La ciudad chilena del siglo XVIII

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    Gabriel Guarda

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  • La ciudad chilena del siglo XVIII

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    La urbanizacin en Amrica latinaMonografas de historia urbana

  • Gabriel Guarda

    La ciudad chilenadel siglo XVIII

    CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA

  • Serie dirigida por Jorge Enrique Hardoy

    (C) 1968Centro Editor de Amrica Latina S. A.

    Avda. de Mayo 1365 - Buenos Aires

    Hecho el depsito de leyImpreso en la Argentina - Printed in Argentina

  • I. De la guerra a la paz

    Declinacin de la guerra de Arauco

    Durante la dominacin espaola, el reino de Chile fueuna especie de gran sala de armas de las provincias indianas.Su estratgica situacin en el engranaje geopoltico del virreinato del Per converta al pas en un verdadero traporojo para las naciones enemigas de Espaa. Trampoln paraacceder al corazn del Per, reputbase todo l llave y antemural del que dependa la conservacin, no slo de las costasdel citado emporio, sino ms lejos, las de las Audiencias deQuito y Tierra Firme, Nueva Espaa y aun California.

    Las incursiones de Drake y Hawkins, en el siglo xvi, laocupacin de Chilo por los holandeses Baltasar y Simn deCordes, y de Valdivia por la expedicin de Brower y Herck-mans en el siguiente siglo, adems de un cortejo de piratas,transformaron a esta extrema porcin de Amrica en el talnde Aquiles de esta parte del imperio espaol, a la vez queen la nia de los ojos del monarca y el quebradero de cabezade sus colaboradores en el Consejo de Indias.

    Esa vulnerabilidad externa que haca de todas sus costas una especie de vasta barricada, y que mantena a sus habitantes en perpetuo sobresalto, se transformaba en sus territorios interiores, debido al temperamento de sus aborge-

    I nes, en un verdadero campo de Agramante. Flandes Indianollamaron los cronistas al pas en el siglo xvn.

    Esta guerra interna marc con tal sello el desenvolvi

    miento histrico del pas que ninguna de sus actividades ni-{ de las diversas facetas de su desarrollo pudo sustraerse a su presin que, lgicamente, se ejerci tambin en la fundacin,conservacin, aumento o decadencia de sus antiguas pobla-

    clones (26).

  • I. De la guerra a la paz

    Declinacin de la guerra de Arauco

    Durante la dominacin espaola, el reino de Chile fueuna especie de gran sala de armas de las provincias indianas.Su estratgica situacin en el engranaje geopoltico del virreinato del Per converta al pas en un verdadero traporojo para las naciones enemigas de Espaa. Trampoln paraacceder al corazn del Per, reputbase todo l llave y antemural del que dependa la conservacin, no slo de las costasdel citado emporio, sino ms lejos, las de las Audiencias deQuito y Tierra Firme, Nueva Espaa y aun California.

    Las incursiones de Drake y Hawkins, en el siglo xvi, laocupacin de Chilo por los holandeses Baltasar y Simn deCordes, y de Valdivia por la expedicin de Brower y Herck-mans en el siguiente siglo, adems de un cortejo de piratas,transformaron a esta extrema porcin de Amrica en el talnde Aquiles de esta parte del imperio espaol, a la vez queen la nia de los ojos del monarca y el quebradero de cabezade sus colaboradores en el Consejo de Indias.

    Esa vulnerabilidad externa que haca de todas sus costas una especie de vasta barricada, y que mantena a sus habitantes en perpetuo sobresalto, se transformaba en sus territorios interiores, debido al temperamento de sus aborge-

    I nes, en un verdadero campo de Agramante. Flandes Indianollamaron los cronistas al pas en el siglo xvn.

    Esta guerra interna marc con tal sello el desenvolvi

    miento histrico del pas que ninguna de sus actividades ni-{ de las diversas facetas de su desarrollo pudo sustraerse a su presin que, lgicamente, se ejerci tambin en la fundacin,conservacin, aumento o decadencia de sus antiguas pobla-

    clones (26).

  • 8 La ciudad chilena del siglo XVIII

    La guerra de Arauco comenz a mediados del siglo XVIcuando el espaol precisamente emprenda la colonizacin yfundaba sus primeras ciudades; no terminara hasta la segunda mitad del xix cuando el ejrcito de la Repblica someti a viva fuerza los ltimos restos de una raza salvaje peroheroica, desgastada a lo largo de tres siglos de lucha.

    Aquellos siglos, sin embargo, no fueron una sola montona y gran batalla; como en la reconquista espaola, huboen su desarrollo perodos lgidos y lnguidos, avances y retrocesos, paces y "rotas", banderas y alianzas. Como con elmoro en la pennsula, las alternativas daran lugar a parlamentos y embajadas, canjes de prisioneros, rehenes, cautivosy rescates; la cadena de batallas, despus de su perodo inicial, reconoci uno notablemente violento a fines del siglo XVI,una prolongacin sostenida a lo largo del todo el xvil y unprogresivo declinar a lo largo del xvill; las alternativas deesta curva marcan paralelamente el historial de las ciudades :al proceso inicial y fecundo del xvi se sucede la despoblaciny el repliegue en el xvil; el xvill, a medida que el trnsito dela guerra a la paz se va haciendo ms evidente, es el momentode la expansin. Como si el ritmo natural del desarrollourbano de un territorio potencialmente rico y desbordante deenergas se hubiese visto artificialmente reprimido, a medidaque avanza el siglo, lo que primero se insina tmidamente,aparece luego como cauce arrollador que finalmente desbordae inunda de fundaciones, de arriba a abajo, el vasto territoriohasta entonces convulsionado por la guerra. La caracterstica del proceso de urbanizacin de Chile en el siglo XVIII acasono sea tanto el balance numrico del total de las fundacionesrealizadas, sino el carcter explosivo que reviste, su sujecina un plan, peculiaridad original en relacin con las demsregiones de la monarqua indiana.

    De la ocupacin al poblamiento

    Al ocupar el territorio del futuro reino de Chile, Pedrode Valdivia, su primer conquistador, pareci haber intuido

  • Be la guerra a la paz 9

    admirablemente su longitud, al diseminar con mesura lassemillas de sus futuras ciudades.

    Antes de reconocerlo en su totalidad, como si previamente hubiese tenido a mano un acabado plano con los pormenores de su larga geografa, situ sus fundaciones a calculadasy justas distancias, de modo que la distribucin en el conjunto correspondi, en general, a un proceso de ocupacin bastante proporcionado.

    Despus de haber pasado por los futuros asientos de Co-piap y La Serena y de resistirse a la tentacin de fundarhasta su arribo al valle del Mapocho, en que ech los cimientos de Santiago, en ulteriores incursiones al sur, complement definitivamente las bases de estructuracin urbana delllamado Nuevo Extremo. No obstante el hecho de haberatravesado ms de una vez el extenso valle central objetode las ms numerosas fundaciones del siglo xvill se abstuvo de dar escape a esa especie de pasin por las fundaciones, como posedo de una voluntad deliberada, comn a suprimer trnsito por las regiones nortinas.

