LA CATEDRAL DE TOLEDO -...

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LA CATEDRAL DE TOLEDO LA CATEDRAL DE TOLEDO LA CATEDRAL DE TOLEDO LA CATEDRAL DE TOLEDO: Mª Pilar Casasnovas López Historia del Arte, 3º B Universidad de Valencia

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LA CATEDRAL DE TOLEDOLA CATEDRAL DE TOLEDOLA CATEDRAL DE TOLEDOLA CATEDRAL DE TOLEDO::::

Mª Pilar Casasnovas López

Historia del Arte, 3º B

Universidad de Valencia

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ÍNDICE:

1) Introducción………………………………………………. Pág.: 3.

2) Recorrido por la historia de la Catedral de Toledo desde sus precedentes hasta la actualidad, dentro de su contexto histórico, político, religioso y social……………………………………………………… Págs.: 3 - 5.

3) Los maestros de obra de la catedral de Toledo…………… Págs.: 6 - 8.

4) Las etapas constructivas y los problemas que surgieron durante la evolución arquitectónica de la catedral de Toledo……….. Págs.: 8 - 15.

5) La catedral de Toledo como BIC………………………… Pág.: 15.

6) La restauración del claustro catedralicio………………… Págs.: 15 - 16.

7) Fotografías / planos……………………………………… Págs.: 17 - 21.

8) Bibliografía………………………………………………. Pág: 22.

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1. INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo pretende hacer un recorrido analítico-descriptivo desde un punto de vista patrimonial de la catedral de Toledo, comenzando por un recorrido por la historia de la catedral desde sus precedentes hasta la actualidad, dentro de su contexto histórico, político, religioso y social. Posteriormente, hay una explicación de los trabajos realizados por los distintos maestros de obra de la catedral, y por último, el trabajo concluye con el desarrollo de las etapas constructivas y los problemas que surgieron durante la evolución arquitectónica de la catedral de Toledo.

Es importante comenzar diciendo que la catedral de Toledo es la actual sede de la Archidiócesis de la ciudad, pertenece al estilo arquitectónico gótico, y también es llamada Catedral de Santa María de Toledo o Catedral Primada de España.

Su construcción comenzó en el año 1226, bajo el reinado de Fernando III el Santo, aunque fueron las aportaciones góticas del siglo XV la que la clasificaron como obra arquitectónica gótica, construida con piedra blanca de Olihuelas (es decir, una piedra que provenía de Olías del Rey).

Por último, cabe destacar que, una de sus últimas reformas fue la desarrollada en época de los Reyes Católicos, que concretamente se trató de un cerramiento de las bóvedas de los pies de la nave central de la catedral.

2. Recorrido por la historia de la Catedral de Toledo desde sus precedentes hasta la actualidad, dentro de su contexto histórico, político, religioso y social.

Comenzaré este primer apartado del trabajo diciendo que, gracias a los asistentes al Concilio de Elvira (hacia el año 300) se sabe que el primer obispo de la iglesia toledana se llamó Melancio y que la ciudad pudo contar con una primera catedral a finales del siglo III. Desconocemos su hipotética ubicación y si pudo haber sido destruida a causa del Edicto de Diocleciano que, en la última Gran Persecución contra los cristianos en el año 303, ordenaba derruir sus templos y quemar los libros sagrados.

Más seguridad nos ofrecen las actas del I Concilio de Toledo, que confirman que la asamblea episcopal se celebró “in eclesia Toleto” refiriéndose por primera vez a una basílica paleocristiana de época romana, con un posible rango catedralicio.

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Desconocemos la estructura de la primitiva catedral visigoda, que podríamos imaginarla con sus arcos de herradura, ábside abovedado, con cubiertas de madera vistas en las naves y elementos reaprovechados de la colonización romana. El testimonio de una inscripción latina descubierta en el siglo XVI indica lo siguiente: “En el nombre del Señor fue consagrada la iglesia de Santa María en católico, el día primero de los idus de abril, en el año felizmente primero de nuestro gloriosísimo rey Flavio Recaredo. Era 625.” Esta fecha corresponde a nuestro 14 de abril del año 587, coincidiendo con la conversión al catolicismo del monarca en el III Concilio de Toledo.

