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ÉL, BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS Febrero de 2011

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PRÓLOGO No sé si esto es un libro para adultos. Dudo sea recomendable para niños, aunque haya niños que sepan mas que los mayores. Pero lo que si estoy seguro, es que esto es un cuento. No es chino porque esta escrito en castellano y, ni siquiera, porque algún día se pueda traducir a aquél idioma, por lo tanto, lo que tienes en las manos querido lector, es un cuento... un cuento español. Y como es un cuento voy a tratar de prologarle, (en la medida de lo posible, porque la cosa tiene su miga) como un cuento, como lo que es. Y comienzo. En tiempos de Maricastaña los matemáticos no existían. La gente contaba mal y con los dedos, pero se apañaban. Decía Adán a Eva: ¡Vete a aquel árbol y tráeme cinco manzanas! Eva le engañaba, le traía una sola y los otras cuatro se las comía ella, aunque digo yo que con algo le compensaría. Así las cosas tuvo que venir alguien, algún matemático, que les enseñara a contar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco,... Era todo natural y como tal dijeron estos números se llamarán naturales. Empezaron los intercambios: yo te doy, tú me das, yo te debo, tú me debes. Y ya empezaron nuevos problemas porque numéricamente había que distinguir el yo te debo del tú me debes. Y los matemáticos estuvieron al quite e inventaron dos signos, el + y el - . Yo te debo (- tanto) tu me debes (+ cuánto). Y solventado esto vinieron las herencias. Si una finca la heredan dos hermanos, la mitad le corresponde a cada uno y si la heredaban cinco, la quinta parte. Nuevo problema, nueva solución: los quebrados, las fracciones. Habíamos llegado hasta los números racionales, los que a todos nos entraban por la razón. Resumiendo: Teníamos ya inventados un montón de números para defendernos en la vida que les llamamos números racionales. Pero hete aquí que un buen señor inventó la rueda y cuando le iban a poner el aro nunca acertaban con la dimensión exacta que tenían que dar al hierro con el que se hacía. Yo le he puesto su diámetro por 3,1415 y me he quedado corto y el otro, yo he hecho lo mismo con 3,1416 y me ha sobrado, se decían. Por una diezmilésima estaban a punto de pegarse. La cosa era irracional. Menos mal que, antes de que llegaran a las manos, otro matemático egipcio, mesopotamio ó griego, ¿quién sabe de dónde?, les vino a decir: los dos lleváis razón y ninguno la tiene, algo que, también, por sentido común es irracional. Pero bueno, les calmó y luego les dijo con mas tranquilidad que ese número 3.14 y pico era un número muy raro y que él, que llevaba toda la vida estudiándole, no había conseguido encontrar su valor exacto. Dijo que le llamaba el número pi. Y ya inventado el número pi y viendo que otros números tampoco eran exactos, exactos, exactos...etc, exactos, empezaron a echar números. Se metían en el retrete, cogían el rollo de papel higiénico y calcula que te calcula... un decimal más. Y otro y otro, y así añadiendo decimales nos hemos ido aproximando mas a su valor, lo que ha permitido que sigamos construyendo ruedas, que de otra manera no hubiera sido posible. A algunos de estos números por ser tan especiales les dieron nombre: numero pi, número e, número fi. También vieron que había un montón de raíces inexactas, logaritmos, etc. Entonces dijeron todos estos número son reales porque existen, pero son irracionales porque no nos entran por la razón, nos entran por los ojos de la sinrazón. Nuestra mente tiene que volar mas alto para poderlos comprender. Con estos problemas matemáticos el ser humano ya se dio cuenta de que hay muchas cosas que son reales pero que no alcanza a comprender. Se habla de electrónica, de dígitos, de espacios virtuales y nos apañamos como podemos, pero realmente, alguien sabe que pasa por dentro de un conductor para que los electrones iluminen una bombilla o movilicen un motor. ¿Tenemos algún sentido que nos permita percibirlos? Sus efectos si: el motor se mueve, la bombilla se enciende, pero nada más. Descubrimos cosas y hacemos teorías que nos hacen avanzar, pero ¿quién ha visto lo que se cuece dentro de un ordenador, a pesar de que haya investigadores que descubren nuevos chip con múltiples aplicaciones, ingenieros que los fabrican y técnicos que los arreglan? En nuestro mundo, ¿cuántas ondas electromagnéticas y de otros tipos están facilitando las

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comunicaciones sin que nadie haya podido verlas con ninguno de los cinco sentidos, ni saber siquiera si son todo lo bondadosas que se nos prometen? Pero voy más lejos: que tipo de ondas o que materia fluye de los sentimientos de las personas. ¿Son sustancias olfativas? En algunos casos es posible que sí, pero en otros no. Yo estoy seguro que si hiciéramos un experimento con un grupo de personas que usaran el mismo perfume tan intenso que apagara cualquier otro, la probabilidad de enamorarse los unos de las otras es independiente de ese tipo de perfume. Pero, incluso, aseguro que aunque se mantenga en secreto el sentimiento afectivo o de repulsa hacia otra persona, esa persona lo percibe y, muchos piensan, entre los que me incluyo, que esos sentimientos son recíprocos. ¿Cómo llamamos a eso? ¿Comunicación virtual? ¿telepatía? ¿sexo? Hoy por hoy nadie puede responder esta pregunta. Y si hay alguien, que me lo explique. Jugando con lo irracional, con la cantidad de cosas que no se pueden comprender con la razón (y no hablemos de religión, política, fanatismo, etc.) me he permitido poner a mis personajes al límite, en ese segundo después de la muerte, en la frontera entre lo real y no se qué: lo imaginario, lo virtual, otra realidad. Y con estos mimbres he pretendido hacer este cesto, que por muchas cosas, posiblemente, pueda ser indecente e irrespetuoso. Pero, si alguien me critica que he desmitificado a los personajes tan queridos de los cuentos de nuestra infancia, no le digo que se fastidie, por educación, pero si le diré que yo me tuve que fastidiar cuando, de pequeño me enteré o me enteraron de que los Reyes Magos, eran tres honorables viejecitos, con muy poquita capacidad para fabricar juguetes, o sea, baja productividad, por lo que se les ocurrió la feliz idea de tomar a todos los padres como pajes de sus majestades, para que estos hicieran lo que ellos no podían. Y cuando te enteras de esto, aunque no quieras, si eres de una familia humilde, significa quedarte sin juguetes. Con esto quiero decir que a los personajes, llamémoslos virtuales, cada cual los desmitifica cuando le interesa. Al fin y al cabo, yo lo he hecho con el único propósito de hacerles pasar un buen rato. Si lo he conseguido me doy por satisfecho. Alfonso García Serrano 2 de febrero de 2011

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CAPITULO I Érase una vez un hombre al que le gustaba mucho chatear con los amigos. Todas las tardes iba de bar en bar, de tasca en tasca, tomando chatos de vino. Era tal la cantidad de alcohol que bebía que las piernas no le sujetaban el peso de la barriga. Era un tonel andante, ¿qué digo?, una cisterna. Cuando se cargaba tenía que ir muy a plomo para que no se bamboleara el líquido que llevaba dentro y pudiera convertirse en un fardo al azar de su inercia, como un día que descarrilo en último vagón del metro donde él iba. Nunca se supieron las causas exactas del accidente y los ingenieros que investigaron el caso decían en su informe: “...al pasar el convoy por el lugar del siniestro una masa desconocida, centrifugada por el efecto de la curva y la velocidad del tren, zarandeó el costado del vagón de cola provocando su salida de la vía. Testigos presenciales aseguran haber visto volando un bulto deforme que golpeó uno de los laterales del vagón”. De aquel accidente nuestro amigo tuvo moratones que le duraron varios meses y un recuerdo imborrable de haber sido catapultado por los aires. Por el barrio que pasaban agotaban todas las existencias de los bares y creaban serios problemas de distribución, pudiéndose ver a los camiones cisterna de los bodegueros relevándose igual que los coches de bomberos a la hora de apagar un incendio. Un día le paró un guardia y le dijo:

- Dame tu número de carnet para quitarte cuatro punto - Pero ¡si no voy conduciendo! – le contestó

Y el guardia le replicó: - Ya lo sé. Si fueras conduciendo te le hubiera retirado.

Cuando llegaba a su casa daba un beso a su mujer y le decía: - Hola Maria, voy a mear.

Y mientras el señorito meaba a su esposa le daba tiempo para preparar la cena, poner la mesa y hacer pañuelos de bolillos. Y cuando perdió la afición por los bolillos aprovechaba ese tiempo para darle palique a un vecino que había enviudado recientemente y que por aquel entonces entraba con cierta asiduidad a su casa e, incluso, algunas veces cenaba con ellos. Todo con el beneplácito del marido que sentía cierta compasión por su desgracia al haber perdido a su mujer en edad relativamente joven. Luego, sentado a la mesa comía muy poco aunque lo poco que ingería también iba abundantemente acompañado de un buen caldo... de uva. Y de postre una copa (o varias) de cualquier licor. Como tenía pocos vicios nuestro probo señor, después de cenar se sentaba delante del ordenador y seguía chat-eando con asiduas amiguitas hasta las dos o tres de la madrugada, cuando se metía en la cama despertando a su mujer de su primer sueño. Se daban la vuelta culo con culo y brevemente, antes de quedar profundamente dormido, iniciaban una sesión de sexo oral que es el único que practicaban desde hacía tiempo. Él decía cariñosamente a su mujer:

- ¡Ya te he jodido bien! Y ella le respondía malhumorada:

- ¡Vete a tomar por culo! Y en eso consistía todo. Hasta que un día su mujer se cansó de oír y repetir las mismas oraciones y le puso en claro sus espacios y tiempos de libertad y le dijo:

- O cambias tus hábitos nocturnos o a dormir al sofá y, en cuanto al sexo, eres libre de practicarle a las horas que quieras con tus amigas de internet pero yo me apañaré como pueda en el horario que me apetezca.

Como se puede observar con esta pequeña introducción era todo un dechado de virtudes. Si, porque era muy amigo de sus amigos y amigas, era cariñoso con su mujer, recíprocamente también respetaba su libertad y por eso solamente la veía a la hora de cenar, pues por la mañana estaba trabajando, por la tarde con los amigos y por la noche con las amigas de internet. Si además de todo esto, el hombre era buena persona, ¿qué más se puede pedir?

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Quizás se tomó demasiado en serio eso que un día oyó sobre los extraordinarios beneficios que aporta para la salud las cualidades antioxidantes del vino en alargar la vida de las células y equivocó la dosis, pero el hombre lo hacía con su mejor voluntad. También es beneficioso para la salud andar todos los días y él lo practicaba religiosamente... de bar en bar. En esto lo justo, que él sabía de casos que por andar mucho han forzado demasiado al corazón que, al fin y al cabo, es mucho más vital que el estómago. ¡El estómago me le juego en beneficio de todo mi cuerpo!, decía él. Así la cosa, iba pasando su vida sin sobresaltos y la verdad es que no se puede decir que fuera un borracho notorio. Su fuerte complexión, salvo la flacidez de piernas que se esforzaba en disimular, le ayudaba a mantenerse erguido. Y de los efectos del vino parecía estar inmunizado. Era como las barricas de madera que se las va comiendo el vino cuando son nuevas pero en la medida que envejecen ya no puede con ellas y solo sirven para almacenarle hasta que se las vacía. Así era su aparato digestivo y excretor, una barrica de madera inalterable. Y en el trabajo nadie notaba nada salvo un ligero enrojecimiento en mejillas y nariz que bien se podía confundir con un exceso de sol o de rayos uva según la estación del año en la que estuviera. Por el vino ó no, mantenía un optimismo natural que le hacía ser muy buen compañero. Además, como siempre estaba dispuesto para las fiestas y se apuntaba a todas las que se organizaban en el ámbito de la Empresa, al ser simpático y de aspecto bonachón, era muy conocido y querido por todos. Trabajando era muy eficaz. Era el mejor comercial de la empresa: vendía más que nadie. Todos los años se llevaba un buen pellizco de comisiones y el trofeo al mejor vendedor que consistía en una bota de cuero de cinco litros rellena del mejor vino catalogado de cada año. La “bota de oro” la llamaban por similitud con la que dan a los mejores futbolistas. Entró en la empresa iniciándose la comercialización de un nuevo producto, un remolque para coches, similar al que ya tenían otras marcas de la competencia. Cada remolque estaba adaptado a un uso para transportar caballos, perros, una tienda de campaña o materiales varios. Uno de los modelos de mas difícil venta era el de transportar caballos, obviamente porque no todo el mundo tiene un caballo metido en su piso y los que se dedican a la cría y explotación de los equinos tienen camiones para sus desplazamientos. Pues este hombre estuvo a punto de cerrar una venta con un rejoneador que tenía seis caballos, imbuyéndole la idea de trasladarlos de plaza en plaza en seis remolques conexionados a modo de trenecillo. Técnicamente no tenía ni idea pero en argumentos no había quién le ganara. Si alguien no tenía perro pero gato sí, rápidamente le plantaba:

- ¿Se ha parado en pensar, si un día a su gato le da por crecer?... ¿qué marca de alimentos le da?... Ese me han dicho que los hace gigantes.