    Necesidad urgente de reservar sus medios para repartirlos en regulares distancias a lo largo del remoto espacio quelo separaba del Estrecho, lmite austral de sus dominios;misteriosa atraccin hacia la riqueza de la tierra que sera sutumba, hacia la densa poblacin indgena de la zona sur, estos u otros factores que no alcanzamos a abarcar, privaron ala regin central, por este tiempo, de los beneficios de unaincorporacin ms efectiva al naciente desenvolvimiento delpas.

    Aun ms: terminado el siglo, mientras la zona australvea crecer y multiplicarse el radio de influencia de ricasfundaciones, repartidas sus tierras entre vecinos y encomenderos, en todo el resto del valle central, separadas por la cordillera las tres de Cuyo, slo Santiago y una entonces opacaSan Bartolom de Gamboa (Chillan) contemplaban el desarrollo de sus colegas sureas, promisorios emporios agrcolas, mineros y comerciales, a un tiempo espectadoras, actorasy vctimas del drama de la guerra de Arauco.

    La" ciudad es para la regin circundante un foco, centrfugo, como lo llamar Morse (31), de irradiacin civilizadora.

    j Como las ondas concntricas de una piedra arrojada al agua,I sus alrededores sienten s beneficio en forma proporcionala la distancia que los acerca o separa de aquel centro vivi-

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    ficador. Con la incorporacin al desarrollo agrcola de loscampos vecinos, la ciudad extiende su influjo a un radio progresivamente mayor segn transcurren los aos y su desenvolvimiento sigue un ritmo regular.

    Cada merced de tierras, encomienda, misin, conversino doctrina, cada obraje o establecimiento agrcola, cada fortaleza, es un tentculo que va ganando pedazos del territorioa la nueva concepcin ordenadora que dimana del centrotransmisor, el ncleo urbano. Los caminos pasan a ser cauces de movimiento a travs de los cuales se establece esacirculacin vital que fluye de la cabeza del cuerpo a los msapartados miembros; desde las ms pequeas chcaras a lasms vastas estancias, todo un orden nuevo va imponiendo suimpronta racional sobre el dibujo que configura la topografa del valle. La irrupcin de la lnea, del ngulo recto, de lasparalelas, va bosquejando una red que teje sobre el paisajelos perfiles de una nueva fisonoma. El clsico y matemtico plano de damero de la traza urbana proyecta sus coordenadas a lo largo y a lo ancho del espacio circundante (lmina I). Una arquitectura simple y clara como aquella trazacomenzar a florecer en los hasta hace poco incultos campos ;la categora de la ciudad determinar sus proporciones, elclima y los materiales constructivos, su modalidad caracterstica.

    Las antiguas ciudades a principios del siglo XVIII

    Descontando las fundadas en regiones ultracordilleranasen el primer momento de la conquista, pero incluidas las deCuyo, regin perteneciente hasta 1776 al reino de Chile (16),diecisis haban sido las poblaciones fundadas dentro de loslmites territoriales del pas a lo largo del siglo XVI.

    El destino de cada una de ellas fue vario. As como el

    primer gobernador del reino y prolfico fundador de ciudades, Valdivia, haba sido muerto por los indgenas en 1598,uno de sus sucesores, Martn Garca Oez de Loyola correraigual suerte, pereciendo con todo su squito en Curalaba, en

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    el centro de la efervescente regin de Arauco. Este acontecimiento desencaden una de las conflagraciones ms sangrientas de la colonizacin de Amrica, designada por lahistoriografa como "ruina de las siete ciudades". Sucesivamente la destruccin de Santa Cruz de Oez, Valdivia, Osor-no, La Imperial, Caete, Angol y Villarrica signific, en cifras, la prdida de unos diecisis millones de pesos en bienesmateriales (47) y, de hecho, el retroceso de la colonizacin almomento casi inicial de la conquista. A la prdida innumerable de vidas en el saqueo, el incendio o el cautiverio se sumaba la circunstancia de ser la regin asolada la ms ricay poblada del pas. Las ciudades arrasadas gozaban fama deopulentas y los datos suministrados por los documentos permiten adjudicar a tres de ellas la primaca en cuanto a equipamiento y riqueza en la balbuciente estructuracin del nuevo estado.

    A partir de 1606 entre el ro Bo Bo y el Canal de Cha-cao, Los Andes y el mar, se extender una vasta regin dediez millones de hectreas yermas y devastadas, que habansido, hasta esa fecha, precisamente, las ms roturadas y "urbanizadas" del reino. Como una gran cua entre los trminos de la antigua Concepcin y el archipilago de Chilo,aquella zona qued desde entonces y a lo largo de ms de unsiglo como tierra prcticamente vedada al trnsito del espaol, sujeta slo a pacficas correras misionales o de rescate,fugaces incursiones punitivas, cuando no refugio de prfugosy desertores, crcel involuntaria de centenares de cautivos y,por consiguiente, criadero infinito de mestizos.

    La refundacin de Valdivia, emprendida con ingentesesfuerzos por el virrey del Per en 1645, despus de la frustrada ocupacin de su puerto dos aos antes por los holandeses, tuvo el carcter no tanto de restauracin de la ciudadantigua en el sentido propio del trmino cuanto el de creacinde una plaza fuerte presidiada, murada y erizada de caones,especie de isla en tierra firme, a cuyos habitantes estbalesprohibido poseer extramuros tierras de cultivo ni indios de

    | servicio, cuyo sustento en dinero y especies llegbales una| vez al ao directamente desde el Callao en forma de situado ;I su configuracin urbana en caracterstica ciudadela determi-

    nabaun vivo contraste con la ciudad primitiva, cuyas impo

    nentes ruinas eran constante motivo de nostalgia y aoranzapara sus ahora escasos habitantes.

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    Restaurada Chillan, bastante al norte del Bo Bo e intentada varias veces la refundacin de Angol, slo Castro, enel centro de la lejana isla grande de Chilo atraves indemneaquellas grandes pruebas para llevar una vida lnguida, nunca repuesta del todo despus de las depredaciones pirticasde 1600 o 1643.

    Puede decirse que, exceptuada Santiago y las antiguasfundaciones cuyanas, es caracterstica de todas las ciudadesde Chile un marcado acento castrense, impuesto desde lasformas urbanas ms visibles hasta las ms sutiles como la

    preocupacin y actividad predominante de sus moradores. Elpermanente estado de guerra penetr hasta lo ms hondo desu cuerpo y alma (26).

  • II. Gnesis de las fundaciones

    El poblador del valle central

    La ruina del sur haba sido una especie de gran naufragio en el cual no slo haba sucumbido un incontable nmerode colonizadores, sino donde los sobrevivientes constituanuna masa de desplazados, ayunos de todo medio de subsistencia, que, trasladados apresuradamente a Chilo, Santiago,Per, o devueltos a Espaa, representaban un problema maysculo para las autoridades.

