Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propósito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, España.

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    WITTGENSTEIN

    PROPSITO

    DE

    REGL S

    Y

    LENGU JE PRIV DO

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    SALA KRIPKE

    WITTGENSTEIN

    A

    PROPSITO

    DE

    REGL S

    Y

    LENGU JE PRIV DO

    UN

    EXPOSICIN ELEMENT L

    Traduccin

    de

    JORGE

    RODRGUEZ

    M RQUEZE

    t n o s

    ^

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    Ttulo

    original:

    Wittgenstein

    on

    ules

    and Prvate Language

    publicada

    la

    primera edicin originalmente 1982)

    en

    ingls

    por

    Blackwell Publishing

    Ltd.,

    Oxford

    Diseo

    de

    cubierta:

    Carlos Lasarte Gonzlez

    A mispadres

    Esta edicine spublicada conforme alacuerdo suscrito

    con Blackwell Publishing Ltd.,Oxford y traducida de la versin ingls original

    por Editorial Tecnos. La responsabilidad sobre la fidelidad de la traduccin descansa

    nicamente sobre dicha editorial y no sobre Blackwell Publishing Ltd.

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra

    est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/

    o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones

    por daos y perjuicios para quienes reprodujeren, plagiaren,

    distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte,

    una

    obra

    literaria,

    artstica o cientfica, o su transformacin,

    interpretacin o ejecucin artstica, fijada en cualquier tipo

    de soporte ocomunicada a travs de cualquier medio, sin la

    preceptiva autorizacin.

    SaulA.Kripke,1982

    EDITORIAL TECNOS GRUPOANAYA S.A.),2006

    Juan Ignacio Lea de Tena, 15 - 28027 Madrid

    Maquetacin:Grupo

    Anaya

    ISBN: 84-309-4434-6

    Depsito

    Legal:

    M.

    28853-2006

    Printed in Spain Impresoe nEspaapor Fernndez Ciudad,S. L.

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    NDICE

    P R E F I O Pag

    1 INTRODUCCIN 15

    2 LAPARADOJAWITTGENSTEINIANA 21

    3

    LA SOLUCIN Y EL ARGUMENTO DEL LENGUAJE PRIVADO 69

    ST SCRIPTUM:

    WITTGENSTEIN YLAS

    OTRAS MENTES

    125

    NDICE ANALTICO 155

    [9]

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    PREFACIO

    La

    parte

    principal

    de

    este

    trabajo

    ha

    sido

    presentada en

    forma

    de

    .conferencias, seriesde conferencias o seminarios en lugares diver-

    ;

    ,sos.

    Constituye corno digo una exposicin elementalde lo que

    a mi

    entender

    es el

    hilo principal

    del

    t rabajo

    de la

    ltima etapa

    de

    Wittgenstein

    sobre

    l a filosofa de l

    lenguaje

    y la filosofa de la ma-

    temtica e incluye mi

    interpretacin

    delargumento dellenguaje

    privado que

    en mi

    opinin

    ha de

    explicarse principalmente

    en

    trminosdelproblemadeseguirunaregla.

    npost

    scriptum pre-

    senta otro problemaque Wittgenstein vio en laconcepcin dellen-

    guajeprivado el cual lleva a u n debate de algunos aspectosde sus

    ideassobreel problemade las otras mentes. Dadoque hago hincapi

    en la

    fuerte

    conexin dentrode la ltima

    filosofa

    de Wittgenstein

    entre la

    filosofa

    de la psicologay la

    filosofa

    de la matemtica te-

    na pensado aadirunsegundopost

    scriptum

    sobrelafilosofade

    la

    matemtica

    El

    tiempo

    no lo ha

    permitido

    as que de

    momento

    han debastarlas observaciones bsicas sobrela filosofa de la ma-

    temtica

    queaparecenen el textoprincipal.

    El t rabajo presente no es, sino escasamente un comentario so-

    bre la

    ltima

    filosofa de

    Wittgenstein

    ni tan

    siquiera sobre

    lasIn

    vestigaciones

    filosficas Muchos temas bien conocidosy signifi-

    cativos por ejemplo la idea de los parecidos de familia el

    concepto

    de

    certeza apenas

    se

    mencionan.

    Y lo que es ms

    importante hayprofusinde cuestionesde la propiafilosofa de la

    mente como

    las

    ideas

    de

    Wittgenstein sobre

    la

    intencin

    la

    memo-

    ria

    elsoarycosaspor el

    estilo

    quecasini serozan.Mi esperanza

    es

    q ue muchasd e ellas se tornen pasablemente clarasa partir de la

    comprensin de la idead e Wittgenstein acercadel tema central.

    Muchas

    de las

    ideas

    de

    Wittgenstein sobre

    la

    naturaleza

    de las

    sensacionesy el

    lenguaje

    de sensacino slose rozano se omiten

    [ii]

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    12 WITTGENSTEIN A PROPSITO DEPvEGLASY LENGUAJE PRIVADO

    por completo; ysegnsesubrayaen el texto he

    adoptado

    la pol-

    tica deliberada de evitar el debate de aquellas secciones de las

    Investigaciones

    qu e

    siguen

    a 243 a las que de

    ordinario

    se

    llama

    el argumento del lenguaje privado. Creo que muchas de estas

    secciones por ejemplo, 258 ysiguientescobran mucha ma-

    yo r

    claridad cuando se leen a la luz del argumento principal del

    trabajo presente;

    aunque

    probablemente

    queden

    residuosde

    algu-

    nos de los rompecabeza s exegticos en algunas de estas secciones

    (por

    ejem plo, 265). El inters de estas secciones es real, pero, en

    mi

    opinin,

    su

    importancia

    no

    debe destacarse

    en

    exceso,

    ya que

    representan casos especiales de un argum entoms,general. Por lo

    comn he expuesto este trabajo antefilsofos sofisticados, pero

    esperoq ue

    pueda usarse para clases

    de

    introduccin

    aWittgens-

    tein,

    en conjuncin con otro material. En las clases, sera de gran

    ayuda

    que el instructor expusiera laparadojaal grupo y viera qu

    soluciones se proponen, M e

    refiero

    primariamente aqu a respues-

    tas a la paradoja de que seguimos la regla como lo hacemos sin

    razn o justificacin, y no a las teoras filosficas (disposiciones,

    estados cualitativos, etc,) debatidas ms tarde en el mismo cap tu-

    lo,

    E s importante que el estudiante perciba el problema

    intuitiva-

    mente,Recomiendo que los lectores que se propongan estudiar el

    presente

    trabajo

    por su cuenta se concentren

    inicialmente

    en esto

    mismo, Tambin recomiendo que el estudiante (re)lea las

    Investi-

    gacionesa la luz de la estructuracin del argumento propuesta en

    este

    trabajo,

    Semejante

    procedimiento

    es aqu de especial impor-

    tancia,ya que en gran medida m mtodo consiste en presentar el

    argumento segn me impresion am ,segn me present un pro-

    blema a m, en lugar de concentrarme en la exgesis de

    pasajes

    especficos, < .

    Desde que me top por primera vez con el argumento del len-

    guaje

    privado y, en general, con el ltimo

    W ittgenstein,

    y desde

    que

    di en pensar enellode la

    form a aqu expuesta

    (1962-1963), el

    trabajo de Wittgenstein sobre las reglas ha pasado a ocupar una

    posicin ms central en los debates acerca de la obra de su ltima

    etapa.

    (Siempre se haba debatido en alguna m edida), Una parte de

    este debate, en especial el que se produjo despus de mi conferen-

    cia en Londres, O ntario, puede presumirse que se ha visto influida

    por laexposicin

    presente pero otra

    parte

    tanto publicada como

    no

    publicada, puede presumirse que es independiente. No he tratado

    PREFACIO

    13

    .de

    citar

    materialsimilar

    existenteen labibliografa, enparte por-

    gue,de haberlo intentado, tendra la certeza de haber hecho deme*

    nos aalgunode lostrabajos publicadosy, msan,aalgunode los

    ao

    publicados,

    He

    llegado

    a

    aceptar,

    po r

    razones mencionadas

    m s

    ,abajo

    en el texto y en notas al pie, que la publicacin no resulta,

    todava,

    superfina.

    Mereceresaltarse

    que no

    pretendo

    enesteescrito

    hablar

    por m

    mismo ni tampoco decir nada, salvo en digresiones ocasionales y

    menores, acerca de mis propias ideas sobre las cuestiones sustanti-

    vas.

    E l

    propsito primario

    de

    estetrabajo

    es la

    presentacin

    de un

    problema y un argumento, no su evaluacin crtica, Primariamente,

    e

    me puede leer, salvo en muy po cas digresiones obvias, casicorno

    un abogado que presentara un argumento filosfico de primer

    orden segn le impresion a l. Si esta obra tiene una tesis principal

    propia, es la de que el problema y el argumento escpticos de Witt-

    genstein son importantes, merecedores de consideracin seria,

    Personas diversas, entre las que hay que

    incluir

    por lo menos a

    Rogers

    Albritton,

    G, E. M, Anscombe, Irvng Block, Michael

    Pummett Margaret Gilbert, B arbara Humphries, ThomasNagel,

    Robert Nozick, Michael

    Slote

    y

    BarryStroud,

    han influido en este

    ensayo,

    Adems

    de mi

    aportacin

    a la

    Wittgenstein

    Conference

    de

    Londres, Ontario, 1976, present varias versiones de este mate-

    rial, amodo de

    Howison

    Lectures en la Universidad de Califor-

    nia, Berkeley,

    1977;

    y, a mod o de una serie de conferencias, en un

    coloquio especial celebrado enBanff, Alberta, 1977; tambin, en

    una Wittgenstein

    Conference

    que tuvo lugar en

    Trinity

    College,

    Cambridge, Inglaterra, 1978, Asimismo fueron presentadas ver-

    siones en seminarios de la Universidad de

    Prnceton;

    el primero

    de

    ellos tuvo lugar en el cuatrimestre de primave ra de 1964-1965,

    Slo

    en estos seminarios de Princeton me dio tiempo a incluir el

    material delp st

    scriptum

    por lo que ste se ha beneficiado me-

    nos que elresto del debate y de la reaccin suscitada en otras

    personas. Sin duda, el debate de mi argumento en estas conferen-

    cias y seminarios ha tenido su influencia en m. Me gustara dar

    las gracias especialmente a Steven Paiteny RonY oshidapor sus

    transcripciones, estupendamente preparadas, de la versin de

    Banff,

    y a Irving Block, tanto por su ayuda en calidad de editor

    del

    volumenen el que apareci unaversin anteriordeestetraba-

    jo, como por invitarme a hacer ms publica esta exposicin en la

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    14 WITTGENSTEIN

    A PROPSITO

    DE

    REGLAS Y LENGUAJEPRIVADO

    Conferencia de

    Londres. Transcripciones Samizdat

    de la

    versin

    dada en la Conferencia de Londres han circulado libremente en

    Oxfordy en

    otros sitios.

