de gritar y maldecir. Estaban serios, como si se hallaran en un entierro. -Doc Savage debe estar trabajando con Braski-sugiri un hombre. -Eso ni soarlo-respondi el capitn-. Ese Doc Savage se dara cuenta en seguida de lo que es Braski. -Entonces, qu anda haciendo por aqu? El capitn Wapp se sac la navaja pistola de un bolsillo y se la meti en otro. -Savage anda detrs de todos nosotros-gru-. De Braski. De nosotros. De todos. Apostara a que no me equivoco. Un hombre solt una maldicin. -Quiere decir con eso que Doc Savage est ayudando al viejo Hezemiah Law?-pregunt. El capitn movi negativamente la cabeza. -Hezemiah Law no sabe una palabra de lo que intentamos hacerle. -Entonces... ser la muchacha!-exclam el hombre-. Habr avisado a Doc Savage de alguna manera! Wapp movi la cabeza afirmativamente. -Eso debe de haber sido. El hombre de la porra de cable se acerc, curioso por saber qu ocurra. Por primera vez le llamaron por su apodo. -Te has estado perdiendo la mar de cosas, Ropes-dijo un hombre. Ropes frunci el entrecejo, escuch las ltimas noticias y se golpe la mano con la porra.

  • -No me han gustado muchas de las cosas que han surgido esta noche. Esta es bastante mala. -Metan a los tres a bordo-orden Wapp-. Les apretaremos un poco y averiguaremos cosas. -Esto es lo que yo llamo acrimonia contumaz-dijo Johnny. -Rayos!-exclam un marinero-. Nos hemos trado un diccionario! Les empujaron hacia la plancha. Johnny iba delante, seguido de Ham y de Monk. La marea era alta y la plancha estaba bastante pendiente. Monk subi con la cabeza agachada. En la lejana una sirena policaca mezclaba su dbil sonido con el del trueno, prueba evidente de que los disparos haban llamado la atencin. -Qutense de la vista en seguida!-orden el capitn Wapp-. Hemos de hacer parecer que aqu no ha pasado nada. Surgi una voz de la oscuridad, de pronto. Hubiera podido ser una contestacin de Wapp; pero no lo era, porque las palabras que pronunci eran en el idioma de los mayas. Era una extraa voz, como de ventrlocuo y ninguna de los que la escucharon tena la menor idea de dnde haba salido. La voz pronunci una sola frase corta. Monk y sus compaeros no dieron la menor muestra de haber odo ni comprendido. Se detuvieron, porque los dems se haban parado, intrigados. Inesperadamente son en el muelle un grito horrible, de increbles proporciones. Sobresaltados, todos miraron en aquella direccin, con los ojos desmesuradamente abiertos. Monk, Ham y Johnny cerraron los ojos fuertemente, alzaron los brazos y se taparon la cara. Un instante despus se oy una detonacin hueca y se vio un increble resplandor. Era como si se hubiera disparado una enorme luz de magnesio, salvo que el resplandor era mucho ms brillante y de mayor duracin. La luz tena otra cualidad, aparte de su infernal brillo. Afectaba a los ojos algo as como un arco elctrico. Los tripulantes del Harpoon se quedaron momentneamente ciegos. Uno o dos de ellos gritaron de angustia. Monk y sus dos compaeros se destaparon la cara. La llamada en lengua maya les haba avisado para que se protegieran los ojos. El grito terrible haba tenido por objeto atraer todas las miradas hacia el punto en que iba a aparecer la luz. Adelantando un hombro, Monk carg y baj la pendiente plancha derribando a cuantos tena adelante. Ham y Johnny le siguieron. No descargaron golpes, limitndose a empujar y echar zancadillas. La ceguera de la tripulacin no durara muchos segundos. Dejaron atrs a los del Harpoon y torcieron hacia el lugar en que se haba visto la luz. -Por aqu-dijo una voz tranquila, pero penetrante. A la luz de un relmpago vieron a Doc Savage. ste les condujo por el muelle, pasando por delante de unas pilas de barriles que tal vez contenan esperma, pero que no se pararon a investigar. Hasta que se hallaron en el sedn y se puso ste en marcha, no hablaron. -Hemos estado dando vueltas y ms vueltas-le dijo Monk a Doc. Explic lo de Nancy Law y cmo se les haba escapado.

  • -Algo misterioso se oculta detrs de todo esto-acab diciendo-, una cosa o un lugar que llaman el Crter Fantasma. Pero con todo lo que ha ocurrido y todo lo que hemos averiguado, seguimos an sin tener la menor idea de lo que se trata. Ham interpuso, a manera de abogado que hace un resumen: -Sabemos, o podemos deducir, que este capitn Wapp anda buscando algo en el Crter Fantasma, algo que pertenece al hombre a quien llaman el viejo Hezemiah Law. Braski anda buscando la misma cosa; pero no sabe dnde est el Crter Fantasma y est intentando sacarle a Wapp la informacin por la fuerza. Puesto que Nancy Law lleva el mismo apellido, con toda seguridad ser pariente de Hezemiah Law, que, al parecer, no se halla aqu, sino en el Crter Fantasma. Eso explica algunas cosas. -Salvo lo del manco que tena dos brazos-interpuso Monk-. Y... quin llam a Doc para que tomara cartas en este asunto? El hombre de bronce habl. -Tengo un plan que probar-dijo-. Un plan que tal vez nos proporcione informaciones. -S?-murmur Monk, con inters-. Desembucha! -Durante la ltima hora, aproximadamente, he estado siguiendo al hombre que lleva un trozo de cable a modo de porra. Llamaban Ropes a ese hombre, si no me equivoco. Ropes result ser un individuo de sorprendentes facetas. -Facetas?-repiti Monk, frunciendo el entrecejo. -Ya os lo explicar cuando lleguemos a casa-dijo Doc-. Este Ropes no tiene nada de tonto.

