La Caridad

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LA ENSEÑANZA BÍBLICA DE LA DEUS CARITAS EST [THE BIBLICAL TEACHING IN DEUS CARITAS EST] GONZALO ARANDA Al finalizar la lectura de la primera Encíclica de Benedicto XVI, el lector tiene la impresión de que el Papa ha penetrado en lo más profundo del texto bíblico, y lo ha ido mostrando a través de una serie de alusiones a libros de la Escritura y a citas de textos concretos, con reflexiones realizadas siempre al hi- lo del tema del amor. Ese «corazón» de las Sagradas Escrituras viene expuesto en el mismo título tomado de 1 Jn 4,16: «Deus caritas est», y refleja la inten- Resumen: La Encíclica sigue en líneas fundamentales el orden de los libros de la Biblia. Esto le proporciona un entramado similar en cierto modo al del canon bíblico. Del empleo que el Papa hace de los diversos libros bíbli- cos se deduce la originalidad y la apor- tación de cada uno de ellos en la com- prensión del amor, teniendo como foco iluminador la Primera Carta de San Juan, y como punto culminante la contemplación del Corazón traspasa- do de Cristo según lo narra el Evange- lio de San Juan. El amor de Dios y el amor a Dios y al prójimo es el hilo que da unidad a toda la Escritura. Ésta es testimonio de la historia de ese amor y lo suscita también en el hombre de hoy. Palabras clave: Deus caritas est, Sagra- da Escritura, San Juan. Abstract: The encyclical follows the or- der of the books of the Bible, which gives it a similarity to the Biblical ca- non. The use which the Pope makes of various books of the Bible brings out the originality and contribution of each one of them to the understan- ding of love, in the light of the first epistle of St John. The culminating point is the contemplation of the pier- ced heart of Christ according to the narrative of the gospel of St John. The love of God and the love of our neigh- bours is the thread that gives unity to Scripture. The gospel is a testimony to the history of this love, and it still ins- pires this love in people today. Keywords: Deus caritas est, Sacred Scripture, St John. 983 SCRIPTA THEOLOGICA 38 (2006/3) 983-1004 ISSN 0036-9764

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  • LA ENSEANZA BBLICA DE LA DEUS CARITAS EST

    [THE BIBLICAL TEACHING IN DEUS CARITAS EST]

    GONZALO ARANDA

    Al finalizar la lectura de la primera Encclica de Benedicto XVI, el lectortiene la impresin de que el Papa ha penetrado en lo ms profundo del textobblico, y lo ha ido mostrando a travs de una serie de alusiones a libros de laEscritura y a citas de textos concretos, con reflexiones realizadas siempre al hi-lo del tema del amor. Ese corazn de las Sagradas Escrituras viene expuestoen el mismo ttulo tomado de 1 Jn 4,16: Deus caritas est, y refleja la inten-

    Resumen: La Encclica sigue en lneasfundamentales el orden de los librosde la Biblia. Esto le proporciona unentramado similar en cierto modo aldel canon bblico. Del empleo que elPapa hace de los diversos libros bbli-cos se deduce la originalidad y la apor-tacin de cada uno de ellos en la com-prensin del amor, teniendo comofoco iluminador la Primera Carta deSan Juan, y como punto culminante lacontemplacin del Corazn traspasa-do de Cristo segn lo narra el Evange-lio de San Juan. El amor de Dios y elamor a Dios y al prjimo es el hilo queda unidad a toda la Escritura. sta estestimonio de la historia de ese amor ylo suscita tambin en el hombre dehoy.

    Palabras clave: Deus caritas est, Sagra-da Escritura, San Juan.

    Abstract: The encyclical follows the or-der of the books of the Bible, whichgives it a similarity to the Biblical ca-non. The use which the Pope makesof various books of the Bible bringsout the originality and contributionof each one of them to the understan-ding of love, in the light of the firstepistle of St John. The culminatingpoint is the contemplation of the pier-ced heart of Christ according to thenarrative of the gospel of St John. Thelove of God and the love of our neigh-bours is the thread that gives unity toScripture. The gospel is a testimony tothe history of this love, and it still ins-pires this love in people today.

    Keywords: Deus caritas est, SacredScripture, St John.

    983SCRIPTA THEOLOGICA 38 (2006/3) 983-1004ISSN 0036-9764

  • cin papal: el tema de esta Encclica se concentra en la cuestin de la comprensiny la praxis del amor en la Sagrada Escritura y en la Tradicin de la Iglesia (n. 2).

    En estas pginas queremos mostrar la incidencia que la S. E. tiene en laEncclica y fijarnos en la manera en la que el Papa emplea la Biblia; manera querefleja al mismo tiempo cul es el sentido que descubre en los diversos textos,y desde qu presupuestos hermenuticos lo lleva a cabo. Para ello, conviene verprimero, aunque de forma rpida, cul es el entramado bblico que presenta;seguidamente analizar la significacin que el Papa descubre en los textos cita-dos y la relevancia que les da al actualizarlos para el hombre de hoy y su cultu-ra; finalmente conviene detenerse en algunos puntos que muestran la precom-prensin con la que el Papa accede a la Biblia. Las profundas reflexiones que elantes cardenal Ratzinger haba expresado acerca de la exgesis bblica y de la re-lacin entre Biblia y Teologa 1, quedan plasmadas ciertamente en la presenteEncclica, si bien ahora en el mbito de la relacin entre la Biblia y el discursopastoral al que pertenece la Encclica.

    1. EL ENTRAMADO BBLICO

    Lo que da la trama bblica al conjunto de la Carta podra verse expresa-do en el ttulo de la primera parte: La unidad del amor en la Creacin y en laHistoria de la Salvacin. Creacin e Historia de la Salvacin son, en efec-to, los dos conceptos en torno a los que se centra toda la accin de Dios narra-da en la Biblia. Esta formulacin implica una connotacin importante: que laCreacin y la Historia de la Salvacin, siendo dos dimensiones distintas de laaccin de Dios en el tiempo, forman una unidad inseparable ya que tienen elmismo origen, el amor divino. A la vez, esos conceptos implican tambin lacomprensin que el hombre tiene de su ser y de su historia, tal como dichacomprensin queda reflejada a lo largo de toda Biblia. Por otro lado, el mismoejercicio de la caridad por parte de la Iglesia, tema de la segunda parte, se ins-

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    1. Baste citar J. RATZINGER, La interpretacin bblica en conflicto. Sobre el proble-ma de los fundamentos y la orientacin de la exgesis hoy, en J. RATZINGER, P. BEAU-CHAMP ET ALII, Escritura e interpretacin. Los fundamentos de la interpretacin bblica, Pa-labra, Madrid 2003, 19-54 (publicacin original en 1989); Relacin entre Magisteriode la Iglesia y Exgesis, en ibid., 175-187 (publicacin original en 2003 como Po-nencia con ocasin de los cien aos de la constitucin de la P. C. B.); Presentacin delDocumento de la PCB El pueblo hebreo y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana,Vaticana, Roma 2001; Discurso del Emmo. y Rvdmo. Cardenal Dr. Joseph Ratzinger(en su investidura como doctor honoris causa en la Universidad de Navarra el 31 de ene-ro de 1998), en Scripta Theologica 30 (1998) 387-393.

  • cribe en la Historia de la Salvacin desplegada en el tiempo, y se apoya en pre-supuestos derivados de la misma realidad de la Creacin. De ah que el Papaafirme que las dos partes de le Encclica estn ntimamente relacionadas entres (n. 1).

    A lo largo de la Encclica podemos ver que, tras una consideracin dellenguaje bblico relativo al amor (n. 2), el Papa va siguiendo en cierto modo, ycomo caamazo de su escrito, el orden de los libros de la Biblia, aunque cier-tamente el foco iluminador con el que accede a ellos es constantemente SanJuan (1 Jn y Jn).

