La CAADES y el Banco de Sinaloa: dos instituciones...

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Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28 La CAADES y el Banco de Sinaloa: dos instituciones clave en la consolidación de la Élite de agricultores de Sinaloa Gustavo Aguilar Aguilar 1 Modesto Aguilar Alvarado 2 Presentación El objetivo central de este trabajo consiste en explicar el surgimiento y las primeras etapas de desarrollo de dos instituciones que se convirtieron en el origen del enorme poderío económico y político que construyeron una élite de agricultores y banqueros privados; estamos hablando de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa ( CAADES, fundada en 1932) y del Banco de Sinaloa, S. A. (fundado en 1933). Estas instituciones surgieron en los primeros años de la década de los treinta del siglo pasado; mantuvieron vínculos muy estrechos entre sí, sirvieron de soporte fundamental a los grupos de poder que lograron controlarlas y fueron las herramientas decisivas utilizadas por dichos grupos en sus negociaciones con el poder político o el Estado, para el rechazo o la aceptación de determinadas políticas públicas, ya fueran éstas benéficas o perjudiciales a sus intereses. Primeros intentos organizativos de los agricultores sinaloenses y el surgimiento de la CAADES. Desde 1932, los grandes agricultores pudieron emprender la defensa de determinados objetivos grupales sobre los poderes públicos, unidos por motivaciones comunes frente a la amenaza del uso de sanciones o de decisiones adversas provenientes del poder político. Este tipo de agrupación les permitió fortalecerse para impulsar cambios en "la distribución prevaleciente de bienes, –––––––––––––– 1 Profesor e investigador de la Facultad de Historia, UAS. 2 Profesor e investigador de la Facultad de Historia, UAS.

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La CAADES y el Banco de Sinaloa: dos instituciones clave en la consolidación de la Élite de agricultores de Sinaloa

Gustavo Aguilar Aguilar1

Modesto Aguilar Alvarado2

Presentación El objetivo central de este trabajo consiste en explicar el surgimiento y las primeras etapas de desarrollo de dos instituciones que se convirtieron en el origen del enorme poderío económico y político que construyeron una élite de agricultores y banqueros privados; estamos hablando de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES, fundada en 1932) y del Banco de Sinaloa, S. A. (fundado en 1933). Estas instituciones surgieron en los primeros años de la década de los treinta del siglo pasado; mantuvieron vínculos muy estrechos entre sí, sirvieron de soporte fundamental a los grupos de poder que lograron controlarlas y fueron las herramientas decisivas utilizadas por dichos grupos en sus negociaciones con el poder político o el Estado, para el rechazo o la aceptación de determinadas políticas públicas, ya fueran éstas benéficas o perjudiciales a sus intereses.

Primeros intentos organizativos de los agricultores sinaloenses y el surgimiento de la CAADES. Desde 1932, los grandes agricultores pudieron emprender la defensa de determinados objetivos grupales sobre los poderes públicos, unidos por motivaciones comunes frente a la amenaza del uso de sanciones o de decisiones adversas provenientes del poder político. Este tipo de agrupación les permitió fortalecerse para impulsar cambios en "la distribución prevaleciente de bienes,

–––––––––––––– 1 Profesor e investigador de la Facultad de Historia, UAS. 2 Profesor e investigador de la Facultad de Historia, UAS.

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servicios, cargas y oportunidades, ya sea [para aminorar]... las amenazas de intervención de otros grupos de presión o del poder político mismo".3

Antes de arribar a esta etapa de maduración organizativa, los productores sinaloenses y terratenientes de Culiacán, al igual que el resto de sus similares en México, participaron en varios intentos organizativos con el propósito de retornar a antiguos privilegios, amenazados por las políticas impulsadas bajo los gobiernos del grupo sonorense,4 o para oponerse a determinadas políticas que consideraban perjudiciales a sus intereses. Estos esfuerzos organizativos se reflejaron a nivel nacional en las llamadas Cámaras Agrícolas, fundadas para defenderse contra el reparto agrario impulsada por estos gobernantes.5

La primera agrupación de este tipo en Sinaloa surgió en el gobierno del general Ángel Flores en 1922, y se denominó Cámara Agrícola Nacional del Estado de Sinaloa, siguiendo una tendencia de organización general de los productores en el país. Esta agrupación tenía como propósito proteger a los propietarios agrícolas de las medidas reformistas del gobierno del general Álvaro Obregón.6 En 1923, los productores de tomate de Nayarit, Sinaloa y Sonora dieron un paso adelante fundando la Unión de Cosecheros de Tomate para defenderse de daños ocasionados por la baja demanda en Estados Unidos del producto que producían.7 Ambas agrupaciones no encontraron en su camino mayores problemas, aprovechando la clara simpatía que les profesaba el gobernador Ángel Flores, quien afirmaba comprender mejor que nadie las dudas e incertidumbres de los propietarios sobre todo de los terratenientes, por el destino de sus propiedades, en virtud de las amenazas que se cernían –según

–––––––––––––– 3 Entre los grupos de presión más importantes se mencionan las grandes confederaciones

industriales, agrícolas y sindicales. Estos grupos no están interesados realmente en administrar por cuenta propia el poder político, sino en tener un acceso fácil y franco e influir en sus decisiones. Véase Norberto Bobbio, et al, Diccionario de política, novena edición, México, siglo XXI, 1995, pp. 728-729. Los grupos de interés, por el contrario, ejercen de manera directa esa acción.

4 En Veracruz por ejemplo, nació en 1923 una Unión de Agricultores para enfrentar la política agraria del gobernador Tejeda y los intentos organizativos de los campesinos. Véase Salamani Heather Fowler, “Caudillos revolucionarios en la década de 1920: Francisco Múgica y Adalberto Tejeda”, en D. A. Brading, Caudillos y Campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1985, p. 235.

5 Hubert Carton de Grammont, Los empresarios agrícolas y el Estado, México, UNAM, 1991, p. 216.

6 Periódico El Demócrata Sinaloense, 25 de octubre de 1922. Su impulsor era el ingeniero Samuel Torres Elorduy, y en ella estaba involucrado el licenciado Celso Gaxiola Andrade, quien, además de asesor legal de la agrupación, prestaba sus oficinas para las juntas y toma de acuerdos.

7 Ibíd., 14 de mayo de 1923. Esta organización fue denominada Gran Unión de Tomateros de la Costa Occidental.

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él- sobre el “hasta hoy más pacífico estado de la república” en cuestiones agrarias.8

Los esfuerzos organizativos de productores agrícolas y otros empresarios del estado no sólo contaron con la simpatía del gobernador Alejandro Redo Vega (1924-1928), sino que éste incluso impulsó otra organización para contar con apoyos propios y así defenderse de las presiones políticas que recibía del gobierno central, debido a que había militado en una fuerza política distinta a la que apoyó al presidente Plutarco Elías Calles. El mandatario estatal apenas iniciaba su gestión ya había alentado la formación de una Cámara de Comercio, Agricultura, Industria y Minería, con sede en la ciudad de Culiacán, para organizar a los hombres de negocios de la entidad.9 También durante su gobierno ganó fuerza otro proyecto de organización regional con sede en Nogales, Sonora, que la Cámara Agrícola Nacional impulsaba con el propósito de divulgar lo concerniente a la agricultura, ganadería, silvicultura y demás industrias derivadas en los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit y el territorio de Baja California.10 Todos estos ejemplos apuntaban a la formación de un frente regional de propietarios revelaba sus preocupaciones por consolidar un núcleo organizativo que les permitiera dar salida a las relaciones con los nuevos gobiernos en una posición de mayor fortaleza.

