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    TLA-TEOTIHUACN 195

    poco recuerda a la C o m e d i a d e las E q u i v o c a c i o n e s de Lopede Vega.

    No obstante la existencia de un a T u l a en el Estado deHidalgo, la imp ort anc ia de lo descubierto en las excavaciones realizadas en la zona arqueolgica de Teotihuacn pareca indicar a los arquelogos e historiadores que esa era,

    indudablemente, la ciudad famosa de que hablaban lasfuentes. Se arga, adems, en apoyo de esta tesis, que Tulao T a l l a n como la designan indisti ntamente los textos, quie redecir gran ciudad o metrpoli.

    Agrguese a lo anteri or el gr an peso documental de losnumerosos testimonios aztecas que hablaban de lo toltecacomo la suma y compendio de todo arte y conocimiento yse ver lo tremendamente difcil que era para los investigadores de la poca el evitar formular la tesis que identificaba a Teotihuacn con la capital y ciudad principal de lostoltecas.

    As pues, durante largo tiempo, la li te ra tu ra prehispnicaidentific a Teotihuacn con los toltecas y viceversa. Lo sconstructores de Teotihuacn, se deca, fueron los toltecas;y a no dud arlo el arte y los conocimientos que las fuentesdestacan como una caracterstica esencial del pueblo toltecaestn plenamente manifiestos en la gran urbe teotihuacana.Pensbase, en suma, que en toda Mesoamrica ningn otrocentro o ciudad excepto Teotihuacn, poda parangonarseco n la tradicin fabulosa que auroleaba a los toltecas.

    Tales afirmaciones eran moneda corriente a pesar de queGarca Cubas haba realizado ya una exploracin preliminaren la T ul a de Hidalgo, y a pesar de las excavaciones deCharnay,* en el mismo lugar, en el ltimo tercio del siglopasado. Estos primeros reconocimientos en una zona arqueolgica a todas luces pobre no podan relacionarse en ningunaforma con la fama y el prestigio tolteca. L a T u l a de H i d a l -go se hundi as en el olvido, sin que a nadie se le ocurrierapensar que sus restos, apenas prefigurados, pudieran teneralguna relacin con la legendaria T o l l a n de los toltecas.

    En tal cert idum bre, la "confusin terminolgica lleg ata l grado que en los libros de texto con que se ensea His-

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    toria en las escuelas, y hasta en algunos libros de ilustresarquelogos, aparece el nombre de C u l t u r a T o l t e c a o T e o -t i h u a c a n a . N o en vano se lla mab a t o l t e c a a todo aquello quese les antojaba''.^

    As transcurran las cosas cuando, de pronto, el puntode vista que identificaba a la T u l a de que hablan las fuen

    tes y los cronistas con Teot ihu acn, empez a tambalearse afinales de 1940, para cambiar radicalmente despus de estafecha. E n 1940 Jorge R. Acosta pub lic el resultado de susexploraciones en Tula , Hidalgo* E n este trabajo Acostahaca resaltar el hecho de que todos los restos arqueolgicosencontrados en Tula , correspondan a una cultura completamente distinta a la teotihuacana; afirmando, adems, quetales restos pertenecan a la v e r d a d e r a c u l t u r a t o l t e c a . Porlo tanto, conclua Acosta en su trabajo, "todo lo que se haconocido hasta ahora como tolteca constituye el error fundamental de considerar como tolteca al complejo cultural

    teotihuacano".*Ante esta nueva situacin, que modificaba sustancialmen-

    te el estado de cosas anterior a las excavaciones de Acosta,se convoc en 1941 a una reunin entre los especialistas conel objeto de esclarecer plenamente el probl ema en relacina Tula , T eoti huac n y los toltecas. E l mate rial de esas deliberaciones se public el mismo ao de 1941 en el tomoquinto de la R e v i s t a M e x i c a n a d e E s t u d i o s Antropolgicos.

    Tanto en las conversaciones como en los artculos publicados en la citada revista predomin el grupo, mayoritario, queencabezaban Wigberto Jimnez Moreno y Alfonso Caso y quemantena la opinin de que la T ul a mencionada en lasfuentes, es decir la T ul a o Tol lan histrica, era la T ul a deHidalgo y no Teotihuacn, como pretenda el grupo minoritario y la tradicin general a partir de las excavaciones deGamio. Asi mis mo, Jimnez Mo reno, Caso y otros, aducien donumerosas pruebas, hacan notar que la cultura que se asent en la T ul a de Hidalgo corresponda, cronolgicamente, aun estadio histrico posterior al florecimiento y cada deTeoti huac n. Investigaciones sucesivas en este sentido situaro n el perodo comprendid o por la ahora llam ada "cu ltu ra

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    Teotihucana" entre los aos 300 a. C. y 600 700 d. C ; yaquel en que se desarroll la tambin a partir de este momento llamada "cultura tolteca", entre 968 y 1168 d . C , aproximadamente. Esta datacin se vio luego apuntalada pornuevas investigaciones de Acosta en Tula , cuyos resultadospublic en 1942,8 y por un acucioso trabajo de Armillas, en

    el que llega a la siguiente conclusin:

    Com o se desprende de la es trat igrafa de Teotihuacn y Tula ,

    la destruccin de aquella fu e anterior a la fundacin de sta, que

    Wigberto J i m n e z Moreno como resultado de un cuidadoso a n

    lisis de los datos contenidos en la historia tradicional sita en el

    siglo x. Los comienzos de Teo tih uac n , la construcci n de las

    grandes p i r m i d e s , parece deben fecharse en los siglos 11 n i des

    pus de Cristo.

    As, de pronto, en unos cuantos aos, cambi totalmenteel probl ema referente a la trada Teotihuacana-Tu la-los T o l -tecas. A partir de este momento las sucesivas investigacionesfueron reforzando la verosimilitud de la tesis que sustentaron Jimnez Moreno, Acosta, Caso y muchos ms. Tula

    y los toltecas quedaran entonces considerados como una n u e va c u l t u r a , posterior a la poca u horizonte clsico, que notena nada que ver con los habitantes y constructores de lafabulosa Te otihuacn. A su vez, el origen de los pobladores,la lengua y el grup o tnico a que pertenecieron los habi tantes de Teotihuacn se volvi a hundir en el ms oscuro delos misterios.

    II . Tula-Teotihuacn y e l o r i g e n d e l a T o l t e c d y o t l

    Si n embargo, n i la reunin de antroplogos de 1941 nilas posteriores investigaciones que tan radicalmente modificaron el panorama cronolgico-cultural concerniente a Teotihuacn y Tu la , pudieron despejar todas las incgnitas ycontradicciones que envuelven a esos dos centros.

    E n el ao de 1954 aparecieron varios trabajos de Lauret teSjourn decidida y entusiasta partidaria de la tesis queidentifica a Teotihuacn con la T o l l a n de los text os en

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    donde la autora manifiesta su inconformidad con la tesisopuesta, que afirma que la T ul a de Hidalgo es el verdaderocentro poltico-religioso de los Toltecas. Lo s trabajos de laseora Sejourn contienen, en nuestro parecer, proposicionessumamente interesantes que no es posible pasar por alto.Cuando menos dos de esas proposiciones continan vigentes,

    como lo veremos aqu, an a pesar de que la tesis fundamental de la autor a parece totalmente insostenible. Tal esproposiciones se refieren: una a la Toltecyotl y la otra almito de Quetzalcatl. Ellas explican, en nuestra opinin,el hecho de que un a investigadora del rango de Sjourncontine aferrada a una postura que las investigaciones dacon da se empean en demostrar errnea. Estudiamos aquprimero el problema que encubre el origen de la Toltecyotly despus el relativo a Quetzalcatl.

    Desde hace ya muchsimos aos viene debatindose entrehistoriadores, arquelogos y estudiosos de lo prehispnico,

    sobre el problema que entraa el origen de la Toltecyotl,que a su vez guarda estrecha conexin con el de Totihuacny Tula . Veamos pues qu se entiende por Toltecyotl.

    L a palabra to l tecy ot l es t formada por el vocablo n h u a t l

    T o l t e c a t l qu e significa artesano o artista. . . y la terminacin y o t l ,

    qu e forma el abstracto. Por lo tanto, to l tecy ot l significa t o l t e -

    q u i d a d , o conjunto de artes y artistas, as como . . . [ t a m b i n s e

    refiere] a sus ideales [de los toltecas]."

    Recordemos ahora que Sjourn, en su trabajo T u l a , la

    s u p u e s t a c a p i t a l d e l o s T o l t e c a s , para negarle a la T ul a deHidalgo el rango de asiento principal de los Toltecas, hacedescansar gran parte de su argumentacin en el hecho deque, asevera, de ningn modo los restos de esa ciudad pueden equipararse a las descripciones que sobre esa gran urbenos ofrecen las fuentes. Exist e un verdadero abismo entrelo que expresan los testimonios sobre la belleza y riquez ade la ciudad y lo que se ha encontrado en Tula , Hidalgo.Este contraste entre la prestigiosa tradicin tolteca y la po

    breza de las manifestaciones artstico-culturales que revelaT u l a , es lo que conduce a Sjourn a negar que la T ul a de

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    Hidalgo sea en efecto la T o l l a n de que hablan las fuentes.Para fundamentar su aserto se vale casi exclusivamente deuna fuente, de Sahagn, quien dice:

    Estos t o l t e c a s todos se nombraron c h i c h i r n e c a s , y no t en an

    otro nombre particular, sino el que tomaron de la curiosidad

    y primor de las obras que h a c a n , que se llamaron t o l t e c a s quees tanto como si d i jsem os oficiales pu lid os y curiosos, com o

    ahora los de Flandes.u

    De modo que, piensa Sjourn, debemos "con ven irque,an con la mejor voluntad delmundo, es absolutamente imposible adjudicar estos ttulos a las obras de los habitantesde Tu la , Hidalgo, y un o se pregunta por cul sortilegiosu cermica s i n dudala ms fea y la menos imaginativadetodas, y su escultura rudimentaria... pudieron haber pasado por obras maestras en un mundo que,antes y despus

    de esta ciudad, alcanz cimas prodigiosas en la concepcin yrealizacinde susobras". 1 2 E n seguida trae a colacin Sjourn los prrafos de Sahagn que se refieren a la antigedadde Tula:

    Prime ramen te los Toltecas, que en romance se puede n llama r

    oficiales primos, seg n se dice, fueron los primeros pobladores

    de esta tierra, y los prim eros que vin ier on a estas partes, que

    l lam an tierras de Mxico . 13

    E n otro trab ajo, " la referida autora cita nuevamente aSahagn, con objeto de dejar establecida la antigedad deT u l a y los Toltecas:

    E n l o que toca a l a a n t i g e d a d de esta gente, t inese por

    averiguado qu e ha m s de dos m il aos que habitan en esta

    tierra que ahora se llama la Nueva E s p a a : Por que po r sus p i n

    turas antiguas hay noticia que aquella famosa ciudad que se

    l l a m T u l a , ha ya mil a os o muy cerca de ellos que fue des

    t r u i d a . . . y en lo que d u r en su prosperidad antes que fuese

    destruida, es consono a ver dad que pasaron m s de m i l aos,

    de lo cual resulta que por lo menos quinientos aos antes de la

    e n c a r n a c i n de nuestro Redento r, esta t ierra era poblada.15

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    EJEMPLAR PROPIEDAD DEL AREDACCION