Durante la década de 1980, Guido Conrad von Konradsheim realizó una prospección geofísica en el subsuelo de la catedral de Toledo, aflorando distintos rastros arqueológicos. Estos restos arqueológicos parecían corresponder a dos edificaciones anteriores: la primera de ellas, localizada en el ángulo noroeste, y se cree que pertenecería a la antigua iglesia visigoda de la Santa Cruz, llamada así por su planta cruciforme; mientras que la disposición de los restos de la segunda edificación, que insinúan que hubo un recinto rectangular de 61 m x 39 m con once naves orientadas al sur, por lo que esta segunda edificación coincidiría con la antigua aljama, la cual se iba derribando conforme avanzaban los trabajos de la nueva fábrica.

Se sabe que Alfonso VI, capituló la ciudad en el año 1085 sin resistencia, y que la mezquita mayor de Toledo se reutilizó como templo cristiano, consagrándose a Nuestra Señora de la Paz (1086). Durante el periodo que siguió a continuación, se realizaron una serie de reformas para adaptar a la catedral de Toledo a los nuevos usos litúrgicos, es decir, en la sala de oración se instaló el coro enfrentado al presbiterio, que se levantó en el muro oriental, y además se levantaron numerosas capillas dedicadas a distintas advocaciones.

Es importante, desde el punto de vista patrimonial, de la Catedral de Toledo, destacar que, durante el arzobispado de Martín López de Pisuerga (1192-1208), ante el estado de ruina de la mezquita reformada (que podía ocasionar una desgracia), se procedió a destruir una parte de la edificación, concretamente la que se podía observar como “oscura y poblada de columnas”. Aquí se observa claramente que se utilizó el pretexto de ruina del templo para originar la destrucción de parte del bien inmueble.

Aprovechado este contexto de que la mezquita mayor estaba en ruinas y que por aquel entonces la ciudad de Toledo era la sede primada de la península Ibérica, el arzobispo Jiménez de Rada no cesó en su empeño de erigir un templo descomunal de nueva planta que no tuviese comparación con los que se levantaban en aquella época.

En definitiva, una catedral de catedrales que reflejase con claridad la alianza entre el poder político, representado por Fernando III el Santo, y el poder religioso,

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ostentado por la jerarquía eclesiástica, la superioridad sobre las religiones musulmana y judía, y la unidad perdida de la Hispania Gótica, que tenía como “civitas regia” la ciudad de Toledo.

La simbiosis entre el arzobispo Jiménez de Rada y el rey Fernando III el Santo tuvo un papel esencial en el comienzo de los trabajos de la nueva fábrica.

Fernando III el Santo unificó definitivamente los reinos de Castilla y de León. Jugó un papel decisivo en la incorporación de la península Ibérica al sistema político y cultural de Occidente. En el campo de la espiritualidad facilitó el desarrollo de las nuevas órdenes mendicantes. El avance de la Reconquista, la colaboración con la Iglesia y el talante conciliador del monarca fueron tres factores decisivos para unir en una empresa común a los pueblos bajo su mandato. Su apoyo moral y económico fue decisivo para erigir las catedrales de Burgos, Toledo y León.

Volviendo a lo referente a la catedral de Toledo, cabe decir que, el 5 de enero de 1222 una bula pontificia del papa Honorio III, la cual autorizaba que la tercera de las partes de las rentas de la fábrica de todos los templos toledanos se destinasen a la financiación de la nueva catedral, ante la penuria económica de su cabildo para aportar los recursos necesarios para una obra tan grande.

Dos años más tarde, se confirmó esta misma decisión con un nuevo documento papal en el que se afirmaba que la catedral ya se había empezado a construir “desde sus más hondos cimientos”. Por lo que me lleva a comentar que un dato interesante sobre la cimentación de la catedral fue que los movimientos de tierra hubo que realizarlos sobre un subsuelo de granito, y nivelarlo al mismo tiempo que se encauzaban también las riadas procedentes de las aguas de lluvia.

Es considerable comentar que, en los Anales Toledanos se relata la ceremonia de la inauguración de la catedral de Toledo, datándola en agosto o septiembre del año 1226, (según la fuente elegida), y casi siempre se le hace referencia con las siguientes palabras: “En la era de 1264 (1226, según el calendario actual) el rey don Fernando y el arzobispo don Rodrigo pusieron la primera piedra para la fundación de la iglesia de Toledo”.

