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LA COFRADIA DE MARIA SANTISIMA DE MONTSERRAT DE TRAPANI (SICILIA) Y SU ANTIGUA PROCESION DE LAS MARIAS.

Giovanni Cammareri.

(traducción del italiano de Carlos López Bravo).

Nota del traductor: El presente artículo, elaborado por Giovanni Cammareri, Profesor y periodista italiano, natural de Trápani- una de las capitales de provincia sicilianas- y uno de los mayores expertos en la Religiosidad popular de Sicilia, nos acerca a la Cofradía de Montserrat de la referida ciudad sícula y a una tradición centenaria de representaciones teatrales en el seno de las cofradías de Italia; algo que podría estar curiosamente “emparentado” con la representación simbólica de la Fe y la Verónica de nuestra Hermandad sevillana. La universalidad de la devoción de Montserrat queda una vez más demostrada en estas líneas (pocas hermandades sevillanas tienen homónimas en Italia), así como el parentesco directo entre las cofradías de España y las del Mezzogiorno italiano. El autor nos describe cómo era la procesión de las Marías que organizaba la Hermandad de Montserrat trapanense, que, al igual que la nuestra, fue fundada por catalanes residentes en aquella ciudad siciliana. Al hilo de esta historia particular se traza de manera muy sintética una evolución histórica de las cofradías sicilianas que nos resultará muy familiar: desde los orígenes asistenciales a los estrictamente penitenciales, y desde los penitentes de sangre hasta su prohibición eclesiástica.

Giovanni Cammareri jurará próximamente las Reglas como hermano de nuestra Hermandad.

En Trápani (Sicilia), el Jueves Santo, a las 9 de la noche (hora de Italia), la Cofradía de María Santísima de Montserrat (Confraternita di Maria SS. Di Monserrato) daba inicio a la esperada procesión “de las Marías”. A medio camino entre la representación teatral figurada y el rito penitencial, el cortejo desarrollaba su guión anual a lo largo de las tortuosas calles de la ciudad y las numerosas iglesias que abrían sus portones a la sagrada representación. Una continua marea de gente se trasladaba, como una abundante ola, de una iglesia a otra con la finalidad de asistir una vez más a la representación devocional. Porque verla una sola vez no bastaba.

La procesión, que podríamos definir “temática”, es decir que giraba sobre un tema o idea, proponiendo de año en año episodios del Antiguo y del Nuevo Testamento, llegaba a su punto emocional más

algido delante de cada “Sepulcro” preparado en cada Iglesia visitada; o al menos era ese el momento más esperado por los trapaneses.

A fin de comprender el motivo de esta espera, es necesario ante todo explicar que el cortejo procesional era cerrado por tres personajes actores: la Madonna (la Santísima Virgen), San Juan y María Magdalena. Muy probablemente también por una cuarta figura que representaría a María de Cleofás. De aquí (aunque no solo por esto, como habrá modo de aclarar más adelante) la segunda y mucho menos usual denominación de procesión de las “tres Marías”.

Precedidos a breve distancia por un muchacho vestido de ángel, los mencionados personajes, que eran los principales de toda la representación sacra, recitaban madrigales escritos para la ocasión. Pero era delante de cada Sepulcro, cuando la escena matriz, el tan esperado momento que constreñía a los presentes a dirigirse a la Iglesia próxima, alcanzaba su culmen con todo su énfasis popular.

Apenas había entrado en la Iglesia, la Virgen decía así: “Figlio!” (¡Hijo!), gritaba. Después de dar unos pocos pasos repetía: “Mio caro figlio!” (¡Mi hijo querido!). Después, avanzaba desesperada y mientras se acercaba al Sepulcro continuaba: “Dove sei tu, mio bene!” (¡Donde estás tú, mi bien!). “Viscere del mio seno/ in così acerbe pene!” (¡entrañas de mi seno, en estas penas tan amargas!).