- ¡Ah! ¿qué no tiene caballo? Eso no puede ser, yo le vendo el caballo y el remolque. Tengo un amigo que tiene un pura sangre a muy buen precio que le va a encantar. Usted no puede estar sin un caballo.

Otro cliente le preguntó un día: - ¿Que distancia tiene entre ejes este remolque? - Ni idea, ¿por qué lo pregunta?, le contestó - Es que tengo un garaje pequeño y no me va a entrar. - ¿No cree usted, que ya es hora de pensar en cambiar de chalet?

Para todo tenía soluciones. Pero lo que mas éxito le proporcionó fue su feliz idea de incorporar un regalo a cada compra de remolque que se hiciera. Y ese regalo consistía en una caja de botellas de vino. Mezclando la idea de la “bota de oro”, se le encargó a él que decidiera -que ya por entonces conocía los buenos caldos- la bodega agraciada para comprarle la mejor añada para regalar a los clientes y, al paso, obtener gratis dos botellones, uno para el mejor vendedor y otro para el director general que por algo aprobó el proyecto. Tenía tanta sapiencia en elegir la cosecha que algunos dudaban si se vendía el carricoche y las botellas de vino se regalaban ó viceversa. Copiando la técnica de venta de los persas, egipcios, tunecinos, etc. que te invitan a un té para emplumarte una alfombra persa o lo que sea, éstos de los remolques, cuando aparecía un

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cliente le metían en un despacho y le daban a probar el vino con la misma abundancia que los persas el té. Algún compañero envidiosillo llegó a poner en duda la ética que se aplicaba para conseguir la firma de los contratos, pero como los resultados eran buenos se discutía por un segundo y se seguía aplicando la misma estrategia. El caso más bochornoso ocurrió un día que se fue a hacer una entrega de un remolque a una dirección que resultó ser una residencia de ancianos. Cuando preguntaron por el destinatario apareció uno de los residentes que superaba los ochenta años, en silla de ruedas todo ilusionado diciendo:

- ¡Ahora ya solo me falta el caballo para mandar a la mierda esta silla! Cuando el director de la residencia se enteró de su compra, entro de inmediato en contacto con el vendedor, casualmente nuestro personaje, increpándole no tener conciencia por vender a un pobre viejo, demente senil, algo tan inservible para él. Y nuestra buena persona le respondió:

- ¿quién soy yo para matar la ilusión del viejecito? - Pero, ¿no vio sus limitaciones físicas y psíquicas?, le replico el director. - Si usted le regala el caballo, podemos hacerle el hombre más feliz del mundo. A él y a

sus compañeros. Era tal su capacidad de persuasión que al poco tiempo en la publicidad de esa residencia de la tercera edad, rezaba el slogan: “Hípica y terapia con caballos. Sillines adaptados para pasear a los mayores”. Y la amenaza de una denuncia se convirtió en una oportunidad de venta, porque esta residencia compró varios remolques más. Ahora estaban dándole vueltas con los perros de caza para llevar a sus ancianos clientes a tirar unos cuantos tiros cuando se abriera la veda. Aunque estábamos en plena crisis con unos cuantos millones de parados, él nunca tuvo miedo del futuro. Por más que la empresa pasaba momentos delicados, sabía que, si no cerraban, seguiría cobrando el máximo de comisiones y si le despedían alguna otra empresa necesitaría de sus habilidades para la venta. Siempre existirá algún placebo que él pueda convertir en el ungüento amarillo. Cuanto más profunda es la crisis más auge toman las industrias farmacéuticas produciendo antidepresivos y ansiolíticos para remediar los males de tantos que no tienen la fortaleza para superarla. O Bancos y Cajas de Ahorro deseosos de que alguien les ayude a recolocar las viviendas procedentes de subastas. En fin, se sentía fuerte dentro de la crisis, porque pensaba en la cantidad de cosas que no se expenden en máquinas automáticas ni se venden en portales de internet y que están depositadas en almacenes esperando para ser vendidas. En este orden de cosas, llegó el verano y bien surtido de latas de cerveza que compró en un Carrefour con las que llenó un remolque entero que pidió prestado a la empresa, se fue con su mujer a la Manga. Llegó al apartamento que había alquilado en la Veneziola, un bungalow a pie de playa y se disponía a practicar el tipo de deportes que invita a hacer este nuevo modo de vida: hamaca en la playa, nevera al lado y periódico ó libro, no para leerlos sino para taparse la cara del sol, que ya la tenía bastante colorada y era menester protegerla. Se había traído también un ordenador portátil por si, casualmente, algún vecino dadivoso le dejaba compartir una conexión de internet vía wifi.

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CAPITULO II Habían pasado todo el día en la playa. Era el primero de su estancia en el apartamento y aunque hacía algo de bochorno y podía haber enchufado el aire acondicionado, prefirió abrir las ventanas y la puerta del salón que daba a un pequeño jardín con arboleda, porque no quería que nada le recordara el ambiente de su oficina de ventas, donde hasta en pleno invierno ha llegado a tener calor y en verano frío. Había desembalado el ordenador y se disponía a conectarle cuando oyó a su mujer que decía:

- ¡A cenar! Dejó todo lo que estaba haciendo y se apresuró para ir a la cocina, no porque tuviera hambre, sino porque quería volver rápidamente para ver si encontraba esa red wifi tan deseada. Mientras estaban cenando, los nubarrones que se divisaban en alta mar y que venían en dirección a la playa empezaron a dar muestras de su presencia y de que venían cargadas con abundante electricidad. Los relámpagos se iban haciendo cada vez mas visibles lo que manifestaba que la tormenta estaba ya cercana. Mientras cenaban su mujer hizo una recomendación de cerrar las ventanas pero él se opuso argumentando que la tormenta todavía no estaba lo suficientemente cerca como para que fuera un peligro mantenerlas abiertas. Nada mas acabar de cenar su mujer le dijo que se marchaba a la calle a tomar el fresco, que prefería mojarse a asfixiarse dentro de casa, porque el aire que entraba era más caliente que el agua del Mar Menor. Antes de marcharse volvió a recomendarle que cerrara todo y pusiera el aire acondicionado. A él le faltó tiempo para sentarse frente al ordenador olvidándose de la recomendación de su esposa, deseoso de ver por sus ojos reales y virtuales la respuesta de alguna de sus amiguitas. Si, reales para leer y virtuales para imaginar. Afuera tronaba con una fuerza ensordecedora y se podía ver el zigzagueo de los rayos que acababan absorbidos por La Tierra en lugares ya muy cercanos al edificio que él ocupaba. Nunca se debe obviar la capacidad previsora de las mujeres y la prudencia que les caracteriza, en general. El hombre, cazador prehistórico, asume inconscientemente mas riesgos, a veces innecesarios, que la mujer. Y en este caso le hubiera interesado haber prestado mas atención a los buenos consejos de su mujer, porque en el momento de extender los brazos hacia el teclado, un rayo penetró por la ventana, le pasó por las dos orejas, una derivación por cada una de ellas, y siguiendo por todo el cuerpo un haz eléctrico continuó por los brazos hasta el teclado y el otro acabó en el suelo a través de esas piernas que tantos litros de vino habían soportado. Alguien ha dicho que en un solo segundo puede pasar por la mente humana toda una vida. Y eso fue lo que le pasó a nuestro hombre. Recordó su infancia, su juventud, su primer polvo, los últimos lodos, su boda, el bautizo de su único hijo, el sexo oral y del otro, las francachelas con los amigotes, la decadencia de su matrimonio y hasta el pinchazo del último viaje para llegar hasta donde le había caído el rayo. Si es cierta esa teoría debió pasar un segundo, para al siguiente verse enzarzado en la búsqueda de tan codiciada red, no sin antes observar su aturdimiento y ver con sus ojos reales o virtuales que estaba intacto. Aunque estaba aturdido no perdió la compostura e incluso se le notaba un cierto endiosamiento al quedar ileso, según el percibía, después de la descarga que había recibido. Si en algún aspecto se consideraba un superhombre después del incidente se veía más cercano a Dios, aunque él no se podía imaginar que lo estuviera tanto. Pasado ese primer momento de sopor, estupor, aturdimiento, extrañeza, semiinconsciencia y una mezcla de todo junto, se dispuso, como ya he dicho, a conectarse a internet. Y su extrañeza fue mayor cuando observó que el ordenador estaba encendido y conectado en un chat. Miró y remiró y no entendía que podía haber pasado para que el ordenador también estuviera intacto y además conectado, sin que él recordara haberle llegado a tocar, salvo para posar las manos encima. Su lógica le decía que se tenía que haber quedado hecho una mierda, porque, aunque ya había asumido que él era un superhombre, un elemento material y además conductor es imposible que aguante un zurriagazo como el que él había recibido.

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El deseo era fuerte así que echó una mirada rápida a la pantalla y le resultó totalmente desconocida, pero vio una ventana donde estaba parpadeando el cursor que ponía algo así como “iniciar diálogo” y sin perdida de tiempo escribió:

- Hola chati, ya estoy aquí contigo. Y con la rapidez del rayo, nunca mejor dicho, se descargó la siguiente contestación:

- Hola Antonio, soy Blancanieves. - ¡Coño! A ésta no la conozco. Ésta es nueva. –pensó y siguió- Ésta ya me engaña hasta

con el nombre y ha acertado de chiripa como me llamo. Voy a coger una cerveza y a ver como la entro. Volvió con la cerveza abierta y con un trago en la boca y escribió:

- Oye, no te conozco, ¿qué Blancanieves eres? - La de los “siete enanitos” - Claro, ¿quién si no?... Bueno, que tal estás. - Bien y ¿tú? - No te lo vas a creer pero me acaba de caer... - Un rayo, ya lo sé. Y sé que estás un poco aturdido.

A su aturdimiento inicial se le unió otra nueva sensación: la perplejidad. No acertaba a comprender como podía saber su nombre y conocer que le había caído un rayo. Pero pronto pensó haber dado con la respuesta y se dijo: “Esta es la vecina de al lado, la que he conocido esta mañana, que habrá visto pasar el rayo por mi ventana. Seguramente estoy enganchado en su red inalámbrica y estamos como si estuvieran conectados nuestros ordenadores. En estos momentos me gustaría conocer más de informática para saber si eso es posible. Voy a ser cauto por si acaso”. Y siguió escribiendo:

- Si pero ya me he repuesto. Oye, sigo sin caer en quién eres. ¿Me podrías mandar una foto...?

- Las que quieras. Tengo miles de fotogramas. Antes de morir Walt Disney me regaló una copia de la película. ¿Cuál prefieres que te mande una correteando con los enanos ú otra en la que estoy acostada esperando a que venga el príncipe a despertarme?

- Me ha salido cachonda la tía –pensó y siguió escribiendo: mándame una acostada y ligerita de ropa donde se vea tu carne sonrosada.

- Me temo que eso no va a ser posible. Salvo la cara que, por cierto, la tengo preciosa, lo más que se ve es la embocadura de los calcetines.

- Bueno, pues mándame la que tengas a mano. Aunque sea reiterativo, a la velocidad del rayo asoma en su pantalla un dibujo coloreado con la imagen de Blancanieves dormida en su cama, exactamente igual a la que todos tenemos en el recuerdo. La broma le empezaba a cansar pero no tenía mas remedio que seguir el rollo con la esperanza de conseguir algo positivo. Ahora le asaltó la duda de si no sería el marido de la vecina que, a primera vista, le había parecido un poco mariquita. Pero siguió escribiendo:

- Oye, ¿no tienes alguna más actual? - No. Yo no puedo fotografiarme - Y ¿no tienes una webcam? - No serviría de nada. Mi imagen no es visible. - ¿Cómo que no es visible? - No. Te he dicho que soy Blancanieves, la de verdad, la virtual - A ver, explícame: si eres virtual no eres real y si no eres real no puedes ser la de verdad. - Eso te crees tú. Cuando tu entras en un chat con tus amiguitas, ¿no estas entrando en un

espacio virtual? ¿no es real? - Ya, pero eso es diferente. Las que escriben y me contestan no las conozco pero están en

algún sitio y son de carne y hueso. - Pues entonces, yo soy más auténtica que ellas, porque soy virtual y estoy en un espacio

virtual y, además, tengo más virtudes que todas ellas juntas. - Me estás volviendo loco. Llevo contigo más de una hora y no saco nada en claro.

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- No, no creas que llevas tanto tiempo. Llevas conmigo menos de una millonésima de segundo. Observa el reloj de tu ordenador, ¿qué hora tiene?

