La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado...

88

Transcript of La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado...

Page 1: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar
Page 2: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

SeducidoporelcochedesuamigoHusseinyempujadoporlamiseriaylafaltadeespectativas,Saíd,unjovenmarroquí,decidedejarsupueblo,Chauen,asufamilia,asusamigosyaJamila,lamuchachaqueama,paralanzarsealaaventuradeabrirsecamino en Barcelona. Peromuy pronto comprueba que el odio y la violencia sonmonedacorrienteenlavida,sobretodoenlavidadeuninmigrante.

ebookelo.com-Página2

Page 3: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

JosepLorman

LaaventuradeSaídGranangular:Alertaroja-4

ePubr1.0Titivillus26.04.2019

ebookelo.com-Página3

Page 4: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

JosepLorman,1995Editordigital:TitivillusePubbaser2.1

ebookelo.com-Página4

Page 5: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

ebookelo.com-Página5

Page 6: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

AgradezcosucolaboraciónaSOSRacismo,alCentrodeInformaciónparaTrabajadoresExtranjerosdeComisionesObreras(CITE),alCentrodeServiciosSocialesdeCiutatVella,alCentrodeInmigracióndeCaritasDiocesanay,

especialmente,aNuriaVives,ItaEspinosa,CristinaZamponi,XavierOlivé,KahlibFarsan,JordiCapdevilayÁlexMasllorens.

ebookelo.com-Página6

Page 7: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

«Crecertambiénessaberquelatristezayhasta la afrenta no son, por suerte,exclusiva de los viles, sino un grotescopatrimoniodetodos,yqueporlosojosdelos marginados, de los pobres, de losvencidos, se nos va a todos el gozo devivirarmoniosamenteyconalegría».

MiquelMartiPol

ebookelo.com-Página7

Page 8: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

1.Harrag[1]

EL PATRÓN de la patera[2] detuvo elmotor y se encaró con los cinco hombres quellevabaabordo.Elsúbitosilencioparecíahacerlanochetodavíamásoscura.Apenasseveíanunosaotros,peseaqueestabanenunaembarcacióndeseismetrosescasosdeeslora.

—Finaldetrayecto—dijoelpatrónconvozronca—.Ahoratenéisquesaltaralaguayalcanzarlaplayanadando.

Los hombres lomiraron, sorprendidos. Parada, la embarcación semovía de unladoaotrocomosifueseuncorcho.Nosepodíadecirquelamarestuviesepicada,perotampocoestabaencalma.

—¿Quédices?—saltóunodeellos—.¿Tehasvueltoloco?—Yonosénadar—dijoSaíd,elmásjoven.—¿Ylasbolsas?—apuntóotro.—Yaoslasguardaréyo—contestóelpatrónconsorna.—¡Perosinosevelacosta!—¡Claroqueseve!Miradaquellas lucesdeallí…Ahora.¿Lasveis…?Loque

pasaesqueeloleajelasoculta,perolaplayaestáamenosdequinientosmetros.Deellopodéisestarseguros.

—Eltratonoeraéste.Tienesquellevarnoshastalaplaya.—Mira,amigo,yonomelajuego.Haymuchavigilanciaynoquieroquedarme

sin barca. Además, el trato era que os llevaría hasta la costa española. Pues ahídelantelatenéis.

—¡Eresuncabrón!¡Nosaltaremos!—¡Ya lo creoque saltaréis!—dijo el patrón endureciendo el rostroy cogiendo

una barra de hierro que había junto al timón—. ¿Verdad que saltarán, Sherif?—añadiódirigiéndosealmarineroqueestabaenlapopa,detrásdeloshombres.

—¡Claro,patrón!¿Quiénquierequeseaelprimero?Ymientras decía esto, Sherif se levantó. Era un hombre corpulento y de cara

ancha,ocultatrasunabarbanegrayrizada.Enlasmanosllevabaunodelosremosdelabarca,queblandíaamenazadoramente.

—Ese bravucón que acaba de decir que no van a saltar—respondió el patrón,sonriendo—.Leharemosdarejemplo.

ElmarinerotocóconelremoelhombrodeAbdeslam.—Nopodéis hacernos eso.Moriremos ahogados—se lamentó el que estaba al

ladodeAbdeslam—.Nopodemosnadarquinientosmetrosconestamarydenoche.

ebookelo.com-Página8

Page 9: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Sois jóvenesyfuertes—dijoelpatrón—.Seguroquepodéishacerlo.Unoescapaz de cualquier cosa cuando no tiene otra alternativa. Y os aseguro que no latenéis.¿Verdadqueno,Sherif?

—No, patrón, no les queda otra alternativa. Venga, tú, levántate—y volvió agolpearelhombrodeAbdeslam,estavezunpocomásfuerte.

Abdeslamse levantó lentamentey, depronto, se abalanzó sobreSherif.Fueungesto desesperado e inútil porque el marinero, que esperaba una reacción comoaquélla,leclavóelremoenelpechoyloempujóhaciaatráscontodassusfuerzas.Abdeslamtropezóconelhombrequeteníaasulado,perdióelequilibrioycayóporlaborda.Enelúltimomomentopudoagarrarsealescálamo.Alverlo,Sherifdescargóun golpe brutal en las manos de Abdeslam, que con un grito de dolor se soltó ydesaparecióenlanoche.

—¡Asesinos!—gritódesdeelagua.Peroyanoseleveía.DosdeloshombresaprovecharonqueSherifsehabíaquedadoinclinadocercade

labordaparalanzarsesobreéleintentartirarloalagua,peroelgigantónaguantólaembestida.Ungolpedemarderribóa los tres,quecayeronpor labordahechosunovillo.

—¡Patrón!—gritóSherif,chapoteandofrenéticamente.Elpatrónlevantólabarradehierro,amenazador.—¡Venga,vosotrosdosalagua!PeroniSaídnielotrosemovieron.—¡PorAláquevais a saltar al agua!—dijo el patrón, apartándosedel timóny

acercándosealosdosquequedabanabordo.—¡Patrón,ayúdeme!—volvióagritarSherif.Suvozeradesesperada.Eloleaje loalejabade labarcay,peseaquebraceaba

paraacercarse,noloconseguía.Delosotrosdos,igualquedeAbdeslam,noseveíani rastro. Seguramente habían optado por nadar hacia la costa, o quizá se habíanahogado. Al ver que el patrón se acercaba, el compañero de Saíd se levantó delasientoydespuésdemurmurarunapresurado«queAlámeproteja»,selanzóalagua.Saíd,conungestorápido,cogióelotroremodelfondodelaembarcación,yplantócaraalpatrón.

—¡Ayuda!LavozdeSherifseoíacadavezmáslejana.—Así que quieres gresca, ¿eh, chico?—dijo el patrón, deteniéndose justo a la

distanciadelremo.—Nosénadar—repitióSaídconunhilodevoz.—Puestendríasquehaberaprendido.Elbalanceodelaembarcaciónhacíadifícilmantenerseenpie.Poreso,cuandoel

patrón vio queSaíd se desequilibraba ligeramente, aprovechó la circunstancia paraacercársele.Elmuchacho,enlugardeintentarmantenerelequilibrio,sedejócaeralfondo de la barca, al tiempo que giraba el remo con todas sus fuerzas. El patrón

ebookelo.com-Página9

Page 10: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

recibióelgolpede lapaladel remoenpleno rostroycayóde ladosobre laborda.Antes de salir del aturdimiento del trompazo, sintió que la punta del remo se leclavaba en el costado y lo empujaba con fuerza. Instintivamente, se agarró a él y,cuandoSaídlosoltó,remoypatróncayeronalagua.Saídvioqueelhombreasomabalacabezajuntoalaembarcaciónyestirabalosbrazoshastaagarrarsealaborda,pero,peseasusesfuerzos,noconseguíasubir.

—¡Hijodeputa,ayúdameasubir!PeroSaídno semovía; estabaquieto, sentado en el bancodemadera,mirando

hipnotizadoalpatrón,queintentabasubirunayotravezsinlograrlo.—¡Tellevaréalaplaya!¡TelojuroporAlá!Si el patrón hubiese visto la mirada inexpresiva de Saíd, habría comprendido

enseguidaqueaquelmuchachodepocomásdedieciochoaños,quehabíadecididoemprenderlaaventuradeemigrar,noleayudaría.Estabademasiadoalteradoporlabrutalidad de la escena que acababa de vivir y no tenía ni el valor ni las fuerzassuficientes para enfrentarse a él de nuevo; lo dejaría allí colgado, sin hacer nada,hastaqueelagotamientoyelfríolorindiesenyentregasesucuerpoalmar.

—¡Nopuedomás!¡Ayúdame!¡Alátemaldecirátodalavidasimedejasmorir!Portodarespuesta,Saídcerrólosojos,setapólosoídosycomenzóamurmurar

losnoventaynuevenombresdeAlá.—AláelClemente,AláelMisericordioso,AláelRey,AláelSanto,AláelDios

delaPaz,AláelFiador…La tradición musulmana decía que quien conociese todos los nombres de Alá

entraríaenelParaíso,hicieseloquehiciese.

CuandoSaídvioentraraHusseinenlapanadería,nopodíacreérselo.—¡Hussein!¿Quéhacesaquí?Losdosamigosseabrazaron.—Hevenidoaveralafamilia.—Creíaqueyanoteacordabasdenosotros.¿Cómoestás?—Bien,muybien.—Saíd,tienestrabajo,yacharlaréisenotraocasión—graznólavozdesagradable

deMahmut,elpanadero.—Tú,tanamablecomosiempre,¿verdad,Mahmut?—dijoHusseinconironía—.

Bien,yamevoy.Noquierodistraeratuesclavo.Saídsesintióincómodoporelcalificativodesuamigo.—Esquetengoqueirarepartirelpan—dijo,deseosodeevitarunadisputaentre

supatrónyHussein—.Amediodíaestarélisto.Siquieres,quedamos.—Deacuerdo.Yoestaréencasa.Pasaarecogerme.CuandoHusseinsaliódelapanadería,MahmutseencaróconSaíd.

ebookelo.com-Página10

Page 11: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Noséporqué tienequeveniraverteaquíese fanfarrón.¿Nosabequeestástrabajando?

—Sólohaentradoasaludarme.Hacíamásdedosañosquenonosveíamos.—¿Ynopodíaesperaraqueterminases?Saídoptópornodecirnadamásycontinuóponiendoelpanenlacestaparasalir

a repartirlo.Mahmut estaba cadavezmásdesagradable, y laúnica formade evitarbroncaseranollevarlelacontraria.Aunasí,nohabíadíaenquenoseenzarzasenporunacosaoporotra.Llevabacincoañostrabajandoenlapanadería,yMahmutdebíadepensarqueeraelmismochavalquecuandocomenzó;noqueríadarsecuentadequeyanopodíaregañarlecomoauncrío.ASaídcadavezlecostabamásmorderselalenguaparanomandarloalcuerno.Sinohubierasidoporquenecesitabaneldineroencasayeltrabajoestabatanmal,yalohabríaplantado.Sólofaltabalaarpíadesumujer, desconfiada hasta el extremo. Cuando el muchacho volvía de repartir, ellacontaba y recontaba el dinero que le entregaba, y pobre de él si faltaba un solodirham.Entonceslotratabadeladrón,porlomenos.Yapodíaexplicarlequealguiennolehabíapodidopagar,quelepagaríalapróximavez.«Puessinopaga,noledejesel pan», le decía ella. Para evitarse problemas, Saíd había tomado una decisión:cuandoocurría esoponía eldinerode subolsilloy lo cobrabamásadelante,queamenudonoeracuandolesllevabapanotravez,sinocuandopodían.Enelbarrionosobrabaeldinero.

HusseinySaídhabíancrecidojuntosenelmismocallejóndelbarriomáspobredeXauen.HusseineramayorqueSaídyesohabíahechoqueéstelomirarasiempreconadmiraciónyrespeto.Paraél,rodeadodehermanas(teníacuatrohermanas,dosmayores que él y dosmás pequeñas),Hussein había sido como el hermano que lehubiesegustado tener.Poreso sintió tantoquedecidiera irseabuscar trabajoenelextranjero.Habíanpasadocasitresañosytodavíarecordabasuspalabras:

—Mevoy,Saíd.Estoyhartodeestamiseria,ylaúnicaformaquetengodesalirdeellaesmarcharmealextranjero.

—¿Yquédicentuspadres?—No les gusta la idea, pero los he convencido. Boutahar está trabajando en

Marsellaymandadineroasucasa.YAbdelkaderestáenParís.Atodoslesvamejorqueaquí.

—¿Ynosientesdejarelbarrio,losamigos…?«Amí»,pensóSaíd,peronolodijo.—No.Estebarrionomehadadonada.Nienmi infancia,niahora,Asíqueyo

tampocoledebonada.AunqueSaíderaconscientedequesurelaciónhabíaidocambiandoamedidaque

sehacíanmayores,lasásperaspalabrasdeHusseinledolieron.Alcrecer,Husseinsehabíaconvertidoenunmuchachoinquietoyambicioso,llenodeamargura;nohabíaen el barrio ningún trabajo que le gustase, y al final siempre se despedía demalamanera.Precisamente,SaídentródeayudantedelpanaderocuandoHusseindejóel

ebookelo.com-Página11

Page 12: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

trabajo sin más ni más. «Mañana no vendré», le dijo Hussein a Mahmut un día.«Estoyhartodehornearyrepartirpan,ydeaguantarteatiyalaroñosadetumujer».Y en efecto, no volviómás. Después estuvo unosmeses en una barbería, y de labarberíapasóalhotelAAsmaa,elmejordeXauen,perotampocoallíestuvomuchotiempo.Saíd recordóque, cuando semarchóal extranjero,Hussein trabajabacomocamareroenuncafédelaplazadelmercado.

LosdosamigosseencontraronalmediodíayHussein invitóaSaída tomarunrefresco.Salierondecasaysedirigieronalmercado.Porelcamino,SaídadvirtióporprimeravezelcambioquesehabíaproducidoenHussein.Ibabienvestido,conunconjunto de camisa y pantalón vaqueros de marca y llevaba un buen reloj en lamuñeca.

—Parecequetevanbienlascosas.—Nomepuedoquejar—dijoHussein,displicente.—¿YporquétequedasteenBarcelona?—Porcasualidad.IbahaciaParísymedetuveenBarcelona.Laciudadseestaba

preparandoparalosJuegosOlímpicosyhabíabastantetrabajo.Preguntéenunpardeobrassinecesitabangente,ymecogieron.Yyanomehemovido.

—¿Yaúntrabajasenlaconstrucción?—No, eso fue al principio.Después cambié, era demasiadoduro.Trabajabaun

montón de horas y cobraba una miseria. Además, cuando terminaron las obrasolímpicas,dejódehabertrabajo.

—Yahora,¿quéhaces?—preguntóSaíd.—Negocios—contestóHusseinconunasonrisamisteriosa.A pesar de que era la hora demás sol, en las calles que rodeaban elmercado

todavía había gente. En la plaza, los vendedores recogían los puestos, y el sueloestabaHenodepapeles,cartones,cajasvacías,plásticosybasura.LosdosjóveneslaatravesaronycuandoSaídcreíaque ibanaentrarenelcafédondehabía trabajadoHussein,éstelocogióporelbrazoytiródeél.

—Ven,quieroenseñarteunacosa.Dejaron la plaza y Hussein lo condujo hasta la avenida de Hassan II. Cuando

llegaron delante de un coche con matrícula española, Hussein se detuvo, sacó lasllavesdelbolsilloyloabrió.

—Venga,sube,quevamosadarunavuelta.—¿Estuvoestecoche?—preguntóSaíd,admirado.—Deltodo.El coche no era unamaravilla, pero arrancó a la primera, y los dos amigos se

dirigieronalaplazadeMohammedy,desdeallí,alacarreterageneral.—Tehabrácostadoundineral—insistióSaíd,quenoacababadecreersequesu

amigotuvierauncoche.—Trescientasmil pesetas.Unos veinticincomil dirhams.Es de segundamano,

perovabastantebien.HevenidodesdeBarcelonahastaaquísinningúnproblema.

ebookelo.com-Página12

Page 13: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Mientras veía correr el paisaje a una velocidad inusual, Saíd pensaba que, enefecto,lascosasdebíandeserdiferentesenelextranjero.Paraquesuamigohubierapodidocomprarseuncochesólotresañosdespuésdehaberdejadoelpueblo,teníanqueserloalafuerza.Élnuncapodríacomprarseunoallí.Ysuespíritu,normalmentetranquilo y resignado, se alteró con el aguijonazo de la envidia. A él también legustaríapoderteneruncochealosveintidósaños.SeguroqueentoncesJamilanolodesdeñaríacomoahora.

—¿Ytú,qué?¿NotedecidesadejaraesedesgraciadodeMahmutymarcharte?—Hussein continuó sin esperar la respuesta de Saíd—.Si te quedas aquí no harásnuncanada.Aquínohayvida.Lavidadeaquíes ir tirandosinesperanza. ¿Aquépuedes aspirar? ¿A tener un día una panadería en nuestro barrio? ¿Y qué es eso?Nada.

Saídescuchabaasuamigoensilencio.Yahabíapensadoenmarcharse,pero leasustabalaidea.Allí,enelbarrio,teníalafamilia,losamigos,eltrabajo,lachicaquelegustaba,yasumanera,erafeliz.ÉlnoeracomoHussein:noteníasuiniciativayaudacia. Por ejemplo, nunca se había atrevido a traficar con hachís con losextranjeros,comohacíaHusseincuandoestabaallí,ycomohacíanlamayoríadeloschicosdelbarrio.Depequeño,casinuncasehabíapegadoalosturistaspidiendo,ycuandolohizofueporquelohacíantodossusamigos…

—Yatelodijecuandomemarchéytelovuelvoadecirahora.Saíd,dejaelbarrioy vete al extranjero. Aquí no hay nada que hacer. Hemos nacido en la miseria ymoriremosenlamiseriasinoponemosremedio.Yelúnicoremedioesemigrar.SiquieresveniraBarcelona…Yoahoraestoybieninstalado.Compartounpisocontrescompañerosyhabríasitioparaunomás…

Laspalabras deHussein sumieron aSaíd enunmarde contradicciones. ¡Claroqueaspirabaamejorarsusituación,quedeseabapoderofreceraJamilaalgomásqueunsueldodemiseria!Peroseresistíaapensarquelaúnicaformadehacerloeradejara la familia, a los amigos, el lugar donde había crecido, y lanzarse a una aventuraincierta.ClaroqueestandoHusseinenBarcelonapodíasertododiferente,másfácil;no tendría que enfrentarse a la terrible situación de encontrarse solo en un paísextranjero,rodeadodegentealaquenoentendía,ysincasa,niamigos,nitrabajo…

ContinuaronhastaSeflianeyallídieronlavueltapararegresar.Elpaisajecorríadelante de lamirada de Saíd como si tuviese vida propia.Bajo el sol, el roquedallucíasusmejorestonosterrosos,salpicadosporelverdeblanquecinodelosmatojos.Aquéllaeraunatierrapobre,queaduraspenaspermitíasobreviviraunapoblaciónqueseafanabaporsacarlealgúnprovecho.Perocadavezeramásdifícil,cadavezhabía más miseria en el pueblo. Por eso eran cada vez más los hombres que semarchaban. Algunos empezaban probando fortuna en las ciudades grandes, Rabat,Casablanca,Mequinez oMarraquech, donde había fábricas; otros, como su amigo,optabanporirdirectamenteaEuropa.Siobteníanelpasaporte,nohabíademasiadosproblemasparasalirdelpaís;perosinoloconseguían,teníanquearriesgarseasalir

ebookelo.com-Página13

Page 14: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

clandestinamenteenalgunabarcadepescaocomopolizonesenbarcosdepasajerosoenmercantes.YdespuésdeestaaventuracomenzabaladeatravesarEspañayllegaraFrancia,BélgicaoAlemaniaparabuscartrabajo.

—¿Quétepareceelcoche?Vabien,¿verdad?—¡Ytanto!¡Esmagníficoquepuedastenercoche!—Mispadresnoselocreían.Elhijoqueyadabanporperdidohaaparecidode

golpeconuncocheycargadoderegalos.Porquenoveas ladecosasquehe traídoparatodos.Atitambiéntehetraídoalgo.

SaídmiróaHusseinentresorprendidoycurioso.Ésteabriólaguanteradelcocheysacóunpaquetepequeño.

—¿Qué es? —preguntó Saíd con un cierto brillo en los ojos. Le habíaemocionadoquesuamigoseacordasedeél.

—Míralo.Saíddesenvolvióelpaqueteyseencontróconunrelojdeesferanegra.—¡Esprecioso!—Venga,póntelo.Saídsepusoelrelojenlamuñecaylocontempló,admirado.Erasuprimerreloj.—Gracias,Hussein—dijoconvozemocionada.—¿Qué hora es? —preguntó Hussein, satisfecho. Saíd dudó. No entendía

demasiadoaquelreloj:sóloteníadosagujasyrayitas;niunsolonúmero.—Pues…, creo que es lo bastante tarde como para queMahmutme eche una

broncacuandollegue—dijofinalmenteSaíd.Ylosdosamigosrieron.

ebookelo.com-Página14

Page 15: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

2.Aladeriva

SAÍDvolvióamirarelreloj.Eralaunadelmediodía.Llevabamásdedocehorassoloyaladerivaenmediodeunmarcadavezmásencrespado.Nohabíasabidoponerenmarchaelmotordelapatera,ysinremosnopodíadirigirlahacialacosta.Elpatrónteníarazón:con laprimera luzdelalba,Saídhabíavisto lacostaespañolabastantecerca;pero,pocoapoco,empujadaporelvientoyeloleaje,laembarcaciónsehabíaido alejando mar adentro, y ahora la costa sólo era una línea en el horizonte. Alprincipiosehabíadesesperado.¡Estabamuycercadesuobjetivoyleeraimposiblealcanzarlo!Peroamedidaquelashoraspasaban,lentas,lentísimas,elagotamientoyla debilidad habían ido calmando su desazón hasta convertirla, casi, en una totalindiferenciaantesusuerte.

Cuandoelpatróndelapateradesaparecióenlanocheconunaúltimapeticióndeayudayélsequedósoloenlabarca,Saídsesintiópresadelpánico.Laoscuridaderaaterradora,yelmar,unbramidoconstantequeloaterrorizaba.Alprincipioleparecióimposible sobrevivir a una noche como aquélla. Creyó que no podría dominar elterror y que moriría de miedo antes de que saliera el sol. Lo único que habíaconseguidonosaltandoalaguaeraalargarsufinal.Y,encogidoenunrincónde labarca,sedispusoaesperarlamuerte.«NohaymásDiosqueAlá,yMahomaessuprofeta».

Sinembargo,losminutospasabanyélcontinuabavivo;temblabasincontrol,elmarlozarandeaba,yeraincapazdepensarconclaridad,peroestabavivo.Y,pocoapoco,sindarsecuenta,sefueadaptandoalanuevasituación.Decuandoencuandoveíaenlalejaníalaluzdeunabarcadepescayseponíaagritarcomounloco.Peroerainútil:elrugidodelasolasahogabalosgritosdesocorro.

Nuncasehabíasentidotaninsignificante.Leparecíaquesuvidaestabaenmanosdelasfuerzasnaturalesquemovíanaquellabarcacomosifueseunapajayqueélerasólounobservadorprivilegiadodeaquelespectáculocolosal.Unayotravez,habíaintentado desesperadamente poner en marcha el motor, pero no había podido.Finalmente,losesfuerzosylatensiónlohabíanextenuado.Norecordabasisehabíaadormecidoono;pero,depronto,elcielocomenzóaclarearyelmaraparecióasualrededorcomounamasanegrayoscilantequelesostenía.Lentamente,lastinieblassefuerondisipando,elaguaadquirióuntonogrismetálicoyelcieloseiluminó.Conlaluz,suespírituseserenóunpoco.¡Habíasobrevividoalanoche!Estabaheladoyentumecido,perovivo,yesoleanimó.

Entoncespensóporprimeravezensusituaciónysedijoquesitodavíanohabíanaufragado,quizádebíaempezarahacersea la ideadequeaquella solitariaderiva

ebookelo.com-Página15

Page 16: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

podíadurarmuchashorasmás,oinclusodías,yqueeraprecisoorganizarse.Saíd registró la embarcación y encontró una botella de agua, pero nada de

comida. La habían consumido toda durante la travesía.Habían salido del pequeñopuertopesquerodeMartillamadrugadaanteriorynavegarondurantetodoeldía.Elpatrón leshabíadichoqueaquella ruta,muchomás largaque laquesueleseguirsepara cruzar el estrecho de Gibraltar, era la mejor para burlar la intensa vigilanciacostera cercadeAlgeciras; queno se preocupasen, que él los dejaría enunaplayadondenohabíaningúnpeligrodequeloscogiesen.¡Cerdo!

Cuando Saíd pensaba en el patrón se estremecía y procuraba quitárselo de lacabeza enseguida. Quería olvidar sus gritos y sus súplicas, sus amenazas, susmaldicionesy,finalmente,susilencio.Noqueríapreguntarsesihabíaactuadobienomaldejándolomorir.Estabaconvencidodeque,silehubieseayudado,aquelhombrelohabríamatado.Dehecho,éleraelúnicotestigodesucrueldad,ynohabríadudadoen eliminarlo.Todavía recordaba el tono burlón en que había pronunciado la frase«final de trayecto». ¡Hijo de puta! ¡Ojalá se pudriese en el fondo del malparasiempre!

¿Habríanpodidollegaralaplayasuscompañerosdeviaje?Saídqueríacreerquesí; aquella aventura que apenas acababa de empezar para todos ellos no podíaterminar de unamanera tan trágica y ridícula a la vez. Por decirlo así, engañadosantesdesalirdecasa.Ysinohabíanllegadoalaplaya,leconsolabapensarqueelpatróntampocosehabíasalidoconlasuya.AIfinyalcabo,aquelhombreperversohabíaencontradoloquesemerecía;sólolamentabahabersidoélelbrazoejecutordelajusticiadivina.