Inmediatamente después se desmayaba apoyándose en San Juan, que, también en versos, pedía socorro a María Magdalena, la cual concluía la escena recitando su parte.

Nada más ha llegado a nosotros de los textos de las recitaciones. Debemos al Canónigo Padre Fortunato Mondello (1834-1908) la cuarteta de esos primeros versos referida en “Espectaculos y fiestas populares en Trápani” volumen editado en 1882. El recogió los versos personalmente “de boca de piadosas viejecillas con buena memoria”, por usar exactamente la expresión del investigador, y “después de penosas investigaciones” dice también. Por otra parte ni siquiera el mismo Mondello llegó a ser espectador de la procesión, habiendo sido esta prohibida a partir de 1821.

Sin embargo la procesión de las Marías organizada por la Cofradía de María Santísima de Montserrat, aparte de por su gran éxito popular, no puede caer en el olvido por otras muchas razones: por la presencia de los penitentes que la abrían; por las recitaciones de versos que la animaban; por perpetuar un rito muy difundido en

Sicilia llamado “ a cercha”; por haber sido síntesis de otra ceremonia llamada “Casazza”, todavía muy conocida en Sicilia; y no con menor importancia, por el hecho de haber asumido en Trapani el valor de rito precursor de la más célebre procesión “de los Misterios” que actualmente sale el Viernes Santo.

Es necesario detenernos un momento para aclarar cual era el contexto histórico-cultural local en el cual nacieron y se divulgaron en Trápani tales ceremonias, gracias sobre todo a la obra de las cofradías locales.

En el 1500 Trápani cuenta con 18.000 habitantes. Todavía son más de ochenta las iglesias, nueve los monasterios, diecinueve los conventos, excluyendo oratorios y capillas que se construían anexas a esta o aquella Iglesia. Cuarenta son las congregaciones, dieciséis las cofradías de las que se tiene noticia. De estas solo cinco –si se considera la breve salida de la Cofradía de San José y de la de Jesús, ambas en la mañana de Pascua- hacían procesiones durante la Semana Santa. La Compañía (o Cofradía) de santa Annella (Santa Anita), la Compañía de la Preciosísima Sangre de Cristo que desde el 1646 se funde con la de San Miguel, asumiendo su denominación, y la Cofradía de María Santísima de Montserrat que tuvo importantes relaciones con ambas cofradías anteriores, dando fuerte impulso a las ceremonias de la Semana Santa en Trápani anticipándose a los tiempos.

La Confraternitá di Maria Ss. Di Monserrato (Cofradía de María stma. De Montserrat) fue fundada por catalanes residentes en la ciudad, que se valieron del apoyo determinante de los Padres Franciscanos Capuchinos que en la propia Iglesia alojaron su nuevo noviciado religioso. Tales razones indujeron a la denominación popular de la Cofradía de Compañía de los “Cappuccinelli” (literalmente de los Capuchinitos). Su finalidad principal era la de realizar actos de penitencia. Además estos últimos le hacían asumir precisamente la connotación específica de Compañía, a algunas cofradías, que sin embargo si más especialmente denotaban finalidad asistencial confirmaban sólo el término de Cofradía.

La Cofradía (o Compañía) de María Ss. (o Santa María) de Monserrato vestía túnica (saco) y capuchón de tela cruda, manto de “arbagio” –término dialectal por otra parte en desuso que indicaba el tejido utilizado por las velas de las embarcaciones-, cíngulo y sandalias del mismo modo que los padres Capuchinos.

Más tarde se trasladó a una Capilla, que llegó a ser propia, existente desde el 1430 y ya dedicada a la Virgen de Montserrat. La pequeña Iglesia, más precisamente un Oratorio, estaba ubicada casi en frente a la todavía existente Iglesia dell´Itria, sobre la Rua Nuova, hoy Via Garibaldi. Se presume que tuvo una cierta importancia considerando que en la subdivisión del XVIII en “isole” (islas o distritos) de la ciudad, la tercera era “nominata di Monserrato e Sto.Alberto” (nombrada de Montserrat y San Alberto).