Finalmente, en 1231 se tienen las primeras noticias de que ya se habían levantado varias capillas de la girola de la catedral de Toledo, entre las cuales se encontraba la de Santa Inés, denominada en la actualidad de San Gil.

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3. Los maestros de obra de la catedral de Toledo:

En lo referente a los distintos maestros de obra, de la catedral de Toledo, cabe decir que, durante mucho tiempo las primeras noticias que se tuvieron de un maestro de obras, fueron las que hacían referencia a Pedro Pérez. Murió (quien el 10 de noviembre de 1329 de la era hispánica, es decir, en el año 1291).

Pero parecía poco probable que Pedro Pérez, debido a la fecha de su nacimiento, pudiese ser el autor de su primitivo proyecto en torno a 1222. Debido a las indagaciones del obispo de Ciudad Real, actualmente conocemos que, en la segunda mitad del siglo XX, salieron a la luz una serie de documentos que hacían mención a un maestro anterior llamado Martín.

Este maestro de obra llamado Martín, en realidad, estaría considerado como el primer maestro de la obra de Santa María de Toledo. Por lo tanto se puede decir que, al maestro Martín (un patronímico de origen francés) se le ha señalado como el posible autor del primitivo proyecto de la catedral, procedente de los territorios reales en torno a las catedrales de Bourges y Le Mans, dadas las conexiones de estos templos con el de Toledo. Por lo que tendría conocimientos sobre las técnicas arquitectónicas empleadas en la estas dos catedrales francesas.

Dentro de los maestros de la siguiente generación, Pedro Pérez pudo haber sido su sucesor del maestro Martín. Se sabe que este supuesto sucesor, procedía de la cantería del propio templo, donde se habría familiarizado con las enseñanzas del maestro anterior.

Sin embargo, cabe decir que, debido a la falta de información y de fuentes, todo lo referente a los maestros de obras de la catedral de Toledo forma un conjunto de hipótesis y una serie demasiados interrogantes.

Pero, sin embargo, se sabe con seguridad que, a partir del fallecimiento de Pedro Pérez (en el año 1291), la catedral de Toledo experimentó un nuevo replanteamiento de su estructura arquitectónica, en la que se hizo patente la influencia del rayonnant durante su fase manierista.

Cabe mencionar que, debido a las lagunas documentales, anteriormente señaladas, actualmente, se ignora si esta apertura, dentro de las últimas tendencias del estilo ojival, se debió a la presencia de un maestro procedente de fuera o fue el resultado de los propios talleres catedralicios.

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En los últimos decenios del siglo XIV, el maestro mayor Rodrigo Alfonso dirigió los trabajos del claustro bajo, promovidos por el arzobispo Pedro Tenorio (1377-1399), que fueron finalizados en las primeras décadas del siglo siguiente por sus sucesores.

El siguiente maestro del que se tienen noticias fue Alvar Martínez, un aparejador proveniente de las anteras de Olías del Rey, al que se debió el alzado de los primeros cuerpos de las torres y quizás la traza ochavada1 de la Capilla de Santiago.

Para finalizar con lo que respecta a los maestros de obras de la catedral de Toledo, cabe señalar que, durante el siglo XV, los tres últimos que conformaron este conjunto de maestros mayores fueron: Hanequín de Bruselas, Egas Cueman y Juan Guas. Los cuales, estuvieron auxiliados por un grupo de artistas procedentes, todos ellos, del norte europeo (principalmente de Borgoña, Flandes y el Imperio germánico), y gracias a la colaboración de los mismos, estos tres últimos maestros de obra lograron colocar a la catedral de Toledo en la vanguardia del arte flamígero en Europa.

Cabe señalar que, la lista de maestros de obra que intervinieron en la catedral de Toledo durante los siglos posteriores se fue ampliando bastante. Por ejemplo, podemos decir que, Enrique Egas intervino en la sala capitular y en la reforma del altar mayor, y que Alonso de Covarrubias (arquitecto que estuvo al servicio del rey Carlos V) erigió la doble portada de la Presentación, que da acceso al claustro (y en cuyo interior se combinan paneles de tracería gótica, con elementos clasicistas, como el tondo de coronación), además de los planos para la Capilla de los Reyes Nuevos, situada en la girola.