    CAPTULO IV DOC PREPARA UNA TRAMPA

    Casi en el mismo instante, Ropes reciba corroboracin oral de que no tena nada de tonto. Se lo estaba diciendo el capitn del Harpoon, en su cmara particular. -Es usted un hombre de confianza-deca el capitn Wapp-, ya sabr yo corresponderle, Ropes. -Gracias. -Tomar usted uno de mis hombres. Busque a ese Doc Savage. Tal vez d con l. -Seguro-asinti Ropes. Sali cerrando cuidadosamente tras l la puerta del camarote el marcharse. El pasillo estaba casi completamente a oscuras. Se detuvo all a examinar el cable de acero que llevaba. Ri una vez, y su risa no era nada agradable. Sigui andando, despus de guardar su arma. El hombre a quien escogi Ropes para que le acompaara era el que ostentaba el cargo de tercer oficial a bordo del Harpoon. Este era un hombre poco energtico, tmido, nervioso, fuera de lugar por completo en lo que a la pesca de la ballenera se refiere, salvo en un particular: era un verdadero mago como navegante.

  • -Tengo trabajo que hacer a bordo-dijo, inquieto, cuando Ropes le pidi que se aventurara a salir con l. -Son rdenes del capitn Wapp-gru Ropes. El tercer oficial, a quien haban dado el apropiado apodo de sextante, suspir, trmulo, y sigui a Ropes. Los centinelas les dejaron pasar. Se internaron por las oscuras callejuelas del puerto. All, en una calle estrecha y muy poco oscura, Ropes sac tranquilamente su porra y le dio a su compaero un golpe por encima de la sien. Ropes haba usado su arma con mucha frecuencia. Saba cunta fuerza poda dar a sus golpes sin fracturarle el crneo a su vctima. Recogiendo al oficial, que haba quedado sin conocimiento, lo traslad hasta un farol, le deposit all, sac una botella de whisky y roci lo bastante a su vctima para que oliera. -Mi compaero est bebido- le dijo luego al conductor del primer taxi que pas. El confiado taxista les condujo a una calle de un distrito de pisos de lujo en la parte alta de la ciudad. Ropes trasport a su vctima al vestbulo de una casa particular, un edificio antiguo metido entre casa nuevas y modernas. Es posible que sonara un timbre al oprimir Ropes al botn; pero si as fue, sonara tan dentro de la casa, que no se oy desde fuera. El hombre oprimi el pulsador con cuidado, dando una seal que deba haber sido convenida de antemano. Al propio Braski abri la puerta. Menos de una hora antes, los hombres del capitn Wapp haban estado haciendo todo lo posible por matar a Braski. Wapp hubiera quedado, sin duda, sorprendido si hubiese visto la cordialidad con la que Braski reciba a Ropes. -Estoy encantado-dijo-. Entre y hablaremos. Ropes se ech a rer. -Est usted viendo en este momento a uno de los Reyes Magos-dijo. Y se ech a un lado para que el otro viera al tercer oficial del Harpoon. Braski se sobresalt, trag saliva, e inquiri: -Est muerto? -Por qu clase de idiota me ha tomado usted?-sonri Ropes. -Quin es? -El tercer oficial y el hombre que se encarga de la mayor parte de la navegacin del capitn Wapp. En otras palabras, es la persona que debiera saber dnde est el Crter Fantasma. Una expresin de infinita alegra ilumin el semblante de Braski. -Tuve una idea genial al decidir darle a usted una tercera parte del botn si se aliaba conmigo, Ropes-ri. Ropes sonri a su vez. -Tiene usted agua helada?-inquiri. -En la nevera-replic Braski, sealando con un gesto en direccin a la cocina. Al apartarse Braski de la puerta, se vio que no poda andar sin cojear. Ayud muy poco a mover al tercer oficial.