Saíd no pudo evitar volver a mirar el reloj. La una y diez. ¡Sólo habíantranscurrido diezminutos desde la última vez!A lo largo de lamañana, el tiempohabíacambiado;lasnubeshabíandesaparecidoempujadasporelvientodeloeste,yelsolcaíaaplomosobrelabarca,quenoparabadebailar.Deprontosediocuentadequesehabíaolvidadoporcompletodelmareoquelomortificaraeldíaanterior.Nohaynadacomotenerunapreocupaciónmásgrandeparaolvidarsedelamáspequeña.Launaycuarto.Enojadoconsigomismopornopoderresistirlatentacióndemirarlahoraunayotravez,decidióquitarseelrelojdelamuñecayesconderlo.Siestabatanpendientedeltiempo,selehacíaaúnmáslargo.Enunaocasión,mientrasobservabaelmarsinpercibirnadaquenofueseidénticoalinstanteanterior,tuvolasensaciónde que el tiempo se había detenido, que estaba atrapado en un puntomuerto de laexistencia y que permanecería allí, a la deriva, eternamente. Fue un pensamientofugaz,peroloangustiómucho.

En un gesto impulsivo, contrario a su voluntad, sacó el reloj del bolsillo paramirarlodenuevo.Habíatranscurridouncuartodehora.¡Sólouncuartodehora!Elhambre empezaba amortificarlo. Sentía las tripasmoverse y gruñir. Revolvió otravezelinteriordelabarcabuscandoalgoparacomer,peronoencontrónada.Cuandoestabaapuntodeabandonar labúsqueda,hallódebajodelasientodelpatrón,entre

ebookelo.com-Página16

Page 17: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

unascuerdas,unacajadelatón.Laabrió:dentrohabíaunsedal.Esofueunconsuelo.No había hallado comida, pero al menos tenía un aparejo con el que podíaconseguirla.Aunquenohabíapescadonunca,Saídnodudóencómoutilizarelsedal.Desenrollórápidamenteelhilo,enganchóenlapuntadelanzuelountrocitodetrapountadocongrasadelmotor(noteníaningunaotracosaquepudieraservirdecebo)ylolanzóalagua.

Lapescaloentretuvounascuantashoras.Casisindarsecuenta,elsolcomenzóaponerseyaparecieron lasprimerasestrellas.Elvientoestabaencalmadesdehacíaratoyelmar teníaunaspecto tranquiloy silencioso.Lacosta españolacontinuabasiendounalíneaperceptibleenlalejanía,ySaídlacontemplabahastaqueledolíanlosojos.

Pero, a pesar de su perseverancia, no pescaba nada. Los peces llegaban, seacercaban al cebo, lo olían y se iban.No les resultaba nada apetitosa aquella bolanegra de olor nauseabundo. Finalmente, Saíd pensó que, si les hacía creer que elanzueloeraunservivo,quizálesharíamásgracia.Ycomenzóadartironesalhilopara que el cebo saltara dentro del agua. Cuando llevaba un rato empleando estanuevatécnica,pescóunpezquetendríaunpalmodelargo.Esoleanimóbastante,ypensó que al menos podía alimentarse hasta que lo recogieran. Pero a la hora decomérselonoloviotanclaro.Conuncuchillomediooxidadoqueencontrótambiénen la caja de latón, cortó la cabeza del pez, lo abrió por lamitad y lo limpió. Elanimal desprendía un fuerte olor a mar, y su carne era de una viscosidad muydesagradable. Lo lavó antes de llevárselo a la boca e hincarle los dientes sinpensárselodemasiado.Tuvoquehacerunesfuerzopara retener en labocael trozoque había cortado. Empezó amasticarlo despacio; pero, enseguida, el asco le hizoescupirlo,ytuvoquebeberunsorbodeaguaparaquitarseelmalsaborquelehabíadejado.Sesentíadébilysabíaqueteníaquecomer,peronopodíatragarelpescadocrudo.Esolodesesperó.

Lanochevolvíaaechárseleencima,yleaterrabatenerqueenfrentarsedenuevoalaoscuridadyalbramidodelmar.Habíacomenzadoasoplarunvientosuave,ahoradelevante,yautomáticamenteelmarhabíavueltoarizarse.Laembarcación,dócilalritmo de las olas, se balanceaba con la cadencia de un columpio. Las horas detranquilidadhabíansidopocas.

Aloscurecer,Saídsehabíaabrigadocondosjerséis,unosuyoyotrosacadodelabolsa de un compañero, pero ahora volvía a sentir frío. Los dientes comenzaron acastañetearle, aunque no sabía muy bien si de frío o de miedo. Jamás habíaimaginadoquepodríallegarasentirsetandesvalido.Ysinpoderloevitarsepusoallorar.Primeroensilencio,despuésconfuertessollozos,quesacudíantodosucuerpo.Norecordabahaberlloradonuncadeaquellamanera.Alcabodeunratosecalmóysesintiómejor.Eloleajenoeratanfuertecomolanocheanterior,ypensóquesóloera cuestión de resistir hasta que alguien lo encontrase. Estaba cerca de la costa

ebookelo.com-Página17

Page 18: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

española,ylosbarcospesquerossalíantodoslosdías;seguroquealgunodeellosloencontraría.

Confortadoconestepensamiento,Saídvolvióaplantearsequeteníaquecomer.Sicortabaelpezentrocitospequeños,quizápodríaengullirlos.Lanochetambiéneramásclaraquelaanterior:unamedialunaarrancabareflejososcilantesdelagua,ylasestrellas eran destellos de luz en la oscuridad del cielo. Después de ponerse unachaquetaqueencontróenotrabolsa,Saídsededicóalatareadecortartrocitosdepezyllevárselosalaboca.Deestemodosecomiócasilamitad.Esacomidafrugaltuvolavirtuddehacerquesesintierahartoyseanimaratodavíamás.Yasabíacómodebíacomerse el pescado crudo para que el estómago lo soportase. Y, a pesar de lascircunstancias,aquelpequeñoéxitolehizosentirsefeliz.

Superadalacrisisinicial,seplanteómásserenamentelasegundanocheenelmar.Con la ropa sacadade todas las bolsas improvisóun lecho entre los asientosde labarcaysetumbóencima.Enestaposiciónestabaalgoresguardadodelviento,peroelolor a pescadopodridoy a gasóleo eramás fuerte.Al cabodeun rato,Saíd ya sehabíaacostumbradoy,resignadoasusuerte,sededicóacontemplarelfirmamento.Imaginóquelosmilesymilesdeestrellasquehabíaencimadeéleranventanitaspordonde la mirada de Alá vigilaba a cada hombre y a cada mujer. En aquellosmomentos,Alá,queyasehabíadadocuentadeladifícilsituacióndeSaíd,debíadeestarorganizandolascosasparasalvarlo.Ylerogóquenotardasemuchoenhacerloporqueyano lequedaba aguayno sabía cuánto tiempopodría aguantar abasedepescado crudo. También pensó que todo lo que le pasaba era quizá un aviso o uncastigo.Quizá,Alánoveíaconbuenosojosqueabandonasesucasaysutierraysefueseaviviralextranjero,entrecristianos.Quizáeraeso.Perosinoqueríatalcosa,¿por qué le tenía tan olvidado? ¿Por qué lo había condenado a vivir tanmiserablemente?¿Quéhabíahechoparanomerecerunavidamejor?Ysupadre,unhombre creyente y bueno, siempre dispuesto a ayudar a la gente del barrio, ¿quéhabíahechoparamerecerunavidatanduraydifícilcomolaquellevaba?No,élnoregresaría ahora; había tomado una decisión y no daría marcha atrás. Si Alá losalvaba, le daría las gracias, pero no volvería a Xauen, al menos mientras noconsiguieraeldinerosuficienteparahacerloenotrascondiciones.Élnorenegabadelbarrio como Hussein, le dolía marcharse, pero tenía que intentarlo, por él, por sufamilia,porsufuturo,ysinosemarchabaahora,despuésseríapeor.Ahoradejabaalospadres,alashermanas,alosamigos;perocuandotuvieraquedejartambiénunaesposayunoshijos,seríamuchomásdoloroso.Eraterriblequelavidaseparasealasfamiliasdeaquellamanera.Aládeberíahaceralgoparaevitarlo.Noerabuenoqueunhombre tuviesequeabandonara su familiaparaabrirse caminoynoverlapadecerhambre.Noerabuenonierajusto.Nadiedeberíaverseobligadoaabandonarlatierraque lo ha visto nacer para poder vivir: allí tiene sus raíces, las vivencias que hanconfiguradosuser,ylecostarámuchoolvidarlas,silohace:«¡Ojalápuedaregresarprontocondineroy Jamila acepte casarse conmigo!»,pensóSaídconnostalgia.Y,

ebookelo.com-Página18

Page 19: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

olvidándose por completo de su condición de náufrago, se durmió y soñó con unfuturollenodefelicidad.

Unruidocontinuolodespertósobresaltado.Todavíaestabaoscuro.Saídlevantóla cabeza y vio a unos cuarentametros un barco que navegaba directamente haciadondeélestaba.Seincorporórápidamenteysepusoagritarcontodassusfuerzas.Elbarco no eramuy grande, pero no había duda de que, si chocaban, destrozaría suembarcación.¡Veintemetros!Ynadieoíasusgritosniveíalabarca.Saídpensóqueno ibaa tenermás remedioque lanzarsealagua.Erael final.Un final tan ridículocomo el principio. Más de veinticuatro horas deseando desesperadamente ver unbarcoquelorescatase,ycuandoaparecía,lehundíalabarcayloahogaba.Elimpactoerainminente.

—¡Vire,patrón,vire!—lavozsalíadelaproadelbarcodepesca.Un instante antes del choque, la proa del pesquero se desvió hacia babor y la

paterapasórozandoelcascoconuncrujidoestremecedor.Saíd,quenohabíallegadoasaltaralagua,cayóencimadelosasientosdelaembarcaciónyrodóhastalaborda,dándoseungolpeenlacabeza.

—¡Malditasea!¿Conquéhemostopado?—¡Esunabarca,patrón!¡Yhayalguienabordo!Elpatrónquitólamarcha,perolainerciallevóelpesquerounoscuantosmetros

másalládelapatera.—¿Estássegurodequehayalguien?—Nolosé.Hasidotodomuyrápido.Elpatrónpusolamarchalentayviróhastasituarsealladodelabarca.Lasluces

delpesquero iluminaron lapatera.Saídestabaentre losasientosdemaderaynosemovía.

—¡Hayunhombre!—gritóunodelospescadores.—Parecemuerto—comentóotro.—Quebajealguien—ordenóelpatrón.Lospescadoresdescolgaronunaescaladecuerdayunodeellossaltóalapatera.—¡Es un muchacho, un muchacho marroquí! ¡Está vivo! —gritó después de

examinaraSaíd.—Venga,subidlo—dijoelpatrón.LospescadoressubieronaSaídabordoyloecharonsobreunalitera.Despuésde

refrescarleelrostro,elmuchachovolvióensí.—Yaserecupera—dijoelpescadorquelohabíasubido.—¿Cómotellamas?—preguntóelpatrónaSaíd.PeroSaíd,demasiadoaturdidotodavía,noescuchólapregunta.—¿Entiendeselespañol,chaval?Saídmiróalospescadoresconcuriosidad.—¿Dóndeestoy?—preguntóenbereber.

ebookelo.com-Página19

Page 20: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Enunpesquero.Tehemosrecogidodeunabarca.¿Teacuerdas?—lecontestóunodelospescadores,tambiénenbereber.

—¿Se puede saber qué estáis diciendo? —preguntó el patrón al pescadormarroquí.

—¿Podéisdarmeagua?—dijoSaíd.—Quiereagua—tradujoelpescadormarroquí.—Traedleagua—ordenóelpatrón.YSaíd,conelpescadormarroquídeintérprete,explicósuaventura.—Puesaúnhastenidosuerte,chaval.Porunpelonooshemoshundidoatiyala

barca—comentóelpatrón—.Bueno,ahoradescansa,quenosotrostenemostrabajo.Venga,todoelmundoacubierta.

Lospescadoresabandonaronelcamaroteyvolvieronasuspuestos.—¿Quépiensahacerconelchico,patrón?—preguntóelpescadormarroquí.—EntregarloalaGuardiaCivil.Noquierocomplicaciones.—Sihaceeso,lodevolveránaMarruecos.—Dedondenodeberíahabersalido—dijosecamenteelpatrón.—Esposibleque loencierrenen lacárcelporabandonarelpaís ilegalmente—

apuntóelpescadormarroquí.Elpatrónseremovióinquieto.—Lascárcelesmarroquíessonterribles,patrón—insistióelpescador.—¡¿Yquéquieresquehaga?!—explotóelpatrón.—Podríamosdesembarcarloenunaplaya.Yonolehablodellevarloconnosotros

hastaelpuerto;perodejándoloenlaplayanonosarriesgamosylehacemosunfavor.Ya ha tenido un principio de viaje bastante desgraciado como para que encimatermineenunaprisión.

Elpatrónnodijonada.—¿Quéleparece,patrón?¿Cuandovolvamosloacercamosaunaplaya…?—Perosinosabenadar…—Puede llegar a la playa con la barca —intervino otro pescador, que había

seguidolaconversación—.Labarcaestábien.Loquepasaesqueelchiconosabeponerenmarchaelmotor.Seloponemosnosotros,yquenoparehastaquelleguealaarena.

—¡Maldita sea! ¿Por qué tienen que pasarme a mí estas cosas?—se quejó elpatrón—.¿YsinosvelaGuardiaCivilcuandolodesembarcamos?

—Alasseisdelamañana,laGuardiaCivilnoandaporlasplayas,ymenostanarriba—dijoelpescador.

ebookelo.com-Página20

Page 21: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

3.Mojácar

SAIDnoparóelmotorhastaquelabarcasedetuvoenlaarenadelaplaya.Entoncessevolvióysaludóalpesquero,quesealejaba.Estabadespuntandoeldíaynoteníacertezadequeleviesen,peroledabaigual:eraungestodegratitudquelesalíadelcorazón,lorecibiesenonolospescadores.Posiblementelehabíansalvadolavida,yahora le facilitaban la entrada enEspaña.Además, lo habían cargado de comida yMohamed,elpescadormarroquí, incluso lehabíadadodinero.«Tehará faltahastaque encuentres trabajo», le había dicho. También le habían recomendado que noestuviesemuchotiempoenelsur,queintentasellegaraBarcelonaloantesposible.Allípasaríamásdesapercibido.AllíabajohabíamásposibilidadesdequelaGuardiaCivilloparaseylepidieselospapeles.Ycomonolostenía,lomandaríandenuevoaMarruecos.

Searremangólospantalones,cogiódosbolsasysaltóatierra.Elcontactoconelagua frescay el leve crujidode la arenabajo supeso le estimularon.Yaestaba enEspaña.Aspiróelairefrescodeaquellamañanadeseptiembreysepusoacaminarporlaorilladelaplaya.Lasolas,aquellasolasquelohabíanaterrorizadoenaltamar,ahora llegabanmansasy lebañaban lospiesentreunburbujeodeespuma.Aunquetenía motivos sobrados para estar abatido, se sentía optimista. Era cierto que suaventuranohabíacomenzadobien,peronoeramenosciertoquelasituaciónsehabíaresueltodelamejormaneraposible.Estabavivo,porlagraciadeAlá,habíacomido,había dormido, y llevaba en el bolsillomás dinero del que había visto junto en suvida.

Enlugardeatravesarelarenalytomarelcaminoquellevabaalacarretera,Saídprefiriócaminarporlafranjadelaplayaenquerompíanlasolasylaarenaeradurayhúmeda.Desdeallí,conlospiesclavadosenelsuelo,lainmensidadtornasoladadelmar le inspirabaunasensaciónmuydistintade laquehabíaexperimentadocuandoestaba solo en la barca enmedio del oleaje.Lo que ahora era paz y sosiego, unashoras antes había sido miedo y desesperación. ¡Cuántas emociones en tan pocashoras!

Mientrascaminabapor laplayaviocómoelsol, rojo, redondo,salíayascendíarápidamenteporelcielo,cadavezmásazul.Lasgaviotaschillabanporencimadesucabezaydescendíanhastavolararasdeaguaenbuscadealimento.

Cuando llegó al final del arenal, se dirigió a la carretera. Las montañas eranoscuras,peladas,comolasdesutierra.Encimadeuncerro,unatorreredondaparecíavigilarlo.Lehabíandichoque,trasandarcuatroocincokilómetrosporlacarretera,encontraríaunpueblo.Carboneras.Allíbuscaríaunapensiónypreguntadacómoira

ebookelo.com-Página21

Page 22: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Barcelona.EnBarcelonaleesperabaHussein,suamigo.Yallíempezaríaunanuevaetapadesuvida.

Saíd llegó aCarboneras pasadas las ocho de lamañana.Era día demercado yhabíabastantemovimientoenelpueblo.Entróenunbarde laplazay,consumalcastellano,pidióuncaféypreguntóporunapensión.Eldueñodelbarleindicóunaqueestabacerca,enlamismaplaza.Saídsetomóelcaféy,despuésdepagar,cogiólasbolsasysalió.

Laplazahervíademovimiento;lagentemiraba,revolvíalamercancía,discutíaycompraba.Eraelmismoritoqueserepetíaensupueblotodaslassemanas,loúnicoque cambiaba era el marco y los personajes. Esta escena tan familiar le infundióconfianza,yentróenlapensión.Lorecibióunhombrerechoncho,derostroagrio.

—¿Quéquieres?—lepreguntó.—Unahabitación.El hombre le miró de arriba abajo y finalmente le dijo que no tenía ninguna

habitaciónlibre,queprobaseenotraparte.Ylomandóaunapensiónquehabíacercadelaplaya.

Saídsaliódenuevoalaplaza,cargadoconlasdosbolsas.Nadamáscruzarla,vioadoshombresconuniformeverdebajardeuncochequeparecía serde lapolicía.Saídrecordólaspalabrasdelpescadormarroquíyprocuróocultarsetrasunpuestoenelquevendíancamisasdecoloreschillones.Amedidaque losdosguardiascivilesavanzaban,Saídseescondíamásymásentrelascamisasquecolgabandelabarra.Lavendedora, una mujer delgada, de unos treinta años, de pelo revuelto y ojosvivarachos,observólamaniobradeSaíd.

—¿Qué?Notegustanlosciviles,¿verdad?Amítampoco.Saídlamiró.Noentendióloqueledijoy,porunmomento,temióqueledelatase.

Losdosguardiascivilesseacercaban,yunodeellossefijóenSaíd.Lamujer,quetambiénsediocuenta,descolgóunacamisayse la tendióaSaídcomosi fueseuncomprador.Éldejólasbolsasenelsueloparamirarlacamisa,ylamujerlascogióylasescondiódebajodelmostrador.Acontinuaciónsepusoahablarconelmuchacho,comosiquisieraconvencerlodelacalidaddelproducto.LosguardiascivilespasaronpordelantedelpuestosindetenerseyentraronenelbardondehabíaestadoSaídunosminutosantes.

—¡Uf! Ha faltado poco —dijo la vendedora mientras colocaba de nuevo lacamisaenlapercha—.¿Eresunilegal?

Saídnocomprendiólapreguntaysequedómirándolafijamente.—¿Notienespapeles?—insistiólavendedora,ahoraenfrancés.Saídnegóconlacabeza.—Puesserámejorque teescondasmientraséstosandenporaquí—dijoella—.

¿Conocesaalguienenelpueblo?Saídvolvióanegarconlacabeza.

ebookelo.com-Página22

Page 23: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Puesventeconmigo.Vigílameelpuesto,Leonor—dijolamujeralavendedoradeallado.YcogióaSaíddelbrazo.

Saídhizoademándecogerlasbolsas,peroellaseloimpidió.—Déjalasaquí.Nolespasaránada.LamujerdelpuestoySaídsalierondelaplazayfueronhastaunacallepróxima,

llenadecoches aparcados.Sedetuvieron juntoaunRenault4-Lamarillo,bastantedestartalado,alquelehabíanquitadoelasientodeatrásparaconvertirloenfurgoneta.Unhombrejoven,delargamelenarubia,trajinabaunascajas.

—Carl,estechicomarroquínotienepapelesniconoceanadie,ylaGuardiaCivilestárondandoporaquí.Hepensadoquepodríamosecharleunamano.

EltalCarlmiróaSaídunmomento.—Quesemetaenelcoche—dijosinentusiasmo.Lachica ledijoen francésque seescondieseenel cocheyqueya leavisarían

cuandolosguardiascivilessefuesen.—¿Tienessitioparadormir?—lepreguntóCarl,cuandoibaacerrarlapuertade

atrás.—Todavíano.—Siquierespuedesquedarte connosotros.Estamos enMojácar, a unos treinta

kilómetrosdeaquí.Perotendrásquepagar,¿eh?¿Tienesdinero?—Sí—dijoSaídysacódelbolsillounpardebilletesdecincomil.—Bien,puesnotemuevasdeaquíhastaquevolvamos—dijoCarl.Ycerrólapuertadelcoche.

MaríayCarleranunaespeciedehippiesydurantelatemporadadeveranosemovíanpor aquel sector de la costa deAlmería.Vivían de la venta ambulante de camisas,chalecos, pañuelos estampados, cinturones y otros objetos de piel que llevaban deBarcelonaalprincipiodelatemporada.Carl,además,tocabalabateríaenungrupoquesolíaactuarenlasfiestasdelospueblosyenalgunadiscotecadeMojácar.Maríaeracatalana,yCarl,alemán,perollevabacasicincoañosenEspañaydosviviendocon María, en verano en Mojácar, y en invierno en Barcelona. Por eso, cuandosupieronqueSaídqueríairaBarcelona,lepropusieronquehicieraelviajeconellos,unavezliquidasenelgéneroquelesquedaba.

—Tecostarámenosqueelbilletedelautobúsynocorreráselriesgodetropezarconlosciviles—argumentóCarl,queenseguidavioenSaídlaposibilidaddereducirgastosdecasayviaje.

Apesardelointeresadodesuayuda,cosaqueCarlnosemolestabaenocultar,Saídestabaagradecidoalaparejaporqueconelloshabíaresueltoelproblemadesuestancia y de su viaje a Barcelona. Después de un comienzo tan trágico yaccidentado, parecía que su suerte había cambiado. En vista de la firmeza de su

ebookelo.com-Página23

Page 24: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

decisión,Alá había decidido ayudarle en lugar de ponerle trabas, pensó Saíd, y lerogóquenocambiasedeactitud.

Aquellanoche,alregresardelbar,CarllecomentóaSaídquehabíanencontradolos cuerposde cuatromarroquíes ahogados,y lepreguntó si sabía algode aquello.Entonces Saíd, afligido por la suerte de sus compañeros, contó lo que les habíaocurrido.

—¡Caramba! ¡Qué epopeya, chico! —exclamó María, tras escucharlo conatención.

—Esposible que no hayanmuerto todos—apuntóCarl, deseoso de consolar aSaíd—.Enlapateraeraiscinco,máselpatrónyunmarinero;portanto,sieteentotal.Si te descontamos a ti, seis. Y sólo han encontrado cuatro cadáveres. Puede quealgunosehayasalvado.

Perono,nosesalvónadie.Aldíasiguienteaparecierondoscadáveresmásenlaplaya del Algarrobico, entre Mojácar y Carboneras, precisamente donde habíadesembarcadoSaíd.

Losdías demercado,Saíd acompañaba aMaríay aCarl por los pueblosy losayudabaamontarydesmontarelpuestoambulantederopa.Procurabanodejarseverdemasiado para no levantar sospechas, pero tampoco podía pasarse todo el tiempoencerradoenlacasa,queerapequeñísima:unasolahabitacióneracocina,comedorydormitorio;aparte,habíaunbaño.Estabasituadaenunacalleestrechayempinada,queaSaídlerecordólasdeXauen.Dehecho,Mojácarlesorprendió,porquetodalaparte vieja se parecía mucho a los pueblos marroquíes del Rif: casas bajas, conterrazas, todasblanqueadas,apiladasunasencimade lasotras.Hastahabíamujeresque,consólocambiarleslaropa,podíanpasarpormarroquíes.Peroallísepodíaveralasmujeresenlastiendas,enlosbares,enlosrestaurantesyencualquierparte;noera como enMarruecos, donde únicamente salían de casa para ir a la compra o atrabajar.

Por la noche, después de la cena, solían charlar un rato. Carl y María lepreguntabanaSaídcosassobresupaís.TeníanintencióndepasarunatemporadaenMarruecos.Decíanqueestabanhartosdevivirenaquellasociedadconsumista,dondelaspersonassevalorabanporloqueteníanynoporloqueeran.Queríanencontrarotrotipodevida,mássencilloyalavezmásesencial,quelessatisficiese.

—Aquí,sinoquieresbajarlacabe/ayentrarenlacadenadeproduciryconsumir,lotienescrudo—dijoMaríamientrasledabaunacaladaaunporro.

—Puesenmipaíslotienescrudoaunquelabajes—dijoSaíd,pasándoleelporroaCarlsinfumar.

—¡Nomedigasquenofumas!—exclamóMaría,sorprendida.—No,nomegusta.Mehacetoserydespuésmeencuentromal.—Pensabaquetodoslosmarroquíesoshinchabaisdehachís.—Esunacostumbremuyarraigada,peroesonoquieredecirquefumemostodos.

Dehecho,elCoránloprohibe,igualquebeberalcoholocomercarnedecerdo.Mi

ebookelo.com-Página24

Page 25: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

padredicequefumarkif[3] sólosirveparaevadirtede la realidadyaturdirte,yqueesonoesbueno.Paravivirhayquetenerlossentidosbiendespiertos.

—Sí,perocuandolarealidadnoteofreceningúnatractivo…SaídmiróaMaría.Elrostrodemacrado,losojoshundidos, lasmanosdelgadas,

nerviosas, con las uñas roídas, eran signos claros de su ansiedad. Saíd comenzó aintuirquenosóloensupaíseradifícilvivir;quequizáaquí loeradeotramanera,pero que también había gente desesperada, deseosa de orientar su vida y sin sabercómohacerlo.