    En la primera parte, y como primer paso de la enseanza, la atencin seconcentra en el Antiguo Testamento en general, viendo el contraste que ofrecefrente a otras formas religiosas (cfr. n. 4). Al exponer la novedad de la fe bblica(nn. 9-11) pone la atencin en los primeros captulos del Gnesis, precisamente,tratando de la imagen bblica de Dios y de la imagen bblica del hombre.

    La imagen bblica de Dios derivada de la Creacin viene enseguida desa-rrollada con la que ofrecen los profetas, especialmente Oseas y Ezequiel, que ex-presan la relacin entre Dios y el pueblo en trminos de amor esponsal (n. 9).

    El prximo paso con referencias bblicas lo encontramos en el apartadoJesucristo, el amor de Dios encarnado (nn. 12-18). Ahora son los Evangelioslos que constituyen el momento fundamental de la trama. La atencin se con-centra en la figura de Jess en la Cruz y su costado traspasado, como expre-sin mxima del Amor; luego, en la institucin de la Eucarista en la ltimaCena como medio de perpetuar su acto de entrega, y ser permanente fuentede amor para el cristiano; y, a continuacin, aduce las palabras de Jess, y es-pecialmente las parbolas, que encuentran ahora su lugar propio en la ense-anza papal. El Pontfice termina la primera parte de la Encclica sacando yaalgunas conclusiones derivadas de tales pasajes bblicos y fundamentando c-mo es posible el amor a Dios y al prjimo (nn. 16-18), y, como ya hemossealado, teniendo como foco iluminador la Primera Carta de San Juan quehabla con insistencia de la imprescindible interaccin entre amor a Dios y amoral prjimo (n. 18).

    La segunda parte comienza propiamente con las reflexiones en tono al li-bro de los Hechos de los Apstoles en el que se narra el ejercicio de la caridad enla Iglesia primitiva (nn. 20-23). Pero, una vez ms, el Papa se fija en ese librobblico no sin antes haber recurrido de nuevo a San Juan como foco ilumina-dor de toda esta segunda parte (cfr. n. 19).

    A continuacin, y tratando precisamente de los responsables de la accincaritativa en la Iglesia (nn. 32-39) encontramos introducidas con ms abun-

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  • dancia referencias a las cartas paulinas, en concreto la frase la fe que acta porla caridad (Gal 5,16), el apremio de amor del Cristo (2 Cor 5,14) y el himnode 1 Cor 13 presentado como la Carta Magna de todo el servicio eclesial (n.34). Antes, como es habitual a lo largo de la Encclica, ha citado de nuevo 1 Jn4,18, leit motiv de toda la Encclica.

    Finalmente, y como motivacin para actuar con esperanza ante el miste-rio del dolor en el mundo, cuya referencia a Dios el Papa ve expresada en el li-bro de Job (n. 38), se fija en el libro del Apocalipsis que muestra luminosamen-te mediante sus imgenes sobrecogedoras (n. 39) la verdad de que Dios es amor,y de que al final vencer.

    En la preciosa Conclusin de la Carta, el Papa invita a contemplar elejemplo de los santos y, especialmente, de la Santsima Virgen, ofreciendo unasntesis de los pasajes bblicos referidos a ella, entresacados de San Lucas y deSan Juan.

    2. SIGNIFICACIN DE LOS LIBROS BBLICOS DESDE LA PERSPECTIVADEL AMOR

    La profunda densidad de pensamiento contenida en los prrafos de laDeus Caritas es tal que difcilmente se percibe en una primera lectura, aunqueya en sta el lector adquiere informaciones bblico teolgicas en torno al amor,y se siente movido a ponerlo en prctica. Ahora nos fijaremos en el alcance queadquieren algunos libros de la Biblia, as como en ciertos pasajes concretos ci-tados por el Papa.

    2.1. Aportacin de la fe bblica en el Antiguo Testamento

    Especialmente en los nn. 2-11, Benedicto XVI destaca la novedad querepresenta la comprensin del amor en el AT frente al mundo circundante aIsrael, y tambin frente a ciertas filosofas modernas. Sealamos a continuacinla enseanza del Papa en torno al AT y sobre algunos de sus libros en concreto,as como sobre los temas bblicos ms destacados en esta parte de la Encclica.

    El Antiguo Testamento en su conjunto

    Al comienzo de la Carta, el Papa expone cmo con el empleo de una de-terminada terminologa para expresar el amor, ya se obtiene una primera visin

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  • de la comprensin del mismo que se encuentra en el AT. La ve reflejada tantoen el texto hebreo original sobre todo en el trmino ahab, como en la versingriega en el trmino agap 2. Pero dir que es desde la fe en el nico Dios, co-mo el AT, ante la mentalidad griega y otras culturas que tenan una considera-cin del eros como una locura divina que prevaleca sobre la razn, se opusocon mxima firmeza, combatindola como perversin de la religiosidad (n. 4). Es-to no significa, contina diciendo el Papa, que por ello el AT rechazase el eroscomo tal, sino que declar guerra a su desviacin destructora, ya que la falsa di-vinizacin del eros que se produce en esos casos lo priva de su dignidad divina y lodeshumaniza (n. 4). La aversin hacia los cultos de los baales, cultos de fecun-didad, la muestra en muchas pginas el AT 3.

    El Dios nico, Creador de cuanto existe

    El Papa sigue exponiendo cmo esa fe en el nico Dios, expresada comoconfesin de fe en Dt 6,4 (Escucha Israel: El Seor nuestro Dios, es solamen-te uno) responde a la nueva imagen que Israel llega a tener de Dios, frente alas culturas que circundan el mundo de la Biblia en las que la imagen de diosy de los dioses, al fin y al cabo, queda poco clara y es contradictoria en s misma(n. 9).

    La novedad del monotesmo bblico radica para el Papa fundamental-mente en dos puntos: Uno, que ese Dios es Dios de todos los hombres, por-que l el nico Dios verdadero, l mismo, es el autor de toda la realidad; staproviene del poder de su Palabra creadora. Lo cual significa que estima a esta cria-tura, precisamente porque ha sido l quien la ha querido, quien la ha hecho(n. 9) 4. El otro punto novedoso en la fe bblica, sigue sealando el Papa, es queeste Dios ama al hombre. En contraste de nuevo con la filosofa griega enla que Aristteles afirmaba que Dios es objeto de deseo y amor por parte detodo ser, pero l no necesita nada y por tanto no puede amar, la fe bblicaafirma desde el principio que El Dios nico en el que cree Israel, sin embargo,ama personalmente (ibid.). Est idea la concretar el Papa acudiendo a losProfetas.

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    2. Conviene notar que en la versin griega del AT slo dos veces aparece el trminoeros: una en Prov 7,18 donde se traduce por roti el tmino hebreo baahabim, y otra enProv 30,6 que traduce por eros el trmino dodim.

    3. Entre otros textos en este sentido pueden verse Nm 25,3-5; Jue 6,25; 1 Re 16,31;Os 13,13; Jer 2,23; Ez 6,4-6.

    4. Aunque no queda recogida en la Encclica tengamos en cuenta la expresin del li-bro de Sab 1,14: todo lo cre para que subsistiera....