En 1930, los propietarios rurales de 23 cámaras estatales consideraron apropiado el momento de tomar medidas para enfrentar el proyecto de la élite gobernante, organizando una Confederación de Cámaras Agrícolas y Ganaderas. Este organismo sería la iniciativa más amplia de los productores ––––––––––––––

8 Ibíd., 21 de diciembre de 1922. Los productores azucareros vinculaban los elevados montos de producción azucarera logrados en el estado, al respeto que habían conseguido las grandes propiedades, justificando la caída de la producción en Coahuila, Veracruz, Michoacán y Morelos porque las grandes propiedades eran fraccionadas y entregadas a “individuos irresponsables”, en Ibíd., abril 20 de 1923.

9 En su constitución figuraron Fortino Gómez, Enrique Pérez Arce, Victoriano Díaz, L.E. Thompson, Juan José Ríos, Jesús María Tarriba, Severiano Tamayo, Régulo Pantoja, Manuel J. Esquer, Eduardo Ingram, Juan R. Sais, Enrique L. Gama, Urbano S. Bond, Enrique Cohen, F. Wright, Mario H. Hoyo Salazar, C.E. Wison J. M. Hiser y F. Bowers; la comisión operativa, para su funcionamiento, quedó integrada por Antonio Viscaíno por el sector de los comerciantes, W. Timmerman representando a los industriales; L.E. Thompson abanderando la voz de los agricultores y Régulo Pantoja la de los mineros. Ignoramos el resultado de dicha iniciativa, pero el caso es de utilidad para mostrar la convicción que animaba a este gobernador; Ibíd., 30 de enero de 1925; también en el periódico La Opinión, 17 de febrero de 1925.

10 El Demócrata sinaloense, 26 de septiembre de 1925. Grammont nos habla, por ejemplo, de las Cámaras Agrícolas de Jalisco, Morelos y de la ciudad de México. Esta última pretendía “crear una confederación de cámaras agrícolas para romper con el localismo de cada una de ellas”, en Cartón de Grammont, Los empresarios agrícolas…, p. 216.

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del campo y llegó a representar “a todas las cámaras agrícolas y ganaderas del país frente al gobierno y los demás sectores privados”.11 Para reencauzar un proceso que no podía controlar, el gobierno impulsó la creación de un proyecto que sería encabezado por él, resultando la aparición de las asociaciones agrícolas, que tenían como propósito enfrentar a las cámaras agrícolas, con lo cual el gobierno pretendía retomar el control sobre este importante grupo de propietarios. A nivel local, quien se encargó de aclarar las interrogantes que este hecho provocaba fue el gobernador sinaloense Macario Gaxiola, (1929-1932) quien llegó a asegurar que detrás de la propuesta para crear las asociaciones se escondía la mano del expresidente Calles, quien consideraba un peligro dejar libres a los productores para que se organizaran al margen del Estado.12

En Sinaloa, el gobernador Macario Gaxiola levantaría, precisamente, el acta de nacimiento de la organización de los agricultores, dejando establecido que con ello se buscarba un mayor beneficio a una cantidad superior de productores, pretendiendo contar con “agrupaciones que verdaderamente busquen el mejoramiento del agricultor...y no sociedades de resistencia sistemática que busquen sólo el beneficio de unos cuantos”.13

Existen dos interpretaciones, que de hecho son complementarias, sobre el origen de la organización de los productores agrícolas en la entidad. Una se inclina por destacar la finalidad del Estado por controlar las organizaciones de los propietarios rurales; la otra, subraya la intención del nuevo Estado de acercarse a un importante sector generador de divisas y creador de empleo. La primera versión subraya la fuerza avasalladora del Estado en el logro de sus propósitos, para lo cual impulsaba la desaparición de las conservadoras Cámaras Agrícolas, que “aún buscaban recuperar cuotas del poder perdido con la Revolución”;14 la segunda, habla de la importancia de los agricultores ––––––––––––––

11 Ibíd., p. 225. Entre éstas se encontraban las más conservadoras (Puebla, Morelos, Jalisco y la de ciudad de México).

12 El gobernador Páez informaba en 1934: Los productores y agricultores fueron organizados en la Confederación de Asociaciones Agrícolas de Sinaloa, por haber sido una idea impulsada “por el máximo exponente director de la Revolución Mexicana”; con este organismo se procuraba borrar la ineptitud y la mala fe de los agentes comisionistas, la competencia malsana entre ellos, que tenían como reflejo una drástica reducción de precios y, particularmente, terminar con la desconfianza hacia uno de nuestros principales productos que debemos producir en calidad informe, el tomate. En Informe del Profr. Manuel Páez ante la XXXV Legislatura del 16 de septiembre de 1933 al 15 de septiembre de 1934, Culiacán, Imprenta del Gobierno del Estado, 1934, p. 5-8.

13 Ídem. 14 Carton de Grammont, Los empresarios agrícolas…, pp. 214 y 222-223.

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como principal grupo productor en la entidad, siendo por ello codiciado su apoyo, particularmente para fortalecer al naciente Partido Nacional Revolucionario, debido al vigor que miembros de este carácter le darían a la naciente institución partidaria.15 Es decir, el primer enfoque destaca una solución de fuerza desde el Estado; para el segundo, se trataba, en cambio, de un esfuerzo que pretendía contar en la entidad con una organización que volviera poderoso al nuevo partido. Entre ambos enfoques existe otra importante diferencia, porque mientras el primero ubica la aparición de la nueva organización en el proceso general de respuesta del estado a los ensayos de organización de los grandes propietarios rurales en diversas entidades, el segundo afirma la aparición de un proceso con raíces regionales que se generalizó.

Sea cual fuere el origen del alumbramiento de la organización de los agricultores en el estado, con la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (la CAADES) los productores tendrían a su alcance un instrumento eficaz para utilizarlo en “defensa de los intereses profesionales agrícolas de las asociaciones que la constituían y de los miembros componentes de éstas”, como se indicaba en su acta constitutiva.

El 27 de agosto de 1932 había sido publicada en el Diario Oficial, la Ley Federal de Asociaciones Agrícolas bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio. Dicha ley tuvo reacciones inmediatas en Sinaloa. El general Macario Gaxiola promulgó la Ley de Organizaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa el 19 de noviembre de 1932, un mes antes de dejar el poder. Al amparo de esta ley se crearon, del 22 al 25 de noviembre de 1932, cinco asociaciones. Ellas fueron: La Asociación de Productores de Legumbres de la Región Agrícola del Río El Fuerte, la de Productores de Garbanzo y Legumbres de la Región Agrícola del Río Sinaloa, la de Productores de Legumbres de la Región Agrícola del Río Mocorito, la de Productores de Legumbres de la Región Agrícola del Río Culiacán y la de Productores de Legumbres del Río Elota. Unos días después, el 28 de noviembre, fue firmada el acta constitutiva de la CAADES, cuyos

–––––––––––––– 15 David R. Mares, La irrupción del mercado internacional en México. Consideraciones

teóricas y un estudios de caso, México, El Colegio de México, 1991, p. 96-97. Aunque Grammont y Mares reconocen la importancia del papel estatal, parece de una mayor potencia el enfoque de Mares, que reconoce la fuerza de la variable política y, por tanto, el poder de negociación de los agricultores de la entidad. Su enfoque no es vertical, sino diverso y múltiple, reconoce la posibilidad de opciones.

