L Luis M. Alonso Bolero triste de La Habana · es,en Cuerpos divinos,Elena,Elenita,la misma...

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Luis M. Alonso a Habana era entonces la ciudad perdi- da de la animada Rampa, El Gato, El Atelier y el Mambo Club.La ciudad de las noches lar- gas que lánguidamente iban a morir al Male- cón y de los daiquirís espesos y fríos del Flori- dita: cuando los boleros eran canciones tristes de moda y las muchachas,venus de nalgas de arena y oro firme.De ello versa el libro que acompañó a Guillermo Cabrera Infante toda su vida y que ahora, como si se tratase de exorcizar los viejos fantasmas, su viuda ha querido que viese la luz, aun arriesgándose a dejar constancia de lo que ella siempre supo del apetito sexual de su marido.“Por ese olor a frutas que tenemos las mujeres en el trópico cuando cruzamos las piernas”, ha llegado a decir Miriam Gómez. Cuerpos divinos tiene un comienzo priva- do y gozoso,en 1957,y un final público,a me- diados de 1962.Justo a esa altura,brota la sen- tida declaración del autor de que las revolu- ciones son el final del proceso de las ideas, que se detiene cuando dolorosamente inter- viene la política.“La cultura entonces”, escri- bió G. Caín,“se convierte en una rama de la propaganda” y las ideas pasan a formar parte de un programa ideológico.Aludo al escritor por el seudónimo con que firmaba sus críti- cas de cine en la revista Carteles precisamen- te porque Guillermo Caín es el que rememora todo aquello: el tránsito de la dictadura de Fulgencio Batista a la revolución que traicio- nó los ideales de libertad y acabó convirtién- dose en la tiranía que conocemos,nuevamen- te de actualidad por la represión de su disi- dencia. Como él mismo dijo: empezó escri- biendo una novela y le acabaron saliendo unas memorias que alimentaba día a día, has- ta su muerte, porque, cuando existe la volun- tad de recordar,los recuerdos sólo se apagan inconscientemente. La última no- vela póstuma por ahora de Ca- brera Infante -en estos casos nun- ca se sabe lo que nos depara- rá el futuro- está anclada en la memoria y en la geografía. Así ha ocurrido siem- pre con su litera- tura desde Tres tristes tigres, que inauguró el ciclo que más tarde continuó con La Habana para un infante difunto y que bien podría darse por culmi- nado con Cuer- pos divinos, un papel que ya le atribuyeron en 2008, cuando se publicó, a La ninfa inconstante.La Habana,el cine,el sexo,la música y la revolución protagonizan las más de 550 páginas de la obra que nos ocupa.“No sólo la historia,sino la geografía nos condena. Han hecho truco hasta con la topografía. Na- cimos en un oasis y con un pase de mano nos encontramos con un desierto”, escribió el au- tor refiriéndose a lo que ocurrió en la ciudad perdida tras la llegada del castrismo al poder. En La ninfa inconstante, el crítico cinemato- gráfico,o sea,Guillermo Cabrera Infante,es de- cir G.Caín,se enamora de Estela,una casi niña huraña, arisca y de rara belleza. Estela, Estelita, es, en Cuerpos divinos, Elena, Elenita, la misma nínfula en la misma Habana sensual,donde la esposa ha dejado de esperarlo despierta. En esta enésima recreación del microcosmos tro- pical,atrapado nuevamente por la topografía, el periodista habanero que amaba a las muje- res,la música y el cine,vive un tiempo de diso- lución política, entre novias y fleteras, boites, restaurantes y la redacción de Carteles. Más atento a completar su colección de discos de jazz que a mantener a flote su matrimo- nio; pendiente de las venidas de la Sierra y de las cartas desde Oriente de Carlos Fran- qui, hasta que regresa para interrumpir su felicidad y encomendarle el suplemento li- terario del diario Revolución,que finalmen- te acabó cerrando en 1961 por no acatar la línea de pensamiento oficial castrista. Pero antes de ese nuevo y triste amane- cer en el trópico,ocurren unas cuantas co- sas. Están, por ejemplo, los encuentros con Hemingway, al que Caín ve por primera vez bajando“por ese tramo de calle sin nombre, the street with no name, que está entre el Centro Asturiano y la Manzana de Gómez, con sus pulidos adoquines azu- les”. No hay que perderse la descripción del personaje:“Hemingway no era He- mingway sino un hombre grande,colora- do como un camarón cocido,que camina- ba vestido como un turista, usando zapa- tos bajos pero no sandalias (hombre tan viril no iba a alimentar los prejuicios haba- neros contra aquel que lleva sandalias. Cristo mismo habría sido acusado de pe- derasta: Ecce Homo) y sin embargo lleva- ba unos shorts largos, bermuda short trunks sería su nombre,que con los largos calcetines hacían de sus piernas un maza- cote de músculos con las pantorrillas bo- ludas y los muslos protuberantes. Llevaba una suerte de pulóver suelto y listado, co- mo si fuera mitad hombre y mitad cebra. Tenía los largos brazos tan musculados co- mo las piernas y muy velludos.Por entre el escote del pulóver también le salía un ve- llo espeso del pecho.No usaba barba y su cabeza se veía enorme.A pesar de los cal- cetines altos y los shorts largos, el hombre daba una sensación definitiva de enormi- dad.Viéndolo bajar hacia la plaza de Al- bear pensé que era un turista a la caza de rincones habaneros…”.O la vez posterior, en el Floridita,cuando Hem paga la ronda de daiquirís para librarse de la curiosidad del periodista y de sus amigos.O la visita a Cojimar con la fugaz y deslumbrante vi- sión de Ava Gardner. Los cuerpos divinos pululan por una Habana sensual de inquietante clima polí- tico en la que Carlos Puebla canta en La Bodeguita sus sones dedicados a Rolando “el Tigre”Masferrer, uno de los jefes de la policía represiva,lo mismo que más tarde y a no más tardar se los cantaría, con otra letra, a Camilo Cienfuegos. Una ciudad crepuscular donde por la noche las patru- llas del SIM toman las calles para perse- guir a los miembros emboscados de las brigadas de 26 de Julio, que el Gobierno de Batista y los comunistas, los ñángaras, coinciden en llamar terroristas. O aquella primera y única pregunta que el periodis- ta de Bohemia le hace al Che Guevara en la fortaleza de La Cabaña, al poco de en- trar los barbudos en la capital.“Nos encon- tramos con un hombre de mediana estatu- ra, de barba completa aunque rala y con un gran parecido con Cantinflas. Usaba boina y fumaba un puro: era el Che Gueva- ra. Las preguntas caían ante él y él las res- pondía con tono extranjero y cortante,de- masiado tono militar.José Lorenzo no pu- do hacer más que una pregunta: –¿Es cierto que usted piensa invadir la República Dominicana? (Nunca supe có- mo se le ocurrió semejante pregunta). Y la respuesta del Che Guevara vino co- mo un disparo: –¡Falso! Lorenzo no la oyó y le preguntó: –¿Cómo? Y el Che Guevara volvió a disparar: –¡Falso! –esta vez con un tono más auto- ritario.” Lo que siguió ya lo conocen,porque los boleros tristes, al igual que ocurre con la vida y las nínfulas de Guillermo Cabrera Infante, jamás dejan de repetirse. Suenan una y otra vez. Bolero triste de La Habana L Guillermo Cabrera Infante rememora en una nueva novela póstuma encantos y desencantos de una época irrepetible Cuerpos divinos GUILLERMO CABRERA INFANTE Galaxia Gutenberg. 2010. 556 páginas. Número 649 Sábado, 13 de marzo de 2010