  • -Una bala me hizo un surco en la cadera durante la pelea esa a bordo del Harpoon-dijo-. No fue una idea muy luminosa esa de intentar subir a bordo y apresar al capitn Wapp. Ropes nada dijo. Se dirigi a la cocina. La facilidad con que la encontr demostraba que haba estado en la casa en otras ocasiones. Pas agua de un grifo por una bandeja de hielo hasta que ste qued suelto. Luego volvi a meter la bandeja vaca en la nevera. Volvi al cuarto delantero y frot al oficial con el hielo hasta que recobr el conocimiento, gimiendo. No le dio lugar al hombre para pensar en su situacin. -Dnde est el Crter Fantasma?-pregunt. El oficial parpade, reconociendo primero a Braski y luego a Ropes. -Traidor!-aull-. Me daba en los huesos que era usted un criminal! -No lo somos todos acaso?-ri Ropes-. Conteste a mi pregunta, imbcil. -Le dije al capitn Wapp que usted no era de confianza!-grit el oficial-. Pero dijo que le haba conocido en tiempos pasados y que era usted precisamente el hombre que necesitaba. -Dnde est el Crter Fantasma?-rugi Ropes. -Por m no ha de averiguarlo! Ropes dirigi al oficial una mirada maligna. Luego se ech sobre l, forceje unos instantes y logr atarle las manos y pies con el alambre arrancado de una lmpara elctrica. A continuacin, sac un frasco del bolsillo. Era el que haba empleado para rociar algo de whisky. Ropes lo derram por encima de las manos del otro. Luego encendi una cerilla y la aplic. El alcohol del lquido no prendi inmediatamente. A los pocos momentos, sin embargo, ardi con azulada llama. El oficial empez a dar alaridos. Tres veces logr apagar las llamas y, cada vez, Ropes volva a encender el alcohol. Braski corri a una alcoba y regres con una almohada que aplic a la cara de la vctima, ahogando sus gritos de angustia. Antes de haber transcurrido cinco minutos, haban conseguido que el oficial rompiera a hablar. -No s dnde est el Crter Fantasma!-gimi-. Les juro que no lo s! -A m con sas, no-gru Ropes-. El capitn Wapp ha estado all con el Harpoon. Y usted es su navegante. -Yo no estaba a bordo del Harpoon cuando hizo esa visita-insisti desesperado el hombre-. El capitn Wapp me reclut a m lo mismo que a usted, Ropes, despus de haber decidido liquidar a Hezemiah Law y apoderarse del Crter Fantasma. Tengo los documentos de otro barco en mi bolsillo, que demuestran que yo no estaba en el Harpoon entonces-declar el otro-. Mrelos, Ropes. Usted sabe que el capitn Wapp llev el Harpoon al Crter Fantasma hace ms de seis meses. Ropes sac los documentos del bolsillo del hombre. Busc la fecha. Solt una maldicin, tir los documentos al suelo y los pisote. -Dej usted el otro barco hace cinco meses!-exclam-. Maldicin! No estaba usted con Wapp, cuando march al Crter Fantasma! Braski dirigi una mirada torva a Ropes.

  • -Bonita coladura!-dijo, con rabia-. Y, ahora... qu hacemos del tercer oficial? -No podemos ponerle en libertad-contest Ropes-. Me delatara al capitn Wapp. Preocupaciones de sobra tenemos ya sin eso, ahora que Doc Savage se ha metido en el asunto. El rostro de Braski asumi bruscamente la misma expresin que si hubiera cado un rayo sobre su casa. -Doc Savage?-exclam, con un hilo de voz. -Me haba olvidado de decrselo-dijo Ropes. Hablando con rapidez, le puso al corriente de todo lo sucedido en el muelle y a bordo del Harpoon. -Conque eso es lo nico que se olvid de decirme!-rugi Braski-. Eso nada ms! Nada, como quien dice! Supongo que creera usted que eso careca de importancia, eh? Ropes frunci el entrecejo y dijo: -Yo no me alarmo porque ande por ah Doc Savage. Braski dijo, con sequedad: -Empiezo a preguntarme si tiene usted sentido comn. Ese Savage es veneno puro. El que se haya metido en el asunto cambia por completo al aspecto de la cuestin. -Bueno-pregunt Ropes-, es que vamos a renunciar a todo? -Renunciar...?-Braski se interrumpi. Transcurrieron segundos antes de que continuara-. Hay millones en el Crter Fantasma si podemos conseguirlos. Le digo a usted que millones. He visto la calidad del producto y tengo una idea de la cantidad. Yo debiera saberlo. Me he estado encargando de la venta por cuenta del viejo Hezemiah Law. -En resumen, qu decide?-inquiri Ropes. -Que seguimos adelante. -Magnfico!-Ropes se inclin y tom al tercer oficial por el cuello-. Ahora me encargar de que este tipo no nos estorbe. El oficial deba de haber credo que no corra mucho peligro; pero ahora, de pronto, se dio cuenta de que le iban a matar. En ningn momento haba tenido mucho valor. En aqul, palideci. -No!-exclam-. Djeme! Ropes dijo: -Cralo o no, mat a una ballena de diez toneladas con este chisme una vez. Y alz la porra de cable. El oficial hizo un ruido incoherente. -Por favor!-exclam, ahogado-. Tnganme aqu. Hagan lo que quieran. Pero...-pareci tragarse la lengua, tan grande era su horror-. Yo les ayudar. Yo trabajar para ustedes. -Valiente ayuda nos iba a resultar!-dijo Ropes, con resoplido. Alz la porra nuevamente, dndose un golpe con ella en la palma de la mano. Luego alz el brazo para descargar un golpe sobre el otro. Sus facciones no expresaban el menor escrpulo y no caba la menor duda de que estaba decido a matar. Se oy un golpe estrepitoso en la puerta de la calle. -Polica!-bram una voz-. Abran la puerta!

