La Celestina

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La Celestina Teoría -Actividades Teoría: El teatro El origen del teatro en España gira en torno a dos fiestas religiosas: Navidad y Pascua de Resurrección. Al final de las ceremonias religiosas solían representarse junto al altar algunas escenas de la vida de Jesús. Poco a poco van introduciéndose en estas escenas elementos profanos ajenos a la religión, convirtiéndose en verdaderas representaciones teatrales, pasando a ser representadas en los atrios de las iglesias. Finalmente los elementos profanos superan a los religiosos y el teatro se convierte en un espectáculo para el pueblo, representándose ya en las plazas públicas. La Celestina La obra Se llama también Tragicomedia de Calisto y Melibea y es una obra dialogada en prosa que no se puede representar en el teatro debido a su gran extensión y a su estructura. La primera edición (Burgos, 1499) tenía 16 actos; la de Sevilla (1502) 21 actos; en la edición de Toledo de 1562 se le añadió un acto más. El autor Durante mucho tiempo se dudó acerca de la autoría de la obra. Se da como seguro que fue Fernando de Rojas, que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), probablemente en 1476. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca y llegó a a ser Alcalde Mayor de Talavera (Toledo), donde murió en el año 1541. Según cuenta él mismo en el prólogo, leyó el primer acto de la obra que circulaba entre los estudiantes de la universidad sin saber quién lo había escrito. Le gustó y se dedicó a continuar la obra con el resto se los actos, acabando en 15 días, durante sus vacaciones.

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La Celestina

Teoría-Actividades

Teoría:

El teatro

El origen del teatro en España gira en torno a dos fiestas religiosas: Navidad y Pascua de Resurrección. Al final de las ceremonias religiosas solían representarse junto al altar algunas escenas de la vida de Jesús. Poco a poco van introduciéndose en estas escenas elementos profanos ajenos a la religión, convirtiéndose en verdaderas representaciones teatrales, pasando a ser representadas en los atrios de las iglesias. Finalmente los elementos profanos superan a los religiosos y el teatro se convierte en un espectáculo para el pueblo, representándose ya en las plazas públicas.

La Celestina

La obra

Se llama también Tragicomedia de Calisto y Melibea y es una obra dialogada en prosa que no se puede representar en el teatro debido a su gran extensión y a su estructura.

La primera edición (Burgos, 1499) tenía 16 actos; la de Sevilla (1502) 21 actos; en la edición de Toledo de 1562 se le añadió un acto más.

El autor

Durante mucho tiempo se dudó acerca de la autoría de la obra. Se da como seguro que fue Fernando de Rojas, que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), probablemente en 1476. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca y llegó a a ser Alcalde Mayor de Talavera (Toledo), donde murió en el año 1541.

Según cuenta él mismo en el prólogo, leyó el primer acto de la obra que circulaba entre los estudiantes de la universidad sin saber quién lo había escrito. Le gustó y se dedicó a continuar la obra con el resto se los actos, acabando en 15 días, durante sus vacaciones.

Hay críticos literarios que consideran la imposibilidad de que Fernando de Rojas se identificara tan perfectamente con el autor del primer acto; y que fue él quien escribió toda la obra. Hoy se acepta que en la creación de la obra intervinieron dos autores.

El argumento

En La Celestina se muestran los trágicos amores de Calisto y Melibea y las malas artes que emplea la alcahueta Celestina para que se enamoren.

Calisto, un mozo inteligente y de clase alta, ha conocido en una huerta, algo alejada de la cuidad, a la bellísima Melibea, y se ha enamorado de ella. Vuelve a encontrársela en la ciudad, cerca de la iglesia, y le

comunica sus sentimientos; ella lo despide irritada. Vuelve Calisto a su casa y confiesa su amor y su pesar a su criado Sempronio. Éste le propone que utilice a la vieja Celestina como intermediaria, para que suavice la aspereza de Melibea. Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto. Sempronio y Pármeno, criados de Calisto, de acuerdo con Celestina, desean explotar la pasión de su amo, que había ofrecido a la vieja una cadena de oro si lograba sus propósitos. Los criados reclaman su parte a la vieja, que se niega; la matan y huyen. Pero son apresados y muertos por la justicia.Calisto suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda; estando en él, se produce en la calle una pelea. El joven, pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y al bajar por la escalera cae al vacío. Calisto muere, y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo alto.La obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea.

Los personajes

Dos mundos se contraponen en la obra: el ideal o renacentista, de los jóvenes enamorados que sólo viven para su pasión; y el real o medieval de la Celestina y los criados, ruines explotadores de aquel amor.

El personaje mejor trazado en la obra es de Celestina, la vieja astuta, encarnación del mal, que con tentadoras palabras quebranta la virtud de Melibea.

Uno de los aspectos más destacables de la obra es la magnífica caracterización de los personajes a través del lenguaje que emplean: los personajes nobles, como Calisto y Melibea, se expresan con delicadeza y elocuencia, mientras que los personajes populares, como Celestina y los criados, emplean un lenguaje más espontáneo y popular, lleno de refranes y frases hechas.

La intención

A pesar de la la obra es bastante cruda, tanto por las pasiones como por el lenguaje utilizado, la intención es didáctica. Intenta prevenir a las muchachas de la época contra las trampas de las alcahuetas que trataban de minar su recato; y advertir a los jóvenes de todos los tiempos contra las locuras del amor, contra la tentación de sentir el amor como lo único y los más importante; como algo que si no se domina conduce a la destrucción y a la muerte.

Textos

Fragmentos de LA CELESTINA (Fernando de Rojas)

Calisto encuentra a Melibea

Conviene observar el lenguaje artificioso, retórico,y, a la vez, vivo con que se expresan los personajes. Utilizan rimas, finales semejantes en las frases (similicadencia), oraciones de estructura semejante (paralelismo), contrastes...Melibea parece aceptar a Calisto, pero acaba despidiéndolo con violencia.

CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.

MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?

CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mi inmérito tanta merced que verte alcanzase, y, en tan conveniente lugar, que mi secreto

dolor manifestarte pudiese. Por cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina, no gozan más que yo ahora contemplándote.

MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes éste, Calisto?

CALISTO.- Téngolo por tanto, en verdad, que si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad.

MELIBEA.- Pues aún más igual galardón te daré yo, si perseveras.

CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído!

MELIBEA.- Mas desventuradas de que me acabes de oír. Porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras ha sido como de ingenio de tal hombre como tú. ¡Vete, vete de ahí, torpe!

Celestina capta la voluntad de Melibea

Celestina comienza hablándole de los males de la vejez, con el fin de convencerla de que debe amar mientras sea joven. La perversa vieja es hábil en el arte de minar las voluntades ajenas. Cuando comienza a hablarle de Calisto, Melibea se irrita; Celestina la aplaca diciéndole que el joven sólo quiere que rece por él y el cordón de su vestido. La muchacha le permite seguir hablando, y ella continúa con su malvada persuasión. Este fragmento es una obra maestra.

CELESTINA.- A la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de lo porvenir, vecina de la muerte, choza sin rama que se llueve por cada parte, cayado de mimbre que con poca carga se doblega.

MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal de lo que todo el mundo, con tanta eficacia, gozar o ver desea?

CELESTINA.- Desean harto mal para sí, desean harto trabajo. Desean llegar allá porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo envejecen. Así, que el niño desea ser mozo, y el mozo viejo, y el viejo más, aunque con dolor. Todo por vivir, porque, como dicen, "viva la gallina con su pepita". Pero ¿quién te podría contar, señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, aquel espacioso comer? Pues ¡ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos cuando sobra la gana y falta la provisión, que jamás sentí peor ahíto que de hambre.En Dios y en mi alma [Calisto] no tiene hiel; gracias dos mil; en franqueza, Alexandre; en esfuerzo, Héctor; gesto de un rey, gracioso, alegre, jamás reina en él tristeza. De noble sangre, como sabes. Gran justador; pues verlo armado: un San Jorge. fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La presencia y facciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Ahora, señora, tiénele derribado una sola muela que jamás cesa de quejar.

MELIBEA.- ¿Y qué tiempo ha?

CELESTINA.- Podrá ser, señora, de veintitrés años; que aquí está Celestina que lo vio nacer.

MELIBEA.- Ni te pregunto eso, ni tengo necesidad de saber su edad; sino qué tanto ha que tiene el mal.

CELESTINA.- Señora, ocho días. Que parece que ha un año en su flaqueza.

MELIBEA.- ¡Oh, cuánto me pesa con la falta de mi paciencia! Porque siendo él ignorante y tú inocente, habéis padecido las alteraciones de mi airada lengua. En pago de tu sufrimiento, quiero cumplir tu demanda y darte luego mi cordón. Y porque para escribir la oración no habrá tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare, ven mañana por ella muy secretamente.

Calisto interroga a Celestina

Se trata de la escena en que Calisto interroga a Celestina sobre los resultados de su primera entrevista con Melibea. Junto con Calisto y la vieja alcahueta, intervienen en la escena Sempronio y Pármeno, criados del joven enamorado.Las partes más importantes del diálogo corresponden a los largos parlamentos de la vieja. Con palabras llenas de astucia, Celestina se las ingenia para poner de relieve la habilidad con la que ha conseguido vencer la resistencia de Melibea. Todo lo que dice va encaminado a ganar la confianza de Calisto con el fin de que éste pague largamente sus servicios. La astucia y la avaricia son los rasgos más sobresalientes del carácter de la vieja alcahueta.

CALISTO.- Si no quieres, reina y señora mía, que desespere y vaya mi ánima condenada a perpetua pena oyendo esas cosas, certifícame brevemente si no hubo buen fin tu demanda gloriosa, y la cruda y rigurosa muestra de aquel gesto angélico y matador. Pues todo eso es más señal de odio que de amor.

CELESTINA.- La mayor gloria que el secreto oficio de la abeja se da, a la cual los discretos deben imitar, es que todas las cosas por ella tocadas convierte en mejor de lo que son. De esta manera me he habido con las zahareñas razones y esquivas de Melibea. Todo su rigor traigo convertido en miel, su ira en mansedumbre, su aceleramiento en sosiego. Pues ¿a qué piensas que iba allá la vieja Celestina, a quien tú, demás de tu merecimiento, magníficamente galardonaste, sino a ablandar su saña, a sufrir su accidente, a ser escudo de tu ausencia, a recibir en mi manto los golpes, los desvíos, los menosprecios, desdenes, que muestran aquéllas en los principios de sus requerimientos de amor, para que sea después en más tenida su dádiva? Que a quien más quieren, peor hablan. Y si así no fuese, ninguna diferencia habría entre las públicas que aman, a las escondidas doncellas, si todas dijesen sí a la entrada de su primer requerimiento, en viendo que de alguno eran amadas. Las cuales, aunque están abrasadas y encendidas de vivos fuegos de amor, por su honestidad muestran un frío exterior, un sosegado rostro, un apacible desvío, un constante ánimo y casto propósito, unas palabras agrias, que la propia lengua se maravilla del gran sufrimiento suyo, que le hacen forzosamente confesar al contrario de lo que siente. así que, para que tú descanses y tengas reposo, mientras te contare por extenso el proceso de mi habla y la causa que tuve para entrar, sabe que el fin de su razón fue muy bueno.

CALISTO.- Ahora, señora, que me has dado seguro para que ose esperar todos los rigores de la respuesta, di cuanto mandares y como quisieres, que yo estaré atento. Ya

me reposa el corazón, ya descansa mi pensamiento, ya reciben las venas y recobran su perdida sangre, ya he perdido temor, ya tengo alegría. Subamos, si mandas, arriba. En mi cámara me dirás por extenso lo que aquí he sabido en suma.

CELESTINA.- Subamos, señor.

PÁRMENO.- (¡Oh, Santa María! ¡Qué rodeos busca este loco para huir de nosotros, para poder llorar a su placer con Celestina de gozo, y por descubrirle mil deseos de su liviano y desvariado apetito, por preguntar y responder seis veces cada cosa, sin que esté presente quien le pueda decir que es prolijo! Pues te aseguro yo, desatinado, que tras ti vamos.)

CALISTO.- Mira, señora, qué hablar trae Pármeno; cómo se viene santiguando de oír lo que has hecho de tu gran diligencia. Espantado está, por mi fe, señora Celestina. Otra vez se santigua. Sube, sube, sube, y siéntate, señora, que de rodillas quiero escuchar tu suave respuesta. Y dime luego: la causa de tu entrada, ¿qué fue?

CELESTINA.- Vender un poco de hilado, con que tengo cazadas más de treinta de su estado, si a Dios ha placido, en este mundo, y algunas mayores.

CALISTO.- Eso será de cuerpo, madre; pero no de gentileza, no de estado, no de gracia y discreción, no de linaje, no de presunción con merecimiento, no en virtud, no en habla.

PÁRMENO.- (Ya discurre eslabones el perdido, ya se desconciertan sus badajadas. Nunca da menos de doce, siempre está hecho reloj de mediodía. Cuenta, cuenta, Sempronio, que estás embobado oyéndole a él locuras y a ella mentiras.)

SEMPRONIO.- (¡Oh maldicente venenoso! ¿Por qué cierras las orejas a lo que todos los del mundo las aguzan, hecho serpiente que huye la voz del encantador? Que sólo por ser de amores estas razones, aunque mentiras, las habís de escuchar con gana.)

CELESTINA.- Oye, señor Calisto, y verás tu dicha y mi solicitud qué obraron. Que, en comenzando yo a vender y poner en precio mi hilado, fue su madre de Melibea llamada para que fuese a visitar una hermana suya enferma. Y como le fue necesario ausentarse, dejó en su lugar a Melibea para...

CALISTO.- ¡Oh gozo sin par, oh singular oportunidad, oh oportuno tiempo! ¡Oh quién estuviera allí debajo de tu manto, escuchando qué hablaría sola aquella en quien Dios tan extremadas gracias puso!

CELESTINA.- ¿Debajo de mi manto dices? ¡Ay mezquina! Que fueras visto por treinta agujeros que tiene, si Dios no le mejora.

PÁRMENO.- (Sálgome fuera, Sempronio. Ya no digo nada, escúchatelo todo. Si este perdido de mi amo no midiese con el pensamiento cuántos pasos hay de aquí a casa de Melibea, y contemplase en su gesto, y considerase cómo estaría concertado el hilado, todo el sentido puesto y ocupado en ella, él vería que mis consejos le eran más saludables que estos engaños de Celestina.)

