-¡ Mamá! mi bicicleta no está, se la robaron.-¿Cuál bicicleta Beto? tú no tienes una bicicleta.-Claro que sí, mamá. Todos los días voy al parque de enfrente a pasear con mi bici -dijo Beto un poco enojado, no le gustaba que su mamá le hiciera una broma, en un momento tan importante como ése.-No hay ningún parque Beto, asómate a la ventana y verás que frente a la casa sólo hay edificios.

Beto se asomó a la ventana, ¡no podía creer lo que veía! Era verdad, frente a su casa sólo había edificios.

¿Cómo era posible eso? ¿cómo podía desaparecer un parque y una bicicleta sin dejar ningún rastro? ¿Y por qué su mamá no se acordaba de nada?

-Aquí pasa algo muy extraño -dijo Beto.-Sí, seguramente soñaste que tenías una bicicleta -dijo su mamá muy seria-. Mira, mejor saca a pasear a Bob, que debe tener muchas ganas de ir a caminar. Dale la vuelta a la cuadra y acuérdate de llevar una bolsita para que recojas su popó.

-¿Quién es Bob? -preguntó Beto.-¡Cómo que quién es Bob! pues tu perro.En ese momento se escuchó un ladrido, como si Bob se hubiera ofendido porque su dueño no lo recordaba.

-¡Soy alérgico a los perros! -dijo Beto.- Claro que no, Beto. Deja de jugar y saca a Bob. Beto obedeció a su mamá, pero estaba confundido. ¿De verdad había soñado lo de su bicicleta roja? -Creo que estoy soñando que tengo un perro -dijo Beto en voz alta-, mañana voy a despertar y tendré mi bicicleta roja. ¡Qué mal! me gusta mucho tener un perro, pero en la vida real soy alérgico a los animales.

Beto decidió aprovechar el sueño y jugar con ese perro que en realidad sólo existía en su mente. Al llegar la noche se despidió muy triste del hermoso animal.-Hasta pronto, Bob, prometo regresar cada noche en mis sueños. Al despertar Beto corrió para buscar su bicicleta roja. ¡Ahí estaba! pero Bob había desaparecido.

Beto se sintió un poquito triste, pero cada noche regresaba a esa dimensión extraña, en donde tenía a Bob y no tenía su bicicleta roja.