También es importante comentar que, la obra que realizaron Nicolás de Vergara “el Mozo” y Juan Bautista Monegro, como maestros de obra de la catedral de Toledo, la cual es representativa del clasicismo “a la antigua”, entre la arquitectura herreriana y el primer barroco.

Llegando a este punto, se puede observar que a los maestros foráneos, que introducen las distintas novedades europeas, les suceden los maestros de origen castizo, con su apego a las soluciones más tradicionales.

Por otro lado, cabe destacar que la catedral de Toledo, también, fue objeto de diversos proyectos arquitectónicos que no se llegaron a desarrollar, tales como: la monumental pronaos de estilo corintio que el arquitecto Ventura Rodríguez concibió, 1 Término Ochavada: adjetivo Dicho de una figura: De ocho ángulos iguales y ocho lados iguales cuatro a

cuatro y alternados.

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para la fachada principal de la catedral, en 1773, es decir, durante el arzobispado de Francisco Antonio de Lorenzana2.

Finalmente, y para concluir con este apartado del trabajo, que hace referencia a los maestros de obras de la catedral de Toledo, cabe remarcar que, aunque estemos ante una sucesión tan numerosa de maestros de obra, arquitectos, aparejadores, canteros, pedreros, etc., se aprecian algunos “vacíos”, que debido a la falta de información y fuentes deben reconstruirse mediante hipótesis, lo cual, a su vez, provoca que, actualmente, poseamos solamente una información segmentada sobre los mismos.

4. Las etapas constructivas de la evolución arquitectónica de la catedral de Toledo:

Lo principal a destacar, en este apartado del trabajo, es que la catedral de Toledo está construida en su totalidad con piedra blanca de Olihuelas, es decir, con piedra procedente de la localidad de Olías del Rey.

La primera etapa constructiva hace referencia a la solución adquirida para abovedar la doble girola de la catedral, cuyo comienzo tuvo lugar hacia el año 1222 y concluyó en el 1247.

Comenzaré diciendo que, la “cruzada” arquitectónica que emprendió Jiménez de Rada tenía como principal protagonista la magna construcción de la catedral de Toledo. Según éste la catedral no podría ser como los templos de Narbona, Tarragona ni Santiago de Compostela, sino que tenía que superarlas, es decir que, aparte de tener una planta de cruz latina, dotada de girola, crucero y tres naves debía de poseer cinco naves como la de Bourges, es decir, tenía que ser una catedral con el alzado de su cuerpo central reproduciéndose en los cuerpos colaterales.

Desde el punto de vista constructivo, el ideal de elevación propio del estilo ojival debía imponerse de forma contundente a las mezquitas y minaretes.

Además, frente a los materiales efímeros de las construcciones tradicionales de la ciudad de Toledo, propios de la construcción islámica, para el nuevo templo se dictaminó que se abrirían las mejores canterías.

2 Este arzobispo impidió que la catedral quedase “disfrazada” con un ropaje barroco a la vez que

clasicista, que habría distorsionado de una forma bastante clara la imagen medieval de la catedral.

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El magister operis, que trazó el plan inicial, proyectó una enorme planta de salón con cinco naves rodeadas de capillas auxiliares (de las cuales, eran más anchas las colaterales externas), transepto a ras de las mismas, doble deambulatorio en torno a la capilla mayor y torres en los últimos tramos de las naves colaterales externas, aprovechando su mayor tamaño.

En esta planta el magister operis supo combinar el sentido direccional de las catedrales de Sens, París y Bourges con la articulación mediante un gran crucero, como se puede observar en las catedrales de Laon, Chartres y Reims. En el espacio externo desplegó un escalonamiento de volúmenes, como se tiene constancia de que nunca se había hecho dentro del gótico clásico, abarcando el cuerpo de naves, el transepto y la girola.

Las naves colaterales externas, al ser más amplias que las naves interiores, ofrecían tres posibles ventajas: en primer lugar los arbotantes, al descender su vuelo, permitían disminuir el grosor de los contrafuertes, con la consiguiente inclusión de una corona de capillas auxiliares en torno al perímetro del templo; en segundo lugar, facilitaban las procesiones litúrgicas y la circulación de los fieles, finalmente evitarían la distorsión que se produce en la fachada de Bourges, donde la imagen exterior de sus portadas no se corresponde con las dimensiones de sus cinco naves, al no adaptarse correctamente sus últimos tramos al imponente alzado de las torres.