El Culto a la Virgen de Montserrat había sin embargo penetrado en Sicilia en el siglo XIII, gracias no solo a los Catalanes, sino también a los Aragoneses. En particular Pedro de Aragón llegó personalmente a Trápani el primero de agosto de 1282.

La estatua de la Virgen con el Niño, representada sentada y en el acto de serrar una montaña, ocupaba el altar mayor de la Iglesia. En la misma se conservaban además un cuadro de la Concepción con Santa Rosalía y Santa Fara, y uno representando a San Gregorio. La Iglesia estaba gobernada por los vendedores de fruta, por los de flores y los de la recova.

No se excluye un cierto equívoco local en torno al significado de Monserrato, o sea,literalmente monte serrado. La Virgen, se decía, era representada con una sierra en la mano en el gesto de serrar una montaña, si bien parece que la denominación vaya mejor referida a la silueta de la montaña que en los alrededores del monasterio construido por los Padres benedictinos en 987, en Cataluña, parece asumir los contornos de una gran sierra. La construcción fue promovida inmediatamente después del encuentro, en la cueva de una montaña, de una Imagen de la Virgen en origen llamada “Gerosolimitana”. Allí había sido escondida por los fieles de Barcelona para evitar la profanación por parte de los Moros que en el 771 habían invadido España.

Lo que difundió su culto en Sicilia fue el tráfico marítimo comercial que en el triángulo España-Liguria-Sicilia fue bastante frecuente, sobre todo antes del descubrimiento de América, donde el mismo Cristóbal Colón impuso el nombre de Nuestra Señora de Montserrat a la primera de las islas Antillas descubiertas, al ser también devoto de la Virgen bajo este título.

Pero regresemos a Trápani. En 1606 la Cofradía se transfirió a la Iglesia del Espíritu Santo, después de ser por breve tiempo

trasladada a la iglesia de San Felipe. No se conocen las razones precisas del abandono, tal vez temporal, de su propia Iglesia. Si hay conocimiento sin embargo de que el padre Valerio Morana Barlotta, asistente espiritual, denunció tal “fuga” a la autoridad eclesiástica del momento, entonces la Diócesis de Mazara del Vallo (Trápani se convirtió en sede episcopal en el 1845). Este señaló que la cofradía había faltado a los acuerdos que preveían el embellecimiento de la Iglesia, y que los cofrades habían robado y se habían llevado con ellos algunos ornamentos litúrgicos ¡incluso la imagen de madera de la Virgen titular de la Iglesia y de la Cofradía!.

La Cofradía se establece por tanto en la pequeña Iglesia del Espíritu Santo donde desde el año 1602 los sacerdotes Giovanni Marquez y Nicolò Galluzzo (jesuitas) habían fundado la “Societas Pretiosissimi Sanguinis Christi et Misteriorum”. Estamos en los albores de la célebre procesión de los Misterios del Viernes Santo. La Cofradía de Maria Ss.de Monserrato hacía sin embargo su procesión desde varios decenios antes. Entre las dos corporaciones se inicia una recíproca colaboración teniendo en común los caracteres penitenciales de sus propios ritos.

También la procesión de los Misterios fue en origen llamada “cercha”(la búsqueda) como se lee en un documento del 1614 conservado en los archivos de la Curia de Mazara del Vallo. Conduciendo al Cristo Muerto la Societá del Preziosissimo Sangue hace también la “cercha” con un numero de “centottanta battenti in circa” (cerca de ciento ochenta penitentes). Pero el Viernes Santo a mediodía.

Pero, ¿qué era esta cercha (búsqueda)?. El Jueves Santo, en Sicilia, era llamado el dia de “l´ammucciata”, esto es del escondite. Una falsa creencia quería ver a Jesús escondido en el huerto de los olivos. De aquí la búsqueda, “´a cercha”, de parte de María que no lograba encontrar a su “querido Hijo…”. “¿Donde estás?” de hecho gritaba entre otras cosas, de iglesia en iglesia, su intérprete durante la teatral procesión de las Marías. Teniendo presente que no podemos prescindir de trasladar el diverso sentido religioso de las antiguas visitas a los santos “sepulcros” y la distinta decodificación de su mismo significado antes del Nuevo Orden litúrgico.