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Luis M. Alonso

a Habana era entonces la ciudad perdi-da de la animada Rampa, El Gato, El Atelier yel Mambo Club. La ciudad de las noches lar-gas que lánguidamente iban a morir al Male-cón y de los daiquirís espesos y fríos del Flori-dita:cuando los boleros eran canciones tristesde moda y las muchachas,venus de nalgas dearena y oro firme. De ello versa el libro queacompañó a Guillermo Cabrera Infante todasu vida y que ahora, como si se tratase deexorcizar los viejos fantasmas, su viuda haquerido que viese la luz,aun arriesgándose adejar constancia de lo que ella siempre supodel apetito sexual de su marido.“Por ese olor afrutas que tenemos las mujeres en el trópicocuando cruzamos las piernas”, ha llegado adecir Miriam Gómez.

Cuerpos divinos tiene un comienzo priva-do y gozoso,en 1957,y un final público,a me-diados de 1962.Justo a esa altura,brota la sen-tida declaración del autor de que las revolu-ciones son el final del proceso de las ideas,que se detiene cuando dolorosamente inter-viene la política.“La cultura entonces”, escri-bió G. Caín,“se convierte en una rama de lapropaganda”y las ideas pasan a formar partede un programa ideológico.Aludo al escritorpor el seudónimo con que firmaba sus críti-cas de cine en la revista Carteles precisamen-te porque Guillermo Caín es el que rememoratodo aquello: el tránsito de la dictadura deFulgencio Batista a la revolución que traicio-nó los ideales de libertad y acabó convirtién-dose en la tiranía que conocemos,nuevamen-te de actualidad por la represión de su disi-dencia. Como él mismo dijo: empezó escri-biendo una novela y le acabaron saliendounas memorias que alimentaba día a día,has-ta su muerte, porque, cuando existe la volun-tad de recordar, los recuerdos sólo se apaganinconscientemente.

La última no-vela póstumapor ahora de Ca-brera Infante -enestos casos nun-ca se sabe loque nos depara-rá el futuro- estáanclada en lamemoria y en lageografía.Así haocurrido siem-pre con su litera-tura desde Trestristes tigres, queinauguró el cicloque más tardecontinuó con LaHabana para uninfante difunto yque bien podríadarse por culmi-nado con Cuer-pos divinos, unpapel que ya le

atribuyeron en 2008, cuando se publicó, a Laninfa inconstante.La Habana,el cine,el sexo,lamúsica y la revolución protagonizan las másde 550 páginas de la obra que nos ocupa.“Nosólo la historia,sino la geografía nos condena.Han hecho truco hasta con la topografía. Na-cimos en un oasis y con un pase de mano nosencontramos con un desierto”,escribió el au-tor refiriéndose a lo que ocurrió en la ciudadperdida tras la llegada del castrismo al poder.