    El Presidente del reino no dispona de vacantes suficientes para ocupar a tal nmero de hidalgos en puestos proporcionados a sus mritos; en esta coyuntura, nos dice uncronista, el Gobernador Alonso de Ribera, al ver a "los vecinos de las ciudades perdidas en sumo descarro y vacilantessobre su destino de quedarse o salir del reino, que era a lo quems se inclinaban ... los contuvo ofrecindoles tierras parasu manutencin y subsistencia y as comenz a poblar elgran pas que mediaba entre la ciudad de la Concepcin ySantiago".

    Es de alrededor de 1600 la consolidacin del valle central,hasta entonces privado de los beneficios de una efectiva accin colonizadora que lo transformar, en un siglo de esfuerzos. El descendiente de este poblador ser el hombre msligado a las nuevas villas y ciudades, las patrocinar y alentar; junto con el indio y el mestizo, ser su primer vecino.

    Al indgena, poblador inicial del valle, se suma el esfuerzo del emigrado de las ciudades de arriba; gran organizador,bajo sus auspicios se consolida la economa de la regin. Hayque anticipar que, adems de su aporte positivo al desarrollodel lugar y a las futuras fundaciones, en determinado mo-

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    ment se opuso a su proliferacin : entre invitado y obligadoa establecer en ellas su residencia, el agricultor de pocos recursos asumi una resistencia remolona, aduciendo el casode que generalmente la poblacin distaba en exceso de sulugar de trabajo. En el terrateniente, un celo previsor endefensa de su independencia impulsbalo a una actitud prevenida. Las autoridades hubieron de echar a rodar todo unsistema de ofertas tentadoras tanto para cazar vecinos como

    para vencer oposiciones. Adems de los ofrecimientos generosos, usuales en la pennsula desde la lejana poca de la reconquista de Sevilla en el siglo xm, a manera de complemento, hubo de pensarse en medidas coercitivas.

    En un momento dado la oposicin se organiz y describien un memorial la "turbacin de todo el reino con el motivode esta numerosa multiplicacin de villas. . .". Intervino elFiscal de la Audiencia de Santiago proponiendo al Presidente, mayor elasticidad en la eleccin de los sitios, consulta dela opinin de los agricultores, nuevas regalas ; el plan oficialcapeara con felicidad el temporal y sus beneficios traeran lapaz a los tmidos.

    Las estancias antes de las fundaciones del XVIII

    Ancladas en las grandes haciendas, las residencias de lospobladores del valle central crecieron de generacin en generacin, a medida que prosperaba la explotacin agrcola yrenda ganancias cada vez ms saneadas. La constitucin deuna tradicin artesanal, los elementos constructivos que proporciona el medio, el clima y una intencin imprimen el selloa la expresin plstica. En su conjunto, estas casas patronales llegan a ser de tal extensin que resulta difcil encontraren el continente ejemplos similares; enderezaron su caminopor un cauce de tradicin andaluza y hasta hoy abundan enla zona interesantes ejemplos (23).

    La casa del inquilino, el otro elemento arquitectnicoque aport el valle a las nuevas fundaciones, debi pasar poretapas : debemos ver en su aparejo de quincha, paja y piedra

  • Gnesis de las fundaciones 15

    de ro una modalidad muy ligada a la herencia aborigen. Losmateriales constructivos seran pronto los mismos de las patronales. La gran diferencia radicar en la vastedad del pro

    grama y en el atuendo. Las casas patronales son una entidadautnoma, a cuyo programa propio se agregan todos los elementos comunes de la hacienda, diagramando un establecimiento de proporciones casi urbanas ; las de los inquilinos, encambio, dependen de la anterior, forman parte de la constelacin de construcciones que la rodean y una parte de sus

    dependencias es de uso comn (23).A ambas, niveladora, envuelve la misma naturaleza, la

    misma generosa floracin de plantas, huertos, jardines y arboledas que hacen fciles y abundantes los medios de subsis

    tencia ; se crea un gnero de vida en que la convivencia inmediata y el servicio recproco respecto a los de dentro y lacomn hospitalidad con los de fuera, determinan sus caractersticas. "Es toda aquella tierra tan frtil, nos dice uncronista, y abundante en mantenimientos en todas las partesque se cultivan y benefician, que casi todos los de las tierrasde paz y poblados comen de balde y por ninguna parte poblada se camina . . . que sea menester llevar dinero para el gastode mantenimiento de las personas y caballos, por lo que, aun

    que hay gente pobre en aquella tierra, no hay ninguno men-dingante" (21).

    La arquitectura de las primitivas casas patronales y deinquilinos y las caractersticas de la vida que se desarrolla enellas sern ingredientes que pasarn a constituir el carcterde las futuras fundaciones ; debern tenerse presentes al abordar el estudio detallado de stas.

    Estayicias e iglesias, gnesis de fundaciones

    Lo que hacia 1600 haba comenzado balbuceante, al cabode siglo y medio de vida llegaba a una adulta robustez. Elproceso de ocupacin del valle, como una marea, haba invadido lentamente todos los rincones hasta lamer los mismosfaldeos serranos, penetrando por los estrechos cajones de los

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    ros, desbordando el vasto valle central. Las estancias quehemos descrito sern germen de nuevas poblaciones, centinelas de su desarrollo, constantes auxiliares en sus primerasnecesidades. Su proliferacin y enriquecimiento, con sus consecuencias, exiga una nueva poltica en la siempre activamisin colonizadora. Un primer paso hacia las fundacioneslo dio, indirectamente, la iglesia al erigir un nmero cada vez

    mayor de parroquias y capillas rurales. Como los monasterios en la Edad Media, estas iglesias, diseminadas en los

    campos, precipitaron las nuevas fundaciones. El proceso se

    origin en la existencia de una mayor densidad de poblacinrural en regiones determinadas; esta densidad provoc elestablecimiento de nuevas iglesias y capillas, y stas, a su vez,contribuyeron a la concentracin de aquella poblacin dispersa en torno suyo. Cerrando el crculo, la concentracin causara la localizacin de nuevas villas. Tal es el origen, entre

    otras, de Talca, Curic, San Fernando, Peumo, San Pedro deAlcntara, San Francisco del Monte, etctera ; el proceso continu despus de la independencia.

    Cuando en 1750 el Fiscal Jos Perfecto de Salas propusola fundacin de unas cuatro o seis villas en cada corregimiento del reino, sugera lo fuesen "al abrigo de las parroquiasconventos de regulares fundados en su jurisdiccin" ; se ahorrara con ello la construccin de iglesias "porque les servirala parroquial a que se agregan o el convento de religiosos acuyo abrigo estn prontos a fundarse" (13). El Rey, adems,por cdula de 7 de setiembre de 1782, ordenara la edificacin de capillas rurales en los trminos del obispado de Concepcin y cuando el Marqus de Aviles entrega, en 1797, elgobierno a su sucesor, Joaqun del Pino, a partir de la existencia de estas capillas comenta sobre los campesinos deaquella zona: "tal vez que edificando sus casas prximas ala iglesia ... se d principio a algunas aldeas que lleguen aser villas" (4) .