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    De todo lo dicho salta a la vista que existe una enormecontradiccin entre lo afirmado porSahagn y lo que la ar-queologa ha descubierto en Tula , Hidalgo; por lo tanto,encierto modo, el problema Tula-Teotihuacn contina vigente, sin que aparezca la solucin que reconcilie y expliqueestas discrepancias y contradicciones. Recientemente apare

    ci un interesante trabajo de Demetrio Sodi,1 6

    en donde seaducen otros pareceres en relacin al problema que venimostratando. E l trabajo de Sodi, adems de iluminar algunospuntos oscuros en relacin al origen de la Toltecyotl, contiene sugestiones de importancia para la elucidacin delproblema principal: Tula-Teotihuacn-Toltecyotl-Quetzal-catl. Dice Sodi:

    A l habl ar de Tolt ecy ot l , los nah uas se r ef er an al conjunto

    de las artes y los ideale s de los toltecas, al arte y al artista, y

    po r lo tanto, al buscar el orig en de la Tol tecy ot l no h a c a n otra

    cosa que buscar el origen de todas las artes.17

    Como observamos aqu, la preocupacin por el origendela Toltecyotl tiene races bie n antiguas. E neste sentido diceLen Portilla:

    Los Informantes de S a h a g n , en la d o c u m e n t a c i n que se co

    noce bajo el nombre de Cdice M a t r i t e n s e d e l a A c a d e m i a d e l a

    H i s t o r i a , dan una ver sin del origen h i s tr i co de sus creaciones

    ar t s t i cas . Co mo es obvio, esta ver sin in d gen a nos ofrece, ms

    qu e nada , un testi monio de lo que c r e an y pensaban los indios

    viejos, por lo menos desde fines del siglo xv y principios del xvi,

    acerca del origen de su arte. T a l vez al relacionarlo con "l a edadd o r a d a " de los t o l t e c a s , se hac en solidarios de una especie de

    leyenda o mito cultural... Como en casi todas las grandes cul

    turas h abl an de maravi llos os tiempos pasados, en los cuales todo

    fu e bueno y hermoso; en ellos n a c i la Tolt ecy ot l , pala bra que

    significa el conjunto de las artes y los ideale s de los tolt ecas" .l8

    Sodi, que hace un desarrollo similar a la secuela de loshechos aqu narrados y que aduce igualmente los reparosque sustenta Sjourn respecto a la T u l a de Hidalgo, arribaconsecuentemente a esta conclusin: "sigue entonces en pieel problema de cul es el origen de la Toltecyotl. Hemos

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    TULA-TEOTIHUACN . 201

    anotado antes que algunos autores siguen creyendo que esTeo tihuac n [Sjourn]. Nosotros tambin lo creemos", afirma Sodi, slo que este autor fundamenta su aserto en otrasconsideraciones.

    E n primer lugar, porque como lo hemos destacado suficientemente, el material exhumado en Tula Hidalgo, no con

    cuerda ni remotamente con las excelencias y pasado culturalque los textos le atr ibu yen a los toltecas. De el lo se deduce que el origen de la Toltecyotl no puede localizarse enTula Hidalgo, ni tampoco es posible identificar a sta conla T a l l a n maravi llosa y legendaria de que d an notici a lasfuentes.

    E n segundo lugar, y aqu empiezan las sugestiones propias de Sodi, es seguro que un centro como el que se suponeorigen de la Toltecyotl debe de haber contado con unatradicin religioso-cu ltural realmente prodigiosa. Sodi, partidario de la tesis que seala a Teotihuacn como tal cen

    tro, hace ver que uno de los aspectos caractersticos de lassociedades prehispnicas: la religin, est desarrollado ya plenamente en Teot ihua cn. As, nos ofrece en nueva versinun texto de la L e y e n d a d e l o s S o l e s , en donde se habla dela creacin y aparic in de los dioses en Teoti huac n. Lo sdioses nombrados en el texto son: Quetzalcatl, Nanahutl,Tonacatecuhtli y Tonacihutl, Xiuhtecuhtli, la luna bajoel nombre de Nahui Tecpatl, Tlloc, Nepantecuhtli, Titla-cahuan, Huitzilopochtli, Xo chi que tza l, Papaztac, Tzintzim ny Colelletin.w

    Ap oyad o en esta enumeracin de diferentes deidades queel texto hace aparecer en Teotihuacn y especialmente en lapresencia de Tlloc y Quetzalcatl: "dos deidades principales de la mitologa nhuatl hasta los tiempos aztecas", Sodideduce que es por "lo tanto en Teotihuacn el que primerorepresenta claramente a los dos dioses y en consecuencia elorigen del pensamiento religioso nhuatl alrededor de esasdeidades".

    E n tercer lugar trae Sodi a colacin otros argumentos msexperimentados y seguros de comprobar: la influencia decisiva del arte y las tcnicas teotihuacanas en toda Mesoam-

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    rica, cuestin sta que se ha comprobado totalmente pornumerosos estudios. As pues, dice, de "lo que no creemosque haya duda es de la tremenda influencia arquitectnicade Teotihuacn en la Amrica Media". Por ltimo, sealaSodi a la pintura, que "como prcticamente todos los elementos de nuestra cultura Prehispnica, est llena de simbol ismos. Realmente el mundo de los smbolos enTeotihuacn es de talvariedad y riqueza que resulta sumamentedifcil el hacer un simple catlogo de los mismos y an elidentificarlos e interpretarlos... E n Teo tihu acn aparecenpo r primera vez smbolos tan importantes como los relacionados con la penitencia, con el complejo serpiente emplumada, el hombre-tigre-pjaro-serpiente; smbolos planetar ios,la cruz de cinco puntos, la cruz de Quetzalcatl o cruz dekan, el jeroglfico de o l l i n , el signo de la flor y el canto, lamariposa, signos acuticos, guilas y tigres, corazones, cuchi

    llos para el sacrificio; huellas de pies representando caminos, etc., todo esto acompaado de una inmensa cantidadde smbolos relacionados con los dioses, ya que en Teotihuacn se complica sobremanera el panten indgena y sonpo r primera vez identificados muchos de los dioses que perduran hasta la poca azteca".2 De modo que, concluye Sodi,"volvemos a encontrar el origen de un importante elementode la Toltecyotl en Teotihuacn": la pintura.

    As pues, el cotejo de Sodi, como el de Sjourn, no dejan lugar a dudas: es i m p o s i b l e s o s t e n e r c o n r i g o r q u e l a s

    e x c e l e n c i a s y tradicin c u l t u r a l q u e l o s t e x t o s a s i g n a n a l o s

    t o l t e c a s p u e d a n c o r r e s p o n d e r a l a c u l t u r a q u e floreci e n l aT u l a d e H i d a l g o . Y, sin embargo, Jimnez Moreno ha demostrado con toda certidumbre que la T ul a de que hablanlas fuentes es la de Hidalgo, 2 ! al identificar con precisinalgunos poblados y el cerro de Xicotitln que la rodean yque expresamente mencionan los textos. An te ta l contradiccin, el criterio de los estudiosos se va cargando hacia lacorriente natural que conduce a otorgar el origen de la T o l tecyotl a Teoti huacn. Sjourn y Sodison dosejemplos deello. Y todava ms,Len-Portilla dice al respecto que:

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    Debe subrayarse, aunque sea de paso, que el arte, arquitectura,

    pi nt ur a y escritura de T e o t i h u a c n , influyeron para siempre en

    las creaciones de quienes vinieron despus de ellos. C on justicia

    se considera a este horizonte como c ls ico , ya que parece ser la

    raz m s ho nd a de lo que despus se l l a m la to l t e cy o t l . ^

    Y bien, puede preguntarse el lector cmo es posible que

    se afirme, por un lado, que la T u l a de que tratan las fuentes sea la T ul a de Hidalgo y, porotro, que se diga que esoque los mismos textos sealan como unacaracterstica de loshabitantes de T u l a no corresponda a la T ul a de Hidalgo,sino a Teotihuacn? L a pregunta es perfectamente vlida yel cuestionarse sobre talcontradiccin nos ha de conduciraenfocar el problema bajo un nuevo punto de vistaque lo explique en forma coherente.

    Po r lo pronto anotemos que la explicacin cabal que decuenta de esta contradiccin es la que est faltando. Laurette Sjourn, por ejemplo, reconoce que la T ul a de Hi

    dalgo est plenamente identificadapor Jimnez Moreno comola ciud ad donde habitaron los toltecas, pero no acepta queese centro pueda ser la ciudad principal de los toltecas, lacuna de la Toltecyotl. Afirma entonces que el origen dela Toltecyotl y la urbe principal de los toltecas es Teotihuacn. Tenemos as que la cronologa aceptada para lostoltecas siglos x a x i se remonta a un pasado tan antiguo como es el principio de nuestra era. Segn esta teorafueron tambin los toltecas los creadores de la gran culturaque floreci en Teotihuacn entre los siglos 1 a vn d. C.

    Como vemos, tales hiptesis, en lugar de aclarar el problemaTula-Teotihuacn-los Toltecas, lo complican de unamaneradesmesurada.

    Otro intento de explicacin, apenas abocetado, es el quesugiere el doctor Len-Portilla cuando nos dice que quizlas referencias de los aztecas al pasado glorioso de los toltecas, significan, ms bien, que los aztecas se hacen solidarios"d e una especie de leyenda o mito cultural" que refiere aun a "edad dorad a" de los toltecas. Esta sugerencia parece

    bastante at in ad a, slo que falta determinar cmo es que naceprecisamente esta leyenda entre los mismos toltecas. E n la

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    ltima parte de este trabajo presentaremos nuestra opininal respecto, por ahora basta con sealar que las solucionesapuntadas no logran conciliar las contradicciones ni muchomenos aclarar de una manera definitiva el problema. Pasemos ahora a examinar el problema del mito de Quetzalcatl,ntimamente relacionado con el de Teotihuacn-Tula-la T o l -

    tecyotl.