    Un a

    versin anterior

    de

    esta obra apareci

    en I.

    Block ed.),

    erspectives

    on

    the hilosophy of Wittgenstein

    Basil Blackwell,

    Oxford, 1981,

    xii + 322

    pp.).

    Mi

    trabajo

    con

    miras

    a esa

    versin

    fu e

    posible gracias, en parte, a una Guggenheim Fellowship, a una

    Vi-

    siting

    Fellowship en

    All

    SoulsCollege,

    Oxford,

    a un sabtico con-

    cedido por la Universidad de

    Princeton,

    y a la National Science

    Foundation EEUU).Mi

    trabajo

    orientadoa lapresente versinam -

    pliada fueposible gracias,enparte,a unabecadelAmericanCouncil

    of

    Learned

    Societies,a unsabtico concedido poflaUniversidadde

    Princeton, y a una Osear Ewing Research Grant en la Universidad

    de

    Indiana.

    1

    INTRODUCCIN

    El clebre argumento de Wittgenstein contra el

    lenguaje

    pri-

    vado se ha debatido tantas veces que cabe perfectamente poner

    en cuestin la utilidad de una nueva ex posicin. El grueso de la

    exposicin que sigue se le ocu rri al presente autor hace algn

    tiempo, en el ao acadmico 1962-1963. En aquel mom ento esta

    aproximacin a las ideas de Wittgenstein impresion al presente

    autor con la

    fuerza

    de un a revelacin: lo quepreviamente me

    habaparecido que era un argumento en cierta manera dudoso a

    favor

    de una conclusin fundamentalmente inverosmil basada

    en premisas cuestionables

    y

    controvertidas

    se me

    apareca ahora

    como un argumento poderoso, apesar de que las conclusiones

    parecan ms radicales todava que antes, y en un sentido, ms

    inverosmiles. Pens

    en

    aquel momento

    q ue

    haba visto

    el

    argu-

    mento de Wittgenstein desde un ngulo y nfasis muy diferentes

    a la aproximacin que dominaba en las exposiciones estndar.

    Con

    lo s

    aos, llegu

    a

    tener d udas.

    En

    primer lugar,

    a

    veces lle-

    gua no estar segurode que pudieraformularla esquiva posi

    cin de Wittgenstein como un argum ento claro. En segundo, la

    naturaleza esquiva

    de l

    tema haca posible interpretar alguna

    de

    la bibliografa estndar como quiz, a la postre, viendo el argu-

    mentode lamisma

    forma.

    Lo que es msimportante, conversa-

    ciones

    mantenidas

    a lo

    largo

    de los

    aos mostraban que,

    de ma-

    nera creciente, otros iban viendo

    el

    argumento

    con los

    nfasis

    qu eyo prefera. De todos modos, las exposiciones recientes de

    intrpretes muy capaces difieren lo suficiente de la que sigue

    [15]

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    16 WITTGENSTBIN A PROPSITO DEMOLASY

    LENGUAJE

    PPJVADO

    comopara hacerme creer que una nueva pueda resultar todava

    deutilidad

    1

    .

    Una concepcin comnd elargumentode llenguaje privado

    dela sInvestigacionesfilosficas asumeq uecomienzaen lasec-

    cin243,y que contina en las secciones que siguen inmediata-

    mente2.Esta concepcin entiende

    que el

    argumento

    se

    ocupa pri-

    mariamente

    de un

    problema acerca

    del

    lenguaje

    de

    sensacin.

    El debate ulterior del argumento dentro de esta tradicin, tanto a

    favor como

    en

    contra, pone

    el

    nfasis

    en

    cuestiones como

    la de si

    elargumento invoca

    una

    forma

    del

    principio

    de

    verificacin,

    si la

    forma en cuestin est justificada, si se aplica correctamenteal

    lenguaje de

    sensacin,

    si el

    argumento descansa sobre

    un

    escep-

    ticismo exagerado acerca de la memoria, y as sucesivamente.

    Algunospasajes cruciales en el debate qu e siguea 243 por

    ejemplo,

    las tan

    clebres secciones

    258 y 265han

    resulta-

    do notoriamente oscuros paralos comentaristas,y se hapensado

    1

    Repasando algunos de los ms distinguidos comentarios sobre Wittgenstein de

    los

    ltimos diez

    o

    quince aos, encuentro algunos

    que

    tratan todava

    el

    debate

    de las

    reglas de forma superficial, prcticamente lo omiten, como si fuese un tema menor.

    Otros,

    que

    debaten

    en

    detalletanto

    las ideas de Wittgenstein sobre la filosofa de la

    matemtica como sus ideas sobre las sensaciones, tratan el debate de las reglas como si

    fuese

    im portante para

    la s

    ideas

    d e

    Wittgenstein sobre

    la

    matemtica

    y l a

    necesidad

    l -

    gica pero como algo separado del argumento del lenguaje privado. Puesto que Witt-

    genstein tiene ms de unmodo de argir a

    favor

    de una conclusin dada, e incluso ms

    de un m odo de presentar un nico argumento, no me es preciso necesariamente, para

    defender

    la exgesis presente, argir que estos otros com entarios estn equivo cados. En

    realidad,puedeque

    proporcionen

    exposicionesimportantes e iluminadoras defacetas

    de lasInvestigacionesy su argumento no enfatizadas u omitidas en este ensayo. No

    obstante, en nfasis, difieren sin duda considerablemente d e la presente exposicin.

    2 A menos que se especifique otra cosa (explcita o contextualmente), las referen-

    cias lo son a las Investigacionesfilosficas.Las pequeas unidades numeradas de las

    Investigacionesson denominadas secciones (o

    pargrafos).

    Las referencias apgi-

    nas

    slo

    se utilizan, si no es

    posible

    la

    referencia

    a una

    seccin, como

    en la

    segunda

    partede lasInvestigaciones.Todoa lolargodel

    texto

    citola traduccininglesa

    impresa

    estndar (a

    cargo

    de G. E. M.

    Anscombe)

    y no

    intento ponerla

    en

    duda salvoen

    muy

    pocas

    ocasiones.L as Investigaciones filosficas [Philosophical Investigations} x + 232 pp.,

    texto alemn e ingls en paralelo) han pasado por diversas ediciones desde su primera

    publicacin en 1953, perola numeracin depargrafosypginas sigue siendol a mis-

    ma. Los editores son

    Basil Blackwell,

    Oxford,y M acmillan, NuevaYork[Existe edicin

    bilinge en alemn y espaol, a cargo de Alfonso Garca Surez yUlises Moulines,

    publicada en 1988por elInstituto deInvestigaciones Filosf icasde laUNAMenMxi-

    co y por la Editorial Crtica en Barcelona],

    Este ensayo no proporciona una exgesis detallada del texto de Wittgenstein sino

    que ms bien desarrolla los argumentos a su propia manera. Recomiendo que el lector

    relea

    las

    Investigaciones

    a la luz de la

    exgesis presente

    y vea si

    sta ilumina 1

    exto.

    INTRODUCCIN

    qu e

    s uinterpretacin cabal proporcionaralallave parae largu-

    mento del lenguaje privado.

    En mi opinin, el argumento de llenguajeprivado real ha

    de

    encontrarseen lasseccionesq uepreceden a 243.E nefecto,

    en 202

    se enuncia ya la conclusin explcitamente:

    De ah

    que no seaposible obedeceruna regla privadamente ; encaso

    contrario, creer

    que se

    estaba obedeciendo

    una

    regla sera

    lo

    mismo queobedecerla.N o creo qu eWittgenstein p ensasequ e

    estaba aqu

    anticipandoun

    argumento

    que iba a dar con

    mayor

    detalle

    ms

    tarde. Po r

    el

    contrario,

    las

    consideraciones cruciales

    estn todas contenidas en el debate

    que'l leva

    a la conclusin

    enunciada en

    202.

    La s

    secciones

    q ue

    siguen

    a 243

    estn

    di-

    seadas para que se lean a la luz de la discusin precedente;

    siendo como

    son

    difciles

    en

    cualquier caso,

    la

    probabilidad

    d e

    comprenderlas

    es

    mucho menor

    si se

    leen aisladas.

    El

    argu-

    mento de lleng uaje privado en cuanto aplicadoa lassensacio-

    nes esslou ncaso especial deconsideraciones mucho ms ge-

    nerales acerca

    del

    lenguaje argumentadas previamente;

    las

    sensaciones juegan un papel crucial como un (aparentemente)

    convincente contraejemplo a las consideraciones previamente

    enunciadas.As pues, Wittgenstein cubred enuevoelterrenoeneste caso especial, movilizando nuevas consideraciones espec-

    ficas

    apropiadas al mismo. D ebetenerseen cuenta qu e lasInves-

    tigaciones filosficas

    no es unaobra filosf ica sistemtica don-

    de

    las

    conclusiones,

    una vez

    establecidas incuestionablemente,

    no

    necesiten ser reargumentadas. La sInvestigaciones estn es -

    critas, m s bien, como un a dialctica perpetua, donde las pre-

    ocupaciones persistentes, expresadas por la voz del interlocutor

    imaginario, no se acallan nunca definitivamente. Puesto que la

    obra

    no sepresenta en la

    forma

    de un argumento deductivoco n

    tesis definitivas amanera deconclusiones, se cubre el mismo

    terreno repetidamente, desdee lpunto devista dediversos casos

    especialesydesde diferentes ngulos,con laesperanzade que el

    proceso entero ayudar allector a ver los problemas correcta-

    mente.

    La estructura bsica del acercamiento de Wittgenstein pue de

    presentarse brevemente como sigue:seintroduceun cierto pro-

    blema o, en terminologa humeana, un a paradoja escptica

    concerniente a lanocinde regla. Acontinuacin, se'presentalo

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    9/79

    18 W1TTGENSTEIN

    A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJEPRIVADO

    qu e

    Hume habra llamado una solucin escptica del proble-

    ma. Hay dos reas en las que resulta ms probable que sea igno-

    rada la

    fuerza

    tanto de la paradoja comode su solucin, y con

    respecto a las que el acercamiento bsico d eWittgensteinresulta

    ms probable

    q ue

    parezca increble.