En La ninfa inconstante,el crítico cinemato-gráfico,o sea,Guillermo Cabrera Infante,es de-cir G.Caín,se enamora de Estela,una casi niñahuraña,arisca y de rara belleza.Estela,Estelita,es,en Cuerpos divinos,Elena,Elenita,la mismanínfula en la misma Habana sensual,donde laesposa ha dejado de esperarlo despierta. Enesta enésima recreación del microcosmos tro-pical,atrapado nuevamente por la topografía,el periodista habanero que amaba a las muje-res,la música y el cine,vive un tiempo de diso-lución política, entre novias y fleteras, boites,restaurantes y la redacción de Carteles. Más

atento a completar su colección de discosde jazz que a mantener a flote su matrimo-nio;pendiente de las venidas de la Sierra yde las cartas desde Oriente de Carlos Fran-qui,hasta que regresa para interrumpir sufelicidad y encomendarle el suplemento li-terario del diario Revolución,que finalmen-te acabó cerrando en 1961 por no acatar lalínea de pensamiento oficial castrista.

Pero antes de ese nuevo y triste amane-cer en el trópico,ocurren unas cuantas co-sas.Están,por ejemplo,los encuentros conHemingway, al que Caín ve por primeravez bajando “por ese tramo de calle sinnombre, the street with no name, que estáentre el Centro Asturiano y la Manzana deGómez, con sus pulidos adoquines azu-les”. No hay que perderse la descripcióndel personaje:“Hemingway no era He-mingway sino un hombre grande, colora-do como un camarón cocido,que camina-ba vestido como un turista, usando zapa-tos bajos pero no sandalias (hombre tanviril no iba a alimentar los prejuicios haba-neros contra aquel que lleva sandalias.Cristo mismo habría sido acusado de pe-derasta: Ecce Homo) y sin embargo lleva-ba unos shorts largos, bermuda shorttrunks sería su nombre,que con los largoscalcetines hacían de sus piernas un maza-cote de músculos con las pantorrillas bo-ludas y los muslos protuberantes. Llevabauna suerte de pulóver suelto y listado, co-mo si fuera mitad hombre y mitad cebra.Tenía los largos brazos tan musculados co-mo las piernas y muy velludos.Por entre elescote del pulóver también le salía un ve-llo espeso del pecho.No usaba barba y sucabeza se veía enorme.A pesar de los cal-cetines altos y los shorts largos,el hombredaba una sensación definitiva de enormi-dad.Viéndolo bajar hacia la plaza de Al-bear pensé que era un turista a la caza derincones habaneros…”.O la vez posterior,en el Floridita,cuando Hem paga la rondade daiquirís para librarse de la curiosidaddel periodista y de sus amigos.O la visita aCojimar con la fugaz y deslumbrante vi-sión de Ava Gardner.

Los cuerpos divinos pululan por unaHabana sensual de inquietante clima polí-tico en la que Carlos Puebla canta en LaBodeguita sus sones dedicados a Rolando“el Tigre”Masferrer, uno de los jefes de lapolicía represiva, lo mismo que más tardey a no más tardar se los cantaría,con otraletra, a Camilo Cienfuegos. Una ciudadcrepuscular donde por la noche las patru-llas del SIM toman las calles para perse-guir a los miembros emboscados de lasbrigadas de 26 de Julio, que el Gobiernode Batista y los comunistas, los ñángaras,coinciden en llamar terroristas. O aquellaprimera y única pregunta que el periodis-ta de Bohemia le hace al Che Guevara enla fortaleza de La Cabaña, al poco de en-trar los barbudos en la capital.“Nos encon-tramos con un hombre de mediana estatu-ra, de barba completa aunque rala y conun gran parecido con Cantinflas. Usababoina y fumaba un puro:era el Che Gueva-ra.Las preguntas caían ante él y él las res-pondía con tono extranjero y cortante,de-masiado tono militar. José Lorenzo no pu-do hacer más que una pregunta:

–¿Es cierto que usted piensa invadir laRepública Dominicana? (Nunca supe có-mo se le ocurrió semejante pregunta).

Y la respuesta del Che Guevara vino co-mo un disparo:

–¡Falso!Lorenzo no la oyó y le preguntó:–¿Cómo?Y el Che Guevara volvió a disparar:–¡Falso! –esta vez con un tono más auto-

ritario.”Lo que siguió ya lo conocen,porque los

boleros tristes, al igual que ocurre con lavida y las nínfulas de Guillermo CabreraInfante, jamás dejan de repetirse. Suenanuna y otra vez.

Bolerotriste de

La Habana

L

Guillermo CabreraInfante rememora en

una nueva novelapóstuma encantos ydesencantos de una

época irrepetible

CuerposdivinosGUILLERMO CABRERAINFANTEGalaxia Gutenberg.2010. 556 páginas.

Número649

Sábado,13 de marzo de 2010

José Luis García Martín

emos ofrecido al lectoruna biografía de Miguel

Hernández?” se pregunta Euti-mio Martín al final de su libro.Yse responde que no“una biogra-fía a la inglesa,con carácter pre-tendidamente exhaustivo”. Él haoptado por una “biografía a lafrancesa”, entendida comoaquella “donde pueden lamen-tarse lagunas factuales pero queno elude lo esencial de una bio-grafía”.

Después de leer las 700 pági-nas de El oficio de poeta,yo diríaque lo que ha escrito es una bio-grafía a la española,muy barojia-na en el peor sentido de la pala-bra: descuidada, impertinente,llena de contundentes opinio-nes de mesa de café. Doy algu-nos ejemplos:“María Zambrano,como discípula de Ortega y Gas-set,sobresalió más en la costum-bre de fumar con boquilla queen la diafanidad de su prosa”.¿No había otra manera de decir,sin traer a cuento a Ortega ni elfumar con boquilla,que la prosade María Zambrano le pareceun poco oscura? Eutimio Martíngusta del registro coloquial:“Hayamores que matan, se dice. Elamor de María Zambrano porMiguel Hernández no lo mata,pero lo vuelve memo de planti-lla”.