- Las 23:15 horas - Y ¿a qué hora salió tu mujer de casa? - Alrededor de las 11:00 de la noche - Pues analiza. - ¿Qué voy a analizar si lo que me extraña es que funcione algo de este puto ordenador? Si

no me hubiera acercado a él, posiblemente ahora no estaría tan agilipollado. - ¿Ahora te arrepientes? - A ver si no. - Eso está muy bien en este punto de tu vida. - Lo dices como si estuviera muerto. - No todavía no, pero... - Entonces ¿qué hora es? - Tu lo has dicho, las 23:15 - ¿No te había dicho que se había estropeado? Ya tenía que marcar dos o tres minutos más. - No hijo mío. No - ¿Cómo que no? Yo estoy cansado como si fueran las dos o las tres de la madrugada - Mira tú reloj de pulsera, ¿qué hora tiene? - ¡La madre que me parió! La misma. ¡Me va a salir caro arreglar los desperfectos del

puñetero rayo! - A ti, ni un penique. - Ya me contarás: sin seguro ni nada. Peniques no pero euros, un huevo. - Mira: tú estás atrapado entre los vectores del espacio y tiempo virtuales... - Espera, no estoy yo para pensar en matemáticas ó física. Si me hablas de vectores o

espacios vectoriales, cuando casi me quedé en la raíz cuadrada, te apago el ordenador. Tu lo que quieres es liarme. ¡Por la forma tan científica que tienes de chatear pocos querrán conectar contigo!

- Más de los que te imaginas. De hecho, hay un segundo, al menos, en vuestra vida que estáis entremedias de lo real y lo virtual y en ese segundo tenéis conexión automática con este chat. Hoy me ha tocado a mí, mañana puede ser que esté Caperucita y pasado Garbancito. Cubrimos el servicio cada día uno de los personajes de ficción creados por vosotros mismos. Somos trabajadores virtuales para ayudaros en ese trascendental segundo.

- Pues que mala suerte he tenido. Me podía haber tocado con “Roberto Alcázar y Pedrín”, que al menos a esos les entendía dando mamporros.

- Hijo, me estás molestando. Eres un poco grosero haciendo comparaciones. - ¡Joder! Hijo pa’cá, hijo pa’llá. Con lo maternal que me has salido, de tetas y culo ni

hablar - Pues claro que no, ¡so guarro! - Pues entonces me voy a acostar. - Vale, te dejo que descanses y después seguimos.

Y así se despidieron. Intentó desconectar el ordenador pero no lo consiguió, por lo que se retiró a dormir y cuando se había retirado unos metros oyó un ruido, volvió la mirada y observó que la pantalla se había apagado. Se dijo, “mira, todavía le funciona el sistema de ahorro de energía. Una cosa menos que le tengo que arreglar”. Sólo cuando se metió en la cama y echó en falta el culo de su mujer volvió a recapacitar sobre la hora y pensó: “Pues sí que la está echando larga. ¿Con quién estará pegando la hebra? ¿No será con la vecina? Y si así es ¿será en cabrón del vecino el que quiere volverme loco?” Con este último pensamiento se quedó profundamente dormido.

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CAPÍTULO III A la mañana siguiente se tiró sobresaltado de la cama y se fue directamente hacia el ordenador. Desde la entrada al salón, donde estaba sobre una mesa, observó que la pantalla estaba apagada. Se asomó a la terraza para ver con más detenimiento la disposición de los bungalows y efectivamente confirmó que desde el contiguo se podría haber visto entrar el rayo por su ventana. Volvió a entrar en casa y al acercarse al ordenador éste se encendió misteriosamente y se dijo:

- ¡Coño!, ahora va a resultar que el rayo le ha instalado nuevas aplicaciones mejores que las que tenía y se interactúa conmigo.

Se sentó y nada mas sentarse pudo leer - ¿Ya estás aquí? - ¿cómo lo has sabido? - Si no quieres respuestas técnicas, deja de preguntar. - ¡Vale, vale! Pero tú cabronazo deja de mirar por la ventana - ¿qué ventana? - La de tu casa ó ¿crees que soy tonto y que no sé que eres el vecino? - No querido mío, sigo siendo Blancanieves. - ¡Vaya!, hoy vienes más cariñosa - Cómo parece que te molesta que te trate de hijo... pero te digo una cosa, desde el 1812,

año en que nací al darme a luz los hermanos Grimm, tengo edad para poder ser no tu madre sino tu tataratatarabuela.

- Sí. Te engendraron dos hermanos incestuosos y gays y luego Walt Disney te conservó en formol para que no pasaran los años por ti.

- No exactamente, Walt Disney me dio el rostro que ahora tengo y contó mi historia de los más de cien años de existencia, allá por el año 1937. Cuando ya se hizo la película yo ya estaba casada con mi príncipe.

- O sea, ¿ya eras princesa? - Si. Lo que no tenía todavía era a mis dos preciosos vástagos. Y ahora estoy embarazada

del tercero. Si me pudieras ver notarías que estoy un poco gordita. - ¡Joder! Has chafado toda la inocencia de mi infancia porque me acabo de enterar que

hacéis el amor como cualquier humano. - Pues claro, ¿tú que te has creído? - ¿Y ahora me dirás que el príncipe no te despertó con un beso y que lo que te salvo fue la

“maniobra de Heimlich” que te hizo? - ¿la qué? - Ahora te he pillado. Ya veo que no lo sabes todo, tanto que presumes de técnicas raras

con vectores y soplapolladas. La maniobra de Heimlich se aplica a los atragantados por alimentos, como en tu caso, cogiéndoles por la cintura y zarandeándoles de arriba abajo hasta que se expulsa lo que provoca la asfixia.

- No, no. A mi me salvó otra técnica - ¿qué técnica? - Vas a hacer que me ponga colorada. - Sí ya se que te despertaste por el gustirrinín que te dio al sentir su beso en tus labios. - Bueno... eso fue lo que se contó en su día porque yo me negué a que se dijera lo que mi

marido me hizo. - ¿qué te hizo? ¡Ah! Ya sé. Te hizo el amor y allí ya concebiste a tu primer hijo. - No, no. ¿por qué tienes que estar pensando siempre en el sexo? - Porque le practico poco. - Pues no está bien que seas tan mal pensado. - Bueno, no te despistes, dime que te hizo tu marido. - No puedo

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- Pues te corto. Y lo siento porque esto se estaba poniendo interesante. Ahora me retracto de lo que te dije ayer. Veo que tienes una manera muy especial de chatear.

- Bueno, vale. Te lo cuento, pero no desconectes conmigo que todavía tengo que contarte muchas cosas y no quiero que te pierdas en el ciberespacio y puedas caer en las manos de “Pipi calzas largas”.

- ¿Qué pasa con la “Pipi”? - Que no he visto niña más fea, mal educada y más contra sistema que ella. Ha perdido a

una generación entera de niños y adolescentes pavoneándose de ser la mejor y creando un estilo de vida degradante. Yo la conocí por primera vez un día que pregunté al espejo que heredé de mi madrastra, quién era la más fea en nuestro mundo virtual, porque ya estaba harta de oír que la mas guapa era yo. Y ¿sabes?..., me contestó que ella y cuando pregunté por el siguiente me dijo que el hortera de su caballo.

- También los caballos entran en tu mundo virtual. - Pues claro. Te acuerdas de la mula Francis - Si - Es la pareja sentimental del caballo de la Pipi. Menos mal que las mulas no pueden tener

descendencia que si no... - Bueno, cuéntame que te hizo tu marido para despertarte del sueño. - ¿No se te ha olvidado? ¡eh! - Estoy interesadísimo en conocer vuestras prácticas. - ¡Si es que no debería! - Me voy. - No, no. Espera. - Bueno... te cuento, pero no se lo digas a nadie. - Lo juro. - El príncipe me salvo con un soplo - ¿En la cara...? - No. Me sopló por el culo y la manzana salió despedida como una pelota - ¡Ja, ja, ja! ¡Que bueno! ¡Cuando Heimlich se entere se va a quedar de piedra! - No se te ocurra decírselo - No tengo el gusto de conocerle pero debería saberlo. ¿Tú sabes la cantidad de vidas que

se podría salvar? - No lo creas. ¿Cuánto amor se necesita para aplicar la terapia? - ¡Coño! No lo había pensado. Si le ocurre a mi mujer dejo que se muera. - Lo ves. Por eso he querido tanto a mi marido. - No me extraña. Si fuera por el kiki sería otra cosa, pero, claro, por ahí no funciona. - No tienes remedio. Eres más guarro de lo que pensaba. - ¡Ya estamos con las monsergas!

Tras este largo rato de conversación escrita se estableció un pequeño reposo hasta que nuestro cuasidiós volvió a la carga:

- Oye, tú me dijiste ayer que en tu chat estabais cada día uno. ¿Cómo es que sigues hoy también? ¿Está con la regla la Cenicienta? ¿No tienes ningún enanito a mano?

- No te pases que sabes que me enfada mucho - ¿No te habrás enamorado de mí? - Para eso tendrías que estar en mi mundo y todavía no has entrado en él - ¡A Dios gracias! ¡Sería una pena que se desperdiciara la cerveza que tengo comprada! - Con lo importante que es una vida ¿sólo te preocupa tu cerveza? - Es que ¡está tan rica! Después del vino es lo que mas quiero. - Y ¿tu mujer y tu hijo? - Eso es otra cosa. A cada cosa se la quiere de una manera - ¿tu mujer es una cosa?

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- ¡No coño! Tú me quieres pillar. Quiero decir que a mi mujer y a mi hijo les quiero de otra forma. Siempre me lías cuando te pido respuestas. Todavía no se quién eres. No me has contestado por qué estas todavía ahí y no te han sustituido. No te salgas por la tangente y contéstame.

- Ya te he dicho que estás atrapado entre los vectores del espacio y tiempo virtuales... - ¿Otra vez con la ingeniería? - No te lo puedo explicar de otra manera y si no me dejas seguirás sin enterarte. - Bueno sigue, pero que sepas que lo mío es la venta y soy más psicólogo que ingeniero y

que desde que me ha caído el rayo tengo la cabeza con estrellitas por todos los lados. - Esos son los electrones de la descarga que están interfiriendo en tus ondas cerebrales.

¿Ves muchas estrellitas? - Cada vez más - ¡Vamos a tener que ir algo más deprisa! - ¿Por qué? - No, por nada. Porque la electricidad va a 300.000 km/seg. Y para atajar el tiempo

tenemos que ir más deprisa. - Pues ya te advierto que hasta la Manga, todavía no ha llegado el AVE. - Déjate de tonterías si quieres que te siga explicando. - ¡Vale, vale empollona! Luego me dirás a que Universidad has ido. - No tienes remedio. Esta claro. ¡Tú los carricoches los vendías por pesado! - ¿Qué has dicho? - ¡Que los remolques los vendías por pesado! - ¿QUIÉN ERES? - Ya te lo he dicho, Blancanieves. - ¡Maria, oye que estaba bromeando! Tú sabes que te quiero mucho y que si algún día te

atragantas yo te soplo donde sea. Es que no sabía que eras tú y pensaba que estaba hablando con una tonta del culo que dice que se llama Blancanieves y estaba tomándola el pelo.

- ¡Ja, Ja, ja! ¡Vaya susto que te has dado! Te piensas que soy tu mujer y estás tirando balones fuera. ¿Se dice así en vuestro argot?

- Que no Maria, te insisto: te quiero muchísimo y te prometo que nunca más volveré a chatear.

- De eso no te quepa la menor duda, pero no pienses que soy tu mujer porque sepa más cosas de ti que las que tú te imaginas.

- No María, de verdad, todo esto es un juego, cuando vuelvas a casa te lo explico todo. Si estás en un cibercafé, desconecta el ordenador y vente a comer conmigo.

- Veo que me voy a tener que emplear a fondo para demostrarte que soy Blancanieves. Y es una pena porque vamos a perder mucho tiempo. Veamos, déjame pensar

- Me estoy enfadando y ya estoy harto de todo esto. Y además me está entrando sueño y estoy cansado de tanto escribir.

- Mira, vamos a hacer una cosa. Échate un ratito la siesta y luego seguimos. - Si no es necesario. Yo te lo explico todo nada mas que entres por la puerta. - Haz lo que te digo y no discutas mas - Bueno, vale. ¿desconecto el ordenador? - No vas a poder. Ya te he dicho que estas atrapado entre los vectores del espacio y tiempo

virtuales. - ¡Joder que pesada eres, con los vectorcitos de los cojones! ¡Si es que no tenías que leer

tantas novelas de ciencia ficción! ¡Así luego pasa lo que pasa! En parte la culpa la tienes tú. Si nos dedicáramos más a hacer el amor y no a leer tanta porquería o a chatear.

- No sigas por ahí que te estás equivocando. - Mira me voy, ¿qué hora es?... Este cabrón de reloj sigue en las 23:15... Y el de pulsera...

lo mismo.

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Se retira del ordenador y se vuelve a repetir el mismo fenómeno: la pantalla se apaga al él distanciarse. Se dice para sus adentros: “esto es para mearse y no echar gota. Por cierto no he meado y lo curioso es que no tengo ganas”.