CALISTO.- ¡Qué es esto, mozos? Estoy yo escuchando atento, que me va la vida; vosotros susurráis, como soléis, por hacerme mala obra y enojo. Por mi amor, que

calléis; moriréis de placer con esta señora, según su buena diligencia. Di, señora: ¿qué hiciste cuando te viste sola?

CELESTINA.- Recibí, señor, tanta alteración de placer, que cualquiera que me viera me lo conociera en el rostro.

CALISTO.- Ahora la recibo yo; cuanto más quien ante sí contemplaba tal imagen. ¿Enmudecerías con la novedad inesperada?

CELESTINA.- Antes me dio más osadía a hablar lo que quise verme sola con ella. Abrí mis entrañas, díjele mi embajada: cómo penabas tanto por una palabra de su boca salida en favor tuyo para sanar un tan gran dolor. Y como ella estuviese suspensa mirándome, espantada del nuevo mensaje, escuchando hasta ver quién podía ser el que así por necesidad de su palabra penaba, o a quien pudiese sanar su lengua, en nombrando tu nombre atajó mis palabras y se dio en la frente una gran palmada, como quien cosa de gran espanto hubiese oído, diciendo que cesase mi habla y me quitase delante, si no quería hacer a sus servidores verdugos de mi postrimería, agravando mi osadía, llamándome hechicera, alcahueta, vieja falsa, barbuda, malhechora y otros muchos ignominiosos nombres, con cuyos títulos asombran a los niños de cuna. Y detrás de esto mil amortecimientos y desmayos, mil milagros y espantos, turbado el sentido, bulliendo fuertemente los miembros todos a una parte y a otra, herida de aquella dorada flecha, que del sonido de tu nombre le tocó, retorciendo el cuerpo, las manos enlazadas, como quien se despereza, que parecía que las despedazaba, mirando con los ojos a todas partes, coceando con los pies el suelo duro. Y yo, a todo esto, arrinconada, encogida, callando, muy gozosa con su ferocidad. Mientras más basqueaba, más yo me alegraba, porque más cerca estaba el rendirse y su caída. Pero entretanto me gastaba aquel espumajoso almacén su ira, yo no dejaba mis pensamientos estar vagos ni ociosos, de manera que tuve tiempo para salvar lo dicho.

CALISTO.- Eso me di, señora madre. Que yo he revuelto en mi juicio mientras te escucho, y no he hallado disculpa que buena fuese ni convincente, con que lo dicho se cubriese ni colorase, sin quedar terrible sospecha de tu demanda. Porque conozca tu mucho saber, que en todo me pareces más que mujer: que como tu respuesta tú pronosticaste, proveíste con tiempo tu réplica. ¿Qué más hacía aquella tusca Adeleta, cuya fama siendo tú viva se perdiera? La cual tres días antes de su fin pronosticó la muerte de su viejo marido y de los dos hijos que tenía. Ya creo lo que se dice: que el género flaco de las hembras es más apto para las prestas cautelas que el de los varones.

CELESTINA.- ¿Qué, señor? Dije que tu pena era el mal de muelas, y que la palabra que de ella querría era una oración que ella sabía, muy devota para ellas.

CALISTO.- ¡Oh maravillosa astucia! ¡Oh singular mujer en su oficio! ¡Oh cautelosa hembra! Oh medicina presta! ¡Oh discreta en mensajes! ¿Cuál humano seso bastara a pensar tan alta manera de remedio?

Muerte de Calisto

En la primera escena, Melibea se encuentra en el jardín de su casa acompañada por su criada Lucrecia. Mientras espera la visita de Calisto, la joven enamorada canta canciones de amor. Aparece Calisto que elogia el canto de su amada y a continuación se establece entre ellos un bello diálogo amoroso. Abajo se oye la voz de Sosia, criado de Calisto, que riñe con unos rufianes. Al acudir en su ayuda, Calisto cae desde lo alto de la escalera que le ha servido para franquear la tapia del jardín. La escena final está

constituida por las lamentaciones de Tristán, otro de los criados de Calisto, y de la desgraciada Melibea.Conviene observar el tipo de lenguaje utilizado por unos y por otros. Los enamorados se expresan en una lengua culta, elevada, como corresponde a su condición de personas de clase social alta. Los criados se expresan de acuerdo con un nivel de lengua popular, que se corresponde con la lengua hablada en la época.

MELIBEA.- Óyeme tú, por mi vida, que yo quiero cantar sola.Papagayos, ruiseñores,que cantáis al alboradallevad nueva a mis amorescómo espero aquí asentada.La media noche es pasada,y no viene;sabed si hay otra amadaque lo detiene.

CALISTO.- Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto; no puede más sufrir tu penado esperar. ¡Oh mi señora y mi bien todo! ¿Cuál mujer podía haber nacida que desprivase tu gran merecimiento? ¡Oh interrumpida melodía! ¡Oh gozoso rato! ¡Oh corazón mío! ¿Y cómo no pudiste más tiempo sufrir sin interrumpir tu gozo y cumplir el deseo de entrambos?

MELIBEA.- ¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿Es mi señor y mi alma? ¿Es él? No lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Hacía rato que escuchabas? ¿Por qué me dejabas echar palabras sin seso al aire, con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida. Mira la luna, cuán clara se nos muestra; mira las nubes, cómo huyen; oye la corriente agua de esta fontecica, cuánto más suave murmullo y húmedo lleva por entre las frescas hierbas. Escucha los altos cipreses, cómo se dan paz unos ramos con otros, por intercesión de un templadico viento que los mece. Mira sus quietas sombras cuán oscuras están, y aparejadas para encubrir nuestro deleite. Lucrecia, ¿qué sientes, amiga? ¿Tornaste loca de placer? Déjamelo, no me lo despedaces, no le trabajes sus miembros con tus pesados brazos. Déjame gozar de lo que es mío, no me ocupes mi placer.

CALISTO.- Pues, señora y gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga.

SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a aterrorizar a los que no os temen? Pues yo os juro que si esperáis, que yo os hiciera ir como merecíais.

CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a verlo, no lo maten; que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.

MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar.

CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen coraza y capacete y cobardía.

SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperad; quizá venís por lana.

CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está la escala.

MELIBEA.- ¡Oh, desdichada soy! ¡Y cómo vas, tan recio y con tanta prisa y

desarmado, a meterte entre quien no conoces! Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido. Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.

TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes. Idos son; que no eran sino Traso el cojo y otros bellacos, que pasaban voceando. Que ya se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos a la escala.

CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!

TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído de la escala, y no habla ni se bulle.

SOSIA.- ¡Señor, señor, ¡A esa otra puerta...! ¡Tan muerto es como mi abuela! ¡Oh gran desventura!

LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste!

MELIBEA.- ¿Qué es esto que oigo, amarga de mí?

TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día aciago! ¡Oh arrebatado fin!

MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo! ¡Mi alegría es perdida! ¡Consumióse mi gloria!

LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura?

TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto de la escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga, que no espere más su penado amador. Toma, tú, Sosia, de los pies. Llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos desconsuelo, vístanos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga.

MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor!

LUCRECIA.- Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. ¡Ahora en placer, ahora en tristeza! ¿Qué planeta hubo que tan presto contrarió su destino? ¡Qué poco corazón es éste! Levanta, por Dios, no seas hallada por tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. Señora, señora, ¿no me oyes? No te desmayes, por Dios. Ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer.

MELIBEA.- ¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares? ¡Rezando llevan con responso mi bien todo, muerta llevan mi alegría! No es tiempo de yo vivir. ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! Jamás conocéis vuestros bienes sino cuando de ellos carecéis.

Tabla de contenidos

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1 Introducción 2 Ediciones

o 2.1 En dieciséis actos o 2.2 En ventiún actos

3 La autoría o 3.1 Fernando de Rojas o 3.2 El antiguo auctor

4 El género literario 5 Intencionalidad 6 Argumento y estructura

o 6.1 Síntesis argumental o 6.2 Estructura

7 Las concepciones del amor o 7.1 La parodia del amor cortés o 7.2 El amor como locura o 7.3 El amor como sexualidad o 7.4 El amor como enfermedad

8 Los personajes principales o 8.1 La vieja Celestina o 8.2 Calisto o 8.3 Melibea o 8.4 Los criados o 8.5 Los padres

9 Enlaces externos

[editar] Introducción

La Celestina nace en el entorno universitario de Salamanca, como afirma Fernando de Rojas:

Yo vi en Salamanca la obra presente.

La Universidad salmantina destacaba en la postrimerías del siglo XV por sus estudios en derecho civil y canónico, así como en teología y en artes liberales.

Este momento es un periodo capital, pues se asiste

1. al cambio de la enseñanza tradicional (se incorpora las nuevas corrientes del Humanismo italiano y del Nominalismo procedente de la Universidad de París);

2. a la renovación de los estudios de la lengua latina iniciados por Antonio de Nebrija. 3. al nacimiento de la imprenta, cuya capacidad para difundir textos modificó

sustancialmente el modo de educación anterior, eminentemente memorística: a partir de entonces los estudiantes y profesores pueden poseer los libros que se estudian en las Universidades y tienen acceso a textos publicados en los lugares más remotos de Europa;

En este ambiente cultural, donde los estudios de las obras clásicas terencianas y la comedia humanística latina formaban parte del bachillerato en artes, se educó Fernando de Rojas, y por tanto, es en el que se encuadra La Celestina.

[editar] Ediciones

Existen dos versiones principales de la obra, la conocida como Comedia, que cuenta con dieciséis actos, y la Tragicomedia, compuesta de veintiuno.

[editar] En dieciséis actos

La primera edición que ha llegado hasta nosotros fue impresa en Burgos en 1499. Se trata de un texto falto de la primera hoja,comienza directamente con el argumento del Acto I y carece de

1. título, aunque todo apunta a que llevara el de Comedia de Calisto y Melibea, 2. "incipit" y 3. argumento general.

En 1500 encontramos una nueva edición, impresa en Toledo que añade

1. la "Carta del autor a un su amigo", 2. las octavas acrósticas y, al final, otras seis de Alonso de Proaza, que había actuado como

corrector de imprenta, en las que afirma que en los versos acrósticos se desvela el nombre del autor.

En 1501 se publica en Sevilla otra nueva edición.

Tanto ésta como la anterior, llevan el título de Comedia de Calisto y Melibea.

[editar] En ventiún actos

En 1502 aparecen seis ediciones (una impresa en Salamanca, otra en Toledo y cuatro en Sevilla) que presentan importantes cambios textuales. Los más destacados son:

1. El título es ahora Tragicomedia de Calisto y Melibea

2. Poseen veintiún actos. Los cinco nuevos, que se añadieron tras el XIV de la antigua Comedia, se deben, según confiesa el propio Rojas, a la petición de algunos lectores.

3. Se hacen varias adiciones extensas y algunas breves supresiones. 4. Contienen un "explicit" en el que se declara la orientación didáctica de la obra.

[editar] La autoría

[editar] Fernando de Rojas

A partir de la edición toledana de 1500, siempre aparecerán las octavas acrósticas iniciales del Autor, escusándose de su yerro, en las que se señala como tal a Fernando de Rojas:

El bachjller Fernando de Roias acabó la comedja de Calysto y Melybea, e fve nascjdo en la Puebla de Montalván.

Sobre su vida poco conocemos:

1. Podemos conjeturar que nació en torno a 1470. 2. Debió estudiar en Salamanca a fines del siglo XV, donde obtuvo el grado de bachiller. 3. Se piensa que posteriormente volvió a la Puebla de Montalbán y allí residió hasta 1508

aproximadamente, pues en dicho año tomó posesión de la alcaldía de Talavera de la Reina. Ocupó el cargo de alcalde (cuya función era dictar sentencia en los pleitos civiles) y también de letrado, oficio que ejerció hasta al menos 1538.

4. En Talavera de la Reina se casó con Leonor Álvarez, con la que tuvo varios hijos. 5. Murió en Talavera de la Reina en 1541, según se desprende de su testamento. 6. Aunque se ha pensado que pudo ser un judío converso, los estudios más recientes, así

como el que la obra de Rojas jamás tuvo problemas con la Inquisición ni con la Iglesia en el siglo XVI, ha hecho reconsiderar dicha filiación.

[editar] El antiguo auctor

En la epístola introductoria del “Autor a un su amigo”, Rojas confirma que continúa un texto por él hallado:

E como mirasse su primor, sotil artificio, su fuerte e claro metal, su modo e manera de lauor, su estilo elegante, jamás en nuestra castellana lengua visto ni oydo, leylo tres o quatro vezes. E tantas quantas más lo leya, tanta más necessidad me ponía de releerlo, e tanto más me agradaua, y en su processo nueuas sentencias sentía. Vi, no sólo ser dulce en su principal hystoria, o fición toda junta; pero avn de algunas sus particularidades salían deleytables fontezicas de filosofía, de otros agradables donayres, de otros auisos e consejos contra lisonjeros e malos siruientes, e falsas mugeres hechiceras. Vi que no tenía su firma del auctor, el qual, según algunos dizen, fue Juan de Mena, e según otros, Rodrigo Cota; pero quien quier que fuesse, es digno de recordable memoria por la sotil inuención, por la gran copia de sentencias entrexeridas, que so color de donayres tiene. ¡Gran filósofo era! E pues él con temor de detractores e nocibles lenguas, más aparejadas a reprehender que a saber inuentar, quiso celar e encubrir su nombre, no me culpeys, si en el fin baxo que lo

pongo, no espressare el mío. (...) E porque conozcays dónde comiençan mis maldoladas razones, acordé que todo lo del antiguo auctor fuesse sin diuisión en vn aucto o cena incluso, hasta el segundo aucto, donde dize: «Hermanos míos, etc.». Uale.

Muchas han sido las opiniones sobre si esto es realmente cierto o si se trata de un tópico literario.

Gran parte de los estudiosos, viendo los significativos cambios de estilo, lengua, construcciones verbales, fuentes, e incluso actitudes, se han inclinado por aceptar la veracidad de la doble autoría, eso sí, sin poder asignar el primer Acto a un nombre concreto.

[editar] El género literario

En el s.XVI el género de La Celestina no suscitó ninguna duda y fue considerada unánimemente una obra dramática. La única causa de discusión fue su denominación de "comedia" en las primeras impresiones, lo cual era inadmisible en aquella época porque la comedia clásica tenía un final feliz. Tampoco podía llamarse tragedia ya que algunos de sus personajes eran de baja condición social. Por ello, Rojas, saliendo al paso de todas estas objeciones, tituló su obra con el nombre de "tragicomedia", término empleado por Plauto para definir su Anfitrión.