  • -Maldicin!-exclam Ropes. Y se dispuso a descargar el golpe. Braski le sujet el brazo, diciendo: -Imbcil! Mtale y, si nos cogen, nos ahorcarn! Djele. Intentaremos largarnos. Abandonaron al prisionero y echaron a correr hacia la puerta de atrs de la casa. El asustado tercer oficial del Harpoon tena evidentemente tan pocos deseos de encontrarse con la polica como Braski y Ropes. Luch desesperadamente con los alambres que le sujetaban, concentrando su atencin en los tobillos. Se hubiera podido desatar ms pronto si se le hubiese permitido intentarlo; pero los dos hombres le haban vigilado demasiado cerca. Ahora no tard mucho en quedar suelto. Haban dejado de golpear la puerta. Sonaba como si alguien estuviese intentando abrirla con ganzas. El tercer oficial corri hacia la puerta de atrs. Era la misma direccin que haban tomado Braski y Ropes; pero el oficial tena el convencimiento de que ya se hallaran lejos. La puerta de atrs estaba abierta. Se asom con cautela. Al resplandor de un relmpago vio una callejuela desierta. Sali corriendo. Iba de puntillas para hacer el menor ruido posible. A pesar de ello, haca bastante al meterse por los charcos. Cuando se acerc al punto en que la callejuela desembocaba en una calle, fue ms despacio, para no llamar la atencin. Los coches parados a lo largo de la calle parecan bultos negros y el farol formaba una zona plida en la esquina, como una pelota de algodn amarillo manchado. El fugitivo no habra recorrido ms de diez o doce metros cuando se abri la portezuela de uno de los coches parados. El automvil en cuestin era de tipo sedn. Tena unas cortinas de maravillosa eficacia porque el interior estaba iluminado y, sin embargo, no se haba notado la menor seal de ello hasta ser abierta la portezuela. El tercer oficial ech una mirada al individuo que haba dentro del coche, y se detuvo. Se agit, inquieto, sin saber qu hacer. Haba reconocido al ocupante del coche, un gigantesco hombre de bronce, cuyos dorados ojos parecan tener un poder asombroso. -Mtase en el sedn orden el hombre de bronce-. Su vida corre peligro. El tercer oficial vacil y aquello le cost la vida. Al otro extremo de la calle un arma de fuego dispar seis veces. Era una pistola. No era posible que un revlver hubiese disparado tan aprisa. El tercer oficial del Harpoon se hallaba en el raudal de la luz que escapaba del interior del sedn. Dio dos o tres saltos violentos y luego ech hacia atrs la cabeza, como si intentara gritar; pero en lugar de palabras, su garganta solt un chorro de sangre que salpic el lado del sedn. Cay al suelo de bruces. Doc Savage se inclin hacia atrs y, de uno de los numerosos compartimientos del sedn, sac una de sus pistolas ametralladoras.

  • Rara vez llevaba encima una de aquellas armas, pues era de la opinin que el usar armas de fuego haca que quien las llevaba dependiera demasiado de ellas quedando por consiguiente, ms impotente al ser desarmado. La super ametralladora tron luego y pobl la calle de un sonido parecido al de un titnico violn. Doc apunt hacia el lugar de donde haban salido los disparos, intentando dar al asesino invisible. El tambor de la pistola se descarg. Coloc inmediatamente uno nuevo de repuesto. Al igual que el primero, estaba descargado de las llamadas balas de misericordia, que slo dejaban sin conocimiento. No contestaron a su fuego, y no haba la menor indicacin de que las balas de misericordia hubieran dado a nadie. Monk acudi corriendo de casa de Braski. -Llam a la puerta y grit diciendo que era la polica-explic-. Qu ha ocurrido? -Mtete aqu dentro-orden Doc. Y, cuando el qumico hubo obedecido, explic:-Cuando llamaste al puerta, Braski y Ropes se asustaron. Con ello salvaste temporalmente la vida al tercer oficial. Pero cuando sali a la calle, alguien le mat desde lejos. Con toda seguridad sera Ropes. Los dos hombres huyeron en esa direccin. Doc Savage se ape del sedn, mantenindose detrs de los otros automviles parados y se acerc al lugar desde el cual haba disparado el asesino. Busc concienzudamente. No hall casquillo alguno. El asesino deba de haber tenido la mano colocada cerca de la pistola, recogindolos a medida que salan. No se vea ni rastro de Ham ni de Johnny cuando Doc regres a su coche. -Hemos tenido mala suerte-gru Monk-. T vigilaste a Ropes y descubriste que estaba en liga con Braski. Le seguimos a l y a su prisionero hasta casa de Braski y escuchamos la conversacin con la esperanza de or algo. Pero iban a matar al tercer oficial y tuvimos que apelar a la treta esa para salvar su intil vida. Y, aun as, no se la salvamos. Y ahora hemos perdido a Braski y a Ropes. Y... en dnde estn Ham y Johnny? -No se les ve an por ninguna parte?-inquiri Doc. -No; qu hacan mientras llamaba yo a la puerta y gritaba la polica? En lugar de contestar, Doc se meti en el sedn. La calle haba quedado en silencio unos instantes despus de los disparos; pero, de pronto, un hombre haba empezado a llamar a la polica a voz en grito. Con toda seguridad se tratara de algn vecino que, al asomarse a la ventana, habra visto el cadver al resplandor de un relmpago. -Es intil mover al tercer oficial del Harpoon-dijo Monk, subiendo al sedn-. Est muerto. Doc Savage puso el vehculo en movimiento, conduciendo con los faros apagados para que nadie pudiera ver la matrcula. Monk dijo: -Aun no se ve el rastro de Ham y Johnny. Eso me hace muy poca gracia. -Por el contrario-respondi Doc-; eso es muy buena seal. -S? Me suena eso como si hubieras preparado algn plan. Un relmpago-el ms fuerte de la noche-ilumin el firmamento y el trueno que sigui pareca querer derrumbar los edificios.