    III. Teotihuacn, T u l a , l a S e r p i e n t e E m p l u m a d a y

    Quetzalcatl

    Decamos arriba que otra de las proposiciones interesantes que se encuentra en los trabajos de Sjourn es la referente a Quetzalcatl. Y esto sobre todo por la manera comola citada investigadora enfoca el mito y la person alida d deQuetzalcatl: relacionndolos con Teotihuacn y Tula . Diceal respecto Sjourn:

    O t r o punto qu e impide la identificacin de la T u l a d e H i

    dalgo con la ms prestigiosa metrpoli del centro de Mx ic o, es

    la que concierne a Quetzalcatl , dios que revel a los toltecas las

    ciencias y las artes, qu e hizo de ellos el ms civilizado de los pue-

    blos.23

    Y adelante agrega:

    Es verdad qu e existe en la historia de l siglo x u n sacerdote

    de Que tza lca t l qu e parece haber d e s e m p e a d o u n papel impor

    tante en el nacimiento de T u l a , pero resulta difcil en verdad

    confundirlo con el creador de una vasta cultura , como o c u r r i r a

    s i considerramos a esta ciudad como la capital de los toltecas.24

    Ante tamaas aseveraciones resulta im prescin dibl e examinar aqu cul es el mecanismo subyacente en las ideas deSjourn; mecanismo que la conduce despus a externar unaserie de personalsimos planteamientos y teoras que culmina n con su no menos famoso y sing ular universo quetzal-coatliano. Y lo prim ero que se observa en los desarrollos deSjourn es l a identificacin a b s o l u t a d e l a f i g u r a y l e y e n d a

    d e Quetzalcatl c o n l o s t o l t e c a s . Esta identificacin, que esel punt o de apoyo clave de toda su teora, la fundam entaprincipalmente en Sahagn. Dice Sahagn:

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    T U L A - T E O T 1 H UA CN 205

    Que tza lca t l fue estim ado y ten ido por dios y lo ado ra ban de

    tiempo antiguo en T u l l a , y t e n a u n c u mu y alto co n muchas

    gradas... y los vasallos que t e n a eran todos oficiales de artes

    m e c n i c a s y diestros para labrar las piedras verdes, que se llaman

    c h a l c h i h u i t e s , y t a m b i n para fundir plata y hacer otras cosas, y

    estas artes todas hubieron origen del dicho Que t z a l ca t l . ^

    L a casa u oratorio del dicho Que tza lca t l estaba enmedio de

    u n r o grand e que pasa por a l l , por el pueblo de T u l l a . . .

    T e n a n asimismo mucha experiencia y conocimiento los dichos

    t o l t e c a s , que saban y c o n o c a n las calidades y virtudes de las

    hier bas .. . y por la gran experiencia que t e n a n de ellas dejaron

    sealadas y conocidas las que ahora se usan para curar, porque

    t a m b i n eran m d i c o s . . .26

    E r a n ta n hbiles en la A s t r o l o g a Nat ur al los dichos Toltecas

    qu e ellos fueron los primeros que tuvieron cuenta, y la compu

    sieron de los d as q ue t iene el a o , y las noche s, y sus hor as. . .27

    Y estos dichos t o l t e c a s eran buenos hombres y allegados a la

    virtud, porque no d e c a n m e nt i ra s . . .

    Adoraban a un slo seor que tenan por dios, el cual llama

    ba n Que t z a l ca t l , cuyo sacerdote tena el mism o nomb re que tam

    bin le l lamaban Que t z a l ca t l , el cua l era mu y devoto y afici o

    nado a las cosas de su s e o r y dios, y por esto era tenido en

    mucho entre ellos y as lo que les mandaba lo h a c a n y c u m p l a n

    y no e x c e d a n de ello; y les so l a decir muchas veces qu e haba

    u n solo s e o r y dios que se d e c a Que t z a l ca t l , y que no quera

    m s que culebras y mariposas que le ofreciesen y diesen en

    sacrificio; y como los dichos t o l t e c a s en todo le c re an y obede

    c a n no eran menos aficionados a las cosas divinas que a su sacer

    dote, y m u y temerosos de su dios.28

    Co n tales testimonios y apoyndose en la gran autoridadde que goza Sahagn, elabora Sjourn sus peculiares teorasacerca de lapersonalidad de Quetzalcatl y lo que llama ladoctrina quetzalcoatliana. Co n las ideas querecoge de Sahagn y le confirman otras fuentes examina los testimoniosarqueolgicos esforzndose por interpretarlos en consonanciaa esas ideas preconcebidas. Sin embargo, no nos toca examinar eso aqu, sino exclusivamente lo que dice esta autorasobre elproblema Teotihuacn-Tula-Quetzalcatl. De lo arr i-ba citado de Sahagn, deduce Sjourn una identificacinabsoluta entre T u l a y Quetzalcatl; de tal modo que, al noencontrarse en las exploraciones realizadas en T ul a "ninguna

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    figuracin impor tan te" de Quetzalcatl (excepto la efig iede T o p i l t z i n sobre una roca y fuera del centro ceremonial,Fig. i ) , y por el hecho de que las manifestaciones de esadeidad en T ul a son escasas y burdas, concluye que no esposible pensar en identificar las ruinas del Estado de H i d a l -go con la ciudad de Quetzalcatl.

    Sjourn, que considera ntimamente asociado a Quetzalcatl con los toltecas, al no descubrir la supuesta preeminencia que esa deidad debera haber tenido en Tula , da elsegundo paso en el proceso que la lleva a declarar a Teoti-huacn la ciu dad de Quetzalcatl. E n efecto, la i d e n t i d a de n t r e Quetzalcatl y T u l a l a c o n d u c e n a a f i r m a r q u e e l l a

    "indica que este dios y este pueblo ilustres debieron gozarde una larga existencia antes de esta T u l a (la de Hidalgo),y que los hechos y las gestas que las fuentes les atribuyen nopueden en ningn modo situarse t o d o s en el siglo x". 2 9

    De ahora en adelante Sjourn no se dar pun to de re

    poso en su intento por demostrar que, en efecto, existe unaciudad en Mesoamrica en la cual p r e d o m i n a n las representaciones de la deidad Quetzalcatl y que es a la vez la nicagran metrpoli a la altura de la fama y prestigio que lasfuentes le at ribuyen a los toltecas. Esta ciudad, cun a de Quetzalcatl y origen de la Toltecyotl es Teoti huacn. E l segundo ensayo de esta autora que aparece en 1954 se titula,consecuentemente, Teotihuacn, l a c i u d a d d e Quetzalcatl.

    Ah expresa Sjourn que:

    E ntre los medios disponibles para identificar esta capital le

    ja na (la de Quetzalcatl) , el ms elocuente es, evidentemente, e l

    qu e consiste en localizar la representacin de la figura de Q ue t

    zalcatl en esa ciudad en la cual debe, co n toda verosimilitud,

    haber quedado u na fuerte impronta.

    Esa imp ron ta la localiza inmediatamente Sjourn:

    B i e n sea en la arquitectura, en la pintura qu e cubre los tem

    plos y los palacios, o en la decoracin de la cermica, l a s e r p i e n t e

    e m p l u m a d a e s e n T eo t i h u a cn l a f i g u r a m s a m p l i a m e n t e r e p r e

    s e n t a d a . Siendo T e o t i h u a c n s in lugar a dudas el primero en

    fecha de todos los centros donde aparece la serpiente con pl u-

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    mas, se confirma de este modo que es n i c a m e n t e de ese lugar

    que puede ser originario el Q u e t z a l c a t l cread or de los mitos que

    alimentaron a toda Mesoamrica .30

    En el prrafo arriba citado encontramos el tercer paso,fundamental, que lleva a Sjourn a crear su propio mitode Quetzalcatl. Observemos que un momento antes Sjour

    n se preguntaba por la ciudad cuna de Quetzalcatl y ahoranos dice que "la s e r p i e n t e e m p l u m a d a es en Teotihuacnla figura ms ampliamente representada". Es decir que a ln o h a l l a r e n Teotihuacn a Quetzalcatl s i n o a l a S e r p i e n

    t e E m p l u m a d a , i d e n t i f i c a a sta c o n Quetzalcatl, como si

    una y otra entidad fueran exactamente lo mismo.

    Co n ta l procedimientoy merced a esemanejo de las fuentes y de los testimonios, Sjourn ha desviado el problemadel origen de la Toltecyotl hacia el problema del origen ypatria de Quetzalcatl. Claro es que nuestra autora no sepropuso analizar a fondo el origen de la Toltecyotl, porqueen primer lugar no era ese motivo esencial de su preocupacin. Sinembargo, lo cierto es que al hacer ver conclaridadque lo que se declaraba en los textos sobre los toltecas nose ajustaba en ningn modo a lo descubierto en Tula , pudoentonces Sjourn descartar tambin a T u l a como la patriade Quetzalcatl y afirmar poco despus que Teotihuacn erala verdadera patria de Quetzalcatl, o sea la primera yautntica Tu la : L a ciudad que por suarquitectura y bellezatendra que ser forzosamente la cuna de Quetzalcatl; entan magnfica ci udad tena que existir, sin duda alguna, lams a m p l i a representacin d e l ad e i d a d Quetzalcatl, adems

    de otras caractersticas que acompaan a esa deidad y queexpresamente mencionan los textos.

    Cabe entonces preguntarse Encuntrase en Teotihuacnese personaje de quehablan lostextos y los cronistas? Estnall plenamente manifiestos la personalidaddel dios y la delsacerdote igualment e llamado Quetzalcatl? Permiten losrestos de esa gran urbe afirmar que la deidad p r i n c i p a l , p r e d o m i n a n t e de ese centro es Quetzalcatl? A contestar afirmativa o negativamente estas preguntas pasamos de inmediato.

    E l examen detenido del gran centro teotihuacano nos

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    conduce a afirmaciones completamente opuestas a las quesustenta Sjourn respecto a la existencia del personaje Quet-zalcatl en Teotihuacn. N i el estudio de las pinturas, n i elexamen de los restos arqueolgicos de esa urbe 3 1 nos suministran prueba alguna que atestige la presencia en esa metrpoli del Quetzalcatl mtico de que hablan las fuentes delos siglos xv y xv i. E n Teo tihu acn no nos encontramos con

    Ce Acatl Topiltzin ni tampoco con el gran sacerdote Quetzalcatl, sino con la Serpiente Empl um ad a (F ig. i). E n efecto,la estructura central de la mal llamad a "Ci ud ad el a" noscoloca frente a la representacin ms temprana conocida dela Serpiente Emp lu ma da (Teot ihuac n n, 100 a 250 d. C.) *Durante esta poca, la simblica de la Serpiente Emplumaday el lugar especialsimo que se design para su representacin, nos estn ind ica ndo que l a Serpiente Emp lu ma da ocupaba un lugar relevante en el panten teotihuacano.

    Los elementos que componen la simblica de la Serpiente

    Emplumada hablan bien claro sobre el carcter y desarrollode la civilizacin teotihuacana en la fase 11. E l elemento serpiente simboliza el poder reproductor de la tierra y el aguaque, al conjugarse, producen la renovacin vegetal: las plumas verdes del quetzal. Las plumas verdes del quetzal, comoel c h a l c h i h u i t l , la piedra verde de la vida, son los smbolosde la regeneracin vegetal, del florecimiento, de la vida. L aSerpiente Emplumada simboliza, en suma, la dualidad esencial que al conjugarse produce el fruto precioso: la germinacin de las plantas. As, pues, pensamos, la Serpiente Emplumada en Teotihuacn 11 refiere a los poderes creativos

    de la naturaleza, al agua y a la tierra, a la renovacin vegeta l y, en un sentido ltimo, a la vida. U n a buena cosecha,l a germinacin de las plantas, signif icab a exactamente esopara los teotihuacanos: la vida. E n esta poca temprana del a cul tura teotihuacana la Serpiente Em pl um ad a expresa,de manera simple y maravillosa, la preocupacin fundamenta l de u n pue blo esencialmente agrcola y el alto grado deespeculacin teolgica alcanzado por el sacerdocio.