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miembros se dedicaban a la producción de artículos para la exportación, como hortalizas y garbanzo.16

Algunos de los objetivos que se buscaba lograr con la Confederación eran: el estudiar y defender de los intereses profesionales agrícolas de las asociaciones que la integraban y de sus miembros; organizar y reglamentar el control de calidad sobre las legumbres que son el objeto de las asociaciones confederadas; organizar y reglamentar las ventas de los productos a que se refiere en la fracción anterior, y el de limitar las tierras de cultivo cuando lo estimara conveniente a sus intereses; establecer la producción de uno o varios de los artículos objeto de la confederación; resolver en definitiva sobre la venta del producto, control de calidad, limitación de zonas de cultivo y demás acuerdos que tomaran las asociaciones; obtener con las mayores facilidades económicas créditos para sus agremiados; resolver sobre el nombramiento de árbitros para las desavenencias y suministrar a las asociaciones o a las autoridades informes sobre los asuntos que son objeto de la asociación , entre otros.17

El ser un organismo cúpula de los agricultores, otorgó a la CAADES una fuerza particularmente importante e hizo de ella una de las organizaciones agrícolas más poderosas y dinámicas del país. Ya en sus principios declaratorios de su fundación se dejaban ver los alcances que se buscaban. De un lado, se encargaría de reglamentar el control de calidad de las legumbres producidas, señalando el tipo de cultivos y fijando cuotas de producción a uno o varios de los artículos. De otro, la confederación también se colocaba como mediadora entre los desacuerdos que surgieran entre las asociaciones y las autoridades, resaltando así el papel de la Confederación en las regiones como intermediaria entre los productores y los poderes públicos. La duración de la confederación quedó fijada en cinco años.

–––––––––––––– 16 Véase, Gustavo Aguilar Aguilar, "De agricultores, banqueros y políticos, Sinaloa: 1930-

1960", en Memoria del XI Congreso de Historia Regional, Culiacán, UAS-IIES, 1997, p. 335. Estuvieron presentes en representación de cada una de las asociaciones mencionadas los siguientes agricultores privados: Eduardo R. Arnold, Joaquín Vega, Filiberto L. Quintero, Víctor Alvarez, Ing. Alfonso I. Gaxiola, Venancio Hernández, Ramón García Cárdenas, Juan José Arreola, Rosario Valdés (Río Fuerte), Arturo Herrera, Roberto Macías Fernández, Ernesto Urrea (Río Sinaloa), Enrique Riveros, Silverio Trueba, Loreto Rodríguez (Río Mocorito), Ing. Rafael Bátíz Paredes, Francisco Butterfield, Jesús Valencia (Río Culiacán), José M. Romero, Rodolfo García y Juan Crisantes (Río Elota).

17 Archivo General de Notarías del Estado de Sinaloa (AGNES), Fortino Gómez, Culiacán, 28 de noviembre de 1932.

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Es significativa la composición de su Consejo de Administración, el que quedó formado por los agricultores más ricos de cada región, quienes desde un principio dieron muestras sobradas de su interés por encabezar el naciente organismo.

Consejo de Administración

Propietarios Suplentes

Presidente Eduardo R. Arnold

Secretario Ing. Rafael Bátiz Paredes

Tesorero Silverio Trueba

Primer Vocal Arturo Herrera Ing. Alfonso Gaxiola

Segundo Vocal José Mariano Romero Ing. Francisco Butterfield

Consejo de Vigilancia

Presidente Dip. Enrique Riveros

Secretario Lic. Roberto Macías Fernández

Vocal Rodolfo Bazúa Fuente: Elaboración de Gustavo Aguilar y Modesto Aguilar. Entre sus facultades más relevantes estaban las atribuciones para nombrar

de entre sus miembros al presidente, secretario y tesorero; recibir los fondos de la sociedad y disponer su utilización fijando el empleo que debía dárseles, así como determinar la forma en que debía invertirse el fondo de reserva, anticipar pagos, descontar obligaciones y determinar los bancos e instituciones particulares en que debían situarse los recursos financieros de la confederación; podía además celebrar acuerdos con toda clase de autoridades, firmar contratos, acordar concesiones y obtener de ellas permisos y autorizaciones;

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finalmente, también, podía fijar disposiciones para el control de las ventas y calidad de los productos.18

El gobierno del estado, aunque tenía representación en el organismo, impulsó la incorporación a éste de los más pequeños productores. Para ello proyectó fundar colonias agrícolas, provistas de pequeñas obras de irrigación, que serían puestas en operación bajo un sistema de cobro de cuotas muy bajas por uso de agua. Mientras tanto, impulsaba el ofrecimiento de crédito a través del naciente Banco de Sinaloa, que surgía en esos momentos gracias a la inyección de fondos estatales.19 La incorporación de este sector de productores a la confederación dejaba en claro que los gobernantes calibraban adecuadamente los riesgos encerrados en una agrupación controlada por los principales productores de la entidad; por lo tanto, es posible inferir que la presencia de los agricultores más débiles en la confederación tenía como propósito utilizarlos como factores de negociación cuando fuera necesario. Sin embargo, como lo visualizó David R. Mares: “las asociaciones nunca tuvieron éxito en el apoyo de los intereses tanto de los ejidatarios como de pequeños agricultores, pues no podían funcionar de manera efectiva como voceros de los productores mientras el gobierno los controlara, y porque su independencia del control político externo lo conseguían a través de la élite de neolatifundistas que controlaban la producción de cultivos de exportación. Así pues, las organizaciones servían a estos intereses, y no a los pequeños agricultores o ejidatarios”.20

Como temía el gobernador, los sectores más poderosos como los productores de garbanzo, tomate, ajonjolí y algodón, pronto entendieron la importancia de controlar la confederación y a ello enfocaron sus esfuerzos. El primer paso que dieron para lograrlo fue incidir en el destino del financiamiento que esta organización otorgaba y que muy pronto fue acaparado por un pequeño sector que producía para el mercado externo y que podía operar con criterios de rentabilidad, observar el comportamiento del mercado y valorar los riesgos implicados en la intermediación de una estructura bancaria, algo que los pequeños productores no podían o no estaban acostumbrados a hacer. El segundo, consistió en ponerse al frente de las negociaciones de sentidas demandas de los agricultores como eran la reducción de tarifas arancelarias y la eliminación de barreras proteccionistas para la exportación de frutas y legumbres a los Estados Unidos, lo que

–––––––––––––– 18 Ídem. 19 Páez, Informe del Profr. Manuel Páez…, p. 14-15. 20 David, R. Mares, La irrupción del mercado..., p. 105

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implicaba complicadas gestiones ante las autoridades mexicanas, sobre todo con las Secretarías de Hacienda y de Relaciones Exteriores e instancias legales como el senado en los Estados Unidos.21

Para 1935, escudados en las siglas de la confederación, los grandes agricultores ya aparecían como un consistente grupo de presión que realizaba complicadas negociaciones con los poderes públicos para hacer realidad sus enunciados constitutivos. En este tenor fueron varios los eventos que divulgaban su presencia; por un lado, impulsaban alianzas con los productores de tomate y garbanzo de Sonora para mantener el precio y conservar el mercado internacional de estos productos, abogando por la eliminación de políticas arancelarias inequitativas; y, por otro, demandaban al gobierno de Cárdenas acuerdos tendientes a proteger sus ganancias, como ocurría cuando se solicitaba la expedición de decretos para embargar la producción de garbanzo de las demás entidades productoras del grano para mantener los niveles de exportación y no saturar los mercados consumidores, procurando evitar una caída de los precios y por ende sus beneficios.22