  • CAPTULO V DOS CABEZAS

    Oliverio Orman Braski agach, nervioso la cabeza, al estallar aquel trueno pavoroso. Durante un instante, pareci a punto de dejarse caer al suelo del taxi en que iban. -Espero que no estar usted perdiendo el valor ahora-observ Ropes, con voz baja y agria. -El que matara usted el tercer oficial en las propias barbas de la polica es lo bastante para estropearle los nervios a cualquiera-repuso Braski. Ropes frunci el entrecejo. -Este chofer pudiera tener odos, sabe?-dijo. Los dos hombres miraron al conductor. ste era un hombre muy moreno, que llevaba gorra, tena un bulto en una mejilla y fumaba un puro que pareca muy fuerte. No pareca estarse preocupando de los viajeros. -Mejor ser que tomemos algunas precauciones-gru Ropes. Y orden al chofer que se detuviera. Unos momentos despus pas un segundo taxi y Ropes lo llam. El conductor de este otro iba envuelto en un impermeable muy amarillo, por el interior de cuyo cuello iba una toalla para absorber la lluvia que pudiera introducirse por arriba. -Cambiaremos de coche, por si acaso recuerda ese otro chofer dnde nos recogi-susurr Ropes-. Dnde vamos ahora? -A mi despacho-declar Braski. Ropes pareci dudar. -La polica pudiera estar vigilndolo... -Tendremos que correr ese riesgo-dijo Braski, con desesperacin-. Hay documentos en mi despacho que es necesario destruir. -Documentos relacionados con Hezemiah Law y lo que saca del Crter Fantasma?-sonri Ropes. -No es eso slo-suspir Braski-. Esta no es la primera cosa que hago que no est del todo dentro de la Ley, comprende? Ropes se ech a rer. El hecho de que acabara de matar a un hombre no pareca afectarle en absoluto. Se alz un poco de aire, proyectando la lluvia contra el taxi y el conductor se apret an ms la toalla al cuello. El despacho de Oliverio Orman Braski result estar en un rascacielos del barrio financiero. Los corredores de mrmol del edificio, a aquella hora, estaban concurridos tan slo por porteros y mujeres que fregaban. Braski y Ropes examinaron cuidadosamente el lugar antes de entrar o de dejar siquiera el taxi. Fingieron haberse confundido de direccin e hicieron que el conductor les llevara por las calles vecinas en busca de un edificio imaginario. Esto era para asegurarse de que no haba ningn coche de polica por los alrededores. Pagaron al chofer y entraron en el rascacielos en que Braski tena el despacho por una puerta excusada.

  • La astuta pareja se felicitaba por lo bien que haba sabido prevenirse contra una posible persecucin. Tal vez hubiera sido un golpe rudo para algo ms que su orgullo si hubiesen podido ver o que haca el chofer. ste condujo el coche a una calle cercana se detuvo y us el telfono en un establecimiento que estaba abierto toda la noche. Unos minutos ms tarde, se reuni con l el conductor del primer taxi que haban tomado Braski y Ropes. Era evidente que haba sido llamado por telfono. El hombre se quit la pintura morena de la cara, escupi un trozo tremendo de goma de mascar y tir el puro. Recogi un bastn negro del suelo del taxi. Se haba convertido en Ham, el elegante abogado. El otro chofer hizo varios cambios en su aspecto y se convirti en el huesudo Johnny. Ambos hombres se miraron, sonriendo. -Hemos tenido suerte-dijo Ham. -Irrefutable apotegma-contest Johnny. Braski y Ropes, sin tener la menor nocin de lo que tan cerca de ellos estaba sucediendo, pasaron por entre numerosas fregonas y examinaron con mucho cuidado el pasillo en que se hallaba el despacho de Braski. Luego entraron y suspiraron con alivio al no encontrar a nadie all. Con precipitacin, Braski se puso a repasar una serie de documentos que sac de la caja de caudales. De vez en cuando separaba algunos de ellos y los quemaba en una bandeja grande que contena un juego completo de fumador. Cuando el despacho se llen de humo, abri la ventana. Ropes, por su parte, se qued cerca de la puerta que tena cristal esmerilado. Observ el letrero que campeaba sobre la misma:

    OLIVERIO ORMAN BRASKI Agente de ventas extranjeras

    Dirigi una sonrisa a Braski. -Su negocio debe de haberle proporcionado muy buenos y muy sucios ingresos, a juzgar por el nmero de papeles que est quemando. -No iba mal-asinti el otro. Pareca haber recobrado parte de su aplomo. Un momento despus, Braski ech un manojo de papeles a Ropes. ste mir el ttulo que llevaba escrito a mquina:

    HEZEMIAH LAW Con gran inters, Ropes pas a la primera pgina. Estudi la cabecera principal de la misma: Vendido a La Touls et Cie., Pars ... ... ... ... ... ... ... $ 53.000.- Mir la pgina siguiente, que llevaba la fecha de unos das despus:

  • Vendido a Carlos Bonhomme, Ltda.., Amberes ... ... ... ... $ 71.500.- -El nombre del producto no figura aqu-seal. Braski repuso, con sequedad: -El viejo Hezemiah Law no quera que supiese nadie lo que tena. Todo se haca en secreto. -Y muy bien hecho. -No era tanto que temiese que se apoderara alguien del Crter Fantasma. Lo que tema era que bajase el precio del producto si se llegaba a hacer pblica la noticia de lo que venda. -Cunto tiempo tardar en acabar?-inquiri Ropes-. La polica puede presentarse aqu de un momento a otro. -Pronto-dijo Braski. Sera, tal vez, cosa de un minuto despus cuando son el timbre del telfono. Braski y Ropes sufrieron un violento sobresalto, luego se miraron con inquietud. -No conteste-aconsej Ropes. Braski vacil. -La persona que me llame a estas horas de la noche lo har por algo importante-dijo-. Descolg el auricular-. Diga!.. S; al habla. Escuch con atencin. Se qued boquiabierto. -S, s, claro-exclam una vez-. Le ayudar a usted con muchsimo gusto. No; no mencionaremos nombre alguno. Me figuro quin es usted por lo que dice. Ahora, contsteme a lo siguiente: puede suministrar informacin alguna acerca del Crter Fantasma?... Qu s? Excelente! Voy ahora mismo! Colg el auricular y por poco se puso a bailar de excitacin. -Quin demonios era ese?-inquiri Ropes. -Nancy Law!-grit Braski-. No me dijo su nombre; pero s que era ella. Ropes frunci el entrecejo. -No le dijo su... -Debe haber llamado desde un telfono pblico y no quera decir demasiado-repuso Braski-. Ella no era ms que una mecangrafa, sabe? Probablemente viva en una pensin o casa en que alquilaran habitaciones y no tendr telfono. -Es raro que le llamara a usted. -No lo crea. Sabe que el capitn Wapp y yo somos enemigos y le consta que Wapp no es amigo suyo. Seguramente quiere aliarse conmigo. -Mala suerte tiene-sonri Ropes. -Verdad que s?-ri Braski-. Ella sabe dnde est el Crter Fantasma. Salieron del despacho apresuradamente. Las seas que la joven haba dado por telfono resultaron las de un barrio barato del Este. Braski y Ropes entraron, examinando la lista de nombres al lado de los timbres elctricos.

  • NANCY LAW -No se lo dije?-ri Braski, oprimiendo el botn que haba al lado del nombre. Se abra una puerta del tercer piso. -Quin es?-pregunt una voz femenina. -Oliverio Orman Braski-contest el compaero de Ropes. -Tiene usted la bondad de subir?-le invit la joven-. La primera puerta de la derecha. Los dos hombres subieron la escalera. Una lmpara con pantalla rosada iluminaba el cuarto detrs de una joven que tena la puerta abierta. Slo vieron su silueta. -Pasen-les invit-. Han hecho ustedes bastante ruido en la escalera. Cerr la puerta tras ellos, luego se volvi para encender una luz ms potente. Al sonar el chasquido de un interruptor, se inund el cuarto de una intensa luz blanca. Braski y Ropes se sobresaltaron violentamente. -Les aconsejo que tengan ustedes mucho cuidado-dijo la muchacha. No era Nancy Law. Tena en la mano una pistola ametralladora. Braski y Ropes miraron hacia la puerta. La joven no slo haba echado la cerradura sino que se haba guardado la llave. La miraron. Era alta y exquisitamente hermosa. Tena una cabellera abundante, de cierto color bronceado sorprendente. Estaba demasiado serena para que los dos hombres se sintieran del todo tranquilos. Se abri la puerta de un cuartito. Sali Doc Savage. Monk, Ham y Johnny salieron de una cocina. -Bien trabajado, Pat-le dijo Doc a la joven. Braski rugi: -Me ha engaado! Me dijo que era Nancy Law! -No es cierto-respondi Pat, con sequedad-. Tal vez le haya inducido a creerlo; pero no le dije ni una sola vez que fuera yo Nancy Law. Aunque, despus de todo eso carece de importancia. Ropes estaba mirando a Ham y a Johnny con el entrecejo fruncido. Pareca ponerse algo enfermo. -Ustedes dos eran los chferes de esos taxis!-exclam, con voz ahogada. -Fueron ustedes muy amables con tomar los primeros taxis que se les presentaron verdad?-inquiri Ham, con sequedad-. Fue la mar de conveniente para nosotros. Doc Savage dirigi la palabra a la joven: -Tu trabajo est terminado, Pat. Pat frunci el entrecejo. -Escucha! Me metiste en esto y me quedo! Tengo sed de jaleo. -Te ped que nos ayudaras tan slo porque no s imitar bien la voz de una mujer. Prometiste solemnemente largarte en cuanto hubieras hecho esto. No pienso devolverte tu palabra. Pat pareci desilusionada. -Cunto me encanta esto!-exclam con sarcasmo. Y sali del cuarto, taconeando.