  • El Dios nico, Creador del ser humano

    De la misma fe bblica en la creacin dimana la novedad de la imagen delhombre. El Papa, dado el tema de la Encclica, ve reflejada esa dignidad sobretodo en la frase de Gn 2,23 (sta s que es carne de mi carne). Ahora es, fren-te al mito de Platn segn el cual los dioses crearon al hombre con forma esf-rica dividindolo despus a causa de su autosuficiencia, cuando el Papa sealaque la narracin bblica no habla de castigo, sino que, aunque en Gn aparecetambin la idea de que el hombre es de algn modo incompleto, se ensea so-bre todo que est constitutivamente en camino para encontrar en el otro la partecomplementaria para su integridad, es decir, la idea de que slo en la comunin conel otro sexo puede considerarse completo (n. 11). A continuacin deduce dos as-pectos importantes de este pasaje de Gn: el enraizamiento del eros en la natu-raleza humana por un lado, y la orientacin del mismo eros al matrimoniocuando el pasaje bblico concluye con una profeca sobre Adn: Por eso abando-nar el hombre a su padre y a su madre, se unir a su mujer y sern los dos una so-la carne (Gn 2,24) (ibid.).

    Junto a ese aspecto de la novedad de la fe bblica referida al amor matri-monial, est, e incluso como fundamento, el de la posibilidad misma de amarque tiene el hombre. El Papa lo dice expresamente al final de la segunda partede la Encclica en una frase que podra de algn modo tomarse como gua detoda su enseanza: El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en prctica por-que hemos sido creados a imagen de Dios (n. 39). De manera particular sealaadems la relacin existente entre la creacin del ser humano a imagen de Diosy el amor al prjimo. Por una parte, ese amor se funda en ltima instancia enel hecho de que el imperativo del amor al prjimo ha sido grabado por el Creadoren la naturaleza misma del hombre (n. 31), al mismo tiempo que es tambinun efecto de la presencia del cristianismo en el mundo, que reaviva continuamentey hace eficaz este imperativo, a menudo tan empaado a lo largo de la historia(ibid.). Por otra parte, seala tambin el Papa, el amor al prjimo, para que seaverdadero, requiere reconocer en el otro la imagen divina (n. 18). Aunque enla Carta no se cita en ningn momento Gn 1,26-27, (Dios cre al hombre a suimagen) las reflexiones hechas por Benedicto XVI sobre el tema del hombrecreado a imagen de Dios, vienen a enriquecer la comprensin de ese pasaje b-blico desde el tema del amor 5. Estos datos que aporta sirven para comprenderla profunda relacin entre Dios Creador del hombre y la realidad del amor.Desde esta perspectiva saldr al paso de una concepcin materialista del hom-bre: el prejuicio de que el hombre vive slo de pan (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3), una con-

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    5. Sobre el hombre imagen de Dios vase tambin por ej. 1 Cor 11,7.

  • cepcin que humilla al hombre e ignora precisamente lo que es ms especficamen-te humano (n. 28), que se esconde, entre otras formas de pensamiento, en elmarxismo.

    La eleccin del pueblo de Israel

    En la Encclica queda expuesto tambin que Dios no slo ama a todacriatura hechura suya, sino que ama con un amor de predileccin al escoger-se a Israel entre todos los pueblos de la tierra, si bien con el objeto de salvar deeste modo a toda la humanidad. Este amor suyo puede ser calificado sin duda co-mo eros que, no obstante, es tambin totalmente agap (n. 9). Calificar el amorde Dios como eros supone sin duda una notable novedad respecto al lenguajebblico; pero Benedicto XVI apoya esta afirmacin en Dionisio Aeropagita quellama a Dios eros y agap al mismo tiempo (nota 7). En realidad, no se expli-cara la forma de actuar de Dios con su pueblo presentada en la S. E. sin quesu amor tuviese la dimensin del eros. Es la gran novedad de la imagen bblicade Dios frente a la filosofa griega.

    El don de la la Torah

    El Papa valora La Torah (la Ley) como la primera gran manifestacin delamor de Dios con su pueblo en la historia del desarrollo de ese amor. Con ella,el Seor abre los ojos de Israel sobre la verdadera naturaleza del hombre y le in-dica el camino del verdadero humanismo (n. 9). Al considerar la Torah, el Papaintroduce dos aspectos del amor de Dios: Uno, que ese amor tiene una histo-ria que culminar ciertamente en Jesucristo; otro, que esta historia consiste enque el hombre, viviendo en fidelidad al nico Dios, se experimenta a s mismo co-mo quien es amado por Dios y descubre la alegra en la verdad y en la justicia; laalegra en Dios que se convierte en su felicidad esencial: No te tengo a ti en el cie-lo?; y contigo, qu me importa la tierra?... Para m lo bueno es estar junto a Dios(Sal 73[72],25.28) (n. 9). No es la Torh como tal la que da la felicidad esen-cial sino el amor de un Dios que trasciende todo lo terreno. Es lo que quedareflejado en la frase del Salmo trada aqu por el Papa 6.

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    6. Dos veces se cita en la Encclica este versculo de Sal 73(72), sin que aparezca ci-tado ningn otro salmo. Una, en este n. 9; la otra, de manera en cierto modo tangen-cial, para expresar la alegra que produce el amor a Dios cuando se ha experimentado:Crece entonces nuestro abandono en Dios y Dios es nuestra alegra (cfr. Sal 73[72],23-28)(n. 17).

  • La aportacin de los Profetas

    En la Encclica se destaca que los profetas tienen la funcin de mostrarcmo es ese amor de Dios a Israel. Especialmente Oseas y Ezequiel, dice, handescrito esta pasin de Dios por su pueblo con imgenes erticas audaces. La rela-cin de Dios con Israel es ilustrada con la metfora del noviazgo y del matrimonio;por consiguiente, la idolatra es adulterio y prostitucin (ibid.) 7. Pero tambin losprofetas manifiestan que el amor de Dios a su pueblo es agap no slo porque seda del todo gratuitamente sino porque es amor que perdona (n. 10). El Papa trans-cribe en concreto el texto de Os 11,8-9: Cmo voy a dejarte, Efram, cmoentregarte, Israel?... Se me revuelve el corazn, se me conmueven las entraas.No ceder al ardor de mi clera, no volver a destruir a Efram; que yo soy Diosy no hombre, santo en medio de ti. Se trata, comenta el Papa, de un amor quepone a Dios contra s mismo, su amor frente a su justicia (n. 10), en lo que el cris-tiano ve perfilarse ya veladamente el misterio de la Cruz (ibid.).

    El libro del Cantar de los Cantares

    Benedicto XVI acude a l ya en las primeras pginas de la Carta para mar-car la diferencia entre el amor en su aspecto de eros y de agap. Atenindose a laterminologa hebrea del Cantar destaca la diferencia entre el trmino dodim queexpresa el amor todava en estado de bsqueda, y el trmino ahab que signi-fica el amor en cuanto descubrimiento del otro, superando el carcter egosta quepredominaba ciertamente en el anterior (n. 6) 8. De ah derivar uno de los te-mas fundamentales en la Encclica: que la Biblia no rechaza el eros, sino que loennoblece y lo lleva a su verdadero significado transformndolo en agap. Perotambin entiende el Papa que los cantos de amor (en el Cantar) describen en elfondo la relacin del hombre con Dios y de Dios con el hombre (n. 10) y que esaes la razn para comprender que que la recepcin del Cantar de los Cantares enel canon de la Sagrada Escritura se haya justificado muy pronto (ibid.).

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    7. De esos profetas podemos citar por ej. Os 2,1-10.18-19; Ez 16,1-62; pero vertambin Jer 2,1; 3,6.

    8. En efecto, el trmino amado (dod), en cuanto indica la fuerza atractiva del ama-do y de la amada, aparece en Ct 1,3.4. Indica tambin los placeres del amor que son de-nominados dodim (mejores que el vino, Ct 1,2.4;4,10; cfr. 5,1; 7,13). El trmino aha-b, en cambio, que aparece 18 veces en Ct, se emplea por ej. al decir que el amor esms fuerte que la muerte (Ct 8,6), o que el fuego no puede apagarlo (Ct 8,7) ni pue-de ser medido (Ct 8,7). Con todo hay que notar tambin que ambos trminos apare-cen en paralelismo, por ej. en Pro 5,19; y que la traduccin de ahab por agap si bienes predominante en los LXX tampoco es siempre uniforme. Cfr. E. STAUFFER, agapo,en ThWNT I, 20-22.