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CAPITULO IV Se levantó de la siesta, que le pareció corta como a todo el mundo y flechado fue al ordenador. El impulso que le movía en ese acto ya no era el vicio por chatear sino mas bien el deseo profundo de saber más sobre todo lo que le estaba pasando, para seguir insistiendo a la que creía que era su mujer que la quería mucho y que todo era un juego. Las estrellitas en su cabeza, cada vez más, no dejaban de revolotear y quería volver a pensar, a leer y escribir los mensajes, a hacer algo para ver si se aplacaban. Ya no se molestó en intentar enchufar el ordenador dando por hecho que cuando se acercara se encendería, como así ocurrió. Y escribió:

- Maria, te quiero. Y su sorpresa fue mayúscula cuando a la velocidad del rayo, como siempre, recibió como única respuesta una fotocopia del libro de familia de sus padres que leyó con sumo cuidado. Tres hojas con anotaciones: la portada, el matrimonio de sus padres y el nacimiento de su único hijo, que era él. El libro con aspecto de tener más de cincuenta años. Nada mas acabarlo de leer desapareció de la pantalla y vio escrito:

- Hola sietemesino. ¿Qué tal la siesta? - La siesta corta, pero ¿por qué me llamas sietemesino? - Porque lo eres, o ¿no? - ¿Tú sabrás? - Espero que tú me lo cuentes, pero lo que yo sé seguro que ni tu mujer lo sabe. - Ya me estás liando otra vez y, mira, no tengo la cabeza para muchos laberintos. - ¿No querías una demostración de quién soy yo? Pues te la voy a dar. Para algo he tenido

a mis siete enanos trabajando firme rebuscando por nuestros archivos virtuales para encontrar algo que sirviera para hacerte ver que no te engaño. Que soy Blancanieves, la de…

- si la de verdad. Ya lo sé, la virtual, la que tiene más virtudes que todas las mujeres juntas. Pues te digo una cosa, además de presumida, siempre preocupada por tu belleza, eres una engreída supiona que te crees que lo sabes todo y no sabes nada de nada.

- No te alteres que te puede estallar la cabeza. Por cierto como vas con las estrellas. - Antes era un cielo raso y centelleante, ahora es una galaxia al completo. - Pues lo dicho, vamos a acelerar que si no nos pilla el toro y tenemos muchas cosas

pendientes... Entonces, ¿te puedo seguir llamando sietemesino? - ¡Que pesada! - Chico, yo veo la fecha de matrimonio de tus padres y la de tú nacimiento, echo cuentas y

me salen siete meses y tres días. - Bueno y ¿qué? - ¿no te dijeron nada tus padres? Y tú, ¿no has reparado en ello? - ¡Yo que sé el día que se casaron mis padres! ¡No me acuerdo ni el día en que me casé yo! - Pues deberías recordarlo, porque si la hubieras llevado a tu mujer algún ramo de rosas,

aunque solamente fuera ese día, a lo mejor hoy hubiera estado a tu lado en lugar de salir a saber que cosa.

- ¡Oye, oye! Que mi mujer ha salido a tomar el fresco. No te permito que insinúes nada acerca de ella.

- Ya te diré algo cuando tenga el informe completo que he encargado al Mudito y a Gruñón, que por cierto se ha cogido un cabreo monumental, porque dice que los utilizo y que les obligo a cometer prácticas delictivas que van contra el derecho a la intimidad. El mudito, por supuesto, se ha callado y no ha dicho ni “mu”. Todo porque les he encargado que analicen el disco duro del ordenador de un viudo que se llama Vicente.

- No será, por casualidad, mi vecino. - No. No es por casualidad, es tu vecino. - ¡Eres una perversa!

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- Bueno, bueno, no te pases que ya te he dicho que estás atrapado entre los vectores del espacio y tiempo virtuales y en el campo de lo virtual estás en mis manos. Además, me tendrías que agradecer que me preocupe por ti.

- Digo yo ¿por qué no te meterás en tus asuntos y me dejas de una vez en paz? - Porque es mi trabajo, ya te lo he dicho. Con los pocos cuentos que leen los niños y con la

competencia de los medios audiovisuales, si no nos hubiéramos reconvertido nos habríamos muerto de hambre. Y de los derechos de autor de la película, desde que todo lo cuelgan en “You tube” ya no cobro ni un duro. Menos mal que a los enanitos les pasan una pensión por su minusvalía y con eso y estas chapucillas vamos tirando.

- Pero ¿tú no eres princesa? - Si, y ¿qué? Mira: mi marido, en su reino, está mal visto que trabaje. - Igual que en el nuestro. - Nuestros suegros no nos dan ni un penique y con lo que viven estos viejos de los cuentos,

como estemos esperando a que se mueran para heredar el trono... lo que te he dicho, nos morimos de hambre antes. Y yo tengo dos hijos y el que espero. ¡Como madre no puedo consentir que mis hijos pasen hambre!

- Y a mi ¿para que me cuentas estas cosas? - Porque me has preguntado, pero llevas razón. Es que a veces me enrollo demasiado. Voy

a intentar ir al grano. Habíamos quedado en que eres sietemesino. ¿No tienes nada que contarme al respecto?

- ¿yo que sé que quieres que te cuente? - ¿No será que tienes miedo de que me entere de algo que mancilló el nombre de tu

familia? - ¿Qué importancia tendrá haber nacido dos meses antes? - Tu madre, q.e.d., ¿no te contó un poco antes de morir un secreto que llevó guardado toda

su vida? - A mi, no. - Pues entonces, tu madre ha sido una mentirosa que ha llegado a engañar al mismo San

Pedro. - ¿Mi madre mentirosa?... ¡Mi madre era una santa! - Así lo creo. Lo que pasa es que tú no me estas diciendo la verdad. - Bueno, yo ... - Sigo o me lo cuentas tú. - Es que no se a dónde quieres llegar. - Quiero dejarte claro quién soy, que no soy ni tu mujer, ni tus vecinos, ni ningún ser

humano. Que soy Blancanieves, la del cuento, la del mundo irreal, el virtual. Y en mi mundo virtual he encontrado el sumario de tu madre.

- ¿El sumario de mi madre? Mi madre nunca ha estado procesada. - En su vida terrenal no, pero en la otra si. Tu madre cometió un pecado de juventud dos

meses antes de casarse y de ese pecado naciste tú. - Pues si que sois retrógrados. ¿qué importancia tendrá? - Claro que la tiene y tú lo sabes. - Yo no se nada. - Pues en el juicio de tu madre se le dio mucha importancia al acto de... (¿como se llama?,

ah, sí) de contrición, o sea arrepentimiento, al revelarte el secreto que tan celosamente te había ocultado durante toda su vida. Se valoro mucho el dolor que tuvo que suponer para ella decirte a ti que... ¡no puedo seguir!, ¡dímelo tú!

- ¡Si!, ¡que mi padre no era mi padre, que se casó embarazada de dos meses de otro hombre!

- ¡Vale!... No te veo pero se que estás llorando. Tranquilízate un rato y luego seguimos. Ahora ya estamos en el buen camino. Ahora ya te puedo ayudar. Ya he vencido tu desconfianza.

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Se fue llorando al lavabo, se miró al espejo y observó su imagen borrosa, lo que achacó a las lágrimas que le caían de los ojos. Se lavó la cara y la imagen seguía igual de difuminada, pero no lo dio importancia porque ya en ese momento su mente estaba en otro pensamiento: En el mundo virtual de Blancanieves, en el que ya creía plenamente, ¿podría estar su madre? ¿Acaso no estaba en su pensamiento y en su memoria (quién sabe si virtual) su permanente recuerdo? ¿Qué sabemos de nuestros sentimientos: son reales o virtuales? Se lo tengo que preguntar –se dijo y sin pérdida de tiempo volvió al ordenador que en está ocasión seguía con la pantalla iluminada, tanto como su espíritu lo estaba con este último pensamiento. Pero antes tenía que aclarar todo lo relativo a ese pecado de juventud, por el que fue juzgada su madre. El sabía mas cosas que su madre le había contado en ese acto de contrición, después de que su padre de adopción murió y que con profundo dolor desveló a su hijo al que, solo por amor, le había tenido engañado durante tantos años.

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CAPITULO V No sabía por donde empezar, si por preguntarla dónde estaba su madre o por lo segundo. Dudó por un instante pero prefirió dar prioridad a defender la honorabilidad de su madre.

- ¿Dónde estás Blancanieves? - Hasta que acabe mi jornada laboral y todavía me queda un buen rato, estoy a tu lado. - No sabes como te lo agradezco, porque necesito contarte cosas que a nadie he contado, ni

siquiera a mi mujer y que no sabes como queman llevándolas yo solo dentro. - Ya lo sé y en eso consiste nuestro trabajo: dejar que los sentimientos fluyan, para liberar

los pesares. No se puede llegar a la inocencia de un niño con la carga de los adultos. Para esa regresión hay que tirar lastre de odios, pasiones, rencores, pesares y todo aquello que no sea amor. ¡Y NO ESTOY HABLANDO DE SEXO! ... Anda sigue y dime lo que querías contarme

- ... Ya sabes que nací en un pueblecito muy pequeño, mas bien una aldea, de Ciudad Real, cerca de Arenas de San Juan. Mi madre que también era de allí, en su infancia siempre estaba correteando con dos amiguitos de su mismo pueblo, Juan y Pablo. Al llegar a la adolescencia ya el amor de mi madre se manifestó claramente hacia Juan, manteniendo a Pablo como el mejor de sus amigos. Juan correspondía a mi madre y en su pensamiento estaba casarse con ella. Pablo que también la amaba, conociendo su relación amorosa se mantenía al margen prudentemente. En las fiestas en honor a San Juan, un año, con el calor de las hogueras, Juan y mi madre se fueron “calientes”, a hurtadillas, a las eras de mi pueblo y allí, a poco que enredó el demonio, se quedó embarazada de mí. Juan, mi padre biológico, al día siguiente exacto después del acto, en un desgraciado accidente murió. Mi madre, que notó rápidamente los síntomas de su embarazo, se lo contó a su mejor amigo, Pedro. Éste, por el gran amor que la tenía, aunque oculto, la propuso casarse con ella y ambos mantendrían el secreto de la paternidad. Mi madre, que no quería que su futuro hijo sufriera la vergüenza de su pecado, consintió y arreglaron la boda en dos meses... ¡Y esa es toda la verdad!

- Ya lo sabía, pero he preferido que me lo contaras tú. Te ha venido muy bien desahogarte. Mas te voy a decir otras cosas que tú no conoces porque se dirimieron en nuestro espacio virtual.... Cuando se abrió el sumario de tu madre, San Pedro se empecinó en darle mucha importancia a ese pecadillo y el tejemaneje que formaron para taparle. Pero tu madre tuvo mucha suerte porque por entonces ejercía de abogado un personaje de fábula.

- ¿Qué quieres decir, que era muy bueno? - No, no, que era de fábula. Era un zorro muy astuto. - ¿Un zorro? ¿muy astuto? ¿de fábula?... ¿no sería el de las uvas, el de Samaniego? - Exacto, ese era. - Pero... ¿no era una zorra? - Eso fue un error de ese tal Samaniego. Como no se quiso arriesgar a subirle el rabo para

arriba por si acaso le mordía, no le vio las bolas que le colgaban y por eso dijo que era una zorra.

- ¡Ah, claro! - San Pedro, como te estaba contando, acusaba a tu madre aparte del pecado, de haber

engañado a una “comunidad entera” y de haber liado a tu padre para que hiciera de tapadera de su pecado. Y el zorro abogado le rebatió todas las acusaciones. Primero demostró de una manera muy sencilla que era excesivo hablar de una “comunidad entera”. Se metió en Google Earth y le dijo a San Pedro que localizara tu pueblo y vio que ni aparecía.

- Si, es que es muy pequeñito. - Claro, es lo que quería demostrar: que debía ser poco más o menos como una comunidad

de vecinos y ¡dígame Ilustrísima! –le increpó el astuto zorro- ¿Cree ilustrísima que estos

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desgraciados engañaron a alguien siendo la comunidad tan pequeña? ¿por qué cree Ilustrísima que ponen las hogueras en los pueblos? Si se reprime la fogosidad de los jóvenes ¿a dónde llegaremos con la natalidad y quién va a pagar las pensiones de nuestros mayores?... ¡El “dalegato” fue memorable y San Pedro se quedó sin respuestas!

- ¿Habrás querido decir “alegato”?, las alegaciones que hace el abogado en favor de su defendido.

- Si claro, pero eso nosotros lo llamamos “dalegato”. - Será por una deformación del idioma. - No. No es por eso. Es que los felinos en general han sido muy buenos abogados y hubo

uno, un gato que gozó de mucha fama. Llevaba unos botines muy llamativos con una hebilla dorada y tenía pinta de espadachín. Vestía al estilo de otros que también pertenecen a nuestro mundo virtual: “Los tres mosqueteros”.