Concluyendo, se puede decir que en esta primera etapa constructiva se delimitó el recinto de la catedral y se planteó la doble girola, (la cual está abovedada mediante la alternancia de tramos rectangulares y triangulares contrarrestados por medio de arbotantes que se abren en forma de “V”), lo que permite incorporar hasta 15 capillas radiales. Se trataba de encontrar la respuesta adecuada para resolver tres problemas simultáneos: minimizar la masa de los contrafuertes para permitir una corona con el máximo número de capillas auxiliares (básicas para la financiación del templo), en segundo lugar, escalonar sus volúmenes en una sofisticada estructura de arbotantes, con capacidad de contrarrestar la gran altura de las naves (del proyecto primitivo de Jiménez de Rada), y en tercer lugar, mediante la duplicación progresiva de los pilares a partir del coro, generar un espacio desahogado y bello.

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Cabe destacar que, la estructura de la doble girola demuestra que su constructor tenía un profundo conocimiento de las soluciones desarrolladas en el centro de Francia, en torno a los dominios reales de la Île-de-France, como las que nos ofrecen los ábsides de las basílicas de Saint-Denis, Notre-Dame de París, Saint-Étienne de Bourges y especialmente el anillo exterior (es decir, los exteriores) de Le Mans.

Finalmente, cabe señalar que, lo que Jiménez de Rada pretendía era que la nueva catedral actuara como un edificio que cumpliera con una gran cantidad de funciones (culturales, jurídicas y económicas, etc.) tal y como si de un “Vaticano en tierras castellanas” se tratase.

La segunda etapa constructiva de la catedral de Toledo hace referencia al problema de los arbotantes y el replanteamiento de la altura del templo.

Los trabajos de la cabecera de la catedral de Toledo se iniciaron bajo el arzobispado de Sancho I de Castilla, hermanastro del monarca Alfonso X el Sabio, es decir, que se desarrollaron desde el año 1251 hasta el 126, para posteriormente ralentizarse dentro de un contexto más adversa en los siguientes 20 años, hasta la llegada al trono de Sancho IV (1284-1295), el gran protector de la catedral.

Dentro de este contexto simplemente conocemos la presencia de un maestro de obras llamado Petrus Petri, aunque esto no quiere decir que no hubiera otro maestro de obras tras la muerte de éste.

Aunque, cabe decir que, lo que corresponde a esta segunda etapa constructiva de la catedral pertenece concretamente a un maestro de segunda generación. Éste debió enfrentarse a tres problemas muy graves: en primer lugar, asegurar la estabilidad de un templo cuya altura considerable era desconocida (en aquella época), en segundo lugar, ante la muerte de sus promotores, los costes de una obra tan descomunal podían ser imposibles de asumir; y finalmente en tercer lugar, y quizás el motivo más importante, fue el desconocimiento de la ingeniería del sistema de arbotantes y botareles3, ya que el primer maestro insinuó su planimetría pero no realizó su alzado.

3 Témino Botarel: en términos arquitectónicos, es un contrafuerte / machón que sirve para fortalecer un

muro.

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La planta de la catedral de Toledo alcanza los 60 m de ancho mientras que, de longitud mide unos 120 m, pero ello es debido a que, a partir del costado oeste del transepto los tramos cuadrados de las naves se redujeron con posteridad, resultando ser así una planta más larga que ancha.

El deambulatorio exterior se concibió con una altura de 12 m. Los pilares se modularon mediante anillos, en correspondencia armónica con el resto de los cuerpos que se levantarían más tarde en la catedral. Se sabe que las alturas de la catedral de Toledo debían haber alcanzado unos 24 m, en la girola interior, y 48 m en el coro; con triforios desarrollados, y la base de los claristorios coincidiendo con el arranque de las bóvedas, si se hubiese seguido la proyección geométrica prevista.