Muchas procesiones de la Virgen Dolorosa en Sicilia tenían el mismo objetivo: el de buscar a Jesús de Iglesia en Iglesia.

La procesión de la Virgen de la Piedad (Madonna della Pietà), término popular impropio porque de facto es una “Sulità” (es decir, una “Soledad” dicho en dialecto siciliano) – y los elementos iconográficos específicos confirman claramente que se trata de la Soledad- hasta el año 1955 se celebró el Jueves Santo (actualmente el miércoles), efectuando también ella la “cercha” o búsqueda en las mismas iglesias abiertas al paso de las Marías y el dia después a los Misterios.

La cofradía de Santa Annella, que salía en procesión también era penitencial. Se trataba más bien de una Compañía. La sagrada Imagen de la Virgen venía de hecho precedida por hermanos penitentes de sangre, tal como se comunicó oficialmente en noviembre de 1722, al fin de solicitar permiso para llevarla por vez primera en procesión.

En 1723 serán por tanto tres las procesiones penitenciales que tenían lugar entre el Jueves Santo (Cofradía de María Stma.de Monserrato y de Santa Annella) y el Viernes Santo (Cofradía de San Miguel, aunque desde la fusión con la Preciosísima Sangre prevaleció la nueva denominación). Verosímilmente las dos procesiones del Jueves Santo recorriendo el mismo itinerario impuesto por las iglesias en las que se realizaba la “cercha”, casi se fundían en una, o mejor, una seguía a la otra a breve distancia.

Fortunato Mondello, hablando de la procesión de la Piedad, a cargo de la Cofradía de Santa Annella, dice que “detrás venía el espectáculo religioso”. Nace, tal vez de la vecindad entre los personajes de la Virgen y María Magdalena (si acaso faltaba María de Cleofás), situados cerrando el cortejo de Monserrat y el cuadro de la Virgen conducido por los cofrades de Santa Annella, la idea de un cómputo que induce tal vez a hablar de procesión de las “tres Marías”. La concomitancia de las dos procesiones, no lo olvidemos penitenciales ambas, se prorrogó por 97 años.

Habíamos entretanto dejado a los cofrades de Monserrato en la Iglesia del espíritu Santo, junto a la que se convirtió después en la cofradía de San Miguel. Esta última, sin embargo, fue la que alimentó verdaderamente la propia historia de la gran procesión del Viernes Santo en Trápani,después de su traslado ocurrido en 1622 (de hecho fue un retorno) a la Iglesia dedicada al Arcángel Miguel, donde los grupos sacros de los Misterios crecieron siempre en número, hasta alcanzar el número de dieciocho (excluidos Jesús en el Sepulcro y la Dolorosa). Las dos cofradías en definitiva no convivieron nunca más

bajo el mismo techo. No existen sin embargo documentos que puedan corroborar el regreso de “nuestra” cofradía al oratorio de la Rua Nova.

Se conoce sin embargo el año de un incendio que, además de causar algunos daños en la propia iglesia de la Virgen de Montserrat, destruyó la preciosa cruz con asta en concha de tortuga, que abría el cortejo procesional: 1749.

Y así como la procesión de las Marías se celebró obviamente en los años en que la Cofradía tuvo su sede en el Espíritu Santo, no parecería plausible que en 1606, el año del traslado, los cofrades se hubieran llevado con ellos algunos ornamentos sacros y la Imagen de la Virgen, lo que fue denunciado por el padre Morana Barlotta, y hubiesen dejado la cruz, por decirlo a la española “de guía”,más tarde devuelta, junto con todo el resto, a la sede natural deja algunos decenios antes.