En el s.XVIII como no encajaba en las preceptivas clasicistas, especialmente por su extensión que la hacía irrepresentable, dejó de considerarse teatro para ser definida con términos ambiguos como "novela dramática" o "novela dialogada".

Menéndez Pelayo y, posteriormente, Mª Rosa Lida de Malkiel reaccionan contra estas definiciones dieciochescas. Ambos estudiosos la consideran como obra dramática, aunque fuera concebida para ser leída y no representada.

La teoría más difundida hoy es la que considera La Celestina como una "comedia humanística" (desarrollo lento, ambientes contemporáneos, personajes humildes, diálogos variados, sentencias y refranes, citas cultas...), al estilo de las que se estaban realizando en Italia. Por lo tanto, nuestra obra no nace de la nada, sino que sigue una tradición que arranca en la "comedia romana", se prolonga en las "comedias elegíacas" medievales y concluye en la "comedia humanística".

[editar] Intencionalidad

Las opiniones al respecto las podemos reducir a cuatro posiciones principales:

1. La conocida como tesis existencialista, defendida por Américo Castro y Stephen Gilman, que niega la intención moral de Rojas, debido al pesimismo y a la concepción epicúrea de los personajes; pesimismo que es relacionado por ambos investigadores con la posible condición de judío converso del autor.

2. La encabezada por Marcel Bataillon quien, por el contrario, insiste en el sentido moralizador de la obra.

3. La tesis de María Rosa Lida que, apoyándose en las numerosas fuentes de que se sirve y en la tradición literaria en que se inserta, defiende el eminente carácter artístico de la obra y los valores humanos de los personajes.

4. La de Otis Green, quien, aceptando la intención moral la obra, destaca los convencionalismos del amor cortés como los valores determinantes de las relaciones entre los personajes.

[editar] Argumento y estructura

[editar] Síntesis argumental

Calisto, desdeñado por Melibea, se vale de Celestina, vieja alcahueta y bruja, que le ha recomendado su criado Sempronio, para conseguir el amor de la joven. Pármeno, servidor fiel, intenta disuadir a su amo del empeño. Rechazado por éste, decide asociarse a Sempronio y Celestina para sacarle el dinero a su joven señor; a cambio, la vieja le proporcionará una manceba (Areusa) pues su compañero tiene ya relaciones con Elicia, una de las pupilas de la alcahueta.

Celestina, tras invocar al diablo, se dirige a casa de Melibea; le insinúa los motivos de la visita, pero la joven se indigna.

Entre tanto, sigue el proceso de corrupción de Pármeno.

Cuando celebran un banquete en casa de Celestina, llega Lucrecia, quien llama a la vieja por orden de su señora Melibea. Ésta descubre a la alcahueta la pasión que siente por Calisto y concierta una cita para la noche. Celestina corre a comunicar la buena nueva al enamorado; como pago recibe una cadena de oro.

Los amantes se hablan a través de la verja del jardín y quedan para la noche siguiente.

Los criados de Calisto van a casa de la alcahueta para repartirse la cadena. Los tres compinches disputan sobre el reparto. La avaricia de Celestina exaspera a sus socios y la matan. Al intentar huir de la justicia, saltan por una ventana y, moribundos, son apresados y ajusticiados.

Calisto y Melibea viven su primer contacto erótico. En la "Comedia", la muerte de Calisto se producía inmediatamente después. En la "Tragicomedia" la acción sigue con la

intercalamiento del Tratado de Centurio;es decir, los cinco actos añadidos en las ediciones de 1502.

Elicia y Areusa, que han perdido a sus amantes, deciden vengarlos y para ello acuden a Centurio, un fanfarrón que organiza una cuadrilla para dar un susto a Calisto cuando vaya a visitar a Melibea.

Se produce el segundo encuentro de los amantes. Centurio y su gente atacan a los criados de Calisto, pero éstos se defienden y los ponen en fuga. El joven, que dormía en los brazos de Melibea, se despierta y, al saltar la tapia del jardín en el que se encontraban, tropieza, cae y muere sin confesión. Melibea se suicida tras lamentarse de lo fugaz de sus amores.

En el último acto Pleberio, padre de la joven protagonista, realiza un planto ante el cadáver de su hija.

[editar] Estructura

Como hemos visto, La Celestina centra su argumento en torno a la peripecia amorosa de Calisto y Melibea.

El nudo ocupaba en la versión primitiva los actos II al XI. En ellos se nos presentan dos casos de corrupción: el de Melibea y el de Pármeno. En ambos perversores y pervertidos tenían un fin desastroso. En la "Comedia", la catástrofe final alcanzaba a los personajes capitales de forma casi simultánea. Estábamos, pues, ante un claro final climático, resolución típica de la tragedia.

La versión en ventiún actos modifica el efecto de ese final haciéndolo más complejo: la intromisión del submundo prostibulario en el proceso de los amores de los protagonistas permite que la obra tenga un primer clímax trágico y ejemplar en la muerte de Celestina y sus compinches; pero la acción no se precipita hacia su definitivo desenlace. Tras la intensidad de ese momento y de la primera noche de amor de Calisto y Melibea, asistimos a un conjunto de momentos cómicos a lo largo del conocido como Tratado de Centurio. Este sesgo cómico se cruza con lo trágico en el acto XIX (Sosia y Tristán, pajes de Calisto, ponen en fuga a la cuadrilla preparada por Centurio, pero el ruido de la disputa hace que el protagonista intente saltar precipitadamente la tapia y muera). La catástrofe se redoblará con el suicidio de Melibea.

[editar] Las concepciones del amor

(Quizás fuera interesante consultar el epígrafe sobre Los tratados de amor y pedagogía del siglo XV).

El amor es el eje de la obra. El modo de presentarlo es complejo y ambiguo. Peter E. Russell ha destacado tres concepciones amorosas en La Celestina:

[editar] La parodia del amor cortés

Las doctrinas del amor cortés dominaban desde el siglo XII en adelante gran parte de la literatura amorosa y caballeresca europea. Tales doctrinas tenían unos principios en común:

1. el amante como vasallo de la dama; 2. el secretismo de la relación amorosa; 3. la exclusión de la idea de matrimonio entre los amantes; 4. la perfección y divinización de la amada; 5. el sufrimiento amoroso que causa placer al amador.

Desde el primer momento, los lectores de La Celestina, familiarizados con este ars amandi, debieron darse cuenta de que el caballero y la doncella eran figuras paródicas del amor cortés, sobre todo en lo que toca al primero: Calisto no tiene la paciencia del amante cortesano ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas y la divinización de Melibea es desmesuradamente hiperbólica. Todo parece indicar que, bajo esta burla, se esconde una concepción escéptica del amor.

[editar] El amor como locura

Junto al amor cortés y mezclado con él, La Celestina trata también la cuestión del amor como enfermedad mental: Calisto, por tanto, no poseería una locura metafórica, sino real, y sus actuaciones y palabras, como continuamente insisten los que le rodean, muestran un personaje con todas las características de un loco de verdad. Melibea, por su parte, una vez que admite la pasión amorosa hacia el joven, también se comporta como una desvariada ya que no vacila en poner en peligro tanto su fama como la de sus padres, al despreciar todas las normas morales propias de una muchacha de estirpe aristocrática.

[editar] El amor como sexualidad

Celestina, basándose en lo que ha aprendido a lo largo de una larga vida dedicada al amor ilícito, es la encargada de proferir juicios y consejos relacionados con este aspecto. Para la vieja, amor y acto sexual son términos intercambiables. Defiende la idea de que las finezas del amor cortés son meros gestos hipócritas.

Las trágicas consecuencias de este amor concebido como sexualidad parecen confirmar la interpretación moral de la obra, pero hay tanta ambigüedad en ello que se puede poner en entredicho esta lectura.

[editar] El amor como enfermedad

Al igual que en la locura, no estamos hablando metafóricamente sino que realmente hay una fuerte concepción del amor como enfermedad, especialmente para Calisto; así como una de estas, necesita cura. A lo largo de la obra Calisto pide en diversas ocasiones un médico que sane su sufrimiento.

[editar] Los personajes principales

La Celestina muestra al espectador la realidad castellana de finales del siglo XV, sin por ello renunciar a la economía dramática (a fin de cuentas, diez son los personajes importantes).

Una división elemental los separa en señores (Calisto, Melibea, Alisa y Pleberio) y criados (los demás). Las relaciones entre ambos mundos no están idealizadas como ocurre, por ejemplo, en la comedia nueva lopesca.

Como ya indicara María Rosa Lida, en el "dramatis personae" de La Celestina cada personaje presenta puntos de paralelismo y contraste con los otros. Cada retrato individual está completado y enriquecido por el reflejo (paralelo o contrastado) de las figuras que se mueven a su alrededor.

[editar] La vieja Celestina

En un principio, sus motivaciones son relativamente claras y escasas: codicia, avaricia, astucia, egoísmo y cinismo; es decir que, en apariencia, se trata de un repertorio de rasgos fundamentalmente negativos, muy propios para despertar en el lector o espectador una repulsión que realce, por contra, las cualidades de los personajes encargados de simbolizar el mundo moral y positivo. Sin embargo, la función de Celestina no es tan mecánicamente negativa.

El personaje es bastante complejo. Por una parte, se trata de un ser marginado por la sociedad honrada, condenado al delito y al disimulo; por otra, estos rasgos aparecen como simple necesidad de supervivencia: su astucia es su única tabla de salvación y el cinismo la consecuencia del trato constante con una humanidad falsa y engañosa.

Celestina es el personaje que más habla porque simboliza el conocimiento; sus saberes nacen de una larga experiencia, que le da el dominio total de las personas y de las situaciones.

Gilman, en su estudio sobre las diferencias entre las dos ediciones de La Celestina, comprueba que más de la mitad de las correcciones están en los parlamentos de este personaje, lo cual demuestra que ya en 1502 los dos enamorados habían dejado de ser el núcleo de la obra y habían sido reemplazados por Celestina.

Tal vez lo más importante de la figura de la alcahueta es lo que Mª Rosa Lida llama "arte de seducción": la vieja avanza y retrocede cuantas veces sean necesarias hasta descubrir el punto débil de su interlocutor y lo ataca por ahí. Así ocurre, por ejemplo, con Pármeno y con Melibea.

Además, el personaje de Celestina es adornado también por un sinnúmero de rasgos cómicos destinados a conferirle mayor espectacularidad teatral. De ahí la riqueza lingüística que lo caracteriza, su procacidad, sus alusiones obscenas.

[editar] Calisto

Como ya se ha dicho, Calisto y Melibea quedan desdibujados ante la fuerza de la vieja. La explicación hay que encontrarla en el hecho de que los amantes están reducidos a meros símbolos grotescos de su función: son los instrumentos del amor, de la sensualidad y la pasión.

Calisto aparece con mayor frecuencia que Melibea, posee un carácter mejor dibujado y está dotado de una mayor individualización. Esta diferencia puede tener una primera explicación en el aspecto histórico y sociológico: no era posible dar a una doncella encerrada en su casa, considerada como simple receptáculo y custodia de su honestidad, un carácter socialmente individualizado.

Así, Calisto se nos presenta como un joven hermoso, pulcramente vestido, algo calavera, dilapidador, de floja voluntad y dominado por su pasión. Marcel Bataillon destaca su cinismo y materialismo rastrero.

El carácter de Calixto oscila entre las más altas cotas ideales y las numerosas flaquezas humanas, lo cual dice mucho de la verosimilitud del personaje.

[editar] Melibea

Se nos muestra como una doncella de honroso nacimiento, lo que es suficiente para definirla. Desde el principio no tiene más rasgos particulares que los que definen su pudor y su respetabilidad. El honor y la virginidad son sus únicos bienes.

Las escasas apariciones de la joven en la obra hacen que su carácter evolucione rápidamente, conservando, eso sí, el rasgo propio de la tradicional psicología femenina, consistente en simular hasta el último momento ignorancia o renuencia. Este comportamiento está vinculado a la necesidad para la mujer de salvaguardar por todos los medios el valor social de su honestidad, utilizando como disfraz el argumento de su pasividad tradicional que la lleva a representarse siempre como seducida y no como seductora.

[editar] Los criados

Cada uno de estos personajes, vinculados a la sensualidad elemental, posee, no obstante, un carácter individual que lo distingue de los demás.

Sempronio, derivado del falso sirviente de la comedia terenciana, es inteligente, pero hipócrita, receloso, rencoroso y cobarde; Pármeno, más joven, es leal a su amo hasta cierto punto. Las criadas, Lucrecia, Elicia y Areusa, desempeñan cada una un papel significativo dentro de la obra y ninguna responde a un personaje estereotipado que se encuentre en la literatura anterior.

[editar] Los padres

Pleberio y su mujer, Alisa, son tal vez los personajes más enigmáticos de La Celestina.

El papel de Alisa es contradictorio. Por una parte, se nos asegura que es mujer resuelta, impaciente y recelosa; por otra, no es capaz de advertir que su casa ha sido el escenario de los amores de Calisto y Melibea, y -por fin- se desmorona física y moralmente al conocer (acto XX) el sufrimiento de su hija.

Pleberio es personaje de poca importancia hasta los dos últimos actos. A lo largo de la obra, se da a entender que se trata de un padre autoritario de tipo tradicional, pero cuando entra en escena se revela como una persona más bien ingenua, de índole afectuosa, vacilante y poco prudente. Lo más curioso es el modo de comportarse al oír de boca de su hija cómo ha difamado su honra y la de toda la familia: no indaga ni reprende, sino que le muestra su cariño. Según Russell, para el lector del siglo XV, la tolerancia y la humanidad de Pleberio debían hacer de él más una figura despreciable que digna de admiración.

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La Celestina, una de las obras capitales de la literatura española. Primera edición de la Comedia de Calisto y Melibea, incunable impreso por Fadrique Alemán de Basilea en Burgos en 1499, fol. 1r.

La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra del Prerrenacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos; su primera edición conocida es de 1499, en Burgos. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro realista modernos y ejerció una influencia poderosa, aunque soterrada, sobre la literatura española.

Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21 actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género literario de La Celestina, dudando si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro creador de un género nuevo, el género celestinesco, formado por una serie de continuaciones y obras inspiradas en ella. Su carácter irrepresentable hizo que la obra estuviese destinada a ser recitada o declamada por un solo lector impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros estéticos y artísticos, la caracterización

psicológica de los personajes —especialmente la tercera, Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística que suponía respecto al género de la comedia humanística en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras cumbre de la literatura española y universal.