Los tres sequedaronen silencioante losplatos suciosde la cena, sumidocadaunoen suspensamientos.Yentonces, sinninguna razónespecial,movido sóloporuna intensa sensación de proximidad a sus dos nuevos amigos, Saíd comenzó ahablar:

—Amímegustabairalaescuela.Aprendíadeprisayelmaestroestabaorgullosodemí.Erade losprimerosde laclase,perocuandocumplídoceañosmipadremedijoqueyanopodríaseguiryendoalaescuela,quelohabíandespedidodeltrabajoyque tenía que ponerme a trabajar, que en adelante sería el hombre de la casa.Recuerdoque llorémucho.Yél también lloró.Yonohabíavistonunca lloraramipadre y no sabía qué pasaba. Al día siguiente, mientras yo estaba en la escueladespidiéndome,fueabuscarlolapolicíayselollevó.Estuvotresañosencerradoenla cárcel. Y todo por haber participado en una huelga en la que los trabajadorespedíanquelessubiesenunpocolossalarios.Yoentréatrabajarenlapanaderíadelbarrio, y allí he estado hasta ahora. Cuando mi padre salió de la cárcel, ya noencontró trabajo en ningún sitio. Nadie quería enemistarse con los capitostes delpuebloayudándole,ytodalafamilia,mispadres,miscuatrohermanasyyo,vivíamosdelsueldodemiseriaquemepagabanydeloquenosdabaelpedazodetierraquemipadresepusoacultivar.

MaríayCarlescuchabanlahistoriadeSaídconatención,sindecirnada.Sólodevezencuandodabanunacaladaalporro.

—Duranteeltiempoquemipadrepasóenlacárcelfuemuyduroparamísentirla responsabilidad de la familia.Mimadre ymis hermanasmayores hacían lo quepodían,peroenelpuebloesmuydifícilquelasmujeresencuentrenuntrabajoy,siloencuentran, les paganmuy poco. Fueron unos añosmuy tristes.Recuerdo quemisantiguoscompañerosdelaescuela,cuandomeencontrabaconellos,seburlabandemí porque siempre iba lleno de harina. Me llamaban el fantasma. Y eso meavergonzabaymeenfurecía.Pensabaquenoerajustoquemientraselloscontinuabanyendoalaescuela,jugaban,perseguíanalosturistasomirabanlatele,yotuvieraquetrabajar en la panadería doce o trece horas casi todos los días del año y, además,soportarsusburlas.

Saíd calló.De pronto pensó que quizás estaba aburriendo a sus amigos con suhistoriaysedisculpó:

—Estoyhablandomucho,¿verdad?

ebookelo.com-Página25

Page 26: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—¡No,queva!—dijoMaría—.Megustaconocerlavidadelaspersonas.Asítedas cuenta de que todo el mundo tiene motivos para quejarse, a veces hasta másserios que los tuyos. Si he de serte sincera, después de escucharte me sientoavergonzada.Yohetenidolascosasinfinitamentemásfácilesquetúy,sinembargo,mefaltailusiónparavivir,nologroencontrarnadaquemeintereselosuficiente;ytú,que has tenido una infancia terrible, todavía conservas fuerza suficiente paraabandonartupaísylanzartealaaventuradeabrirtecaminoenotrolugar.

—Mifuerzaesladeladesesperación.—Quizá porque lo hemos tenido todo demasiado fácil nos cuesta tanto admitir

queparavivirhayqueesforzarse—intervinoCarl.—Yahoraquenoestástú,¿cómoselasarreglarátufamilia?—preguntóMaría.—Mishermanasmayores tienen trabajo,ymipadre siguecultivandoelhuerto.

Lascosashanmejoradoúltimamente.Poresomedecidíamarchar.Peromecostó.Estuvedándolevueltasdesdeelveranopasado,cuandoHussein,elamigoqueestáenBarcelona, vino al pueblo. Al principio, mi padre no quería ni oírme hablar delasunto, y mi madre, cuando se lo planteé, se pasó una semana llorando ylamentándose.Peroalfinalentendieronquequizásyamehabíasacrificadobastanteyquemerecíaquemedejasenprobarfortuna.Apesardetodo,mimarchahasidounmaltragoparamifamilia.

—¡Ojalá tengas suerte, Saíd, y encuentres trabajo enseguida! —dijo Maríalevantándosedelamesa.

MaríayCarlsalieronatomarunacervezaalbardeunamigo.Comolatemporadadeveranoyahabíaterminado,elgrupomusicalnoteníatrabajo.Elguitarrasolistayelbajoya sehabían ido,pero losotros trescomponentesdelgruposeencontrabantodaslasnochesenelbarycharlabanunrato.AlgunodeellosquizásequedaseenMojácarhasta finalesdenoviembre.Cuandonohabía turistas era cuandomejor seestabaenelpueblo.Todavíahacíabuentiempo,lascallesestabanvacíasysepodíadisfrutar de la paz de aquel bello rincón de la costa mediterránea. Aquella era laépocadelañoenquelamagiadeMojácar,atalayadasobreuncerroquedominabaelllano,sedejabasentirentodasuintensidad.

CuandoSaídsequedósoloenlacasa,sepusoalavarlosplatos.Eraunadelastareasqueletocabahacer.Laimagendeuntenedorhundiéndoseenelaguajabonosaletrajoalamemorialanochedesullegadaalacostaespañola,ylacaradelpatróndelapateraseleaparecióentrelosplatossucios.Saídcerrólosojos,peroelrostrocrispadodelpatrónpersistía.Desdequesupoquetodoshabíanmuerto,recordabaamenudo loshechosdeaquelladesgraciadanocheysecuestionabasuconducta.Nocomprendíacómohabíapodidodejarmoriraunhombre.Únicamenteelterrorqueloparalizóenunrincóndelabarcapodíaexplicarsemejantecomportamiento.Ypensóque,asícomolasaccionessolidariasydeayudadespiertansentimientosdegratitudque engrandecen el espíritu y te concilian con la vida, así también loscomportamientoscruelesyviolentoshacenquesalgadelinteriordelhombrelopeor

ebookelo.com-Página26

Page 27: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

deélmismoylosumenenlavileza.Sinduda,laviolenciaeraelcaminomásdirectohacialadegradación,nosólodequienlapractica,sinotambiéndequieneslasufren,comovíctimasocomotestigos.Porqueesmuydifícilnoresponderalaviolenciaconviolencia.SaídquisocreerquetodoloocurridoeraunalecciónqueAláhabíaqueridodarleyquesieracapazdeextraerdeellaunaenseñanzapositiva,noteníaporquéamargarse. «Si Alá hubiese estado enojado por mi comportamiento, me habríacastigadode lamisma forma:dejándomemorir.Yno lohizo», sedijo.Ymientrasaclaraba la vajilla, pensó que la enseñanza que podía sacar de aquella experienciaamargaeraprocurarnocaerenlatrampadelaviolencia.

ebookelo.com-Página27

Page 28: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

4.Barcelona

HUSSEINvivíaalprincipiodelacalledelaCera,enelbarriodelRaval.Comoaqueltramodecalleerazonapeatonal,CarlnopudodejaraSaíddelantedelacasa.

—Tunúmerodebedeestarporallíabajo—dijoCarl,deteniendoelcocheenlabifurcaciónconlacalleBotella.

—¿Quieresqueteacompañehastalapuerta?—seofrecióMaría.—Nohacefalta,gracias—respondióSaíd.Elconductordeunacamionetaparadadetrásdel4-Ltocóelclaxon,impaciente.—¡Yava,yava!—gritóCarl.Ybajódelcocheparaabrirelmaleteroysacarlas

bolsasdeSaíd.—Vendréisavisitarme,¿eh?—dijoSaíd,conunasonrisaalgotriste.—¡Claro!—exclamóMaría—. Además, tienes nuestra dirección y el teléfono.

Puedesllamarnosyvenirnosavercuandoquieras.Elconductordelacamionetatocóotravezelclaxon.—¡Venga,tíos,queesparahoy!—gritóasomandolacabezaporlaventanilla.—¡Vete a hacer puñetas!—le soltó Carl. Pero abrevió su despedida—. Adiós,

Saíd.QuetengassuerteenBarcelona.Losdosamigosseestrecharonlamano.—Graciasportodoloquehabéishechopormí.—Nohasidonada…—¿Queréis hacer el favor de acabar de una vez? —gritó el conductor de la

camioneta.Carl lehizoungestodespectivo conel dedoy entró en el coche.El tipode la

camionetasepusoatocarelclaxoncomounlocoynoparóhastaqueel4-Larrancó.Saídsequedósoloconlasdosbolsasenlasmanos.Aunquesabíaadondetenía

queir,dudaba.Doshombresqueseapoyabanenelpequeñomostradordelquioscodebebidasdelaesquinasequedaronmirándole.

—Yahallegadootro—dijolamujerquedespachaba.—No,siestoprontopareceráMelilla—observóunodeloshombres,ybebiódel

vasodevinoqueteníadelante—.YohiceelservicioenMelilla,¿sabéis?Saíd estabamedio aturdido por el largo viaje y por la impresión que le había

producido llegar aBarcelona. Era la primera vez que pisaba una gran ciudad y sesentíainsignificanteyperdido.Mientrasestuvoenelcocheconsusamigos,observóeldesfiledecasas,plazasycallesconcuriosidad,sinangustia.Peroahora,solo,enmedio de casas y más casas, que le parecían altísimas, y rodeado de gentedesconocidaalaquecasinoentendía,sesentíainseguro.

ebookelo.com-Página28

Page 29: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Saídmirócalleadelanteyechóaandar.Erancasi lasseisde la tardeyestabanabiertas las tiendas.Unabodega,un trapero,unapollería,cochesaparcadosdelantede losportales.Aunqueaquel tramode la calle era estrechoy estaba sucio, conelsuelo llenodemanchasde aceite yorines, y con el gris de la piedrade la calzadamoteadodecolorporlabasuraylascagadasdeperro,aSaídlepareciómagnífico.EnXauennohabíaniunasolacalletanbienpavimentadacomoaquélla.

CuandoSaídllegóalnúmeroquebuscaba,empujólapuerta,peroéstanocedió.Miróhaciaarribayviolosbalconesquesobresalíandelafachada,algunosadornadosconmacetasyplantas.Nohabíanadieparadecirlequeleabriera.Alaizquierdadelportal, Saíd vio un rectángulo lleno de botones, pero no se atrevió a tocarlos y selimitó a golpear con el puño la puerta de aluminio y cristal.Nadie respondió a sullamada.Lagentequepasabaporlacallelomirabayseguíasucamino,indiferenteasus dificultades para entrar. Finalmente, decidió esperar y aprovechar que alguienentraseosaliesedelacasa.

Llevaba casi un cuarto de hora sentado encima de sus bolsas, junto a unoscontenedoresdebasura,cuandovioacercarseadosmujeres;lamayoribavestidaalestilomarroquí, conuna chilabayunpañuelo en la cabeza.Saíd se levantóy, trassaludarlaseducadamente,lesexplicósuproblema.Acababadellegar,enaquellacasavivíalaúnicapersonaqueconocíaenlaciudad,ynosabíacómoentrar.LamuchachajovensonriódivertidaycogióelpapeldondeSaídllevabaapuntadaladireccióndeHussein.Decidida,fuehaciaelportalypulsóunodelosbotonesquehabíajuntoalapuerta.Unavozagudapreguntóquién llamaba.Lamuchachahizoungesto aSaídparaquehablase.Éllamirósorprendido.Lavozrepitiólapregunta.

Hallegadounamigovuestro—dijofinalmentelamuchacha—.Abridle.—¿Quéamigo?—preguntólavozcondesconfianza.LamuchachamiróaSaíd,interrogativa.—Saíd,dilequehallegadoSaíd,deXauen.Nohizofaltaqueellarepitieseelnombre.Seoyóunzumbido,ylapuertacedióa

lalevepresióndelamuchacha.—Ya está abierto —dijo con una sonrisa franca que mostraba unos dientes

pequeñosyblancos.Saídcogiólasdosbolsasy,unpocoavergonzadoporlasituación,sedespidióde

lamuchachaydelaquesuponíaqueerasumadre.—Bienvenidoalbarrio,Saíd—dijolachica,mirándolefijamente,antesdequela

madretirasedeellacalleadelante.Tendríaunosdieciséisodiecisieteaños,lacinturabreve y un rostro de piel morena ymate, en el que destacaban unos ojos negros,almendrados,tremendamenteexpresivos,yunabocaperfecta;unacabelleraoscurayabundante,recogidaendostrenzas,rematabasufiguradeensueño.

Saíd se quedó delante de la puerta, viendo cómo se alejaba la muchacha. Subelleza,lacalidezdesumiradaylasinceridadquerezumabasubienvenidalehabíanimpresionado.Ymientras subía la escalera, alegre por el inminente encuentro con

ebookelo.com-Página29

Page 30: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Hussein,sesorprendiópensandoqueleencantaríavolveraencontrarsemuyprontoconlachicadelosojosnegros.

Husseinbajóunparde tramosde laescaleraparaayudaraSaídconlasbolsas.Losdosamigosseabrazarony,juntos,subieronhastaelpiso.

UnodelosquecompartíaelpisoconHusseinlosesperabaenlapuertaysaludóaSaídconcordialidad.

—ÉsteesHassan,Saíd—dijoHussein—.FaltaAhmed,queestátrabajando.ElpisodondevivíanHusseinysuscompañeroserapequeñoyoscuro,apesarde

que se encontraba en la cuarta planta. Tenía cuatro habitaciones, una cocina y unwáter con ducha. En todas las habitaciones había camas, y en lamás grande, unaparte se usaba como comedor y sala de estar. Elmobiliario eramuy heterogéneo,resultadode varias noches de recogidapor los contenedores de la ciudad.El lugarmásacogedorera lasala-comedor,donde,centradasobreunaviejaalfombra,habíaunamesitamarroquí,conunoscuantoscojinesalrededor.Saídvioenun rincónunlaúdyunostambores.

—¿Hayalgúnmúsico?—preguntó.—Ahmed.Tocaellaúdcomounmaestro—dijoHussein.Aquellanoche,enhonoraSaídhicieronunatajine[4]depolloybebieroncerveza.

Despuésdecomeryconversar,cuandoelpresentedejópasoalpasadoyelrecuerdoalanostalgia,Ahmedsepusoatocarellaúd.HusseinyHassanencendieronunapipade hachís y Saíd cogió los tambores y acompañó a Ahmed. Le gustaba tocar lostambores.Erasumaneradesaborear laembriaguezde lamúsica.Cerraba losojos,dejabaquelossonidoslepenetrasen,ysusmanosvolabanporencimadelastensaspielesdecordero,alternando toquesy redoblessegún lamelodía.Ahmed,animadoporeltamborileorítmicodeSaíd,fueacelerandoelpunteodellaúd.HastaHusseinsesumó a ellos con su voz bien modulada. Cuando más embelesados estaban en elmomentomusical,losgritosairadosdeunvecinoquereclamabasilenciopusieronfinalavelada.

—Tengoquesalir—dijodeprontoHussein.Saídlemiró.—¿Tienesqueiratrabajarahora?Husseinsonrió.—Másomenos—dijomisterioso.CuandoHussein semarchó, Saíd preguntó qué trabajo hacía.Hassan yAhmed

sonrieroncomohabíahechoHusseinyrespondieronconevasivas.Saídcomprendióquenoqueríandecírselo,yesoexcitómássucuriosidad.

—Megusta tu formade tocar los tambores,Saíd—ledijoAhmed—.¿Quierestocarenungrupoquehemosformadounoscuantosamigos?Llevamoscasiunañoactuandoenfiestasyencentrossociales.Nosacamosmuchodinero,peroalmenosdamosaconocernuestramúsica.

ASaídlehalagólaproposicióndeAhmed.

ebookelo.com-Página30

Page 31: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Ensayamoslosjuevesporlatardeenlatrastiendadelrestaurantedeunamigonuestro,tambiénmarroquí.¿Quéteparece?

—Nolosé…Nohetocadonuncaenungrupo…—Siempretienequehaberunaprimeravez.Ylosdosnuevosamigosestuvieroncharlandohastalamadrugada.Ahmedtenía

treintaydosaños,yllevabacuatroenBarcelona.Teníamujerytreshijos,quevivíanenTángerconsuspadres.Lesmandabatodoeldineroquepodíaahorrar,quenoeramucho,yesperabacon impacienciaelmomentode traerlosaBarcelona.Trabajabacomo camarero en un restaurante todos los días, excepto los jueves, que los teníalibres.EnMarruecoshabíaaprendidoeloficiodecurtidor,perolodejóporquenoledaba suficiente para mantener a su familia, y se vino a España. Desde Barcelonaquiso ir aFrancia, pero el taxista que le llevó a la frontera, junto conotros cuatromarroquíes, lesengañó.Loscondujohastaunapequeñacarreteray lesaseguróqueandandomediahorallegaríanaunpueblofrancésdesdedondepodríancogereltren.Peroeramentira.Despuésdecaminardurantecasitodalanochefueronapararaunpequeñopueblo,dondelesaseguraronque,desdeallí,sólosepodíapasaraFranciaporlamontañayque,enaquellaépocadelaño,esepasoeraimposibleporlanieve.Estafado y sin dinero, Ahmed volvió a Barcelona y se puso a buscar trabajo. Pormediodeunprestamistaencontró trabajoen laconstrucción,peroganaba tanpocoqueapenaslellegabaparapagarlapensiónycomer.Nohabíaconseguidoelpermisoderesidenciayestabacomoturista;poreso,cadatresmesesteníaquesalirdelpaísyvolveraentrar.Esorepresentabaparaélungastoimportante,perolepermitíaveralafamiliaamenudo.

Ahmed tenía un hablar reposado, que enseguida cautivó a Saíd. Parecía buenapersona,yelmuchachoseconfióaél.Necesitabaamigosparacontinuarlaaventuraqueacababadeempezaryque tanpenosa le estaba resultando.Ahmed ledijoquepreguntaríaenelrestaurantesinecesitabanaalguienparalacocina,ySaídsefueadormir convencido de que lo peor ya había pasado y de que a partir de aquelmomentotodoseríamuchomásfácil.

Aquellanoche,antesdedormirse,SaídpensóenJamila,suamoryelmotivoporelquesehabíadecididoaabandonarXauen.Cuandovolvieracondineroyunabuenaposición,lapediríaporesposaasufamilia.Peroestabatodotanlejano,todavía.¿Ysisecasabaantes?Saídpensóquedeberíahaberledichoalgoantesdemarcharse.Noerasuficientehabermostradosu interésporella; tendríaquehaberlehablado.Perotemíatantoquelafamilialerechazase,quepreferiócallarydemostrarantesqueeraundignoaspiranteamarido.Depronto,entrelasimágenesqueevocabalamemoria,apareciólachicadelosojosnegros,consusonrisadivertidaysumiradaencantadora.ElpensamientodeSaídregresóaBarcelonay,porprimeravezdesdeelcomienzodelviaje,sesintióconfiadoyoptimista.

ebookelo.com-Página31

Page 32: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Ahmed no pudo proporcionarle trabajo y Saíd tuvo que salir a buscarlo. Primeropreguntóenlaspanaderías,queeraloquesabíahacer,perofueinútil.Despuésmiróen los bares, en los restaurantes y en las obras, para terminar en manos de unmayoristaquelepropusoincorporarsealbatallóndeinmigrantesqueteníavendiendoalfombrasyobjetosmarroquíespor lospueblosde losalrededoresdeBarcelona.YSaídaceptó.

El trabajo era duro y poco agradecido. Después de pasarse el día caminando,cargadocomounburro,Saídapenassacabalosuficienteparavivir.Peroloquemásledescorazonabaeralaactituddelagente,despectivayhostil.Bienquenoquisiesencompraralfombras,peronoteníanporquétratarlocomoaunperro.

—Engeneral,alagentenolesgustaquevengamos,ynosrechaza—dijoAhmed—. Piensan que somos una amenaza. Están convencidos de que la mayoría deinmigrantesmarroquíesrobamosotraficamoscondroga,ycuandono,dicenquelesquitamoselpocotrabajoquehay.

—Perotenemosqueganarnoslavida—observóSaíd.—Sí,peroennuestropaís.—Ysiallínosesimposible,¿quédebemoshacer?¿Resignarnosapasarhambre?

¿Esqueporhabernacidoenotrolugarnotenemosderechoavivir?—Lahospitalidadnoesprecisamentelavirtudquecaracterizaalagentedeaquí.

Loquesellevaeselegoísmo,unegoísmoferozquehacequesedevorenlosunosalos otros sin compasión.Ya lo verás.Y cuantomás dinero,más egoísmo.Se tienemás que perder y se desconfía más de los extraños. Y nosotros somos los másextrañosdetodos:otrocolordepiel,otralengua,otrareligión,otracultura.

Las primeras semanas de Saíd en Barcelona fueron decepcionantes. A lahumillantesensaciónderechazoqueexperimentóeneltratoconlagenteseañadióeldesengañoquesufriócuandodescubrióaquésededicabaHussein:eraunchulo.Sumejor amigo, la persona que más admiraba y respetaba, vivía de prostituir a lasmujeresqueprimeroseducíayluegointimidaba.EstoprovocóunclaroalejamientodelosdosamigosyunamayoraproximacióndeSaídaAhmed,conquiencompartíalosmejoresmomentosdesuvidaactual:losensayosconelgrupomusical.

Aquel jueves, Moktar, el que tocaba la cítara y, a la vez, se encargaba deorganizarlasactuacionesdelgrupo,comentóquesehabíapuestoencontactoconlaAsociación deVecinos delRaval para tocar en su centro y que les había parecidobien.Sólofaltabafijarlafechadelaactuación.Lanoticiafueunaalegríaparatodos,yelensayoseprolongómásde lohabitual.Cuandosalierondel localerancasi lasdiezdelanocheyyahabíaoscurecido.SaídyAhmedsedirigierona laparadadelbus.Noviembreacababadecomenzaryeltiempohabíarefrescado.Losdosamigoscaminaban de prisa, cargados con los instrumentos. Al pasar por el parque de laCiutadellavieronuncochedelapolicíaestacionadojuntoalaentrada.

ebookelo.com-Página32

Page 33: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—¡Mierda!Estálapolicía—dijoAhmed—.Cruzaremoslacalleeiremoshaciaelbarrio viejo. Pero anda con naturalidad, sin correr. Si sospechan que queremosevitarlos,estamosperdidos.

SaídhizoloqueAhmedleindicó.ComenzaronacruzarlentamenteelpaseodePicassohacialacalledelaRibera.Entonces,elcochedepolicíaarrancó.

—Seestáacercando—dijoSaíd.—Sí,yalohevisto.Peronoacelereselpaso.Los dos amigos cruzaron el paseo y enfilaron la calle de laRibera.Depronto,

AhmedtiróaSaíddelbrazo.—¡Ahora!¡Corre!YdoblaronporlacalleComercialenelprecisomomentoenqueelcochedela

policíaponíaelintermitenteyempezabaagirarhacialacalledelaRibera.Escondidosenunportal,losdosamigosvieronpasartandespacioelcochedela

policíaquepensaronquese ibaadetener.Perono,continuócalleadelantehacia ladelComerç.

—Hemos estado a punto de pringarla —dijo Ahmed—. Ésos venían a pornosotros.

—Perotútienespapeles,¿no?—Tengoelpermisodeturista,perohacemásdedosmesesquemehacaducado.

EstoyesperandoqueeldueñodelrestaurantemehagauncontratodetrabajoparairaMarruecosasacarmeelvisado,peroelmuycerdonohacemásquedarmelargas.

—Creíaquetellevabasbienconlosdelrestaurante.—Yme llevobien,perocon lodelcontratonohaymanera.Eldueñosabeque

mientras yo no consiga el permiso de residencia me tiene en sus manos y puedepagarmemuchomenosdeloquemetendríaquepagarencondicionesnormales.Yno puedo hacerle nada. Sí, ir al sindicato y denunciarlo. Pero entonces pierdo eltrabajoymeexpongoaquemeexpulsendelpaís,mientrasqueélpagalamulta,ytantranquilo.

Losdosamigosregresaronacasaatravesandoelbarrioantiguo.Lamayorpartedel trayecto fueron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. A Saíd, elincidente con el coche patrulla le había hecho ver la precariedad de su situación.Desdesu llegadaaEspaña,había tenidoqueandarescondiéndoseyhuyendocomounladrón.Ycomenzabaaestarharto.Encimahabíatenidoquecogeruntrabajoqueleobligabaapasarseeldíaenlacalle.Demomento,estabateniendosuerteyhabíapodidoburlaralapolicía.Pero¿hastacuándo?Ysilopillaban,yasabíaelcamino:lacomisaría,elcentrode internamientoyaMarruecosotravez,sinuncéntimoyconlosahorrosdelafamiliagastadosenlaaventura.Teníaqueencontrarotrotrabajo,nopodía seguirpasándoseeldíadeun ladoparaotro, trajinandoalfombrasquenadiequería y exponiéndose a que algún desalmado se lo quitase de encima a porrazos,como le había ocurrido aAbdou, el senegalés.Sí,muybien, tenía quebuscar otro

ebookelo.com-Página33

Page 34: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

trabajo, ¿pero cuál? ¿Dónde? La imposibilidad de hallar una respuesta a suspreguntasledesesperó,ycuandollegóacasanoquisocenar.