    De manera que no es el gran sacerdote Quetzalcatl n itampoco el hroe-dios Ce Acatl Topiltzin, ni el mito del si-

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    glo xv o xvi al que hallamos en Teotihuacn, sino a la Serpiente Em pl um ada , una deidad agrcola que nada tiene que

    ver con la lla ma da religin de Quetzalcatl, n i mu cho menosest relacion ada con la fabulosa leyenda del personaje Quetzalcatl. As pues, resulta extremadamente difcil aceptar laafirmacin de Sjourn sobre que Teotihuacn "est enteramente consagrado a la exaltacin del mensaje quetzalcoa-tl iano". 3 3 Es ms, el pred omin io de la Serpiente Emp lu mad acomo deid ad impo rtan te de Teot ihuacn es bie n breve. E nefecto, al finalizar la fase 11 e iniciarse la 111 (250 a 700 d. C .aproximadamente), el Templo de la Serpiente Emplumadaes parcialmente destruido y cubierto por una nueva estructura decorada con tableros y pintura solamente. A partir deeste momento, a la vez que se observa una decadencia de laescultura y un auge de la pintura, la figura de la SerpienteEmplumada decrece en importancia para dar paso a la deidad c u y a s r e p r e s e n t a c i o n e s s o n ms a b u n d a n t e s y s i g n i f i c a t i

    vas e nTeotihuacn: Tlloc. Ciertamente, despus de Te oti huacn 11 la deidad principal de esa urbe no es ya la Serpiente Em pl um ad a, sino Tlloc. L a constante y preeminentefigura de este dios en la metrpoli por excelencia absorbe

    y empequeece a la ahora menos frecuente de la SerpienteEmplumada, que aparece de aqu en adelante ocupando unaposicin secundaria, subordinada, en relacin al nuevo diosTl loc . L a tercera poca de Teot ihuacn puede decirse quemarca la apoteosis de Tl loc . (Fig . 2).

    A l contrario de Armillas, 3 4 que considera a la SerpienteEmplumada como un desarrollo de Tlloc, nosotros pensa

    mos que Tlloc es un desdoblamiento o derivacin de laSerpiente Emplumada. Ello lo fundamentamos, primero: enel desar rollo cronolgico de ambas deidades. Has ta la fecha,no se ha encon trado un Tl l oc anterior a la poca 11 con lascaractersticas simblicas que esa deidad muestra en la poca n i , en camb io si encontramos en la fase 11 a la SerpienteEmplumada completamente desarrollada y en su perodo deesplendor. Segundo: el hieratismo y l a comp lej idad simblica que ostenta la figura de Tlloc es claramente el resultado de una poca posterior a la fase 11 en la cual la espe-

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    culacin y la abstraccin teolgica han alcanzado un nivelmuy alto. Ter cer o: Tlloc conserva en su simblica los elementos esenciales de la Serpiente Emplumada (la serpientey el quetzal), y adems contiene un elemento nuevo, desconocido en las primeras fases de Teotihuacn: el jaguar; elemento que nosotros pensamos es introducido por un grupo

    olmeca hac ia los finales de la poca n o pr inc ipi os de l a m.E n resumen, todos los hechos y datos arriba apuntados

    nos demuestran , pri mer o: la inexis tenc ia del personaje Quet-zalcatl en Teot ihua cn. Segundo: que n i siquiera la Serpiente Emplumada es la deidad ms importante de Teotihuacn, sino el dios Tl loc . As pues, la prueba ms contundente que aporta Sjourn como testimonio probatoriode la existencia de Quetzalcatl en Teotihuacn: un vaso enque se ve una cabeza de serpiente emplumada y a un bar

    b a d o 3 5 (Fig. 2), parece realmente deleznable. Pues, con palabras de la mism a Sjourn, resulta verdaderamente difcil

    pensar que siendo Teotihuacn la ciudad de Quetzalcatl,slo se haya podido encontrar un solitario vaso, entre milesde vasijas y restos de cermica que atestige la presencia delrey-personaje histrico-hroe-dios en la ciudad de los dioses.

    Examinada esta Contradiccin entre el personaje Quetzalcatl y Teotihuacn, resta por aclarar por qu, al hablarsede l origen de la Toltecyotl, se rel aciona a sta con los tol -tecas pero no con su capital de Tula , Hidalgo, sino conTeot ihuacn . E l estudio de algunos aspectos de la pocatolteca, a su vez, nos aclarar tambin, al mismo tiempo queel pro ble ma de la Tolte cyot l, el de Quetzalcatl.

    IV. L o s t o l t e c a s , Quetzalcatl y l a Toltecyotl

    E n los albores del siglo x un a horda semibrbara irrumpe violentamente en el Valle de Mxico dominando y sometiendo pueblos: son los toltecas, encabezados por su granjefe Mixcatl. E n pocos aos estos temibles guerreros conquistan todo el Valle y se establecen en Culhuacn.

    Lo s toltecas representan la entrada del grupo de los guerreros en el Altiplano, seoreado antes por teocracias que

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    ejercan su dominio a travs de un complicado aparato rel i-gioso. E n lo general los toltecas significan un nuevo ordenpoltico, social, cultural y religioso. De ahora en adelante yhasta la conquista, la expansin de estos pueblos descansaren una poltica militarista, cuyo sostn es la clase de losguerreros. Co n ellos nacer un tipo de gobierno militarista

    y opresivo para con los pueblos dominados.L a jerarqua social estar condicionada por el nmero de

    prisioneros que un guerrero obtenga en la batalla y el msalto honor para un hombre ser el morir en el campo depelea. Tal es son ahora los ttulos de nobleza. Esta estructura socio-poltica, militar e imper ial ist a, influir enormemente en la cul tura y en la religin. L a religin, por ejemplo, adquiere un carcter nuevo, mstico-providencialista, queantes se desconoca. Ser adems un instrumen to pol ticoindispensable a la expansin de estos pueblos seminmadasque se encuentran con sociedades que poseen una tradicin

    religiosa profundamente arraigada. En el arte, estos pueblospreferirn las expresiones grandilocuentes, ostentosas y agresivas que manifiestan al mismo tiempo que su poder conquistador, el deseo de imponerse a los resabios culturales delpasado clsico. (Vase la lm. II I) .

    E l principal obstculo que los pueblos del valle oponena la penetracin del grupo conquistador es su cultura y sureligin; especialmente sta ltima, que es una religin enraizada en una tradicin milenaria, refinada y compleja,que ha producido deidades y smbolos que se extienden portoda Mesoamrica. Po r ell o los toltecas, como los aztecas despus, concentrarn un gran esfuerzo en este aspecto, buscando adecuar ideolgicamente la vieja tradicin religiosa a sustoscas deidades e intereses mstico-providencialistas.

    Po r otro lado, aun cuando los grandes centros ceremoniales en donde floreci la cultura clsica se encuentran en ru i -nas y deshabitados por este tiempo, existe sin embargo unacontinuacin cultural de esos centros en las personas de loshombres que hi ci ero n posible el surgimient o y floracin deCholula, Ta j n Xoch ica lco , etc. A travs de estos centros, delas sectas sacerdotales y de la tradicin oral y escrita, la an-

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    tigua cultura pasa a la poca histrica y constituye el fondoy la base cultural sobre la cual se levantan las sociedadesTolte ca, Texcocana y Azteca. N o de otra manera se exp lic ala extraordinar ia rapidez y el tiemp o brevsimo que estospueblos emplearon para edificar sociedades tan complejas yricas como la Azteca y an la misma Tolteca.

    Precisamente porque las tribus invasoras del norte no seencontraron con un territorio deshabitado, es por lo que seentiende que sus primeros asentamientos en la regin central, ms que choques de tipo militar, sean verdaderos en-frentamientos entre diversas culturas y concepciones.

    E n lo que se refiere al Mxico cent ral , descendientes culturales de la civilizacin teotihuacana manifiestan su presencia en Atzcapotzalco y en el occidente. Ot ro grupo deesta antigua poblacin teotihuacana se dirige al sureste, comolo atestigua l a estela de Cop n, que muestra a un personajecon el rostro de Tl l oc y tiene en sus sandalias glifos teoti-

    huacanos; otro grupo teotihuacano permanece en el Mxicocentral, son los conocidos despus con el nombre de nono-alcas.se

    Lo s nonoalcas estn destinados a jugar un papel sumamente importante en Tula . E n relacin a este grupo dice la

    H i s t o r i a T o l t e c a - C h i c h i m e c a que "por el ao i T e c p a t l lle

    garon a Tollan (Tul a), vini endo del cerro de Col lhu aca , lostolteca-chichimecas... y los nonoalca-chichimecas".3? A l parecer estos nonoalca o nonoualca eran un grupo no nahua,que "entre otras cosas se distinguan por su especial devocin al dios Quetzalcatl y por una manera peculiar deraparse el pelo. Y es tambin sabido que un prncipe nonoalca llamado T i m a l , que fue derrotado en 1290, llama padresuyo a la mariposa blanca de Tonatiuhcan, en referenciaconectada con Teotihua cn 111". Estos nonoalca de T u l a parecen, pues, haber sido sobrevivientes de la antigua poblacin de cultura teotihuacana". 38

    A l tratar de los orgenes de Tula , las fuentes histricasnos presentan a un personaje, Mixcatl, como el caudillode los toltecas invasores. E n sus correras por el Estado deMorelos, Mixcatl se encuentra con la legendaria Chimalma

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    L M . I. La Serpiente Emplumada. T e o l i h u a c n

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    Fio . i . R e p r e s e n t a c i n de Ce Acatl Topil tz in Quetzalcatl , esculpid a en

    la roca del ce no de la Malinchc, en T u l a .

    Fie . 2. Personaje b arba do y cabeza de Serpiente. E l seor Quetzalc atl ,

    segn Sjourn . (Pin tur a en un vaso de Zacuala).

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    F I G . 3. L a Serpiente Em pl um ad a en Xochical co.

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    y engendra un hijo con ella. ste es Ce Acatl Topiltzin,quien parece que nace en Michatlauco (la Barranca de losPeces), u n lugar cerca de Xochicalco. Su madre muere en elparto y el nio es educado por sus abuelos en dicho sitio.

    Ah aprende no la religin de los toltecas, sino la que seprofesaba en Xochicalco (Lm. IV ). Su niez transcurre en

    las cercanas de ese centro, se familiariza con los usos y costumbres que ah se estilan y cuando despus regresa a Tula,no es un tolteca sino un hombre cuya formacin y concepciones religiosas discrepan radicalmente de los toltecas. Talcosa se manifiesta de inmediato cuando, a la muerte de supadre, es llamado a ocupar el trono usurpado por el asesinode Mixcatl: apenas asciende Topiltzin a la categora degobernante se suscitan en T ul a una serie de pugnas entredos grupos: uno e l grupo tolteca en contra de las medidas que pretende instaurar Topiltzin, y otro seguramente el de los nonoalcas que lo apoyan.

    Sahagn, entre otras fuentes, nos habla ampliamente sobre la pugna que tiene lugar en T ul a inmediatamente despus de la fundacin de esta ciudad. L a interpretacin general de los historiadores acerca de tales acontecimientoses, a grandes rasgos, la siguiente: nos dicen que al ocuparel trono de Tu la , Ce Acatl Topiltzin intent instaurar elculto en que haba sido educado, encontrando por ello granoposicin entre los adoradores de Tezcatlipoca, es decir departe de los toltecas. Por esta razn algunos historiadoresha n visto en los sucesos de T u l a una lucha entre un gruposacerdotal y otro militarista, mientras que otros interpretanesos acontecimientos como una pugna entre dos grupos re l i -giosos antagnicos que expresan ideales de vida diferentes.