Contenido

1 Contexto histórico y social 2 Ediciones

o 2.1 La Comedia o 2.2 La Tragicomedia

3 Autoría 4 Género literario 5 Fuentes 6 Estructura 7 Ejes temáticos 8 Argumento 9 Personajes

o 9.1 Celestina o 9.2 Calisto o 9.3 Melibea o 9.4 Pármeno o 9.5 Sempronio o 9.6 Elicia y Areusa o 9.7 Padres de Melibea

10 Tiempo y espacio o 10.1 Tiempo o 10.2 Espacio

11 Intención de la obra o 11.1 Tesis de la intención moral o 11.2 Tesis de la intención artística o 11.3 Tesis ecléctica o 11.4 Tesis existencialista o 11.5 Tesis del judaísmo o 11.6 Tesis de la crítica social o 11.7 Otras tesis filosóficas

12 Estilo 13 Influencia 14 Filmografía 15 Véase también 16 Notas 17 Bibliografía 18 Enlaces externos

o 18.1 Ediciones en línea o 18.2 Bibliografía en línea

Contexto histórico y social

La Celestina se escribe durante el reinado de los Reyes Católicos, cuyo matrimonio se celebra en 1469 y alcanza hasta 1504, año de la muerte de Isabel la Católica, que ocupa la última fase del Prerrenacimiento en España. Durante esta unión dinástica de los reinos de Castilla y Aragón se produce en 1492 el descubrimiento de América, la conquista de Granada y la expulsión de los judíos, tres hechos de gran significado en la historia de España. Es también el año en que Antonio de Nebrija publica la primera gramática de la lengua castellana lo que, junto a la actividad docente del propio Nebrija en la Universidad de Salamanca donde estudió Fernando de Rojas, propicia la irrupción del Humanismo en España. Así, convencionalmente y a efectos didácticos, se sitúa en este año, 1492, el comienzo de la transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Es, precisamente, en la década de los noventa del cuatrocientos cuando aparecen las primeras ediciones de la Comedia de Calisto y Melibea.

La unificación de todos los territorios de la Península Ibérica, excepto Portugal, en un único reino y en una única religión, la cristiana, se produce en este periodo. Claudio Sánchez Albornoz resalta la importancia de ser cristiano viejo en una sociedad que está prevenida frente a los miembros de las otras dos religiones, judíos y musulmanes, e incluso llega al rechazo frontal. Se desconfía de los conversos (cristianos que antes eran judíos o con antepasados de esa religión), que han de ocultar su condición. Finalmente, serán expulsados los miembros de esas religiones del reino y la Inquisición perseguirá, incluso hasta a la muerte, a los sospechosos de practicar otras religiones.

Ediciones

La primera cuestión en el estudio de esta obra capital es el gran número de ediciones existentes y de variantes entre ellas en sus primeros años y el hecho de que la obra se amplía de 16 a 21 actos, con diferentes teorías sobre la existencia de ediciones anteriores o posteriores a su fecha oficial. Existen dos versiones principales de la obra, la que llamaremos Comedia, que cuenta con 16 actos, y la que llamaremos Tragicomedia, que cuenta con 21.

La Comedia

Si bien se sospecha que pudo haber habido una edición anterior, se considera actualmente que la edición príncipe de la Comedia fue la publicada anónima en Burgos por el impresor Fadrique de Basilea en 1499, con el título probable de Comedia de Calisto y Melibea, que se conserva en la Hispanic Society de Nueva York. Sin embargo, algunos estudiosos han puesto en duda la fecha de esta edición, retrasándola y haciendo de la de Toledo de 1500 la edición príncipe, lo que parece más verosímil, ya que el autor era un manchego de Talavera, en la provincia de Toledo. El problema de la edición de Burgos es que carece de la primera hoja, por lo que sólo se supone el hecho de que, como las otras conservadas, llevaría el título de Comedia.

La Comedia cuenta con 16 actos y, a partir de la edición de Toledo, lleva unas coplas reales con versos acrósticos dodecasílabos en que se puede leer «El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calisto y Melibea e fue nascido en la Puebla de Montalbán». Esta edición de 1500 incluye la carta prólogo, los versos antedichos, el íncipit y el argumento. Al faltar la primera hoja se ha sugerido que la edición de Burgos también pudiera incluirlos, pero sin fundamento.

El éxito de la obra fue inmediato, lo que propició otras ediciones, tal vez alguna perdida, y en 1501 la obra se publica en Sevilla con una nueva edición, la cual también lleva el título de Comedia de Calisto y Melibea, lo cual parece argumentar también a favor de que ese sea el nombre de la edición de 1499; como las dos anteriores, posee dieciséis actos y, como de las dos anteriores, sólo hay un único ejemplar, aunque en bastante buen estado.

La Tragicomedia

En 1502 apareció una nueva edición titulada Tragicomedia de Calisto y Melibea con cinco actos más antes del acto final, 21 en total, el llamado Tratado de Centurio porque en él aparece este personaje, así como un prólogo en que se explica que la obra se inspira en la máxima de Heráclito «todas las cosas son criadas a manera de contienda o batalla», es decir, «la guerra o discordia es el padre de todas las cosas», concepción dialéctica de la vida que se imprime en la obra, en la que se detestan siervos y señores, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ingenuos y avispados, e incluso el mismo lenguaje batalla consigo mismo, contraponiéndose un estilo elevado y latinizante a otro bajo, coloquial y aun vulgar. De esta Tragicomedia existen 6 ediciones en ese mismo año 1502, destacando la de Sevilla de Jacobo Cromberger, aunque hay otras tres en esa misma ciudad, una en Salamanca y otra en Toledo.

El éxito fue tal que del periodo que va de 1499 a 1634 se han conservado 109 ediciones en España, a las que hay que sumar 24 de su traducción al francés, 19 en italiano, dos en alemán, una en latín clásico y otra en hebreo.

Pero no triunfó el título, pues ni por Comedia, ni por Tragicomedia fue nunca tan conocida como por La Celestina, y así podemos ver que se refieren a ella desde principios del siglo XVI Juan de Valdés o Juan Luis Vives.

Autoría

Aunque el autor es Fernando de Rojas, existe cierta controversia en este punto, en parte inducida por el mismo autor. La obra no va firmada y Fernando de Rojas es el nombre que encontramos en el acróstico de los versos preliminares a la obra, a los que acompaña la carta donde se dice que hacia 1497 encontró la Comedia sin terminar; según José Guillermo García Valdecasas y José Antonio Bernaldo de Quirós Mateo,1 el primer autor no se limitaría al primer acto, sino que habría escrito toda la Comedia hasta la muerte de Calisto, mientras que Rojas añadiría el final y la prosiguió en un lugar que llama primer acto y comienzo del segundo, mientras estudiaba leyes en Salamanca, al haberle gustado mucho, y añadió quince más hasta concluirla (se refiere, claro está, a la primera versión, la Comedia).

El primer problema de autoría sería, siguiendo a Rojas, el de encontrar al autor de ese primer acto concluido y de los materiales que luego reharía Rojas hasta la muerte de Calisto; se cree que dicho primer acto es un manuscrito que se ha hallado en el Palacio Real y que se denomina Celestina de Palacio. El continuador afirma que algunos atribuían este primer acto a Juan de Mena y otros a Rodrigo de Cota.

Estas atribuciones probables que hace Fernando de Rojas son problemáticas. Mena fue descartado por la crítica casi de inmediato, porque su fama en Salamanca habría sacado a la luz esa autoría de inmediato, lo cual indica que puede ser un recurso de Rojas para llamar la atención sobre la obra usando un nombre de prestigio. Al descubrirse unos escritos de Mena en prosa latinizante, se quiso volver sobre esta pista, que no parece probable.

Algo más creíble es la posibilidad de Rodrigo de Cota y se han visto conexiones entre La Celestina y su Diálogo entre el Amor y un Viejo si bien el tema amoroso se trata en ambas obras de forma muy distinta. En todo caso, la posibilidad no pasa de ahí, pues nada la fundamenta. La hipótesis más probable es que el autor de esa Celestina sin concluir o inacabada -que no un solo primer acto- fuese aragonés, como ya indicó Baltasar Gracián en el siglo XVII, hipótesis que se ha desdeñado como infundada, pero que es muy verosímil, según José Guillermo García Valdecasas, ya que ese primer acto contiene alusiones a actuaciones jurídicas que sólo se explican en el contexto del derecho aragonés de la época, y además se alude a un rey, cuando la que reinaba en Castilla era una reina; el benevolente castigo por brujería a Claudina (medio día encorozada sobre una escalera en la plaza) es propio de la Corona de Aragón (en Castilla hubiera sido reo de muerte); el derecho aragonés permite, hasta 1495, la ejecución rápida cuando el delito es flagrante, como sucede con los criados de Calisto; Celestina hace referencia a los rogadores (intercesores en favor del reo), institución no castellana; tampoco es castellano el santo con el que compara Celestina a Calisto, San Jorge; en la despensa de Calisto hay vino de Murviedro, de importación prohibida en Castilla desde Juan II, y no hay que olvidar que el refactor de la Comedia era jurista. La ciudad en que transcurren los hechos presenta coincidencias con Zaragoza o Valencia: una gran urbe con universidad, numerosos palacios y monasterios, varios jueces o justicias y al menos tres cementerios, de los que el moro y el judío estarían juntos, algo imposible en Castilla, y son más las coincidencias.

Pero el problema llegó a ser más grave, pues en el siglo XIX llegó a negarse la existencia de Rojas, queriendo buscar otras atribuciones, pero autores de principios del siglo XX (Manuel Serrano y Sanz en 1902 y Del Valle Lersundi en 1929) demostraron que se trataba de una persona real, presentando documentos que demostraban su existencia y su autoría.

Menéndez Pelayo tomó algunas de estas dudas (entre los que las planteaban había gente de la talla de Leandro Fernández de Moratín o Blanco White) y descreyó de las afirmaciones de Rojas, pensando que serían fruto de la timidez o de un tópico literario convencional que acaso encubriría la necesidad de separarse de una obra algo licenciosa compuesta en su juventud, barajando también la posibilidad de que fuese un judío converso, que temería a la Inquisición; para ello se basó en la unidad de estilo, lo que justificaba la existencia de un único autor. Otros, que consideran que ese primer acto sería de verdad anónimo y todo lo demás de Fernando de Rojas, prueban su afirmación alegando diferencias en las fuentes, en las estructuras sintácticas y en los rasgos de estilo de ambos textos. Sin embargo, otra

autoridad, cual es Alan Deyermond, se inclina por pensar que esas diferencias, realmente existentes, serían fruto del paso del tiempo. Pero aún hay opiniones más diversas, pues hay quienes creen que Rojas es autor solamente de los 5 actos añadidos en la Tragicomedia, el llamado Tratado de Centurio, o incluso al revés, el Tratado de Centurio sería fruto de una composición colectiva por parte de una reunión de humanistas amigos.

Estos problemas de atribución han llegado también a los textos que acompañan la obra (carta, prólogo o íncipit, versos acrósticos y argumentos). La carta, el prólogo y los versos acrósticos se atribuyen, por lo general, al humanista Alonso de Proaza, si bien María Rosa Lida piensa que son de Rojas.

Género literario

El género de La Celestina es una cuestión polémica, que surge ya en el siglo XVIII cuando el problema del género se plantea. La inflexible preceptiva neoclásica apremiaba a encajar la obra en un modelo preexistente, pero los férreos moldes de los géneros dieciochescos imposibilitan ese propósito, lo que deterioró su consideración entre los idealizantes escritores del Neoclasicismo, como Moratín, que la llamó «novela dramática» para denotar la mezcla de géneros y la originalidad de la obra. Otro crítico y escritor, éste de la Renaixença catalana, Buenaventura Carlos Aribau, la llamó «novela dialogada».

Tragicomedia de Calisto y Melibea, Sevilla, Jacobo Cromberger, 1502.

Se resistían a encajarla en el drama. El hecho es que se trata de un texto totalmente dialogado, cuya extensión y saltos temporales y sobre todo espaciales, hacían

irrepresentable en su momento y la destinaban a la lectura en voz alta, como era costumbre en la época; sin embargo, esto no quita que para el lector de la época de Rojas se tratara de un texto dramático. Ya entrado el siglo XX y con extensos medios escenográficos, la obra pudo representarse íntegra o resumida, si bien no es una obra concebida para la representación sobre un escenario, sino para una lectura dramática.

Marcelino Menéndez Pelayo se debatía en sus Orígenes de la novela, a fines del XIX, en la contradicción de considerarla drama por ser todo en ella activo y nada narrativo, o no hacerlo, a causa de su excesiva longitud, su obscenidad y su estructura, donde la acción es escasa y la escenografía nula. En todo caso, Menéndez Pelayo no duda del influjo que la obra produce sobre la novela posterior por su realismo, tanto ambiental como psicológico. Desde la perspectiva moderna, sin embargo, estas objeciones que plantea son de escasa relevancia: la duración es una convención más comercial que literaria y la obscenidad es algo opinable y más propio del momento político en que Pelayo escribió que del de la obra o la época actual. Es más, su estructura no es muy diferente de la de muchas obras de ese momento e incluso posteriores, cuando en los Siglos de Oro el teatro en España alcanzó su máximo esplendor. Sencillamente, Menéndez Pelayo era víctima de sus prejuicios clasicistas y de su formación católica, que hacían prevaricar con frecuencia sus juicios estéticos.

Críticos posteriores, como Alan Deyermond a fines del siglo XX, recuperaron la denominación de Aribau de novela dialogada, viendo en La Celestina uno de los precursores de la novela moderna y con ella del Quijote, primera obra que merece esta consideración.

Hoy en día, aunque son mayoría los que la ven como una obra dramática, se reconoce la imposibilidad de reducir la cuestión a un esquema simplista. Es cierto que la acción es escasa; el ritmo, lento; los parlamentos, largos y los monólogos, minuciosos; pero no es la única obra dramática de su extensión ni con sus mutaciones escénicas. María Rosa Lida habló de teatro para no ser representado.

El uso del tiempo es típico de lo que será la novela, aunque no exclusivo de ella. Stephen Gilman y Asensio no dudan en separar el tiempo implícito del tiempo explícito. Si bien hay un tiempo explícito en el que se desarrolla la acción, de forma continua y lineal, también hay un tiempo implícito, más largo, que se hace necesario para entender lo que sucede.

Gilman resuelve la cuestión calificando la obra como agenérica; principalmente por contener diálogo puro, es para él algo distinto y anterior a la cristalización de la novela y el drama tal y como hoy los concebimos.