    Aun en el proceso de gestacin de los pueblos de indiosdesempeara muchas veces el papel de ncleo central la existencia de alguna capilla; el captulo X de los acuerdos celebrados por el padre Matud, misionero ranciscano, con las

    parcialidades de Malean y Quilaco en marzo de 1761, pediaque "para evitar las incomodidades que se sigue a los indios

    que viven lejos de la capilla, de venir a la misa y doctrina, seanimpri rumtn antes rmedan a hacer sus casas junto a la

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    misma capilla y reducirse a pueblo, que es lo que el Rey nuestro seor desea para reconocerlos como fieles y leales vasa

    llos" (32).

    La razn estratgica y la influencia militar

    Un apartado especial ocupa el caso de la razn estratgica como fuente de fundaciones y su secuencia, el aparejomilitar, como factor de influjo, ya en el desarrollo de lasexistentes ya como atuendo indispensable en las que se construyeran.

    Un territorio con las caractersticas sealadas al principio, sometido a la influencia de ineludibles presiones de estrategia externa e interna, deba necesariamente marcar conun sello propio la fisonoma de sus poblados. Un cincuentapor ciento de las poblaciones levantadas en Chile durante ladominacin espaola y, en determinadas regiones, an hastael ltimo tercio del siglo xix, son fortificadas. En estas mismas zonas el hecho revisti caracteres de constante. Muchas

    poblaciones y villas deben su origen a la existencia de unfuerte, que es as tambin semilla generadora de vida urbana(lmina II).

    Los poblados mediterrneos constituyen la mayora; enellos el sello de la fortificacin contra los ataques indgenas,aunque aporta ejemplos interesantes, es en general dbil.

    Los centros urbanos martimos, en cambio, recibieron unaparejo castrense generalmente complicado; numricamente,su proporcin es mnima, aunque su aderezo costoso.

    En ambos casos el factor militar influye primero en sulocalizacin y luego en el desarrollo y trazado de las plantas ;y adems, en su estampa externa, su concepcin espacial, enel ritmo de la vida diaria de la ciudad. En numerosas solu

    ciones, tanto de conjunto como de detalle, perviven en plenosiglo xvill formas de inspiracin medieval.

    La calidad muchas veces deleznable de todo este aparatomilitar, la mayora de las veces eliminado en el desarrolloulterior de las ciudades, acenta su valor como factor deinfluencia puramente urbanstico, por sobre el eme haya podi-

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    do tener en s, como monumento de arquitectura militar(lmina III).

    Entre los ejemplos notables sujetos a este gnero deinfluencia destaca por la originalidad de su traza la plazade Nacimiento y las ciudades de La Serena, Valdivia y Ancud,por el acierto de los logros espaciales estructurales conelementos de carcter defensivo (26).

    La traza libre

    Resultado de un proceso fundacional irregular, legalmen-te accidentado o inexistente, durante el siglo xvn se desarrollan varios ncleos urbanos producto de agrupamientos espontneos; su estudio ha revelado que generalmente derivande antiguos pueblos de indios o de la ininterrumpida subdivisin de la tierra en poder de pequeos propietarios. Laprimera causa puede explicar su frecuente ubicacin junto agrandes estancias en las cuales, en el momento de la abolicin de las encomiendas, fueron asentados los naturales sometidos a aquel rgimen.

    FlG. 1. Plano actual de Guacarhue

  • Gnesis de las fundaciones 19

    Antes, sin embargo, ya existan agrupamientos de jornaleros interesados en el trabajo de las haciendas, pero tambin en conservar su independencia absoluta, al vivir fuerade sus lindes. Tal es el caso de Teo, Rauco, Comalle y otros,en la zona de Curic, que han sido modernamente estudiadosen su origen y desarrollo (33) . Siempre en la zona central destacan Guacarhue (figura 1), Lampa, o Vichuqun, Machal(figura 2) ; en Chilo es la poca de gestacin y consolidacin de gran cantidad de pintorescos pueblos costeros cuyo

    nmero asciende a unos ochenta y cuya historia es posibleseguir a travs de la evolucin de la encomienda en aquellazona. En otros poblados influyen momentos de auge mineroque luego declina o deriva en otras posibilidades econmicas,que determinan nuevas aglomeraciones. Localidades comoValparaso o Rere, deben su traza irregular a otros factoresy tienen un carcter e importancia representativos en elbalance urbano del siglo xvill.

  • III. El proceso fundacional

    La cronologa

    Tres son las causas principales que posibilitan, en Chile,el florecimiento urbano del siglo xvill : una poltica gubernativa, un programa misional y el desarrollo orgnico del reino,coartado antes por los acontecimientos paralizantes de laguerra de Arauco. Las dos primeras se presentan regularmente unidas y constituyen como el fondo terico del cmulode proyectos elaborados por autoridades civiles, militares yeclesisticas. La tercera se percibe prcticamente en el xito,estagnacin o fracaso de las fundaciones, en la medida enque el programa terico se realiza ajustado a las realidadesdel reino o alentado por la euforia y la ilusin traspasalos lmites de sus posibilidades prcticas.

    En la cronologa de los avances del proceso, se puededistinguir un primer paso en la cdula dada por Felipe V en1703 por la que, con medidas draconianas, ordenbase lacongregacin en sociedad de los espaoles diseminados en loscampos para dar con ello ejemplo a los indios, contribuir a surespectiva concentracin en pueblos y finiquitar la guerrade Arauco.

    El gobernador, segn su cdula, deba mandar "con graves apercibimientos que todos los espaoles que se hallasenen el reino en ranchos, haciendas y chacras se reduzcan yvayan a vivir a la ciudad y poblaciones de espaoles . . . dentro de seis meses", so pena de destierro y confiscacin debienes. Las villas deberan fundarse segn las disposicionesgenerales de las leyes de Indias ; a pesar del tono conminatoriode la orden real, en la prctica resultaba de cumplimientoutpico, por no decir imposible. Desde su promulgacin hasta

  • El proceso fundacional 21

    1734, en que nuevamente se agita el problema, slo se conoceuna realizacin, San Martn de la Concha, en Quillota en 1717.En el gobierno de Gabriel Cano de Aponte (1717-1733), seorganiza la primera junta de poblaciones para atender lapoltica fundacional a seguir en el futuro. En 1734 el Cabildo de la capital designara su procurador ante la corte alabogado Toms de Aza, quien estaba en Madrid, a fin deque obtuviese los auxilios para poder llevar a la prctica lasproyectadas ideas. Mientras se avanzaba esta gestacin, elPresidente Jos Antonio Manso de Velasco, con una imaginacin poco comn, zanjaba las dificultades que hasta entonces haban retardado la ejecucin del proyecto de fundaciones y comenzaba de hecho a desarrollarlo, inaugurando elperodo que nos ocupa.

    Manso dispona de principios directores, pero, por elmomento, careca de antecedentes tcnicos precisos: contabacon un precario mapa del reino con especificacin de sus ros,puertos y puntos susceptibles de acoger nuevas villas, informes descriptivos proporcionados por testigos oculares, uncenso aproximado de la poblacin del pas110.000 a 120.000habitantes, excluidos los indgenas y unos pocos dinerospara iniciar los trabajos (5).