Como grupo de presión, los más grandes productores, a través de CAADES, también supieron hacerse indispensables respaldando a autoridades públicas en momentos de urgencia. Así lo hicieron con el gobierno estatal cuando se encontraba en apuros por la precariedad económica existente, adelantando entregas de impuestos por compra-venta de garbanzo, ajonjolí y trigo y gravámenes de producción sobre legumbres.23 A nivel federal, en marzo de 1938, luego de la decisión del presidente Cárdenas de expropiar el petróleo a las compañías norteamericanas, hecho que agudizó las dificultades monetarias en el país, los miembros de esta organización presentaron un plan para contribuir al pago de la deuda petrolera, aduciendo que “los agricultores confederados se sentían obligados” a colaborar con el gobierno federal, ya que habían recibido “a través de sus dependencias todo género de facilidades”.24 De las palabras pasaron a los hechos, al formar un frente pro-emancipación para recabar los apoyos de los pequeños, medianos y grandes agricultores, que

–––––––––––––– 21 Archivo General de la Nación (AGN), Galería 3, Fondo Abelardo L. Rodríguez, julio 12

de 1934, Exp. 564.1/325 y Fondo Lázaro Cárdenas, mayo 6 de 1935, Exp. 564.1/325. 22 Herberto Sinagawa, Sinaloa: Agricultura y Desarrollo, Culiacán, CAADES, 1987, p. 186. 23 Periódico Oficial del Estado de Sinaloa (POES), julio 24 y diciembre 30 de 1937. 24 La Opinión, 1 de febrero de 1938. Entre estos géneros de facilidades normalmente se

encontraban facilidades arancelarias para importar o exportar e intervenciones al más alto nivel como la del presidente Cárdenas en 1935 y de los secretarios de Hacienda, Agricultura y Economía ante la prohibición para importar garbanzo del gobierno español, en Sinagawa, Sinaloa: Agricultura …, p. 47.

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alcanzaron un monto de 60 mil pesos que la CAADES se comprometió a proporcionar en un lapso de diez años.25 Los grandes agricultores de la Región del Río Culiacán aprovecharon para comprometerse ante las autoridades federales a sembrar maíz y frijol para sostener al “pueblo de México”.26 Este tipo de tácticas mostraba su eficacia con la conquista de parte de los miembros de la confederación de rebajas en impuestos y algo sumamente importante, conseguían el respaldo de las autoridades como productores y propietarios, comprometiéndose a respetar, amplia y absolutamente, la propiedad privada.27

Para 1938, la confederación era ya una ágil instancia de intermediación ante organismos como el Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A., controlaba más estrictamente la calidad del garbanzo producido y se encargaba de emitir certificaciones a los verdaderos productores, evitando que cayeran en poder de los especuladores.28 Para 1940, se encargaba de definir la asignación de recursos, programar los cultivos comerciales más redituables como garbanzo y tomate, regular zonas de cultivo y controlar los montos de las ventas para conservar atractivos los precios en los mercados nacional e internacional.29

La confederación, al iniciar la década de los cuarenta, habiendo transcurrido las más fieras amenazas a la propiedad, había afinado un mecanismo de presión en dos campos que, bien utilizados, significaban elevados beneficios. El primer campo descansaba en la intermediación para negociar la otorgación de subsidios a la exportación de ciertos artículos, como garbanzo, ante el gobierno federal. Ya habían aprendido que podían contar con mayores posibilidades de éxito, si se apoyaban en la gestión del gobernador. El segundo, lo utilizaban en la manifestación de desacuerdos ante la formulación de políticas impositivas, para gravar la exportación de garbanzo, acudiendo al argumento que de aprobarse nuevas cargas, se reducirían los beneficios y se agravarían todavía más las difíciles condiciones de los productores y, por ––––––––––––––

25 La Opinión, mayo 6 de 1938 26 Ibíd., abril 30 de 1938 27 Se decía que así cesarían la alarma y el sobresalto en el país. Ibíd, marzo 30 de 1938. 28 Ibíd., 24 de junio de 1938. Además, al parecer, era común la generación de información

sobre especificación de origen, cantidad, tipo y variedad. Los compradores debían manifestar en detalle los lotes que aportaran para su venta, aclarando a quién habían comprado, a fin de que el fondo bancario fuera asignado al productor y no al comprador. También deberían informar a que municipalidad correspondía la producción del grano para la debida aplicación del 20% adicional municipal que cobrara el estado actuando o cuando hacía efectivos los impuestos. En estas fechas eran admitidos los encuentros con productores de artículos similares de otras entidades de la república para vender cosechas, formando pools u “olla común”, en POES, enero 13 de 1938.

29 Sinagawa, Sinaloa: Agricultura…, p. 50.

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consiguiente, la entidad sufriría los peores efectos, si dejaban de producir el artículo comercial.30

Como grupo, habían encontrado la fórmula que permitiría incrustar su funcionamiento en la resolución de necesidades que formaban parte de las declaraciones diarias de los gobernantes; con habilidad ligaron su esfuerzo cotidiano con sus principios y proclamas; todo ello, sin perder de vista el interés fundamental que creó a la Confederación, que ya estaba en su poder. La organización del Banco de Sinaloa y el control que al poco tiempo de fundado lograron establecer sobre él, fue el otro factor clave que explica el éxito y la consolidación de este grupo de productores.

La carencia del crédito y la fundación del Banco de Sinaloa Como consecuencia de la revolución, el sistema bancario existente en Sinaloa hasta 1913, fue desarticulado. Entonces existían en Culiacán una sucursal del Banco de Sonora y una agencia del Banco Occidental de México. Esta última desapareció debido a las luchas libradas por las fuerzas constitucionalistas en contra de la dictadura de Victoriano Huerta, y la primera, cerró sus puertas al público en 1914, reiniciando actividades el año de 1922. Posteriormente, el 28 de noviembre de 1929, Manuel J. Esquer fundó en la capital del estado un negocio bancario conocido como “Manuel J. Esquer, Establecimiento Bancario Nacional”, bajo su dirección personal.31 Esta institución y el Banco de Sonora, fueron los únicos bancos que operaron en la ciudad de Culiacán hasta principios de 1933. En este año, el Banco de sonora fue liquidado por quiebra.

Por esta razón, en la década de los veinte del siglo pasado, los grandes agricultores e industriales establecidos en el centro y norte de la entidad, acudían a los bancos nacionales y extranjeros con asiento en la capital del país, para satisfacer sus necesidades de financiamiento, así como a las compañías norteamericanas comercializadoras de sus productos. Por ejemplo, el 30 de noviembre de 1927, la Compañía Azucarera Almada (propietaria del ingenio La Primavera, en Navolato, Sinaloa) obtuvo del Banco de Londres y México, en el Distrito Federal, un crédito de avío por 200 mil pesos a pagar en un plazo de un año e intereses de 12% anual.32 Posteriormente, el 5 de diciembre de ––––––––––––––

30 AGN, Presidentes, Lázaro Cárdenas, Exp. 506.12/3. 31 Gustavo Aguilar Aguilar, “El Banco de Sinaloa, S. A. y su contribución al crecimiento

agrícola de la entidad (1933-1958)”, en Clío, núm. 23-24, revista de la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, mayo-diciembre de 1998, p. 2. De acuerdo con el estado de contabilidad de 14 de junio de 1932, dicho establecimiento bancario contaba con depósitos por más de 300 mil pesos y había concedido créditos por $155,340.