  • 2.2. Novedad del Nuevo Testamento y su significacin

    Acerca de la originalidad del NT, Benedicto XVI hace una afirmacinclarificadora: La verdadera originalidad del Nuevo Testamento no consiste ennuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y sangre a los con-ceptos: un realismo inaudito (n. 12). Quiere esto decir que, si bien en efectomuchas de las ideas presentes en el NT derivan del AT o de otras reas cultu-rales, no restan en nada la novedad del mismo NT. De ah que el Pontficecuando emplea el NT se fije directamente en sus afirmaciones acerca de Cristoy de su actuar, as como de las consecuencias que se siguen en la vida de la Igle-sia. En la presentacin de la enseanza del Papa seguimos el orden de los librosen el NT.

    Las palabras de Jess

    El Papa recoge algunas palabras de Jess en momentos culminantes de suEncclica. As la definicin del amor que ofrece en n. 6 concluye con las pala-bras de Jess. Ciertamente, el amor es xtasis, pero no en el sentido de arrebatomomentneo, sino como camino permanente, como un salir del yo cerrado en s mis-mo hacia su liberacin en la entrega de s y, precisamente de este modo, hacia elreencuentro consigo mismo, ms an, hacia el descubrimiento de Dios: El que pre-tenda guardarse su vida, la perder; y el que la pierda, la recobrar (Lc 17,33),dice Jess en una sentencia suya que, con algunas variantes, se repite en los Evan-gelios (cfr. Mt 10,39; 16,25; Mc 8,35; Lc 9,24; Jn 12,25). Estas palabras sonpara el Papa la descripcin del propio itinerario de Jess, que a travs de la cruzlo lleva a la resurreccin: el camino del grano de trigo que cae en tierra y muere,dando as fruto abundante (n. 6). Pero en esas palabras Benedicto XVI ve tam-bin una sentencia sapiencial vlida para el descubrimiento del amor que pue-de hacer todo ser humano. En ellas, dice, Jess describe tambin, partiendo desu sacrificio personal y del amor que en ste llega a su plenitud, la esencia del amory de la existencia humana en general (ibid.).

    Otras palabras de Jess que adquieren especial relieve en la Encclica sonlas que el Seor pronuncia desde la Cruz. Para el Papa, como veremos en elapartado dedicado al Evangelio de S. Juan, en Cristo clavado en la Cruz con-templamos la plenitud del amor de Dios manifestado al hombre, que a su vezacrecienta el amor en el hombre: La fe, que hace tomar conciencia del amor deDios revelado en el corazn traspasado de Jess en la cruz, suscita a su vez el amor(n. 39). Ante el sufrimiento humano que el cristiano contempla en el mundoo experimenta en s mismo, y la aparente inactividad de Dios, las palabras de

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  • Jess en la cruz, como las de Job 23,3-6.15-16, son hechas suyas por el cristia-no: l (Dios) tampoco nos impide gritar como Jess en la cruz: Dios mo, Diosmo, por qu me has abandonado? (Mt 27,46) (n. 38). As, esas palabras re-cobran siempre actualidad como las que segn S Juan Jess dirigi a Mara y aldiscpulo amado: La palabra del Crucificado al discpulo a Juan y, por mediode l, a todos los discpulos de Jess: Ah tienes a tu madre (Jn 19,27) se hacede nuevo verdadera en cada generacin (n. 42).

    El Papa se apoya asimismo de manera especial en las parbolas trayndo-las a colacin en dos ocasiones y explicando el profundo significado que ad-quieren en la predicacin del mismo Jess. En un primer momento (n. 12), se-ala cmo la parbola del Buen Pastor, la de la dracma perdida y la del hijoprdigo significan la explicacin del propio ser de Jess que l hace de s mismo.

    Ms adelante (n. 15) se refiere a otras tres parbolas que vienen a mani-festar que el amor puede ser mandado porque antes es dado (n. 14). As, la par-bola del rico epuln (Lc 16,9-31) ensea que Jess acoge ese grito de ayuda (eldel rico en los infiernos que desea advertir a los suyos) y se hace eco de l paraponernos en guardia, para hacernos volver al recto camino (n. 15). La del buen sa-maritano (Lc 10,25-27) que indica por un lado la superacin de los lmites dela comunidad en el amor al prjimo (cfr. ibid. y tambin n. 25b), y, por otro, laconcrecin de ese amor con obras (cfr. tambin n. 31a). En esta parbola, diceel Papa, se universaliza el concepto de prjimo, pero permaneciendo concreto (n.16), y se expresa que el programa del cristiano el programa del buen Samarita-no, el programa de Jess es un corazn que ve (n. 31b). Finalmente, recuerdala parbola del Juicio final (Mt 25,31-46), en la que destaca dos aspectos. Uno,que en ella el amor se convierte en el criterio para la decisin definitiva sobre la va-loracin positiva o negativa de una vida humana (n. 15). Se trata de una miradaal carcter sapiencial universal de la parbola. Otro, que Jess se identifica conlos pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encar-celados. Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmi-go lo hicisteis (Mt 25,40) (ibid.). Es la dimensin propiamente cristiana. Deella concluye el Papa que amor a Dios y amor al prjimo se funden entre s: en elms humilde encontramos a Jess mismo y en Jess encontramos a Dios (n. 15).

    La interpretacin de las parbolas en la Encclica, por tanto, se hace des-de una perspectiva cristolgica, al mismo tiempo que queda recogida su pro-yeccin sapiencial, vlida para todo ser humano, y especialmente exigente parael cristiano, en lo que se refiere al amor al prjimo.

    Otras palabras del Seor recogidas por el Papa son las que se refieren a laEucarista en el evangelio de S. Juan. Cita en concreto el texto de Jn 6,31-33cuando Jess se presenta a los discpulos como el nuevo man, aludiendo a su

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  • cuerpo y a su sangre dados como alimento. Para el Papa la institucin de la Eu-carista es el momento en que Jess ha perpetuado su acto de entrega en la cruz.Adems, insiste en el carcter social del Sacramento de manera coherente conel tema de la Encclica, acudiendo a 1 Cor 10,77 (El pan es uno, y as noso-tros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos to-dos del mismo pan), para ensear que La unin con Cristo es al mismo tiempounin con todos los dems a los que l se entrega (n. 14).

    El Evangelio de San Juan

    Este evangelio es especialmente importante para el Papa en orden a pre-sentar el misterio de la Persona de Jess desde la perspectiva del amor. Se fijadirectamente en la Encarnacin y en la Muerte redentora (n. 19). Jess es el Hi-jo Unignito que, enviado por el Padre movido por amor, viene al mundo pa-ra redimir al hombre. El Papa remite expresamente a Jn 3,16: Tanto am Diosal mundo que le entreg a su Hijo Unignito, para que todo el que cree en lno perezca, sino que tenga vida eterna.

    De la muerte en la cruz, el Papa destaca dos aspectos. El primero, que Je-ss es el Traspasado (Jn 19,37, cfr. Za 12,10), y que entreg el espritu (Jn19,30), preludio del don del Espritu Santo que otorgara despus de su resurrec-cin (cfr. Jn 20,22) (n. 19) 9. Se cumplira as contina diciendo la pro-mesa de los torrentes de agua viva que, por la efusin del Espritu, manaran delas entraas de los creyentes (cfr. Jn 7,38-39) (n. 19). En tal comprensin de es-tos pasajes de San Juan, el Papa entiende las entraas de las que habla Jn 7,38referidas a los creyentes, y no directamente al agua que brota del costado tras-pasado de Cristo en la cruz 10. Pero, al mismo tiempo, al relacionar Jn 7,38 di-rectamente con Jn 19,30, est indicando que en realidad asume ambas inter-pretaciones de sus entraas: las de Cristo y las del creyente. Lo mismo sucedeen la Conclusin de la Carta, hablando precisamente de la condicin por la quela Stma. Virgen es modelo de amor: una condicin que permite a quien ha be-bido en el manantial del amor de Dios convertirse a s mismo en un manantial delque manarn torrentes de agua viva (Jn 7,38) (n. 42).