    Lo s puntos de vista arriba citados encuentran fundamento en textos como el siguiente, que se halla en los A n a l e sd e Cuauhtitln:

    Cua ndo [ Q u e t z a l c a t l - T o p i l t z i n ] no los obedeci en cuanto a

    hacer sacrificios huma nos, se concent raron los demonios . Los

    que se nombraban Tezcatlipoca, Ihuihucatl y T o l t c a t l dijeron:

    "es preciso que deje su pueblo, donde nosotros hemos de v ivir . "

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    Como vemos el texto es bastante explcito: adems de lapugna religiosa se encuentran involucrados aqu interesesms concretos y terrenales. Lo s tres dioses mencionados parecen representar ms bien los intereses de tres de las tribustolteca-chichimeca que al llegar al Valle de Mxico se encuentran con pobladores que tienen una cultura mucho ms

    desarrollada y, sobre todo, que no estn dispuestos a dejarlesel campo libre. Dura nte el reinado de Ce Acatl Topiltzinlas diferencias entre ambos grupos llegan a su punto mximoy hay una serie de choques que las fuentes nos narran enforma metafrica: Topiltzin-Quetzalcatl, rey y sumo sacerdote a quien apoyan los nonoalcas, es engaado por el grannigromntico Tezcatlipoca, quien lo emborracha y le haceolvidar sus deberes religiosos. En la embriaguez, Quetzal-catl comete pecado sexual, olvida sus obligaciones sacerdotales y por esta causa se ve obligado a dejar T ul a en mediode grandes lamentaciones. L a H i s t o r i a T o l t e c a - C h i c h i m e c a

    afirma que cuando salen los nonoalca de T u l a son ellos losque guard an las riquezas y bienes de Quetzalcatl (prrafo 32).

    Infortunadamente, las fuentes al narrar los acontecimientos de que ahora nos ocupamos, muestran grandes discrepancias, contradicciones y omisiones que hacen extremadamentedifcil el estudio de estos hechos.39 Y ello se debe, fundamentalmente, a que estas fuentes nos trasmiten el testimoniode los toltecas y aztecas, es decir nos dan la historia que los

    vencedores fabricaron, y no la de los vencidos nonoalcas.As pues, para mirar con mayor claridad a travs de esta

    cortina histrica manufacturada por los vencedores, es necesario atacar el asunto desde diversos puntos de vista.

    Por lo pront o veamos que el examen anteri or nos haproporcionado elementos que nos obligan a examinar conmayor detenimiento el papel que juegan los nonoalcas enTu la . Po r otro lado, los aspectos religiosos que dis tingue na la doctrina de Quetzalcatl, radicalmente opuestos a lasconcepciones toltecas, parecen haberse originado en Xochi-calco. Este hecho y la educacin de Ce Acatl Topiltzin enlas cercanas de ese centro, requieren un examen ms atento,

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    antes de que pasemos a estudiar el problema relativo a laToltecyotl.

    A) L a religin d e Quetzalcatl.

    Creemos que elestudio de los textos que serefierena losacontecimientos de Tula , y en especial de los que hablande la religin de Quetzalcatl, nos permiten ver con clarida d que la doctrina religiosa que este personaje encarna esuna d o c t r i n a n u e v a en el Valle de Mxico, que no parecetener relacin espiritual con otras anteriores. Li mit adosporel espacio, vamos a destacar en seguida algunos de lospuntosimportantes en que basamos nuestro aserto.

    E l ideal religioso de la doctrina de Quetzalcatl se expresa conclaridad en la cita siguiente:

    Cua ndo [ Q u e t z a l c a t l - T o p i l t z i n ] v i v a , no se mostraba p b l i c a

    mente: estaba dentro de un aposeno muy obscuro y custodiado;

    le cu stod iaban sus pajes en much as partes, que cerraba n; su apo

    sento era el l t i m o , y en cada uno estaban sus pajes... Es t

    dicho que edif ic sus cuatro casas de ayuno . Se refiere que, cuan

    do viva Quetzalcatl , reiteradamente quisieron e n g a a r l e los de

    monios, para que hiciera sacrificios humanos, matando hombres.

    Pero l nunca quiso ni condescendi , p orqu e amaba mucho a

    sus vasallos, que eran los toltecas, sino que su sacrificio era siem

    pre de culebras, aves y mariposas que mataba. Se cuenta que p or

    eso e n f a d a los demonio s, que comenzar on a escarnecerle cuan do

    le dijeron lo que q u e r a n , para molestarle y hacerle huir , como

    en efecto s u c e d i l o

    E l ideal religioso que transparenta esta cita nos ponefrente a una concepcin religiosa singular en Mesoam-rica. L o es tanto por su contenido espiritual como por suaspecto formal. E n primer lugar el sacerdote aparece aqucasi como un\asceta. Es un hombre recluido, retirado delmundo, atento nicamente al cumplimiento de sus deberesreligiosos.

    A su vez, la religin revela un estadio espiritual elevadoy humanista por cuanto que repetidamente condena los sacrificios humanos y predica principiosde cultura y de c ivi-lizacin.

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    Formalmente esta concepcin religiosa slo exige la ofrenda de culebras, aves y mariposas y la observancia, en elcaso de los sacerdotes, de autocastigos y severas disciplinas.Por otra parte, es curioso constatar que la representacinde Topiltzin-Quetzalcatl esculpida en el cerro de la Ma-linche a l parecer la nica que disponemos de esta po ca,

    aun cuando acompaada de una Serpiente Emplumada, noparece referir a las fuerzas reproductivas que esta entidadsimboliza en tiempos anteriores. E l smbolo Serpiente E mplumada es ms bien un emblema que alude a una pocamtica e incierta. Las fuentes escritas, que en este sentidoson sumamente vagas, tampoco nos proporcionan datos queconfirmen en Quetzalcatl una relacin con las fuerzas naturales, al menos no las que tratan sobre el personaje deTula.

    Semejante concepcin religiosa no tiene antecedentes concretos definidos en Mesoamrica. Puede alegarse s, que cier

    tos elementos como la idea o el smbolo del sacrificio y otrosprocedimeintos rituales estn contenidos en las religionesclsicas, pero a diferencia de la religin de Quetzalcatl,tales elementos estn conectados con un tipo de religin naturalista, concreta y mat eria l. Es ms, si relacionamos la religin de Quetzalcatl con la religin de la poca clsica,percibimos de inmediato un doble contraste entre ambasconcepciones: por un lado el contenido espiritual de unachoca abiertamente con el naturalismo prctico de las re l i -giones clsicas, que nunca se elevan ms all de un culto a

    deidades zoomorfas ms o menos esotrico. Po r otro lado, enel aspecto formal, el contraste entre el acentuado ascetismoque exige la religin de Quetzalcatl y la fastuosidad y regaloen que viv en los sacerdotes teotihuacanos, para citar un casoconcreto, es notable.

    Y aun cuando en esta etapa antes de la deificacin deQuetzalcatl el contenido de la concepcin religiosa es vagoe incierto, es posible encontrar en los ideales de cultura ycivilizacin que pregona un clima espiritual que slo afloraen determinadas pocas de la historia.

    Observemos primero que la religin de Quetzalcatl sig-

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    niea un cambio radical en el progreso religioso que venaobservndose en Mesoamrica. A prim era vista se percibe queesta religin no es ni la continuacin ni el resultado de unprogreso religioso anterior. En seguida se observa, adems,que el clima e spi ritu al que denota es nuevo, distinto.. T od oello nos hace ver que las causas que hicieron posible su naci

    miento son bien distintas de las que crearon y desarrollaronlas concepciones religiosas anteriores. E l hecho de que estaconcepcin aparezca separada del antiguo pensamiento rel i-gioso caracterstico de Mesoamrica y el que pregone unanueva conducta de vida, nos empuja a ubicarla en el momento en que la historia de Mesoamrica refleja un mundo espiritual semejante: el Epiclsico.

    E n este tiempo, Mesoamrica entera padece una crisistotal. Lo s viejos dioses ha n abandonado a los hombres. Lospalacios, los templos, los campos, las cosechas todo se ha perdido. Lo s hombres vagan ahora por la tierra sin frutos ro

    ba nd o y matando para comer, sembrando od io y destruccin.Las viejas costumbres, las leyes y usos antiguos se han roto

    y ya no protegen al hombre. Las guerras y calamidades sesuceden y la paz, la tranquilidad, el esplendor y sabidurapasados no vuelven. E l hombre se pregunta si los dioses lohan olvidado, si el pecado que provoc tal desastre es tangrande que no puede ser perdonado.

    Indudablemente es en este tiempo de destruccin y deguerra donde nace con tremenda fuerza la idea de pecado yla idea de una vida virtuosa basada en el autosacrificio y

    severas disciplinas. La idea de que la reconquista del mundoperdido slo se obtendr a travs de una vida virtuosa; laidea de que la catstrofe que hundi al mundo antiguo fueconsecuencia de l pecado de los hombres. Parejamente a estasideas, es natural que cobre vida, en este tiempo la idea deuna E d a d D o r a d a . E l mu ndo antiguo perdid o adquiere acada nuevo da que pasa la forma de una edad dorada, feliz,en la que todos los hombres eran dichosos y disfrutaban detodos los bienes sin esfuerzo.

    A nuestro parecer son estos los elementos que le dan viday proyeccin a la doctrin a de Quetzalcatl. E l ideal huma-

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    nista y la auster idad que pregonan sus sacerdotes expresacon claridad el clima espiritual de este tiempo. El ideal rel i-gioso y la conducta que se propone a los hombres es justamente la respuesta a una poca de crisis que se intenta superar a travs de una concepcin religiosa que es precisamentela negacin y superacin ideal de ese momento. L a nueva

    concepcin religiosa se nos aparece como la respuesta lgicade una minora sacerdotal a los excesos que provocaron lacada de las teocracias de la poca clsica y, junto con ellas,la cada de toda una civilizacin.

    Por ello, contra la vida licenciosa, la incontingencia y elincumplimiento de los deberes, se predica la austeridad, elrecogimiento y el ejercicio constante de los deberes y obligaciones religiosos.

    Contra la guerra y los sacrificios humanos, se postula lanecesidad de una conducta tica, virtuosa.

    Contra la destruccin, el despojo y la rapia se pregona

    una doctrina de civilizacin y de cultura.E l clima espiritual que alimenta a estas ideas, como otros

    elementos que adelante mencionamos, nos permiten ubicar elorigen de esta nueva concepcin religiosa en la poca quesigue al colapso de las grandes culturas. Durante este tiempo,

    ya lo sabemos, florece Xochi ca lc o, centro que por estar adems estrechamente conectado con Ce Acatl Topiltzin, pareceser hasta el momento el que mejores ttulos presenta paraasignarle la paternidad de este movimiento espiritual. (Vasela fig. 3 y la lm. IV).