32 RPP, Culiacán, Sección Segunda, Libro VII, Inscripción 64.

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1930, la misma compañía obtuvo del Bank of Montreal un préstamo por 150 mil pesos a pagar en un plazo de 6 meses e intereses de 9% anual. Sin embargo, no todos los demandantes de créditos en el estado, tenían la posibilidad de acceder a estas fuentes de financiamiento, por lo que tenían que acudir a las fuentes locales, lo que implicaba un costo más elevado.

Por ejemplo, el 27 de julio de 1928, Manuel J. Esquer concedió un préstamo de avío al agricultor José A. Flores, por la suma de 5 mil 325 pesos a pagar en el plazo de un año e interés de 24% anual. Avelino Morales, pequeño industrial de Culiacán, el 10 de agosto de 1928 recibió un crédito por 5 mil pesos de Quintín A. Douglas, a pagar dentro de dos años con un interés del 22% anual. Antonio Rodrigo, comerciante de Culiacán, el 25 de febrero de 1930 prestó a Josefa Rodriguera de Güemes Clouthier, 3 mil 500 pesos a pagar en un plazo de dos años e intereses de 24% anual. Los casos se repiten, es decir, la intermediación financiera informal llevada a cabo por comerciantes y prestamistas, seguía ocupando un importante espacio en el sistema financiero sinaloense, y el costo del dinero era muy elevado en relación con el prevaleciente en la región al iniciarse el movimiento revolucionario, así como el existente en la década de los veinte en la capital del país.33 Incluso las instituciones bancarias que operaban en la ciudad de Culiacán habían encarecido el costo del crédito.

Los siguientes casos ilustran lo anterior. El 28 de junio de 1929, el Banco de Sonora (Sucursal Culiacán) otorgó un crédito de habilitación por 15 mil pesos a W. H. Tully, para el cultivo y cosecha de tomate y maíz en terrenos ubicados al oriente de Culiacán. El plazo de pago se estipuló en tres meses y una tasa de interés de 18% anual. El 25 de agosto de 1930, el Banco de Sonora (Sucursal Culiacán) dio un crédito de avío por 11 mil pesos a Alfonso Leyzaola, para la siembra de 500 hectáreas de maíz y garbanzo en terrenos del Bledal, Culiacán, a pagar dentro de un año e intereses de 16% anual. Finalmente, el 24 de diciembre de 1930, el Banco de Sonora (Sucursal Culiacán) facilitó un préstamo refaccionario por 39 mil pesos a Cristóbal Bon Bustamante, para el cultivo de unos terrenos en Iraguato, Culiacán, a pagar en un plazo de seis meses e intereses de 12% anual.34

Por ello, a principios de la década de los treinta, una de las quejas principales de los agricultores del centro y norte del estado, se refería a la carencia de créditos bancarios en la entidad. A causa de ello, argumentaban, tenían que recurrir al financiamiento de las empresas norteamericanas ––––––––––––––

33 Gustavo Aguilar Aguilar, “El Banco de Sinaloa...,” en Clío…, p. 7 34 RPP, Culiacán, Sección Segunda, Libro VIII, Inscripción 30.

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comercializadoras de sus productos, hecho que los convertía en “simples trabajadores” de las citadas compañías. Con el propósito de solucionar ese y otros problemas, el 28 de noviembre de 1932 se constituyó la CAADES. Uno de los objetivos de la organización de los agricultores era obtener con las mayores facilidades económicas, la concesión de créditos para sus agremiados. Fue por ello que uno de los primeros acuerdos del Consejo de Administración de la CAADES, se refiere al otorgamiento de un crédito de avío para la producción de legumbres y se dieron los pasos iniciales para la creación del Banco de Sinaloa, una de las principales instituciones bancarias que canalizarían recursos de sinaloenses destinados al desarrollo de la agricultura. El gobierno federal, a través de la Comisión Monetaria, jugó un destacado papel en la organización del citado banco, lo que muestra el interés del Estado mexicano en el desarrollo de este importante grupo de productores del campo.

En los primeros días de 1933, un grupo integrado por los principales agricultores privados de Sinaloa, se reunieron en las instalaciones de la CAADES, y después de discutir los diversos problemas que aquejaban a la agricultura en la región, concluyeron que uno de los principales era la escasez y el alto costo del crédito. Para solucionar este problema, decidieron organizar una institución bancaria que tuviera como propósito central facilitar los recursos necesarios para el desarrollo y fomento agrícola. Se formó una comisión, la cual, de inmediato, se puso en contacto con Waldo Morali para que los asesorara en la materia. Este, en esos momentos, se desempeñaba como subjefe del Departamento de Crédito en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.35 Se siguieron los trámites pertinentes, y el 4 de marzo de 1933, el Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Enrique Jiménez, concedió la autorización necesaria para la creación del Banco de Sinaloa, S. A.

Posteriormente, el 5 de abril de 1933 el ingeniero Alberto J. Pani, secretario de Hacienda y Crédito Público, en representación del gobierno federal, otorgó a Waldo Morali la concesión para el establecimiento de una institución de crédito, autorizada para practicar las operaciones a que se

–––––––––––––– 35 Waldo Morali nació en la ciudad de México, cursó su instrucción primaria en varios

colegios de la ciudad de Puebla e hizo sus estudios preparatorios en el colegio del estado de dicha entidad que terminó en 1907. En enero de 1917, inició su carrera bancaria en el puerto de Tampico, Tamaulipas, en el Petroleum Banking Company como cajero de giros, de donde pasó al Banco Francés de México, al Departamento de Cuentas Corrientes y de Cheques y, de éste último, al Tampico Loand and Trust Company, como cajero general. En 1925, volvió a la ciudad de México e ingresó a la Comisión Nacional Bancaria como inspector general de bancos, puesto que ocupó hasta 1931, pasando en 1932 a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

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contraen los incisos a y c de la fracción II del artículo 1º de la ley antes mencionada.36 Quedó estipulado que sería nulo el traspaso de esa concesión, sin la previa aprobación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, salvo el que Waldo Morali debía hacer, sin costo alguno, a la sociedad anónima referida.

Así, el 22 de abril de 1933, un grupo de agricultores sinaloenses y la Comisión Monetaria fundaron en la ciudad de Culiacán, el Banco de Sinaloa, S. A., duración de treinta años y capital social de un millón de pesos, suscrito como sigue:

Comisión Monetaria 5 mil acciones serie A $500,000 Jesús Díaz Gómez Mil acciones serie B 100,000 Alberto Sánchez Mil acciones serie B 100,000 Santiago Gaxiola Mil acciones serie B 100,000 Amado Robles Mil acciones serie B 100,000 Procopio Ramos 930 acciones serie B 93,000

Fuente: Elaboración de Gustavo Aguilar y Modesto Aguilar. Felipe Riveros, Francisco Salazar H., Eduardo R. Arnold, Manuel

Clouthier, Francisco S. Ritz, Filiberto L. Quintero, Jorge Almada Salido, José María Tellaeche, Jesús Almada Salido, Manuel A. Barrantes, José Valencia, Manuel Llamosa, Alfonso D. Garza y Francisco Echavarría, adquirieron cinco acciones de la serie B cada uno.37 Se estipuló en la escritura constitutiva que : “la Comisión Monetaria concedía a la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa, agricultores y personas mencionadas, el derecho de comprar sus acciones dentro de un año, pasando a formar parte de la serie B". Esta institución surgió como banco de depósito y descuentos. El primer Consejo de Administración lo integraron: Eduardo R. Arnold (presidente), Felipe Riveros, Francisco Salazar H., Manuel Clouthier, Francisco S. Ritz, Filiberto L. Quintero y Jorge Almada Salido como vocales propietarios, y como suplentes, José María Tellaeche, Francisco Echavarría y Jesús Almada Salido. Jesús P. Ruiz fue nombrado secretario, y comisarios, Manuel A. Barrantes y José Valencia. Todos ellos, importantes agricultores del estado.