    El otro aspecto de la muerte de Jess, puesto con fuerza de relieve en laEncclica, es que se trata de una muerte en la que se da el amor en su plenitud.

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    9. Aunque la frase entreg el espritu se refiere directamente a la muerte de Jess,la exgesis desde siempre ha entendido un sentido ms profundo viendo en el espri-tu al Espritu Santo.

    10. Una gran parte de exegetas interpreta sus entraas referido a Cristo. Cfr., porej., la nota de la Biblia de Jerusaln a ese pasaje.

  • El Papa ve ese amor mostrado ya en el lavatorio de los pies a los discpulos (Jn13,1-13: habiendo amado a los suyos los am hasta el extremo...), y, sobre to-do contina diciendo cuando ha entregado su vida por todos (cfr. Jn 13,1;15,13) (n. 19). Jn 15,13 dice precisamente Nadie tiene amor ms grande queel de dar uno la vida por sus amigos.... Hasta qu punto la mirada a Cristo enla cruz con el corazn traspasado constituye sin duda el punto lgido de la En-cclica lo declara el mismo Pontfice al decir: Poner la mirada en el costado tras-pasado de Cristo, del que habla Juan (cfr. 19,37), ayuda a comprender lo que hasido el punto de partida de esta Carta Encclica: Dios es amor (1 Jn 4,8). Es all,en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de all se debe definirahora qu es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientacin desu vivir y de su amar (n. 12).

    Los pasajes mariolgicos de Lc y Jn

    La Encclica concluye con una densa y preciosa presentacin de la Stma.Virgen, aquella que sobresale, dice, entre todos los santos en santidad, tambinen el amor. En su exposicin, el Papa se limita a pasajes de Lc y Jn, recogiendolo esencial que en estos evangelios se dice sobre Mara. En primer lugar se re-fiere a la visita a su prima santa Isabel como un servicio de caridad para aten-derla durante el embarzo (Lc 1,46) (n. 41), y comenta la primera frase del Mag-nficat pronunciada por Mara como expresin de todo el programa de su vida:no ponerse a s misma en el centro, sino dejar espacio a Dios, a quien encuentra tan-to en la oracin como en el servicio al prjimo; slo entonces el mundo se hace bue-no (ibid.). El Papa resalta tambin a continuacin que Mara en una mujer deesperanza y una mujer de fe. Dichosa t, que has credo!, le dice Isabel (Lc1,45). El hecho de que el Magnficat, definido como un retrato de su alma (deMara), por decirlo as (ibid.), est efectivamente tejido con hilos tomados dela Sagrada Escritura, de la Palabra de Dios, lleva a Benedicto XVI a una pro-funda consideracin sobre la Virgen: As se pone de relieve que la Palabra deDios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad.Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabrasuya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. As se pone de manifiesto, adems,que sus pensamientos estn en sintona con el pensamiento de Dios, que su quereres un querer con Dios. Al estar ntimamente penetrada por la Palabra de Dios, pue-de convertirse en madre de la Palabra encarnada (ibid.).

    La consideracin sobre Mara culmina con la presentacin hecha por elPapa acerca de ella como la mujer que ama, tomando ahora pie del Evangeliode san Juan (n. 42). As, ve manifestado ese amor en la bodas de Can dondeMara se percata de la necesidad en la que se encuentran los esposos, y lo hace pre-

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  • sente a Jess (ibid.). Lo ve tambin en la humildad de la Virgen que acepta sercomo olvidada en el perodo de la vida pblica de Jess, sabiendo que el Hijo tieneque fundar ahora una nueva familia y que la hora de la Madre llegar solamenteen el momento de la cruz, que ser la verdadera hora de Jess (cfr. Jn 2,4; 13,1).Entonces, cuando los discpulos hayan huido, ella permanecer al pie de la cruz (cfr.Jn 19,25-27); ms tarde, en el momento de Pentecosts, sern ellos los que se agru-pen en torno a ella en espera del Espritu Santo (cfr. Hch 1,14) (ibid.). Un aspectode enorme inters en la enseanza de la Encclica es la presentacin de Mara,como tambin en otra medida en los santos, como afirmacin de que quien vahacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos(ibid.). Esto, escribe el Papa, en nadie lo vemos mejor que en Mara. La palabradel Crucificado al discpulo a Juan y, por medio de l, a todos los discpulos de Je-ss: Ah tienes a tu madre (Jn 19,27) se hace de nuevo verdadera en cada ge-neracin. Las palabras de Jess en la Cruz dirigidas a su Madre y al discpuloamado no quedan en el pasado, sino que se siguen realizando en el presente alhaberse convertido Mara, en efecto, en Madre de todos los creyentes.

    El libro de los Hechos

    Benedicto XVI ve este libro en la Encclica fundamentalmente como elque expresa los principios de la vida cristiana, entre los que destaca la actividadasistencial a los pobres y necesitados (cfr. n. 23). El Papa emplea los pasajes deHch en orden a mostrar cmo el amor necesita tambin una organizacin, co-mo presupuesto para un servicio comunitario ordenado (n. 20). De ah que des-taque los pasajes de Hch relacionados con la koinona (Hch 2,42.40-45), con-cretndose sta precisamente en que los creyentes tienen todo en comn y en que,entre ellos, ya no hay diferencia entre ricos y pobres (cfr. tambin Hch 4,32-37) 11.

    La organizacin para un servicio comunitario continuado, fruto y ejerci-cio de la koinona, la ve expuesta el Papa en el mismo libro de los Hechos de losApstoles, concretamente, en la eleccin de los siete varones encargados del servi-cio de las mesas. Este hecho, segn explica el Papa, refleja la existencia de dos mi-nisterios necesarios en la Iglesia: el de los Apstoles y el de los que ejercen la dia-

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    11. Que los creyentes tuviesen todo en comn parece ser ms bien un cuadro idea-lizado de la Iglesia de Jerusaln propuesto por S. Lucas. De hecho, el episodio de Ana-nas y Safira (cfr. Hch 5,1-11) muestra que se trataba de algo voluntario y que no eraas en todos los casos. El Papa parece tener en cuenta estos datos cuando escribe a con-tinuacin A decir verdad, a medida que la Iglesia se extenda, resultaba imposible mante-ner esta forma radical de comunin material. Pero el ncleo central ha permanecido: en lacomunidad de los creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se niegue a al-guien los bienes necesarios para una vida decorosa (n. 20).

  • cona. Enseguida hace notar que los que integraban el grupo de lo Siete tam-poco deba limitarse a un servicio meramente tcnico de distribucin: deban serhombres llenos de Espritu y de sabidura (cfr. Hch 6,1-6). Lo cual significa que elservicio social que desempeaban era absolutamente concreto, pero sin duda tambinespiritual al mismo tiempo (n. 20) 12. De ello deduce Benedicto XVI que con laformacin de este grupo de los Siete, la diacona el servicio del amor al prjimoejercido comunitariamente y de modo orgnico quedaba ya instaurada en la es-tructura fundamental de la Iglesia misma (ibid.). Esta estructura pues, aunqueciertamente estaba fundada en las palabras y los hechos de Jess, asume, a medi-da que surgen necesidades concretas, elementos nuevos que se integran en la mis-ma. Se trata por tanto de un aspecto de la configuracin de la Iglesia en desa-rrollo que se deduce del libro de los Hechos. Apoyado precisamente en esaestructura fundamental el Papa afirmar ms adelante que es propio de la estruc-tura episcopal de la Iglesia que los obispos, como sucesores de los Apstoles, tengan enlas Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir, tambin hoy, el pro-grama expuesto en los Hechos de los Apstoles (cfr. 2,42-44): la Iglesia, como familiade Dios, debe ser, hoy como ayer, un lugar de ayuda recproca y al mismo tiempo dedisponibilidad para servir tambin a cuantos fuera de ella necesitan ayuda (n. 32).