    Distingamos, antes de examinar otros problemas, que elmovimiento espiritu al que aqu tratamos de caracterizar observa dos etapas definidas. Un a, inmediat amente despus alcolapso de la poca clsica, que es simplemente una reaccina la catstrofe pasada. Las ideas que en este momento surgenestn matizadas por el concepto de culpa y de pecado y proponen en consecuencia un ideal de vida exactamente contrari o a aquel que provoc laruina de un mundo antiguo. Juntoa estas ideas se mezclan elementos que van construyendo elconcepto de una Edad Dorada. La etapa que encarna estasideas la podemos ubicar en el florecimiento de Xochicalco.

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    Posteriormente estas ideas que asumen la forma de unarealidad en los pobladores del Valle de Mxico, descendientesde las grandes culturas clsicas, van a incorporarse y a cobrar unidad en la figura de Ce Acatl Topiltzin QuetzalcatLE l personaje que al enfrentarse a los toltecas semibrbaros,reactualiza la crisis entre cultura y barbarie, proyectando en

    su mtica f igura el mund o y los ideales de los ltimos sobrevivientes de las culturas clsicas.

    Pasamos ahora a examinar un ltimo problema: el de lostoltecas y la toltecyotl, que ya se haba plantead o al iniciareste trabajo y que ahora, con los nuevos elementos de juiciode que disponemos, podr quizs esclarecerse plenamente.Junto con l, la figura de Ce Acatl Topiltzin adquiere mayorclaridad.

    B) Ce Actl T o p i l t z i n , l o s t o l t e c a s y l a Toltecyotl

    A l refer irnos antes a los pobladores de T ul a distinguimosdos grupos o tri bus: los nonoalcas y los toltecas. E l gru pononoaca, como vimo antes, es un grupo no nahua, que Kirchhoff i denti fic a con grupos mazateco-popolocas. JimnezMoreno, por su parte, encuentra elementos suficientes paracalificar a los nonoalca de herederos de la cultura Teotihua-cana. Las caractersticas cul tura les que presenta este grupo,su alianza con Ce Acatl Topiltzin y su conexin con las vie

    jas culturas, nos conduce a pensar, al contrario de lo queaseveran las fuentes, que este grupo fue el primero en poblar

    los sitios donde ms tarde se asentaron los toltecas. Y sinduda son ellos y no los toltecas los que llevan a T u l a el conocimiento de las artes mecnicas, de los oficios, de las ciencias, de la civilizacin en suma. A l respecto, nos dice unafuente que antes que los toltecas se establecieran en Tulan-zingo, lleg un grupo, que no se identifica, "entre las cualesgentes haba oficiales de todos los oficios, plateros, herreros,carpinteros y oficiales de pluma, pintores", 4 1 etc. Es evidenteque este grupo es el de los nonoalcas, pues los toltecas apenas,si eran una tribu nmada y brbara, como se infiere del siguiente texto:

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    A o 10-Casa. E n l mu ri Hua ctl i , rey de Cua uht itl n . Se

    senta y dos aos rein. ste es el rey que no sabia cmo se siem

    bra el maz comestible. Y sus vasallos no saban cmo se hacen

    mantas. No tenan otro ropaje que pieles. Aun era su alimen

    to pjaros, culebras, conejos; tampoco habitaban casas, sino que

    andaban sin rumbo, andaban vagando.42

    E l antagonismo entre estos dos grupos distintos lo apuntan las fuentes desde el momento en que se traslada la capi tala Tula . Y , curiosamente, se dice H i s t o r i a T o l t e c a - C h i c h i -m e c a que los nonoalcas son los colonos de los toltecas, l ocual ha de interpretarse a la inversa. En nuestra opinin, elgrupo nonoalca si no era un grupo numeroso s posea encambio una gran influencia de tipo intelectual. Sus conocimientos agrcolas, artesanales, cientficos y astronmicos lesaseguraban u na posicin pr ivi leg iad a frente a los toltecas.Es precisamente la conciencia de su vala l a que los lleva aluchar contra la mayora tolteca con objeto de regir el gobierno y la vida toda de Tula . A pesar de su inferioridadnumrica, la conciencia de su superioridad intelectual losconduce a desear el dominio poltico y en ese momento lalucha se plantea con toda intensidad.

    Pensamos que a la muerte de Mixcatl es el pueblo nonoalca el que representa al grupo legitimista de que nos habl an los historiadores; son ellos los que instan y apoyan aCe Acatl Topiltzin para que ocupe el trono usurpado quelegtimamente le corresponde, ya que estos nonoalcas conocensin du da el hecho de que Topiltzin haba sido educado en

    el culto nuevo que se profesa en Xochicalco.*De mod o que la presencia de Ce Acatl Topiltzin, tolteca

    educado en la nueva religin, les brinda a los nonoalcas unaoportunidad inmejorable para llevar a cabo sus propsitos.A su vez, la identificacin de los intereses que defienden losnonoalcas con la persona de Topiltzin va a tener, poco tiempo despus, una importancia enorme. Topiltzin no ser nicamente el rey-sacerdote que trata de imponer un nuevoculto entre los brbaros toltecas, sino que adems su figuratoda resumir los ideales e intereses que representa el pueblononoalca.

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    Cuando Topiltzin sube al poder, despus de un perodode guerras y luchas, es posible que lo haga en calidad derey-sacerdote, reanudando as la antigua tradicin y esforzndose por imponer el culto nuevo en que fue educado, que noes tanto un culto como una concepcin del mundo y de lavida esencialmente diferente a la del pueblo tolteca. Natu

    ralmente, la instauracin de esta doctrin a, que adems desuponer el dominio de los nonoalcas postula un ideal pacifista, tuvo que chocar violentamente con los intereses del grupo tolteca, que vea limitarse sus posibilidades de expansina travs de la guerra.

    As pues, la contienda entre los llamados adoradores deQuetzalcatl y de Tezcatlipoca se nos revela como una pugnaentre diferentes grupos que persiguen el dominio del estadoTulense. Y en el caso concreto de la lucha de Ce Acatl Topiltzin y los nonoalcas contra los toltecas, la composicinsocio-cultural de los antagonistas nos muestra el momento

    just o en que las tribus de l norte se sienten lo suficientementefuertes como pa ra tratar de imponerse a los descendientes delas grandes culturas anteriores, que se resisten a ser dominados.

    Entre los nonoalcas, adems de los elementos religiososqu e les llegan a travs de Xoc hi cal co , existe tambin, indudablemente, un a concienc ia vaga de lo que fue su pasado. E lhecho de que fueran ellos los civilizadores del grupo toltecanos indica que adems de artfices y excelentes artesanos, hab a entre ellos sacerdotes y sabios que conservaban parte de

    lo s conocimient os que le dieron lustre al perodo clsico. E lpasado esplndido que atestiguaban los monumentos ruinososde las grandes urbes clsicas, remoto y difuso, viva en estegrupo en forma legendaria y fabulosa, enriquecido por elpaso de los aos, como una Edad de Oro que los hombresperdieron por el pecado y el desapego a los dioses. E n esemundo feliz y dichoso, en esa urbe majestuosa que slo gigantes pu dieron construir Te otih uac n, tuvieron origenlos dioses, las artes, la ciencia, la escritura. T od o ello , yaalejado y nebuloso por el correr de los aos, se resumi en laconcepcin religiosa representada por Quetzalcatl, que de

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    este modo devino el smbolo que recoga todo ese pasado fabuloso y lo proyectaba ms o menos acertadamente al presente de Tula.

    L a conciencia entre los nonoalcas de ser los herederosy trasmisores de ese pasado glorioso, el hecho de que fueronellos y no los toltecas los que impulsaron el desarrollo de la

    cultura tolteca, son dos razones demasiado poderosas paraobligarlos a aceptar el dominio de un pueblo seminmada ysalvaje. Po r ell o, cuando se deciden a presentar el lt imocombate y son derrotados, abandonan a T u l a y a los toltecas.

    Con la salida de este grupo selecto de T ul a se mezcla lahuida del gran pecador Ce Acatl Topiltzin Quetzalcatl, yste es un hecho ms que viene a fortalecer nuestra hiptesis.L a leyenda y el mito confunden dos aconjtecimientos que sino ocurrieron exactamente al mismo tiempo, si expresan elmismo sentido: la derrota de un pasado perdido que se intentaba restablecer.

    A l abandonar T u l a los derrotados nonoalcas, los toltecasque iniciaban apenas su proceso de aculturacin, retoman elpoder reinstalando a su dios, "el ojo que ve de noche", "elque tiene instrumento para ver, dios de los jvenes guerreros", juez y vengador, omniscente y omnipresente Titlaca-huan, Tezcatlipoca. Pero he aqu que los toltecas, pese a suvi ctoria , han perdido algo que indudablemente tiene un granprestigio entre los habitantes del Valle de Mxico y de lo cualcarecen: un a tradicin histrico-cultural. Y este era un elemento que los derrotados nonoalcas s tenan. Lo s nonoalcassaban muchas cosas del pasado de las cuales hablaban: saban el secreto de la ag ri cu lt ur a, conocan el arte de los libro spintados, edificaban bellas casas y palacios, trabajaban la pluma y tal laban como nadie las piedras preciosas. Y, adems,

    venan de l lu gar donde se haba creado a los dioses, de l lugar donde todo haba tenido su origen. Por ello Topiltzinlos mand llamar, para que embellecieran a T ul a con susartes. Y ahora, los nonoalcas se han ido, los que saban hacercosas preciosas han dejado solos a los toltecas. Qu van ahacer ahora los toltecas?

    Lo s toltecas pronto adquieren conciencia de que es nece-

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    sario algo ms que la fuerza de las armas para imponerse aestos pueblos del Valle, profundamente arraigados en sus tradiciones religiosas milenarias. De modo que despus de quelos toltecas desalojan a los nonoalcas de Tula , herederos dela tradicin teotihuacana, se dancuenta de que hanperdidoun elemento impr esci ndible para fortalecer suposicin domi

    nadora, y tratan entonces de arrogarse para s lasvirtudes ytradiciones que adornaban a los nonoalcas. De esta manerapensaban acrecentar suprestigio y consolidar su posicin.

    Esta hiptesis, quepudiera parecer fantasiosa, adems deapoyarse en nuestros desarrollos anteriores, se sustenta en losdatos siguiente que nossuministranlas fuentes.

    No dice Sahagn que al salir Topiltzin-Quetzalcatl deTu la , camino de T l a p a l l a n , se le presentaron unos nigromnticos (embajadores o sacerdotes toltecas) requirindole en lasiguiente forma:

    Que tza l ca t l l le g a otro lugar que se llama C o a h u a p a n , endonde los dichos n i g r o m n t i c o s v inieron a toparse con l, por

    impedirle que no se fuese ms adelante, diciendo al dicho Q u e t

    za l ca t l ; A d n d e os vis? P or q u dejsteis vuestro pueblo?

    A qui n lo e ncome nd ste is? Qui n ha r penitenc ia? 44

    A dnde te encaminas? P o r qu todo lo dejas en olvido?

