NEPTUNO - Opus Habana

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Luego de deambular por diferentes sitios de dad, la fuente del dios de los mares retornó por fin a su lugar de origen: la orilla del litoral, donde fuera erigida en 1838 con el ánimo de despedir y recibir a los marinos. Hasta ese momento, sin tridente y con sus surtido res fuera de uso, el Neptuno de La Habana se erigía en el parque Gonzalo de Quesada (Calzada, entre C y D), en el capitalino barrio del Vedado, último de los siete lu- gares por los cuales transitó. Su traslado desde aquí ha- cia el Centro Histórico fue aprobado por la Comisión Na- cional de Monumentos. Presentaba unffviinzado grado dfflaterioro cuan- do la Dirección de Arquitectura PatrimoniaLÍOnciíia del Historiador) concibió el proyecto para su rescate giftyjgg cutado por la Empresa de Restauración de Monumentos en verano de éste afl^L lggró dey()lverte4srlp;ífiencia de' recién esculpida. La estatuilla, el pedestal, las conchas y sus bases fueron recuperadas de aquella explanada, mientras que las partes que conforman el estanque se encontraron en el parque Víctor Hugo (calle 19, entre H e I), también en el Vedado, todas en pésimo estado de conservación por la falta de mantenimiento? NEPTUNO por ADRIANA HERNÁNDEZ

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Luego de deambular por diferentes sitios de

dad, la fuente del dios de los mares retornó por fin a su

lugar de origen: la orilla del litoral, donde fuera erigida

en 1838 con el ánimo de despedir y recibir a los marinos.

Hasta ese momento, sin tridente y con sus surtido

res fuera de uso, el Neptuno de La Habana se erigía en

el parque Gonzalo de Quesada (Calzada, entre C y D),

en el capitalino barrio del Vedado, último de los siete lu­

gares por los cuales transitó. Su traslado desde aquí ha­

cia el Centro Histórico fue aprobado por la Comisión Na­

cional de Monumentos.

Presentaba unffviinzado grado dfflaterioro cuan­

do la Dirección de Arquitectura PatrimoniaLÍOnciíia del

Historiador) concibió el proyecto para su rescate giftyjgg

cutado por la Empresa de Restauración de Monumentos

en verano de éste afl^L lggró dey()lverte4srlp;ífiencia de'

recién esculpida.

La estatuilla, el pedestal, las conchas y sus bases

fueron recuperadas de aquella explanada, mientras que

las partes que conforman el estanque se encontraron en

el parque Víctor Hugo (calle 19, entre H e I), también en

el Vedado, todas en pésimo estado de conservación por

la falta de mantenimiento?

NEPTUNOpor A D R IA N A HER NÁND EZ

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Talladas en blanquísimo mármol de

Carrara, las piezas exigieron para su trasla­

do un minucioso levantamiento arquitectó­

nico, así como un cuidadoso desmontaje.

Algunas de ellas —especialmente las

que conforman el pedestal y la base de las

conchas— son chapas de gran peso unas, y

otras macizas. En total, la fuente tiene un

peso aproximado de seis toneladas.

LARGO RECORRIDO

Fue el capitán general Miguel de Ta­

cón quien durante su gobierno (1834-1838)

encargó dicha obra a Génova, Italia, para

dedicarla al Comercio de La Habana. Sin

embargo, no pudo verla culminada, pues

sólo vino a inaugurarse en 1839 durante el

mandato de su sucesor, Joaquín de

Ezpeleta.

La fuente-estatua formaba parte de

un proyecto más abarcador que, adentrado

en el agua, incluía un muelle de piedra

llamado «del Comercio»— y un espigón,

cuya profundidad variaba desde cuatro has­

ta ocho pies, según describe Eugenio

Sánchez de Fuentes y Peláez en su libro

Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica

(La Habana, 1916).

La fontana se encontraba frente al

Castillo de la Fuerza, al borde del litoral y

circundada por un barandaje de hierro

anexo al muelle. Además de una función

estética, cumplía un servicio social: el de­

rrame de agua que salía por sus tres caños

servía para abastecer del preciado líquido a

embarcaciones menores de la Capitanía y la

Real Hacienda. Con tal propósito, próximo

a dichos caños, se colocaron argollones de

bronce para el amarre de las naves.