    Las cartas paulinas

    En la Encclica se alude en realidad a pocos pasajes de esas cartas, perolos que se emplean son especialmente significativos en el tema del amor. Con-cretamente recurre a ellos en la segunda parte, al hilo de exponer el ejercicio delamor por parte de la iglesia como comunidad de amo (nn. 19-39).

    En dos momentos recurre a la Carta a los Glatas: Uno, para ensear elamor que ha de existir entre los mismos miembros de la iglesia: quedando asalvo la universalidad del amor escribe tambin se da la exigencia especfica-mente eclesial de que, precisamente en la Iglesia misma como familia, ninguno desus miembros sufra por encontrarse en necesidad. En este sentido, siguen teniendovalor las palabras de la Carta a los Glatas: Mientras tengamos oportunidad, ha-gamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe (6,10) (n.25). Otro, para mostrar el perfil especfico de la actividad caritativa de la Igle-sia (n. 31-39), al decir que quienes trabajan en ella no han de inspirarse en losesquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideologa, sino dejarseguiar por la fe que acta por el amor (cfr. Ga 5,6) (n. 33).

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    12. Aunque el Papa no lo cita, el libro de los Hechos en efecto no reduce el serviciode los Siete a servir las mesas (cfr. Hch 8,5.26-40, sobre el dicono Felipe predicando ybautizando al ministro de la reina de Cndace).

  • Tambin cita dos veces 2 Cor 5,14: Una, para sealar el criterio ins-pirador de los responsables en la accin caritativa de la Iglesia que, debera serescribe lo que se dice en la Segunda Carta a los Corintios: Nos apremia elamor de Cristo (5,14) (n. 33). La otra, para animar a los cristianos, a pesar delas dificultades que puedan encontrarse: hacer todo lo que est en nuestras ma-nos con las capacidades que tenemos, es la tarea que mantiene siempre activo al sier-vo bueno de Jesucristo: Nos apremia el amor de Cristo (2 Co 5,14) (n. 35).

    Un lugar preeminente se da en ese mismo apartado al himno de la cari-dad de 1 Cor 13. El Papa ve en l la fisonoma especfica del servicio que Cris-to pidi a sus discpulos (n. 34). Citando expresamente el v. 3 (... si no tengoamor, de nada me sirve dice concretamente: Este himno debe ser la Carta Mag-na de todo el servicio eclesial; en l se resumen todas las reflexiones que he expuestosobre el amor a lo largo de esta Carta Encclica. La actuacin prctica resulta in-suficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se ali-menta en el encuentro con Cristo (ibid.).

    Todava el Papa recurre a una frase de la Carta a Tito al hablar del sufri-miento en el mundo, inevitable e incomprensible para el hombre. Los cristia-nos escribe siguen creyendo, a pesar de todas las incomprensiones y confusio-nes del mundo que les rodea, en la bondad de Dios y su amor al hombre (Tt 3,4).Aunque estn inmersos como los dems hombres en las dramticas y complejas vici-situdes de la historia, permanecen firmes en la certeza de que Dios es Padre y nosama, aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros (n. 38).

    En todas estas citas de las Cartas paulinas aducidas en la Encclica se pue-de apreciar fcilmente la conviccin del Papa de que no se trata sin ms de pa-labras escritas nicamente para una situacin concreta de las iglesias a las quePablo escribe, sino de palabras que marcan siempre, y tambin especialmenteen nuestro tiempo, la forma del ejercicio de la caridad por parte de la Iglesia ylos cristianos. As hace ver que la Escritura posee en el momento presente todasu fuerza y actualidad. Al mismo tiempo, los textos paulinos elegidos por elPontfice son sin duda los que lleva ms profundamente grabados en el corazncuando expone su enseanza sobre el amor.

    La Primera Carta de San Juan

    1 Jn es un punto de referencia iluminador a lo largo de toda la Encclica,como se refleja ya en el ttulo de la misma y en la Introduccin (n. 1). Para elPontfice las palabras de 1 Jn 4,16 expresan con claridad meridiana el corazn dela fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y tambin la consiguiente imagen delhombre y de su camino. Adems, en este mismo versculo, Juan nos ofrece, por as de-

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  • cir, una formulacin sinttica de la existencia cristiana: Nosotros hemos conocido elamor que Dios nos tiene y hemos credo en l (n. 1). El Papa seala precisamen-te que la idea fundamental de esta Carta es que en ella se pone de manifiesto queel amor de Dios se ha hecho visible por el envo de su Hijo al mundo (1 Jn 4,9:En esto se manifest entre nosotros el amor de Dios: en que Dios envi a suHijo Unignito al mundo para que recibiramos por l la vida) (cfr. nn. 17, 12),conectando as con el uso que hace del evangelio de Juan en el n. 19.

    A lo largo de la Encclica, el Papa trae a colacin repetidamente 1 Jn, es-pecialmente al tratar de la mutua implicacin entre el amor a Dios y al prji-mo. A este propsito cita expresamente 1 Jn 4,20: Si alguno dice: Amo a Dios,y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano,a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve (n. 16). Y a propsito de lagratuidad que conlleva el verdadero amor, el que no se practica para obtenerotros objetivos (n. 31c) recurre a 1 Jn 4,8, pues a su luz, el cristiano sabe queDios es amor (1 Jn 4,8) y que se hace presente justo en los momentos en que no sehace ms que amar (ibid.).

    El Apocalipsis

    A este libro en su conjunto recurre el Papa al abordar el tema del sufri-miento en el mundo, y ofrece una visin del mismo que vale la pena resear.De l dice que transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanzasegura de que el mundo est en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades,al final vencer l (n. 39). Poco antes ha citado una frase concreta del mismo(Hasta cundo, Seor, vas a estar sin hacer justicia, t que eres santo y ve-raz?), como pregunta con la que el creyente debe permanecer siempre ante elrostro de Dios. El Apocalipsis expresa, en efecto, el triunfo de Cristo sobre elmal que el amor est llamado a aliviar por su propia naturaleza.

    3. ALGUNOS PRESUPUESTOS HERMENUTICOSEN LA DEUS CARITAS EST

    El entonces cardenal Ratzinger conclua su discurso de investidura comodoctor Honoris causa en la Universidad de Navarra en 1998 afirmando: La es-tructura de la Palabra es suficientemente unvoca, pero la exigencia que implica paralos llamados a la responsabilidad de suceder a los Apstoles es de hecho muy ardua. Esmisin del Magisterio no oponerse al pensamiento, sino dar voz a la autoridad de laRespuesta que nos ha sido dada, y as crear espacio para la Verdad misma que viene a

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  • nosotros 13. Los designios divinos le han llevado a ostentar ahora el magisterio su-premo de la Iglesia como Romano Pontfice. En su primera Encclica, BenedictoXVI cumple, en efecto, esa ardua misin de la que hablaba en el discurso citado.En su Carta da voz a la Palabra que nos ofrece la Biblia como la Respuesta que nosha sido dada acerca de lo que es el amor y cmo vivirlo. Deus caritas est es sinduda un documento eminentemente pastoral, fruto a la vez de un gran telogo yde un pastor que sabe comunicar con sencillez y lenguaje claro su enseanza pon-tificia. En ella la Biblia es asumida como un todo con significacin unvoca y cla-ra. Alude a la cultura religiosa frente a la que surgieron los escritos bblicos, y vaexponiendo el significado que tienen para la comprensin del hombre y de Diosfrente a formas errneas o incompletas de comprender el amor en nuestro tiempo.