A propósito de la Fábula deEquis y Zeda, de Gerardo Diego,escribe:“no sabemos de nadieque haya conseguido hincarle eldiente a la ilación lógica de estecríptico poema”. En nota a piecopia unas palabras de AndrésSánchez Robayna y apostilla:“He aquí una supuesta críticaque no ilumina más que el ele-vado nivel de huera pedanteríade su autor”.

La descalificación sumarísi-ma alcanza a las personas máscercanas al poeta:“Siempre an-duvo a vueltas con la satisfac-ción económica, pero más an-gustiosa fue la miseria afectiva.Sus relaciones amorosas fueronun desastre y de su esposa ni si-quiera le satisfizo su condiciónde madre.Es un despropósito in-cluir a la pareja Miguel-Josefina

en la lista de amantes célebres”.De la descuidada redacción,

de la falta de revisión que le lle-va a incurrir en llamativas con-tradicciones podríamos ofrecermuchas muestras. Basta conuna.En las páginas 52-53 nos ha-bla del envío a un diario delpoema Citación fatal, escrito araíz de la muerte de Ignacio Sán-chez Mejías, y no puede evitardar su opinión:“Quería sin dudaauparse al podio literario encompañía de Federico GarcíaLorca y de Rafael Alberti, auto-res ambos de sendas elegías enhonor del diestro”. Doscientaspáginas más adelante vuelve areferirse a ese poema y aclaraen nota:“Es de subrayar que lehan ido a la zaga esta vez en elhomenaje poético a SánchezMejías, Federico García Lorca(que no lee Llanto por IgnacioSánchez Mejías hasta el 4 de no-viembre en casa de los Morla) yRafael Alberti con Verte y no ver-te.Alberti se hallaba de viaje porel mar Negro cuando la cogida yno se enteró del fallecimiento

del diestro hasta una semanamás tarde, cuando ya Hernán-dez había puesto punto final asu poema”.

En la página 352 cita parcial-mente el famoso soneto que datítulo a El rayo que no cesa, lleno

a su entender de “términos deuna rara crudeza sexual”,y el úl-timo verso aparece como “desus húmedos rayos destructo-res” (glosa luego esos “húmedosrayos”, ejemplo para él de “cru-deza sexual”).Unas páginas des-pués, en la 369, vuelve al mismopoema -el rayo se identifica con“la angustiosa consecuencia deuna impetuosa libido perma-nentemente insatisfecha”- y aho-ra el último verso aparece tal co-mo figura en todas las edicio-nes:“de sus lluviosos rayos des-tructores”.

Considera el biógrafo que lainspiradora de El rayo que no ce-sa, a su entender producto de larepresión sexual, no puede serMaruja Mallo “por la sencilla ra-zón –explica en su pintorescoestilo– de que la dinámica ytemperamental pintora era demuslo lo suficientemente hospi-talario como para no dejar a Mi-guel a la intemperie”.

No disimula Eutimio Martínsus opciones ideológicas. La vi-sión de la España de la épocaque aparece en sus páginas nobusca la objetividad, toma deci-didamente partido como si fue-ra un combatiente más en la Es-paña de la guerra civil:“No hayneutralidad que valga ni siquie-ra en el objetivo de un fotógrafocuyo ángulo de enfoque es vehí-culo de una flagrante subjetivi-dad. Hemos apostado, de entra-da, por su denodado apoyo a lalegalidad republicana frente algolpe de Estado de un ejércitoal servicio de una sociedad cla-sista donde ejercer librementeel oficio de poeta sería conside-

rado un culpable intento de des-clasamiento social”.De ahí su in-sistencia en que Miguel Hernán-dez fue comunista con carné yen negar cualquier evidenciaque pudiera suponer que deca-yó en su fe militante tras la visitaa la Unión Soviética en la épo-ca, empero, de las purgas estali-nistas. Podríamos seguir copian-do estridencias, inconsecuen-cias, salidas de tono. Abundantanto que casi se encuentra unaen cada página. En la 275 se co-pia fragmentariamente una car-ta a José Bergamín y en nota senos indica:“Copiamos íntegra lacarta por diferir sustancialmen-te del texto publicado en laObra completa en la edición de1992”. Eutimio Martín debió co-piarla completa, pero luego losherederos del poeta negaron elpermiso para reproducirla (ésaes,sin duda, la razón de que nin-gún poema de Miguel Hernán-dez aparezca íntegro) y alguienfue cortando acá y allá sin to-marse la molestia de revisar eltexto.

A pesar de ello, por paradóji-co que parezca, éste es un librofundamental para la compren-sión de Miguel Hernández. Estálleno de datos nuevos, de infor-maciones de primera mano. Lasintromisiones del biógrafo, queno parece resignarse a su papele interrumpe a cada poco consus opiniones, no impiden quela trayectoria vital de MiguelHernández -“ruiseñor de las des-dichas,/ eco de la mala suerte”-nos vuelva a impactar con su de-solación de tragedia antigua.

Todos los duros reprochesque en el apéndice al volumenhace Eutimio Martín a la edi-ción de la Obra completa de Mi-guel Hernández llevada a cabopor Agustín SánchezVidal y JoséCarlos Rovira se le podrían apli-car, con no menor razón, a élmismo (“Por lo que se ve,para laeditorial no era cuestión de de-jar pasar el tren propagandísticodel cincuentenario e impuso alos preparadores un plazo a to-das luces insuficiente…”), peroeso no les resta ni grandeza niutilidad a uno y otro laboriososempeños.