Pero Lida apunta en 1962 una idea ya sugerida por Menéndez Pelayo y es considerarla comedia humanística. Hay que señalar la comedia humanística como género subyacente a la constitución de La Celestina por varios motivos, como el ser hecha para la lectura, con argumento simple y desarrollo lento, la concepción del tiempo y del lugar, ser en prosa, el manejo del diálogo como estructura clave, la división en actos y el interés por lo pintoresco.

Sin embargo, no podemos hablar de comedia humanista propiamente dicha por dos motivos principales: el no estar escrita en latín y, sobre todo, el final trágico, heredado según Deyermond de la novela sentimental. Además el uso que se hace del diálogo no se había dado hasta entonces. La novela y el teatro modernos, que hacen un uso similar del diálogo están aún por crear; vemos un uso del diálogo en el que los personajes toman vida y se van creando. Gilman opina que fue La Celestina quien dio la base a Cervantes para usarla en los diálogos del Quijote.

Es también destacable el uso del aparte (no acotado), los monólogos y la ironía, cuyas raíces provienen de la «comedia» latina de Terencio, autor que a menudo se usaba como libro de texto. Como en la comedia elegíaca hay un papel activo de la amada y un ambiente coetáneo.

De todo lo dicho se deduce que una reducción simplista está fuera de lugar. Aunque se tiende a considerarla como obra dramática, en realidad ningún género literario se adecua por sí solo a las características de la obra.

Fuentes

Fernando de Rojas era un gran lector, como testimonia el inventario de los libros que poseyó (los cuales se incluyen en su testamento). Las fuentes de su magna obra no son populares, sino cultas; sin embargo, no hay que menospreciar, como se suele hacer habitualmente, la experiencia vital del autor como abogado, que posiblemente le puso en contacto con el mundo criminal.

Entre las fuentes cultas hay que distinguir primero las obras con las que La Celestina posee sólo coincidencias fortuitas (Museo, Teócrito o Safo). Muchos autores citados no lo son directamente, sino que sus palabras llegan a través de fuentes indirectas o por imitadores y comentadores (Menandro, Epicuro o Heráclito). Un ejemplo de esto es el tema de la imperfección de la mujer, el cual puede venir de Aristóteles, pero que es a su vez un tópico literario medieval tan frecuente como el carpe diem, que aparece también en la obra. Por otra parte, el personaje de la lena (tercera o alcahueta) es muy habitual en el Ars amandi de Ovidio y en clásicos como Séneca, Plauto y Terencio.

Sí es determinante y fundamental en la obra de Rojas la obra filosófica del humanista Francesco Petrarca, y en concreto el De remediis utriusque Fortunae, que aparece citado 99 veces y que el autor conocía a través del Index o extracto de sus obras.

Por otra parte, y en cuanto al argumento de la obra, existían los precedentes de Paulus (1390) de Pier Paolo Vergerio, la Commedia Poliscena de Leonardo Bruni, la Historia duobus amantibus del cardenal Enea Silvio Piccolomini (una obra erótica del que luego sería papa), y la Elegia di madonna Fiammeta de Giovanni Boccaccio, además de comedias humanísticas en latín de la Edad Media como el Pamphilus.

En cuanto a las huellas castellanas, encontramos a los dos arciprestes: Alfonso Martínez de Toledo y Juan Ruiz (posiblemente el Libro de buen amor no lo conoció directamente, sino

que tendría comunidad de fuentes en el Pamphilus), la Crónica General, el Tristán de Leonís, la Cárcel de amor y las obras de Juan de Mena, Jorge Manrique, y Juan del Encina.

Estructura

Hemos de señalar, para comenzar, que la división externa de la obra en actos no tiene un verdadero significado estructural. Atendiendo a la acción, sin embargo, podemos decir que se divide en dos partes.

Prólogo: encuentro de Calisto y Melibea en la escena I. Primera parte: intervención de Celestina y los criados y muerte de éstos. Primera noche

de amor. Segunda parte: tema de la venganza. Segunda noche de amor. Muerte de Calisto, suicidio

de Melibea. Llanto de Pleberio.

La crítica medievalista María Rosa Lida de Malkiel señala la estricta y cuidada motivación de toda la trama en un plano realista, así como la relación causa-efecto de los acontecimientos. La escena inicial es desconcertante, pero dota a la obra del carácter dramático necesario para este primer encuentro y para el violento rechazo que conlleva. Su función es la de desencadenante. Pocos son los hechos que escapan de esta relación causa-efecto para sorprender al lector o a los personajes.

El esquema de la acción es el de una serie de consecuencias encadenadas (relaciones de causa-efecto) que corresponden al patrón estructural de la «cuenta presentada» de Georg Lukács, según la cual más tarde o más temprano hay que pagar por nuestros actos.

La repetición de motivos trae la simetría que ordena la obra. Esto se funde con otro principio de ordenación aún más poderoso: la anticipación del fin. Todos los símbolos parciales se ordenan hacia el desenlace final.

Otro crítico, Morón habla de una línea estructural:

acto I.................pecado actos II–XIV........pérdida de la hacienda actos XV–XVIII.....fama acto XIX.............vida y alma actos XX–XXI.......recapitulación.

Con los 5 actos añadidos, quedan más profundamente motivados el carácter de Melibea y la muerte de Calisto.

Lo que subyace en la estructura de La Celestina para Humberto López Morales es una novela amatoria de tono caballeresco y simbólico en el primer acto (tópico del joven que, persiguiendo un ave encuentra a una bella joven) sobre la cual Rojas trabaja una concepción diametralmente opuesta, cambiando hacia un tono de realismo psicológico y un ambiente burgués de tintes muy concretos.

Ejes temáticos

Los temas de la obra (que señalan y marcan los prólogos, en vistas a orientar la interpretación de la obra en su tiempo) los declara el mismo titulillo introductorio:

Compuesta en reprensión de los locos enamorados que, vencidos de su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su Dios, asimismo hecha en aviso de los engaños de las alcahuetas e malos e lisonjeros sirvientes.

De lo cual se deduce su fin educativo de atacar el loco amor o apetito de lo material (amor a la carne, amor al oro) y la corrupción que trastorna el orden social humano y divino. Sin embargo, subyace una temática filosófica expresa en el segundo prólogo de la obra, y extraída de las obras filosóficas de Francesco Petrarca que tanto leyó el autor, quien, como abogado, tenía una concepción muy litigiosa del mundo: Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla...: el mundo de los señores se contrasta con el de los siervos, el de los viejos con el de los jóvenes, el masculino con el femenino, el idealismo con el materialismo y el lenguaje mismo popular con el culto.

A esto se reducen los temas principales: el amor, la muerte y la codicia (distintas versiones según los personajes). El tema del amor es el eje determinante de la obra y suscita el comportamiento de todos los personajes, los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa (los padres de Melibea). El modo de presentar el amor en La Celestina es complejo, ambiguo y a veces contrario a las ideas tradicionales recibidas por los jóvenes. Esta obra pone en tela de juicio los valores sociales propios de la literatura amorosa tradicional, donde se mantenía una separación de clase social. En esta tradición a la clase alta se le atribuía el refinamiento y las doctrinas, frente al amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar. El tema del amor es tratado de formas distintas: el primer tipo de amor que encontramos es el amor cortés del que se hace una parodia en la obra. Calisto no tiene en absoluto la paciencia del amante cortesano, ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas, y la divinización de Melibea le lleva hiperbólicamente a convertirla en «su Dios». En realidad, la relación amorosa entre Calisto y Melibea más parece propia del amor romántico y apasionado que del amor cortés. Todo parece indicar que se trata de una concepción estética del amor. El amor de Sempronio y Pármeno por Elicia y Areusa está claro que procura el goce físico.

Calisto y Melibea utilizan un lenguaje más ideal y literario, que suele ser una muestra del lenguaje amoroso que durará hasta el siglo XVIII, e incluso se podría interpretar como una burla de dicho lenguaje que solo sirve para encubrir intenciones y deseos concretos. Otro tipo de amor que se trata en La Celestina es el llamado «loco amor»: este amor apasionado no se distinguía de la lujuria y era una manifestación auténtica de la locura. Calisto posee una locura real, y sus actuaciones y palabras exhiben un personaje con todas las características de un loco de verdad. Melibea, una vez admite la pasión amorosa para con Calisto, también se comporta como persona loca y no vacila en poner en peligro tanto su fama como la de sus padres, introduciendo a su amante de noche en su huerto y desechando todas las moralidades propias de una muchacha de estirpe aristocrática. El último tipo de amor sería el «amor como sexualidad». En este tipo de amor es Celestina la que, basándose

en lo que ha aprendido a lo largo de su vida dedicada al amor ilícito, es la encargada de proferir juicios y consejos relacionados con amor y sexualidad. Para la vieja, amor y acto sexual son términos intercambiables. Celestina pasa por alto la doctrina ortodoxa, porque piensa que la idea de las finezas del amor cortés son meros gestos hipócritas, mediante los cuales hombres y mujeres aparentan una sensibilidad por las cosas amorosas. La sexualidad no es cosa privada. Así, la vieja quiere asistir de testigo al acto sexual entre Pármeno y Areúsa, y Melibea, ya loca de amor, no halla inconveniente en que su criada Lucrecia esté presente en el huerto mientras hace el amor con Calisto. Las trágicas consecuencias de este amor confirman la interpretación moral de la obra. Francisco José Herrera señala que, como motor, la codicia y la avaricia sustituye en los personajes de clase baja a la furia amorosa de los de la clase alta.

En cuanto al tema de la magia, hay opiniones contrapuestas en cuanto a su importancia dentro de la obra. Para Lida De Malkiel es una nota de la época un tanto ingenua a la que no hay que dar más importancia. Sin embargo, para autores como Petriconi, Maravall o Russel tiene una función importante en el desarrollo, alcanzando la categoría de elemento integral; Celestina cree en la eficacia de sus artes y la pasión de Melibea es producto de los conjuros de Celestina. Asensio y Gilman niegan la existencia del 'tiempo implícito' al decir que el cambio psicológico de Melibea se produce por las malas artes de Celestina. La intención de Rojas sería alertar contra este mundo, real y activo en su tiempo.

Argumento

La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea.

Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.

El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.

Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.

Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto.

Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y muere. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija. Por Eso nos damos cuenta que los padres deben de tener mas comunicación con sus hijos y no descuidarlos!:@

Personajes

Hace Rojas un poderoso trazo de sus personajes, que aparecen ante el lector dotados de vida, con profundidad psicológica, son seres humanos con una caracterización interna excepcional, lo que los aleja de los 'tipos' tan usuales en la literatura medieval y del momento.

Sin embargo, algunos críticos sólo han visto en ellos alegorías extratextuales.

Lida de Malkiel habla de objetividad; así, distintos personajes juzgan a otro de diferente manera. En cuanto a las contradicciones de conducta se dan porque Rojas ha humanizado a sus personajes.

Un rasgo común de todos los personajes (tanto en el mundo de los señores como en el de los criados) es su individualismo, su egoísmo, su falta de altruismo. Pero no se acartonan, sufren cambios en ocasiones. El tema de la codicia ha sido tratado por Francisco José Herrera en un artículo sobre la ganancia en materia celestinesca (es decir, en todas las obras del ciclo de La Celestina, incluyendo imitaciones, continuaciones...), donde señala que el motivo que mueve a las alcahuetas y a los criados es 'la avaricia y la rapiña' respectivamente, frente a los motivos de los señores, que serían la furia amorosa y la defensa del honor familiar y social. El provecho privado de los personajes de clase baja, sustituye en fuerza y presencia al amor en la clase alta.

Fernando de Rojas gusta de crear los personajes en parejas para ayudarse a construir el carácter de cada uno por medio de relaciones de complementariedad y oposición. Así, se constituyen a lo largo de la obra dos grupos de personajes opuestos, los siervos y los señores, y en ambos grupos los personajes se agrupan por parejas: Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia, Elicia y Areusa, en el mundo de los siervos; Calisto y Melibea, Pleberio y Alisa, en el mundo de los señores. Solamente Celestina y Lucrecia no tienen correspondencia, pero es porque su oposición es vertebral en la historia: Celestina constituye el elemento catalizador de la tragedia, al representar el desenfreno vital, mientras que Lucrecia, criada de Melibea, representa el extremo de toda represión. En ese sentido, el personaje del bribón Centurio añadido a la segunda versión de la obra resulta un añadido poco funcional, aunque tiene algo que ver en los desórdenes que llaman la atención de Calisto y hacen que se mate.

Celestina

Celestina es el personaje más sugestivo de la obra y la protagonista indiscutible de dicha obra aunque el tema se centre más en el amor y la pasión de Calisto y Melibea, hasta el

punto de que acabó por darle título; es un personaje pintoresco y vívido, es hedonista, avara y vital. Conoce a fondo la psicología del resto de los personajes, haciendo que incluso los reticentes con sus planes cedan a ellos. Sus móviles son la codicia, el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso presenciando) y amor al poder psicológico. Representa un elemento subversivo dentro de la sociedad: se siente comprometida a propagar y facilitar el goce sexual. En cuanto a la magia, ver el apartado de los temas. Se inspira en el personaje de la alcahueta que ya había aparecido en las comedias romanas de Plauto y a lo largo de la Edad Media en obras como el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz (Arcipreste de Hita) (el personaje conocido como Urraca la Trotaconventos) y en obras latinas e italianas como la Historia duobus amantibus de Enea Silvio Piccolomini o la Elegía de madonna Fiammeta de Giovanni Boccaccio. Su lenguaje parece salido del Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo y de las Coplas de Rodrigo de Reinosa. Antaño fue una meretriz, ahora se dedica a concertar discretamente citas amorosas a quien se lo pide al mismo tiempo que utiliza su casa para que las prostitutas Elicia y Areusa puedan ejercer su oficio. Utiliza para penetrar en las casas el artificio de vender afeites, hierbas, ovillos y adornos para las mozas; como alcahueta considera estar haciendo un oficio útil y como tal tiene su orgullo profesional. Le gusta el vino y es diabólicamente inteligente y utiliza su experiencia para manipular psicológicamente a los demás, pero sin embargo nubla su entendimiento el defecto de la codicia. Además es una bruja y hechicera que hace un pacto con Plutón, máscara pagana que encubre en realidad al demonio, y en la Tragicomedia las adiciones de Rojas subrayan este hecho.

Calisto

Calisto arrodillado ante Melibea.