—¿Noteencuentrasbien?—lepreguntóAhmed.—Estoycansado—seexcusó.NoteníaganasdehablaryAhmetnoinsistió.Sin quitarse la ropa, Saíd se tumbó en la cama. No hacía un mes que había

llegado a Barcelona y ya estaba decepcionado y arrepentido de haber abandonadoXauen.Allíalmenosteníauntrabajodigno,unacasa,lafamilia,losamigosyJamila.Aquí no tenía nada. Peor que nada: sólo desprecio y rechazo. Y una dolorosanostalgiaseleclavóenelpechoyleempañólosojos.SóloelhechodeoíraAhmedy Hussein preparándose la cena unos metros más allá impidió que dos lágrimasdelatasensumelancolía.

ebookelo.com-Página34

Page 35: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

5.Elacosodelpalomo

EL día de la actuación, el local de la asociación de Vecinos del Raval estabaabarrotado,peronoporquelaconvocatoriafueseungranéxito,sinoporqueellocaleramuy pequeño. Lamayoría de los que fueron a escuchar al grupo Baraka eranamigos y conocidos de los músicos o marroquíes del barrio. Antes de iniciar laactuación,Saídvioentreelpúblicoa lamuchachade losojosnegrosdeldíadesullegadaaBarcelona.Ellatambiénlereconocióynolequitólosojosdeencimadesdequeempezaronatocar.Cuandoterminaron,seacercóenseguidaylesaludó.

—¿Teacuerdasdemí?—lepreguntóconciertacoquetería.—Claroquemeacuerdo.Sinohubierasidoporti,quizáestaríatodavíasentado

delantedelportalyesperandoquealguienabrieselapuerta.Ella sonrió, mostrándole las dos hileras de dientes perfectos que ya conocía.

Husseinlosviohablaryseacercó.—Caramba,Saíd,nosabíaquetuviesesunasamistadestanbonitas.¿Porquéno

mepresentas?ASaíd no le hizo ninguna gracia queHussein semezclara en la conversación,

peronodijonada.Duranteelratoqueestuvieroncharlando,HusseinnoapartóniunsoloinstantesumiradadeFátima,quecadavezsesentíamásincómodaynerviosa.Finalmente, lamuchacha tartamudeó una excusa y semarchó. Saíd estabamolestoporladesvergonzadaactituddeHussein.

—Pero ¿qué pretendes, seducirla para que entre a formar parte de tu harénparticular?

Husseinlemiróburlón.—¿Qué,tegustalachica?—¿Ladejarástranquilasitedigoquemegusta?—Quizá.—Puessí,megusta,ynoquieroquevuelvasahablarconella.—¡Miraelgallito!Haencontradounapollitayquierequeseaparaélsolo.¿Yqué

vasahacersidecidoligármela,eh,fantoche?El tono provocador de Hussein sorprendió a Saíd, que, confuso, no supo qué

contestarle.LaintervencióndeAhmedcortóelenfrentamiento.—¿Quéospasaavosotros?SaídyHusseincruzaronunamiradacargadadehostilidad.—Nada,nopasanada—dijoHussein,yseapartó.—¿Quéhapasado?—insistióAhmed.Saídselocontó.

ebookelo.com-Página35

Page 36: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Tencuidado.Husseinesunmalenemigo—leadvirtió.Alsalirdellocal,unjovendelaAsociacióndeVecinosdetuvoaSaídyAhmedy

lespresentóunamuchacharubia,deunosveinteaños,queleacompañaba.LachicaestudiabaperiodismoyestabahaciendountrabajosobrelosinmigrantesmarroquíesenBarcelona.Queríasabersipodíahacerlesunaspreguntas.

—¿Quétipodepreguntas?—dijoAhmed.—PuesquemeexpliquéisporquésalisteisdeMarruecos,vuestrasituaciónaquí,

lasdificultadesconqueoshabéisencontrado…—Quetecontemosnuestravida,vaya.—Másomenos—dijoellaconunasonrisasimpática.—Yonotengoningúninconveniente—contestóAhmed—.¿Ytú,Saíd?Saíd se encogió de hombros. Todavía estaba tenso por el enfrentamiento con

Husseinynoteníademasiadasganasdehablar.Los cuatro se dirigieron a un bar cercano y se pusieron a charlar. Empezaron

hablando con cierta prevención, pero poco a poco se fue creando un clima decordialidadquevenciólaindiferenciainicialdeSaíd.Anaeraunapersonasensibleeinteligente, que sabía conducir el relato de los dos amigos hacia el terreno de laconfidencia.Surostro,sinserdemasiadoatractivo,inspirabaconfianza.Quizáerasumirada,deunazultransparente,olamaneradeabrirloslabioscuandosonreía;fueseloquefuese, lociertoesqueloquecomenzócomounaentrevistadetrabajoacabósiendounareunióndeamigos.Alsalirdelbar,AhmedinvitóaAnaasubiralpisoatomaruntéconmentay,depaso,avercómovivíanlosmarroquíesdelRaval.

—Perosiyaeshoradecenar—objetóella.—Bueno,puesquédateacenarconnosotros—dijoAhmed—.Asísabrástambién

quécomemos.—Nosé…—Notengasmiedo.Novasaengordar.Lamuchachasonrió.—Vale.Sedespidierondel jovende laAsociacióndeVecinos,quenoquisounirsea la

cena,yseencaminaronhacialacalledelaCera.Antesdeentrarenelportal,Ahmedseencontróconunconocidoysequedócharlando.

—Idsubiendo.Ahoravoy.SaídyAnacontinuaron.—Así que eres de Xauen—dijo Ana, rompiendo el silencio—. Yo estuve en

Xauenconmispadreshaceunpardeaños.—¿Ytegustó?—Mucho. Lo quemásme impresionó fue el mercado. Era el primer mercado

marroquíqueveíaymepareciómaravilloso.Lagente, loscolores, losolores, todoeradistinto.Fuecomounshock.Allícomprendíqueloquequeríahacerenlavida

ebookelo.com-Página36

Page 37: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

eraviajaryconocerotrasculturas,otrasmanerasdevivirydeentender lavida.Ydecidíhacerperiodismo.

LalargaascensiónporlaescaleralecortólarespiraciónaAnaylahizocallar.—Yallegamos—dijoSaídparaanimarla.Cuando llegaron al piso encontraron aHussein, que estaba bastante bebido.Al

verlos,sonriócondescaroysepusoahablarenbereber.—¡Caramba,Saíd!Ya traesaotra.Pero¿qué lesdasa lasmujeres?Tendréque

hacertesociodeminegocio.Saídlemiróserio,perosinganasdeenfrentarseaél.—EsunaperiodistaquehemosconocidoAhmedyyo.Noesloquetúpiensas.—¡Ah!¡Unaperiodista!—dijoHusseinconunénfasisexagerado.Ana seguía la conversación, un poco cohibida y sin entender nada de lo que

decían.Entonces,Husseinseacercóaella.—Asíqueeresperiodista,¿verdad,monada?Ytegustanlosmarroquíes,¿no?Anaretrocedióunpocohacialapuerta.—Déjalaenpaz,Hussein.Husseinsevolviófurioso.—¡Eslasegundavezquehoymedicesquedejeenpazaunamujer,mamarracho

demierda!¡Haréloquemedélagana,ysinotegusta,telargas!¿Lohasentendido?SaídmiróaAna,queestabaenlapuertayteníacaradeespanto.—Márchate—ledijo.Husseinsevolvióyagarróalamuchachaporelbrazoconfuerza.Laperiodistasemarcharácuandoyodiga.Anaintentósoltarse,peronopudo.Entonces,SaídseenfurecióyselanzósobreHussein.—¡Suéltalahijode…!HusseinesquivólaembestidadeSaídy,deunmanotazo,lotirócontraunassillas.

Antes de que pudiese levantarse,Hussein le asestó una patada en el pecho que lolanzócontralapared.Anaaprovechólaconfusiónparaabrir lapuertayhuir.EnlaescaleraseencontróconAhmed.

—¡Corre!¡Seestánpeleando!Ahmed subió de dos en dos los peldaños que le quedaban y entró en el piso.

HusseinteníaaSaídcontralospiesdelacamaylegolpeabaelrostrounayotravez.—¡Tecreesmejorqueyo,¿verdad,desgraciado?!Estabacompletamentefueradesí.Ahmed se le echó encimay le sujetó el brazoque tenía alzadopara asestar un

nuevogolpe.—¡Basta!¡Basta,Hussein!Husseinsedetuvo.Saídsangrabaporlanarizylaboca.—¡Perotehasvueltoloco!

ebookelo.com-Página37

Page 38: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Hussein se levantó despacio. Se le habían arrancado un par de botones de lacamisaylallevabaabierta.

—Nada.Nohapasadonada.Éste,quesecreequemepuededecir loquedebohaceryloqueno—dijoHussein,ysemarchóhaciaelinteriordelpisoyseencerróensuhabitación.

Ana,blancacomolacera,contemplabalaescenadesdeelrellanodelaescalera.Losvecinoshabíancomenzadoasalir.

—¿Quéhapasado?—preguntólaviejaquevivíaenfrente.—Unapelea—dijoAna.—¿Avisoalapolicía?—No…Nohacefalta.—Yadecíayoqueconestosmorosenlaescaleranoestaríamostranquilos—dijo

alguienenelrellanodeabajo.—¿Cómoestás?—preguntóAhmedaSaíd,mientrasleayudabaalevantarse.—Nolosé.Creoquebien.Peronoestababien.Lanarizselehinchabapormomentos,teníaunbuencorteen

ellabio,yelpecholedolíaalrespirar.—Tenemosquellevarloalhospital—ledijoAnaaAhmedcuandoterminaronde

lavarlelacara.—Nopodemosiralhospital.Lepediránpapelesynotiene.—Entonces,queleveamipadre:esmédico.Saídnegóconlacabeza.—¡Claroquetienenquemirarte!Sinotearreglanlacaravasaquedarhechoun

cristo.Ahmedestabadeacuerdoconlachica,yentrelosdosterminaronporconvencera

Saíd.

Despuésdeexaminarlo,elpadredeAnallevóaSaídalaclínicadondeatendíaasuspacientes, para curarlo. Tenía roto el tabique de la nariz, el labio necesitaba tres ocuatropuntosdesutura,yelpecho,unvendajecompresivo.

DevueltaacasadeAna,supadrenopermitióqueSaídsemarcharaenaquellascondiciones,yloinstalaronenlahabitacióndelhijomayor,queestabaestudiandoenEstados Unidos. Saíd se sentía incómodo, pero no supo cómo oponerse a laamabilidaddeaquellafamilia,yalfinaltuvoquepasarallílanoche.

En aquella habitación extraña, llena de libros, raquetas de tenis, trofeosdeportivosy títulosacadémicos,Saíd sediocuentade lagrandiferenciaquehabíaentresumundoyelquelerodeaba.Nadadeloqueveíaleerafamiliar,ningunodeaquellosobjetoshabíaformadopartedesuinfanciaysujuventud.¿Quéhacíaélallí?Deprontosesintióperdidoysolo.Unprofundosentimientodenostalgia,muchomás

ebookelo.com-Página38

Page 39: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

doloroso que el de las costillas rotas, le invadió y, a pesar de la tirantez del labiocosido,sepusoacanturrearunatonadabereber.

Ana, que lo oía desde su habitación, no pudo evitar un estremecimiento,conmovidaporlatristezaquerezumabaaquellamelodía.

Alamañanasiguiente,cuandoAhmedfueabuscarlo,SaídledijoquenoqueríavolveralpisodelacalledelaCera,quebuscaríaotrolugar,quenoqueríavolveraveraHussein.

—Locomprendo.Peronoesfácilencontrarunahabitaciónporpocodinero.—Conozco una pareja que quizá tenga sitio—dijo Saíd, pensando enMaría y

Carl—.Iréaverlos.Saíd abandonó la casadeAna contra el parecer de lamadre, quedecíaqueno

estaba aún en condiciones de andar por la ciudad y que para ella no era ningunamolestiaqueestuvieraensucasaunpardedíasmás.PeroSaídinsistióenmarcharse.AnaestabaenlaFacultad,ynopudodespedirsedeella.Quedóenquelallamaríaporlanoche.

Los dos amigos fueron al piso de la calle de laCera para recoger las cosas deSaíd.ComosuponíaqueHusseinestaríaencasa,elmuchachonoquisosubiryesperóen laplazadelPedroaqueAhmedlebajase lasbolsas.Sentadoenunbancode laplaza,sepusoacontemplarlavidaquediscurríaasualrededor.DesdesullegadaaBarcelona, la obsesión de encontrar trabajo no le había dejado ni unmomento detranquilidadparaobservarelbarrioylagente.¡Conloquelegustabahacerloantes!

Las palomas volaban desde la vieja espadaña hasta la estatua que coronaba lafuente,ydeallíbajabanabeber.Eracomosi lafuentefuesede laspalomas:nadiemás la utilizaba. EnXauen, alrededor de las fuentes bullía la vida: siempre habíamujeres llenando cubos y jarras; los niños jugaban, mojándose unos a otros, y lagente solía detenerse para refrescarse. Por eso le chocaba ver la fuente del Pedrosolitaria,conlaspalomascomoúnicosusuarios.Claroque,ensubarrio,lascasasnoteníanaguacorrientecomoaquí.Cercadeél,unpalomo,conelpechohinchadoylacolaahuecada,perseguíaaunapaloma.Lapalomaledejabaaproximarsey,cuandoloteníacerca,sealejaba.Elpalomosedeteníaunosinstantes,comosorprendidoporlahuidadelahembra,yvolvíaaacercársele.Laacciónserepitióunascuantasveces,hasta que el palomo, harto de perseguir a la paloma coqueta, dedicó su atención aotra.«Parecequea todas lashembras lesgustaquesevayadetrásdeellas»,pensóSaíd.Ehizounrepasomentaldelasmuchachasalasquelegustaríaacercarse,comoelpalomo.UnaeraJamila,suamordeXauen,huidizaylejana,perohermosacomounatardecer;otra,Fátima,queloencandilabaconlacalidezdesumirada;yotra…,otra,Ana,sí,Ana,quesabíaacariciarloconpalabras,sonrisasymiradashastahacerleolvidar la tristezamásprofunda.Tresmujeres, las tres diferentes, pero fascinantes.¿Cuál escogería para casarse?Aunque podía casarse con las tres. Su religión se lopermitía. Pero no: tresmujeres era algo que sólo se podían permitir los ricos. Lospobresteníanbastantetrabajoconmanteneraunayloshijos.

ebookelo.com-Página39

Page 40: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Elcorreteodeunniñoespantóa laspalomas,que levantaronelvuelobatiendoruidosamente las alas. Y con el vuelo de las palomas volaron también lospensamientos de Saíd sobre lasmujeres. De pronto, el niño se detuvo delante delmuchacho y se quedómirándole, curioso; luego, alargó el bracito y le señaló. Lamadreseacercópresurosa,comositemiesealgo,cogióalniñodeunamanoyselollevó.«Sí,pupa.Elnene tienepupaen lanariz»,oyóque ledecía.Saíd se tocó lanariz.Se lahabían tenidoqueescayolar.ElmalnacidodeHussein lehabía roto lanariz.¡CómohabíacambiadoHusseindesdequesemarchódelpueblo!Saídnuncahabríaimaginadoquesuamistadpudieseacabardeaquellamanera.Perolaverdadesque no le importaba nada romper con el canalla presuntuoso en que se habíaconvertidosuamigo.

SaídviollegaraHusseindetrásdeAhmed,queibacargadoconlasdosbolsas,ysepusotenso.PensóqueHusseinquerríadisculparse,peronolegustabaqueleviesedeaquellamanera.Enefecto,nadamásllegar,Husseinsedeshizoendisculpas:dijoqueestababorrachoynosabíaloquesehacía,queeraunsalvaje,quecuandoestabaasí se ofuscaba y perdía el control; que comprendía que Said tenía motivos paradespreciarlo, pero le rogaba que no se fuese del piso, que le ayudaría hasta quepudiesevolvera trabajar,queledieselaoportunidaddehaceralgoporél,quemásadelante, si quería marcharse, no se lo impediría, pero ahora sentiría mucho que,ademásdeldañoquelehabíahecho,seencontrasesincasa.

Ahmedcontemplabalaescenaensilencio,conlasbolsasenlamano.Saídtardóencontestar.

—Deacuerdo,aceptotusdisculpasymequedo.Perocuandoestémejor,buscaréotrolugarparavivir.

Husseinalegróunpocolacara.—Estábien.Saídselevantódelbancocongestodedolor.Cuandoestuvodepie,Husseinse

abalanzóinesperadamentesobreélyloabrazó.—Perdóname.Saíd gritó de dolor y se puso blanco como el papel. Hussein se retiró,

sobresaltado.—Esque,ademásdelodelacara,tienedoscostillasrotas—aclaróAhmed.—¡PorAláquenomerezcoquememiresalacara!—exclamóHussein,furioso

consigomismo.YenunarrebatoalargóelrostroparaofrecérseloaSaíd—.¡Pégame!¡Venga,pégame!¡Quieroquemepegues!

—Esonoarreglaríanada—murmuróSaíd,ycomenzóacaminarhaciacasa.

Durante los seis díasqueSaíd estuvohaciendo reposo en casa,Ana fue avisitarlocasitodaslastardes.Ibaalatardecer,cuandoestabasolo,ylehacíacompañíaduranteun rato.Charlaban, tomabanun té conmentay semarchaba.Lamuchacha, que al

ebookelo.com-Página40

Page 41: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

principiosóloqueríamostrarlesuagradecimientoporhabersalidoensudefensa,seibasintiendomásatraídaporélamedidaqueloconocía.Susencillez,suserenidadante las adversidades y su tímida amabilidad le agradaban; luego estaban sus ojos,oscuros, profundos, y sumanera demirar, directa, penetrante, que a veces llegabainclusoa turbarla.LaproximidaddeSaíddespertabaenAnasensacionesquehastaentoncesnadiehabíadespertado:inquietud,curiosidad,ternura,sensacionesque,sinduda, podían ser el preludio de un sentimiento más intenso que el de la simpleamistad.

ebookelo.com-Página41

Page 42: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

6.Laagresión

CUANDOSaídestuvomejorfueacasadeMaríayCarl.Mientrasllamabaalapuertasalió la vecina de enfrente y le dijo que se habían marchado a Alemania y novolveríanhastadespuésdeNavidades.

Aquellanoche,SaídlecomentóaAhmedqueteníaquebuscarotrositioadondetrasladarse.

—Puede queTaíb quiera alquilarte una habitación.Vive con unamujer y andamuyjustodedinero.

Taíberaunodelosmúsicosdelgrupo.Unosmesesanteslohabíandespedidodelbingodonde trabajabayahora lohacíaen la agricultura.Nohabíaencontradootracosa.EnelbingoconocióaSonia,que también trabajabaallí,yempezaronavivirjuntos.Enrealidad,losecharonporeso.Alencargadodelbingo,queibadetrásdelachica, no le gustó aquella relación, y los despidió. De momento, ella estaba sintrabajoy teníanque arreglarse con el jornal queTaíbganaba enunaplantacióndeclaveles. Por eso, cuando Saíd le dijo que quería cambiar de piso, no dudó enofrecerleelsuyo.

Hicieroneltratoeljueves,yelviernesSaídyasetrasladóalacasadeTaíb,quesehallabaenlaplazadeSantAgustíVell.Elpisoeratambiénpequeñoyviejo.Enlahabitaciónque leasignaronsólocabíaunacamayunasilla; teníaunaventanaquedabaaunpatiointerior,yporellaentrabaelolordetodaslascocinasdelacasa.ASaíd no le gustó la habitación, pero pensó que no tenía otra posibilidad y que,además,seríaprovisional.HabíaquedadoconAhmedenalquilarunpisoencuantopudiesen.TambiénAhmedestabahartodeaguantarlosescándalosdeHussein.

PormediodeTaíb,SaídcomenzóatrabajardebraceroenunafincadeVilassardeMar donde cultivaban patatas y hortalizas. Aunque el propietario pagaba poco, élganabamásquevendiendoalfombrasyseahorrabaeldinerodelasverduras.

El trabajo era duro y le obligaba a levantarse todos los días a las cinco de lamañanaparallegaratiempo.Perotrabajabasolooconotrosinmigrantesy,portanto,noteníaquesoportarlosdespreciosdenadie.

Los días en que el trabajo se alargaba y le daba pereza volver aBarcelona, sequedabaadormirenunacasadecampodondevivíanvarioscompañerosmarroquíes.La casa estaba en muy malas condiciones: tenía las paredes llenas de grietas, ycuandollovíasalíangoterasportodaspartes.Lahumedaderatantaque,aveces,losinterruptores de la luz no hacían contacto y había que golpearlos para quefuncionasen.Nohabíaaguacorrienteycocinabanconunhornillodebutano.Portodahigiene,disponíandeunpatioconunlavadero,unpozoyunwáter.Enfin,lacasaera

ebookelo.com-Página42

Page 43: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

unaverdaderaruina,peroeldueñolesdejabaocuparlasincobrarlesnada,yestabancontentos.

Saídsólosequedabaallípornecesidad.Nolegustabavivirenaquellasordidez;pero, quedándose allí, no tenía quemadrugar y se ahorraba el billete del tren. SuscompañeroscreíanquetrabajarenVilassaryvivirenBarcelonaeratodounlujo,yamenudosemetíanconTaíbyconél.PeroTaíbteníalaexcusadequevivíaconunamujerqueloqueríaencasatodaslasnoches.

—Pero si conel trajínque llevasno le servirásdenadaa tumujer—ledecíanbromeando.

—De poca cosa, es verdad; pero está tan enamorada que se conforma con elcalorcilloqueledoymientrasduermo.

Y todos reían, ahogando la envidia que les daba su amigopor tener unamujeresperándoleencasa.Lasoledadafectivaysexualeraunadelascargasmásdifícilesde llevar para los inmigrantes. Era duro para ellos, en su mayoría jóvenes yvigorosos, vivir sin una referencia femenina o lejos de ella. Por eso, y porque lesresultabadifícil entablar relaciones con chicas de aquí, no teníanmás remedioquerecurrir a laprostituciónpara apaciguar lapresióndel sexoy recibir, aunque fuesepagando,unas caricias fríasyprofesionales.Ydeesto,de lamiseria sexualde suscompatriotas,vivíaHussein.

AunquenohabíasemanaenqueSaídnosequedasealgúndíaenVilassar,nuncalohacía los jueves. Los jueves bajaba siempre a Barcelona. No quería perderse elensayoconelgrupo,quecadavezteníamásactuaciones.

Analehabíadichoqueaqueltercerjuevesdediciembrepasaríaporelrestaurantedondeensayaban.Estabaapuntode terminar su trabajoy teníauna seriededudasque quería consultar. El ensayo acabó tarde, y se entretuvieron hablando de lasituacióndelosinmigrantes.

—Ahora,enMarruecos,notedanelvisadoparaveniraEspañasinotienesuncontratodetrabajofirmado.¿Ycómoconsiguesuncontratodetrabajodesdeallí?Esimposible. Por eso, la única solución es venir ilegalmente, tratar de conseguir uncontratoyvolverallíparaquetedenelvisado.Luego,veniraquídenuevoy,conelvisadoyelcontrato,obtenerelpermisoderesidencia.Conmuchasuerte, todoestetrámite puede significar estar un año o dos en situación ilegal, completamenteindefenso frente a los patronos, soportando abusos y con la angustia de que tedescubranyteechendelpaísencualquiermomento.

—Lasituacióndelinmigranteescadavezmásdifícil,nosóloenEspaña,sinoentodaEuropa—intervinoAlí—.Losgobiernosoccidentalesquierencerrarlaspuertasa los que venimos de fuera a buscar trabajo, olvidando que ellos fueron antes anuestros países para explotar nuestros recursos y vendernos sus productos. Lacolonizaciónnofueotracosaqueelexpoliolegaldeunospaísesporotros.Ningún

ebookelo.com-Página43

Page 44: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

paíscolonizadorsepreocupórealmentedeimpulsareldesarrollodesuscolonias.Suúnicapreocupacióneraobtenermateriasprimasabajoprecioparahacerposibleelmilagroindustrialoccidental.

Alíeraestudiante,teníaveinticincoañosytodalapasiónpropiadelajuventud.Estaba vinculado al centro Averroes, un centro social y cultural que intentabaorganizarlainmigraciónmagrebídeBarcelona.

—Pero lo peor de todo —continuó— es que nos han impuesto un modeloeconómicobasadoeneldesarrollotecnológico,queparanosotros,lospaísespobres,es inalcanzable. La penetración occidental ha puesto fin a nuestras formas de vidatradicionales, pero no nos ha dado los elementos necesarios para que podamossustituirlascondignidad.Deestemodolohemosperdidotodosinganarnada.

—Sólomiseria—dijoTaíb.—Yahoranonosquieren—intervinoAhmed—.Cuandosenecesitabanbrazos

parareconstruirEuropa,losinmigranteséramosbienrecibidos,viniésemosdedondeviniésemos,peroahoraqueesatareayaestáhechaynohaytrabajoparatodos,dicenque debemos quedarnos en casa. ¿A qué? ¿A pasar hambre? ¿A ver cómo pasanhambrenuestrasfamilias?

Anaestabainteresadísimaenelrumboquehabíatomadolaconversación.Nuncahabía mirado el hecho colonial desde la óptica que adoptaba AIí. Como unaexpoliaciónsistemática.Dehecho,nuncasehabíaplanteadoafondoelproblemadelospaísesdeorigendelos inmigrantes.Habíaelegidoaquel temadetrabajoporsuactualidad y movida por un íntimo sentimiento de compasión ante el sufrimiento,pero ahora descubría una serie de razones que, comomínimo, hacían dudar de lalegitimidaddelasmedidasquetomabanlosgobiernosdelaEuropacomunitaria.

—Comprendo vuestro punto de vista, pero si la realidad occidental en estosmomentos es que no hay trabajo, que estamos en medio de una grave crisiseconómica,yqueunagranpartedelapoblaciónestáenparo,esnormalquesequieraregularlaentradadetrabajadoresinmigrantes.

—Sí,esnormal,tannormalcomoaprovecharsedenuestrosrecursos,inundarnoslosmercadosconvuestrassobrasovendernoscomonuevastecnologíasobsoletas.

—¿Quéquieresdecir?—Nada, simplemente me quejo. ¿Por qué tiene que ser normal que nosotros

seamos siempre los perdedores? ¿Por qué en los países del norte veis como algonormalladesgraciadelospaísesdelsur?¿Túcreesqueesjustoo«normal»,comodices,quenoscondenéisalamásespantosamiseriaparadefendervuestraopulencia?

