LA CONDICIÓN MORAL ACTUAL Y LA LEY DE DIOS

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Nº 0004 (18.06.2014) La Condición Moral Actual y la Ley de Dios Un análisis personal Introducción Hoy en día nuestros púlpitos ejercen una gran influencia en cada oyente. Muchos van a la iglesia esperando ser instruidos, poniendo su confianza en la Palabra de Dios transmitida por medio de nuestros labios. Por ese motivo tenemos, hoy –como pastores, evangelistas y predicadores de toda índole– una gran responsa- bilidad, vivir en santidad para ser verdaderos reflejos de Verdad. Hoy por la tarde tuve la grata visita de un amigo que se está preparando en cierto seminario evangélico para ser pastor, tuvimos una conversación muy amena de distintos puntos de la Biblia, pero como ya es costumbre en el mundo cristiano de enfrascarse en ciertas discusiones acerca de la “Ley”, en este encuen- tro no pasó por alto, y en medio de dicha conversación, hablamos de la condición moral de nuestra sociedad entorno a cómo nosotros, como pastores, estamos enfrentando desde nuestros púlpitos este tema y a qué llevó el mal uso de la “Ley” –si podemos decirlo de esa manera– entorno a lo moral, en nuestra sociedad ¿Cuáles son las consecuencias? Llegamos a las siguientes conclusiones que escribo y las comparto con mucho cariño para todos ustedes: Ÿ La Santa Ley de Dios -hoy- está tan vigente como lo fue en el Edén, y esos mismos principios deben regir la conducta, carácter y el buen proceder de cada cristiano. Ÿ , en ninguna La Santa Ley de Dios no salva manera. Cumple una función específica en el proceso de santificación. así como está escrita, sin necesidad de añadir o quitar algo se presenta delante de mí como un espejo que me muestra lo sucio que estoy por el pecado (Lucas 15:11-32), pero no sólo me muestra mi suciedad sino que me insta a dirigirme a las aguas para lavarme (Hechos 8:36). Por lo tanto, la Santa Ley de Dios no me lava la suciedad de mis pecados sino que me dirige, me muestra, me direcciona y me re- direcciona, al camino que lleva hacia Cristo quien a través de su propia sangre “quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Así como expongo acerca de la Ley: no resuelve mi problema, me muestra el problema, pero eso no significa que la Ley no sirva, o que la Ley podemos dejarla de lado (Santiago 2:10). Ÿ Solo Jesús a través de su preciosa sangre lava mi vida, quita mis harapos sucios por el pecado y me viste con vestiduras blancas (la justicia de Cristo). Me da su carácter (2Pedro 1:1-11). Me justifica (Romanos 1:17; 3:21- 22) delante, en la presencia misma de su 17 “…Estad siempre preparados para responder con mansedumbre y respeto al que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros…” (1Pedro 3:15)

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Nº 0004 (18.06.2014)

La Condición Moral Actual yla Ley de DiosUn análisis personal

IntroducciónHoy en día nuestros púlpitos ejercen una gran influencia en cada oyente. Muchos van a la iglesia esperando ser instruidos, poniendo su confianza en la Palabra de Dios transmitida por medio de nuestros labios. Por ese motivo tenemos, hoy –como pastores, evangelistas y predicadores de toda índole– una gran responsa-bilidad, vivir en santidad para ser verdaderos reflejos de Verdad.

Hoy por la tarde tuve la grata visita de un amigo que se está preparando en cierto seminario evangélico para ser pastor, tuvimos una conversación muy amena de distintos puntos de la Biblia, pero como ya es costumbre en el mundo cristiano de enfrascarse en ciertas discusiones acerca de la “Ley”, en este encuen-tro no pasó por alto, y en medio de dicha conversación, hablamos de la condición moral de nuestra sociedad entorno a cómo nosotros, como pastores, estamos enfrentando desde nuestros púlpitos este tema y a qué llevó el mal uso de la “Ley” –si podemos decirlo de esa manera– entorno a lo moral, en nuestra sociedad ¿Cuáles son las consecuencias? Llegamos a las siguientes conclusiones que escribo y las comparto con mucho cariño para todos ustedes:

Ÿ La Santa Ley de Dios -hoy- está tan vigente

como lo fue en el Edén, y esos mismos principios deben regir la conducta, carácter y el buen proceder de cada cristiano.

Ÿ , en ninguna La Santa Ley de Dios no salvamanera. Cumple una función específica en el proceso de santificación. así como está escrita, sin necesidad de añadir o quitar algo se presenta delante de mí como un espejo que me muestra lo sucio que estoy por el pecado (Lucas 15:11-32), pero no sólo me muestra mi suciedad sino que me insta a dirigirme a las aguas para lavarme (Hechos 8:36). Por lo tanto, la Santa Ley de Dios no me lava la suciedad de mis pecados sino que me dirige, me muestra, me direcciona y me re-direcciona, al camino que lleva hacia Cristo quien a través de su propia sangre “quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Así como expongo acerca de la Ley: no resuelve mi problema, me muestra el problema, pero eso no significa que la Ley no sirva, o que la Ley podemos dejarla de lado (Santiago 2:10).