  • Era Patricia Savage, prima de Doc, y duea del ms lujoso y suntuoso instituto de belleza y de gimnasia para mujeres de la metrpoli. Le gustaban las emociones y las aventuras tanto como al hombre de bronce. Le haba ayudado en ms de una ocasin. Ropes murmur inquieto: -Por qu no deja que se quede la seora? Monk frunci el entrecejo y se acerc. -Conque ha adivinado lo que les espera-exclam-. Cree usted que les trataramos un poco mejor si hubiera una mujer delante, eh? Ropes no careca de valor. Movi ambos manos simultneamente. Una se dirigi a su porra de cable y la otra busc la pistola con que matara al tercer oficial del Harpoon. Empezaron a ocurrir cosas con inquietante brusquedad. Monk descarg un directo con el puo izquierdo, dndole a Ropes entre las cejas y cegndole de dolor. Un instante despus, el puo derecho de Monk le dio en el estmago. Apenas toc el suelo, se vio despojado de ambas armas. Monk se puso de pie en su pecho y empez a saltar. -Me... est.. aplastando!-gimi Ropes. Doc Savage se adelant y le quit a Braski un revlver pequeo. El hombre no opuso resistencia alguna ni habl. Monk, de pie aun sobre su vctima, segua saltando. Las costillas de Ropes emitan ominosos crujidos. -Producirs la fractura de su caja torcica-observ Johnny. -Producir algo ms que eso-gru Monk. Luego le rugi al hombre que tena bajo los pies:- Qu es ese Crter Fantasma? Usted sabe eso, aunque no sepa dnde est. Ropes hizo ruidos raros con la boca. Monk se le quit de encima para que pudiera hablar. Pero el hombre se limit a proferir improperios. El qumico volvi a subrsele encima. -Dganos qu se oculta detrs de todo esto!-orden con ferocidad. Doc permaneci en segundo trmino, observando. Saba que Monk slo estaba fingiendo clera y haciendo creer que iba a hacer muchas cosas que no se le hubiera ocurrido hacer. Ropes, el asesino, no mereca que se le tratara con guantes y, si poda asustrsele hasta el punto de hacerle hablar, ello simplificara mucho las cosas. Adems, Monk se diverta con aquello. Y si no haba manera de asustarle a Ropes para que hablara, quedaban otros recursos, por ejemplo, una especie de suero, parecido al empleado con frecuencia por la polica para obligar a un hombre a decir la verdad. Era el suero en cuestin ms perfecto que el empleado oficialmente. Lo haba perfeccionado Doc y funcionaba a veces, aun cuando, en algunas ocasiones, slo produca una mezcolanza de declaraciones de las que era preciso escoger la verdad ms que nada por intuicin. El cuarto tena telfono. Son. Doc descolg el auricular. La voz de Pat, rpida, excitada, dijo: -Cuando sal, vi fuera a unos hombres que me inspiraron sospechas. Creo...

  • -Aguarda!-le interrumpi Doc. Escuch. Oy ruidos al otro lado de la puerta. -Avisas demasiado tarde-le dijo a Pat-. Pero gracias. La cerradura salt de la puerta a impulsos de una bala disparada desde el pasillo. Fue tal la sorpresa de Monk, que cay al suelo. Ropes intent ponerse en pie. El qumico, sentado en el suelo, le larg tan formidable puetazo que le dej sin sentido. Oliverio Orman Braski salt a un rincn y se puso a gatas donde hubiera menos probabilidades de que le alcanzara alguna bala perdida. Estaba asustado y desconcertado; pero no haba perdido la serenidad. La puerta se abri. No entraron hombres; pero s el can de una escopeta. Dispar. Le siguieron dos revlveres. -Que me superamalgamen!-exclam el huesudo Johnny. Sac una pistola super ametralladora de la funda que llevaba debajo del brazo y apunt a la puerta. Su ruido ensordeci momentneamente a cuantos lo escucharon. De pronto entr por la puerta un pequeo objeto y, al tocar el suelo en el centro del cuarto, estall sin mucho ruido. Era una bomba de gas lacrimgeno. Doc retrocedi al sentir el primer escozor en los ojos. -A la escalera de escape!-orden-. No tenemos mscaras! La ventana estaba atascada. Doc rompi el cristal con una silla. Simultneamente Ham apag las luces. Salieron a la escalera de escape. En el patio de abajo se vio un fogonazo y una bala levant polvo de los ladrillos cerca de ellos. -Quienquiera que sea, tiene vigilada la parte de atrs-gru Monk-. Johnny! Tu pistola! Johnny empez a disparar. Al parecer, no dio a nadie, porque no vea contra quin tirar en la obscuridad; pero debi de asustar al pistolero y obligarle a retirarse. No se hallaba en el patio cuando bajaron. Empezaron a sonar disparos en el cuarto. Fue echado fuera un manojo de peridicos encendidos, haciendo una iluminacin peligrosa hasta que la lluvia los apag. Doc y sus tres ayudantes se refugiaron en el hueco de una puerta. sta estaba cerrada con llave y era muy fuerte. Resisti a sus esfuerzos durante ms de un minuto, tiempo que necesit Johnny para encontrar balas explosivas que colocar en su pistola en lugar de balas de misericordia. stas forzaron el paso. Su paso por la casa aquella result emocionante y precipitado por la intervencin del iracundo habitante de la misma, que rompi a disparar con lo que sonaba como un revlver antiguo de seis tiros. Al llegar a la calle, se encontraron en el lado opuesto de la manzana en que se hallaba la casa de Nancy Law. Doblaron la esquina y echaron a correr. Vieron la puerta de dicha casa a tiempo para observar que dos automviles grandes corran en direccin opuesta. El sedan de Doc se hallaba en un garaje un par de manzanas ms all. Los coches aquellos desaparecieron antes de que tuvieran tiempo de llegar a l. -Valiente mala pata!-exclam Monk, con disgusto.