Anacalló.Nosabíaquédecir.Enlareuniónsehizounsilenciotenso.Porfin,sehabíanrepartidolospapelesy,depronto,lospersonajesseencontrabanrepresentandolosmundosopuestosaquepertenecían.Anaapreciabaaaquelloshombres,admirabasuvalor,sucapacidaddesufrimiento,deseabaaproximarseaellos,perolaspalabrasdeAlí habíanmarcado las diferencias. Ella, quisiera o no, pertenecía al norte.Nopodíaacercarsea losdelsurporsimplecuriosidadopormeracompasión;ellosno

ebookelo.com-Página44

Page 45: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

queríancompasión,loquereclamabaneraelreconocimientodesusderechos,yestosignificabaimplicación,compromiso,compartirsu interpretaciónde loshechos.Noqueríangolpecitosamistososenlaespalda,sinobrazosparamarcharjuntos.

SaídintuyóqueAnasesentíaconfundidaysalióensuayuda.—Esmuytarde.Quizápodríamoscontinuarotrodía.—Tienes razón—dijoAhmed, cogiendo el laúd del suelo—.Mañana nos toca

madrugar.MientrasAnarecogíaensilenciosusnotas,Alíseleacercó.Notehabrásmolestadoporloquehedicho,¿verdad?Noeranadapersonal,sólo

queríahacertecomprendernuestraposición.Analemiróysonrió.—No,nomehasmolestado.Alcontrario,teagradezcoquehayassidotansincero

ymehayashechoverquevuestrapresenciaenBarcelonanoesunasimpleaventurapersonal,sinoquerespondeaunasituaciónmuchomásgeneralycompleja.

—Lomás lamentable es que lamayoría de nosotros tampoco es consciente deesto,ysinestaconscienciaesmuydifícilactuarparamodificarlascosas.Lamayorpartedelosinmigrantes,analfabetos,sinningunaformaciónnicultura,nosabenvermásalládesuproblemapersonalysonincapacesdeorganizarsemínimamenteparahacerseoír.Nosedancuentadequedeasísonmuchomásvulnerablesenmediodeuna sociedad que desconocen y que les vuelve la espalda. Solos y marginados,únicamentepuedenvivirenladesesperanza.Vosotrosnosveiscomounaamenaza,yenrealidadsomoslasvíctimasdeunasociedadinjusta.

Cuando salieron del restaurante eran cerca de las doce de la noche. Trasdespedirse de los demás, Saíd, Ahmed y Ana echaron a andar. Taíb se habíamarchadomuchoantesacumplirconsusobligacionesconyugales.

Lascallesestabancasivacíasy lospasosde los tresamigosresonabansobreelempedrado.

—No le hagasmucho caso aAlí—le dijoAhmed aAna—.Cuando le da porsoltarelrollo,nosabeparar.Podríaestarhablandohorasyhorasparadecirquenoesjustoquenosotrosseamospobres,yvosotros,ricos.Perosiemprehahabidopobresyricos.

Ananohizoningúncomentario.En sucabezabullían laspalabrasdeAlíy lospensamientosquehabíandesencadenado.Enunosinstantespusoenteladejuiciolosvaloresquehastaentonceshabíaaceptadosinaspavientosysesintióintegrantedeunmundoquenolegustaba.¡Habíatantascosasmalplanteadasypeorresueltas!

—Habría que hacer un repartomás equitativo de la riqueza—apuntó como sihablaseparasímisma—.Quenohubiera lasdiferencias tangrandesquehayahoraentreunospaísesyotros…

—¡Bah!Estonopasaránunca.Yamediráscuántosespañoles,ingleses,francesesode donde sea estaríandispuestos a trabajar para dar parte de sus ganancias a losmarroquíes,alossenegalesesoalossomalíes.

ebookelo.com-Página45

Page 46: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Llevabanunratooyendopasosyvocesasusespaldas.FueSaíd,algoausentedelaconversación,elprimeroquesevolvióylosvio.Eranseischicosqueibanvestidosconvaquerosycazadoras,calzabanbotasmilitaresyllevabanelpelomuycorto,casirapado.

—¿Nooshedichoqueerandosmorosdemierda?—dijoelmásaltocuandoviolacaradeSaíd.

—¿Yquéhacendosmorosdemierdaaestashorasdelanocheenlacalleconunarubia?

—Nolosé.Quizásdeberíamospreguntárselo.Entonces,tambiénAnayAhmedsevolvieron.EstabanalfinaldelpaseodeLluís

Companysy,apartedelgrupodechicos,noseveíaanadieporlacalle.—Sonskins—dijoAna,inquieta—.Noosparéis.Nolesdigáisnada.Ysiveisun

taxi,detenedlo.—¡Eh,morosdemierda!—oyeronquelesgritaban—.¿Sepuedesaberquéestáis

haciendo?—Alomejorhanligado.—Imposible.Losmorossontodosmaricones.ApesardequeAna,SaídyAhmedhabíanaceleradoelpaso,lasbotasresonaban

cadavezmáscerca.—Miraquesondesgraciadosesostipos:ademásdemoros,sordos.¿Nooísqueos

estamoshablando?—Creoquedeberíamoscorrer—dijoAhmed—.Seestánacercandomucho.—¿Ysihanraptadoalachicayselallevanparaviolarla?—¡Nojodas!—Losmorossoncapacesdeesoydemuchomás.—Puessieseso,nopodemospermitirlo.¿Noosparece?Yahabíanencontradolaexcusaparaatacarlos.—¡Corramos!—gritóAnadepronto.—Vayamos hacia la entrada del parque—dijo Saíd, recordando que allí solía

haberuncochedelapolicía.—¡Eh,tíos,quehuyen!Yelgrupodeskinsechóacorrerdetrásdeellos.—¡Venga,quenoescapen!SaídhabíacogidoaAnadelamanoytirabadeellasindejardecorrer.Ahmed,

quellevabaellaúd,empezabaaquedarseatrás.—¡Dejaellaúd,Ahmed!—gritóSaíd.PeroAhmednoqueríaabandonarsuinstrumento.Teníanalosskinspegadosalos

talonescuandovierondoblaruntaxiporelpaseodePicasso.Saíd,sinsoltaraAna,corrióporelcentrodelacalzadahaciaeltaxi.

—¡Yatetengo,morodemierda!

ebookelo.com-Página46

Page 47: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Ahmedsintióqueloagarrabanporelcuellodelachaquetayquisovolverseparadeshacersedelagresor;pero,porelimpulsodelacarrera,perdióelequilibrioycayóde lado; encima de él cayó el que lo sujetaba, y los dos rodaron por el suelo.Mientras, Saíd había logrado que el taxi se detuviera, echándose prácticamenteencima de él.Ana, que se había soltado delmuchacho para correr hacia la puertalateral, la abrió. Entonces, sin preocuparse de la presencia del taxista, dos de loscabezasrapadascogieronaSaídylotiraronalsuelo.Unosmetrosmásallá,Ahmedse defendía como podía de la lluvia de puntapiés que le caía encima. El taxistacontemplabalaescena,atónito,sinsaberquéhacer.

—¡Embístelos!—gritóAna,desesperada—.¡Embístelosolosmatarán!EltaxistapusolamarchayselanzócontralosdosskinsquegolpeabanaSaíd.La

inesperadaembestidaleshizoretroceder.—¡Taxista,hijodeputa!¿Quierescobrartútambién?Aprovechandoquelosskinssehabíanretiradounoscuantosmetros,Anaabrióla

puertadeltaxi.—¡Sube,Saíd!¡Corre!Said se levantó y saltó al interior del taxi cuando los dos cabezas rapadas se

abalanzabanotravezsobreél.Eltaxistaarrancódenuevoyarrastróaunodeellos,quesehabíaagarradoalapuertaparaimpedirquelacerrasen.

—¡Para,hijodeputa,para!Peroel taxistanosedetuvohastaqueelskin rodópor lacalzada.Mientras, los

otros tres continuaban golpeando a Ahmed de mala manera. El taxista, que ya sehabíacalentado,hizounarápidamaniobrayenfilóhaciaellos.

—¡Cuidado!¡Eltaxi!Pero ya era demasiado tarde. El coche enganchó de lleno a uno, que rodó por

encimadel capóycayóal suelo.Losotrosdos se apartaron.El ataquedel taxi leshizo olvidarse de Ahmed y los lanzó contra el vehículo. El taxista hizo girarbruscamenteelcocheyenfilódenuevocontralosskins,quesalieroncorriendohacialaacera.CuandollegóalaalturadeAhmed,eltaxistafrenó.

—¡Venga!¡Subidlo!¡Rápido!Saídabriólapuertaybajó.CogióaAhmeddelsuelocontodassusfuerzasy,con

ayudadeAna,lometióeneltaxi.Losskinshabíanvueltoaacercarse,peroparecíaquedesistíandeatacarlos.Ahorasuiraibadirigidacontraeltaxista.

—¡Tenemostumatrícula,cabrón!¡Tebuscaremos!¡Estonovaaquedarasí!El taxista, cargado de adrenalina hasta las orejas, arrancó de nuevo y volvió a

embestiralosskins,quesedispersaronentodasdirecciones.—¡Sillegoacogeraunoleaplastolacabeza!—Déjalos,porfavor—suplicóAna—,yllévanosalhospital.Nuestroamigoestá

muymal.Enefecto,Ahmedestabahechounapiltrafa.Habíaperdidoelconocimiento,yle

salíanhilosdesangredelanarizydeunaoreja.Además,teníaunaheridaenlaceja,

ebookelo.com-Página47

Page 48: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

quelesangrabamucho,ylamanoderechatumefacta.—Se la handebidode aplastar—dijoSaídmientras intentaba estirar los dedos

agarrotadosdesuamigo.—¡Diosmío!¡Quésalvajada!—exclamóAna,completamentetrastornadaporlo

queacababadevivir—.¿Túestásbien?—preguntóaSaíd.—Sí.Sóloherecibidounosgolpes.El taxista, como estaba excitado, conducía a gran velocidad. En un momento

llegaronalHospitalClínico.Peroantesdeentrar,Saídbajódeltaxiycogióotroparair a su casa. No quería verse involucrado en aquello. Seguramente intervendría lapolicía,ynoleconveníaquelevieran.FueAnaquientuvoqueacompañaraAhmedhastaurgenciasylaprimeraensaberquelaslesionespodíansergraves.Ademásdelascontusiones,teníauntraumatismocraneoencefálicoproducidoporlaspatadasquehabíarecibidoenlacabeza,ynosabíanhastaquépuntoestabaafectadoelcerebro.Paraaveriguarlo,teníanquehacerleunascuantaspruebas.

Despuésdedenunciarelincidentealapatrulladepolicíaqueacudióavisadaporlarecepcionistadeurgencias,eltaxistasedespidiódeAna.

—Gracias.Sinollegaaserporti,ahoraquizáestaríamoslostresingresados—dijoAna,agradecida.

—Tengo que confesar que si tu amigo no se hubiera puesto delante del taxi,probablementenohabríaparado.Nomehacenningunagracia loscabezas rapadas.Sonmuypeligrosos.Soncapacesdematarsinningúnmotivo,pordiversión.

LallegadadeSaídpusofinalaconversación.—¿Porquéhasvenido?Todavíanosehaidolapolicía.—Nopodíadormir.Estoymuyalterado.¿CómoestáAhmed?—Sigueinconsciente.Aúnnosabenelalcancedelaslesiones.No le he dicho nada aTaíb.Va tan cansado…Y si se hubiera enterado habría

queridovenir.Demadrugada les comunicaron que las pruebas que le habían hecho aAhmed

mostraban la existencia de lesiones graves en el cerebro y que debía quedaringresado.Demomento,susituacióneraestacionaria.

Comonopodíanhacernadamás,SaídyAna semarcharon: él, a coger el trenparairatrabajar,yella,asucasa.

—Relacionarteconmigosólo tecreaproblemas—dijoSaíd—.Haceunmes, lapeleaconHussein;ahora,esto.Talvezseríamejorquenonosviésemosmás.

Analemiró,sorprendida.—Nodigastonterías.Lascosaspasanporquetienenquepasar.Saíd pensó que sí, que tenía razón, pero que a veees no deberían pasar. Por

ejemplo,élnopodíaenamorarsedeAnay,apesardesaberlo,seestabaenamorandode ella. Por eso había hecho aquella propuesta, aparentemente absurda; por eso lecomplacíaylepreocupabaalavezqueellalahubiesecalificadodetontería;poreso

ebookelo.com-Página48

Page 49: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

nopudoevitarestrecharlelamanoenelmomentodebajardeltaxiquelosllevóalaestacióndecercanías.

—Hoyseráundíalargo.¿PuedollamartealmediodíaparasaberalgodeAhmed?—Claroquesí.Ysuconsentimientoleconfortó.

ebookelo.com-Página49

Page 50: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

7.Skins

ELdomingosiguientealincidenteconlosskins,elsuplementodeElPaíslesdedicó,casualmente,unamplioreportaje.Analoleyóinteresadayseindignó.¿Cómopodíahaber alguien capaz de pensar todas aquellas barbaridades y vanagloriarse de ellopúblicamente?Teníanqueestarenfermos,porfuerza.

«—Lagentequenoesderazablancamedesagrada.Elcolordelapiel,elolor,suformadehablar,demirar,todomedaasco.PoresonoquieroquevenganaEspaña.No quiero que contaminenmi país. Sólo hay una raza superior: la blanca, y paramantenerlapuratenemosqueecharlos».

«—No,yonoagredoapersonasnormales;sóloagredoalaescoriadelasociedad:inmigrantes,punkis, anarquistas, homosexuales, drogadictos y antirracistas; a todoséstosnotengoningúninconvenienteenzurrarleshastahacerlesecharelhígadoporlaboca.Ylohagoconvencidodequeestoyprestandounservicioalahumanidad».

«—Sí,hetenidomuchaspeleas,hecalentadosobretodoadrogadictos,mariconesy negros, y cuando los golpeo lo hago con toda mi alma, quiero que aqueldesgraciadoseacuerdedeldíaenquesecruzóenmicamino».

«—No,nosuelo irarmado, tengosuficientecon lospuñosy lasbotasdepuntametálica. Con la primera hostia los tiro al suelo, y luego utilizo las botas; sonformidables;siquiero,conunapatadabiendadapuedomatarauncerdodeésos».

Y todoelartículoera igual.Hastaexplicabaque,hacíapoco,elgrupodeskinsentrevistados había apaleado a un negro en un supermercado hasta dejarlo casimuerto.

Ana se indignó con los personajes y con el periódico. Era vergonzoso quededicasen diez páginas a presentar a aquellas bestias sin sentimientos, capaces dematar por un simple problema de pigmentación. Si la violencia se convertía en unjuego,enunadistraccióndepsicópatas,estaríamos todosenpeligro;aqueldíaeranlos negros o los marroquíes, pero al siguiente podían ser los señores bajitos, laschicasconminifaldao losmiopesconmásdeseisdioptrías.¿No loveía lagente?¿No loveían las autoridades? ¿No se daban cuenta deque se estabanponiendo enpeligro las bases fundamentales de toda convivencia: la tolerancia y el respetomutuo?

Ana cerró el suplemento del periódico y se puso a pensar qué podía hacer.Noqueríaquedarsequieta, indiferente, ante tantaviolencia impune.Ahmedseguíaaúnenelhospitalyungrupodeskins,quizálosmismosqueledieronlapaliza,confesabapúblicamente ante la sociedad entera que ellos se dedicaban precisamente a eso, apropinarpalizasa lagentequeno lesgustaba.¿Cómoeraposible tantaarrogancia,

ebookelo.com-Página50

Page 51: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

tanto cinismo? ¿Cómo era posible que la gente no reaccionase ante semejanteprovocación?Porqueaquelloeraunaprovocaciónevidente.Finalmente,Anadecidióllamar a un amigo abogado y contarle lo que le había ocurrido y lo que pensabadespuésdeleerelreportaje.YeseamigolesugirióquesepusieseencontactoconlaasociaciónSOSRacismo,porqueseguramenteellossabríancómollevaracaboalgúntipodeacción.

Lo que hizo SOS Racismo, después de escuchar a Ana y visitar a Ahmed en elhospital,fuepresentarunaquerellacriminalenelJuzgadodeGuardiaporintentodeasesinatoy,deestamanera,obligaraabrirunainvestigaciónmuchomásseriaquelaquehabíainiciadolapolicía.Precisamente,unassemanasantessehabíadictadounasentenciacondenatoriacontraunoscabezasrapadasquehabíanmatadoapatadasauntravestí en el parque de laCiutadella. La sentencia consideraba las botas de puntametálica como el arma homicida, y la abogada de SOS Racismo fundamentó suquerellaenquelaagresióncontraAhmedsehabíallevadoacaboconlamismaarma.

—Te estás comprometiendomucho,Ana—le dijo su padre cuando le contó loqueestabahaciendoparaquenoquedaseimpunelaagresióndequehabíasidoobjetoAhmed—. Comprendo que estés indignada. Yo también rechazo la violencia y elracismo,peroteestásponiendoenelpuntodemiradeesosgruposviolentos.¿Quévas a hacer si los cogen y tienes que identificarlos? ¿Te das cuenta del riesgo quecorrerásenesecaso?

—¿Yquécreestúquedebohacer?¿Callaryaceptarqueestossalvajesimpongansuley?¿QuéharíastúsienlugardeAhmedfueseyoquienestuvieraenelhospitalenestadodecoma?¿Tecruzaríasdebrazosymedirías:mira,nena,estotepasaporirconmarroquíes?

ElpadredeAnacalló.Sí,¿quéhabríahechosilavíctimadeaquelataquebrutalhubierasidosuhija?Seguramentelomismoqueestabahaciendoella.Removercieloy tierra para que los culpables pagasen. No podía decirle nada, pues. Tragarse lainquietudquesentíaydarletodosuapoyo.

Por otro lado, como las desgracias nunca vienen solas, el incidente puso enevidencialasituaciónilegaldeAhmed.Alrevisarsuspapeles,lapolicíavioqueteníacaducadoelpermisodeestanciaenEspañacomoturistaytramitólacorrespondientedenuncia.Estosignificabaquecuandoserecuperasedelapaliza,siesquellegabaarecuperarse,podíanmandarloaMarruecos.

Por suerte, la intervención de SOS Racismo y del Centro de Información paraTrabajadores Extranjeros (CITE), de Comisiones Obreras, fue decisiva a la hora debuscar una solución a la situación ilegal de Ahmed. Después de hablarlo,representantesdelasdosorganizacionesfueronaveraldueñodelrestaurantedondetrabajabaAhmedylepresionaronparaquelehicieseelcontratodetrabajo.Cuandolo tuvieron, lo llevaron alGobiernoCivil para que se tramitase el visado.De esta

ebookelo.com-Página51

Page 52: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

manera,enpocosdías,Ahmedconsiguióloquenohabíalogradoentresaños:tenerlos documentos necesarios para obtener un permiso de residencia. Claro que latramitacióndelospapelesseviofavorecidaporelecoqueelcasodeAhmedtuvoenla prensa durante los nueve días que estuvo entre la vida y la muerte, y por lasensibilización popular que despertó una manifestación convocada por distintasasociacionesyorganizacionesantirracistasydedefensadelosderechoshumanos.

Alcabodeunmes,cuandoAhmedempezóatenerconcienciadedóndeestabaydequé le habíaocurrido, se encontró conque tenía la situación legal regularizada.Peroeso,porloquellevabaluchandotresaños,ledejóindiferente.Susituaciónvitaleratanprecariaquenolepermitíacontemplarcomounéxitonadaquenofueradarcuatropasosseguidossinapoyarseenlaenfermera,ollevarselacucharaalabocasinque se le cayera encima la sopa. El traumatismo craneal de Ahmed era grave ytardaríamuchotiempoenestarencondicionesdehacervidanormal.

SinAhmed,elgrupoBarakadecidiódisolverse.Élhabía sidoelaglutinadordetodos y, ahora que les faltaba, no se sentían capaces de continuar. Su desapariciónquería ser también una muestra de admiración y respeto hacia su amigo. Cuandoestuviesebienvolveríana tocar,peromientrasélnopudieraacariciardenuevo lascuerdasdellaúd,Barakaguardaríasilencio.

EnlaúltimaactuacióndelgruposustituyóaAhmedunfamosomúsicodeTánger,yelconciertoadquirióelcarácterdehomenajeydenuncia.Asistiómuchopúblico,yno únicamente marroquí, sino también gente vinculada a distintas asociacionesantirracistasydederechoshumanos.Alfinal,despuésdeunaspalabrasderecuerdoyaliento para Ahmed, pronunciadas por Abd-el-Jalil, el músico de Tánger, salió ahablar Alí. El joven comenzó denunciando con dureza que una sociedad culta yevolucionada, que presumía de ser elmáximo exponente de la civilización actual,tolerasequesecometieranactosvandálicoscomoelllevadoacabocontraAhmed,yacontinuaciónpasóahablardelaemigraciónydelosinmigrantes.

—Amenudonospreguntanporquéemigramosdenuestrospaísesparalanzarnosa una aventura incierta, llena de sufrimientos, y que a veces, como en el caso deAhmed, puede llevarnos incluso a las puertas de la muerte. La respuesta es biensencilla: porquenopodemoshacerotra cosa.Nopodemos continuarviviendobajogobiernos corruptos, aparecidos después de la larga y devastadora noche delcolonialismo, que sumen a nuestro pueblo en la miseria. Emigramos porque noqueremosresignarnosalpapelquenoshanasignadolasgrandespotenciasmundialesenestadivisióninjustadelariquezayel trabajo.Noqueremosformarpartedeesareservademanodeobrabarata,pornodecirgratuita,quesonlospaísesdelTercerMundo. Asimismo, emigramos por dignidad; escogemos el doloroso camino delexilioantesqueaceptarunaexistenciadehumillacióne indigenciaparanosotrosynuestroshijos.Ynotenemosporquéavergonzarnosdeserinmigrantes;alcontrario,hemos elegido un camino difícil, lleno de inconvenientes, del que debemos estarorgullosos.Lucharparavivirdignificaalhombre,ynosotros lohacemoscon todas

ebookelo.com-Página52

Page 53: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

nuestras fuerzas.Muchas personas de los países a los que llegamos dicen que lesquitamoseltrabajo,yutilizanesteargumentoparajustificarsurechazo.Peroesonoes cierto.Nosotros no le quitamos a nadie el puesto de trabajo porque trabajamos,casiexclusivamente,ensectoresdondehayfaltademanodeobranacional;esdecir,hacemos los trabajosquenadiedelpaísquierehacer.Además,quienespiensanasí,olvidan que con nuestras aportaciones a los servicios de asistencia socialcontribuimos amantener una estructura asistencial de la que probablemente nuncanos beneficiaremos, porque, si algún día podemos volver a nuestros países, loharemos, ya que ése es el sueño de casi todos los inmigrantes. No somos, pues,sanguijuelas, como quieren hacernos creer, sino trabajadores necesarios. ¡Por todoello, rechazamosque senos tratecomounas simplesmáquinasdeproducir,que seutilizan o no según la situación económica del momento! ¡Nosotros y nuestrasfamiliassomossereshumanosconlasmismasnecesidadesquelosdemásyqueremosque se nos reconozcan los derechos más elementales: el derecho a la vida, a lalibertad,aladignidad,altrabajo,alasalud,alaeducación,ytambiénelderechoaconservarnuestrascreenciasynuestracultura!

El tono de Alí, que fue haciéndose más vehemente a medida que hablaba,provocó un fuerte aplauso. Por unosminutos, el poder de las palabras devolvió laautoestimaaunaspersonasdiscriminadasymarginadas,golpeadasdiariamenteporlaindiferenciayelrechazo.Anatambiénaplaudió.LaarengadeAlí,encaminadaaquetodos los emigrantes asistentes al acto recobraran la confianza en su aventurapersonal, le había parecido admirable. Era absolutamente necesario que, anteactitudes de rechazo tan violentas como las que se registraban en toda Europa,alguiendijesequeloqueestabanhaciendo,apesardelapresióndelentorno,noeranada malo ni reprochable, sino, por el contrario, una manera digna de ejercer elderechodevivir.

Alasalida,SaídvioaHusseinacompañadodeFátima,quetodavíalepareciómásbonita.Elmuchachoquisoignorarlos,peroHusseinlellamó.

—¡Saíd!¡Saíd!SaídsedetuvoyvioaproximarseaHussein,sonriente.—Quierohablarcontigo.¿Porquénotepasasundíaporcasa?—¿Quétienesquedecirme?—eltonodeSaíderaseco.—Esdifícildeexplicarenpocaspalabras…Perocreoquetepuedeinteresar.Saídlemiróconciertacuriosidad.—Es sobre lo queos pasó aAhmedy a ti—continuóHussein—. ¿Por quéno

vienes un día a cenar? —insistió—. Puedes venir con Ana —añadió al ver a lamuchacha,quesemanteníaaunaciertadistanciaesperandoaSaíd—.Seráunabuenaocasiónparadisculparmeconella.

—Nolosé…Dejaquelohablemos.Fátima, que también semantenía apartadade los dos amigos, no les quitaba la

vistadeencima.

ebookelo.com-Página53

Page 54: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—¿Salesconella?—preguntóSaíd,inesperadamente.Husseinsonrió.—Sí,peronoesloquepiensas.Hecambiado,Saíd.Deverdad.Estavezmehe

enamorado.—¿Ysabeellaaquétededicas?—De eso precisamente quiero hablar contigo. Quiero dejar ese tipo de vida y

buscaruntrabajodecente.Saídpermanecióensilencio.NosabíasicreeronoloqueHusseinledecía.Un

lobonoseconvierteencorderodelanochealamañana.—Venga,quedemosparaeljuevespróximo—insistióHussein—.Esimportante

quehablemos.Ylosdosamigossesepararonconlacitafijada.