- ¿No sería el Gato con Botas? - Si, ese mismo. Ya veo que le conoces. Pues como te decía, ese gato se hizo muy famoso

y un día le tocó por turno un caso muy difícil que tenía a todo nuestro espacio-tiempo virtual, pueblo para que lo entiendas, en vilo, por lo que la sala de audiencias estaba repleta. El fiscal del caso había soliviantado a todo el mundo por la sarta de mentiras que había dicho para que se condenara al acusado. ¡Vamos que no prevaricó porque eso solo lo hacen los jueces, pero embustero era el tío para aburrir ! Por eso cuando terminó su turno, entre abucheos del populacho (para que lo entiendas) y el Gato con Botas se acercó al estrado para empezar su turno de réplica, toda la sala se puso en pie gritando: ¡Dale, gato! ¡Dale, gato! Y desde entonces a esa exposición de la defensa se le llama “dalegato”. Y aclarado este punto sigo con lo de tu madre. Después del primer asalto, sacó un informe médico en dónde decía que Pablo, tu padre de adopción, tenía de nacimiento una malformación que le impedía tener hijos, lo que utilizó para argumentar que fue una bendición de Dios poder utilizar a Juan como “padre de alquiler” para procrear al hijo que de otra manera no hubiera podido tener. Esto no le convenció a San Pedro, pero lo arreglaron con dos mesecillos de arresto domiciliario, o sea, seguir atrapada entre los vectores del espacio y tiempo virtuales . Con una pequeña rebaja por buena conducta y reducción por trabajos, acaba de salir hace unos días. Por cierto, haciendo estos trabajos estuvo por este chat. ¡Por poco te la encuentras!

- Pero si mi madre murió hace diez años. - Tu madre estaba entonces atrapada entre los vectores del espacio y tiempo virtuales. - ¡Joder! ¡Otra vez con la cantinela! A ver... Explícame con claridad que significa eso. - Pues que los tiempos virtuales, los nuestros, no coinciden con los vuestros. Vosotros

medís vuestro tiempo con relojes digital y el tiempo virtual se mide con relojes virtuales. Parecidos pero no iguales ¿Lo has entendido?

- Te lo explico yo a ver si me he enterado. Eso es cómo cuando alguien te dice: un segundito y te tiene a la espera tres horas.

- No se si en la misma proporción, pero por hay van los tiros. Creo que un segundo nuestro se corresponde con 3,141592653535897323846... días vuestros.

- ¡Coño! ¡El número pi! ¡el de la circunferencia! - Claro es que vuestro tiempo terrenal ó temporal –que se puede llamar de las dos maneras-

gira en torno a nuestro tiempo virtual describiendo exactamente una circunferencia de 2,71828182845904523536 millones de metros de radio.

- ¡Pero eso es el número e!... ¡Esto es irracional! - Si, si, claro, los dos números son irracionales - No. Me refiero a que esto no hay quién lo entienda. - Pues no te lo pienso explicar otra vez que ya vamos mal de tiempo. - ¿Qué hora es? ... La misma, las 23:15 clavadas, Ya podía correr esto por lo menos un

minutito - No, por Dios, eso sería desastroso.

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- ¿Por qué? - Porque no me daría tiempo a terminar contigo. Y no cobro si no tengo resultados. - Tus palabras me recuerdan a mi trabajo. ¿No seré tu carricoche a la venta? - No compares, pero... te tengo que asear un poco - ¡Acabáramos! Estoy en la peluquería y me tienes que poner guapo. - Algo así... Oye perdona pero me está entrando información por mi correo. Descansa un

poco y luego seguimos. - ¡Vale, vale! Blancanieves.

Se sentó en el sofá y esperó pacientemente lo que razonablemente le parecía ser unos minutos, pues ningún reloj le indicó el tiempo transcurrido. Todos estaban clavados en la 23:15.

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CAPITULO VI

Ahora si, ahora tenía que preguntar a Blancanieves dónde estaba su madre y sin perder tiempo escribió:

- ¿Estas ahí Blancanieves? - Si - Dime, ¿dónde está mi madre? ¿está con vosotros? ¿puedo “hablar” con ella? - Tu madre, en su -llamemos- estado virtual siempre ha estado contigo. Cuando la has

tenido en tu recuerdo, cuando soñando la has sentido cerca, era ella. Así es ahora. No esperes verla por ninguno de tus cinco sentidos. Tienes que buscarla con tus sentidos virtuales.

- ¿Mis sentidos virtuales? ¿cuáles son? No los conozco. - Si los conoces, lo que pasa es que no sabes manejarlos como nosotros. Nosotros, de

pequeño te enseñamos pero de adulto, igual que perdías la inocencia, te ibas haciendo más patoso para controlar esos sentidos. ¿Tú no has leído un cuento con los ojos de la imaginación? ¿no recuerdas hacer tenido capacidad para entender lo irreal?

- Si ¿chateando me imaginaba cada teta de unas dimensiones que eran imposibles? - ¡Voy a tirar la toalla! ¡Yo dimito! ¡Te mando con la “Pipi”! - No espera, por favor. Estaba bromeando. - Pues con esas cosas no se juega. - ¡Vale! Me callo, pero dime ¿está mi madre contigo? ¿puedo hablar con ella? - No. Ella ya pasó ese segundo que te he dicho que todos vosotros tenéis al menos una vez

en la vida entre lo real y lo virtual. Pasó también los dos meses de arresto domiciliario, pero ahora está a más altura. Ya ha atravesado ese radio del número e y está en el circulo de radio 9,94998743710.... millones de metros, la raíz cuadrada de 99 para que no eches cuentas. Cuando terminó el arresto domiciliario pidió que la mandaran al circulo de fi que como sabes es de 1,6180339887498.... millones de metros, para estar mas cerca de ti, pero no pudo ser porque ese espacio ya estaba ocupado por otras madres mas antiguas que ella y con derecho a permanecer allí. Pero...

Se hizo un pequeño suspense. - ¿Sigues ahí...? -escribió él - Si espera, es que ahora eres tú el que va muy deprisa y no me has dejado leer del todo el

mensaje que te he dicho que me estaba entrando. Y te voy a explicar: Cuando entraste en mi chat, alguien me dijo que había conocido a tu madre y dónde estaba. También me contaron que tenía un buen hijo pero que se estaba desmadrando (nunca mejor empleada esta palabra), pero no conseguía comunicar con él porque él, por sus cosas, no estaba en conexión. Por eso me interesó tu caso y la envié un correo que es el que acabo de recibir. Te tengo que decir que tienes una madre maravillosa. Me pide que te ayude mucho y que te quiera y te cuide como ella te quiere y te hubiera cuidado. Lamenta ahora que no la hubieran condenado a unos meses más para haber coincidido contigo y que como espera que pases este trance con éxito que no olvides, dice, pedir el círculo de la raíz cuadrada de 99 que es dónde ella está. Me vuelve a reiterar que te ayude a pasar este trago.

- Si de tragos se trata, contéstala que lo superaré con creces, que experiencia no me falta. - ¡Ya veremos! - ¿Qué pasa, te piensas que soy tan patoso que me voy a atragantar como tú? - No pero no hay nada seguro en el próximo segundo de tu tiempo, - ¡A mi no me parte un rayo! Lo acabo de comprobar. - ¡Ay, Dios mío!, pero ¡qué inocente eres! - No sé porque lo dices, pero ¿eso no es bueno? ¿No me dijiste antes que hay que recuperar

la inocencia de la niñez para controlar los sentidos virtuales? - Si pero, es que no te he querido ofender y te he llamado inocente por no llamarte “gilí”

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- ¡Oye, oye! No me insultes ahora que estoy empezando a respetarte. - No te ofendas pero lo primero que necesitas es una cura de humildad. Estas demasiado

endiosado. Llevas una vida placentera, eres un tío simpático, la gente te quiere, vendes mucho, te sientes seguro y esa seguridad te hace no tener miedo a nada... ni siquiera a la muerte. ¿me equivoco?

- No, pero ¿por qué ese afán de meterte conmigo? Yo siempre he creído que eres una vanidosa, siempre preocupada de tu belleza, y no te lo digo... Bueno sí, antes te lo dije pero porque me cabreaste.

- Te lo digo porque te quiero bien, como si fuera tu madre y no como te imaginas. Y por eso que te quiero, no quiero (valga la redundancia) que te pase lo que a mi. Llevas razón soy una presumida y por ese pecadillo estoy todavía aquí, en el circulo cero.

- ¿En el círculo cero? - Si. El círculo cero es adónde vendrás tú, aunque sea de paso. Es donde estamos también

atrapados los que como yo tenemos algún defectillo. Y como nos han hecho así, sin voluntad, estamos condenados de por vida (para que lo entiendas) a seguir en este círculo y sin aspiraciones a otros niveles salvo que alguien nos reclame.

- Pero tú me dijiste que estaban contigo Caperucita, La Cenicienta, Pulgarcito, todos los seres imaginarios...

- Mira... a la mayoría de las mujeres, nos ha matado (para que lo entiendas) nuestro excesivo culto a la belleza, todas éramos guapas, Barby’s, sin ningún defecto y nosotras nos lo creímos. Otros y otras han pecado por exceso de protagonismo, al verse tan queridos por los niños y eso también les ha perjudicado.

- Pues os han fastidiado bien al haceros como sois. - No te lo puedes imaginar. Por eso tú que tienes voluntad debes recapacitar para llegar sin

ningún vicio. Y por eso estoy aquí, metiéndome contigo para que corrijas tu actitud y no tengas problemas en atravesar cuánto antes el círculo cero.

- Entonces, ¿que tengo que hacer? - Veamos. De tú informe se deduce que bebías mucho vino, cerveza y lo que caía. - ¿Eso es impedimento para pasar el círculo cero? - No. - Porque, si lo es, lo dejo por un rato y ya me desquitaré cuando salga. - Me temo que tus cervezas se las va a beber Vicente, tu vecino. - No creas. El cargamento que he traído me va a durar poco. Cuando llegue a Madrid ya no

me queda ni una. - Es que Vicente no está en Madrid. - ¿Dónde está ese pusilánime? - ¿Por qué le llamas pusilánime? - Porque siempre estaba llorando y a mí, en un principio me daba pena, pero ¡coño!,

después de un año... ¿seguir llorando? - ¿Tú sabes lo que es el chantaje sentimental? - Si claro - Pues eso es. - A ver, me lo explique. - Mira ahora no puedo. Tenemos una reunión muy importante y debo acudir pero no te

preocupes, nada mas que vuelva me pongo en contacto contigo. - ¡Vale! ¿Cómo sé cuándo has vuelto? - Cuando veas que se enciende el ordenador. - De acuerdo. Oye, una preguntita: ¿nos veremos en el círculo cero? - No. Tú pasarás por recepción que está en la planta baja, pero nosotros estamos en la

planta 166,386. - ¿De que me suena a mí ese número?

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- No sé, pero es un número muy raro. Es exacto, no es irracional como todos los de nuestro mundo.

- ¡Ah, ya caigo! Es el de la conversión de pesetas a euros. Efectivamente, ese número no es irracional es, mas bien complejo y tiene mucho de imaginario. Figúrate que la imaginación de unos cuantos hizo que en muchos productos subieran los precios un 66% al poner lo que valía 100 pesetas al precio de un euro. ¡Como nosotros funcionamos con el sistema decimal (ya sabes, 1-10-100...), al colarnos este numerito, algunos aprovecharon! ¡Para redondear, decían! ¡Menudo redondeo!

- Si, algo me han contado de eso algún viejecillo que me ha tocado, que me decía que eso no había quién lo entendiera. ... Bueno, me voy que tengo prisa... Adiós

- Hasta luego. Aclarado ya el misterio del tiempo no le extraño ver el reloj marcando las 23:15 horas, pero le miró por curiosidad e igualmente se miró la muñeca izquierda y el reloj abrazado sobre ella también marcaba las 23.15 h. como era de suponer. Se fue a la terraza y el ordenador se apagó como siempre. Su cabeza estaba en su sitio pero las estrellitas no habían desaparecido. Tampoco había más aunque la luminosidad había crecido. Sabiendo que estaba en esa aparente provisionalidad en el círculo cero, se resignó pensando que en esa “especie de sueño” todo era posible. Como no sentía ningún dolor y ese fenómeno le permitía manejarse perfectamente, estaba tranquilo.

- ¿Chantaje sentimental? - se pregunto mentalmente-. ¿Que significado puede tener? Como sé tan poco de Vicente. Cuando vivía su mujer y les veía juntos, la verdad es que

me fijaba mas en ella que en él. No tenía mal culo. Un poco respingón para mi gusto. Le tiene mejor mi mujer. Pero él, para mí era un perfecto desconocido. Después cuando empezó a visitarnos en casa tampoco le he visto mucho que se diga, porque algún día que ha cenado con nosotros la verdad es que, más de una vez le he dejado en la cocina con mi mujer y me ido a lo mío. Por no aguantarle. Como estaba siempre llorando no podíamos hablar de fútbol ni de nada. Anda que como mis amigos de bar fueran iguales que el, con lo que beben y todos llorando iban a provocar inundaciones. Solo se me ocurre que este llorón haya venido fingiendo una falsa pena para que le siguiéramos dando de cenar, para que mi mujer le preparara la cena de vez en cuando. Con lo mal que nos apañamos los hombre solos en la cocina, me imagino que le apetecería mucho comer de vez en cuando el caldo de mi mujer. Y es que mi mujer cocina de muerte. Y para conseguirlo nos ha estado engañando a los dos como una plañidera sin dejar de llorar. Eso es seguro, este es un aprovechado. Y, ¿a quién estará llorando ahora? porque Blancanieves me ha dicho que no estaba en Madrid pero no me ha dicho dónde. No sé dónde puede estar, como sé tan poco de él.