El oficio de poeta.MiguelHernándezEUTIMIO MARTÍNAguilar. 704 páginas

H

EutimioMartín haescrito un

libro básicopara la

comprensiónde Miguel

Hernández

Una

biografíaa la española

Catarina Valdés

no de los cuadros másnombrados de Vermeer,

Muchacha con un jarro de agua,nos muestra a una joven abriendola ventana,mientras con su manoizquierda sostiene el aguamanil.Su cuerpo se sitúa entre el mundocotidiano de la mesa, la silla y elmapa,y el mundo de la luz,que lle-ga a través del vano,el límite.Esazona fronteriza hacia la que tien-de su brazo derecho simboliza unámbito desconocido que, comolas sirenas de Ulises,atraen pode-rosamente a la razón para des-pués dejarla ahogarse en lo desco-nocido,en el misterio.

La filosofía de Eugenio Trías gi-ra su eje principal en torno al li-mes, límite o frontera, que es loque puede conocerse o decirse.Más allá de esto se encuentra loque trasciende, lo que rebasanuestra comprensión,el confín,esdecir,el otro mundo.No es la pri-mera vez que un filósofo se inte-rroga sobre el límite.Kant hablabadel peligro de caer en la ilusióntrascendental,y definía dicho terri-

torio como Ignotum. ParaWittgenstein el límite es el silencio,mientras que para Heidegger,es lamuerte, lo imposible,un no lugardonde no hay posibilidad de com-prensión ni de proyección.El pen-sador catalán da un paso más entorno a este concepto,confiriendoal limes un estatuto ontológico.Asíconvierte al ser, en tanto que ser,como límite y frontera.El sujeto esel fronterizo constituido por unadoble dimensión de inmanencia ytrascendencia.“El fronterizo es,enpuridad,la juntura y separación deeso que queda dentro (hogar) yde eso que desborda y trasciende

(lo extraño, inhóspito, inquietan-te)”.Trías establece así dos cercos:uno,el cerco mundano,donde seconstituye el lenguaje y el logos,yotro,hermético y misterioso,en elque se encuentra lo sagrado.Trans-forma,de esta forma,el imperativopindárico“llega a ser lo que eres”en“yo te ordeno que llegues a serlo que eres”,es decir,“yo te ordenoque seas límite”.

EnsayosCreaciones filosóficas reúne en

dos tomos los ensayos más impor-tantes de su obra.El autor ha que-rido seccionarla en lo que ha de-

nominado barrios: la Estética yteoría de las artes; la Ética y condi-ción humana; la Teoría de la histo-ria y filosofía de la religión,y la Fi-losofía del límite.El único premioespañol“Friedrich Nietzsche”refle-xiona sobre el drama y la sonata,interpreta a personajes de la alturade Goethe,Calderón o Mann,y seatreve a ir en contra de pilares fun-damentales del posmodernismo:por un lado,enjuicia y encausa ala razón ilustrada,y por otro,pien-sa la religión.Llega a la conclusiónde que estamos en la edad del es-

píritu,entendiéndose por tal“el ho-rizonte ideal (no utópico) de unaposible síntesis de razón y simbo-lismo”.Además de este interés so-bre la trascendencia,Trías confierea su ser-límite un carácter práctico,es decir,un uso cívico-político queexige una responsabilidad,un cui-dado del territorio fronterizo aquienes lo habitan.

Con un lenguaje poético,y sir-viéndose de abundantes referen-cias musicales y literarias a modode metáforas, el catedrático deHistoria de las Ideas centra su filo-

sofía en el ser, confi-riendo al sujeto un ca-rácter limítrofe en elque invita al diálogo,al pensamiento comola forma posible deconocimiento. Si elcentauro de Sarama-go había vivido tiem-po suficiente comopara saber lo que erauna frontera,un limes,también EugenioTríasnos señala el límite,esmás,nos instala en sumisma esencia.

Creaciones filosóficasEUGENIO TRÍASGalaxia Gutenberg- Círculo de Lectores Bar-celona 2009. Dos tomos. 2.605 páginas

UVivir en el

límiteEugenio Trías recopila el conjunto

de su obra en “Creaciones filosóficas”

FARO DE VIGOSábado, 13 de marzo de 20102

Ficción1. El asedio. Arturo Pérez Reverte (Al-faguara).

2. Los ojos amarillos de los cocodrilos. Catherine Pancol (Esfera).

3. El tiempo entre costuras. MaríaDueñas (Temas de Hoy).

4. Venganza en Sevilla. MatildeAsensi (Planeta).

5. Sangre derramada. Asa Larsson(Seix Barral).

6. Perdona, pero quiero casarme contigo. Federico Moccia (Planeta).

No Ficción1. 59 segundos: piensa un poco...Richard Wiseman (RBA).

2. Superar la adversidad. Luis Ro-jas Marcos (Espasa).

3. El factor humano. John Carlin(Seix Barral).

4. La hora de los sensatos.Leopoldo Abadía (Espasa).

5. El Maquiavelo de León. JorgeGarcía Abad (La Esfera).

6. Los próximos 30 años: qué quieres ser. Á.Glez.-Alorda (Alienta).

En Galego1. 55 mentiras sobre a lingua galega. X.H.Costas (Laiovento).