    Una de

    esas reas

    es la no-

    cin de regla matemtica, como la regla para la adicin. La otra

    es nuestro habla acerca de nuestra propia experiencia interna,

    acerca de sensaciones y dems estados internos. Al tratar ambos

    casos, debemos tener en cuenta las consideraciones bsicas acer-

    ca de las reglas y el lenguaje. Aunque Wittgenstein ha debatido

    ya estas consideraciones bsicas con considerable generalidad,

    la estructura d e la obra de Wittgenstein es tal que los casos espe-

    ciales de la matemtica y la psicologa no se debaten simple-

    mente citando un resultado general ya establecido, sino cu-,

    briendo estos casos especiales

    en

    detalle

    a la luz del

    tratamiento

    previo delcaso

    general.

    Con este debate se espera que tanto la

    matemtica como la mente se puedan ver de modo correcto:

    puesto que las tentaciones de verlas errneamente provienen de

    la desatencin de las mismas consideraciones bsicas acerca de

    las reglas y el lenguaje, puede esperarse que los problemas que

    surjan

    sean anlogos en los dos casos. En mi opinin, Wittgens-

    tein

    no vea sus intereses duales por la filosofa de la mente y

    por la filosofa de la matemtica como intereses por dos mate-

    rias separadas,en elmejorde los casosm uy laxamente relacio-

    nadas, aamanera en que alguien podra interesarse a la vez por

    la msica y la economa. Wittgenstein piensa que las dos mate-

    rias envuelven

    las

    mismas consideraciones bsicas.

    Po r

    esta

    ra-

    zn, llama a su investigacin de los fundamentos de la m atem-

    tica anloga

    a

    nuestra investigacin

    de la

    psicologa p.232).

    No es un accidente que esencialmente el mismo material bsico

    sobre las reglas sea incluido tanto en las Investigaciones filos-

    ficas

    como en las

    O bservaciones sobre los fundamentos de la

    matemtica ,

    en ambos casos como base de los debates de las

    3 Remarks

    o n

    the Foundatlons ofMathematics, BasilBlackwell,Oxford, 1956,

    x ix

    + 204 pp. [Existe versin espaola a cargo de Isidoro Reguera, Alianza Editorial, Ma-

    drid,

    1987], En la

    primera edicin

    d e

    esta obra

    los

    editores aseveran

    p. vi) que

    parece

    que Wittgenstein originariamente haba pretendido incluir algo del material sobre la

    matemtica en lasInvestigaciones filosficas.

    La tercera edicin 1978) incluye ms material que las ediciones anteriores y reor-

    ganiza algunas de las secciones y divisiones de ediciones anteriores. Cuando escrib el

    INTRODUCCIN

    19

    filosofas de la mente y de la matemtica, respectivamente, que

    van a continuacin.

    En lo que sigue, intento principalmente presentarelargumento

    de

    Wittgenstein

    o, ms

    exactamente,

    el

    conjunto

    de

    problemas

    y

    argumentos que yopersonalmenteheextradode lalecturadeWitt-

    genstein. Salvo pocas excepciones, no pretendo presentar ideas

    mas

    propias;

    ni

    pretendo refrendar

    o

    criticar

    el

    acercamiento

    de

    Wittgenstein,Enalgunos casos,he encontradoque no esnada

    fcil

    obtener un enunciado;preciso de los problemas y conclusiones.

    Aunque se

    tenga

    una

    fuerte sensacin

    de que hay un

    problema,

    e s

    difcil

    dar unenunciado rigurosod elmismo.M e inclino apensar

    quee lestilo filosficode laltima etapadeW ittgenstein,y la difi-

    cultad que

    encontr vase

    su

    Prefacio) para aglutinar

    su

    pensamien-

    todentrode un trabajoconvencional, presentadoconargumentosy

    conclusiones organizados,no essimplementeunapreferencia esti-

    lsticayliteraria acompaadade unapredileccinpor uncierto

    grado de oscuridad4,sinoqu eprovieneenpartede la naturaleza de

    su materia5.

    Sospecho

    por razones

    q ue

    resultarn claras

    ms tarde que

    intentar presentar

    de

    modo preciso

    el

    argumento

    de

    Wittgenstein

    es, enalguna m edida, falsificarlo. Probablemente muchasde mis

    formulaciones y

    remodelaciones

    d el

    argumento estn hechas

    de un

    modo que noaprobaraelpropioW ittgenstein6. Por eso elpresente

    trabajo no debieraserconsiderado comouna exposicinni del ar-

    gumento deWittgensteinni del de Kripke,sinode largumento

    de Wittgenstein segn impresion aK ripke, segn constituyun

    problema para este ltimo.

    Como he

    dicho, pienso

    que el

    argumento

    del

    lenguajeprivado

    bsico

    precede

    a l a

    seccin 243, aunque

    las

    secciones

    qu e

    siguen

    a

    la 243 son sin

    duda

    de

    importanciafundamental tambin. Propongo

    debatir inicialmente

    el

    problema

    del

    lenguaje privado

    sin

    men-

    cionar

    para

    nada

    estas ltimas secciones. Puestoque amenudose

    presente

    trabajo,

    utilic

    la

    primera edicin. Donde

    las

    referenciasdifieren,

    se da

    entre

    corchetes la referencia equivalente de la tercera edicin.

    4

    Personahnente,sin embargo, estimo que no puede negarse aqu el papel de las

    consideraciones estilsticas. Es claro que las consideraciones puramente estilsticas y

    literariassignificaronmucho para W ittgenstein.

    Su

    propiapreferencia estilstica contri-

    buye obviamente a la dificultad de su obra, tanto como a su belleza.

    5 Vase

    el

    debate

    de

    este punto,

    ms

    abajo,

    en las

    pgin as 82-83.

    6 Vase

    de

    nuevo

    el

    mismo debate

    en las

    pginas 82-83.

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    10/79

    20

    WITTGENSTEIN APROPSITODEREGLASYLENGUAJE PRIVADO

    piensa

    que

    estas secciones

    son el

    argumento

    del

    lenguaje priva-

    do, puede que les parezca a algunos que semejante proceder es

    una

    presentacin

    de Hamlet sin el

    prncipe.

    Aun si es

    as,

    hay mu-

    chos otros caracteres interesantes

    en la

    obra7.

    7

    Al repasar lo que he escrito ms

    abajo

    me asalta la preocupacin de que el lector

    pueda

    perder el hilo principal del argumento de Wittgenstein en el tratamiento por ex-

    tenso

    de

    puntos

    ms

    sutiles,

    En particular, el

    tratamiento

    de la

    teora disposicional

    que

    hago msab.ajoadquiri tanta extensin porque he odo recomendarla, ms de una vez,

    como

    respuesta a la paradoja escptica. Ese debate puede que

    contenga,

    en compara-

    cincon el grueso delrestodeesteensayo, algo ms de argumentacin de

    Kripke

    en

    apoyo de Wittgenstein y no una exposicin del propio argumento de Wittgenstein.

    Vanse las notas 19 y 24 para

    lgun s

    de las conexiones, El argumento est, sin em-

    bargo, inspirado

    en el

    textooriginal

    de

    Wittgenstein, Probablemente

    la

    parte

    con

    menor

    inspiracin directa en el texto de Wittgenstein sea el argumento de que nuestras dispo-

    siciones, igual que nuestra actuacin real, no son potencialmente infinitas. Incluso esto,

    sin embargo, tiene obviamente su origen en el nfasis paralelo de Wittgenstein sobre el

    hecho

    de que

    slo pensamos explcitamente

    en un

    nmero

    finito de

    casos

    de

    cualquier

    regla), El tratamiento que hago ms abajo pp.51-53)de la simplicidad es un ejemplo

    de

    una

    objecin que,

    hasta

    donde

    yo s,

    Wittgenstein mismo nunca considera. Creo

    que

    mi

    respuesta

    es

    claramente

    apropiada, asumiendo que haya entendido apropiadamente

    el resto de la

    posicin

    de Wittgenstein, Recomiendo al lector que se concentre, en una

    primera lectura, en la comprensin de la fuerzaintuitivadel problema escptico de

    Wittgenstein y que

    considere secundarios vericuetos como stos.

    LA PARADOJA

    WITTGENSTEINIANA

    Wittgenstein dice

    en 201:

    nuestra paradoja

    era

    sta: ningn

    cursode accin poda estar determinado por una regla, porque todo

    .curso

    de accin puede hacerse concordar con la regla. Voy a intentar

    desarrollar a mi

    manera,

    en

    esta seccin

    del presente

    ensayo,

    la

    pa-

    radojaen cuestin. La paradoja es quiz el problema central de

    las

    Investigaciones

    filosficas Incluso quien ponga

    en

    disputa

    las

    conclusiones

    que Wittgenstein obtiene a partir de este problema en lo

    tocante al lenguaje privado y a las filosofas de la mente, de la

    matemtica y de la

    lgica podra

    muy

    bien considerar

    que el

    proble-

    ma es en s mismo una contribucin importante a lafilosofa.Puede

    considerarse como una

    forma

    nueva de escepticismo

    filosfico.

    Siguiendo el proceder de Wittgenstein, desarrollar

    inicialmente

    el

    problema con

    relacin

    a un ejemplo matemtico, aunque el pro-

    blema escptico relevante se aplica a todos los usos con significado

    del

    lenguaje

    Yo,

    como casi todos

    los

    hispanohablantes, utilizo

    la

    palabra

    ms

    y el

    smbolo

    +

    para denotar

    unafuncin

    matem-

    tica bien conocida, la adicin. Lafuncin est definida para todos

    los pares de enteros positivos. Yo capto la regla de adicin me-

    diante

    mi representacin simblica externa y mi representacin

    mental interna. Hay un punto que es crucial para mi captacin de

    esta regla. Aunque yo personalmente slo he calculado una canti-

    dadfinita de sumas en el pasado, la regla determina m respuesta

    para una cantidad indefinida de sumas nuevas que nunca previa-

    mente he tomado en consideracin. ste es todo el cometido de la

    nocin de que al aprender a sumar capto una regla: mis intenciones

    pasadasconrespecto a la adicin determinanunanica respuesta

    para una cantidad indefinida de casos nuevos en el futuro.

    [21]

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    11/79

    22

    WITTGENSTEIN

    A

    PROPSITO

    DE

    REGLAS

    Y

    LENGUAJE PRIVADO

    Supongamos,

    por

    ejemplo,

    que 68 + 57 es un

    clculo

    que no

    he

    realizado n unca hasta ahora.