EldueñodelrestaurantedondetrabajabaAhmedleofrecióeltrabajodeésteaSaíd.—Perotenpresentequeessólohastaquepuedavenirél—aclaró.—Sinofueseasínoloaceptaría—dijoelmuchacho.Eso significó una importante mejora en su calidad de vida. Ya no tenía que

levantarsealascincodelamañana,niquetrabajardoceocatorcehorasparaganarseel jornal.Ahora, aunque no cobrabamuchomás, el horario le permitía hacer otrascosas.YseapuntóaunodeloscursosdecatalánqueorganizabaelCITE.

—¿Asíqueahoraaprendescatalán?—dijoHussein.—Sí;tengotiempo,nomecuestanadayesunamaneradeconocergentenuevay

de integrarme más aquí —respondió Saíd mientras comía con apetito. Era elramadán, el mes de ayuno anual, y el muchacho, que cumplía algunas de lasobligaciones que imponía su religión, no había comido nada en todo el día—.Tambiénatitevendríabienaprendercatalán.Tepuedeayudarparaencontrartrabajo—añadióSaíd.

Continuaroncomiendoensilenciounrato.—Casi hemos terminado de cenar y todavía nome has dicho para qué querías

verme—dijoSaídtrasbeberunpocodeagua.Husseinvolvióaservirsevinoylemiró.—Heestadopensandoenelloestosdíasycreoquedeberíamoshaceralgomás

que quejarnos de las agresiones de los grupos racistas. Cada vez haymás, y másviolentas.

—LagentedeSOSRacismohadenunciadolaagresiónquesufrimosAhmedyyo,ylapolicíaestáinvestigando…

—Lapolicíanoharánada—lecortóHussein—.Lospolicíassonlosprimerosenamargarnos la vida. Cualquier excusa es buena para llevarnos a la comisaría yhumillarnos.¿SabesquélepasóelotrodíaaHassan?Dosindividuoslepararony,sinidentificarsecomopolicías,lepidieronquelesenseñaselospapeles.Comosenegó,

ebookelo.com-Página54

Page 55: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

lollevaronalacomisaríayallí,despuésdeverquelosteníaenorden,unodeelloslepusolapistolaenlacabezayledijoquesevolvieseasupaís,queaquínoloquerían.

Husseinhizounabrevepausaparaaumentareldramatismodesurelato;despuéscontinuó:

—Lamayoríadelospolicíassontanracistascomolosqueosapalearon.¿Creesquelosvanacoger?No.Sabenquiénesson,peronoloscogerán.

—¿Yquécreesquetenemosquehacer?—Plantarles cara.No acobardarnos. Si apalean a uno de los nuestros, nosotros

apalearemosaunode lossuyos.Formarungrupodeaccióncapazdeenfrentarseaesosquetienenpordiversióngolpearnos.Yasomosunoscuantoslosqueestamosdeacuerdoeneso.¿Teunes?

Saíd se quedó pensativo. No sabía qué hacer. Por un lado entendía la actitudairadadeHussein:tambiénélhabíasentidodeseosdetomarselajusticiaporsumanocuandosupoelestadodeAhmed;recordabaque,llenoderabia,pensósaliralacalley sacudirle al primer cabeza rapada que encontrase, como hacían ellos con losmagrebíes.Peronolohizo:lavoluntadderechazarlaviolenciasesobrepusoalodioyalsentimientodevenganzainstintivos.

—¿Quémedices?—insistióHusseinanteelsilenciodesuamigo.—Nolosé…Teentiendo,peropiensoqueésanoes lasolución.Loúnicoque

conseguiremosrespondiendoalaviolenciaconviolenciaesiniciarunaguerraconlosgruposracistas,quenonosharáningúnbien.

—¿Yquéconseguimosaguantando?—Si adoptamos la violencia como respuesta, les daremos argumentos para

justificar su actitud de rechazo, y la gente, que desconfía de nosotros simplementeporquesomosdistintos,todavíadesconfiarámás.

—Nolocreas.Sinoshacemosrespetar,nosrespetarán.—Pero no es por el miedo por lo que tienen que respetarnos. Tenemos que

ganarnos su respeto y su aceptaciónmostrándoles que somos gente normal, que loúnicoquequeremosestrabajaryvivircondignidad.

—PorAláquenoteentiendo.Erescapazdepelearteconmigoporunamujer,yahora, que tienes a tumejor amigo en el hospital después de recibir una paliza demuerte,nopiensashacernada.

—Noesverdadquenoestéhaciendonada.EstoycolaborandoconlagentedeSOSRacismoparaquecojanalosagresores,losjuzguenylosmandenaprisión.

—Esoynadaeslomismo—dijoHusseincondesdén.Ydespuésdepermanecercalladounossegundosañadió—:Veoquemeheequivocadocontigo.Creíaqueteníasmásagallas.

Saídno le respondió.Se levantóde lamesaypensóquequizáhabíaque tenermás agallas para dominar la ira que para darle rienda suelta. Pero no se lo dijo aHussein.Losdosamigossedespidieronfríamente.

ebookelo.com-Página55

Page 56: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Si te lo piensas mejor, ya sabes dónde estoy —le dijo Hussein al salir—.Nosotrosseguiremosadelante.

Mientras bajaba la escalera, Saíd se dijo que lo que le acababa de proponerHussein eramuy arriesgado para el proceso de integración de los inmigrantes. Laaparicióndeungrupoviolento, aunque sus acciones se limitasena responder a lasprovocacionesyagresionesdelosgruposracistas,podíaconmocionarprofundamentealaopiniónpúblicaydespertarunsentimientoderechazotodavíamayorqueelyaexistente.Preocupadoporestaidea,salióalacalledudandosidebíainformaraSOSRacismodelasintencionesdeHussein.Quizáfueraconvenientequelosupiesen.

ebookelo.com-Página56

Page 57: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

8.Ladetención

LAEVOLUCIÓNdeAhmederalenta.Pocoapocohabíaidorecuperandolamemoria,perotodavíateníalagunasimportantes;porejemplo,norecordabanadadelaagresióndelosskins.Habíamomentosenlosquenoreconocíaanadie:nialasenfermeras,nialosmédicos,nialmismoSaíd;enotros,sequedabaabsorto,comodesconectadodelarealidadunbuenratoy,cuandovolvíaensí,actuabacomositodoaqueltiemponohubieratranscurrido.Aveces,cuandoporalgúnmotivosalíasolodelahabitación,seperdíapor lospasillosyaparecíaencualquierpartedelhospital,angustiadoporquenosabíavolver.Susmovimientoseranlentoseinseguros,yteníamuchasdificultadesparahablar.Losmédicosdecíanqueesoeranormal,quelalesiónhabíasidograveyhabía que tener paciencia. Ana yNuria, una chica de SOS Racismo, le visitaban amenudoyleanimabanahacertodoloquelosmédicosylosfisioterapeutasledecían.Detodaslasincapacidadesquelehabíanquedado,laquemáspreocupabaaAhmedera la rigidez de los tres dedos rotos de lamano derecha.Decía que ya no podríavolveratocarellaúd,yesoleentristecía.

TambiénSaíd iba averle con frecuencia,peroprocurabanocoincidir conAna.Cadavezsesentíamásatraídoporlamuchachayqueríaevitarla.Ella,sinembargo,ignorantedelaluchainteriordeSaíd,hacíatodolocontrario.

—Últimamenteparecequenoquieresverme—ledijoundíaenque,apesardelasprecaucionesdeSaíd,coincidieronenelhospital.

Elmuchacho,cogidoporsorpresa,dudóunosmomentos.—…Esquetengomuchotrabajo.Entreelrestaurantey lasclasesdecatalán…

Ademásmeheapuntadoalequipodefútbolsaladelbarrio…—Estábienquehagascosas,peromeparecemuymalqueporesodejesdevera

lasamistades,sobretodosiunadeesasamistadessoyyo—dijoella,sonriendo.—Tambiéntútendrásmuchotrabajo…—objetóSaíd.—Pero me gusta ver a los amigos. No hago como tú, que te encierras en la

madrigueracomounconejo.Caminaron unos pasos en silencio. Saíd iba con lamirada clavada en el suelo,

pensativo;temíaquesi lamirabaalosojosnotasequeloquerealmentepasabaeraquecadadíalaqueríamás.

—Estejuevespodemosquedar—dijoAnadepronto.Saídlamiróconsorpresa.—Bueno…,sinotienesningúnotroplan—añadió.Noqueríaqueparecieseque

leforzaba.

ebookelo.com-Página57

Page 58: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—No…,notengoningúnplan—dijoSaíd,sucumbiendoalplacerdepasarunashorasconella.

Los dos amigos caminaron juntos hasta la parada del autobús, y allí sedespidieron. Saíd, cabizbajo y luchando con los sentimientosmás opuestos, siguiócalleabajo.Teníalacostumbredeirandandoalossitios.Eranmomentosvacíosqueaprovechaba para reflexionar. ¡Ana era tan distinta de las chicas marroquíes!Decidida, independiente, con estudios… ¡Quépoco se parecía a la chicaquehastaahorateníacomomodelodeesposa!Aéllehabíanenseñadoavalorarenunamujerlamodestiay lasumisión.Habíaaprendidoamirar losojos trasunrostroveladooinexpresivo para saber qué palpitaba en su corazón. En lasmuchachasmarroquíessolamentehablabanlosojos,peroeraunlenguajeintenso,llenodesignificados,queengendrabadeseo.ÉseeraellenguajedeJamila,einclusoeldeFátima.Encambio,enAnatodoeradistinto:franco,abierto,sencillo.Enellanosólohablabanlosojos:hablaba todo sucuerpo,yprometíaunadulzuraextraordinaria.Pero lasdudasmásgraves surgían cuandoSaíd se imaginaba a su lado. ¿Quéhacía un chico como él,pobre, sin estudios y musulmán, al lado de una muchacha como Ana, rica,universitariay cristiana? ¿Podríadominarla? ¿Aceptaría ser dominada?Lodudaba.Veía claramente que si se acercaba aAna y ella le aceptaba, sería a él a quien letocaríacambiar.EstabanenEspaña,noenMarruecos;enEspañaeranmuydistintoslafamiliayelmatrimonio.¿Seríacapazdecambiarlosvaloresfamiliaresquehabíatenidohastaentoncesparaadaptarsealosdeaquí?EnMarruecos,lamujerdejaasuspadres para integrarse en la familia delmarido, que de estemodo ve reforzado supapel de dominador en la pareja. Aquí sería al revés: tendría que ser él quien seintegraseenlafamiliadeella.¿Leaceptarían?¿Seríacapazdesoportarlaigualdaddetratooinclusoeldominiodeella?Sabíaquepodíaserunmaridorespetuoso,incapazde tratar brutalmente a su mujer, como a menudo había visto en su barrio. Pero¿podría ser unmarido dócil? ¡La fuerza deAna era tanta, que le asustaba!Y otracosa:suponiendoquellegasenaenamorarseyprometerse,¿seacostumbraríaaverasumujerrodeadadehombres,deentreloscualesmásdeunolamiraríacondeseoohastaseleinsinuara?Entremusulmanesnopasabaeso:lasesposasvivíanencerradasencasaysólosalíanparahacerloindispensable.Nohabíaocasiónparalainfidelidadnimotivospara los celos.Pero era impensable encerrar en casa aunamujer comoAna. Tendría que ser él quien cambiase y aceptase las costumbres occidentales.Ytodoloqueseplanteaba,¿quésignificabaafindecuentas?AbandonarelIslam.Sí,siseenamorabadeAna,loprimeroquedebíapensarerasiseríacapazdeabandonarsureligióno,almenos,ponerlaenunsegundotérmino.Ésaeralacuestióncentral.

Cuando llegó al restaurante donde trabajaba, Saíd procuró dejar a un lado suspreocupacionesycentrarseenloqueteníaquehacer:llenarelfrigoríficodebebidas,preparar las mesas, ayudar en la cocina y atender a los primeros clientes. Pero,aunquerealizabalostrabajosconrapidezyseguridad,nopodíadejardeformularselapreguntaalaquehabíallegadotraslalargacaminata.Porqueloqueseleplanteaba

ebookelo.com-Página58

Page 59: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

noerasóloalejarsedesufe,sinotambiéndesufamilia,desusamigos,desupaís,desus raíces.Él sehabía criadoy educadodentrode las estrictas reglas islámicas; suvisióndelascosasysusvaloresestabanfijadosporlaleydelCorán.¿Podríadejarlosde ladoysustituirlosporotrosmáspróximosa losdeAna?No losabía,peroalgomuyíntimoyprofundoledecíaqueno.

Eljueves,talcomohabíanquedado,AnaySaídsalieronjuntos.ÉlhabíajugadounpartidoenelpolideportivodelacalledeSantPau,yseencontraronalasalida.

—¿Tienesalgúnplan?—preguntóAna,animada.Saídhabíaestadotodalatardepensandoadóndepodíallevarlaacenary,alfinal,

habíaoptadoporunrestaurantepaquistanídelacalledelHospital.—¿Quétalunrestaurantepaquistaní?—¡Fantástico!Elrestauranteerapequeño:sólo teníadiezmesas, todasmuybienpuestas,pero

vacías.Alentrar,losenvolvióunolorpeculiar,unpocosofocante,quenoteníanadaque ver con el barrio.De inmediato, los atendió unmuchacho de rostromoreno ysonrisaagradable.Analepidióconsejoanteunacartatanexótica,yelmuchacholeexplicópacientementetodoslosplatos.Despuésdebastantesdudas,sedecidieron.

—Hasidounaideaexcelenteveniraquí—dijoAna.Saíd sonrió sindecirnada,y losdos semiraron largamente en silencio.Porun

momento,Saídestuvotentadodesincerarse,dedecirlequeseestabaenamorandodeellayqueesesentimientoleconfundía;poresoestabatanextraño.Perofinalmenteoptóporponerseahablardesupaís,desufamiliaydesu infanciaenXauen.Anacomía despacio y escuchaba con atención. Ya le había hablado de todo eso, peroahoraeltonoeramuchomásíntimo,máspersonal,másdesgarrado;dealgunaformaSaídqueríamostrarlesinambagessuorigenhumildeyhacerleveralachicalagrandistancia que los separaba. En realidad, lo que buscaba Saíd con sus palabras eraconvencerse a símismo,más que aAna, de la inconveniencia de sus sentimientoshacialamuchacha.Yloquesonlascosas:todosloshechosqueSaídexponíaconelpropósito de poner de relieve unas diferencias sociales y culturales insalvables,despertabanenelcorazóndeAnaunimprecisosentimientodelástima,admiraciónycuriosidadqueaúnleavivabamáseldeseodeaproximarse.

Alsalirdelrestaurante,AnacogiólamanodeSaíd:sentíaunaprofundaternuraporélyquería transmitírsela.Caminaronensilenciopor lacalledelHospitalhastallegaralaRambla.Devezencuandosemiraban,peronosedecíannada:nohacíafalta. Se había creado uno de esosmomentosmágicos en los que dos personas sesienten tan identificadas que la comunicación puede prescindir del lenguaje. En lacabezadeSaídsedesarrollabaunaluchaferozdepensamientoscontrarios,calmadapor la placentera sensación de tener cogida la cálida mano de Ana. ¡Era tanagradable!¡Ledabatantaseguridad!

—Eh,tú,moro.Enséñanoslospapeles.

ebookelo.com-Página59

Page 60: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

La voz les llegó de atrás, ronca, desagradable. Saíd y Ana se volvieron,sobresaltados, y vieron a dos individuos de unos treinta años, con vaqueros ycazadoradepiel,deaspectonormal.

—¿Porquétengoqueenseñaroslospapeles?—dijoSaíd,procurandomantenerlacalma,apesardelaformaimpertinentedelainterpelación.Encuantolosvio,levinoalamemorialoqueHusseinlehabíacontadodeHassanunosdíasantes.

—Porquesomospolicíasytelospedimos.Asídesencillo.—Puesenseñadmeanteslaplaca—dijoSaíd.Estabadecididoanofacilitarlesel

trabajo.Encualquiercaso,loteníatodoperdido.Analeapretólamanoconfuerza,quizáparaadvertirledequeseestabapasando.

Losdospresuntospolicíassemiraron.—Noshasalidodesconfiadoelmoro.Onosenseñas lospapelesaquíonos los

enseñasenlacomisaría.Elige.—Notenéisningúnderechoapedirmelospapeles.Yonohehechonada.—Amíme la sudan tusderechos.Tepido lospapelesporquemeda laganay

porquemetocaloshuevosvertepasearpormitaddelaRamblacogidodelamanodeunarubia.

Anaestabaindignada.Varioscuriosossedetuvieronapresenciarlaescena.—Élnomehacogido lamano.Hecogidoyo lasuya—intervino lamuchacha,

desafiante.—Asíqueeresdeloficio—dijosocarrónelpolicía.—¡Soisunoshijosdeputa!—saltóSaídsinpodercontenerlaira.—Mira por dónde ya tenemosmotivo para pedirte los papeles y, además, para

mandartealasombraunatemporada—yelpresuntopolicíasemetiólamanoenelbolsillodelachaquetaysacóunasesposas.

—¡Nopodéishacereso! ¡Sinohahechonada!—dijoAna,sindarcréditoa laescenaqueestabaviviendo.

—Todoelmundohaoídoquenoshainsultado.—¡Vosotroslehabéisprovocado!—¡Venga,moro,alargalasmanosotelashacemosalargarnosotros!Saídcomprendióqueseríamejornoresistirseyalargólasmanos.Lasesposasse

cerraronalrededordesusmuñecas,yelpolicíatiródeélporelbrazo,Ramblaabajo.Nuncasehabíasentidotanhumilladocomoenaquelmomento.

—¡Estoesunabusodeautoridadyosdenunciaré!—gritóAna,completamentefuera de sí—. ¡Sois unos racistas de mierda! ¡Unos fachas! ¡Unos cabrones! ¡Yotambiénquieroiralacomisaría!¡Tambiénosestoyinsultando,cabrones!

Pero los presuntos policías no le hacían caso. Ana los seguía sin dejar deinsultarlos y decirles que soltasen aSaíd.Cuando llegaron a la altura de un cochepatrullaqueestabadetenidoenlaplazadelTeatre,empujaronaSaídalinterior.

—Venga,subetútambién,quecharlaremosunratoencomisaría—dijoaAnaelpolicíamásdelgado.

ebookelo.com-Página60

Page 61: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Ylamuchachaentróenelcoche.LosllevaronalacomisaríadelacalleNuevadelaRamblayallílespusierondos

denuncias.ASaíd,por insultosyresistenciaa laautoridad;aAna,porinsultosa laautoridad.Cuandopudotelefonearacasa,Analeexplicóasupadrelosucedido.Elhombre fue inmediatamente a la comisaria y, después de hablar con un inspector,consiguióqueladejasenlibre.ASaíd,encambio,comonoteníadocumentación,leretuvieron.

LoprimeroquehizoAnaaldíasiguientefueiralaoficinadeSOSRacismoparadenunciar el incidente y ver si se podía hacer algo porSaíd.Ella, por su parte, yahabía iniciado una acción particular en contra de los dos agentes de policía,aconsejadaporelabogadodelafamilia.

—Pordesgracia,situacionescomoéstaseproducencontinuamente,ynosotrosnopodemos hacer casi nada —dijo Nuria—. Presentar una denuncia, actuar comodefensa particular cuando se imputa algún delito, dirigir una queja al defensor delpuebloyalgobernadorcivil,perotodobastanteineficaz.

—¿YquélepasaráaSaídahora?—Seguramenteordenaránsuexpulsión.—Quieresdecirqueloecharándelpaís.Nolocreo.Últimamentenoquierengastarnicincoenrepatriaciones.Lotendrán

unosdíasenelcentrodeinternamientodelaVernedaylosoltarán.Esosí,apartirdeahora seguramente empezará a tener problemas.Con esode la reduccióndel gastopúblico,latendenciadelaAdministraciónesamargarleslavidaalosilegaleshastaqueellosmismossemarchan,aburridos.

—Pero Saíd es un buen muchacho, tú lo sabes. Desde que llegó ha estadotrabajando,nosehametidoenningúnlío.Deberíatenerunaoportunidadparaabrirsecamino.

—Sí,peroaquí,hoyporhoy, esmuydifícilque la tenga.La leydeextranjeríaactualesunaverdaderabarreracontra lacorrientemigratoriadel surhaciaelnorteexistenteenlosúltimosaños.Respondealatendenciaeuropeadecerrarlasfronterasexteriores para salvaguardar el estado del bienestar frente a unmundo con gravesproblemas económicos y sociales. Y a España, el primer país comunitario queencuentran losemigrantesensuhuidahaciaelnorte, le tocahacerdegendarmedeEuropa. De ahí la dureza de la actuación policial y la intransigencia de laAdministración.Piensaque,conelsistemaderenovaciónperiódicadelospermisosdetrabajoyresidencia,hastainmigrantesquellevanmuchotiempoenelpaísyestánplenamenteintegradoscorrenelriesgodeserexpulsadossisequedansintrabajo.

—Esterrible.Esotienequeproducirunaangustiosasensacióndeprecariedad.—Afortunadamente, lamayoría no piensa en eso. Están acostumbrados a vivir

siempre en la incertidumbre y resignados a sufrir las consecuencias de no sabenexactamentequé.Lespaseloquelespase,sobreviven.Yo,sihedesertesincera,losadmiro. Aquí, en este trabajo, me entero de casos que no te puedes imaginar.

ebookelo.com-Página61

Page 62: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Situacioneslímitededesesperanza.Yencambiosoncapacesdesonreíragradecidoscuandolesdasunconsejoolesfacilitasunpocolascosas.

—¿Admitístrabajadoresvoluntarios?—preguntóAnadepronto.—Claro,lamayoríadelosqueestamosaquílosomos.—Puesyapodéiscontarconunomás.

Dehecho,SaídestuvounmesretenidoenelcentrodeinternamientodelaVerneda,ydespués le soltaron. En teoría tenían que repatriarlo, pero nadie quería hacerlo, ymientraslasautoridadesespañolasymarroquíesdiscutíanquiéndebíapagarleelviajede vuelta, le dejaban en la calle para que se buscase la vida.Ahora bien, tener laordendeexpulsiónnoleeximíadeirapararalasceldasdelaVernedacadavezqueunpolicíalepidieselospapelesycomprobaseque,ademásdenotenerlos,él,comoexpulsado,nodebíaestar aquí.Así,graciasa laAdministración,Saídera ahorauninmigrantedoblementeilegalquecontinuabaviviendoytrabajandoenBarcelonaconla aquiescenciade las autoridades.Sabíanque estaba aquí, habíandecididoquenodebíaestar,pero ledejabanseguir.Esosí: si locogían, lecastigaban.Eracomounjuego.Un juegocruely ridículoqueponíademanifiesto lascontradiccionesdeunsistemaincapazdereaccionarcorrectamenteanteunfenómenoquelodesbordaba.LasituacióndeSaíderaunamuestraevidentedehastadóndepodíallegarelabsurdodelaburocraciadelEstado,unadeesassituacionesquecontantalucidezsuporeflejarFranzKafkayque,sipiensasenellas,puedenconducirtehastaeldelirio.

PeroSaíd,quenohabíaoídohablarnuncadeKafkaniestabaencondicionesdeponeren telade juicioel comportamientodeunEstadoque sóloveía representadopor policías y carceleros odiosos, no se preocupó mucho por lo absurdo de susituacióny,apenasestuvoenlacalle,procurórecuperarlapocaestabilidadquehabíaconseguidohastaentonces.Perolascosashabíancambiado:eldueñodelrestaurantedondetrabajabasehabíabuscadootrocamarero,ynoquisoreadmitirlo.EsosignificóqueSaídtuvoquevolveratrabajarenelcampodesolasolyabandonarlasclasesdecatalánylospartidosdefútbolconlosamigosdelbarrio.SólolacompañíadeAna,ahoraaescondidasdesuspadres,que,hartosdeproblemas,lehabíanrogadoquenovolvieseaverle,leconfortabaensuinfortunio.

ebookelo.com-Página62

Page 63: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

9.Amenazas

HABÍAN pasado más de tres meses desde la interposición de la querella criminalcuandolapolicíaavisóaAnaparaunaruedadeidentificación:habíancogidoaunosskins por los alrededores del parque de la Ciutadella y creían que podían ser losautoresdelaagresión.

Ana fuea la comisaríade laViaLaietanaacompañadadeNuriaydeElena, laabogada de SOS Racismo que llevaba el caso. Las hicieron pasar a una saladesmanteladaenunadecuyasparedeshabíauncristalporelquesepodíaverlasalacontigua, completamente vacía. Al poco rato entraron en esta sala dos policías,seguidosdeseiscabezasrapadas,encendieronunosfocosbastantepotentesysituaronalosdetenidosfrentealcristal.

—Ahoramírelos con atención y diga si reconoce a alguno—dijo el inspectorVázquez,trasapagarlaluzdelasaladondeestaban.

Ana se concentró para recordar los rostros de los individuos que los habíanatacado.Había tresquehabíavistoconclaridadyde losqueguardabauna imagencasi fotográfica. Ahora, sin embargo, nerviosa como estaba, tenía dudas. Recorrióconlamiradalosrostrosqueteníadelante.

—Notengaprisa,señorita.Loquesíleruegoesqueestésegura.Anarepasólascarasdelosskins,serias,crispadas.—Elsegundodeladerecha—dijofinalmente.Elinspectorpulsóelbotóndeuninterfono.—Elsegundodeladerecha,quedéunpasoalfrente.Eldetenidolohizo,yAnaleobservó.Sí,lorecordaba:aquellabocagrande,las

cejascasijuntas,lanarizancha,lacabezarapadaylaspatillasquelellegabanhastamás abajo de las orejas. Pero lo que más recordaba era la mirada, una miradadesdeñosaeinsolente,deperdonavidas.

—Sí.Esunodeellos.—¿Reconoceaalgunomás?—Elqueestáasuladotambiénmeresultafamiliar.—Queavanceeltercerodeladerecha.Eldetenidoobedeció.—Sí,creoquetambiénintervino.—Piénselobien,ustedeselúnicotestigo.AnamiróalinspectorVázquez.—Tambiéneltaxistalosvio—dijo.

ebookelo.com-Página63

Page 64: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Puesélafirmaqueno—repusoelinspector—.Quenolesviolascarasyquenopuedeidentificarlos.Nohaqueridovenir.