2. Una historia que non vou contar. Cid Cabido (Xerais).

3. A praia dos afogados. DomingoVillar (Galaxia).

4. A cociña de Larpeiros. BenignoCampos (Galaxia).

5. Ollos de auga. Domingo Villar(Galaxia).

Matar enBarcelonaVARIOS AUTORES

Alpha Decay, 300 páginas

Manolo D. Abad

Libro de relatos que reúne auna docena de autores de muyvariada procedencia que plas-man –también con variopintasvisiones– las historias de asesi-natos reales acaecidos en la Ciu-dad Condal. La heterodoxia tan-to en los autores elegidos comoen su propia forma de abordarel noir supone uno de los acier-tos que invita a sumergirse enlas narraciones de un elenco

que reúne desde especialistastan destacables y renombradoscomo Raúl Argemí, a autores decontrastada trayectoria (JavierCalvo, Manuel Vilas, Francesc Se-

rés), escritores con trayectoriarockera ( Sabino Méndez, el lí-der del grupo indie Sr. ChinarroAntonio Luque) o narradorescon mucha proyección (Sebas-tià Jovani, la reciente premio Jo-seph Pla Lluçía Ramis, GabrielaWiener, Elena Medel), ademásde noveles como el menciona-do Luque o Darío Hernando yMara Faye Lethem.

Las posibilidades y el atracti-vo que posee la serie negra ex-plotan en este volumen de unasnarraciones que saben transpor-tarnos tanto a los recodos másinsólitos de la mente criminalcomo al aterrador espanto quepueden llegar a producir.

Y, a pesar de la diversidad deenfoques o precisamente poreso mismo, este conjunto de na-rraciones resulta tan atractivo.Quizás, incluso, por dotar a Bar-celona de un argumento máspara ser uno de los escenariosnoir por excelencia.

Tal vez soñarJOSÉ RAMÓN AYLLÓN

Editorial Ariel. 136 páginas

De la mano de las grandesobras de la literatura, el autorreflexiona sobre los principa-les temas de la filosofía: elsentido de la vida, el amor, eldolor, la libertad... Así, en “LaOdisea” se plantea el recu-rrente tema de ver la vida co-mo un viaje, mientras quedon Quijote y Sancho apare-cen como figuras que se com-plementan y necesitan mu-tuamente.“Hamlet” nos habladel buen o mal uso de la li-bertad, sin la que no se en-tiende la historia, y en los tex-tos de Dostoievski “Crimen yCastigo” y “Los hermanos Ka-ramazov” se abordan cuestio-nes como el sentido del dolory la existencia de Dios.Tam-bién se comentan obras co-mo “El Principito”, el “Diario”de Ana Frank o “Rebelión enla graja”.

La importanciade no hacer nadaOSCAR WILDE. Rey Lear. 80páginas

En 1890, cuando ya gozade una brillante trayectoriacomo escritor, Oscar Wildepublica la primera parte desu ensayo El crítico como ar-tista,que titula La importanciade no hacer nada.Con un len-guaje desenfadado y mordaz,propone que la labor del críti-co es más meritoria que ladel artista, y aprovecha paraescandalizar a la sociedad desu época con provocacionesy epigramas. Establece que ladiferencia entre periodismo yliteratura radica en que“el pe-riodismo es ilegible y la litera-tura no se lee”y defiende quelos libros de memorias por-que están escritos por perso-nas que “han perdido porcompleto la memoria o nun-ca han hecho nada digno deser recordado”.

FARO DE VIGOSábado, 13 de marzo de 2010 3

Los más vendidos

Vivir y moriren BCN

Con la colaboración de:Casa del libro (Vigo)

Sangre vagabundaJAMES ELLROY

Ediciones B

773 Páginas

Luis M. Alonso

e leído de manera muyinterrumpida Sangre va-

gabunda, la última novela de laTrilogía Americana de James Ell-roy. No sirve de nada arrepentir-se de ello: volver a la prosa anfe-tamínica y telegráfica de este au-tor, después de haber abandona-do el hilo de la narración porunas horas, es como bajar losbrazos frente a un boxeador quequiere acabar rápido. El lectortiene todas las papeletas de la ri-fa del KO.Si,por el contrario,unose entrega sin descanso a la lec-tura,exhausto pierde el combatea los puntos. Ustedes verán, sonmás de 700 páginas y el boxea-dor siempre gana.

Ellroy empezó a escribir su tri-logía sobre América hace casiveinte años, durante la adminis-tración de George Bush padre.La parte final emerge en el nue-vo amanecer de Obama. Hacedos décadas, el autor california-no era la estrella rutilante de lanarrativa criminal en EstadosUnidos. Su cuarteto sobre LosAngeles –El gran desierto,La Da-lia Negra, LA Confidential y Jazzblanco– lo había convertido en

un magnífico escritor, capaz detransformar el sueño americanoen una inquietante pesadillasangrienta. Pero Ellroy no estabasatisfecho: quería disparar enotra dirección. Influido por DonDeLillo,se preguntó por qué limi-tarse a ser un novelista de la de-lincuencia pudiendo ser simple-mente un gran novelista. Améri-ca (American Tabloid),la primeraentrega de la trilogía que nosocupa, muestra claramente la in-fluencia de DeLillo.Como ocurre

en Libra, la encrucijada es Da-llas, 22 de noviembre de 1963. Elasesinato de John F. Kennedy esquizá el hecho político más poli-sémico de la historia del siglo XXnorteamericano.Aún no se ha di-bujado el diagrama que com-prende todas las causas y reper-cusiones de este hecho y no esfácil que pueda lograrse algúndía. La segunda novela, Seis delos grandes,comienza donde ter-mina la primera, y nos conducea través del transitado corredorde 1968: los asesinatos de MartinLuther King y Robert Kennedy.En esencia, se trata de contaruna historia familiar desde elpunto de vista de los malos: loschicos rectos del FBI y de la CIA,que conspiran para acabar conlos activistas de la izquierda ydevolver Cuba a la mafia. Un su-jeto peligroso llamado Nixonaguarda agazapado, mientras laesperanza de Camelot declina.