Entretanto, a inicios del 1800, las procesiones caracterizadas por penitentes, los cuales ofrecían en el teatro urbano crudos espectáculos a través de fustigaciones y sangre, eran mal toleradas por una Iglesia que desde hacía tiempo buscaba modificar ciertos ritos, bien radicados en la conciencia popular. La procesión de las Marías era una de estas. Pero era también una procesión de orígenes antiguos y sobre todo esperada por sus características espectaculares.

El padre Benigno de Santa Caterina, autor de un manuscrito titulado “Trapani sacra e Trapani profana” habla de ella describiéndola, sin embargo sucintamente. Quizás pensaba en una inmutabilidad de las cosas y por eso le parece superfluo alargarse en las descripciones.

Hay que pensar que, a diferencia del Mondello, él la conoce y la ve personalmente. Concluye de hecho la mayor parte de la redacción de su obra en 1812, ocho años antes de la última procesión:

A las 21 de Italia (mas o menos la actual hora de las 3 de la tarde) del Jueves Santo, en Trápani salían las Marías. Abría la procesión la cruz con asta en concha de tortuga, y seguidamente venían los cofrades, que se golpeaban (a sangre) y con cadenas en los pies. Era característico el rumor de las cadenas en la lejanía, lo que indicaba a la gente la aproximación del cortejo. Seguían niños vestidos de ángeles, con los instrumentos de la Pasión entre las manos, tales como los clavos, los dados, los flagelos,… llamados comúnmente los

“misterios”, y muy probablemente pintados sobre tablas. Así lo explica el padre Benigno “pinturas con varios velos representando los misterios de la misma”. Después le llegaba el turno al “tema anual” inspirado en el Antiguo o el Nuevo Testamento, que era representado (por actores). Este era el núcleo central de la sagrada representación, cerrada como de costumbre por los citados personajes de la Madonna (la Virgen), San Juan y Santa María Magdalena precedidos por un ángel.

El recorrido seguía el orden de las iglesias que las “Marías” debían visitar. La procesión completa entraba por una puerta y salía por otra, conservando así su continuidad. Durante la procesión de 1820,llegado el cortejo a la Iglesia de San Lorenzo (la actual Catedral de Trápani) una mujer encinta tropezó con las cadenas de un cofrade y abortó. El grave episodio sirvió para justificar la prohibición a la más teatral y más antigua (al menos en aquel momento) de las procesiones de la Semana Santa de Trápani.

La presencia de penitentes (de sangre) continuará todavía en las otras dos procesiones organizadas respectivamente por las cofradías de Santa Annella y San Miguel, hasta que el 2 de enero de 1856 un Decreto episcopal firmado por Mons. Ciccolo Rinaldi, Obispo de Trápani, los vetará para siempre.

En Sevilla, pero el Viernes Santo, la Cofradía de Nuestra Señora de Montserrat continúa siendo la única (excluyendo al Santo Entierro) que conserva la presencia de elementos alegóricos en la procesión, haciendo desfilar a dos muchachas que representan a la Fé y a la Verónica. Además de su fundación por parte de Catalanes residentes en Sevilla, se conserva aquella pequeña presencia “teatral” en la que nos complace ver un vínculo afectuoso con las “Marías” de Trápani.

ILUSTRACION 1. El paso de la Addolorata (Dolorosa) en la Procesión de los Misterios del Viernes Santo, en Trápani. Foto Beppino Tartaro.

ILUSTRACION 2.

Penitentes históricos de la Semana Santa de Trápani. El de la Cofradía de Montserrat es el tercero (a la derecha). El primero es de la Cofradía de San Miguel (que organiza la célebre Procesión de los Misterios). El segundo de la Cofradía de Santa Annella.

ILUSTRACION 3.DOS VISTAS DE TRAPANI.

La Iglesia del Colegio (Jesuitas) en la Rua Grande de Trápani.

Foto: Beppino Tartaro.

El Palacio Cavaretta de Trápani. Foto de Beppino Tartaro.