El inspector le hizo firmar el acta de identificación y les dijo que podíanmarcharse.Yaenlacalle,Anamanifestósuextrañezaporlaactituddeltaxista.

—Noquerrácomplicarselavida—dijoNuria.—Perosiestabaindignadísimo—insistióAna.—Sehabráasustado.—Oquizálohayanasustado—dijoElena—.Averiguarésilehaocurridoalgo.

Le habían quemado el taxi. Fue una noche, en el aparcamiento. Lo rociaron congasolinayloincendiaron.Despuéslollamaronyleamenazaronconmatarlesiabríalaboca.Ytuvomiedo.¡Eranormalquetuviesemiedodeaquellospsicópatas!

—Perolaúnicaformadedetenerlosesplantarlescara—insistióElena.Mire, señorita, yo no soy un héroe. Aquella noche hice lo que hice, y me ha

costadomuycaro.Noquierosabernadamásdeesteasunto.Perolegustaríaquefuesenalacárcel,¿verdad?—Claroquemegustaría.Entonces,identifíquelos.Podemospedirprotecciónpolicial…—No,losiento.Noinsista.Sólohaceunañoqueestoycasado,mimujerespera

unhijoyquieroconocerlo.—Consudeclaraciónpuedecontribuirahacerunpocomejorelmundoquesu

hijo se encontrará—dijoElena, intentando tocarle alguna fibra sensible—.A él legustaría.

—Mire, señorita, lo quemás le gustará ami hijo es no quedarse huérfano. Losiento,peronovoyadeclarar.Ysimecitacomotestigopiensodecirquenolosvibien,ynolosreconoceré.

A los pocos días de acudir a la rueda de identificación, Ana recibió la primeraamenazatelefónica.«Teestásbuscandounapalizaquetevaahacerolvidarhastatunombre, puta». Y colgaron. Fue por la noche. Estaban todos en casa y no pudodisimularsuespanto.

—Yateadvertíquequizáestabasyendodemasiadolejosenesteasunto—ledijosupadre,preocupado.

Sumadre,pálidacomolacera,nodijonada.—¿Quépiensashacerahora?—lepreguntóelpadre.—Hablarconlaabogada.Ellasabráquéhacer.—¿Piensasmantenertudeclaración?—Sí.Lamantendré.

ebookelo.com-Página64

Page 65: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Elpadreno insistió,peroaquellanochemordisqueó lapipamuchomásquedecostumbre.

Elena puso una denuncia por amenazas y pidió protección policial para surepresentada.

—¿Quéquiere,quelavigilemoshastaquesecelebreeljuiciodentrodeunañoodos, como poco? Es imposible, no tenemos agentes suficientes para eso—dijo elinspectorVázquez.

—Pero usted sabe que las amenazas de esta gente no son gratuitas. Está elprecedentedeltaxista…

—Puesquenosalgadecasasola,que laacompañesiemprealguien, la familia,losamigos,nosé,alguiendesuorganización…

—Es la policía quien tiene la obligación de protegerla, no la familia ni losamigos,ymenosaúnSOSRacismo—insistióElena.

—Lapolicíatienemuchasobligacionesynopuedeatenderatodas,señorita.—Nopuedeonoquiere.—¿Quéquieredecir?—dijoelinspector,poniéndosealadefensiva.—Quequizáhayenestedepartamentoalguienalquelevendríabienelsilencio

demitestigo.¿Cómosehanenteradolosskinsdelteléfonodelamuchacha?Sólolapolicíayeljuzgadodisponendeesainformación.

—Loqueestáinsinuandoesmuygrave,yprefieronodarmeporenterado.—Toda esta situación es muy grave, y usted no se da cuenta. No se trata

únicamentedeuncasodeagresiónxenófoba,loqueestáenteladejuicioestambiénlaeficaciadelEstadoparacontrolarunaviolencia socialcadavezmásextendidaytolerada.

—Noséadondequiereiraparar.—Si los autores de la agresión quedan libres porque consiguen intimidar a los

testigos,yesolosabrálaopiniónpública,puesyanosencargaremosnosotrosdequelo sepa, ¿qué confianza pueden tener los ciudadanos en sus cuerpos de seguridad?¿Quéseguridadesésta?Deahíalimperiodelamafiahayunpaso.

ElinspectorVázquezpermanecióensilenciounosinstantes.Deacuerdo.Pondrévigilanciaasutestigoeiniciaremosunainvestigación.Pero

sinopasanadaenunpardesemanas,tendremosquedejarlo.Nopuedohacernadamás.

Y no pasó nada.Mientras el teléfono deAna estuvo intervenido no hubo ningunallamada de amenaza. Pero volvieron a producirse en cuanto desaparecieron lasescuchas.

«Rubia,hagasloquehagas,nollegarásadeclarar.Losabes,¿verdad?Ah,yyapuedes decirles a tus amigos marroquíes que si vuelven a tocar a un blanco nodejaremosniunovivo».

ebookelo.com-Página65

Page 66: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Unos días antes, un grupo de marroquíes había apaleado al portero de unadiscotecaporquenoqueríadejarlespasar.Alparecer,elporteroencuestiónseganólatundaporsulargaymanifiestahostilidadalaspielesquenoeransuficientementeblancas.Perolaaccióncogióporsorpresa,yalgunosperiódicoslapresentaroncomounclaroactoderepresaliadelosinmigrantesmarroquíesporlascontinuasagresionesracistas.«Sinosefrenaprontolaviolencia,puedeestallarunaverdaderaguerraracialenlascallesdeBarcelona»,decíaenuntonopreocupadoeinsidiosoelperiodistaquefirmabaunadelascrónicas.

La reacción no se hizo esperar y, unos días después, algunos vecinos de losbarriosdondehabíamásinmigración,alarmados,semanifestaronporlascallesparapedirmayorpresenciapolicialymáscontrol.

EsodecidióaSaídahablarconNuria,deSOSRacismo,yponerlaalcorrientedelapropuestaquelehabíahechoHusseinunassemanasantes.

—Deberías habérnoslo dicho enseguida—le recriminó la joven—.No sabes eldañoqueelincidentedeladiscotecaoshahechoantelaopiniónpública.

Aquella misma tarde, tres miembros de la organización antirracista fueron avisitaraHussein;queríansabersiefectivamentesehabíaformadoungrupodeacciónentre los marroquíes y, en caso de que fuera cierto, intentar convencerlo de quedebíandisolverlo.

—Estamos hartos de soportar humillaciones y agresiones continuas, y hemosdichobasta—admitióHussein.

—Peroesaactitudosperjudicamástodavía.¿Notedascuenta?¿Yquédebemoshacer, soportarpacientementequenosmaltraten?Tomad, leed

—y Hussein les tendió unas cuantas hojas fotocopiadas y grapadas—. Palizas,detenciones ilegales, extorsiones, asesinatos, pisos incendiados, expulsiones; aquíencontraréisdetodo.Éstossonnuestrosargumentos,nuestrarazón.

LoqueHusseinlesentregóeraunarelacióndeloshechosracistasaparecidosenla prensa barcelonesa durante todo el año. Al final de la larga lista se hacía unavaloración de la ineficacia y, a menudo, complicidad de las autoridades en lasaccionesracistasysepedíaalosinmigrantesactitudesmásdecididasafindehacerseoíryrespetar.

Estos hechos son lamentables; por eso nosotros luchamos a vuestro lado contodoslosmedioslegalesquetenemosanuestroalcance,perosilalíneaquequeréisseguir es la del ojo por ojo, por mucho que nos duela seremos los primeros endenunciaros. No podemos permitir que pongáis en peligro nuestra labor de todosestosaños.

HusseinmiróalostresmiembrosdeSOSRacismoconarrogancia.—Largaosdemicasa.—Piénsalobien—insistióNuria.—¡Fuera!—gritóHussein,enunodeesosaccesosdeiraquelohacíanpeligroso.

ebookelo.com-Página66

Page 67: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

LostresmiembrosdeSOSRacismoselevantarondeloscojinesysedirigieronalapuerta.Husseinibadetrás,casiempujándolos.

—¡YdecidlealcerdodeSaídqueesunchivatoasqueroso!—bramócuandoyaestabanenlaescalera.Yfurioso,cerróconunportazoquehizotemblarlabaranda.

Ana llegó al coche al aparcamiento y abrió la puerta con el mando a distancia.Descendióporlarampayocupósuplaza.Erancasilastresdelatarde.Recogióloslibros de encima del asiento contiguo y bajó del coche. Entonces, de detrás de unpilar salió un individuo. Ana le vio y se sobresaltó. El individuo tenía la cabezarapadaylacarallenadegranos.Anaechóacorrerhaciaelascensor,peroelskinlecortóelpaso.

—¿Tienesprisa,guapa?Anasepusoagritar.Elcabezarapadaseabalanzósobreellayletapólaboca.—¡Calla,malaputa!¡Callaotemato!Anacalló.Estabaaterrorizada.—Mira,escuchabienloquetevoyadecirporqueseráelúltimoaviso.Mañana

irásalapolicía,aljuzgadooadondecojonessea,ylesdirásquenoestásseguradelasidentificacionesquehashecho.¿Hasentendido?Quetienesdudas,dudasquenotedejandormirenpaz.¿Hasentendido?

Ana asintió con la cabeza. El skin la tenía arrinconada contra la puerta delascensor,conlacaraadosdedosdelasuya.Cadavezqueabríalabocaparahablarlelanzabaunavaharadadecebollaque le removíael estómago.Depronto, seovóelclacde lacerraduraautomáticade lapuertadelaparcamiento.Elskin hizobajar elascensor;cuandollegó,apartóaAnadeunmanotazoyentróenél.

—Recuerdabienloquetehedicho.Eslaúltimaadvertencia,sino…—yelskinhizoungestosignificativoconelpulgardelamanoderechaalrededordelcuello.

Lapuertadelascensorsecerróenelprecisomomentoenqueuncocheempezabaabajarporlarampadelaparcamiento.

Anasequedóenelsuelo,juntoalascensor.Bienporlaimpresiónobienporelascoquelehabíadadoeltufoacebolla,vomitó.Cuandopudolevantarsellevabalachaqueta sucia y le temblaban las piernas. Pulsó el botón del ascensor, pero elascensornobajó.Yenaqueldeplorableestadolaencontróelvecinoqueacababadeentrarenelaparcamiento.

—¡Diosmío!¿Quétehapasado,muchacha?¿Quieresqueteacompañeacasa?Ana asintió con la cabeza y estalló en sollozos. Estaba tan conmocionada, que

apenassuporesponderalaspreguntasdesuspadres.¿Quélehabíaocurrido?¿Quiénlahabíaatacado?¿Cómoera?¿Quélehabíahecho?¿Quélehabíadicho?¿Lahabíaviolado?Todaslaspreguntastípicasdeunincidentecomoaquélcayeronsobreella.YAnaseahogaba,nopodíarespirar.Supadrelediouncalmanteparaqueseserenara,yentoncespudodarunaexplicacióncoherentedelataquedelskin.Inmediatamente,

ebookelo.com-Página67

Page 68: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

elpadrellamóalapolicíayaElena,laabogadadeSOSRacismo.Unahoradespués,mientras Ana dormía bajo los efectos del sedante, su padre, Elena y el inspectorVázquezanalizaronlasituación.

—CreoquelomejorseríaquelachicasefuesedeBarcelonaunoscuantosmeses—dijo el inspector Vázquez—. ¿No tienen ninguna casa fuera, algún familiar oamigoquevivaenotraciudad?

—Peronopuededejarelcursoahora,cuandosólofaltandosmesesparaterminar—objetósupadre.

—Másvaleperderuncursoqueperderlavida—dijoelinspector,lacónico.—Para ser sincera, inspector, tengo que decirle que considero una desfachatez

plantearlascosasdeesaforma—intervinoElena—.Creoqueloúnicoquepretendees quitarse trabajo de encima. Es obligación suya cuidar de que a la testigo no leocurranadahastaeldíadeljuicio…

Elinspectorhizoungestodeenojo.—Ya ledijequenopuedo tenerlabajoprotecciónunañoodos.Consigausted

queeljuiciosecelebreantesdetresmeses,yyolegarantizolaprotección;encasocontrario,nopuedohacernada.No tengohombres suficientes,ymis superioresnomelopermitirían.

—Eso es ridículo. Usted sabe perfectamente que no puedo hacer nada paraacelerarelproceso—sequejóElena.

—Hagamos una cosa—intervino el padre de Ana—; escojamos una soluciónintermedia. Que la policía vigile a mi hija hasta que termine el curso y, después,nosotrosnosiremosdeBarcelona.Tenemosunacasaen…

—¡Nolodiga!—saltóElena.ElinspectorVázquezlamiróentresoiprendidoymolesto.—Perdoneladesconfianza,inspector,peroyalemanifestémissospechas.Silos

skinssabenelteléfonoyladireccióndeAnaesporquealguienselohadicho,yese«alguien»puedeestarensudepartamento.

—Opuedoseryomismo,¿verdad?—dijoelinspector,francamenteenojado.—¿Porquéno?Puessitantodesconfíadenosotros,noséporquénospideprotección—saltóel

inspector,levantándose—.Cualquieradeloshombresquepongaavigilaralachicapuedesereltraidor.¿Nolohapensado?

—Claroque lohepensado.Pero creoque seríamuyarriesgadopara el traidor,comousted le llama,que lepasasealgoaAnaestandobajo suvigilancia.Porotrolado,supongoqueusted,sabiendoquepuedehaberfiltracionesensudepartamento,tomará las medidas oportunas para asegurarse de que no le ocurra nada yencomendarálavigilanciaaagentesdesuenteraconfianza.

Hombre,gracias.Parecequedemínodesconfía.Hasidoustedynoyoquienhaplanteadolaposibilidad.

ebookelo.com-Página68

Page 69: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Por favor, déjensededisputas ahora—intervino el padredeAna—. ¿Qué leparecelasoluciónquehepropuesto,inspector?

—Razonable.Hoymismomandarédoshombresparaqueacompañenasuhijaadondevayaydaré lasórdenesoportunasparaquevuelvana intervenir el teléfono.Además, iniciaré una investigación interna para averiguar si ha salido de midepartamentolainformaciónquehaconducidoalosskinshastaaquí,comoafirmalaabogada.

—Yonoafirmoquelainformaciónhayasalidodesudepartamento,inspector—quisomatizarElena—;simplementeloapuntocomounaposibilidadrazonable.¿Noleparece?

El inspector Vázquez no le respondió. Aquella mujer le sacaba de quicio. Seexcusódiciendoqueteníaquevolveralacomisaríaysemarchó.

—¿Crees de verdad que puede ser alguien de la policía el que ha facilitadonuestra dirección a los skins? —preguntó el padre de Ana a Elena cuando sequedaronsolos.Elhombreestabafrancamentepreocupado.

—Sí, lo creo. La actitud de la policía hacia los inmigrantes no es muycomprensiva que digamos. Para los policías, todos son delincuentes o posiblesdelincuentes. Por otro lado, dentro del cuerpo hay gente de las más diversasideologías,puesnosonmuyselectivosenesteaspecto.Másdeunpolicíaoguardiacivilhaestadovinculadoagruposneonazisyhatenidoqueverconactosderacismo.RecuerdeelasesinatodeaquellachicadominicanaenMadrid.Elautormaterialdeloshechosresultóserunguardiacivil.Ynuestrodepartamentodedenunciasrecibeconstantementequejasdeltratodesconsiderado,yhastabrutal,delapolicía.

—¡Diosmío! ¡Quién le mandaría meterse en este lío!—exclamó la madre deAna.

Elpadrevaciólapipaenelcenicero,lalimpiósoplandoyselevantódelsola.—Voyavercómoestá.En su habitación, Ana dormía profundamente. Su padre la contempló. La

respiracióneraacompasada,elrostrosereno.Y,pesealapreocupacióndelmomento,elpadresesintiósatisfechoyorgullosodeaquellapersonilla,enbuenamedidaobrasuya,que acababade irrumpir en elmundode los adultos con tanta fuerzay tantovalor.

ebookelo.com-Página69

Page 70: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

10.Doblevigilancia

CUANDOSaídsupoporNurialoquelehabíaocurridoaAnasepreocupóy,aunquesuponíaqueasuspadresnolesharíaningunagracia,lallamóacasa.Lamuchachaestaba confusa y abatida. Se rebelaba contra la sensación de miedo que se habíaapoderadodeella,yesolecreabaunainquietudconstante.Queríacontinuarhaciendosuvidanormal,comosinopasasenada,perolaconstantepresenciadelospolicíasasuladolerecordabaelpeligroquecorría,yentoncessedesmoronaba.

—Megustaríaverte—ledijoSaídenunmomentodelaconversación.—No,ahorano.Lospolicíasmesiguenatodaspartes,ymispadresseenterarían.

Dejapasarunosdías.Yaencontraremoselmomento.LaimposibilidaddeveraAnaangustióaSaíd.Pensóque,quizá,lasdificultades

comenzabanadebilitarsuamoro,almenos,lallevabanadudardelaconvenienciadeaquellarelación.Leangustiabapensarqueellaestuviesehaciendoahoraalgoqueél había hecho poco tiempo antes. «Al corazón no hay quien lo entienda», pensó.Queríahaceralgoparaayudarla,parasentirsedealgunaformacercadeella,peronosabía qué. Elena le brindó una oportunidad cuando le comentó que, a pesar de lavigilanciapolicial, teníamiedodeque leocurriese algo.Despuésdehacer algunasaveriguacioneseneljuzgadoatravésdeunamigosuyo,estabaconvencidadequelafiltracióndeinformaciónseproducíaenlapolicía.Además,lehabíallegadoelrumordeque,dadalaresonanciaquehabíatenidoenlaprensaelataquealúnicotestigodelcasoAhmed,eljuezhabíadecididoadelantarlavista.

AlsalirdellocaldeSOSRacismo,SaídsedirigióacasadeHussein.Sabíaqueelencuentronoseríaagradable,quesuantiguoamigolerecibiríademalamanera,peroestaba decidido a aguantar lo que fuese, a suplicarle si era preciso, con tal deconseguirloquequería.

Saíd encontró a Hussein, en compañía de Fátima, en la calle del Hospital.Caminabansonrientesyparecían felices.Quizáhabíacambiado realmenteHussein.Almenos,poraquellosojosyaquellasonrisa,élsícambiaría.CuandoHusseinlevioaproximarse,endurecióelrostro.PeroSaídnohizocaso.

—Hola,Hussein.¿Cómoestás,Fátima?Hussein no contestó. La muchacha le devolvió el saludo con un hilo de voz.

Comolasituacióneratensa,Saídleplanteóelasuntosinrodeos.Hevenidoaverteporquequieropedirteunfavor.Husseinlemiróconcaradepocosamigos,peronopudoevitarunpequeñogesto

desorpresa.QueSaídpensarapedirleunfavoreraloúltimoquepodíaesperar.

ebookelo.com-Página70

Page 71: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Quieroquemeescuchesantesdemandarmealcuerno.Esmuyimportanteparamí,ycreoquetambiénparatodosnosotros.

A Hussein comenzaba a picarle la curiosidad. ¿Qué podía querer Saíd paratragarseelorgulloydejaraunladolaantipatíasurgidaentreellosdos?

—¿Entramos aquí? —propuso Saíd, indicando el bar ante el que se habíandetenido.

—Veteacasa,Fátima—dijoHusseinportodarespuesta—.Notardaré.Los dos jóvenes entraron en el bar y se sentaron en unamesa. Saíd pidió una

coca-cola,yHusseinunacerveza.—SupongoquetusamigosdeSOSRacismotedieronmirecado—dijoHussein.—Sí,melodieron.Entoncesdebedesermuyimportanteelfavor.—Loes.Husseintomóunsorbodecervezayselamiólaespumadeloslabios.—Sóloporcuriosidad,¿dequésetrata?—QuieroquevigilesaAnaunpardemeses,hastaquesemarchedeBarcelona.Husseinpermanecióunosinstantesserio;luegoabriólabocaenunasonrisa.—¡Vaya,vaya!QuieresquevigileaAna.¿Notienesmiedodequetelaquite?SaídaguantólamiradasocarronadeHussein.No,nohabíacambiadomucho.—Losskinslahanamenazadoyelotrodíalaasaltaronenelaparcamientodesu

casa.Noquierenquedeclareeneljuicio.Demomentosehanlimitadoaintimidarla,pero me temo que cuando sepan que el juicio puede adelantarse sean másexpeditivos.

—¿Yporquénolavigilalapolicía?—preguntóHussein.—Ya lo hace. Pero hay razones para sospechar que la vigilancia de la policía

puedenosersuficiente.—Yquieresquemigrupoyyonosencarguemosdevelarporella—dijoHussein.Después de un breve silencio, Hussein esbozó esa sonrisa tan cínica que le

caracterizaba.—¡Síqueestásenamorado!—No es eso—dijo Saíd, serio. No le gustaba la forma en que Hussein solía

hablardelamor.Eracomosielamorseensuciaseensuboca.Vamos, Saíd, que no me chupo el dedo. Estás colgado de esa tía. Y no te

conviene.Lasmujeresde aquínonos convienen.Nopuedes fiartede ellas—yentonodesuficienciaañadió—.Notepuedesimaginarlacantidaddetíascasadasoconnovioquemehetrajinado.

—Bueno.Noessóloeso…—admitiófinalmenteSaíd.—Ahoranosvamosaentender.—Creoqueesmuyimportanteparatodosnosotrosquesecelebreeljuicioyque

condenen a los agresores. Y ella es el único testigo que puede declarar mientrasAhmedcontinúesinrecordarnadadeloquepasó.

ebookelo.com-Página71

Page 72: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—Ytú—dijoHussein.Saídlemiró.Sí,teníarazón,tambiénélpodíadeclarar.Aunqueesosignificasesu

expulsión.Pero¿quéibaaperderrealmentecuandoenteoríayalehabíanexpulsado?Nada.Quehiciesen laexpulsiónefectiva.¿Yqué?Sinocambiabasusituación,undía u otro lemandarían aMarruecos. Por tanto, poco importaba que fuera antes odespués.

—¿Quétepasa?¿Tehasquedadomudo?—leinterrumpióHussein.—Estabapensandoquetienesrazón.Queyotambiénpuedodeclarar.—Lapegaesquesideclaras,teechan.—Sí,ymásahoraquetengounaordendeexpulsiónencima.—¿Tepescólapolicía?SaídleexplicóaHusseinloquelehabíapasadoenlaRamblaysuestanciaenel

centrodeinternamientodelaVerneda.—Sonunoshijosdeputa. Jueganconnosotros comoel gato con el ratón.Nos

dejan hacer porque saben que pueden echarnos cuando quieran. Y entre tantoperdemos la salud haciendo trabajos de esclavo. ¿No lo sabes? A Hassan están apuntodequitarleunriñon.Dejólaconstrucciónparairaunmataderoconcontrato,peronohapodido resistir.Trabajabandocey catorcehoras colgandocanales en lacadena de descuartizamiento, prácticamente sin descanso. No había ni un soloespañolhaciendoaquelmalditotrabajo;erantodosmagrebíes.Porlovisto,yateníaelriñóndelicadoynolosabía,yelesfuerzoselohaterminadodejoder.¡Yamedirásquévaahacerahora!Untrabajotranquilo.Perounmarroquíquenosabenileerniescribir, ¿qué trabajo tranquilo puede encontrar? Lo tiene mal, a no ser que sedediqueahacerdecamello…

Enelcursodelaconversación,laanimosidaddeHusseinsefuemoderando.Alfinyalcabohabíansidobuenosamigos.

—¿Quiereshacermeesefavor?—insistióSaíd.Hussein clavó la mirada en la de su amigo. Era como si buscase en ella la

respuesta.Saídselaaguantó.Tranquilo,sereno.Husseinsonrió.—No cambiarás nunca. Siempre pidiendo favores para los demás.De acuerdo.

Montaré un servicio de vigilancia para tu chica. Pero ella tiene que colaborar. Nosomosbastantesnitenemosmediossuficientesparaandarsiguiéndolatodoeldía.

—Deacuerdo.Lehablaré.—Yesocostarádinero.¿Quiénlovaapagar?—Notepreocupes.Yaencontrarélamanera.—Bien,hablaconella.Siestádeacuerdoenquelavigilemos,daleestenúmero

deteléfono—Husseinapuntóunteléfonoenunpapel—.Ahítendráquellamarcadavezquehagaunasalidafueradelarutinahabitualyquieraprotección.Después,mellamastúparadarmesudirecciónysuhorariocotidiano.Dileque,parafacilitarnoslascosas,procureserconstanteensusmovimientos.Piensaquetenemosqueactuarconmuchadiscreción.Sinosdescubrelapolicíaestamoslistos.

ebookelo.com-Página72

Page 73: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Saídalargó lamanoyapretóconafectoelbrazodesuamigoporencimade lamesa.

—Gracias.QueAlátelopague.—No,amigo,no.Tendrásquepagármelotú,lachicaoquiensea—dijoHussein,

sonriendo.

ASaíd lecostó trabajoponerseencontactoconAna: la seguíana todaspartesdospolicías.Cuandoloconsiguióypudohablarconella,lamuchachasenegóaaquelladoblevigilancia.

Yatengobastanteconesosdosgorilasquenomequitanlavistadeencima.Pero ya sabes queElena desconfía de la policía, y creo que con razón.Es una

precauciónquenotevaamolestarnada.NisiquieraverásaloshombresdeHussein.—No.Mepareceunaexageración.—Vamos, hazlo por mí. Será una manera de estar cerca de ti. Además, no

soportaríaquetesucediesealgoporculpamía.—¡Peroquémanía!Sitúnotienesningunaculpadetodoesto.Finalmente,Anaaccedió.Sóloibaadurarunpardemesesy,comoestabaalfinal

delcurso,pensabapasarselamayorpartedeltiempoencasa,estudiando.¿Quémásdaba que en lugar de cuatro fuesen ocho los ojos que la vigilaban? En realidad,tambiénestaríamástranquila.