Ahora, estamos en los añosque van de 1968 a 1972. Uno delos personajes principales deSangre vagabunda es el agentedel FBI y matón de Hoover,Dwight Holly. Otro, el ex policíaTedrow Wayne, que trabaja paraHoward Hughes y la mafia y ha-bía sido presentado anterior-mente como el verdadero asesi-no de Luther King (no hay asesi-nos solitarios en el mundo deEllroy).También está Don Crut-chfield,“el Mirón”, cuya pasión

por el voyeurismo enriquece elperfil clásico del detective priva-do. Pero hay más: Karen, la peli-rroja; Joan,la diosa de la extremaizquierda; los panteras negras;Owen, el negrata infiltrado;“Dick”Nixon; el mercenario fran-chute Mesplède y muchos otros.En el camino se cruzan las cons-piraciones, los asesinatos, robosa mano armada, extorsión, chan-taje,prostitución, las películas desexo,el odio racial, las drogas: enlas calles, los hoteles, los clubes

nocturnos, los dormitorios y sa-raos de Los Ángeles, LasVegas,laRepública Dominicana y Haití.Pero esta vez,al contrario que enlas anteriores, no hay magnici-dios ni grandes crímenes históri-cos: los objetos centrales de latrama son un alijo de esmeraldasrobadas y la persecución políti-ca y erótica de una revoluciona-ria, posiblemente la sensaciónmás conmovedora de la novela.

La pulpa de la ficción mejoraen Sangre vagabunda con res-pecto a las anteriores entregas.Lo que hay de historia real pordebajo de ella no es que importedemasiado.A Ellroy se lee por laimplacable fuerza de su voz ron-ca y la energía que transmite, noporque creamos que en cada ar-ma asesina de la segunda mitaddel siglo XX en Estados Unidoshabía huellas dactilares de Hoo-ver. Sus chismes son procaces,duros, divertidos. No tienen porqué ser ciertos, pero resultan de-moledores. Letales. Durante lalectura, uno cae frecuentementesobre la lona,pero siempre se le-vanta dispuesto a recibir más. In-cluso cuando mortificadamentelee “Los negros de verdad vibra-ban a vudú” (sic) en uno de lospuntos seguidos telegráficos yelectrizantes de esta novela so-bre la corrupción y el castigo enlos años que revolucionaron laAmérica de la segunda mitaddel siglo pasado.

A Ellroy se le leepor la implacable fuerzade su voz ronca y la energíaque transmite

El boxeador quiere acabar rápido

H

El escritor James Ellroy

u destacaría en Brillat-Savarin, como dotes des-tacabeis,o humor,a acui-

dade visual,o rigor científico e aperspicacia na observación so-cial.

Por exemplo,ao tratar da obe-sidade nas meditacións XXI e XXda Physiologie, Brillat-Savarinconta a estoria dun tal Edward,que vivía nun baixo do Broad-way,NovaYork.Era un gordo mo-numental que pasaba a vidanun sofá inmenso a beber ale ea ver pasar o mundo por tras dacristaleira, coma nun escapara-te. O noso autor, políglota, repro-duce con precisión os insultosen slang que o individuo lle di-rixía aos paseantes que o mira-ban con impertinencia.A evoca-ción é brillante e move a conmi-seración.

Eu non sei se Brillat-Savarinsoubía ou non que o adxectivolatino obesus, -a, -um deriva doverbo edo “comer” e que dispóndun peculiar dobre sentido. Sig-nifica “magro, descarnado” e ta-mén o seu contrario“gordo, gro-so”.En todo caso,el é detractor áobesidade e anima os seus lec-tores a combatela con exercicio,a pe e a cabalo, e coa prácticada moderación. Para Brillat-Sa-varin, experto en “fisionomía” ,existe unha predisposición indi-vidual á obesidade que se re-flecte nos elementos físicos doexterior do suxeito.“De cen per-soas que morren do peito, no-venta teñen o cabelo castaño, acara longa e a nariz en punta.Decen obesos, noventa teñen a ca-ra curta, os ollos redondos e anariz oubtuso ou chato”.Asi fala-ba Brillat-Savarin, adiantándoseá descripción dos fenotipos lep-tosomático e pícnico deKretschmer en cen anos. E Bri-llat-Savarin prescríbenos un réxi-me de enmagrecemento queatraduzo para vostedes:

“Beba,cada verán,trinta bote-llas de auga de Seltz, un moigrande vaso de mañá, dous an-tes do xantar e o mesmo ao sedeitar. Consuma ordinariamenteviños brancos, lixeiros e acidula-dos, coma os de Anjou. Fuxa dacervexa coma da peste; pida amiudo ravos,alcachofra con pre-be (pementa, sal, aceite e vina-gre), apio, cardos. Das carnes,prefira a vitela e as aves; do pan,non coma máis que a codia. Encaso de dúbida, deixese guiarpor un doutor que adopte osmeus principios; e sexa cal for ointre no que vostede comece aseguilos, encontrarase axiñafresco, belo, áxil, ben parecido epreparado para todo”.