Y con este pensamiento se quedó dormido, pero en vigilia esperando oír encenderse el ordenador.

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CAPITULO VII Le despertó el chasquido electrónico de la pantalla y rápidamente se levantó del sofá para sentarse de nuevo frente al ordenador. Y escribió:

- Ya has vuelto de la reunión. - Si. Bueno, la verdad, es que era una asamblea. - ¿Una asamblea? - Si, una asamblea de trabajo. Es que estamos a punto de ir a una huelga. - Pero, ¿cómo? Si me dijiste que vosotros no tenéis voluntad y que estáis a merced de

vuestros creadores, de vuestros dueños. ¿En qué guión está escrito que os hayáis vuelto reivindicativos? ¡Vosotros que habéis aguantado los mayores escarnios! Mira a la Cenicienta toda la vida fregando sin salario y comiendo las migajas que le daban... Y tú, de criada de los enanitos, ídem de ídem.

- No tenemos voluntad, pero se nos hinchan las narices y otras cosas. Y tú sabes que algo que afee nuestro rostro nos molesta una barbaridad. Ten en cuenta que no nos podemos quitar de encima nuestra preocupación excesiva por la belleza, nuestra vanidad.

- ¡Claro, claro!... Y ¿qué estáis pidiendo? - Son tantas cosas. Empezando por un plus de peligrosidad y terminando por una amnistía

general que nos libre de estar en este puñetero círculo cero. - ¿Un plus de peligrosidad? ¿qué pasa, que en el circulo cero tenéis residuos tóxicos,

fuertes campos magnéticos, atómicos o radiaciones? - No. Las condiciones ambientales son perfectas, pero no aguantamos la contaminación

acústica. - ¡Ya! Tenéis que aguantar muchos ruidos. - Tenemos que aguantar muchas palabras mal sonantes, y nosotras no estamos

acostumbradas a ese lenguaje tan vulgar que utilizáis ahora. Parece mentira que habiendo leído todos vosotros nuestros cuentos podáis haber aprendido esa forma tan grosera de hablar.

- No es por disculparme, pero a poco que veas televisión se te contagian un montón de palabras soeces. Y de los correos electrónicos, no te digo. El otro día me mandaron uno que le titulaban, con perdón, los 100 coños mas famosos del mundo: ¿de quién coño es este pelo? / ¡coño!, zapatos nuevos/ No sé que coño pasó, etc. Incluso en internet te enteras que existe la ciencia de la coñología. Y si te vas a la literatura culta y lees de D. Camilo que “no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo” descubres la riqueza que encierra la conjugación del verbo joder. ... Muchos tacos se han convertido en muletillas que hasta resultan graciosas. El que no los usa puede pecar de, como te diría, de cursi.

- Pues a mi no, ¡Eh! Igual que me hicieron bella me hicieron muy educada y no pienso cambiar.

- Porque no tienes voluntad y eres inalterable, que si no… - Bueno, dejemos eso, que me molesta muchísimo. - ¡Coño, cómo te pones! (Perdón, borra lo de coño) - A ver, ¿por dónde íbamos? Ah, si, que necesitas una cura de vanidad por creerte tan

importante y querido, lo que te ha endiosado. En el fondo eres igual que nosotras. - Posiblemente... Y que más - Que en los últimos años has abandonado a tu mujer. - Bueno, nos hemos ido distanciando un poco, pero yo la quiero mucho. - No te acuerdas de su cumpleaños, no hacéis el amor, vais cada uno por vuestro lado...

¿eso es cariño? - A nuestra manera si. Nos hemos mantenido fieles el uno al otro - Si y mientras tanto el pusilánime trajinando. Llora que te llora sin parar.

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- Eso era porque quería que le siguiéramos invitando a cenar. Ese ha sido su chantaje. - ¿Tú crees? - ¡Seguro! - No se si decírtelo, porque te podría evitar el dolor... Aunque quien sabe: de tu reacción se

pueden deducir muchas cosas, sobre todo si realmente quieres a tu mujer. - Cuéntame mujer, no me lo calles. - Bueno pero ya te advierto que va a ser muy duro para ti. - Lo que sea, cuéntamelo ya - Tú sabes que había encargado al Mudito y a Gruñón que hicieran un registro en el

ordenador de tu vecino Vicente... - Si, si lo se. - Bueno pues, no encontraban nada. Se ve que no quería dejar pistas de la depravada

acción que quería consumar. ¿quieres que siga? - Si, si, sigue, aunque algo me estoy figurando. - Imposible, pero por figurarte lo que me imagino te hace mas responsable al dejar a tu

mujer en manos de ese criminal. - Si, si, ese criminal. - Pero tú el responsable. - Si, pero yo no los he mandado que se vayan juntos a la cama. - No se han ido juntos a la cama. Eso creía yo,... y tú también, pero los tiros no van por

ahí. - ¿No? Entonces, ¿el chantaje sentimental, en qué consistía? - Este tú vecino debe ser un maníaco que llora a sus víctimas antes de matarlas, porque

hemos encontrado en archivos ocultos donde se guardan los documentos que se borran de la papelera, un correo que mandaba a un tal Pp...

- Si, será Pepe. Ahora como todo se ahorra, ha omitido las es. - ... Le dice que ha venido a la Manga a matar a tu mujer y luego quiere tirarla al fondo del

mar y se despide diciendo que ya no la va a llorar más. Mira te leo textualmente: “Pp: No mandes e-mail en 15 días. Voy a la Manga con vecina. Está con marido pero emos (aquí también omite la “h”, menudo inculto!) quedado para vernos a solas. Voy a ver si la remato y la tiro de una vez”. Continúa diciendo que la quiere meter en el monte, bajo un árbol o en el fondo del mar. Este es un enfermo mental que... mucha pena y lloriqueo, pero luego las apiola. Incluso hemos pensado que igual es un asesino en serie de los muchos que hay.

- ¡Joer! ¡Que peso me has quitado de encima, pensé que me estaba poniendo los cuernos! - ¡TE DIGO QUE VAN A MATAR A TU MUJER y me sales con esas! No tienes remedio

ya estás sentenciado y condenado. - Bueno, déjame que me defienda. Si es que no me dejan pensar las estrellitas. Y como

estaba obsesionado con la cornamenta es lo primero que me ha venido a la cabeza. Pero yo a mi mujer la quiero un huevo.

- Pues, poco valor la das... ¿Qué pasa con las estrellitas? - No, nada. Siguen casi igual. Pero, dime, dices que Vicente va a matar a mi mujer, ¿no?

Pero no sabes cuándo, ¿verdad? Todavía podrás hacer algo, ¿no? - Pues no. Nuestro mundo ya sabes que es virtual. Nosotros estamos entre los vectores del

espacio y tiempo virtuales y en el círculo cero. Solo conocemos de la información dígito/virtual que nos llega, pero no podemos interferir en los designios de la gente. Somos meros receptores de lo que os pasa y se nos transmite por las autopistas de la comunicación virtual.

- Bueno, no importa. Son las 23:15, ¿verdad? Mi mujer salió a las 11 de la noche. Solo ha pasado un cuarto de hora aproximadamente. No creo que haya sido tan rápido para que la haya metido ya las dos puñaladas.

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- ¿Por qué tienen que ser dos puñaladas? - Como ha dicho que la iba a rematar,... con una, solo la mata. Pero no le va a dar tiempo.

Ahora cuando salga, me voy a por ellos y les pego un par de hostias a los dos, porque Vicente ha embaucado a mi mujer con fines criminales, pero mi mujer, aunque engañada y posible víctima, no tenía que haber ido con él, ni arrimársele siquiera. Después, le cojo a Vicente de la solapa y le llevo a la Policía para que le investiguen.

- ¡Ole el temperamento típico español! Así se explica que haya tantos españoles por aquí Mira te honra que quieras defender a tu mujer, pero no asumes tu responsabilidad y lo que es más, la haces a ella la única culpable. Tú, ¿no la eras infiel cuando chateabas con mujeres “guarronas”? (¿se dice así?). ¡Es que me pones enferma! ¡Me haces hasta hablar mal! No aprendes y soy incapaz de enseñarte. Pero...

- Cuando te enfadas me gustas más. No se porqué será. Por eso te provoco. - ¡Lo que me faltaba por oír! - Quieres más. Has sido mi preferida. Siempre te he querido. - No sigas por favor, que no tenemos tiempo. Y te estás olvidando que estás en el círculo

cero, por lo tanto no esperes ir al rescate de tu mujer, porque me parece que vas a estar aquí mas tiempo que yo.

- Tú, por si acaso, mándame ese correo interceptado al menda ese que yo le voy a ajustar las cuentas. Es muy importante porque, si no llego a tiempo, podría ser la prueba de que el asesinato le cometió con premeditación y con eso le pueden caer unos años más, porque sino a los tres días está por ahí volviendo a matar.

- Pues mira, no va a ser posible, porque lo llevo intentando un rato y no me funciona el correo. Tendré que mandar un aviso al servicio técnico para que venga a arreglarlo. Pero no te preocupes, te lo envío en cuanto lo arreglen.

- Yo estoy cansado y ¿tú? - No mucho. Todavía me queda un rato de jornada. Lo que voy a hacer es irme a tomar un

snack que tengo algo de gusanillo. Algo muy ligero. Ya sabes, para conservar la línea. - Pues entonces, te dejo. - Bueno... mientras a ver si me arreglan el correo. ¿qué tal las estrellitas? - Me tienen la cabeza a cien. Están todas en movimiento. - Bueno me voy - Adiós tía buena - Anda... embaucador.

Se fue a descansar no sin antes pensar “A ésta me la ligo yo antes de salir del círculo cero” “Seguro que le ha gustado mi piropo albañilero”. “Lo noto, se está enamorando de mí”... pensó y siguió diciendo: “Y yo de ella”.

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CAPITULO VIII Cuando volvió al ordenador vio que tenía en pantalla el correo que Blancanieves le había prometido que le mandaría cuando le arreglaran el correo. Se dijo: Voy a imprimirle que este es el cuerpo del delito. Y luego pensó, no se si es ó no, que no entiendo de derecho, pero es importante para que a este cabrón le metan entre rejas, mate ó no mate a mi mujer. Dio a la impresora y a la velocidad del rayo salió una hoja blanca impresa que cogió en las manos. En ese momento desapareció de la pantalla el escrito y apareció el siguiente escrito:

- ¿Ya has vuelto? - ¿Ya te has tomado el aperitivo? - Si. Hoy me he tomado un sándwich vegetal, porque es ligero en calorías y soy

vegetariana. - Dime, ¿te conservas igual de guapa que como cuando te conocí? - No lo sé. - ¿Por qué? - Porque se me ha roto el espejo mágico y ya no me dice que soy la más guapa de las

mujeres, ni tampoco puedo mirarme. Mejor, porque ahora embarazada, ya sabes que nos ponemos un poco más feas. Se nos deforma el vientre, se nos abultan los pechos... y no quiero ni verme.

- ¡Eso incrementa la belleza! - Eso es lo que dices tú, pero aquí, alguna envidiosa me ha dicho que me parezco a una

vaca lechera. - Tú no les hagas caso. Seguro que estás “buenísima” - ...Y mi marido parece que no me mira como antes. - ¿No será que está liado con otra? - ¡No preguntes lo que no te incumbe! - Malo, malo...¿Trabajas mucho? - Si, bastante. - Y, mientras tú trabajas ¿él que hace? - Relajarse, tomar baños, recibir masajes, montar a caballo, ir de caza. Aunque sea

príncipe, la verdad es que vive como un rey. - Malo, malo. Sin oficio mas fornicio - Pues no sois vosotros los que decís que “burro cansao, burro empalmao” - Tonterías. Te voy a decir un secreto. Si una cosa me molesta de que mi mujer se haya ido

al matadero y me haya dejado tirado, es, porque lo que he hecho esta mañana en la playa (hamaca, cervecita, relax, etc.) lo he hecho por ella. Era el entrenamiento para entrar esta noche en competición.

- Y, ¿esas prisas para meterte en el chat? - El precalentamiento. - Pues te podías haber dado veinte vueltas a la manzana. - Claro... Y me canso y me caigo dormido como un tronco. Pero, dime, ¿cumple en la

cama? - Como me ha dicho que está atravesando una crisis de ansiedad, yo no quiero molestarle. - ¿Sabes lo que es chantaje sentimental? - Claro que lo se, pero... - Malo, malo... No sé por qué me da que los dos hemos sido chantajeados. - Bueno, ¡Ya está bien!, que tenemos que hacer los deberes. - Tú te pareces mucho a mi. Lo primero es conseguir los objetivos, ... el máximo de

comisiones - Te he dicho que tengo hijos y un esposo que mantener. - Y yo mujer. Y mira como me lo paga.

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- Te he dicho que ya está bien. ¿Has leído lo que te he mandado? - Lo tengo aquí en la mano. Espera un poco.