Los rumores que le habían llegado a la abogada se confirmaron. Las particularescircunstanciasque rodeabanelcaso llevaronal juezaadelantar lavista,quequedófijadaparafinalesdejulio,sietemesesdespuésdelaagresiónaAhmed.

ConlaidentificacióndeAna,lapolicíasólopudodeteneradosdeloscincoskinsque participaron en la agresión, aunque sabía quiénes podían ser los otros. Si eltaxista hubiese querido colaborar, posiblemente habrían podido inculpar a algunomás, pero con su silencio quedarían tres al margen del juicio, a no ser que suscompañerosdetenidoslosdelatasen,cosaquehastaelmomentonohabíanhecho.

Además de la acusación de intento de asesinato que había presentado SOSRacismo, los dos skins tenían que hacer frente a otra de intento de homicidio,presentadaporelministeriofiscal.Eraevidentequelaacusacióncontraaquellosdoscriminales se apoyaba básicamente en el testimonio deAna.Ahmed, que ya habíasalido del hospital, pormás esfuerzos que hacía, no conseguía recordar nada de lanoche de los hechos. Hasta lo llevaron a identificar a los detenidos, pero no losreconoció.

ComoAhmednopodíavalerseaúnporsímismo,vivíaencasadeTaíb,ySonia,su compañera, le cuidaba. Saíd le había regalado un laúd, yAhmed se pasaba las

ebookelo.com-Página73

Page 74: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

horasintentandoarrancarlealinstrumentolosarmoniosossonidosdeantes,peronoloconseguíaysedesesperaba.

—Debes tener paciencia, Ahmed —le decía Saíd—. Si casi has tenido queaprenderacaminaryahablardenuevo,esnormalqueahoratengasqueaprenderatocarellaúd.Peroloconseguirás,yaveráscomoloconsigues.Dehecho,cadadíalohacesmejor.

—¿Túcrees?—Claroquesí.Prontovolveremosaformarelgrupo.EsoanimabaaAhmed,quecogíaellaúdyprobabadenuevoacordesyarpegios.

En cuanto llegó, al inspector Vázquez le pasaron un aviso de los agentes quevigilabanaAnaenelquecomunicabanquesucochehabíatenidounaaveríaantesdeentrar en la autopista, y se habían visto obligados a detenerse en un taller. Lamuchachaiba,comotodoslosdías,alafacultaddePeriodismodeBellatería.

—¿Aquéhorahallegadoelaviso?—Hacialasochoymedia.El inspectormiróel reloj.Eran lasnueveymedia.Desdequesalíaconaquella

mulataselepegabanlassábanas.—¿HabéismandadoalguienaBellaterra?—No.Estábamosesperandoquellegaseusted.—Bien.Puescomunícateconlosdelaaveríayquetedigansitodavíatienenpara

mucho.Sitedicenquesí,mandaremosunaparejaaBellaterra.¿Quiénhaylibre?—Ortegay…nadiemás.Losdemásestándeservicio.—¿YRambo?—Estádebaja.—Nosécómoselomontaesepájaroparaestarsiempredebaja.Averiguaquéle

pasaahora.

Hussein vio llegar el coche de Ana sin su séquito y se extrañó. ¿Qué les habríapasado a los polis? ¿Se habían dormido? La muchacha aparcó el coche y bajó.Husseindudóunmomento,perobajótambiénylasiguió.Normalmente,lavigilabaamásdistancia;mientrasveíaalosdospoliscercadeella,sabíaquenolepodíapasarnada. Él y sus hombres sólo tenían que acercarse cuando la vigilancia oficial sedespistaba,comoenaquelmomento.

Mientraspasabaporentreloscochesaparcados,HusseinvioqueunOpelnegrose acercaba a Ana por detrás, y tuvo un presentimiento. El Opel adelantó a lamuchachaysedetuvo.Seabrieronbruscamente lasdospuertas lateralesysalierondos cabezas rapadas.Hussein echó a correr hacia lamuchacha.Ana reaccionó conrapidez y se apartó del Opel,metiéndose entre los coches aparcados. Los skins la

ebookelo.com-Página74

Page 75: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

siguieron.Lamuchachapedíaayuda,perolosestudiantes,sorprendidosporlaescena,no reaccionaban.La persecución fue breve.Hussein llegó justo cuando uno de losskinslaagarrabaporunbrazoysedisponíaagolpearla.Elmarroquídetuvoelgolpedelskiny,deunempujón,lolanzósobreelcapódeunPeugeotrojo.

—¡Cuidado!—oyóquegritabaAna.Sevolvióatiempoparaverlacararedondaycrispadadelotrocabezarapada,que

se le echaba encima. No pudo esquivarlo y sintió un pinchazo en el vientre. Seencogió y, entonces, vio el cuchillo en la mano, un cuchillo grande, de montaña,ensangrentado.Elbrazoqueloempuñabaretrocedióparacogerimpulsoysubirconviolencia.ElcuchilloseclavóenelpechodeHussein,quecayóderodillas.

—¡Porfavor,hacedalgo!¡Loestánmatando!—gritóAna,mientrasseapartabadellugardelapelea.

Algunosestudiantescorrieronhacialosskins.—¡Llamadalapolicía!—dijoalguien.Losdosskinsretrocedieronhaciaelcoche.Suactitudamenazadorayelcuchillo

ensangrentadomantuvieronadistanciaalosestudiantes,quelosincrepaban.—¡Vamosacerrarleselpaso!—gritóunestudiante.Pero no llegaron a tiempo. Cuando los dos skins entraron en el coche, el

conductor pisó el acelerador, y elOpel saliódisparado.Varios estudiantes tuvieronqueapartarseparanoserarrollados.

—¡Cogedlamatrícula!—gritóunachica.A los pocos segundos, elOpel negro había desaparecido.Detrás dejó gritos de

rabia,turbaciónyunhombreenmediodeunamanchadesangrequeaumentabamásymás.

Hussein debió demorir casi instantáneamente al recibir la segunda cuchillada,queleatravesóelcorazón.Cuandollególapolicía,loúnicoquepudohacerporélfueavisar al médico forense. Ana identificó al magrebí, y los agentes tomarondeclaraciónavariosestudiantes.Algunoshabíanapuntadoelnúmerodelamatrículadel Opel negro y se lo dieron a la policía. Todavía tardaron un poco en retirar elcadáver,queyacíabocaabajo,completamentebañadoensangre.

El inspector Vázquez llegó poco después de que le avisaran los agentes queacudieronaBellaterra.Echabachispas.Nohacíafaltasermuysuspicazparapensarqueerademasiadacoincidencialaaveríadelcocheyelataquedelosskins.VázqueznoqueríanipensarquélediríalaabogadadeSOSRacismocuandoleviese.Seguroque lo trataría de imbécil, por lomenos. El inspector interrogó a Ana y, después,ordenó que una pareja de agentes la condujese a su casa.Cuando supo que, desdehacíamesymedio,lamuchachadisponíadeunavigilanciademarroquíesyquesushombresni sehabíanenterado, sepusomás furioso todavíay juróqueagarraríaalrenegadoestúpidoquelehabíamontadoaquelsarao.

El asesinato de Hussein, las amenazas y el intento de agresión a Ana, laintimidación del taxista, la paliza de Ahmed: todo fue aireado por la prensa. Los

ebookelo.com-Página75

Page 76: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

reporterosdesucesos,ahoradenominadosdesociedad,aprovecharonlaocasiónparaarticularunrelatomáspropiodeunanovelanegraquedelcursodiariodeunaciudadmásbientranquilacomoBarcelona.

La oposición política aprovechó la situación para abrir nuevos frentes en labatalla que sostenía contra el gobierno. La actitud que había adoptado ante elproblemadelosinmigrantesylapasividadquemostrabafrentealaviolenciadelosgruposfascistassesumaronalascríticasqueyalehacíansobretemasmásgenerales.En vista de ello, los cargos políticos pidieron responsabilidades a la policía y a lafiscalía. ¿Qué pasaba? ¿Qué era todo aquel escándalo por culpa de un grupo deadolescentesconlacabezapelada?¿Esquedejaríanqueunosfanáticoslospusieranenridículo?¡Queríansoluciones,ya!

Tocada en su amor propio, la policía removió cielo y tierra para esclarecer lascosas.Sucredibilidadcomenzabaaestarseriamentetocada,ysólounaaccióneficazconseguiría silenciar los comentarios insidiosos o las acusaciones directas dexenofobiainstitucionalizada.

Enestasituación,losresultadosnotardaronenproducirse.PocoantesdelavistadelcasodeAhmed,sedescubrióunatramaneonaziconconexionesconlasfuerzasdeseguridaddelEstado.EnlacomisaríadelinspectorVázquez,elpolicíaimplicadoresultósereltalRambo,unindividuodeunostreintaaños,gandulyantipático,quese pasabamás horas en el gimnasio que de servicio. Él era el líder del grupo queatacóaAhmedyquedesencadenótodoelconflicto.EldíadelasesinatodeHusseinconducíaelOpelnegrodeunadesusamantes.ElinspectorVázquez,queyaleteníaojeriza,loempapelóconmuchogusto.

—Sabía que no erasmuy listo—le dijo cuando lo detuvo—. Pero lo que hashecho no sólo nos perjudica ante la opinión pública por la implicación ideológica,sinoquenosdejaenridículoporquemuestraquepuedan tenercabidaenelcuerpoasnoscomotú.Venga,damelaplaca,hijodeputa.Ahoratendrástodoeltiempodelmundoparahacerbíceps.

La identificación de quienes atacaron a Ana en Bellaterra y dieron muerte aHussein fue fácil: los había vistomucha gente, sobre todomuchachos jóvenes, sinmiedo,yconganasdeacabarcon losgrupos fascistas.Enesaocasiónno faltaríantestigoseneljuicio.

ebookelo.com-Página76

Page 77: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

11.Eljuicio

ELabogadoquedefendíaalosdosskinsestabasatisfecho.Apesardelclimaadversoen que se celebraba la vista, había conseguido crear una cierta duda sobre laHabilidaddelaidentificacióndeAna,únicotestigoquepresentabalaacusación.Laoscuridad del lugar donde se produjo la agresión, la rapidez de los hechos, elnerviosismopropiodelasituación,lasimilituddefisonomíadelosindividuosconelmismocortedepeloyconropaparecidafueronargumentosqueelabogadoesgrimiópara hacer dudar a Ana, o, si no, al juez, sobre la identificación. Por otra parte,presentóunpardetestigos,skinstambién,queasegurabanque,enelmomentodeloshechos,losacusadosestabantomandocervezaensupiso.Lostestigosnoeranmuydefiar,comoprocuródemostrarlaabogadadeSOSRacismo,perosusdeclaracionesquedaronallí.Lasdemáspruebasqueaportólaacusación,yquesehabíanencontradoalregistrarlosdomiciliosdelosskins—lasbotasdepunterametálica,lasporras,lapropaganda nazi, las esvásticas—, podían ser consideradas circunstanciales. Enrealidad probaban la pertenencia de los acusados a un grupo neonazi, pero no quefuesenlosautoresdelaslesionesdeAhmed,queeraporloqueselesjuzgaba.

Todo iba bastante bien para los dos acusados cuando Elena pidió suspender lavista, alegandoquequeríapresentarun testigonuevo,un testigoquepodía resultardefinitivo.Eldefensorprotestó:nopodíasacarseahoradelamangauntestigo;noeraprocedente.Procedenteono, si aportaba informaciónconcluyeme sobre el caso, looiría,dijoeljuez.Yaplazólavistaentrelosmurmullosdelpúblico.

Eljuiciosereanudódosdíasmástarde.Habíaciertaexpectaciónenlasalaparaver quién era el nuevo testigo de la acusación. Cuando se abrió la sesión, el ujierllamóatestificaraSaíd,quejurósobreelCorándecirlaverdad.Acontinuación,laabogadainiciósuturnodepreguntas.

—¿TellamasSaídArkounRahimyeresmarroquí?—Sí.—¿Quéedadtienes?—Creoquediecinueveaños…,quizáveinte.Noestoymuyseguro.Enlasalahubounmurmullodivertido.—¿CuántotiempohacequeestásenBarcelona?—Todavíanohaceunaño.Lleguéaprimerosdeoctubredelañopasado.—¿Yquéhashechodurantetodoestetiempo?—Puestrabajardondehepodido.Primerofuivendedorambulantedealfombras,

después trabajé en el campo, en Vilassar, después estuve de camarero en un

ebookelo.com-Página77

Page 78: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

restaurante; hace unos meses perdí ese trabajo y tuve que volver a trabajar en elcampo.

—Disculpe, señoría, pero no creo que nos interese demasiado la biografía deltestigo—intervinoinquietoelabogadodefensor.

—Sólo intento establecer el perfil del testigoy sus circunstancias.Quierodejarclaroque,peseasusilencioinicial,esunapersonahonesta,quemerececredibilidad—puntualizólaabogada.

—Continúe,abogada—dijoeljuez.—¿EresamigodeAhmed?—Sí. Vivíamos en el mismo piso y tocábamos juntos en un grupo de música

marroquí.—Explicaalasalaquépasólanochedelveintedediciembre.Saídsetomóunossegundosantesdecontestar,comosiquisieraponerenorden

los recuerdos.Luegocontó loquehabíasucedidoaquel jueves,despuésdelensayodelgrupo.SuexposicióncoincidióexactamenteconlaqueAnahabíahechodosdíasantes.

—¿Asíque también túfuistevíctimade laagresiónde losskins?—preguntó laabogadacuandoconcluyóelrelatodeloshechos.

—Sí.—¿Yporquénodijistenadaalapolicía?—Porquenotengopapeles.Soyuninmigranteilegal,ysihubieraidoalapolicía

paradeclarar,habríaquedadoaldescubiertomisituaciónymehabríanexpulsado.—¿Yporquétehasdecididoatestificarahora?Saídsequedóunmomentopensativo.—Lapolicíamedetuvohaceunoscuatromesesydescubriómisituaciónilegal.

Ahoraestoypendientedeexpulsión.Portanto,yanopierdonadadeclarando…Perono es únicamente por eso…Creo…, creo que si la policía nome hubiese cogido,también estaría aquí. Porque la justicia está por encima de mis circunstanciaspersonalesyyonopodríasoportarquepormisilencioquedasenlibreslosindividuosquenosatacaronyquecasimataronaAhmed.

—¡Protesto!—gritóeldefensor—.Lasvaloracionesdel testigosobre la justiciasondeltodoimprocedentes.Aquíelúnicoquehadejuzgaressuseñoría…

—Deacuerdo,deacuerdo.Admitidalaprotesta—dijoeljuez—.Quenoconstenenactalasopinionesdeltestigo.

Tras comprobar las correcciones introducidas en el acta del proceso, el juez ledijoalaabogadaquepodíacontinuarinterrogandoaltestigo.

Bien. Nos has dicho que tú también fuiste agredido por los individuos quehirierongravementeaAhmed.¿Lesvistelacara?

—Sí.—¿Losrecuerdasclaramente?—Sí.

ebookelo.com-Página78

Page 79: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—¿Lospodríasidentificar?—Sí.—¿Estáenlasalaalgunodelosindividuosqueosatacaron?—Sí.Cuatro.Enlasalaseprodujounmurmullo.Laabogadatambiénlemiró,sorprendida.—¿Cuatro?—Sí.Aquellosdosdeallí—yseñalóalosdosacusados—.Ydosqueestánallá

abajo—yseñalóunpuntodelfondodelasala,ocupadoporungrupodesieteuochoskins.

Losskinsselevantarongritando.—¡Eresunmentirosodemierda,moro!—¡Desgraciado!¡Nosabesloquedices!—¡Orden!¡Orden!—gritóeljuez.Enlasalasubiólaexpectación.Losperiodistasquecubríaneljuiciosepusierona

tomar notas apresuradamente o dirigieron el micrófono de la grabadora hacia elbullicio.

—Quelosagentesdelordenacerquenalestradoelgrupodeasistentesalavistaque llevan el pelo corto entre los que el testigo ha dicho reconocer a dos de losagresores.

—¡Meopongo,señoría!¡Esoestáfueradetodoprocedimiento!—Mire,abogado,limítesealadefensa;delprocedimientodeestasalameocupo

yo—lecortóeljuez.Pero la ejecución de la orden del juez no fue fácil. Los skins no querían

abandonar el lugar que ocupaban, y en un momento se armó un gran alboroto.Tuvieronqueacudirmáspolicíasparacontrolarlasituaciónyllevaralosskinshastael estrado. Entre ellos, Ana reconoció a dos que habían estado en la rueda deidentificacióndelacomisaría.

—Queeltestigoratifiquesuidentificación—ordenóeljuez.—¿Quiénessonlosindividuosqueintervinieronenlaagresión,Saíd?—preguntó

laabogada.—Aquél y aquél —afirmó Saíd, y señaló a los dos skins que Ana había

reconocido.—Quelapolicíadetengaalosnuevosinculpadosylestomedeclaración—dijoel

juez—. Considerando el giro que ha tomado la causa, este juicio se suspendeindefinidamente. Que las dos partes y el ministerio fiscal se presenten en midespacho.¡Selevantalasesión!

Enlasalahubogritosdeprotesta,insultosyamenazas.CuandoSaídabandonóelestrado,losskinsseleecharonencimaytuvoqueintervenirlapolicíapararetenerlos.

—¡Morodemierda!¡Ereshombremuerto!—gritabacompletamentefueradesí,porencimadelaespaldadelpolicíaqueloretenía,unodelosskinsqueSaídhabía

ebookelo.com-Página79

Page 80: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

reconocido—.¡Túytodoslosmorosdemierdacomotúsoishombresmuertos!¡Novamosadejarniunovivo!¡VivaEspaña!

La policía empujaba a todo el grupo hacia la salida lateral de la sala, pero loscabe/asrapadasseresistíanaabandonarlaycontinuabangritandoconsignasfascistas.

—¡Vivaelnacionalsocialismo!—¡VivaHitler!—¡Porelexterminiomoro!—¡VivaFranco!¡VivaMussolini!Estabancompletamentechiflados.

Elnuevojuicionosecelebróhastafinalesdelmesdeseptiembre.Enestaocasiónsesentaban en el banquillo de los acusados cuatro de los cinco cabezas rapadas quehabíanprotagonizadolaagresión.Graciasalrevueloprovocadoporelprimerjuicio,a lapresióndelapolicíasobrelosgruposneonazis,alecoquetodoello tuvoenlaprensayalasgarantíasdelinspectorVázquez,Elenaconsiguióqueeltaxistatambiéntestificase. Con tres testigos y todas las pruebas circunstanciales que se habíanreunido,elabogadodeladefensalotuvomásdifícil.Sinembargo,consiguióeludirlaacusacióndeintentodeasesinatoquepesabasobrelosdosacusadosidentificadoscomoagresoresdirectosdeAhmedylimitarlaaintentodehomicidio.Pero,apesarde sus esfuerzos, no pudo librar a ninguno de sus clientes de penas que oscilabanentrecuatroydoceañosdeprisión.

A la semanadehacersepública la sentencia,Saíd recibióuncomunicadoen elqueselenotificabaeldíaylahoradesuexpulsión.HabíapasadoaproximadamenteunañodesdesusalidadeMarruecosysullegadaaBarcelona,tansólounaño,yleparecíaunaeternidad.Nocreíaposiblequeentanpocotiempolehubieransucedidotantascosas.

—Estoyconvencidodequeentodoloquemerestadevidanomepasarántantascosascomomehanpasadoenesteaño—lecomentóaFátimamientrascaminabanporlarondadeSantPau.

Lamuchachaibaasulado,abstraída,comosinoleescuchase.Saídsediocuenta.—¿Todavíateacuerdasdeélamenudo?—Sí…Sobretodocuandoteveoati.—Losiento.Noveoporqué;túnotienesningunaculpa.Soyyo,quenolopuedoolvidar.Fue

taninesperadasumuerte.Hanpasadomesesytodavíanomehagoalaidea.—Avecesmesientounpocoresponsabledeloqueocurrió.Alfinyalcabofui

yoquienlepidióquevigilaseaAna.—Notienesporquémortificarte.Eseldestino…—Eldestinoo lamalaestrellaquemepersiguedesdequesalídeXauen—dijo

Saíd,apesadumbrado.

ebookelo.com-Página80

Page 81: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

—¿Te acuerdas del día que le conocí?—dijo Fátima—.Huí de él asustada—añadióconunasonrisallenadetristeza.

Saídnodijonada,simplementelecogiólamanoyselaapretó.—Deberías haberte enamorado de mí —le dijo finalmente, medio en broma

medioenserio.Y la miró y esbozó una sonrisa. Ahora fue ella la que le apretó la mano

cariñosamente.—¿YAna?¿Lahasvisto?—Sí.Ayer.Hubounsilencio.Fátimanosabíasiinsistir.Saídnosabíasicontinuar.Nuncalaolvidaré—dijofinalmenteSaíd—.Esunapersonaextraordinaria.Caminaronuntrechomás,callados.—¿Cuándotevas?—Elmiércoles.Peromañanatengoqueingresarenelcentrodeinternamicntode

laVerneda.Quierentenernosreunidosallíunosdíasantes.Vamosenunautocardelapolicía.IremosaAlgecirasydesdeallí,enel transbordador,aCeuta.EnCeutanosentregaránalapolicíamarroquí.

—¿Yquétepasará?—No lo sé. Puede que me encierren un tiempo en la cárcel por haber salido

ilegalmente del país. Pero también es posible que me manden a casa después detenermeunosdíasencomisaría.Dependedecómoesténdellenaslascárceles.

—¿Yquépiensashacer?—LoprimeroqueharécuandoestéenXauenserábuscaruna tienda.Ahmedy

Hassantambiénquierenvolveryhemoshabladodeformarunasociedad.EnXauenhaymucho turismo, y una tienda de objetos de artesanía puede funcionar.Mantas,alfombras, cajitas de madera y cosas así. Ahmed quería abrirla en Tánger porquetienelafamiliaallí,peroenTángersonmuchomáscaraslastiendas,ynonosllegaeldinero.Hassanhaahorradounpoco,nomucho,perosí lo suficienteparaponerenmarchaelnegocio.Élseráelsociocapitalistaynotendráquetrabajar.TrabajaremosAhmedyyo.Creoquepuedeirnosbien.

—¡Ojalá!—Seguro.Algúndíatienequecambiarmisuerte.Saíd y Fátima continuaron caminando sobre la alfombra de hojas secas que el

otoño había extendido en la acera. La gente, que comenzaba a sacar del armariochaquetas y gabardinas, se movía deprisa, ignorando las evoluciones rápidas yelegantes de los estorninos por encima del bosque de antenas de la ciudad. SualgarabíalehizolevantarlacabezaaSaíd,quesequedómirandocómoseestiraban,girabanysereagrupabanpara,después,volveraestirarseendireccióncontraria.

—Ellosnotienenproblemasdefronteras.Fátima también losobservó.Parecíanestarejecutandounadanzaperfectamente

aprendidaenelcielo.Cuandolabandadadeestorninosdesapareciótraslosedificios

ebookelo.com-Página81

Page 82: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

másaltos,FátimaySaídsemiraron.EstabanenlaentradadelacalledelaCera.—Adiós,Saíd,quetengassuerte.—Adiós,Fátima,queAláteacompañe.Y con esta sencilla despedida, cargada de emoción, se separaron. Posiblemente

nuncamásvolveríanaverse.

Eran lasochoy cuartode lamañanay llovía.Lasgotasde agua resbalabanpor elcristal ydistorsionaban lavisióndel exterior: las calles, las casas, los semáforos…Saíd los veía desfilar con indiferencia. Barcelona quedaba atrás, y con ella unaesperanza. Sin embargo, no se sentía fracasado.Quizá había llegado con una ideaequivocada de lo que se iba a encontrar. Ahora, al menos, ya había despejado laincógnita,yasabíaloqueeraemigrar.No,lascosasnoeranfácilesaquí.Enrealidad,paralosquehuyendelamiserianosonfácilesenningunaparte.

Elautocardelapolicíasedetuvoenunsemáforo.Pordelanteseextendíalacintaasfaltadayrelucientedelaautopista.Saídquisoecharunaúltimaojeadaalaciudad,peroentreelvahoqueempañabaelcristal,lalluviaylaoscuridad,prácticamentenovionada: lucesentresombras.Cuandoelautocararrancó,volvióa recostarseenelasientoycerrólosojos.Laaventurahabíaterminado.

ebookelo.com-Página82

Page 83: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

EstelibrohasidodigitalizadodesdesuediciónenpapelparaEPL.Sihaspagadoporéltehantimadoysilohasbajadodealgunapáginaenlaquetesaltananuncios,notienenadaqueverconepublibre.Siencuentrasalgunaerrata,por favorvisítanosyrepórtalaparaquepodamosseguirmejorandolaedición.(Notadeleditordigital).

ebookelo.com-Página83

Page 84: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

Notas

ebookelo.com-Página84

Page 85: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

[1] Palabra marroquí con la que se designa a todos los emigrantes que cruzanclandestinamenteelestrechodeGibraltarenunaembarcación.<<

ebookelo.com-Página85

Page 86: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

[2] Patera: Denominación del tipo de embarcación más frecuente con que losemigrantesclandestinossuelencruzarelEstrecho.Setratadeunbotedecuatroaseismetrosdeeslora,impulsadoporremosomotor.<<

ebookelo.com-Página86

Page 87: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

[3]Kif.Mezcladetabacoymarihuanaqueacombranafumarlosmarroquíes.<<

ebookelo.com-Página87

Page 88: La aventura de Saíd - Gobierno de Canarias · Seducido por el coche de su amigo Hussein y empujado por la miseria y la falta de espectativas, Saíd, un joven marroquí, decide dejar

[4] Tajine. Plato típico marroquí que consiste en un guiso de carne o pescado,acompañado de legumbres. Toma el nombre del recipiente de barro que se utilizaparacocerlo.<<

ebookelo.com-Página88