A dieta de Brillat-Savarin se-mella suave e agradábel,pro,pa-ra moitos galegos, os vexetaisprescriptos poderían resultar un

castigo. Eu mesmo incluireimesempre entre os inimigos decla-rados da alcachofa. E non fale-mos de cardos.A respecto do vi-ño branco e ácido, os máis dosnosos connacionais serían dito-sos de seguir o sabio consellodo gastrónomo. O que me faiacordante de que Lord Byron,varón con tendencia a engordar,combatía o sobrepeso a base deenxerir varias botellas de viñobranco nas comidas e de practi-car longas sesión de natación la-quista.

Para acompañar a súa dieta,Brillat-Savarin recomendaba a“ceingtura antiobesique” ou se-xa una faixa moderadamenteapertada no abdomen do suxei-to empeñado en perder peso. E,sobre todo, a dieta, para resultareficaz, debería ir acompañadada inxestión de quinina. Di asíBrillat-Savarín:

“…Despois do primeiro mesdun réxime apropiado, aquel ouaquela que desexe desengrasar

fará ben en tomar duranteun mes e cada dous días, ás se-te da mañá, duas horas antesdo almorzo, un vaso de viñobranco seco no cal se disolveuunha culleriña de boa quininavermella,o que proporcionareámoi bos resultados”.

Brillat-Savarin detesta,de for-ma especial, a tendencia, moifrecuente nos varóns, a criarbarriga. Con bon humor chá-malle gastróforos aos barrigu-dos e gastroforía a esta varieda-de de obesidade. El mesmo seconsidera incluido entre a cate-goría dos gastróforos e ponse asi mesmo como exemplo de va-lente combate contra tal ten-dencia.“Eu sempre considereio meu ventre (escribe) comaun inimigo temíbel; pero logreivencelo e fixalo nun punto ma-xestuoso. Pro para o vencer foipreciso combatelo: trátase dun-ha loita de trinta anos á que lledebo o que haxa de bon nesteensaio sobre a obesidade”.

O meirade dos escritores franceses pequenos é, para mín,Jean-Anthelme Brillat-Savarín, fundador da literatura gastronómicacontemporánea. No seu libro “Physiologie du goût”, curiosamentenon se fala de cociña e os seus coñecementos en materiade viños parecen moi pobres

NO FONDO DOS

ESPELLOSX.L. MÉNDEZ FERRÍN

E

Brillat-Savarine a obesidade

FARO DE VIGOSábado, 13 de marzo de 20104

AngelitaVarela (2)

Fálanos Adolfo Rego deAngelita Varela, que en reali-dade se chamaba Angela San-tamarina Alduncín,unha mul-timillonaria que viviu no seupalacete ourensán da rúa deAlba até 1956. Era una donamoi famosa que faría un di-vertido papel dentro de LaSaga/Fuga de J.B. se Torrentechegase a ter noticias sobre asúa vida. Era filla dun emi-grante enriquecido na Pata-gonia que,neste caso si, inspi-rou o protagonista dun ro-mance de Xavier Alcalá.

Dunha forma ou doutra, een todo caso por extrañas ví-as, á cabeza de Angelita Vare-la foron parar dous títulos no-biliarios: o de“Marquesa de laAtalaya Bermeja”e o de“Con-desa delValle de Oselle”.O úl-timo deles fora antes reivindi-cado pola súa tía DoloresSantamarinaValcárcel,que ta-mén vivía en Ourense. EstaDolores, segundo me contaAdolfo Rego Pérez, estiveracasada cun tal Varela. É posi-ble que o “Varela” lle viñese aAngelita por ese su tío políti-co.

O caso é que tal burguesaennobrecida contraeu matri-monio cun auténtico fidalgogalego: Isidoro Temes (ouThemes) e Sáenz. O maridoaportou no casamento, entreoutros bens, as terras e pazode Vilaseco, non lonxe de Ou-rense e polas partes de Tama-llancos.Visitei o pazo de nenocoa miña familia e alí,nun be-lo salón encerado e en pe-numbra, vin por primeira vezna miña vida un piano decauda.Unha filla dos caseirosde Vilaseca, maior ca min,amosoume no xardín as flo-res da durmideira.“Se pos unadebaixo do cabezal (expli-coume),dormes deseguida”.

Angela Santamarina e Isi-doro Temes fundaron a insti-tución benéfica do“Santo An-gel de la Guardia”.A súa sedeestá no barrio do Couto, anti-ga estrada de Ervedelo, nonlonxe da vella fundición deMalingre cuxa sirea de entra-da e saida dos obreiros mar-cáballe moi ben o tempo aosribeiraos da Barbaña da miñanenez. Na capela do “SantoAngel” están os enterramen-tos pétreos de Angelita e Isi-doro coas correspondentes(e pomposas) esculturas fu-nerarias da autoría de Asorey.

A principios do século co-mezou a brillar en Ourense ocrego, escritor e bibliófilo An-tonio Rey Soto (1879-1966).Angelita tomou o mozo ton-surado baixo a súa protec-ción e a cidade diu en mar-muriar que eran amantes.Dis-to e doutras cousas noveles-cas trataremos na próximaentrega.

(continuará…)Todos aqueles que quixeren

colaborar coa súa opinión en NOFONDO DOS ESPELLOS podenescribir por correo ordinario a:

X. L. Méndez Ferrín

FARO DE VIGO

Rúa Uruguay, 10-A

Aptdo. Correos, 91. VIGO

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