    Entre los aspectos que reflejan los presupuestos con los que el Papa em-plea la Biblia quisiramos sealar algunos que nos parecen ms relevantes.

    3.1. Unidad de la Escritura y su culminacin en el Nuevo Testamento

    En la Encclica se emplea la Sagrada Escritura como palabra una y ni-ca. Es una por su contenido profundo que es el amor, y es nica por la origi-nalidad con la que en ella se comprende ese amor frente a otras formas de reli-gin y sus escritos. Esa unidad de la Sagrada Escritura es el presupuesto en lafundamentacin de la enseanza de la Deus caritas est. En efecto, ya en el Pr-logo, en el que estn condensadas las afirmaciones centrales, se muestra esa uni-dad al relacionar 1 Jn 4,16, que sirve de ttulo, y Jn 3,16 sobre el amor de Diosal mundo hasta entregar a su Hijo, con Dt 6,4-5 sobre el mandamiento delamor a Dios y Lev 19,18 con el mandamiento del amor al prjimo. De Jn 3,16dice que ofrece una formulacin sinttica de la existencia cristiana, de Dt 6,14que sus palabras compendian (para el israelita) el ncleo de su existencia.Uniendo en uno los dos mandamientos citados del AT y desde la perspectivade 1 Jn 4,10 concluye el Pontfice que el amor ya no es slo un mandamiento,sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro (n. 1).

    A lo largo de la Encclica esa relacin del Antiguo con el Nuevo Testa-mento viene destacada de diversos modos. As, tratando de la diferencia entreagap y eros, que el Papa ve ya expresada en el libro del Cantar de los Cantaresde forma modlica, pasa inmediatamente a continuacin a mostrar cmo lacota ms alta del agap y su ms ntima pureza estn contenidas en las pala-

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    13. Discurso del Emmo. y Rvdmo. Cardenal Dr. Joseph Ratzinger, en ScriptaTheologica 30 (1998) 393.

  • bras de Jess. Del AT se puede deducir, en efecto, que el amor es un caminopermanente, como un salir de yo cerrado en s mismo hacia su liberacin en la en-trega de s, y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, msan hacia el descubrimiento de Dios. Pero su cota ms alta viene expresada enlas palabras de Jess: El que pretenda guardarse su vida, la perder; y el que lapierda, la recobrar (Lc 17,33), repetidas con ciertas variantes en otros pasajesevanglicos: (cfr. Mt 10,39; 16,25; Mc 8,35; Lc 9,24; Jn 12,25). Con estas pa-labras, contina diciendo el Papa, Jess describe su propio itinerario, que a travsde la cruz lo lleva a la resurreccin: el camino del grano de trigo que cae en tierray muere, dando as fruto abundante. Describe tambin, partiendo de su sacrificiopersonal y del amor que en ste llega a su plenitud, la esencia del amor y de la exis-tencia humana en general (n. 6). Que esas palabras de Jess definen la plenitudde la existencia humana en general significa una referencia directa a la creacindel hombre y a su existencia en el mundo, vlidas por tanto para todo hombre.

    Benedicto XVI ve una ntima compenetracin de los dos Testamentoscomo nica Escritura de la fe cristiana (cfr. n. 12) Tal compenetracin supone,para el Papa, que el cristianismo ha asumido la fe de Israel (n. 1), as como larelacin que existe entre la dimensin eros y agap del amor en Dios y en elhombre (cfr. n. 10).

    Sobre la importancia de la relacin entre el AT y el NT recordemos ahoranicamente la presentacin del entonces Cardenal Ratzinger al documento de laPCB de 2001. Ya all expresaba que entender el AT como refirndose a Cristo ya la fe del NT, aunque aparece a la moderna conciencia histrica como muy inve-rosmil, es en realidad todo lo contrario. En esa presentacin recoga y destacabala siguiente frase del citado documento: Sin el Antiguo Testamento, el Nuevo Tes-tamento sera un libro indescifrable, una planta privada de sus races y destinada asecarse (n. 84). As es en la comprensin de lo que es el amor, como puede apre-ciarse a lo largo de la Encclica. La razn de esa unidad entre AT y NT la funda-ba el Card. Ratzinger en el hecho de que la comprensin de la pluridimensionali-dad del discurso humano, que no est atado a un momento histrico, sino que abarcael futuro, fue de gran ayuda para entender cmo la palabra de Dios se puede servir dela palabra humana para dar a la historia en progreso un sentido que va ms all delmomento presente y obtiene precisamente as la unidad de todo el conjunto.

    3.2. Los sentidos de la Escritura

    A lo largo de las pginas anteriores hemos podido apreciar cmo Bene-dicto XVI, teniendo presente, como hemos visto, la pluridimensionalidad delos textos en cuanto ve en ellos varios significados, y precisamente a partir de

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  • sta, mantiene en el conjunto de la Carta la suficiente univocidad de la Es-critura. Son dos aspectos de la Palabra que conjuga perfectamente a lo largo detoda la Encclica.

    La univocidad de la Biblia puede apreciarse en que constantemente en-tiende los textos en el sentido literal de los mismos, teniendo en cuenta con se-riedad las aportaciones de la exgesis reciente 14. De hecho recurre a expresionesbblicas, o al significado de algunos libros en su conjunto, extrayendo el senti-do que tienen en su lectura normal y en su contexto histrico, tanto cuando setrata de libros del AT o del NT, como cuando explica algunas parbolas referi-das a la vida misma de Jess o a la vida cristiana, o como cuando aduce otraspalabras del Seor o de los Apstoles, incluso de tipo sapiencial. Por otra partemuestra de forma directa su significado para el hombre de hoy y la cultura denuestro tiempo.

    Sin embargo, tambin hay un momento en que recurre al sentido aleg-rico expuesto por los Santos Padres. En concreto para mostrar la relacin inse-parable entre ascenso y descenso, entre el eros que busca a Dios y el agap que trans-mite el don recibido (n. 7). Ah ilustra su enseanza con la interpretacin quesan Gregorio Magno hace de la escala de Jacob (cfr. Gn 28,12; Jn 1,1,15), dela ascensin de san Pablo al tercer cielo (2 Cor 1,2-4; 1 Cor 9,22), y del ejem-plo de Moiss que entra y sale del Tabernculo. Aunque ciertamente a lo largode toda la Carta predomina la exposicin de los textos en sentido literal hist-rico, quiere tambin valorar la exgesis alegrica heredada de los Padres, pro-poniendo un bello ejemplo en un tema importante, como es el de que paraamar verdaderamente al prjimo, el hombre necesita beber de la fuente delamor que es el mismo Dios.

    3.3. La singularidad de la Escritura

    El Papa no se detiene en ningn momento en explicar cmo la SagradaEscritura es Palabra de Dios. Tampoco utiliza el trmino revelacin, ni el detexto sagrado o inspirado, aplicados a la Biblia. Es como si se dieran por su-puestos, y ciertamente as se aprecia en el trasfondo. Una sola vez encontramosla expresin Sagrada Escritura (n. 2). Tengamos en cuenta que el propsito

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    14. Entre tales aportaciones a propsito del amor en la Sda. Escritura pueden versepor ej. C. SPICQ, gape en el Nuevo Testamento, Cares, Madrid 1977; E. JENNI, habAmar, en E. JENNI y C. WESTERMANN, Diccionario teolgico manual del Antiguo Testa-mento I, Cristiandad, Madrid 1978, 115-132; G. SCHNEIDER, gape, en Diccionarioexegtico del Nuevo Testamento, vol. I, Sgueme, Salamanca 1996, 24-36.