La solución al problema de los arbotantes, y el replanteamiento de la altura del templo fue sencilla: para asegurar la estabilidad de la fábrica, se aumentó el grosor de los pilares, con la consiguiente pérdida por parte de los soportes de su esbeltez; la nave central y las naves colaterales interiores rebajaron su altura a 18 m y 32 m respectivamente, dilatándose su espacio interno, que cabe destacar, retrocedió en dinamismo; así mismo, los triforios y claristorios se comprimieron bajo un mismo arco de descarga, lo que explicaría, en el caso de los triforios, la posibilidad de reaprovechar las arquerías islámicas y en el caso de los claristorios, la presencia de rosetones, al no caber lancetas. Como consecuencia, cabe decir que, todo ello sumió en una cierta oscuridad a la doble girola, siendo esto un defecto que tuvo que solucionarse posteriormente.

Otra consecuencia de esta decisión, fue que los pilares que separaban ambos deambulatorios ataron a distintas alturas sus columnillas. Se cree que uno de estos cordones debía corresponderse con las bases del triforio, mientras que los capiteles superiores de los baquetones coincidirían con el arranque del claristorio, tal y como ocurre en los modelos de esta catedral, es decir, tal y como ocurre en la catedral de Bourges, Le Mans y Burgos (que sigue también los ejemplos de Bourges y Le Mans, como modelo). En su lugar, ábacos y capiteles interrumpen de una forma un poco inarmónica la tracería del triforio, justo en la mitad de su alzado.

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Se puede apreciar que, la pureza ojival de la girola exterior choca violentamente con los triforios mudéjares del deambulatorio interior, y por ello se precisa explicar que su presencia sería una consecuencia del replanteamiento del primitivo proyecto de la catedral. Además, se observa que, se cubren mediante una bóveda adintelada y reciben una tracería, procedente quizás de los spolia de la mezquita mayor, (que permanecían en funcionamiento mientras duraban los nuevos trabajos). También, se puede apreciar que, a modo de un “collage”, sus arquerías lobuladas (de origen islámico), descansan sobre columnillas pareadas de capiteles dorados, y que reciben en sus representaciones de cabezas de santos, en un intento de cristianizarlas.

El sistema de anillos, o cordones, que atan los pilares y sus baquetones a distintas altura, uniéndose a las líneas de cornisa, cumplen una triple función: convierten el interior del templo en un auténtico “poema” arquitectónico, al marcar el ritmo de los distintos componentes estructurales; y finalmente, desde un punto de vista decorativo, animan con sus líneas de luz y de sombra las superficies que recorren.

También cabe destacar que, se redujo la altura del presbiterio y es posible que se acortase su longitud, aplastándose las dimensiones del triforio, que recibió una arquería de raíz mudéjar (como en el anillo de la girola), con sus arcos cabalgando uno sobre otros.

Además, se tiene constancia a día de hoy, de que el cuerpo de luces y las bóvedas superiores permanecieron inacabados, y que debieron esperar hasta el siglo XV para su culminación, dentro ya del estilo flamígero, con su sistema de bóvedas estrelladas a base de terceletes. Entonces, fue cuando se pudo adelantar el transepto, con la consiguiente reducción del ábside, confirmando así de forma definitiva del futuro coro, que se situaría en la parte central del cuerpo de naves.

Para finalizar este apartado, me parece adecuado comentar que, en lo que respecta al volumen externo de la catedral de Toledo, habría que volver a mencionar al maestro Petrus Petri, ya que se puede observar que, los arbotantes rompieron su conexión con los botareles intermedios, su inclinación se moderó al tenerlos casi horizontalmente, (perdiendo en parte su razón de ser), y resultando incluso inadecuados con tanto espesor en sus muros y con distancias inadecuadas. Al descender los volúmenes centrales, que además se rodearon de distintas edificaciones anexas, el espacio exterior de la construcción prácticamente desaparece. Es importante resaltar que, al confiar la mayor

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parte de los contrarrestos al propio equilibrio de las naves, en el interior del templo se deforman las bóvedas de la nave mayor rebajando así sus ojivas.

Sin embargo, y a pesar de estas aparentes deficiencias, las nuevas fórmulas arquitectónicas empleadas en la catedral de Toledo tuvieron una enorme repercusión, al posibilitar la culminación de la fábrica, y a su vez, proporcionar una serie de ventajas, tales como: disminución de las alturas de la nave central y las dos naves colaterales interiores, (rompiendo la relación en cuanto a las naves externas), cosa que permitía prescindir de los costosos andamiajes (que hubieran hecho inviable la financiación de la obra constructiva de la catedral); además, al contrarrestarse entre sí los cuerpos escalonados, se ahorraban arbotantes y triforios, a la vez que el templo ganaba en estabilidad y tamaño, al favorecerse su expansión lateral. Por otra parte, la iluminación, al distribuirse en tres niveles, permitía la colocación de ventanales menos desarrollados, y el aumento de su número; ya que las vidrieras no se perdían en las grandes alturas, permitiendo a los fieles disfrutar de sus contenidos pedagógicos y de la belleza de sus imágenes.