Calisto es un joven de la alta sociedad a quien solamente le preocupa satisfacer sus deseos, atropellando a quien sea para conseguirlo. Su cinismo le hace despreciar la sinceridad de su criado Pármeno cuando este le advierte de los peligros que corre. En Calisto no se observan verdaderas crisis, es una persona realmente egoísta. Es el personaje más cargado de literatura, más voluntariamente artificioso. Encarna el 'loco amor', del que es víctima: figura trágica y antiheroica. Tras la escena primera (rechazo de Melibea a Calisto) se da el amor ilícito, no se insinúa el matrimonio y se recurre a la alcahueta. Esto, según autores, sería porque él es cristiano viejo y ella no. No obstante, Lida de Malkiel señala que el casamiento entre cristianos nuevos y viejos siempre fue lícito. No es posible saber la intención del autor o si esta 'ilicitud' se debe a estos motivos, lo que sí es indudable es que los cristianos nuevos no estaban muy bien vistos en esa época y en posteriores. Otra teoría sería la de Otis H. Green, que piensa que la negativa inicial responde al ideal del amor cortés, si bien Calisto no respetará las reglas, lo que provocará una suerte de 'castigo poético'. En todo caso, cabe recordar que el amor ilícito o escondido se encuentra muy arraigado en la lírica popular peninsular. Enamorado absorbido por su pasión para satisfacerla. Sus criados ridiculizan la afectación de su lenguaje.

Melibea

Melibea es una mujer vehemente, que pasa de la resistencia a la absoluta entrega a Calisto sin apenas tránsito de duda; en ella la represión aparece como forzada y antinatural; se siente esclava de una hipocresía que se le ha inculcado desde pequeña en su casa. En la obra se intenta hacerla víctima de una pasión cegadora inculcada por el hechizo de Celestina. Actúa regida por su conciencia social. Lo que ella cuida es su externo concepto del honor: no hay pudor personal ni sujeciones morales. Su pasión es más real y menos literaria que la de Calisto; sería la lujuria más que el amor el motor de sus acciones, si pensamos que no es la magia la que la hace cambiar de opinión respecto a Calisto, pensaremos que todo es un 'plan' de Melibea en el que él hace los gastos y Celestina se esfuerza para que sea ella la que disfrute. Lo único que le saldría mal es la muerte de Calisto, que la deja en una delicada posición moral. Finalmente se suicida.

Pármeno

Pármeno es seguramente el personaje más trágico de la obra, porque es corrompido por todos los demás personajes. Al ser hijo de Claudina, maestra y antaño compañera de Celestina, intenta advertir a su señor de los peligros que le pueden venir; pero es humillado por éste. Su lealtad termina de derrumbarse al ser seducido por una de las pupilas de Celestina, que ha de sufragar con unos medios de los que carece de forma que se ve obligado a participar en la corrupción de su señor al mismo tiempo que se corrompe él mismo. La pasión material del amor que acaba de descubrir le ciega y ya sólo pretende aprovecharse de la pasión de Calisto al igual que su compañero, el más cínico Sempronio. Tiene cierto paralelismo con Melibea, quien también se niega en principio a seguir la corriente corruptora.

Sempronio

Sempronio hace tiempo ya que ha perdido cualquier ideal sobre los amos a los que sirve y solamente pretende aprovecharse de ellos con egoísmo y codicia. Mantiene una relación con una de las prostitutas de Celestina, que a su vez le engaña, y es el dueño de la idea de aprovecharse de Calisto para poder mantener su pasión a costa de la de su señor, en él se ve la ruptura de los lazos feudales amo-siervo.

Elicia y Areusa

Las prostitutas Elicia y Areusa odian en el fondo a los hombres y a las aficionadas como Melibea; son rencorosas, envidian a Melibea y pretenden que Centurio vengue la muerte de sus amantes, los criados de Calisto. Una tiene clientela fija y casa, la otra, menos experimentada, todavía no. Elicia sólo busca el placer con despreocupación de lo que pasa a su alrededor y de lo que no sea placentero; no le preocupa ni su pasado ni su futuro. Sólo la muerte de Celestina la hace volver a la realidad. Areúsa presenta una conciencia de sí misma más acusada. La venganza que trama junto a Elicia no es realmente por la muerte de sus amantes, sino más bien por el desamparo en el que quedan y por el odio que siente.

Padres de Melibea

Alisa es la madre de Melibea y no mantiene una verdadera relación con su hija; se limita a especular sobre su matrimonio sin haberle consultado apenas.

Pleberio es el padre demasiado ocupado que ama a su única hija y ve cómo su vida pierde todo sentido al suicidarse ésta, por lo cual declama el planto final de la obra, un lamento por el poder del amor donde sufre por la soledad y esterilidad a la que le ha condenado el destino tras tanto esfuerzo sin fruto.

Tiempo y espacio

Tiempo

Hay dos órdenes de tiempo (como se ha comentado): explícito e implícito. Primer salto temporal implícito: para Asensio, entre la escena-prólogo y la siguiente han pasado unos días, en los que se fermenta la pasión de Calisto y éste acude a Celestina. Esto haría también verosímil la evolución psicológica de Melibea. A esto seguirían tres días de acción ininterrumpida.

Segundo salto temporal: se da entre los actos XV y XVI, entre los que pasaría un mes. Tras esto, todo transcurre en un día y medio.

Este manejo del tiempo lleva a Lida a decir que la representación no es sino una selección. Sin embargo, hay autores que niegan la existencia de ese tiempo implícito, aduciendo la evolución de Melibea a la magia de Celestina y dándole a este elemento (como vimos en el apartado de los temas) gran importancia estructural.

Espacio

El macroespacio de la obra es evidentemente urbano, que se va configurando a través de los diálogos de los personajes con sus calles, plazas, iglesias... dando incluso nombres concretos. Se han barajado los nombres de algunas ciudades como marco espacial de la obra, pero no existen referencias suficientes e inequívocas al respecto, con lo que se asume que Rojas creó como marco una ciudad arquetípica. Hay muchos escenarios, que cambian rápidamente, pasando de un lugar a otro, llegando incluso a simultanearse dos espacios (en el acto 12 se simultanea el diálogo de Calisto y Melibea con el de Pármeno y Sempronio. Resalta la domesticidad: la acción principal tiene lugar en tres casas (la de Melibea, la de Calisto y la de Celestina). Es de destacar la función principal del huerto de Melibea en lo que supone la primera dramatización de la naturaleza en la literatura española. El espacio es, en fin, vital, dinámico, múltiple y hasta simultáneo.

TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA o

LA CELESTINA

Fernando de Rojas et alii ⁿ

I n   @§       ARGUMENTO GENERAL ZⁿSIGUESE la comedia o tragicomedia de calisto y melibea, n     compuesta en reprehension de los locos enamorados, que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dizen ser su Dios. n     Assi mesmo fecha en auiso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros siruientes.

ARGUMENTO de toda la obra ⁿCalisto fue de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias, de estado mediano. Fue preso en el amor de Melibea, n     muger moça, muy generosa, de alta y sereníssima sangre, n     sublimada en próspero estado, vna sola heredera a su padre Pleberio, y de su madre Alisa muy amada. Por solicitud del pungido Calisto, vencido el casto propósito della entreueniendo Celestina, mala y astuta mujer, n     con dos seruientes del vencido Calisto, engañados y por ésta tornados desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte, vinieron los amantes y los que les ministraron, en amargo y desastrado fin. Para comienço de cual dispuso el aduersa fortuna lugar oportuno, n     donde a la presencia de Calisto se presento la desseada Melibea. ⁿ

@§       n   CARTA

El auctor A vn su amigo n   Suelen los que de sus tierras absentes se hallan considerar de qué cosa aquel lugar donde parten mayor inopia o falta padezca, n     para con la tal seruir a los conterráneos, de quien en algún tiempo beneficio recebido tienen y, viendo que legítima obligación a inuestigar lo semejante me compelía para pagar las muchas mercedes de vuestra libre liberalidad recebidas, assaz vezes retraydo en mi cámara, acostado sobre mi propia mano, echando mis sentidos por ventores n     y mi juizio a bolar, n     me venía a la memoria, no sólo la necesidad que nuestra común patria tiene de la presente obra, por la muchedumbre de galanes enamorados mancebos que posee, n     pero avn en particular vuestra misma persona, cuya juuentud de amor ser presa se me representa auer visto y dél cruelmente lastimada, a causa de le faltar las defensiuas armas para resistir sus fuegos, las quales hallé esculpidas en estos papeles; no fabricadas en las grandes herrerías de Milán, n     mas en los claros ingenios de doctos varones castellanos formadas. Y como mirasse su primor, sotil artificio, su fuerte y claro metal, su modo y manera de lauor, su estilo elegante, jamás en nuestra castellana lengua visto ni oydo, leylo tres o quatro vezes; y tantas quantas más lo leya, tanta más necessidad me ponía de releerlo y tanto más me agradaua y en su processo nueuas sentencias sentía.

Vi, no sólo ser dulce en su principal hystoria o fición toda junta; pero avn de algunas sus particularidades salían deleytables fontezicas de filosofía, de otros agradables donayres, de otros auisos y consejos contra lisonjeros y malos siruientes y falsas mugeres hechizeras. Vi que no tenía su firma de auctor, n   y era la causa que estaba por acabar, pero quien quier que fuesse, es digno de recordable memoria por la sutil inuención, por la gran copia de sentencias entrexeridas, que so color de donayres tiene. n   Gran filósofo era! y pues él con temor de detractores y nocibles lenguas, más aparejadas a reprehender que a saber inuentar, quiso celar y encubrir su nombre, no me culpeys, si en el fin baxo que lo pongo, no espressare el mio. n   Mayormente que, siendo jurista yo, avnque obra discreta, es agena de mi facultad y quien lo supiesse diría que no por recreación de mi principal estudio, del qual yo más me precio, como es la verdad, lo hiziesse; antes distraydo de los derechos, en esta nueua labor me entremetiesse. Pero aunque no açierten, seria pago de mi osadia. Assi mesmo pensarían que no quize dias de vnas vacaciones, mientra mis socios en sus tierras, en acabar lo me detouiesse, como es lo cierto, pero aun mas tiempo y menos acepto. n   Para desculpa de lo qual todo, no sólo a vos, pero a quantos lo leyeren, offrezco los siguientes metros. y porque conozcays dónde comiençan mis maldoladas razones, n   y acaban las del antiguo auctor, en la margen hallaréis una cruz; y es el fin de la primera cena. n   Vale.

Fernando de Rojas, La Celestina

Versiones | Autoría | Argumento | Estructura | Personajes | Género de La Celestina | Intencionalidad y sentido

| Lengua y estilo | Influencia

Fernando de Rojas - La Celestina: Análisis literario | Resumen | Edición digital (Biblioteca Virtual)

El siglo XV se cierra con la aparición de una de las obras cumbre de nuestra literatura: La Celestina. Es una época en que el humanismo ya está en plena vigencia, lo cual también influye en la obra de Fernando de Rojas. De Italia han llegado nuevas ideas, la nueva estética que luego se plasmará definitivamente en la época del emperador.

Versiones

La Celestina es una obra que desde su aparición ha planteado varios y difíciles problemas en torno a la composición del libro, sobre el autor y la extensión de la misma, ninguno de los cuales puede tenerse todavía por resuelto. La obra nos ha llegado en dos versiones: la primera, titulada Comedia de Calisto y Melibea , de dieciséis actos; y una segunda, Tragicomedia de Calisto y Melibea , en veintiuno. Las primeras ediciones, hasta que La Celestina adquiere su forma definitiva de veintiún actos, se concretan en tres estados bien definidos. Al primero corresponde la edición, considerada como princeps, impresa, al parecer, en Burgos por Fadrique de Basilea en 1499, de la cual se conoce un ejemplar único, falto de hojas al principio y al fin; carece de título y comienza con el argumento del Acto I. En esta versión de la obra todavía no se da noticia del autor.

El segundo estado lo constituyen las ediciones de 1500 (Toledo) y de 1501 (Sevilla) - conservadas también en ejemplares únicos -, las cuales contienen una Carta de "El autor a un su amigo" once octavas acrósticas de arte mayor, el argumento de la obra, los dieciséis actos con sus argumentos, y unas coplas del corrector Alonso de Proaza, que explican cómo debe leerse el acróstico y dan el lugar y la fecha de impresión.

El tercer estado lo representan las cinco ediciones de 1502 - Salamanca, Toledo y tres de Sevilla -, las cuales llevan ya el nombre definitivo de Tragicomedia de Calisto y Melibea y de la puta vieja Celestina : en todas ellas se añade un prólogo después de las octavas acrósticas y otras tres octavas antes de las coplas de Proaza, se intercalan algunos nuevos pasajes y se suprimen otros y se agregan - con el nombre de Tratado de Centurio - cinco actos más, pero no al final sino a continuación del XIV, con lo que los actos XV y XVI pasan a ser el XX y el XXI. En la edición de Toledo de 1926 apareció un nuevo acto, llamado "el de Traso" , intercalado como número XXI, epílogo tardío del cual se prescinde generalmente por su falta de calidad literaria.

Autoría

El libro de La Celestina , tal y como hoy lo conocemos, contiene una carta de "el autor a un su amigo", once octavas acrósticas, un prólogo, la obra propiamente dicha, compuesta por el Argumento y los veintiún actos con sus argumentos, tres octavas explicando el propósito de la obra y, finalmente, las coplas del corrector Alonso de Proaza en las que explica cómo han de leerse los dichos versos acrósticos. éstos, al unir la primera letra de cada uno, dicen: <<El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calisto y Melibea e fue nascido en la Puebla de Montalbán>>. En la carta "a un su amigo" se dice que, habiendo encontrado el primer acto, "viendo no sólo ser dulce en su principal historia o ficción toda junta, pero aun de algunas sus particularidades salían deleitables fuentecillas de filosofía [...] se detuvo en continuarla quince días" . Estas palabras plantean varios problemas: ¿Fueron dos o uno los autores? Si hubo dos, ¿quién fue el del primer acto? ¿Quién fue Fernando de Rojas?

Si bien la crítica del siglo XIX se inclinó rotundamente por la unidad del autor, opinión consagrada por la autoridad de Menéndez y Pelayo, hoy los eruditos son partidarios de los dos autores que las palabras de Rojas afirman. El primer acto es, por lo tanto, anónimo. La atribución de su autoría a Cota o a Mena está hoy generalmente descartada.