    No hay

    duda

    de que

    existe

    u nejem-

    plo comoste, puesto que he realizado slo una cantidadfinitade

    clculos

    en el

    pasado

    (y

    esto,

    aun si

    tomamos

    en

    cuenta

    los

    clculos

    que he

    realizado

    en silencio,paramisadentros;no digamosya si se

    consideran slo los realizados me diante conducta pblicamente ob-

    servable).

    De

    hecho,

    esamismafinitud

    garantiza

    laexistencia de

    un

    ejemplo

    que

    excede,

    en sus dos

    argumentos,

    a

    todos

    los

    clculos

    previos. Asumir,

    en lo que

    sigue,

    que 68

    +57 sirve tambin

    a

    este propsito.

    Realizo

    el

    clculo

    y

    obtengo,

    por

    supuesto,

    la

    respuesta 125.

    Tengolaconfianza, quiz tras larevisin de mi operacin, de que

    125 es la respuesta correcta. Es correcta tanto en el sentido arit-

    mticode que 125 es la

    suma

    de 68 y 57,

    como

    en el

    sentido meta-

    lingstico de que ms, segn me propuse utilizar esa palabra en

    el

    pasado, denotaba

    una

    funcin que, cuando

    se

    aplica

    a los

    nme-

    ros

    que

    llamo 68

    y

    57, arroja

    el

    valor 125.

    Ahora supongamos

    que me

    encuentro

    con un

    escptico extrava-

    gante. Tal escptico pone en cuestin mi certeza acerca de mi res-

    puesta, e n su sentido que acabo de llamar

    metalingstico.

    Sugie-

    re

    que,

    quiz, segn utilic el trmino ms en el pasado, la

    respuesta qu e hace un momento me propuse da r a 68 + 57 debie-

    ra

    haber sido 5

    Por

    supuesto,

    la

    sugerencia

    del

    escptico

    es ob-

    viamente disparatada.

    Mi

    respuestainicial

    a la

    misma podra con-

    sistiren recomendar a micontendiente quevuelva a la escuela y

    aprenda a sumar. Pero dejmosle que contine: despus de todo,

    seala,si

    tengo ahoratantaconfianza

    en

    que, segnutilic

    el trmi-

    no ms, m i intencin fue la de denotar 125 con 68 + 57, ello

    no

    puede

    ser por razndehaberme dadoa mmismo explcitamen-

    te instrucciones al efecto de que 125 es el resultado de realizar la

    suma en este caso particular. Por hiptesis, no hice tal cosa. Pero,

    naturalmente, la idea es que, en este nuevo caso, debo aplicar exac-

    tamente la misma funcin o regla que tantas veces apliqu en el

    pasado. Mas, cmo saber cul era esta funcin? En el pasado me

    di

    a m

    mismo slo

    un

    nmero finito

    deejemplos

    instanciadores

    de

    esta fun cin. Todos

    ellos,

    hemos supuesto, envolvan nmeros

    ms

    pequeos que 57. Por tanto, en el pasado tal vez utilic ms y

    +

    para

    denotar una

    funcin

    que

    llamar

    cuas y

    simbolizar

    mediante . Se define as:

    LAPARADOJA W1TTGENSTEINIANA

    23

    x

    jy

    =x y,six,y

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    12/79

    de un arrebato de locura, o de una

    dosis

    de LSD, he acabado por

    malinterpretar

    mi

    propio

    uso previo.

    Por ridicula y fantstica que sea, la

    hiptesis

    d el escptico no es

    lgicamente imposible. Para comprobarlo,

    asumamos

    la hiptesis

    de

    sentido comn

    de que

    mediante

    +

    realm nte quise decir adi-

    cin. Entonces

    sera

    posible aunque sorprendente,

    que

    bajo

    el in-

    flujo

    de

    un

    colocn momentneo,

    m alinterpretara

    todos

    mis

    usos

    pasados d el

    signo

    m s

    como

    si

    simbolizaran

    la

    funcin

    ctis, y

    que,

    en

    contra

    de mis

    intenciones lingsticas previas, procediese

    a ha-

    cer el clculo de que 68 ms 57 son 5. (Habra cometido un error,

    no en matemticas, sino en la suposicin de que haba actuado en

    concordancia

    con mis

    intenciones lingsticas previas).

    Lo que el

    escptico est proponiendo es que he cometido un error d e este tipo

    precisamente, slo que con el ms y el cuas invertidos.

    Ahora bien,

    si el

    escptico propone

    su

    hiptesis sinceramente,

    es que est loco. Una hiptesis tan extravagante como la de propo-

    ner que siempre quise decir cuas es absolutamente descabellada.

    De que es

    descabellada,

    no hay

    duda

    y, sin

    duda,

    es falsa.

    Pero

    si es

    falsa, debe haber algn hecho acerca de mi uso pasado que pueda

    citarse para refutarla. Pues, aunque

    la

    hiptesis

    sea

    descabellada,

    no

    parece

    que sea apriori

    imposible.

    Naturalmente, esta extravagante hiptesis,

    y las

    referencias

    al

    LS D

    o a un

    arrebato

    d e

    locura,

    son en

    cierto sentido me ramente

    u n

    servira al menos tan bien como lo liara una lectura intensional; a menud o, hablo como

    si

    lo que se

    quiere decir mediante ms fuese u na uncin numrica),entonces

    el se-

    gundo problema podra llevarnos a nominalizar los objetos (ms denota la funcin

    ms, verde denota

    el

    verdor, etc). Baraj

    la

    posibilidad

    d e

    utilizar cursivas( ms

    quiere decir ms;

    quiere

    decir puede que quiera decir denota), pero decid que

    normalmente

    (excepto cuando

    las

    cursivas sean apropiadas

    por

    otra razn,

    en

    especial

    cuandose introduce por vez primera un neologismo com ocuas) escribir elobjeto de

    querer

    decir

    al

    modo

    de un

    objeto normal

    y

    corriente.

    La

    convencin

    que he

    adopta-

    do resulta forzada en el lenguaje escrito, pero suena de modo bastante razonable en el

    lenguaje hablado.

    ,

    Dado

    que las

    distinciones

    de uso y

    mencin

    son

    importantes para

    el

    argumento

    se-

    gn yo lo formulo, procuro acordarme de utilizar comillas cuando se est mencionando

    una expresin. Sin embargo, tambin las utilizo para otros cometidos, cuando el espa-

    ol

    escrito normal,

    no filosfico,

    permite recurrir

    a

    ellas (por ejemplo,

    en el

    caso

    de

    marcas de significado , del prrafo precedente; o de cuasi-entrecom illado , en la

    oracin que

    sigue

    a

    sta).

    Los

    lectores

    a

    quienes resulte

    familiar e l

    cuasi-entrecomilla-

    do

    d e

    Quine

    se

    darn

    cuenta de que en

    algunos casos utilizo

    el

    entrecomillad o ordina-

    rio cuando la puridad lgica requerira usar el cuasi-entrec omillado o algn dispositivo

    similar. No me he preocupado de ser cuidadoso acerca de esta cuestin, porqueconfo

    en que, en la prctica , los lectores no se confundirn.

    recurso

    dramtico.

    E l

    punto bsico

    es

    ste:

    de

    ordinario, supongo

    que,

    al calcular 68 + 57 del modo com o lo hago, no estoy simple-

    mente dando un salto injustificado al vaco. Sigo indicaciones que

    me di a m mismo anteriormente y que determinan unvocamente

    que e n

    este nuevo caso debo decir 125. C ules

    son

    estas indica-

    ciones? Por hiptesis, nunca me dije a m mismo explcitamente

    que debo decir 125 en este preciso caso. T ampoco puedo alegar

    que simplemente debo hacer

    lo

    mismo

    que

    siempre hice,

    si lo

    que

    esto significa es calcular d e acuerdo con la regla que se exhibe

    en

    mis

    ejemplos previos.

    Esa

    regla podra

    m uy

    bien haber sido

    la

    regla

    de

    cuadicin

    (la

    funcin

    cuas)

    tanto como

    la de

    adicin.

    La

    idea

    de

    que,

    de

    hecho,

    lo que

    quise decir

    es

    cuadicin,

    que en un

    sbito arrebato cambi

    mi uso

    previo, sirve para dram atizar

    e l

    pro-

    blema/

    En la

    discusin

    q ue

    sigue,

    e l

    reto lanzado

    por el

    escptico ado p-

    ta dos form as. En primer lugar, el escptico pone en duda que haya

    hecho alguno que consista en que yo quise decir ms, en vez de

    cuas,que d

    respuesta

    a su

    reto escptico.

    En

    segundo lugar, pone

    en duda que yo posea razn alguna para tener tanta confianza en

    que

    ahora debo responder 125, en vez de 5. Las dos formas del

    reto estn relacionadas. Tengo confianza en que debo responder

    125 porque tengo confianza en qu e est a respuesta concuerda

    tambin con lo que quise decir. No se disputan ni la exactitud de mi

    clculo

    ni la de mi

    memoria.

    Por

    tanto, de be admitirse

    que si

    quise

    decir ms, entonces, a menos que desee cambiar miuso, estoy jus-

    tificado

    (en realidad,

    compelido)

    al

    responder 125, pero

    no

    5.

    La

    respuesta

    al

    escptico debe satisfacer

    dos

    condiciones. Primera,

    debe explicar cul es el hecho (acerca de mi estado mental) que

    constituye

    mi

    querer decir ms,

    y no cuas.

    Pero, adems,

    hay

    u na

    condicin

    que

    cualquier supuesto candidato

    a ser ese

    hecho debe

    satisfacer. Debe, en algn sentido, mostrar cmo es que estoyjusti-

    ficado

    al dar la respuesta 125 a 68 + 57. Las indicaciones

    mencionadas

    en el

    prrafo anterior,

    que

    determinan

    lo que

    debo

    hacer

    en

    cada caso, deben

    de

    alguna manera estar contenidas

    en

    cualquier candidato

    a ser el

    hecho constitutivo

    de lo que

    quise

    de -

    cir.

    De no ser

    as, queda

    sin

    contestar

    la

    afirmacin

    del

    escptico

    de

    que

    mi

    presente respuesta

    es

    arbitraria. Cmo opera exactamente

    esta condicin

    es

    algo

    que

    resultar mucho

    ms

    claro luego, des-

    pus

    de

    discutir

    la paradoja de

    Wittgenstein

    en un

    nivel intuitivo,

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

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  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    14/79

    28

    WITTGENSTBIN APROPSITODEREGLASYLENGUAJEPRIVADO

    garde la otra. Pues el escptico mantiene que ningn hecho acerca

    de

    mi

    historia pasada (nada

    que

    estuviera alguna

    vez en mi

    mente

    o

    en

    mi conducta externa) establece que quise decir ms en vez de

    cuas (ni, claro est, tampoco ningn hecho establece que quise

    decir

    cuas ).