Es importante resaltar que, el modelo de la cabecera de la catedral de Toledo tuvo una gran repercusión en las fábricas que se alzaron durante la etapa ojival “a la manera moderna”, que es como se denominó. Un ejemplo de ello son las catedrales de Cuenca (en su ampliación) y la de Alcalá de Henares (en el proyecto de su nueva planta).

Finalmente, en cuanto al rayonnant (manierista) en la catedral de Toledo diré que contextualmente hablando nos encontramos con que al finalizar el siglo XIII, y tras el fallecimiento de Petrus Petri en el año 1291, se puede decir que, ya se encontraban finalizadas algunas partes de la catedral, tales como: el deambulatorio interior, y el presbiterio hasta la altura del claristorio, protegido de forma provisional por una cubierta de madera, los costados orientales del transepto en su nivel inferior con los triforios y algunas capillas auxiliares de la nave lateral sur, como la actual Capilla de San Eugenio, que conserva todavía parte de la primitiva decoración, correspondiente a las campañas de la etapa clásica.

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En estas zonas, se observa que los grafismos, es decir, los capiteles (como por ejemplo, de hojas apuntadas) son diferentes de sus iguales representados en la girola exterior.

A lo largo del siglo XIV, ya bajo la influencia del rayonnant (concretamente en la fase manierista del mismo), se completó el hastial de los brazos y, a partir del crucero en sus crujías occidentales, se llevó a cabo la mayor parte del cuerpo de naves, abovedándose entonces las naves laterales, a excepción de la nave central.

Entre los cambios que se pueden observar en esta etapa constructiva, respecto al proyecto primitivo de la catedral, se encuentran los siguientes: los pilares continuaron con sus núcleos cilíndricos (como los correspondientes a la girola y el costado oriental del transepto), pero a partir del costado occidental cambió el perfil de sus basas, aumentando su diámetro hasta alcanzar los 3 m, e incrementó el número de baquetones (de 8 a 12, y a 16 en los dos del cuadrado del crucero). Se modificó de nuevo el sistema de anillos, tratando de conectarlos de una forma más adecuada con los triforios y el claristorio. Los tramos de las crujías redujeron su número ideal, de 12 a 9, y se hicieron más largos que anchos, acortándose la longitud del templo.

Es verdad que los pilares perdieron su esbeltez inicial, al multiplicar el número de columnillas y aumentar su diámetro, lo que provocó que hubiera una disminución del reaprovechamiento espacial, y una pérdida de la ligereza de la arquitectura en general. Pero, sin embargo, al ganar en volumen y corregir el ritmo de los anillos, se potenció el valor plástico de toda la catedral.

Cabe señalar que, también hubo un cambio en la articulación de la pared al intentar iluminar sus triforios y agrandar el claristorio por todo el paramento hasta los límites de los tramos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIII, se redujo su altura, y se optó por fundirlos mediante un desdoblamiento radiante, que implicaba una doble tracería ocupada por vidrieras en su cara externa. Esta solución se extendió a las caras del transepto suroeste y la nave lateral interior orientada al norte, pero se sabe que

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se interrumpió en el resto del cuerpo basilical al modificarse por la posible presencia de un nuevo maestro de obras.

Posteriormente, se cree que entre las últimas décadas del siglo XIV e inicios del XV, se decidió prescindir de uno de los dos bastidores, dentro de una apuesta constructiva más simplificada y económica. El deslizamiento de planos propio del rayonnant, con su característica movilidad, se sustituyó por un diseño mucho más aplanado y estático. En alguna zona del crucero se conservan actualmente los restos de la desaparecida tracería exterior, al trasladarse sus vidrieras a los huecos de la celosía interna. Se suprimieron definitivamente los triforios, cuyo recuerdo se sabe que permaneció en una arquería de lancetas transparentes que se fundió con los ventanales superiores.