  • de la Encclica no es directamente la explicacin de la Escritura o un pasaje dela misma, aunque sea una frase bblica la que sirve de ttulo. Su propsito eshablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a losdems (n. 1). La expresin que utiliza el Papa con insistente frecuencia para re-ferirse al contenido de la Biblia es la de la fe bblica, que aparece ms de unadecena de veces a lo largo de la primera parte aplicndola directamente al AT,pero que engloba tambin el NT.

    La fe bblica es la que se deduce de lo que dicen los mismos textos con-templados desde la perspectiva del conjunto de la Biblia y de la fe de la Iglesia.En el trasfondo de la Encclica aparece con claridad que esa fe bblica surge dela manifestacin de Dios a su pueblo y de la comprensin que ste tiene de suactuar en la historia, una actuacin imprevisible y, en cierto sentido inaudita (n.12). Ello hace que la novedad bblica no est simplemente en nociones abstrac-tas (ibid.) sino que se apoya en una historia de actuaciones divinas que culmi-na en la figura misma de Cristo (ibid.).

    La forma en que el Papa emplea la Biblia ofrece aspectos singulares de lamisma que conviene notar. Ya al comienzo de la Carta establece que la Bibliapresenta precisamente el don del amor de Dios y que ste es la condicin paraque el hombre conozca y pueda vivir el amor (cfr. nn. 3-8). En este proceso, laEscritura tiene particular relevancia, si bien ciertamente unida a la Tradicin,es decir, a la fe, al culto y al ethos compenetrados como una sola realidad en laque se configura el encuentro con el agap de Dios (n. 14).

    En el concepto de encuentro, utilizado con extraordinaria frecuenciaen toda la Encclica sobre todo en la Primera parte (ms de 15 veces), estciertamente implicado el de Revelacin, entendida sta como la relacin entreDios y el hombre 15. Es ah donde la Escritura, como acabamos de decir, tieneun papel singular. En primer lugar porque la Escritura nos narra ese encuentrode amor; despus porque es un medio por el que Dios sale a nuestro encuen-tro. As se deduce de lo que el Papa ensea acerca de la Ley y los Profetas (cfr.nn. 9, 10, 14); pero especialmente en el siguiente prrafo del n. 17: En efecto,nadie ha visto a Dios tal como es en s mismo. Y, sin embargo, Dios no es del todoinvisible para nosotros, no ha quedado fuera de nuestro alcance. Dios nos ha ama-do primero, dice la citada Carta de Juan (cfr. 4,10), y este amor de Dios ha apa-recido entre nosotros, se ha hecho visible, pues Dios envi al mundo a su Hijo ni-

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    15. La revelacin escriba J. Ratzinger en 1989 es un proceso dinmico entre Diosy el hombre, que slo se hace nuevamente realidad en el encuentro (J. RATZINGER, P.BEAUCHAMP ET ALII, Escritura e interpretacin. Los fundamentos de la interpretacin b-blica, Palabra, Madrid 2003, 51).

  • co para que vivamos por medio de l (1 Jn 4,9). Dios se ha hecho visible: en Jesspodemos ver al Padre (cfr. Jn 14,9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras.En la historia de amor que nos narra la Biblia, l sale a nuestro encuentro, tratade atraernos, llegando hasta la ltima Cena, hasta el Corazn traspasado en lacruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que l,por la accin de los Apstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente.

    Al recurrir con tanta frecuencia a la Escritura y ponerla como el punto deapoyo para sus enseanzas, el Papa est suponiendo y mostrando el valor espe-cial de la misma como testimonio de tal amor. Pero no se trata sin ms de un tes-timonio de lo ocurrido en el pasado. La Biblia es la historia de amor mediantela cual Dios sale a nuestro encuentro, ahora, en nuestro tiempo. Sale a nuestroencuentro en el inicio mismo de la fe como explica ya en el n. 1 de la Carta: Nose comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el en-cuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vi-da y, con ello, una orientacin decisiva. En su Evangelio, Juan haba expresado esteacontecimiento con las siguientes palabras: Tanto am Dios al mundo, que entrega su Hijo nico, para que todos los que creen en l tengan vida eterna (cfr. 3,16).

    Se trata del encuentro con el amor de Dios, testimoniado en la Escritu-ra, de tal modo que ahora el amor ya no es slo un mandamiento, sino la res-puesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro (n. 1). Y tambinsale a nuestro encuentro continuamente, como dice el Papa cuando exhorta alos responsables de la accin caritativa en la Iglesia: La actuacin prctica re-sulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor quese alimenta en el encuentro con Cristo (n. 34).

    La fe bblica es por tanto la Palabra dada al hombre de hoy. Una fe queviene ya expresada en la terminologa bblica. Y, si toda la Escritura es el testi-monio del verdadero amor, podemos concluir que a ella acudir preferente-mente quien quiera conocer el amor y dar amor: No puede dar nicamente ysiempre, tambin debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo co-mo don. Es cierto como nos dice el Seor que el hombre puede convertirse enfuente de la que manan ros de agua viva (cfr. Jn 7,37-38). No obstante, para lle-gar a ser una fuente as, l mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y ori-ginaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazn traspasado brota el amor de Dios(cfr. Jn 19,34). Al hablar de la fe bblica Benedicto XVI muestra en la Enc-clica cmo, en efecto, lo ms profundo de la Palabra se hace perceptible slo alsuperar el nivel de lo meramente escrito 16.

    LA ENSEANZA BBLICA DE LA DEUS CARITAS EST

    1003ScrTh 38 (2006/3)

    16. Discurso del Emmo. y Rvdmo. Cardenal Dr. Joseph Ratzinger, en ScriptaTheologica, 30 (1998) 391.

  • La fe bblica es la que funda realmente la enseanza del Papa, contrapo-niendo esa fe a otras formas de entender el amor o de considerar la posibilidadde transformar el mundo. En definitiva, para el Papa, como afirm siendo to-dava cardenal, la Escritura, la Palabra que nos ha sido dada como presupuesto,la que est en el centro de la teologa, no est aislada por su misma naturaleza, nies solamente un libro 17. La Revelacin divina que ha dado lugar a esa fe, y lainspiracin con la que se ha expresado en los textos bblicos, se dan como porsupuestas en la Encclica. En realidad, esa fe no es otra que la que muestra laPalabra misma de Dios en la Escritura: Donde nuestro pensamiento fracasa, afir-maba el cardenal Ratzinger en el discurso citado, es enviada la Palabra desde elpensamiento eterno, en la que se esconde un fragmento de su esplendor, tanto cuan-to somos capaces de resistir, tanto cuanto la palabra humana puede formular 18. Adicha formulacin corresponde la fe bblica a la que acude Benedicto XVI co-mo hilo conductor de su enseanza.

    La identificacin de la Sagrada Escritura con la Palabra de Dios viene he-cha explcitamente en la conclusin de la Encclica al hablar de la Santsima Vir-gen. Pero ah hay que notar que se trata de una referencia implcita al AT, y vie-ne a designar en realidad los proyectos de Dios manifestados en la Escrituramisma. En este sentido afirma respecto a Mara que la Palabra de Dios es ver-daderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla ypiensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y supalabra nace de la Palabra de Dios (n. 41).

    Gonzalo ARANDAFacultad de Teologa

    Universidad de NavarraPAMPLONA

    GONZALO ARANDA

    1004 ScrTh 38 (2006/3)

    17. Ibid.18. Ibid., 389.