    Pero si esto es correcto, es patente que no puede haber

    hecho

    alguno

    con

    respecto

    a

    cul

    es lafuncinque

    quise decir;

    y si

    no puede haber hecho alguno con respecto a cul es lafuncinpar-

    ticular que quise decir en elpasado,tampoco puede haberlo en el

    presente.

    Ahora bien, antes de segar la hierba

    bajo

    nuestros propios

    pies, empezamos hablando como si la nocin de que en el momen-

    to presente queremos decir una ciertafuncinmediante ms no

    estuviera cuestionada

    y

    fueseincuestionable. Slo cuestionaremos

    los

    usos

    pasados. En

    otro caso, seremos incapaces

    deformular

    nuestro problema.

    Otra

    regla

    de

    juego importante

    es que no hay

    ninguna limitacin

    (en

    particular,

    no hay

    ninguna limitacin conductista)

    con

    respecto

    a

    los hechos que es posible citar para responder al escptico. La evi-

    dencia

    no

    tiene

    por qu

    quedar confinada

    a la que

    est disponible

    para un

    observador externo, capaz

    de

    observar

    mi

    conducta mani-

    fiestapero no mi estado mental interno. Sera interesante si ocurriese

    quenada propio de mi conducta externa pudiera mostrar que quise

    decir ms o cuas,

    pero

    s

    pudiera mostrarlo algo propio

    de mi

    estado

    interno. Aunque el problema aqu es ms radical. A menudo se ha

    considerado que la

    filosofa

    de la mente de Wittgenstein es conduc-

    tista, pero

    en la

    medida

    en que

    Wittgenstein pueda

    (o no) ser

    hostil

    a

    lo

    interno, dicha hostilidad

    no ha de

    asumirse como

    una

    premisa,

    sino

    que se ha de

    obtener como conclusin

    de un

    argumento.

    Por

    eso,

    sea lo que sea

    aquello

    en lo que

    consiste mirar dentro

    de mi

    mente,

    elescptico asevera

    que aun sifuese

    Dios quien mirara,

    ni

    siquiera

    l

    podra determinar que quise decir adicin mediante ms.

    Este rasgo de Wittgenstein contrasta, por ejemplo, con el debate

    de

    Quine en torno a la indeterminacin de la traduccin

    10

    . Hay

    10

    Vase W VQuine, Wo rd

    and

    Object

    (MT,

    The TechnologyPress,Cambridge,Mas-

    sachusetts,

    1960,

    xi+294

    pp.)

    [Palabray objeto,

    Labor, Barcelona, 1968;

    y

    Herder,

    2001],

    especialmente el captulo 2, Translation and

    Meaning

    (pp.26-79).

    Vase

    tambin Onto-

    logcal R elatvity and OtherEssays (Columbia University Press, NuevaYork

    y

    Londres,

    1969,viii+165pp.) [La

    relatividadontolgcay o t ros

    ensayos,Madrid, Tecnos,1974],es-

    pecialmente

    los primeros

    tres captulos (pp.1-90);

    y

    vase tambin

    On

    theReasons

    f orthe

    Jndeterminacy

    of Translation,

    The Journal

    ofPMlosophy, vol. 67(1970),pp.

    178-83.

    Retomo

    la

    discusin

    de las ideas deQuinemsadelante;vanse pp.69-71.

    LAPARADOJAWITTGENSTEINIANA

    29

    muchos puntos

    de

    contacto entre

    las

    discusiones

    de

    Quine

    y de

    Wittgenstein. Sin embargo, Quine asume con mucho gusto que slo

    la

    evidencia conductal

    va a

    admitirse

    en su

    discusin. Wittgens-

    tein,

    por el

    contrario, emprende

    una

    extensa investigacin intros-

    pectiva

    11

    , y los

    resultados

    de la

    investigacin, como veremos, cons-

    tituyen un rasgo crucial de su argumento. Adems, en l, el modo

    depresentarse

    la

    duda escptica

    no es

    conductista.

    Se

    presenta des-

    de

    dentro. Quine presenta el problema del significado en trmi-

    nos de un lingista

    que

    trata de adivinar lo que

    otra

    persona quiere

    decir con sus palabras

    partir

    de su conducta. En cambio, el reto de

    Wittgenstein puede serme presentado como una cuestin acerca de

    m

    mismo:Hubo algn hecho pasado acerca de m (lo que quise

    decir mediante

    ms)*

    que imponga lo que debo hacer ahora?

    Pero volvamos con el escptico. ste arguye que, cuando res-

    pond 125 al problema de 68 + 57, mi respuesta fue un injusti-

    ficadosalto al vaco; mi historia mental pasada es igualmente com-

    patible

    con la

    hiptesis

    de que

    quise decir

    cuas y, por

    tanto,

    debera

    haber respondido 5. Podemos poner el problema del modo si-

    guiente: cuando se me pregunt por 68 + 57 contest 125 sin

    dudary

    automticamente; pero parecera que,

    si

    nunca antes realic

    explcitamente este clculo, podra igualmente haber contestado

    5. No hay nada que justifique una inclinacin bruta a responder

    de

    un modo en lugar del otro.

    Muchos lectores, debo suponer, llevarn

    ya

    bastante tiempo

    im-

    pacientes por protestar que nuestro problema surge slo debido a

    que el modelo de la instruccin que me di a m mismo con

    respecto

    a la

    adicin

    es un

    modelo

    ridculo. Es

    claro

    que lo que

    hice

    no

    fuemeramente darme a m mismo algn nmero finito de ejemplos

    apartir

    de los cuales se suponga que he de extrapolar la tabla com-

    pleta (Sea "+"

    la

    funcin

    instanciada por los

    ejemplossiguien-

    11 El

    trmino introspectivo

    l o

    utilizo

    descargado de

    doctrina

    filosfica. Por su-

    puesto,

    Wittgenstein, en particular,

    encontrara objetable

    una gran parte del

    bagaje

    q ue

    lo ha acompaado. Lo que quiero decir,

    simplemente,

    es que

    Wittgenstein hace

    uso,en

    su discusin, de nuestros propiosrecuerdosy del conocimiento que tenemos de nuestras

    experiencias internas.

    N.del.T.: He corregido una errata del original con respecto a lacolocacind e

    comillas.

    He

    sustituido...loque quise decir mediante

    ms...

    ...whatImeant by

    plus...)p or ...loque quise decir mediante

    ms...

    ...what I m eant by plus...). La

    errata

    consisteen que las

    comillas

    s e

    adosan

    aquise decir cuando

    debieran

    adosarse

    ams.

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    15/79

    3

    O WITTGENSTEINA PRO PSITO DE

    PvEGLAS

    Y LENGUAJE PRIVADO

    tes:...).Hay, sin

    duda,

    una cantidad infinita de funciones que son

    compatibles con eso.Ms

    bien

    lo que hice fueaprendere interio-

    rizar instrucciones para usar una regla que determina cmo se

    debe continuar

    la

    adicin. Qu regla

    era

    sta? Bueno, digamos

    que, tomadaen su formams primitiva, puede describirse as:su-

    pongamosque queremos sumar

    x

    e

    y.

    Provemonosde un granar-

    senal de canicas. Contemos, primero,

    x

    canicasyhagamoscon ellas

    un montn. Contemos, luego,y canicasy hagamos con ellas otro

    montn. Juntemoslos dosmontonesy contemosel nmerode ca-

    nicas

    que hay en el

    nuevo montn

    as

    formado.

    El

    resultado es

    x y.

    Este conjunto de indicaciones, puedo suponer, me lo di explcita-

    mente a mmismoenalgn momentodel pasado. Est grabadoen

    mi mente comolo estara en una pizarra. Es incompatible con la

    hiptesis

    de que

    quise decir cuas.

    E s

    este conjunto

    de

    indicaciones,

    no la lista finitade adiciones particulares querealicen elpasado,

    el quejustificay determinami respuesta presente. Esta considera-

    cin queda reforzada, despus de todo, cuando pensamos en

    lo^que

    realmente hago cuando sumo 68 y 57. No doy automticamente la

    respuesta

    125, ni

    consulto ninguna

    inexistente

    instruccin pasa-

    da al efecto de que debo responder 125 en este caso. Ms bien,

    procedo de acuerdo con un

    algoritmo

    para la adicin que aprend

    previamente.El algoritmoes ms sofisticadoy msaplicable prc-

    ticamente que elprimitivo qu e acabamos de describir, perono hay

    entre ellos diferencia de principio.

    Apesar

    de la

    plausibilidad inicial

    de

    esta objecin,

    la

    respuesta

    delescpticoesperfectamente obvia. Cierto,si contar, segnus

    la

    palabra

    en el

    pasado,

    se

    refera

    al

    acto

    de

    contar

    y si mis

    otras

    palabras utilizadas

    en el

    pasado

    se

    interpretan correctamente

    en la

    forma estndar), entonces ms debe haber designado adicin.

    Ahora bien,la palabra contar, igualquems,la apliqu sloa

    una cantidad finitadeusos pasados.Con locual,el escptico puede

    cuestionar mi interpretacin presente de mi uso pasado de con-

    tar,

    tal y

    como hizo

    con

    ms.

    En

    particular, puede sostener

    que

    con contar anteriormente quise decir

    cuontar,

    donde cuontar

    un montn escontarlo en el sentido ordinario,a no ser que elmon-

    tn se haya formado como la unin de dos montones uno de los

    cuales tenga

    57 o ms

    unidades,

    en

    cuyo caso

    la

    respuesta

    que au-

    tomticamente debe darse es 5. Es claro que, si en el pasado

    contar signific cuontar,y si sigola regla para msque tan

    LA PA R A D OJA WITTOENSTEINIANA

    31

    triunfahnente se le cit al escptico, debo admitir que 68+57

    debe arrojar la respuesta 5. He supuesto aqu que, previamente,

    contar no se aplic nunca a montones formados mediante la

    unin de dos submontones uno de los cuales tenga 57 o ms ele-

    mentos, pero sieste

    lmite

    superior particularnosirve, servir otro.

    Pues

    se

    trata

    de un

    punto absolutamente general:

    si

    ms

    se

    expli-

    ca

    en

    trminos

    de

    contar,

    una

    interpretacin

    no

    estndar

    de la

    segunda palabra traer aparejada una interpretacin no estndar de

    laprimera

    12

    .