    En julio de 1740 instalse en el convento franciscano deSanta Rosa de Vitervo, en el valle de Aconcagua, para proceder a la fundacin de la primera villa, San Felipe el Real.Segn el discurso preliminar pronunciado en aquellas circunstancias, su fin sera la congregacin de la densa poblacindiseminada en los aledaos, para que se le "ensease la doctrina cristiana a la juventud, a leer y escribir e instruyese entodas las letras, estando en sociabilidad y poltica". Divididas las opiniones de los futuros vecinos sobre la eleccin delsitio, resolvi la duda el propio Presidente al examinar personalmente los terrenos; con este acto se constitua en heredero directo del conquistador del xvi, poblador a la vez que"urbanista". En la reanudacin del proceso fundacional deciudades en pleno siglo xvill se repite el procedimiento aplicado doscientos aos antes. Una vez ms, se admira la carencia de tcnicos, se repiten las prcticas heredadas de la EdadMedia espaola, brilla por su ausencia el carcter renacentistaitaliano que se ha querido ver en el desarrollo histrico delurbanismo indiano (25).

  • 22 La ciudad chilena del siglo XVIII

    Dado que la fundacin de San Felipe reviste carcterprogramtico en relacin a las que le sucedern, merecenexaminarse en detalle sus pasos : decidida la cuestin del sitioa favor de determinado particular, el gobernador acude a lagenerosidad de los vecinos pudientes, que debern proporcionar los medios para la construccin de la parroquia, instituyeadems un responsable que vigile las obras, en este caso elmarqus de Caada Hermosa, quien deber ajustar su accina los diecisiete captulos de las instrucciones proporcionadaspor el propio gobernador.

    Dos aos ms tarde, se echaban los cimientos de NuestraSeora de Los Angeles, en la Laja; inmediatamente despuslos de Nuestra Seora de Las Mercedes de Manso, en la confluencia de los ros Tutuben y Cauquenes y, siempre en 1742,los de San Agustn de Talca, trasladndola del precario lugaren que estaba desde 1692. An en mayo, de paso por la reginde Colchagua, diose el Presidente el tiempo necesario paraalcanzar a fundar San Fernando.

    Al ao siguiente era agraciado el corregimiento de Meli-pilla con la fundacin de Logroo de San Jos, a la que sucedieron en seguida Santa Cruz de Triana, en Rancagua, y SanJos de Buenavista, en Curic.

    El ao 1744 alcanz aun a recibir los beneficios de la

    pasmosa actividad de Manso con la ereccin de San Franciscode la Selva, en Copiap, poblacin de viejo abolengo desarrollada informalmente en torno a un convento franciscano yfomentada por el beneficio de las minas aledaas.

    La obra del Presidente Manso, realizada en un tiempomnimo y con recursos precarios, result duradera y, msque eso, orientadora; al desaparecer el mito de la imposibilidad de realizarla, los inmediatos beneficios que trajo consigo sellaran el destino de la poltica que sus sucesores enel mando no haran ms que continuar.

    Las gestiones del procurador Aza, a quien habamosdejado en Madrid agitando el asunto, sumadas a las realizadas directamente por autoridades civiles y eclesisticas, haban logrado obtener, entretanto, una cdula promulgada enBuen Retiro el 5 de abril de 1744, por la cual el monarca asuma con carcter oficial la tarea de patrocinador de la empresa, constituyendo la definitiva Junta de Poblaciones llamada a dar continuidad a la poltica de Manso y a cumpliruna benemrita labor en pro del desarrollo urbano del pas

  • El proceso fundacional 23

    hasta las vsperas de la independencia. Nos reservamos nuevamente el estudio de su funcionamiento para verlo junto alas dems piezas legales acumuladas en torno al tema. Adelantaremos, sin embargo, que al recibo de la cdula aludida,en abril de 1744, se acababa de finiquitar la fundacin delas ocho villas ya citadas. Constituida inmediatamente, laJunta alab los pasos anticipados del gobernador y se abocde lleno a su trabajo, fomentando aquellas primeras poblaciones y reuniendo antecedentes para la ereccin de las futuras. El beneficio de unos ttulos de Castilla graciosamenteotorgados por el Rey y la liberalidad del propio Presidentepermitieron en breve crear una caja de 120.000 pesos, suficiente para cumplir los planes inmediatos (5).

    Para resear la importante tarea cumplida por la Junta,sera necesario dedicarle un voluminoso tomo (9) : bstenossealar brevsimamente algunas de sus actividades.

    En virtud de los autos legales que le haban dado existencia, eran vastas las proyecciones socioeconmicas que lecompetan. No es extrao as que, paralelamente a la atencin de aspectos meramente tcnicos desde el punto de vistaedilicio, concediese particular inters a la consolidacin social, econmica, cultural y religiosa de las poblaciones.

    Dentro de esta lnea debe destacarse que en mayo de1745 acord establecer en las villas ya fundadas obrajes delino y lanas, provisin de los respectivos operarios y su adecuado financiamiento. Acord igualmente fomentar el comercio concediendo tres das de feria al ao, ms la exencin del impuesto de alcabala. Toda mercanca no comestibley de menudeo elaborada en las nuevas villas y hasta una leguaalrededor liberse por diez aos del derecho de pulpera ; oblig igualmente la residencia en cada una, de oficiales mecnicos y la traslacin de conventos de religiosos y colegios dejesutas desde la campaa a sitios designados expresamentedentro de la traza. Dispusironse medidas para el fomentode la minera, nuevas liberaciones y privilegios para pobladores y medidas proteccionistas para los indios. En Juntade mayo del ao siguiente encontramos fuertes cuotas de seisa doce mil pesos a cada una de las diez villas amparadas hasta ese momento por su tutelaje. Paralelamente cursaba pedidos de hierro a Buenos Aires y al virrey del Per, para despachar desde Valparaso a Panam las harinas cosechadas enla zona de las fundaciones.

  • 24 La ciudad chilena del siglo XVIII

    En 1749 la vemos abordando los asentamientos ultra-cordilleranos de Pismanta, Calingasta y Valle Frtil y la reduccin a pueblo de los indios de Jachal, adems de los informales pueblos de Mogna y Ampacame; de todos se levantmatrcula de vecinos, atendindose de acuerdo con el obispola provisin de curatos \

    Una cdula de setiembre de 1751 vino a inquirir a todaslas autoridades indianas sobre el estado de sus distritos; susdisposiciones coincidan con la empresa en que se encontrabaembarcada la Junta de Poblaciones, y para su cumplimientoextendironse facultades precisas a Jos Perfecto de Salas,Fiscal de la Audiencia de Santiago, que inici las informaciones en noviembre de 1754. El informe sujetbase a uncuestionario expedido a los corregidores y subdelegados delos partidos que componan la divisin administrativa delreino 2.

    En marzo, Salas expidi las circulares, cuyas preguntas6 y 8 inquiran respectivamente sobre el estado de las nuevasvillas mandadas fundar y el nmero de pueblos de indios decada jurisdiccin (13).