Servía, además, como lugar de espar­

cimiento, ya que alrededor de la fuente ha­

bía seis canapés o asientos de mármol sin

respaldar, idóneos para que los pa­

seantes se sentaran a disfrutar la

brisa marina en las tardes calurosas

de verano.

Cuentan que al dejar inaugu­

rado este monumento, el regidor del

Ayuntamiento encargado de pronun­

ciar el discurso oficial señaló a la esta­

tua y, dirigiéndose al público, exclamó en

un arranque de oratoria: «¡Mirad, señores,

mirad ilustres conciudadanos, qué hermoso

Adán, con su tenedor en la mano, corona la

obra!»

Discretamente advertido de que no

era Adán, sino el dios de las aguas, quiso

enmendar el error y agregó en tono sen­

tencioso: «¡Bien decía yo que este

Neptuno cara de profeta tiene!»

En 1871 las autoridades decidie­

ron el traslado de la fontana debido al

grave deterioro que presentaba por

causa de varias averías, la peor de

todas provocada el 30 de mayo de

1845 por el bergantín norteameri­

cano «J.B. Hautington», que le

destruyó algunos poyos y parte

del barandaje que la circundaba.

Sánchez de Fuentes

afirma que, entonces,

deambuló por diferentes si­

tios: Alameda de Isabel II,

Alameda del Prado... hasta

que en virtud de un nuevo

arreglo vino a parar al Par­

que de la Punta, donde la

sorprendió en 1899 la in­

tervención norteamericana.

En octubre de 1912

la Secretaría de Obras Pú­

blicas acordó desarmarla y

guardarla en el Depósito

Municipal, de donde la sacó

■ —polvorienta y olvidada— el primer di-

I rector del Museo Nacional, quien tomó

el pedestal y la estatua para adornar la

instalación del Maine que, situada en la

planta baja de esa institución, formaba

parte de una gran galería histórica.

Al cabo de dos años, el Neptuno

fue trasladado por el entonces Secretario

de Obras Públicas, coronel José Ramón

I Villalón, hacia el parque Gonzalo de

r Quesada, también conocido popularmen­

te como parque «de Villalón».

RETORNO AL LITORAL

No pudo reubicarse la fuente en su si­

tio original: la Baliza de la Pila o Pileta de

Neptuno. Utilizada en la actualidad por los

prácticos del puerto para arribar al canal de

entrada de la bahía, esta estructura se en­

cuentra en pésimo estado de conservación y

no soportaría el peso del monumento que le

dio nombre.

Se escogió, entonces, el primer salien­

te del malecón, unos cientos de metros más

hacia el oeste, donde hay un grupo de pilo­

tes de hormigón armado en óptimas condi­

ciones, con vigas invertidas que sirven de

transición entre la losa y los pilotes.

El proyecto previo la escasez de agua

en la zona, instalando una caja que abaste-

jk ce de la misma a la fuente, mediante un

* sistema de recirculación con una bomba

sumergida dentro del propio recipiente.

Además de las instalaciones eléctricas

e hidráulicas, se erigió una obra de fábrica ca­

paz de darle la estabilidad necesaria al monu­

mento frente a las fuerzas del viento típicas

en la zona.

Luego se procedió al enchape con las

piezas originales, colocando finalmente la es­

cultura del dios de los mares unida a una base

hueca por donde salen los chorros de agua.

Un detalle importante a la hora de va­

lorar el rescate de esta obra fue la solución

que se le dio a la ausencia del tridente del

Neptuno.

La reposición del mismo se hizo si­

guiendo las proporciones originales de la

estatua, y requirió extrema habilidad por

parte de los especialistas del taller de már­

mol perteneciente a la Empresa de Restau­

ración de Monumentos, quienes lo realiza­

ron en dos partes para facilitar su

colocación y lo fijaron en el lugar con resi­

nas epóxicas.

De esta manera, la fuente de

Neptuno quedó a imagen y semejanza de

aquella que, hace más de siglo y medio,

otorgó —como ahora— un toque diferente

a este lado del litoral, para beneplácito de

quienes transitan de día y de noche por sus

alrededores.

La ingeniera civil ADRIANA HERNÁNDEZ, de la Dirección de Arquitectura Patrimonial (Oficina del Historiador), formó parte del equipo restaurador de la fuente de Neptuno, junto a Eduardo Ruiz y Carlos M. Varona Fragüela, ingenieros hidráulico y eléctrico, respectivamen­te, el diseñador Ernesto Marimón y el dibujante Ricardo Díaz.