    Por

    supuesto, esintil pro testar diciendo

    que lo que yo me

    pro-

    puse fue que el resultado de contar un m ontn sea independiente de

    su composicin en trminos de submontones. Por mucho que yo

    me haya dicho estoa mmismodelmodoms explcito posible,el

    escptico replicar sonriente qu e estoy denuevomalinterpretando

    mi usopasado,que en realidad independiente anteriormente sig-

    nific cuindependiente, dondecuindependiente significa

    ...

    Estoy exponiendo aqu, naturalmente,las bien conocidas obser-

    vaciones de Wittgenstein acercadeuna regla para interpretaruna

    regla. Resulta tentador responderal escptico apelando, desdeuna

    regla,a otra

    regla

    ms bsica. Peroelpaso escptico puede repe-

    tirse

    igualmente

    en el

    nivel

    ms

    bsico.

    Al

    final,

    el

    proceso debe

    12

    Estam isma objecin echapor tierra una sugerencia relacionada:sepodra insis-

    tir ea que lafuncin

    cuasqueda descartada como interpretacin

    de

    + porque

    no sa-

    tisface algunasde lasleyesq ueacepto para

    +

    porejemplo, no esasociativa; podra-

    mos

    haberla

    definido de

    modo

    que ni

    siquiera

    fuese

    conmutativa). Podra incluso

    sealarse que,co nrespectoa losnmeros naturales,la adicines lanicafuncin que

    satisface

    ciertas leyes aceptadas

    pormlas

    ecuaciones recursivas

    para +:

    Vx

    (x

    + O

    =

    x)

    y VrV j ( x+ y =

    (x

    +y) ),dondela tilde otrazo indica sucesor*;deestas ecuaciones

    se

    dice

    a

    veces

    que son una

    definicin

    de la

    adicin.

    E l

    problema estriba

    en que los

    otrossignos utilizadosen estas leyes loscuantificadoresuniversales,e lsignodeigual-

    dad)

    se han

    aplicado slo

    en un

    nmerofinito

    de

    casos,

    y se les

    puede

    dar

    interpretacio-

    nes no estndarque seajustarn a interpretaciones no estndarde+. As,po r ejem-

    plo,Vx podra significar para todox 57. Del mismo

    modo, el disposicionalista detectar que un sujeto completamen-

    te normal, aunque falible, quiere decir alguna funcin no estndar

    mediante+.

    Una vez ms, la dificultad no puede superarse mediante un a

    clusula ceterisparibus mediante

    u na

    clusula

    q ue

    excluya

    e l

    rui-

    do,

    ni

    tampoco mediante

    una

    distincin entre competencia

    y

    actuacin.

    N o

    cabe duda

    de que la

    disposicin

    a dar la

    suma ver-

    dadera en respuesta a cada problema de adicin es parte de mi

    competencia, si lo que con esto queremos decir es simplemente

    que ta l

    respuesta concuerda

    con la

    regla

    que me

    propuse utilizar,

    o

    si lo que queremos decir es que, si se eliminaran todas m is disposi-

    ciones a cometer errores, dara la respuesta correcta. De nuevo,

    dejo a un

    lado

    la

    finitud

    de mi

    capacidad). Pero

    un a

    disposicin

    a

    cometer un error es simplemente una disposicin a dar una res-

    puesta d istintade la queconcuerdaconlafuncin qu equise decir.

    Presuponer este concepto

    en la

    discusin presente

    es,

    claro est,

    viciosamente circular. Si quise decir adicin, mi disposicin real

    errnea

    ha de ser

    ignorada;

    si

    quise decir eskadicin,

    no

    debiera

    serlo. Nada

    hay en la

    nocin

    de mi

    competencia, segn

    se ha

    definido,

    que

    pueda

    en

    modo alguno decirme cul

    de las

    alternati-

    vas

    adoptar 22. Otra posibilidad sera

    q ue

    intentramos especificar

    el

    22 Para que no se me malentienda: e spero que est claro que, al decir esto, no es que

    yo

    mismo rechace la distincin de Chomsky entre competencia y actuacin. Por el con-

    trario, personalmente encuentro que los argumentos familiares a

    favor

    de la distincin

    L A P A R A D O J A

    WITTGENSTEINIANA

    15

    mido

    que ha de

    ignorarse

    sin

    presuponer

    u na

    nocin anterior

    d e

    cul es la funci n que se quiere decir. Una sucinta experimentacin

    revelar la futilidad de tal empresa. Recurdese que el sujeto posee

    una disposicin sistemtica a olvidar tener en cuenta cuntas se

    lleva

    en

    ciertas

    circunstancias:

    tiende

    a dar una

    respuesta uniforme-

    mente errnea cuando est bien descansado, rodeado de un am-

    biente agradable donde no hay desorden, etc. L as cosas n o pueden

    arreglarse a base de insistir en que el sujeto, andando el tiempo,

    respondera con la respuesta correcta tras ser corregido por otros.

    (y

    de la nocin consiguierite de regla gramatical) poseen una gran fuerza persuasiva. El

    trabajopresente tiene

    el

    propsito

    de

    exponer

    mi

    modo

    de

    entender

    la

    posicin

    de Witt-

    genstein, no la ma propia; pero ciertamen te no es mi intencin aseverar, ejerciendo de

    exgeta, que Wittgenstein mismo rechaz ara la distincin. Lo que

    es

    importante aqu es

    que

    la

    nocin

    de

    competencia

    no es,

    ella misma,

    una

    nocin disposicional.

    E s

    norma-

    tiva,

    no

    descriptiva,

    en el

    sentido explicado

    en el

    texto.

    La

    cuestin

    es que

    nuestra comprensin

    de la

    nocin

    de

    competencia

    e s

    depen-

    diente de nuestra comprensin de la idea de seguir una regla, segn se arguye en el

    debate de arriba. Wittgenstein rechaza ra la idea de que la competencia pueda definir-

    se en

    trminos

    de un

    modelo disposicional

    o

    m ecnico idealizado,

    y

    usarse

    sin

    circula-

    ridad

    para explicar

    l a

    nocin

    de

    seguir

    u na

    regla. Slo despus

    de

    haber resuelto

    el

    problema escptico acerca de las reglas podemos

    entonces

    definir la competencia en

    trminos

    de

    seguimiento

    de

    reglas.

    A

    pesar

    de que las

    nociones

    de

    competencia

    y

    actuacin varan (al menos) de un autor a otro, no veo ninguna razn por la que los

    lingistas tenganqu e asumir que la competencia se

    define

    antes que el seguimiento

    de reglas. Aunque las observaciones que hago en el texto advierten contra el uso de la

    nocin

    d e

    competencia como solucin

    a

    nuestro problema,

    no son de

    ningn modo

    argumentos contra la nocin misma.

    D e

    todas

    formas,

    dada

    la

    naturaleza escptica

    de la

    solucin

    d e

    Wittgenstein

    a su

    problema (segn esta solucin

    e s

    explicada

    m s

    abajo),

    es

    claro que,

    si se

    acepta

    e l

    punto de

    vista

    de

    Wittgenstein,

    la

    nocin

    d e

    co mpetencia

    se

    ver

    a una luz

    radical-

    mente distinta de la que implcitamente ilumina a mucha de la bibliografa en lingsti-

    ca.

    Pues si

    lo s

    enunciados

    que

    atribuyen seguimiento

    d e

    reglas

    no han de

    considerarse

    como enunciando hechos,

    ni

    tampoco

    se les ha de ver

    como

    explicando

    nuestra conduc-

    ta

    (vase,

    abajo, la

    seccin

    3),

    parecera

    que el

    u so

    que se

    hace

    en

    lingstica

    de las

    ideas de reglas y de competencia necesita una reconsideracin seria, si es que estas

    nociones no qued an desprovistas de sentido. (Depe ndiendo del punto de vista de cada

    cual, podra considerarse que la tensin que aqu se revela entre la lingstica moderna

    y la crtica escptica de W ittgenstein arroja dudas sobre la lingistica, o sobre la crtica

    escptica

    de Wittgenstein, o sobre ambas). Esta s cuestiones surgiran aun si, como ocu-

    rre a lo

    largo

    d el

    texto presente,

    n os

    ocupamos

    de

    reglas, como

    la

    adicin,

    q ue

    estn

    enunciadas

    explcitamente. Nos vemos a nosotros mismos como captando consciente-

    mente estas reglas; en ausencia de los argumentos

    escpticos

    de Wittgenstein, no en-

    contraramos

    ningn problema

    en la

    asuncin

    de que

    cada respuesta particular

    que

    pro-

    ducimos se justifica por nuestra captacin de las reglas. Los problemas se exacerban

    si, como ocurre en lingstica, se piensa que las reglas son tcitas, que tienen que ser

    reconstruidas por el cientfico y ser inferidas a modo de

    explicacin

    de la conducta.

    El asunto merece discusin extensa en otro lugar (vanse tambin,abajo, pp. 108-111

    y l a nota 77).

    46

    7

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    23/79

    WITTGENSTEIN

    APROPSITO DEREGLAS YLENGUAJE PRIVADO

    LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA

    En

    primer lugar,

    hay sujetos

    ineducables

    que

    continuarn

    en su

    error

    aun

    despus

    de

    correccin persistente.

    En

    segundo, qu

    se

    quiere decir mediante correccin

    po r

    otros?

    Si lo que

    esto signi-

    fica es rechazo por parte de otros de respuestas equivocadas (res-

    puestas que no concuerdan con la regla que el hablante quiere de-

    cir)

    y

    sugerencia

    de la

    respuesta correcta

    (la

    respuesta

    que s

    concuerda), entonces de nuevo la explicacin es circular. Si se ad-

    mite que hay intervencin aleatoria (esto es, que puede que las co-

    rrecciones seanarbitrarias con independencia de si son correc-

    tas

    o

    equivocadas), entonces, aunque

    sea

    posible inducir

    a los

    sujetos educables a que corrijan sus respuestas equivocadas, ser

    igualmente posible inducir a los sujetos sugestionables a que reem-

    placen sus respuestas correctas por otras errneas. Por tanto, el

    enunciado disposicional enmendado no proporcionar ningn cri-

    terio para determinar cul es la funcin que realmente se quiere

    decir.

    La teora disposicional, segn la he enunciado, asume que la

    funcinq ue quise decir viene determinada por mis dispos iciones a

    calcular sus valores en casos particulares. De hecho, esto no es as.

    Dado que las disposiciones cubren slo un segmento finito de la

    funcin

    total y dado que puede que se desven de los valores verda-

    deros de la funcin, do s individuos podran co ncordar en sus clcu-

    los en casos particulares, aun a pesar de estar en realidad calculan-

    do

    funciones diferentes. Por tanto, la idea disposicional no es

    correcta.