    En abril de 1754 vemos a la Junta entregando una instruccin de veintids captulos al Oidor Blanco de Laysequi-11a, comisionado a Cuyo para entender en las fundaciones deaquel corregimiento, quien, antes del ao, elevaba un informede catorce cuadernos con un completo anlisis del plan paraesa parte del reino (9). Entretanto, el Presidente DomingoOrtiz de Rozas, Conde de Poblaciones (1745-1755), habafundado en enero de 1749 San Antonio Abad de Quirihue yJess de Coelemu, en el camino a Concepcin. En 1748 habaestablecido la poblacin de San Juan Bautista en la isla deJuan Fernndez, y en 1751 iniciaba el traslado de Concepcin.Aquel ao conoce adems la fundacin de La Florida y 1753las de Casablanca y Petorca; el siguiente, en fin, Santo Domingo de Rozas, en La Ligua y San Rafael de Rozas, enCuzcuz.

    Manuel de Amat (1755-1761), ech los cimientos de lanueva plaza de Nacimiento, con los de Santa Juana, Gualquiy Santa Brbara, en la zona del Bo Bo y el heredero deaqul, Antonio Guill y Gonzaga aparte de la ambiciosa y

    i C. G. 706.2 Biblioteca de Palacio, Madrid, Ms. 2424.

  • El proceso fundacional 25

    frustrada fundacin de los pueblos de indios agrega a lalista San Luis Gonzaga de Rere y Tucapel Nuevo, en 1765 y,al ao siguiente, San Carlos de Yumbel.

    Fuera de otras fundaciones como las de San Carlos deAncud (1768) y San Carlos de Chonchi (1764), el procesoregular lo reanuda con nuevos bros Ambrosio O'Higgins,bajo cuyo mando se erigen San Jos de Maipo, Nueva Bilbao,Linares, San Jos de Alcudia, Los Andes y Vallenar, ademsde la importante repoblacin de la antigua Osorno. Sin serel ltimo Presidente entregado en cuerpo y alma a la aventurafundacional, las obras de O'Higgins son notables ; en una loapotica con que el reino lo despidi al ser promovido al virreinato del Per, un personaje representando a Chile improvisara los siguientes versos:

    "...dganlo tantas villascuyos cimientos

    se formaron apenas

    y las asiste yaconcurso inmenso.

    Las calles enlozadasdecoro excelsoen que apenas me igualael ms antiguo Pas, ms opulento . . . " 3

    Teorizantes y prcticos

    Un plan de fundaciones supona necesariamente reflexiones, teoras y especulaciones previas; tanto en el medioespaol como en el hispanoamericano ha habido natural tendencia a la variedad de opiniones y el tema que nos ocupaprestbase admirablemente ; ya el siglo xvil, el de los proyectos, haba sido fecundo en producciones sobre el asunto; elxvm, de realizaciones, sera aun ms prolfico.

    8 Biblioteca Nacional de Santiago, Medina, Ms. 357, p. 221.

  • 26 La ciudad chilena del siglo XVIII

    De entre la masa de opinantes destcase la figura deljesuta Joaqun de Villarreal, pero le antecede en el tiempoPedro de Figueroa y Crdoba, Maestre de Campo General delReino, que fech en Concepcin, el 27 de enero de 1737, suproposicin en forma de "Proyecto para terminar con laguerra de Chile" 4 ; propona all la reconstruccin de Angol,La Imperial y Villarrica, destruidas en 1600, la fundacin deotras tres o cuatro en el territorio de Arauco y la reduccinde los indios a pueblos "como en el Per". Sigui a ste elproyecto del Oidor Martn de Recabarren, fechado el mismoda que el anterior y basado en la fundacin de plazas alsur del Bo-Bo, frontera tradicional con el Estado de Arauco.

    El proyecto del propio Presidente fechbase un mes despus; a todos se sobrepuso el llamado de los jesutas, datadoen Madrid el 22 de diciembre de 1752, del cual el citado Villarreal era el alma. El cronista Olivares esboza su contenidoque consultaba la repoblacin de Angol y Osorno, asentandopoblaciones a distancia de doce leguas una de otra, "para quese diesen la mano y auxiliasen mutuamente"; podran serhasta ocho, cada una con cuatrocientos hombres.

    Pero el ms exhaustivo teorizante, por la profundidad desus crticas y realismo de sus propuestas, result ser finalmente el franciscano Antonio Sors y Lleonart, cataln y misionero en Chile. En su proyecto (1780) critic el de losjesutas en forma detallada, ya que prefera la reduccin delos indgenas y la ereccin de plazas fuertes espaolas; porla importancia del primero de estos aspectos, tratamos sucontenido al hablar de los pueblos de indios ; adelantamos que,desde luego, el fin perseguido en las propuestas poblacionesse dirige exclusivamente a la conversin de los naturales alcristianismo (58).

    En la prctica, en toda la poca no acta un tcnico enurbanismo, en el sentido que hoy entenderamos por tal. Segn hemos dicho, en el diseo de los mismos planos, se repiteel fenmeno del siglo xvi, cuando era el mismo capitn o elalarife de la hueste conquistadora quien supla el lugar delfacultativo con estudios en el tema, de suyo escaso si nodel todo inexistente en los grandes virreinatos y aun en lamisma pennsula. Los atractivos estticos y los dinamismosespaciales que se admirarn en las nuevas villas y ciudades

    i Cfr. R.C.H.H.G., 79,100.

  • El proceso fundacional 27

    no derivan generalmente del trazado de la planta en el momento de su fundacin, sino ms bien de una intuicin colectiva expresada ms adelante durante el crecimiento y desarrollo de los poblados.

    Acaso nicamente la eleccin del sitio, no solo en cuantoa su? calidades tcnicas, sino como enclave esttico en la geografa del lugar, sea lo nico que las nuevas villas deban asus primitivos artfices; lo dems quedar a cargo de lasgeneraciones futuras, a la voluntad corporativa de los organismos municipales.

    Con todo, a diferencia del xvi, ahora hay ms variedadde autores, numerosos planos aparecen firmados o la documentacin conservada alude directamente a las personas comisionadas por las autoridades para entender en la materia.Para el problema tcnico de la mensura y el trazado existenen el pas ptimos ingenieros egresados del real cuerpo desu especialidad en Madrid o agrimensores titulados en lasuniversidades locales ; es a veces la accin del mismo CapitnGeneral la que se trasluce en la concepcin de determinadasplantas; la presencia de estos facultativos, sin embargo, noaltera el esquema de las ciudades y el plano dibujado por sumano no se diferencia en nada del confeccionado por un capitn, un hacendado o un misionero.

    Entre los ingenieros, Pedro Rico es autor de las plantasde La Ligua, Vallenar y del arreglo de La Serena ; Carlos deBeranguer, de la curiosa de Ancud; Leandro Badarn de lade Purn ; Manuel Olaguer Feli de la de Alcudia, y AgustnCaballero de otro arreglo de La Serena en 1755; el mismoJoaqun Toesca, el nico arquitecto de fuste en el pas, interviene en los comienzos de la poblacin de Talca o Los Andes,ms que en su diseo, en la construccin de sus principalesedificios.