De FERNANDO DE ROJAS se puede afirmar que era bachiller en leyes. Nacido en la Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, poseyó una importante biblioteca. Estudió en la Universidad de Salamanca, donde la tradición clásica siempre tuvo una enorme acogida. En 1517 se estableció en Talavera de la Reina (Toledo), donde ejerció por breve tiempo el cargo de Alcalde Mayor. Era judío converso. La ascendencia judía de Rojas está probada por el proceso contra Álvaro de Montalbán; éste, acusado de judaizante nombró "por su letrado al bachiller Fernando de Rojas, su yerno, vecino de Talavera, que es converso" , pero la Inquisición lo rechazó diciendo que no había lugar y le pidió que nombrara a otra persona "syn sospecha" . Rojas otorgó testamento en Talavera el 3 de abril de 1541 y debió de morir casi inmediatamente, ya que su mujer comienza el inventario de sus bienes el día 8 del mismo mes. Fue enterrado en la "yglesia del monesterio de la Madre de Dios" en Talavera, de cuya Congregación era miembro. Sus restos fueron localizados en marzo de 1936 en la pequeña iglesia de dicho monasterio, y exhumados en marzo de 1968.

Argumento

Calisto, un joven noble apuesto y de preclaro ingenio, penetra persiguiendo a un halcón en la huerta donde se halla a Melibea, de quien queda profundamente enamorado. Ante el rechazo de ésta y aconsejado por su criado Sempronio, decide encomendar su cuidado a Celestina, para lograr por medio de ella el amor de Melibea. La alcahueta consigue mediante artimañas que Melibea se enamore de Calisto. Los criados de éste intentan explotar un beneficio propio la pasión de su amo: que había prometido una cadena de oro a Celestina si lograba entre todos enamorar a Melibea. Cuando esto sucede, los criados reclaman su parte y ante la negativa de Celestina, la matan. Son apresados y ejecutados por la justicia, de lo que Calisto tiene noticia al día siguiente. Concierta una entrevista una entrevista nocturna con Melibea; sube por una escalera de cuerda y cuando va a bajar para marcharse, se rompe la escalera y Calisto se mata. Ante la muerte de su amado, Melibea sube a una torre y se arroja desde ella tras declarar las causas del suicidio a su padre. Termina la obra con el llanto y unas reflexiones morales de Pleberio, padre de Melibea.

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Estructura

Lo sorprendente es que una historia en apariencia tan simple, que podría haber sido la de una novela de serial, se convierta en argumento de una extensa y trascendental obra. ¿Cómo ocurre esto? Aparte de otras razones, dos son las que aquí se pueden señalar: por una parte, la acción se demora tranquilamente, con lo que se consigue diseñar unos caracteres de gran fuerza y un ambiente que es exacto reflejo de la vida misma; por otra, la trabazón de causas y consecuencias - fatales en definitiva - se entrecruzan como en la vida misma. Es por lo tanto, la plasmación de esa vida y la intensidad humana de los personajes lo que determina esa riqueza, profundidad y complejidad de la obra.

Atendiendo a la estructura argumental, debemos tener presente tres tipos de factores.

Como señala el esquema, el motor de la acción es el amor o pasión. Pero obsérvese que se trata del amor-trágico; y es que la estructura de La Celestina está montada sobre el contraste de amor y muerte , maridaje permanente en la literatura de todos los tiempos. El acto XII es fundamental. Es el momento en que cambia el movimiento de la obra; el amor y la muerte se aúnan aquí en un mismo acto, en síntesis estructural perfecta: el primer encuentro de amor de Calisto y Melibea y la primera muerte, la de Celestina. Anteriormente se ha visto una ascensión hacia el amor; desde ese momento, aparece la muerte como protagonista de la caída en cascada.

Efectivamente, la primera parte, hasta el acto XII, presenta un ritmo ascendente de acercamientos múltiples alrededor y en función del principal: el encuentro de Calisto y Melibea. Hasta este momento, los acercamientos interesados se van sucediendo con mayor o menor dificultad. Calisto ante los impedimentos determinados por la ilegitimidad de su amor y las imposiciones sociales se alía con Celestina por mediación de Sempronio.

Pármeno, más idealista y bienintencionado para con su amo, es, al principio, un impedimento que hay que destruir. Las muchachas de Celestina, Elicia y Areusa, desempeñarán un papel importante en la consecución de la necesaria asociación de Celestina, Sempronio y Pármeno. Celestina se encuentra con una doble misión: atraer como aliado a Pármeno, que la conoce bien y la desprecia, y, como proyecto último conseguir la claudicación de Melibea, misión ardua no por el modo de ser de Melibea sino principalmente por los comportamientos sociales que se le imponen. La corrupción de Pármeno se consigue definitivamente en el acto IX en el encuentro con Areusa; la atracción de Melibea, trabajosa y lenta, culmina en el XII

La segunda parte, de línea descendente, se inicia también en el acto XII con el asesinato de Celestina, a manos de Sempronio y Pármeno. La muerte, ya anunciada varias veces en la primera parte, va a convertirse a partir de ahora en motor de la acción. Tras la muerte de Celestina, Tristán y Sosia comunican el ajusticiamiento de Sempronio y Pármeno en el acto XIII. En el XIX, única noche de amor completo, muere Calisto. El XX, el suicidio de Melibea, último eslabón de la cadena: Celestina, criados, Calisto, Melibea. Pero la muerte también está presente también en otros actos; por ejemplo, en el XV, XVII y XVIII con los planes de venganza de las muchachas de Celestina y, sobre todo, en el XXI, con el planto de Pleberio, que cierra la obra confirmando el triunfo de la muerte sobre el amor por la fuerza del destino.

Personajes

La Celestina es una obra única en cuanto a la creación de caracteres. Aunque Calisto y Melibea aparecen como protagonistas, es Celestina la que señorea la obra entera; éste es el hecho que justifica el cambio de título. Es, sin duda el personaje mejor logrado y a la vez el más complejo de los personajes creados por Rojas. Sobre este personaje se han cargado todos los calificativos imaginables, hasta el demoníaco. Y Celestina no es un personaje demoníaco sino humano en el sentido de que su existencia sólo es posible porque existe una sociedad urbana que de alguna manera la necesita. Celestina es un personaje que vive del vicio y de las bajas pasiones de los demás. Y todo esto lo aprovecha en beneficio propio. Pero sin los vicios y miserias morales de la ciudad, Celestina no sería posible.

Lo que sí hace Celestina es servirse de todas las artes, desde la hechicería a las ocasiones para lograr su propósito: dinero. Porque la gran pasión de Celestina es la avaricia. La avaricia es la que la lleva a pervertir a los criados de Calisto: por avaricia no se detiene ante nada ni le importan los medios. Sus conocimientos de la naturaleza humana, el engaño, la falsedad, la pretendida compasión, el cinismo y la ironía, la hechicería y sobre todo su inmensa experiencia, todo lo pone al servicio de su gran pasión, que no es la lujuriar sino la avaricia.

Celestina ha pasado a la posteridad como la encarnación de la moral sin escrúpulos, puramente utilitaria, para lo que todo es lícito si es en provecho propio No repara en medios para lograr sus objetivos, y el proceso de perversión a que somete a los criados de Calisto es algo cercano a lo demoníaco.

Importante también es señalar que Celestina ama su oficio y lo realiza con el interés de un profesional, como otros realizan el suyo - según ella misma dice-. El fundamento de dicho comportamiento lo constituyen dos aspectos: su filosofía del amor y una definida actitud psicológica. Para ella, el amor es una fuente de vida que la naturaleza proporciona y, por lo tanto, es bueno, obra de Dios; además, en su vida ha sido ley y norte. Psicológicamente, ella goza al revivir, realizando su oficio, el esplendor de su juventud - recuérdese la escena con Areúsa.

Otro hecho que la define de algún modo es su importancia social como alcahueta, hecho éste digno de tenerse en cuenta a la hora de ver La Celestina como testimonio histórico social. En efecto, Celestina es reconocida, tal como es, de una manera general. Pármeno, en la descripción que de ella hace, dice que en todas partes está y todos la solicitan.

Calisto , mozo noble y de notable ingenio, no posee la firmeza y determinación de Melibea. Es voluble, impresionable, fácil al desánimo y la exaltación más apasionada. Los dos rasgos más sobresalientes de este nuevo amador son por un lado, su total enamoramiento, es un poseso del amor, lo cual le hace andar completamente abstraído, en ocasiones como un sonámbulo, y por otro su egoísmo y su inseguridad.

El enamoramiento le lleva a las alabanzas más incontenibles, y a veces sofisticadas, de Melibea. Cae así en los esquematismos del amor cortés y en las exageraciones propias de los amantes, fruto no de la razón sino del corazón. Encarna el amor ciego, la pasión desatada, pasión que le esclaviza hasta convertirle en un personaje trágico.

Otro rasgo de este personaje es su inseguridad. Es tan inseguro, que llega incluso a perder protagonismo a favor de Celestina y de sus criados, quienes de esta manera se agigantan como personajes imprescindibles en la obra.

En cualquier caso, la pasión de Calisto le lleva a un profundo egoísmo que no repara en dádivas ni en ofensas. A Celestina y a los criados se los gana mediante riquezas y adulaciones, y, cuando le llega l noticia de que han muerto, su dolor parece inicialmente sincero, pero enseguida se apresura a justificar su muerte.

A Calisto sólo le importa la consecución de sus deseos, por eso morirá víctima de ellos.

El retrato que Calisto hace de Melibea podría hacernos pensar que estamos ante un tipo de mujer estandarizada, con resabios de dama del amor cortés y con rasgos de la nueva estética renacentista. Y efectivamente, nos hallamos ante un retrato estereotipo, ante un ideal femenino de belleza que es común al final de la Edad Media y a todo el Renacimiento. Un retrato que tiene más de ideal y de sueño que de real.

Pero aunque el retrato físico de Melibea pertenece a un ideal de belleza propio de una época, no así su personalidad. Melibea es ya profundamente individual; sabe actuar de modo práctico y directo, buscando enérgicamente aquello que anhela. Melibea no es la joven cuya voluntad aparece ligada a la de los padres. No dudará en engañarlos, en fingir, en pasar ella sola a la acción para lograr sus apetencias.

En este sentido, Melibea representa en la literatura española la primera gran incorporación del individualismo de la persona defendido por el Renacimiento. El proceso de su pasión está magníficamente expresado con verdadera intuición del alma femenina: desde el rechazo inicial, al comienzo de la obra, hasta su entrega apasionada a Calisto en el jardín de su casa, pasando por ese punto intermedio de fingidas protestas y pretendidos rechazos.

Melibea enamorada ya no se detendrá ante nada. Pactará con la vieja, engañará a su madre y se entregará a Calisto. Cede a su pasión: no le importan la educación, el recuerdo de sus padres, ni tiene escrúpulos que la atormenten; es una mujer enérgica, apasionada, e incluso arrogante porque lo exige su pasión.

Pero el azar, la fatalidad o el destino acabarán con cualquier tipo de apasionamiento, como posteriormente en Romeo y Julieta o en Don Álvaro, el duque de Rivas . Entra, por tanto en la concepción moderna de la mujer. En posesión de una belleza idealizada, propia del Renacimiento afirma, sin embargo, a lo largo de la obra su poderosa individualidad, su fuerza y su pasión.

No se puede olvidar a los padres de Melibea . Alisa y Pleberio, padres de Melibea, tienen más importancia social que dramática. Son el reflejo de un matrimonio burgués, orgulloso de su hija y confiado en su inocencia. Son dos personajes sobre los que no pesa el convencionalismo. Pero su seguridad y confianza en la hija facilitan los manejos de Celestina y, en definitiva, del desenlaza trágico. Alisa aporta originalidad a la obra en cuanto a una casi total ausencia de la madre en nuestro teatro posterior. Es autoritaria, pagada de su posición e ignorante en todo lo que se refiere a su hija. Pleberio es padre amoroso y preocupado por la seguridad económica de su hija, de la que, en definitiva, también lo desconoce todo. Por otra parte, Pleberio, con su retórico discurso, dará el testimonio de la enseñanza final: su imprevisora paternidad permitirá que Melibea caiga en las asechanzas del loco amor.

Los criados de Calisto y las pupilas de Celestina están trazadas con innegable maestría y originalidad. Son personajes enteros y no simples y fieles servidores. Pármeno, Sempronio, Elicia y Areúsa representan la incorporación al teatro de toda un realidad social: el mundo bajo de los criados y las prostitutas, propio del ambiente de la gran ciudad. Sus intereses y conflictos van parejos a los de los personajes de alto rango. En la tragedia clásica sólo intervenían reyes, héroes e, incluso, dioses; sin embargo, en la obra de Rojas las gentes del pueblo entran a formar parte de la trama trágica, lo cual es una característica de la comedia humanística. Fernando de Rojas ha sabido captar la crisis social del siglo XV, señalando la situación socioeconómica del asalariado. El resultado ha sido que, con una audacia literaria inesperada, ha hecho intervenir en u obra a los criados y a las prostitutas como si se tratasen de personajes altos socialmente. Cada uno de los personajes constituye un mundo con sus problemas, preocupaciones y miserias, cosa que no se dio ni en el teatro anterior ni en el inmediatamente posterior, en el que el criado no es más que un intérprete de la voluntad del señor. En La Celestina , en cambio, los criados deciden, ponen condiciones, exigen, y a la vez son pieza clave sin la cual es inconcebible la marcha de la obra; hasta el punto de que, cuando Pármeno y Sempronio son muertos aparecen suplidos inmediatamente por Sosia y Tristán. Los criados de La Celestina tienen su pequeño drama íntimo y su gran pasión: el interés y la avaricia. Todo cuanto hacen es arrastrados por el interés y el ansia de medrar.

Los criados de La Celestina son un reflejo de esa crisis social que vimos anteriormente y que llevó al criado a cierto grado de rencor y desprecio hacia el señor.

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Género de La Celestina

Aunque el carácter de obra dramática de La Celestina parece imponerse sin dificultad debido a su estructura y a la total ausencia de parte narrativas, el género literario a que pertenece ha sido objeto de diversas estimaciones, basadas sobre todo en el hecho de su gran longitud - que la hace prácticamente irrepresentable en su forma original - y de su peculiar utilización del tiempo, que hace pensar en formas novelescas; de aquí los nombres de novela dramática o de novela dialogada con que ha sido calificada en muchas ocasiones.

A pesar de lo dicho es innegable el carácter dramático de la obra. La estructura es pues básicamente dramática, pero, de algún modo, rebasa los moldes propios del drama.