    A

    veces,

    en

    debates so bre

    el

    tema,

    he

    odo expuesta

    una

    variante

    de la concepcin disposicional. El argumento es el siguiente: el

    escptico arguye, en esencia, que soy libre de dar cualquier res-

    puesta nueva a un cierto problema de adicin, ya que siempre pue-

    do interpretar

    mis

    intenciones previas apropiadamente. Pero cmo

    puede

    se r

    esto?

    Dummett

    formula

    l a

    objecin as: Una mquina

    puede seguir esta regla; de dnde obtiene un ser humano, en este

    asunto, una libertad de opcin de

    la

    que carece una mquina?

    23

    . La

    objecin

    es

    realmente

    una

    forma

    de la

    concepcin disposicional,

    23 M. A. E. Dummett, Wittgenstein s Philosophy of Mathematics,

    The Philoso-

    phical

    Review

    vol.

    6 8

    (1959),

    pp.

    324-348 vase

    p.

    331; reimpreso

    en

    George Pitcher

    (ed.),

    Wittgensiein:

    The PhilosophicalInvestigations

    (Macmillan, 1966,

    pp.

    420-447),

    vase p.428. No hay por qu considerar necesariamen te que la

    objecin citada

    exprese

    las ltimas ideas del propio Dummett con respecto a este

    asunto.

    pues sta puede verse como si interpretara a los seres humanos

    como mquinas cuyo funcionamiento

    arroja

    mecnicamente

    el re-

    sultado correcto.

    Podemos interpretar

    al

    objetor como

    si

    arguyera

    que la

    regla

    puede estar incorporada

    en una

    mquina

    que

    calcula

    la

    funcin

    relevante. Si construyo una mquina as, simplemente pro ducir el

    resultado correcto,

    en

    cualquier caso particular, p ara cualquier pro-

    blema particular deadicin. La respuesta que lamquina dara es

    entonces, la respuesta que yo me pro puse dar.

    El trmino mquina es aqu ambiguo, como a menudo lo es en

    otras

    regiones

    de la filosofa.

    Pocos

    de

    nosotros estamos

    en

    posi-

    cin de construir una mquina o disear un programa que incorpo-

    renuestras intenciones; y si un tcnico realiza la tarea por m el

    escptico puede legtimamente preguntar si el tcnico ha realizado

    su

    tarea correctamente. Supngase,

    no

    obstante,

    que

    tengo

    la fortu-

    na de ser un consumado experto, en posesin de la destreza tcnica

    requerida para incorporar

    mis

    propias intenciones

    en una

    mquina

    de calcular,

    y que

    enuncio

    que la

    mquina

    e s d e

    autoridad definiti-

    va

    co n

    respecto

    a

    misintenciones. A hora bien,

    la

    palabra mqui-

    na

    puede referirse aqu a una cualquiera de varias cosas. Puede

    que se refiera a

    un

    programa

    de mquina que yo

    diseo,

    que incor-

    pore mis intenciones con relacin al funcionamiento de la mquina.

    De

    ser

    as, surgen exactamente

    los

    mismos problemas para

    el

    pro-

    grama que para el smbolo original > > : el escptico puede fingir

    creer que tambin el programa debe s er interpretado de una manera

    cuasiforme.

    Nada se adelanta con aducir que un programa no es

    algo que yo escrib en papel, sino un objeto matemtico abstracto.

    El problema simplemente adopta entonces la forma de esta pregun-

    ta: qu programa (en el sentido de

    objeto

    matemtico abstracto)

    corresponde al programa que yo he escrito en papel (en concor-

    dancia con el modo en que lo

    dise)?

    (Mquina a menudo pare-

    ce significar un programa en uno de estos sentidos: a una mqui-

    na de Turing, por ejemplo, sera

    mejor

    llamarla un programa de

    Turing). Po r

    ltimo

    empero, yo podra construir una mquina

    concreta, hecha

    de

    metal

    y

    engranajes

    (o de

    transistores

    y

    cables),

    y declarar que incorpora la

    funcin

    a la que me refiero mediante

    +: los valores que ellada son los valores de la

    funcin

    a la que

    me refiero. Sin embargo, esto suscita varios problemas. Primero,

    aun

    si digo que la mquina incorpora la

    funcin

    en este sentido,

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    24/79

    48

    WITTGENSTEIN A

    PROPSITO

    DE REGLAS Y LENGUAJE

    PRIVADO

    debo hacerlo entrminosde instrucciones lenguaje demquina,

    mecanismos

    de

    codificacin)

    que me

    indiquen cmo interpretar

    a

    la

    mquina. Adems, debo declarar explcitamente

    que la

    funcin

    toma siempre

    los

    valores

    que son

    dados

    por la

    mquina,

    en

    concor-

    dancia con el cdigo elegido. Pero entonces el escptico es libre de

    interpretar todas estas instrucciones

    de una

    manera

    n o

    estndar,

    d e

    una manera cuasiforme. Aun si dejamos de lado este problema,

    hay todava otros dos aqu es donde entra en juego la discusin

    previa sobrelaconcepcin disposicional). Nopuedo realmente in-

    sistir

    en que los valores de la funcin son da dos por la mquina. En

    primer lugar, la mquina es un objeto finito, que acepta slo una

    cantidad finita de nmeros de entrada y arroja slo una cantidad

    finita denmerosd esalida otros nmeros son simplemente dema-

    siadograndes .

    Hay una

    cantidad indefinida

    de

    programas

    que ex-

    tiendenla

    conducta finita real

    de la

    mquina.

    Por lo

    comn, esto

    se

    pasa por alto porque el diseador de la mquina se propuso que la

    mquina satisficiese slo

    un

    programa, pero

    en el

    contextopresen-

    te semejante aproximacina las intenciones de l

    diseador

    simple-

    mente

    d a

    margen

    al

    escptico para

    q ueinterpreted e

    manera

    no es-

    tndar.

    En

    realidad,

    la

    apelacin

    al

    programa

    del

    diseador hace

    quesea

    superfina

    lamquinafsica;sloelprogramae sverdadera-

    mente relevante. La mquina, tomada como objeto fsico, sirve de

    algo slo si la funcin propuesta puede de alguna manera leerse a

    partirdel

    solo objeto

    fsico). En

    segundo lugar,

    es muy

    poco proba-

    ble en la prctica que yo me proponga realmente confiar los valores

    de una funcin a la operacin de una mquina fsica, ni siquiera

    para aquella porcin finita de la funcin para la que la mquina

    pued e operar. Las mquinas realespueden/Mnczoarmal:si se fun-

    den los cables o patinan los engranajes, puede que den la respuesta

    equivocada. Cmo se determina cundo ocurre un mal funciona-

    miento? Por referencia al programa de la mquina, segn lo propu-

    so

    su diseador, no simplemente por referencia a la mquina mis-

    ma .Dependiendo de cul sea el propsito del diseador, cualquier

    fenmeno particular puede contar o no como un mal funciona-

    miento de lamquina. Unprogramador quetuviera las intencio-

    nes

    apropiadas podra incluso haberse propuesto aprovechar

    el he-

    cho de que los cables se funden o los engranajes patinan, de modo

    que lo que para m es una mquina que funciona mal para l es

    una que se com porta perfectamente. Que una mquina alguna vez

    LA PARADOJAWITTOENSTEINIANA

    4

    funcione

    m al y, de seras, cundo ocurretalcosa,no es unapropie-

    dad

    de la mquina misma en tanto que objeto fsico, sino que est

    bien definido slo entrminosde su programa, segn hasidoesti-

    pulado por su diseador. Dado el programa, el objeto fsico es, una

    vez ms,

    superfluo

    para el propsito de determinar cul es la fun-

    cin significada. Por tanto, igual que antes, el escptico pued e con-

    centrar sus objeciones en el programa. Las dos ltimas crticas al

    uso

    de la

    mquina

    fsica

    como medio para escapar

    de l

    escepticismo

    su

    finitud

    y la

    posibilidad

    de mal funcionamiento son obvia-mente paralelas a dos objeciones correspondientes contra la con-

    cepcin disposicional

    24

    .

    24

    Wittgenstein debate explcitamente

    acerca de

    mquinas

    en

    193-195. Vase

    eldebate paraleloe n

    Observaciones sobre

    los fundamentos de la

    matemtica

    parte I,

    118-130,

    especialmente

    119426;

    vanse all tambin, por ejemplo, II [III], 87,

    y III TV),

    48-49.

    La s

    crticas

    de l

    presente texto

    al

    anlisis disposicional

    y al uso de

    mquinas

    para resolver

    el

    problema

    se

    inspiran

    e n

    estas secciones.

    En

    particular,

    el

    propio

    Wittgenstein traza

    la

    distincin entre

    la

    mquina como programa abstracto der

    M aschine, ais Symbol, 193) y la mquina fsica real, que puede averiarse [olvida-

    mos la posibilidad de que sedoblen, se fracturen, se fundan, y assucesivamente?

    193)].La teora disposicional concibe alsujetom ismo como un tipo de mquina cu-

    yas

    acciones potenciales incorporan

    lafuncin.P or

    eso,

    en

    este sentido,

    la

    teoradispo-

    sicional

    y la

    idea

    de la mquina-como-incorporando-a-la-incin son

    realmente

    una

    solacosa.LaactituddeWittgenstein hacia ambases lamisma:

    confunden

    la

    dureza

    de

    una reglacon ladurezade unmaterial[Ofm

    T

    IH),

    87].

    Segnmi interpretacin,

    entonces,Wittgenstein est de acuerdocon suinterlocutor 194 y 195)en que el

    sentido en el que todos los valores de la

    funcin-estn

    ya presentes no es simplemente

    causal;aunque no estdeacuerdocon laideade que el uso

    futuro

    estyapresentede

    alguna

    manera no-causal misteriosa.

    Aunque en lo

    escrito arriba,

    por mor de

    seguir

    a

    Wittgenstein,

    he subrayadola

    dis-

    tincin entre mquinas fsicas concretas y sus progr amas abstractos, podra ser nstruc -

    tivo

    observarq u

    es

    lo queresulta cuandoseidealiza la limitacinde lasmquinas,

    como sucedeen la teorad eautmatas moderna.Unautmatafinito, segnse define

    usualmente, tiene slounacantidadfinitad eestados, recibe slounacantidad

    finita

    d e

    elementos

    d e

    entrada distintos

    y

    arroja slo

    una

    cantidadfinita

    de

    elementos

    de

    salida,

    pero est idealizado en dos respectos: no tiene problemas de malfuncionamiento y su

    tiempo

    de

    vida sin

    que se

    estropeen

    o se

    desgasten

    sus

    piezas)

    es

    infinito.