    Entre los agrimensores titulados, encontramos la intervencin de Diego Villeaubrun en la planta de la nueva Concepcin, Antonio de Losada y Carvallo en Casablanca y SantaBrbara y Antonio Martnez de Matta en La Ligua, Com-barbal, Los Andes, Sotaqu, San Jos de Maipo, Guamalatay Petorca. En otros planos estn las firmas de DomingoJavier de Urrutia, Martn Gregorio del Villar, FranciscoFernndez, Santiago Oederra, Francisco Muoz, Jos dePalma, Cornelio de Baeza, Jos Ignacio Daz de Meneses. Elcannigo Francisco Javier Gonzlez Barriga interviene en

  • 28 La ciudad chilena del siglo XVIII

    Concepcin y el piloto Miguel de Vilches en Nueva Bilbao.El mismo Presidente Amat ser el autor de la notable plantade Nacimiento y su postrer sucesor ya en el siglo XIXGarca Carrasco, autor en Espaa de los planos de una ciudaden el Monte Acho y de los arreglos de varias plazas de laFrontera.

    El nombre de los dems artfices se pierde en la penumbra; urbanistas improvisados de poca imaginacin pero agudo instinto, la obra de estos autores annimos no se diferencia en nada de los logros conseguidos por los conocidos.

    La legislacin. El Padre Villarreal

    Tanto la accin del procurador Aza Iturgoyen, comolos informes de las autoridades que hemos mencionado habandado origen a dos extensos impresos sin firma ni data, aunque con seguridad de 1744, que serviran de base legal a lapoltica inaugurada por Manso de Velasco.

    La primera de estas piezas titulbase Representacin delReino de Chile sobre la importancia y necesidad de reducir apueblos a sus habitadores dispersos por los campos y de losmedios de conseguirlo sin gasto del erario ni gravamen delos particidares ; la segunda: Representacin del Reino deChile sobre la importancia y necesidad de sujetar y reducira pueblos a los indios araucanos, la imposibilidad de conseguirlo perseverando en la conducta pasada y la facilidad conque puede lograrse sin costo alguno del real erario por mediode las providencias que se expresan.

    Comenzaba la primera por dar cuenta de los dos informes tratados en el Consejo de Indias sobre las propuestasfundaciones, los cuales eran aprobados en cada una de suspartes y promulgados como leyes. Queda con esto aclaradoel carcter legal prescriptivo de ambos escritos, no obstanteel enunciado ambiguo de sus ttulos.

    Para su cumplimiento decretaba la constitucin de laJunta de Poblaciones, que estara presidida por el propio

  • El proceso fundacional 29

    Capitn General e integrada por el Obispo de Santiago yotras autoridades.

    Se la revesta de amplios poderes para decidir por smisma las cuestiones propuestas y la prioridad o posterga-cir? de cada una de las fundaciones proyectadas; acordabapremios y privilegios a los vecinos ; consideraba una propuesta del Obispo de Concepcin de facilitar a los vecinos deChilo los medios para repoblar el antiguo sitio de Osorno;que se nombrasen personas de confianza para vigilar in situlas nuevas fundaciones; que para la eleccin de los sitios seeligiesen "parajes sanos y convenientes". Respecto a los indios recomendaba se indujese a que los caciques diesen sushijos para educarlos en el Real Colegio de Naturales Noblesestablecido en Chillan y que se fundase en esa ciudad, Concepcin o Santiago, "una casa de educacin para las hijasde los caciques, que cuiden mujeres de convenientes circunstancias a su cuidado, cristiana y civil educacin y se destinefondo . . ." ; se encargaba todo lo referente a la atencin delos pueblos de indgenas a los misioneros jesutas.

    La cdula estipulaba diversos medios para el financia-miento de las fundaciones, adoptando desde luego el beneficiode seis ttulos en "personas de el lustre y calidad que corresponde a este grado" (51).

    El contenido legal de las dos "representaciones" se complementaba con las Instrucciones, promulgadas en seguida enel mismo Madrid, y con las establecidas proprio marte porManso de Velasco, al echar los cimientos de San Felipe, y lasulteriores del Presidente O'Higgins al fin del siglo.

    De carcter meramente local, como sealamos, la primera de estas piezas sirvi de modelo a las sucesivas. Sus diecisiete captulos estipulaban muy concretamente el procedimiento.

    El comisionado de la fundacin, promulgaban, dar sitioen la traza al que lo pidiere, bajo la condicin de comprome-|terse a cercarlo de pared, haciendo habitacin dentro de los

    ieciochomeses; la casa deba ser techada de teja y no de

    aja e inalienable por ttulo de venta hasta pasados ochoos, bajo pena de prdida de las mejoras en beneficio delamo de propios de la villa. En la reparticin de los solares2 tomara en cuenta la calidad del agraciado, estimndoseor de ms categora los contiguos a la plaza. En un costadoe sta sealbase "una cuadra en rea para casa del Ayun-

  • 30 La ciudad chilena del siglo XVIII

    tamiento, del Corregidor y Crcel y lo restante para propiosde la Villa" ; otro costado reservbase para iglesia, casa parroquial y renta de sta; a distancias proporcionadas se destinaba una cuadra al convento de La Merced, otra a la Compaa de Jess y otra a un beatero; continubase a travsde esto con una vieja tradicin espaola de la cual hay cons- !tancia explcita en la ciudad ideal proyectada por el franciscano Eiximenic nada menos que en el siglo xiv (25).

    Ms directamente en lo formal, estipulaban en seguida"que las calles se formen en lnea recta y sin oblicuidad y quetengan el ancho de trece varas para el mejor aspecto y hermosura de la villa" ; a los costados Norte y Sur, al trminode la traza, se dejaran caadas. Vedbase la plantacin devias dentro de los solares, permitindose en cambio la derboles para una competente huerta en el terreno que dejasenlibre habitaciones y patios, medida de increble proyeccin enlo que se refiere al aspecto ameno que con su cumplimientoadquirirn los poblados. Preveanse precauciones en relacinal crecimiento futuro de stos, velndose porque "ningunacalle se tapase con pretexto alguno". Estipulbase la provisin de aguas, el padrn de pobladores, la ereccin del Cabildoy funcionarios pblicos ; la delineacin misma de la traza seentregaba a la ejecucin del comisionado con ttulo de superintendente (5).

    Dijimos que las ordenanzas de Manso quedaran completadas con otras disposiciones de carcter local que otorgara el Presidente Ambrosio O'Higgins. Fueron promulgadasstas entre 1791 y 1796 y otorgaban permiso para el cortede maderas con destino a la fabricacin de casas ; para elestablecimiento de extranjeros con su familia en las fundaciones, que gozaran de iguales privilegios que los dems vecinos; liberaban a stos de ciertos servicios comunes a loshabitantes del reino; fomentaban el establecimiento de co-'mercios y pulperas eximindolos de derechos, y echabanmanos para uso comn de tierras realengas; compelan, finalmente, a todos los oficiales mecnicos de cada partido a que"se vengan a poblar y vivir en la villa", pudiendo salir deall, no obstante, a trabajos en el campo; trasladaban, enplazo de 10 meses, todo bodegn o pulpera rural al pobladoy penaban todo futuro establecimiento de este gnero fuerade l ; hasta los vagos y malhechores, amparados en su nomadismo, estacionbanse por las mismas disposiciones en los

  • El proceso fundacional 31

    nuevos poblados, en los cuales se favoreca tambin con sitioa toda familia que no tuviese tierras propias o que las tuviesepero "ridas y reputadas por de mala fama". Las ordenanzas de O'Higgins, ms que disposiciones de carcter urbanstico, velaban de manera especial, recurriendo a todos los recursos imaginables, por la consolidacin de la poblacin, dela que dependa el desarrollo futuro de aquellos centros (14).