Pero es que la Tragicomedia de Calisto y Melibea no fue escrita para ser representada, sino para ser leída, característica que enlaza con comedia humanística, género en que se inspira la obra de Fernando de Rojas. Este género fue creado por Petrarca y se caracterizaba por el argumento simple pero de desarrollo largo y su interés por los sectores pobre de la sociedad. Otra característica era el diálogo variado y que estaba escrito en latín

Intencionalidad y sentido

Dice Fernando de Rojas en la "carta a un su amigo" que escribió la obra contra los fuegos del amor, contra los lisonjeros y malos sirvientes y falsas mujeres hechiceras. Estas mismas intenciones de moralidad vienen repetidas al final en un poema que declara su intención. Estas manifestaciones expresas han sido interpretadas como subterfugios que pretenden ocultar el contenido irreligioso, pesimista y negativo de la obra. Ante estos supuestos indemostrables, ha habido últimamente una reacción a favor de la sinceridad de Rojas. La autoridad de Marcel Bataillon ha reavivado la interpretación de que La Celestina fue escrita para que fuera leída y entendida como una moralidad. Lo que confunde la posible evidencia de esta opinión, que parece imponerse por los mismos hechos, es la inmensa riqueza de vida que la obra comporta, lo que posibilita la multiplicidad de sentidos e interpretaciones. Si Rojas hubiera operado con símbolos - personajes tipo - y esquemas, la enseñanza sería patente; pero esa misma riqueza a la que me he referido dificulta la interpretación como ocurre con la vida misma.

Lengua y estilo

No debemos olvidar que La Celestina llega en un momento de madurez y por ello los diferentes movimientos culturales y literarios confluyen en ella purificados. En efecto, en ella se aúnan, en equilibrio admirable, el mundo medieval y el renacentista, por una parte y la tendencia culta y la popular, por otra. Esto determinará en gran medida su lenguaje y estilo.

Se pueden distinguir, en efecto, un lenguaje culto y latinizante, cargado de artificios, y un habla popular lleno de refranes y de expresiones vivaces. Sin embargo, la separación no es nítida; el uso de los diferentes registros del lenguaje no corresponde de forma absoluta a los estamentos sociales distintos - señores y plebeyos. -, sino que se entrecruzan ambas tendencias, dependiendo no sólo del emisor, sino también del interlocutor y del asunto tratado. No obstante, hay que apreciar una clara tendencia a la diferenciación.

El estilo elevado, por su parte, presenta una cierta moderación, si bien encontramos aún la frecuente colocación del verbo en el final de la frase, consonancias, amplificaciones, latinismos léxicos y sintácticos como el uso frecuente del infinitivo y el participio de presente. En cuanto a la crítica sobre el exceso de erudición, hay que decir que la abundancia de sentencias y alusiones históricas y mitológicas se interpretan hoy como una convención estilística análoga al hecho de que en el Siglo de Oro todos los personajes hablasen en verso.

También el lenguaje popular, tan rico en La Celestina , está sujeto a cierta mesura; es prudente el uso de los modismos del hambre y prescinde de dialectalismos y de formas de ambientación localista que le hubieran proporcionado fáciles elementos de comicidad y colorismo. En cambio, es de destacar la gran abundancia de refranes.

Por último, en La Celestina la técnica del diálogo se manifiesta con suma perfección, pudiéndose distinguir diferentes tipos según la intención del autor: monólogos caracterizadores y ambientadores - importantísimos, ya que, al no estar destinada la obra para la representación, sirven a su vez de acotaciones dramáticas-, diálogos oratorios y diálogos breves de gran riqueza.

Influencia de La Celestina

La influencia de La Celestina en la literatura posterior es amplísima. Desde el principio fue objeto de continuaciones como la Segunda Celestina de Feliciano de Silva. Su influencia fue grande en obras de Lope de Vega como La Dorotea y El Anzuelo de Fenisa . También la tuvo presente el autor de La Lozana Andaluza y el género de la novela picaresca. Fue traducida durante el siglo XVI al italiano, alemán, francés y holandés.

Aunque se ha intentado en reiteradas ocasiones su adaptación a la escena esto no ha tenido demasiado éxito, como la película de la Celestina rodada en 1996. El personaje de Celestina ha sido estudiado por Ramiro de Maeztu como una de las constantes socio-literarias de la vida española, al lado de Don Quijote y Don Juan . Un gran pintor, Picasso, nos ha dejado en su época azul el retrato evocador de Celestina. El propio lenguaje ha dado entrada en el léxico a términos como celestinar y celestinesco.

La figura de intermediario en las relaciones amorosas, universal y eterna, ha quedado para siempre cristalizada en el personaje de Rojas.

Resumen de la Celestina por actos

Actos : 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21

Fernando de Rojas - La Celestina: Análisis literario | Resumen | Edición digital (Biblioteca Virtual)

Acto 1

Calisto entra en la huerta de Melibea y, al verla, se enamora de ella. Comienza a hablarle, pero ella le rechaza. Por este motivo Calisto, muy apenado, habla con un criado suyo llamado Sempronio, quien le endereza a una vieja alcahueta llamada Celestina, donde él mismo tiene una amada, Elicia. Entretanto y hasta que llegan Sempronio y Celestina a casa de Calisto, queda éste razonando con otro criado, Pármeno, un viejo conocido de Celestina que quiere inducirle a la concordia de Sempronio mediante la promesa de una aventura amorosa con Areúsa, una de sus pupilas.

Acto 2

Celestina parte de la casa de Calisto hacia la suya y Calisto queda razonando con Sempronio sobre la utilidad de las cien monedas que ha otorgado a Celestina como adelanto por sus servicios. Sempronio insiste en que ha hecho bien en recompensar a Celestina de tal forma, pero Calisto, a quien todo le parece tardanza, envía a Sempronio para apremiar a la alcahueta. Quedan entretanto Calisto y Pármeno juntos razonando.

Acto 3

Sempronio va a casa de Celestina, como había ordenado su señor, y la reprende por su tardanza. Finalmente se dirige Celestina a casa de Melibea. Quedan entretanto Sempronio y Elicia, su amada, en casa.

Acto 4

Celestina, andando por el camino, habla consigo misma hasta llegar a la casa de Pleberio, padre de Melibea. Allí halla a Lucrecia, la criada. Alisa, la madre de Melibea, la hace entrar. Entretanto llega un mensajero a llamar a Alisa y queda Celestina sola con Melibea, a quien descubre la causa de su venida.

Acto 5

De regreso de casa de Melibea, Celestina va hablando por la calle hablando consigo misma. En su casa descubre a Sempronio que la está esperando. Ambos van hablando hasta la casa de Calisto y Pármeno, que les ve venir y pregunta a su amo sobre si debe abrir la puerta, abre.

Acto 6

En casa de Calisto, éste le pregunta a Celestina sobre lo que le ha acontecido con Melibea. Mientras, Pármeno le pone a cada momento un mote distinto a Celestina pese a que Sempronio le reprende constantemente. En fin, la vieja Celestina le descubre todo lo que ha averiguado de Melibea y le enseña un cordón de la amada. A continuación se dirige a su casa con Pármeno.

Acto 7

Celestina habla con Pármeno en el intento de inducirle a concordia y amistad de Sempronio y Pármeno le responde recordándole la promesa que le hizo acerca de Areúsa. Los dos van a casa de Areúsa donde Pármeno pasa la noche. Celestina vuelve a su casa, donde Elicia le increpa por su tardanza.

Acto 8

Llega la mañana y Pármeno despierta. Se despide de Areúsa y vuelve a casa de Calisto, su señor. En la puerta ve a Sempronio, con quien concierta su amistad. Van juntos a la cámara de Calisto, que está hablando consigo mismo. Una vez que se levanta, se dirige a la iglesia.

Acto 9

Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina, hablando entre sí. En casa de la alcahueta encuentran a Elicia y Areúsa. Se ponen a comer. Entre tanto llega Lucrecia, criada de Melibea, a llamar a Celestina, que vaya a estar con Melibea.

Acto 10

Mientras andan Lucrecia y Celestina por el camino, está hablando Melibea consigo misma. Llegan a la puerta y una vez dentro, Celestina entabla una conversación con Melibea. Esta, después de muchas razones, le descubre su gran amor hacia Calisto. Acuerdan una cita con Calisto. Celestina se va cuando ve llegar a Alisa, conocedora de la mala fama de Celestina entre la gente. Alisa pregunta a su hija por los negocios de Celestina y ésta defiende a Celestina.

Acto 11

Celestina va sola por la calle hablando consigo misma. Ve a Sempronio y a Pármeno que se dirigen hacia a iglesia a por su señor. Sempronio habla con Calisto. Van a su casa, donde Celestina le informa sobre el amor de Melibea y la cita acordada. Mientras, Pármeno y Sempronio hablan entre sí. Celestina se despide de Calisto, que le ha otorgado una cadena de oro como recompensa por sus servicios, y se dirige a su casa, donde Elicia le abre la puerta. Cenan y se van a dormir.

Acto 12

Calisto, Sempronio y Pármeno van llegada la media noche a casa de Melibea, que ya le aguarda. Los dos enamorados hablan entre puertas y se confiesan el amor mutuo. Finalmente Calisto se despide después de haber concertado otra cita con Melibea y vuelve con sus criados hacia su casa. Entretanto se han despertado los padres de Melibea y preguntan a su hija por las razones de los ruidos que se podían oír en su habitación. Melibea afirma que estaba sedienta. Al mismo tiempo tiene lugar una acción que es determinante para el resto del libro. Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina a reclamar parte de la ganancia, pero Celestina se niega a compartir. Tienen una pelea y finalmente matan a Celestina. Da voces Elicia y viene la justicia y apresa a los dos.

Acto 13

Llega Sosia llorando por las muertes de Sempronio y Pármeno degollados en la plaza mayor. Sosia se lo cuenta a los demás criados, entre ellos a Tristán, que está delante de la puerta de su amo. Al final del acto le comunican la mala noticia a su amo que hace gran lamentación.

Acto 14

Está Melibea muy afligida por la tardanza de su amado Calisto pero al final llega éste con sus dos criados Sosia y Tristán. Después vuelven todos a su posada y Calisto se retrae en sus palacio quejándose por el poco tiempo que ha estado con Melibea.

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Acto 15

Areúsa dice palabras injuriosas a un rufián llamado Centurio, el cual se despide de ella por la venida de Elicia. ésta le cuenta a Areúsa las muertes de Sempronio y Pármeno, al igual que la de Celestina y conciertan las dos vengar las muertes de los tres en los dos enamorados por mediación de Centurio. Finalmente Elicia se despide de Areúsa.

Acto 16

Pensando Pleberio y Alisa tener su hija el don de la virginidad conservado, lo cual, según ha parecido no es así, están razonando sobre el casamiento de Melibea. Esto lo oye Melibea, en quien despiertan pena las palabras de sus padres, y envía a Lucrecia para que sea causa de su silencio en aquel propósito.

Acto 17

Elicia determina dejar de pensar en la muerte de los tres seres queridos, como le aconseja Areúsa. Va a casa de ésta misma, adonde viene Sosia, al cual Areúsa saca todo el secreto que está entre Calisto y Melibea.

Acto 18

Elicia determina de hacer amistades entre Areúsa y Centurio por precepto de Areúsa y van a casa de Centurio pare rogarle la venganza de las muertes en Calisto y Melibea. Centurio lo promete delante de ellas, pese a intentar excusarse.

Acto 19

Calisto va con Sosia y Tristán al huerto de Melibea, que le está esperando. Mientras vienen Traso y otros a cumplir lo que había prometido Centurio a las dos pupilas de Celestina. Pero Sosia y Tristán consiguen ahuyentarles. No obstante, Calisto quiere salir en ayuda de sus criados y al descender por la escalera de casa de Melibea sufre un accidente mortal. Melibea, al oír esto, sufre una crisis emocional.

Acto 20

Lucrecia llama a la puerta de Pleberio para que vaya a ver a su hija. Melibea finge inicialmente tener dolor del corazón. Envía Melibea a su padre a por algunos instrumentos músicos al tiempo que ella sube a una torre con Lucrecia. Se despide de Lucrecia y cierra tras ella la puerta. Llega su padre al pie de la torre y Celestina le confiesa su aventura amorosa con Calisto. Al final, se deja caer torre abajo.

Acto 21

Pleberio vuelve a su cámara con gran llanto e informa a su mujer Alisa sobre lo ocurrido. Concluye el libro con un planto.

La Celestina: Resumen

Acto I

Calixto, de noble linaje, entra en el huerto de Melibea persiguiendo un halcón. Presa de súbito y profundo enamoramiento, al ver a Melibea, se lo manifiesta; pero ella le rechaza. Ya en casa, se muestra abatido y pesaroso. Aconsejado por sus criados, Sempronio y Pármeno, recurre a la vieja Celestina que se presta a ablandar el corazón de Melibea.

Actos II a XIV

Celestina visita a Melibea y consigue, con astucia, interesarla por Calixto. Sempronio y Pármeno, que tienen amores con Elicia y Areúsa, jóvenes pupilas de Celestina, desean parte de las recompensas que Celestina ha ido recibiendo de Calixto. Calixto logra el amor de Melibea casi al mismo tiempo que Sempronio y Pármeno, después de discutir con Celestina por las ganancias obtenidas, la matan y, a los gritos de Elicia, viene la justicia que prende a los asesinos.

Tristán y Sosia, otros dos criados de Calixto, le cuentan que el pueblo, indignado, dio muerte también a Sempronio y a Pármeno cuando eran conducidos por los alguaciles. Calixto lo lamenta; pero pronto lo olvida, atento a su propia felicidad.

Actos XV a XIX

Elicia y Areúsa conciertan con Centurio, nuevo galán de ésta, vengar las muertes de Celestina, Sempronio y Pármeno, de las que hacen responsable a Calixto. Pleberio y Alisa, padres de Melibea, ignorantes de los amores de su hija, piensan que ha llegado el momento de casarla. Areúsa se entera por Sosia de las repetidas entrevistas nocturnas que Calixto y

Melibea tienen en el huerto de ésta y Centurio manda allí gente con armas. A las voces de Sosia, Calixto sale precipitadamente, pero, al no estar en el muro la escala que había utilizado para subir, se despeña y muere.

Actos XX a XXI

Melibea, desde lo alto de la torre de su casa, cuenta a su padre sus amores, el trágico fin de Calixto y, sin esperanza de felicidad, se despeña también, para tener la misma muerte que Calixto. La obra termina con el llanto de Pleberio ante el cadáver de su hija quejándose del poder y de los lamentables efectos del amor.