Cogió el papel y le leyó de arriba abajo. Según le iba leyendo le iba cambiando la cara de color hasta llegar a un amarillo achinado que parecía le hubiera entrado una hepatitis galopante. El papel decía lo siguiente: Pp:

No mandes e-mail en 15 días. Voy a la Manga con vecina. Está con marido pero emos (sin h. como ya Blancanieves había advertido) quedado para vernos a solas. Voy a ver si la remato y m la tiro de una vez. Quiero meterla hasta el fondo en el monte, bajo un árbol ó mejor en el mar, debajo del agua. Ya no la voy a llorar más. Ya te contaré. Saludos.

El amarillo de su rostro se fue volviendo rojo de ira y observó que hasta las estrellitas de la cabeza estaban más alteradas. Del rojo se fue tornando verde marciano y cuando llegó a esta fase del arco iris, pensó: “eso es lo que tenía que ser, marciano, porque así ya llevaba las antenas puestas”. Después empezó a sonar en sus oídos con volumen en “in crescendo” la música de un pasodoble muy taurino y cuando sonaron los clarines notó en la espalda un dolor fuerte como si le hubieran clavado un par de banderillas negras. El ordenador volvió a trabajar y pudo leer el texto que, impaciente, le mandaba Blancanieves:

- ¡Date prisita, que se nos va a echar la hora encima! - Espera que me estoy concentrando y quiero entenderlo bien. - Muy mal debes de tener la cabeza. ¡Con lo simple que es!, y, además ya te lo había leído

todo. - Si, pero mal. - ¡No me digas ahora que no se leer! - No, no es eso. No sabes comprendernos. Te falta algún curso más para aprender nuestra

forma de hablar y escribir ahora. - Yo creo que no. Os entiendo perfectamente. - Mira. No has reparado en una “eme” perdida que cambia todo el sentido del texto. - Ya he visto que ha puesto una “eme” de más. - No. Ha omitido una “e”. Y como que no es lo mismo “estar jodido” que “jodiendo”,

tampoco lo es “la tiro” que”me la tiro”. - Y ¿que significa eso? - Hacer el amor. - ... Hijo, que complicada es la conjugación del verbo “joder”. - Mucho, muy complicado. - ... Entonces, si quería hacer el amor con ella, ¿por qué quería meterla en el fondo del

mar?... ¿no será submarinista? - Hasta ahora a Vicente le conocía muy poco, pero le estoy empezando a conocer. Yo creo

que es espeleólogo. - ¿De los que exploran cuevas profundas? - Si, de esos. A los que les gusta profundizar hasta el fondo. - Tendrás tus razones para creerlo, pero yo no le veo la lógica. - Ahora soy yo el que no te puedo explicar. Mi cabeza está en otras cosas. - ¿Viendo estrellitas? - No, exactamente. Más bien veo como si las estrellitas se hubieran convertido en cuernos.

Veo cuernos por todas las partes. - Pues ¡quítatelos de la cabeza! - ¡Ni que fuera tan fácil!

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- Busca la respuesta en el AMOR. Acuérdate de lo que dije antes. Tienes que regresar a la infancia. Es lo que te conviene.

- ¡Déjame ahora de amor! Lo que quiero es VENGANZA. - ¡No digas eso por Dios! que te pierdes y me vas a perder a mí. - ¿Acaso me quieres? - Claro que te quiero, como tu madre me ordenó que te quiera y que te cuide. Ya sabes que

no tengo voluntad y obedezco a todo lo que se me ordena. Pero..., estamos todavía en espacios vectoriales distintos... No te puedo querer de otra forma.

- Entonces..., no me sirve. Para aplacar mi sed de venganza necesito un verdadero amor. Te necesito a ti, Blancanieves. Yo te quiero, siempre te he querido y yo creo que Dios también ha querido que cuando me cayó el rayo estuvieras tú en este servicio.

- No mezcles a Dios con tus infortunios. Dios no pone los turnos de este chat, los pone mi supervisora.

- Pues tu supervisora estará en contacto con Dios. - No lo creo - ¿Por qué? - Porque es mi madrastra. Y un personaje tan malvado no es posible que pueda hablar con

Dios. - ¿Tu madrastra? - Si, mi madrastra. ¿por qué te extraña? Ya te he comentado que todos los personajes de

los cuentos estamos aquí metidos en el círculo cero. - Pero, ¿no dejó de ser tu jefa hace mucho tiempo? - Si, pero cuando llegó aquí, empezó a buscarse enchufes y ¡ahí la tienes! - Pues, vaya un calvario ¿no? - Ya te digo. - No te preocupes que cuando llegue mi hora virtual yo te reclamo desde el círculo que me

toque. - Y ¿qué iba a hacer yo con mi marido y mis hijos?... ¿y mis enanitos? Aunque a ese

pendón... - ¿A quién te refieres, a Gruñón...? - No. A mi marido. - ¿Por qué lo dices? - Porque el otro día le pillé flirteando con una de sus criadas... Figúrate, si hubiera sido con

alguna princesa, pero... con una criada, con una vasalla... Me dijo que había sido un desliz sin importancia pero ya no me fío.

- Bueno no te preocupes, todo se verá en su momento. Tú vete preparando... - Que alegría me das. Ya tengo un benefactor. Se lo tengo que decir a todas mis

compañeras ¡Cuánto te quiero! - ¿De verdad? ¿Con amor del bueno? - Con amor virtual, que es el auténtico, el verdadero. - Blancanieves, si tú me quieres me haces el hombre mas feliz del mundo. Ya no me

importa ni la infidelidad de mi mujer, ni ese chantajista pusilánime, ni nada. Yo tengo que salir de aquí para encontrarte en el espacio vectorial que sea, en el círculo de cualquier número irracional, o en la esfera de radio infinito, pero te he de ver, he de estar contigo.

- No, en las esferas no - ¿Por qué? - Porque están reservadas. - ¿A quién?... ¿Es dónde está Dios? - No. Dios está al lado. - Entonces, ¿quién está en las esferas? - Los políticos.

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- Y, ¿por qué esa reserva? - ¡Hijo, pareces tonto! ¿Todavía no sabes que se reservan los mejores sitios? - ¡Ah! Yo creía que en ese mundo virtual no había privilegios - No debería pero... - Bueno, no me importa. Si tú me quieres seré más feliz que nadie, aunque tengamos que

vivir en el círculo más humilde de toda la galaxia vectorial. Oye chati... - ¡A mi no!, ¡Eh! ¡No te consiento que me trates como si fuera una guarra...! - Bueno no te molestes. Te lo decía cariñosamente. Es que todavía no se me ha quitado la

costumbre, pero aprenderé para estar a la altura de las circunstancias. No te voy a defraudar y verás lo bien educado que me voy a volver.

- Bueno, ¡vale!, te perdono, pero... ¿qué me querías preguntar? - ¿No se si debería? - Venga, pregunta lo que sea - Bueno, si insistes... Te quería decir que si algún día te podré ver el color... de tus

braguitas. Se apagó la pantalla de golpe y no recibió ninguna respuesta. Esperó un buen rato e insistió tocando a ciegas por todas las teclas, pero sin resultados. Se retiró unos metros y se volvió a acercar para ver si respondía, pero el ordenador seguía apagado. Así las cosas se salió al pequeño jardín para saber si era de día o de noche, porque los relojes seguían clavados en las 23:15 horas. La luz solar no le sacó de dudas. No sabría decir si era de día o de noche.

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CAPITULO IX Entro de nuevo en el bungalow, se acercó al ordenador y se sentó en la silla. Todo seguía igual. Intento teclear: “Perdona mi grosería, Blancanieves” pero no obtuvo ninguna respuesta. Pasó un tiempo que no pudo medir por las razones que ya todos conocemos, hasta que por fin se iluminó la pantalla y se apresuró a volver a repetir lo que había tecleado antes.

- Perdona mi gros.. - ¡Si, si ya lo he visto! ¡No me lo repitas! - No de verdad, te lo digo de corazón. - ¿Qué, lo de las braguitas ó que te perdone? - ¡Cómo eres! Si te he ofendido te pido perdón, pero acepta mis disculpas y no hagas que

me humille mas, que estoy bastante humillado. - Y que lo digas... Estás como el toro esperando el descabello. - ¡No me jodas, Blancanieves! ¡Ponme otro ejemplo! - ¡Ay! ¡Perdona! Ahora soy yo quién se disculpa. He metido la pata. - Ves, todos nos equivocamos de vez en cuando. - Si, pero unos mas que otros. - ¿Ya estamos otra vez a la gresca? - Bueno vamos a dejarlo y a centrarnos en lo nuestro, aunque te digo una cosa que he

vuelto a hablar (entre comillas) contigo porque vas a ser mi avalista, que sino te dejo con dos palmos.

- ¡Nada más! - Bueno, si, te quiero. Pero ya sabes que con amor virtual. Y no vamos a perder ni un

segundo más de tu tiempo porque ya se está acabando ese segundo de transición del mundo real al virtual y todavía te tengo que lavar la cabeza.

- ¡Ah, claro! Ya me acuerdo que me dijiste que estaba en la peluquería. - ¡No hombre, no! Te tengo que preparar el intelecto para que tus respuestas sean

convincentes y pases el juicio con éxito. - ¡Ah! - Vamos a repasar el informe. Aparte de lo que hemos comentado aquí dice que, siendo un

buen comercial, utilizabas métodos poco éticos. Emborrachabas a los clientes. Les persuadías a veces creándoles necesidades que no eran reales y otras provocando el ego de los clientes con adulaciones ridículas, etc. etc.

- Todos vendían igual y todos me copiaban. - Si claro, el caso en no asumir tu responsabilidad. - Tu informe dice que yo vendía remolques ¿verdad? - No. El informe dice que eres comercial. No especifica. - ¿Tú sabes lo difícil que resulta vender un carricoche de esos como tú les llamas? - Me lo figuro, pero el fin no justifica los medios. - ¡Oye, oye! Entonces, ¿por qué sabías tú que yo vendía remolques para coches? - Porque todos los viejecitos que han pasado por mi chat me hablaban de los carricoches de

Antonio. Por eso tuve curiosidad en conocerte y pedí a mi supervisora, la madrastra, que te dejara para mí. Quería saber que te movía mas, si el amor por la gente ó tu afán de ventas.

- Las dos cosas. - Si, pero ¿cuál más? - ¡Y yo que sé! - Pues esfuérzate que es muy importante. Cuéntame lo que hablaste con el director del

asilo. - Cuando ya le convencí para que comprara el caballo, solo le dije que me llevaba el

remolque y el caballo si no me garantizaba que la integridad física de los ancianos iba a

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estar asegurada. Entonces él me explicó su idea de poner en los sillines un respaldo y unas bridas que les sujetara y me pareció bien.

- Y ¿por qué tanta consideración si ya habías cubierto tu objetivo que era vender el producto? ¿Por qué no la tuviste antes cuando engañaste al viejecito que se le vendiste?

- Es que... - ¿Qué? - ...Me enteré después de venderle que mi padre natural había muerto al caerse de un

caballo. Me entró remordimiento pensando que si mi padre, siendo joven y vigoroso, había tenido un accidente, ¿qué mayor riesgo corrían los pobres abuelillos? Pero por otro lado, tampoco quería quitarle la ilusión que tenía. Y eso es todo. ¿No se si te he respondido?

- Ya lo creo que sí. De esta parte voy a guardar una copia. - ¿Eso es bueno o es malo? - ¿Tú que crees? - Yo ya no se nada. Tengo la cabeza que me están saltando chispas de unas estrellas a las

otras. - Pues vamos a acelerar y resumir. - ¿Tengo algo más? - No. Veamos. Has abandonado a tu mujer... - No, ha sido ella la que se ha ido con el pusilánime. - Eso es lo que tú dices, pero no cuela. Si no tuvieras tanta seguridad en ti mismo te

hubieras dedicado a cuidarla mas... y lo otro, es lo mismo, tu vanidad por exceso de confianza al estar bien arropado por tus compañeros, amigotes, tu buen carácter, etc. etc. Hay jurisprudencia que dice que si se va con la penitencia cumplida en La Tierra, ya no es necesario cumplirla en el círculo cero, pero es que tú, quitando el primer momento de sudores (me los imagino), no has sentido ni frío ni calor. En un principio casi te daba lo mismo si Vicente mataba a tú mujer ó no.

- Eso no es cierto. Yo a mi mujer la quiero mucho. - ¿La quieres mucho?, si te ha faltado tiempo para empezar a tirarme los tejos. - Es que a ti también te quiero mucho. Alguna ventaja tendría que tener estar en este estado

entre lo real y lo virtual, atrapado entre los vectores del espacio y tiempo virtuales. Puedo estar enamorado de mi mujer en el espacio-tiempo real y de ti en el otro.

- Tampoco cuela... Luego cuando te has enterado que el asesinato no era a cuchilladas sino con ese otro arma que tenéis los hombres entre las piernas, tras los primeros deseos de venganza, haciendo gala de tus dotes de persuasión has seguido intentando conquistarme, no se si porque de verdad me quieres mucho ó por tus ansias de trasladar el florero que te han puesto en la cabeza a la de mi marido.