    Vistas las dos representaciones del reino, y antes de abordar el estudio de las instrucciones, tcanos tratar en este momento tanto la persona del artfice de esta obra, como elanlisis concreto de las ltimas, que son muestras notablesde la legislacin promulgada explcitamente para Chile porefecto de su sostenida campaa en torno al tema.

    Desde luego, comenzaremos por confirmar la presuncinde don Jos Toribio Medina 6 en el sentido de que la paternidad de todas estas piezas incluidas la tercera que dichopolgrafo desconoci y que analizaremos luego correspondea Villarreal, quien, como lo adelanta Olivares (41) y como lodetalla Barros Arana, fue informante oficioso del propioFelipe V en la materia. Efectivamente, Procurador de laProvincia jesutica de Chile en la Corte y con la experienciade sus aos de residencia en el pas, con su fama de sabio, suinforme, entregado al Consejo de Indias en diciembre de1752, sera la base de la postrera legislacin creada paraChile, bajo cuyas disposiciones se levantaran, de hecho, nopocas de las villas y ciudades antes mencionadas 6. El informe, presentado al Consejo por orden del Rey, fue tratadodetenidamente por ste en el mismo da de su data; encuntrase hoy en el Archivo General de Indias de Sevilla 7 y circul manuscrito en diferentes copias, una de las cuales, conplano, encuntrase en el Archivo Nacional de Santiago 8.JCpole el honor de ser publicado por Valladares en El Seminario Erudito de Madrid* y, en 1876, en la Coleccin de

    5 Biblioteca Hispano Chilena (1523-1817), III, Santiago,IMDCCCXIX, p. 336.

    6 Cfr. A.G.I., Chile 433.7 Chile 138.8 Varios 110.

    I 9 XIII (1789).

  • 32 La ciudad chilena del siglo XVIII

    Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la HistoriaNacional 10.

    Remitimos al lector a las fuentes citadas, que pasaremosahora por alto, para detenernos en las dos piezas ms importantes, desconocidas y definitivas del jesuta, que demuestranen su articulado el alcance de la posicin oficial de la Coronareferente a Chile.

    Intitlase la primera : Instruccin que puede n tenersepresente en la ftindacin de los Pueblos que se forman porel mandato de Su M. en el Reyno de Chile, entre los lmitesdel Valle de Copiap, y la frontera del ro Bobo.

    Despus de declarar que el monarca ha aprobado el primero de los proyectos elevados a su consideracin en nombredel reino, detalla directamente las "conveniencias" concedidas a las futuras villas. Son ellas : 42.000 fanegas de tierra4.666 cuadras que debern servir para planta del lugary para repartir a cada uno de sus cincuenta pobladores loque necesita para vivir, adems de un solar de 50 o ms varasde frente y una casa de 100 pesos de costo "fabricndola dequincha doble y techo de paja, al uso de aquellas campaas" ;200 pesos durante los tres primeros aos, gracia de ciertosprivilegios, dinero para la construccin de iglesia, para poner jen estado de defensa los lugares en frontera de indios y l4.000 pesos previos a cada nueva poblacin. El Rey se adelanta a favorecer la empresa otorgando un prstamo de 40.000 :pesos, el beneficio de dos ttulos de Castilla y la variacin ;de destino de 122.000 pesos anuales del situado de Concep- [;cin; con estos fuertes ingresos trabajar la Junta de Po- _,blaciones.

    Sobre la eleccin de los sitios y los posibles defectos de .los pueblos dice que si los primeros son hmedos y bajos,sern insanos, y que "establecindose las calles y manzanasde las casas sin orden ni concierto permanecer un laberintomal formado" ; un trazado irregular har costosas las men-

    io X, Santiago, 1875, pg. 215 y ss.11 Medina, o. c. III, 335, citando a Leclerc, Biblioteca Americana

    (1876) n. 1327, anota debe en vez de puede, como vemos impreso en el?

    original, que hemos copiado en la Biblioteca de la Real Academia de la

    Histotria, Coleccin Jesutas CLXX, pg. 23; Medina no cita la Instruc-:cin Segunda... que tratamos ms adelante. ;|

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    II. Plano de Purn, Badarn, 1775. La poblacin se prevalrededor del fuerte existente

  • I. Plano de Santa Brbara. Losada y Carvallo, 1767. La divisin de la tierra en chcaras y estancias proyecta al campla ortogonalidad del plano de la villa, ubicada a la izquierda

    junto al ro

    III. Muralla exterior de Valdivia. Duce, 1780. Origin callesque sobrevivieron a la destruccin de la cerca

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  • IV. Plano de Nacimiento, 1767

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    VI. Illapel, 1790. Disposicin apaisada y Plaza Mayor cruzada por cuatro calles

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    IX. Plano de la antigua Osorno. Anda y Vrela, 1796. Contiene el levantamiento de las ruinas del siglo XVI, recindesenterradas. A la izquierda el Fuerte de la Reina Luisa,

    base de la repoblacin

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    X. Plano de Guamalata. Matta, 1790. Pueblo de indios dedisposicin lineal paralela al ro

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    XI. Plano de San Javier de Bella Isla, 1754. Disposicintpica de las villas del siglo XVIII

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    XII. Plano de Copequn. Urrutia, 1792. Pueblo de indios detraza libre

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    XIII. Plano de Curic, 1750. Distribucin de aguas enlos solares

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    XIV. Plano de Curic. Muoz, 1807, Sealizacin de las construcciones; permite observar el proceso de ocupacin delterreno, desde el ncleo al centro del solar hasta el edificio

    de fachada continua

  • XV. La Estrella. Las ondulaciones del terrenoirregularizan las calles.

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    XVI. San Carlos de Chonchi. La direccin de las calles sedinamiza en funcin de edificios caracterizados

  • XVIL San Carlos de Ancud. Los accidentes del terrencdeforman el plano de damero

  • XIX. San Jernimo de Alhu. Corredores

  • XX. La Serena. Comps de Santa Ins, ejemplo de plazueladieciochesca

  • XXI. San Jernimo de Alhu. Calle

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    XX11. Valparaso. Litografa, 1836. Construcciones deiXVIII sobre antiguas bateras

  • ^III. Santiago. Litografa, 1850. El antiguo paseo colonialen el siglo XIX

  • XXIV. Plaza de Arauco. Dibujo de mediados del siglo X\ III

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