Finalmente, y para concluir este tercer apartado, el cual trata sobre la evolución constructiva de la catedral de Toledo, cabe decir que, el diseño de las tracerías responde al periodo manierista del estilo ojival, con dos modelos diferentes: por un lado, la lanceta central se eleva sobre las que la flanquean, albergando en su tímpano una pequeña roseta, por otro lado, en las más tardías, se puede observar que las lancetas abrazan un rosetón, siendo de menor tamaño las centrales que las de los extremos.

5. La catedral de Toledo como BIC:

Se tiene constancia de que el día 14 mayo de 1909, la catedral de Toledo fue declarada BIC, es decir, Bien de Interés Cultural, concretamente de tipo inmueble.

6. La restauración del claustro catedralicio:

Lo principal a señalar es que, el claustro catedralicio es de estilo gótico, está datado en el siglo XIII-XV (es decir, la Baja Edad Media), y se ubica en el costado norte de la catedral, es decir, supuestamente sobre el patio de la antigua mezquita del siglo VIII.

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En cuanto a su construcción, cabe decir que, fue una iniciativa del arzobispo don Pedro Tenorio, y que fue llevada a cabo por dos maestros de obras: el maestro Rodrigo Alfonso (desde su inicio en 1389) y Alvar Martínez (concluyéndolo en 1425).

Se tiene constancia de que, la primera de sus modificaciones constructivas la sufrió durante el mandato del cardenal Cisneros, quien le añadió una segunda altura, lo adinteló y lo destinó a poseer viviendas para clérigos y peregrinos.

Su estructura arquitectónica posee cuatro crujías con bóvedas cuatripartitas, que dan a la primera altura del claustro (concretamente, a la capilla de San Blas), es decir, al ángulo Nord-este de la catedral.

Un dato importante a conocer es que, la “puerta de Santa Catalina” y “la puerta de la Presentación” son las que permiten el acceso desde la catedral al claustro y viceversa.

Pasando a exponer el proceso de restauración del claustro, cabe decir que, en el año 2003, la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Cultura encargó el proyecto a la Universidad Politécnica de Madrid. Pero, sin embargo, hay que señalar que, no fue hasta el año 2010 cuando se llevó a cabo.

Finalmente, es esencial destacar que gracias a esta restauración se realizó una regeneración general de todas las cubiertas y de las instalaciones destinadas a la conservación de los archivos de la catedral (es decir, el Archivo y la Biblioteca Capitular de la catedral); junto con el tratamiento de los paramentos (tanto fachadas, bóvedas, como pavimentos); el acondicionamiento del jardín claustral, y la restauración de algunas pinturas murales (cuya autoría se atribuye a Bayeu), etc.

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FOTOGRAFÍAS / PLANOS:

Planta de la Catedral de Toledo

Vista aérea de la Catedral de Toledo

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RESTAURACIÓN DEL CLAUSTRO:

Aspecto en simulación de las cubiertas de la zona norte, realizadas en pizarra.

- Fotografía de la izquierda: antepecho restaurado con los cuatrilobulos recuperados.

- Fotografía de la derecha: simulación de los cuatrilobulos realizada en esgrafiado según la muestra preparada.

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Aspecto de la bóveda de la tribuna y del arranque de la bóveda de cerramiento deteriorado.

Visión de la segunda altura del claustro tras la restauración del mismo.

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Visión de la parte del claustro que rodea al patio tras su restauración.

Trabajos para la restauración de la pintura mural del claustro.

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Altar mayor de la Catedral de Toledo

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BIBLIOGRAFÍA:

• FERNÁNDEZ COLLADO, Ángeles. La Catedral de Toledo en el siglo XVI. Vida, arte y personas. Diputación provincial de Toledo, 1999.

• GARCÍA LUJÁN, José Antonio. Privilegios Reales de la Catedral de Toledo (1086-1462), formación del patrimonio de la S.I.C.P a través de las donaciones reales. Vol. I. Estudio. 1982.

• GUDIOL RICART, J. La catedral de Toledo. Los monumentos cardinales de España. Editorial Plus. Ultra, Madrid, 1984

• GONZÁLEZ ROMERO, José Fernando. Catedral de Toledo. La Dives Toledana y la batalla de las catedrales gigantes en el gótico clásico. Piedras Angulares, 2014.

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