Esta institución bancaria surgió muy ligada a los agricultores privados de Sinaloa. No sólo porque sus accionistas y funcionarios eran a su vez, los ––––––––––––––

36 AGNES, Fortino Gómez, Culiacán, 22 de abril de 1933 37 Ídem.

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grandes agricultores dedicados a los cultivos más rentables, como la caña de azúcar, garbanzo y legumbres, sino porque su cartera debía ser invertida fundamentalmente en el fomento de la agricultura, es decir, tenía como obligación central financiar a los agricultores asociados en la CAADES y ésta, debía adquirir una parte de las acciones del banco, con las aportaciones que hicieran sus asociados.

A principios de 1934, el Consejo de Administración de la CAADES acordó dar crédito para la siembra de garbanzo a todo agricultor que lo solicitara. Así, el 20 de septiembre de 1934, Eduardo R. Arnold y Manuel A. Barrantes, en representación de la CAADES, otorgaron un crédito de avío a Francisco Andrade (agricultor de Culiacán) por 8 mil 480 pesos, a pagar en el plazo de un año e intereses de 12% anual.38 El 24 de octubre de 1934, la CAADES facilitó un crédito de avío a Ramón Gaxiola y José María del Rincón (agricultores de Navolato) por 5 mil 618 pesos a pagar dentro de un año e interés de 12% anual.39 Además, con el funcionamiento del Banco de Sinaloa, se tornó más fácil el acceso al crédito para los agricultores del centro y norte de la entidad.

Por ejemplo, el 6 de marzo de 1935, el Banco de Sinaloa (representado por su director-gerente, Waldo Morali), concedió un crédito de avío para la siembra de garbanzo en terrenos del Bledal, Culiacán; la cantidad fue de 4 mil pesos a pagar en seis meses e interés de 12% anual. También, el 7 de marzo de 1935, el citado banco otorgó créditos por 17 mil 250 pesos a agricultores de Zozorique y a agricultores del Aliso por 10 mil pesos, ambos pueblos pertenecientes a la municipalidad de El Fuerte. Los recursos se destinaron a la siembra de algodón, con un plazo de pago de nueve meses e intereses de 12% anual.40

No obstante, debido a que ambas instituciones otorgaban créditos a los agricultores en forma separada, el Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria se opusieron, por lo que el 30 de agosto de 1935 tuvieron que llegar a un arreglo al respecto. Entre los acuerdos del convenio se anotó que: “como tanto la Comisión Nacional Bancaria como el Banco de México, han objetado el que la CAADES esté otorgando créditos directamente a los agricultores asociados, sin intervención alguna del Banco de Sinaloa, alegando que aparte de ser esta una violación del artículo 64 del decreto núm. 100 de fecha 12 de mayo de 1933, que es la ley fundamental de la citada CAADES, se crea con ello,

–––––––––––––– 38 AGNES, José María Tellaeche, Culiacán, 20 de septiembre de 1934. 39 Ibíd., 24 de octubre de 1934. 40 Ibíd., 7 de marzo de 1935.

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una situación que puede llegar a poner en peligro la estabilidad de la misma CAADES, y por ende, del Banco de Sinaloa, cuya prosperidad y éxito depende exclusivamente de la CAADES”.41 Además, se estipuló que la CAADES en adelante, no otorgaría crédito alguno directamente a los agricultores o a cualquiera otra organización o individuo, si este no era aprobado en forma definitiva por el Banco de Sinaloa. La CAADES sólo serviría de avalista e intermediaria para la obtención de los créditos de sus agremiados. Por su parte, el Banco de Sinaloa “implantará como política esencial de créditos, el de no otorgar créditos a agricultores, a menos que estos sean solicitados a través de la CAADES, conviniendo también, en no otorgar créditos a especuladores de productos agrícolas y reservándose el derecho de concederlos cuando así lo apruebe su Consejo, para la promoción industrial o comercial”.42 De esta forma, los recursos del Banco de Sinaloa servirían para fomentar los negocios de los agricultores privados agremiados en la Confederación, pero también podían ser orientados de acuerdo con los intereses de los miembros del Consejo de Administración.

Otro de los acuerdos importantes a que se llegó fue que: "los representantes de la CAADES, convienen que a partir de esta fecha, todas las operaciones financieras o bancarias de la CAADES, que importen el depósito o retiro de fondos por entregar, que esta perciba o pagos que haya de hacer, se harán exclusivamente a través del Banco de Sinaloa, quedando expresamente incluidos en estas operaciones, los pagos globales que en divisas extranjeras o moneda nacional hagan los productores de garbanzo, algodón, ajonjolí, tomate o cualquier otro producto obtenido por los agricultores miembros de la CAADES".43 Los depósitos se harían en el Banco de Sinaloa, para ser posteriormente, distribuidos entre los agricultores de acuerdo con las liquidaciones que la CAADES le pasara. El banco ofrecía servir gratuitamente como agente financiero para la recepción y distribución de los citados fondos. Asimismo, se obligaba a traspasar al Banco de México, por conducto de su sucursal en Mazatlán, todos los dólares u otras divisas extranjeras que recibiera de la CAADES o individualmente de sus agricultores asociados. Esto último, esclarece, en gran parte, los propósitos que perseguía el gobierno federal al apoyar a los agricultores sinaloenses en la fundación y consolidación de una institución de crédito que estuviera esencialmente a su servicio. También se manifiestan las estrechas relaciones y vínculos que lentamente tejían los

–––––––––––––– 41 Ibíd., 30 de agosto de 1935. 42 Ídem. 43 Ídem.

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grandes agricultores del estado, para ejercer el dominio y poner a su servicio una eficaz organización gremial y una fuente accesible de financiamiento bancario, el cual era un recurso sumamente escaso en la región.44

En septiembre de 1935, el gobernador Manuel Páez, daba cuenta de la creciente importancia que el Banco de Sinaloa cobraba como agente impulsor del crecimiento agrícola en la entidad. El Banco de Sinaloa "ha colaborado fuertemente con el impulso a las actividades agrícola-económicas... para dar una idea de la amplia función que desarrolla, basta citar las siguientes cifras: los créditos otorgados y vivos al 10 del corriente mes, al sector mercantil e industrial del estado ascienden a la cantidad de 571 mil 962.40 pesos y los créditos otorgados y vivos en la propia fecha a los agricultores asociados a la CAADES, ascienden a 1 millón 986 mil 964.40 pesos".45 Es decir, el 78% de la cartera crediticia del banco estaba colocada en el sector agrícola y el 22% restante, en la industria y el comercio.