    Qui n da r cul to a los dioses? l responde a los magos: D e

    n i n g n mo do me es ahor a posible regresar. D e b o irme! D n

    de i r s , Que tz a lc a tl? Vo y, les dijo, a la tierra del Color Rojo,

    voy a adquirir saber. Ellos le d i c e n . . . M u y b i e n est : d e j a

    e n t o n c e s t o d a l a c u l t u r a t o l t e c a . (Por esto dejo a l l todas las

    artes: o r f e b r e r a , tallado de piedras, e ba nis te r a , lab rad o de la

    piedra, p in tu r a tanto de muros, como de cdices, la obra de

    mosaico de plumas.) D et o d o l o sm a g o s s ead uear on . Y l en

    tonces a l l a rroj al agua sus collares de gemas, que al mom ent o

    en el agua se hundieron.45

    Po r tales datos, conjeturamos que el gran estadista e idelogo de los mexica, Tlacaiel, tuvo su fuente de inspiracinen estos hechos de lostoltecas. Por que el texto citado arribano deja lugar a dudas, primero, sobre que las gentes quesalieron junto o detrs deQuetzalcatl, losnonoalcas, fueronen verdad losautnticos artfices, sabios y sacerdotes que hi-cieron posible el surgimiento de la cultura tolteca. Esdecir

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    que a ellos y no a los toltecas refiere la palabra Toltecyott.Segundo: el texto hace ver bien claramente que los toltecasde algun a manera se apoderaron de la cultu ra y civilizacinque se llevaban consigo los seguidores de Quetzalcat l l osnonoalcas. Es decir, que bi en reteniendo a algunos de estosseguidores de Quetzalcatl o hacindose pasar posteriormente

    como los representantes de esa cultura, los toltecas pasarondespus a la historia como los artfices por excelencia, cuando como hemos visto no pasaban de ser apenas un pueblo enproceso de aculturacin.

    Si n embargo, el hecho de que el primer gran investigador de nuestras culturas antiguas, fray Bernardino de Saha-gn, propagara la idea entre sus contemporneos de quelos toltecas fueron, en el mundo antiguo, los representan-tantes por excelencia de todo aquello que significa cultura ycivilizacin, dio motivo a que esta ficcin de los toltecas seconvirtiera en una verdad inobjetable, que ninguno de nues

    tros investigadores contemporneos se ha atrevido a poner enduda. Po r el contrar io, al aceptarse como verdad lo que losinformantes de Sahagn y otras fuentes aztecas nos trasmitieron, los toltecas aseguraron en la historia esa aureola degrandeza que matiza todos sus hechos en las narraciones contemporneas.

    Sin embargo, como hemos visto aqu (infra. II), la enormecontradiccin que se adverta entre lo declarado por las fuentes acerca de los toltecas y lo que ha podido descubrirse deesta cultura, nos condujo, a travs de diversas etapas, a consi

    derar el problema bajo un nuevo punto de vista.E l mtodo seguido nos llev a conclusiones sorprendentescuando analizamos el problema de los nonoalcas, grupo queahora se nos revela, por sus innegables ligas con la grancultura teotihuacana y por su estrecha asociacin con Ce

    Ac atl Topiltzin Quetzalcatl, como el pueblo que hizo posible el desarrollo cultural de T u l a y a quien se debe, propiamente, la cul tura tolteca. Dent ro de este contexto, es posibleentender ahora con clarida d las referencias a Teoti huacncomo el origen y cuna de la Toltecyotl, puesto que en realidad fueron sus descendientes y representantes culturales quie-

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    nes llevaron el conocimiento de ese pasado a Tula . A l o sn o n o a l c a s p u e s l e s c o r r e s p o n d e legtimamente e l t i t u l o d e

    artfices y s a b i o s , p u e s t o q u ef u e r o n e l l o s y n o l o s t o l t e c a s

    q u i e n e s l l e v a r o n a T u l a l a l e y e n d a q u eo r n a b a a T e o t i h u a -

    cn c o m o e l l u g a r d e n a c i m i e n t o d e l o sd i o s e s y d e t o d a s l a s

    c o s a s . L o s n o n o a l c a s , adems d e e s t a r i c a tradicin, l l e v a r o n

    c o n s i g o l o s c o n o c i m i e n t o s y l a s tcnicas d e l a a n t i g u a g r a nc u l t u r a . Slo que, en virtud de este embuste genial, los toltecas se arrogaron par a s los mritos y caractersticas quedistinguan a este puebl o. Poco tiempo despus, los aztecas,por razones semejantes, reforzaron este engao, que ha llegado hasta nosotros a pesar de las evidentes contradicciones queenvuelve y que precisamente hacen obscuros muchos de losacontecimientos relacionados con Tula.

    Ahora bien, si esta hiptesis nuestra tiene alguna consistencia, forzosamente tendr que resolver las contradiccionesprincipales que ha originado la impostura de los toltecas:

    concretamente ha de servirnos para aclarar los problemasesenciales que aqu hemos abordado referentes a Teotihua-cn-Tula-Quetzalcatl-La Toltecyotl.

    E n pr ime r lugar consideramos que nuestra hiptesis resuelve las contradicciones entre la gloriosa tradicin cultural quese atribuye a los toltecas y los restos materiales indudablemente incomparables con esa tradicin, hallados en Tula.L a discrepancia entre lo que se declara en las fuentes yla rea lid ad que muestra T u l a se explica porque, como loseala nuestra hiptesis, las referencias de las fuentes noaluden ni a los toltecas ni a Tula , sino a los nonoalcas y a

    Teo tih uac n. Es decir que las fuentes refieren a un a tradicin cultural que era patrimonio de los nonoalcas, ltimosrepresentantes de la gran cultura teotihuacana y no a los toltecas invasores, recin llegados al Valle de Mxico.

    Como vemos, esta hiptesis vuelve difana la contradiccin entre Teotihuacn y T u l a en relacin a la Toltec-y o t l . E n efecto, si las virt udes y excelencias que las fuentesle atribuyen a los toltecas no concuerdan con los restos deT u l a , pues al contrario remiten a Teotihuacn, ello se debea que en su origen tales referencias se relacionaban con

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    los nonoalcas, con los hombres que al llegar a T u l a hablaban de su lugar de origen como el sitio donde haban sidocreadas todas las cosas: la escritura, las artes, la agricultura,el calendar io, etc. Po r otro lado, a estos nonoalcas corresponde el ttulo de grandes artfices y no a los toltecas; noslo porque de hecho lo eran ante los semibrbaros toltecas,

    sino porque adems fueron ellos indudablemente los que consus manos y conocimientos edificaron T ul a y la cultu ra tol-teca. L a confusin naci cuan do al salir de T ul a este pueblo,los toltecas se arrogaron para s tanto el pasado de que habl ab an como los conocimientos que los distinguan, de estemodo se cre la leyenda de grandes artfices que luego caracteriz a los toltecas.

    As pues, ahora podemos entender con clari dad la raznpor la cual las fuentes inexplicablemente le atribuyen a lostoltecas conocimientos y virtudes que histrica y sociolgicamente no era posible adjudicarle a un pueblo seminmada,

    sin tradicin cultural, que llega al Valle de Mxico desconociendo no slo las artes sino aun l a agr icul tur a misma.

    Evidentemente la Toltecyotl no tuvo su orig en en lascreaciones de este pueblo ni refera tampoco a su cultura.Pensar de esta manera equivale a considerar a los pueblosde tradicin clsica, asentados en el Valle, como otros brbaros, que haban perdido toda relacin y contacto con el mundo del que descendan. Eq ui va le a pensar que l a cult ura ylos conocimientos que se desarrollaron en el mundo clsicohaba desaparecido por completo en esta poca y, en consecuencia, que fueron los conocimientos trados por los gruposinvasores del norte los que hicieron posible el renacimientocultural que se observa a partir de los toltecas. Es, por elcontrario, la supervivencia de los conocimientos y tcnicasdel mundo clsico lo que permite el rpido y extraordinariodesarrollo de los pueblos histricos, que encuentran en el

    Va lle un fondo cultural y tecnolgico, el cual facilita e impulsa el rpido desarrollo de estas culturas nuevas.

    Estos desarrollos confirman plenamente nuestra creenciaacerca de que el concepto de la Toltecyotl naci entre losnonoalcas y refera sin duda a Teoti huacn. Alu da al arte,

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    la cienci a y los ideales del mun do clsico. Y es seguro queeste concepto de la Tontecyotl, es deci r el pasado glor iosodon de haban teni do su origen las ciencias, las artes y todoel conocimiento, asuma entre estos nonoalcas la forma deun a Edad Dorada. Posteriormente los toltecas, al adjudicarseeste pasado mtico y legendario que en algo ya compartan

    culturalmente, prolongaron no nicamente los conocimientos sino la leyenda misma de una Edad Dorada. En este sentido es particularmente notable observar cmo, a partir deeste momento, la figura de Quetzalcatl resume todo este pasado glorioso, mtico, legendario y fabuloso. E n Quetz alcatl, el sacerdote deificado, se resume finalmente la leyendade una edad dorada. Cuando Quetzalcatl gobernaba todoera feliz y los frutos se daban en abund anci a. E l algodn erade distintos y bellos colores y no haba necesidad de tinturas,n i era necesario grandes esfuerzos para obtener el sustentode la tierra.

    L a mistificacin que a partir de este momento sufre Quetzalcatl es seguramente tambin obra de los nonoalcas y detodos los otros descendientes del antiguo mundo clsico, queal ser dominados y lentamente expulsados por las tribus in -vasoras del norte, proyectan todas sus insatisfacciones en estafigura esplndida que resume todo el mundo ideal pasado.Quetzalcatl es ahora un mito cultural, una figura que evocaun mundo ideal perdido.

    A su vez, la impos tur a de los toltecas se fortalece enormemente cuando Topiltzin es elevado al rango de dios. L a deificacin de Ca Acatl Topiltzin vino a significar un prestigio

    mayor para los toltecas, puesto que al fin y al cabo Topiltzin s era un tolteca y haba gobernado como rey y sumosacerdote en la T ul a de los toltecas-chichimecas. De estemodo, aun cuando los toltecas seguramente no decidieron ladeificacin del sacerdote pecador, puesto que ellos siguenmantenindose fieles a su dios Tezcatlipoca, al ser elevadoTopiltzin-Quetzalcatl a la categora de dios viene a reafirmarse su ficcin anterior, alcanzando la palabra tolteca unlustre y una significacin ext rao rdi nari a en el Va ll e de Mxico.

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    A partir de este momento, la figura de Quetzalcatl iniciauna nue va etapa. E n adelante, aun a pesar de las sincretiza-ciones que sufre en la poca del im per ial ism o azteca, su fi gura deja de referir a un elemento o advocacin determinadapara ser cada vez ms un autntico mito. Su figur a sigueenriquecindose de modo incesante hasta llegar a ser el punto

    central de confluencia de todas las leyendas y hechos importantes que ocurren en el Mxico Prehispnico. Quetzalcatles, sobre todo, el ncleo donde confluyen y cobran sentido,

    viven y se recrean constantemente todos los sueos e insatisfacciones humanas: es el salvador, el profeta, el dios bueno,el sacerdote por excelencia, la suma de la virtud y de la cultura: la h u m a n i d a d i d e a l i z a d a . Es esta caracterstica pre cisamente, el ser el recipiente de los anhelos terrenales de unahumanidad insatisfecha, la que convierte a Quetzalcatl enla figura ms bel la y trgica de nuestra historia.