Ÿ Solo Jesús a través de su preciosa sangre lava mi vida, quita mis harapos sucios por el pecado y me viste con vestiduras blancas (la justicia de Cristo). Me da su carácter (2Pedro 1:1-11). Me justifica (Romanos 1:17; 3:21-22) delante, en la presencia misma de su

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“…Estad siempre preparados para responder con mansedumbre yrespeto al que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros…”

(1Pedro 3:15)

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Padre para vivir una vida de santificación en perseverancia en el cumplimiento de su voluntad cada día (Mateo 24:13), la cual me llevará a estar preparado para la mañana gloriosa: aquél gran día de la glorificación (Mateo 25:21-23).

Ÿ , (Salmos Escribe su ley en mi corazón119:11), en mis actos (Juan 15:9-11) y en mi conciencia a través de sus obras; valida su ley en mis entrañas por medio del llamado del Espíritu Santo, quien instruye mi vida con su tierna voz (Romanos 9:1).

Pasajes bíblicos que sustenten esta posiciónLes comparto cuatro textos bíblicos de los muchos que hay en la Biblia que sustentan esta posición:

Ÿ En Gálatas 3:24 Pablo nos dice que “de manera que la ley ha sido nuestro ‘hayo’, nuestro ‘maestro’, nuestro ‘conductor’ , nuestro guía para llevarnos a Cristo a fin de que fuésemos justificados por la fe”, ¿Hacia dónde está apuntando él? No está diciendo que la ley es inválida sino que la ley nos muestra el camino hacia la salvación.

Ÿ En Romanos 3:31 dice luego “¿Por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.

Ÿ En Gálatas 3:21 nos dice: “Desde luego ¿La ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera, porque si la ley dada pudiera vivificar la justicia fuera verdadera-mente por la ley y no es por la ley sino por Cristo Jesús”.

Ÿ En Romanos 7:7 nos dice: “Qué pues diremos ¿Que la Ley es pecado? De ninguna manera, pero yo no conocí el pecado sino por la Ley, porque tampoco conociera la codicia si la Ley no dijera no codiciarás…”

Sin embargo:

Ÿ Desde muchos púlpitos en la actualidad se está instruyendo a los feligreses que hagan lo correcto, pero por otro lado se les está enseñando a invalidar la Ley. No les podemos decir: “no peques”; si luego les predicamos que “la Ley fue crucificada juntamente con Cristo”; o que tal acto es inmoral si luego nuestras propias lenguas y actos han menospreciado la “Ley”.

Ÿ Si desde nuestros púlpitos hemos invalidado la Ley ¿Con qué autoridad queremos hoy frenar los males que en la actualidad atormentan nuestra sociedad?

Ÿ Un ejemplo: ¿Qué dice la Ley? No comete-rás adulterio ¿Qué estamos predicando desde nuestros púlpitos? Que hoy estamos viviendo en el tiempo de la gracia y que la Ley no tiene ningún valor, porque si yo entrego “una vez” mi vida a Cristo, ya soy salvo por la gracia, y como no existe la Ley –porque esta ya fue abolida en la cruz– entonces ella no me condena, y al no condenarme, haga lo que haga ya nada puede apartarme de la salvación, porque “una vez salvo, por siempre salvo”. No importa si adultero o fornico con alguna mujer u hombre o con alguien de mi mismo sexo; lo importante es que ya entregué mi vida a Dios y su “gracia” me garantiza que estoy cubierto por su bondad.

Ÿ Si uno analiza con tranquilidad este concep-to (la ley es obsoleta y solo la gracia es válida) ¿Cuál es el patrón que nos conduce, o la conducta o el carácter que nos lleva hacia esa gracia? Si yo dejo de lado la Ley ¿Para qué -entonces- necesito la gracia? Sin ley no hay pecado y si no hay pecado no puedo ser pecador ¿Para qué -entonces- quiero la gracia?

Ÿ Lastimosamente, muchos grupos religiosos han optado por este tipo de pensamiento, adoptándola como parte de su doctrina. Pero,

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inconscientemente esta idea ha llevado a nuestra sociedad a tal declive moral que “a lo bueno lo vemos como malo y a lo malo como bueno” y a los que piensen contrario a “mi supuesta posición”, son intransigentes, intolerantes, homofóbicos, etc., porque no hablan conforme a lo que el predicador me ha enseñado en su iglesia, desde un púlpito: “Que la ley ya no es válida” y conforme a esta enseñanza: “puedo hacer lo que a mí me da la gana”.

Ÿ No podemos pedir a la sociedad que cambie si cada vez que subimos a un púlpito seguimos invalidando la Santa Ley de Dios con dichas enseñanzas.

ConclusionesŸ La Santa Ley de Dios, muestra el problema

(pecado-suciedad) al hombre como en un espejo (2 Corintios 3:18); guía al pecador hacia la sangre de Cristo (que lava los pecados del mundo); no salva, te lleva al Salvador que es Cristo; por sobre todo,

protege al hombre de la inmoralidad -La vida de santificación (1Tesalonicenses 4:3).

Ÿ La Gracia no puede ser separada de la Ley, pues sin ley no hay pecado, al no haber pecado no hay pecador y sin pecador no tiene razón de ser la Gracia. Porque “…donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia…” Romanos 5:20.

Ÿ Ningún predicador que enseña que le ley ya fue abolida o crucificada con Cristo o que ya n o e s t á v i g e n t e , N O T I E N E L A AUTORIDAD MORAL DE QUERER COMBATIR LA INMORALIDAD.

Quisiera concluir esta nota personal citando lo que nos dice el Apóstol Pedro en una de sus cartas hablando del carácter de la iglesia frente al mundo: 1Pedro 2:9: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación Santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable…” AMÉN…

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