- ¡No por Dios! ¡No digas eso! Yo te quiero de verdad y tú también, ¿no es eso? - Me has pillado baja de forma, incluso dudo si lo tuyo no es un antojo de mi embarazo. No

sé, no tengo voluntad, pero lo que me ha hecho mi marido no se lo perdono. - Recuerda... Piensa en clave de amor...aunque sea conmigo. - No desaprovechas ocasión ¿eh? - Es que te quiero. - Y yo también... si te gusta oírlo, haber si así me dejas continuar. - ¡Vale! No te enfades vida mía. - Zalamería no te falta.... pero te han faltado lágrimas. - ¿Lágrimas?, yo en la vida he llorado. Bueno, si: una vez me cogí una melopea y me dio

llorona. Pero nunca más. ¡Ah, si!, Hace un rato y cuándo murió mi madre. - ¡Así tendrías que haber llorado cuando te has enterado que perdías a tu mujer! Nunca has

oído eso de “Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre” - Si, lo dijo la madre de Boabdil a su hijo cuando perdió Granada.

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- Pues eso te digo yo a ti ahora, que llores como mujer lo que no has sabido defender como hombre.

- ¡Hombre, comparar a mi mujer con Granada! Además, lo que me faltaba: ¡parecerme al pusilánime!

- Pues, tienes que reconocer que a él le ha dado buen resultado. - No me lo recuerdes, por favor. ¡Qué confundido he estado! Por eso tengo que llevar

encima la deshonra del ultraje de mi mujer. Cuando mis amigos se enteren se van a reír a carcajadas.

- ¿Por qué se han de enterar? Y si se ríen, no serán tan buenos amigos. ¿No te parece? - De eso el último que se entera es el interesado, y si yo ya lo sé, mis amigos tienen que

estar destornillándose. - ¿Por qué lo dices? - Por que yo también me he reído de otros. Cuando se descubre el pastel te acompañan en

el sentimiento pero se ríen a escondidas. Y si encima te pones a llorar... - No debería ser así. - Ya, pero es el deporte nacional. - Yo te insisto: llorar a veces es bueno. - Si quieres me pongo a llorar ahora. En falso tengo mucha facilidad para hacerlo. - Déjalo para después que, posiblemente, te va a hacer falta. - Bueno, Antonio, mi jornada laboral está punto de terminar. Dentro de poco te van a hacer

las mismas preguntas que yo te he hecho. Esto ha sido tan solo un ejercicio preparatorio de la reválida final. A partir de ahora te llamará el Alto Tribunal y tendrás que convencerles que has querido a tu mujer, aunque no se lo hayas sabido demostrar, y que ya has recibido tú cura de humildad, por lo que vienes impoluto de la Tierra. No se te olvide, aunque no te lo pregunten, relatar la conversación con el director de la residencia igual que me la has contado a mí. De ti depende que seas convincente en tu exposición. Si quieres puedo pedir un felino para que te defienda.

- ¿Un felino? - Si, hombre, un abogado. - ¡Ah!. No. Me basto y me sobro yo. En capacidad de persuasión no hay quién me gane - ¡Ay, Dios mío, nunca cambiarás y yo no he sabido enseñarte nada! - No te preocupes que si es necesario lo arreglo todo con unas cuantas lagrimillas. - Pues nada. Ha llegado la hora de la despedida. Quiero que sepas que te he tomado mucho

cariño y que te deseo mucha suerte. Me voy llorando por ti, por tu ausencia y por el vacío que me dejas.

- Yo, Blancanieves, siempre te repetiré que te quiero mucho, que has sido y sigues siendo mi ideal de amor y que espero verte pronto.

- Adiós Antonio - Adiós Blancanieves.

... ¡Blancanieves!, ¡Blancanieves!..¿estás todavía ahí?

- Si, ¿qué quieres? - No me has preguntado por las estrellitas. - No son estrellitas, es el rayo que te está entrando por la cabeza. - Blancanieves,... tengo miedo. No me dejes. - No puedo, te tengo que abandonar... - Adiós Blancanieves - Adiós Antonio.

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CAPITULO X

A los pocos días, dos hombres con traje oscuro escudriñaban el apartamento. Uno de ellos llevaba colgado al hombro una cámara fotográfica y el otro una libreta. Le dijo el uno al otro:

- ¡Joder! Vaya susto que se habrán pegado los nuevos inquilinos al entrar. - Figúrate, vienes de vacaciones y te encuentras con este pastel. Si es que esta gente ni

limpia los apartamentos cuando se marchan los clientes. Porque no creo que se le hubiera pasado a la señora de la limpieza recoger una cagada como esta.

- ¡El pobre está calcinado! - Si, vamos a cerrar la ventana para que no se disipe el poco polvo que le queda. Mira,

fotografía eso. Ese folio blanco escrito. Vamos a ver que es lo que dice: Empezaron a leer “Pp: No mandes e- mail en 15 días.... etc, etc.” y cuando terminaron de leerlo, el que parecía tener mas autoridad, le dijo al otro:

- Está claro. Esta es una copia del correo que este desgraciado le mandó a un tal Pepe, presumiendo de que se venía a la Manga a tirarse a la vecina haciéndole un regate al pobre marido cornudo, ¡Ja, ja, ja! Pero Dios le ha hecho justicia.

- ¿Y no cree que éste puede ser el marido que ha descubierto el correo y se ha venido a la Manga a pedir cuentas a su mujer y al amante?

- Bueno, eso que lo investiguen otros que yo soy forense. Y vamos a darnos prisita que tengo que terminar el informe de esos dos que también les cayó un rayo el dos de agosto cuando estaban haciendo el amor en la playa.

- Vaya nochecita la del dos de agosto. Yo no he visto en mi vida caer tanto relámpago y rayo juntos.

- Ya lo creo. Y de ello estas consecuencias porque éste seguro que murió el mismo día. Tendremos que hablar con meteorología para que nos digan a qué hora pasó por aquí la tormenta, para concretarla en el informe.

- ¡Mire jefe! El ordenador esta encendido. - ¡Coño! Si no está enchufado. - Eso es que la descarga del rayo le ha debido de dejar pilas para rato. - Deberá ser eso. Yo de electrónica no tengo ni idea. Yo soy pragmático: nunca me ha

apasionado el mundo digital ni virtual. - Pero hay cosas que parecen de ciencia ficción. - Si pero los crímenes son los crímenes, las pasiones son las pasiones y en este mundo lo

virtual no existe. - ¿Quién sabe? ¿Podremos saber algún día si este ordenador ha podido estar conectado con

alguien fuera de nuestro mundo real? - Si claro, en comunicación con Blancanieves ¡no te jodes! - Lleva razón. Es que algunas veces dejo volar mi imaginación. ... ¿Ha visto este charco? - Parece agua. Eso es que al pasarle el rayo se meo del gusto. ¡Ja. ja, ja! - O lloro al enfrentarse con la muerte... - Pues si que tenía que ser llorón. - ... ¿Se ha fijado la hora que tiene el ordenador? Señala las 23:15 horas. - Es verdad, ¿y el día? - Voy a ver si puedo.... Si, exacto, el dos de agosto - Se ha quedado tieso a esa hora. No llames a meteorología, que ya esta todo aclarado. - Desde luego jefe, da gusto ser su ayudante. Las cosas que aprende uno. - ¡Anda,... adulador!

Recogieron los bártulos y se fueron los dos hacia la puerta. Cerraron y se marcharon charlando. En ese mismo instante empezó a funcionar el ordenador. Estaba entrando un correo:

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Hola chatita (¿te gusta mas así?): Soy tu Antonio. Estoy en el círculo de la raíz cúbica de 99 , porque en la raíz cuadrada ya no había sitio y acaban de iniciar otra fase. Es un apartamento de p.m. (te lo pongo así para que no se vea tan grosero), y era para decirte que he pedido tu traslado. Así que ¡Vete preparando! Aunque me ha costado un poco convencer al Inspector Gadget que me atendió para conseguir que en el mismo haz -virtual, por supuesto-, os facturen a ti, a tus hijos y a los siete enanitos. Como los enanitos abultan poco, si quieres puedes camuflar a alguna amiguita tuya, pero procura que esté buena, no me vayas a traer a casa cualquier adefesio. A tu marido le he excluido porque doy por hecho que ya te habrás divorciado de él, pues como no tiene voluntad y le han hecho así, se habrá tirado (ya sabes lo que significa) a toda la servidumbre y tú que no eres tonta ya le habrás descubierto. Diles a los enanitos que se traigan los instrumentos que esto es un poco aburrido, a ver si lo alegran algo, que a mí me gustaba mucho su música. Y mira a ver si puedes meter también unas cajas de cervezas o que me reenvíen las que no me bebí en La Manga. Porque esto, como es de nueva construcción, todavía no hay bares y estoy seco. Te tengo que decir que te quiero mucho, tanto que si algún día te vuelves a atragantar no hace falta que te sople nadie, me basto y me sobro yo. Que mi amor se ha incrementado, por todo lo que me has ayudado para traspasar rápidamente el círculo cero y que me han servido de mucho tus lecciones. Tuve que llorar bastante pero lo conseguí por eso desde entonces, como te he dicho, estoy seco, porque no me dieron ni siquiera un vaso de agua. He estado con mi madre y está igualita que cuando la vi por última vez. La he contado lo nuestro y se ha puesto muy contenta, porque también te quiere mucho y porque quiere que la des algunos consejos de belleza para ponerse guapa para mis dos padres, porque están viviendo juntos. He conocido a mi otro padre y está mas joven que yo. Es muy parecido a mí de joven, muy agradable, bonachón y de trato muy cordial. El día que les visité, mi nuevo padre me invitó a un chato de vino, que es lo único que he bebido estando por aquí, y se empeño en que tomara un aperitivo y, aunque no tenía apetito consiguió que comiera algo. Me cayó muy bien... y mi nuevo padre también. Esto es muy tranquilo y estoy todo el día de meditación, sobre todo pensando en ti. De contemplación viendo a una estrella maravillosa que está frente a mi apartamento. ... Es de cine... del cine porno que murió estando en pleno rodaje. Y mucho relax. Como verás tengo todos los ingredientes que necesito para entrar en competición. Solo me falta el precalentamiento que espero vengas tu a dármele... Te espero pronto. ¡Se me olvidaba! Mi color preferido es el rojo. No es por nada, te lo digo por si tienes que preparar algo de equipaje, ya se sabe, vestidos, sujetador, braguitas, etc. que aquí, como te reitero, todavía no hay tiendas. Quedo impaciente esperando que vengas. Adiós mi amor, te quiero mucho. P.D. Me han dicho que han visto a mi mujer y al pusilánime de barrenderos en el círculo cero y que desde que están allí han suprimido el tanque del agua. El va llorando por las calles y mi mujer detrás, con el escobón barriendo. Y creo que tienen para rato, porque les asesoró la “Pipi” y han metido la pata hasta el fondo. ¡Como les gusta tanto las profundidades!... ¡Que se jodan! Nota del autor: Ustedes se habrán preguntado porque llegó este correo al apartamento de La Manga. Pues se lo voy a explicar trasladándonos de escenario al círculo cero, al centro de control del chat donde trabaja Blancanieves. ¡Mira!, justamente entra ahora por la puerta y está hablando consigo misma:

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- ¿Será posible?, me he dejado la conexión con La Tierra abierta y lo que es peor los correos derivados al ordenador de Antonio. ¿Cómo se entere mi supervisora? Espero que

no haya entrado nada confidencial, porque se podría armar gorda. A ver, veamos. No hay nada más que un correo. ¿De quién será?

Como ustedes ya se habrán imaginado, ese único correo era el que Antonio le había mandado desde su círculo de la raíz cúbica de 99. Pidió una copia y cuando lo vio dio un grito de alegría que despertó del aletargo laboral a todas las trabajadoras del chat:

- ¡Es mi Antonio!, ¡seguro que me reclama! Cuando oyeron eso todas las mujeres se pusieron en pie y se fueron agrupando en pandillas, murmurando entre ellas, algunas con cara de envidia. Se quedaron esperando, alejadas prudentemente, a que Blancanieves leyera lo que ustedes ya conocen y les dijera algo. Alguien dijo por lo bajo: “Pobrecilla, ahora que está divorciada se merece alguna buena noticia”. La supervisora que, al oír el revuelo, se había incorporado a los cotilleos, al oír esto dijo: “yo no me fío de ningún hombre y Blancanieves es tonta, porque la conozco bien. Seguro que la va a engañar y lo único que va a conseguir es que la afee otra vez la figura”. Blancanieves, mientras tanto no dejaba de leer y de suspirar hasta que se quedó fija en la carta y, sin parpadear, dijo en voz alta a todas sus compañeras: - ¡No ha cambiado nada! ¡Este es mi Antonio! ¡Voy a hacerle el hombre mas feliz del

círculo 99 y de todos los círculos del Universo! Virtual, real, que más da, como él quiera. ... El caso es que no debería, pero... como no tengo voluntad he de obedecer a quien me ordena y ahora Antonio es mi nuevo dueño, ... mi nuevo príncipe.

Y entre los aplausos de todos los congregados se oyó su grito resonar por todo el círculo: - ¡Hágase la voluntad de mi señor! ¡Me voy con mi príncipe!

FIN.