    Ninguna otra personalidad resume como Quetzalcatl elgran conflicto del hombre: l es, idealmente, desde los tiempos prehispnicos, todo lo que el hombre no ha podido seren su existencia terrenal. Y porqu e nada de lo que el hom

    bre ha proyectado de s mi sm o en Quetzalcatl ha sido alcanzado en la vida real, es porque Quetzalcatl llega hasta nosotros con fuerza tan tremenda. Tal parece, pues, que es unafigura inmortal.

    Agreguemos, finalmente, que la destruccin de los cdices y de los libros pintados de la historia tepaneca ordenadapor Itzcat l a instancias de Tla ca lel, hacia 1428, no hiz o ms

    que reforzar extraordinariamente la impostura histrica cometida por los toltecas. Recordemos que esos archivos losobtuvieron los mexica durante la toma de Atzcapotzalco yseguramente provenan de Culhuacn, es decir que estosarchivos trataban probablemente de los hechos histricos ocurridos durante los siglos x y xi.

    Para terminar, transcribimos un texto en el que se dicecmo y por qu fueron quemados por los aztecas los librospintados de la historia tepaneca. E l ejemplo ilustra lo anteriormente dicho sobre toltecas y nonoalcas.

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    L M. IV . Lado principal tic la estela i , enco ntra da en Xochicalco. E n

    el centro aparece la representacin de OueU alt al l (segn Senz) .

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    Se guardaba su historia

    pero, entonces fue quemada

    Los seores m e x i c a dijeron:

    no conviene que toda la gente

    conozca las pinturas.

    Lo s que es tn sujetos (el pueblo)

    se e c h a r n a perder

    y a n d a r la tierra torci da

    porque a l l se guarda mucha mentira

    y muc hos en ellas han sido tenidos por dioses as

    Consideracin f i n a l

    Tanto el estudio del proble ma Tula-Teotihu acn, comoel de Quetzalcatl y la Toltecyotl, nos han revelado, en sufondo, una misma y comn problemtica que vale la penadestacar: el examen de estos conceptos ha puesto en evidenc ia las confusiones que origina un mtodo inadecuado en elestudio de nuestras antiguas culturas. Sobre todo el caso de

    Quetzalcatl y la Toltecyotl, ha demostrado que no es correcto estudiar las culturas anteriores al siglo xiv sirvindoseexclusivamente de las fuentes histricas que nos legaron loscronistas, informantes e historiadores del siglo xv y xv i.

    Si en otro tiempo la carencia de estudios arqueolgicossuficientes y cientficos hizo posible el que los investigadorestendieran a considerar a las fuentes escritas como el nicoinstrumento vlido para el estudio de nuestro pasado, hoytenemos ante nosotros un panorama esencialmente distinto.Sobre todo cuando, como hemos visto, este mtodo ha resultado especialmente mistificador, por cuanto que extiende

    una visin d e l m u n d o propia de la cultura azteca a culturasy sociedades tan distintas y separadas de ella como la teoti-huacana.

    A ello es menester agregar un vicio de origen en el estud io de nuestro pasado prehispnico. Este vici o original tienesu explicacin en la manera cmo se inici el estudio denuestras antiguas culturas: de adelante para atrs y a travsde las fuentes escritas exclusivamente. Este mtodo, producto de la necesidad y de la poca, ha provocado no pocasequivocaciones y ha creado, p o r s u s o l a prctica, problemas

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    que propiamente no obedecen a la problemtica interna delos hechos estudiados, sino que son consecuencia dire ctade esta forma especial como empez a estudiarse nuestrahistoria.

    As po r ejemplo, todo el pro bl em a re la tivo a la tradaTula-Teotihuacn-La Toltecyotl, moti vo de abundantes y

    acaloradas polmicas, tiene su raz en el hecho de que, comolas fuentes escritas hablaban de una ciudad fabulosa construida por no menos legendarios artfices, la mayora de nuestros historiadores al descubrirse Teotihuacn pensaron queesta y no otra era la ci ud ad a que se referan las fuentes. Deigual manera, como las fuentes hablaban maravillas y noescatimaban elogios al supuesto arte de los toltecas, por mucho tiempo se atribuy a este pueblo toda la gran culturaque floreci en e l centro de Mxico. Es decir que simplemente se trataba de adecuar los descubrimientos arqueolgicos a aquello que referan las fuentes.

    Lo s ejemplos en este sentido pueden multiplicarse indefinidamente. Baste aqu sealar que el estado actu al de losconocimientos arqueolgicos relativos al mundo antiguo exige enfocar ahora las investigaciones desde un punto de vistaradicalmente diferente. Y en el caso concreto de las fuenteshistricas, se impone la revisin crtica de stas con objetode precisar su carcter y aclarar las alteraciones y mistificaciones que a travs de ellas sufri la historia ms antigua.Po r lo dems, su importa nci a y validez se limita a la pocallamada histrica y no tiene por qu aplicarse al estudio delas culturas ms remotas, salvo de manera c o m p l e m e n t a r i a .

    Otra consideracin nacida de este primer acercamientoal pasado prehispnico es la rel ati va a la figura seera deQuetzalcatl. En virtud de un proceso mistificador de siglos, de cambios religiosos, de sucesivas sincretizaciones, deadecuaciones polticas e ideolgicas y de otros muchos factores, la antigua deidad Serpiente Emplumada al identificarseposteriormente con el personaje Quetzalcatl, se convirti enun autntico mito. Quiz por ello, gracias a este fenmenoextraordinario, lo que menos importa ahora es conocer elsignificado original que alguna vez tuvo esta deidad, cuanto

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    saber el proceso e interpretaciones que la figura de Quetzal-catl ha sufrido a travs del tiempo. E indiscutiblementeque el mito de Quetzalcatl tiene ahora una importanciamayor por su historia misma, que por lo que hubiera significado alguna vez para ciertas gentes. Y la historia de estemito es simplemente maravillosa.

    L a Serpiente Emp lu mada, de deidad de las aguas y larenovacin vegetal en Teotihuacn 11, pasa a ser, a travs deXochicalco, Tajn, Cholula, mayas, toltecas y aztecas, hroecultural, lucero de la maana y de la tarde, dios del' vientoy de los comerciantes, profeta, demiurgo, hechicero, mago, paradigma del sacerdocio, gran pecador, dios creador, salvador,etc. Y, ms tarde, en nuestra histor ia postcortesiana, instrumento de la evangelizacin, misionero cristiano, redentorde l indgena, representante del nacionalismo surgente, sm

    bo lo de cu lt ur a y hroe de incontables narraciones, fbulas,poemas, dramas, novelas, historias, etc. L a lista de hechos

    y leyendas que esta figura portentosa evoca es interminable.Lo signifi cat ivo es que al nacer esta ent ida d en el siglo 11,

    no naci una deidad propiamente, sino un individuo: se creun a pers onal idad . U n ser que al correr de los aos, como unapersona, tuvo su propia historia y sigui desarrollndose segn sus propias leyes hasta incorporar en ella, como un dios(en el sentido de Feuerbach o de Marx) las insatisfaccionesy los anhelos de los hombres. Por que si en muchos casosQuetzalcatl asume la trgica condicin humana como es elcaso de Osiris tambin y padece y sufre como un ser humano cualquiera, otras veces resume y proyecta en su figura

    todo lo que el hombr e ha queri do ser y no es. Y a l recogeren su per son ali dad mtica las preocupaciones y los interesesde l hombre contemporneo Quetzalcatl ha devenido a u ncuando sus orgenes se retrotraen a un pasado remoto unmito n u e s t r o .

    N O T A S

    1 Vase l a A d v e r t e n c i a a U n a El ega T o l t e c a , d e W a l t e r L E H M A N N ,

    M x i c o , P u b l i c a c i o n e s d e l a S o c i e d a d M x i c o - A l e m a n a A l e j a n d r o d e H u m

    b o l d t . 1 941, p p . 3 y ss.

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    2 El resultado de estas exploraciones, junto con otros documentos,

    planos, f o t o g r a f a s y estudios relativos a T e o t i h u a c n se encuen tra en

    el primer tomo de L aPob l a c in d e lV a l l e d eTeot ih ua cn, M x i c o , 1922.

    3 Informantes I n d g e n a s de S a h a g n , Cd ice M a t r i t e n s e d e l a R e a l

    A c a d e m i a d eH i s t o r i a , T r a d . por M i g u e l L e n - P o r t i l l a ; cit. por Demetrio

    S O D I en "C onsi derac iones sobre el origen de la To l t ecyo t l " , E s t u d i o s d e

    C u l t u r a N hu a t l , M x i c o , U N A M , 1962, V o l . 111, p p . 56-7.

    4 V a s e Antonio G A R C A C U B A S , B ol etn d e l a S o c i e d a d M e x i c a n a d e

    Geog r af a y Estad sti ca, t. 1, M x i c o , 1873, y tambin Dsire C H A R N A Y ,

    L e s a n c i e n n e s v i l l e s d un o u v e a u m o n d e , Paris, 1885.

    5 Jorge A C O S T A , " L a ciudad de Q u e t z a l c a t l " , en C u a d e r n o s A m e r i

    c a n o s , mayo-abri l de 1942, n m . 2, p g . 121 y ss.

    6 "Exploraciones en T u l a , Hidalgo , 1940 ", en R e v i s t a M e x i c a n a d e

    E s t u d i o s An t r o p o lg i c o s . N m . 3, tomo cuarto, 1940.

    T I b i d . , p . 192.

    8 V a s e " L a ciudad de Q u e t z a l c a t l " , p . 120 y ss.

    9 " T e o t i h u a c n , T u l a y los toltecas", en R u n a , Archivo para las

    Ciencias de l H om br e , V ol . m, Buenos Aires, 1950, p . 70.

    1 0 S O D I , "Cons idera cion es sobre el origen de la To l t ecyo t l " , p . 55

    no ta nm . 2. Vase tambin Angel Mara K . G A R I B A Y , pi ca Nhu at l ,

    M x i c o , U N A M , 1945,

    p . 137.

    11 H i s t o r i a G e n e r a l d el a scosas d eN u e v a E sp aa , Ed . anotada po r

    n g e l M a r a G A R I B A Y . M x i c o , P o r r a , 1956, t. m, L ib ro d c i m o , p . 184.

    Toda s las citas posteriores de S a h a g n refieren a esta edicin.

    12 " T u l a , l a supues ta capi tal de los toltecas", en C u a d e r n o s A m e r i

    c a n o s , enero-febrero de 1954, pp . 161-2.

    1 3 S A H A G N , o bc i t . , t. m , libro d c i m o , p. 184.

    14 " T e o t i h u a c n , la ciud ad sagrada de Q u e t z a l c a t l " , en C u a d e r n o s

    A m e r i c a n o s , mayo-junio de 1954, p p . 177-205. Vase tambin de la mis

    m a autora: " E l mensaje de Q u e t z a l c a t l " , en C u a d e r n o s A m e r i c a n o s ,

    septiembre-octubre de . 9 5 4 , y P e n s a m i e n t o yRe l i g i n e n e l Mx i co A n

    t i g u o , M x i c o , F . C . E . , 1957, p . 28 y ss.

    1 5 S A H A G N , o b .c i t . , t. 1, Prl . , p p . 29-30.

    1 "Co nsid eraci ones sobre el orige n de la To l t ecy o t l " , o b . c i t .

    1 7 I b i d . , p . 55.

    1 8 " U n a c o n c e p c i n n