    Un a

    mquina

    semejante

    puede, en un sentido, realizar clculos sobre nmeros enteros arbitrariamen-

    te grandes. Si est provista de notaciones para los dgitos sencillos del cero al

    nueve,

    ambos

    incluidos, puede

    recibira

    modo

    de

    entradas nmeros enteros positivosarbitraria-

    mente grandes simplemente

    con que se le den sus

    dgitos

    de uno en

    uno. Nosotros

    no

    podemoshacer esto, pues nuestro tiempo

    de

    vida efectiva

    esfinito y

    necesitamos

    un

    tiempo mnimo para comprender cualquier dgito sencillo). Un autmata semejante

    puede

    sumardeacuerdocon elalgoritmo usualen lanotacin decimal a lamquinaso

    le debe alimentar con los dgitos para los nmeros que se estn sumando empezando

    por losltimos dgitosd eambos sumandosyyendo hacia atrs, comoen el algoritmo

    usual).

    S inembargo,sepuede probar que,en lamisma notacindecimalordinaria,esa

    mquina

    no

    puede

    m ultiplicar.

    Cualquier

    funcin

    calculada

    por esa mquina que

    se

    50

    WITTGENSTEIN

    A

    PROPSITO

    DE

    PvEGLAS

    Y

    LENGUAJE PRIVADO

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    25/79

    LA

    PARADOJA

    WITTOENSTEINIANA

    51

    Laenseanza

    obtenida

    en el debatepresente acerca de la con-

    cepcindisposicionalpuede ser relevante para otras reas que sus-

    citan el inters de los

    filsofos,

    ms all del punto que nos ocupa

    directamente. Supngase

    que

    quiero decir adicin mediante +.

    Cul

    es la

    relacin

    de

    esta suposicin

    con la

    cuestin

    de

    cul ser

    mirespuestaalproblemade 68 +57?El disposicionalista da una

    explicacin

    descriptiva

    de esta relacin: si+ quera decir adi-

    cin, entonces

    responder

    125. Pero sta

    no es la

    explicacin

    pretendaque sea lamultiplicacin exhibir, para argum entos suficientemente grandes,

    propiedades

    cuasiformes

    o ms bien, cuoriformes). Aun si estuviramos ideali-

    zados al modo de los autmatas finitos, una teora disposicional arrojara resultados

    inaceptables.

    Supngase que

    idealizramos todav a

    ms y

    considerramos

    una

    mquina

    de Turing

    que dispone de una cinta que es infinita en ambas direcciones. Esa mquin a posee una

    amplitud

    infinita en

    todo momento, adems

    de un

    tiempo infinito

    de

    vida

    sin mal

    fun-

    cionamiento.

    Las

    mquinas

    de

    Turing pueden multiplicar correctamente, pe ro

    e s

    bien

    sabido

    que

    incluso aqu

    h ay

    muchas

    funciones que

    podemosdefinir explcitamente

    y

    que

    n o

    pueden

    se r

    calculadas

    por

    tales mquinas.

    U na

    teora disposicional cruda

    nos

    atribuira una interpretacin noestndar o ninguna interpretacin enabsoluto) para

    cualquierfuncinde ese tipo vase, ms arriba, la nota 20).

    He

    notado

    que la

    teora disposicional cruda

    y l a

    idea

    de la funcin-como-incorpo-

    rada-en-una-mquina aparecen frecuentemente cuando

    se

    debate

    l a

    paradoja

    de Witt-

    genstein. Por esta razn, y debido a su estrecha relacin con el texto de W ittgenstein, es

    por lo que heexpuesto tales teoras,apesarde que avecesme hepreguntadosi ladis-

    cusinentornoaellasno ser excesivamente larga.Porotro lado,heresistido latenta-

    cin

    d e discutirel

    funcionalismo

    explcitamente, aun cuando varias de sus formas

    han resultado tan atractivas a tantos de los mejores autores recientes que casi se ha

    convertido

    en lafilosofade la

    mente comnmente aceptada

    en los

    Estados Unidos.

    En

    especial, he tenido miedo de que algunos lectores del debate que aparece en el texto

    vayan a

    pensar

    que elfuncionalismo es

    precisamente

    el

    modo

    en que se

    debe modi-

    ficar la teora disposicional cruda para hac er

    frente

    a sus crticas especialmente, a aque-

    llas

    que se

    basan

    en la circularidad de las

    clusulasceteris paribus . Informo,

    no

    obs-

    tante, de que hasta ahora no me he encontra do con reacciones de este tipo en laprctica).

    No

    puedo discutir aqu

    e l

    funcionalismo

    enprofundidad sin

    desviarme

    del

    punto prin-

    cipal. Peroofrezcouna breve pista. A losfuncionalistas les gusta compa rar os estados

    psicolgicos con los

    estados abstractos

    de una

    mquina

    de

    Turing), aunque algunos

    se

    dan cuenta de que la comparaci n iene ciertas limitaciones. Todos consideran la psico-

    loga como algo dadopor un

    conjunto

    de conexiones causales, anlogo al funciona-

    miento

    causal

    de una mquina. Pero entonces las observ aciones hechas en el texto sir-

    ven tambin aqu: cualquier objetofsicoconcreto puede verse comounarealizacin

    imperfecta

    de muchos programas de mquina. Si tomamos a un organismo humano

    como

    u n

    objeto

    concreto, ques lo que nos dicecules elprogramaque sedebera

    suponer

    qu e

    est

    instanciando? En

    particular, calcula ms

    o

    cuas?

    Si se

    entienden

    las observaciones sobre las mquinas hechas en mi texto y en el de Wittgenstein), creo

    que

    se har patente que, por lo que respecta al problem a presente, Wittgenstein consi-

    derara que sus observaciones sobre las mquinas son igualmente aplicables al funcio-

    nalismo.

    Espero

    ampliar estas observaciones

    en

    otra parte.

    apropiada de larelacin,que esnormativa,nodescriptiva. Elpunto

    no

    es que, si quise decir adicin mediante +, responder

    125,

    sino

    que,si mepropongo concordar con misignificado pa sadode

    +, debo responder 125. El error al calcular, la

    finitud

    de mi

    capacidad y dems factores de perturbacin pueden hacer que yo

    no tengadisposicin a responder como debiera,pero si es as, no

    habr actuado

    en

    concordancia con

    mis

    intenciones.

    La

    relacin

    del

    significado

    y la

    intencin

    con la

    accin futura

    es

    normativa,

    no

    descriptiva.

    Al

    inicio

    de nuestro

    debate

    del

    anlisis

    disposicional, sugerimos

    que

    posea

    un

    cierto aire

    de

    irrelevancia

    con

    relacin

    a un

    aspecto

    importante del problema escpticoque el hecho de que el escptico

    pueda m antener la hiptesis de que quise decir cuas muestra que no

    lave

    ustificacin

    al responder 125 en vez de 5. Cmo, siquiera

    en

    apariencia,

    abordaesteproblema

    el anlisis disposicional?

    Nues-

    tra conclusin del prrafo anterior muestra que, en algn sentido,

    despus

    de

    indicar

    un

    nmero

    de

    crticas

    ms

    especficas

    a la

    teora

    disposicional, hemos vuelto,en uncrculo completo,anuestra intui-

    cin original. Precisamente el hecho de que nuestra respuesta a la

    pregunta

    de

    cul

    es la

    funcin

    que

    quise decir

    sea ustificativa de mi

    contestacin presente es lo que queda ignorado por la explicacin

    disposicional

    y da

    lugar

    a

    todas

    sus

    dificultades.

    Abandonar

    la

    idea disposicional. Quiz

    ya me

    haya recreado

    excesivamente

    en su

    crtica.

    Repudiemos

    brevemente otra

    sugeren-

    cia. Que nadie sugierabajo la influencia de un exceso de filoso-

    fa de laciencia que la hiptesis de que quise decir ms ha de

    preferirse por ser la hiptesis ms simple.No voy a argir aqu que

    la

    simplicidad

    es

    relativa,

    ni que es

    difcil

    d e

    definir,

    ni que un

    mar-

    ciano podra encontrarms simple la funcincuas que la funcin

    ms. Tales rplicas puede que tengan mrito considerable, pero la

    dificultad realque aqueja a laapelacina lasimplicidades ms

    bsica. Dicha apelacin debe estar basada

    en una

    mala compren-

    sin, bien

    de l

    problema escptico, bien

    de l

    papel

    qu e

    juegan

    las

    consideraciones desimplicidad,o bien de am bos. Recurdese que

    el

    problema escptico

    no era

    meramente

    epistmico. El

    escptico

    arguye

    que no hay

    ningnhechoconstitutivo

    de lo que

    quise

    decir,

    ya sea ms o

    cuas.

    Las consideraciones de simplicidad nos pueden

    ayudaradecidirentrehiptesisenpugna, pero obviamentenopue-

    den nunca decirnos cules son las hiptesis en pugna. Si no

    enten-

    52

    WITTGENSTEIN

    A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

    LA

    PARADOJAWITTGENSTEINIANA

    53

  • 8/10/2019 Kripke, Saul. (2006) Wittgenstein. a Propsito de Reglas y Lenguaje Privado, Tecnos, Espaa.

    26/79

    demos

    lo que doshiptesis

    enuncian qu significa decir

    que una

    esms probable porque

    es

    ms simple?

    Si las dos

    hiptesis

    en

    pugna no son

    hiptesis genuinas,

    no son

    aserciones

    de genuinas

    cuestiones de hecho, ninguna consideracin de simplicidad har

    que lo

    sean.

    Supngase que hay dos hiptesis en conflicto acerca de los elec-

    trones,ambas confirmadas

    por los

    datos experimentales.

    Si

    nuestra

    propia concepcin

    de los

    enunciados acerca

    de los

    electrones

    es

    realista

    y no

    instrumentalista,consideraremos

    que

    estas aser-

    ciones hacen aserciones fcticas acerca de alguna realidad acerca

    delos

    electrones.Dios,

    o

    algn

    ser

    apropiado

    que

    pudiera ver

    directamente

    los

    hechos acerca

    de los

    electrones,

    no

    necesitara

    de

    la evidencia experimental ni deconsideraciones de simplicidad

    para decidir entre hiptesis. Nosotros, que carecemos de tales capa-

    cidades, hemos

    de

    basarnos

    en la