Posteriormente, en 1941 el gobernador Rodolfo T. Loaiza, en su informe destacó que el crédito de avío a los agricultores de la entidad era cada vez mayor y se "venía ejercitando a través del Banco de Sinaloa y del Banco Provincial de Sinaloa. La primera de estas instituciones impartió refacciones durante el presente año por la cantidad de 1 millón 048 mil 512 pesos a los agricultores dedicados a los cultivos de garbanzo, algodón y ajonjolí, habiendo tenido preferencia los pequeños y medianos agricultores. A su vez el Banco Provincial de Sinaloa impartió créditos de avío por 305 mil 725 pesos, para trabajos agrícolas en la región del río Culiacán. Además, con fondos del Banco Nacional de Comercio Exterior y a través del Banco de Sinaloa, se refaccionó sin obligación alguna para este banco y para la CAADES a varios agricultores legumbreros que tenían siembras adicionales de garbanzo y algodón".46

Al respecto, Herberto Sinagawa señala que: “frente a retos cada vez más fuertes, el Banco de Sinaloa se fue consolidando como una gran institución al servicio de los agricultores. El 1 de diciembre de 1936, la CAADES recibió una solicitud de avíos para ajonjolí y algodón por parte de la Asociación de Agricultores del Río El Fuerte. Se acordó que fuera el Banco de Sinaloa, la que de acuerdo con sus posibilidades financieras encarara tal solicitud, iniciándose de hecho una etapa que canceló aquella donde el crédito se obtenía por las vías

–––––––––––––– 44 Entre 1933 y comienzos de 1939, únicamente existieron dos bancos privados en

Culiacán: el Banco de Sinaloa y el Banco de Culiacán. El primero, con un capital social de 1 millón de pesos y el segundo con 150 mil pesos.

45 El Demócrata Sinaloense, 19 de septiembre de 1935. 46 Ibíd., 16 de septiembre de 1941.

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más variadas e insospechadas, encaminándose la actividad agrícola por senderos más propicios para su cabal expansión como fuente principal de la economía sinaloense”.47

Como se ha visto, la organización del Banco de Sinaloa se debió a la iniciativa de los agricultores privados y a la colaboración del gobierno federal, a través de la desaparecida Comisión Monetaria. Al poco tiempo de su fundación, el Banco de Sinaloa quedó bajo la exclusiva tutela de sus accionistas y de los funcionarios nombrados por ellos, al adquirir las acciones suscritas inicialmente por la Comisión Monetaria. La contribución de esta institución de crédito al desarrollo agrícola de la entidad fue de gran importancia, al incrementar constantemente los volúmenes de crédito y destinar una proporción de su cartera, cercana al 80% al sector agrícola. Además, en unión con la CAADES participó en la organización de otras empresas y asociaciones muy ligadas al desarrollo agrícola regional.

Por ejemplo, el día 13 de octubre de 1936 en Culiacán, Enrique Karg Mariscal protocolizó ante notario un acta relativa a una asamblea de agricultores que había tenido lugar el día 8 del mismo mes, en la que se tomó el acuerdo de formar una Unión de Crédito Agrícola Industrial bajo las siguientes bases: a) la unión de crédito tendría por objeto las finalidades de los artículos 145 y 146 de la Ley General de Instituciones de Crédito y se atendría en todo a las estipulaciones del Capítulo V de la citada ley; b) los agricultores convinieron en suscribir y exhibir acciones del capital social de dicha unión por el importe que resultara a su favor sobre los créditos hipotecarios o inmobiliarios que les otorgara la misma unión sobre las parcelas de tierra de su propiedad, susceptibles de cultivarse con siembras de ajonjolí y algodón; c) la valorización de las tierras que los suscritos entreguen en garantía hipotecaria, quedaría de acuerdo con el comité organizador, y al 50% de dicha valorización; d) la responsabilidad que respecto de las operaciones de la unión que contrajeran los suscritos, quedaría limitada al importe de sus acciones; “las bases constitutivas de la unión se formularán de acuerdo con la Comisión organizadora compuesta por los siguientes agricultores: Emeterio Carlón, Mariano Romero y Enrique Riveros, así como por Antonio Amézquita en representación de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de

–––––––––––––– 47 Sinagawa, Sinaloa: Agricultura..., p. 48, agregaba que en vista de que el ajonjolí y el

algodón eran los cultivos que mejores garantías de razonables ganancias tenían para los agricultores del norte, el Banco de Sinaloa acudió con créditos que permitieron notables progresos, limitados tales créditos naturalmente a las modalidades que dictaba el Banco de México en su programa general de apoyo a la agricultura mexicana.

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Sinaloa (CAADES), y Enrique Karg Mariscal en representación del Banco de Sinaloa”.48

Finalmente, se autorizó al comité organizador para estudiar y modificar el proyecto definitivo de escritura social que formularan el licenciado Manuel Gómez Morín y el ingeniero Alfonso González Gallardo, así como para que llegaran a un acuerdo con la Anahuac Machinery Company de México para que ésta suministrara todo el equipo y maquinaria necesarios para la instalación de una planta extractora de aceites de semillas oleaginosas. También lo facultaron para contratar con los Almacenes Nacionales de Depósito, S. A., todo lo relativo al financiamiento de las pignoraciones de materia prima y sus subproductos, así como con el Banco de Sinaloa para el financiamiento de dicha empresa.49

Este proyecto logró cristalizar cinco meses después. El 9 de marzo de 1937, fue fundada en Culiacán la Unión de Crédito Industrial, S. A., por un grupo de agricultores entre los que destacan Eduardo R. Arnold por su propio derecho y en representación del Banco de Sinaloa, Emeterio Carlón, Enrique Karg Mariscal, Rafael G. Ibarra, Jorge Chaprales, José Mariano Romero, Antonio Amézquita, Emilio Gastélum, Pedro Guillén, José María Tellaeche, Camilo Romero y Alfonso Díaz Angulo.50 El objeto de la sociedad era facilitar el uso del crédito a sus miembros, abriéndoles crédito o practicando con ellos operaciones de anticipo, préstamo o descuento, de préstamos inmobiliarios, refaccionarios o de habilitación o avío, o prestando su garantía o aval en los créditos que sus asociados contraten con otras personas o instituciones; tomar a su cargo o contratar la construcción o administración de obras de propiedad de ––––––––––––––

48AGNES, Culiacán, Jesús P. Ruiz, 13 de octubre de 1936. También se acordó que los integrantes de la unión se obligaban a efectuar siembras anuales de algodón o ajonjolí en las extensiones de terreno que formaran la garantía hipotecaria o en otra extensión según se estipulara en los contratos relativos; poner a disposición de la unión el producto de las siembras, cuyo financiamiento de avío se hubiera obtenido de la unión o por otros medios; la unión se obliga a pignorar los productos de ajonjolí, algodón y otras semillas oleaginosas cuya industrialización se apruebe sobre la base del precio comercial de las semillas en la ciudad de México, menos los fletes al 70% de la cantidad que resulte, conviniendo igualmente en recibir el producto neto de las liquidaciones que arrojen los lotes de materia prima que se entreguen para su industrialización hasta que la unión haya llevado a cabo su venta; sobre el importe de las pignoraciones se acordó pagar a la unión un interés del 7% anual y por el importe de los adelantos que en efectivo se hagan para cubrir fletes, maquilas, etc., un 10% anual.

49 Ídem. 50 AGNES, Jesús P. Ruiz, Culiacán, 9 de marzo de 1937. También estaban León Fonseca,

Jesús María Aguilar, Leandro F. Quintero, Rodolfo G. Ramos, Santiago Gaxiola y José Ángel Plata. Todos ellos agricultores con excepción de Karg Mariscal y Jesús María Aguilar, quienes son funcionarios bancarios.