  • Un momento despus, lleg Patricia Savage que, evidentemente, andaba buscndolos. -Cmo nos divertimos!-exclam alegremente la muchacha-. Supongo que a estas horas ya estaris enterados de lo que se trata. -Pues te equivocas-gru Monk-. Ni siquiera sabemos quines son los que nos han atacado en la casa. -Se escaparon mientras intentaba yo encontrar un taxi para seguirles-dijo Pat-. Haba hombres en los coches, cuando aguardaban, conque no pude esconderme en ellos. Pero los reconoc por lo que me habais contado antes. -Es un secreto?-pregunt Monk. -Los atacantes eran el capitn Wapp y seis hombres. En el mismo momento, aproximadamente en que Pat pronunciaba dichas palabras, Oliverio Orman Braski empezaba a darse cuenta tambin de quines eran los que le haban capturado. Se estaba rehaciendo de los efectos del gas lo suficiente para ver. No haba estado del todo seguro antes. Los que le capturaran haban hablado muy poco. Braski mir al capitn Wapp y luego cerr los lacrimosos ojos, como si hubiera visto un sapo con cuernos. -Saludos-dijo el capitn Wapp, agriamente-. Debiera cogerle por el cuello y estrangularle. Braski se humedeci los labios y no dijo nada. Tena el rostro cubierto de lgrimas que le haba hecho derramar el gas. Hasta su negra perilla pareca una esponja. Tumbado en el suelo del coche, Ropes se agit y gimi, empezando a rehacerse del golpe que le propinara Monk. El gemido de Ropes hizo que Braski se estremeciera. El capitn dirigi una mirada torva a Ropes y otra a Braski. -Estaban ustedes dos juntos-gru-. Por qu? Braski sinti fro. Wapp tena fama de ser hombre corto de genio y muy violento. Si el enterarse de que su hombre de confianza trabajaba con Braski no le haca estallar nada lo conseguira. Braski guard silencio. Ropes volvi a gemir. Luego, durante un buen rato, guard silencio. Pero en realidad estaba haciendo lo que muy pocos hombres hubieran tenido la serenidad de hacer: fingir que segua sin conocimiento hasta enterarse de cmo estaba la cosa. Lo logr. Luego se puso a pensar. Por ltimo, emiti un gemido mayor que los anteriores, hizo un esfuerzo exagerado y logr incorporarse. Fingi ver a Braski nada ms. -Maldita sea su estampa!-aull-. Dnde me lleva usted ahora? Luego mir a su alrededor y pareci sorprenderse enormemente al ver al capitn Wapp. -Rayos!-exclam, fingiendo un alivio enorme-. Conque me ha salvado! -Qu significa todo esto?-gru el capitn. -Pues que este sinvergenza me hizo prisionero, capitn-respondi Ropes-. Me captur a m y captur al tercer oficial. Intentamos escaparnos y el tercer oficial muri en al pelea y yo me qued sin sentido. No he vuelto a recobrarlo hasta este momento.

  • Braski mascull algo con ira simulada. Esto fue para ocultar su alivio. En su fuero interno, se felicit por haberse conseguido la ayuda de un individuo tan listo como Ropes. -Conque Braski le cogi!-exclam Wapp, completamente engaado-. Ha estado intentando averiguar dnde est el Crter Fantasma, verdad? -Eso es-asinti Ropes. El capitn dirigi una mirada torva al hombre de la perilla. -Quines eran los otros hombres que haba en la casa?-pregunt. -Doc Savage-dijo Braski. Wapp cerr los ojos e hizo una mueca como si hubiera probado algo amargo. -No estoy seguro de que ese hombre sea capaz de trabajar con hombres como usted-dijo. -No estaba trabajando conmigo. Doc