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sus asociados o para uso de los mismos; encargarse de la compra, venta o alquiler a sus asociados, de abonos, ganados, semillas, estacas, aperos, maquinaria y demás implementos necesarios para la explotación agrícola, industrial o comercial de sus asociados; encargarse de la venta de los frutos o productos que sus asociados obtengan y organizar o administrar empresas de industrialización y de transformación y venta de dichos productos, o empresas que suministren servicios de habitación, urbanización, alumbrado público u otros servicios públicos; adquirir los bienes muebles e inmuebles, no rústicos, necesarios para los fines que antes se mencionan, establecer y operar las fábricas, plantas, talleres, bodegas y oficinas indispensables, girar, endosar, avalar o en cualquier otra forma, negociar toda clase de títulos de crédito, y llevar a cabo los actos necesarios para cumplir con su objeto principal.51

La duración de la sociedad sería indefinida, con domicilio legal en la ciudad de Culiacán. El capital social autorizado fue de 500 mil pesos, representado por dos series de acciones: la serie A compuesta por mil acciones al portador con valor nominal de cien pesos cada una, e íntegramente pagadas; la serie B, compuesta de 4 mil acciones que serán al portador cuando sean pagadas, tendrán un valor nominal de 100 pesos cada una y serán conservadas por la sociedad en su caja, mientras no estén suscritas y pagadas. Las acciones de la serie A con valor de 100 mil pesos fueron suscritas y pagadas por el Banco de Sinaloa, las de la serie B fueron suscritas como sigue: Eduardo R. Arnold, Emeterio Carlón y Enrique Karg Mariscal (50 acciones cada uno equivalentes a 5 mil pesos); Rafael G. Ibarra, Jorge Chaprales y José Mariano Romero (diez acciones cada uno equivalentes a mil pesos); Antonio Amézquita, Pedro Guillén y Emilio Gastélum (cinco acciones cada uno equivalentes a 500 pesos); León Fonseca, Jesús María Aguilar, Alfonso Díaz Angulo, Camilo Romero, Leandro F. Quintero, Rodolfo G. Ramos, Santiago Gaxiola, José María Tellaeche y José Ángel Plata (una acción cada uno equivalentes a cien pesos). Suma un total de 20 mil 400 pesos del capital social correspondiente a la serie B. Se acordó, finalmente, que por excepción para los tres primeros ejercicios sociales, comprendidos de la fecha del registro de la escritura hasta que se celebrara la asamblea general a que debería convocarse dentro de los primeros cuatro meses del año 1940, formarían el Consejo de Administración las siguientes personas: consejeros propietarios (Eduardo R. Arnold, Rafael G. Ibarra, Emeterio Carlón, Alfonso Díaz Angulo, León Fonseca, Antonio Amézquita, José Mariano Romero); suplentes (Pedro Guillén, José María Tellaeche y Leandro F. Quintero), comisario propietario ––––––––––––––

51 Ídem.

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Enrique Karg Mariscal y suplente Jesús María Aguilar.52 Se trató, entonces, de una Unión de Crédito de tipo mixto: agrícola e industrial.

Entre sus objetivos destaca la instalación de una planta industrial integrada por una despepitadora de algodón y un molino para producir aceites comestibles a base de las semillas de algodón y ajonjolí que cultivaban sus socios y que hasta entonces desaprovechaban. Fue la primera unión de crédito que se estableció en Sinaloa bajo los lineamientos de la Legislación Bancaria de 1932. Por esa razón, fue organizada como sociedad anónima y se permitió que una sola empresa (Banco de Sinaloa) adquiriera un paquete de acciones superior al 15% del capital autorizado. El experimento duró solamente cuatro años, pues el 30 de junio de 1941 en asamblea general de accionistas de la Unión de Crédito Industrial, se acordó su disolución debido a que la sociedad registraba pérdidas por 443 mil 982 pesos. Asimismo, se decidió que la CAADES, que “en el transcurso de la vida útil de esta institución adquirió todas las acciones, se hará cargo del activo y el pasivo de la empresa que se disuelve”.53 Posteriormente, el 5 de noviembre del mismo año, José Mariano Romero en representación de CAADES, vendió los edificios, dependencias, maquinaria y equipos de la extinta Unión de Crédito Industrial a la sociedad “Industrial Algodonera del Fuerte, Sociedad de Responsabilidad Limitada” en la cantidad de 300 mil pesos.54

En noviembre de 1939, el Consejo de Administración del Banco de Sinaloa acordó participar en la creación de “un consorcio bancario para la pignoración del garbanzo de la cosecha de 1939, según invitación hecha por el Banco Nacional de Crédito Exterior”; se participaría en la conformación del mencionado consorcio hasta con 450 mil pesos.55 Posteriormente, en enero de 1940, tanto la CAADES como el Banco de Sinaloa participaron en la creación del Banco Provincial de Sinaloa. Este banco se estableció en Culiacán, con un capital social de 500 mil pesos y con el objeto principal de fomentar el desarrollo agrícola de la entidad. El Banco de Sinaloa adquirió 35 mil pesos en acciones y la CAADES lo hizo con 70 mil pesos. De esa forma ambas instituciones, al ser accionistas del nuevo banco podían formar parte de su consejo de administración y participar en la toma de decisiones que se llevaran a cabo, sobre todo en aquellas que tuvieran que ver con el fomento de las actividades agropecuarias de la entidad.

–––––––––––––– 52 Ídem. 53 AGNES, José M. Buelna, Culiacán, 11 de julio de 1941. 54 Ibíd., 5 de noviembre de 1941. 55 AGNES, José Antonio Sánchez Rojo, Culiacán, 1 de noviembre de 1939.

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Sin embargo, los recursos financieros que manejaba el Banco de Sinaloa no favorecieron en la misma medida a todos los agricultores privados y, por ende, a la agricultura en general, sino sus recursos fueron manejados por la élite de los agricultores privados (donde figuran los Clouthier, los Almada, los Echavarría, los Riveros, los Tamayo, entre otros), quienes detentaban grandes extensiones de tierra, tenían cuantiosas inversiones en múltiples negocios y se dedicaban a la explotación de los cultivos más rentables y de exportación. Por ello, tenían fácil acceso al crédito en otras instituciones bancarias privadas, nacionales y extranjeras, mientras que los pequeños productores carecían de él.

Por ejemplo, el 10 de febrero de 1941, los diputados por Sinaloa al Congreso de la Unión, Cuauhtémoc Ríos Martínez, Modesto Antino y Rafael Graja Lizárraga, le enviaron un extenso memorandum a Manuel Avila Camacho, donde le exponen, entre otras cosas, la carencia de créditos para los ejidatarios y pequeños propietarios, señalando que: "el Banco de Sinaloa, subsidiario de la CAADES viene refaccionando a intermediarios que a su vez refaccionan a ejidatarios y pequeños propietarios para el cultivo de sus tierras, resultando con ello, que la especulación en gran escala siga en Sinaloa; algunos refaccionistas particulares facilitan también refacciones directas e indirectas, exigiendo un porcentaje de utilidad elevado e injusto".56 Los ejemplos como éste, en donde se pide la intervención de las autoridades para la solución de sus demandas se repiten innumerables veces. Lo que interesa destacar es que el Banco de Sinaloa era, efectivamente, una institución financiera al servicio de los grandes agricultores privados sinaloenses.

–––––––––––––– 56 AGN, Presidentes, Manuel Avila Camacho, Exp. 151.3/148.